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Rastrear el corazón humano

(Arte de Compasión)
por Ricardo Toledo

“Qué maravilloso! Qué maravilloso!


Todos los seres, por naturaleza,
tienen la Virtud y Compasión de Buda.
Pero sus ilusiones y apegos les impiden atestiguar este hecho”.
(Expresión de Siddharta Gautama
luego de su experiencia de Iluminación)

“Es una persona muy resentida y paranoica. Actúa de mala fe y nos está manipulando a
todos”.

“¡Qué tipo más desconectado y verborrágico! Estoy harto de escucharlo con su cantinela
de siempre”.

“Ese presidente es un verdadero monstruo para la humanidad”.

Cuando llego al punto de tener estas opiniones y juicios acerca de otros, ¿es posible
recuperar una percepción que me permita ver y rescatar la humanidad en estas personas;
comprender que ahí hay una persona que tiene necesidades tan humanas como las mías,
aunque yo no esté de acuerdo con las estrategias que está encontrando para
satisfacerlas? ¿Es posible empatizar con su experiencia? ¿Es posible conectar su
corazón humano?

¿Es posible expresar lo que me pasa ante él o sus actos sin demonizarlo o cosificarlo
manteniéndolo fijo en un diagnóstico o juicio estático? ¿Sin tirarle encima a él la culpa
por mis sentimientos, pero a su vez siendo completamente honesto? ¿Es posible
expresar plenamente el propio enojo o dolor manteniendo el respeto por el otro, sin
buscar menoscabarlo, derrotarlo o quitarlo del medio; y mostrar a su vez mi sincera
disposición a escucharlo y comprenderlo?

“Soy un desastre y no tengo arreglo. Otra vez estoy repitiendo la misma situación y
generando sufrimiento en las personas que más quiero. No aprendo más”.

“No sirvo para esto… Justo me pongo a tartamudear cuando me están tomando la
entrevista de trabajo”.

“Me siento muy inadecuado. Así como soy nunca nadie se va a interesar en mí”.

“Aquí estoy: acelerado, ansioso y hablando sin sentido…”

Cuando llego a criticarme de este modo, ¿Es posible encontrar una manera de estar con
mi experiencia que sea comprensiva y reparadora, y que me ayude a crecer en la
dirección que quiero hacerlo? ¿Es posible ofrecerme auto-empatía y encontrar el sentido
constructivo que tienen para mi vida estas voces internas que se expresan de una manera

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tan dura? ¿Puedo amigarme con mi propia humanidad escuchando y comprendiendo el
mensaje de todas mis partes, de todos mis yoes componentes?

“Sos muy egoísta. Sólo pensás en vos y en tus cosas”.

“Estoy decepcionada. Esperaba otra cosa de vos. Fuiste increíblemente desatento


conmigo”.

“Te equivocaste y muy mal. Ya no puedo confiar en vos”.

Cuando recibimos mensajes que nos duelen y son muy difíciles de oír, ¿podemos recibir
la experiencia del otro tal cual es sin caer en la pauta de defender/atacar? ¿Podemos
escuchar las palabras como expresión de algo que hemos estimulado en el otro sin
sentirnos culpables ni responsables por sus sentimientos? ¿Podemos mantener la
curiosidad por entender realmente cuáles son sus sentimientos y cuáles son las
necesidades que no fueron satisfechas en el otro con mis acciones? ¿Podemos ofrecer
empatía sin engancharnos en justificaciones y disculpas? ¿Podemos entender que
básicamente esa persona nos está hablando de sí misma y no de nosotros?

En estas preguntas se encuentran implícitos algunos aspectos propios del Enfoque


Centrado en la Persona (ECP). Por ejemplo: la confianza básica en la naturaleza
humana. Toda persona es digna de ser comprendida y conlleva en sí misma la
Tendencia Actualizante. No necesitamos imponernos ante otro ser humano para
dominarlo, someterlo y corregirlo (excepto cuando estamos ante conductas claramente
antisociales que implican algún tipo de daño hacia la vida… Ahí tal vez sea necesario
usar la fuerza, pero aún en esos casos podemos distinguir entre un uso protector o
punitivo de la fuerza), sino establecer un determinado tipo de vínculo que facilite la
emergencia de los aspectos constructivos que anidan en cada uno. Nos resulta tal vez
muy claro aplicar esta visión positiva en la relación con nuestros consultantes, podemos
seguirlos empáticamente y aceptarlos sin juzgar aún en sus vivencias más abominables
para sí mismos y otros. Pero el punto aquí es: ¿qué nos pasa, inclusive más allá del rol
profesional, justamente ahí donde las situaciones, los mensajes y los sentimientos en los
que nos vemos envueltos personalmente son “difíciles” y/o “conflictivos”; allí donde mi
capacidad empática se hizo trizas y sólo me queda el uso de la congruencia para
expresar mi furia, desazón, aburrimiento, incomodidad o dolor? Pero aún cuando
expreso todo esto en nombre de la congruencia o la libertad puedo hacerlo de un modo
que no condice con la visión positiva y constructiva de la naturaleza humana que
propone el ECP. Entonces en nombre de la congruencia podemos caer en una Gran
Incongruencia. En nombre de la congruencia te arrojo todo mi bagaje de diagnósticos,
juicios y condenas, te culpabilizo y te dejo bien en claro que dudo que puedas tener
arreglo y que en verdad lo que necesitás es arrepentirte y seguir mis consejos de cómo
deberías vivir tu vida.

He visto esto con mucha frecuencia en mí y he visto esto también en muchos colegas.
Los principios básicos del ECP que más aprecio pueden hacer agua con mucha
facilidad; se puede dejar de escuchar y aún de respetar la experiencia del otro cuando
algo duele de manera personal y las defensas se levantaban. Esto es algo muy humano,
por cierto. Pero ¿es posible realizar un trabajo personal suficiente como para mantener
la congruencia de esta visión acerca de la naturaleza humana como confiable, aún en las
situaciones difíciles en las que aparece todo el condicionamiento que nos lleva a

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proyectar hacia afuera las culpas y a aprisionar al prójimo en juicios y condenas,
deshumanizándolo? ¿Es posible mantener las actitudes facilitadoras de empatía,
congruencia y aceptación cuando me veo afectado negativamente por las conductas,
expresiones o palabras de otros?

No estoy hablando de “ser buenos” y habitar un universo donde el conflicto y la


confrontación no tengan lugar. No planteo una visión ingenua donde nos enfocamos
sólo en lo positivo y excluimos lo difícil porque no sabemos cómo lidiar con ello. Estoy
hablando de poder ser íntegros en las situaciones difíciles, manteniendo una
congruencia más amplia con una visión que básicamente confía en la naturaleza humana
y que contiene valores de respeto, consideración, autonomía, comprensión, libertad,
transparencia, crecimiento, confianza y aceptación en el modo de vivir las relaciones
interpersonales.

He encontrado respuestas claras a estas preguntas en el trabajo desarrollado por un


psicólogo clínico que estudió y trabajó con Carl Rogers: Marshall Rosenberg; quien
desarrolló la propuesta llamada Comunicación No Violenta (CNV). Los elementos de
este modelo son muy familiares con el ECP y también aportan aspectos nuevos, algunos
focos muy específicos. Por ejemplo: una interacción desde la CNV no se ve completa en
tanto y en cuanto no se atiendan y satisfagan equitativamente las necesidades de todas
las partes involucradas. Sería incongruente el uso de la CNV si sólo busco atender mis
propias necesidades. La dinámica básica es conectar y atender empáticamente los
sentimientos y necesidades propias y ajenas. Tu bienestar es mi bienestar y viceversa.
No es sólo “lo que a mí me pasa”, es cómo la Vida (tuya y mía… que son la misma
Vida) puede ser cuidada y enriquecida cuando nos arriesgamos a conectarnos de
corazón a corazón, atendiéndonos de una manera precisa.

Además Rosenberg, al igual que Rogers, exploró y comprendió los sistemas de


dominación implícitos en nuestros modos de relacionarnos con nosotros mismos y con
otros. Ambos desarrollaron propuestas que desafían modelos de dominación de pocos
sobre muchos: padres sobre hijos, maestros sobre estudiantes, terapeutas sobre
pacientes, gerentes sobre empleados, etc. Ambos se preguntaron acerca del poder y el
control y cómo compartirlo, desde un paradigma de confianza en la naturaleza humana.

Tuve la oportunidad de conocer a Rosenberg y su obra, y siento un gran agradecimiento


por su contribución como posible continuación y enriquecimiento de la visión de Carl
Rogers.

La Comunicación No-Violenta.

Rosenberg suele llamar a la CNV el Lenguaje de la Compasión o simplemente el


Lenguaje de la Vida; pues con este modelo pretende reconectarnos con un modo natural
y más básico de estar en nuestras relaciones y con nuestra experiencia, un modo que
expresa nuestra natural tendencia a establecer relaciones fructíferas y solidarias. La
CNV nos reorienta hacia el núcleo más vivo presente en toda interacción o vivencia;
energía vital que a veces (o por lo general) se ve oscurecida por todo un bagaje de
condicionamiento que nos lleva a capturar la experiencia más viva y esencial en una
celda que congela a través de juicios, diagnósticos, críticas, culpas, justificaciones,
evaluaciones de bien/mal, correcto/incorrecto, etc…

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La CNV nos plantea que en verdad, más allá de la manera en que una persona se esté
expresando, en cada expresión o conducta anida siempre un núcleo vivo compuesto de:
a) Observaciones, b) Sentimientos, c) Necesidades y d) Pedidos. Todo ser vivo se
encuentra en cada momento en esa condición: una ameba, una planta, un leopardo, un
tábano, una ballena, una persona. En todo momento el ser vivo se relaciona con su
medio recibiendo estímulos de su entorno externo o interno (“observa”), registrando
diferencias a través de los órganos sensoriales (“siente”), percibiendo y procesando a
través de las propias necesidades vitales (“necesita”) y accionando con algún tipo de
respuesta o ajuste a su situación (“pide”). Entonces, estamos hablando no solamente de
la motivación y conducta humanas sino de la dinámica natural y básica de la vida para
mantenerse y desarrollarse.

La CNV nos invita a reconocer estos aspectos básicos en cualquier expresión o


conducta y a re-traducir esa expresión o reacción condicionada a su motivación más
esencial y vital. Si nos comunicamos desde lo que observo, siento y necesito, y desde
ahí hago un pedido claro (no una exigencia) es muy probable que mi mensaje sea más
claramente recibido y finalmente obtenga lo que busco para enriquecer mi vida. A su
vez si escucho la expresión del otro desde este punto de vista y conecto con sus
observaciones, sentimientos, necesidades y pedidos, sin engancharme en sus juicios,
probablemente me vea naturalmente inclinado a movilizar mis recursos para contribuir
con su bienestar.

El primer paso importante es reconocer el estímulo, es decir lo que observamos,


separándolo de las evaluaciones o juicios que hacemos de ello (pura descripción
fenomenológica en lo posible). Y además, sin considerarlo como causa de lo que
sentimos. Nadie nos hace sentir como nos sentimos. Lo que sucede es que algo que
percibo, veo o escucho estimula sentimientos en mí, pero la verdadera causa de estos
sentimientos son mis propias necesidades y valores.

O sea que, en primer lugar, la CNV nos entrena para despegar los fenómenos que
percibimos de los comentarios, opiniones, juicios y evaluaciones que tienden a adherirse
inmediatamente. Una verdadera práctica y uso de la “atención plena” en relación a las
situaciones que vivimos.

Y en segundo lugar, el reconocimiento de que nadie me hace sentir lo que siento sino
que “estimula” sentimientos en verdad originados en mis propias necesidades o valores,
me lleva a vivir una vida de mayor responsabilidad, donde el hábito de culpar a otros
por lo que me pasa comienza a debilitarse. El foco comienza a desplazarse a la
posibilidad de conectar honestamente con las necesidades propias subyacentes en los
sentimientos que vivo.

Voy a tomar dos ejemplos de los de arriba: a) “¡Qué tipo más desconectado y
verborrágico! Estoy harto de escucharlo con su cantinela de siempre” y b) “Ese
presidente es un verdadero monstruo para la humanidad”.

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En el ejemplo a):

Conectar y expresar las observaciones separadas de las evaluaciones: “Al ver que
durante los últimos veinte minutos hablaste sin pausa y las cinco veces que empecé a
decir algo me interrumpiste y seguiste hablando de lo que tus compañeros de trabajo
hicieron…”

Conectar y expresar sentimientos: “…me siento cansado y frustrado (o aturdido o


aburrido o desconectado… o ¡todo esto!)

Conectar y expresar necesidades: “…porque tengo una necesidad de conexión…”

Hacer un pedido: “…y me gustaría saber si estás dispuesto a decirme cómo te sentís en
este momento”.

En el ejemplo b):

Observar sin evaluar: “Al ver que el presidente tomó la decisión de atacar e invadir un
país extranjero y justificó sus acciones con argumentos (la existencia de armas
químicas) que luego se comprobó que no eran ciertos, al ver que se destina gran parte
del presupuesto nacional en armamentos, al ver que se utilizan argumentos en relación a
la seguridad para realizar acciones que luego demuestran que su interés fundamental es
de orden económico, al ver que se censura a personas violando la libertad de expresión,
al ver que la población está enfrentada y ha crecido la violencia según las estadísticas de
los últimos cuatro años, al recibir datos de que el odio ha crecido en la población de
otros países, al ver que mientras se están llevando a cabo acciones para combatir el
terrorismo los atentados contra inocentes en distintos lugares del planeta se han
multiplicado …”

Sentimientos: “me siento indignado, asustado, desesperanzado y profundamente


preocupado…”

Necesidades: “porque tengo necesidades de justicia, transparencia, paz y respeto en el


mundo en que vivo, y también necesidades de seguridad y esperanza para mí y mis seres
queridos…”

Pedido: “¿alguno de ustedes estaría dispuesto a juntarse conmigo por dos horas para
reflexionar y buscar estrategias de acción que contribuyan al cambio de esta situación?”

Este “pequeño” desplazamiento de la atención y la conciencia, ante algún tipo de


respuesta emocional desencadenada por un estímulo, que podríamos describirlo como:
“de arriba” (pensamientos, juicios, evaluaciones y diagnósticos) “hacia abajo”
(sentimientos y necesidades en las vísceras y el corazón), y “de afuera” (lo que los otros
me hacen, lo que el entorno me provoca) “hacia adentro” (necesidades y valores
propios) puede ser una verdadera revolución personal. En verdad es un movimiento
“gigante”…

Hemos visto en estos dos ejemplos cómo “traducir” vivencias que conllevan juicios, al
lenguaje de la CNV. Otro aspecto importante es acerca de cómo recibir mensajes
difíciles de escuchar que implican críticas o culpas hacia nuestra persona.

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Lo que plantea la CNV es la posibilidad de vincularnos sin atender a juicios y críticas
de los otros sino conectándonos y escuchando empáticamente los sentimientos y las
necesidades implícitas en la otra persona cuando nos da su mensaje.

Y aquí sí hay una diferencia, un agregado en relación a cómo entendemos la empatía


desde el ECP. La CNV nos dice que al empatizar tratemos de reconocer la necesidad
subyacente al sentimiento. “El sentimiento es el aroma, la necesidad es la flor”.
Tenemos que reconocer y nombrar, además del sentimiento, la necesidad.

Con respecto a este punto discutí con Rosenberg. “¿Por qué tenemos que decirle
nosotros al otro cuál es su necesidad? ¿No es suficiente con nombrar sólo el
sentimiento?”, le pregunté durante uno de sus talleres. Él me respondió “Hacer eso es
como ofrecerle un baño a una persona sin que se quite la ropa”. Yo le dije “Desde mi
formación en el ECP y otros enfoques experienciales, si yo escucho el sentimiento y lo
nombro el movimiento continuará naturalmente y la persona sola se dará cuenta de cuál
es la necesidad… La persona sola sabrá cuándo y cómo quitarse la ropa y tomar el
baño”. Más adelante agregué: “Reconozco en mí, al decir esto, una apreciación de la
autonomía como valor en sí mismo”. Rosenberg sonrió y con mucha gentileza me dijo:
“Sí, yo también solía verlo así. Y si tuviera mucho tiempo, tal vez algunos meses,
podría hacerlo de esa manera. Pero ahora yo sé que puedo conseguir lo mismo en
algunos minutos… Mi sugerencia para ti es que además de lo que ya sabes intentes
hacerlo de esta manera. Que pruebes y veas qué pasa.” Recuerdo aquella interacción
con mucha satisfacción y agradecimiento, por haberme atrevido a cuestionar y
confrontar con claridad, y por la escucha respetuosa y la gentil sugerencia de
Rosenberg… Pude recibirla, tenerla en cuenta y ponerla en práctica con muy gratos
resultados como persona y como profesional.

Ejemplos:

a) –“Sos muy egoísta. Sólo pensás en vos y en tus cosas”

-“Te sentís dolida… porque tenés una necesidad de consideración y ser tenida en cuenta
y te hubiese gustado contar más con mi compañía?

b) “Te equivocaste y muy mal. Ya no puedo confiar en vos”.

-Te sentís decepcionado y con bronca, porque tus necesidades de eficiencia,


responsabilidad y profesionalismo no fueron satisfechas?

También, con mucha claridad, la CNV nos advierte que si experimentamos vivamente
dolor o ira ante un mensaje que recibimos, será muy difícil e incongruente intentar
ofrecer empatía al otro; simplemente en esos casos no disponemos de ese recurso.
Entonces lo que necesitamos es auto-empatía, o esperar a recibir empatía de otra
persona, para aclararnos qué necesidades no satisfechas están implícitas en el
sentimiento de dolor o ira. Cuando esto esté claro podremos recuperar nuestra natural
capacidad para recibir y escuchar al otro.

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Entonces la “danza” de la CNV es:

1. Conectar y expresar honestamente: observaciones sin evaluación, sentimientos,


necesidades y pedidos (no exigencias) sin criticar ni culpabilizar.

2. Escuchar empáticamente (sin engancharse en juicios o demandas) los


sentimientos y necesidades del otro.

3. Una vez escuchadas plenamente las necesidades de todas las partes, buscar
estrategias de manera conjunta para satisfacerlas.

4. Parece un esquema simple y puesto de esta manera puede dar la impresión de


“receta fácil”, pero en mi experiencia es una interacción llena de vitalidad,
riesgo, sorpresa, sensibilidad y transformación.

Este modelo se viene utilizando para prevenir y resolver conflictos interpersonales y


para mediar en diversos conflictos sociales. Se utiliza con familias, parejas, compañeros
de trabajo, padres e hijos, directivos y empleados, corporaciones, docentes y alumnos,
policías y delincuentes, jefes de tribus africanas en conflicto, israelíes y palestinos,
pandillas juveniles, etc.

La CNV ayuda a desafiar el condicionamiento cultural de miles de años, una cultura de


dominación que nos aleja de la vida y el corazón. Nos ayuda a bajar de la azotea, de esa
torre de marfil que tiende a mantenerme separado, fijo y defensivo a través de todos mis
elaborados juicios, diagnósticos, culpas, condenas, reacciones, idealizaciones y
opiniones hacia los demás y hacia mí mismo. Nos devuelve al campo de Rumi, el poeta
sufí:

“Más allá de lo-que-está-bien y lo-que-está-mal


se extiende un campo,
en ese lugar nos encontraremos”.

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Necesidades humanas básicas y universales

 De autonomía: poder elegir los propios ideales, objetivos y valores, y la manera


de realizarlos.
 De celebración (ante los ideales alcanzados y las necesidades satisfechas) y
duelo (ante las necesidades no satisfechas y en conmemoración de las pérdidas).
 De esparcimiento y comunión espiritual: paz, armonía, belleza, orden,
trascendencia, inspiración, juego, evolución, etc.
 De integridad: autenticidad, creatividad, libertad, propósito, valía, etc.
 De interdependencia: aceptación, afecto, amor, apoyo, comunidad, comprensión,
confianza, consideración, contribución, empatía, proximidad, respeto, seguridad
emocional, tranquilidad, sinceridad, pertenencia, etc.
 De sustento físico como: agua, aire, alimentación, contacto, descanso, expresión
sexual, movimiento, ejercicio, protección, seguridad, vivienda, etc.

El aprendizaje y práctica de la CNV nos mantiene más atentos y sensibles a las


necesidades humanas y nos da elementos para reconocerlas en nosotros mismos y en los
demás. También nos hace muy evidente hasta qué punto no fuimos educados para
reconocer y respetar estas necesidades.

CNV: Necesidades Humanas


Conexión

Aceptación
Afecto
Amor – Cariño
Apoyo
Apreciación
Calidez
Compañía – Compañerismo
Compasión
Comprender y ser comprendido
Comunicación
Confianza
Conocer y ser conocido
Consideración
Consistencia -Solidez
Cooperación
Cuidar - Alimentar
Empatía
Estabilidad
Inclusión
Intimidad
Que Sea Mutuo
Respeto – Autoestima
Seguridad emocional
Ser Parte – Pertenencia
Ver y ser visto
Honestidad

Autenticidad
Integridad
Presencia – Estar Presente

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Esparcimiento

Alegría – Gozo
Humor
Paz

Armonía
Belleza – Bello
Comunión
Igualdad
Inspiración
Orden
Sentirse cómodo
Bienestar Físico

Aire
Agua
Comida – Alimento
Descanso – Sueño
El Tocar
Expresión Sexual
Movimiento – Ejercicio
Resguardo – Abrigo

Sentido – Significado

Aprendizaje
Celebración de la Vida
Claridad
Competencia
Comprensión
Conciencia – Conocimiento
Contribución
Creatividad
Crecimiento - Desarrollo
Desafío
Descubrimiento
Duelo
Eficacia
Eficiencia
Esperanza
Estimulación
Expresión Propia
Importar
Participación
Propósito

Autonomía

Elección
Espacio
Espontaneidad
Independencia
Libertad

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