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Ü; GIANLUCA DE CANDIA

HOC ESr CORPUS.


Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo

El cuerpo del hombre es un misterio. Somos cuerpo, y el cuerpo im-


pone sus ritmos o nuestro vido. ¿Quién ho podido jomós descifror los
enigmos del cuerpo y de su ambivolente reloción con el espíritu? El
cuerpo nos contienej estomos bojo su influjo y no ocobomos de des-
cubrir sus secretos mientros esperomos lo muerte. Represento e/ /u-
gor de frontero entre el ser y e/ tener, entre subjetividod y objetividod,
entre obsolutez y precoriedod. Si observomos lo historio de lo reflexión
sobre Io corporeidod, tonto en filosofio como en teologío, osistimos o
uno permonente osciloción entre intelectuolismo y reolismo, entre for-
mos extremos de subjetivizoción del cuerpo e iguolmente extrernos
intentos de objetivizoción del mismo. Vomos o reposor sucintamente
lo historio de esto doble tendencio en filosofio y teologío. Luego poso-
remos por lo historio del orte como un primer loborotorio de concilio-
ción de lo dicotomío cuerpolespíritu. Finolmente buscoremos en lo ló-
gico de lo "encornoción" (en expresión de lo cristologío de Colcedo-
nio) lo estructuro hermenéutico regulodoro de lo reloción entre cor-
poreidod y subjetividod, entre e/ yo y el otro, entre el hombre y Dios.

Hoc est Corpus. ll contributo dello teologío ollo filosofío del corpo,
Rassegna di Teologia 54 (2013) 221-242.

LA DEVALUACIÓN Y LA RECUPERAC¡óN F!LOSóFICA


DEL CUERPO

Platón y Aristóteles éste distingue entre dos sustancias


distintas, mientras que para Platón
La reflexión filosófica sobre el
el alma tiene una consistencia
"cuasi-corporal": piénsese cófiro,
cuerpo tiene un pasado largo y
en el Fedro, se pretende que el al-
controvertido. A la zagade las tra-
ma tenga "alas". Con todo, Platón
cliciones órficas y pitagóricas. Pla-
pensará que el lin del hombre es el
tón desarrolla una antropología
rlualista que distingue en el hom- de ir elevándose hacia Io inteligi-
bre el alma y el cuerpo. Si lo mi-
ble, por una catarsis y separación
de su parte inferior y corpórea.
lamos bien, esta distinción no
coincide con la que desarrollará Con Aristóteles, la reflexión so-
I)escartes en la época moderna: bre la relación alma-cuerpo se ha-

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ce más equilibrada: el alma es la corpórea, ya que sólo en él se iden- rrrticula el proceso de espirituali- Levinas ha visto el origen de una
"forma" del cuerpo; el cuerpo tie- tifican "el pensante" y "lo pensa- t,ación en un espíritu que vuelve nueva concepción del hombre que
ne una función de mediación en lo do". En cambio, el cuerpo físico sobre sí mismo a través de la cor- propició el nacimiento del hitleris-
que respecta a lo material (hyle), sería algo secundario y extraño a ¡roreidad. Solo con Schopenhauer mo y de su ideología de la raza. Es
pero no es una materia cualquiera Ia autorreflexión. Sin embargo, co- y Nietzsche asistimos a la gran re- así como se pasa desde la espiri-
que recibe una forma desde fuera, mo observa Merleau-Ponty, Per- volución de atribuir la primacía a tualización el cuerpo, propia de la
sino que, indica Aristóteles, es una manece en Descartes un rasgo fe- l«r corporal. En contraste con el filosofía antigua, hasta la extrema
materia propia y específica (oikeia nomenológico que escapa a su idealismo y con el cristianismo, objetivación del cuerpo en la mo-
hyle), no como la de cualquier otra propia codificación filosófica: (lue parecían quererse emancipar dernidad (que acabó en las extre-
cosa. Hay que decir, pues, que el cuando habla del dolor (Medita- rle lo físico, Nietzsche, con su vo- mas torturas corporales de los
pensamiento griego considera, en ción VI) se aproxima a una expe- luntad de "fidelidad a Ia tierra", im- campos de exterminio).
conjunto, el alma y el cuerpo co- riencia límite en la que no puede l)one que haya que hablar del cuer-
mo realidades muy estrechamente dejar de reconocer tna permixtio po como de la única "gÍanrazón".
relacionadas (B. Waldenfelds). de alma y cuerpo. El que sufre en lll hombre no tiene un cuerpo: es Husserl y sus discípulos
Con todo, hay que hacer una pre- la carne no experimenta un daño un cuerpo. "Yo soy totalmente
cisión: se dice que el alma es la comparable al que pudiera pensar- cuerpo", proclama Nietzsche.
Pasando a la fenomenología,
"forma" del cuerpo, pero no se ad- se en la pieza de una máquina que
Al parecer, detrás de este grito vemos que ésta pone de relieve, por
mite la relación inversa. En Ia re- es reparada, sino que el que sufre se oculta una fuerte exigencia de 1o que se refiere a la experiencia
lación alma-cuerpo habría, según es el propio "yo": el cogito partici-
I iberación de todos los moralismos del cuerpo, la dimensión de la no-
Aristóteles. una asimetría. un des- pa en la condición del cuerpo y vi-
tlc inhibición y de resentimiento coincidencia en la coincidencia. En
bordamiento a favor de la parte in- ceversa. Diríamos que hay aquí tlenigradores de la corporeidad. la quinta de sus Meditaciones Car-
material, ya que el cuerpo no llega una ref-erencia al nivel que hoy no-
l:ste pathcts por lo vital influencia- tesianas. Husserl establece una di-
a ser el centro más íntimo de la sotros llamaríamos "psicosomáti- r'¿i.en una doble dirección, todo el ferenciación term inológica entre
personalidarl. co". siglo XX: por una parte ha impul- Kórper y Leib. Kórper designa el
La antropología aristotélica pa- Así pues, a pesar de su hipote- sado una creciente atención hacia aspecto material-objetivo del cuer-
sará a la tradición cristiana gracias ca dualista, no parece que haya que el cuerpo subjetivo, hasta llegar -en po, mientras que Leib indicaría el
a Tomás de Aquino. Éste rechaza- considerar a Descartes como pa- cl 68- a la reivindicación de los de- cuerpo vivido como unidad de au-
rá la lectura de Duns Scoto, quien dre de todos los errores modernos lcchos del propio cuerpo: mientras topercepción y movimiento. Es es-
pretendía que había que admitir al acerca de la corporeidad. Descar- t¡ue los movimientos pro lfe in- te segundo aspecto de la corporei-
menos dos "formas sustanciales" tes ciertamente ha expresado en lluenciarán el catolicismo de ma- dad, el propio cuerpo, Io que cons-
en el hombre, considerando al al- forma extrema el hiato entre lo cor- rrcra positiva acerca del respeto a tituye la peculiaridad (Eigenheit)
ma como "forma subsistente" del poral y lo espiritual; y la filosofía l¿r vida en todas sus fases. Por otra del hombre, que lo distingue de
cuerpo, el cual sería como tal in- subsiguiente no habría podido pxte, el pathos por la corporeidad cualquier otro elemento del mun-
dependiente e incorruptible (E. aportar aquel reequilibrio que en lirvorecerá nuevas formas de adhe- do. Con todo, el mismo Husserl se-
Bretoni). el fondo se presupone en la doctri- r cncia de la subjetividad al cuerpo: ñala que la experiencia de la cor-
na cartesiana. t'l cuerpo deja de vivirse como un poreidad está permanentemente
rrrodo de existencia para adherirse expuesta a una inversión: el cuer-
Descartes totalmente al Yo: en el lenguaje de po vivido queda siempre suscepti-
El idealismo I lcidegger, el cuerpo biológico del ble de ser degradado en cuerpo-
l)usein delimita trágicamente su cosa, es decir, en pérdida del do-
En la época moderna, Descar- "¡roder-ser". En este nuevo senti- minio de sí. El cuerpo representa,
tes distingue claramente la res cr¡- Si seguimos adelante, en el rnicnto de la corporeidad, del ser pues, una zona límite, un punto de
gitans de la res extensa. El cogito idealismo de Hegel el cuerpo re- '('ncadenado" al propio cuerpo, tránsito o intercambi o (Ums c hlag s -
es algo superior a la dimensión presenta como el punto donde se

l6 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 17
telle) entre interioridad y exterio- podría decirse más unitari¿r (Hen- LA EXPERIENCIA ESTÉTICA COMO LUGAR DE
ridad. El cuerpo como Zeiá cons- ry) y otra que afirma ntírs bien la VERIFICACIÓN CRíTICA
tituye el punto cero de cualquier inapropiabilidad o exposici(rn (ex-
actividad y orientación de la con- peau-sition) del cuerpo (Nancy,
ciencia hacia la realidad circun- Deleuze). Nancy escribe expeau- Mundo, interioridad y rito del orden establecido y mate-
dante. En adelante, no podrá darse sition -en lugar de exposition- in- mediación artística rializa la opacidad de la carne y la
un saber de la conciencia que no sertando en el cuerpo de la palabra pesadez de todo, incluso del cielo.
sca lncdiado por el sentir del cuer- el término peau (.piel), indicando También en la pintura de Rubens
Un primer intento de media- (1577-1640) asistimos a un éxtasis
po. así la autoposición, la existencia ción entre el mundo de la interio-
misma del sujeto. como exposi- de la corporeidad con las dimen-
Los cliscípulos de l-lusserl da- ridad y el de la corporalidad pue-
ción). Y no parece que la predilec- siones extremas de sus figuras des-
nin p«rr adc¡rririda la distinción en- de hallarse en el arte (pintura,
ción por la inconciliabilidad de la nudas. Toda la pintura barroca es
lrc Ki)r¡tcr y Laib y proseguirán la escultura, música...), aunque he-
articulación cuerpo-espíritu (es de- un triunfo de cuerpo emergente,
rcflexión fenomenológica hacia mos de reconocer que la filosofía
cir, la opción de mantener la rela- donde se encuentran subjetividad
nuevas direcciones. Por ejemplo, y la teología se han quedado siem-
ción quiásmica entre las dos di- y objetividad, mística y eros, co-
Edith Stein amplía la reflexión de pre retrasadas en relación con la
mensiones inconmensurables que
mo aparece de manera impresio-
Husserl sobre la "empatía" (Ein- tradición estética.
nante en tantas esculturas de cuer-
constituyen el individuo) sea una
.fiihlung), concibiéndola como di- Antes de que Descartes pusie- pos en éxtasis.
mensión intersubjetiva por la que respuesta adecuada a la cuestión
se énfasis en el ego cogito a expen-
se alcanza Ia percepción del Leib sobre el cuerpo. Con Descartes (1596-1659) y la
sas de la res extensa. introducien-
de los demás. Merleau-Ponty pro- ciencia moderna este equilibrio se
En el "sentir" postmoderno po- do en la modernidad Ia escisión
ftndizará en la dimensión de "ser tambalea: comienza a dominar la
demos intuir cómo la falta de ar- mente/cuerpo, Boticelli (1445-
en el mundo" del sujeto corpóreo, objetivación del cuerpo, bien ex-
ticulación entre cuerpo y espíritu 1510) con su Nacimiento de Venus
en tanto que sujeto de movimiento presada en la Lección de anatomía
(presupuesta en un nivel teórico) celebra la belleza corporal como
que no puede pensarse si no es en de Rembrandt (1606-1669). Con
se manifiesta con su carácter de una sintonía entre la sutileza feme-
referencia al ambiente mundano en todo, el mismo Rembrandt no re-
laceración real en el nivel prácti- nina y la sobreabundancia de la
el que se inscribe. nuncia a descifrar los movimien-
co-biográfico. De hecho, la filoso- gracia. Miguel Angel (1415-1564)
tos fluidos de la propia interiori-
fía de la vida contemporánea exal- pintará la escena deljuicio univer-
dad, el aspecto subjetivo de lo
ta el cuerpo sensible, el sentido sal en el fresco dantesco de la Six-
Fenomenologiay corporal, como se manifiesta en
agudo de la personalidad, de la tina, donde la teología escatológi-
postmodernidad los numerosos autorretratos que
singularidad, del cuidado propio ca se expresa de manera impresio-
hizo a lo largo de su vida. Podría
(wellness), de la psico-higiene que nante con el lenguaje del cuerpo.
'Iintoretto (l 519-1594), al contra- decirse que el arte del retrato bur-
La perspectiva fenomenológica busca un cuerpo sano, relajado, li- gués es el intento de mediar entre
sobre el cuerpo constituye un ele- bre, "de vitrina". Por otra parte, la rio que Tiziano, pone énfasis en el
la res cogitans y la res extensa, de
mento imprescindible en la re- postmodernidad registra de hecho aspecto objetivo del cuerpo o, en
captar la presencia del espíritu en
flexión filosófica del siglo XX: J.L. una extrema cosificación del cuer- palabras de Sartre, "toma partido
cualquier rostro, cosa que la filo-
Mario, M. Henry, G. Deleuze; J. po (pornografía, doping, cirugía ¡ror la pesadez" y ejerce una inau- sofía tal vez no ha conseguido has-
Derrida. J.L. Nancy. En una mira- plástica, intervenciones muy dis- dita presión sobre el cuerpo de la
ta nuestros días.
da de conjunto, podemos decir que cutibles sobre el cuerpo). Parece- Virgen, de Cristo y de los Santos.
estos autores, con líneas de pensa- ría que el cuerpo "estresado" (neo- Si Tiziano, en obsequio a la polí-
miento diversas, dejan abierta logismo de estos tiempos) tica de la república de Venecia, su-
El arte del siglo XX
siempre la oscilación entre subje- representaría el síntoma negativo ¡reclitaba el movimiento al orden y
tivismo y objetivismo en la corpo- de aquella profunda e irremedia- ¡rintaba sólo la individualidad de
reidad; entre una concepción que ble laceración. krs grandes, Tintoretto subvierte el Sin embargo, a decir verdad, ni

l8 Gianluca de Candia
Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo t9
siquiera el arte en su conjunto ha te- Io que se ofrece un sujeto en
er Este es el momento de recordar da vez más descompuesto en sus
estado a la altura de esta concilia- un instante determinado. Después lu experiencia estética que vivió elementos constitutivos, se va
ción. El arte del siglo XX se halla de la llegada de la fbtografía y de Alexej von Jawlensky en sus últi- transformando lentamente en el
dividido entre la objetivación del la televisión. todo intento de rea- nros años. En las circunstancias rostro humano de Cristo dolorido.
cuerpo (piénsese en Les Demoise- lismo parece superado. ¿Será tal rrrás duras de su vida cuando. a la Aquí el arte aparece como un pro-
ll<'.t d'Avignon de Picasso. quien vez por esto que el siglo XX se ha \'xperiencia del aislamiento im- ceso de meditación y de transfbr-
deconstruye violentamente los visto obligado a refigurar el cuer- ¡ruesto por la Alemania nazi se le mación de la mirada interior: el ca-
clrerpos de las amantes; o también po de otra manera, haciendo salir jLrntó una forma de artritis aguda mino libre y sufriente del artista
cn el eslilo de De Chirico con sus su vertiente abstracta, transfigura- t¡ue derivó en parálisis, él se entre- hacia un reconocimiento que lle-
pcrsonajes sin rostro) y la abstrac- da, subjetiva? La misma "filosofía rír a pintar un único tema en una gará a encontrar finalmente la mi-
cirin, transfiguraci(rn o espirituali- del rostro" de Emmanuel Levinas, scrie. las famosas "Cabez.as". don- rada de quien previamente estaba
z¿rcirin clcl cucrpo en Mondrian, en la que el otro es como epifanía tlc el rostro de la mujer amada, ca- allí y le reconocía.
Kantlinsky, Klee, Miró, Chagall. del infinito, parece responder a es-
l,as f isonomías nuevas que apare- ta misma exigencia.
ct:n en la televisión del siglo XX
tienen aspectos inquietantes: ros- LA DEVALUAC¡ÓN Y LA RECUPERAC¡ÓN TEOLÓGICA
tros dcscnfbcados o geométricos, El arte abstracto DEL CUERPO
quebrados o cortantes... Ellos in-
dican un estado de turbación, de
Sobre el abstractismo en el arte Teología y antropología fuego que acompaña al pueblo en
peligro: en lugar de afirmar una
merece la pena atender a la lectura hebraicas su éxodo hacia la tierra prometida:
identidad, parecen ser un interro-
gante lanzado a no se sabe quién.
que hace P. Ricoeur. Alexperimen- Ex 13, 2l).Para el hebreo, obede-
tar con el arte abstracto, el hombre cer a las tablas de Ley entregadas
Piénsese en el Autorretrato de Al reexaminar la concepción
ha logrado finalmente liberarse de a Moisés es la manera de corres-
Francis Bacon o de Gino Severini. r'ristiana del cuerpo es inevitable
la mimesis. del reconocimiento ob- ponder alaalianza con Yahvé. El
en la Bizantina de Alexej von jetivante, abriendo así la puerta a
lcner que comenzar con una refe-
rcncia a la teología y antropología
Dios de los hebreos no tiene otro
Jawlensky, el Busto de mujer de
dimensiones de experiencia que an- cuerpo que el clrpus de la Ley y
Picasso, ola Mu.jer en Ro.io de Jac- lrcbraicas. Por lo que se reflere a su
tes quedaban ocultas a causa de la de los sacrificios litúrgicos.
ques Villon. r'oncepción de Dios, los hebreos lo
representación mimética. El arte
t'onsideraban como el Absoluto, Si la imagen del Dios hebreo es
abstracto permite a la libertad del
llamándolo Yahvé, Io cual es en total mente inmaterial, la antropo-
artista y del observador acceder a
La técnica "dimensiones de la experiencia que rc¿rlidad la manera de referirse a Ia logía hebraica no teme confesar
('\periencia de un Dios que no tie- bien alto el valor de la carne. La
no existían previamente" (Ri- rrc propiamente ni nombre ni ima- mentalidad hebrea rechaza toda
En la llamada "sociedad de la coeur). El acontecimiento estético,
rcn. Aunque se revela como libe- forma de dualismo, y considera al
imagen", Io abstracto en la pintura pues, da paso a otro nivel de expe-
rrclor del pueblo, se trata de un Dios hombre como un "todo" que se ca-
podría interpretarse como signo de riencia y de autorrelación en el rrrdecible, innominable: "Yo soy el racteriza por tres dimensiones
una oculta rebelión de los artistas complejo corpóreo-espiritual, que
l)ios de Abrahán, tu padre: no te- abiertas a la relación consigo mis-
contra la invasión de la técnica fo- permite una libertad de reconoci-
rnas, porque yo estoy contigo" (Gn mo, con los otros y el ambiente, y
tográfica y del video. La toma fo- miento tanto en el artista como en
'6,24)"Laalianzacon El no viene con Dios. El lenguaje bíblico so-
tográfica reproduce mi méticamen- el observador, cosa que representa
rrrcdiada por una revelación direc- bre el hombre, cuando habla del
te un instante de la realidad. Fija una realidad que se acerca más que
trr de su rostro, sino que se realiza elemento corpóreo-carnal (b as ar),
un rostro en una expresión, inmo- ninguna otra al acontecimiento in-
viliza un paisaje. Reproduce fiel-
, r través de figuras mediadoras (pa- del alma (nefesh) y del espíritu
efable del reconocimiento de la ver-
tr iarcas y profetas) y se manifiesta (ruah), ha de ser interpretado a
mente -y a veces despiadadamen- dad teológica.
, on "signos" (como la columna de partir de esta concepción unitaria.
20 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 2t
Romper esta unidad en la concep- vista, esto anuncia ya el pathos de ¡riscencia de la carne"), todavía la cidas, respectivamente, de la con-
ción del hombre sería traicionar la la encarnación. , urne no se considera totalmente frontación con eljudaísmo y con
mentalidad semítica. ,¡retrnciliable con el pnertma. sino el helenismo: la primera (adopcio-
Por el contrario, los ídolos son (lLle espera ser sanada por é1. nismo) reduce la plena divinidad
Al indicar la carne como ba- "plata y oro", obra de las manos de Jesús; la segunda (docetismo)
sar, la teología bíblica se acerca del hombre, tienen boca pero no La prueba máxima de la digni-
reduce su verdadera humanidad.
rnás al concepto husserliano de hablan. tienen ojos y no ven. tie- rlud que el cristianismo atribuye al
Laib que al de Kórper, aunque és- nen orejas y no oyen... Quien con- , uerpo es el mismo acontecimien- La cristología adopcionista
tc ú l t i nlo no pueda ser del todo ex- fía en ellos es como el que los fa- ro de la encarnación del Logos, ex- considera a Jesús como uno de los
t'lt¡itkr. lJtt.¡ttt'sc rclicre siempre a brica (SI 115, 4-8). El que sigue a ¡rrcsado en el evangelio de Juan con profetas del AT, o bien como un
rrrra cx¡rcr.icncia subjetiva: ¿t la con- los ídolos, dice el salmista, destru- ,rna exprcsión escandalosa para el ángel/mensajero de Dios (ebioni-
cicllci¿r crlrp<'rrca c¡uc ticne el hom- ye la posibilidad de mantenerse nrundo griego: "El Logos se hizo tas). Pablo de Samosata piensa a
brc clc sí corr.lo scr vulncrable. sen- abierto con la sensibilidad del t'lrrfle". Lo que más había de repug- Jesús como utadynamis imperso-
siblc, cxpuesto en su actividad hombre creado, entra en un proce- rutr tanto a griegos como a judíos nal del Padre. Por el lado opuesto,
personal. En cambio, la energía vi- so gradual de deshumanización. ('r'¿1. no tanto que un dios adoptara los docetas hablan de la encarna-
tal como fuente de necesidades y rrna imagen corpórea para mani- ción como en sentido espiritual: la
deseos se expresa con el término lcstarse a los hombres (cosa que era humanidad de Jesús y sus sufri-
nefesh, al cual se asocia a menudo Cambio de lenguaje lrabitual en la religión griega), sino mientos en la cruz son solo algo
el término lev, corazón, como se- t¡ue el Logos único y universal se aparente (doke ma¡,sembl anza cor-
de de los sentimientos y pasiones Iraga presente en la ^§arx como en poral sin verdadera realidad car-
que atraviesan la carne. Por fin, Con el NT se pasa del lenguaje su realidad personal (sin que la nal. Esta controversia (de la que
semítico al griego y se produce una r¿r,'{ sea una mera realidad media- encontramos huellas en los prime-
ruah indica el soplo divino, con el
que Dios sopló en las narices de transposición de significados. El rlora, como en la gnosis de Filón). ros escritos del NT) está bien pre-
Adán y con el que el hombre se hebreo basar se traslada a soma y lrl Absoluto se hace "carne'', ex- sente en los apologistas del siglo II
sarx.Elprimero de estos términos y se extenderá en la polémica gnós-
convirtió en partícipe del mismo l)Lresta a la vulnerabilidad, con to-
designa la dimensión estrictamen- rlas las consecuencias: gestación en tica y arriana, hasta que se llegue
Espíritu de Dios.
te propia del cuerpo-cosa (Kórper), t'l útero de una mujer, nacimiento a un primer intento de síntesis en
Como observó justamente A.J. sin excluir el "ser-en-el-mundo" t'ntre lágrimas y sangre, etc., hasta el Concilio de Nicea (a.325, ho-
Heschel, a causa de esta valora- del hombre y la capacidad de rela- llcgar a lo más bajo de la corporei- moousios).
ción altamente positiva de la cor- cionarse. Por otro lado, sarx hace rlad, al dolor y la tortura que aca-
poreidad, el AT no tiene miedo de referencia a la caducidad creatural. En realidad. el enunciado cris-
lran en la muerte real en una cruz.
aplicar un lenguaje antropomórfi- a la carne como fragilidad expues- tológico con el que Nicea quiere
co incluso a Yahvé. No es raro que ta a lo negativo, alacerrazón,ala mantener la fidelidad a la natura-
la Biblia hable de la "boca" de pecaminosidad y a la muerte. Per- leza de Cristo revelada en el NT
Adopcionismo y docetismo representa una des-helenización
Dios, de su "mirada", de sus "oí- tenece al pnewma, espíritu, la ca-
dos" (Ex 3,3-14), de su "brazo" pacidad de rehabilitar al hombre del cristianismo. Y lo más notable
que salva o de su "mano". La di- para la autentica relación con Dios No podemos aquí recorrer el es que esta des-helenización se ha-
ferencia entre el Dios de la Biblia y con las criaturas, una capacidad lrrrgo debate teológico que se pro- ce con un instrumento lingüístico
y los dioses paganos está precisa- afectada por el pecado. que sugie- ,lrrjo en la Iglesia antigua hasta lle- griego, el homooúsios, que en rea-
mente aquí: Yahvé es sensible a re la presencia en el hombre de un lrrr a una elaboración doctrinal que lidad procedía de la gnosis emana-
los acontecimientos humanos, in- espíritu rebelde a toda heterono- l)crmitiera hablar con sentido del tista valentiniana. "El dogma nice-
terviene, se compromete con la mía. Con todo, si es verdad que en rrt'ontecimiento escandaloso de la no representa la entrada del pensa-
historia de Israel en un movimien- el NT la carne es la dimensión hu- ('ncarnación y de la crucifixión Y miento ontológico-metafísico en la
to descendente (a nt ro p o tro p i s mo: mana más afín al pecado (cf. lJn rnr¡erte del Hijo de Dios. Baste predicación y en la teología de la
Heschel). Desde nuestro punto de 2,16, donde se habla de la "concu- rrrcncionar las dos tendencias na- Iglesia' (W. Kasper).
22 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 23
El movimiento del pensamien- sible que el Hijo clc,Dios se haga
lructura de la conciencia singular tafísica, no ha conseguido aún una
to cristológico de los primeros si- realmente hombrc, [tf-eso elige su-
tle Jesús bajo el ritmo de inconfu- adecuada traducc ión f'enomenoló-
glos mantiene una tensión bipolar brayar la unidacl dc las "dos natu-
,tc et indivise (sin confusión y sin gica. La teología apenas ha inicia-
entre "realismo" (Antioquía) y ralezas" de Cristo. articulándolas
"docetismo" (Alejandría), en una ,livisión) se nos ol'rece un criterio do el proceso de acogida de las in-
en una "unión hipostática" o uni-
interpretativo inédito de la relación terpelaciones que le vienen de la
clialéctica que se asemeja a la que dad de persona. Luego, el concilio
cntre Kórpery Leib, entre cuerpo- f'enomenología. En él podría tener
hcmos notado en el ámbito filosó- de Calcedonia (451) tendrá que res-
objeto y cuerpo-sujeto, entre carne cabida incluso aquel pensamiento
fico cn lo que se refiere a las rela- ponder a la lectura del monje Eu-
ciorrcs cucrpo/espíritu. ¡, alma, entre interioridad y exte- que, mediante la de-construcción,
tiques, quien concebía la unión hi- rioridad, entre visible e invisible,
postática como una "mezcla" continúa poniendo de relieve, saá
cntre el sí mismo y el otro... Se tra- contrario, la carga de verdad que
(krasis) entre la naturaleza huma-
Et concilio de Éfeso
lu de extender a la filosofía del se contiene en el cristianismo
na y la divina, en la que de hecho cuerpo la estructura ontológico- (Nancy, Agamben). Y esto, no so-
la naturaleza divina absorbía y firrmal del Verbo encarnado en
anulaba la naturaleza humana. Por lo por una voluntad de aperturaad
La segunda etapa importante llnto que símbolo real de la pre- exÍra por parte de la teología, ni
en la clarificación de la doctrina de ello, según Eutiques, Cristo proce- scncia del espíritu en un vivir cor-
dería "de" (eft) dos naturalezas, pe- solo para rellcnar el discurso teo-
la encarnación comienza con el ¡rrireo. Quizás fue por esto que
ro, después de la encarnación ya lógico con citas artiliciales, sino
concilio de Éfeso (431). Si el pro- Merleau-Ponty, provocado por el
no permanecería "en" dos natura- por una fidelidad renovada a la ma-
blema de Nicea era el de compren- lcnómeno cristiano se atrevió a
lezas. Respondiendo a esta cues- nifestación de Dios en la carne de
der que Jesús había sido verdade- lrl'irmar que "la encarnación lo
tión, Calcedonia clarificará la mo- Jesús y en la carne racional del
ramente Hijo de Dios, el de Éf-eso t'lrmbia todo".
dalidad de la unión entre humani- pensamiento. Desde este punto de
será comprender en qué sentido el
dad y divinidad en Cristo: en el Con todo, el lenguaje dogmáti- vista estamos todavía en los puros
Hijo de Dios se hizo hombre en Je-
misterio de Jesucristo hay que ad- ,'o, ligado a una determinada me- comienzos.
sús. El realismo escandaloso de la
encarnación imponía que se repen- mitir la coexistencia de la unidad
sase la idea filosófica del Dios "in- y la distinción: es uno en dos na-
turalezas, "sin confusión ni altera- EL CUERPO EFECTIVO PERO INTOCABLE
mutable". El deveni¡ la mutabili-
dad, ya no debía concebirse más ción", "sin división ni separación". DE LA VERDAD CRISTIANA
como una imperfección. La doc- La divinidad no absorbe la huma-
trina de la encarnación viene a de- nidad, ni viceversa: las propieda- El cuerpo de Jesús de Nazaret aún, "todos los que le tocaban se
cirnos que. aunque Dios es inmu- des de la divinidad y de la huma- curaban" (Mt 14,36).
table, puede devenir otra cosa sin nidad permanecen íntegras en la
I-a flgura de Jesús que se pasea Si esta referencia concreta al
renunciar a su inmutabilidad; y es- unión hipostática.
i or) gr&n señorío en los evangelios cuerpo concreto de Jesús de Naza-
ta posibilidad no ha de pensarse
Así pues, en el cristianismo el rros toco y se deja tocar. Son nu- ret no provoca grandes perplejida-
como un signo de indigencia sino,
discurso sobre el cuerpo no puede ilrr'r-osos los pasajes en los que Je- des (excepto, tal vez,por la presun-
más bien, como la cima de su per-
prescindir de este ritmo calcedo- ,rrs cjerce su acción taumatúrgica ción de sus capacidades taumatúr-
fección, la cual se vería disminui-
nense. La relación entre cuerpo y rrrt'rliante el lenguaje de los senti- gicas), el relato de Ia resurrección
da si no pudiera realmente devenir
cualquier otra cosa (K. Rahner).
espíritu viene iluminada en el pla- r Ios. con un toque suave pero efec- de su cuerpo con caracteres glo-
no teológico por esta concepción t rr o (cf. Mc 1,42; 3, 0; 5,27-28, riosos (y, por eso, distintos de los
de la encarnación, en la cual se ex- , t, .). Precisamente por eso la mu- de un simple cadáver reanimado)
presa no solo el acontecimiento de , lrt'rlumbre le seguía, se agolpaba solo puede ser acogido por el pen-
El concilio de Calcedonia , r lorno a él y "buscaba tocarlo,
la revelación de Dios como hom- samiento filosófico como ridículo.
bre, sino también el misterio del ¡r.rrpte salía de él una fuerza que como sucedió cuando Pablo predi-
Para comprender cómo es po- hombre mismo. Al pensar la es- , r¡nrb¿t a todos" (Lc 6, l9). Más có sobre el tema en el Areópago
24 Gianluca de Candia
Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 25
(Ac Nos acercamos así al
17, 32). ba las manos y kls pics. Pero, co- realidades metafóricas y carnales crítica a múltiples niveles (trascen-
corazón de la cuestión: a la dife- mo a causa del gran gozo estaban lrara hacerse presente. En esta "in- dental, metafórico, existencial, po-
rencia decisiva entre lo que es la fe estupefactos, les clicc: ¿fenéis algo i erpelación comprometedora" po- sitivista, de-constructivo) de la ex-
tlemos descubrir que se cumple, en periencia cognoscitiva de los
cristiana y lo que puede ser una de comida? Y lc ol'rccieron un po-
gnosis o un humanismo cristiano. co de pescado asado. y él lo tomó cl plano de una fenomenología sentidos y del pensamiento, así co-
El cristianismo es el anuncio de un y lo comió delante de ellos" (Lc simbólica de la encarnación, el rit- mo de la relación recíproca entre
tt'to indivise et inconfuse (sin divi-
acontecimiento en principio im- 24,38-42). éstos en referencia al propio yo, a
sión y sin confusión) que constitu- los otros y al mundo. La teología,
¡rcnsable -y clcl cual solo hay algu- El materialismo pneumático de
lros tcstinronios- que permanece 1,c el corazón de Ia relación teán- por su parte, refleja el mismo cir-
la resurrección resulta escandalo- tlrica. A la Iuz de todo esto insinúo
crr cl ticnrpo corno fuerza capaz de culo entre ver-oír-gustar-tocar y la
so, no solo para la filosofía (Kant), hrevemente (sin ninguna preten-
¿rbrir nucvas clinrc¡rsiones de cog- referencia al Otro. como tránsito
sino ya desde el principio para sión de exhaustividad) algunos lu- metafórico en el que el monolo-
rurscibilidacl aun para aqucllos que
aquellos que habían seguido a Je- r¡ares teológicos y antropológicos
no f'ueron contcmporáneos del gion (monólogo) de la carne se des-
sús y habían huido de miedo ante sobre la forma en que el Dios cris-
acontecimiento, pero entran a par- cubre como precedido y sometido
la condena, la pasión y la muerte li¿rno se hace presente (simbólica-
ticipar de é1. El autor de la prirne- por el proslogion ("logos hacia" o
"Lo infame; y ahora, espantados, son nrcnte) en la realidad concreta y
ra carta de Juan lo expresa así: diálogo) del espíritu. Los sentidos
interpelados a que acojan el mis- opaca del cuerpo.
que era desde el principio, lo que se convierten, así, en cifra sensible
terio de su cuerpo glorioso. Con el
hemos oído. lo que hemos visto en la que se anuncia lo sobrenatu-
acontecimiento de la resurrección
con nuestros ojos, lo que contem- ral. Se trala de una presencia que
se inaugura, pues, una nueva gra- Los sentidos espirituales
plamos y tocaron nuestras manos no es mera virtualidad, sino que
mática de lo sensible: el lenguaje
acerca de la Palabra de vida (pues afecta y modifica el sentimiento de
de los "sentidos espirituales".
la vida se manifestó, y nosotros la Los sentidos constituyen las sí mismo y cualiflca de diversas
hemos visto y damos testimonio y La visión de Jesús resucitado ( oordenadas fundamentales que maneras la valoración espontánea
os anunciamos la vida eterna, que se revela "interpelante": con una nos orientan en la realidad. No hay del mundo y del propio desrino
estaba con el Padre y se nos mani- interpelación que exige de cada \'()nocimiento si no es a través de (piénsese en el cambio de perspec-
festó), lo que hemos visto y oído, uno un reconocimiento libre (cf. Ios sentidos. El hombre se sirve de tiva que se da en los discípulos de
os lo anunciamos a vosotros, para Lc 24,13--55). Esta es la experien- krs sentidos para conocer, pero, a Emaús, cuando su corazón pasa del
que vosotros estéis también en co- cia fundante del cristianismo: una l;r vez, los sentidos no bastan para desánimo y la tristeza al enardeci-
munión con nosotros..."(l Jn l, dinámica de reconocimiento (o ,,rrrantizar un conocimiento fi able. miento gozoso; o también, en la
l-3). Según esto, el lugar de verifi- mejor, de reconocerse reconocido) \adie sabrá jamás qué timbre tie- experiencia suprema de la mística,
cación de la encarnación es la re- que introduce a "dimensiones de rr,.' la propia voz en el oído de otro, cuando un cuerpo femenino es
surrección, y viceversa. la experiencia que no existían an- ,luó olor produce en el olfato del atravesado y sellado con la súbita
tes del acontecimiento" (cf. Ri- \'\tr"año, qué aspecto tiene ante los irrupción de lo divino). El tema
Los evangelios nos muestran
coeur sobre la experiencia estéti- rlt'rnás. Uno ha de recibirse a sí clásico de los "sentidos espiritua-
cómo la corporeidad de los gestos
ca). En este sentido, abusando un r ismo de los otros. fiarse de la re- les" viene hoy reconsiderado den-
de Jesús se extiende incluso a su r r

tanto de los términos, podríamos ()nancia que la propia presencia tro de una teoría del "consenso
vida post-pascual (piénsese en el
decir que los relatos de la resurrec- ¡,rtlduce en presencia de los otros. afectivo", o bien con una lectura
encuentro con María Magdalena o
ción son una obra maestra de artc 'ir _va en los niveles más elementa- en clave fenomenológica.
con el escéptico Tomás). A los dis-
abstracto. l' .. no puede darse sensatez sin re-
cípulos les dice: "Mirad mis ma-
nos y mis pies: soy yo. Tocadme y Tal vez debido a esta cualidad l('rencia al otro (Levinas), mucho
miradme: un fantasma no tiene de interpelación comprometedora, rrris esto será verdad en una lectu- Elcuerpo en la Biblia
, r tcológica cle los sentidos.
carne y huesos como veis que ten- el acontecimiento de la verdad ,

go yo. Y diciendo esto les mostra- cristiana tiene necesidad de tantas l.a filosofía hacc una lectura Jesús no rtrejó escrito alguno. Su

26 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 27
carne es la Escritura, la cual pro- corazón del que las oye. El Corpus Domini o Eucaristía pone a la mirada del Misterio. En
longa hasta hoy el gesto corpóreo la adoración eucarística se da la
de Jesús y se convierte en media-
Lo que Nancy reconoce como dinámica de un recíproco recono-
típico de toda escritura, vale muy La manifestación de Dios en
dora de su intocable presencia. Por rura historia corpórea tiene su ex-
cimiento, la experiencia esencial
particularmente para la Escritura
su mismo carácter material -escri- en la fe por la que uno "se recono-
tas sobre pergamino-, las Escritu- Sagrada: "La Escritura tiene su lu- ¡rresión máxima en la Eucaristía.
La historia de la teología del sacra-
ce reconocido". Aquí contemplar
ras implican fuertemente un ele- gar propio en el límite: si en la es-
es la capacidad de mantener, a la
critura llega a suceder algo, esto rnento es interesante: muy sintéti-
mento corpóreo. En realidad, vez, con una mirada sinóptica, la
sucede solo cuando llega a tocar. c¿rmente podemos decir que las
rcpresentan el final de una larga venida de la presencia misma de
tarca dc escuch¿r, dictado, trans- Lo que sucede es que llega a tocar l)osturas teológicas acerca de la Dios (der Leib Cltristi, según los
cripcitin, copia. El amanuense ha el cuerpo (o mejor, tal o cual cuer- ¡rresencia "real" del Cristo glorio-
so en la hostia han tomado dos ca-
sentidos espirituales), y su reduc-
dc.jaclo sobre aquel los documentos po singular) con aquel elemento ción al tiempo (der Kiirper Chris-
incorpóreo que es el "sentido", rn inos fundamentales: por una par-
su propia lirma, las huellas de su ri, según los sentidos reales). Lo
consiguiendo así que lo incorpó- lc, un realismo extremo; por otra,
largo trabajo, que, a veces, puede que se ve y se gusta permanece
reo pueda tocar, y que el sentido un extremo simbolismo. No es és-
incluir errores o ausencias. Las Es- pan; lo que se contempla y nos nu-
sea un toque". Es obvio que no se tc el lugar para dar cuenta de toda
crituras guardan todavía algo de la tre es la vida divina.
voz del rabino que las dictó y la habla aquí de una Iiteratura tocan- l:r controversia teológica en esta
historia corporal del amanuense te o impactante en un sentido sen- cuestión, hasta que se llegó a una El antiguo himno atribuido a
que, pegado a su pergamino, ha timentalista. Para Nancy el "tacto" síntesis expresada con el concepto Tomás de Aquino decía.'Adoro te
grabado con fucrza el mensaje que se realiza a través del cuerpo de rle "transustanciación" que, de he- devote latens deitas, quae sub his
ha recibido. los escritos, ya que leyendo u oyen- cho, viola la lógica de Calcedonia. .figuris vere latitas... Visus, tactus,
do leer "no sucede nada y, con to- El sacramento eucarístico asu-
gustus in te.fallitur; sed awditu so-
Este primer elemento corpóreo, do, allí uno es tocado". El cuerpo lo tuto creditur..." (Te adoro devo-
propio de todo proceso literario, rne totalmente el elemento mate-
del cscrito es un acercamiento que tamente, deidad escondida, oculta
recibe en el cristianismo su legiti- rial en el hecho de la asimilación
desflora y penetra el cuerpo del de las especies. El acto de comer
realmente bajo estas figuras... La
mación cuando se establece el ca- lector, dejando en él un carácter vista, el tacto, el gusto pueden
non bíblico. La Escritura se con- cs asumido como el centro mismo
indeleble, producido por el peso de de la liturgia cristiana, testimo- errar sobre ti; sólo con el oído se
vierte en un corpus canónico. La la carga de sentido que el escrito cree con seguridad). La expresión
fuerza interpelante del libro sagra- rtiando que la expresión más ele-
comporta. "vere latitas" condensa la inasibi-
do alcanza su punto máximo en la rnental de la vida humana entra sin
reservas en el proceso místico de
lidad interpelante de la verdad
proclamación litúrgica de la pala- En la experiencia cristiana de
la comunicación con la divinidad.
cristiana contemplada: estás es-
bra escrita. El lector, prestando su la Escritura, esta venida y presen-
cond ido. pero estás verdacleramen-
voz alaPalabra, materializa la efi- cia de la verdad. aunque siga sien- El elemento sensible resulta te. El adverbio vere es de una enor-
cacia sanante de la voz corporal de do una "presencia en la ausencia", también protagonista en la prácti- me densidad: estás de una manera
Aquel que ha inspirado el texto. Es- permanece como rasgo indeleble ca de la adoración eucarística. Si real, has venido para permanecer,
ta dinámica puede explicar el gran porque tiene la capacidad de hacer
en la celebración de la eucaristía has venido con una presencia sig-
respeto que los cristianos sienten que el oyente cuestione sus expec-
se pone énfasis en el gusto (eviden- nificativa (transignifl cación); y, con
por el Libro Sagrado. El cristianis- tativas y reconfigure su visión del temente. sin excluir los demás sen- todo, estás oculto (latitani). La di-
mo no es una religión del Libro en mundo. Aquí, igual que en la ela- tidos), en la adoración eucarística námica cognoscitiva de Ia presen-
un sentido estricto. sino solo en la ción entre géneros literarios e ins- se exalta particularmente el senti- cia crística en las especies resulta
medida en que las Escrituras viven piración divina, se sigue el mismo clo de la vista. La exposición del así semejante a la del cuerpo glo-
como representación de Aquel que, ritmo de Calcedonia: sin división Santísimo Sacramento es la expo- rioso en el camino de Emaús: una
a través de ellas. vuelve a tocar el y sin confusión. sición de su Presencia a la mirada presencia que resulta inasible: en
clel hombre, quien, a su vez, se ex- el momento supremo del recono-
28 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 29
cimiento, el divino caminantc des- (lristo" (l Co 12,12). rnisterio cristiano con una lectura mientras que en la cristiana se pier-
aparece. Cuando uno piensa tocar- que no solo no excluya lo corporal, de la capacidad de "disfrute".
[-a esencia de la Iglesia no se
la, la Verdad divina se aleja para sino que lo implique necesaria-
limita, pues, a un conjunto de ver- La incompatibilidad entre es-
hacerse buscar de nuevo. lrente, con su esplendor y su opa-
dacles o reglas de conducta. La tas dos concepciones ha generado
e idad. El pensamienlo cristiano
Iglesia, penetrada y dirigida por el el pensamiento moderno, con sus
Espíritu, vive como "representa- cmerge como el defensor de la car-
El Corpus Mysticum o lglesia conflictos entre público y privado,
ción" de la acción comunicativa ne (hasta la fe en la resurrección
entre gozo y disfrute, entre el yo y
del Cristo glorioso y es mediadora cn virtud del cuerpo glorioso de
el otro, entre potencia y acto. Por
La expresión "cuerpo de Cris- de su acción salvífica en el tiempo Cristo, que ahora habita en la Tri-
eso, hoy el amor ha venido a caer
to" está preñada de significados. (especialmente a través de la vida nidad); y, sin embargo, no teme
en descrédito.
lreneo de Lyon fue el primero que litúrgica y sacramental). La comu- confrontar la ambivalencia y rémo-
elaboró una teología de las diver- nidad eclesial está siempre marca- ra del cuerpo y de la realidad hu- Frente a esta aporía, el citado
sas valencias de esta fórmula. Esta da por una especie de hiato, de per- Inana. Ante esta ambivalencia filósofo propone que "hay que per-
se refiere, en primer lugar, al cuer- manente duplicidad entre Iglesia (asumida y superada en el Cristo manecer en la inconcil iabilidad que
po subjetivo del Cristo histórico, a celeste y terrestre, entre carisma y resucitado), el cristianismo anun- es el corazón del amor". algo que
su cuerpo en pañales, como niño, organización, entre el elemento hu- cia una Gracia ajena, de fuera del solo puede considerarse como ten-
joven, adulto..., y finalmente tortu- mano y el divino. Contra toda for- rnundo. pero una Gracia que pre- sión entre deseo y abandono, entre
rado, crucificado, transfigurado, ma de dualismo que exaltase inge- senta la forma de la reciprocidad, el yo y el otro, entre oblación y po-
escatológico. En segundo lugar, nuamente el elemento carismático la ligazón. Por esto concluimos sesión, entre un amor que se da y
"cuerpo de Cristo" significa la per- o redujese agresivamente el miste- cchando una mirada al amor de un amor que se recibe; con una di-
manencia de su condición comu- rio de la Iglesia a su sistema social, amistad como una de las formas sociación más íntima. más peligro-
nicativa en la Palabra, la Eucaris- se alzaría como criterio imprescin- de vida sensible más altas del vivir sa -y también más falsa- que deri-
tía, la lglesia. dible la fórmula sintética de Cal- pagano y cristiano, donde, de ma- va de la incapacidad de conciliación
cedonia. La articulación inclivise nera sorprendente, se real iza aquel entre un cuerpo que disfruta y un
La imagen de la Iglesia como indiv,ise et incon/use (sin división alma que goza. Después de criticar
et inconJuse (sin división y sin con-
Cuerpo es una de las figuras más ni confusión) que presidía la lógi- así la idolatría de las dos concep-
fusión) preserva la eclesiología de
antiguas para expresar la relación ca de la encarnación. ciones teóricas del amor, Nancy se
perspect ivas parciales: mantiene a
místico/sacramental entre la co- arriesga a proponer una tercera al-
lavezladimensión divina y la hu- J.L.Nancy atribuía las aporías
munidad de los bautizados y el mana, no como elementos yuxta- ternativa igualmente parcial e
Cristo glorioso. Pablo escribe así en el tema del amor a la doble e in-
puestos en un conjunto. sino en una irrealizable. En realidad, no puede
a los de Colosas: "Todas las cosas conciliable maLriz griega y cristia-
unidad en la que el misterio teán- ser que la regla permanente del
han srjlo creadas por Él (Cristo) y na que se hallan en la base de la
drico permanece unido ("sin sepa- amor sea la vertiginosa alternancia
para El. El es el primero en todo, civilización occidental. Si el amor
ración") siendo distinto ("sin con- entre deseo y abandono, el yo y el
y todo subsiste en El. EI es tam- griego (amor del objeto) mira al
fusión"). otro, la oblación y la posesión, el
bién la cabeza del Cuerpo, es de- otro como mero soporte para ac-
cuerpo y el alrna. La de-construc-
cir, de la Iglesia; el principio, el ceder a lo bello en tanto que trans-
ción de las implicaciones cristianas
primogénito de los que resucitan ecntlental del ser. el amor cristiano
El acontecimiento que hace Nancy genera una fbrma
de entre los muertos, para obtener prescribe, al contrario, el amor al
intercorpóreo de la amistad de teología aporética que, a veces,
el primado sobre todas las cosas" otro, sin añadidura (hasta decir,
es iluminadora, pero que también
(Col 1, 16-18). Y a los de Corinto: con Hegel, que amar es "tener en
es desconcertante por su predilec-
'Así como el cuerpo, aunque es A veces se ha acusado a la teo- cl otro el lugar de la propia subsis-
ción lúdica por las aporías contra-
uno, tiene muchos miembros. y to- logía, no sin razón, de ser dema- tencia"). De esta suerte, en la pers-
hechas.
dos los miembros, siendo muchos, siado abstracta. Aquí pretendemos pectiva griega se ignora el "gozo"
son un solo cuerpo, así sucede en presentar una visión renovada del del abandono confiado al otro. Dentro dcl patrimonio cristia-

30 Gianluca de Candia Hoc est corpus. Contribución de la teología a la filosofía del cuerpo 3l
no, podríamos responder que a las sí y a la vez querer el bicn del otro
dos formas de amor que examina- y reconocerlo como t¿tl, en tanto
ba el filósofo citado podría añadir- que hay un Dios que me reconoce
se una tercera, que no sería una a mí, reconoce al otro y a la vez
conciliación de aquellas. sino una reconoce nuestra reciprocidad.
como medietas'. es el amor de Una amistad conseguida es una
amistad, tan ampliamente recono- realización encarnada del incon-
cido tanto en la tradición griega fuse et indivise (sin confusión ni
como en la cristiana (Aristóteles, división.¡ de Calcedonia: es una ex-
Cicerón, Agustín, Bernardo, To- presión que mediaentre gozo y dis-
más de Aquino Francisco de Sa- frute, entre uno mismo y el otro,
les...). En la amistad felizmente entre público y privado, entre amor
realizada se distingue el amor de que se da y amor que se recibe: es
concupiscencia y el amor de bene- aquí donde. desde los comienzos.
volencia, sin que por ello se hayan se ha expresado el genio propio del
de separar el gozo y el disfrute. El cristianismo. donde la relación con
amor cristiano consiste en poder Dios se convierte en acontecimien-
amarse a sí mismo, permanecer en to intercorpóreo.

Tradujo y condensó: JOSEP VIVES, S.J.

'Aquí topamos con una categoría eclesiológica fundamental, cuya signi-


ficación comienza lentamente a verse clara: la de la "re-presentación". Así
como la esencia de los sacramentos consiste en manifestar mediante signos
sensibles el misterio oculto de Dios, en proclamar ante la faz del mundo la
participación de Dios en el drama de la historia y en anunciar en el reino de
las cosas visibles al invisible, mostrando el camino hac¡a É1, así sucede tam-
bién respecto del gran sacramento que es la lglesia".

J. RnrzrNcrn, Lo frotern¡dod cristiono, Madrid, 1962.

32 Gianluca de Candia

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