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Jose Navarro
Universidad de Salamanca
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All content following this page was uploaded by Jose Navarro on 01 October 2015.
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ÍNDICE
1. El diagnóstico
La búsqueda de información
La crisis
Poner la discapacidad, el problema, en su lugar
El control de la discapacidad
La reorganización familiar
La vergüenza
La normalidad familiar perdida
La búsqueda de sentido
Un miembro de la pareja sufre una discapacidad inesperada
Familias con un solo padre
2. El niño con discapacidad crece
La atención a los otros hermanos
La participación en el crecimiento
El papel de los hermanos
La expresión de sentimientos y emociones en el seno familiar
Mal comportamiento
La transición de niño a joven
Hablar o no hablar sobre problemas personales y familiares
Vida afectiva y sexual de la persona con discapacidad
La masturbación
Vida profesional de la persona con discapacidad
La persona con discapacidad y la vejez de los padres
3. La búsqueda de ayuda
El apoyo en la discapacidad
La relación con los sistemas asistenciales
El reparto de la carga. La familia extensa como recurso
El respiro de la familia
El apoyo al cuidador
La colaboración con los profesionales
Necesidades de la persona con discapacidad
La autonomía de la persona con discapacidad
El papel de los profesionales
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INTRODUCCIÓN
AGRADECIMIENTOS
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1. EL DIAGNÓSTICO
La búsqueda de información
Ana ha empezado a darse cuenta de que su hija, Carmen, se retrasa a la hora de empezar a
andar, que no balbucea como otros niños de su edad, y que parece menos despierta. Ha ido
al médico, le han hecho varias pruebas, finalmente le han dicho que las pruebas no son
concluyentes, que parece que la niña, efectivamente, está más retrasada que otras, pero que
a lo mejor se trata de algo temporal. “Hay que esperar”, han concluido. Mientras tanto,
Ana se angustia ante la incertidumbre, Juan, su marido, a veces resta importancia a lo que
pasa, pero también se preocupa. No saben qué hacer. Nadie parece ayudar.
Desde que empezamos a preocuparnos por el problema de nuestro hijo hemos dado muchas
vueltas. El médico nos dice que no nos preocupemos; en la escuela nos advierten que el
niño tiene problemas graves que afectarán su desarrollo escolar; otros especialistas a los
que hemos consultado nos dan informaciones contradictorias. No sabemos qué hacer.
¿Podemos poner en duda lo que dicen los profesionales?. ¿Qué podemos o deberíamos
hacer?.
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respondida con un diagnóstico preciso y, a continuación, con un pronóstico
incierto: “su hijo tiene una esclerosis múltiple, y no sabemos cómo va a
evolucionar el problema”. Las familias suelen interpretar una declaración de
incertidumbre como ignorancia del profesional, en vez de como algo inherente
a la propia enfermedad. Si ustedes se encuentran en una situación de este tipo y
quieren salir de dudas, pueden pedir más opiniones profesionales; si reciben el
mismo diagnóstico preciso y el mismo pronóstico de incertidumbre pueden
estar razonablemente seguros de que no hay una ocultación médica o
profesional, sino que la incertidumbre será algo a lo que tengan que enfrentarse
y con lo que aprender a convivir.
La crisis
Los sentimientos que tienen son los normales en estas situaciones, le servirán para
ponerse en marcha.
Busquen información sobre el problema y su evolución preguntando a los
profesionales, lean sobre el tema.
Reserven a los familiares para las situaciones de emergencia.
Inscríbanse en asociaciones.
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Nos acaban de decir que nuestro hijo tiene una discapacidad que afectará a su desarrollo
posterior. Le costará aprender a hablar correctamente, tendrá dificultades en la escuela y
necesitará apoyo durante toda su vida para desenvolverse. En realidad ya esperábamos algo
de esto, porque el embarazo fue complicado y el parto muy problemático. Pero no por eso
dejamos de sentir una gran angustia sobre lo que pasará con nuestro hijo en el futuro.
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adecuado y mútuamente aceptado. Para la pareja puede servir de especial
ayuda dedicar momentos a hablar con calma sobre sus sentimientos,
preocupaciones, frustraciones, etc.
A veces la excesiva preocupación y la tristeza llevan a la depresión. No
estamos hablando de un sentimiento típico de tristeza, sino de algo más
profundo unido a una incapacidad para obtener placer de actividades que
normalmente son divertidas. Estos sentimientos suelen ir unidos a otros de
pesimismo y desvalorización excesivos, junto con trastornos del sueño y del
apetito. Si le ocurre ésto, no dude en buscar apoyo profesional, tanto en forma
de consejo, como de medicación si fuera necesario. Consulte a su médico de
cabecera, y hable de lo que está pasando con su pareja.
Desde que nació Belén, hace ya cinco años, no hemos vuelto a ir al cine, ni a tener unas
vacaciones juntos y solos. Yo tuve que abandonar la idea de trabajar fuera de casa.
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cosas que les gustan, ¿cómo les será posible cuidar a su hijo?, ¿qué le van a dar
si se han quedado sin nada?.
El control de la discapacidad
Antes a estos niños se les abandonaba. Ahora están todos estos profesionales que les
ayudan mucho.
La reorganización familiar
Tenemos un hijo con una deficiencia grave. ¿Qué será de nosotros ahora?, ¿cómo nos
vamos a organizar?
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procesos de relación familiar. Todas las familias pasan por este proceso de
asimilación y acomodación. Si además el hijo sufre una discapacidad, se
encuentran ante información nueva, dolorosa, no deseada y desestabilizante.
La familia se verá obligada a reconvertir su estructura de funcionamiento.
El hecho de que los cambios que se produzcan sean funcionales o no dependerá
en gran parte de la dinámica previa de la familia, de la capacidad que tengan
para integrar el problema y, por supuesto, de la gravedad y naturaleza de la
deficiencia.
Es necesario que la pareja dialogue sobre la nueva situación, entre sí y con
los demás miembros de la familia, re-evaluando la situación y discutiendo en el
seno de la familia las necesidades nuevas que surgen por la aparición de la
discapacidad, compatibilizándolas con las necesidades ya existentes y
estableciendo metas específicas (adquirir información, recibir ayuda, o
participar en los programas de rehabilitación), así como definiendo las
actividades que cada miembro asume y con las que se compromete. Si fuera
necesario, asesorénse con los profesionales de una buena institución.
Es importante también que sean flexibles con el nuevo reparto de
funciones. Se trata de adaptarse a la nueva situación, sin ser excesivamente
rígidos, ni tan exageradamente flexibles que lleve a la familia al caos
organizativo. Es una cuestión de comunicarse, expresar necesidades y asignar
responsabilidades, ésto es dificil, pero comprobarán que una vez empiecen se
hace más facil de lo que, probablemente, pensaron.
Finalmente, uno de los factores que influyen en la adaptación es el
momento del ciclo vital en el que se encuentra la familia. No es lo mismo que el
hijo con discapacidad sea pequeño, esté en edad escolar, en la adolescencia o
sea un adulto. Cada momento requerirá una reorganización distinta, porque las
necesidades y problemas son distintos. La familia debe afrontar estos cambios
por medio del diálogo, la aceptación en libertad por parte de cada miembro de
compromisos, la comprensión y el apoyo mútuo.
La vergüenza
No quiero que mis conocidos sepan que mi hijo tiene un problema. No voy a dar
explicaciones a nadie, porque a nadie le importa lo que pasa en mi familia. Además, seguro
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que la mayoría de la gente me llama por curiosidad y para tener un motivo de conversación
entre ellos.
Quizás piensen que es vergonzoso tener un hijo como el que tienen. Que
dió a luz un hijo con deficiencias y no supo parir un hijo normal como el resto
de las mujeres. Quizás piensen que las otras personas murmuran de Vds., o se
rien, o que sólo les invitan para tener algo de qué hablar después. Todos hemos
sido testigos de esas comidillas: “estará enferma y por eso ha tenido el hijo que
ha tenido”. Todos hemos sido testigos de la falta de consideración de la gente
que hace preguntas en la calle, o que se queda mirando, o se rie, cuando ven a
alguna persona con un defecto muy aparente. Quizás piensan que muchos
sentimientos que Vds. tienen son la respuesta a lo que notan en los demás,
probablemente culpa a la gente de su infelicidad.
Para controlar esta situación la primera tentación es romper con todo
aquello que le produzca dolor. Durante algún tiempo es una medida que alivia.
A largo plazo, el precio a pagar es el aislamiento que le resta a Vd.
posibilidades de ayuda y a su hijo posibilidades de contacto.
Tiene Vd. una sensiblidad extrema que le hace responder con mucho dolor.
Su respuesta de aislamiento le vendrá bien, le dará tiempo para madurar la
forma en que piensa: se dará cuenta que las comidillas son el problema de los
otros (y no de Vd.), de su falta de sensibilidad; no hay nada intrínsicamente
vergonzoso en estar afectado de una discapacidad, tampoco la persona
discapacitada es menos digna de respeto que cualquier otra. Los chicos
discapacitados tienen sus cualidades, muchos son nobles y cariñosos, sensibles,
saben hacer compañía, no piden mucho, aman incondicionalmente, algunos
poseen habilidades y destrezas sorprendentes, ...
Después de esta etapa de vergüenza y aislamiento suele sobrevenir una
segunda etapa de defensa de los derechos del discapacitado: a una atención
especializada, a la educación, a las relaciones, a la protección social; en suma a
una vida adaptada a sus necesidades.
Todas estas posibilidades le quedarán vedadas si la vergüenza le aisla en
casa.
Usted y su familia son los principales recursos para que su hijo se integre en la
sociedad.
No nos dábamos cuenta, pero teníamos planes. Queríamos ver crecer a nuestro hijo,
enseñarle a andar, ayudarle en el colegio, la primera comunión, las chicas, ayudarle a
montar un negocio. Seguramente no hubiera sido tal y como lo habíamos soñado, núnca
suele ser así, pero lo cierto es que ahora nada de ésto va ser posible.
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De una u otra forma forjamos sueños con respecto de los hijos. Es triste
tener que renunciar a ellos. Lo cierto es que se transforman unos sueños en
otros, pero esa transformación implica una pérdida, una renuncia: a este hijo
nunca le será posible, por ejemplo, seguir una carrera superior, o tener hijos, o
ayudarnos en la vejez. No sólo se renuncia a sueños, sino a tener una vida como
la de otros, que ven jugar a sus hijos, sin tener que cuidarlos constantemente,
viéndoles desarrollarse, adquiriendo habilidades que nuestro hijo nunca será
capaz de tener. Verse diferente, con una carga suplementaria, saber que nunca
se va a tener lo que los otros tienen, es algo que lentamente tiene que irse
asimilando. El proceso toma su tiempo, a veces años. Asimilar la diferencia, la
renuncia a la “normalidad”, es una de las etapas insoslayables en el proceso de
adaptación a la discapacidad, puede durar más o menos. Puede, igualmente,
facilitarse mediante la comunicación con la persona discapacitada, la
participación en su enseñanza en su desarrollo mediante programas más o
menos sencillos, etc. Hablar con el otro cónyuge sobre los sentimientos que se
tienen, con otros padres sobre lo que ellos han experimentado y vivido, ayuda;
a veces ayuda mucho. En otros casos, y para algunos padres, esta cercanía,
participación y comunicación con los otros, a lo único que les lleva es a la
constatación de las diferencias y a una mayor frustración que, a veces, termina
generando problemas serios.
La búsqueda de sentido
¿Por qué a mí?, ¿qué es lo que hemos hecho?; otros padres rechazan o maltratan a sus
hijos, nosotros deseábamos profundamente a éste, somos buenos padres, nos queremos,
siempre hemos ayudado a otros. ¿Por qué se nos castiga a nosotros?.
Todos creamos un por qué cuando nos ocurre algo de gran impacto. Damos
explicaciones religiosas (hemos hecho algo malo, hemos pecado, es una prueba
de Dios, etc.), o más mundanas (el médico cometió un error, tomé una
medicación que afecto al feto, el parto fue muy difícil, una enfermedad infantil,
etc.), o atribuimos el problema a factores difíciles de controlar (la herencia de
mi familia o la de mi marido, la casualidad o el destino, la contaminación, etc.).
Atribuir lo que ha pasado a unas u otras causas, dar, en suma, cierta explicación
a nuestros problemas suele tener dos efectos comprobados: uno es saber contra
qué tenemos que ir (disminuye la confusión), aunque a veces no podamos hacer
nada. El segundo de los efectos supone cambios personales o en nuestras
relaciones. Por ejemplo, si pensamos que nuestro sufrimiento es totalmente
inmerecido, y que Dios nos ha enviado este problema, podemos volvernos
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ateos. Si pensamos que es la herencia de nuestro marido la que provocó la
enfermedad o la discapacidad es posible que la relación con él se resienta, o que
el hijo que hereda la enfermedad o discapacidad pida en un momento dado
explicaciones de lo que hicieron los padres, con la consiguiente posibilidad de
deterioro de las relaciones.
Conviene informarse lo más exhaustivamente posible en relación a lo que
causó la discapacidad. Lo que pensemos en relación con ella quedará
profundamente arraigado en nosotros, teniendo el poder de condicionar
nuestro bienestar personal futuro y las relaciones con las personas que tenemos
al lado.
Marta tiene 35 años y dos hijos de 4 y 7 años. Hace un año Julio, su marido, tuvo un
accidente de tráfico y ha quedado en una silla de ruedas parapléjico. En un momento dado
de la entrevista dice: “Ahora en vez de dos hijos, tengo tres”.
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Probablemente cambien las funciones dentro de la familia, hable con su cónyuge y
busquen soluciones satisfactorias para todos.
Tenga en cuenta las limitaciones de su pareja y valore lo que hace pese a ellas.
Pueden vivir como pareja si son capaces de cambiar su relación.
Va a necesitar ayuda para tener momentos para Vd., para visitar y salir con sus
amistades, para actividades que le gusten, etc.
Puede utilizar el voluntariado social (pregunte a un buen trabajador social), o los
programas que de ayuda tenga la asociación en la que esté inscrito(a).
Si no pertenece a ninguna asociación, asóciese, conseguirá ayuda ocasional y
relaciones sociales con quienes estar, no le resolverán el problema pero le ayudarán
a sobrellevar la carga
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2. EL NIÑO CON DISCAPACIDAD CRECE
La atención a los otros hermanos
Es muy difícil. Todo el tiempo mis padres atienden a mi hermana. Los padres de mis
amigos van al cine, o juegan al fútbol con ellos. Además me piden que la cuide cuando se
marchan. A mí no me atienden.
Es normal que los hermanos se sientan desatendidos por los padres. Además suelen
sentirse my culpables por ello.
Permítales hablar de los sentimientos y de los problemas que le generan tener un
hermano con discapacidad. No les culpabilice por lo que oiga.
Los hermanos de una persona con discapacidad necesitan información, respeto,
habilidades para relacionarse y ayudar a su hermano, y necesitan compartir con
otros sus sentimientos y experiencias.
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La participación en el crecimiento
Estamos muy contentos, en el centro le atienden muy bien, le están enseñando un montón
de cosas, vemos que progresa.
Noto que a mis hijos, a medida que se hacen mayores, les cuesta cada vez más cuidar de su
hermano con discapacidad.
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sienten obligados a cuidar de su hermano, si dejan todo a los padres se sienten
culpables, al mismo tiempo se dan cuentan de hasta qué punto tienen que
sacrificarse, también suelen sentirse culpables por no querer renunciar a lo que
otros tienen. Necesitan que los padres les den permiso para vivir su vida lo más
normal posible, quedando, quizás, como recursos para el respiro de los padres
de forma ocasional. Por lo general, no es realista que ellos sean los que lleven la
mayor carga en el cuidado del hermano cuando han llegado a la juventud.
Los padres han de hablar conjunta y abiertamente con sus hijos mayores sobre el
papel que se les demanda en el cuidado del hermano en el presente y en el futuro.
Es normal es que los hijos sin discapacidad luchen con sentimientos contradictorios.
Cuando los hermanos inician la vida adulta necesitan que los padres les den permiso
para vivir su vida sin la carga que supone el hermano.
No es realista que los hermanos sean los que lleven la mayor carga en el cuidado del
hermano cuando han llegado a la juventud.
Nuestro hijo mayor siempre ha sido un niño normal, pero desde que nació su hermana con
síndrome de Down parece tener dificultades para comprender y expresar lo que siente
respecto a ella. Cuando surge el tema, evitamos, y nuestro hijo también, manifestar lo que
verdaderamente sentimos,
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sobre la atención y cuidados que necesita, los otros hermanos colaborarán de
buen grado y se sentirán partícipes de las soluciones que se adopten.
Los padres son las personas más adecuadas para hablar con sus hijos sobre
la discapacidad y sus implicaciones tanto para la familia como para el propio
hijo con discapacidad. Estas conversaciones enriquecen a todos. Es cierto que
muchas veces los hijos no se atreven a plantear las preguntas que les inquietan.
En ese caso son los padres quienes deben iniciar la conversación, teniendo en
cuenta la edad de sus hijos. Normalmente es útil recurrir a libros divulgativos
para disponer de una guía sobre los puntos a discutir y de orientaciones sobre
qué postura adoptar.
Los hermanos de las personas con discapacidad necesitan saber qué tipo de
sentimientos tiene su hermano.
Acepten la deficiencia como un hecho evidente y traten de desarrollar actitudes
positivas ante este hecho.
Los padres son las personas más adecuadas para hablar con sus hijos sobre la
discapacidad y sus implicaciones. Tengan en cuenta sus edades cuando hable con
ellos.
Mis hijos se quejan de que el preferido es el mayor porque tiene problemas para desplazarse
y comunicarse. A veces pienso que no le quieren y que no nos perdonan a mi marido y a mi
que sólo a él le permitamos algunas cosas y que estemos siempre pendientes de que nos
ayuden.
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planteárselas a sus padres. Preguntas como ¿Por qué mis padres dedican todo
su tiempo a mi hermano?, ¿por qué no pasan más tiempo conmigo?, ¿por qué
mis padres no me dedican más tiempo a mi?, ¿por qué yo tengo que hacer los
deberes mientras él ve la tele?, ¿por qué él puede ir a la cama de mis padres por
la noche y yo no?.
Busquen momentos para que los hermanos tengan la oportunidad de plantear estas
cuestiones. Sean tan estrictos con su hijo con discapacidad como lo son con sus
otros hermanos. Todos los hijos deben tener el mismo tipo de disciplina. En el caso
de que el hijo con discapacidad deba tener un tipo de reglas distintas, bien por la
existencia de algún programa de tratamiento de su conducta o porque tenga
dificultades para comprender determinadas reglas de la familia, dedique el tiempo
necesario a explicar las razones de estas diferencias a sus hijos.
Estoy harta de las discusiones y las riñas diarias que tengo con mis hijos para que cuiden a
su hermano, cuando sale del colegio o cuando ellos están de vacaciones.
Pienso que a mi hija le da vergüenza salir a jugar con sus amigas llevando a su hermano
pequeño, porque él tiene retraso mental.
Es muy común que los hermanos se enfaden con sus padres si de modo
sistemático tienen que cuidar de su hermano, perdiendo oportunidades para
salir a jugar con sus amigos o para hacer cualquier otra cosa que deseen.
También es normal que, aunque la mayoría de los hermanos sienten un gran
cariño hacia el con hermano con discapacidad, puedan sentir vergüenza y no
quieran salir a la calle con él, ni tampoco atreverse a plantear este problema a
sus padres. Igualmente, en muchas ocasiones se van a sentir culpables de no
ocuparse de su hermano, de no defenderle cuando los demás se burlan de él.
Los hermanos sienten angustia cuando intentan enfrentarse a sus
sentimientos de rechazo hacia su hermano con discapacidad. Debido a esos
sentimientos es fácil que se sientan solos e incomprendidos, descargando su
ansiedad en sus padres y sin atreverse a plantear abiertamente y con serenidad
sus emociones y preocupaciones.
No sobrecarguen a sus otros hijos y recurran a los servicios de la
comunidad para el cuidado del hijo con discapacidad. También, y en ocasiones
especiales, pueden recurrir a amigos o familiares para que se ocupen por unas
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horas de su hijo. No esperen que sus otros hijos satisfagan siempre las
necesidades del hijo discapacitado, puesto que también ellos necesitan un
espacio y un tiempo para sus cosas, o para estar solo o con sus amigos.
En cuanto a los amigos de sus hijos, lo mejor es que sepan lo que ocurre por
sus hijos. Lo mejor es hablarles en privado, dejándoles claro lo importante de su
amistad. Ayude a su hijo a ser selectivo con los amigos en los que va a confiar.
Explíquenle que las bromas y las burlas desaparecerán cuando conozcan la
deficiencia de su hermano y hayan tratado personalmente con él. Si no es así,
enseñe a sus hijos que, si se da el caso, tendrán que explicar a ese “amigo” que
ellos se sienten mal, y molestos cuando oyen comentarios desagradables y
pesados.
Los problemas que conlleva cuidar de nuestro hijo, ¿afectarán negativamente a las
actitudes y forma de ser de sus hermanos?
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asegurar que la implicación emocional no sea excesiva. Por su parte, los
hermanos necesitan enfrentarse a sus sentimientos confusos y ambivalentes, y
entender que en sus circunstancias son naturales y comprensibles. Los grupos
de discusión de hermanos, pueden ser de gran utilidad para este propósito.
Una comunicación honesta desde el principio, puede también ayudar a resolver
la confusión de sentimientos.
Apoyen los sentimientos altruistas de sus otros hijos, pero también ayúdenles a
desarrollar otros intereses fuera del hogar.
Recurran a grupos de discusión entre hermanos si sus hijos no saben enfrentarse a
sus sentimientos confusos y ambivalentes.
Hablen abiertamente con sus hijos sobre sus miedos y confusiones.
Mal comportamiento
De vez en cuando coge unas rabietas terribles, o se auto-lesiona, o no obedece (se niega a ir
a la escuela). ¡No sé qué hacer, me tiene desesperada!.
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poseen o no utilizan otras más complejas, que les permitirían influir en los
demás para obtener variedad de resultados deseables.
Hay dos aspectos muy importantes a destacar. En primer lugar, la hipótesis
no establece que sólo las personas que no hablan utilizarán los problemas de
conducta para influir en los demás. Generalmente, todo el mundo utiliza
conductas inadecuadas, por ejemplo cuando quieren escapar de una situación
desagradable. Es posible que, por cualquier razón, algunas personas con
discapacidad aún no hayan aprendido que pueden utilizar sus habilidades
lingüísticas (en lugar de la agresión o la auto-lesión) para librarse de situaciones
que no les gustan. En segundo lugar, la hipótesis de la comunicación no
establece que los sujetos utilicen sus conductas inadecuadas sistemática e
intencionalmente para influir en los demás. No existe evidencia alguna de que
una persona con discapacidad esté realmente pensando, "no me gusta la
comida que me pone mi madre. Por lo tanto, voy a fastidiarla mordiéndome el
brazo y después tirándola del pelo".
Una vez identificado el propósito busque una conducta funcionalmente equivalente.
Se trata de encontrar una conducta que dé lugar al mismo efecto que el producido
por el comportamiento problemático, pero que sea socialmente adecuada. Por
ejemplo, si el propósito de la conducta problemática de su hijo es que que su padre le
atienda cuando está leyendo el periódico, enseñe a su hijo a acercarse a su padre y
darle unas palmaditas en el hombro. En ese momento el padre debe atenderle y
dedicarle el tiempo necesario para que el niño quede satisfecho. Asegúrese primero
de que el niño aprende a realizar la conducta, incluso ayudándole totalmente, y,
segundo, de que el padre le atiende inmediatamente por el tiempo necesario. Si la
conducta problemática tiene el propósito de evitar algo que no desea, por ejemplo
permanecer en su habitación, enseñele a realizar algún gesto o emitir algún sonido o
palabra para expresar que no desea estar en su habitación. Dele la ayuda que
necesite para aprender y cumpla inmediatamente su petición. En el caso de que el
niño desee un objeto o una actividad, haga exactamente lo mismo: enseñarle una
conducta funcionalmente equivalente y cumplir y aceptar de inmediato su petición.
Si el niño ahora pide con mucha frecuencia y se pone “pesado”, no se preocupe, es
buena señal, quiere decir que está aprendiendo una forma nueva y apropiada de
satisfacer sus deseos. Hable con su pareja sobre los posibles propósitos de la
conducta de su hijo. Identificado el propósito y las conductas alternativas
equivalentes, compromentánse a enseñárselas y a no admitir las sintomáticas. Si
tienen dificultades para identificar propósitos, para enseñarlas o para ser constantes
en su aplicación, consulte con los profesionales de su asociación que le indicarán el
procedimiento a seguir para hacer evaluaciones eficaces y enseñar conductas
alternativas.
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Antes de iniciar cualquier intervención tendente a eliminar el comportamiento
problemático se debe analizar y descubrir su propósito.
Hable con su pareja sobre los posibles propósitos de la conducta problemática de su
hijo.
Consulte con los profesionales sobre el procedimiento para enseñar conductas
alternativas.
Nada de lo que hacia antes parece servir ahora. Le gusta salir como si fuera una chica
normal. Temo que abusen de ella, o se rían. Ha cambiado sus gustos, ha dejado de ser
buena, se pasa oyendo música todo el día.
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manténgase firmes; es muy difícil que las cosas vayan mal si siguen todo el
procedimiento y lo aplican tal y como lo decidieron.
Los padres tendrán que ponerse de acuerdo sobre las reglas que regirán para su hijo
adolescente.
Los padres deberán permitir que el hijo prescinda de ellos lentamente, pero
conservando y transformando la relación.
Hablen con otros padres y en la asociación, pregunten qué objetivos se plantean y
cómo consiguen controlar a sus hijos.
Las normas las ponen los padres. Una vez hayan escuchado la experiencias de otros
y a su hijo, tomen una decisión, apóyense mútuamente, manténganse firmes.
Hace unos días mi hijo menor vino a contarme un problema que tuvo con un compañero de
su colegio. Yo no le escuché y le dije que eso no tiene ninguna importancia, que lo
verdaderamente grave es el problema que tenemos en casa con su hermano que tiene una
discapacidad grave. También hace unos días ignoré a mi esposa cuando quiso contarme no
sé qué problema que tiene nuestra hija adolescente. A veces pienso que no hay nada tan
importante como resolver los problemas de nuestro hijo mayor, otras veces creo que no
presto la atención suficiente a los problemas que tienen otros miembros de mi familia. ¿La
discapacidad de nuestro hijo es lo único importante?.
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es siempre compleja y se hace mucho más difícil cuando no escuchamos a los
demás. La familia puede y debe reclamar que los amigos, otros familiares o los
profesionales les ayuden, si lo considera necesario, para resolver
satisfactoriamente estas cuestiones.
La familia cumple funciones muy importantes para todos sus miembros, funciones
que cambian conforme pasa el tiempo.
Hablen francamente entre ustedes sobre los problemas y necesidades que cada uno
tiene.
Eviten comentarios sarcásticos y desvalorizadores de los problemas de los demás.
Pidan ayuda a familiares, amigos, o a profesionales si lo considera necesario.
Una persona con discapacidad, por lo general, tiene los mismos impulsos
sexuales que cualquiera, incluso, muchas veces con un menor control debido a
su discapacidad. No son eternos niños asexuados, ni por la discapacidad tienen
por qué manifestar su sexualidad de un modo aberrante. La sexualidad, y la
actividad sexual son cosas buenas si se producen en el momento adecuado, en
el lugar adecuado y con la persona correcta (por su edad y porque lo consiente).
Si pensamos que nuestro hijo puede querernos y sentir amor por nosotros, ¿por
qué no vamos a pensar que pueden tener sentimientos similares hacia otras
personas? Por otro lado, dado el problema de su hijo, es probable que ustedes
tengan que decidir si permiten o no a su hijo(a) desarrollar su vida afectiva y
sexual, y deben tomar medidas para que pueda realizarla sin peligros si
deciden que, como el resto de las personas, tiene derecho. Juntos, los padres
deberán informarse hablando con otros padres con hijos con discapacidad, en
su asociación, con los profesionales de la asociación, y si no se sienten seguros,
con expertos en sexualidad y que conozcan el tema de la discapacidad.
Finalmente, y escuchados todos, los padres tendrán que tomar una decisión
sobre si permitir y alentar la vida afectiva y sexual de su hijo(a), siempre y
cuando se den las circunstancias adecuadas y en contextos seguros.
Una persona con discapacidad, por lo general, tiene los mismos impulsos sexuales
que cualquiera .
La sexualidad, y la actividad sexual son cosas buenas si ocurren en el momento y
lugar adecuados y con la persona correcta.
Ustedes tendrán que tomar una decisión sobre si permitir y alentar la vida afectiva
y sexual de su hijo(a).
Infórmense antes de decidir hablando con otros padres, en su asociación, con los
profesionales y con expertos.
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La masturbación
Desde hace unos meses nuestro hijo se masturba con mucha frecuencia. Lo hace en
cualquier sitio y eso nos preocupa mucho. ¿Tenemos que permitírselo? ¿Cómo podemos
controlar ese comportamiento?
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manos. Tendrá que dedicarle algunos minutos hasta que su hijo acepte la nueva
actividad.
Es importante que siempre oriente a su hijo a su dormitorio cuando inicie
conductas de masturbación. No le lleve al baño. Piense que muchos baños que
hay en la comunidad son públicos. Seguro que usted conoce alguna historia de
alguien que vio cómo una persona con discapacidad psíquica se masturbaba en
los servicios de una estación o de un cine, hay que evitar que ésto le pueda
ocurrir a su hijo.
Ciertamente, la instrucción “enseñe a su hijo a masturbarse en su
dormitorio” puede ser demasiado simple y general. Por ejemplo, es posible que
su hijo comparta habitación con un hermano, o que en el futuro viva en una
residencia para personas con discapacidad compartiendo el dormitorio con
otros usuarios. Piense que su hijo se está haciendo mayor y quizá, si es
económicamente posible, sea el momento de que tenga su propio dormitorio,
como cualquier adulto. En cuanto a las residencia para adultos,
afortunadamente la mayoría de los profesionales son sensibles a este tipo de
problemas. Pero por si acaso, trate de que su hijo aprenda la diferencia entre un
lugar privado (para él solo) y un lugar compartido con otras personas. Busque
ayuda en su asociación de padres y en el colegio al que asiste su hijo.
¿Para qué sirve nuestro hijo, cómo se va a ganar la vida con una discapacidad tan grave?.
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riqueza, sino también porque ayuda a la persona con discapacidad a vivir de
forma más normalizada e integrada social y familiarmente. Hay distintas
alternativas de empleo para las personas con discapacidad: empleo ordinario,
empleo con apoyo, empleo protegido, actividades ocupacionales, etc. Hoy en
día, sin embargo, las instituciones no se plantean distinciones. Todo es empleo
y lo importante es preparar adecuadamente a la persona para que pueda
competir en la búsqueda de empleo, acceda a un puesto de trabajo y pueda
permanecer en él, y que el puesto de trabajo sea lo menos segregado posible.
Los padres harán bien en estimular a la asociación a la que pertenecen para
que suscriba acuerdos para la inserción laboral y crear o mantener empleos
para sus afiliados. A la mayoría de los padres les será difícil resolver este
problema por sí mismos.
Lo único que pido a Dios es que cuando vaya a morirme él se venga conmigo.
Asegurar el futuro del hijo discapacitado no es facil. Suele suceder que los
hermanos no quieren (no pueden) hacerse cargo de él (o no quieren sus
cónyuges). A los padres no les parece justo que los hermanos carguen con él. El
que pueda vivir en una institución les puede parecer una perspectiva horrible,
especialmente si antes no han tenido contacto con ella, o peor aún si han tenido
problemas. Por eso es conveniente que desde el comienzo de la discapacidad se
contacte y se participe en una asociación. Ahora en este momento, cuando los
padres son ancianos, es preciso tener en cuenta varios temas: su salud y sus
posibilidades de seguir cuidando al hijo con discapacidad. Si falla esa salud y
no pueden dar esos cuidados es hora de pensar en ingresarle en una institución
o apelar a la Fundación Tutelar para que se hagan cargo de su hijo, si no
existiera otra posibilidad. Este es un momento terriblemente dramático que es
mejor preparar con visitas anticipadas que sirvan para conocer la institución, a
sus profesionales, sus programas, su entorno físico, etc. Conocer la realidad de
lo que ofrecen y su funcionamiento suele ayudar a disipar fantasías. Existen
diversos modelos residenciales, desde la institución residencial clásica,
generalmente destinada a personas que no pueden valerse por sí mismas o con
una gran discapacidad, hasta pisos integrados en barrios dentro de la ciudad;
también existe gran variabilidad en cuanto a la dependencia y autonomía de
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esas viviendas respecto a grandes servicios residenciales. En todos los modelos
residenciales se considera de gran importancia la calidad de vida de la persona
con discapacidad, su integración en la vida social y el mantenimiento de
contactos fluidos con la familia biológica. La entrada en la institución de la
persona con discapacidad se produce tras una evaluación realista que hacen la
pareja de padres ancianos, los hijos y de forma más o menos directa los
profesionales de la institución. Es muy importante que todos hablen y
participen, característicamente los hijos suelen ser más proclive al
internamiento, en un intento de aliviar a sus padres de la carga del hermano. El
hijo con discapacidad también es una fuente de compañía y de ayuda para los
ancianos, todo ello se pierde, también es preciso tener en cuenta esta pérdida y
cómo se compensa.
Como hemos mencionado, los hermanos de la persona con discapacidad,
caso de que los tenga, también deben participar en las decisiones que afecten a
su vida futura. Es importante que esta cuestión no se deje de lado, aunque a
veces no se aborda por la ansiedad que lleva asociada. Es bueno que los
hermanos participen en el proceso de información sobre las alternativas
residenciales disponibles para cuando su hermano sea mayor. En el caso de que
no puedan o no quieran tener a su hermano en casa, ya conocen las
alternativas. Esto no implica que vayan a desentenderse, porque posiblemente
seguirán siendo responsables de él, tanto financiera como legalmente, cuando
falten sus padres. Como hemos mencionado con anterioridad existe, también, la
posibilidad de apelar a la Fundación Tutelar de su provincia o comunidad, que
se hace cargo de las personas con discapacidad previo acuerdo económico,
consulte en las asociaciones o en las delegaciones territoriales sobre esta
posibilidad.
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3. LA BÚSQUEDA DE AYUDA
El apoyo en la discapacidad
Nadie me ayuda, todo el mundo me ha vuelto la espalda, mis familiares no quieren saber
nada, Sí, durante un cierto tiempo me ayudaron, después, aunque no me lo dijeron, por su
conducta deduje que el problema era mío, que yo me las tenía que apañar sola.
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Utilice a la familia extensa y a los amigos de forma muy ocasional y siempre
justificándolo con algo muy concreto.
Para la ayuda contínua, de varias veces por semana, utilice a voluntarios sociales, o
a los servicios de su asociación.
Quienes están pasando por el mismo trance serán quienes mejor les entiendan.
Con quienes no padecen el mismo problema pueden hablar de cualquier otra cosa,
sirve igual, se sentirán más aliviados.
En el centro se ocupan de ella. La vida me dan. Les están enseñando un montón de cosas,
ellos son expertos, nosotros no podríamos hacerlo. Está en buenas manos.
La noticia de que mi nieto tiene una deficiencia grave supuso un gran golpe para mí. Pero
eso sólo fue el principio de gran número de problemas que han surgido dentro de la familia
como consecuencia de la discapacidad del niño. Además, sufro mucho al ver los sacrificios
y angustias por las que pasan mi hija y mi yerno. A veces los veo discutir por diferencias
de criterio relacionados con el niño. Veo las dificultades de mi hija para que alguien le eche
una mano, sus apuros económicos para pagar tratamientos… Todo ello me produce un
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gran malestar. ¿Qué podemos hacer los abuelos, los tíos y el resto de la familia para aliviar
la carga de mi hija y de mi yerno?
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No se inmiscuya en los problemas de la pareja. Responda y aconseje cuando se lo
demanden.
Si asume una responsabilidad asegúrese que puede realizarla y que sus condiciones
emocionales no le impedirán responder al compromiso.
El respiro de la familia
Estamos agotados. Desde que nació nuestro hijo Ramón hemos dejado de salir. Ya no
vamos a cenar solos, ni al cine, y renunciamos a ir a las bodas de amigos que viven en otras
ciudades, o a pasar un fin de semana solos. Antes era más facil, porque siempre podíamos
recurrir a la familia o a amigos para que se ocuparan de nuestros otros hijos. Pero ahora,
con los problemas tan graves que tiene Ramón nos da apuro “cargar” a alguien con esa
responsabilidad. Lo cierto es que estamos perdiendo amigos y la ilusión por las cosas ¿Qué
podemos hacer?
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momentos en el que puedan hacer algo para vds. mismos, o símplemente
descansen o se diviertan, puede que se quemen y dejen de atender con la
calidad que acostumbraban no sólo a su hijo con discapacidad, sino también a
sus otros hijos, a su pareja, a sus relaciones, a su trabajo y a vd. misma(o).
Todos los padres necesitan momentos de respiro para descansar de las tareas y
responsabilidades de educar a sus hijos.
Recurra a la familia o a amigos para que se ocupen de su hijo sólo si es necesario y
no tiene otras opciones. Piense que son un recurso que se agota pronto, sobre todo
si los utilizamos siempre.
Si no puede recurrir a la familia, o piensa que su hijo es una carga muy grande,
busque o promueva la creación de un programa de respiro que se adapte a sus
necesidades y las de otros padres.
No se sienta culpable. Disfrute de sus momentos de descanso. Su hijo y toda la
familia se lo agradecerán.
El apoyo al cuidador
Estoy muy cansada. La cantidad de obligaciones y tareas de las que tengo que ocuparme ya
me superan. Todo el mundo piensa que soy yo la que se debe ocupar de cuidar a mi hijo.
Pero sus problemas son tantos que suponen una carga muy grande para mí. Mi marido me
ayuda cuando está en casa, pero la responsabilidad siempre es mía. Además, tengo que
ocuparme de cuidar a mi madre que ya es muy mayor y de atender a mis otros dos hijos.
Me paso el día corriendo de acá para allá, cuidando y atendiendo a todos. Muchas veces me
pregunto ¿Quién me cuida a mi?, ¿quién escucha mis problemas?.
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renuncia a su vida personal, la sensación de que no podrá disfrutar la vida y
que la está perdiendo mientras que otros la pueden vivir a su costa, que el
problema lo tiene que llevar Vd. sola(o) ...
En familias en las que existe un hijo discapacitado esta situación puede
llegarse a dar con facilidad. Se impone entonces negociar cómo va sobrellevarse
la carga, como una forma de cuidarse personal y mútuamente. Realmente no
pasa nada si los cuidados se negocian de forma abierta. Existe cierto prejuicio
según el cual sólo aquello que se ofrece sin haber sido pedido tiene valor. No
obstante, piense que no se puede llegar a un acuerdo si no se desea llegar a él.
No puedes obligar, mediante una negociación, a alguien que no lo quiera de
antemano a responsabilizarse. Si acepta responsa- bilizarse es porque ya estaba
preparado para ello.
Si no hay otra solución negocien las responsabilidades. Para negociar los
padres han de tomar las decisiones teniendo muy en cuenta los puntos de vista
de los hijos. Pero no tienen que negociar en pie de igualdad con ellos. Son los
padres los que toman las decisiones. Insistimos que ello no significa que los
hijos no tengan nada que decir, han de decir, tienen que ser escuchados, pero
las decisiones últimas que afectan a la familia son responsabilidad de los
padres. Unos padres conscientes y sensibles no tomarán decisiones en contra de
los intereses de los hijos. Después los hijos mostrarán con su conducta si
asumen su cuota de responsabilidad en el cuidado mútuo. A veces nos
preguntan qué pasa si los hijos no ayudan. La respuesta es clara: en ese caso
sólamente disponen de Vds. mismos y de los servicios que la comunidad pueda
ofrecerles.
El tema del cuidado no sólo se refiere al cuidado del hijo discapacitado, se
refiere también al auto-cuidado. Como habrá descubierto ya no es posible dar
al hijo si uno no recibe algo, bien porque se lo dé uno mismo, bien porque otros
pueden dárselo. Es muy importante que Vd. pueda seguir haciendo las cosas
que le gustan, sus vocaciones o sus hábitos, aunque sea bajo mínimos. Es muy
importante que cultive sus relaciones personales, de pareja, con sus hijos; si no
lo hace podrá llegar a tener problemas a la hora de cuidar a su hijo.
Por fin hemos conseguido que nuestro hijo entre en un centro especializado en su
problema. Ahora podremos descansar y dejar que los profesionales se ocupen de todo.
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Mi hija asiste a un centro especializado, pero yo creo que debemos ser nosotros quienes nos
ocupemos de todo lo relativo a su educación y tratamiento. Dedicaremos todo nuestro
ocio a ello, y nuestras actividades se organizarán en función de los objetivos educativos y
terapéuticos de nuestra hija.
Queremos que nuestro hijo reciba las atenciones y tratamientos necesarios para asegurar
que en el futuro esté integrado en la sociedad, que tenga la mayor autonomía posible y que
alcance una calidad de vida digna. ¿Qué necesitará nuestro hijo para asegurar estos
objetivos?
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servicios médicos, de equipos o ayudas técnicas especializadas para su
discapacidad y de apoyo económico para una subsistencia digna. Existen otras
que son más específicas de la edad, y que surgen a medida que el niño se va
haciendo mayor. Durante los primeros años, o en los primeros momentos, lo
que su hijo necesita es una evaluación individualizada, y un programa
específico y personalizado según las características de su discapacidad, necesita
una intervención intensiva y precoz que evite un agravamiento de sus
problemas y que se vincule a los contextos que se pretende que domine.
Cuando el niño empieza a ir al colegio, será necesario crear un programa, o
reorganizar el existente, de acuerdo con sus necesidades. La adquisición de
conocimientos académicos tendrá por límite lo que su deficiencia le permita. La
selección de conocimientos dependerá, además, de un análisis cuidadoso de lo
que el niño debe aprender para desenvolverse en contextos naturales y
normales. Si es posible, este programa de escolarización debe llevarse a cabo en
un colegio.
Otra necesidad es la de acceder a la comunidad, habrá que definir qué
habilidades tiene que aprender y dónde. La época escolar proporciona muchas
oportunidades para que su hijo pueda acceder a un gran número de lugares.
Por ejemplo, el niño puede ir andando al colegio, o coger el transporte escolar.
Para eso necesitará aprender a cruzar la calle, o a portarse correctamente en el
autobús, saludar, pedir ayuda, etc.. Puede también acompañarla cuando va de
compras o ir de compras con sus hermanos y amigos. La comunidad
proporciona muchas oportunidades para aprender habilidades académicas,
sociales, de ocio o vocacionales.
A medida que su hijo crece surgirán otras necesidades. En primer lugar su
hijo necesita tener amigos. Para satisfacer esta necesidad, es posible que tenga
que aprender habilidades comunicativas y sociales para poder desarrollar y
mantener relaciones de amistad. El colegio puede ser un lugar apropiado para
desarrollar estos aprendizajes, y el barrio un lugar óptimo para ponerlas en
práctica. También pueden ser útiles programas dentro de la asociación de
vecinos que fomenten la participación conjunta de niños con y sin discapacidad
en actividades recreativas; o programas de compañeros tutores (colegas) que
acompañan a su hijo en las actividades no académicas dentro del colegio
(comedor, recreo, etc.).
Otro área que presenta retos importantes para su hijo es la maduración
sexual. Todas las personas, incluso las que tienen una discapacidad muy grave,
maduran sexualmente. El objetivo es permitir al niño, que ya va siendo mayor,
que controle sus necesidades personales. Hoy en día en muchos colegios hay
programas dirigidos a enseñar conductas responsables, relativas a la
sexualidad, las drogas o el alcohol. Las personas con discapacidad necesitan
este tipo de información, que no sólo la deben proporcionar los especialistas,
sino que supone la implicación de los padres para transmitir valores relativos a
qué actitud tomar.
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Además de las necesidades generales, su hijo tiene las siguientes necesidades:
- Una intervención intensiva y precoz para evitar el agravamiento de sus
problemas.
- Un programa individualizado de tratamiento.
- Acceder a la comunidad.
- Tener amigos.
- Habilidades de autocontrol.
Mi hijo tiene serias dificultades para valerse por sí mismo. Muchas veces discutimos mi
marido y yo sobre el nivel de exigencias. No sabemos si hacer todo por él o exigirle que se
esfuerce al máximo.
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El factor clave, de nuevo fácil de enunciar y dificil de conseguir, es: exigir la
autonomía respetando el límite de posibilidades del muchacho y su ritmo. Lo
que implica un esfuerzo constante de exigencia y paciencia por parte de los
padres, un verdadero sacrificio. Tan pronto como aparezcan signos como
críticas generalizadas, hostilidad, amenazas, chillidos constantes, violencia,
sobreprotección, etc., es que el proceso ha degenerado. Acuda entonces a un
experto para que le ayude, no permanezca en esa dinámica, es muy destructiva.
En el esfuerzo por ayudar a quien más parece necesitarlo resulta fácil que
toda la familia gire en torno a las necesidades del niño. Como hemos
mencionado repetidamente a lo largo de este manual, una de las claves en la
adaptación de la familia a los problemas que comportan la discapacidad
consiste en poner el problema en su lugar. En términos operativos ésto significa
que debe tener en cuenta las necesidades de sus otros hijos, de su pareja y de
Vd. misma. Si ha olvidado alguna de estas tres realidades es una señal de que
debe rectificar. Hágalo cuanto antes, en sus circunstancias es normal olvidarse,
pero también es dificil rectificar cuando se deja pasar mucho tiempo.
¿Qué podemos esperar de los profesionales que atienden a nuestro hijo? ¿Qué objetivos o
tareas se supone deben llevar a cabo? ¿Necesitan nuestro apoyo?
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problemas derivados de la discapacidad. En segundo lugar, debemos esperar
de los profesionales que no sólo atiendan a las deficiencias del niño, sino que en
sus programas de intervención tengan muy en cuenta las posibilidades tanto de
la familia como de la persona con discapacidad y del contexto en el que vive.
Hasta hace unos años el modelo de intervención se centraba exclusivamente en
intentar remediar las deficiencias de la persona. Si el niño no progresaba o bien
se consideraba a las familias responsables del fracaso de los programas, porque
no hacían lo suficiente; o bien a los niños con discapacidad por tener
deficiencias demasiado graves y sin posibilidades reales de ser rehabilitadas.
Sin embargo, últimamente esta concepción se ha abandonado. Hoy se trata de
potenciar a la familia para acceder y usar los recursos. No se trata de que el
profesional actúe sólo sobre la familia en vez de sobre su hijo. Se trata de situar
la intervención en el contexto del niño dentro de la familia, y los esfuerzos de
los profesionales deben dirigirse a apoyar al niño y la familia dentro del
contexto amplio en el que viven y aprenden.
En tercer lugar, esperamos que los profesionales reconozcan y promocionen
las “fuentes informales de apoyo”. Estas fuentes informales de apoyo forman el
contexto amplio en el que vive la familia, e incluyen a los parientes, los vecinos,
los amigos, los compañeros de trabajo y otras personas que están dispuestos a
ayudar y que hasta ahora no se las tenía muy en cuenta. Los profesionales que
sepan hacer funcionar estos recursos conseguirán que las familias sufran
menos ansiedad, que la persona con discapacidad esté más integrada y que
tenga menos problemas de comportamiento, adaptándose mejor a las
exigencias de la vida en comunidad.
En cuarto lugar esperamos que los profesionales sean capaces de
proporcionar servicios coordinados que cubran todas las necesidades de la
persona con discapacidad. Para ello se deben desarrollar estructuras de
colaboración entre padres y profesionales, como por ejemplo asociaciones de
afectados o fundaciones que potencien la creación de servicios de acuerdo a las
necesidades reales del colectivo sin duplicar las existentes. Para que esto sea
posible esperamos que los profesionales cumplan otros dos principios
importantes: (a) reconocer la necesidad de ofrecer a las familias un espectro
amplio de servicios. Los profesionales deben reconocer que las familias con un
hijo con discapacidad requieren asistencia en numerosas áreas. Además, (b)
deben prestar servicios útiles y flexibles que asuman las necesidades únicas de
cada usuario del servicio. Flexibilidad también significa que los profesionales
sean imaginativos en sus esfuerzos por superar las dificultades y barreras que
pueden existir para que las familias accedan, y hagan uso, de los servicios. Las
familias pueden tener dificultades de transporte para asistir a los centros de
tratamiento, problemas para pagar los costes del servicio, o para seleccionar el
servicio más adecuado.
Finalmente hay siempre una expectativa lógica por parte de las familias que
todo especialista ha de asumir: Los profesionales deben traspasar los límites
tradicionales de su actuación, y superar las dificultades burocráticas de su
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actividad. Aquellos profesionales que reconocen que una familia concreta tiene
necesidades que superan la “jurisdicción” de su servicio, podrán colaborar con
representantes de otros servicios que también traspasarán los límites de su
actuación. Así, como un equipo, podrán trabajar juntos para solucionar las
necesidades de la familia.
Los profesionales deben alcanzar un compromiso con los padres sobre el plan de
trabajo para la persona con discapacidad.
Trate de que entre usted y los profesionales existan unas relaciones mútuamente
satisfactorias.
Sugiera a los profesionales que tengan en cuenta las posibilidades de su familia y del
contexto en el que vive.
Pida ayuda para que los profesionales reconozcan y promocionen la acción de
fuentes informales de apoyo.
Ayude a los profesionales a crear servicios coordinados diversificados, útiles y
flexibles, que cubran todas las necesidades del colectivo de personas con
discapacidad al que pertenece.
Ayude a los profesionales a traspasar los límites de su actuación, y superar las
dificultades burocráticas de su institución.
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cónyuge no va a extrañarse, comparte con Vd. sus preocupaciones por el futuro. Con
el testamento queda un poco más protegido.
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