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Escritura y Pensamiento

AÑO IV, No 7, 2001, PP. 109- 123

NANDA LEONARDINI

PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA ESCULTURA


ITALIANA EN EL PERU DEL SIGLO XIX

Resumen:
El presente trabajo tiene como objetivo analizar la imagen de la mujer que,
en el Perú del siglo XIX se trata de imponer a través de las artes plásticas.
La finalidad implícita de este estudio es determinar los patrones estéticos
que se introducen en la joven República, empleando para ello la escultura
italiana.
Para la realización de este ensayo se ha tomado como referencia la produc-
ción escultórica que por esos años se realizaba en Europa, la que servía de
patrón al Perú, así como las obras que eran importadas desde Italia o encar-
gadas a los artistas residentes, tanto por el gobierno como por los particu-
lares. También se han consultado diversas fuentes bibliográficas y
hemerográficas que tratan el tema de manera tangencial o lo han enfocado
desde otras perspectivas.

Palabras clave:
Perú siglo XIX, escultura italiana en el Perú, patrones estéticos

El interés por la escultura en la urbe, decorando calles, avenidas,


parques y jardines, es una de las características del siglo XIX. Sirve
como una forma de expresión política, como un elemento de propa-
ganda, como un objeto decorativo 1 que, además de su valor estéti-
co, puede expresar una idea ética con planteamientos morales.

Agulhon. Historia vagabunda, p. 90


110 N ANDA LEONARDINI

Las esculturas públicas comienzan a ornamentar las ciudades


de Europa y por ende las de América Latina. El Perú no sería la
excepción, especialmente Lima, donde a mediados de la centuria
decimonónica, gracias al auge económico del guano, el gobierno
empieza a engalanar algunas de sus plazas y paseos con mármoles
y bronces importados. Se trataba de una moda internacional donde
"la representación figurada del personaje constituye el único home-
naje digno y completo, el homenaje por excelencia". 2
Sin embargo, estos personajes que se exaltan son siempre
masculinos, relacionados con algún acontecimiento histórico, a
pesar que las mujeres también tienen participación relevante en la
historia de la humanidad. La escultura del siglo XIX preferente-
mente encarna a la dama en alegorías de abstracción cívica (un
ideal político, la Nación, la Patria, la Fama, la Victoria) o moral (la
Caridad, la Justicia, la Esperanza, la Fe) para acompañar, en la
generalidad de los casos a los próceres. Asimismo la representan en
motivos mitológicos greco-romanos, esta vez como diosas, en
igualdad de condiciones con los dioses. Así:

El siglo XIX disemina y vulgariza una cultura de humanidades


clásicas que hace que cualquier bachiller embutido de latín y de
mitología conozca las Diosas y las Virtudes, sus atributos, sus
costumbres, y este mismo siglo XIX burgués se da además unas
costumbres y una mentalidad masculinas, incluso (por decirlo
de alguna forma) masculinistas, que se complacen en la exhibi-
ción y contemplación voluptuosas de la imagen de la mujer
objeto. Entre estas dos tendencias, en principio heterogéneas, ha
habido forzosamente contaminaciones. Así es como las calles se
llenaron de hennosas esculturas (nunca mejor dicho) e
inexpresivas mujeres, envueltas en túnicas clásicas, o desnudas,
o a medio cubrir, cuyo aire, alternativa o simultáneamente se-

Idem, p. 97
PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA ESCULTURA ITALIANA EN EL PERU 111

ductor o abstracto, contrasta con el realismo moderno y expre-


sivo de los próceres, casi siempre hombres?
A la par que la escultura urbana, se desarrolla la escultura
funeraria. Si bien antes existía como género, ahora, gracias a la
creación de los cementerios públicos, podrá desarrollarse más, pues
los mausoleos y tumbas de la burguesía local lo permiten. Los te-
mas que en ella se realizan, por Jo general están dirigidos -cuando
se trata de algún prócer o líder político- a enaltecer los valores cí-
vicos, por lo que los acompañan alegorías femeninas como la Jus-
ticia, la Patria, la Fidelidad. Para las tumbas o mausoleos familia-
res se emplean diferentes motivos donde la mujer con frecuencia
representa ángeles, virtudes teologales (Caridad, Esperanza y Fe) o
bien se halla de manera compungida ante la tumba.

La imagen de la mujer en el siglo XIX

La antropóloga Sherry Ortner, en uno de sus ensayos señala


que la sociedad occidental ha situado a la mujer como modelo de
dos extremos: las inadaptadas al orden social establecido que se en-
cuentran al fondo del abismo, personificando los aspectos femeni-
nos subversivos. A ellas se las visualiza como brujas, hechiceras,
hacedoras del mal del ojo, contaminadoras menstruales 4 , prostitu-
tas, madres castradoras. Mientras tanto, en la cima de la escala de
los valores éticos y morales se hallan los símbolos femeninos tras-
cendentes, encamados con diosas maternales, piadosas dispensado-
ras de salvación, emblema de virtudes. Así el simbolismo femeni-
no, con más frecuencia que el masculino, es propenso hacia la po-
larización5. Es decir la mujer representa los extremos de la socie-

3
Idem, p. 99
4
La menstruación ha sido considerada como un síntoma de contaminación y debilidad. En
magia ceremonial a las mujeres no se les permite realizar ni pmiicipar en ninguna ceremo-
nia cuando ellas se encuentran durante el pe1iodo menstrual, ya que la presencia de sangre
atrae a todo tipo de seres.
5
Ortner. "¿Es la mujer con respecto al hombre ... ?", p. 128.
112 N ANDA LEONARDINI

dad, y el arte tomará de ella los valores éticos que sirven para idea-
lizar la sociedad.
Al respecto se puede leer para 1848, en un artículo de El
Comercio firmado por Cabet, el siguiente comentario:

No hay que dudarlo: la mujer es realmente esclava, no indi-


vidualmente como la negra, como la antigua sierva, como la
mujer de los primeros tiempos ... sino las mujeres en masa
son esclavas de los hombres en masa, los cuales las privan de
todo derecho, imponiéndoles cuantas leyes ha dictado su ca-
pricho y su egoísmo. 6

Para remediar esto, el mismo Cabet proponían que accediera


a la escuela donde

En punto a la educación moral se las habituará á raciocinar,


á considerar el pudor como ornato mas bello de la mujer, á
desdeñar una vana coquetería, á mostrarse francas y sinceras
en todo, á conocer y practicar sus diferentes deberes y esen-
cialmente á tener por regla y guía la fraternidad. Nosotros,
sobre todo, queremos la emancipación total de la mujer, ase-
gurándola en sus derechos y en su felicidad. Madre del géne-
ro humano, esperanza del porvenir, manantial de todos los
placeres del corazón, ya como esposa, como hija, como ma-
dre, y como hermana ... 7

Es interesante ver, que mientras este escritor habla de "la


emancipación total de la mujer", le asigna de inmediato roles so-
ciales evidentemente relacionados con la cima de la escala de los
valores éticos y morales establecidos en aquella época donde, limi-

6
Cabet. "Las mujeres de Icarai", p. 2.
!de m

..
PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA ESCULTURA ITALIANA EN EL PERU 113

tada al hogar, debía representarlos. Por otra parte parecería ser que
el raciocinio, que es una capacidad intelectual, así como los valores
morales de la franqueza y la sinceridad que se aprenden en el me-
dio social en que se desenvuelve el ser humano, fuesen atributos
masculinos, a los que el sexo femenino podría acceder gracias a la
educación escolarizada, oportunidad que les permitiría aprender,
además, el pudor, les aseguraría desempeñar a cabalidad el papel
social de madre, esposa, hermana; asimismo les enseñaría a aban-
donar la coquetería, cualidad asociada con la mujer negativa, la del
abismo. Es menester recordar que en este siglo los colegios estaban
separados por sexos, orden que se dicta a través de un Supremo
Decreto durante el gobierno de Ramón Castilla, aduciendo que:

... es preciso que sepan que en ninguna parte del mundo en


donde se profesa la moral, se permite esta mescolanza de
sexos en los establecimientos de educación ... x

Asimismo, el currículo escolar pemano para niñas era diferente al de


los niños; en el primero se preparaba a las jovencitas para ser buenas
madres y recatadas esposas, según se puede constatar en un artículo
aparecido en el diario El Comercio en diciembre de 1848, en el que
se da cuenta de los exámenes rendidos por las niñas a fin de año:

En la mañana de hoy ha tenido lugar un lucido examen de


las señoritas alumnas de la escuela de la Casa de Ejercicios
de Santa Rosa ... Cosas muy particulares fijaron la atención
de los espectadores, á saber: que ninguna de las examinadas
pasa de 12 años, que doce de ellas, han concluido el apren-
dizaje de todas las materias necesarias para formar buenas
madres de familia, que se expidieron todas con una pericia
superior a su sexo y edad ... sobreponiéndose a los contra-

8
"Llueven ... , p. 3)
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tiempos, mas que todo, á la debilidad del sexo que como es


constante no es el llamado á hacer rápidos progresos en el
aprendizaje ...

Estas ideas presentes en el Perú de 1848, se leen en una poesía


dirigida "A la Señorita C.O.", cuyo nombre se guarda con recelo
para no perturbar su pureza; en ella se mencionan las acciones y ac-
titudes que la sociedad de la época espera que en la vida desarrollen
las mujeres: virginidad, belleza, religiosidad y amor a los hombres.

"Ayer hermosa virgen, tan bella como pura,

t
orabas candorosa de hinojos en el templo
( ... )
Que el día que nos hizo el Hacedor inmenso
Vivid le dijo al hombre, y a la mujer amad."

El Perú del siglo XIX y la escultura

En Europa, sobre columnas conmemorativas (de reminiscencia ro-


mana), a los pies de obeliscos (inspirados en los egipcios símbolos
del sol y de la inmortalidad), encima de una base cúbica de piedra
o decorando fuentes, comienzan a aparecer en plazas, avenidas y
mausoleos las efigies de héroes, virtudes, dioses mitológicos, alego-
rías a la República, la Victoria, la Nación, con una presencia obse-
siva de representaciones de la mujer9 que serían trasladadas a Amé-
rica. Ejemplos de lo reseñado son el Obelisco al presidente Sadi
Carnot en Lyon, el de Aureliano en Roma, la Columna de la Inde-
pendencia en México, el Monumento al combate del Dos de
Mayo en Lima.
En el Perú, a partir de 1850 las autoridades civiles ignoran
la tradición de la escultura colonial que había permanecido en los

' Agulhon, Op. Cit., p.99


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interiores de iglesias y conventos, trabajada preferentemente en


madera, con temas religiosos e imágenes cubiertas en su integridad.
Por iniciativa del gobierno, se importan esculturas para decorar
plazas y avenidas, paseos públicos no visualizados para el pueblo
sino "como un espacio de sociabilidad para la burguesía" 10 • Desde
este momento, tanto el mármol como el bronce son los materiales
en los que se expresa esta nueva estética europea, a través de la
cual se introduce la temática mitológica con un desnudo justifica-
do, la representación de los héroes nacionales, las alegorías, las
estaciones del año simbolizadas por mujeres voluptuosas o efebos,
dejando de lado el tema religioso. Estas obras son encargadas y
traídas directamente desde Italia o Francia, pues en el Perú se con-
sideraba, como lo afirma un artículo publicado en La Sociedad de
187 4, que el arte, soplo vital:

No existía entonces, no existe todavía entre nosotros, privile-


gio es de otros pueblos( ... ). Era necesario buscarlo muy le-
jos allá donde vive el calor del entusiasmo, de la educación,
de las tradiciones, y transfigurado por la inspiración. 11

Todo este renacer escultórico público coincide con la estabi-


lidad económica que nace gracias al auge del guano, momento en
el cual se origina la oligarquía peruana. En el terreno de la elabo-
ración de imágenes, son años de intenso y sistemático debate de
ideas y de nacimiento de normas 12 • Esto es un reflejo de la activi-
dad artística europea donde

... el desarrollo de nuevos sistemas tecnológicos y la idea de


que los conocimientos técnico-científicos y el control sobre

10
Majluf. Escultura y espacio público, p. 19
11
Idem, p. 27
12 Oliart. "Poniendo a cada quien en su lugar. .. ", p. 262
116 N ANDA LEONARDINJ

la naturaleza sientan las bases primordiales para la evolución


y el progreso de una humanidad pensada en abstracto, contri-
buyen a fomentar interpretaciones etnocéntricas y
androcéntricas de la realidad artística de los pueblos "primi-
tivos". Al mismo tiempo que se producen estos cambios so-
cioeconómicos que afectan a la producción artística, a las
obras y a sus creadores, también se dan transformaciones
ideológicas que inciden en la materialización del terreno
artístico. 13

Surgen así una serie de estereotipos estéticos regidos por el


ideal clásico greco-romano, manifestados a través de las artes plás-
ticas, donde lo local era mal visto por falta de práctica e inspira-
ción. Asimismo se corroboran los ideales raciales venidos desde la
colonia que señalaban la superioridad del blanco, ideales étnicos
europeos que no se acercan a la realidad peruana.

Los escultores italianos en el Perú del XIX

Es sabido que los artistas italianos llegan al Pe1ú desde el virreinato


y que su influencia es determinante, sobre todo en el campo de la
pintura. En la etapa republicana, la inmigración de ellos se debe en
gran medida a factores políticos, a raíz de ll Risorgimento, movi-
miento independentista que tenía como meta expulsar a los austríacos
de la península, unificar Italia y devolverle el prestigio y hegemonía
cultural arrebatada por Francia. Il Risorgimento, encabezado por
José Mazzini, estaba conformado básicamente por intelectuales,
científicos y algunos burgueses, quienes al verse perseguidos por las
autoridades austríacas optan por un exilio forzoso. De esta manera
muchos de ellos arriban a América Latina, en especial al Perú, atraí-
dos por el auge del guano o por las redes sociales que poseían. Du-

13
Méndez. Antropología de la producción artística, p. 52

...
PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA EsCULTURA ITALIANA EN EL PERU 117

rante la segunda mitad del siglo, lo harán expulsados por factores


económicos de la misma Italia.
Dentro de los artistas italianos que realizan o envían obras al
Perú, no existe el nombre de ninguna mujer. Esto no es de extrañar
pues es recién a mediados de ese siglo que algunas damas pueden
ingresar a las academias de arte, para estudiar y firmar con comple-
ta libertad sus obras. Lo señalado no significa de ninguna manera
que no haya habido mujeres artistas en siglos precedentes, sino que
éstas no podían firmar sus obras con nombre propio, recurriendo al
nombre de su padre, al del marido o al anonimato. Uno de los ca-
sos más sonados es el de Artemisa Gentileschi de inicios del siglo
XVII, quien escondía su verdadera identidad bajo el nombre de su
padre, el pintor florentino Horacio Gentileschi 14 . Es por ello com-
plicado señalar a veces la autoría femenina de numerosas obras. Y
es que las obras de las mujeres eran infravaloradas, pues las reglas
del arte estaban dadas por los hombres, encargados de legitimar so-
cialmente cuáles eran los criterios que debían guiar el gusto del
público, de las instituciones y de las colecciones 15 •
En algunas historias de vida de mujeres italianas recogidas
entre inmigrantes de principios del siglo XX, se ha podido establecer
que gran parte de ellas migraban siguiendo al marido, al padre o a la
familia y lo hacían en cadena de grupos familiares; su número era
limitado en relación al de los hombres, jugando un papel "pasivo
desde el momento en que ésta seguía simplemente la elección mas-
culina, personalizada en la figura del padre o del marido" 16 •
Es fácil entender por qué en el Perú de la centuria del ocho-
cientos no se conoce ninguna mujer escultora italiana, quien ade-
más habría tenido fuertes dificultades de sobrevivir en forma inde-
pendiente ya que las posibilidades de trabajo femenino eran relati-
vamente nulas.

14
Sobre el particular léase el artículo de Mary D. Garrard: "Artemisa y Susana."
15
Idem, p. 11,51
16
Zaldívar. "La imagen y el recuerdo .. ",p. 198
118 N ANDA LEONARDINI

La imagen de la mujer en la escultura italiana en el Perú del XIX

Entre las esculturas italianas importadas o elaboradas en Lima, re-


lativas al tema de la mujer, se encuentran representaciones
alegóricas, mitológicas, cívicas o morales; pueden estar, a veces, de
manera independiente o en tétradas mayoritariamente femeninas
(cuando más dos mujeres y dos efebos).
El tema de Las cuatro estaciones y el mitológico, llega con la
República en figuras llenas de erotismo y voluptuosidad. Las cuatro
estaciones se colocan en la Plaza de Armas 17 : se trata de dos efebos
y dos sensuales mujeres. En el caso femenino está El Otoíio y La
Primavera; esta última, a través de un ligero vestido muestra parte
de sus atributos visualizados por ampulosos senos y robustas piernas,
en una Lima en la que todavía las tapadas se paseaban por las calles
y donde enseñar el pie era casi un desacato a la moral.
La temática mitológica se puede apreciar en un grupo de
cuatro esculturas localizadas en la Plaza del Cercado. Este asunto
no había sido tratado durante el Virreinato, probablemente por
motivos religiosos relacionados a la evangelización. A través de
ella, desde el Renacimiento, los europeos recrearon el desnudo fe-
menino y masculino como un asunto aceptado. Obras que desde
luego nunca pisaron tierras americanas, por lo que a mediados del
siglo XIX su aparición era algo sin precedente. Así, los limeños se
encontraron de pronto en la vía pública frente a varios personajes
mitológicos. Uno de ellos es Leda con el cisne, inspirado en la his-
toria en la que Júpiter abusa de la inocencia de una adolescente a
fin de poseerla, para lo cual emplea el recurso de transformarse en
un hermoso y juguetón cisne. Historia llena de erotismo, represen-
tada por una joven semi desnuda, que entre sus brazos sostiene con
gran sensualidad el ave violadora, en una ciudad moralista donde
la virginidad, el pudor y la pureza, eran columnas importantes de

17
En la actualidad en el Paseo Colón.

li
l!
PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA EsCULTURA ITALIANA EN EL PERU 119

los valores morales femeninos. Es probable que estas obras no fue-


sen juzgadas bajo patrones moralistas porque traían de por medio la
enseñanza de la prestigiosa mitología clásica europea.
Por su parte, los particulares se recrean cuando importan o
encargan a los artistas radicados el tema de las virtudes (Fe, Espe-
ranza, Caridad), ángeles o mujeres compungidas de dolor, obras
destinadas por lo general a decorar mausoleos. Así se manifiesta el
catolicismo, empleando para ello a la mujer como objeto represen-
tativo de los valores éticos de la sociedad.
La Caridad está simbolizada por una matrona que cuida a uno
o dos niños indefensos. La Fe con la mirada perdida, cargando en
una de sus manos la cruz. La Esperanza porta un ancla. Todas ellas
encerraban como mensaje religioso, el deseo de alcanzar el paraíso
en el más allá. También se representa a una fémina que entre sus
manos sostiene una corona de flores, probable alusión a la inmortali-
dad espiritual. Los ángeles, seres sobrenaturales asexuados, son sim-
bolizados por medio de hermosas y bien formadas damas, paradas en
actitud de espera junto a la tumba; tal vez aluden al Ángel de la
Guarda, encargado de guiar a los hombres durante su vida y acompa-
ñarlos al más allá. Asimismo está el arcángel Jehudiel con una coro-
na de flores entre sus manos, tal vez con la idea de reconfortar el
alma del fallecido como lo hiciera con Jesucristo en el Monte de los
Olivos cuando se encontraba en agonía. Otro tema, sugerente en la
anatomía, es la mujer apesadumbrada que llora sobre la tumba del ser
ausente; eso no quita la posibilidad de la presencia de elegantes da-
mas en actitud de espera o de compañía.

La historia y la escultura

El origen y ejecución moderna de la escultura de héroes, data de la


ola de emociones patrióticas que continuó a la Independencia y a
los recuerdos que bullían de antiguas luchas por la libertad. 18

" I'lerníng. Arte, música e ideas, p. 296


120 N ANDA LEONARDINI

En el Perú, los únicos héroes históricos que el gobierno repu-


blicano encarga a Italia o a artistas italianos radicados en Lima, son
masculinos: Bolívar, San Martín, Colón, Grau y Piérola. El caso de
los dos primeros se refiere a las figuras los principales héroes de
nuestra Independencia; en el de Miguel Grau al héroe del comba-
te de Angamos. Con ello se ignora la participación directa que la
mujer juega en estos trascendentes hechos históricos, como guerri-
lleras, espías, rabonas, opciones que a muchas les cuesta la vida.
Entre las numerosas figuras femeninas que participan en la
etapa de la Independencia podemos mencionar a la ayacuchana
María Andrea Parado de Bellido, quien al no querer revelar los
nombres de los patriotas que prestaban resistencia, es fusilada por
los realistas en 1822. Asimismo destacan las figuras de María,
Cleofe e Higinia Toledo, conocidas como las Heroínas Toledo,
quienes el 3 de mayo de 1820 en la ciudad de Concepción se po-
nen al mando de un grupo de guerrilleros enfrentándose a las tropas
realistas, acción por la cual José de San Martín las condecora con
la "medalla de vencedoras" 19 . Pero no serían las únicas acusadas y
perseguidas. "Rosa Campusano tuvo que huir por haber cantado el
Himno Nacional. Melchora Balandra sufrió castigos y persecución
por ser madre del mártir José Olaya. Otras mujeres como Catalina
Fernandes, Narcisa Iturregui, Catalina Agueri, participaron en la
gesta libertadora en tareas difíciles y de particular cuidado. En re-
conocimiento a esta abnegada labor, el 11 de enero de 1822, el
General San Martín autorizó el uso de la Banda de Honor Blanca
y Roja como galardón. Las mujeres mencionadas fueron las prime-
ras en recibir el título honorífico de Caballeras de la Orden del
Soi."2o
El asunto de la no representación escultórica de las rabonas
es fácil de comprender, pues en esa etapa la historia está reseñada

19
Gálvez. La provincia de Concepción ... , p. 15
20
Guardia. Mujeres peruanas. El otro lado de la historia, p. 98
PRESENCIA E IMAGEN FEMENINA EN LA ESCU"LTURA ITALIANA EN EL PERU 121

a través de los líderes, por lo que la figura del soldado no es consi-


derada, ni menos aún la de las rabonas, miradas despreciativa e
insolentemente por las limeñas de toda clase sociaF 1 •

La figura de la india

En el grupo de esculturas italianas del siglo XIX el tema del indio


es tocado de manera tangencial. Esto no es extraño en un Perú
donde el indio y la india eran considerados en la ciudad como ex-
tranjeros de paso o residentes desadaptados. Hecho que se percibe
en la literatura de la época 22 y que refleja las ideas de la clase go-
bernante encargada de establecer las normas estéticas culturales
que debían regir a la sociedad, pero manda realizar al extranjero
las obras que debían decorar las ciudades, formando un ideal esté-
tico donde el europeo es el modelo a seguir y copiar, aunque esto
sólo alcance a ser un remedo. Es entonces coherente que la única
mujer indígena que ha sido encamada en la centuria decimonónica,
se encuentre estereotipada bajo cánones europeos, como es el caso
de Micaela Bastidas, esposa de Tupac Amaru II. 23
El caso específico al que nos referimos es la escultura de
Cristóbal Colón realizada en 1860 por Salvatore Revelli. Dicho
monumento representa al marino genovés de pie, elegantemente
ataviado, quien paternalmente coge con su mano izquierda la de
una indígena semidesnuda que se encuentra a sus pies en actitud
desvalida, pero que ya ha aceptado el cristianismo como fe única,
pues sostiene en su delgada y suave mano izquierda la cruz, símbo-
lo por excelencia de este credo, hecho que nos plantea una evange-
lización lograda de antemano, y que a pesar de todos los intentos,
a la fecha se reconoce no alcanzada.

" Macera. Historia del Perú. Independencia y República, p. 132


22
Oliart. Op. Cit. p. 276
~1 Guardia. Op. Cit, p. 96
122 N ANDA LEONARDINI

El mensaje de la obra transmite además otras cuatro ideas:


civilización, racismo, sexismo e ideal estético europeo. En primera
instancia Europa, representada por Colón, nos trae la civilización y
el cristianismo. En segundo lugar la misma Europa protege a Amé-
rica, simbolizada por una desamparada india, actitud muy com-
prensible pues ésta es producto de una raza inferior y débil. Idea
que corresponde al racismo "científico", muy de moda en el siglo
XIX, que sustentaba la existencia de razas superiores. En tercera
instancia, tanto la "civilización" como "la raza superior" se mani-
fiestan en Colón, en tanto que el salvaje y la "raza inferior" se ha-
llan representadas por una mujer.
Finalmente, estéticamente la india no es tal. Tanto sus fac-
ciones como el tratamiento anatómico son europeos. En lo que se
refiere a sus atavíos, son idealizaciones románticas donde los ele-
mentos del atuendo masculino americano son portados por una
mujer derrotada: carcaj a la espalda, atributo de guerreros; impeca-
ble collar de perfectas y redondas cuentas adornan el pecho feme-
nino a modo de pectoral, mientras luce sobre su cabeza un elegante
tocado elaborado con anchas plumas, símbolos masculinos que en
el mundo prehispánico eran de realeza y poder. Probablemente
Salvatore Revelli en su visión eurocentrista e ignorante de la histo-
ria americana, pretendía, a través de su obra, representar a una de
las idealizadas Amazonas buscadas eternamente por lo españoles y
"derrotadas" por la civilización europea.
Podría plantearse que la cultura oficial peruana, dirigida por
la oligarquía, pretendía a través de la obra escultórica italiana del
siglo XIX, expandir un ideal y estereotipo de belleza europeo feme-
nino que estaba fuera del Perú.

Bibliografía

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...
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