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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA

TESIS DOCTORAL

Arqueología y sociedad: interacción y acción desde la teoría


crítica

Archaeology and society: interaction and action from critical


theory

MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR

PRESENTADA POR
Jaime Almansa Sánchez

Directores

Víctor M. Fernández Martínez


Juan M. Vicent García

Madrid, 2018

© Jaime Almansa Sánchez, 2017


Universidad Complutense
Madrid

Arqueología y Sociedad:
Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Archaeology and Society:


Interaction and Action from Critical Theory

Autor: JAIME ALMANSA SÁNCHEZ


Directores: DR. VÍCTOR M. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ
DR. JUAN M. VICENT GARCÍA

FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA


“You never change things by fighting the existing
reality. To change something, build a new model
that makes the existing model obsolete”

Buckminster Fuller
by BANKSY
AGRADECIMIENTOS

Echo la vista atrás y veo que han pasado ya diez años desde que comencé a esbozar esta
tesis doctoral. He de reconocer que ha cambiado mucho desde entonces, aunque siempre
creí tener claro lo que quería hacer. Dilatar tanto en el tiempo una empresa como esta te
hace pensar demasiado, pero también te hace actuar. Por eso, en estos años he podido
publicar algunas de las cosas que quería decir aquí y he tenido tiempo de desechar muchas
otras. Al final, los primeros esbozos poco tienen que ver con el resultado final, pero el
espíritu y el objetivo no han variado. He dedicado la mitad de mi vida a la arqueología,
un tercio con esta tesis doctoral en la cabeza. En todo ese tiempo han pasado muchas
personas por mi vida y, en mayor o menor medida, se han ganado un hueco en estos
agradecimientos. Es muy posible que me olvide de alguien, seguro que lo hago, pero creo
que esta lista es bastante exhaustiva.

Mi abuela Filomena fue como una madre para mí. Desde pequeño me crió con un amor
incondicional. Era analfabeta y conocía el valor de los libros mejor que muchos. A ella le
debo mucho de lo que soy hoy y a ella le dedico de forma especial esta tesis y sus «santos».

Mi abuelo Alipio siempre prefirió que trabajara en El Corte Inglés porque al menos
allí llevaría traje. Él sabe bien lo que es trabajar en el campo y no quería que hiciera una
carrera para terminar embarrado y machacado. A pesar de todo, siempre ha cuidado de mi
y me ha inculcado el principal valor que se necesita en esta vida, el del trabajo.

Mis padres quedan en un segundo plano, eclipsados por mis abuelos, aunque han sido
el principal apoyo en mi vida. Esta tesis jamás habría sido posible sin ellos, pero tampoco
nada de lo que he hecho mientras tanto. En mi casa nunca ha habido demasiados libros
hasta que yo empecé a inundar las estanterías. Me han proporcionado la mejor educación
que han podido, sin escatimar en nada. Hoy aún me proporcionan todo lo que necesito y
han tratado de hacer que mi única preocupación sea acabar esta tesis, por muy enrevesado
que haya sido el camino. Cualquier cosa que diga se quedará corta.

Dicen que no eliges a la familia. La mía termina aquí y no la cambiaba por nada.

El Cabaco tiene un espacio especial en estas páginas. Allí están mis mejores amigos,
amigos con mayúsculas. José Andrés, Mabel, Chema, Estela, Noel, Leticia, David, Lorena,
Mario, María, Jony, Helena, Mikel, Luis, Javi, Germán, César… La lista podría seguir y
cuenta incluso con un doctor, David Castillo. Ellos han sido una vía de escape a la rutina
de la arqueología. Hoy estarán orgullosos de mi por llegar a esto, pero yo también lo estoy
de ellos, simplemente por estar ahí. Las historias que hemos vivido juntos son algunos
de los mejores momentos de mi vida, casi siempre libres de arqueología. Ellos me han
acompañado en este camino y me seguirán acompañando de aquí en adelante, así que
esta tesis es y será también suya, como lo es en cierto modo de vecinas como Tía Cándida
y Alfonsina, mis principales lectoras, siempre interesadas por los derroteros de mi vida, o
Pepi y Antonio, que siempre se acuerdan de dejar en casa unos níscalos para alegrarme la
noche. Si tuviera que recorrer el pueblo entero me quedaba sin espacio.
En El Cabaco sigo, aunque voy pasando al ámbito académico. Allí, María Ruiz del Árbol
me dejó escarbar en un yacimiento arqueológico y convirtió a un historiador en potencia
en un arqueólogo. Ella merece un agradecimiento especial, pero también ayudaron Javier,
Pachula, Óscar, David, Candela, María Cruz, Noemí… Con ellos di mis primeros pasos
en este mundo y estoy seguro de que sentaron las bases del arqueólogo que escribe estas
líneas. Desde luego, facilitaron mucho mi aprendizaje.

Por aquellas fechas yo estaba aún en el colegio y no podría seguir sin recordar a tres
profesores. Elena, que me castigó con las matemáticas y sin yo saberlo me enseñó lo que
pocos. Paco, que me animó a leer como no he leído nunca. Gaspar, que se doctoró cuando
yo estaba en 3º de BUP y me enseñó a pensar. Suena fuerte, pero siempre recordaré ese día
y esa conversación. Mi interés por la Filosofía surgió en ese momento y mi actitud crítica
también, así que supongo que le debo un agradecimiento especial en estas líneas.

Así llegué a la facultad y al departamento. No he tenido la ocasión de compartir clases


con todos, pero cuando miras atrás guardas algún momento con cada uno, siempre los
buenos. Empecé en el laboratorio con Teresa Chapa por recomendación de David Oliver.
Ella fue mi primera directora y una de las mejores profesoras que tuve. Allí, Antonio
Madrigal y Antonio Uriarte me enseñaron a dibujar y ¡vaya si dibujé! Ese mismo año cursé
Gestión del Patrimonio Cultural con Nines Querol y todavía pienso que esta tesis empezó
allí. Marisa Ruiz Gálvez firmó mi primer pase de investigador para la biblioteca. Desde
entonces (tercero si no recuerdo mal), no salí de los depósitos. Almudena Hernando me
presentó a Juan Vicent y ha sido un apoyo sin saberlo. De sus clases, todo el mundo
recuerda a los bonobos, pero creo que yo me he quedado con otras cosas. Víctor Fernández
me abrió la puerta a un mundo que me cambió la vida, Etiopía. Sin faltar al respeto del
maestro, en todos estos años ha pasado a ser más un amigo. En 2006 tuve la beca de
colaboración en el departamento y poco a poco tuve la ocasión de ir compartiendo
pequeños momentos con todos. Durante un par de años compartí espacio con Carlos
Junquera que me puso un sobresaliente «porque le salía de los cojones». Con Manuel
Domínguez Rodrigo pasé horas retocando la web y probando un módulo para rectificar
dibujos en perspectiva en AutoCAD. Paquita Hernández, paisana, me dirigió el Trabajo de
Segundo Ciclo y compartimos un viaje inolvidable, también con Gonzalo Ruiz Zapatero,
a la frontera portuguesa. Gonzalo y Alfredo Jimeno estuvieron en mi DEA y me sacaron las
castañas del fuego con Nines. Un día descubrí que Luis Ángel Sánchez es vecino de mi
barrio y siempre me he quedado con ganas de haber hecho algo más con él. A Gerardo Vega
le daba a escondidas las clases de Método en cuarto y aún me recuerda algún compañero
la previa al examen cuando nos vemos. En el debate de mi primera comunicación me dijo
que la Universidad no estaba aquí para formar y entonces lo comprendí todo. Con Alicia
Castillo he discutido mucho y aún lo hago. Recuerdo especialmente los largos debates de
Dublín, porque me ayudaron a aclarar las ideas aunque no haya cambiado el discurso.
Con ella y con Nines sigo discutiendo, con cariño y con ganas, porque al fin y al cabo esta
tesis tiene que pasar también por sus manos y, en cierto modo, ya ha pasado. Compartimos
proyectos y espero que los sigamos compartiendo. Con Jesús Álvarez Sanchís apenas he
cruzado algunas palabras en estos años, pero firmé algunos justificantes de sus exámenes
y siempre me alegraba la tarde con su sonrisa. De Marisa Cerdeño, recuerdo siempre la
dedicatoria de Carlos Marín en las sesiones de tercer ciclo que montamos hace un tiempo,
pero por encima de todo una frase; «eso está en los libros», que en primero no entendí,
pero ahora entiendo muy bien. A Mariano Torres y a Martín Almagro siempre los veía por el
departamento, pero nunca llegamos a hablar demasiado. Supongo que nuestros intereses
nunca se cruzaron más allá de la asignatura que me impartieron. Cuando volví de Inglaterra
me enteré de que Josete había entrado en el departamento y me alegro, porque desde que
le conocí me pareció un grandísimo profesional. Pero creo que la persona con la que más
tiempo he compartido, después de Víctor, ha sido Luis Corzo. Nunca hemos hablado de
arqueología y lo agradezco, porque era un respiro pasar los ratos muertos charlando con
él. Creo que sólo me dejo a Emilio Hornero, pero igual que veía a Garrido paseando con
la pipa, le veía a él del despacho al laboratorio. Por allí paró mucha gente también, entre
otros Gianluca y Christian, del CAI, con los que compartí muy buenos momentos.

En este departamento he pasado mucho tiempo y he hecho buenos amigos, primero


en clase y después fuera. José María Señorán, Lucía Moragón, Jorge de Torres, Paloma de
la Peña, David Javaloyas, Beatriz del Mazo, Manuel Fernández, David González y Sandra
Lozano han sido mi «quinta», pero pronto se sumaron Beatriz Marín, Manuel Sánchez-
Elipe, Cristina Charro, Nuria Gallego, Carlos Marín y otros que no han sido tan cercanos,
pero con los que he podido compartir buenos momentos. Fuera del departamento tengo
que recordar también a muchos otros; Ana, Ernesto, Bea, Elisa, Pedro, Cristina, Rosa y
una larga lista de compañeros. Muchos de ellos ya no están por aquí… ¡Maldita crisis! Y
malditas prioridades.

Fuera de la facultad el círculo se amplió y tuve ocasión de trabajar con otros compañeros
en campañas de verano y en el mundo de la empresa. Nuria Gallego e Iván González
fueron mis primeros «jefes», hoy amigos. Con ellos y con una veintena más pasé nueve
meses infernales en el Estanque de Tormentas del Butarque, que se compensaron entre risas
y conversaciones sin fin. Olga, Polo, Virgi, Miguel, Andrea, Isra, Tere, Risco, Rebe, Rachel,
María… se sumaron a una lista ya de por sí larga. Del periplo nacional conservo buenos
amigos, especialmente en Barcelona. Willy, Nuria, Walter y Silvia merecen mención
especial, porque con ellos seguía al día la situación catalana. Nombrar a todos los demás
sería llenar más páginas de nombres, pero todos los que compartieron cata conmigo están
en el recuerdo.

Nada más salir de Butarque me embarqué en la mayor aventura de mi vida, Etiopía. Tengo
que volver a agradecerle a Víctor la oportunidad. Jorge me acompañó en el primer viaje.
Después Carlos, Cristina, Bea, Christian y Gianluca. Nunca llegué a coincidir con Edu, pero
resultamos amigos después. Y la conexión etíope me acercó también a Salomé y Alfredo,
entre otros. Pero allí tengo más gente que mencionar: Abebe, Yitayew, Dawit, Gashaw,
Berhane y Yonas me acompañaron en Addis y Gondar, haciendo posible que empezara a
trabajar también por mi cuenta. Tafalegas, Birara y Workneh fueron como hermanos desde el
primer año y en conjunto tengo un rincón especial en el corazón para toda la comunidad de
Tekle Haymanot, en Azazo. Gracias a ellos creo que llegué a ser mejor persona.

A la vuelta de Etiopía me adentré en el inframundo de la arqueología desde las entrañas


del Colegio de Doctores y Licenciados. La Junta Directiva confió en mí durante unos años
y salí de ella con uno de los mejores amigos que puedo contar hoy en el mundo de la
arqueología; Óscar Blázquez. Nuestras conversaciones en el bar nunca cayeron en saco
roto, a pesar de discrepar mucho y en muchos temas. Del CDL llegamos a AMTTA y a
viejos amigos trabajando juntos por una arqueología mejor. Más nombres para la lista, en
especial Alicia Torija y María Luisa García, que no aparecen en otras listas y han compartido
mucho en los últimos años.

La siguiente parada es Londres, un pequeño retiro espiritual que me valió un máster en


arqueología pública. Allí conocí a Akira Matsuda, uno de mis «ídolos», ruborizado por el
abrazo que le di el día que nos conocimos, y a Tim Schadla-Hall, que me abrió nuevas
perspectivas entre el desorden de su despacho y la mesa del restaurante italiano donde
comimos tantas veces. Con Amara, Francesco, Hilary, Brian, Andrew y Steve compartí
buenos ratos en PIA. Con Amanda, Nicola, Andreas, Alice, Jessica, Kostas, Irene, Anastasia,
Sarah, James… pasé buenos ratos en clase, pero supongo que debo mencionar de forma
especial a Fernanda Kalazich, Gabe Moshenska y Lorna Richardson. Con Tim Williams
y Annette Snapp disfruté de las clases. En Ifor Evans conocí el surrealismo británico y
a mucha buena gente. Marie, Colas, Viggo, Tamara, Badi, Ryan, JC y Brigita. Con Dan
McDermott compartí muchas ideas y proyectos, por supuesto ninguno arqueológico y
ninguno que se llegara a consumar. El de Jason S. Ganesan se consumó y ha corregido
muchos de los trabajos que han pasado por mis manos. De allí me traje también a Elena
Papagiannopoulou, cuya atención al detalle nunca se me pegará del todo, por desgracia,
pero que ha sido y es una gran compañera y amiga, ya hermana.

Al Gobierno le agradezco que no me diera la beca FPU, porque entonces, al volver de


Londres, nada de lo que ha pasado habría llegado a pasar. En medio de ese proceso, debo
hacer mención a la conexión gallega. Arancha Fernández Quintas siempre estuvo ahí,
incluso en los momentos malos, igual que Olalla López Costas. Lo que hemos tenido que
aguantar el uno del otro no se agradece en una línea. A ambas las conocí el mismo día
que a Bea Comendador, a pesar de haber compartido un blog con ella durante más de un
año. Los cuatro días que pasé con ellas en Galicia me ayudaron más de lo que nunca les
podré agradecer. Antes de volver a Castilla aprovecho para recordar a Felipe Criado, David
Barreiro, Xurxo Ayán, Rocío Varela, medio Incipit y, en especial a Eva Parga-Dans. Ella me
ha ahorrado mucho trabajo y seguiremos compartiendo arqueología en el futuro.

Una de las principales razones por las que he tardado tanto en terminar esta tesis doctoral
ha sido JAS Arqueología, mi empresa. Con ella me embarqué en un torrente de trabajo, a
veces incluso académico, que fue retrasando indefinidamente lo inevitable. Gracias a la
empresa he tenido ocasión de conocer a mucha gente, que de un modo u otro también
se merece una mención especial en estas páginas de agradecimiento. Supongo que sería
injusto no mencionar a Raquel, por los buenos años. Riccardo Frigoli fue el primer autor de
la editorial y ya ha publicado por partida doble. Nunca dejará de sorprenderme y le deseo lo
mejor en Brasil, o donde termine. Con El futuro de la arqueología en España tiré de valentía
para contactar con media agenda, y más. Poco a poco tuve la ocasión de compartir debates
con todos y lo crean o no, tienen un papel importante en esta tesis. A Ignacio Rodríguez
Temiño le tengo que agradecer muchas cosas, pero sobre todo la confianza. A Pablo
Guerra le mimaré todo lo que pueda, a ver si nos hacemos ricos con Lancaster Williams.
Compartiendo carretera hemos discutido lo suficiente como para creer un poco más en los
objetivos de esta tesis. Después llegó Daniel García Raso, mi sustituto en ArqueoWeb y
hoy además mi corrector junto a David. Mientras preparaba Arqueología Pública en España
surgieron nuevos proyectos y poco a poco llegamos a 2015, con nuevos autores y nuevos
amigos; Juani, Pablo, Cristobal, Laurent, Yannis, Xurxo, Pedro... la lista crece para bien de
la editorial y mal de mi bolsillo. Aún así, una de las cosas que me permitió la empresa
fue viajar y compartir congreso con mucha gente. De ellos me quedo con todos «los JIA»,
incluso los de Estrat Jove, pero sobre todo con Teje, Clara, Juani, Gemma, Mayca, Sergio,
¡Evaristo! y después con muchos otros compañeros de todo el mundo con los que me crucé
de forma especial en otros congresos: Gerry Wait, Paul Belford, Rachael Kiddey, Chiara
Bonacci, Alexandra Ion, Chiara Zuanni, Carina Jofré, Cristobal Gnecco, Randy McGuire o
Rui Gomes, destacan entre muchos. Ya fuera paseando bajo la lluvia, con una cerveza en
la mano o en largos correos electrónicos, hemos compartido buenas reflexiones.

Miguel Ángel, Juan Antonio y José León son seguramente mis tres principales clientes.
Un médico, un bacteriólogo y un arquitecto. No hemos hablado mucho sobre arqueología,
pero sí de gestión y de investigación, incluso de esta tesis que en parte también han pagado.
Isabel, Juanan y Edu se han llevado buena parte del dinero, pero gracias a su trabajo la
empresa sigue adelante.

Y uno nunca gana para sorpresas. Cuando piensas que ya puedes cerrar una lista, sigue
apareciendo gente. Porque si bien los sitios se repiten, compartir Junta Directiva con César,
Pablo, Markel, Ernesto y Pepe está siendo una experiencia fabulosa en mi vuelta al Colegio
(de Arqueólogos); con Elena empecé una revista en 2010 y de ella han salido historias
interesantes, además de buenos —algunos viejos— compañeros como Dom, Amanda,
Kaitlyn, Alexandra y Alejandra. Gracias a Javier Andreu llegué a conocer a Lorena y
Elena, que han sido como Arancha y Olalla en su día, pero en estos últimos meses. En el
Departamento coincidí con algunos nuevos alumnos que se han ido quedando en mi vida
como Rafa, Alejandra, Quique, Guillermo, Ana, Sonia o Nekhbet. A ella le debo algo muy
importante, que es el desahogo que me ha dado con su eficiencia, clave para poderme
sentar a escribir. Dentro de poco le tocará a ella pasar por esto y estaré ahí. Ana Pastor ha
sido la última sorpresa de esta lista; un «fichaje».

Echo la vista atrás y sé que me faltan nombres, unos por la mala memoria y las prisas, otros
por traición del subconsciente. Patricia simplemente no encaja en ninguna de las categorías,
aunque estuvo en casi todos los lugares. Aún así, ocupa un lugar muy especial y se merece
un par de líneas ahora, fuera de la algarabía que ha sido mi vida. Gracias y punto.

Por último quiero hacer un agradecimiento especial a mis directores. Teresa Chapa lo
fue durante mucho tiempo y a pesar de no entendernos en alguna ocasión, siempre estuvo
ahí. Hoy sólo puedo tener buenas palabras para ella. Víctor Fernández fue un relevo lógico
después de tantos años. Me costó bastante convencerle de hacer cosas en Azazo y al final
le gustó. Espero haberle podido devolver algo de todo lo que me ha enseñado en estos
años. ¡Sobre todo de jazz! Pero también espero que no se arrepienta de haberme aceptado
y que esta tesis le haya sorprendido, para bien. No soy el mejor de los alumnos. Desde
el día que conocí a Juan Vicent tuve claro que quería que fuese mi director. Esta tesis
empieza en 1991 con su artículo sobre Teoría Crítica, así que supongo que era inevitable.
Aún recuerdo el día que se lo propuse. Creo que he cumplido los requisitos en estos años,
aunque haya cosas en las que no lleguemos a acuerdo. Siempre he sido una persona muy
independiente, tal vez demasiado independiente. Ambos me han aguantado bien y me han
tratado mejor, pero sobre todo han sembrado la semilla de la reflexión. Aunque a veces no
lo parezca, ninguna de sus palabras ha caído en saco roto. Simplemente charlar con ellos
me hacía repensar las cosas y darle un poco más de cuerpo a este trabajo. Sólo espero estar
a la altura de todos ellos y que, como decía Teresa, esta tesis sirva para algo.
A mi abuela Filomena,

a mi abuelo Alipio,

a mi madre M. Ángeles

y a mi padre J. María.

Esta tesis es tan vuestra como mía.

Gracias.
PRÓLOGO PROLOGUE

En el año 2009 pasé por una pequeña In 2009 I went through a short personal
crisis personal. Con el DEA recién obtenido crisis. With my DEA just obtained and my
y mi última (y única) oportunidad de beca last (and only) chance of getting a scholar-
truncada, llegaba el momento de replan- ship truncated, it was the moment to recon-
tearse muchas cosas. La primera de ellas, sider many things. First of them was to carry
continuar con el doctorado. Si hubiera es- on with the PhD. If I had been awarded the
tado becado, mi mundo habría sido dife- scholarship, my world would have been dif-
rente. Todo estaba planeado; publicaciones, ferent. All was planned; publications, stays,
estancias, congresos… Como si entre 2009 conferences… As if between 2009 and 2013
y 2013 no hubiera existido lugar más que there had not existed anything apart from a
para una tesis doctoral y las «vacaciones» doctoral dissertation and the annual “holi-
anuales en Etiopía. days” in Ethiopia.

En el año 2009 retoqué por última vez In 2009, I modified the script of my dis-
el guión de mi proyecto de tesis doctoral. sertation project for the last time. For quite a
Durante bastante tiempo hubo noches en long time there were nights when I imagined
las que imaginaba cómo habría sido ese fu- how would have been that dystopian future
turo distópico en el que era un FPU más, in which I was one more research fellow,
enredado en sus quehaceres. ¿Cómo me ha- immersed in his tasks. How would I have
bría ido? Como aficionado de Los Simpsons been? As the fan of the TV show The Simp-
que soy, me solía pasar cada vez que veía sons that I am, it used to happen to me every
un clásico de la serie; “The last temptation time I saw a classic episode; “The last temp-
of Homer” (episodio 90), en el que Homer tation of Homer” (episode 90), in which
Simpson se encaprichaba de Mindy Sim- Homer Simpson infatuates with Mindy
mons, su nueva compañera de trabajo en Simmons, her new workmate in the nucle-
la central nuclear y, tras tener un accidente ar plant. After having an accident trying to
al intentar evitarla, veía su futuro con ella avoid her, he imagined his future with her
en una gran mansión rodeado de felicidad. in a big mansion and surrounded by hap-
Al volver a casa, su familia pasaba por un piness. When he came back to his house,
mal momento, pero al final, después de ese his family went through difficult moments,
“we’re gonna have sex”1 tan mítico, acaba but eventually, after that now classic “we’re
con su mujer en ese mismo hotel, dándose going to have sex”1, he ended up with his
cuenta de que ya tiene todo lo que nece- wife in the very same hotel, realizing that
sita. Mi «Mindy», sin embargo, era ya una he already had all he needed. My “Mindy”,
utopía, por lo que la realidad que me espe- however, was already a utopia, so the reality
raba en casa era mucho más incierta que la waiting for me at home was far more un-
de Homer. Durante unos meses, principal- certain than Homer’s. During some months,
mente el verano de 2009, y por primera vez mainly the summer of 2009, and for the first
en mi vida, no sabía qué quería hacer. Una time in my life, I did not know what I want-
parte de mí estaba pensando en rendirse, ed to do. A part of me was thinking of giving

1 http://youtu.be/DNZmqtzoYaY 1 http://youtu.be/DNZmqtzoYaY
pero después de tanto tiempo dedicado en up, but after so much time devoted to ar-
exclusiva a la arqueología y el patrimonio chaeology and heritage, this was not a really
no era una opción que me llegara a conven- convincing option for me. I needed to look
cer. Necesitaba buscar una alternativa pero, for an alternative but above all, I needed to
sobre todo, necesitaba salir del pozo. Con start something new.
el otoño decidí rescatar una vieja razón so-
JAS Arqueología was the registered name
cial y emprender algo nuevo.
I took in the period I worked freelance be-
JAS Arqueología fue la razón social que tween 2006 and 2007, just before travelling
me puse durante mi periodo de autónomo to London. It was a very interesting period
entre 2006 y 2007, justo antes de irme a in labour terms and I had left some ideas
Londres. Fue un periodo muy interesante that I could try to set in motion. By then, I
en lo laboral y había dejado en el tintero was already in contact with Eva Parga-Dans
algunas ideas que podría intentar poner en and we had talked at length about the situ-
marcha. Por aquel entonces, ya estaba en ation of the archaeological market in Spain.
contacto con Eva Parga-Dans y habíamos In November she published a first approach
hablado largo y tendido sobre la situación in the series CAPA (Parga-Dans 2009) before
del mercado arqueológico en España. En the final report on the “First National Survey
noviembre publicaría una primera aproxi- for Archaeological Companies” (Parga-Dans
mación en la serie CAPA (Parga-Dans 2009), 2010), which was done from the Laborato-
antes del informe definitivo de la «I Encues- rio de Patrimonio of the Spanish National
ta Nacional dirigida a empresas de arqueo- Research Council (CSIC) —whose current
logía» (Parga-Dans 2010), efectuada desde name is Incipit. Hence, being aware of how
el entonces Laboratorio de Patrimonio del things were, I knew that I had to start some-
CSIC (actual Incipit). Por eso, consciente de thing innovative. I had a product, but I did
cómo estaban las cosas, sabía que necesi- not have a market. Despite this, I embarked
taba emprender algo innovador. Tenía un myself on an adventure that has finally
producto, pero no tenía el mercado. Aún marked this dissertation.
así, me embarqué en una aventura que ha
I remember the day I registered the name
terminado por marcar esta tesis.
in the Central Commercial Registry. I re-
Recuerdo el día que fui a registrar el member it because it was really snowing
nombre al Registro Mercantil Central. Por- that day and I had an argument with the civ-
que nevaba de verdad y porque discutí con il servant of the registry…
la administrativo del registro…
—You cannot take this name —She said.
—Usted no puede poner este nombre —No? I would like to know the reason
—Me dijo. —I asked.
—¿No? Me gustaría saber por qué — —Because [the name] with three letters
Contesté. might be already taken.
—Pues porque con tres letras ya estará —I assure you that it is not taken.
cogido. —Is it that you know the names of all the
—Le aseguro que no está cogido. companies?
—¿Es que se conoce usted los nombres —I do know the names of all archaeo-
de todas las empresas? logical companies yes…
—Las de arqueología sí… —You will see, but I am not going to let
—Pues usted verá, pero yo no se lo voy you register that name.
a dejar poner —Are you the one who decides the reg-
—¿Es usted quien decide el registro del istration of names?
nombre? —No.
—No —Then, do seal the form and we will see it.
—Pues entonces selle el formulario y ya
lo veremos. And with such arrogance I started my
business adventure, which was signed one
Y con esa arrogancia comencé mi aven- eighth of January of 2010. At that time,
tura empresarial, que se firmó un ocho de the “Ventanilla Única” registration service
enero de dos mil diez. Por aquel entonces, was probably one of the best initiatives I
la Ventanilla Única era seguramente una had lived. It made easier many things, but
de las mejores iniciativas que había vivido. also let me realize one other of the biggest
Facilitó mucho las cosas, pero también me problems of our sector. By registering the
hizo darme cuenta de otro de los grandes enterprise in the Inland Revenue I did not
problemas de nuestro sector. Al dar la em- know where to fit in. “To what is the enter-
presa de alta en Hacienda no sabía dónde prise going to dedicate?”; “To archaeology”;
encajar. «¿A qué se va a dedicar la empre- […] “That does not appear”. I was already
sa?»; «A arqueología»; […] «No aparece». warned after reading the CSIC’s report, so
Venía alertado después de leer el informe I had selected up to 5 epigraphs in which I
del CSIC, así que había seleccionado hasta think it could fit. Nowadays, I am registered
cinco epígrafes en los que creía que podía in four of them and another fifth.
encajar. Hoy estoy dado de alta en cuatro
Why do I narrate my life in this pro-
de ellos y otro quinto.
logue? Because my experience has a lot to
¿Por qué cuento mi vida en este prólogo? do with the contents of this doctoral thesis.
Porque mi experiencia tiene mucho que ver JAS Arqueología S.L.U. was born as the first
con el contenido de esta tesis doctoral. JAS Spanish company devoted to research and
Arqueología S.L.U. nació como la primera consultancy in public archaeology, whatev-
empresa española dedicada a la investiga- er that meant. But one of the first aspects
ción y consultoría en arqueología públi- I wanted to research on my own was the
ca, sea lo que fuere eso. Pero uno de los foundation of the company itself. How was
primeros aspectos que quise investigar por it possible that in a society apparently in-
cuenta propia fue la misma creación de la terested in archaeology —to the extent of
empresa. ¿Cómo era posible que en una so- crowding to the brim the Palacio de Con-
ciedad aparentemente interesada en la ar- gresos in Madrid for a Zahi Hawass2’ con-
queología, hasta el punto de llenar hasta la ference— there was not any epigraph in
bandera el Palacio de Congresos de Madrid the Inland Revenue for it? In 2011 I made a
en una conferencia de Zahi Hawass2, no formal proposal to the Ministry which was
existiera un epígrafe en Hacienda para ella? dismissed because archaeology is not even
En 2011 hice una propuesta formal al Mi- in the European census of activities3. Hith-
nisterio, que se rechazó porque la arqueo-
2 Conference that was held the 24th of September in 2010
2 Conferencia que tuvo lugar el 24 de septiembre de 2010 with a prize of 12,50 € under the title «Mis descubrimientos».
a un precio de 12,50€ bajo el título «Mis descubrimientos». 3 I will come back later on this topic, but the closest thing
logía no estaba ni siquiera en el censo de erto, I am ex-secretary of the Committee of
actividades europeo3. Professional Associations of Archaeology
in the EAA and secretary of the Colegio de
A día de hoy, soy ex secretario del Co-
Arqueólogos de Madrid. We keep on fight-
mité de Asociaciones Profesionales de Ar-
ing at the European level to get professional
queología en la EAA y secretario de la Junta
recognition of our work, which is still being
Directiva del Colegio de Arqueólogos de
regarded as a bourgeois hobby.
Madrid. Seguimos peleándonos a nivel eu-
ropeo por el reconocimiento profesional de Although the consultancy tasks I planned
nuestro trabajo, que sigue pareciendo una for the enterprise never took off, I did have
afición burguesa. the opportunity to keep working in things
similar to my interests; archaeological re-
Aunque las labores de consultoría que
source management and the public image
proyecté para la empresa nunca termina-
of archaeology. Originally, the company
ron de despegar, sí tuve la oportunidad de
tried to be a way of life while I was contin-
continuar trabajando en cosas afines a mis
uing my doctorate. Although in economic
principales intereses; la gestión del patri-
terms its viability is nominal —my mother
monio arqueológico y la imagen pública
keeps saying that I am a NGO—, not only
de la arqueología. Originalmente, la em-
has JAS Arqueología funded this doctoral
presa buscaba ser una forma de vivir mien-
thesis, but it has also been a way to elabo-
tras continuaba con mi doctorado. Casi sin
rate it at research level, opening the possi-
darme cuenta, se convirtió en una forma de
bility of working in aspects of archaeology
vida sin más. Aunque económicamente la
which I could have hardly experienced from
viabilidad es testimonial —mi madre sigue
academia. The main problem of embarking
diciendo que soy una ONG—, JAS Arqueo-
me on an adventure of such relevance was
logía no ha sido sólo la empresa que ha fi-
time. Hence, after five years of business ad-
nanciado esta tesis doctoral, sino también
venture and a sound deadline to finish the
un medio para poder elaborarla en el plano
doctorate, I did not have any choice but to
investigador, abriendo la posibilidad de tra-
sit down to write once and for all… but to
bajar en aspectos de la arqueología que difí-
write the thesis.
cilmente habría podido experimentar desde
la academia. Despite considering myself a good plan-
ner, it seems that it only works for my cli-
El principal problema de embarcarme en
ents (I guess that it is due to the confidence
una aventura de este calibre fue el tiempo.
resulting from knowing the details of the
Por eso, tras cinco años de aventura em-
dates I impose to myself). I should have
presarial y una fecha firme para terminar el
started by writing in November 2014, but
doctorado, no tenía más remedio que sen-
the official starting point has been the first
tarme a escribir de una vez por todas… pero
of February 2015 and, of course, I did not
para la tesis.
meet the deadline. In the meantime, the last
Aunque creo ser un buen planificador, ten years have left more than one published
parece que solo es para mis clientes. Supon- work which has been stealing pages to this
go que por la confianza que me da conocer project. They have also left some written
pages and many new ideas to deal with. I
3 Sobre este tema volveré más adelante, pero lo más cercano
que tenemos es junto a sociólogos, geógrafos, antropólogos we have is within the group of sociologists, geographers,
y afines. anthropologists and the like.
los detalles de las fechas que yo mismo me do not know whether this work will shake
impongo. Debería haber comenzado a es- up the archaeological resource manage-
cribir en noviembre de 2014, pero el punto ment world. I doubt it, because it is writ-
de partida oficial ha sido el 1 de febrero de ten in Spanish and I have got to know the
2015 y, por supuesto, no llegué a la fecha working of the administration. However, as
marcada. Por el camino, los últimos diez I have been defending for many years, ed-
años han dejado algún que otro trabajo pu- ucation can gear a silent revolution with
blicado que ha ido robando páginas a este medium-term effects. If in ten-year time the
proyecto. Pero también ha dejado alguna concept of public archaeology is assumed, I
página escrita y muchas nuevas ideas con might hope that these ideas pervade, piece-
las que lidiar. No sé si este trabajo revolu- meal, in our way to do things. Some of them
cionará el mundo de la gestión del patrimo- are already doing so.
nio arqueológico. Lo dudo, porque está es-
crita en castellano y he llegado a conocer el
funcionamiento de la administración. Pero *WARNING FOR THE READER:
como llevo muchos años defendiendo, la
educación puede engranar una revolución The personal and informal tone of this pro-
silenciosa que tenga sus efectos a medio logue is going to be maintained along this
plazo. Si en diez años el concepto de ar- thesis. The reasons for this are mainly two;
queología pública se va asumiendo, tal vez on the one hand, that part of this work is my
puedo tener la esperanza de que estas ideas life, literally. On the other, and more impor-
vayan calando, poco a poco, en nuestra for- tantly, is that I do not consider that a more
ma de hacer las cosas. Algunas de ellas ya direct and closer speech than the neutral
lo están haciendo. classical of a PhD dissertation, takes the ac-
ademic rigour of the content away. The lat-
ter must be searched in the suitability of the
quotes and the coherence of the discourse,
*AVISO AL LECTOR:
not in the speech or its formality. Technical
La tónica personal e informal de este pró- terms will appear when they should do it
logo se va a mantener a lo largo de la tesis. and resources will not always be academic,
Las razones son principalmente dos; por un because when we talk about pop culture or
lado, que parte de este trabajo es mi vida, management, the best examples are in the
literalmente. Por otro, y más importante, es street.
que no considero que un lenguaje más cer-
cano y directo que el clásico tono neutro
de una tesis doctoral le reste rigor académi-
co al contenido. Éste se debe buscar en la
idoneidad de las citas y la coherencia del
discurso, no en el lenguaje o su formalidad.
Los tecnicismos aparecerán cuando deban
aparecer y los recursos no siempre serán
académicos porque, cuando hablamos de
cultura popular o gestión, los mejores ejem-
plos están en la calle.
ÍNDICE

Página

ÍNDICE i

ÍNDICE DE FIGURAS viii

ÍNDICE DE TABLAS xii

RESUMEN xiii

ABSTRACT xiv

PARTE 0 1

1. INTRODUCCIÓN / INTRODUCTION 3

2. CUESTIONES PREVIAS: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA


15
PREVIOUS CONSIDERATIONS: OBJECTIVES AND METHDOLOGY

2.1. Objetivos / Objectives 15

2.1.1. Principales / Main 16

2.1.2. Subordinados / Subordinate 17

2.2. Metodología / Methodology 18

2.2.1. Observación / Observation 19

2.2.2. Heurística / Heuristics 19

2.2.3. Estadística / Statistics 21

2.2.4. Documentación / Documentation 25

PARTE I – TEORÍA 29

3. TEORÍA CRÍTICA Y ARQUEOLOGÍA 31

3.1. Un artículo, una tesis 31

3.2. Arqueología pública y teoría crítica (una primera reflexión) 36


3.2.1. Annapolis y la primera aproximación a la Teoría Crítica desde la
36
arqueología pública

i
3.2.2. Profundizando en Habermas 1: la Teoría de la Acción
40
Comunicativa
3.2.3. Profundizando en Habermas 2: la Esfera Pública 49
3.2.4. Un pequeño apunte sobre la Teoría del reconocimiento de
51
Honneth y el colectivo arqueológico

4. ¿OTRAS «TEORÍAS» PARA LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA? 53

4.1. Primera parada: «Utilidad» 53

4.2. Un descanso en la estació 55

4.3. Segunda parada: «Escusas» 58

4.4. Tercera parada: «Do it yourself» 61

4.5. Cuarta parada: «Let me do it for you» 64

4.6. Fin de viaje: La crítica de la Teoría Crítica 68

PARTE II – ARQUEOLOGÍA PÚBLICA 75

5. ¿QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA? 77

5.1. Una historiografía de la arqueología pública 77

5.1.1. Una primera ¿definición? 78

5.1.2. A modo de precedentes 81

5.1.3. Charles McGimsey III y «Public Archeology» (1972) 83

5.1.4. El final del siglo XX 86

5.1.5. El «giro europeo» y el afianzamiento 89

5.1.6. Arqueología Pública hoy 92

5.1.7. Un pequeño apéndice sobre España 97

5.2. Los grandes temas 100

5.2.1. Arqueología y Patrimonio 100

5.2.2. Política 101

5.2.3. Economía 102

5.2.4. Sociedad 103

ii
5.3. Otras aproximaciones a la definición de arqueología pública 105

5.3.1. First Approach: The PAG 105

5.3.2. Segunda aproximación: El paraguas 112

5.3.3. Tercera aproximación: Teoría de Conjuntos 115

5.4. Modas y errores 121

5.5. Una filosofía de trabajo 124

6. LA IMAGEN POPULAR DE LA ARQUEOLOGÍA 127

6.1. Do you believe in unicorns? 128

6.2. Nuestros estímulos 130

6.2.1. Museos de arqueología 131

6.2.2. Centros de interpretación 134

6.2.3. Yacimientos visitables (y no visitables) 136

6.2.4. Talleres 139

6.2.5. Teatralización y Reconstrucción 141

6.2.6. Mercados (y expolio) 143

6.2.7. Conferencias 146

6.2.8. Publicaciones 147

6.2.9. Congresos 149

[6.2.10. Gestión] 151

6.3. Los estímulos externos 156

6.3.1. Publicidad y Marcas 156

6.3.2. Televisión 158

6.3.3. Radio 162

6.3.4. Prensa 163

6.3.5. Redes Sociales 164

6.3.6. Cine 165

iii
6.3.7. (Video)juegos 166

6.3.8. Literatura/Ensayo 168

6.3.9. Paisaje 170

6.3.10. Turismo/Fiestas 171

[6.2.11. Entorno laboral] 174

6.4. Pseudoarqueologías 175

6.5. Re-educating Spanish society? 180

PARTE III – GESTIÓN 183

7. LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA EN MATERIA DE PATRIMONIO


185
ARQUEOLÓGICO
7.1. Poniendo las bases de la normativa (de la LEA a la LPHE) 186

7.2. La democratización de la gestión 190

7.3. La regionalización del patrimonio 196

7.4. Looking beyond our (physical) borders 198

7.4.1. UNESCO 198

7.4.2. European Union 201

7.5. Looking beyond our (disciplinary) borders 202

7.6. La privatización del patrimonio 205

7.7. ¿Cuál es el futuro de la legislación española? 209

8. LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA 215

8.1. Extranjeros, burgueses, curas y paletos 215

8.2. La academia y la primera profesionalización (1858-1975) 218

8.3. Profesionales liberales ante un nuevo panorama (1975-1985) 223

8.4. La configuración de un mercado (1986-2008) 227

8.5. La ruptura del modelo (2008-2015) 235

8.6. Epilogue: Will Spain be different? 239

iv
9. LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO Y SU CONTEXTO 243

9.1. Preludio: Aprendiendo a gestionar… 245

9.2. Arqueología y Gestión: De la mano de la política (y la sociedad) 249

9.2.1. Cuarenta años sin Franco 251

9.2.2. Entre «El Pocero» y Belén Esteban: liberalismo castizo 256


9.2.3. Pop and posh… and freak: tendencias culturales en la España
259
democrática
9.2.4. Meskel Square: engranajes metacoloniales 262

9.2.5. Condenados a encontrarse 263

9.3. Los modelos actuales de gestión 265

9.3.1. Un experimento 266

9.3.2. Los tipos de intervención 274

9.3.3. Unas notas sobre los modelos actuales 278

9.4. A short overview of management beyond Spain 282

10. GESTIONAR DESDE LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA 285

10.1. La arqueología en el espejo 286

PARTE IV – REFLEXIONES FINALES 305

11. ARQUEOLOGÍA PÚBLICA COMO TEORÍA CRÍTICA DE LA


307
ARQUEOLOGÍA
11.1. Recapitulando: Arqueología pública y Teoría Crítica 307

11.2. Un ejercicio de crítica: Arqueología aplicada y el caso de Altamira 314

11.2.1. El valor social de Altamira 315

11.2.2. Altamira en su contexto, una aproximación crítica 318

113. Aportaciones al futuro de la arqueología (pública) 323

12. CONCLUSIONES, PERSPECTIVAS Y DISCUSIÓN 325

12.1. Conclusiones 326

v
12.1.1. Principales 326

12.1.2. Subordinados 327

12.2. Perspectivas 330

12.3. Discusión 332

ANEXOS 335

A1. LA TEORÍA CRÍTICA Y LA ESCUELA DE FRANKFURT 337

A1.1. Los orígenes de la Escuela de Frankfurt 337

A1.1.1. La fundación 339

A1.1.2. Los años de Frankfurt 340

A1.1.3. El exilio 343

A1.2. Los principales representantes de la Escuela de Frankfurt 344

A1.2.1. Max Horkheimer 345

A1.2.2. Theodor W. Adorno 347

A1.2.3. Walter Benjamin 348

A1.2.4. Herbert Marcuse 350

A1.2.5. Erich Fromm 351

A1.2.6. Otros nombres entre el Institut y la Escuela 352

A1.3. Sus principales conceptos y temas 354

A1.4. Jürgen Habermas 357

A1.4.1. Una breve biografía 359

A1.4.2. Sus principales conceptos 359

A1.5. La llegada de la Teoría Crítica a España 362

A1.6. ¿Una nueva Teoría Crítica? 365

A1.6.1. Apuntes sobre la segunda generación 366

A1.6.2. Apuntes sobre la tercera generación 368

A1.6.3. ¿Una nueva Teoría Crítica? 370

vi
A2. AN OVERVIEW OF INTERNATIONAL ARCHAEOLOGICAL HERITAGE
373
MANAGEMENT AND PUBLIC ARCHAEOLOGY
A2.1. The survey 373

A2.2. The results 382

A2.2.1. The legal framework 382

A2.2.2. The perception issues 383

A2.2.3. About the management models 385

BIBLIOGRAFÍA 391

vii
ÍNDICE DE FIGURAS Y TABLAS

Figuras

Página

Fig. 1. “Wall art” – La pieza que coloca Banksy en el Museo Británico (cc Banksy) 6

Fig. 2. Pancarta de protesta a los pies de Tara. El texto dice: «Tara no es nuestro, es
de nuestros hijos. ¿Se ha vuelto el gobierno completamente loco?» (cc Kathryn 9
Rotondo, Flickr)

Fig. 3. Tumba de Karl Marx en el cementerio de Highgate, Londres (cc Wikimedia) 32

Fig. 4. Penn Station, Nueva York (cc Bains News Service) 56

Fig. 5. Portada del primer número de Hobley’s Heroes en noviembre de 1975 (cc
63
Mark Harrison)

Fig. 6. El nuevo museo de la Acrópolis en Atenas con el reflejo del Partenón en el


66
lugar donde deberían descansar sus mármoles

Fig. 7. Modelo del ciclo de la memoria material (desde Olivier 2008: 282) 70

Fig. 8. Peter Ucko dando clase en Londres pocos meses antes de su muerte en 2007
90
(WAC)

Fig. 9. Cuadro-definición de la arqueología pública (por Gabriel Moshenska) 92

Fig. 10. Alumnos de la escuela primaria de Azazo durante las actividades 95

Fig. 11. Un niño y su abuelo junto al río Attebela. Tras ellos, Melka Kunture 96

Fig. 12. Esquema en círculos que ilustra las estrechas relaciones entre todos los
104
temas

Fig. 13. The Twitter conversation that led to the beginning of ThePAG 106

Fig. 14. T-Shirt with the slogan for the first meeting of the WGPA 108

Fig. 15. Dante Ángelo, Alejandro Haber and Cristobal Gnecco, hosting the final
111
meeting at San Felipe

Fig. 16. Paraguas cubriendo conceptos asociados con la arqueología pública 113

Fig. 17. Si tuviéramos que dibujar un círculo en cada conjunto del que podríamos
117
formar parte, no veríamos blanco en el papel

Fig. 18. La diapositiva 120

viii
Fig. 19. Keep Calm and do #pubarch 126

Fig. 20. Results of a Google search for the terms “archaeology” and “unicorn”
128
(11/04/15)

Fig. 21. Visitantes al Museo Arqueológico Nacional tras su reapertura, de abril 2014
132
a julio de 2015 (Fuente: Ministerio de Cultura)

Fig. 22. Centro de interpretación de El Cabaco, Salamanca (collage de exterior e


135
interior)

Fig. 23. Cartel del Yacimiento Visitable de Navalahija, Colmenar Viejo (Comunidad
136
de Madrid)

Fig. 24. Non pasar a Castromao 138

Fig. 25. a) Durante la fase de preparación del «yacimiento» montando diferentes


estratos y colocando los materiales; b) Resultado de la excavación en los tres
140
sectores del primer día; c) Durante la excavación el segundo día; d) Durante el
taller posterior a la excavación el primer día.

Fig. 26. Ignacio Rodríguez Temiño, director del Conjunto Arqueológico de


Carmona, caracterizado como Prima Rudis en una actividad infantil sobre los
munera gladiatoria en el propio conjunto. La participación e implicación de 141
profesionales en este tipo de reconstrucciones es deseable (José Ildefonso Ruiz
Cecilia)

Fig. 27. Durante la recreación de una batalla de la Guerra Civil Española en


142
Abánades (Asociación Frente de Madrid)

Fig. 28. Elaborando calzado de manera tradicional para una reconstrucción histórica
143
medieval (Terra Feudal)

Fig. 29. Intervención del Serprona cerca del yacimiento arqueológico de Siarum en
145
Sevilla, donde se ha rescatado una escultura (Delegación de Cultura de Sevilla)

Fig. 30. Acciones participativas relacionadas con el II Congreso Internacional de


Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial: a) Actividad para niños en la carpa
montada en Ciutadella en febrero de 2015 (Alicia Castillo); b) Alumnos ante
los dibujos del concurso para la mascota de la Menorca Talayótica en la carpa
montada en Mahón en abril de 2015 (Alicia Castillo); c) Tablón de participación 150
para las Buenas Prácticas durante el congreso (Jaime Almansa); d) Durante
una obra de teatro representada por una asociación local para los asistentes
al congreso (Ana Pastor); e) Cocina participativa durante el congreso con una
receta especial (Ana González)

Fig. 31. Protesta contra la nueva ley madrileña en la Puerta del Sol 152

Fig. 32. Uso de las palabras «Cultura», «Patrimonio» y «Arqueología» en los


153
programas electorales de Madrid para las Elecciones Municipales de 2015

ix
Fig. 33. Pantallazo del blog Pasado Reciclado con ejemplos de productos
157
«arqueológicos»

Fig. 34. Belén Esteban caracterizada como Lara Croft, de la saga Tomb Raider (un
159
clip de su aparición televisiva)

Fig. 35. Momento de The Simpsons en el que el guía repite el titular 161

Fig. 36. Escena de The Brink en el que los protagonistas están caracterizados de
162
conquistadores

Fig. 37. Playmobil de Egipto en una estantería 167

Fig. 38. Un detector de metales de juguete en Humley’s (Reino Unido) 167

Fig. 39. Riccardo Frigoli posa con sus dos libros en su excavación de Rio de Janeiro
169
(Brasil)

Fig. 40. Callejero antiguo de Córdoba 171

Fig. 41. Stands con referencias patrimoniales en FITUR 2015 173

Fig. 42. Algunos stand con referencias arqueológicas en FITUR 2015 173

Fig. 43. Una reproducción de la divinidad Pastafari sobre la famosa obra de Miguel
176
Ángel en la Capilla Sixtina (imagen de Angie K. Millgate)

Fig. 44. Cuadro de necesidades para desempeñar las intervenciones de urgencia


224
(según Beltrán 1980: 60)

Fig. 45. Densidad de empresas por año de fundación (Parga-Dans 2010) 234

Fig. 46. Manifestación en apoyo de la huelga contra la empresa catalana Codex


236
promovida por el sindicato CNT (imagen de CNT)

Fig. 47. Participación de AMTTA en la huelga general de 2012 (imagen AMTTA) 237

Fig. 48. During MeetArch 2015. A professional archaeology fair organized from
Colegio de Arqueólogos de Madrid that attracted 40 exhibitors —full room— and
240
hundreds of visitors. It encouraged networks for collaboration and new projects.
2016 saw the second edition with great success too (CDL Madrid)

Fig. 49. Casa de Pablo Neruda en Isla Negra, Chile 244

Fig. 50. «Paletines mellados» en los curricula de arqueología según Ruiz Zapatero
248
(Ruiz Zapatero 2009: 232)

Fig. 51. Un selfie visitando el #eccemono en 2014 251

Fig. 52. Obras en el entorno de Madrid durante la «época dorada» de la arqueología


comercial. En rojo se marcan las áreas afectadas sobre un plano de Madrid y sus 255
alrededores más inmediatos. Sólo se recogen grandes obras de infraestructura

x
Fig. 53. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Andalucía por
268
provincia 2003-2014 (Fuente: Junta de Andalucía)

Fig. 54. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Castilla la


Mancha por provincia 2009-2015 (Fuente: Junta de Comunidades de Castilla la 270
Mancha)

Fig. 55. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Cataluña 2007-


271
2015 (Fuente: Generalitat de Cataluña)

Fig. 56. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Galicia 2009-


271
2015 (Fuente: Xunta de Galicia)

Fig. 57. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en la isla de Mallorca


272
2008-2015 (Fuente: Consell Insular de Mallorca)

Fig. 58. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Navarra 1986-


273
2015 (Fuente: Gobierno Foral de Navarra)

Fig. 59. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en el País Vasco por
273
provincia 2000-2014 (Fuente: Gobierno Vasco, a través de la serie Arkeoikuska)

Fig. 60. Los ejes con el ejemplo de Reino Unido y España (basado en Almansa
281
2011a: 91)

Fig. 61. “Archaeologists on site would have been…” Graph showing the percentage
of countries using a commercial model on the event of a roadwork intervention 282
(Source: Survey answers)

Fig. 62. Un esquema de las relaciones administración-promoción-arqueología en


293
España (Almansa 2011a)

Fig. 63. Copia de un mosaico romano expuesto a la entrada de la Asamblea de


297
Madrid

Fig. 64. #PatrimonioCotidiano día 7. Un banco en una de las plazas interiores del
301
Barrio del Pilar, Madrid

Fig. 65. Borrando las obras de Blu en Bolonia (Fuente: wumingfoundation.org) 313

Fig. 66. Horkheimer (izquierda) y Adorno (derecha) en un encuentro en Heidelberg


344
en abril de 1964. Un joven Habermas se toca el pelo al fondo (cc J.J. Shapiro)

Fig. 67. Jürgen Habermas durante un debate en Múnich (cc W. Huke) 358

Fig. 68. Caricatura de Manuel Sacristán en la revista Papeles (año 2010, número
263
111, página 11)

Fig. 69. Layout of the original form exported in pdf format 375

Fig. 70. Do you feel confident about the legal framework in AHM? (full sample) 382

Fig. 71. Requirement to conduct outreach by model and case study (stratified sample) 386

xi
Tablas

Página

Tabla 1. ¿Cómo leer esta tesis? Objetivos por parte 18

Tabla 2. Tipos de argumentación (Habermas 2008a: 44) 44

Tabla 3. Tipología alternativa de la acción social (Habermas 2008a: 365) 45

Tabla 4. Medios de control en el plano del sistema social (Habermas 2008b: 391) 47

Tabla 5. «Compromiso social» como un nuevo medio de control 48

Tabla 6. Los diez mandamientos del arqueólogo (público) (Almansa 2011a: 103) 125

Tabla 7. Uso de las palabras «Cultura», «Patrimonio» y «Arqueología» en los


153
programas electorales de Madrid para las Elecciones Municipales de 2015
Table 8. Lines of action for the improvement of archaeological heritage management
242
from a public archaeology perspective (according to Almansa 2007a)
Tabla 9. Mapa de agentes para la Zona Arqueológica de Las Cavenes (El Cabaco,
264
Salamanca)
Tabla 10. Número de fichas nuevas y modificadas en Cataluña, así como incremento
de registros en el inventario durante los años 2011 y 2015 (Fuente: Generalitat 266
de Cataluña)
Tabla 11. Intervenciones arqueológicas en Andalucía 2003-2014 (Fuente: Junta de
269
Andalucía)
Tabla 12. Intervenciones arqueológicas en Castilla la Mancha 2006-2015 (Fuente:
270
Junta de Comunidades de Castilla la Mancha)
Tabla 13. Intervenciones arqueológicas en el País Vasco 2000-2014 (Fuente: Gobierno
273
Vasco, a través de la serie Arkeoikuska)

Tabla. 14. Comparación entre un máster de la UCM y otro equivalente de la UCL 303

xii
RESUMEN

Gestionar el patrimonio arqueológico es una tarea complicada y burocratizada que


bebe de la herencia burguesa del pasado y hoy tenemos que poner en cuestión. Por ello,
una disciplina como la arqueología pública nos puede ayudar a entender el modelo que
vivimos y, de paso, a articular herramientas de gestión más efectivas para el buen devenir
de la arqueología, como ciencia social y como profesión.

Esta tesis doctoral tiene por objetivo analizar el concepto de arqueología pública
como herramienta de gestión, dotarlo además de un contenido teórico sustentado en la
Teoría Crítica de la Sociedad, analizar el contexto socio-económico y político en el que
desarrollamos nuestro trabajo como arqueólogos y proponer nuevos modelos de acción a
través de la arqueología pública que surtan un impacto positivo en la sociedad.

Para ello, se ha seguido un proceso largo de observación y documentación, apoyado por


algunos estudios cualitativos, con lo que se identifican algunas problemáticas esenciales
que atajar. La tesis se estructura en cuatro partes, que junto con los anexos afrontarán
los objetivos marcados. Entre todos ellos, quedará patente cómo la Teoría Crítica puede
ser un marco teórico factible para la arqueología (pública), en tanto en cuanto ofrece
las herramientas necesarias para cuestionar de forma continua nuestra disciplina. Una de
las principales críticas a la arqueología en los últimos años ha sido su desvinculación
de la realidad social, económica y política del momento. Si bien esto no es cierto, al
haber estado perfectamente articulada con esa realidad, sí ha existido una consciente
desligazón de su crítica, enfocando siempre nuestro trabajo al pasado y no al presente. Por
eso, las palabras «interacción» y «acción» se refieren a la situación de la arqueología en
su lugar histórico como un elemento más del conglomerado social contemporáneo. Así,
la arqueología pública nos permitirá definir formas de gestión integradoras y socialmente
útiles en un contexto como el actual, pero sobre todo, cambiar el paradigma de gestión de
la pasividad actual a una actividad transformadora.

En conjunto, esta tesis trata de definir una sociología de la arqueología que analice
el sector con un pie fuera, definiendo los límites de la disciplina y sus posibilidades de
cara al futuro. Además, aunque está centrada en el caso español, ofrecerá un marco de
comparación internacional que analice la posición de nuestros modelos de gestión con
respecto a otros modelos internacionales —en cuanto a los factores más destacables para
una perspectiva de la gestión desde la arqueología pública.

Algunos de los objetivos de este trabajo son difíciles de concluir, al tratarse de un


análisis de conceptos vivos en constante cambio, sin embargo, se ponen de manifiesto
algunos aspectos esenciales sobre la percepción de la arqueología y su gestión, aportando
propuestas constructivas que ayuden a mejorarla. Igualmente, se apuesta por un marco
de acción, introducido al público arqueológico como punto de partida para un desarrollo
más profundo. Las perspectivas de trabajo que se abren son múltiples, apostando por un
mejor conocimiento de la disciplina y la acción en contextos vagamente explorados en la
actualidad.

xiii
ABSTRACT

Managing archaeological heritage is a complicated and bureaucratic task that drinks


from past’s bourgeois legacy which must be called into question nowadays. Hence, a
discipline such as public archaeology may help us understand the model we live in and
articulate more effective management devices to the good evolvement of archaeology as a
social science and as a profession too.

This PhD dissertation aims at analysing the concept of public archaeology as a


management tool, at endowing it with a theoretical content based on the Critical theory of
society, at analysing the socio-economic and political context where we develop our work
as archaeologists and at proposing new action models through public archaeology that
affect society positively.

To do so, a long observation and documentation process has been undertaken,


supported with some qualitative studies that identified basic problems to attend. This thesis
is organised into four sections that, with the annexes, will delve into the proposed aims.
Among all of them, it will be clear how the Critical theory of society can be a feasible
theoretical framework for (public) archaeology since it offers the required tools to question
our discipline in a continuous way. Recently, one of the main critiques to archaeology
has been its disengagement with current social, economic and political reality. Although
this is not right, since it has been perfectly articulated with that reality, there has been a
conscious mismatch of its critique by always focusing our work on the past, nor the present.
Therefore, words such as “interaction” and “action” refer to the situation of archaeology
in its historical place as one more element within the contemporary social conglomerate.
So, public archaeology will allow us define integrative and socially useful management
ways in a context like the current one. But, above anything else, it will allow us change the
management paradigm from the current passivity to a transformative activity.

As a whole, this dissertation tries to delimitate a sociology of archaeology, which


analyses the sector from the outside, defining the boundaries of the discipline and its
possibilities in terms of future. In addition, although it focuses on the Spanish case, it will
offer an international comparative framework to analyse the position of our management
models regarding other international ones —with regards to the most prominent factors for
a perspective of management from public archaeology.

Some of the aims of this work are difficult to conclude, being the concepts analysed
alive and in constant change. However, some essential aspects about the perception of
archaeology and archaeological heritage management are highlighted, offering constructive
proposals that can help improve them. There is also a bet for an action framework, introduced
to the archaeological public as a starting point for a deeper development. The prospects
that this thesis offers are multiple, focusing on the better knowledge of our discipline and
action in contexts that have been vaguely explored yet.

xiv
PARTE 0

by BANKSY
.1.
INTRODUCCIÓN / INTRODUCTION

“Graffiti doesn’t always spoil buildings, in fact it’s the only way to improve a lot
of them. In the space of a few hours with a couple of hundred cans of paint I’m
hoping we can transform a dark forgotten filth pit into an oasis of beautiful art”
Banksy1

«Arqueología» y «Sociedad» son dos tér- “Archaeology” and “Society” are two
minos lo suficientemente amplios como para terms wide enough to include a great variety
englobar una gran variedad de contenidos. of contents. When deciding the title of a PhD
A la hora de poner título a una tesis docto- dissertation, solutions of this type are usually
ral, se suelen buscar soluciones de este tipo sought because they allow certain freedom to
que permitan cierta libertad para configurar conform the final result. Some people modify
el resultado final. Algunos, modifican el títu- the title just before presenting it. I have pre-
lo justo antes de presentarla. Yo he preferido ferred to leave it, because title and subtitle
dejarlo porque, título y subtítulo representan perfectly represent the soul of the text. None-
el espíritu del texto a la perfección. Sin em- theless, when someone asked me about the
bargo, cuando alguien me preguntaba sobre theme of this thesis, I never used to say any
qué versa esta tesis, nunca solía decir esas of those words. On the contrary, I used other
palabras. En su lugar, usaba otras que ya se words which have already become clichés in
han convertido en clichés de mi discurso; my discourse; “Public Archaeology” and “Ar-
«Arqueología Pública» y «Gestión del Patri- chaeological Heritage Management”. Hence,
monio». Por eso, a la hora de elegir una ima- when choosing an image for the cover —as
gen de cubierta —como para casi todo lo que it happens with everything in this thesis— I
aparece en esta tesis— eché mano de una pe- used a small personal history that for me
queña historia personal que para mí dota de make sense of this volume.
sentido este volumen.

1Esta es la frase que se atribuye a Banksy en la convocatoria 1This sentence is attributed to Banksy in the call of The Can
de The Can Festival, un evento de grafiti en Londres, entre los Festival, an event of graffiti of London, between the 3rd and 5th
días 3 y 5 de mayo de 2008, que transformó el túnel de Leake of May of 2008, which transformed the tunnel of Leake Street
Street en una verdadera galería de arte. into a real art gallery.

3
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
4 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Tras unos meses de vértigo, mayo de 2008 After some months of vertigo, May of 2008
fue mi mes de relax en Londres. Ya no tenía was my month to rest in London. I did not
clases, tampoco trabajos, ni demasiados pla- have classes, work or too many plans. There
nes. Me quedaban pocas semanas para volver were a few weeks left to come back to Spain
a España y el té, junto con los cuadros finales and tea, along the playoffs of NBA and NHL,
de la NBA y la NHL, me había trastocado el had disrupted my dreams. By that time, Ban-
sueño. Por aquel entonces, Banksy era ya un sky already was an international legend of
icono internacional del grafiti y en mis paseos graffiti and I had the occasion to identify
por la ciudad tuve la ocasión de localizar al- some of his works during my strolls over the
gunas de sus obras. Por desgracia, aunque el city. Unfortunately, although iPhone had just
iPhone acababa de llegar al mercado europeo, come out to the European market, I did not
yo no tenía uno. Digo por desgracia, porque have one. I say ‘unfortunately’ because I did
no solía llevar conmigo la cámara de fotos, así not use to carry my camera, so the chance I
que la oportunidad de inmortalizar cualquier have to immortalize any detail nowadays, I
detalle que tengo hoy, no la tenía entonces. did not have it by then. Reading the newspa-
Leyendo el periódico me percaté de que iba a per I realized that The Can Festival was going
tener lugar The Can Festival, pero debí enten- to take place, but I must have misunderstood
der mal la noticia y pensé que Banksy había the piece of news and I thought that Bansky
convocado a los grafiteros en el Eurotúnel2, had convened graffiti artists in the Channel
así que me lo perdí. El caso es que les había Tunnel2, so I missed it. The thing is that he
convocado en el túnel de Leake Street, una pe- had summoned them in the tunnel of Leake
queña calle que pasa por debajo de la estación Street, a small street under the Waterloo sta-
de Waterloo, justo en frente de algunas de las tion, just in front of some of the main touristic
principales atracciones turísticas de la ciudad. attractions of the city. His graffiti is the image
Su pintada es la imagen que uso en la cubierta, I use in the cover, painted some days before
hecha unos días antes del evento —es de so- the event —it is well-known that he never left
bra conocido que nunca se deja ver. Cuando himself be seen. When I came back in Sep-
volví en septiembre ya no estaba. tember, it was not there.

Pero desde el primer momento en que la But from the first moment I saw the image
vi ilustrando la noticia, esa imagen cobró un illustrating that piece of news, it has become
significado importante para mí. Representaba relevant for me. It represented a current sub-
una temática de actualidad —el grafiti como ject —graffiti as art vs. vandalism— and made
arte o como vandalismo— haciendo alusión an allusion to a past topic —rock art—, with
a un tema pasado —arte rupestre—, con una a biting critique to the existent situation. By
crítica mordaz a la situación que se vivía. Por then, Banksy already was a well-known graf-
aquel entonces Banksy era ya un reconocido fiti artist whose works were protected and
grafitero cuyas obras se protegían e incluso se even sold, generating a lot of money around
vendían, generando gran cantidad de dinero it simply by goods associated to his work. In-
a su alrededor simplemente con mercaderías deed, his documentary Exit through the gift
asociadas a su obra. De hecho, su documental shop (2010) would precisely treat that topic
Exit through the gift shop (2010), tratará pre- regarding the art market and the documenta-
cisamente este tema en relación con el mer- ry film Banksy Does New York (2014) delves
cado del arte y el documental Banksy Does into it after his stay in the American city and
New York (2014) profundizará en él a raíz the stir around it. But, coming back to the im-

2 http://publicarchaeology.blogspot.com.es/2008/05/pintadas.html 2 http://publicarchaeology.blogspot.com.es/2008/05/pintadas.html
1. Introducción / Introduction 5

de su estancia en la ciudad estadounidense age of the cover, what we see is a municipal


y el revuelo que se generó. Pero volviendo operator cleaning rock art —it is understood
a la imagen de cubierta, lo que nos encon- that is prehistoric. With this Banksy makes us
tramos es a un operario municipal limpiando a question; would you be able to do this? And
un muro con arte rupestre —se entiende que the answer would clamour for an absolute
prehistórico. Con ello, Banksy nos hace una no. Then; why do you do it with our art?
pregunta; ¿seríais capaces de hacer esto? Y la
Some seconds pass and then I put forward
respuesta clamaría un no rotundo. Entonces;
the concept of “patrimonialization”. The ap-
¿por qué lo hacéis con nuestro arte?
parent consensus on what is and is not her-
Dejamos pasar unos segundos y entonces itage fades away when we value contempo-
pongo sobre la mesa el concepto de «patri- rary art or other cultural manifestations sur-
monialización». El aparente consenso que rounding us, without that halo of antiquity.
tenemos sobre lo que es patrimonio y lo que No one would call into question that rock art
no se difumina cuando entramos a valorar or the frescoes of a Roman building, or of a
arte contemporáneo u otras manifestaciones Mayan structure —just for the sake of com-
culturales que nos rodean, sin el halo de la ing closer in time— are heritage. Moreover,
antigüedad. Nadie pondría en duda que el they are institutionalized as such. However,
arte rupestre prehistórico o los frescos de when we consider graffiti there is a ‘no’, but
una construcción romana, o maya —por with objections. There are certain street art-
venir más al presente—, son patrimonio. Es ists —we no longer call them taggers— who
más, están institucionalizados como tal. Sin have risen to stardom, recognition in the art
embargo, cuando hablamos del grafiti nos world and at a level that makes their artwork
encontramos con un no, con peros. Hay de- valued socially. Then, neighbours of Bristol
terminados artistas callejeros —ya no les lla- —as in the case of Banksy— start protecting
mamos grafiteros— que han alcanzado fama and plundering his work or even organize an
mundial, reconocimiento en el mundo del exhibition in the city museum. The work of
arte y un nivel que hace que su obra sea va- Banksy has been patrimonialized and institu-
lorada socialmente. Entonces, los vecinos de tionalized. By means of social and adminis-
Bristol —por poner el caso de Banksy— co- trative consensus3. However, while Banksy’s
mienzan a proteger y expoliar su obra, e in- paintings are respected and some cities of the
cluso le montan una exposición en el museo world look forward to his visit, other artists of
de la ciudad. La obra de Banksy ha sido pa- his standing keep on suffering the harassment
trimonializada e institucionalizada. Por con- of municipal corporations with police pros-
senso social y administrativo3. Sin embargo, ecution, fines and plunder of their works. Is
mientras las pintadas de Banksy se respetan all graffiti art? Could we consider it heritage?
y algunas ciudades del mundo desean que el What norm do we follow to decide?
grafitero les haga una visita, otros artistas de
Without noticing it, we are already talk-
su talla siguen sufriendo el acoso de las cor-
ing about heritage management and public
poraciones municipales con persecución po-
archaeology as well. But, let’s continue with
licial, multas y expolio de su trabajo. ¿Es todo
the work of Banksy. In 2005, one of his main
el grafiti arte? ¿Podríamos considerarlo patri-
interventions occurred when hanging one
monio? ¿Qué norma seguimos para decidir?
singular piece of his work in the British Mu-

3 Un ejemplo es la protección de uno de sus murales en 3 An example is the protection of one of its wall paintings in
febrero de 2015, siguiendo procedimientos especiales: February 2015, following special procedures:
http://www.bbc.com/news/uk-england-gloucestershire-31539767 http://www.bbc.com/news/uk-england-gloucestershire-31539767
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
6 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 1. “Wall art” – La pieza que coloca Banksy en el Museo Británico / The piece of work placed by
Banksy in the British Museum (cc Banksy).
1. Introducción / Introduction 7

Sin darnos cuenta, ya estamos hablando de seum4. It was not the first time the artist sneak
gestión del patrimonio, y también de arqueo- in a museum with his work and, in this case,
logía pública. Pero sigamos con la obra de his artwork was exposed for a couple of days
Banksy. En el año 2005, una de sus interven- until the museum realized. Apparently, al-
ciones más notables tuvo lugar al colgar en el though I don’t know if there has been any offi-
British Museum una pieza bastante singular4. cial notification beyond the comments of the
No era la primera vez que el artista se colaba museum’s representative, the work became
con su obra en un museo y, en este caso, la part of the collections after a “loan” in anoth-
obra estuvo expuesta durante un par de días er exhibition. If this were true, we would be
hasta que el museo se dio cuenta. Aparente- facing another example of patrimonialization
mente, aunque desconozco si ha existido no- still earlier than Leake Street’s, in this case
tificación oficial más allá de los comentarios through the incorporation of a work to a state
del portavoz del museo, la obra pasó a formar museum’s fund.
parte de las colecciones tras un «préstamo»
Introducing this “prank” of the English
en otra exposición. Si esto fuera cierto, esta-
graffiti artist in an archaeological museum,
ríamos ante otro ejemplo de patrimonializa-
we would piecemeal get closer to the con-
ción todavía anterior al de Leake Street, en
cept of “contemporary archaeology” which
este caso a través de la incorporación de una
intertwines with the origins of industrial and
obra a los fondos de un museo estatal.
urban archaeology —as well as the latest the-
Introduciendo esta «broma» del grafitero oretical trends in archaeology and also an
inglés en un museo arqueológico, nos iría- interesting methodological drift which drives
mos poco a poco acercando al concepto de us to the future and meta-archaeology. For
«arqueología contemporánea», que enlaza those who are devoted to public archaeology,
con los orígenes de la arqueología industrial the study of the recent past, or even of the
y urbana, las últimas tendencias teóricas en present, from an archaeological perspective
arqueología y una deriva metodológica inte- results essential.
resante que nos transporta hasta el futuro y
Speaking about the origins of contempo-
la meta-arqueología. Para los que nos dedica-
rary archaeology is out from the goals of this
mos a la arqueología pública, el estudio del
thesis, but I found it interesting to go back-
pasado reciente, e incluso del presente, desde
wards to the end of the 80s of the last century,
una perspectiva arqueológica resulta capital.
when Daniel Miller’s classic Material Culture
Hablar de los orígenes de la arqueología and Mass Consumption (Miller 1987) and the
contemporánea se sale de los objetivos de first works on trash by Rathje (Rathje 1977,
1979; Rathje and Murphy 1992) highlighted
4 Una de las actividades con las que comenzó el artista inglés
consistía en colarse en museos de renombre internacional y 4 One of the activities of the beginnings of the English artist
colgar alguna de sus obras reivindicativas. En el caso del British consisted of breaking into international well-known museums
Museum, lo haría en mayo de 2005. La pieza, un pedazo de and hanging one of his protest pieces of work. He would do
hormigón pintado, dice en su cartela: it in the British Museum in May 2005. The piece, a chunk of
«Este bien preservado ejemplo de arte primitivo data del painted concrete, says:
periodo Post-Catatónico y se piensa que muestra un ser “This finely preserved example of primitive art dates from the
humano aventurándose a las zonas de caza de la periferia. Post-Catatonic era and it is thought that it portrays an early
Se sabe que el artista responsable ha creado una cantidad man venturing towards the out-of-town hunting grounds.
notable de trabajos en el Sudeste de Inglaterra bajo el apodo The artist responsible is known to have created a substantial
de Banksymus Maximus, pero poco más se sabe sobre él. La body of work across South East of England under the moniker
mayor parte del arte de este tipo no ha sobrevivido. La mayoría Banksymus Maximus but little else is known about him. Most
es destruido por celosos funcionarios municipales que fallan art of this type has not survived. Most of it is destroyed by
al no reconocer el mérito artístico y el valor histórico de zealous municipal officials who fail to recognise the artistic
pintarrajear las paredes.» merit and historical value of daubing on walls”.
(Ver la noticia en la BBC aquí: http://news.bbc.co.uk/2/hi/ (See the piece of news here in BBC: http://news.bbc.co.uk/2/hi/
entertainment/4563751.stm) entertainment/4563751.stm)
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
8 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

esta tesis, pero me resulta interesante volver that the most recent past may also be ob-
hasta finales de los años 80 del siglo pasado, served from the prism of archaeology and be
cuando el clásico de Daniel Miller, Material used with a critical perspective. That will be
Culture and Mass Consumption (Miller 1987) the spirit that leads to the emergence of CHAT
y los primeros trabajos basurológicos de Ra- (Contemporary and Historical Archaeology in
thje (Rathje 1977, 1979; Rathje y Murphy Theory), an annual meeting which started in
1992), pusieron de manifiesto que el pasado 2003 and retakes in Europe the most radical
más reciente también puede observarse des- side of the meetings of SHA (Society for His-
de el prisma de la arqueología y usarse con torical Archaeology), which by that time had
una perspectiva crítica. Ese será el espíritu not stepped on European ground yet. I had
que lleva a la creación del CHAT (Contem- the chance of participating as supporter of the
porary and Historical Archaeology in Theory), 2008 Edition in London, and I must recognize
una reunión anual que comienza en 2003 y it was one of the best experiences I have ever
que retoma en Europa la vertiente más radical lived in a conference. Lately, summaries such
de las reuniones de la SHA (Society for His- as Oxford’s manual (Graves-Brown, Harrison
torical Archaeology), que por aquel entonces and Piccini 2013) or the recent creation —
aún no había pisado suelo europeo. Yo tuve from CHAT— of the Journal of Contemporary
la suerte de participar como apoyo a la orga- Archaeology, are reflects of the age of majori-
nización en la edición de 2008 en Londres y ty of a discipline which has provided archae-
he de reconocer que fue una de las mejores ology and heritage with a lot.
experiencias que he vivido en un congreso.
I think I can remember that it was in Liv-
En los últimos años, compendios como el
erpool’s TAG in 2012 —or maybe during the
manual de Oxford (Graves-Brown, Harrison
meeting of the EAA in Helsinki a few months
y Piccini 2013) o la reciente creación —des-
earlier— when I went to the bathroom and
de CHAT— del Journal of Contemporary Ar-
listened to techno music in one of the halls.
chaeology, son el reflejo de la mayoría de
The truth is that nature was stronger and I did
edad de una disciplina que ha aportado mu-
not come in, but during the coffee break I was
cho a la arqueología y el patrimonio.
told that it was John Schofield talking about
Creo recordar que fue en el TAG de Liver- the Cold War and the evolution of techno mu-
pool en 2012, o tal vez durante el encuentro sic locals in Berlin (Schofield 2014). In Twit-
de la EAA en Helsinki unos meses antes; salí ter’s stream I had been hearing for a long time
al servicio y escuché música techno en una the echoes of Punk Archaeology and the sup-
de las salas. La verdad es que me pudo la na- posedly theoretical and methodological revo-
turaleza y no pasé, pero en el descanso del lution that it entailed. In the flight to Chile in
café me comentaron que era John Schofield September of 2014, they were no longer ech-
hablando sobre la Guerra Fría y la evolución oes, it was Andrew Reinhard’s LP which ac-
de los locales de música techno en Berlín companied the book he had just edited (Ca-
(Schofield 2014). Me quedé con ganas de raher, Kourelis and Reinhard 2014). It seemed
haber pasado. En el stream de Twitter hacía that contemporary archaeology was bringing
tiempo que me llegaban ecos de la Punk Ar- along some sort of revolution, although just
chaeology y la aparente revolución teórica y in the name.
metodológica que iba a suponer. En el vue-
In some works, the clear political char-
lo a Chile en septiembre de 2014 ya no eran
acter of their study objectives makes social
ecos, era el disco de Andrew Reinhard que
interaction a fact yet without pretending it.
acompañaba al libro que acababan de editar
1. Introducción / Introduction 9

(Caraher, Kourelis y Reinhard 2014). Parecía When considering conflict, open wounds
que la arqueología contemporánea estaba related to slavery (McDavid 1997) or social
trayendo consigo algún tipo de revolución, exclusion (Kiddey and Schofield 2011) are
aunque solo fuera en el nombre. treated, just to give some examples. But, de-
rived from other more-quotidian conflicts re-
En algunos trabajos, el marcado carácter
sult other interesting questions, as one of the
político de sus objetos de estudio hace que
communications I had the chance to listen to
la interacción social sea un hecho aún sin
in that CHAT of 2008; Why doesn’t Dublin’s
pretenderlo. Al hablar de conflicto, se tratan
Nigerian community care about Tara? Herit-
heridas abiertas que tienen que ver con la
age concepts and integration policies in Con-
esclavitud (McDavid 1997), la lucha obrera
temporary Ireland (O’Keefe, Cooke y Feld-
(McGuire 2008), la guerra (González Ruibal
man 2008).
y Moshenska 2015) o la exclusión social (Ki-
ddey y Schofield 2011), por poner sólo algu- The Tara hill is one of the legendary ar-
nos ejemplos. Pero derivado de otro tipo de chaeological assemblies of the country- in
conflictos más cotidianos, surgían preguntas the Tentative World Heritage List since 2010.
de interés, como una de las comunicaciones For a decade, the project of M3 road divi-
que tuve la suerte de escuchar en ese CHAT sion as motorway led to a very active protest
de 2008; Why doesn’t Dublin’s Nigerian com- that reached its peak in 2007 with the begin-

Fig. 2. Pancarta de protesta a los pies de Tara. El texto dice: «Tara no es nuestro, es de nuestros hijos. ¿Se
ha vuelto el gobierno completamente loco?» / Protest banner on the base of Tara. The text claims: “Tara
is not ours, is our children’s. Have the government gone completely mad?”] (cc Kathryn Rotondo, Flickr).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
10 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

munity care about Tara? Heritage concepts ning of works. Then all Ireland knew what
and integration policies in Contemporary Ire- Tara meant, but immigrant communities had
land (O’Keefe, Cooke y Feldman 2008). a very different idea of what heritage could
be theirs or not. The fact that Irish kings had
La colina de Tara es uno de los conjuntos
used that place meant nothing to the Nigerian
arqueológicos míticos del país —en la lista
community of Dublin. Are we against an ex-
tentativa de Patrimonio Mundial desde 2010.
ceptional universal value? Was it so grave the
Durante una década, el proyecto de desdo-
threat from the M3? Was the project correctly
blamiento de la carretera M3 como autopista,
managed? We come back to talk about man-
llevó a una protesta muy activa que cobró su
agement, heritage and public archaeology,
momento de mayor fuerza en 2007 con el ini-
but, besides, we are getting closer to a reality
cio de las obras. Entonces, toda Irlanda sabía
very familiar to our country.
qué significaba Tara, pero las comunidades de
inmigrantes tenían una idea muy diferente de So we arrive to the 21st Century Spain,
lo que podía ser o no su patrimonio. El hecho which will be the main object of this doctor-
de que los reyes irlandeses hubiesen utiliza- ate thesis. It could seem strange that I pres-
do ese lugar, no significaba nada para la gran ent this work in a Department of Prehistory
comunidad nigeriana de Dublín. ¿Estamos —not even Archaeology. Nevertheless, I con-
ante un valor universal excepcional? ¿Era tan sider that its object is of interest with regards
grave la amenaza de la M3? ¿Se gestionó co- to understanding how we make archaeology,
rrectamente el proyecto? Volvemos a hablar what we understand as Prehistory and what
de gestión, de patrimonio y de arqueología management formulae can we apply to get a
pública, pero además nos vamos acercando better communication with society. A work I
a una realidad muy familiar en nuestro país. expect may be useful for everyone and help
develop our practice in a different way, more
Así llego a España, pero a la España del
committed to the present and, definitely, more
siglo XXI, que será el objeto principal de esta
useful. I consider bringing out the concept of
tesis doctoral. Puede parecer extraño que
“utility” in this moment as primordial. One
presente este trabajo en un departamento de
of the best pieces of advice I have been given
Prehistoria —ni siquiera de Arqueología. Sin
to guide my research career was that I should
embargo, considero que su objeto es de in-
have done something useful. By that time I
terés de cara a comprender cómo hacemos
did not play with public archaeology yet,
arqueología, qué se entiende por Prehistoria
but with the Iron Age. When I changed the
y qué fórmulas de gestión podemos aplicar
subject I realized that doing other doctorate
para una mejor comunicación con la socie-
dissertation on the Iron Age would have been
dad. Un trabajo que espero sea útil para to-
very useful, let’s say, for half a dozen people
dos y ayude a desarrollar nuestra práctica de
in our country. Working in the field of con-
una forma diferente, más comprometida con
struction confirmed it to me. In that moment I
el presente y, en definitiva, más útil.
was already playing with public archaeology
Sacar a relucir el concepto de «utilidad» and I saw things in a different way, although
en este momento me parece esencial. Uno not how I see them now. I have done many
de los primeros consejos que me dieron de useless things in my life since then. Works
cara a orientar mi carrera investigadora fue which do not contribute with nothing more
que debía hacer algo útil. Por aquel entonces but an anecdote or try again to wake some
aún no jugueteaba con la arqueología públi- consciousness up.
ca, sino con la Edad del Hierro. Cuando cam-
1. Introducción / Introduction 11

bié de tema me di cuenta de que hacer otra Useless? When during the first JIA5 speak-
tesis doctoral sobre la Edad del Hierro habría ing about public archaeology was innovative
sido muy útil, eso sí, para media docena de or even transgressive, I could not think that
personas en nuestro país. Trabajar en el con- six years afterwards it would have become
texto de la construcción me lo confirmó. En in a common practice, completely assumed
ese momento ya jugueteaba con la arqueolo- by many youngsters and not so young col-
gía pública y veía las cosas de otra manera, leagues. I consider that its success was not
aunque aún no como las veo hoy. Desde en- due to my vehemence or to the qualitative
tonces he hecho muchas cosas inútiles en mi change in the analysis of the past as it could
vida. Trabajos que no aportan más que una be offered by public archaeology, but to a so-
anécdota, o vuelven a intentar despertar al- cial reality which became evident with the
guna conciencia. ¿Inútiles? Cuando durante crisis since that very same year. We no longer
el primer JIA5 hablar de arqueología pública were that group of weirdoes who was going
era innovador e incluso transgresor, no podía to dig, but a disarticulated collective with
pensar que seis años después se habría con- the same problems than the rest of society. A
vertido en una práctica habitual, plenamente group that needed to be part of that common
asumida por muchos jóvenes y no tan jóvenes gear assembly to get on. We no longer looked
compañeros. Considero que el éxito no se de- at the past, we looked at the future. Our ob-
bió a mi vehemencia, o el cambio cualitativo jective was not only in the stones, but also in
en el análisis del pasado que la arqueología the people who approached them. If someday
pública podía ofrecer, sino a una realidad so- the objectives of this thesis are met in the real
cial que se hizo patente con la crisis a partir world and some of my proposals are put in
de ese mismo año. Ya no éramos ese grupo practice, I think it will have been useful… to
de raros que iba a escarbar, sino un colectivo society.
desarticulado con los mismos problemas que
What do I propose? The structure of this
el resto de la sociedad, que necesitaba for-
thesis is simple. Firstly, following the tradition
mar parte de ese engranaje común para poder
of the Department I will do a brief theoretical
salir adelante. Ya no mirábamos al pasado,
approach from the Critical Theory of Socie-
mirábamos al futuro. Nuestro objetivo no es-
ty, going further to define public archaeolo-
taba solo en las piedras, sino también en las
gy as a critical theory of archaeology. With
personas que se acercaban a verlas. Si algún
it, I pretend to give an action frame for pub-
día los objetivos de esta tesis se cumplen en
lic archaeology, which still lacks definition
el mundo real y alguna de mis propuestas se
nowadays. Afterwards, the main core of the
pone en práctica, creo que habrá sido útil…
thesis will deeply explore the archaeological
para la sociedad.
heritage management, but from an uncom-
¿Qué planteo? La estructura de la tesis es mon perspective. The relationship archaeolo-
sencilla. En primer lugar, siguiendo la tradi- gy-society is highlighted in the development
ción del departamento, haré una pequeña ex- itself of our practice, and with that look “from
posición teórica, desde la Teoría Crítica de la outside” I will try to give a new way to un-
Sociedad. Con ella, pretendo aportar un mar-
5 The Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica
5 Las Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica surgen [Conferences of Youngsters in Archaeological Research]
en 2008 de la inquietud de una generación de arqueólogos del emerged in 2008 from the curiosity of a group of archaeologists
Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense of the Department of Prehistory at Universidad Complutense
de Madrid, entre los que tuve la suerte de encontrarme. A de Madrid, among whom I was luckily included. To date,
día de hoy, el congreso es una de las referencias del debate the conference is one of the references of the freshest
arqueológico más fresco de nuestro país, a pesar de continuar archaeological debate of our country, despite maintaining its
aceptando sólo a ponentes sin doctorado. restriction to speakers without a doctorate.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
12 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

co de acción para la arqueología pública que derstand my proposal. I am well aware that
hoy sigue sin estar verdaderamente definido, speaking about a “new way” in 2015 might
pero más allá, plantear la arqueología públi- penalise me since the proposal really emerg-
ca como una teoría crítica de la arqueología. es between 2009 and 2010 during my pre-
Después, la parte central de la tesis se intro- vious attempt to elaborate this work. Some
ducirá de lleno en la gestión del patrimonio ideas have already appeared but I think it is
arqueológico, aunque desde una perspectiva essential to shape them (Almansa 2014a).
poco común. La relación arqueología-socie- What I am still holding back is publishing the
dad se pone de manifiesto en el propio desa- comparative analysis among management
rrollo de nuestra práctica y con esta mirada models, although I have already outlined
«desde fuera», intentaré aportar una nueva some ideas (Almansa 2011a). First of all, I will
forma de entender mi propuesta. Soy cons- delve into the concept of public archaeolo-
ciente de que hablar de «nueva» en 2015 me gy itself, as a basic element to understand the
puede penalizar, dado que la propuesta se proposals of this work. Then, management in
gesta realmente entre 2009 y 2010 durante its context with the analysis of the legislative
mi anterior intento de acometer este trabajo. developments for cultural heritage, the pro-
Algunas de las ideas ya han aparecido, pero fessionalization process, and management
creo que es esencial darles cuerpo (Almansa models in Spain, but also in the international
2014a). Lo que aún me he resistido a publi- context. From my point of view, this section
car, es el análisis comparativo entre modelos is, however, one of the most interesting data
de gestión, aunque ya esbocé también algu- sets because it does not approach the topic
na idea (Almansa 2011a). Primero analizaré from a management perspective —adminis-
el propio concepto de arqueología pública tratively speaking—, but from the perception
como aspecto básico de cara a entender los of that management instead. All of it will let
planteamientos de este trabajo. Después, la me explain how we work but, above all, it
gestión en su contexto. Con un análisis del will let me propose a new way of managing
desarrollo legislativo en torno al patrimonio, the Spanish archaeological heritage; with
la profesionalización de la arqueología y la simple devices and mostly compatible with
propia gestión en nuestro país, pero también current laws.
en el marco internacional. Este apartado es,
I must now assess a point which will not
sin embargo, uno de los cuerpos de datos más
have been overlooked by those who knew
interesantes desde mi punto de vista, porque
the work of David Barreiro. In 2005, he pre-
no se aproxima al tema desde la gestión —
sented his doctorate dissertation titled Arque-
administrativamente hablando—, sino desde
ología y Sociedad: Propuesta epistemológica
la percepción de esa gestión. Todo ello me
y axiológica para una arqueología aplicada
permitirá explicar cómo funcionamos pero,
[Archaeology and Society: An epistemologi-
sobre todo, proponer una nueva forma de
cal and axiological proposal for an applied
gestionar el patrimonio arqueológico español
archaeology] (Barreiro 2005). A work whose
con herramientas sencillas y en su mayor par-
title and structure greatly resembles this doc-
te compatibles con la legalidad vigente.
torate dissertation. Nevertheless, despite sim-
En este punto debo hacer una apreciación ilar goals and starting point, these disserta-
que no habrá pasado inadvertida para quien tions will follow two different paths, I hope
conozca el trabajo de David Barreiro. En el complementary though. The first difference
año 2005 presentó su tesis doctoral titulada is time; ten years marking a radical change
Arqueología y Sociedad: Propuesta episte- in the socio-political context we are moving
1. Introducción / Introduction 13

mológica y axiológica para una arqueología in, after a crisis that has gone into many of
aplicada (Barreiro 2005). Un trabajo cuyo tí- the problems emerged in the turn of Century
tulo y estructura se asemeja en buena parte al (which can be seen in one of his most recent
de esta tesis doctoral. Sin embargo, aunque works, Barreiro 2012). The second difference
con objetivos similares y un punto de parti- is conceptual and related to the adjectives
da común, van a llevar dos caminos diferen- “applied” and “public”. Applied archaeolo-
tes, espero que complementarios. La primera gy, as it is considered by Barreiro (2005:50),
diferencia está en el tiempo; diez años que transforms the archaeological record into her-
marcan un cambio radical en el contexto so- itage. Public archaeology, however, analyses
cio-político en el que nos movemos tras una all the aspects of the discipline —and its con-
crisis que ha profundizado con creces en mu- sequences, including that heritage— within
chos de los problemas que se plantean en el its global context. We could say that one ex-
cambio de siglo (y que se puede ver en otro plains and the other one applies. In any case,
de sus trabajos más recientes, Barreiro 2012). they are two different ways of understanding
La segunda diferencia es conceptual y tiene archaeology within its social context and I
que ver con los adjetivos «aplicada» y «pú- will piecemeal go more deeply into common
blica». La arqueología aplicada, tal y como la and uncommon aspects which will help us
entiende Barreiro (2005: 50) transforma el re- propose a field of critical action very interest-
gistro en patrimonio. La arqueología pública, ing for the future of this discipline. This is why
sin embargo, estudia todos los aspectos de the last section will try to apply the principles
la disciplina —y sus consecuencias, inclui- defended on this thesis through these ideas.
do ese patrimonio— en su contexto global.
Along this score of chapters, where annex-
Podríamos decir, que una explica y la otra
es are important too, I have tried to articu-
aplica. En cualquiera de los casos, se trata de
late a complex and heterogeneous discourse.
dos formas de entender la arqueología en su
From theory to praxis and back to theory. This
contexto social y poco a poco profundizaré
thesis offers some concepts and ideas of in-
en más aspectos comunes y no tan comunes
terest and, above all, a management proposal
que nos ayudarán a plantear un campo de ac-
that is also a radical stand in the way we prac-
ción crítica muy interesante para el futuro de
tice archaeology.
la disciplina. Por eso, la última parte se cen-
trará en este aspecto tratando de aplicar los
preceptos teóricos que planteo, aunque sea
de un modo incipiente.

En total, casi una veintena de capítulos si


contamos los anexos, donde he tratado de
hilar un discurso complejo pero, sobre todo,
muy heterogéneo. De la teoría a la práctica
y de nuevo a la teoría. Esta tesis aporta al-
gunos conceptos y detalles que considero de
interés y por encima de todo una propuesta
de gestión que representa también una posi-
ción radical sobre la forma en que hacemos
arqueología.
.2.
CUESTIONES PREVIAS:
OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
PREVIOUS CONSIDERATIONS:
OBJECTIVES AND METHODOLOGY

En una tesis de este tipo, me ha resultado In a thesis of this kind, I found it difficult to
complicado establecer un conjunto homogé- set a homogeneous group of goals or a com-
neo de objetivos o una metodología común al mon methodology to work. Although each
trabajo. Cada parte, incluso algunos capítu- part, even some chapters, can be read inde-
los, puede leerse de forma casi independiente pendently, the full body of this thesis should
sin perder sentido. Sin embargo, todas ellas be understood under its objectives.
conforman un cuerpo común que cobra sen-
As a result, I will try to arrange the ideas in
tido en torno a los objetivos de la tesis.
this section to relate the different parts of this
Por eso, trataré de ordenar las ideas en este work through the objectives and the way to
apartado para poner en relación, a través de achieve them.
los objetivos y de la forma de llegar a ellos,
las diferentes partes de este trabajo.
2.1. Objectives

Under the title “Archaeology and Socie-


2.1. Objetivos
ty: Interaction and action from Critical The-
Bajo el título «Arqueología y Sociedad: In- ory” there are two concepts which are mar-
teracción y acción desde la Teoría Crítica», ginalised in this text; “Heritage” and “Man-
hay dos conceptos que parecen quedar mar- agement”. Or “Heritage Management” if
ginados del texto; «Patrimonio» y «Gestión». we combine them. Nonetheless, this thesis
O «Gestión del Patrimonio» si lo hacemos seeks to understand how our archaeologi-
uno solo. Sin embargo, esta tesis busca llegar cal heritage management models work and
a comprender cómo funcionan nuestros mo- how can we improve such management re-
delos de gestión del patrimonio arqueológico garding the positive impact of archaeology
y cómo podemos mejorar esa gestión de cara in society. Here is where another concept

15
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
16 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

al impacto positivo de la arqueología en la —that of “Public Archaeology”, not present


sociedad. Aquí es donde entra en juego otro in the title either— plays a part; a concept
concepto que no aparece en el título, el de which is highly important to understand the
«Arqueología Pública», y que, sin embargo, whole thesis in depth. What the title does
resulta fundamentar para comprender el fon- point out instead is the relationship —or in-
do de toda esta tesis doctoral. Lo que sí pa- teraction— between archaeology and soci-
rece apuntar el título es que voy a exponer la ety that I will expose, by proposing action
relación —o interacción— entre arqueología through Critical Theory. Indeed, this is an
y sociedad, proponiendo acción desde la Teo- essential point of this work, although the
ría Crítica. En efecto, ese es un punto esencial word “through” points to just one starting
de este trabajo, si bien el «desde» apunta tan point which is Juan M. Vicent’s article, Ar-
sólo un punto de partida que se encuentra en queología y Teoría Crítica (Vincent 1991).
el artículo de Juan M. Vicent, Arqueología y From this point, the theoretical drift will
Teoría Critica (Vicent 1991). A partir de ese consider other possibilities to apply as basis
momento, la deriva teórica tanteará otras po- for a well-funded public archaeology.
sibilidades que poder aplicar como base para
Having said that, the goals of this doctor-
una arqueología pública bien fundamentada.
ate dissertation are:
Dicho esto, los objetivos de esta tesis doc-
toral son:
2.1.1. Main

1. To analyse and understand the concept of


2.1.1. Principales
“Public Archaeology” to its full extent
1. Analizar y comprender el concepto de
2. To provide the concept of “Public Archae-
«Arqueología Pública» en toda su dimen-
ology” with a theoretical body.
sión.
3. To understand the recent development of
2. Dotar de un cuerpo teórico al concepto
Spanish archaeology from its political, so-
de «Arqueología Pública».
cial and economic perspectives.
3. Entender el desarrollo reciente de la ar-
4. To examine current management models
queología española desde su perspectiva
in Spain compared to other international
política, social y económica.
models.
4. Examinar los actuales modelos de gestión
5. To criticise the neoliberal capitalization
vigentes en España, en comparación con
of the archaeological profession in all its
otros modelos a nivel mundial.
dimensions
5. Criticar la capitalización neoliberal de la
6. To offer a management alternative within
profesión arqueológica en todas sus face-
valid legality according to public archae-
tas.
ology premises.
6. Ofrecer una alternativa de gestión dentro
de la legalidad actual y acorde a las pre-
misas de la arqueología pública. 2.1.2. Subordinate

a. To assess the appropriateness of the Crit-


ical theory of society as a theoretical
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 17

2.1.2. Subordinados framework for the concept of “Public Ar-


chaeology”.
a. Evaluar la pertinencia de la Teoría Crítica
como marco teórico para el concepto de b. To enquire into other theoretical perspec-
«Arqueología Pública». tives with potential to support the concept
of “Public Archaeology”.
b. Indagar sobre otras perspectivas teóricas
con potencial para sustentar el concepto c. To transfer this theoretical framework to
de «Arqueología Pública». archaeological resource management1.

c. Trasladar este marco teórico a la gestión d. To understand the relationships between


del patrimonio arqueológico. archaeology and society, and society and
heritage within the context of the Spanish
d. Comprender las relaciones entre arqueo-
estate.
logía y sociedad, así como sociedad y
patrimonio, en el contexto del estado es- e. To discuss the attitudes towards heritage
pañol. and its management, both in professional
and public arenas.
e. Discutir las actitudes con respecto al pa-
trimonio y su gestión, tanto del ámbito f. To criticise the bureaucratic drift in ar-
profesional como el público. chaeological resource management.

f. Criticar la deriva burocrática en la gestión g. To endow a sustainable, committed and


del patrimonio arqueológico. participative management with meaning,
showing how an option of action towards
g. Dotar de sentido a una gestión sostenible,
understanding and improving the dis-
comprometida y participativa, mostrando
cipline may be offered from each of the
cómo, desde cada uno de los ámbitos en
fields in which public archaeology works.
los que trabaja la arqueología pública,
se puede aportar una opción de acción h. To explain the Spanish legal development
encaminada a comprender o mejorar la regarding archaeology and cultural herit-
disciplina. age in its context, as well as the birth and
development of the archaeological pro-
h. Explicar en su contexto el desarrollo nor-
fession in Spain.
mativo español en relación con la arqueo-
logía y el patrimonio cultural, así como el i. To put the popular image of archaeology
nacimiento y desarrollo de la profesión and the past in context.
arqueológica en España.
j. To make a short critical historiography of
i. Poner en contexto la imagen popular de the concept of “Public Archaeology” to
la arqueología y el pasado. expose its vagueness.

j. Hacer una breve historiografía crítica del k. To explore the perception professionals
concepto de «Arqueología Pública» que from different countries have about ar-
ponga de manifiesto su indefinición. chaeological heritage management.

k. Explorar la percepción que tienen sobre


la gestión del patrimonio arqueológico 1 I shall make a small comment about the use of two different
terms in the English version: Archaeological Resource Manage-
profesionales de diferentes estados. ment vs. Archaeological Heritage Management. I use the word
“resource” to state the commoditization of heritage in the con-
text of Occidental archaeology.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
18 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

ANEXOS /
CAPÍTULOS / CHAPTERS
ANNEXES

3 4 5 6 7 8 9 10 11 1 2

OP2 OP2 OP1 OP1 OP3 OP3 OP3 OP5 OP1 OP2 OP4
OSa Osa OSd OSd OP5 OP5 OP4 OP6 OP2 OSo
OSb OSg OSi OSh OSe OP5 OSc OP5
OSi OSh OSe OSf OSc
OSf OSg OSg

*OP = Objetivo Principal / Main Objective ; OS = Objetivo Subordinado / Subordinate Objective

Tabla 1. ¿Cómo leer esta tesis? Objetivos por parte / How to read this thesis? Objectives per part.

2.2. Metodología 2.2. Methodology

Esta tesis doctoral es en algunos momentos This doctorate thesis sometimes is an ex-
un ensayo experiencial. Así, varios apartados periential essay. So, several of its sections
de la misma recogen vivencias, reflexiones contain experiences, reflections and activities
y actividades que no pretendo alienar de su which I do not try to alienate from its most
componente más personal y, desde luego, no personal component; and, of course, I do not
pretendo dotar del menor carácter científico. pretend to endow them with any scientific
Abrazo la opinión, porque más allá de algu- character. I embrace opinion because beyond
nos datos que me pueden ayudar a compren- some data which may help me understand
der y explicar puntos concretos de mi discur- and explain certain points of my discourse,
so, éste no es más que eso; una opinión. the latter is no more than that, an opinion.

Comienzo con este excurso porque hablar I start this excursus because speaking
de heurística, de estadística, observación, do- about heuristics, statistics, observation, doc-
cumentación o la misma experiencia, no va umentation or experience itself will not give
a dotar de más veracidad a unas conclusio- more veracity to the conclusions which try to
nes que no pretenden más que proponer otra propose another way to understand ourselves
forma de entendernos y de trabajar, a veces and to work; sometimes this way is closer,
cercana, otras distante, pero igual de válida sometimes more distant, but equally valid
que la que vivimos hoy en día. En cualquier than that we live in nowadays. Anyway, fund-
caso, el fundamento de mi opinión con una ing my opinion with an agreed methodolo-
metodología consensuada por la comunidad gy by the research community may endow it
investigadora, sí puede dotar a mi opinión de with rigour. Scarcely more could be expected
rigor. Poco menos se puede esperar de un in- from a researcher at this moment of his re-
vestigador en este momento de una carrera search career.
investigadora.
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 19

2.2.1. Observación 2.2.1. Observation

Comienzo con este punto, porque me pa- I start with this point because I think it
rece esencial para identificar problemas y is primordial to identify problems and solu-
soluciones. Me gusta observar, con ojo ana- tions. I like critically observing what happens
lítico, lo que pasa a mi alrededor. A veces around me. Sometimes it seems perverse, but
resulta enfermizo, pero el cuestionamiento permanently questioning what I hear, read or
permanente de lo que escucho, leo o incluso even see, give shades to a reality that over-
veo, dota de matices a una realidad que nos whelms us every day. I have had the chance
abruma día a día. to participate in many of the spheres where
the archaeological profession works. I start-
He tenido la oportunidad de participar de
ed as a passive receptor of stimuli during my
muchas de las esferas en las que se mueve
childhood. I liked history but I did not see my
la profesión arqueológica. Comencé como
archaeological vocation until I dug for the
un receptor pasivo de estímulos en mi niñez.
first time when I was sixteen years old as a
Me gustaba la historia, pero no vi clara mi
volunteer during an intervention in my vil-
vocación arqueológica hasta que excavé por
lage. From there to university, as a student, as
primera vez a los dieciséis años como volun-
a grant-holder, as a supplier… I just have left
tario en una intervención de mi pueblo. De
to be professor, although I have already giv-
ahí a la universidad, como estudiante, como
en some classes. Meanwhile, my enterprising
becario, como proveedor… ya sólo me fal-
adventure has led me to work for museums,
ta ser profesor, aunque alguna clase he lle-
administrations, foundations, associations, all
gado a impartir. Mientras tanto, mi aventura
kinds of business and particulars, under differ-
emprendedora me ha llevado a trabajar para
ent circumstances. In that process I observed,
museos, administraciones, fundaciones, aso-
analysed and assimilated very complex real-
ciaciones, empresas de toda índole y parti-
ities which were helping me understand the
culares, en diferentes circunstancias. En ese
world of archaeology.
proceso observé, analicé y asimilé realidades
muy complejas que me iban ayudando a en- But observation did not stop there, and
tender el mundo de la arqueología. my daily life immersed me in another aspect
—more passionate yet, the public one. In it,
Pero la observación no se quedaba ahí y
ranging from slot machines and bottles of
mi vida diaria me sumergía en otra vertien-
wine, to posters and films, all of them were
te todavía más apasionante, la pública, en la
offering me “other” archaeology; very differ-
que desde máquinas tragaperras y botellas de
ent from that I was living in my reality as a
vino, hasta carteles promocionales y pelícu-
professional. Eventually, both paths crossed
las, iban ofreciéndome «otra» arqueología
or better, dissolved one into the other.
muy diferente de la que vivía en mi realidad
como profesional.

Al final, ambos caminos se cruzaron, o 2.2.2. Heuristics


más bien se diluyeron en uno.
George Pólya was a Hungarian mathema-
tician concerned about understanding how
we solved our problems —not just mathemat-
2.2.2. Heurística
ical ones. He became famous with his book
George Pólya fue un matemático húngaro How to solve it (Pólya 1945) where he pro-
preocupado por entender de qué forma re- poses how to approach a mathematical prob-
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
20 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

solvíamos nuestros problemas —no sólo los lems’ resolution and a series of notions about
matemáticos. Se convirtió en un superventas heuristics.
con su famoso How to solve it (Pólya 1945),
en el que planteaba cómo aproximarse a la “Consider your problem from various
resolución de problemas matemáticos y una sides. Emphasize different parts, examine
serie de nociones sobre la heurística. different details, examine the same details
repeatedly but in different ways, combine
«Consider your problem from various si- the details differently, approach them
des. Emphasize different parts, examine from different sides. Try to see some new
different details, examine the same details meaning in each detail, some new inter-
repeatedly but in different ways, combi- pretation of the whole” (Pólya 1945: 34).
ne the details differently, approach them
from different sides. Try to see some new So then, piecemeal, I moved from iden-
meaning in each detail, some new inter- tifying problems to finding solutions which
pretation of the whole» (Pólya 1945: 34). satisfied me to a greater or lesser extent. The
problem, as usual, was practice. Without the
Así, poco a poco, pasé de identificar pro- possibility of applying any of the tools I was
blemas a encontrar soluciones que me sa- conceiving, I spent my time reassessing and
tisfacían en mayor o menor medida. El pro- reconsidering everything I was clear about.
blema, como de costumbre, era la práctica. From an observed reality, with all difficulties
Sin la posibilidad de aplicar ninguna de las it entails, I defined questions to solve which
herramientas que iba ideando, me pasaba el became the objectives of this thesis. How to
tiempo reexaminando y reconsiderando todo solve them has been the key and part of learn-
lo que tenía claro. ing itself.

De una realidad observada, con todas las In the first years I filled notebooks with
dificultades que conlleva, definí cuestiones a scrawls, trying to schematise some relation-
resolver que se convirtieron en los objetivos ships I have wanted to figure out. Most of
de esta tesis. Cómo resolverlos ha sido la cla- times, frustrated, those scrawls turned into
ve y parte del propio aprendizaje. blots. Then, convinced of being able to ex-
plain them as well, I tried to make an inversed
En los primeros años llené cuadernos de
reasoning, as if I already had the answers.
garabatos, tratando de esquematizar algunas
The problem, a reality too complex and ab-
de las relaciones que he querido desentrañar.
stract. Hence, I tried to apply the models to
La mayoría de las veces, frustrado, esos ga-
controlled, concrete and simple examples. In
rabatos se convertían en borrón. Entonces,
theory, that was possible. Why not trying it in
convencido de poder explicarlo igualmente,
a more general context?
como si ya tuviese las respuestas, trataba de
hacer un razonamiento inverso. El proble- I still remember the day when I woke up af-
ma, una realidad demasiado compleja y abs- ter a nap saying “eureka!”. To be honest, I did
tracta. Por eso, intenté aplicar los modelos a not say anything —not even think it. It simply
ejemplos controlados, concretos y simples. sounds theatrical for this paragraph, but there
En teoría era posible. ¿Por qué no probar en was something inside of me that had sudden-
un contexto más general? ly understood how the world worked. In ab-
stract and in all its complexity. Of course, I
Aún recuerdo el día en el que me desper-
cannot explain it nowadays yet and that is a
té de una siesta diciendo «¡eureka!». Para ser
symptom proving that I have not understood
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 21

sinceros no dije nada, ni siquiera lo pensé. it completely, but these small advances repre-
Simplemente queda teatral en este párrafo, sent one more step towards the solution.
pero algo dentro de mí había comprendido,
My mother, manager for years has always
de repente, cómo funcionaba el mundo. En
told me that one can never answer with prob-
abstracto y en toda su complejidad. Por su-
lems but with solutions. This leads to strength-
puesto, aún hoy no lo puedo explicar y eso
en creativity and pay attention to details
es síntoma de que en realidad nunca lo he
which otherwise would be overlooked.
llegado a comprender del todo, pero esos
pequeños avances representan un paso más
hacia la solución.
2.2.3. Statistics
Mi madre, gestora desde hace años, siem-
pre me dijo que nunca hay que responder con One of my obsessions since I started to
problemas, sino con soluciones. Esto lleva a be interested in these topics has been per-
potenciar la creatividad y atender a detalles ception. I consider it as an essential aspect
que de otro modo pasarían desapercibidos. to understand how archaeological heritage
management works because the current idea
of archaeology in society founds the develop-
ment —or lack— of heritage policies.
2.2.3. Estadística
What some people consider petty, for me
Una de mis obsesiones desde que empe-
is primordial. I will defend the connection ar-
cé a interesarme por estos temas ha sido la
chaeology-society in its most absolute form. But
percepción. Me parece una cuestión esen-
I cannot do certain statements without data.
cial para comprender el funcionamiento de
la gestión del patrimonio arqueológico, ya The quantitative analysis of these subjects
que la idea de arqueología presente en la is highly complicated. I can infer a percent-
sociedad es la que fundamenta el desarrollo age of population that values heritage or visits
—o no— de políticas patrimoniales. Lo que archaeological sites as cultural habits’ statis-
a algunos les resulta baladí, para mí es esen- tics already do. Nevertheless, those data do
cial. En esta tesis defenderé la interconexión not take a close look into causes, reasons or
arqueología-sociedad en su forma más abso- values without being put into question. When
luta. Pero no puedo hacer determinadas afir- I carried out my first survey (Almansa 2006a)
maciones sin datos. I barely had a model to look at (Merriman
1991; Ramos y Duganne 2000).
El análisis cuantitativo de estos temas es
harto complicado. Puedo llegar a inferir un Both examples were good, but after ana-
porcentaje de población que valora el patri- lysing the results of my poll —the sample
monio o visita yacimientos arqueológicos, did not make it statistically representative—,
como ya hacen las estadísticas de hábitos doubts started to arise. How a society which
culturales. Sin embargo, esos datos no pro- so positively values archaeology can be so
fundizan en causas, razones o valores sin que disinterested to its management? Might have
deban ser puestos en cuestión. Cuando llevé we led the answers to what we look for?
a cabo mi primera encuesta (Almansa 2006a)
apenas tenía modelos en los que fijarme (Me- While writing these lines, I have to solve a
rriman 1991; Ramos y Duganne 2000). Am- small problem with my telephone company
bos ejemplos eran buenos, pero tras analizar which already lasts eight months. When end-
los resultados de mi sondeo —la muestra no ing the call, I think satisfactorily, I receive a
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
22 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

lo hacía estadísticamente representativo—, call: “Are you satisfied with the attention pro-
las dudas comenzaban a surgir. ¿Cómo es po- vided by the operator?” At this moment I can
sible que una sociedad que valora tan positi- only say ‘yes’ because she has been polite and
vamente la arqueología sea tan apática en su seemed to have done what her colleagues ha-
gestión? ¿Habremos conducido las respuestas ven’t in previous months. Therefore, 97% of
hacia lo que buscamos? their customers are satisfied with the custom-
er service. They will never do a survey to you
Mientras escribo estas líneas, tengo que
if there have been problems. Besides, many
solucionar un pequeño problema con mi
of those problems manifest again days after,
compañía de teléfono que dura ya ocho me-
when you realise that, despite good manners,
ses. Al terminar la llamada, creo que de forma
they have not been solved. If I ask someone
satisfactoria, me pasan una encuesta. «¿Está
whether he or she thinks that archaeology is
usted satisfecho con la atención recibida por
important, there is a high probability that the
el operador?». En ese momento sólo puedo
answer will be yes, simply due to empathy.
decir que sí, porque ha sido educada y pa-
Especially, if that person has never had prob-
rece haber hecho lo que sus compañeros no
lems with our profession. Similarly, a context
han hecho en estos meses. Por eso, un 97%
where the answer is manipulated towards the
de sus clientes están satisfechos con el ser-
answer ‘no’ may be achieved2.
vicio de atención al cliente. Nunca te pasan
la encuesta cuando ha habido problemas y If I had featured funding, this thesis would
además, muchos de esos problemas se ma- present the results of a big national survey
nifiestan de nuevo días después cuando te on perception of archaeology and another
das cuenta de que pese a las buenas pala- international survey on perception of man-
bras no han sido resueltos. Si yo pregunto agement —to professionals. Unfortunately,
a una persona si cree que la arqueología es this has not been possible. Hence, some sec-
importante, hay una alta probabilidad de que tions will show the results of small polls and
responda que sí, simplemente por empatía. studies which I have been carrying out during
Especialmente si nunca ha tenido problemas these years within the context of activities and
con nuestra profesión. Del mismo modo, se projects.
puede conseguir un contexto en el que la res-
The results of these studies cannot be ex-
puesta sea manipulada hacia el no1.
trapolated to anything since they have not
Si hubiera gozado de financiación, esta been designed for that purpose. In some cas-
tesis presentaría los resultados de una gran es I have had a representative sample —the
encuesta nacional sobre percepción de la ar- total population in the context of closed ac-
queología y otra gran encuesta internacional tivities. In other cases, it has not been that
sobre percepción de la gestión —a profesio- good. Even in one of the cases, my sample
nales. Desgraciadamente, eso no ha sido po- has failed and I only have the results of the
sible. Por ello, algunos apartados aportarán first stage of the study and less of the second
los resultados de pequeños sondeos y estu- stage. But if I cannot be completely content
dios que he ido haciendo durante estos años with the quantitative data of these studies,
en el contexto de actividades y proyectos. my main interest focuses on a battery of open

1 El «fracking» o fractura hidráulica, es uno de los conceptos 2 “Fracking” or hydraulic fracture is one of the new fashionable
de moda en el último año. Se trata de una técnica de ingeniería concepts since last year. It is an engineering technique very
muy agresiva y contaminante para extraer gas natural. Este aggressive and polluting to extract natural gas. This video
video que se posiciona en la polémica en México, es un defines its position in the controversy in Mexico. It is an
ejemplo de cómo utilizar la ironía para orientar una opinión: example of how to use irony to drive an opinion: https://youtu.
https://youtu.be/52tL1anheq8 be/52tL1anheq8
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 23

Los resultados de estos estudios no pue- questions which I have repeated since the first
den extrapolarse a nada, ya que no han sido models, and have been showing me some
diseñados para ello. En algunos casos, he interesting details. When you ask people to
contado con una muestra representativa —el mark a definition out of three possibilities the
total de la población en el contexto de ac- answers can be really positive. To identify the
tividades cerradas. En otros casos, no lo ha most correct of all —as in an exam to get your
sido. Incluso en uno, mi muestra ha fallado y drive license— is relatively easy. When you
sólo cuento con los resultados de la primera ask people to define, things change. When an
fase del estudio y menos de la mitad de la se- important part of your sample answers similar
gunda. Pero si no puedo estar especialmente things, a trend is being emerging.
contento con los datos cuantitativos de estos
So, the qualitative section of my surveys
estudios, mi principal interés se centra en una
results of great importance and interest to
batería de preguntas abiertas que he repeti-
me, because it shows the most honest side
do desde los primeros modelos y que me han
of the respondent. Both through drawings
ido mostrando algunos detalles de interés.
and words, more things are expressed than
Cuando pides que la gente marque una defi-
through a closed and well-codified survey
nición de tres posibles, las respuestas pueden
could identify —unless the latter would be
ser muy positivas. Identificar la más acertada
excessively exhaustive. Anyway, it is a pos-
de todas —como en el examen del carné de
sible strategy because it consists of a small
conducir— es relativamente sencillo. Cuan-
number of answers which can be analysed
do pides que la gente defina, la historia cam-
and codified manually without further prob-
bia. Cuando una amplia parte de tu muestra
lems. In designing the surveys I have taken
contesta cosas muy similares, se va marcando
classical works into account (Arkin y Colton
una tendencia.
1962; Fink 1995), although, as I have pointed
Así, el apartado cualitativo de mis encues- out previously, apart from pre- and post-ac-
tas me resulta de gran importancia e interés, tivity’s assessments —when I did have a com-
porque deja ver el lado más sincero del en- plete sample— I could not do any statistically
cuestado. Tanto en dibujos como en palabras, representative survey.
se expresan cosas que una encuesta cerrada y
I have designed two types of surveys
bien codificada no podría identificar —salvo
through this time, with common questions,
que fuera excesivamente exhaustiva. En cual-
but adapted to the objectives of each of them.
quier caso se trata de una estrategia posible al
On one hand, in-person surveys which were
contar con un número reducido de respues-
done within the context of school activities
tas, que se pueden analizar y codificar ma-
or with adults. On the other hand, online sur-
nualmente sin demasiados problemas.
veys through my social networks in an open
En el diseño de las encuestas he tenido en way, but also oriented to specific projects and
cuenta trabajos clásicos del campo (Arkin y audiences. One common question to both
Colton 1962; Fink 1995), aunque, como ya types is: “what is archaeology?” It is the most
he apuntado, salvo en los casos de evaluacio- complex and simplest of all questions, which
nes pre y post actividad —en las que contaba is accompanied by a drawing in in-person
con la muestra completa; la clase—, no he surveys. It is an open question that helps me
podido llevar a cabo ninguna encuesta con identify shades, but also contrast later answers.
una muestra significativa. Whether as an open or closed question, the
other common question is that of concepts;
En este tiempo he diseñado dos tipos de
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
24 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

encuestas, con algunas preguntas comunes, words which are associated with archaeology
pero adaptadas a los objetivos de cada una de and help to understand the definitions a little
ellas. Por un lado, las presenciales, que reali- bit better. Since I provide a list of words and
zaba en el contexto de actividades escolares ask to choose three, the results must have a
o con adultos. Por otro lado, las encuestas en reason why. Finally, the third common ques-
línea, a través de mis redes sociales de forma tion to all surveys is related with the value
abierta, pero también orientadas a proyectos of archaeology. When doing my first survey
y públicos concretos. Una pregunta común a during the course 2004-2005, only two out
todas es: «¿Qué es la arqueología?». La más of one hundred fifty respondents valued ar-
sencilla y compleja que en las encuestas pre- chaeology negatively (Almansa 2006: 14). In-
senciales va acompañada de un dibujo. Se terestingly, both cases had answered previous
trata de una pregunta abierta que me ayuda a questions quite correctly —as far as I can see
notar matices, pero también a contrastar otras it. The question was open: “Do you think that
respuestas posteriores. Ya sea como pregun- archaeological work offers any benefit to so-
ta abierta o cerrada, otra cuestión común es ciety?” For example, a twenty-eight-year-old
la de los conceptos. Palabras que se asocian doctorate student answered that “I think that
con la arqueología y que ayudan a entender archaeology offers a clear cultural benefit, but
un poco mejor las definiciones. Porque si it seems to me that it does not have a benefit
doy a elegir tres palabras de una larga lista, for society as other sciences such medicine,
los resultados deben tener una razón. Por úl- biology, chemistry… do”.
timo, la tercera pregunta común a todas las
Comparisons are never good, but this an-
encuestas tiene que ver con el valor de la ar-
swer let me reconsider the need for assess-
queología. Al hacer mi primera encuesta du-
ing the perception on social value in greater
rante el curso 2004-2005, sólo dos de ciento
depth. Anyway, this highlighted that simple
cincuenta encuestados valoraron de forma
“Yes/no” or “Assess from 1 to…” answers
negativa la arqueología (Almansa 2006: 14).
were not enough to understand this aspect.
Curiosamente, ambos casos habían respon-
Some way I might be shooting myself in the
dido de forma bastante acertada —desde mi
foot in this point. Not in terms of this thesis
punto de vista— a otras cuestiones previas.
but regarding a marketing strategy. One cod-
La pregunta era abierta: «¿Le parece que el
ified answer without exploring further would
trabajo arqueológico ofrece algún beneficio
indicate that people values archaeology very
para la sociedad?». A la que, por ejemplo, un
positively. Why consider anything else? Any-
doctorando de 28 años contestó: «Creo que
way, this section is supposedly about meth-
la arqueología ofrece un evidente beneficio
odology and this short story tried to justify the
cultural, pero no me parece que tenga un be-
design of my polls.
neficio para la sociedad como pueden tener
otras ciencias como medicina, biología, quí-
mica…».
2.2.4. Documentation
Las comparaciones nunca son buenas,
pero esta respuesta me hizo plantearme la One of the main aspects when doing a re-
necesidad de evaluar la percepción de valor search work —especially one of this calibre—
social en mayor profundidad. En cualquier is that of documentation. After ten years im-
caso, esto ponía de manifiesto que un «Sí/ mersed in the topic, there are still things ap-
No», o un «Valore del 1 al…», no eran sufi- pearing and I have not found many of them.
cientes para comprender esto. Puede que en At the beginning I had the opportunity to ask
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 25

cierto modo tire piedras contra mi propio te- for a great number of books for the library,
jado en este punto. No de cara a la tesis, pero but also to buy some of them for my own.
sí como estrategia de mercado. Una respues- By 2006 I had already gathered and read
ta codificada sin mirar más allá nos indicaría everything I had at hand —in terms both eco-
que la gente valora de forma muy positiva la nomically and physically— in Spain. Hence,
arqueología. ¿Para qué buscar algo más? De my “stay” in London was fruitful. In spite of
todos modos, este apartado se supone que doing a master’s degree, my main goal was
trata de metodología y esta pequeña anécdo- the library of the Institute of Archaeology at
ta lo que intenta es justificar el por qué del UCL. There I had the opportunity to access to
diseño de mis encuestas. books and journals I did not have in Spain. By
2008, I had compiled and read everything I
considered of interest at that time. Since then
2.2.4. Documentación it has been difficult to keep up with the publi-
cations on a topic constantly increasing, espe-
Uno de los aspectos fundamentales a la cially after the crisis and the heritage vogue.
hora de acometer un trabajo de investigación, But, besides, curiosity led me to identify other
especialmente de este calibre, es el de la do- works I had not previously considered. Now-
cumentación. Tras diez años sumergido en el adays, what I have not read is because I can-
tema, siguen apareciendo cosas y aún no he not access it, or its diffusion is insufficient. If I
encontrado muchas. Los primeros años tuve used it or not is a different issue.
la oportunidad de poder solicitar gran can-
tidad de libros para la biblioteca, así como This might be the moment to first crit-
de comprar algunos de ellos para la mía per- icise the academic publishing model by
sonal. Para 2006 ya había recopilado y leído which the access to science is getting in-
todo lo que tenía a mi alcance —físico y eco- creasingly more difficult —something I have
nómico— en España. Por eso, mi «estancia» already considered elsewhere (Almansa
en Londres fue fructífera. A pesar de hacer un 2015a: 145)— despite an Open Access that
máster, mi principal objetivo era la biblioteca complicates the access from the other side
del Instituto de Arqueología de UCL. Allí tuve with its policies of payment for publication.
la oportunidad de acceder a libros y revistas However, the experience as editor has led
que no tenía en España. Para 2008 había re- me get into some topics of interest through
copilado y leído todo lo que en ese momen- the journal AP: Online Journal in Public Ar-
to me pareció de interés. Desde entonces ha chaeology3 and books such as El futuro de la
sido difícil mantenerse al día en las publica- arqueología en España [The future of archae-
ciones de un tema en constante crecimiento, ology in Spain] España (Almansa 2011a) or
especialmente tras la crisis y la moda patri- Arqueología Pública en España [Public Ar-
monial. Pero, además, la curiosidad me llevó chaeology in Spain] (Almansa 2013a). With
a localizar otros trabajos que originalmente them, I have been able to document topics
no había atendido. Hoy, todo lo que no he of interest about perception on management
leído es porque no puedo acceder a ello, o su and our profession in the bibliography, but
difusión es insuficiente. Que lo haya utilizado also activities related to public archaeology
es otro tema. in our country. Similarly, conversations and
blogs were shaped following an academic
Puede que este sea el momento de hacer way, although only partially.
una primera crítica al modelo de publica-
ciones académicas por el que el acceso a la 3 I edit this journal with open format and without costs for
authors since 2010: www.arqueologiapublica.es
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
26 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

ciencia se hace cada vez más complicado — As I wrote at the beginning of this section,
algo que ya he tratado en otro lugar (Almansa this thesis sometimes becomes an experi-
2015a: 145)— a pesar de un Open Access que ential essay. Although El futuro de la arque-
dificulta el acceso desde el otro lado con sus ología en España had placed in the bibliogra-
políticas de cobro por publicación. Sin embar- phy some of them, I have been documenting
go, la experiencia como editor me ha permiti- many others over these years. I will try to not
do profundizar en algunos temas de interés a abuse them since they are part of the mythol-
través de la revista AP: Online Journal in Public ogy of Spanish archaeology, but as such, they
Archaeology2 y libros como El futuro de la ar- are useful to understand that perception on
queología en España (Almansa 2011b) o Ar- archaeological heritage management I am
queología Pública en España (Almansa 2013a). looking with effort.
Con ellos, he podido documentar en la biblio-
As to the most administrative part of this
grafía temas de interés sobre la percepción de
work, laws, decrees, reports and other texts
la gestión y la profesión, así como actividades
of the so-called grey literature are all part of
relacionadas con la arqueología pública en
the documentary support. Non-academic ev-
nuestro país. De este modo, conversaciones y
idence of the bureaucratic —and social— re-
blogs tomaban forma académica, aunque fue-
ality I am dealing with in this work.
ra de forma parcial.

Como escribía al comienzo de este pun-


to, en ocasiones esta tesis se convierte en un
ensayo experiencial. Si bien El futuro de la ar-
queología en España había colocado en la bi-
bliografía algunas de ellas, a lo largo de estos
años he documentado muchas otras. Intenta-
ré no abusar de ellas, dado que forman parte
de la mitología de la arqueología española,
pero como tales, son útiles para comprender
esa percepción de la gestión del patrimonio
arqueológico que busco con tanto ahínco.

De cara a la parte más administrativa de


este trabajo, leyes, decretos, informes y otros
textos de la llamada literatura gris, forman
también parte del apoyo documental. Prue-
bas no académicas de una realidad burocráti-
ca —y social— que trato en este trabajo.

2 Revista que edito en formato abierto y sin coste para los


autores desde 2010: www.arqueologiapublica.es
2. Cuestiones previas: Objetivos y metodología / Previous considerations: Objectives and Methodology 27

*** ***

Pero el momento más complicado de The most complicated moment above an-
todos es ese en el que me siento a escribir. ything else is, however, that of sitting down to
Horas muertas entre el trabajo que nunca ter- write. Long lost hours between work that nev-
mina; noches en vela; trenes y aviones; han er ends; sleepless nights; trains and planes,
sido los espacios en los que recuperar los have been the places where I retrieved my
cuadernos de notas, los cientos de pdf y los notebooks, thousands of pdfs and books.
libros. El contenido estaba en la cabeza, pero The content was inside my head, but I had
había que darle forma de una vez por todas. to shape it once and for all. I started to write
Comencé a escribir sistemáticamente el 2 de systematically the 2nd of February 2015 and
febrero de 2015 y esta tesis está acompañada this thesis is accompanied by a photo-diary
por un fotodiario en Instagram con el que na- in Instagram to narrate —photographically—
rro —fotográficamente— mi crónica de una my chronicle of an accidental writing.
accidentada escritura.
To write a PhD thesis without a grant is an
Hacer una tesis doctoral sin beca es una odyssey far greater. As Odysseus in his return
odisea aún mayor. Cual Odiseo en su vuelta from Troy, I have passed a ten-year journey
de Troya, yo he pasado diez años de viaje a la drifting, with my Cyclops and my marma-
deriva, con mi cíclope y mis sirenas. Espero lades. I hope to come through safely.
llegar a buen puerto.
by BANKSY
PARTE I
TEORÍA
.3.
TEORÍA CRÍTICA Y ARQUEOLOGÍA

«…la totalidad de la empresa arqueológica […] es función del presente social.


Pensar lo contrario es, en el mejor de los casos, engañarse a sí mismo. La
objetividad es la honestidad dentro del marco en el que uno se mueve».
(Wallerstein 1989: 16)

La idea de abordar la arqueología desde la Teoría Crítica no es novedosa. En los años


90 hubo ya experiencias que de un modo u otro se aproximaron a ella. Es más, si podemos
hablar de un marco teórico de partida para la arqueología pública, se trataría de Habermas.
Ahora bien, tanto la arqueología como la arqueología pública están en constante cambio
desde entonces y por ello uno de los objetivos de esta tesis doctoral pasa por replantear la
arqueología pública como una teoría crítica de la arqueología. Este capítulo ahondará con
una suerte de historiografía en la situación actual de esta empresa. Para un contexto más
profundo de lo que supuso la Escuela de Frankfurt y el desarrollo de la Teoría Crítica, puede
consultarse el Anexo 1.

3.1. Un artículo, una tesis

Era el año 2003, si no recuerdo mal, cuando en el contexto de una clase de Tendencias
Historiográficas Actuales con la profesora Almudena Hernando, tuvimos que leer el artículo
de Juan M. Vicent; Arqueología y Filosofía: la Teoría Critica (1991). Unos días después, él
mismo vendría a comentarlo y la sesión terminó con un largo debate en la cafetería. Por
aquel entonces, yo era tan vehemente como ahora y aunque no recuerdo bien los detalles
de esa conversación, lo cierto es que me ha llevado hasta aquí. Con los años, he tenido la
oportunidad de leer mucho —puede que no todo lo que debería— y cada vez que volvía sobre
este artículo, me he ido dando cuenta de que muchos de los avances teóricos en arqueología
desde los años ochenta del siglo pasado han sido fantasmas que ponían nombres pomposos a
la teoría marginal de mediados y finales del siglo pasado, convirtiéndose en modas pasajeras
que unos y otros citamos, sin pararnos a pensar que la base de todo ello es sencilla y antigua.

31
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
32 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 3. Tumba de Karl Marx en el cementerio de Highgate, Londres. Su epitafio representa la


decimoprimera tesis sobre Feuerbach, uno de los núcleos de la teoría marxista (cc Wikimedia).
3. Teoría Crítica y Arqueología 33

Existe una tendencia a complicar los discursos filosóficos, de tal manera que ideas que
podrían expresarse en unas pocas palabras terminan conformando libros. Cuando en 2007
visité la tumba de Karl Marx en Londres, su epitafio me hizo ver que esta tesis doctoral no
podía entrar en esa deriva. Si lo que buscaba era un marco para la acción, el debate debía ser
claro y orientado.

“The philosophers have only interpreted the world in various ways · The point however
is to change it” reza el epitafio, última de sus tesis sobre Feuerbach. Preguntar sobre las
posibilidades de la arqueología marxista para cambiar el mundo en un congreso en 2008 me
llevó a una airada discusión con Antonio Gilman. No decía nada nuevo, no pretendía nada
descabellado. Ya se había llegado a esa conclusión —en la arqueología marxista— hacía años
(McGuire 1992: 257-261), incluso en nuestro país (Fernández 2006; Falquina, Marín y Rolland
2006; Rolland 2006), pero parecía que aún había resistencia al cambio, incluso en un sector
que debería estar más abierto al mismo que ninguno. «Si quieres cambiar el mundo, métete
en una ONG […] la arqueología está para estudiar a las poblaciones del pasado a través de
sus restos materiales», fue una de las cosas que me contestó Gilman en esa discusión. La
condescendencia de sus palabras fue seguramente lo que más me molestó en ese momento
y perdí las formas. Unos meses antes había salido el libro de Randall McGuire, Archaeology
as political action (2008) que tuve en mis manos a los pocos días de su lanzamiento. Eso era
arqueología marxista, pero iba un paso más allá, como ya planteaba veinte años antes. Dos
años después aparecería un nuevo título; Archaeologists as activists (Stottman 2010), que no
planteaba nada descabelladamente nuevo, pero sentaba una base en la bibliografía. En este
libro, Patrice Jeppson y Barbara Little preguntaban y respondían a esto mismo con claridad:
“Is trying to save the world with archaeology what we want to be doing?” (Jeppson 2010: 63);
“Perhaps is the world of archaeology which needs to be changed in order to be saved” (Little
2010: 154-155). Para los que entendemos la arqueología como una actividad social en el
presente, parece evidente que salvar el mundo desde la arqueología queda fuera de nuestros
objetivos, aunque tenemos una voz más que pertinente en muchos de los temas que nos
preocupan hoy como ciudadanos.

La reivindicación de la figura del arqueólogo como intelectual tampoco es nueva (Hamilakis


1999a) y bebe de la extensa bibliografía sobre política y arqueología que comenzó a generarse
en los años ochenta (Gero, Lacey y Blakey 1983; Shanks y Tilley 1987a; Pinsky y Wylie 1989).
A pesar de todo, el debate sigue abierto y parece que no ha habido avances significativos
(Tarlow et al. 2013). Pero este movimiento no representa más que la inquietud en la que se
enmarca la arqueología pública como disciplina (ver capítulos 5 y 6) y, por ello, empezar esta
tesis doctoral con un marco de reflexión teórica para esta disciplina parece adecuado. No es
una tarea fácil. Tal vez tampoco una tarea necesaria. Sin embargo, lo que si parece pertinente
es hacer un pequeño viaje, casi historiográfico, a lo largo de movimientos teóricos que han
representado, o pueden representar, a la arqueología pública (ver capítulo 5).

Quince años después de Arqueología y Filosofía… Vicent imparte una ponencia marco
en Lanzarote que profundiza desde la misma perspectiva crítica en algunos de los aspectos
esenciales que se empiezan a esbozar a principios de los 90 y ya son una realidad palpable,
entre ellos el proceso de patrimonialización y la cadena de valores:
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
34 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

«El patrimonio cultural es la plasmación material de la idea básica de la ciudadanía


que está en la base de la constitución política de nuestras sociedades. Así, la
constitucionalización del patrimonio cultural es el reconocimiento del derecho
a la posesión colectiva de los elementos materiales, tangibles o intangibles, que
definen la identidad colectiva» (Vicent 2007: 337).

«Los bienes se convierten en Patrimonio gracias a una voluntad social, a un


verdadero acto de amor procedente de una institución, de un gobierno, de una
asociación o de una persona […] proponemos que se considere Patrimonio
Cultural, que se declare o se inventaríe como tal y que como tal se proteja, que
los mecanismos de gestión establecidos por nuestros gobiernos se pongan en
práctica con él o con ellos, para que las generaciones futuras puedan también
disfrutarlos. Para ello, los patrimonializamos» (Querol 2010: 13).

En estas dos citas se cuenta una historia que es la base de lo que considero debería ser el lugar
de reflexión de una Teoría para la gestión. Ambas hablan del concepto de «patrimonialización»
aunque sólo lo cite abiertamente Querol. Cualquier planteamiento que hagamos al respecto
debe salir de este punto, en tanto en cuanto representa la premisa sine qua non sobre la que
se sustentan todos los valores que nos permiten trabajar tanto en la gestión más administrativa
como en la investigación más pura. El cambio de paradigma —político/ideológico— que
se vive en Europa a lo largo del siglo XX, dentro de los procesos de democratización, es
fundamental para entender el dominio público del patrimonio institucionalizado, que no es ya
una herramienta puramente política para uso del Estado, sino un bien común y supuestamente
valorado por todos.

Esta premisa es la que normativiza la gestión, pero también la que naturaliza una serie de
valores que conformarán el sistema actual de gestión del patrimonio y, por ello, es necesario
entender cómo se producen estos procesos de interacción patrimonio-sociedad y, del mismo
modo, plantear una teoría —o un corpus teórico— que nos ayude a enfrentarnos a unas
dinámicas cambiantes y absolutamente subjetivas que están plenamente engranadas en la
sociedad actual.

Pero la ponencia de Vicent es si cabe más interesante aún cuando plantea el conflicto
científico/técnico que pone de manifiesto el propio concepto de «arqueología pública» (ver
capítulo 5 para profundizar):

«de la Arqueología pública se espera una práctica técnica, que permita la


materialización de los objetivos patrimoniales prefigurados en el marco jurídico,
tal como son interpretados (y esto es muy relevante) por la voluntad general,
expresada por los actores legítimos de las políticas del Estado en sus diferentes
instancias» (Vicent 2007: 337).

A pesar de ser una definición acertada del término, la simplificación de la arqueología


pública como técnica de gestión vacía de capacidad crítica o de todo objetivo científico es,
cuanto menos, criticable. Es cierto que la vertiente técnica de la disciplina nos lleva a cumplir
con una responsabilidad profesional legitimada en un contexto ideológico muy marcado (ver
capítulo 9). Sin embargo, no podemos reducir el concepto a una inercia de gestión, ni a una
3. Teoría Crítica y Arqueología 35

macabra estrategia inconsciente de sustento del mercado inmobiliario ultraliberalizado que


gobernó nuestro país en los últimos años previos a la crisis.

Vicent describe una «estrategia de apropiación del patrimonio arqueológico» (Vicent 2007:
341-2) que divide en conceptual y objetual. La primera reside en la disgregación de registro
y patrimonio como valores científico y monumental. La segunda, tiene que ver con el uso de
los bienes y su disgregación del contexto. En efecto, se trata de una realidad que todos hemos
vivido en los últimos años y que está muy relacionada con el desarrollo profesional de la
arqueología. Pero es precisamente la arqueología pública la que va a tratar de entender cómo
se producen estos procesos y cómo se pueden reconducir hacia un sistema compatible con
los valores originales de la investigación arqueológica y un concepto de patrimonio entendido
desde el consenso político, científico y social.

El final del artículo plantea una novedad importante con respecto al texto de 1991, que es
la integración de la arqueología aplicada y el programa de investigación del actual Incipit-
CSIC, de la mano de los trabajos de Felipe Criado (1996) y David Barreiro (2005). No cabe
duda que estos trabajos representan el análisis más actual y acertado de la situación para
ese momento pero, a pesar de un pretendido fondo teórico bien establecido, constituían una
práctica irreal difícilmente exportable al conjunto de España, ni tan siquiera de Galicia. La
irrupción del modelo en esta región supuso un cambio cualitativamente positivo en los trabajos
desarrollados (Criado 1993; 2005), pero a la vez una ruptura del modelo que supuso a su vez
un conflicto importante en el sector1. En un momento en el que el desarrollo empresarial
comenzaba a ser patente y la competencia por un mercado emergente se puso de manifiesto,
la oferta del equipo de Criado, que bien podría destacarse como excelente, configuró una
suerte de monopolio que generó rechazo entre la competencia. Entre las causas, la dificultad
para crear desde el ámbito privado una oferta de servicios similar a la que se planteaba desde
el ámbito público. Si bien podría haber sido un modelo exportable, la realidad del Estado
español en aquel momento no permitió hacerlo.

Por eso, en esta tesis me tengo que posicionar en una postura «posibilista» que plantee
propuestas compatibles con la realidad social, política y económica que vivimos. Sin renunciar
a la crítica, existe la posibilidad de fomentar una arqueología diferente, comprometida —
palabra que voy a comenzar a repetir con asiduidad— y también aplicada, aunque no desde
un punto de vista estrictamente pragmático.

En cualquier caso, desde ese momento han sucedido muchas cosas que iremos viendo a
lo largo del texto, pero que han puesto de manifiesto cómo cualquier perspectiva de cambio
ante el fracaso del modelo económico era una utopía similar a la marxiana ante la revolución
del proletariado. En aquel momento, la Escuela de Frankfurt pone el punto de partida a una
nueva crítica de izquierdas. Yo pondré con ellos el punto de partida a la reflexión teórica que
espero que nos ayude a enmarcar la arqueología pública como forma de entender el contexto
de la arqueología y como vía para la acción comprometida.

1 No hay constancia académica al respecto, pero se trata de un conflicto de sobra conocido que se puso de manifiesto en 2005
en el foro de la revista electrónica ArqueoWeb, de la que era editor en ese momento. El tono del debate subió hasta tal punto
que tuve que tomar la decisión de cerrar el foro para evitar que fuera a más. Las acusaciones que se vertían por parte de varios
comentadores, unos anónimos y otros no, eran de suma gravedad y deberían ser tratadas en otros ámbitos. Las acusaciones de
corrupción y mala praxis parecían reflejo de un resquemor profundo, seguramente situado más allá de lo profesional y que se ve
reflejado en la propia idiosincrasia del colectivo que analizaré más adelante.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
36 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

3.2. Arqueología pública y teoría crítica (una primera reflexión)

Aunque el capítulo 5 abordará una historiografía del concepto de arqueología pública,


conviene comenzar este apartado con una breve definición que nos ponga en situación:

«Si la arqueología trata de crear un conocimiento novedoso desde el estudio de


los restos materiales de sociedades pasadas, la Arqueología Pública estudia todas
las relaciones entre dicha arqueología y la sociedad contemporánea con el ánimo
de mejorar la coexistencia entre ambos y lograr un entendimiento generalizado
del valor y uso de la arqueología» (Almansa 2011a: 90).

Esta sería la traducción ajustada de la definición con la que abro la primera editorial de la
revista AP: Online Journal in Public Archaeology (Almansa 2010), donde intentaba reducir a
una frase lo que hasta ese momento era una enumeración de temas de interés. Enumeración
que alimentaba el debate sobre las diferencias entre Community y Public Archaeology que
siguen aún hoy sobre la mesa y sobre las que profundizaré más adelante. En la primera
formulación abierta de una realidad existente que hace Charles McGimsey III a principios de
los años 70, la «participación» parece el concepto central. Sin embargo, considero que deja
clara su postura al respecto:

“…by emphasizing this need for total involvement I would not want anyone to
gain the impression that I am suggesting that everybody should grab a shovel and
go out and dig. Involvement has many facets, an each individual has an obligation
to determine how he best can contribute and how his actions will affect the total
picture” (McGimsey 1972: 7).

Así pues, una llamada a la arqueología pública era una llamada a la participación, pero
el rol de los profesionales dedicados a la arqueología pública debería estar mejor definido.
Al contar como uno de los objetivos de la arqueología pública con el propio estudio de la
arqueología como disciplina y sus relaciones con la sociedad, parece legítimo entender que
la arqueología pública puede funcionar como una teoría crítica de la arqueología.

Este planteamiento sería el punto de partida para dotar de un sentido teórico a la propia
práctica de la arqueología pública, en tanto en cuanto el análisis crítico del contexto de
trabajo resulta esencial de cara a la toma de cualquier decisión. Un análisis crítico que afecta
al mismo tiempo a lo general (cuestionamiento de prácticas y discursos estructurales) y a lo
particular (en lo que afectaría a su aplicación práctica). Desde que se definiera en los años
70, la práctica se extendió notablemente y, seguramente, el primer acercamiento teórico vino
precisamente de este lado.

3.2.1. Annapolis y la primera aproximación a la Teoría Crítica desde la arqueología pública

Puede que uno de los proyectos de más impacto en la arqueología estadounidense de los 80
sea Archaeology in Annapolis. El proyecto, dirigido por Richard J. Dent, Mark P. Leone y Ann
E. Yentsch puede ser considerado como la primera aproximación práctica a la Teoría Crítica
desde la arqueología (pública). Pongo «pública» entre paréntesis porque al fin y al cabo lo
3. Teoría Crítica y Arqueología 37

que se practica en el proyecto es un amplio abanico de acciones antropológicas en el sentido


binfordiano del término (Binford 1962), pero al mismo tiempo una práctica arqueológica muy
cercana al ideal de la arqueología pública como teoría crítica que defenderé en esta tesis.

Siguiendo con una breve aproximación bibliográfica, con permiso de Alison Wylie
(1985), Toward a Critical Archaeology (Leone, Potter y Shackel 1987) es el primer texto de
impacto en la bibliografía internacional que aborda abiertamente la necesidad de hacer
una teoría crítica de la arqueología, orientada a la esfera más política de nuestro trabajo.
Lo hace a partir de la experiencia en Annapolis, pero bebe de otros trabajos previos que
en cierto modo habían bosquejado esta necesidad (principalmente Gero, Lacy y Blakey
1983; Lowenthal 1985 y la propia Wylie 1985), así como de multitud de trabajos previos del
propio equipo (i.e. Leone 1981a, b) y compañeros como Russell G. Handsman desde una
perspectiva comprometidamente marxista (i.e. Handsman 1981). Sobra decir, como apuntaba
en la introducción, que la semilla de estas aproximaciones se encuentra en la arqueología
histórica-contemporánea (Kohl 1981), que se convierte en un caldo de cultivo perfecto para
la arqueología pública por su cercanía al presente.

Pero volviendo al texto, éste plantea la necesidad de acercarse a la Teoría Crítica por dos
razones principales; la ideologización de las narrativas arqueológicas, y los conflictos sobre
propiedad y uso, que de un modo u otro ponen de manifiesto el impacto político, económico y
social que se da en arqueología: “We do suggest that a critical archaeology may produce more
reliable knowledge of the past by exploring the social and political contexts of its production”
(Leone, Potter y Shackel 1987: 285). Para ello, comienzan con una etnografía de Annapolis en
la que analizan el discurso histórico de la ciudad y el museo, así como su permeabilidad en la
comunidad. Elementos como la segregación racial, el turismo o la presencia de la academia
naval, subyacen en el día a día de la ciudad, pero también en su configuración histórica y las
narrativas que se ofrecen. A través del estudio de los platos recuperados en las excavaciones,
tratan de refutar el discurso oficial poniendo de manifiesto los cambios que se aprecian en
las dinámicas de consumo —usan como ejemplo las visitas a la excavación de la casa de
Thomas Hyde, pero llevan a cabo visitas similares en todas las excavaciones con un impacto
de público considerable. Entre las conclusiones de la experiencia, se podía distinguir cómo
había sido útil para reconfigurar el discurso oficial ofrecer una idea más completa de lo que
es la arqueología y de su relevancia en el presente. Al fin y al cabo, arqueología pública en
acción. Pero puede que lo más interesante del artículo sean los comentarios.

“From Leone, Potter, and Shackel’s paper I have learned much about both the
segmentation of people eating and the segmentation of food in courses and by
type, less about three social strata in Annapolis in the third quarter of the I8th
century, and nothing at all about the possibility of seeing a new order of behaviour
from the point of view of (noncritical) archaeology. The description of the handling
of visitors to open archaeological (?) sites is of great interest, but three lines about
types and plate diameters over time are not enough. I think that we are not far
from the period of gestation of a critical archaeology” (comentario de Grigoriev
al artículo, p. 295).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
38 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

He elegido como comienzo este comentario del ruso Grigoriev —que por cierto no cede
los derechos del párrafo a la revista— por lo sarcástico del texto. Una tónica negativa que
con mayor o menor corrección se repite a lo largo de las respuestas. Si bien algunos de los
autores como Hodder o Wylie plantean de forma constructiva la necesidad de profundizar en
su propia autoconciencia, otros como Durras y Bradley atacan directamente su parcialidad
subjetiva, tachando casi de inútil el texto. Entre los comentarios positivos, Paynter propone
profundizar en la definición de los agentes —tema que sigue hoy pendiente— y Gero plantea
la necesidad de extender estos planteamientos a la arqueología prehistórica como medio
para reinterpretar las relaciones de género. La propia Wylie hace tal vez la crítica más certera
al texto, poniendo de manifiesto la generalidad del mismo, que parece hablar más de una
arqueología crítica que de una Teoría crítica de la arqueología.

Es por ello, que si bien la relevancia de la práctica llega con Annapolis, tal vez sea necesario
reivindicar el texto de Wylie (1985) como un verdadero punto de partida teórico. No porque
plantee un marco alternativo, sino por su profundidad en el análisis desde el ámbito de la
filosofía. Para el momento de su redacción, a principios de los años 80, Leone y Handsman ya
habían esbozado las primeras líneas de una Teoría crítica de la arqueología en conferencias
y textos preliminares de alcance local (ver por ejemplo los textos citados de ambos en 1981).
La pregunta de partida sobre si la autoconciencia puede generar conocimiento histórico, será
el hilo conductor del texto de Wylie. Tras una primera aproximación a Conocimiento e Interés
de Habermas (1990), centrará la exposición de la crítica a la objetividad en el debate Popper-
Adorno (Adorno et al. 1973) planteando una doble vertiente en arqueología: por un lado, la
crítica al producto del conocimiento —como condicionado y al servicio del contexto social
y político— y por el otro la crítica al propio contexto social y político en el que se genera. El
primero, representado en la crítica de los patrones de asentamiento antiguos expresada por
Handsman —que pone de manifiesto como se extrapola la realidad actual al pasado— y en
la crítica de los discursos museísticos de Leone —que naturalizan las formas de organización
social y política actuales en línea con el interés práctico de Habermas. El segundo, más
complejo, representado por la intención de Leone de exponer las contradicciones inherentes
a la sociedad contemporánea desde los errores que se identifican en el discurso.

“Thus, it is understood that commitment to an emancipatory interest in research


does not imply that theory choice and theory evaluation must be treated as a
purely pragmatic, explicitly ideological matter or that it requires the development
of some new, unique methodology” (Wylie 1985: 142-3).

Desde el concepto de «subjetividad parcial» (Keat 1981), Wylie planteará que no todos los
intereses llevan a error y cómo los objetivos de la New Archaeology pueden alcanzarse desde
la autoconciencia, es decir, reevaluando de forma reflexiva el contexto en el que se genera el
conocimiento y poniendo de manifiesto los posibles fallos que puedan aparecer en él. Así, a
la pregunta original de si se puede crear conocimiento Wylie contesta que sí. El debate sigue
hoy activo en algunos ámbitos de la arqueología. Ahora bien, con respecto a la posibilidad de
una crítica social, queda en el aire el posible interés que tenga para cada investigador.

Ese era el caso de los encargados de Archaeology in Annapolis y así volvemos a la capital
de Maryland con un trabajo de relevancia para la arqueología pública. Archaeology in Public
fue el proyecto desarrollado por Parker Potter en el contexto del proyecto general. En él, no
3. Teoría Crítica y Arqueología 39

solo llevó a cabo una evaluación crítica de los discursos oficiales en la capital de Maryland,
sino también la coordinación de un programa de divulgación de los trabajos que ponía de
manifiesto los resultados (críticos) del proyecto. Como veremos más adelante, para muchos
el concepto de «arqueología pública» se ceñiría a este proyecto en concreto, pero el propio
Potter le dará una dimensión mayor al entenderlo como parte irrenunciable del proyecto
general. Así, en Public Archaeology in Annapolis (Potter 1994), pondrá de manifiesto el uso de
la historia para generar una identidad crítica de la ciudad, tratará de reconectar patrimonio y
comunidad, desarrollará nuevas estrategias de gestión que apoyen esta agenda, e incluso una
arqueología de las «visitas y el tránsito» que cobre relevancia para la ciudad contemporánea.
Una orientación de los objetivos del trabajo que muestra formas de llevar a cabo, no sólo una
gestión sino también una arqueología diferente. De este modo, con la irrupción de la Teoría
Crítica en la arqueología (pública), nos encontraremos ante el primer giro en la definición de
la disciplina, que comenzará a cobrar un carácter político más profundo.

Para Potter (1994: 26 y ss.), son cuatro los aspectos destacables de la Teoría Crítica que nos
sirven para enmarcar la relevancia de la arqueología en la sociedad contemporánea:

1. El interés por el particular: que plantea una arqueología relevante para las comunidades
en las que se lleva a cabo, por encima de una arqueología basada en categorías
conceptuales que alienan ese valor y lo hacen propio del colectivo científico.

2. La autoconciencia: en tanto en cuanto objeto y sujeto se conforman el uno al otro,


conscientes del peso de su contexto político-social en la interpretación. Pero, lo que es
más relevante para la arqueología pública, como una forma de prevenir la reproducción
de un sistema a través del conocimiento del mismo —o de nuestra integración en él.

3. El antipositivismo: consecuencia de esta autoconciencia y que abre la puerta a la crítica


de los discursos establecidos, con una oposición reflexiva que ponga de manifiesto sus
flaquezas y proponga alternativas.

4. La relación teoría-práctica: como base para la transformación social a través de esas


alternativas al discurso. Esta última es la que profundizará para el caso concreto del
estado de Maryland.

“When this happens [el foco en lo general], any particular archaeology is relevant
to discourses within the discipline, but not necessarily to the community that
constitutes its context. Nonidentity thinking is a conceptual tool that can guide an
archaeological practice that is conscious of the context in which it takes place”
(Potter 1994: 28).

Pero para Potter, otro de los aspectos esenciales en este camino a la acción será el de la
recursividad de la cultura material como herramienta para enseñar otras formas de pensamiento
o comportamiento (Potter 1992). Siguiendo el carácter recursivo de la cultura material que
ya plantearan Rubin (1973), Tilley (1984) o Hodder (1986), utilizará la Teoría Crítica como
marco para reinterpretar el registro y divulgarlo con un claro objetivo emancipador. Si un
plato era recursivo en el siglo XVIII, podía seguir siéndolo hoy en el marco de una exposición.
Interesante sin embargo es una de las preguntas que quedan en el aire, ¿cómo se puede hacer
una crítica al capitalismo rodeados de capitalismo incluso en los propios fundamentos de la
práctica arqueológica? Sigue quedando mucho trabajo en este sentido.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
40 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Al otro lado del Atlántico, Michael Shanks y Christopher Tilley publicaban dos libros de
referencia (Shanks y Tilley 1987a y b) en los que la Teoría Crítica no pasaba desapercibida.
Sin embargo, más allá de otras críticas a los textos (en contexto, Kristiansen 1988 hace una
reseña de ambos libros muy aguda), aunque se recuperan algunos objetivos originales, e
incluso se mencionan los textos de la Escuela de Frankfurt, nos encontramos más ante una
arqueología crítica, consciente de su impacto político y social, lo cual en cualquier caso no
es baladí en un momento como el que se publican los libros, sin duda revolucionarios para
Europa. En esta línea continuarán por ejemplo Leone (1995) y Handsman (Handsman y Leone
1989), poniendo de manifiesto que lo que podía ser una Teoría crítica de la arqueología se
comenzaba a convertir en una arqueología crítica desconectada de su base epistemológica.
Pero ya unos años antes había abierto una nueva línea en relación con la arqueología en el
contexto de la sociedad democrática, en relación con los últimos trabajos de Habermas que
acababan de llegar a Estados Unidos (Leone y Preucel 1992).

3.2.2. Profundizando en Habermas 1: la Teoría de la Acción Comunicativa

Leone y Preucel (1992) aprovechan la aprobación de la NAGPRA2 para plantear la relación


comunicativa existente entre los diferentes actores que intervienen en la gestión de los restos
indígenas. Proponen utilizar la TAC para analizar el contexto en el que tienen lugar las
negociaciones sobre el pasado y avanzar sobre el proceso tradicional de argumentación —y
comunicación— del método científico. “Is there a descriptive scheme that will allow us to
expand in the conventional way we conduct our business so that we can be public and political
and still remain rational?” (Leone y Preucel 1992: 119). Como punto de partida plantean la
dicotomía entre el discurso científico, como representante del pensamiento Occidental, o el
sistema, y el pensamiento no-Occidental de los pueblos indígenas como ejemplo de mundo
de la vida. Reclaman una verdadera comprensión de esta premisa como forma de evitar el
conflicto inherente a nuestro contacto. Sin demasiadas pretensiones, proponen como salida
un marco interesante a partir de las estrategias de planeamiento desde la acción comunicativa
de Forrester3 (1980: 282, table 3):

“1. educate ourselves about the social context in which archaeology is practiced.
2. participate in public debate and discussions about archaeology, rather than
depend upon the authority of the written word.
3. acknowledge the existence of competing interests concerning archaeology in
producing knowledge about the past.
4. encourage local community involvement in archaeology.
5. organize regular channels of communication and dialogue between interest
groups and professional archaeologists, and
6. develop skills to work with interest groups so as to anticipate and address areas
of conflict in archaeology, rather than rely upon the expertise of professional
negotiators” (Leone y Preucel 1992: 130-1).
2 La famosa NAGPRA —Native American Grave Protection and Repatriation Act (P.L. 101-601)—, aprobada en noviembre de
1990, regulaba la devolución de restos humanos y artefactos recuperados en proyectos con financiación federal a descendientes
directos o tribus relacionadas con ellos, así como la propia gestión de las nuevas intervenciones en suelo federal o derivadas de
proyectos con financiación federal.
3 Cito este trabajo, anterior al que ellos citan (Forrester 1988), por una cuestión de accesibilidad, a sabiendas de que se trata de
un texto muy similar.
3. Teoría Crítica y Arqueología 41

Esta lista de propuestas se parece a la que planteo como Decálogo desde la arqueología
pública (Almansa 2011a), y como en mi caso, el análisis, incluso veinticinco años después, es
similar. Por separado, muchas de las propuestas no son hoy, ni fueron entonces, novedosas.
Sin embargo, aún se echa en falta un programa completo y bien articulado que lo aplique
todo. Pero ahora me gustaría aprovechar este momento para profundizar en el pensamiento
de Habermas.

En el Anexo 1 ofrezco una primera aproximación al pensador alemán sin demasiados


detalles, pero con una premisa clara: su obra cumbre, la Teoría de la acción comunicativa,
pondrá en consonancia muchos de sus textos anteriores, cobrando un sentido de conjunto
para el análisis social que pocas teorías habían alcanzado hasta la fecha. Los objetivos de la
TAC no eran baladí:

-- Desarrollar un concepto de racionalidad capaz de emanciparse de los supuestos


subjetivistas e individualistas que han atenazado la filosofía y teoría social modernas.

-- Construir un concepto de sociedad en dos niveles que integre los paradigmas de sistema
y mundo de la vida.

-- Elaborar una teoría crítica de la modernidad que ilumine sus deficiencias y patologías
y sugiera nuevas vías de reconstrucción del proyecto ilustrado en vez de propugnar su
definitivo abandono.

Para ello, expuso en dos volúmenes (Habermas 2008a y 2008b) un corpus teórico potente
sobre el que profundizó en otras obras hasta su jubilación (entre otros, Habermas 1997;
2002; 2008d; 2008e), momento en el que tomó un nuevo rol como intelectual y abandonó
parcialmente la filosofía para centrarse en la reflexión política contemporánea —si es que eso
significaba abandonar nada.

Resumir la obra de Habermas en unas pocas páginas es una tarea harto complicada
que está lejos de mis objetivos en este punto. Por eso, más que analizar la TAC y otros
trabajos del filósofo alemán, trataré de articular un discurso basado en sus textos que guarde
relación con la temática que nos ocupa en esta tesis doctoral. ¿Cuál? Básicamente la función
de la arqueología como ciencia y técnica en una sociedad moderna politizada, donde
la opinión pública juega un papel central en los procesos de decisión, a pesar de estar
claramente subordinados a normas e intereses ajenos —parcialmente— a dicha sociedad. O
dicho de otro modo, comprender el marco de acción en el que nos debemos mover como
profesionales.

«El proceso de traducción entre la ciencia y la política está referido en última


instancia a la opinión pública. Esta relación no le viene impuesta desde fuera;
por ejemplo, por las normas vigentes de una constitución; sino que es más bien
resultado inmanente de los requisitos de la confrontación entre saber y poder
técnicos y una autocomprensión dependiente de la tradición, desde cuyo
horizonte las necesidades son interpretadas como fines y los fines, hipostasiados
en forma de valores» (Habermas 1984: 149).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
42 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En este sentido, el patrimonio arqueológico es el sujeto en un proceso en el que los


profesionales (ciencia) debemos comunicarnos con la Administración (política) para reclamar
la necesidad (pública) de nuestro trabajo. En nuestro caso, como podemos ver en el capítulo 9,
existe una imposición externa basada en la Ley, pero la Ley es reflejo de un proceso histórico
más complejo en el que la necesidad de conocer el pasado se tradujo en fin, generando
un nuevo valor de interés y respeto por el patrimonio generado. Este proceso es realmente
mucho más complejo en su formación, en tanto en cuanto el fin original de las primeras
intervenciones proto-arqueológicas era localizar restos bellos, valiosos o útiles que, con el
tiempo, aportaron algo más que placer a la vista, o lucro. Ese fin se ha convertido igualmente
en valor, representando uno de los pilares del patrimonio arqueológico como arte, que está
presente en buena parte de las colecciones internacionales.

Así, la opinión pública —esa sociedad tan heterogénea que poco a poco iremos
desgranando— obedece a unos valores heredados y legitimados por la norma, por los que la
protección y disfrute del patrimonio se convierten en fin social, es más, en fin común tras la
constitucionalización del valor social del patrimonio en el nuevo contexto democrático de
España. La política, una vez legitimado el proceso, debe administrar ese patrimonio con ayuda
de la ciencia, entrando los profesionales de la arqueología y el patrimonio a formar parte del
círculo. Curiosamente, y como primera crítica al modelo, los canales de comunicación entre
ciencia, política y opinión pública, han estado interferidos por una realidad sociopolítica en
la que la opinión pública ha sido víctima de otros factores.

«Una acción comunicativa orientada al entendimiento exige sin duda una


comunicación en que se transmita sentido; pero esa comunicación es por su parte
un importante mecanismo de socialización» (Habermas 1988: 454).

Una de las premisas de la TAC establece que la acción comunicativa válida está orientada
al entendimiento. Parece obvio y con las reservas que iremos viendo a lo largo de este
apartado, lo es. Lo que me interesa plantear en esta segunda cita es el establecimiento de
un mecanismo de socialización a través de la comunicación. Algo igualmente obvio, pero
que sustenta la base de la Teoría crítica de la sociedad de Habermas, en contra de otros
modelos. Una norma básica de la vida en sociedad es la comunicación. Una de las causas de
la tradicional desconexión entre arqueología y sociedad ha sido, precisamente, la ausencia de
comunicación. En primer lugar por dejación de funciones. No había intención de comunicar
y, por tanto, no había lugar al entendimiento ni a la socialización. Por otro lado, cuando
hubo intención, la comunicación no estaba orientada al entendimiento, sino que utilizaba
un código propio —lenguaje técnico— o un objetivo unidireccional —el interés propio;
pretensión de validez.

«Una teoría de la sociedad planteada en términos de comunicación, como la que


he bosquejado, parte del supuesto básico de que la comunicación en el lenguaje
ordinario genera pretensiones de validez de este tipo, de que, por tanto, todas
las pretensiones ingenuas de validez de las opiniones y acciones descansan en
su susceptibilidad de crítica y de que, por consiguiente, han de ser inmunizadas
contra la crítica mediante dispositivos especiales cuando se quiere conservar el
reconocimiento de su validez aun sin la posibilidad de someter esa validez a un
examen de discurso» (Habermas 1988: 370).
3. Teoría Crítica y Arqueología 43

Una de las críticas que se puede hacer originalmente a la TAC era que presuponía una
comunicación directa, sin tapujos ni dobles sentidos o intenciones ocultas. Cuando un sujeto
decía «A», sólo quería decir «A». Como modelo ideal de comunicación, funcionaría a la
perfección, pero la realidad nos transporta a un mundo mucho más complejo en el que la
comunicación no siempre es objetiva —entendiendo esto como A=A— sino que comporta una
serie infinita de posibilidades que enriquecen el espacio comunicativo enormemente. Por eso,
al trasladar la TAC al ámbito social nos encontramos ante este concepto de las «pretensiones
de validez» por las que un sujeto dice «A», pero la capacidad crítica del receptor puede
interpretar otras cosas. Así surgen esos «dispositivos especiales» que plantea Habermas en
su crítica de la Teoría Sistémica de la Sociedad de Luhmann (1983), que no son más que
medidas coercitivas como el criterio de autoridad. Una de las barreras a la comunicación
entre arqueología y sociedad es precisamente esa: la pretensión de validez inmunizada por el
criterio de autoridad del profesional. Y es una barrera a la comunicación porque convierte el
mensaje en unidireccional. Pero la fijación por el lenguaje y la comunicación aporta igualmente
un toque de continuidad a la «insociable sociabilidad» de Kant, el «trabajo antisocialmente
social» de Marx y el «conflicto en la economía de la libido» de Freud:

«La idea de que la socialización sólo se logra de una forma deficiente aparece
expresada, en esa misma concepción habermasiana, en el hecho de que toda la
historia de la humanidad hasta el momento presente puede ser reconstruida desde
el punto de vista de las instituciones sociales y de las estructuras normativas,
como una serie de diálogos sistemáticamente rotos» (Ureña 2008: 169-70).

Esos diálogos rotos plantean la descomposición constante del entramado social como
elemento de crisis. Partiendo de la base de que, para Habermas, somos personas en
tanto en cuanto utilizamos el lenguaje para comunicarnos, este fallo en el sistema es una
preocupación patente que requiere un profundo análisis. Pese a que desde Kant se defiende
una moral a priori, es un hecho que los actores no actúan por buenas razones, haciéndolo
normalmente por interés propio aunque se refugien tras una excusa moral (Habermas
2002). Por ello, la TAC representó el corpus desde el que comprender las dinámicas de
comunicación social y su integración en esa Teoría crítica de la sociedad en la que empezó
a bosquejar su pensamiento.

La forma de escribir de Habermas es cíclica, lo que en ocasiones hace difícil concretar


algunas de las ideas. Sin embargo, la argumentación es sólida y permite comprender el fondo
de las mismas. En la TAC, Habermas comienza analizando el concepto de «racionalidad»
como base de la comunicación. Para que algo sea racional, debe buscar un propósito y ser
susceptible de crítica. Sin embargo, «racional» no es sinónimo de «objetivo», del mismo
modo que «objetivo» no es sinónimo de «verdad».

«El mundo sólo cobra objetividad por el hecho de ser reconocido y considerado
como uno y el mismo mundo por una comunidad de sujetos capaces de lenguaje
y acción» (Habermas 2008a: 30).

Así, nuestra «verdad» se sustenta en el consenso subjetivo de un grupo de personas más o


menos racionales. Este concepto, ya asumido por la filosofía contemporánea, es esencial para
la argumentación del discurso, ya que la comunicación se desarrolla en un contexto en el que
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
44 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

los diferentes actores comparten unos estándares básicos. Sin comunicación no hay crítica,
sin crítica no hay consenso y, sin consenso no hay «verdad» —que criticar. En esta dinámica
de construcción de los discursos, podemos ver cómo se produce la dinámica de creación de
conocimiento científico. Un conocimiento que legitima el poder, pero que también puede
afectar a la opinión pública. Entonces, poder compartir unas normas de comunicación básicas
con diferentes esferas puede hacer que la comunicación llegue de forma eficaz —produciendo
los estados de cosas deseados.

Pero la pata más importante de una comunicación eficaz es la argumentación. Habermas


plantea varios tipos de argumentación, basados en formas y objetivos (ver Tabla 3). Con
este tema me gustaría hacer un inciso, porque como veremos en el capítulo 6, el ámbito de
la pseudoarqueología puede analizarse desde esta perspectiva, ya que la diferencia en los
estándares de racionalidad hace ininteligible el discurso. En cierto modo, esto es una máxima
que podríamos aplicar a la interpretación arqueológica por extensión, pero está igualmente
asumida desde la irrupción de las arqueologías críticas. El problema está, como siempre, en
que el marco de referencia a la hora de evaluar la «racionalidad» suele ser el nuestro.

Objeto de la argumentación
Manifestaciones o emisiones Pretensiones de validez
problemáticas controvertidas
Formas de argumentación

Verdad de las
Discurso teórico Cognitivo-instrumentales proposiciones; eficacia de
las acciones teleológicas

Rectitud de las normas de


Discurso práctico Práctico-morales
acción

Adecuación de los
Crítica estética Evaluativas
estándares de valor

Veracidad de las
Crítica terapéutica Expresivas manifestaciones o emisiones
expresivas

Inteligibilidad o corrección
Discurso explicativo - constructiva de los
productos simbólicos

Tabla 2. Tipos de argumentación (Habermas 2008a: 44).

Así llegamos, por fin, a la definición de Acción Comunicativa:

«interacción de al menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción (ya sea


con medios verbales o con medios extraverbales) que entablan una relación
interpersonal» (Habermas 2008a: 124)

«La expresión “acción comunicativa” designa aquellas interacciones sociales


para las cuales el uso del lenguaje orientado al entendimiento asume un papel de
coordinación de la acción» (Habermas 2002: 61)
3. Teoría Crítica y Arqueología 45

Utilizo dos definiciones para tratar de ofrecer una idea más clara de un concepto
aparentemente simple. Para que exista una acción comunicativa, deben cumplirse varias
premisas: 1) que haya al menos dos sujetos capaces de lenguaje y acción. 2) que puedan
utilizar algún tipo de lenguaje común —ya sea hablado o gestual. 3) que haya una voluntad de
entendimiento —que no tiene que ver con el resultado de la acción comunicativa. Por poner
dos ejemplos, imaginemos una perra —Pippa— mirándonos y ladrándonos insistentemente.
No compartimos su código de comunicación, pero por su parte existe una voluntad de
comunicación racional. Tiene hambre, tiene ganas de pasear o tiene que hacer sus necesidades
fisiológicas. Una de las tres opciones será correcta. Con el tiempo, después de convivir varios
días con ella, hemos llegado a un cierto marco de entendimiento por el que la miramos y le
decimos lo que su dueña nos ha enseñado: «Pippa, ¿paseo?»; «Pippa, ¿caquita?» Observando
su respuesta. En el otro ejemplo nos encontramos con Stephen Hawking. Un momento especial
en la vida de cualquier investigador. Sin embargo tenemos un problema. Su ordenador no
funciona. Él intenta comunicarse, pero su mirada no es suficiente para poder saber lo que
quiere decir. Seguramente por su cabeza pase «¡Joder! Ya se atascó otra vez el puto ordenador
y encima en público», pero nunca lo sabremos porque unos segundos después se lo lleva su
asistente. No he tenido la oportunidad ni de articular un «hola».

En el primer ejemplo, un ser racional —por supuesto la perra— intenta comunicarse


con un ser irracional como yo. Somos dos sujetos con capacidad de lenguaje y acción.
Sin embargo yo no entiendo su lenguaje y no tengo claro que ella entienda el mío. Existen
barreras para la comunicación, pero otra serie medios —extraverbales— nos ayudan a que se
dé una acción comunicativa satisfactoria. En el segundo ejemplo, me encuentro con un ser
mucho más racional todavía que Pippa. Para muchos, Stephen Hawking es una de las personas
más inteligentes de nuestra sociedad. Sin embargo, es un sujeto dependiente de elementos
externos para poder ser capaz de lenguaje o acción. Su enfermedad degenerativa ha afectado
completamente a sus capacidades y ni siquiera hay formas extraverbales de hacer que se
comunique conmigo cuando el ordenador falla. Con él, falla también la acción comunicativa
a pesar de la voluntad de entendimiento.

En su excurso sobre la intención del hablante, Habermas deja de lado cualquier tipo de
interés encubierto a favor de la propia estructura de la expresión lingüística, planteando una
nueva tipología de la acción social.

Grado de racionalidad
de la acción
Bajo Alto
Coordinación

Acción basada en una


Mediante tramas de Acción estratégica («acción
habituación mecánica
intereses gobernada por intereses»)
(«costumbre»)

Acción consensual basada Acción consensual de tipo


Mediante acuerdo
en la convención («acción postconvencional («acción
normativo
comunitaria») societaria»)

Tabla 3. Tipología alternativa de la acción social (Habermas 2008a: 365).


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
46 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En este punto, al volver sobre el mito y la tradición, Habermas hace un inciso para
hablar sobre el arte y el patrimonio cultural, como una forma de proseguir tradiciones,
sin más. Sin embargo, al exponer una somera teoría de la cultura de masas, sí aborda la
transformación del arte en un bien de consumo y el fetichismo por lo antiguo dentro de este
contexto de rememoración comercial. Como si el papel de la cultura como acervo de saber se
materializara en el arte y el patrimonio entrando a formar parte del entramado mercantilizado
del Capitalismo que rige nuestra sociedad. Es comprensible esta interpretación, aunque deja
de lado otros valores que tratamos de fomentar e inculcar como profesionales del patrimonio.
En cualquier caso, el análisis de los discursos políticos, e incluso académicos en el mundo
occidental, nos apunta en esa misma dirección. Esto entronca directamente con la idea de
legitimación del poder de la ciencia y de la técnica de sus primeras obras (Habermas 1984) y
con el paso al segundo volumen de la TAC en el que profundizará en la acción comunicativa
dentro del sistema social y sus medios de control.

«Llamo cultura al acervo de saber, en que los participantes en la comunicación,


se abastecen de interpretaciones para entenderse sobre algo en el mundo. Llamo
sociedad a las ordenaciones legítimas a través de las cuales, los participantes en
la interacción regulan sus pertenencias a grupos sociales, asegurando con ello la
solidaridad. Y por personalidad entiendo las competencias que convierten a un
sujeto en capaz de lenguaje y de acción, esto es, que lo capacitan para tomar
parte en procesos de entendimiento y para afirmar en ellos su propia identidad»
(Habermas 2008b: 196).

Con esta cita como punto de partida, volvemos sobre su Teoría crítica de la sociedad,
planteando la definición, o el germen de las relaciones de poder que se establecen en el sistema
social partiendo de la acción comunicativa. Habermas no entiende que la economía sea el
motivante primario en los mecanismos de diferenciación social entre unidades similares. Sin
embargo, si analizamos su sistema, en el que diferencia por un lado unidades de estructura
similar y diferenciada, según una coordinación a través del intercambio o el poder, el fin
último esconde igualmente un trasfondo económico —al menos en el contexto capitalista. La
estratificación que resulta de una estructura similar a través del poder no puede responder ya
a un sistema tradicional de prestigio, sino que debe ir unido igualmente a la diferenciación
ligada al dinero, que es el nuevo prestigio social. Esto marca la escala de valores que veíamos
antes reducida al consumo. De este modo, el acervo cultural como ente abstracto si que es
básico para la comunicación efectiva, pero su representación material quedaría reducida a
un producto secundario valorado a través del intercambio —y entendiendo el poder como
prestigio económico, o parte de ese intercambio. Así pues, el concepto de solidaridad se
reduce a la solidaridad entre iguales, siendo otros factores los que aseguran el funcionamiento
del entramado social, siempre movido por el interés.

«Sólo los ámbitos de acción que cumplen funciones económicas y políticas


pueden quedar efectivamente regulados por medios de control; estos medios
fracasan en los ámbitos de la reproducción cultural, de la integración social y de
la socialización” (Habermas 2008b: 457).
Componentes
Situación Valor Pretensión Criterios de Actitud del Fondos de Formas de
Valor real
estándar generalizado nominal racionalidad actor garantía institucionalización
Medio

Orientada al
Dinero Intercambio Utilidad Valor de cambio Rentabilidad Valor de uso Oro Propiedad y contrato
éxito

Emisión de Decisiones Eficacia Orientada al Realización de Medios de Organización de los


Poder Efectividad
mandatos vinculantes (soberanía) éxito fines colectivos coerción cargos

Declaraciones
dotadas de Tradiciones
Lealtad o autoridad Orientada al Fundamentación culturales y
Influencia Instrucción Asentimiento Jerarquías de prestigio
adhesión (manifestaciones, entendimiento de convicciones formas de vida
interpretaciones, sociales
dictámenes)

Exhortaciones Valores
Compromiso Llamamiento dotadas de Pattern Orientada al Justificación de internalizados,
Integridad Liderazgo moral
valorativo moral autoridad (crítica consistency entendimiento obligaciones sanciones
y aliento) internas

Compromiso Discursos Orientada al Realización de


Diálogo Construcción Sostenibilidad Consenso Indisciplina
social colaborativos entendimiento fines colectivos
3. Teoría Crítica y Arqueología

Tabla 4. Medios de control en el plano del sistema social (Habermas 2008b: 391).
47
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
48 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Si con la univocidad del lenguaje hacía la primera crítica a la filosofía de Habermas, esta
frase peca igualmente de inocencia. La reproducción cultural, la integración social, e incluso
la socialización, forman parte del entramado económico y político de la sociedad capitalista
contemporánea, más aún cuando hemos llegado a un liberalismo radical ya enquistado en las
instituciones a pesar de la alternancia política. En cualquier caso, lo que más me interesa de
esta tabla, además del mismo uso de la socialización como medio de control en arqueología
—que en cierto modo entroncaría con la crítica a la arqueología comunitaria en el ámbito
de la gestión—, es la posición del patrimonio cultural en esta tabla. No podemos ser tan
inocentes como para pensar que el patrimonio puede jugar fuera de estos medios de control,
si bien la ideología nos puede motivar a movernos más hacia unos u otros.

El análisis de los medios y los componentes, nos puede ayudar a comprender las
consecuencias de tomar partido por unas u otras formas de hacer arqueología y de hacer
patrimonio. Del mismo modo, nos puede ayudar a orientar esas formas de acción y a evitar
algunas de las consecuencias que traen consigo. En este camino, no podemos olvidar que
la arqueología es una técnica con ademán científico, lo que la coloca como un elemento
vertebrador de un sistema en el que la gestión del patrimonio juega igualmente un papel
político importante. En este sentido nos convertimos como profesión en una «cultura de
experto» aumentando la distancia con el gran público, cada vez más.

Uno de los aspectos por los que la arqueología pública encaja bien en el contexto de la
teoría crítica entra en juego con el cuestionamiento de este status quo por el que nuestra
«cultura de experto» pasa irremediablemente a convertirse en «cultura de masas» sin dar
opción a otras formas de comunicación no mercantilizadas donde los valores, pretensiones,
actividades, etc. cobren un nuevo sentido, crítico y comprometido socialmente, donde el
fracaso de los medios de control no signifique una ruptura del modelo, sino una redefinición
de las relaciones. De este modo, podríamos definir un quinto medio; Compromiso social.

Componentes del compromiso social:

Situación estándar: Diálogo. En el contexto de la nueva política, la toma de decisiones colegiada,


incluso asamblearia, está en el centro de las dinámicas de trabajo. Por ello, el diálogo representa
la situación base de este medio. Un diálogo fundado y crítico.

Valor generalizado: Construcción. Como consecuencia, se puede tratar de una de las formas más
efectivas y, por tanto, útiles de acción. No podemos olvidar que la construcción colectiva genera
igualmente el valor de integridad —sometida al diálogo de los actores— y también una mayor
influencia.

Pretensión nominal: Discursos colaborativos. La autoridad es colectiva y, por ende, no es preciso


que se convierta en un criterio. Así, el diálogo sometido a crítica se convierte en sí mismo en un
nuevo criterio de autoridad nacido del consenso. No se impone, sino que se construye.

Criterios de racionalidad: Sostenibilidad. Se trata de un término muy desgastado, pero que en su


definición básica nos habla de futuro, de estabilidad, de consistencia, de garantía, etc.
3. Teoría Crítica y Arqueología 49

Actividad del actor: Orientada al entendimiento. Como no podía ser de otro modo, la acción
comunicativa sucede en este ámbito con total garantía de éxito. El interés colectivo prima sobre
el interés personal.

Valor real: Realización de fines colectivos. Como una nueva forma de poder en la que el proceso
no se construye desde arriba o desde abajo, sino entre iguales. Aquí hay que reivindicar el
compromiso y el respeto como valores fundamentales.

Fondos de garantía: Consenso. Alcanzado el objetivo de comunicación y sometido a crítica,


el consenso permite avanzar en el desarrollo social como colectivos compactos dentro de la
heterogeneidad. Existe un peligro de homogeneización social, que deberá solventarse con la
crítica.

Formas de institucionalización: Indisciplina. Al igual que la homogeneización es un peligro, la


institucionalización representa la muerte del modelo, al perder su capacidad crítica real. Por eso,
la propuesta es indisciplina.

Tabla 5. «Compromiso social» como un nuevo medio de control.

Este medio utópico podría ser una propuesta para una realidad incipiente que aún estamos
por ver si funciona, pero es interesante porque de ella —o de algo parecido— beben muchos
de los movimientos sociales del presente, en respuesta precisamente a la hegemonía del
dinero y el poder, y el aparente fracaso de la influencia y el compromiso valorativo como
contraprestaciones a la injusticia de un sistema sin valores sociales. Sin embargo, no podemos
entender este nuevo medio como una realidad social contemporánea, sino como un objetivo
en el que el compromiso crítico es esencial para el éxito. Uno de los principales problemas que
se pueden identificar en el discurso actual de las plataformas surgidas de movimientos sociales
es su institucionalización, que contra todo pronóstico vuelve sobre los medios tradicionales
primando formas que nada tienen que ver con el compromiso social. De este modo podemos
volver, por ejemplo, sobre el hombre unidimensional de Marcuse y las medidas de control/
opresión del sistema desde posiciones aparentemente revolucionarias.

En este punto, es donde ha llegado la hora de introducir uno de los conceptos centrales
de Habermas, que será la puerta de entrada del filósofo alemán en la arqueología pública; el
concepto de «esfera pública».

3.2.3. Profundizando en Habermas 2: la Esfera Pública

“Given this apparently possitive effects of the public sphere, it could be argued that
the task of public archaeology should be to créate a democratic public sphere of
archaeology and encourage rational-critical debate therein” (Matsuda 2004: 70).

Partimos del concepto de «esfera pública» como lugar de encuentro entre la esfera privada
y la política (Habermas 1989), pero el desarrollo del concepto ha sido mucho mayor con
las críticas y aplicaciones que se van desarrollando con los años (especialmente en Calhoun
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
50 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

1992). Así, la multiplicidad de esferas nos remite igualmente a la multiplicidad de públicos,


que interrelacionados conforman esa esfera pública habermasiana. De este modo, no es
descabellado pensar en una esfera pública arqueológica como propone Matsuda, pero ¿cuál es
el objetivo más allá del debate? El concepto de «esfera pública» cobra sentido junto al concepto
de «opinión pública», que también desarrollará Habermas en su crítica al racionalismo burgués
(Habermas 1981). Éste surge como una herramienta de crítica y presión al Estado, en un
contexto en el que el peso democrático de la sociedad occidental ha generado nuevos espacios
de debate. «Público», así como sus derivados, puede significar muchas cosas y todos los matices
nos sirven. Realmente, para la estructura lingüística que defiende Habermas, esta polisemia es
un problema importante, pero los sentidos están claros: Público como Estado, Público como
Sociedad, Publicidad como acción pasiva e interacción activa.

Por supuesto, no se puede entender la esfera pública sin su opuesta, la esfera privada.
Con el concepto de «privado» tenemos el mismo problema, pero en este caso Habermas no
profundiza. Yo hablaré de privado como una extensión de la esfera íntima —a nivel de familia,
o el círculo más cercano al individuo— y de privado como institución no gubernamental
y, por tanto, no pública. Público y privado se encuentran en un espacio común, la esfera
pública. Ésta, como veíamos, surge originalmente como espacio de encuentro entre política
y sociedad, pero no deja de ser una arena común de diálogo crítico para todo lo que nos
propongamos.

Recapitulando, Habermas nos ofrece un ámbito de trabajo interesante en el que tenemos un


marco social plenamente desarrollado —en el contexto occidental— que se ha estructurado
en torno a estados capitalistas donde dinero y poder son los principales medios de control. La
ciencia —y la técnica— juega un papel legitimador importante como conocimiento experto
y la comunicación entre los diferentes ámbitos de la sociedad se dificulta. Sin embargo, la
sociedad ha generado herramientas de entendimiento; la acción comunicativa, que con una
voluntad clara de comunicación, nos sirve para desarrollar relaciones a diferentes niveles,
incluido el político a través del cuestionamiento crítico. Esta acción comunicativa se puede
llevar a cabo en diferentes esferas, pero la esfera pública nos permite compartir espacio
con nuevos actores, siendo además éste un espacio crítico de diálogo con influencia en las
decisiones políticas, ya que la opinión pública ha pasado a ser representativa en el contexto
socio-político. Por supuesto, existen también herramientas de control de la opinión pública,
en línea con los medios de control del sistema social, siendo ésta la dialéctica principal en la
nueva lucha de clases —o lucha de esferas— de la sociedad contemporánea.

La utilidad del modelo para Matsuda y los que hemos continuado con su propuesta,
pasa por crear el ambiente apropiado para la participación en arqueología. Sin embargo,
esa participación se ha centrado en la línea de la arqueología comunitaria, mientras que
desde mi perspectiva, y creo que la del propio Matsuda —no he tenido ocasión de discutirlo
con él aún—, este ambiente tenía más que ver con crear las condiciones idóneas para la
acción comunicativa, la crítica y la participación política. De este modo, la esfera pública
arqueológica no representaría sólo un punto de encuentro entre un público difuso y la
actividad arqueológica, sino un ambiente de interacción y acción con todas las esferas con las
que guardamos relación, dotando de sentido la definición académica de arqueología pública
que desarrollo en el capítulo 5.
3. Teoría Crítica y Arqueología 51

3.2.4. Un pequeño apunte sobre la Teoría del reconocimiento de Honneth y el colectivo


arqueológico

Como veremos, la arqueología pública se adentra en la propia condición sociológica de


la profesión arqueológica. Por ello, y por cerrar esta serie de apuntes sobre Teoría Crítica y
arqueología, me gustaría hacer una muy breve reflexión sobre la última aportación al cuerpo
teórico de Frankfurt: la Teoría del reconocimeinto de Honneth (1997).

Analizando la situación estructural del colectivo arqueológico, la desigualdad es


seguramente uno de los aspectos más destacables a diferentes niveles. A lo largo de los
próximos capítulos iré desentrañando algunas de las dinámicas de la arqueología, dentro
de la profesión —en una suerte de estructura de clase (Díaz del Río 2000; González 2012;
2013)— y fuera de ella —en una relación desigual con otros actores (Aitchison 2013; Guerra
2012)—, que nos llevan a sufrir una falta de reconocimiento constante como profesionales
—individuos— y como profesión —colectivo. De hecho, esta falta de reconocimiento es uno
de los principales motivos de conflicto en el ámbito de la arqueología y una de las principales
reivindicaciones del colectivo (Almansa 2011b).

Si tenemos en cuenta que uno de los objetivos de la arqueología pública pasa necesariamente
por una mejora de las condiciones de la profesión, profundizar en el trabajo de Honneth
puede ser un camino interesante de cara al futuro. En este momento, lo dejo planteado como
propuesta, si bien volveré sobre ello más adelante.

***

Al abordar esta primera exposición, estoy siguiendo el camino marcado por la historiografía.
Sin embargo, no es el único camino que se puede tomar y yo mismo caigo en el vicio, por un
lado, de focalizar demasiado el discurso en la Teoría de la Acción Comunicativa y, por otro,
de normativizar la propuesta partiendo de un propósito previo. Es decir, hago una arqueología
crítica más que una Teoría crítica de la arqueología. Es por ello que el próximo capítulo
entrañará un viaje por otras propuestas aplicables. Esta forma de argumentar el caso puede
contradecir la propia naturaleza de la Teoría Crítica, sin embargo, considero necesario abrir
el espacio a otras visiones que no son siempre incompatibles en la práctica. El objeto final
trata de plantear la arqueología pública como una Teoría crítica de la arqueología, pero esto
se trata solo de mi posición de partida y requiere aún de un largo recorrido no exento de
problemas en la propia aceptación de la propuesta.
.4.
¿OTRAS «TEORÍAS» PARA LA
ARQUEOLOGÍA PÚBLICA?

Uno de los objetivos de esta tesis doctoral es explorar la posibilidad de otros marcos
teóricos para la arqueología pública. Mis propios objetivos prácticos me llevan a utilizar la
Teoría crítica como marco, que en cualquier caso considero esencial como una filosofía en sí
de la disciplina. Sin embargo, a la hora de su práctica se abren nuevos escenarios en los que
otras aproximaciones pueden aportar aspectos interesantes. Además, la mayoría de edad que
parece estar alcanzando la disciplina ha abierto ya la puerta a muchos de ellos.

A lo largo de las próximas páginas comenzaré un pequeño viaje por otras aproximaciones
teóricas que pueden resultar de interés, pero que no son ni mucho menos las únicas a las que
nos podemos acercar.

4.1. Primera parada: «Utilidad»

Entre 2010 y 2011 acuñé un concepto que desde entonces ha marcado mi trabajo; «la
arqueología como excusa» (Almansa 2016a). Con él planteo que una de las labores de nuestro
trabajo debe ser la acción en el presente utilizando la arqueología —y el patrimonio por
norma general— como excusa. ¿Qué significa esto? Simplemente, ver más allá de la propia
arqueología.

Por norma general se sostiene que el valor principal de la arqueología reside en su dimensión
científica, como actividad creadora de conocimiento que tiene influencia en el presente. Un
valor derivado es precisamente el uso que se puede hacer de ese conocimiento en el presente.
En los últimos años, el valor económico ha sido determinante y, además, ha marcado el
devenir de la gestión patrimonial, orientando muchos esfuerzos a la creación de riqueza.
La crítica o la sostenibilidad quedan ahora en un segundo plano. El valor que planteo es
precisamente el de la utilidad social como absoluto. Un valor realmente indefinido, pero que
podemos aplicar a una infinidad de problemas y situaciones en el día a día de las personas.

53
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
54 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

No se trata de salvar a un pueblo de la pobreza generando dinero con el patrimonio, o


de inferir en la política con una fuerte carga identitaria, aunque ambas sean fórmulas que se
pueden llegar a utilizar también. Se trata de problemas a priori desconectados de la arqueología
o la gestión del patrimonio pero ante los que podemos intervenir como profesionales del
patrimonio. Sanidad, educación, conflicto…

Así nos sumergimos en dos conceptos problemáticos que aparecen con frecuencia a lo
largo del texto; utilidad y eficacia/eficiencia. Ambos criterios de validez de una Racionalidad
técnica que se pone constantemente en duda como elemento legitimador del sistema (Barreiro
2005: 165 y ss.). No cabe duda y ya hemos visto más atrás, que efectivamente existe una
legitimación científica del poder, pero no por una preeminencia de la racionalidad técnica,
sino por la absorción de la esfera pública-política de todos los intereses sociales, incluido
el científico. En cualquier caso, una tecnificación de la arqueología no está reñida con la
capacidad crítica de los técnicos, siempre que los objetivos científicos de la disciplina estén
sobre la mesa. El principal problema se presenta cuando el modelo de gestión dominante
no sustenta ninguna capacidad crítica y ha reducido al mínimo los objetivos científicos de
la profesión por cuestiones meramente ideológicas —que no dejan de ser consecuencias
sociológicas del devenir político, económico y cultural de Occidente.

Con esta afirmación me muevo hacia el Utilitarismo como concepto ético que nos ayuda
a entender por qué la Racionalidad técnica ha sucumbido al poder del Capital. Ya sea desde
la visión clásica de Mill; el mayor bien para el mayor número de personas. O desde la
versión utilitarista negativa de Pearce; el menor daño para el mayor número de personas. Esta
tendencia casi hedonista se ajusta muy bien a un sistema capitalista en el que se ha justificado
la felicidad a través del consumo —a pesar de ser una falacia (Easterlin 2009). Sin embargo,
no podemos pasar por alto que la ética utilitarista no es la norma a nivel social, ni siquiera
político, en tanto en cuanto se busca la felicidad individual, no común. Esta es, tal vez, la
premisa que vicia el sistema y que nos haría volver a la ética protestante como principio del
capitalismo (Weber 2001) y nuevo planteamiento del concepto de utilidad. Por ello, lo «útil»
no será aquello mejor para la mayoría, sino aquello mejor para el individuo. Weber analiza el
nacimiento del capitalismo en el contexto de una sociedad fuertemente marcada por la ética
protestante —principalmente calvinista—, donde el éxito personal es reflejo del favor divino1.

Pero si bien podemos tomar este aspecto como punto de partida para entender cómo la
Racionalidad técnica ha pasado a convertirse en una herramienta de sustento del Capital,
en tanto en cuanto provee de la fórmula más eficaz para alcanzar un fin, la complejidad del
desarrollo político de Europa —y Occidente— en los últimos siglos requeriría un análisis
que no podemos desarrollar en este momento. Consciente de la simplificación que esto
representa, simplemente apuntaré cómo la configuración política actual se vertebra en torno
a una serie de factores que según el peso que pongan en cada uno de ellos irán representando
una posición más conservadora, liberal, progresista, comunista...

La actitud ante el patrimonio y su protección no es uno de esos factores, pero se ve


afectado por ellos. Así, en un contexto liberal radical, donde el concepto de utilidad es

1 La «sola gratia» es una de las principales doctrinas de fe protestantes, que establece como Dios es quien otorga la salvación
independientemente de las obras que se hagan para tratar de merecerla. El Calvinismo, entiende una forma radical de esta
premisa que roza la predeterminación. En un contexto de capitalismo primitivo como el de los Paises Bajos del siglo XVI, esa
gracia divina venía representada por una bonanza económica que no podía ser tampoco exaltada, pues no era merecida.
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 55

puramente individual y está basado en el dinero, un bien patrimonial sólo será útil —y por
tanto merecedor de protección, atención y valor— en tanto en cuanto beneficie al individuo
correcto. Ese ha sido durante mucho tiempo el caso, por ejemplo de los Estados Unidos de
América, que tuvo que aplicar muchas correcciones a su modelo liberal para poder mantener
una mínima justicia social.

4.2. Un descanso en la estación

Entonces la utilidad se define por los objetivos institucionalizados y la eficacia por la buena
ejecución de los mismos. Aquí es donde todos los engranajes fallan y debemos plantear el
cambio. Unos párrafos atrás, un operador lógico terminaba con cualquier discusión. La
arqueología es ciencia. Pero, ¿qué pasaría si las premisas de partida fueran erróneas? Don
Draper, el personaje principal de la serie televisiva Mad Men2, tiene una conversación
prodigiosa que me gustaría traer a colación en este momento:

“Don Draper: In the interest of time, you want to demolish Penn Station and New
York hates it.
Edgar Raffit: Not all of New York - A vocal minority.
Don Draper: Can they stop it?
Edgar Raffit: Well, I think all the hubbub is making it unpleasant for...
Don Draper: [interrupts] But they can’t stop it, can they?
Edgar Raffit: Why do you people insist on making us sound like villains?
Don Draper: Your concern over public opinion shows a guilty conscience. What
good is that serving you if what is to be done is already under way?
Edgar Raffit: So let’s say I don’t have a guilty conscience.
Don Draper: Good. And let’s also say that change is neither good nor bad, it
simply is. It can be greeted with terror or joy, a tantrum that says “I want it the way
it was,” or a dance that says, Look, something new!”
Edgar Raffit: Would you draw the line at 50 percent?
Don Draper: I’m not drawing a line at all. P.R. people understand this, but they can
never execute it. If you don’t like what is being said, then change the conversation.
Edgar Raffit: What is that conversation?
Don Draper: I was in California. Everything is new, and it’s clean. The people are
filled with hope. New York City is in decay. But Madison Square Garden is the
beginning of a new city on a hill” (Mad Men, Love among the ruins #3.2).

2 La serie Mad Men es una producción de la cadena estadounidense AMC creada por Matthew Weiner que cuenta la historia de
un grupo de publicistas en la ciudad de Nueva York durante los años 60. Estuvo en antena entre 2007 y 2015 con un total de 7
temporadas.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
56 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 4. Penn Station, Nueva York (cc Bains News Service).

Se trata de una conversación muy patrimonial en el contexto de la construcción del


Madison Square Garden, que supuso la destrucción de la antigua estación de Pensilvania, una
de las joyas arquitectónicas de la ciudad de Nueva York. En ella, el vicepresidente de la nueva
corporación está preocupado por la opinión pública ante el inicio de las obras. El contexto
era muy interesante. En medio de un proceso de crecimiento desmedido de Manhattan, la
compañía ferroviaria gestora de la estación ve una oportunidad de aminorar sus millonarias
pérdidas con la venta de los terrenos, que no sólo proveerían efectivo, sino también una nueva
estación moderna y participación en la nueva corporación. El revuelo ante tamaño atentado
contra el patrimonio de la ciudad provocó que el entonces alcalde Robert F. Wagner, Jr. diera
luz verde a la New York City Landmarks Presservation Commission, encargada de impedir
que algo así volviera a suceder a través, entre otras cosas, de una nueva ley. De hecho, el
ayuntamiento llegó al Tribunal Supremo años más tarde para parar la destrucción de Grand
Central Station3.

«Si no te gusta lo que se está diciendo, entonces cambia la conversación», decía Don
Draper al final del diálogo. Las preocupaciones desaparecían en el momento en el que el
mensaje dejaba de ser negativo —destrucción— y pasaba a ser positivo —construcción. Una
forma de manipulación publicitaria básica.

3 Puede verse la sentencia con el caso completo aquí: https://supreme.justia.com/cases/federal/us/438/104/


4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 57

Este interludio nos transporta a una aplicación práctica de dos cuestiones que normalmente
dejamos fuera de la arqueología:

-- Por un lado, la gestión política y el submundo que la alimenta. No podemos entender el


patrimonio fuera de su contexto político, del mismo modo que no podemos entender su
gestión. Pero, más allá, no podemos llevar a cabo una teoría general descontextualizada,
porque simplemente no funcionaría en la mayoría de los contextos. Yo puedo aplicar una
premisa básica que diga «el patrimonio importa», sin profundizar en las razones de esa
importancia. Nos encontramos multitud de contextos políticos en los que esa premisa es
falsa, o no representa a nuestra misma concepción de patrimonio. Un caso paradigmático
es el del «patrimonio como bien común» que plantea Pablo Alonso (2014; 2015). El
análisis de la problemática que plantea en la alienación del patrimonio cultural como
recurso es acertado, pero la propuesta de construcción de un patrimonio alternativo —o
una idea alternativa de patrimonio— choca directamente con toda la maquinaria legal
y administrativa de muchos estados occidentales. En definitiva, se trata de una visión
utópica que requiere de un cambio sistémico en el estado para poder llegar a funcionar.

-- Por otro lado, la publicidad y su trasfondo social. Como veíamos en el análisis de la


esfera pública, el mundo se sigue moviendo a nuestro alrededor, conformando opiniones
e ideas cambiantes que normalmente quedan fuera de nuestro alcance. Podemos
utilizar un ejemplo puramente comercial como el del Lago Ness en Escocia, que ha
transformado en recurso turístico un espacio natural y cultural a partir de una leyenda
absolutamente mercantilizada. Desde un punto de vista purista, nadie consideraría al
monstruo del Lago Ness como patrimonio, pero para una comunidad que vive de esa
leyenda seria complicado cambiar el discurso. ¿Cuáles serían las consecuencias? No está
claro, pero un caso más cercano puede plantearnos un escenario mucho más real. Según
los medios4, el Ayuntamiento de Madrid se plantea organizar un referéndum para decidir
el futuro del Edificio España. El contexto nos presenta a una corporación china que
quiere demolerlo y volverlo a levantar para asegurar la integridad estructural. En frente,
asociaciones defensoras del patrimonio quieren que no sea alterado porque perdería
su esencia. Hasta donde ha trascendido, el nuevo edificio respetaría la estructura y los
materiales originales, pero reconstruido. A escasos metros se encuentra el Templo de
Debod. Mi primera pregunta sería sobre cómo consideramos ese templo. La segunda
y más preocupante, qué pasaría si la ciudadanía madrileña decide mayoritariamente
demoler el Edificio España y por qué. Esta batalla no se libraría en un escenario objetivo,
sino que traería a colación multitud de premisas ideológicas e identitarias que coartarían
cualquier resultado por encima de toda decisión técnica5.

«The organization and self-education of groups in the community and the


workplace, and their networking and activism, continue to be the fundamental
elements in steps toward the democratization of our social life and any meaningful
social change. Only to the extend that such developments succeed can we hope
to see media that are free and independent» (Herman y Chomsky 1988: 307).
4 Ver por ejemplo la noticia en El País el 23 de julio de 2014: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/07/22/
madrid/1437591820_532915.html
5 Desde que escribí estas líneas, la corporación china ha dejado el proyecto y parece que no habrá referéndum. En cualquier
caso, tenemos las cifras de la participación ciudadana en los presupuestos participativos y apenas representan un 0,8% de la
población madrileña, con lo que se presentan otros problemas como el de la representatividad.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
58 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Este es el último párrafo de un libro sobre manipulación mediática en las democracias


occidentales. Una conclusión pesimista que ni siquiera en el escenario más adecuado puede
asegurar una prensa libre e independiente. La política contemporánea bebe de la ignorancia y
la desinformación. La manipulación de una masa social suficiente es sencilla si se cuenta con
los medios adecuados. El escenario electoral actual en nuestro país es muy interesante para
poder acercarse a la difícil convergencia de varios sistemas que tratan de convivir. Liberalismo,
conservadurismo (católico), socialdemocracia, socialismo e incluso anarquismo, ocupan las
butacas de ayuntamientos y parlamentos desde hace meses, tratando de implementar políticas
que finalmente sucumben al orden económico. Mientras tanto, nos encaminamos a unas
posibles terceras elecciones generales en un año por el enroque de todas las posiciones. Una
de las mayores victorias del Capitalismo ha sido el establecimiento de la democracia sin una
base crítica. Por ello, hay que tener un cuidado especial a la hora de trabajar iniciativas de
democracia participativa en temas sensibles. La pericia técnica de un experto no puede ser
sustituida por la opinión pública, menos aún cuando ésta se encuentra desinformada.

Por ello, gestionar a golpe de referendo, o plantear una nueva ontología del bien común
queda fuera de lugar, al estar fuera del contexto adecuado. Esto no intenta ser un panfleto
político que abogue por el cambio de sistema, pero mientras no consigamos ese gran avance
social, todas las palabras se las llevará el viento. Esto se enmarcaría en lo que Rorty define
como izquierda cultural —abstracta— e izquierda progresista —pragmática— en el contexto
político norteamericano (Rorty 1999). Mientras unos, que por extensión representan a la
filosofía metafísica tradicional europea, filosofan sobre un mundo en ruinas donde cualquier
salida es utópica6, los otros mantienen la esperanza por un futuro mejor que deberá ser
consolidado a través de acciones pragmáticas. Y ese pragmatismo vuelve sobre las premisas
del Utilitarismo tradicional de Mill y la acción por el bien común. Una acción que no puede
encorsetarse en premisas ontológicas, ni siquiera en el ámbito científico (Instrumentalismo).

Así, una teoría del patrimonio «pragmática» debería tener una sola premisa: herencia del
pasado para un futuro mejor, que no deja de ser la misma premisa que manejamos hoy en día
en la propia definición del patrimonio cultural.

4.3. Segunda parada: «Excusas»

«En Marx no hay nada de socialismo, no era un filósofo socialista; su obra no


contiene más de cinco frases que hagan referencia al socialismo. Marx era un
teórico del capitalismo. Creo que, por lo menos, introdujo algunos conceptos
interesantes, que debe conocer y utilizar cualquier persona informada, nociones
como las de clase, relaciones de producción, etcétera» (Chomsky 2012: 276).

El marxismo, como corriente de análisis socioeconómico es simple; el conflicto social que


surge ante una relación desigual de clase en la que unos son explotados y otros son explotadores.
La arqueología marxista ha abordado los orígenes de esta relación desigual fijando su objetivo
en el pasado, pero si la tomamos como una arqueología crítica (Fernández 2006), las opciones
de acción pueden ser múltiples (Falquina, Marín y Rolland 2006; Rolland 2006).
6 Expresado en el concepto de «ironista» como aquel que se ahoga en el lenguaje y el relativismo al que le avoca las dudas que
este lenguaje le provoca a la hora de explicar la realidad (ver definición en Rorty 1989: 73).
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 59

Si nos centramos en las últimas tendencias —neomarxistas y postmarxistas— y en lo que se


refiere al interés para la arqueología y la gestión del patrimonio, los dos temas fundamentales
a tener en cuenta tienen que ver con la ideología y la crítica del Capitalismo (Althuser 1974;
Laclau y Mouffe 1987; Žižek 1992; 2000; 2007b; Eagelton 1997), en estrecha relación con
la ciencia (Lukács 1969; Poulantzas 1973; Bhaskar 1991). Así, estaríamos enfrentando esta
postura con un marxismo científico tradicional como el que representan —en la arqueología
española— Lull (2007), Barceló (2009) o Gilman (1998).

En este apartado podría hacer un largo análisis del pensamiento de cada uno de los autores
citados, pero es un trabajo que ya se ha hecho y no aporta nada especial a la lógica del
discurso que intento seguir en este capítulo. En su lugar, quiero hacer una pequeña parada en
un tema que no trato en ningún otro apartado de la tesis y me parece esencial para entender
una pequeña parte de sus objetivos; la geografía critica (marxista).

«The question of what kind of city we want cannot be divorced from that of what
kind of social ties, relationship to nature, lifestyles, technologies and aesthetic
values we desire. The right to the city is far more than the indi­vidual liberty to
access urban resources: it is a right to change ourselves by changing the city. It
is, moreover, a common rather than an individual right since this transformation
inevitably depends upon the exercise of a collective power to reshape the processes
of urbanization. The freedom to make and remake our cities and ourselves is, I
want to argue, one of the most precious yet most neglected of our human rights»
(Harvey 2008: 23).

Siguiendo el clásico de Lefebvre (1968), Harvey —citado por ser el mayor referente— y
un gran número de geógrafos y urbanistas con él, defienden un espacio urbano diferente,
donde el empuje del Capital sucumba a las necesidades reales de los habitantes, readaptando
espacios urbanos, devolviendo las calles a sus habitantes. Plantean una revolución urbana
que transforme desde las bases la sociedad. En esta revolución, el patrimonio debe y puede
jugar un papel muy importante, papel que Potter, por ejemplo, puso en práctica en Annapolis
a través de una arqueología histórica crítica, engranada con la comunidad (Potter 1994) y que
poco a poco se va haciendo patente en el contexto de la gestión patrimonial.

Sin embargo, un análisis rápido de los procesos de recuperación de espacios públicos


patrimoniales pone de manifiesto como el objetivo no es nada transformador, sino que
reproduce el sistema con una efectividad asombrosa. Me explico: no basta con abrir al público
un espacio patrimonial —pongamos por ejemplo el Antiquarium de Sevilla— enmarcado en un
nuevo referente urbano —«Las Setas» se convirtieron en el lugar de reunión durante el 15M.
La reapropiación de los espacios puede suceder, como sucedió en Sevilla, de forma autónoma,
pero no se trata de un proceso transformador, ni ha llevado consigo una reflexión crítica sobre el
espacio urbano. Más allá, el yacimiento arqueológico no es más que un recurso —entendido en
el sentido más capitalista del término— para el ayuntamiento, que no busca en ningún momento
la interacción real o el compromiso comunitario. La Torre Pelli, es otro ejemplo palpable de
esa tensión en la ciudad y de cómo desde la comunidad se puede luchar por un urbanismo
diferente y respetuoso con un patrimonio común real (Romero et al. 2015). Las herramientas
de acción en este sentido suelen pasar por la consulta real y la autogestión —consistorios que
abren consulta pública para la reordenación urbana de un modo transparente, o pequeñas
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
60 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

iniciativas de asociaciones vecinales como huertos urbanos o plazas. Ambas propuestas parten
de premisas diferentes a las que se proponen desde la geografía crítica marxista, que sin cerrar
la puerta a estas herramientas de reapropiación, busca una planificación de base comprometida
con la ciudadanía y en la que el objetivo sea su bienestar, en lugar de un creciente beneficio
económico. En estrecha relación con esto, está el fenómeno de «gentrificación» (Pacione 1990),
que originalmente está relacionado con la revalorización de sectores urbanos tras la sustitución
de su población en una estructura de clase —de baja a alta—, hoy en día se relaciona más
con aspectos culturales y patrimoniales. Un caso sintomático está siendo el de Barcelona.
Originalmente, los nuevos planes iban orientados a la transformación de la ciudad de un
centro industrial a un centro cultural. Se consiguió, pero a día de hoy el Poble Nou (Marrero
2003) y la Barceloneta (Pareja y Simó 2014) están sumergidas en un proceso de gentrificación
directamente ligado al precio del suelo, poniendo en jaque al llamado «Modelo Barcelona»
(Degen y García 2012). Por su parte, la utilización del centro histórico con fines de marca —o
la mercantilización del espacio histórico de la ciudad— (Cócola 2012; Rius 2014) ha llevado
a graves consecuencias para la población local en un nuevo proceso de pseudogentrificación
por el que los barceloneses están abandonando el centro histórico de la ciudad a favor del
turismo (Abril, Azpelicueta y Sánchez-Fernández 2015). La gestión del patrimonio juega un
papel esencial en algunos de estos procesos, especialmente en casos tan sonados como el del
barrio gótico, que ahora se está reformulando precisamente a través del Pla Barcino7, cuyo
eslogan reza: «ilusionar a la ciudadanía con la arqueología, redescubriendo la ciudad romana».

Pero la geografía crítica no es la única corriente que afecta a la arqueología urbana de forma
directa y transformadora —desde el marxismo. La arqueología del capitalismo se ha presentado
como una corriente de gran interés, especialmente para la arqueología contemporánea, y
en muy directa relación con la propia Teoría Crítica, como veíamos en el caso de Potter
—y Leone, de quien debo destacar un trabajo clásico (Leone 1995)— en Annapolis. La
arqueología contemporánea tiene un componente fuerte de acción política, pero la relación
se hace patente desde mucho antes, como Graham Clark pondría de manifiesto ya en los
años 30 del siglo pasado (Clark 1937). Esencial es el capítulo de Tilley (1989) en un clásico
como Critical traditions in contemporary archaeology (Pinsky y Wilie 1989). Pero, sobre todo,
muchos de los trabajos llevados a cabo en los Estados Unidos de América en relación con el
esclavismo y las plantaciones (p.e. Little y Shackel 2007) o la lucha obrera (p.e. Mrozowski
2006; Saitta 2007; Larkin y McGuire 2010), que han guardado una especial concordancia
con la arqueología pública a través de la relación establecida con las comunidades afectadas.
En España, uno de los llamamientos más directos al respecto ha sido el de Alfredo González
Ruibal (p.e. 2010; 2012a; 2012b), que si bien en el contexto de la arqueología de la Guerra
Civil Española, es de aplicación a toda la disciplina.

«Olvidamos que las catástrofes del mundo actual se deben a determinadas ideas
políticas y a determinada racionalidad. Mirar hacia el pasado en busca de paralelos
es desviar la atención de la raíz de los problemas y naturalizar la ideología (esta
sí) que domina el mundo actual. Una arqueología crítica implica desmontar tanto
esta ideología, mediante una arqueología de la modernidad y del capitalismo,
como a los investigadores que la apoyan, consciente o inconscientemente,
mediante su práctica arqueológica» (González-Ruibal 2012b: 109).

7 http://arqueologiabarcelona.bcn.cat/pla-barcino/presentacio/
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 61

Esta cita va en contra también de una arqueología marxista tradicional que ha buscado
esos paralelos en el pasado sin una perspectiva crítica, ni siquiera transformadora. La última
parada que hago en este apartado, casi por compromiso, es en América con un movimiento,
el de la Arqueología Social Latinoamericana (ver Tantaleán y Aguilar 2012), que ha sido
referente de una arqueología marxista y emancipada en un contexto colonial como el de
Latinoamérica. Desde sus orígenes en los años 70 con textos como el de Lumbreras (1974),
ha ido evolucionando, no sólo como una forma propia —y radical— de acercarse al pasado
prehispánico —donde más fuerza a tenido—, sino también en una forma de lucha política
desde la propia arqueología. Una suerte de activismo que se contrapone al marxismo más
teórico y orgánico de Norteamérica (ver Patterson 1994; McGuire y Navarrete 1999). El éxito
académico parece relevante, sin embargo, el éxito social y político no lo es tanto y una de las
críticas que se le puede hacer es precisamente la desconexión real que ha existido finalmente
con el pueblo —tanto indígena como obrero— y que ha llevado a un crecimiento importante
de la arqueología pública —principalmente comunitaria— y otras tendencias más radicales
en las que me detendré más adelante.

4.4. Tercera parada: «Do it yourself»

Todos los jóvenes hemos tonteado en algún momento con la música punk y el anarquismo.
En 2008, William Caraher y Kostis Kourtelis empezaron a escribir sobre este tema en su blog
y finalmente la aventura terminó en un libro —y un disco— (Caraher, Kourelis y Reinhard
2014). Lo que bautizaron como «Punk Archaeology» no era más que una actitud ante la
arqueología desde la filosofía punk, pero poco a poco se fue convirtiendo en algo más. Para
explicarlo, prefiero citar directamente su manifiesto, escrito por Caraher en 2009:

«So, here goes a first effort toward a definition of Punk Archaeology:


1) Punk Archaeology is a reflective mode of organizing archaeological experiences.
Punk Archaeology began as conversations between Kostis Kourelis and other
archaeologists who admitted to listening to punk rock music or appreciating the
punk aesthetic while studying archaeology. The result was a collaboration between
me and Kostis as we made an effort to probe the intersection between these two
choices. Why would we be drawn to punk rock —or any particular music— and
how does this musical choice explain or organize or condition our approaches to
archaeological research. Both of us came around to the question of whether there
is a totalizing discourse in our intellectual lives.  Is there some strand that makes
sense of our varied interests?
2) Punk Archaeology follows certain elements of the punk aesthetic through
the discipline of archaeology.  It celebrates, in particular, the things that can be
grouped under the blanket heading of DIY practices: various low-fi podcasts,
infield improvised devices, and serendipitous inventions that allow archaeologists
to document space, place, and the past.
3) Punk Archaeology reveals a deep commitment to place. Punk with its tied to
garage band sound has always manifest itself spatially. The tensions between urban
and suburban (e.g. Little London Boys), east and west coast, and the persistent
association of certain sounds and styles with cities or even places (some of which
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
62 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

are intended to disorient: Max’s Kansas City).  As archaeology is, in so many ways,
a “science” of place, its affinity to a musical genre that self-consciously laced the
experience of music with the experience of place would seem appropriate.
4) Punk Archaeology embraces destruction as a creative process. Archaeologists
destroy the very object that they seek to study. Digging through strata removes
artifacts from their physical context and places them in the disciplinary context
of the archaeologist notebook, database, plan, map, article, or monograph.
Destruction as a creative process echoes in some ways the process of punk which
sought to deconstruct musically the foundation of Anglo-American pop music and
build in its place a subversive recontextualized narrative of safe and comfortable
bourgeois life.  I am not sure that archaeology is always subversive and I don’t
even know whether punk rock forms the best parallel for the recontextualizing
process of excavation, but there is a certain symmetry between the two.
5) Punk Archaeology is spontaneous. The one thing that the Punk Archaeology
blog is seeking to capture is the spontaneity of the connection between punk
and archaeology. The performance of punk archaeology through the medium of
blogging allows for our definition to remain flexible and fluid.  We can reshape
our argument and our juxtapositions and even challenge and contradict ourselves.
In short, we can create distortion, noise, and a kind off creative chaos. That might,
like Punk, have value. 
Or not. 
We’ll see8.»

Este espíritu ha estado en un sector importante de la arqueología mundial, especialmente


en lo que se conoce como «los excavadores» (Everill 2009 [originalmente su tesis doctoral en
2006]), que en el sector comercial londinense de los años 70 ya crearon un círculo «punk»,
transgresor con el orden establecido en la academia, e incluso la empresa. Uno de los
resultados son una serie de fanzines que hoy se pueden ver en la web Hobley’s Heroes9 y que
aportaron una imagen diferente de la arqueología del momento (Morgan 2015).

Precisamente, como advierte Caraher en el manifiesto, esta posición ante la vida y el


trabajo tiene repercusión en la forma de desarrollar nuestro trabajo como profesionales y, en
determinados contextos, se puede rastrear en los procesos y los resultados (Morgan y Eddisford
2015). Más allá, algunos académicos se comienzan a manifestar dentro de esta corriente a
pesar de las contradicciones de ser un antisistema dentro del sistema (Furness 2012). Para
la sociología punk, de hecho, la mayor paradoja de todas es la de definir conceptos en un
ethos que se define precisamente por la creatividad casi espontánea en contra de categorías
cerradas (Beer 2014). Este punto es precisamente el que mejor se ajusta al contexto de la
arqueología pública, cuya definición es ciertamente vaga (ver próximo capítulo) y además se
deja conscientemente abierta a la interpretación10.

8 https://punkarchaeology.wordpress.com/2009/07/28/toward-a-definition-of-punk-archaeology/
9 http://www.hobleysheroes.org.uk/
10 Durante la primera sesión organizada desde ThePAG, Tim Schadla-Hall, uno de los principales referentes de la arqueología
pública, dejó clara su postura al respecto. Entre las razones, por un lado la indisciplina que requiere una crítica constante de
la arqueología y, además, el espíritu de debate e integración que se esconde detrás del concepto. En contra, una tradición
arqueológica empeñada en categorizarlo todo que finalmente malentiende las premisas de una disciplina indisciplinada como
esta.
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 63

Fig. 5. Portada del primer número de Hobley’s Heroes en noviembre de 1975 (cc Mark Harrison).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
64 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Puede que en el aspecto teórico, sea la arqueología la que puede aportar más de lo que
recibe desde el estudio de sociedades sin estado —desde el pasado (González-Ruibal 2014:
11) y el presente (Kiddey y Schofield 2011; Kiddey 2014)—, pero es una corriente a tener en
cuenta, sobre todo por su crítica radical. En este sentido es la práctica lo que conviene traer a
colación, a través de dos movimientos de rebeldía que tuvieron lugar en 2014: #freearchaeology
(Johnson 2014) y #occupyarchaeology (Hamilakis 2014). El primero criticaba los bajos salarios
y el voluntariado —un tema de sobra debatido, incluso publicado (ver capítulo 8), que aquí
tomaría trascendencia mediática en la red— y el segundo se posicionaba fuertemente contra las
instituciones culturales que no respetan los derechos de sus trabajadores y se alían con el Capital
más obsceno —a través de acuerdos con grandes corporaciones internacionales que utilizan la
cultura como parte de su responsabilidad social corporativa para lavar imagen e impuestos.

Precisamente, una visión anárquica de esta segunda campaña nos podría llevar a un
aspecto epistemológico interesante en el que se difuminan anarquismo y socialismo. Existe la
percepción de que el anarquismo está íntimamente ligado con la lucha obrera como resultado
de una larga tradición anarcosindicalista (para una historia en España ver Gómez Casas 2006),
pero en los últimos años surge con fuerza el anarcocapitalismo como propuesta de (des)
organización económica más radical que el liberalismo (Rothbard 1973; Huerta de Soto
2014). Así, reivindicar acciones para la arqueología punk puede aparentar imagen de «moda»
más que un trasfondo epistemológico real. Al fin y al cabo, los principios de la arqueología
punk no dejan de ser los mismos que los de una arqueología crítica con un marcado carácter
marxista, nos guste o no. ¿Cómo sería una arqueología anarquista-capitalista? Necesitaríamos
sin duda una mayor valoración del patrimonio de la que tenemos ahora.

Pero para cerrar el apartado, me gustaría apuntar uno de los aspectos genuinos de esta
corriente más «punk»; el Do it yourself. Surgido como un movimiento antisistema de creación
y distribución cultural, hoy se ha convertido en una herramienta de disidencia política a través
de diferentes acciones que apuestan por la creación colaborativa y el activismo (Ratto y Boler
2014). No exento de polémica por su implicación en contextos poco alternativos como las
redes sociales o, en el caso de la tecnología, por el uso de servidores de corporaciones que no
representan la filosofía DIY, se trata de un principio interesante para la educación patrimonial
y la arqueología colaborativa y comunitaria. De hecho, algunos ejemplos de participación
como los grupos de recreación histórcia, beben de esta filosofía (ver capítulo 6).

4.5. Cuarta parada: «Let me do it for you»

Pero uno de los aspectos que más me interesa introducir antes de cerrar el cuerpo teórico de
esta tesis doctoral es el del colonialismo. Dentro de la vertiente más política de la arqueología
pública se suele reparar en el uso político de la arqueología, pero no en las consecuencias
locales del trabajo de un equipo arqueológico. Originalmente en lo sociocultural y lo
económico, pero también en lo político.

Desde que puse los pies por primera vez en Etiopía comencé a ser consciente de esto y
del terrible impacto que seguimos teniendo en el mundo. Siempre cuento la misma historia
sobre mi primer día en el continente africano, corriendo calle arriba tras unos aparentes
disturbios durante una gran celebración en la capital etíope y pensando: «primer día y ya me
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 65

matan… con lo que me estaba gustando esto», cuando unos policías nos apuntaban con sus
fusiles. Lo que no suelo contar es una conversación unos años después con una diplomática
estadounidense en la cola para el control de pasaportes del aeropuerto. Comenzó hablando
sobre su desorganización con condescendencia y ante mis preguntas sobre la nueva influencia
de China y la frágil situación política del país tras las elecciones de 2010 —la conversación
tuvo lugar pocas semanas después—, su tono comenzó a ser incómodo como si le molestara
la situación, dejando en cierto modo patente la pérdida de poder que estaba sufriendo Estados
Unidos y el objetivo claramente colonial de su presencia allí. Ese fue uno de los momentos en
los que mejor comprendí qué es el colonialismo.

«Once upon a time, there were civilised peoples and uncivilised, or partially
civilised, ones. The former were possessed of states‹ itself an index of their civilised
status —and were to be found in parts of the western world. The latter, the bulk
of the world’ s population, were scattered in far-off continents, such as Africa,
Australia, Asia and the Americas. The countries of the West ruled the peoples
of the non-western world. Their political dominance had been secured and was
underwritten by coercive means —by conquest and in blood. It was further
underwritten by narratives of improvement, of the civilising mission and the white
man’s burden, which were secured in systems of knowledge which made sense of
these narratives, and were, in turn, informed and shaped by them» (Seth, Gandhi
y Dutton 1998: 7).

Así comienza la revista Postcolonial Studies, con un relato que sirve a la vez de metáfora
para el relato que ha constituido la historia colonial de millones de personas. El patrimonio
no es un elemento ajeno a este proceso y durante años ha estado mediado por la óptica
occidental, que no sólo decidía qué era y qué no era patrimonio, sino que además intervenía
en él como en el resto de aspectos de la vida. Las consecuencias las estamos viendo estos
meses con el acoso del Daesh al Patrimonio Mundial, que además está sirviendo como arma
mediática en un conflicto mucho más grave (Smith 2015). Lo que comienza en Afganistán
con un fondo religioso radical que ya supo aprovechar un incipiente foco mediático (Marhart
2009), es ahora una de las principales armas contra Occidente de una guerra que va mucho
más allá de lo religioso (Nemeth 2011). En todos los casos, la desconexión existente entre
población local y patrimonio es manifiesta y lo ha sido durante décadas. Sin embargo, el
valor que ostentan todos esos sitios para Occidente les valió la declaración como Patrimonio
Mundial. Este es seguramente el aspecto más interesante de la teoría postcolonial para la
arqueología pública, en tanto en cuanto se convierte en una herramienta crítica hacia una
construcción global de la idea de patrimonio, basada en valores meramente occidentales.

Esto se puede observar claramente en el contexto del Patrimonio Mundial y el concepto


de «valor universal excepcional» que representa la línea maestra del programa, pero no está
definido más allá de las consideraciones cambiantes del Comité, que han ido abriéndose al
mundo en pro de la multiculturalidad (ver al respecto Martínez Yáñez 2010). La Declaración
de Budapest, coincidiendo con el 30 aniversario de la Convención en 2002, es un nuevo
ejemplo de lo que podríamos llamar hipocresía colonial. Una lista con más de 1.000
propiedades inscritas y cada año más puntos rojos marcando peligro, no puede pretender
exportar y explotar un valor universal que no existe.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
66 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

La base de la teoría postcolonial no busca un nuevo conocimiento, sino la crítica de los


conocimientos existentes. Es una teoría crítica hecha desde la periferia, que tiene un fuerte
componente histórico (Chakrabarty 1992) y, por ello, debe ser útil para tomar conciencia de
nuestra posición en el mundo.

La arqueología se ha acercado al colonialismo en dos líneas íntimamente relacionadas: por


un lado, desde el estudio crítico de las colonizaciones antiguas (p.e. Jimenez 2011; Cañete y
Vives-Ferrándiz 2011; Marín Aguilera 2015), o contemporáneas (p.e. González-Ruibal, Shele
y Ayán 2011; Azkarate y Escribano-Ruiz 2015; Escribano-Ruiz y Azkarate 2015) y por otro,
desde la propia crítica de la colonización académica en el presente, lo que guarda relación
directa con uno de los temas centrales para este movimiento y para la arqueología pública:
nacionalismo, reapropiación/repatriación y multiculturalismo.

Fig. 6. El nuevo museo de la Acrópolis en Atenas con el reflejo del Partenón en el lugar donde deberían
descansar sus mármoles.

Sobre el nacionalismo no voy a profundizar, pues se trata en otros momentos de esta tesis
doctoral. Sin embargo, una de sus consecuencias en el mundo postcolonial representa hoy
uno de los temas más interesantes para la arqueología pública en tanto en cuanto política
patrimonial. Se trata de la reapropiación del patrimonio y su repatriación. Las potencias
coloniales europeas han coleccionado multitud de restos considerados arqueológicos por
todo el mundo, dotando de valor a una materialidad que ya no lo tenía y apropiándose de
elementos que aún significaban mucho en sus lugares de origen. Unas veces por el mero
interés coleccionista, otras a través de excusas como la conservación, los museos occidentales
están repletos de colecciones que pertenecieron a lugares muy alejados. Esta situación se vivió
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 67

dentro de Europa en el contexto de una incipiente arqueología, pero también a nivel regional —
ver el caso de la Dama de Elche en España (Torres 2013). Es posible que el caso más mediático
históricamente haya sido el de los mármoles del Partenón —nada inocentemente llamados
mármoles de Elgin en el Reino Unido—, que tras ser «rescatados» del Imperio Otomano se
convirtieron en un elemento de identidad nacional en el Reino Unido (Rose-Greenland 2013)
y, obviamente, también en Grecia (Hamilakis 1999b), hasta que las condiciones fueron de
nuevo idóneas para reclamar su devolución —no sin una nueva carga política (Fouseki 2014).
Pero uno de los casos más graves ha sido el protagonizado por muchas instituciones culturales
de los Estados Unidos de América, que como veíamos en la carta de Cuno en la Introducción,
aún hoy justifican el «rescate».

Precisamente será en el continente americano donde se centrarán los últimos párrafos de


este apartado. Primero, con el proceso de devolución de restos iniciado con la aprobación de la
NAGPRA11 en 1990. Su relación con la teoría poscolonial pasa no sólo por el reconocimiento
de un derecho indígena arrebatado en una relación de poder colonial, sino también por
su crítica desde la experiencia de los primeros años y su práctica esencialista —en contra
de lo que defiende la teoría postcolonial (Liebmann 2008). En los primeros veinte años de
aplicación, poco más de un cuarto de las colecciones había sido reclamado, con un alto
coste económico y emocional para las tribus (Nash y Colwell-Chanthaphonh 2010). A pesar
de los problemas de la repatriación, el principal impacto de esta legislación tuvo que ver con
los nuevos hallazgos en un ejercicio de gestión sin precedentes desde la NHPA12 en 1966.
De este modo, cualquier obra en suelo público —o tribal— o financiada con dinero público
pasaría automáticamente a entregar los restos a las comunidades herederas. Esto ha generado
controversias, no sólo dentro del ámbito arqueológico, sino también en el de la gestión. En
cualquier caso, en lo que se refiere al tráfico ilícito de bienes culturales y la relación —
política— con las poblaciones indígenas, el interés para la arqueología pública es remarcable.
En esta relación, uno de los temas que salta a la palestra es el del multiculturalismo. Se trata de
un término polisémico que se puede rastrear desde diferentes orígenes, en ocasiones opuestos.
Sin embargo, en lo que nos toca debo resaltar el texto de Cristobal Gnecco (2012), que critica
esa hipocresía multicultural que empodera al «otro» desde la condescendencia del nosotros
y siempre en su versión más original o auténtica —siguiendo a Žižek (1998) y éste, a su vez,
el concepto de «tolerancia represiva» de Marcuse (1968). Esta es una crítica feroz y acertada
que afecta de lleno a la arqueología comunitaria —llamada pública— sudamericana, en tanto
en cuanto la nueva colonización sucede al aculturar al «indígena» en nuestra cosmología,
haciéndolo partícipe y, en ocasiones, incluso protagonista, de su propia investigación, incluso
de su propia explotación. Este tema lo trajeron a colación Nick Shepherd y Alejandro Haber
(2011) en una crítica fundamentada a la gestión del World Archaeological Congress y su radical
conversión de asociación integradora y radical a pseudoempresa globalizada a la sombra
del multiculturalismo. En el contexto sudamericano, esto ha evolucionado en el contexto
de la Teoría decolonial —representada por Walter Mignolo (2007)—, que en arqueología ha
tomado su versión más radical en la arqueología indisciplinada de Haber (2012).
11 NAGPRA responde a las siglas de Native American Graves Protection and Repatriation Act que se hará efectiva el 16 de
noviembre de 1990 tras décadas de lucha por los derechos indígenas. Como toda la legislación estadounidense, sólo afecta a
aquellas instituciones que reciben dinero público, así como a terrenos públicos o tribales —de cara a nuevos hallazgos.
12 NHPA responde a las siglas de National Historic Preservation Act que se hará efectiva el 15 de octubre de 1966 y cuya sección
106 marcará un hito para la arqueología estadounidense y el inicio formal del Cultural Resources Management. En este caso,
igualmente para todas las obras financiadas con dinero público, debería llevarse a cabo una evaluación que indique si existe en
el lugar o trazado afectado algún bien susceptible de formar parte del Registro de Sitios Históricos —o que ya forme parte de él.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
68 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Esto nos lleva de nuevo a uno de los problemas fundamentales de la gestión; la integración
de un sistema legal rígido en una realidad flexible, abstracta y cambiante. Para la arqueología
pública se trata de un tema fundamental, pues exige una crítica constante que ayude a establecer
estrategias positivas para los diferentes actores. Pero si bien podemos encontrar en estas líneas
un marco para el análisis, la práctica requiere una aproximación diferente y compleja que no
estoy en disposición de hacer. El caso de las regiones con comunidades originarias es altamente
conflictivo y por el momento tiene difícil solución, tanto epistemológica como práctica. Se
trata sin duda de un campo de gran interés para la arqueología pública, pero necesita aún
mucho trabajo. Mi planteamiento personal pasaba por una arqueología no-colonial (Almansa
2012e), que consiste en eliminar la relación de poder existente en una suerte de alternancia
de roles que coloca al arqueólogo como proveedor de servicios, sólo en el caso de que el
reclamo surja del «cliente». Utilizo terminología comercial porque es en el contexto comercial
—y en la experiencia etíope— en el que surge la idea, trabajando como empresa en un
contexto de cooperación técnica donde mi propuesta estaba siempre supeditada al criterio de
un cliente local. En ese caso concreto, puede funcionar como modelo, pero hay que tener en
cuenta que el contexto etíope no es el contexto de muchos otros lugares donde el mero hecho
de hacer arqueología o patrimonio resulta ya una forma de relación colonial. La dificultad de
aproximarse a este tema es mayúscula, incluso si partimos de cero en un mundo globalizado
donde el «daño» hecho ya no se puede reparar.

4.6. Fin del viaje: La crítica de la Teoría Crítica.

La filosofía de Habermas se configura entre los años 60 y 90 dentro de un panorama político


muy concreto que cambia radicalmente en 2001 con el atentado de las Torres Gemelas y el
inicio de una serie de conflictos en los que religión, terrorismo y estado se difuminaban
constantemente. El propio Habermas, consciente ello, comienza a tratar algunos de estos
temas (Habermas 2004; 2006; 2009a; 2009b; 2011; 2012), poniendo de manifiesto que el
grueso de su cuerpo teórico sigue siendo válido y es adaptable a diferentes circunstancias. En
cualquier caso, el fallo fatal de sus predicciones le colocaban como un mal analista, incluso
del presente fuera de sus ámbitos más conocidos. Ya hemos visto como incluso algunos de
sus alumnos reniegan de él como una farsa continuista ausente de crítica real (Gandler 2009).
En su Teoría crítica de la sociedad definía tres estadios; primitivo, tradicional y moderno, que
podían funcionar como forma de análisis del pasado. Incluso era muy interesante su análisis del
Capitalismo como un modelo de legitimación del poder desde abajo, a través de los procesos
de legitimación por los que la esfera económica y la esfera política se interrelacionaban de
forma instrumental para satisfacer a la esfera pública. A partir de ahí planteaba una crisis del
sistema que pasaba por una crisis de legitimación-motivación en la que ya no era suficiente
dotar al pueblo de nuevos beneficios. Sin embargo, el modelo se rompió, primero con la caída
del muro de Berlín —y del bloque Comunista— y después, con la caída de las Torres Gemelas
y de la dinámica mundial de bloques, que nos llevaba de vuelta a una crisis eminentemente
económica y religiosa —en el plano político internacional, sin dejar de lado el resto de factores.
Los cambios en la sociedad del siglo XXI le han llevado a repensar el modelo instrumental de
esferas, incluyendo un factor no instrumental de solidaridad que pudiera aportar una opinión
pública efectiva (Ureña 2008: 204). ¿Sería/Será este el factor determinante de crisis para la
sociedad moderna?
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 69

Con los años, además, varios autores han matizado su trabajo sobre el concepto de esfera
pública (Calhoun 1992; Crossley y Roberts 2004) haciéndole reconocer algunos puntos
de discordancia con la realidad tanto de los lugares y momentos que analiza como de los
resultados del presente. Una de las visiones más interesantes es por ejemplo la de la «esfera
pública proletaria» (Negt y Kluje 2016) en contraposición a la burguesa que define Habermas.
Sin embargo, uno de los puntos fuertes de la Teoría es precisamente la flexibilidad que ofrece
para adaptarse a estos pequeños cambios.

Las premisas de partida de la Teoría crítica por las que se busca la emancipación de la
esclavitud humana, se actúa como una influencia liberadora y se trabaja para crear un mundo
que satisfaga las necesidades de la sociedad (Horkheimer 1972: 246), son tan amplias que
la lista de filósofos que pueden enmarcarse en esta línea de pensamiento es infinita. Como
ejemplo, una búsqueda en Wikipedia nos da casi 100 nombres entre los que podemos encontrar
algunos sorprendentes como Rosa de Luxemburgo y otros que difícilmente se reconocerían
en esa lista. Así, encontramos a Derrida o Deleuze, que pueden enmarcarse en una suerte
de posestructuralismo bastante distante de la Escuela de Frankfurt, o al propio Lyotard que
escribió una de las críticas más directas a Adorno (Lyotard 1974) y por lo general se opone a
los universales filosóficos. Tal vez deberíamos fijarnos más bien en filósofos como Abensour,
en la esfera francesa, o Gandler, que explota su crítica más radical. Críticas a la escuela
tampoco faltan, ya sea desde el continuismo de Jay (1974) o Held (1980), o unas posturas más
agresivas —principalmente desde el marxismo— como las de Tar (1977), McCarthy (1978),
Keat (1981) o Bottomore (2002). Sin embargo, me gustaría continuar con un arqueólogo,
Laurent Olivier.

«L’archéologie est une discipline infidèle, qui ne se laisse jamais posséder


complètement. Comme toutes les disciplines historiques —toutes celles qui
traitent du passé, que ce soit celui des hommes, celui de la nature ou celui des
deux pris ensemble—, l’archéologie est par excellence une discipline du « il a
été une fois ». Les événements ne se produisent qu’une seule fois et, une fois
passés, ils ne peuvent jamais plus être examinés de nouveau, contrairement aux
phénomènes étudiés par les sciences « exactes », dont le savoir est précisément
construit sur la possibilité de reproduire les expériences. Nous devons apprendre
à nous débrouiller autrement» (Olivier 2008 : 61).

Vuelvo sobre este debate enquistado en nuestra disciplina porque la propuesta de Olivier
retoma en cierta manera a Benjamin y la necesidad de romper con las ataduras del historicismo,
no desde la relatividad de la posmodernidad, sino desde la revisión constante, cíclica, casi
dialéctica, del pasado. Una teoría crítica de la arqueología que pone de manifiesto el fracaso
de la arqueología prehistórica en su formulación tradicional, negando algunas de sus premisas
básicas: 1) el pasado puede conocerse; 2) el pasado puede comprenderse; y 3) el pasado
puede representarse tal como fue. Su propuesta, un modelo cíclico de la memoria material,
resulta muy interesante también para entender esa historia viva del patrimonio que, como
elemento material antes de ser institucionalizado, se destruye, se entierra, se descubre y se
preserva.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
70 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

«Actual»
Destruído Descubierto

Memoria

Olvido
Preservado Enterrado

«Pasado»

Fig. 7. Modelo del ciclo de la memoria material (desde Olivier 2008: 282).

La preservación es seguramente el punto de partida de interés para esta tesis. Olivier plantea
su destino a ser de nuevo destruida, enterrada, descubierta… no sólo metafóricamente, sino
de facto. Por un lado, a través de esa necesaria revisión constante del pasado —y su memoria
material. En este sentido, nuevos vestigios y nuevas aproximaciones a los viejos vestigios nos
ayudan a construir conocimiento histórico, que será de nuevo puesto en duda para continuar
el ciclo. Por otro lado, desde la propia materialidad del patrimonio que se genera y que en los
modelos actuales de gestión pasa siempre a ser preservado «en esencia» a través del registro,
pero suele ser destruido para siempre, creando una nueva memoria material de ese mismo
sitio en los almacenes de un museo.

Un nuevo ejemplo de este modelo lo tenemos en la amenaza del Daesh a Palmira y la


reacción tecnológica de la UNESCO desde la documentación 3D de los sitios en peligro13.
Algunos de estos sitios han vivido un primer ciclo, puede que un segundo, y su memoria
material se multiplicará en diferentes formas a través del propio sitio, el registro arqueológico
al que ha dado lugar, las interpretaciones y, ahora, su nueva documentación tridimensional,
que permitirá que en cada una de ellas el proceso continúe.

Pero volviendo a la Escuela de Frankfurt y tratando de concluir, hay dos aspectos que me
gustaría destacar: en primer lugar la relación con la filosofía de Foucault que resaltará en su
trabajo Honneth (1991). En segundo lugar, los puntos de convergencia entre las que son a
día de hoy las tres principales teorías de la sociedad; la Teoría de la Acción Comunicativa de
Habermas, la Teoría de los Campos Sociales de Bourdieu y la Teoría de la estructuración de
Giddens (Fernández 2009).

13 http://www.bbc.com/news/uk-34085546
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 71

«La filosofía tiene partes que creo que comprendo, sobre todo la filosofía clásica.
Pero hay otras que no comprendo, porque no tienen sentido, y esto también está
muy bien, se trata de cuestiones difíciles. Es decir, no es necesariamente una
crítica decir que algo no tiene sentido: hay asuntos sobre los cuales es muy difícil
hablar. Pero si leo, por ejemplo, a Russell, o la filosofía analítica o a Wittgenstein,
etc., creo que puedo llegar a comprender qué están diciendo y puedo ver por
qué creo que están equivocados. Lo hago a menudo. Pero lean ustedes a autores
como a Derrida, o Lacan, o Althusser, a cualquiera de ellos sencillamente no les
comprendo. Es como si desfilasen palabras ante mis ojos: no puedo seguir los
argumentos, no veo los argumentos, cualquier cosa que parezca una descripción
de un hecho me parece equivocado. Así pues, quizá me falte un gen o algo
parecido. Pero en mi sincera opinión, creo que todo eso es un fraude» (Chomsky
2012: 278-9).

No voy a llegar a la crítica de Chomsky, aunque en ocasiones debería. Planteo esta cita en
este momento porque en muchos momentos me siento así, como si la mayoría de la filosofía
contemporánea sólo buscase formas enrevesadas de decir lo mismo con pequeños matices.
Poniendo nombres pomposos a situaciones que ya han descrito otros por el simple hecho de
marcar una escuela o una diferencia.

Dicho esto, llega el momento de poner sobre la mesa el papel de Foucault en la nueva Teoría
crítica de la sociedad, especialmente por dos razones; en primer lugar su fuerte compromiso
histórico. Foucault entiende la historia como un aspecto esencial para comprender el
mundo y, por ello, el valor que le aporta es mayúsculo, especialmente en su concepción de
«arqueología» como elemento de análisis (Foucault 2000). Pero, especialmente, en lo que se
refiere al análisis de la sociedad, su definición del «poder» como relación productiva presente
en todo el entramado social y no como una mera herramienta de un estado opresor, un estado
que utiliza el poder simbólico —a través de la burocracia, la publicidad, la identidad, etc.—
para ejercer su control (Foucault 1997; Honneth 1991). Esto está en estrecha relación con la
gestión patrimonial, una de las herramientas más eficaces del estado para ejercer su poder
simbólico, y choca de lleno con la visión utópica —en el sentido Foucaultiano del término—
que Habermas atribuye a la esfera pública. Una esfera tan «civilizada» que elude un conflicto
inherente a la sociedad (Flyvberg 1999: 82).

Por último, dos posestructuralistas podían haber servido para ilustrar el contexto sociológico
de esta tesis; Bourdieu y Giddens aportan un marco de pensamiento que, si bien choca en
algunas premisas con la propuesta de Habermas, plantea una realidad muy semejante, así
como unos objetivos comunes. Anthony Giddens es seguramente el menos radical y más
pragmático de los tres. Puede que por su contexto social —el único puramente anglosajón—
plantea una salida política centrista (la Tercera Vía) que se acomoda a la perfección en la
socialdemocracia occidental. Si bien los objetivos transformadores se hacen más plausibles
a través de pequeñas reformas estructurales, la experiencia nos ha demostrado como la
moderación tampoco funciona ante el capitalismo más radical. Pero el aspecto que más me
interesa de su propuesta es el que se refiere a la atención a las pequeñas cosas, a la vida
cotidiana, al contexto y su interacción (Giddens 1984). Si no podemos considerar a Giddens
heredero de Frankfurt, la situación con Bourdieu es similar. El aparato conceptual del autor
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
72 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

francés es mucho más complejo que el de Habermas, si bien el proceso que se describe es
semejante. Como ya apuntaba en el análisis de Habermas, uno de los aspectos más criticables
es la rigidez del lenguaje que Bourdieu salva con el intercambio lingüístico, mucho más
flexible (Outhwaite 2013; Susen 2013). Pero además, es interesante recuperar los conceptos
de «habitus» y «campo», así como su redefinición de «capital».

Con respecto a los primeros, convendría profundizar en su potencial para explicar las formas
de relación estímulo-sujeto (ver capítulo 6) y la conformación de la imagen de la arqueología.
Pero sin duda, es su amplia concepción de «capital» la que he utilizado a lo largo de esta
tesis. Lo apunto en este lugar porque considero que es uno de los aspectos más a tener en
cuenta en la reconfiguración moderna de la Teoría crítica. La herencia marxiana del concepto
de capital se ha quedado obsoleta ante la mercantilización de todas las esferas del mundo de
la vida. Por eso, capital simbólico, capital social, capital cultural, capital académico… pasan
a formar parte de las mismas estructuras de poder en las que se engranaba originalmente el
capital económico.

La Teoría crítica tiene aún mucho recorrido, al igual que la propia Teoría de la Acción
Comunicativa, pero la realidad nos está marcando una agenda de pensamiento donde
está llegando el momento de converger, de cuestionar la naturaleza de las relaciones que
se establecen en el marco de nuestra sociedad y atacarlas con una verdadera voluntad
transformadora, también desde el patrimonio. Por eso, ese activismo al que llamo pasa no sólo
por una arqueología comprometida, sino también por una gestión patrimonial que enfrente la
capitalización de nuestro trabajo.

En este contexto, la arqueología pública puede jugar un papel importante como herramienta
de análisis y de acción, pero si la crítica ha de ser dura, debo también entrar en contradicción
conmigo mismo por una salida posibilista, una tercera vía que permita una gestión eficiente
y transformadora.

***

Tras la revisión de este texto ha surgido una realidad interesante. No he mencionado,


consciente o inconscientemente la corriente posmoderna. Hacer esto en una tesis doctoral
que pretende ser de algún modo teórica —y en el momento actual de la teoría arqueológica—
puede resultar extraño, pero desde mi punto de vista, no creo que el silencio haya sido tan
absoluto. No mencionar el concepto no significa que no esté de algún modo patente en
parte del contenido, incluso en la filosofía de fondo de esta propuesta. Es más, como bien se
plantea en Una arqueología crítica (Fernández 2006), a través de la visualización de diferentes
realidades, se pone la nota de atención en aspectos tradicionalmente olvidados y ese espíritu
está patente en este trabajo. De hecho, mientras que para algunos pueda parecer un texto
que oculta el posmodernismo, para otros es en la práctica demasiado posmoderno como
para alinearse en dentro de la Teoría crítica más tradicional. Más adelante plantearé que la
arqueología pública debe ser el punto de apoyo para construir un metanivel desde el que
criticar la arqueología. Sin embargo, la propuesta no será más que una formulación inicial
resultado de estas reflexiones.
4. ¿Otras «teorías» para la arqueología pública? 73

***

A lo largo de estas páginas he ido bosquejando una definición de arqueología pública,


incluso algunos breves aspectos de su historia. Sin embargo, es necesario profundizar mucho
más en la materia antes de poder continuar con la propuesta teórica. En los próximos capítulos
definiré la arqueología pública y sus principales temas, con una atención especial a la imagen
social de la arqueología. Después, profundizaré en el desarrollo de la profesión y la gestión
del patrimonio arqueológico como contexto necesario para volver sobre esta propueta teórica.
by BANKSY
PARTE II
ARQUEOLOGÍA PÚBLICA
.5.
¿QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA?

«Amarás la Arqueología sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo»


Los 10 mandamientos del arqueólogo (público)

¿Qué es eso de la arqueología pública? Durante años me he encontrado ante esta pregunta,
formulada de maneras muy diferentes. Aún recuerdo la sensación de ser comprendido sin dar
explicaciones al llegar a Londres. Hoy, por suerte, ya puedo hablar sin explicar. O eso creía.
Desde que el concepto de arqueología pública se ha puesto también de moda en nuestro
país, se han multiplicado los casos que se bautizan así. Escribo con cierto desprecio hacia
un fenómeno que se repite con cada tendencia y que muchas veces perjudica a la profesión,
porque no se practica con profesionalidad. A lo largo de las siguientes páginas negaré la
mayor a la hora de definir este concepto, pero a la vez justificaré el uso que del mismo hacen
aquellos a los que critico. Esa es la paradoja del concepto y a la vez una de sus mayores
virtudes. Comencemos con un poco de historia.

5.1. Una historiografía de la arqueología pública

La arqueología pública se ha convertido en un campo de referencia para la práctica


arqueológica que gana protagonismo conforme pasan los años. Desde hace un lustro es raro
el congreso que no dedica una o varias sesiones a este tema, si bien casi todas se centran en la
práctica de arqueología en comunidad. No es descabellado si pensamos que en origen surge
como una forma de hacer a la sociedad partícipe de nuestro trabajo. Sin embargo, tanto el
inicio como el desarrollo de la arqueología pública ponen en entredicho esta cuestión. ¿Por
qué se da? Principalmente por el éxito de las actividades de divulgación in situ y las diferentes
formas de arqueología comunitaria en los últimos 25 años.

Esta sección buscará comenzar a profundizar en un tema que apenas se ha tocado; la


historiografía crítica de la arqueología pública. Hasta ahora se han tenido por buenas las
breves descripciones que se reproducen en la bibliografía, como si explicaran sin fisuras el

77
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
78 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

origen y desarrollo del concepto. Wheeler, McGimsey, Ucko y las definiciones modernas
en el cambio de siglo. En cierto modo tienen sentido, pero dejan de lado gran cantidad de
experiencias y trabajos que suelen pasar desapercibidos pero son de gran importancia para la
configuración actual de la disciplina. Hasta ahora, el único intento sistemático de recuperar
una historia de la arqueología pública ha sido llevado a cabo por Lorna Richardson en su
tesis doctoral, pero aplicado al caso británico (Richardson 2014a). A lo largo de las próximas
páginas trataré de hacer un intento más global con un breve apartado final referido a España.

5.1.1. Una primera ¿definición?

Definir la arqueología pública puede resultar en ocasiones complejo. En una sesión a tal
efecto durante la reunión de la EAA en Pilsen en 2013, una de las conclusiones fue, de hecho,
no definirla del todo y mantener cierta anarquía en la concepción de la disciplina. Al fin y al
cabo ese era uno de sus puntos fuertes de cara a la flexibilidad en la acción.

Si pasamos por alto los orígenes de la disciplina y nos centramos en las definiciones
modernas, son varios los trabajos en los que nos debemos detener:

“…it was [is] concerned with any area of archaeological activity that interacted or
had the potential to interact with the public” (Schadla-Hall 1999: 147).

Esta primera definición moderna —es comúnmente la que se toma como tal— introduce
un monográfico del European Journal of Archaeology dedicado a la interacción arqueología-
sociedad. En su texto, Schadla-Hall parte del libro de McGimsey (1972) para apuntar la
necesidad de centrarse en el concepto de «gestión», como una de las preocupaciones básicas
para la arqueología contemporánea, pero de él va saltando a otros grandes temas que fueron
tomando forma a lo largo de los años 80 y 90: política, economía, cultura popular y educación,
principalmente.

De este modo, establecía una lista de prioridades para lo que debía ser la arqueología
pública, poniendo el punto de partida oficial al «giro europeo» que comentaré más adelante.
Giro, porque hasta entonces la concepción más extendida se refería a una interacción más
literal entre arqueología y sociedad por medio de lo que se vino a definir como arqueología
comunitaria, o participación directa.

“Public Archaeology is all the New Territories, lying into the periphery of direct
research into the remains of material culture, into which the tribe has driven its
herds in recent years. Some of these are actually Old Territories, a return to familiar
pastures (like the origins of mind or community, or the relevance of prehistory to
the ‘forge of nations’), in which archaeologists used to roam when the climate
was warmer and mistier. All of them are about the problems which arise when
archaeology moves into the real world of economic conflict and political struggle.
In other words, they are about ethics” (Ascherson 2000: 2).

He de reconocer que esta es, sin duda, mi definición favorita. Como periodista, Neal
Ascherson es capaz de escribir con una belleza que atrapa al lector. Este fue el segundo texto
5. ¿Qué es la arqueología pública? 79

sobre arqueología pública que leí y sin duda me marcó. A esta primera parte literaria le sigue
una segunda que comienza a ser la tendencia en la disciplina: una lista. ¿Qué le interesa a la
arqueología pública? Básicamente todo.

Este texto es la editorial del primer número de la primera revista sobre arqueología pública
que se edita en el mundo. En el año 2000, después de más de veinte años de debates y
desarrollo en otros ámbitos. Pese a todo, aunque tardía, a sido de especial relevancia y puede
que este texto exprese como ninguno el espíritu del concepto: “Public archaeology is about
the difficult choices and the confusions which followed from all this self-discovery” (Ascherson
2000: 2). En un contexto en el que la política —sus políticas y sus implicaciones económicas
y sociales— se puso de manifiesto como nunca antes en la profesión, parecía el momento de
pararnos a pensar en algo más allá de la propia disciplina tradicional que nos colocara como
actores en el presente. Menos de un año después de la editorial de Schalda-Hall, Ascherson
ponía el punto de partida definitivo al «giro europeo» con esta arenga abiertamente política
para la nueva disciplina.

“Public-oriented archaeology would not only explain the present social situation
in which archaeology finds itself, but also attempt to develop and reform it so that
archaeology can better engage the public” (Matsuda 2004: 68).

Akira Matsuda nos aporta un detalle especial en el desarrollo de la definición. No podemos


perder de vista el concepto de público —ya sea entendido como sociedad (interacción) o
Estado (gestión)— y por ello no se trata sólo de explicar el contexto actual de la práctica
arqueológica, sino de buscar fórmulas para el cambio positivo. En este sentido, se pone de
manifiesto esa idea de reconversión de la disciplina, pero también de autoconciencia tras
el descubrimiento que apuntaba Ascherson. A través de la arqueología pública podemos
alcanzar una mejor práctica diaria en nuestro trabajo como arqueólogos y no se puede olvidar
este importante objetivo.

“The field of public archaeology is significant because it studies the processes and
outcomes whereby the discipline of archaeology becomes part of a wider public
culture, where contestation and dissonance are inevitable. In being about ethics
and identity, therefore, public archaeology is inevitably about negotiation and
conflict over meaning” (Merriman 2004: 5).

Este libro editado por Nick Merriman fue mi primer contacto con la disciplina y, como
en mi caso, lo ha sido para muchos. El amplio abanico de temas tratados en el libro permite
hacerse una idea general de qué es la arqueología pública, pero esta especie de definición
que ofrece pone sobre la mesa uno de los aspectos esenciales de la disciplina: el conflicto.
Y es que la relación entre arqueología y sociedad ha sido y continúa siendo eminentemente
conflictiva. No sólo en el sentido más literal de la palabra, sino también a la hora de gestionar
los diferentes valores y discursos sobre el patrimonio que se ponen sobre la mesa fuera del
ámbito académico. Ese salir fuera, esa interacción, será una de las bases de la práctica.

“public archaeology in the broadest sense is that part of the discipline concerned
with studying and critiquing the processes of production and consumption of
archaeological commodities” (Moshenska 2009: 47).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
80 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Tras definir cinco formas de mercancía arqueológica —materiales, conocimiento, trabajo,


experiencias e imágenes—, Gabriel Moshenska plantea la arqueología pública como una
crítica a los procesos de producción y consumo de estas mercancías arqueológicas. Si bien fue
objeto de debate en la revista, plantea una perspectiva muy acertada para el desarrollo de la
disciplina. Por un lado, porque nos coloca en nuestro contexto, no como meros observadores,
sino como partes activas integrantes de un sistema capitalista donde todo está de un modo u
otro mercantilizado. Por otro lado, porque plantea la necesidad de llevar a cabo una práctica
crítica y comprometida que nos permita influir en ese sistema.

“If Archaeology tries to create new knowledge from the study of past societies’
material culture, Public Archaeology intends to study all the relations between this
Archaeology and present society, in order to improve the general understanding
and cohabitation of Archaeology” (Almansa 2010: 3).

Mi definición de 2010 aporta dos pequeños detalles: por un lado, plantea una definición
sencilla y fácil de entender, que sin dejar de ser amplia y en cierto modo difusa pone claramente
de manifiesto el foco en el presente y recoge las principales perspectivas planteadas hasta el
momento. Por otro lado, aunque de forma aún velada, va planteando que la arqueología
pública no es una sub-disciplina de la arqueología, sino una disciplina per se. Este ha sido
un tema en debate hasta el día de hoy, pero considero que las diferencias en los objetivos
y las metodologías, así como su crecimiento en los últimos años, son lo suficientemente
importantes como para alcanzar la mayoría de edad.

“Public archaeology is conceived here as a dynamic endeavour, which consists of


an everevolving two-stage cycle comprising both research and action” (Matsuda
y Okamura 2011: 4).

Por mucho que me incomode Springer como editorial, el libro de Okamura y Matsuda
(2011) es seguramente uno de los documentos de mayor interés para la disciplina. Por primera
vez se ponen sobre la mesa una gran variedad de temas entendidos desde una gran variedad
de contextos culturales. Puede que la introducción en la que se enmarca esta escueta pero
bien fundamentada definición sea una de las mejores introducciones a la arqueología pública
desde un punto de vista global, casi postcolonial. A diferencia del otro gran libro publicado
en este momento (Skeates, Carman y McDavid 2012), un manual nada menos que de Oxford
en el que se mantienen en más páginas los mismos temas y casi autores que en el libro de
Merriman (ver una reseña al respecto en Almansa 2012a), el libro de Okamura y Matsuda
se acerca a los cinco continentes con experiencias que van desde la definición clásica de
participación a otras empresas más políticas.

Más allá de la llamada a la acción de la definición citada, es importante acercarse al


resto del texto como una toma de conciencia sobre las diferentes realidades que se dan a
lo largo y ancho del mundo, no sólo en la propia práctica y definición de la arqueología
pública, sino también en las formas de entender la arqueología, la comunidad, los valores
del patrimonio, o incluso el propio concepto de público. Esta llamada de atención
representa una primera crítica a la deriva anglosajona que estaba tomando la disciplina,
puede que como parte de las propias dinámicas de investigación actuales en las que su
5. ¿Qué es la arqueología pública? 81

lengua, sus universidades y sus publicaciones copan buena parte del espectro valorado y
valorable en muchas disciplinas.

“The unchecked practice of so-called public-archaeology projects due to what


we have here identified as a practice of trend and fashion (with its intrinsic value
for obtaining funding) endangers the discipline and risks its ethical practice”
(Richardson y Almansa 2015: 12).

Para terminar el repaso no aporto una definición. De hecho la que aporta el artículo
viene de la tesis doctoral de Lorna Richardson y si bien no la puedo rechazar, tampoco la
comparto al cien por cien —especialmente porque la mantiene como sub-disciplina. Sin
embargo, considero este artículo un hito importante para poner de manifiesto, desde una
suerte de dialéctica negativa —poniendo de manifiesto las contradicciones del concepto y
de su práctica—, los vicios generados tras la popularización del término y su práctica. Así,
tratamos de marcar una diferencia entre un programa de divulgación pobremente diseñado
para cumplir con los requisitos de las convocatorias de financiación y una verdadera
práctica profesionalizada y comprometida que aporte valor a los proyectos y profundice en
el conocimiento de los contextos de trabajo, sin caer en la mercantilización derivada de la
participación que, como veremos más adelante, puede resultar gravemente dañina para todas
las partes.

Con una primera idea del alcance de la arqueología pública como disciplina, llega el
momento de profundizar en su historia. Llegados a este punto debería ponerla en relación con
el contexto socio-político de estos años, pero por el momento me ceñiré solo a las referencias
fundamentales para la buena comprensión de los acontecimientos dentro de lo que ha sido el
desarrollo de la gestión del patrimonio cultural/arqueológico en los últimos años.

5.1.2. A modo de precedentes

Es complicado establecer límites en la búsqueda de precedentes, tanto en lo antiguo como


en lo moderno. ¿Es arqueología pública si no tenemos la conciencia de estar haciéndola? Para
este trabajo voy a establecer un límite temporal definido por el libro de McGimsey, teniendo
en cuenta la década de los 70 como la Protohistoria, más que la Prehistoria de la disciplina.
Multitud de trabajos de los años 70-90 se enmarcan dentro de lo que hoy consideramos
arqueología pública, pero la mayoría de ellos no lo llamaron así, ni puede que lo llamaran así
hoy. Sin embargo, ya existía el concepto y habían comenzado los debates en torno a él. Para
todo lo anterior, esa Prehistoria de la disciplina, van apareciendo cada vez más ejemplos de
práctica que ponen de manifiesto cómo el interés por los temas tratados desde la arqueología
pública siempre ha estado ahí.

Me gusta comenzar por un episodio interesante ocurrido en 1785, cuando se contó con
los vecinos para la adecuación del teatro romano de Sagunto, creando además su alcalde un
espacio público de exposición «de piedras» (Arasa i Gil 2012). Una experiencia temprana de
lo que hoy denominaríamos arqueología comunitaria muy similar al otro ejemplo que suelo
poner al hablar de estos temas (Kondo 1998), en el que vecinos de un área rural japonés se
volcaban con el equipo de arqueólogos en la excavación de un conjunto tumular, allá por los
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
82 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

años 50. El documental rodado, Tsokinawa Kofun, muestra multitud de detalles interesantes,
no sólo sobre el Japón de postguerra, sino también sobre la propia forma de hacer arqueología.
¿Tenía algo que ver el modelo de sociedad japonés o español con la posibilidad de llevar a
cabo ese tipo de acciones?

De lo que no cabe duda en el caso japonés es de la fuerte carga política de la intervención.


En este sentido, la atención por el impacto político de la arqueología y sus consecuencias
cobra un papel fundamental a principios del siglo XX con el uso consciente del pasado para
la construcción de discursos totalitarios. Kohl y Fawcett (1995) editan un valioso libro en
el que se analiza el desarrollo de la arqueología en diferentes contextos nacionalistas por
todo el mundo. Conscientes de la fuerza del discurso identitario que ofrece la arqueología,
las arqueologías de estado sirven a un proceso político desde la Alemania Nazi y sus SS-
Ahnenerbe (Arnold 1990) a la Rusia Comunista (Klejn 1994), o el occidente capitalista actual
(Hamilakis y Duke 2007).

El caso de la Unión Soviética es especialmente relevante por su propio componente


político. Pese a las purgas y un marcado componente ideológico en la práctica del momento,
lo que Klejn define como la «Revolución en la Arqueología» significó también una aplicación
de los supuestos marxistas a la arqueología, no sólo en el sentido estricto de la interpretación
y los nuevos discursos sobre el pasado, sino también en la relación de la arqueología —ahora
llamada historia de la cultura material— con la sociedad, «esforzándose por facilitar a la
historia marxista el uso de los materiales arqueológicos para poner sus estudios al servicio de
la sociedad» (Klejn 1994: 20). Así, no estamos —solo— ante el uso político de la arqueología
para el sustento de discursos totalitaristas, especialmente tras la llegada de Stalin al poder, sino
ante el propio uso de la arqueología para el disfrute social. Puede que el objetivo estuviera
política e ideológicamente marcado, pero la exposición pública de la arqueología y su relación
con el presente se plasmaron con fuerza en este momento.

Tradicionalmente se ha alabado la figura de Sir Mortimer Wheeler como un precursor


temprano de la arqueología pública en el Reino Unido (Moshenska y Schadla-Hall 2011). En
su articulo, Moshenska y Schadla-Hall utilizan como ejemplo las campañas de excavación
en Maiden Castle durante los años 30, en lo que llamaron un «teatro del pasado» donde el
producto-arqueología (recordemos Moshenska 2009) estaba plenamente explotado de cara al
público. Desde luego, las apariciones de Wheeler en medios de comunicación sólo pueden
compararse, tal vez, a las de Carl Sagan —ambos catedráticos con una carrera profesional
intachable y a la vez una presencia mediática permanente en sus respectivas disciplinas que
realmente caló entre el público. Desde bien pronto, animaba a los arqueólogos a llegar al
público (Wheeler 1956: 234) y puede que gracias a ello a día de hoy la presencia mediática
de la arqueología en el Reino Unido siga siendo fuerte. Pero el interés de Wheeler no era
extraño en la comunidad arqueológica británica y ya en un congreso de 1943 sobre el futuro
de la arqueología se debatió la necesidad de una mayor relación con el público, con gran
aceptación (Moshenska 2013). Años después, es interesante un trabajo de Jacquetta Hawkes
en el que ya criticaba nuestra forma de trabajar cual «secta» que no aportaba nada de interés
a la sociedad:

“Some discussions of archaeology have seemed to me so esoteric, so overburdened


with unhelpful jargon, so grossly inflated in relation to the significance of the
5. ¿Qué es la arqueología pública? 83

matters involved, that they might emanate from a secret society, an introverted
group of specialists enjoying their often rather squalid intellectual spells and ritual
at the expense of an outside world to which they will contribute nothing that is
enjoyable, generally interesting or of historical importance” (Hawkes 1968, 256).

Al otro lado del Atlántico, el New Deal de Roosevelt tuvo su marca en la arqueología
estadounidense en un momento en el que el modelo actual de iniciativa privada aún no se
había consolidado, no sólo supuso un alivio para muchos profesionales, sino también un
mayor impacto en la sociedad norteamericana (Means 2013). Por su parte, en los años 40,
Roland W. Robbins no sólo puso los cimientos de la arqueología histórica en los Estados
Unidos, sino que también se puede considerar promotor de la conservación comunitaria en el
desarrollo de sus trabajos (Linebaugh 2004). Y a partir de los años 60 ya se documentan varias
iniciativas como Nauvoo, en Ilinois (Pykles 2006). Pero el propio Pykles ya pone de manifiesto
la necesidad de profundizar en este periodo anterior a McGimsey y la conceptualización de la
arqueología pública. A mi modo que ver, esta necesidad se da, más que por el propio interés
historiográfico, por la necesidad de legitimación de la propia disciplina en el contexto actual.

5.1.3. Charles McGimsey III y «Public Archeology» (1972)

Termino el apartado en los Estados Unidos, porque será allí donde comencemos la
historia de la disciplina. Como apuntaba antes, la decisión es meramente conceptual. Desde
la publicación de Public Archeology vamos a contar ya con un concepto y una forma de
definición que permitirán comenzar a llamar a determinadas prácticas «arqueología pública».
La idea de McGimsey no surge de la nada. Resulta muy interesante ver que algo se movía en
la arqueología del momento:

“...unless archaeologists find ways to make their research increasingly relevant


to the modern world, the modern world will find itself increasingly capable of
getting along without archaeologists” (Fritz y Plog 1970, 412).

Los años 60 fueron en cierto modo turbulentos para la arqueología norteamericana,


especialmente tras la aprobación de la National Historic Preservation Act of 1966 (P.L. 89-
665) y el establecimiento del Cultural Resources Management (CRM) como principal línea
de trabajo. Esta legislación trataba de poner punto final a la destrucción patrimonial derivada
de las importantes obras de infraestructura y rehabilitación que estaba acometiendo el país
—desde la red de autopistas promovida por Eisenhower en 1956, al plan de renovación
urbana de Kennedy en los 60— y en su Sección 106 estableció un sistema de evaluación
patrimonial para las obras financiadas con dinero federal. Sin embargo, aunque el impacto de
la Sección 106 iba mucho más allá de lo inicialmente esperado —al final la mayor parte de
las obras contaban con dinero federal—, quedaba un vacío legal para todos los demás sitios
arqueológicos que se podían ver afectados por otro tipo de obras y riesgos (King 2000). Es en
este contexto en el que, por ejemplo, Fritz y Plog plantean la necesidad de relevancia, pues
de no contar con un respaldo legal podría ser complicado sostener la profesión arqueológica
más allá de la academia.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
84 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Ese es el contexto en el que nos movemos a finales de los 60 y que desembocará en lo que
hoy conocemos como arqueología pública. Sin embargo, en aquel momento el origen del
concepto estaba aún lejos de configurarse tal y como lo conocemos hoy. Como consecuencia
del surgimiento del CRM como forma de trabajo, para muchos el término «public archaeology»
respondía en cierto modo a otra forma de llamar a esa nueva práctica que se abría camino
en los Estados Unidos. Sin embargo, cuando entramos a analizar el libro, ya hay presentes
muchos de los principios que podemos entender hoy como fundamentales en arqueología
pública. Para Thomas King (1976: 236), el libro “is designed to serve as an encyclopaedia, as
a constitution, and as a bible” en una de las mejores reseñas que he encontrado, teniendo
en cuenta lo incisivo que suele ser King. De atrás hacia delante, va haciendo una revisión de
los contenidos en tres partes que ofrecen; por un lado, una verdadera enciclopedia legislativa
comentada para los Estados Unidos de principios de los 70. Un apartado de gran utilidad para
los profesionales norteamericanos que fue, seguramente, lo que le valió la mayor fama. En
su sección central, ofrece una alternativa de gestión. Un modelo ideal que, según su criterio,
podría asegurar una práctica más sostenible. Esa constitución a la que hace referencia King
y que no sólo plantea el modelo, sino también una hoja de ruta para conseguirlo con su
propio ejemplo en Arkansas. Por supuesto, un modelo difícil de exportar y no necesariamente
apropiado para todos los estados —sobra decir que tampoco para otros países. En cualquier
caso, estos dos puntos, que conforman la mayor parte del libro, ya ponen de relevancia la
importancia de la gestión como herramienta. Podríamos decir que si la arqueología pública
pone la teoría, la gestión pone la práctica. En este momento, sigue centrada en el aspecto más
organizativo, pero si la entendemos en toda su extensión (Martínez y Querol 1996; Carver
2011), veremos como se puede convertir en mucho más.

En cualquier caso, es la primera parte, en apenas una veintena de páginas, la que va


a marcar el camino durante los primeros años. Esa biblia a la que hacía referencia King
ofrecerá, ya de forma abierta, una visión de futuro sobre la arqueología en la que la relevancia
pública y la participación han de ser esenciales. La argumentación pasa por una definición de
crisis marcada tal vez por los miedos —y la experiencia— de los primeros años de práctica.
McGimsey plantea que lo que hagamos en los próximos 25-50 años será crucial para el
conocimiento que podemos llegar a alcanzar y que, por tanto, su generación ha de ser la
encargada de gestionar bien lo que se haga para que la situación de destrucción que aventura
no llegue con tanta gravedad.

“Archaeologists and other concerned citizens of today who fail to act quickly and
positively must share the blame for the loss of our heritage equally with those
forces which are actively, even if unwittingly, destroying the past. […] The only
justification the archaeologist and the interested citizen can put forward for their
equally destructive inactivity are preoccupation with other areas of responsibility,
a disinclination to become personally involved, or simple laziness” (McGimsey
1972: 4).

Si miramos a los últimos cuarenta años de arqueología norteamericana, no cabe duda


de que se han destruido multitud de yacimientos, pero los augurios fatalistas de McGimsey
no se han llegado a producir. Lo que sí creo conveniente resaltar es el interesante análisis,
como posición casi política, que hace ya de la implicación de profesionales y ciudadanos en
5. ¿Qué es la arqueología pública? 85

la protección del patrimonio. Tanto la responsabilidad como las excusas son perfectamente
extrapolables a la sociedad actual y nos deben llevar a pensar hasta dónde llega el interés real
—y el valor— del patrimonio arqueológico. Volviendo al libro, el reto que plantea McGimsey
es simple: ante el panorama de destrucción que nos espera y la responsabilidad que tenemos
para ponerle freno, solo existe una salida, la arqueología pública. Ante la dificultad de localizar
el libro en nuestro país, voy a reproducir el punto de partida del mismo por su interés:

“There is not such thing as ‘private archaeology.’


We are none of us born in a vacuum. We all are products and recipients of tens
of thousands of years of biological and cultural history. This history, working
with our present-day surroundings, affects our every though, our every action.
Knowledge of this past, just as a knowledge of our environment, is essential to
our survival, and the right of that knowledge is and must be considered a human
birthright. Archeology, the recovery and study of the past, thus is a proper concern
of everyone. It follows that no individual may act in a manner such that the public
right to knowledge of the past is unduly endangered or destroyed. This principle
is crystal clear. Unfortunately, however, attempts to place it in practice are often
thwarted by misunderstanding, by conflicts with more immediate and better
understood if not more basic rights, or by impossible situations brought about
through lack of funds and inadequately trained personnel.
Despite these vey real problems, it remains valid to assert that all archaeological
data, including the archaeological objects themselves, falls into the domain of
public interest and concern. How then does it affect the practice of archaeology?”
(McGimsey 1972: 5).

Podríamos discutir la primera frase, pero hay que entenderla en el contexto del párrafo.
Lo que hace McGimsey es romper una lanza a favor del dominio público del patrimonio
arqueológico y, por ende, de la responsabilidad común por su protección. Esta es la primera
pata de un concepto de «público» que toma ahora su significado completo. La arqueología
pública no era ya —solo— la que tenía que ver con el nuevo modelo de gestión que se estaba
estableciendo y que venía marcada por una legislación protectora —público=Estado— sino
un bien común sobre el que toda la sociedad tenía responsabilidad, al ser inherente a nuestra
propia condición humana. Nuestro pasado nos pertenece. Además, ya pone de manifiesto
claramente que los profesionales estamos insertos en ese mismo contexto social y, por ello,
afectamos y somos afectados.

“…by emphasizing this need for total involvement I would not want anyone to
gain the impression that I am suggesting that everybody should grab a shovel and
go out and dig. Involvement has many facets, an each individual has an obligation
to determine how he best can contribute and how his actions will affect the total
picture” (McGimsey 1972: 7).

Pero seguramente el punto central de esta primera parte del libro sea su llamada a la
participación pública, que será lo que desemboque en el concepto americano de arqueología
pública. Sin embargo, esa participación pública no se entiende en ningún momento como
excavación sin más, sino como la responsabilidad social hacia el patrimonio. Por supuesto,
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
86 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

dentro de esa responsabilidad social viene inserta la posibilidad de una participación directa
en la excavación, si bien apunta que debe atender a razones: “I do not recall ever having dug
a site for the simple reason that I wanted to dig it” (McGimsey 1972: 14). A pesar de todo, ese
apartado no queda del todo claro, especialmente cuando pone en cuestión la necesidad de un
título si quien excava lo hace bien. En el contexto anglosajón, este aspecto es común y no se
pone en cuestión. Sin embargo, en otros lugares como nuestro país resulta muy problemático.
Es por ello que en la práctica de arqueología comunitaria los debates sobre profesionalización
salen a la luz con frecuencia y se ha convertido en un tema central en torno a la arqueología
pública española.

Un punto a destacar a este respecto es un principio ético fundamental al plantear que ningún
individuo u organización, ya sea pública o privada, puede actuar de forma que vaya contra
el interés común, entendiendo éste como la conservación del patrimonio arqueológico y su
conocimiento. De este modo, se condenan acciones que puedan repercutir en la destrucción
del registro arqueológico. Esta destrucción es, sin embargo, inevitable y por ello termina
proponiendo dos líneas básicas de acción: La primera, tiene que ver con la comunicación,
no sólo entre profesionales, sino también con el público, haciendo una mención específica a
los propietarios de terrenos. La segunda, tiene que ver con la financiación y el planeamiento.
No se puede excavar todo, ni siquiera lo que está en riesgo, por lo que se hace esencial
desarrollar estrategias para minimizar el impacto de esa destrucción. Éste será el enlace con
el resto del libro y sus propuestas de planeamiento y acción legislativa.

En líneas generales no se puede decir que McGimsey haga una propuesta firme y clara
sobre lo que hoy entendemos como arqueología pública, pero si pone los cimientos de
algunos de los aspectos que se fueron desarrollando más adelante. Sin embargo, el impacto
del libro llegó originalmente por otra vía que se perpetuará durante, al menos, una década.
Para muchos profesionales «public archaeology» era sinónimo de conservación (Lipe 1974)
o de esa parte tan importante del CRM que se nutría de dinero público para la actividad
(King 1983). McGimsey nunca se opuso a ese uso, pues en cierto modo no es incorrecto.
Su compromiso con la gestión hacía que el interés por el desarrollo del CRM fuera también
prioritario. En todo caso, los 80 irán configurando esa nueva idea del concepto que recupera
el foco en la sociedad como elemento central de la gestión del patrimonio arqueológico.

5.1.4. El final del siglo XX

Una de las líneas básicas de la arqueología pública hoy es la propia imagen de la


arqueología. Como parte del discurso sobre nuestro contexto de trabajo, conocer qué piensa
la sociedad sobre nosotros se ha convertido en uno de los temas centrales. En este momento
me gustaría hacer un breve inciso sobre él, porque ya desde los años 70 contamos con trabajos
que se centran abiertamente en estos temas (Hoyt 1977). En concreto me gustaría destacar
uno de ellos:

“These stereotypes [de los arqueólogos] are more than amusing or offensive. They
govern public perceptions of archaeologists and they influence archaeologists’
perceptions of themselves. They are a relevant part of the mythic structure which
archaeology promulgates and serves. As a shaman who transports us to mythic
5. ¿Qué es la arqueología pública? 87

worlds through control of special knowledge, the archaeologist is powerful,


dangerous and sexually charged” (DeBoer 1982: 365).

En un trabajo muy interesante sobre las narrativas de la arqueología, DeBoer plantea el


poder que tenemos para configurar o sustentar imágenes del pasado —y de nosotros mismos.
El artículo se encuentra en las actas de un congreso canadiense (Francis y Poplin 1982) en
el que temáticas cercanas a la arqueología pública han tomado mucha importancia. En
concreto, esta sesión estaba dedicada la relación entre profesionales y público, e incluyó
otro trabajo realmente interesante que nos devuelve a la estela del discurso original (Kense
1982). En él, el autor analiza la situación de la práctica arqueológica en África llamando a
más investigación, educación y gestión —a través de arqueología de salvamento. La pobreza
de las infraestructuras arqueológicas en África era aún más evidente entonces que ahora, pero
lejos de una visión colonial del problema, la salida propuesta pasa por la arqueología pública.

Poniendo de manifiesto el impacto que la arqueología tiene en la gente y nuestra


responsabilidad como educadores en el proceso, Kense plantea la difusión y la monitorización
de sitios en riesgo desde la comunidad. Lo que hoy se plantea desde proyectos como SCHARP1
(Dawson 2016), se propuso veinte años antes en un congreso sin mayor repercusión. Una
reflexión sobre innovación e impacto que deberíamos tener en cuenta. En cualquier caso,
Kense no se queda ahí y también abogará por dos soluciones específicas para países en
desarrollo; que las agencias de cooperación financien arqueología en la ejecución de sus
proyectos de infraestructura y que además cualquier financiación siga los intereses locales. En
definitiva, una propuesta de arqueología para la gente que es, en cierto modo, la base de la
arqueología pública actual.

Al mismo tiempo, tuvo lugar una de las polémicas cruciales en la configuración de la


arqueología pública. El nacimiento del World Archaeological Congress en 1985-1986 tras
la polémica sobre el Apartheid y la libertad académica (ver Ucko 1987), puso sobre la mesa
de forma definitiva el carácter político de la arqueología. Aunque volveré sobre este tema
en el próximo apartado como precedente del «giro europeo», es de rigor ponerlo en un
contexto global muy interesante donde no sólo se estaba poniendo de manifiesto la dimensión
política de la arqueología, sino también la realidad global —colonial— de nuestro trabajo y
la necesidad de un foro diferente donde tratar otros temas más cercanos al presente (para un
acercamiento al WAC ver Zimmerman 2014).

“It has been almost 15 years since Bob McGimsey first put the term ‘public
archaeology’ into use, and it is pretty well accepted, at least in the United States
and with the last two generations of archaeologists, as an appropriate principle by
which to orient one’s approach to the discipline. It has, however, come to mean
many things to many people. Sometimes it is synonymous with contract archaeology
(archaeology paid for by public funds); sometimes it applies to programs involving
amateur archaeologists; and sometimes it is used in McGimsey’s context, namely
that there is no such thing as private archaeology” (Davis 1986: 115).

1 SCHARP responde a las siglas de Scotland’s Coastal Heritage at Risk Proyect, gestionado desde el SCAPE Trust (Scotland’s
Coastal Arcaeology and the Problem of Erosion), una organización que trabaja junto a otras instituciones públicas y privadas en
la monitorización y rescate de sitios arqueológicos en la costa escocesa con el apoyo de la comunidad local, que es entrenada
para identificar sitios y llevar a cabo fichas de estado y riesgo que permitan gestionar la actividad y recuperar el mayor número
de sitios antes de que se produzca el daño.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
88 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En esta entrada inicial del foro sobre arqueología pública que comienza la revista Journal
of Field Archaeology en 1986, queda patente como el concepto sigue siendo difuso para los
profesionales. De hecho, la propia Davis hará una nota aclaratoria tres años después para
poner de manifiesto cómo no se está siguiendo la línea buscada y el tipo de temas que les
interesa (Davis 1989: 233). Hasta ese momento, la gestión había sido el tema estrella, pero se
buscaba ir hacia la participación, educación, legislación, ética, etc., en definitiva temas más
en la línea de lo que representaba la idea de arqueología pública que ya se estaba tratando de
configurar. A pesar de todo, la mayor parte de trabajos y noticias seguían teniendo que ver con
gestión y legislación, marcando de algún modo el fracaso de la idea original. Así, en 1995,
terminaría su andadura con algún que otro texto interesante pero sin haber llegado a tratar dos
de los temas que anunció desde el principio; voluntariado y educación.

En cualquier caso, desde ese momento, buena parte de la arqueología pública internacional
fue un altavoz de la propuesta de McGimsey, poniendo en práctica algunos de los preceptos.
La práctica fue, precisamente, la que llevó a ampliar poco a poco el concepto general a
medida que se planteaban nuevos desafíos, eso sí, ya con un nombre reconocible y poco a
poco reconocido. Durante los años 80 y 90 del siglo XX se pueden encontrar ya multitud de
trabajos que siguen la línea que está marcando el concepto de arqueología pública, si bien
muchos de ellos aún no lo utilizan. En estas recopilaciones de bibliografía ya ampliamente
extendidas2, encontramos algunos de los grandes temas como la gestión del patrimonio y su
legislación (Smith y Enrenhard 1991; Alonso Ibañez 1992; Carman 1996; Martínez y Querol
1996; Ruiz Gil 1996; Bóveda 2000), los museos y yacimientos visitables (Hudson y McEwan
1987; Merriman 1991; García Blanco 1992; Martín de Guzmán 1993; Hooper-Greenhill
1994a; 1994b; 1995; Mansilla 1999a), los derechos indígenas (Layton 1989; Schmidt y
Patterson 1995; Ambler 1996; Robinson 1996; Weaver 1997), el nacionalismo y la política
(Lowenthal 1985; Gathercole y Lowenthal 1991; González 1994; Kohl y Fawcett 1995;
Díaz-Andreu y Champion 1996; Mansilla 1997; Meskell 1998), la historiografía de la propia
arqueología (Hudson 1981; Jones 1984; Díaz-Andreu y Mora 1995; Mora y Díaz-Andreu
1997), su percepción popular y la representación del pasado (Ascher 1960; Feder 1984; 1995;
Jordan 1981; Carver 1996; Cirafici, Flutsch y Martin 1996; Lavín, Yañez y Laín 1996; Ruiz
Zapatero 1996a; Ruiz Zapatero y Fernández 1997; Álvarez Sanchís y Ruiz Zapatero 1998;
Hernández 1998; Ruiz Zapatero y Mansilla 1999), las reconstrucciones históricas (Anderson
1985; Benson, Brier y Resenzweig 1986), el turismo (Yale 1991; Prentice 1993; Herbert 1995;
González 1996; Richards 1996; Zurinaga 1996; Santana 1997), la divulgación y la educación
(Domínguez 1986; Ruiz Zapatero 1996b; Jameson 1997; Jeppson 1997; Asensio y Pol 1998;
Santacana y Hernández 1999) y un largo etcétera que aparecería finalmente enumerado en
la editorial del monográfico del European Journal of Archaeology dedicado a la arqueología
pública y coordinado por Tim Schadla-Hall (1999). Pero no podemos olvidar otros detalles
muy interesantes fuera del ámbito académico como fue la aprobación del Convenio Europeo
para la protección del patrimonio arqueológico, firmado en La Valeta en 1992 y donde la
sociedad jugaba ya un papel esencial.

2 En lugar de enumerar una extensa bibliografía, apunto algunas obras nacionales junto a los ejemplos extranjeros comúnmente
utilizados para poner de manifiesto como el movimiento se da también dentro de nuestras fronteras. La selección no ha sido
sistemática, sino marcada por las referencias de textos actuales y otros «caprichos» personales que muestran cuán temprano
o cerca surgieron algunos de los temas. Con esto quiero plantear que la arqueología pública como concepto surge en un
movimiento mayor de apertura de la disciplina e interés por otros temas menos convencionales.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 89

5.1.5. El «giro europeo» y el afianzamiento

¿Por qué hablo de «giro europeo»? Hasta ahora he prestado especial atención al proceso
en los EE.UU., dado que Europa era en cierto modo ajena al término. Desde que en los años
80 la arqueología se comienza a mover por esos «Nuevos Territorios» de los que hablaba Neil
Ascherson en su definición, la conciencia sobre el impacto de la arqueología en el presente y
el rol de la sociedad con respecto al patrimonio comienzan a estar presentes de forma más o
menos global —al menos en el contexto occidental.

En 1983, el Archaeological Review from Cambridge (Bewley 1983) dedica su primer número
temático al público, en lo que será una larga lista de monográficos sobre temas «alternativos»
que pronto se configurarán en el entorno de la arqueología pública. De hecho, podríamos
considerar este volumen como el primero en la materia en Europa. Aunque todavía no se trate
abiertamente la arqueología pública como concepto, si se menciona el libro de McGimsey
como un ejemplo norteamericano sobre el tema [de la revista], asumiendo en ese caso que
bajo la denominación de arqueología pública o sin ella, era lo que se estaba haciendo:

“The aim of this issue has been to highlight certain aspects of the relationship
between professional archaeologists and other people interested in the past.
Many viewpoints are expressed, but the underlying theme is the need for greater
communication” (Bewley 1983: 3).

Los trabajos provenían mayoritariamente de una sesión en el TAG de 1982 organizada por
Mike Parker-Pearson y ponían de manifiesto el creciente interés de estos temas también en
Europa. Desde la relación con los detectores de metales, o el trabajo con sociedades locales,
a la representación de la arqueología en la televisión y las revistas populares, los artículos son
un fiel reflejo de una de las temáticas principales de la arqueología pública hoy. Como ellos,
muchos de los siguientes números, tal vez gracias al tono más desenfadado de la publicación,
han tratado otros temas del estilo: estética, política, educación, humor, etc.

Pero el verdadero punto de inflexión, más allá del creciente interés de estas temáticas en
Europa fue la figura de Peter Ucko. A Future for Archaeology (Layton, Sheenan y Stone 2006)
es seguramente la mejor biografía que se puede encontrar sobre su persona y su trabajo. Desde
muy temprano fue claramente consciente del cambio radical que necesitaba la arqueología,
seguramente influido por su trabajo en el Australian Institute of Aboriginal Studies, donde
durante casi una década tuvo la oportunidad de ver una relación directa entre sociedad y
arqueología, no sólo en Australia sino también en otros países de África y Sudamérica. A su
vuelta a Inglaterra en 1981 como profesor en Southampton, comenzará a aplicar cambios en
los programas de estudio, integrándose de nuevo —si es que alguna vez se desconectó—en
el circuito occidental. Tras convertirse en Secretario Nacional de la UISPP, se le encargó la
organización del 11º congreso en Southampton, pero como apunta Ascherson (2006), explotó.

La historia del primer World Archaeological Congress es de sobra conocida y puede seguirse
desde diferentes perspectivas. El propio Ucko (1987) narró la suya en Academic Freedom and
Apartheid, un clásico de obligada lectura para quienes quieran hacer arqueología pública.
Pero se pueden encontrar otros resúmenes vistos desde diferentes perspectivas. Comienzo con
la de Glyn Daniel (1986) en cuya editorial de Antiquity, previa al congreso, carga duramente
contra Ucko tildando la situación de grave y triste.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
90 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 8. Peter Ucko dando clase en Londres pocos meses antes de su muerte en 2007 (WAC).

“The Executive Committee—six good men and true—with greatest heart-searching


and unhappiness, allowed themselves to be blackmailed and, under duress,
imposed a ban on South African participation. […] The mistake lay in knuckling
under to the blackmailing organizations in Southampton. The British National
Executive should have had the courage either to cancel or postpone the Congress,
or to transfer it to some more liberal venue such as Oxford, Cambridge, or London.
But they are not the villains: the villains are the students, the Southampton branch
of the AUT and the Southampton City Council. […] British archaeologists are
divided into two camps and the name of British archaeology is not good at present
in most European, American, Asian, and Australian contacts that we have or hear
about. The 1985-6 Southampton crisis will eventually become a matter of sad
history. […] We wish the rebel Southampton Congress success, although as the
present Editor of a journal committed to the free and liberal exchange of ideas
by archaeologists of any persuasion and from any political regime, it would be
indelicate to the point of impropriety to take part. […]Meanwhile we cannot
disguise the fact that, alas, Southampton is at the moment a dirty word in the world
of archaeology […] So we all know where we stand if and when we are asked to
run another international conference-and why shouldn’t the XIIth Congress be in
Britain rather than Madrid? And perhaps by 1991 and, please God, long before,
5. ¿Qué es la arqueología pública? 91

the hateful apartheid regime will have ceased to divide South Africa, the world,
and archaeology” (Daniel 1986: 81-3).

Poco más se puede añadir a estos extractos, que nada tienen que ver con otras opiniones
posteriores como la del propio Chippindale (1987) que sucedía a Daniel en Antiquity ese
mismo año, la más oficialista de Michael Day (1988), o la del australiano Jack Golson (1986),
que hace un análisis menos visceral y muy positivo de ese primer WAC, donde pone de
manifiesto cómo la propia organización del congreso original antes de ninguna disputa ya era
claramente revolucionaria para la arqueología, al contar con temas transversales que afectaban
a todo el mundo y al promover la participación de un rango de profesionales mucho más
amplio. No en vano, la asistencia rondó las 1.000 personas procedentes de unos 100 países
y entre los temas ya se incluyeron cuestiones claramente políticas —el propio contexto del
congreso lo favoreció— y temas relacionados con la formación y el público.

“This development reflected and underlined Ucko’s longstanding commitment to


ensuring that archaeology —and archaeologists— consider the wider implications
of their academic world, recognising that archaeology is not and never has
been a neutral scientific activity, devoid of political content. […] It ensures that
students are introduced to issues of nationalism, ethnicity, politics, media, illicit
antiquities, education and globalisation of the past as part of their mainstream
studies” (Schadla-Hall 2006: 77).

La semilla ya estaba sembrada y la llegada de Ucko a UCL en 1996 supuso la revolución


final. Primero con la implantación en 1997 de un curso de grado y un máster llamados ya
abiertamente Public Archaeology y cuyos currículos versarían sobre esa relación arqueología-
sociedad entendida en su sentido más político. Un curso que todos los graduados en arqueología
tomaban y un máster que poco a poco ha ido ganando posiciones entre las preferencias de
muchos postgraduados. Junto con el curso, llegaría la revista y en su primer número ya traería
consigo la consecución del «giro europeo» con el debate entre McManamon (2000a y b) y
Holtorf (2000):

“Here, in a nutshell, is the difference between the two uses of the term ‘public
archaeology’. The American usage—admittedly more faithful to what the two words
are usually held to mean—sees public archaeology as one pragmatic branch of
the discipline among others: roughly, doing the sort of archaeology which involves
interacting with the public. The British version, in contrast, has become a Stoa in
which the most fundamental theories about the past, its exploitation and the political
role of archaeology are questioned and investigated” (Ascherson 2006: 51).

Desde mi punto de vista, ambas concepciones no son excluyentes sino todo lo contrario.
Es por ello que perviven a ambos lados del Atlántico y en el resto del mundo. El afianzamiento
tiene mucho que ver con estos eventos, porque todo el impacto que no consiguió tener
como término en los EE.UU. lo alcanzaría a través de UCL. Por un lado, las publicaciones
comenzaban a sentar las bases de una prolija bibliografía que ya hablaba sin tapujos de
arqueología pública. Por otro, los cursos comenzaron a poner en la calle a profesionales
que, en muchos casos —yo como ejemplo—, lo exportaron a sus países. UCL, la universidad
global, se convertiría así en un centro de difusión del término y su práctica.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
92 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

A partir de ese momento, la arqueología pública se comenzó a tener en cuenta como sub-
disciplina y muchos profesionales que hasta entonces habían trabajado en aspectos afines se
comenzaron a adherir al término. En 2004, Routledge editaría el primer volumen monográfico
titulado Public Archaeology (Merriman 2004) y la Unicamp brasileña, una segunda revista
llamada Revista Arqueología Pública (Funari y Robrahn-González 2006), que tras un breve
parón ha retomado la actividad en los últimos años. El inicio de la nueva década vería nuevas
publicaciones de referencia tras el nacimiento en 2010 de la revista AP: Online Journal in
Public Archaeology (Almansa 2010) y los monográficos de Springer; New Perspectives in
Global Public Archaeology (Matsuda y Okamura 2011), y Oxford; The Oxford Hadbook of
Public Archaeology (Skeates, McDavid y Carman 2012). Incluso me atrevería con un volumen
local; Arqueología Pública en España (Almansa 2013a).

5.1.6. Arqueología Pública hoy

En cierto modo derivado del «giro europeo», uno de los temas fundamentales en la
arqueología pública actual sigue siendo el debate entre arqueología comunitaria y arqueología
pública. Para comenzar a ilustrarlo utilizaré como ejemplo un cuadro-definición que Gabriel
Moshenska colgó en el ascensor de UCL en 2014.

Fig. 9. Cuadro-definición de la arqueología pública (por Gabriel Moshenska).


5. ¿Qué es la arqueología pública? 93

En este cuadro, Moshenska ofrece 7 ámbitos en los que trabaja la arqueología pública,
aunque lo deja abierto a más. El cuadro 1 plantea un primer título: Arqueólogos trabajando con
el público. Esa idea primigenia de la participación. Se trata de una arqueología participativa de
arriba abajo, en la que el colectivo arqueológico tiene el control del proceso. Curiosamente,
Moshenska incluye de entrada la arqueología comunitaria, cuando precisamente ahora se
encuentra sumida en su propia redefinición, abarcando más que la mera colaboración3. De
hecho, el cuadro 2: Arqueología por el público, está en la línea de la nueva arqueología
comunitaria, en la búsqueda de una participación de abajo arriba. Claro está que este tema
plantea problemas en muchos países —como España— dado el carácter que puede llegar a
cobrar en Inglaterra, donde la legislación permite la intervención directa de no profesionales
sin autorización en determinadas circunstancias. En aparente oposición tenemos el cuadro 3,
que plantea una Arqueología del sector público. Aquí, curiosamente, incluye la arqueología
comercial, al ejecutar el requerimiento de la administración. Desde mi punto de vista, este
cuadro queda cojo al no contemplar uno de los aspectos fundamentales de este ámbito: el
de la actividad profesional y sus vicisitudes (ver capítulo 8). El cuadro 4 plantea lo que en
España conocemos como Educación patrimonial, orientada a la arqueología, pero también
la educación formal y la divulgación clásica. Entre las formas de divulgación, tenemos las
publicaciones, que en los últimos años han entrado en la moda del acceso abierto. Así, el
cuadro 5 plantea una Arqueología «abierta» en tanto en cuanto está a disposición de quien
quiera consultarla. El fenómeno que se han venido desarrollando en los últimos años de una
«arqueología en directo», por ejemplo, con blogs de seguimiento de intervenciones, canales
de YouTube, redes sociales y demás, es un ejemplo de este tipo de arqueología pública que
tiene muchas reminiscencias a lo que siempre hemos hecho, pero con nuevas tecnologías. El
cuadro 6 es seguramente mi favorito, la Arqueología popular, que contrasta con esa arqueología
hecha por el público. Mientras en el caso de los cuadros 1 y 2, donde contamos con la
participación pública, el concepto de arqueología está meridianamente claro, la arqueología
popular nos transporta a otro ámbito completamente diferente, en el que la definición de
arqueología y sus usos, no están normalmente en línea con lo que esperamos de la profesión
(ver el próximo capítulo). Finalmente, el cuadro 7 nos plantea un ámbito muy importante;
la Arqueología pública académica, que no es más que el estudio de la arqueología en su
contexto social, político y económico —y cultural, legal y ético. ¿No suena todo esto familiar?

La arqueología comunitaria, que englobaría los cuadros 1 y 2, se ha desarrollado de forma casi


paralela a la arqueología pública en los últimos años. Una vez que el término aparece ya definido
en los años 90 como forma de demarcar ámbitos entre «pública» y «comunitaria», fue mucho
más sencillo de definir. Al fin y al cabo, la participación directa de no-profesionales en los trabajos
arqueológicos era un aspecto claro. Por ello, se podría decir que la arqueología comunitaria es
una sub-disciplina de la arqueología pública, si bien suele requerir un buen proyecto y unos
objetivos claros más allá de la mera experiencia de ocio que en ocasiones se vende.

Los cuadros 1, 2, 3, 4 y 5 pueden responder de forma más clara a la definición norteamericana


de arqueología pública, que engloba principalmente la relación gestión-participación. Sería
entonces ese giro europeo el que se acerca a los dos últimos cuadros, en una forma de
preocuparse por el estudio del propio contexto de la arqueología, más que por su práctica.

3 El debate en torno al término y su alcance es amplio (Marshall 2002; Tully 2007; Moshenska 2008; Simpson 2009; Moshenska
y Dhanjal 2011; Thomas y Lea 2014), más aún tras la creación del Journal of Community Archaeology and Heritage (Thomas,
McDavid y Gutteridge 2014).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
94 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En cierto modo, «arqueología pública» como tal, respondería simplemente al cuadro 7, ya


que engloba en su definición a todos los demás. Así, cuando alguien dice «eso es…», tiene
razón. «Eso» —la puesta en práctica de la arqueología pública— es gestión, es patrimonio,
es divulgación, es todo aquello que quieres que sea, como planteaba Gamble sobre la propia
arqueología (Gamble 2008: 3), siempre que los objetivos de esa acción se enmarquen en los
objetivos de la arqueología pública. Como planteamos en Do you even know what public
archaeology is? (Richardson y Almansa 2015), la expansión del término en una práctica poco
definida ha llevado a sobredimensionar el rol de la participación pública en arqueología
pública, además de un modo en cierto modo fraudulento. A falta de unas metodologías bien
establecidas y un cuerpo ético bien definido, cualquier actividad de divulgación pasa por
arqueología pública sin la mayor crítica. Por ello, la disciplina afronta varios retos importantes
en el presente:

-- Configuración de redes de trabajo. Desde la creación de The Public Archaeology Group


en 2013 estamos intentando favorecer la comunicación de profesionales más allá de
las reuniones académicas y las publicaciones científicas.

-- Desarrollo de metodologías. Desde las nuevas redes de comunicación entre


profesionales, estamos buscando desarrollar metodologías para las diferentes formas
de práctica e investigación en arqueología pública. Una caja de herramientas que nos
permita mejorar en la práctica.

-- Cuerpo ético. Estas buenas prácticas se regirán por un cuerpo ético básico, en muchos
casos ya presente en otros códigos profesionales, pero que requiere de revisión y
adaptación a la realidad profesional actual, e incluso a las realidades locales —por
ejemplo en el caso de restos humanos.

-- Formación. Cada vez más centros están incluyendo en sus programas temáticas
relacionadas con la arqueología pública. Sin embargo, la expansión de la formación
no se corresponde con la expansión de la práctica. Se trata de un punto complejo que
no puede tomarse a la ligera, pues en ocasiones los programas actuales no asumen
toda la carga del término y se centran en la educación-participación.

-- Nuevos territorios. Siguiendo con la metáfora de Ascherson, en los últimos años nos
estamos adentrando en nuevos territorios para la arqueología pública, resultado de la
profundización en algunas de las temáticas clásicas. A través de la colaboración con
otros profesionales, se buscan nuevos usos para la arqueología.

Si tuviera que definir la arqueología pública hoy, describir, entender y proponer, serían
los tres pasos determinantes. Primero, describimos una situación —qué entiende la gente
por arqueología, cómo se gestiona el patrimonio, etc.— con el objetivo de entender los
mecanismos que llevan a ella —sociedad, política, economía, cultura de masas, etc.— y
poder proponer soluciones o ideas que ayuden a mejorar esa situación, que no es más que
la relación entre arqueología y sociedad y sus consecuencias. Estas soluciones pasan por un
abanico infinito de opciones que afectan a muchas disciplinas, no sólo relacionadas con la
arqueología y el patrimonio.

Como ejemplo, utilizaré de forma muy sucinta dos proyectos en los que he participado en
Etiopía. En el primero de ellos, «Archaeology of the Iberian Jesuit Missions in the Lake Tana
5. ¿Qué es la arqueología pública? 95

Region (Ethiopia)4», dirigido por Víctor M. Fernández, desarrollamos un pequeño proyecto


paralelo de arqueología pública, especialmente a lo largo de 2008. El contexto, un pequeño
yacimiento junto al aeropuerto de la ciudad de Gondar —donde podemos encontrar el sitio
Patrimonio Mundial de Fasil Ghebi—, que resulta ser su origen y un sitio harto interesante
en la historia de la región. Las actividades podrían entenderse como divulgación —visitas
escolares, seminarios universitarios, medios de comunicación— o como gestión —plan de
protección, planificación, capacitación— y, de hecho, decidí etiquetar estos trabajos como
arqueología comunitaria de cara a la publicación (Almansa et al. 2011). Sin embargo, si
atendemos a los objetivos, estos van más allá de la divulgación del proyecto o la misma
arqueología. Entrando en temas como la gestión turística o las dinámicas de trabajo social en
la comunidad. Se compagina en una sola estrategia todo el proceso, en el contexto de una
intervención arqueológica. Esto representaría un ejemplo clásico de trabajo con la comunidad
desde la perspectiva de la arqueología pública; conocer el contexto y actuar sobre él. En este
caso, el principal objetivo era la protección del yacimiento arqueológico, pero no era el único.

Fig. 10. Alumnos de la escuela primaria de Azazo durante las actividades.

El segundo proyecto tuvo lugar entre los años 2010 y 2012 en Melka Kunture, un pequeño
pueblo al sur de Addis Abeba. Tras un encargo del gobierno regional de Oromía —la región

4 No es el lugar para contar un proyecto que se puede seguir en las diferentes publicaciones del equipo (Fernández, Torres y
Almansa 2009; Fernández et al. 2011, 2012a, 2012b, 2013; de Torres et al. 2011). En resumen, tras el envío de 400 mosqueteros
de la Corona portuguesa en el siglo XVI para asistir al emperador abisinio ante la presión de otros grupos, Roma decide enviar
una misión jesuita que culminará con la construcción de varios edificios y complejos de gran envergadura, con la conversión del
emperador y con una revuelta en la corte que desembocará en su expulsión en 1632. El sitio que nos ocupa, Azazo, fue tomado
como modelo para el establecimiento de la primera capital estable en Gondar —a 15 kilómetros— y ha sido uno de los focos
principales del proyecto.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
96 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

donde se encuentra el yacimiento en cuestión—, puse en marcha el proyecto «Evaluation


and awareness on Melka Kunture archaeological and palaeontological site», con el objetivo
de detener la contaminación del río Attebela y comenzar la evaluación del sitio de cara a su
nominación a la lista de Patrimono Mundial (Degeffa y Almansa 2011). Aunque en origen el
proyecto estaba orientado a la gestión del yacimiento arqueológico, una primera visita puso
de manifiesto un problema mucho mayor: la afección a la comunidad. Animales enfermos,
alergias de piel, agua contaminada, abortos… eran algunos de los casos que las consultas
realizadas a la comunidad pusieron de manifiesto. Para algunos era la primera vez que ponían
los pies en el yacimiento, al que acuden gran cantidad de turistas todos los años. Su interés
no iba a venir por el valor cultural o arqueológico sino por su utilidad como catalizador de
recursos positivos. Por ello, el objetivo del proyecto cambió y, en vez de ser el patrimonio,
se convirtió en la comunidad; la solución de un problema sanitario a través del patrimonio
arqueológico.

Fig. 11. Un niño y su abuelo junto al río Attebela. Tras ellos, Melka Kunture.

Tras este proyecto acuñé el concepto de «arqueología como excusa» para entender uno de
los principales objetivos de la acción desde la arqueología pública: el impacto positivo en la
gente. El análisis de las relaciones entre arqueología y sociedad es importante como una forma
de documentación de las dinámicas que se generan entre ambos; como una forma de conocer
la situación en la que nos encontramos. Pero si mantenemos una mejor forma de hacer la
arqueología realmente pública como objetivo, necesitamos ir más allá. Aquí, los objetivos ya
no tienen que ver con el conocimiento del pasado, sino con el impacto en el presente. Por
ello, la arqueología se convierte en una excusa para trabajar en la comunidad. Los discursos y
5. ¿Qué es la arqueología pública? 97

los restos pueden servirnos como elementos de intervención social en conflictos del presente,
desde tensiones sociales locales o la rehabilitación de espacios comunes (Ayán 2012, Ayán
y Gago 2012, Walid y Pulido 2014, Castillo 2015a, Pastor 2014), a la recuperación de la
memoria (González-Ruibal 2007). Aplicando el concepto aristotélico de Zoon politikón,
la arqueología pública nos sitúa como un sujeto conscientemente político en su contexto
social. Queramos o no, vamos a impactar en la comunidad y nuestra labor —más allá de la
arqueología— pasa por que el impacto sea positivo.

5.1.7. Un pequeño apéndice sobre España

Unas líneas atrás aportaba bibliografía sobre esos orígenes paralelos de la disciplina en
un momento en el que aunque el concepto estaba presente aún no se había posicionado
como aglutinante de esos temas. Entre la bibliografía quise seleccionar también varios títulos
españoles que ponían de manifiesto un interés global por esas temáticas. Igualmente, he
querido terminar el apartado anterior haciendo una cita consciente a trabajos de los últimos
años llevados a cabo dentro del ámbito de la arqueología pública desde nuestro país. Al
menos en la década de los 90 ya habíamos comenzado a explorar esa arqueología más allá
de la arqueología, conscientes de que el contexto de nuestro trabajo era de importancia, el
dossier de Complutum en 1997 «Arqueología: imagen y proyección social» (Ruiz Zapatero y
Martínez 1997), o el monográfico de Cota Zero en 1999 sobre patrimonio y sociedad (Alcalde
y Cruells 1999), son un claro ejemplo. Pero si buscamos precedentes fuera de la academia,
desde el programa de TVE Misión Rescate en los 70, a los planes de empleo rural del INEM,
no son pocas las actividades en las que la interacción social con la arqueología ha estado
patente. Incluso en el ámbito museístico, las actividades se han desarrollado desde hace
décadas (Moreno Torres y Márquez-Grant 2011).

Pero hablar de arqueología pública en España requiere detenerse en mi propio trabajo.


Puede que no sea, por tanto, la persona más indicada para hacer una historiografía crítica del
desarrollo de la disciplina en nuestro país, aunque creo necesario apuntar, al menos, algunas
líneas generales que nos ayuden a comprender cómo, a pesar de aparecer como concepto
de forma tardía, la práctica se ha llevado a cabo desde mucho antes y hoy estamos a la
vanguardia del desarrollo de la disciplina.

En una publicación reciente, Margarita Díaz-Andreu (2016: 78) le atribuye a Felipe Criado
(1996: 17) un uso del concepto «arqueología pública» equivalente al de McGimsey. En el
párrafo en cuestión —que utilizaré con otro propósito más adelante—, Criado diferencia
«Arqueología de Gestión (Pública y Comercial/Contractual)» y «Arqueología de Investigación
(Académica y Divulgativa)», dotando al concepto de «arqueología pública» de un sentido
muy concreto: la que se lleva a cabo desde la Administración. Esto en ningún caso tiene que
ver con la propuesta de McGimsey que representaría una mezcla de los cuatro tipos definidos
por Criado, especialmente si tenemos en cuenta el funcionamiento del modelo de gestión
estadounidense. Me parece oportuno hacer esta puntualización, no por marcar territorio,
sino por hacer una clarificación terminológica que en ocasiones es necesaria. Como apunto
en el volumen Arqueología Pública en España (Almansa 2013), utilizar el concepto o no
es irrelevante si la práctica es orientada. No tengo un interés especial en que la gente diga
que hace arqueología pública, comunitaria, participativa, social, inclusiva, comprometida, o
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
98 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

cualquier otro adjetivo que se le ocurra, siempre que poco a poco los objetivos subyacentes
a la idea de arqueología pública se cumplan. Sin embargo, si debemos desetiquetar de algún
modo los usos del término que no se corresponden al concepto. Así, podemos defender que
de algún modo la arqueología pública se práctica en España desde los años 90, o antes, pero el
término, en el uso que le damos aquí, aparece por primera vez —ya castellanizado y asumido
en el discurso— en mi editorial del monográfico de ArqueoWeb5 «Arqueología, Patrimonio y
Sociedad» (Almansa 2006b), aún de forma velada ante las dudas que me surgían con respecto
al uso y traducción del término. Cuando en el curso 2004/2005 estaba preparando el trabajo
sobre percepción social que incluiría después en el monográfico (Almansa 2006a), durante
una reunión con la profesora Teresa Chapa, ésta me dijo que toda la arqueología era pública
por definición. Si recordamos el “there is no such thing as ‘private archaeology’” de McGimsey,
no le faltaba razón, pero el sentido del término tenía para mí unas connotaciones que todavía
no estaban claras en España.

Por eso, los siguientes años intenté trabajar, especialmente tras mi vuelta de Londres,
por un establecimiento del término en nuestro país. A lo largo de los años 2007 y 2008
organizamos dentro del grupo de doctorandos del Departamento de Prehistoria de la
Universidad Complutense de Madrid (UCM) las primeras jornadas de Jóvenes en Investigación
Arqueológica (JIA), donde tratábamos de orientar las temáticas fuera del ámbito cronológico
tradicional. Como resultado, relaté una breve sesión sobre arqueología y sociedad (OrJIA
2008: 527-64), con el título de «Diálogos pendientes», que inició lo que sería una larga
tradición temática en el congreso, y que personalmente culminé en su séptima edición en
Vitoria6 (Almansa y Galmés 2015).

En honor a la verdad, habría que decir que uno de los principales éxitos en el origen de
la arqueología pública en nuestro país fueron los blogs (Almansa 2014b). En 2007 comencé
Public Archaeology, en 2008 me uní a Beatriz Comendador en Pasado Reciclado. Poco
después fueron surgiendo otros blogs que, sin ser tal vez directamente arqueología pública,
apoyaban el trabajo con entradas muy interesantes. Hoy Pi3dra, de Antonio Vizcaíno, es uno
de los principales blogs con una importante presencia en la red social Instagram. A su manera,
fueron extendiendo muchas ideas entre un público de jóvenes profesionales que se vieron
pronto envueltos en la red.

El primer curso tuvo lugar en la Universidad Complutense de Madrid en el año 2008


gracias a la Unión Cultural Arqueológica, si bien por razones varias —principalmente mi
agenda— no tuvo continuidad. Desde entonces, no han sido pocas las conferencias impartidas
en distintos centros universitarios de España hasta que la idea caló finalmente en Galicia
con una asignatura del nuevo máster interuniversitario que se inició en 2014. Desde que
fundé en 2010 JAS Arqueología S.L.U. —primera empresa española dedicada abiertamente
a la arqueología pública—, he dado pequeños seminarios profesionales sobre la materia.
5 Sería pertinente plantear cómo ArqueoWeb no fue sólo la primera revista electrónica de arqueología en acceso abierto del
mundo, sino además un foco continuo de temáticas novedosas como lo fue en su día el Archaeological Review from Cambridge
o Papers from the Institute of Archaeology. Durante casi 30 años, se puede decir que las revistas promovidas por estudiantes han
sido mucho más permeables a la innovación que las revistas tradicionales, lo cual permitió también a la arqueología pública irse
haciendo un hueco cada vez mayor.
6 El debate de la mesa redonda se puede ver aquí: http://ehutb.ehu.es/es/video/index/uuid/538358d00f0ad.html
Para mí, la historia de las JIA ha sido también parte importante en la historia de la arqueología pública española, como uno de los
principales núcleos de difusión y asimilación del término. Desde la primera edición hasta Vitoria, pude experimentar un cambio
radical en la comprensión de su significado que hace que considere ya un momento de madurez para la arqueología pública en
nuestro país.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 99

Actualmente se está trabajando para incluir asignaturas relacionadas con la arqueología


pública en otros programas, aunque hay otras prioridades en esta misma línea como la gestión.
En cualquier caso, muchos de los másteres sobre arqueología y patrimonio arqueológico de
nuestro país ya incluyen en sus listas de lectura trabajos relacionados con la arqueología
pública. En 2009, el Grupo de Investigación Complutense «Patrimonio Arqueológico» (este
año rebautizado como «Gestión del Patrimonio Cultural») formalizaba una trayectoria de dos
décadas en la materia. Desde hace años, el ahora Incipit —centro dedicado al patrimonio
cultural dependiente del CSIC— se interesa de forma creciente por estos temas, habiendo sido
el socio español de varios proyectos europeos como ACE, Disco o Nearch, que han estado
directamente relacionados con la disciplina (ver Ayán 2012; Barreiro 2013; Parga-Dans y
Varela 2014; Barreiro y Criado 2015). En 2014, se creó el GAPP (Grupo de Arqueología Pública
y Patrimonio) en la Universidad de Barcelona, en cuyo seno se promueve la investigación en
el contexto de la arqueología pública y el impacto de las nuevas políticas de financiación
hace que muchos otros grupos de investigación españoles comiencen a tener un interés más
pronunciado en la gestión del patrimonio y la arqueología pública.

En 2009 defendí para el Diploma de Estudios Avanzados el trabajo Arqueología Pública y


Turismo Rural Sostenible (Almansa 2009), abriendo el camino al asentamiento del concepto en
el ámbito académico español —ya aparecía el concepto en el propio título. No en vano había
decidido hacer mi tesis doctoral en España por esa razón, aunque por diversas circunstancias
no será la primera en la materia. Ese honor le corresponde a Ana María Mansilla (2004), que
ya plantea el concepto de arqueología pública —en inglés— como parte de su propuesta.
De hecho, a falta de encontrar otra publicación o trabajo de doctorado que lo contradiga,
ella es la primera persona en nuestro país en hablar de arqueología pública desde las fuentes
—y con el sentido— que estamos utilizando aquí. Es más, analizando su bibliografía (ver
Mansilla 1997; 1999a; 1999b; 2001; 2005; 2007; Ruiz Zapatero y Mansilla 1999), se la puede
considerar la primera «especialista» española en la materia7 a pesar de haber abandonado
el ámbito de la investigación. Si tenemos en cuenta que el «giro europeo» va a tener un
efecto real precisamente en los años en los que Mansilla está activa, tanto las temáticas en
las que centra su trabajo como el uso del término dentro de su tesis doctoral, son sin duda
muy tempranas, en línea con el foco británico. Aunque este tipo de temáticas se ha seguido
tratando, no será hasta la tesis doctoral de Antonio Vizcaíno (2015) cuando se vuelva a poner
sobre la mesa el concepto de arqueología pública. Espero que esta tesis plantee unas bases
teóricas y temáticas suficientes para el futuro de la disciplina en España.

Tal vez uno de los aspectos relevantes en el colofón de esta pseudo-historiografía de la


arqueología pública española sea nuestro posicionamiento internacional. A modo de cursus
honorum, mi compromiso con la disciplina me llevó no sólo a tratar su desarrollo en España
(Almansa 2007a; 2008; 2011a; 2013a; 2014a; 2016a), sino a integrarme en el contexto
internacional con una presencia recurrente en multitud de reuniones, algunas publicaciones
de impacto (Almansa 2013b y c; 2015a; Richardson y Almansa 2015) y la fundación de The
Public Archaeology Group que me llevó también a fundar y presidir el grupo de trabajo en
arqueología pública de la EAA durante sus dos primeros años, así como a participar en los
debates formulados desde otras asociaciones como CIfA, la SAA o el WAC (Almansa 2014b).

7 Con permiso del Profesor Ruiz Zapatero, su tutor, que acumula también una larga experiencia en la temática, si bien su
principal especialidad era entonces la Edad del Hierro. Poco a poco las temáticas afines a la arqueología pública han ido
ganando cada vez más fuerza en su trabajo.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
100 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Por todo ello, podríamos concluir que si bien la idiosincrasia del sistema académico e
investigador español hace difícil innovar en ciertos temas, la arqueología pública se ha abierto
camino con fuerza en nuestro país hasta tal punto de encontrarse seguramente en primera
línea internacional. Desde luego, aún queda mucho trabajo, pero partimos en una muy buena
posición para continuar con él.

5.2. Los grandes temas

A lo largo de estas páginas hemos estado viendo cómo la arqueología púbica aglutinó una
serie de temáticas que estaban en el entorno de la arqueología y comenzaban a preocupar
a los profesionales. El punto de partida fue la gestión y su relación con la sociedad. De ahí
se pasó a la política, la economía y la propia cultura popular como contexto. Si atendemos
a las definiciones más sencillas del término, arqueología y sociedad aglutinan todo eso.
A día de hoy, la bibliografía sobre cada uno de los temas es ingente, dentro y fuera de la
arqueología pública. Algunos de los temas se han tratado desde diferentes ámbitos o en
contextos más amplios como el de la ciencia, pero ha sido en los últimos años cuando estamos
redescubriéndolos. Así, la relación de la arqueología con la sociedad nos llevó a la relación
de los arqueólogos con otros profesionales a los que no hemos estado tradicionalmente
asociados. En este apartado voy a evitar las referencias —una sencilla búsqueda en Google
Académico puede proporcionar centenares de ellas—, para centrarme en las ideas, pero se
trata de temas recurrentes que van a aparecer en los próximos capítulos. Entendamos las
próximas páginas como una introducción informal.

5.2.1. Arqueología y Patrimonio

Parto de nosotros mismos como un elemento más de la sociedad. En ocasiones digo que la
arqueología pública es como ver a la arqueología desde fuera y eso es lo que vamos a hacer.
La premisa es muy sencilla: la arqueología estudia los restos materiales de las sociedades
pasadas para avanzar en su conocimiento. El resultado de estos estudios es doble, generando
discursos y patrimonio arqueológico. ¿Cómo llegamos a ello? ¿Qué impacto tiene?

Estas son las dos preguntas básicas que le dan sentido a la arqueología pública en el
contexto de la gestión del patrimonio arqueológico —recordemos que entiendo gestión como
el proceso completo desde el planeamiento a la divulgación. Para responderlas, debemos
atender obligatoriamente a una realidad que había pasado en cierto modo desapercibida
para el colectivo: No somos ajenos a nuestro entorno. De este modo, a la hora de hacer
arqueología, estamos fuertemente condicionados por elementos externos que no tienen
por qué depender de nosotros y a la vez, cuando desarrollamos nuestro trabajo, estamos
condicionando la realidad de otros. La arqueología pública cobra un doble sentido en este
contexto: por un lado analiza y trata de comprender y explicar estas relaciones, pero a la vez
busca soluciones a los problemas que se generan con ellas, tanto para nosotros como para la
sociedad en términos generales. Se trata de sobrevivir haciendo un trabajo útil.

Por ello, el primer aspecto esencial pasa por conocernos a nosotros mismos. De ahí el
interés por el colectivo profesional, su composición, interacción y desarrollo. Las dinámicas
5. ¿Qué es la arqueología pública? 101

que se generan dentro del colectivo arqueológico impactan en la forma de hacer nuestro
trabajo y sus consecuencias, por lo que se hace necesario implementar fórmulas de trabajo
que mejoren los flujos de comunicación y las relaciones entre profesionales —entrando
igualmente en cuestiones más prácticas como las condiciones laborales, etc.

Una vez que nos vamos conociendo, es más fácil acercarse a los discursos que generamos.
La historia es una herramienta muy potente para la configuración de identidades y como
hacedores de historia hemos estado implicados en muchos de los conflictos sociales de
nuestro mundo. No se trata solo de apoyar a regímenes totalitarios o ideologías concretas,
sino de aspectos sociológicos como el machismo y otros más físicos como la discapacidad
funcional. La crítica continua de nuestros discursos y su adecuación a objetivos, es una de las
tareas fundamentales.

Pero, ¿cómo trabajamos? Uno de los pilares de la arqueología pública que entronca con
la gestión del patrimonio pasa por la definición de estrategias y modelos que ayuden a un
mejor desarrollo de la arqueología, siempre en constante relación con la sociedad y con un
ojo puesto en nuestro otro producto, el patrimonio arqueológico.

Aquí entran en juego varios temas como la conservación, la planificación, la explotación,


el comercio y la relación con los museos que nos devuelve al discurso. Uno de los temas
tradicionales es el tráfico ilícito de antigüedades, que por sí solo ya plantea un contexto
sociológico propio y muy interesante, pero los temas se abren a otros escenarios que van
desde el uso de espacios arqueológicos para otras actividades —recordemos la polémica con
la pista de pádel en el anfiteatro de Mérida— y la propia reutilización y resignificación de
espacios patrimoniales.

En definitiva, un amplio abanico que nos pone ya en relación con los otros tres temas
fundamentales de la arqueología pública: política, economía y sociedad.

5.2.2. Política

Las relaciones política-sociedad han sido seguramente las más tratadas en la historia reciente
de nuestra disciplina. La mayor parte de los debates se han centrado en la orientación política-
ideológica de los discursos, que no es un tema baladí. La crítica de los discursos históricos se
convierte de esta manera en uno de los ejercicios más importantes dentro de la arqueología
pública. Una crítica que va más allá de aspectos ideológicos y se centra en el contexto de los
discursos y en sus consecuencias tanto para el colectivo profesional como para la sociedad. En
este sentido, no se trata solo de poner de manifiesto problemáticas directamente políticas —
que debería ser una tarea de la propia arqueología como disciplina social—, sino de acercarse
a aspectos que forman parte del contexto social, económico y político de la disciplina como
puede ser nuestra propia imagen (ver próximo capítulo).

Es importante este aspecto porque nos lleva directamente al segundo gran tema dentro
del impacto político de la arqueología: la gestión. No podemos olvidar que la mayoría de
las decisiones en torno a la investigación arqueológica son políticas. No sólo por el impacto
que puedan tener los resultados, sino también en el sentido más estricto del término. Los
permisos, la financiación, la regulación, etc. vienen marcados desde el ámbito político y
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
102 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

basados en decisiones que rara vez responden a criterios técnicos. Cualquier alcalde de un
pueblo castellano con ciertos contactos ha demostrado cómo poner en valor sin planificación
sus recursos patrimoniales a través de excavaciones arqueológicas, centros de interpretación y
demás. Del mismo modo, no han sido pocos los casos en los que determinadas intervenciones
arqueológicas han sido paradas por cuestiones ajenas a una agenda de investigación. Todo
esto se ha visto si cabe más acentuado en el contexto de la arqueología comercial, donde los
atentados contra la arqueología no han sido pocos.

Las políticas públicas de gestión del patrimonio arqueológico son un elemento fundamental
dentro del desarrollo de la disciplina y, por ello, vuelvo a recalcar el interés de la gestión
patrimonial en el ámbito de la arqueología pública. ¿Qué se puede hacer? ¿Cuándo? ¿Cómo?
¿Por qué? ¿Para quién? Son preguntas que se responden en la arena política y por las que es
necesaria la investigación —y la acción— dentro de este ámbito de la política. Mientras las
decisiones se tomen en esa esfera, no podemos dejarla de lado. Pero lo que tampoco podemos
hacer es una criminalización acrítica de la esfera política y todo lo que conlleva. Una gran
responsabilidad en la configuración de la situación actual es nuestra y la solución está en
una implicación directa y abierta dentro del sector. Esto es uno de los ámbitos principales de
trabajo dentro de la arqueología pública y es, tal vez, uno de los que nos pueden ayudar a
solventar los problemas económicos del sector.

5.2.3. Economía

Y es que la economía es otro de los temas centrales. No sólo en lo que se refiere a la


financiación de la actividad arqueológica y las consecuencias de esa financiación en las
políticas de investigación, los resultados, o la propia configuración del sector profesional.

Uno de los temas que necesita de más investigación es el impacto económico de la


arqueología. Cuando vamos a trabajar a un pequeño pueblo, la economía local se revoluciona.
Pero igualmente puede generar unos desajustes importantes derivado de las «falsas promesas»
del turismo. Éste se ha articulado como la única herramienta de desarrollo a través del patrimonio
cultural en los discursos más tradicionales y genera una serie de expectativas que pueden poner
en peligro la economía de algunos municipios. Del mismo modo, los trabajos en el extranjero
suelen desequilibrar la economía local de un modo a veces peligroso, e incluso afectan a la
estabilidad social por decisiones que muchas veces no son siquiera conscientes. El incremento
en el consumo de alcohol que deriva en violencia doméstica o accidentes, es por ejemplo
uno de los impactos más negativos y menos estudiados de nuestro trabajo, pero existe desde
el momento en el que se introduce un dinero extra en la economía local, ante una base social
predispuesta (com. per. de la Prof. Josefa Iglesias ante su experiencia en Guatemala). Por eso,
cuando hablamos de impacto económico no sólo tenemos que pararnos a pensar en el camino
que sigue el dinero una vez que entramos en escena, sino también el las consecuencias que
una inversión sin control puede tener para la comunidad. Y por eso es necesario profundizar
en este tipo de estudios.

Pero una comunidad en la que tiene un impacto directo es la nuestra. Por ello, entre
los intereses de la arqueología pública está también la financiación de la arqueología y el
comercio de productos patrimoniales. Por un lado, tenemos un problema que afecta a la
5. ¿Qué es la arqueología pública? 103

propia configuración del colectivo, no ya por la posibilidad de trabajar, sino por las propias
condiciones de ese trabajo. El clima de precariado e inseguridad del sector arqueológico es
preocupante y responde a un modelo de gestión, pero también a un componente político
claro. Profundizar en el conocimiento y las propuestas en este sentido, es una de las
preocupaciones urgentes dentro de la arqueología pública. Por otro lado, el comercio de
productos patrimoniales representa un reto enorme por sus implicaciones. No hablamos solo
de generar productos secundarios con los que poder mercadear, sino de un tema básico
para la arqueología pública como es el tráfico ilícito de bienes, u otro más nuevo como la
posibilidad de una venta consciente de colecciones públicas.

El tráfico ilícito de bienes patrimoniales tiene unas conexiones políticas preocupantes,


como podemos ver en los últimos meses con el Daesh en Iraq y Siria, pero pone de manifiesto
la existencia de un mercado. Por ello, en los últimos años se ha puesto sobre la mesa, en
especial con el contexto de crisis global, la posibilidad de saturar ese mercado con colecciones
públicas que están actualmente en almacenes (Moñino 2015). Las implicaciones éticas y
profesionales de una decisión así son muchas, pero responden a las mismas conexiones
sociales y políticas que todo lo demás.

5.2.4. Sociedad

Y es que, al fin y al cabo, todos formamos parte de un contexto social muy mediatizado
donde los estímulos que recibimos sobre arqueología son muchos y muy contradictorios. A
esto le dedicaré el próximo capítulo, en un intento de analizar con cierta profundidad cómo
todos estos grandes temas se relacionan unos con otros en torno a la propia imagen de la
arqueología.

Pero desde este tema, no sólo se ponen en relación el resto, sino que es la base de la
arqueología comunitaria. La definición y el conocimiento de los diferentes públicos de nuestro
trabajo es una de las herramientas esenciales que rara vez ponemos en práctica. Por ello, es
importante hacer un llamamiento al mejor conocimiento de la sociedad en la que trabajamos.
Muchas veces se trata de un trabajo sociológico que no tenemos por qué emprender nosotros,
pero debemos de comenzar a entender la arqueología pública también como multidisciplinar.
Sólo conociendo el público con el que trabajamos y al que orientamos nuestros productos,
podemos desarrollar una buena praxis. Además, es una forma también de orientar los objetivos
de nuestro trabajo hacia esas cuestiones sociales que suelen estar presentes y que nos llevan
un paso más allá de la propia arqueología. No estoy seguro de si podemos cambiar el mundo,
pero desde luego un impacto más positivo en él es posible.

Por supuesto, dos de los temas clásicos en este apartado son la relación con otras
comunidades interesadas de gran peso como los aficionados a la detección metálica, o
las sociedades de estudios locales. Temas que se llevan trabajando décadas, pero en los
que no se ha puesto aún el suficiente interés, creo que por los conflictos subyacentes y un
problema de valor. Por un lado, gestionar el conflicto con el mundo de la detección metálica
resulta complejo incluso en el aspecto político y económico por las posibles consecuencias
que podría tener, pero también hay que explorar los beneficios de una regulación más flexible
que no ceje en la protección del patrimonio arqueológico. Al fin y al cabo el expolio no se ha
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
104 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

terminado con la prohibición. El tema de las sociedades locales enlaza con el interés público
por la arqueología y nos devuelve a los orígenes de la disciplina. La profesionalización ha
puesto sobre la mesa una duplicidad en discursos que ni en contextos trabajados como el
británico está teniendo frutos. El proyecto Assessing the value of community generated HER
(2015), planteado desde Historic England conluía que el impacto de los trabajos desarrollados
desde sociedades locales estaba siendo casi nulo. Abordar la relación con esos públicos
interesados es fundamental y las fórmulas pueden venir desde la arqueología pública. Pero
derivado de aquí, se hace presente otro de los grandes conflictos de nuestro colectivo; la
pseudoarqueología. En un partido que nos ganan por goleada, es crítico afrontar nuevas líneas
de comunicación que nos permitan enfrentar con posibilidades de éxito a un público díscolo
que hace negocio con la mentira a través de discursos históricos alternativos. Ficción vestida
de realidad que nos lleva de nuevo al principio, y con él a cerrar el círculo.

POLÍTICA

ECONOMÍA ARQUEOLOGÍA

SOCIEDAD

Fig. 12. Esquema en círculos que ilustra las estrechas relaciones entre todos los temas.

Es complejo representar en un simple esquema cómo interactúan todos los temas,


especialmente cuando en cierto modo pueden llegar a ser infinitos si seguimos tirando
del hilo. Lo importante es comprender que no estamos solos, que vivimos en un contexto
5. ¿Qué es la arqueología pública? 105

social complejo, lleno de interacciones con otros elementos del sistema y que tanto nosotros
influimos en él, como él influye en nuestro día a día. Al final, la arqueología tiene que ver con
ese contexto y con hacer que las relaciones que se establecen en él sean más positivas para
todos. A partir de ahora, profundizaré en ello.

5.3. Otras aproximaciones a la definición de arqueología pública

A través de la historia de la disciplina, creo haber aportado una idea clara de lo que
significa. Sin embargo, la ambigüedad está en el ADN de la arqueología pública y este
apartado nos va a transportar a otras formas de entender el concepto que abordarán algunas
de sus problemáticas actuales desde una perspectiva más personal.

5.3.1. First approach: The PAG

It is difficult to articulate a discourse, which you have been a central part of. However, I
will try to be clear, although I cannot avoid the personal touch. The following lines will show
a series of moments in my life, which sketched a vision of what public archaeology is and
means.

Memphis 2012. The SAA debate

During the last years, we have built a small informal network of young archaeologists trying
to work from the perspective of public archaeology. We even had our own Twitter hashtag,
#pubarch. Debates around this hashtag are usual once in a while. The starting point of this
chapter happened in April 2012 during a session at the SAA Meeting in Memphis. Of course,
it started in Twitter.

Nicolas Laracuente was tweeting a session about public archaeology. The live feed was
being screened in the room and some more people followed and commented from different
places. Soon, there were complains about the actual meaning of public archaeology that
was being used in some papers of the session. It is difficult to get things right when you
cannot actually hear anything and your opinion is based on 140 characters, but the complains
apparently had sense. Soon, a parallel debate started and the idea of a group of people truly
working in public archaeology and setting the agenda arose.

In the background, the classical debate between community and public, as well as other
misconceptions reducing the concept to outreach or plain heritage. By then, I usually explained
what public archaeology was with the tagline: “it is not only…” but that did not seem to be enough.

As I already explained in chapter 6, the American tradition focused on education and


communities, but those of us coming from UCL had a different perspective. Complementary,
but different. This year had just seen two major publications (Matsuda y Okamura 2011; Skeates,
McDavid y Carman 2012). On the one hand, The Oxford Handbook of Public Archaeology
was not a handbook or even a good representation of the different scopes of pubic archaeology
(Almansa 2012a). It was, in essence, the same concept that Nick Merriman compiled in 2004,
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
106 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

even with some very similar chapters (Merriman 2004). Also, there were important holes —
geographic and conceptual. On the other hand, New Perspectives in Global Public Archaeology
offered a totally different idea, closer to our concerns (May 2012). The representation of non-
Anglo-Saxon countries was impressive, as well as some of the perspectives offered by authors.
The presence of community archaeology was still predominant over other topics, but also
representative of the reality in the sector.

Time passed, emails crossed and, when we were about to forget it, July the 10th saw the
beginning of The Public Archaeology Group.

Fig. 13. The Twitter conversation that led to the beginning of ThePAG.

Helsinki 2012. The EAA conversations

I still remember my first night out in Helsinki: Beer with strange flavours (reindeer and
salmon) at abusive prices and a great conversation with Lorna Richardson and Pat Hadley
about the need of setting certain standards in the practice of public archaeology. Those days
we opened the social networks of ThePAG and brought the topic in the sessions we were
participating. There was a good response that made us think about the possibility of a formal
gathering at the EAA as a group.

“The PAG is a workgroup that aims to gather professionals interested in Public


Archaeology worldwide to facilitate the development of Public Archaeology. This
idea was born during a debate on Twitter sparked by a SAA session on archaeological
pedagogy. Realizing the breadth of definitions of terms used in our discipline
everyday (ex. public archaeology, heritage, etc.), the variety of issues faced by
public archaeology across the globe, and the commonalities in the methods by
5. ¿Qué es la arqueología pública? 107

which these issues can be addressed, several professionals became concern about


the need of a common definition and framework for Public Archaeology.  By
creating a network of professionals involved with Public Archaeology that crosscuts
the silos of individual archaeological organizations (ex. SAA, SHA, EAA, etc.),
the PAG can facilitate the definition of this umbrella called ‘public archaeology’
under which we all work, and the exchange of example of the best practice from
our experiences. The PAG is not (yet) an association. It is a free, open forum that
wants to start debating our role in archaeology from a common perspective that
clarifies what we understand as public archaeology. This debate will take place on
social media through the PAG Facebook group, JISC mail list and blog, and shared
through the PAG Twitter stream.  Meanwhile, CentralPAG will sponsor informal
meetings in national and international conferences to discuss the setting of the
group, promoting local/national groups as well as other activities. Among them,
one of the goals of the group is establishing a formal congress/meeting in the
short term to present the conclusions of these next months of debates and clarify
the mission of the PAG so that it provides the most effective contribution to the
discipline of Public Archaeology.”8

It was a busy but productive week, but there was something worrying us. Most of the
people we knew were British, or based in Britain. If we wanted to start a European network
of public archaeologists, we really needed more continentals. This is why we tried to translate
the call into different languages and used all our personal networks to adhere more people.

As a starting point, Lorna and me presented a first session for the forthcoming meeting in
Pilsen: “Public archaeology from the ground up”, in which we wanted to debate the definition
of public archaeology as a fresh beginning. Together with the session, we set a first meeting to
talk about the working group within the EAA (Almansa & Richardson 2013). The cards were
on the table, would we be able to play?

Plzen 2013. The indefinition

Plzen is a small town in the Czech Republic. Small, but important for the history of beer. I
guess gathering a bunch of archaeologists in such a place can have benefits. The session was
a success, although we will probably never see its publication.

During the first day, Lorna and me chaired the foundational meeting for the EAA Working
Group in Public Archaeology. We did not have in mind to institutionalize the group, but it
needed to have some permanent infrastructure within the association in order to find a place
to gather every year. Over twenty people came to the meeting and we had the opportunity
to debate the need of such a group and some of the worries and interests from attendants.
There were not many surprises, nor in the topics or the attendants. However, we came to the
conclusion that the group was going to be useful. As some of the people we were expecting
had not arrived yet, we decided to use the session during the congress, both to delve into the
concept of public archaeology —as its aim was— and to extend the meeting to a broader
audience.
8 Foundational text of The PAG: http://centralpag.blogspot.com/p/the-pag.html
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
108 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 14. T-Shirt with the slogan for the first meeting of the WGPA.

It was then time for the session. Our main goal was debate. I have to be proud to successfully
encourage debate whenever is needed and we did not only enjoy some very interesting papers,
but also had over an hour of debate. As public archaeology usually deals with many different
topics, all interrelated in some way, the debate touched several interesting issues. However,
there were two main conclusions pertinent to define the concept:
5. ¿Qué es la arqueología pública? 109

-- Ethics: The problems arising from a misunderstood practice of public and community
archaeology made necessary to reflect on the ethical implications of our work, but
also to start thinking about standards, or guides for practice. If archaeology is each day
closer to the present, public archaeology is present. Politics, economy and people are
basic pillars that need to be treated seriously beyond innocent perceptions of what use,
outreach or participation mean. This was chosen as the topic for 2014.

-- Definition: Tim Schadla-Hall is author of the first published definition of public


archaeology from a European perspective (Schadla-Hall 1999). Along several pages
he offers a list of topics that can be understood as part of this discipline, but overall,
a philosophy of work towards the present and towards people. During the session he
encouraged us not to define the concept more than it already is, as that abstraction was
one of the virtues of our work.

Archaeology has usually tried to tag tightly everything and everyone, so it is very clear what
they are doing. We do not want to tag people, we want people being conscious they must
practice archaeology with an eye in public archaeology, which means, a social and politically
engaged archaeology. From here, we can reach everywhere. I usually quote Clive Gamble’s
“archaeology is whatever you want it to become” (Gamble 2008: 3) and public archaeology
is just whatever makes us be an active part of social life.

Istanbul 2014. The chaos (and ethics)

Who said organizing a congress was easy? I have had the opportunity to attend, and even
organize, many congresses, workshops, etc. The chaos I have experienced during this one had
no precedent. However, the second session of the group in the EAA was again a success in
participation… or not.

Fifty per cent of the people, including my co-organizer Lorna, failed. We had fought to get
a decent amount of time for 14 participants and debate, but we only had 7 and most of them
spoke in the afternoon. However, we managed to have over two hours and a half of fruitful
debate. Unfortunately, not all the papers were related to the topic as expected, and case
studies with little or none theory, or even a reflection on the ethical issues behind the practice,
were again the norm. We had already realised it in other sessions, but it was now clear.
Furthermore, some of the people that should have been in the room were having a parallel
session in a different building.

The hours of debate let us reflect on some interesting issues. What is ethical? Who says
it? Why? The thin line between good and evil was also represented in public archaeology. Is
‘legal’ the same as ‘ethical’? I have to admit that we closed the session with more doubts than
answers, but it was challenging and encouraging.

Curiously, my attention focused in a different session to the one organized by the group.
Also, because the conclusions were mostly a political appeal against the organization of
round tables in the EAA that we could not even present in the Annual Business Meeting.
However, this other session was about actually dealing with the public and knowing what they
wanted. I had been very quiet the whole week, but I heard some things that made me rant and
reconsider a basic ethical standard; respect.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
110 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Although I never wanted to institutionalize the discipline, I have claimed for standards
of practice and a level or normalization. I was so wrong, naïve. Listening to the high moral
authority of young PhD candidates who never managed anything, telling people what to do
vehemently, opened my eyes. I saw myself at some point, with the truth in my hands and a
sword, like Archangel Michael, punishing the evil practitioners of bad public archaeology.
I felt ashamed. I realised Tim Schadla-Hall was right about the anarchy of the concept the
previous year.

There is chaos in public archaeology nowadays. There are good practises and bad practises.
I still think we need to share what we do and learn from each other to find the best options, but
I also think that there are no magical solutions for any situation. As in archaeology every site is
different, in public archaeology every situation makes things different. We can collect a battery
of actions, but we just need to have a clear idea of our philosophy; to make archaeology truly
public, and a bunch of methodological tools to make it possible.

San Felipe 2014. Indiscipline.

After attending the V TAAS (Archaeological Theory in South America) in Goiania (Brazil),
I thought South America was an essential focus for the group. Their experience in working
—and dealing— with local communities, a great theoretical background in Latin American
Social Theory, all the conflicts arising from the development of new infrastructures and the
exploitation of natural resources, the rise of cultural tourism and a long etcetera, made me
think to repeat with a PAG session in San Felipe (Chile) 2014. With Fernanda Kalazich in Chile
and the opportunity to take part, we organized a session trying to go beyond communities into
the economic and political aspects of archaeology in South America.

At this moment I had already forgotten about public archaeology. I see it everywhere. I
wanted to hear about the problems faced in South America, and the solutions they tried. I am
not disappointed with the result, but there was still too much “community” for me. However,
very different issues arose and, more important, very different sessions faced topics that are
very close to public archaeology.

Is public archaeology becoming the norm? If so, is this norm what public archaeology
really represents? Cristobal Gnecco closed another session about un-disciplined archaeology
(Haber 2012) stating 10 things an un-disciplined archaeology was not; defining the
indiscipline by opposition as I started defining public archaeology myself. As he spoke I
recognised some of the challenges of public archaeology nowadays and asked myself if
I was an un-disciplined wannabe, or public archaeology was just meant to be like that.
Remembering again Tim’s words in Plzen, I realised that was the point. Public archaeology
has been disciplined by multiculturalism (Handler 2008: 97, Gnecco 2015: 4-5) and that
is a threat to its radical approach. Or maybe, this radical approach was never there and I
deceive myself believing public archaeology was a useful tool to transform the world —at
least, the world of archaeology.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 111

Fig. 15. Dante Ángelo, Alejandro Haber and Cristobal Gnecco, hosting the final meeting at San Felipe.

Sometimes I find contradictions in my discourse, leading to doubts, questioning and


reframing of ideas. Then I realise these contradictions are not really there. When I claim for a
good understanding of the public, the goal is to set the limits of my intervention. It is true that
public archaeology has a bit of… (see the next definitions), but this has to do with the context.
Working in South America is a completely different experience than doing so in Spain, as
working in urban areas has nothing to do with working in rural ones. The mistake is to think
that all the actions we take to achieve the goals of our public archaeological projects can be
used anywhere else; to assume that we can just do what we want where we want.

I finish this section about to take a plane to San Francisco for the SAA. There I will meet
new colleagues doing different things. I will not necessarily agree with all them, but these
experiences are essential to shape a toolbox for public archaeology. As no one would use a
screwdriver to pound a nail having a hammer, or a hammer to drive a screw, we need to have
a critical approach to methods and practice in public archaeology; and in order to be critical
we need to know if we have a nail or a screw.

A future for The PAG?

Sometimes I wonder if there will be a future for the group. With this chapter closed I am
travelling to the SAA Meeting in San Francisco to try expanding the network in the USA. I
believe it is fundamental to count with them, even with any discordance we may have, in
order to achieve the goals of the group and to be able to improve the way we practice public
archaeology worldwide.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
112 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

The day I finished this chapter, there were 60 of us in the mailing list and a good number of
followers in Twitter (283) and Facebook (757). However, the numbers are not a real reflection
of interaction in the matters of the group (Richardson 2013). Although hundreds of people
usually follow profiles and even “like” their posts, real interaction should happen in real life,
in conferences, proposals, projects, etc. and we have hardly seen any of them outside a circle
it already existed before the group. Were we that successful?

The PAG is just one of the initiatives going on nowadays with a focus in public archaeology
or other related areas. We do not pretend to monopolize the discourse, but I strongly believe
we are starting to set some principles and an agenda. All associations and groups have a life.
Some of them appear to last forever, others die once their main goals have been accomplished.
We are not afraid to die if that means we had got somewhere in the meantime.

*Update: After EAA in Glasgow (2015) I left the chair of the group and the association
and Lorna took care of everything. I am not in Vilna for 2016 meeting and there will not be a
session. Lorna wrote me an email to revitalize thePAG because numbers did not change much
in a year. Commitment is essential and not that easy to achieve.

5.3.2. Segunda aproximación: El paraguas

Parece mentira que el ánimo de este anexo sea aclarar un concepto que aparentemente
estaba claro. Varias definiciones que a su vez cuestionan la propia definición aceptada del
término. Esta segunda definición es seguramente mi favorita, aunque puede que no la más clara.

La arqueología pública es un paraguas bajo el que caben multitud de conceptos y de


prácticas. Algunas se encuentran bien cobijadas bajo su lona, mientras otras se mojan cuando
llueve. Esta metáfora me sirve para volver de nuevo sobre la idea de moda. Un paraguas de
diseño que se pone de moda y todos queremos tener.

Cuando desde mediados del siglo XX comienza a trabajarse conscientemente junto a,


para y por comunidades, en referencia especialmente a conflictos surgidos del contexto
económico, social y político en el que se veían —nos veíamos— inmersos, nadie hablaba
de arqueología pública. Como veíamos en el capítulo 6, el concepto se acuña más adelante
y, además, se mantiene lo suficientemente abstracto como para englobar diferentes cosas. El
concepto de arqueología pública surge por necesidad, la necesidad de articular unas prácticas
que comenzaban a ser esenciales para una parte del sector.

Yo he bebido de un concepto de gestión integral que representa todo un proceso desde


el planeamiento a la divulgación (Querol y Martínez 1996: 27). Por ello, cuando comienzo
a trabajar en arqueología pública me siento identificado con una perspectiva tan holística
que ofrece, no sólo una filosofía de trabajo, sino también la oportunidad de comprender los
procesos de gestión a los que nos enfrentamos.

Veíamos que la arqueología pública surge precisamente como una fórmula para gestionar
—divulgar es también gestionar— y poco a poco va alcanzando una vertiente política que
nos permite analizar las relaciones que se generan en nuestro entorno… para poder actuar.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 113

Fig. 16. Paraguas cubriendo conceptos asociados con la arqueología pública.

Una definición parcial

No puedo negar que la definición del paraguas es parcial, porque se centra únicamente en
el marco de acción y no en la acción en sí misma. Cuando el objeto de esta tesis doctoral es
precisamente ofrecer un marco de acción para trabajar en arqueología desde la arqueología
pública, siento que pierdo el tiempo tratando de hacer entender en qué se basa esta forma
de entender la arqueología. Sin embargo, cada vez me parece más importante aclarar los
conceptos, especialmente en un momento en el que se utilizan alegremente.

En más de una ocasión he criticado la necesidad de imponer etiquetas a la hora de hacer


arqueología. Cuando Pablo Guerra me envió un pequeño texto9 para El futuro de la arqueología
en España lo vi especialmente claro. En ocasiones me he sentido desubicado de mi propia
profesión cuando se cuestiona que mi trabajo no sea arqueología. En efecto, no es arqueología
9 Se puede leer el texto en el blog del libro: [http://elfuturodelaarqueologia.blogspot.com.es/2012/01/buenos-dias-me-gustaria-
ser-arqueologo.html] A través de uno de los personajes de El Hallazgo (Guerra 2012), Neill MacAllister, profundiza en el tema en
su blog El irlandés cabreado: [https://irlandescabreado.wordpress.com]
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
114 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

si la entendemos desde un punto de vista tradicional referido al método. Es sociología, ciencias


políticas, antropología, económicas y empresariales, publicidad y relaciones públicas,
periodismo, educación… del mismo modo que un profesional de la arqueología trabajando
en un laboratorio de pólenes puede estar más cerca de la biología. La arqueología pública no
es —o no sólo es— arqueología, sino una forma de entender y practicar la arqueología que
repercute en todos sus pasos, desde la planificación a la divulgación.

Por eso, esta definición es más que nada un alegato por la transdisciplinariedad y una
forma diferente de trabajar, más allá de conceptos cerrados. El paraguas de la arqueología
pública es esa herramienta «trans» que engloba un amplio cuerpo de conceptos y métodos
para conseguir un objetivo. Si el objetivo de la arqueología es crear conocimiento histórico
a través del estudio de los restos del pasado, la arqueología pública tiene por uno de sus
objetivos intervenir en el presente desde la práctica de una arqueología comprometida.

Es por esto que bajo el paraguas de la arqueología pública encontramos tantos conceptos
que pueden ser —y son— arqueología pública, por lo que existen aún tantos malentendidos
a la hora de aplicar el término. Arqueología pública no es divulgar, sino el objetivo por el que
se divulga. No es gestionar, sino el objetivo por el que se gestiona. No es pasado, es presente.

El paraguas de moda

Daniel Higiénico (Soler, realmente) es un cantante y compositor catalán afincado en Palma


de Mallorca que ha triunfado, entre otros, con su grupo La Quartet del Baño Band y un sinfín
de canciones satíricas. Entre ellas una, El bar de moda10, que es la que me sirve para concluir
esta definición.

Tanto en la teoría como en la práctica, la arqueología vive de las modas. Siempre existe un
núcleo duro sustentado en grandes paradigmas y métodos tradicionales, pero en determinados
contextos nos sentimos atraídos por la novedad, como si todo tuviese que ser diferente cada
vez que algún compañero con cierto prestigio lee a un autor nuevo, o aplica alguna nueva
tecnología a nuestro trabajo.

En ese momento perdemos la cabeza y nos dedicamos a aplicar esa novedad a lo que
nosotros hacemos, a leer textos ininteligibles sobre temas que forzamos que nos afecten, e
incluso nos convertimos en adalides de esa novedad, defendiéndola a capa y espada incluso
cuando ya ha dejado de ser moda para el «mainstream». Por supuesto, la aplicamos sin
reflexión.

Un caso paradigmático en este sentido es el de la tecnología. Hemos vivido el crecimiento


de los sistemas de información geográfica como fin, invirtiendo grandes cantidades de dinero
en generar cartografías a las que no se saca rendimiento alguno a pesar de su potencial,
sino que son simplemente colecciones de sitios ordenados en el espacio. Con la arqueología
virtual está pasando algo similar. Mientras que las posibilidades que ofrece son múltiples tanto
para facilitar el trabajo de registro como para el análisis del mismo o la monitorización, ahora
cualquier proyecto busca modelos en 3D por el simple hecho de tenerlos.

10 https://youtu.be/JxB1Ma8hMs8
5. ¿Qué es la arqueología pública? 115

La crisis, ha tenido mucho que ver en este proceso. Mientras en los años de bonanza
económica, tanto la academia como la empresa gozaban de trabajo suficiente en el ámbito
más tradicional de la arqueología, el recorte sufrido tras 2008 ha llevado a la necesidad
de buscar otras opciones y diversificar la oferta de servicios. Pese a lo que pueda parecer,
la tecnología ha sido también una salida para la academia, ya que la inversión es mucho
menor —dependiendo de lo que se haga— que la requerida por una excavación. Pero en este
proceso, la arqueología pública también se ha visto afectada. De la mano de la arqueología
comunitaria y la divulgación, su auge ha coincidido con un momento muy interesante en el
que además de ofrecer un nuevo campo de trabajo, el interés de la agenda de investigación
científica internacional ha apostado por la socialización.

En este contexto, el uso del término «arqueología pública» se ha extendido para identificar
sin mayor reflexión todo lo que antes era divulgación en nuestro país. De ese modo, las
palabras «público» y «sociedad» se convierten en una excusa para modernizar asignaturas,
proyectos e incluso museos, sin haber cambiado una sola coma sobre lo que existía antes. Las
empresas han comenzado a ofrecer múltiples actividades meramente informativas que dejan
la calidad de lado ante el beneficio económico (Carretero 2015).

Por eso reniego de las modas y quiero terminar este apartado quemando el paraguas y
reafirmando la necesidad de comprender un concepto como el de arqueología pública en
toda su abstracción. Termino con una llamada a la indisciplina de esta incipiente disciplina
que, poco a poco, se nos ha ido de las manos.

5.3.3. Tercera aproximación: Teoría de Conjuntos

Corría el verano de 2013 y me había apuntado a un curso de la Universidad de Múnich


sobre filosofía matemática. En el temario, aspectos muy interesantes sobre conceptos que
utilizamos a diario, entre ellos uno que me abrió la puerta a la que creo que puede ser una
forma sencilla de comprender qué es la arqueología pública.

La Teoría de Conjuntos

Aparentemente, la Teoría de Conjuntos puede explicar toda la lógica matemática (Bagaria


2014). Si sirve para una tarea tan compleja, debería servir también para explicar qué es la
arqueología pública.

Los orígenes de la Teoría de Conjuntos son parecidos a los de la propia arqueología


pública. Se han localizado antecedentes incluso en el Arbor Porphyriana11 que además de
origen de la taxonomía, podría considerarse origen de los conjuntos, ya en época romana. Sin
embargo no sería hasta el siglo XIX cuando una serie de filósofos ahondaran en el concepto
de infinito y fueran definiendo el concepto de conjunto tal y como se conoce hoy. Hubo
precedentes sin impacto en la literatura como Bolzano, pero sería Cantor quien aportaría
los conceptos básicos de esta teoría al darse cuenta de la existencia de diferentes conjuntos
de infinitos y sus propiedades (Ferreirós 2012). Durante varias décadas en torno al cambio
11 El «Árbol de Porfirio» es una secuencia taxonómica que ordena el mundo de lo universal a lo particular, definida por el
filósofo neoplatónico Porfirio en el siglo tercero.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
116 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

de siglo, varios filósofos y matemáticos como el propio Cantor, Russell, Hilbert, Dedekind
o Zermelo, dirimieron algunos de los problemas y paradojas que surgían de las primeras
formulaciones de la Teoría de Conjuntos (ver Russell 1903). A partir de ese momento, esta
teoría se extendería de forma masiva, llegando a convertirse en una herramienta básica para la
práctica de metamatemáticas12, lo cual ya sería norma a mediados de los años 60 del siglo XX
cuando la consistencia de teorema e hipótesis fue probada (Cohen 1966). En líneas generales,
lo que plantea la Teoría de Conjuntos es la existencia de un número infinito de elementos
(números) que pueden agruparse en un número infinito de conjuntos y operar.

La lógica matemática de esta teoría funciona con conjuntos simples y perfectamente


definidos como por ejemplo, {números naturales de un dígito} que correspondería a la serie
0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. A partir de ahí, podríamos definir un subconjunto de éste, {números
naturales impares de un dígito} que correspondería a la serie 1, 3, 5, 7 y 9. Vemos que este
conjunto forma parte del conjunto original y que además podemos operar con él sumándole
el conjunto {números naturales pares de un dígito} para, entre ambos, resultar el primero. Pero
también podríamos encontrar otros conjuntos que solaparan total o parcialmente a nuestros
conjuntos. El conjunto {números naturales impares de menos de tres dígitos} contendría
también al segundo y se solaparía parcialmente con el primero.

Cada uno de estos conjuntos tienen entidad por si mismos, pero en un universo en el
que los conjuntos son infinitos, es difícil definir cada uno de ellos. Para el objetivo de este
apartado, esto es todo lo que necesitamos saber de la Teoría de Conjuntos —no vamos a
operar, ni a forzar—, por lo que sólo tendríamos que cambiar los números por conceptos para
entender el proceso.

Arqueología pública y Teoría de Conjuntos

Supongo que tras la explicación matemática ya se puede entender el fondo de esta


definición. Me gustaría jugar con un número infinito de conjuntos, pero trataré de hacer
un pequeño ejemplo práctico muy sencillo. Cuando intentaba definir, o más bien defender,
mi trabajo ante otros compañeros escépticos con lo que digo que hago, siempre terminaba
diciendo; «Si, pero no es sólo…». La arqueología pública no es sólo difusión, no es sólo
gestión, no es sólo trabajo en comunidad, no es sólo nada de lo que ya he mencionado en
estas páginas. Ni siquiera es sólo los siete tipos que Gabriel Moshenska garabateó (ver figura
8) Entonces, ¿qué es la arqueología pública?

Cuando vimos el concepto de público, se podían observar dos ámbitos bastante claros; el
administrativo y el social. Pero además, se podía ver ya una cantidad importante de variables
que podrían definir a públicos específicos.

12 Unas matemáticas de las matemáticas. Si continúo con el paralelismo en el desarrollo de la arqueología pública, debo
hacer mención a la visión de esta disciplina como una arqueología de la arqueología, que llegué a mencionar en algún
momento, aunque ahora me decante más por una sociología de la arqueología.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 117

YO

¿DE CUÁNTOS CONJUNTOS FORMO PARTE? ¿DE CUÁNTOS NO?


¿CUÁNTAS COMUNIDADES ME DEFINEN? ¿CUÁNTOS PÚBLICOS?
Fig. 17. Si tuviéramos que dibujar un círculo en cada conjunto del que podríamos formar parte, no
veríamos blanco en el papel.

¿Quién soy yo?

Jaime Almansa Sánchez, del conjunto {Familia Almansa Sánchez}, que a su vez forma
parte de otros conjuntos familiares. También del conjunto {Licenciados en Historia por la
UCM}, que está integrado en el conjunto {Licenciados en Historia de España}, o en el de
{Licenciados en Historia de la Comunidad de Madrid}, que es un subconjunto de este. Sólo
definiéndome por mi afiliación familiar o mi titulación principal, ya podría integrarme en
un número importante de conjuntos. Pues bien, otro de los conjuntos en los que me puedo
integrar es el de {Profesionales de la arqueología}, o {Visitantes de yacimientos arqueológicos},
o {Aficionados a la arqueología}, o {Pequeños empresarios del sector arqueológico} —y
paro ya—, que de un modo u otro pueden definirse como públicos específicos de la gestión
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
118 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

del patrimonio arqueológico. En una ciudad podemos ir desde conjuntos de edad, género,
profesión, estatus social, capacidad, etc., a conjuntos más complejos como los anteriores.
Un número casi infinito de públicos sin salir de una ciudad, que podemos simplificar con
el conjunto {Sociedad española} o {Habitantes del planeta Tierra}. Cuanto más amplio es el
conjunto, más heterogéneos son sus elementos.

A la arqueología pública le ocurre algo similar como disciplina. Forma parte de un número
importante —no sé si me atrevería a decir infinito— de conjuntos que, poco a poco, van
definiendo su indefinición. Si el conjunto {Arqueología Pública} es un subconjunto de otros
como {Arqueología} o {Patrimonio}, éste contiene a su vez, y no exclusivamente, a un buen
número de conjuntos como el de {Open Archaeology}, {Arqueología comunitaria}, {Difusión},
{Gestión del Patrimonio Arqueológico}, {Sociología de la Arqueología} y todas las etiquetas
que se os puedan pasar por la cabeza después de leer lo que llevamos de tesis.

Así, a un número infinito de conjuntos que forman parte de ese llamado {Público} le debemos
relacionar con otro buen número de conjuntos que integran a ese llamado {Arqueología
Pública}, dando como resultado un cúmulo de relaciones aparentemente caóticas, pero que
son las que explican nuestra realidad.

En ocasiones pensamos que cuestiones dispares como una clase de historia en un colegio
madrileño hacia 1980, una visita al cine en 1989, una excursión a un museo en 1995 o una
campaña electoral en las municipales de 2003, no tienen relación. Sin embargo, pueden
ser hitos en la vida de un político que le hacen percibir detalles sobre la arqueología desde
diferentes fuentes; forjar su imagen de una disciplina con la que se encontrará con total
seguridad; y tomar decisiones que nos afectan en el día a día de la práctica arqueológica.
En 2008 utilicé por primera vez una pequeña historia que finalmente publiqué y que no me
puedo resistir a transcribir aquí (Almansa 2008; 2014a: 12-13 y 19-20):

«Tarde de domingo, un grupo de adinerados terratenientes y constructores se


sientan a la mesa para una partida de cartas. Las apuestas suben y uno de los
terratenientes pone sobre la mesa una vasta propiedad. Pierde la mano a favor de
un constructor sin escrúpulos que pronto planteará una solución a la crisis desde
el ladrillo. Tras mediar comisiones en la corporación municipal cuyo término
contenía el terreno, consigue su licencia de obra y no espera más. Los vecinos,
con un pobre acceso a internet y mala cobertura de la TDT, apenas alcanzan a
entender qué es la arqueología más allá de las pirámides de Egipto y no reparan
en el atentado que se va a cometer contra su patrimonio. ¿Por qué? Los terrenos
en los que el constructor edificará contienen un par de interesantes yacimientos
arqueológicos, eso sí, poco monumentales. Por suerte, cuando las noticias de
tamaña obra llegan a la administración, se ordena una evaluación de impacto
ambiental en la que debe constar informe arqueológico. La empresa encargada
contrata a un recién licenciado con ansia de ganar dinero tras muchos años
pagando por trabajar en su vocación. Con un salario vergonzoso acomete su
labor, pero la inexperiencia le lleva a pasar de largo sobre uno de los yacimientos.
En todo caso, la administración ordena un seguimiento del movimiento de tierras.
Cuando el equipo de arqueólogos llega al campo, el constructor ya ha pasado por
encima de una buena parte del yacimiento que tenían que excavar. Las quejas
5. ¿Qué es la arqueología pública? 119

son inútiles y la denuncia se archiva. Por supuesto, el segundo yacimiento ya ha


desaparecido. Meses después, la nueva urbanización está terminada. Las zonas
verdes no se modificaron pese a la propuesta del informe arqueológico, porque
parte de la infraestructura ya estaba construida. Ese informe jamás salió a la luz. A
escasos 50 metros del lugar donde se trabajó, se sitúa la nueva escuela del pueblo.
La maestra explica la historia de la región sin saber que a sus pies se encontraba
uno de los yacimientos claves para su interpretación. Por supuesto, el libro de
texto no recoge esos avances. La mitad de los niños de esa escuela quieren ser
como Tadeo Jones.
Han pasado los años y Jaimito ha conseguido su sueño de ser como Tadeo Jones.
Sin embargo, la realidad no era como esperaba. Tras largos años de estudio y
trabajo se encuentra en una situación precaria, pero se resiste a que su futuro siga
así. Ha tenido la oportunidad de leer muchos trabajos de arqueología pública
y arqueología comunitaria, pero ahora era el momento de pasar a la acción.
Su pequeño pueblo ya no es tan pequeño y sigue creciendo. Pero él no estaba
dispuesto a dejar que la historia se repitiera y poco a poco fue movilizando a
sus vecinos a través de diversas actividades en las que les acercaba la realidad
arqueológica, su realidad arqueológica. El alcalde actual es compañero del colegio
de Jaimito y tras muchas horas charlando en el bar también se ha concienciado.
Las cosas empiezan a hacerse de forma diferente en el pueblo y el patrimonio
arqueológico juega un papel crucial en las políticas municipales. Ya no es eso que
hay que tapar, sino un recurso más que refuerza la cohesión de la comunidad e
incluso les aporta un pequeño beneficio. Pasan los años y el alcalde acaba de ser
elegido Presidente de la región tras una carrera política meteórica por su buen
hacer. Tras las presiones de Jaimito, presenta una propuesta de legislación que dé
cuerpo al buen hacer que consiguieron juntos en el pueblo, para todos. Aquellos
niños que iban al colegio cuando Jaimito comenzó a hacer sus actividades son
hoy profesionales de diversas ramas. Muchos de ellos se han vuelto a encontrar
con la arqueología en sus vidas y la ven con otros ojos, con buenos ojos. Aquel
arqueólogo que intervino en el pueblo hacía tantos años, está ya retirado. Una
mañana observa desde una valla cuán diferente es todo ahora.»

Los inicios de mi carrera investigadora me han hecho pasar por varias crisis de diferente
profundidad con respecto a lo que hago y la coherencia del discurso que debo articular con
ello. En el invierno de 2012, la noche antes de dar una conferencia sobre el futuro de la
arqueología a raíz del libro editado unos meses antes (Almansa 2011b) decidí borrar casi por
completo la presentación que tenía preparada y sustituir buena parte de ella con una sola
diapositiva.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
120 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 18. La diapositiva.

¿Qué representaba este borrón? Por un lado, el caos que articula nuestra sociedad. Por
más que he intentado ordenarlo, siempre surgen nuevas variables que lo hacen imposible. Es
como una madeja de algodón sin hilar donde las fibras comparten espacio, se articulan entre
sí, pero no terminan de crear un continuo. Trato de tirar del hilo, pero siempre se rompe… Ese
hilo que no podemos devanar en un carrete, porque nunca llega a ser hilado, sigue teniendo
sentido para nosotros como tal. Sólo nos falta la herramienta que nos ayude a hacerlo. Por otro
lado, el borrón nos habla de relaciones —sí, caóticas. Porque aunque no podamos articular
en un sistema general todo lo que sucede en esa madeja de fibras, sucede. Eppur si muove,
es la frase que le atribuyeron a Galileo tras abjurar; Eppur si collegano, diría yo ahora a
los escépticos. Porque como en la pequeña historia que contaba unos párrafos más arriba,
pequeños detalles de nuestras vidas hacen que la realidad cambie. Esto es el leitmotiv de
la arqueología pública, lo que explica las múltiples facetas que la envuelven y como ese
aparente caos entre obscenos programas de televisión y la academia más tradicional cobra
sentido en la realidad que vivimos.

¿Debería hacer una nueva definición en torno a la Teoría del Caos?


5. ¿Qué es la arqueología pública? 121

5.4. Modas y errores

Hablando de paraguas, tenía que referirme de algún modo a la moda. Una moda de la
que reniego profundamente después de ver a lo que lleva. Desde que en 2004 comenzara a
trabajar sobre estos temas, he tenido la oportunidad de ver como algo que no se entendía —y
que en ciertos sectores sigue sin entenderse—, se convertía en la piedra angular de proyectos
y recursos públicos.

Durante la edición de «Arqueología pública en España» (Almansa 2013a) seleccioné varios


proyectos como ejemplo práctico. En las redes sociales no tardaron en llover las críticas a
algunos de ellos. Sin embargo, estaban por algún motivo. El proyecto «estrella» fue etiquetado
como arqueología pública por mi, sin que los propios promotores lo sintieran. Surgiendo de la
nada, con el simple empaque de un grupo de profesionales, el Proyecto Arqueológico Entorno
Jamila se había convertido en ejemplo de arqueología pública por hacer simple y llanamente
lo que cualquier proyecto debería, de un modo natural13. Gestión integral y responsable,
desde la planificación y la investigación, a la divulgación y socialización de los resultados. Lo
mismo le pasó a otro de los proyectos, Los Bañales (Andreu y García 2013), que respondiendo
a la propia dinámica de su gestión, puede considerarse hoy en día un ejemplo de buenas
prácticas. Con esto no quiero decir que no haya otros grandes proyectos activos o concluidos
en nuestro país, sino que en ocasiones el valor no reside en la etiqueta que le pongamos a lo
que hacemos, acaso en lo que realmente hacemos.

Durante las conclusiones a una de las sesiones del TAAS de San Felipe, Cristobal Gnecco
apuntaba las diez cosas que la arqueología indisciplinada no era. Mientras le escuchaba, me
recordaba a mi mismo definiendo la arqueología pública por oposición, pero oposición a las
modas. Oposición parcial. Así llegué a la Teoría de Conjuntos, e incluso al Caos o los Sistemas
Complejos. Sin embargo, todo se reducía a un concepto muy sencillo como es el de moda.

La dedicatoria del volumen sobre arqueología pública reza: «A todos los arqueólogos que,
poco a poco, se irán apuntando a esta “moda”. Pero sobre todo, a los que la van a llevar a buen
puerto» —curiosamente la mencionaron en el TAAS de San Felipe durante uno de los debates.

Es común que cuando una corriente teórica se pone de moda, muchos proyectos se apunten
a ella, buscando a veces nuevos puntos de vista, pero también la visibilidad del momento, que
en ocasiones se traduce en financiación. Es el caso, por ejemplo, del Reino Unido, donde las
comunidades se han convertido en un recurso casi retórico a la hora de pedir un proyecto.
Parece que el simple hecho de dar una charla pública en la escuela local, o de abrir el
yacimiento a las visitas o la participación, es ya practicar arqueología pública. Es como si
hacer un agujero en el suelo y recoger lo que aparezca lo consideráramos arqueología, o abrir
en canal a una persona cirugía —me obsesiona la comparación con los cirujanos que se ha
extendido en nuestro sector. El campo del patrimonio se ve como algo sencillo que todo el
mundo puede controlar sin ni siquiera leer algo sobre el tema, porque es de dominio común.
Nada más lejos. Si la gestión del patrimonio fuera fácil, no tendríamos los problemas que
tenemos hoy. Si la arqueología pública fuera tan obvia y sencilla, yo no estaría escribiendo
esta tesis doctoral. El trabajo de planificación que hay detrás de cualquier proyecto es muy
importante y si de verdad queremos llevarlo a buen puerto, debemos tomarlo muy en serio.

13 Especial mención a su director Pedro R. Moya Maleno, por un compromiso que podemos ver puesto en escena durante la
presentación del libro en la Universidad Complutense de Madrid: https://youtu.be/AnMSrohW34c
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
122 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Por eso las modas no son buenas. Como dice la canción: “You think you know fashion, well
fashion’s a stranger. You think fashion’s your friend, my friend fashion is danger”14 [Crees que
conoces la moda, pero la moda es una extraña. Crees que la moda es tu amiga, pero amigo,
la moda es peligrosa]. Ambas premisas se cumplen en el caso de la arqueología pública. Gran
desconocida; gran peligro. Este anexo es algo más que una obsesión personal, un retrato de
la situación de una disciplina en continua redefinición. El sentimiento de que algo se está
haciendo mal sigue estando patente en las reuniones de arqueología. Por un lado con el abuso
del término y, además, por una cuestión ética (Richardson y Almansa 2015).

Durante la mesa redonda que organizamos desde ThePAG en la reunión de la EAA de


Estambul 2014, la ética en la práctica de la arqueología pública fue el centro de más de
cuatro horas de mesa —dos horas y media de ellas, de debate. Entre los principales temas
que surgieron estaban: la planificación y los tiempos, siempre insuficientes para hacer un
buen proyecto desde la arqueología pública; la financiación, y en especial el fenómeno del
«crowdfunding» como alternativa populista a los canales habituales; la sostenibilidad, por
tanto, de los proyectos; el compromiso de los profesionales a la hora de ponerlos en práctica;
y la honestidad.

Todos los problemas que se pusieron de manifiesto atacaban a la línea de flotación de


cualquier proyecto, pero quería terminar con la honestidad, porque es seguramente una de
las mayores faltas éticas que fomentamos desde proyectos que operan bajo la etiqueta de la
arqueología pública e, incluso, del patrimonio. Falsas promesas que inundan las comunidades
entre las que nos movemos y que nunca se llegan a llevar a cabo, objetivos inalcanzables en
las condiciones de desarrollo del proyecto que terminan defraudando a todo el mundo, y así
sucesivamente. Por eso, la honestidad debe ser uno de los factores a tener en cuenta tanto en
el diseño como en la ejecución de cualquier proyecto. Atendiendo a este principio, podremos
planificar de un modo más preciso las acciones que queramos llevar a cabo, presupuestarlas
con arreglo a la realidad y conseguir nuestros objetivos.

Los presupuestos son otro de los factores importantes en este proceso. Al no existir
ningún tipo de protocolo de actuación, valorar este tipo de proyectos se hace complejo
y suele tener que ver con gastos directos de viaje y dieta, algún material y, sobre todo,
tiempo. Para los que estamos en la empresa privada, presupuestar se ha convertido en una
rutina que calculamos casi de forma automática, pero sigue siendo un trabajo complejo que
suele acarrear problemas, de nuevo por la falta de planificación y otros «problemas» que
ya abordé más atrás. El valor de nuestro tiempo como profesionales es un factor a tener en
cuenta. Volviendo a las comparaciones televisivas, el canal de TDT Discovery MAX, contra
el que tuvimos una pequeña campaña en 201215, emite dos programas de restauración
de coches clásicos bastante curiosos: Fast’n’Loud y Wheeler Dealers. En el primero, un
taller de Texas (EE.UU.) compra coches clásicos en mal estado y los restaura para la venta.
En el segundo, dos amigos ingleses hacen lo mismo con clásicos europeos. Mientras el
taller estadounidense calcula los costes teniendo en cuenta el tiempo de sus mecánicos,
los amigos ingleses sólo incluyen las piezas. Así, el beneficio de las ventas resulta irreal, ya

14 Estribillo de la canción “Fashion is danger” del grupo neozelandés Flight of the Conchords en su serie del mismo nombre
emitida en la cadena estadounidense HBO. Ver: http://youtu.be/5i-uDjbP4F8
15 Desde AMTTA se comenzó una campaña en Change.org para la retirada del programa Un tesoro bajo tus pies (American
Digger), en la línea de otras asociaciones internacionales: https://www.change.org/p/discovery-max-que-se-retire-el-programa-
un-tesoro-bajo-tus-pies
5. ¿Qué es la arqueología pública? 123

que al escaso margen de beneficio que obtienen —al menos en las primeras temporadas—
habría que restarle las decenas de horas de trabajo del mecánico. Así, con la arqueología
pública pasa lo mismo, al igual que con la arqueología en muchos casos. Suplido con
trabajo voluntario o en condiciones irregulares, el precio no se corresponde con el coste
real. No voy a entrar a criticar a proyectos concretos, porque, además, cada caso tiene
unas circunstancias específicas y no estoy en contra de determinados modelos, pero si que
existen casos en los que prácticas poco éticas en lo económico afectan al desarrollo de un
proyecto. Lo que si que criticaré es un modelo recientemente aparecido en el Reino Unido,
el de la empresa DigVentures que ellos mismos definen como «Social Contract Archaeology»
(Wilkins y Westcott 2012), o lo que es lo mismo, obtener rentabilidad económica de
las aportaciones privadas de la gente, disfrazados de micro mecenazgo. Me detengo en
este caso tan concreto porque sirve para ilustrar la diferencia entre lo legal y lo ético. La
actividad de esta empresa no solo es legal, sino que está reconocida por el CIfA16 como una
práctica de calidad que, además, se ajusta a sus estándares éticos. En un contexto en el que
la privatización del sector está perfectamente asumida (Aitchison 2013), era cuestión de
tiempo que la socialización del patrimonio pasara también al plano económico. Ya no sólo
estamos atrayendo público a la arqueología, sino que además nos estamos lucrando con
ello. En este sentido, la línea que separa lo ético de lo reprochable es muy fina y depende
de factores muy diversos. El debate al respecto no ha hecho más que surgir en los últimos
meses ante ofertas que atentan contra la profesionalización de la arqueología —entendida
como el trabajo de un profesional a cambio de unas condiciones dignas. Mientras por un
lado se defiende la participación pública, por otro se cuestiona su legitimidad. En este
sentido hay que volver sobre la cita de McGimsey que ha sido recurrente en este texto:

«By emphasizing this need for total involvement I would not want anyone to gain
the impression that I am suggesting that everybody should grab a shovel and go
out and dig. Involvement has many facets, an each individual has an obligation
to determine how he best can contribute and how his actions will affect the total
picture.» (McGimsey 1972: 7)

Así, el problema no reside en la financiación de los trabajos, sino en los métodos de


captación de fondos. Financiarse —en el caso de proyectos sin animo de lucro— o lucrarse
—en el caso de algunas empresas— haciendo pagar sumas importantes a la gente que quiere
participar —excavando— del trabajo arqueológico, resulta más que cuestionable. Con esto
no se trata de formación de estudiantes, sino del uso de no profesionales como mano de obra
en la línea de los campamentos de trabajo puestos de moda a mediados del siglo XX en el
ámbito anglosajón y que desde hace dos décadas se han extendido como «working holidays»
en el ámbito de la cooperación, el medio ambiente y la arqueología. Así, quien participa, no
sólo cubre sus gastos sino que apoya la financiación de los gastos del equipo arqueológico
profesional, que ahorra el pago —o manutención— de otros profesionales, mientras aumenta
la fuerza de trabajo. Aquí, el abanico de matices es muy amplio y no voy a hacer una condena
general al modelo, pero si poner de manifiesto como bajo la etiqueta de la «arqueología

16 CIfA es el acrónimo del Chartered Institute for Archaeologists, antiguo IfA, que desde octubre de 2014 cuenta con una Royal
Charter que lo acredita como institución oficial. Desde ese momento pasaría de ser una asociación profesional más —aunque
la más importante de Europa—, a convertirse en el equivalente a nuestros Colegios Oficiales. El reconocimiento de CIfA implica
que tus prácticas se ajustan a sus estándares éticos y prácticos, lo cual avala tu profesionalidad, también como empresa.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
124 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

pública» se cometen abusos que llegan a resultar paradójicos17. Los tiempos de crisis que
pasamos los últimos años, han llevado al desarrollo de prácticas de todo tipo en las que
muchas veces debemos cuestionarnos ciertos límites.

5.5. Una filosofía de trabajo

Debo concluir este anexo definiendo la arqueología pública como una filosofía de trabajo
en la que, como profesionales de la arqueología, trabajamos conscientes de nuestro impacto
en el presente y actuamos en consecuencia. La arqueología pública no es una moda, ni un
corpus de prácticas. Es un objetivo que quedaba claramente expresado en la primera y sencilla
definición que apareció en esta tesis. La arqueología pública es una forma de entender y
mejorar las relaciones que se establecen entre la arqueología en sentido amplio y la sociedad
en toda su extensión.

Entonces, tal vez deberíamos definir esta práctica por su objetivo principal y no por si
misma. Pero entonces no sólo caería en mi propia trampa, sino que además entraría en un
bosque de subjetividad de difícil salida. Como empresario ¿cuál sería mi objetivo a la hora de
trabajar, como digo, haciendo arqueología pública? Ganar dinero, o entender y mejorar las
relaciones… ¿Sería legítimo obtener un provecho económico de estas actividades? ¿No existe
ya ese provecho en todos los aspectos de nuestra sociedad? ¿Equivaldrían mis honorarios al
sueldo de un académico? ¿Sólo vamos a valorar los proyectos financiados de forma tradicional?
Podría estar horas planteando preguntas de este tipo que nos invitarían a reflexionar sobre el
fondo de toda la tesis y nuestra coyuntura social actual. Precisamente por eso considero que
cobra valor el marco propuesto.

Estas palabras se sitúan casi al final de la tesis, aunque la lectura de este apartado debería
ser anterior. Espero haber respondido algunas de ellas a lo largo del texto aunque, en el
fondo, la delgada línea roja que separa lo moral de lo inmoral, incluso lo legal de lo ilegal, es
precisamente el lugar donde nos movemos día a día.

He escrito unos miles de palabras para definir algo que ni siquiera quería definir y que
he terminado resumiendo en la misma frase con la que comenzaba. Porque en el fondo
la arqueología pública no es más que una actitud, un objetivo en nuestro día a día como
arqueólogos para el que debemos ir poniendo en práctica asuntos muy variados. El primero
de todos; comprender la sociedad en la que trabajamos y todas sus implicaciones para
con nosotros. Esto nos lleva a ver cuáles son sus motivaciones para valorar el patrimonio
arqueológico, pero también cómo estamos representados en su día a día y cuáles son las
herramientas que tenemos para llegar a ellos de una forma mejor. La gestión cobra un papel
especial en todo este proceso y por ello es el tema central de esta tesis, pero incluso la gestión
juega un papel importante en el resto de procesos —y ya empiezo a volver a la teoría de
conjuntos.

17 Me resulta violento utilizar como ejemplo a un equipo al que tengo mucho aprecio, pero el International Brigades Project
(https://sites.google.com/site/internationalbrigadesproject/home) es una muestra de esta paradoja, por el contexto de los trabajos,
especialmente cuando parte del equipo estuvo muy involucrado en procesos como el de AMTTA. Este no es un caso extremo
como el de Trowelschool (www.trowelschool.com) y otras iniciativas que han surgido y desaparecido en los últimos años como
el Proyecto Nuraghe, respaldado por el CDL de Sevilla y Huelva. Los cursos que comenzaron disfrazando la formación de
financiación (Hernando y Tejerizo 2013) son ahora opciones vacacionales.
5. ¿Qué es la arqueología pública? 125

No quiero escribir por escribir, ni seguir repitiendo una idea que espero haya quedado clara
en estas páginas. Por eso terminaré como empecé; reproduciendo un pequeño decálogo que
presenté por primera vez en Ourense en 2009 y que finalmente publiqué unos años después:

1º Trabajarás con dedicación y seriedad

2º Denunciarás cualquier abuso hacia el Patrimonio Arqueológico

3º No permanecerás pasivo ante la pasividad de la Administración

4º Educarás a todo aquel que lo necesite aún cuando no sea tu obligación

5º Publicarás todos los resultados de tus trabajos

6º Te preocuparás de que esos trabajos lleguen al gran público

7º Participarás de los medios de comunicación

8º No harás oídos sordos ante las brutalidades de la Pseudoarqueología

Colaborarás desinteresadamente con cualquier propuesta que signifique



dignificar la profesión

10º Dejarás lo personal con lo personal y lo profesional con lo profesional

Todos estos mandamientos se resumen en dos:


Amarás la Arqueología sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo

Tabla 6. Los diez mandamientos del arqueólogo (público) (Almansa 2011a: 103).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
126 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 19. Keep Calm and do #pubarch.


.6.
LA IMAGEN POPULAR DE LA ARQUEOLOGÍA

«Si no me equivoco es lo de los dinosaurios»


Samira en #myhyv1

Hace ya diez años que me aproximé a esta temática por primera vez (Almansa 2006a)
y desde entonces ha llovido mucho. La bibliografía no ha crecido espectacularmente, pero
el tema ha pasado de ser un entretenimiento con un objetivo incierto, a convertirse en una
piedra angular de mi trabajo.

En la tónica dominante de esta tesis doctoral, este capítulo busca explorar la percepción
social de la arqueología y el pasado. Entender qué piensa la gente y por qué nos puede
ayudar, no sólo a proyectar una mejor imagen, sino también a hacer que esa imagen repercuta
de forma positiva en nuestro trabajo. Hace falta una investigación más profunda y sistemática
de muchos de los temas que planteo a continuación, pero veo necesario plantearlos en este
punto para comprender algunas de las opciones que planteo en el cuerpo de la tesis. Cuando
digo que la arqueología es una ciencia social, no pienso en el pasado sino en el presente. El
valor que podemos aportar ha ido —y sigue yendo— más allá del patrimonio, el turismo o la
identidad. La arqueología está presente en la vida diaria de los españoles y podemos hacer
que esa presencia sea más positiva para ellos, para el patrimonio y para nosotros mismos.

«A comienzos del siglo XXI la arqueología está presente en la sociedad más que
nunca, en su historia, y lo está de dos formas muy claras: 1) a través de medios que
son propios de los arqueólogos, actuaciones y productos que generamos nosotros
mismos, y 2) mediante una variedad de formas que son ajenas a la arqueología
profesional. Las segundas son mucho más amplias y diversas y, aunque deforman,
mutilan y distorsionan el pasado, tienen una capacidad de comunicación con los
públicos muy superior. Es importante identificar y conocer las “otras arqueologías”,
las arqueologías no-académicas, las no producidas por los arqueólogos aunque

1 En septiembre de 2014, una alumna del grado de Arqueología de la UCM participó en el programa de Telecinco Mujeres y
Hombres y Viceversa. Ved el pasaje completo aquí: http://www.telecinco.es/_6ebee838

127
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
128 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

sólo sea porque resultan —sin proponérselo— muy efectivas e influyentes a la


hora de construir los imaginarios populares» (Ruiz Zapatero 2012: 63).

“We thought archaeology was public by definition, but, in fact, the public were
far away from us. Most of the population e.g. in Madrid, lives or works near an
archaeological site, even one that has been studied recently, but most of those
sites are ‘dead’ and currently buried under tons of concrete. Can we revive them
and spread a constructive image of daily-life-archaeology?” (Almansa 2013b: 30).

6.1. Do you believe in unicorns?

I have tried to conduct a good survey for ten years. However, this never was a priority
for funding and I still lack good data to sustain my discourse. Nevertheless, I have done my
homework the best I could with small self-funded projects that tried to complete an overview
of the conception of archaeology by archaeologists and non-archaeologists. Unfortunately, this
data is not consistent enough to be statistically significant, so I prefer not to use it in this sense.

In 2014, a presentation titled “Do you believe in unicorns?” was submitted to the EAA Meeting
in Istanbul. My idea was to compare public beliefs about unicorns and archaeology. Popular
culture is full of unicorns and I would really like to know how many people believe they are
real. Anyway, if I ask people what a unicorn is, they will probably tell me that it is a horse with
a horn in the top of its head. When I ask people what archaeology is, answers are not that clear.
Due to work, I did not have time to conduct a small survey in time for the conference, so I used
a different one to show some data. As it is unpublished, I will show it again here:

Fig. 20. Results of a Google search for the terms “archaeology” and “unicorn” (11/04/15).
6. La imagen popular de la arqueología 129

The data used corresponds mainly to a small project to evaluate the didactic potential of El
futuro de la arqueología en España (Almansa 2011b) for university students, as well as an open
survey I have in JAS Arqueología’s blog since 2013. The 86% of the sample is between 18 and
35 years old and an 83% has completed some degree of university studies —not archaeology.
The original group was of 100 people, but only 81 took the survey.

In the moment of designing the survey, I wanted to combine directed and open questions to
prove the difficulty of this process. While directed questions offered a good understanding of
archaeology, open ones lead back to doubts and misunderstandings. When selecting words to
define archaeology, “past”, “site”, “humanity”, and “antique” were the most clicked options.
Anthropology was by far the closest subject and a research institution, the main work place
for an archaeologist. Any archaeologist would have probably given those answers too. I had
offered some clear options along with other ones. Positive results like the lack of aliens in this
first questions were remarkable. However, the open questions changed the panorama. When
having to offer examples of documentaries, movies and TV shows with an archaeological
background, aliens were back, together with adventure and other fringe examples. As in the
survey I conducted in 2004 (Almansa 2006a), this time only 3 people said archaeology was
not important for society and most evoked the classic answer; Knowing the past so we do not
commit the same mistakes in the future. Lastly, maybe the most interesting answers had to do
with the value of archaeology:

“I don’t think it is useful, because you cannot cure cancer with it, or stop starvation
in the world. It also helps rich people unearthing treasures and archaeologists who
sell them to museums. I would give coins and gold from archaeologists to the third
world so they can eat. However is beautiful going to the museum and see nice
ancient things.”
“To pay a bunch of lecturers so funding can give some politicians a political surplus
from easily showable sites. However it could really be an attraction for tourism.
Research should also be useful, but is so disconnected and bad divulgated…
English take a lot of advantage on us with this too.”
“Not for much. It is not enhanced and cannot give short-term input. It is not
profitable. Some people leave from archaeology (because there are laws that
make us contract them). For them is a job. For the rest of us (the majority) is an
inconvenience. It costs money and time.”
(Three answers from the survey. Translation from Spanish)

Since I watched “Beyond Blunderdome”, a classic The Simpsons episode2, I always take
into account the negative answers over the positive ones, as politeness normally veils the truth.
These three answers reproduced above tell us about a generalized feeling that makes people
indifferent, or reluctant to heritage and archaeology —the “real” one—, but engaged with its
alternative versions.

Delving into these dynamics is essential to understand our rules of engagement and the
multiple ways archaeology reaches the public. On the one hand we are an active part in

2 Episode 227 in the 11th season. After Homer and Marge go to the preview of Mel Gibson’s latest movie, Homer writes a terrible
review driven by jealousy. Gibson thinks he has been the only one truly sincere and flights back to make Homer his assistant in
the production.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
130 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

the flow of information. On the other hand, the construction of popular culture archaeology
happens aside and successfully.

This is why most surveys offer a similar result; very interested people on a not well understood
—but amazing— topic (CRC 1982; Pokotylo y Guppy 1999; Ramos y Duganne 2000; Paynton
2002; Pokotylo 2002; Schmidt 2002; Balme y Wilson 2004; Owen y Steele 2005; Holtorf
2007; de Sars y Cambe 2011; Morate et al. 2012; Poria, Reichel y Cohen 2013; Ibañez 2014;
Castillo, Domínguez y Salto-Weiss 2015; Katsamudanga 2015; Sakellariadi 2015). However,
how must we interpret this misunderstanding? Maybe the problem is in our expectations and
own misunderstanding of the public. First of all we tend to think there is only one public
when the variety is as wide as society itself (McManamon 1991; Hargreaves and Ferguson
2000; Ruiz Zapatero 2012), but we also assume they love archaeology as much as we do and
should be attracted to it somehow. Furthermore, archaeological literacy seems to be a must
for us (Franklin, Henderson and Moe 2008). I do not necessarily disagree with this, but forcing
people to like and understand archaeology might not be the best way to value our profession.
What is clear is that we need to understand how people construct their image of archaeology
and take action consequently.

In this sense, we can analyse the different basic ways people acquire knowledge —what
I will call “stimulus” from now on. They can come directly or indirectly from us, or being
part of a wider social context. The way we interact with those stimuli and our own personal
background will shape the idea of archaeology and the past we make. This is one of the
most exciting research lines for the future, as understanding public perceptions and attitudes
towards archaeology and heritage might be a great step forward in heritage management. But
how do we learn from these stimuli?

The psychologist Arthur Reber described “implicit learning” as the process during which a
person acquires knowledge without being aware through stimuli, while there was an “explicit
learning” associated with intentional learning conditions (Reber 1967). This has been a highly
debated and studied issue for language learning, but has also been applied in other fields
like cognitive psychology (i.e. Chun y Jiang 1998 about spatial attention). The main problem
we face bringing the topic into archaeology is empiric research. There has not been any
experiment to support what I am saying3, and I can only infer certain conclusions from surveys
and observation. Furthermore, designing an experiment would be complicated —focusing in
heritage/archaeology— as my hypothesis supports a livelong learning experience that would
affect the results. However, accepting implicit learning as a fact, I believe this is one of the
main ways of acquisition of knowledge about heritage and archaeology, in combination with
more explicit —but informal— options and traditional explicit learning.

6.2. Nuestros estímulos

Antes de comenzar, me gustaría matizar por qué hablo de «estímulos» en los dos apartados
que siguen. Nos ponemos en el lugar de un ciudadano medio en su vida diaria. Tránsitos, ocio,
trabajo, pero, sin saberlo, estará recibiendo estímulos continuamente que evocarán su imagen
del pasado, configurando poco a poco juicios sobre temas que algún día pueden hacerse

3 I have heard about an exercise done by Felipe Criado in Incipit, but at the time of writing, there has been no publication about it.
6. La imagen popular de la arqueología 131

patentes. Anuncios de viajes en una parada de autobús, una noticia en el periódico, Giorgos
Tsoukalos en History Channel, un libro en la mesilla de noche, una conferencia, o un simple
paseo por el centro de su ciudad. Pequeñas cosas que de forma consciente o inconsciente se
convierten en parte de su conocimiento. Estímulos, en definitiva, a la configuración de una
imagen viva del pasado, del patrimonio y de la arqueología.

Dicho esto, parece que el concepto de socialización —e incluso el de difusión— ha surgido


recientemente, sin embargo, es un elemento clave de la investigación arqueológica desde
siempre, incluso de forma institucionalizada en nuestro país (Moreno Torres y Márquez-Grant
2011). Ni que decir tiene que la musealización de yacimientos arqueológicos, los centros de
interpretación y los mismos museos, son un recurso casi anterior a la propia normalización
de la disciplina (ver por ejemplo la inauguración de la Necrópolis Romana de Carmona
en 1885 antes de que la profesionalización de la arqueología fuera un hecho y la propia
disciplina estuviera definida en sus estándares actuales). A lo largo de los próximos apartados
iré enumerando estímulos generados desde el colectivo profesional de la arqueología y el
patrimonio.

6.2.1. Museos de arqueología

La literatura sobre museos es extensa. No es mi intención profundizar en ella, sino hacer


una pequeña reflexión sobre lo que ofrecen los museos de arqueología a sus visitantes. Según
los últimos sondeos disponibles —para el conjunto de España (MCU 2011) y Andalucía (IESA
2010)—, un 30,6% de los españoles y un 20,2% de los andaluces visitaron un museo al
menos una vez en el último año. Se trata de una de las actividades culturales más practicadas,
aunque en el caso andaluz resulta curioso que no aparezca entre las identificadas por los
ciudadanos como ocio, cuando aparentemente el 92,2% de la gente que visitó un museo lo
hizo por ese motivo. Si echamos un vistazo a los estudios de público disponibles para Museos
Estatales4, los datos empiezan a arrojar otros matices.

«Para la gran mayoría de los visitantes, su ocupación laboral no tiene nada que
ver con el contenido temático del museo que ha visitado, por lo que podemos
suponer justificadamente que la visita responde a una decisión tomada libremente,
sin presión externa y con la intención de satisfacer necesidades de ocio cultural»
(LPPM 2011a: 101).

Un dato interesante que ponen de manifiesto las estadísticas de estos estudios es como una
media del 77,3% para los Museos Estatales analizados realiza la visita al museo por primera
vez, lo que supone un 50% más que en el estudio previo más similar que tenemos (García,
Pérez y Andónegui 1999). La caída en el número de visitantes fidelizados es importante,
pero curiosamente la diferencia es menor en el Museo Arqueológico Nacional y no se han
analizado las posibles causas más allá de la obvia —residencial. Otro dato que debería plantear
reflexión es que «apreciar arte» siga siendo la motivación principal en las visitas a este museo,
4 Hasta la creación del Laboratorio Permanente de Público en Museos en 2007, tan sólo contábamos con tres trabajos de
utilidad sobre público en museos arqueológicos (disponibles): En el Museo Arqueológico Nacional (García, Pérez y Andonegui
1999); el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (Asensio et al. 1998); y el Museo de Arqueología Marítima (Pérez Santos
2007). Ahora, la nueva línea abierta por el LPPM aporta nuevos datos, con una metodología común (entre otros, con contenido
arqueológico, LPPM 2011a; 2011b; 2011c; 2011d; 2011e; 2011f; 2011g; 2011h; 2012).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
132 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

a diferencia de lo que pasa en otros como el Museo de América o Altamira, donde «conocer
nuestra historia» es la motivación principal. Mientras tanto, se sigue buscando aprender por
encima de otras experiencias, lo cual puede parecer incongruente. Pero seguramente una de
las estadísticas a tener más en cuenta es la valoración de la visita, para la que el MAN cuenta
con los datos más bajos de todos los museos analizados. Una vez más, hay que resaltar que se
trata de un estudio previo a la reapertura y algunos de los aspectos se habrán abordado en el
diseño de la nueva museografía, ya que es precisamente la información y la cartelería lo que
peor resultados manifestaba. A pesar de todo, se trata del museo más conocido y visitado de
los estudiados, así como el que más flujo de visitantes mueve. Obviamente, esto tiene mucho
que ver con su localización. Pero cerrando este análisis con el concepto de público, una de
las conclusiones de esta primera batería de trabajos del Laboratorio Permanente de Público en
Museos tiene que ver con el perfil del visitante:

«La conclusión más general que se puede obtener de las características de los
visitantes de los museos es que son poco representativos de la sociedad española
o, lo que es lo mismo, la composición de los visitantes en función de las variables
que constituyen su perfil socio-demográfico (género, edad, nivel de estudios,
ocupación, residencia-nacionalidad) no se corresponde con lo que cabría esperar
en función de la distribución que en la población nacional tienen esas mismas
variables» (LPPM 2011a: 234).

VISITANTES  AL  MAN  -­‐  04/14  a  07/15  


160000  

140000  

120000  

100000  
nº  visitantes  

80000  

60000  

40000  

20000  

0  
Abril   Mayo   Junio   Julio   Agosto   Sep4embre   Octubre   Noviembre   Diciembre   Enero   Febrero   Marzo   Abril   Mayo   Junio   Julio  
VISITANTES   139025   71306   73624   80258   92677   64509   81998   92610   72829   62722   53504   66156   67894   52397   32888   27477  

Fig. 21. Visitantes al Museo Arqueológico Nacional tras su reapertura, de abril 2014 a julio de 2015
(Fuente: Ministerio de Cultura).

El impacto de la reapertura del Museo Arqueológico Nacional en abril de 2014 ha sido


impresionante. Es sin ninguna duda el buque insignia de Museos Estatales y sólo en el mes de
abril de 2014 registró más visitas de las que recibieron en todo el año 10 de los 16 museos
que gestiona directamente el Ministerio de Cultura. No cabe la menor duda que la gratuidad
de la entrada y el tirón del reestreno fueron clave, especialmente si miramos las cifras de los
últimos meses, que han caído en verano hasta muy por debajo de la mitad. En cualquier caso,
sigue siendo un museo de referencia y su mensaje es clave en la imagen de la arqueología
6. La imagen popular de la arqueología 133

española. Personalmente, no me gustan algunas cosas de este museo (Almansa 2015b), pero
he de reconocer que buena parte de la gente con la que hablo —no profesionales—, está
encantada con él. La escenografía impacta y eso siempre es un aliciente. Mi abuela era
analfabeta y miraba los «santos» en mis trabajos. Si había muchos, le gustaba. Si no, me
preguntaba por qué no había puesto más. La prominencia visual del paquete —en este caso
el museo— es esencial para el éxito de cara al consumidor. Un estudio reciente asegura que la
prominencia (visual) del paquete nos estimula al consumo más que el valor (Towal, Mormann
y Koch 2013). La crítica plantea un escenario más complejo (Louie 2013), pero no niega la
mayor. Un estudio interesante sería introducir a visitantes en dos salas; una reproduciendo
el nuevo museo y otra el viejo, incluso con peores contenidos en el nuevo. Mi hipótesis es
que mayoritariamente elegirían el nuevo, ya que visualmente resulta más atractivo. Entonces
tenemos que plantearnos cuál es el objeto de un museo arqueológico. Según la página web
del Museo Arqueológico Nacional, su objetivo es:

«…ofrecer a todos los ciudadanos una interpretación rigurosa, atractiva, interesante


y crítica del significado de los objetos que pertenecieron a los distintos pueblos
de la actual España y del ámbito mediterráneo, desde la Antigüedad hasta épocas
recientes, de manera que el conocimiento de su historia les sea útil para analizar
y comprender la realidad actual5.»

Un segundo estudio a hacer para el Laboratorio Permanente de Público de Museos en el


Museo Arqueológico Nacional sería una simple pregunta en sus estudios de público: «¿Crees
que tu visita al museo te ayudará a analizar y comprender mejor la realidad actual?». Por
supuesto habría que plantearla de un modo menos dirigido a lo largo de la encuesta, pero
sería interesante ver qué porcentaje del público va más allá del «atractivo» y el «interés».

Entre las críticas más extendidas al concepto de museo de arqueología, está el planteamiento
del discurso expositivo como una colección de piezas a través de la historia. La arqueología
no son esas piezas sino el conocimiento que surge de ellas y por eso proyectos como el Museo
Arqueológico de Alicante tratan de romper con esa barrera apostando «por la renovación
del sistema expositivo tradicional, entendido como una colección de hallazgos debidamente
clasificados y catalogados»6 y dando una posición prominente a la arqueología como
disciplina en el discurso expositivo. Así, se pasa de la «arteología» —o el museo arqueológico
entendido como una colección de arte antiguo— a la arqueología.

De este modo, el visitante al museo arqueológico saldrá asombrado, e incluso abrumado,


por la riqueza cultural de las sociedades del pasado, pero habrá entendido generalmente
poco sobre éstas, o sobre la propia profesión y su valor. Primar la pieza sobre el contexto
lleva a una visión equivocada —desde mi punto de vista— sobre el valor de la arqueología,
que obvia la realidad de un sector que en la mayoría de los casos no gestiona grandes
hallazgos. Transmitimos que el valor reside en el impacto visual y no en el conocimiento. Las
consecuencias las tenemos en cada obra en la que no se comprende nuestra presencia porque
no hay bifaces espectaculares, cerámicas decoradas completas, ajuares de metales preciosos,
mosaicos, etc.

5 http://www.man.es/man/museo/el-man.html
6 http://www.marqalicante.com/Paginas/es/EL-MUSEO-P13-M3.html
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
134 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

6.2.2. Centros de interpretación

Tengo que comenzar diciendo que todos los centros de interpretación que conozco en mi
entorno han cerrado tras el fin de las subvenciones públicas. Puede que fuera pertinente hacer
una crítica del modelo de implantación de centros de interpretación en nuestro país, que a día
de hoy se reduce sobre el papel a los trabajos de Carolina Martín Piñol (Martin Piñol 2009;
2011; 2012).

«Es una realidad, pues, que, habida cuenta de que la mayoría de los centros
de interpretación han nacido vinculados a intereses turísticos, carentes de
planificación y de estrategias de sostenibilidad, de una gestión aceptable, sin
contenidos que reflejen autenticidad y faltos de rigor, hay que suponer que
nacieron con fecha de caducidad y que, por tanto, vivieron o viven avocados a
un relativo fracaso» (Martín Piñol 2012: 70).

Por ello, me voy a centrar en un aspecto mucho más liviano, que es el que nos ocupa
en este punto. Aunque también podría hablar de centros de interpretación en la ciudad,
supongamos que como ciudadano de la capital decido viajar al campo para pasar el fin de
semana. Como tengo inquietudes culturales busco por internet qué puedo ver en la zona.
Primera sorpresa; la oferta es incompleta y está completamente desarticulada. Cuando llego,
encuentro un centro de interpretación arqueológico y me acerco. Lo normal es que esté
cerrado salvo que sea de apertura reciente o se encuentre gestionado por la Administración
(ver un estudio reciente sobre la provincia de Cádiz en Arcilla y López 2015). Pero pensemos
que está abierto, como aquellos que analizó Martín Piñol en su tesis doctoral (Martín Piñol
2011). Sus conclusiones plantean las preguntas de mayor interés, pero también alguna idea
sobre el modelo de crecimiento que estos centros han tenido, no enfocado a su contenido.
Por un lado, habría que dejar clara la definición de este tipo de centros, entre los que no
se encuentran aulas didácticas o yacimientos visitables —que veremos en sus respectivos
apartados. A partir de ahí, como pasa en el caso de los museos, el continente terminaba
siendo el objeto del proyecto, con grandes obras de infraestructura de dudoso beneficio local,
o cultural.

¿Qué nos encontramos? Generalizar no es justo, como en el caso de los museos, pero los
discursos suelen mejorar en tanto en cuanto, no hay piezas como protagonistas.

Como ejemplo, utilizaré el Centro de Interpretación de la Minería Romana del Oro en El


Cabaco (Salamanca), al ser un caso que conozco bien. Situado en un pequeño municipio
que apenas alcanza los 300 habitantes, en un momento dado podía entenderse como un
producto de desarrollo rural más dada la buena situación del centro en un cruce de carreteras.
Prevaricación aparte, tras agotarse la subvención inicial para su apertura, el centro cierra. Tras
un concurso, un nuevo equipo se hace cargo durante casi dos años. Cierra de nuevo por ser
inviable. Parece claro que sólo siendo un complemento a otras actividades puede permanecer
abierto, aunque sea de forma parcial. En la actualidad, un nuevo equipo se ha hecho cargo.
Las visitas son insuficientes aún para mantenerse abierto de forma continuada.
6. La imagen popular de la arqueología 135

Fig. 22. Centro de interpretación de El Cabaco, Salamanca (collage de exterior e interior).

Pero pasemos al contenido. Paneles gastados y audiovisuales que no funcionan, desvisten


un contenido suficientemente didáctico, que complementado con la visita a las minas
musealizadas y el yacimiento abandonado —si se musealizara—, aportarían en poco más
de dos horas, una visión bastante buena del tema. La inversión para adecuar una ruta
sería inferior a los veinte mil euros7, lo cual es una inversión modesta en comparación con
los proyectos habituales a estos efectos. En cualquier caso, un visitante podría tener una
experiencia considerablemente mejor y otros púbicos (senderistas, turistas naturales, etc.)
podrían encontrarse con un estímulo para conocer mejor algo de su patrimonio arqueológico.

7 Durante mi presencia como arqueólogo municipal de El Cabaco entre los años 2011 y 2012, presenté un plan a tal efecto con
un presupuesto total de 14.550€ más IVA que incluía el acondicionamiento del yacimiento arqueológico y la señalización de la
ruta. El proyecto nunca se llevó a cabo al dimitir de mis funciones a las pocas semanas de conseguir la financiación, debido a
graves diferencias con la corporación municipal y sus formas de actuar.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
136 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

6.2.3. Yacimientos visitables (y no visitables)

Aquí podría seguir con el ejemplo de El Cabaco y la pésima imagen que da un yacimiento
teóricamente visitable sin señalética y abandonado —con esta imagen de abandono abría en
portada El futuro de la arqueología en España (Almansa 2011a). También podría retomar el Plan
de Parques Arqueológicos del Ministerio de Cultura en 1989 (MCU 1993). Sin embargo, me
voy a centrar en dos ejemplos muy interesantes con una problemática de gestión importante.

Fig. 23. Cartel del Yacimiento Visitable de Navalahija, Colmenar Viejo (Comunidad de Madrid).

El primero de ellos es el del Plan de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid8,


una de las iniciativas más brillantes que ha llevado a cabo la administración madrileña para
la puesta en valor del patrimonio arqueológico. El problema viene cuando los «yacimientos
estrella» se terminan y hay que seguir incrementando la red. La tesis doctoral de Antonio
Méndez, técnico de la Dirección General encargada de la implementación del Plan, plantea
una propuesta orientada a la creación de redes y rutas, más que a la musealización de
yacimientos, tal y como fue la propuesta original presentada en 1999 (Méndez 2007: 245-246).
En 2012, la Asociación Madrileña de Trabajadores y Trabajadoras en Arqueología (AMTTA)

8
http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=CM _InfPractica_FA&cid=1142651767196&idConsejeria=1142697631805&idListConsj=
1109265444710&idOrganismo=1109266228372&language=es&pagename=ComunidadMadrid%2FEstructura&sm=
1109266100977£
Tras esta larga dirección electrónica viene la primera crítica al modelo. ¿Cómo es posible no tener una web específica? Por
supuesto, no hablamos ya de redes sociales.
6. La imagen popular de la arqueología 137

comenzó un proyecto para la evaluación de estos yacimientos tras llevar a cabo varias visitas.
Desafortunadamente, la aparición del borrador del anteproyecto de la que es hoy la nueva
ley de patrimonio histórico de la Comunidad, se llevó todos los esfuerzos desde ese preciso
momento y el proyecto quedó en suspenso. En estos informes se buscaba evaluar algunos
aspectos de la gestión del plan y sus yacimientos. Algunos de los aspectos más destacables
fueron:

-- La propiedad del suelo en casos como el de la Dehesa de la Oliva, donde la Guardia


Civil ha intervenido contra visitantes del yacimiento por encontrarse en terrenos del
Canal de Isabel II.

-- La accesibilidad, difícil para muchos de ellos, o de pago indirecto para otros como los
que se encuentran en la red de metro y tren.

-- Los horarios de apertura, como en el caso del yacimiento carpetano de Miralrío, que
abre sólo un día al mes.

-- El cuestionamiento de los modelos de investigación, selección y ejecución de los


proyectos, que forman parte de una red invertebrada.

Esta crítica viene precisamente del valor que otorgo al yacimiento como herramienta
interpretativa y que debería ser un estimulo positivo para el público general. La imagen que
generan algunos de los problemas antes apuntados, ya sea a través de la prensa o en la
experiencia personal, es muy negativa para la arqueología y otro ejemplo más del fracaso
de las políticas de gestión insostenible que priman en nuestro país. Por supuesto, todo esto
no se evalúa y siempre contamos con la experiencia positiva de otros ejemplos como puede
ser el de Complutum, o el éxito de actividades programadas en los sitios, como las visitas
teatralizadas que se realizan desde 2013.

El segundo ejemplo es el de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, su Red de


Yacimientos Visitables9 y sus Parques Arqueológicos. Tras anunciar a bombo y platillo la creación
de los nuevos Parques Arqueológicos en yacimientos insignia de cada provincia en 2012 —
herencia de la anterior administración—, 2013 es el año de la privatización con la salida a
concurso de la gestión de tres de los parques en unas condiciones que ninguna empresa pudo
aceptar10, por lo que algunas corporaciones locales se hicieron cargo. ¿Qué imagen se da al
disolver un consorcio de gestión pública en menos de un año y sacar a concurso una gestión
privada que queda desierta por las condiciones ofertadas? El tema de la subcontratación de
servicios se ha convertido en una medida de ahorro que precariza los servicios y a quien los
presta. En esta maraña de relaciones que es la arqueología, esto entronca con la política, la
situación económica, la ética y, a través de ella, la cultura empresarial de nuestro país. Como
veremos en el Capítulo 8, el proceso de profesionalización de la arqueología en España ha
sido traumático y la gestión de los yacimientos arqueológicos es un ejemplo más. Se dice que
es una cuestión de valores con respecto al patrimonio, pero esta situación de precarización
se vive también en la subcontratación de servicios públicos en otros sectores. Es ideológico.

9 http://www.patrimoniohistoricoclm.es/yacimientos/
En este caso la dirección es más amable, aunque un buscador la encuentre igual que la de la Comunidad de Madrid.
10 En concreto salen a licitación los parques del Tolmo de Minateda (Resolución 2012/17708), Alarcos (2013/72) y Segóbriga
(2013/9124).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
138 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 24. Non pasar a Castromao.

En cualquier caso, el análisis de este apartado va más allá de los propios yacimientos
hacia un aspecto, diría que sociológico, sobre los mismos. A pesar de que siempre tenemos
en mente —o eso decimos— a la sociedad como objetivo y público de estas puestas en valor,
la mayor parte de los trabajos se centran en la musealización como tal. El producto como
producto y no como herramienta para llegar a algo más que la belleza (Ruggieri y Germanà
2013). Es más, buena parte de los trabajos sobre estos centros son tipológico-descriptivos u
orientados a la conservación —como se desprende de los seis congresos de musealización de
yacimientos arqueológicos celebrados hasta la fecha en nuestro país (López-Menchero 2013).

Esta intervención un tanto hedonista en el patrimonio es, sin embargo efectista. No cabe
duda de que la belleza de la puesta en valor de un yacimiento arqueológico es un reclamo sin
parangón para la visita (Pérez-Juez 2006), pero en ocasiones se eclipsa el contenido, se sobre
dimensiona la intervención11 o se llega a una situación insostenible para la gestión12. En un
proceso paralelo al de los centros de interpretación, muchas de estas instalaciones resultan
difíciles de gestionar y culminan en abandono.

11 Aquí haré un breve inciso sobre el yacimiento de La Fuente de la Mora en El Cabaco (Salamanca) y el proyecto de puesta en
valor planteado al ayuntamiento en tiempos de bonanza económica en la Diputación. Para un yacimiento cuyo valor reside en
el paisaje —sobre el terreno son cuatro piedras mal conservadas, literalmente—, el arquitecto planteaba un mega edificio con un
impacto brutal en el entorno y cuya partida para interpretación se resumía en los soportes de la cartelería. Por suerte, el proyecto
fue enterrado en el olvido.
12 Prueba, por ejemplo, el cierre del yacimiento bajo «Las Setas» (Sevilla) en febrero de 2015, por una posible deficiencia
estructural derivada de proyecto de obra que resultó en un accidente.
6. La imagen popular de la arqueología 139

Durante años, se ha estado vendiendo humo a las corporaciones locales, que gracias a la
financiación europea en tiempos de bonanza, llevaban a cabo intervenciones sin el menor
de los cuidados. Bajo la falsa promesa del recurso económico, el crecimiento desmedido de
estos sitios cuenta con pocos casos de éxito, incluso en el ámbito urbano. No es lo mismo el
Coliseo romano o la Acrópolis ateniense que la iglesia de la Plaza de Ramales en Madrid, del
mismo modo que no es lo mismo Numancia que Castromao.

6.2.4. Talleres

Uno de los productos más exitosos que tenemos en el ámbito de la arqueología son los
talleres. Actividades que se desarrollan desde hace muchos años y que aportan una experiencia
sin igual para todos los que participan de ellos. Nacidos del ámbito de la educación
patrimonial (Fontal 2013), su objetivo suele ser educativo. En mi experiencia diseñando y
haciendo talleres para todas las edades, sólo puedo decir cosas buenas. Incluso talleres mal
planificados pueden tener un impacto positivo en los objetivos de conocimiento. Para prueba,
uno de los talleres que tuve que llevar a cabo en 2011. El colegio dobló sin preaviso el
número de participantes y exigió pasar el día completo en campo, rompiendo con el plan
preestablecido. Falto de personal —dos técnicos para en torno a 80 participantes— y con los
profesores poco participativos —incluso molestos—, en cuanto se terminó el núcleo principal
de la actividad —visita más taller— las dinámicas de grupo previstas para el aula salieron
francamente mal. Aún así, en la evaluación posterior los datos fueron positivos —para mis
objetivos de conocimiento.

En el lado opuesto, una actividad bien planificada y de aforo limitado como fue la
planteada en la Semana de la Ciencia de 2010 con media docena de participantes, tuvo
unos resultados espectaculares que ponían en cuestión algunas de las ideas prefijadas sobre
el desarrollo cognitivo en el aula de los alumnos de primaria (Rodríguez 2007). Por ejemplo,
la representación espacial y la estadística básica, planteadas en el currículo para alumnos
de 4º y 5º de Educación Primaria, fueron perfectamente asimiladas desde la práctica por dos
participantes de 5 y 7 años respectivamente. Del mismo modo, el pensamiento abstracto
estaba en pleno funcionamiento con un grupo en el que ningún participante superaba los
11 años de edad. La actividad consistía en una pequeña explicación de 20 minutos sobre
el proceso arqueológico, previa a la excavación de un yacimiento simulado. El yacimiento,
preparado específicamente por mi, contaba con cuatro estratos diferenciados por fases y
representaba el esquinazo de una estructura con su zona exterior e interior. En el proceso
de los materiales recuperados, los participantes extrajeron conclusiones muy interesantes
sobre el uso del espacio, la estratigrafía y el modo de vida los posibles pobladores de ese
yacimiento13 —todo ello por si mismos, sin mi apoyo como monitor. Durante el proceso de
los materiales dibujaron a escala, clasificaron materiales, e incluso representaron una matriz
de Harris14. La actividad se repitió en dos talleres, durante dos días diferentes no consecutivos,
con un total de 16 participantes.
13 Cuando uno de los participantes (9 años de edad) dijo textualmente: «El modo de vida de esta gente estaría basado en el
girasol, porque salen muchas pipas, aunque igual era decorativo, porque están fuera» —utilicé pipas de girasol como parte del
atrezzo—, no salía de mi asombro.
14 Aunque no es una tarea especialmente compleja, conozco arqueólogos que tienen muchas dificultades incluso para hacer las
matrices más sencillas. En esta actividad, lo mencioné en la presentación previa y simplemente tuve que refrescar el concepto
—colocar por espacio y tiempo— antes de que los participantes construyeran su matriz del sitio excavado.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
140 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

A B

C D

Fig. 25. a) Durante la fase de preparación del «yacimiento» montando diferentes estratos y colocando
los materiales; b) Resultado de la excavación en los tres sectores del primer día; c) Durante la excavación
el segundo día; d) Durante el taller posterior a la excavación el primer día.

A raíz de esta experiencia traté de potenciar la actividad «Apoyo al estudio desde la


arqueología», pero el contexto de crisis y el control de empresas especializadas en actividades
extraescolares lo hicieron imposible. Desgraciadamente, los datos de esta actividad son
insuficientes para poder sacar conclusiones más generalizadas, pero se trata de un proyecto
pendiente que algún día podré desarrollar.

En cualquier caso, talleres y actividades participativas están a la orden del día en


instituciones y empresas del territorio nacional. Museos y Administraciones Públicas siguen
potenciando esta línea de difusión. Programas como la citada Semana de la Ciencia, han traído
a la arqueología actividades promovidas desde universidades y centros de investigación15.
Además, desde al ámbito privado, son cada vez más los profesionales y empresas que están
llevando a cabo actividades y talleres con mayor o menor grado de innovación, incluso
durante campañas arqueológicas. Entre ellos, empresas que llevan lustros especializadas en
el sector educativo (Carretero 2015) e incluso nuevas iniciativas desde la participación (Gago
et al. 2013; Vázquez 2013; Pulido 2015). Si bien es cierto que el taller tiene un público
objetivo limitado, cada vez son más las personas que han tenido acceso a uno, especialmente
escolares. Estas actividades, como decía al principio, son un estímulo positivo y actualmente
representan una de las acciones más exitosas para la configuración de una buena imagen de
la arqueología y el patrimonio arqueológico.

15 De hecho, la idea de mi taller vino de mi colaboración en el organizado por el equipo de F. Javier Sánchez-Palencia en la
Feria Madrid por la Ciencia en 2002.
6. La imagen popular de la arqueología 141

6.2.5. Teatralización y Reconstrucción

Si bien algunos espacios como el Teatro de Mérida llevan tiempo reutilizando el espacio
para su objetivo original, en los últimos años una nueva actividad está dotando de vida a
espacios arqueológicos de toda la península. Hablo de las visitas teatralizadas, que son un
género en si mismo dentro de la experiencia de visita a un yacimiento arqueológico (Rojas
2011). Como ejemplo, el proyecto Tarraco Viva16, un exitoso festival romano en Tarragona,
donde grupos de reconstrucción histórica romana teatralizan sobre el yacimiento de Tarraco
la vida en la antigua capital de la Tarraconense (Busquets 2009).

Esto me sirve para adentrarme en una temática muy interesante; la reconstrucción histórica.
Aclaro que sitúo este estímulo dentro de los que surgen de nosotros mismos porque un grupo
de reconstrucción histórica no es una feria medieval o una fiesta de romanos. Se trata de
grupos bien organizados, en muchas ocasiones con profesionales formando parte de ellos,
que reconstruyen hasta el más mínimo detalle aspectos de la cultura material y la vida diaria
de la sociedad que representan. No voy a elaborar una historia de este tipo de actividades,
que podríamos remontar a siglos atrás (por ejemplo, en la Roma imperial, Beacham 1999),
sino simplemente plantear el valor de estas actividades, pese a las críticas, como un estímulo
positivo para acercarse al pasado (Cook 2004; Carnegie y Mccabe 2008).

Fig. 26. Ignacio Rodríguez Temiño, director del Conjunto Arqueológico de Carmona, caracterizado
como Prima Rudis en una actividad infantil sobre los munera gladiatoria en el propio conjunto. La
participación e implicación de profesionales en este tipo de reconstrucciones es deseable (José Ildefonso
Ruiz Cecilia).

16 http://www.tarracoviva.com/es/
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
142 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Podría hablar del fenómeno de las legiones romanas y otros grupos de reconstrucción de
la época clásica. Se encuentran extendidos y organizados a nivel internacional, participando
de multitud de eventos. Pero como ejemplos, usaré dos experiencias dispares, pero con unas
características similares; el grupo de reconstrucción medieval Terra Feudal (Marín y Alegría
2013); y el grupo de reconstrucción de la Guerra Civil Española Frente de Madrid (2016).
Aunque existen multitud de grupos, todos ellos comparten aspectos fundamentales:

-- Rigurosidad en la documentación. El trabajo de reconstrucción está fundamentado


en una documentación exhaustiva del periodo y la cultura material del mismo. Se
busca reproducir con exactitud, en materiales y en procesos, los elementos que se van
utilizar, hasta tal punto de poder identificar épocas y errores por pequeños detalles en
la vestimenta o el atrezo.

-- Rigurosidad en la puesta en escena. El lenguaje, los movimientos, el contexto, todo


importa. Se deben reproducir las cosas tal y como pasaron o pudieron haber pasado,
sin fantasía. En el caso de la reconstrucción de batallas bien conocidas, hasta las
tácticas se plasman durante la reconstrucción.

-- Carácter lúdico. Es divertido, tanto de ver como de practicar. Tal vez por eso cada vez
más arqueólogos se apuntan a estos grupos. Cuando la gente disfruta de lo que ve,
aprende. Puede que no se fijen en la rigurosidad de los uniformes o la selección de
tejidos, pero los conceptos quedan mucho más claros.

Fig. 27. Durante la recreación de una batalla de la Guerra Civil Española en Abánades (Asociación
Frente de Madrid).
6. La imagen popular de la arqueología 143

Fig. 28. Elaborando calzado de manera tradicional para una reconstrucción histórica medieval (Terra
Feudal).

En los últimos años, algunos de estos grupos colaboran activamente en proyectos


arqueológicos, haciendo reconstrucciones in situ durante las campañas que atraen a más
público hacia la actividad arqueológica. En cualquier caso, se trata de una actividad con
un impacto muy positivo para la imagen de la arqueología que además no está controlada
directamente por arqueólogos en muchos casos. La falta de rigurosidad en el proceso podría
ser un aspecto reprochable en algunos grupos, pero la tónica general es muy satisfactoria y va
camino de crecer y mejorar en nuestro país.

6.2.6. Mercados (y expolio)

Cuando hablo de mercados, no me refiero al clásico mercado «medieval» con sus mazorcas
de maíz y su chocolate artesanal, sino a esos otros mercados dominicales que abundan en
nuestro país. Tanto rastros como mercadillos de monedas, son focos alegales de arqueología.
Aquí es más complejo plantear el lazo con el «nosotros», pero una vez más tengo que poner
sobre la mesa el papel del aficionado especializado y el profesional del coleccionismo —ya
sea como coleccionista, vendedor o expoliador.

Mi padre es coleccionista de sellos y desde niño he ido con frecuencia al mercado


dominical de la Plaza Mayor de Madrid. Allí veía multitud de coleccionables, entre ellos
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
144 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

las monedas y, entre ellas, muchas monedas antiguas que con los años pude identificar
como lo que eran realmente. Al profundizar en el mundo del expolio arqueológico «de baja
intensidad» (Rodriguez Temiño 2012: 55-ss), me di cuenta de una situación muy interesante y
problemática para la gestión del patrimonio arqueológico.

El detectorismo como afición genera situaciones profesionales complejas. En este caso,


un mercado de antigüedades que comienza con la venta de monedas provenientes en buena
medida del detectorismo, pero que termina en grandes casas de subastas con piezas de
procedencia más compleja. El mercado de antigüedades mueve mucho dinero, especialmente
en el mercado negro (Mackenzie 2005). Unidades policiales de todo el mundo se especializan
en este tema como parte de sus equipos para crimen organizado. La trascendencia pública
de estos casos es continua, especialmente en situaciones tan excepcionales como fue el caso
de Iraq (Hamilakis 2003; Pollock 2003; Shearer et al. 2009) o más recientemente el Estado
Islámico (Drennan 2014)17. Pero también en otros casos más cercanos como el de los cascos
celtibéricos que se intentaron subastar en Alemania y generaron bastante polémica18.

Pero volvamos a los mercados. El mundo del coleccionismo ha alimentado un mercado


bastante próspero en el que se puede encontrar prácticamente de todo. Más adelante hablaré
de eBay o los programas de televisión sobre antigüedades. Ahora me quiero centrar en las
casas de antigüedades y subastas. Según la normativa, incluso la más liberal, estos centros
deben tener un registro exhaustivo de todos sus bienes con certificados de procedencia. En
nuestro país es tan sencillo como hablar de una herencia familiar, o un hallazgo anterior a
1985. Pero otros bienes de más difícil justificación salen a casas de subastas extranjeras que
no cuestionan el origen de las piezas. Singapur, por ejemplo, se ha especializado en este
tema, acogiendo sedes de algunas grandes casas de subasta y alojando almacenes de alta
seguridad especializados en arte y antigüedades para que las piezas no tengan que salir del
país sin estar regularizadas (García Martínez 2015). Cuando se crean estas infraestructuras, es
prueba de que estamos ante un mercado importante.

En nuestro país, es más complejo eludir la normativa, aunque el suelo —también


submarino— europeo ha sido históricamente uno de los más expoliados. Las operaciones
policiales no sacan a la luz más que una pequeña parte de los casos y además, el régimen
sancionador está muy poco aprovechado en la mayor parte de las administraciones (Rodríguez
Temiño 2015). Pero este panorama nos presenta a dos grupos de profesionales enfrentados:
Por un lado, arqueólogos, juristas, policías, gestores, etc. que trabajan a diario para prevenir y
combatir el expolio. Por otro lado, comerciantes, detectoristas —entendidos como actividad
profesional no regulada, al existir lucro— e incluso algunos juristas, que poniendo mayor
interés en el dinero que en el patrimonio, dan cabida al mercado.

17 Para este, como en otros casos de conflicto, ver el blog de Sam Hardy, Conflict Antiquities, es de gran valor: https://
conflictantiquities.wordpress.com
18 Se puede ver una noticia del arresto del expoliador aquí: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/01/
actualidad/1362132552_935992.html
Unas semanas después de la detención, tuve la ocasión de compartir detalles de la operación con la Fiscalía. Por supuesto, la
historia era mucho más compleja de lo que cuenta la noticia. Por desgracia, aún no puedo ofrecer detalles operativos al estar
el caso bajo secreto de sumario, pero el modus operandi del detenido era especialmente agresivo, incluyendo el uso de una
máquina excavadora para llevar paladas de «yacimiento» hasta su finca para la criba de materiales.
6. La imagen popular de la arqueología 145

Fig. 29. Intervención del Serprona cerca del yacimiento arqueológico de Siarum en Sevilla, donde se ha
rescatado una escultura (Delegación de Cultura de Sevilla).

«Al respecto, el art. 14 LPHE considera que las “zonas arqueológicas” son “bienes
inmuebles”, que se circunscriben a un lugar o paraje natural, pero no dice nada
de los “yacimientos”, los cuales pudieran hallarse en zonas urbanas, por lo que la
consideración de estos últimos como bienes inmuebles podría cuestionarse, lo que
quizá pudiera justificar su mención expresa en el tipo» (Rodríguez Moro 2011: 277).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
146 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Este párrafo de un jurista es ejemplo de las triquiñuelas que se buscan para salvar la ley
en casos de expolio. Los hallazgos casuales son complicados de demostrar y, por ello, su
regulación es compleja (Rodríguez Temiño 2010), pero de la parte de la Administración también
existen triquiñuelas al respecto, tratando de evitar el reconocimiento de estos hallazgos y, por
tanto, su pago a través de tasación cero, inaplicación a los bienes inmuebles, etc.

«no es infrecuente que la Administración, olvidando este elemental principio


[no puede sancionarse, a la vez, administrativa y penalmente, a los mismos
sujetos, hechos y por las mismas razones], obre en sentido contrario, y aún
resuelto desfavorablemente para ésta los recursos planteados por vía penal, y
no vinculándose a la decisión judicial, continúe con el proceso contencioso-
administrativo hasta sus últimas consecuencias» (Márquez y Amores 2001: 187).

Pero lo más grave es la dificultad para perseguir los casos de expolio, en los que la propia
Administración falla constantemente en los procedimientos, poniéndoselo muy fácil a quienes
expolian, no sólo con detector de metales, sino también por medios mucho más graves. Si
bien el tratamiento que se trata de dar a algunas redes es similar al del crimen organizado, la
primera sentencia en esa línea con penas de cárcel aparece en marzo de 201519. Su presencia
pública es uno de los estímulos que pasan más desapercibidos de forma directa, pero la
repercusión mediática de las acciones es de las mayores que tiene nuestra profesión y, no de
las más positivas. Este apartado lo trato específicamente en otra publicación (Almansa 2015c).

6.2.7. Conferencias

Mucha menos repercusión mediática tienen por ejemplo nuestras conferencias. Salvando
ejemplos como el de Zahi Hawass que citaba en el prólogo, las conferencias sobre arqueología
tienen un impacto muy reducido. En el año 2015 Edward C. Harris visitó España con sendas
conferencias en Madrid y Barcelona. El autor de Principios de estratigrafía arqueológica (Harris
1991) es seguramente uno de los arqueólogos vivos más influyentes. El salón de actos del
Museo Arqueológico Nacional —donde impartió su conferencia en Madrid— se llenó hasta
dejar gente fuera, con profesionales de la arqueología actuando como quinceañeras ante la
visita del cantante de turno, haciendo cola a la puerta del museo y llenando las redes sociales
de selfies con el arqueólogo. Cientos de profesionales, poca gente de fuera de la profesión más
allá de los asiduos a las actividades del museo.

He de reconocer que cada vez soporto menos una conferencia de arqueología, salvo que el
tema o la persona que la imparte me interesen especialmente. Si siendo un profesional en la materia
no soy capaz de aguantar una hora hablando a la mayoría de mis compañeros, ¿qué pasará con el
público en general? Quería aprovechar este punto para tratar uno de los problemas más acuciantes
que tenemos los arqueólogos; la comunicación. Comunicamos mal y eso se nota a la hora de
impartir una conferencia con un soporte visual mal adaptado, un tono de voz monótono y unos
contenidos muchas veces ajenos al tema a tratar. Parecen aspectos absurdos, pero la comunicación
es parte de nuestro trabajo, incluso la comunicación a otros colegas. Debería abordarse de una
forma más directa en nuestra formación —al igual que muchas otras cosas.
19 Según nota de prensa de Europa Press, el 11 de marzo de 2015: http://www.europapress.es/extremadura/noticia-sentencia-
condena-prision-primera-vez-banda-expoliaba-yacimientos-arqueologicos-20150311112802.html
6. La imagen popular de la arqueología 147

Puede parecer un símil extremo, pero en una conversación con David Connolly, gestor de la
web británica de empleo arqueológico bajr.org, hablábamos de cómo de cara a la contratación
de profesionales muchas empresas preferían las aptitudes al título. Él llegaba al caso extremo
de haber preferido un carné de conducir a un grado en arqueología. Existen multitud de
titulados en arqueología por todo el mundo que cuentan con mucha información teórica
pero ninguna capacidad práctica, no ya en el trabajo arqueológico, sino en general. Entre
estas capacidades, la comunicación, tanto escrita como oral, es fundamental y necesitamos
trabajarla de un modo mucho mejor.

Pero volviendo a las conferencias, y salvando esos malos ejemplos que nos rodean, hay
dos aspectos principales a tener en cuenta: En primer lugar, el objeto de la conferencia.
Estamos acostumbrados a hablar para nuestros colegas y eso se traduce en un lenguaje
pesado. Cuando damos una conferencia orientada al colectivo, debe estar claro. Cuando
damos una conferencia orientada al público, debemos subestimarlo. Esta afirmación puede
resultar controvertida y se puede matizar si sabemos qué audiencia vamos a tener, pero mi
experiencia me dicta que es preferible que un par de personas te tilden de simple a que otras
cuantas salgan de la sala repelidas por tu discurso. Quien esté interesado en profundizar,
preguntará o abordará al ponente después. Hay fórmulas para mantener el nivel del contenido
de la conferencia básico sin perder rigor, ni contenido, especialmente desde que contamos
con un apoyo gráfico ilimitado. El otro aspecto interesante es el aforo. Cuando más grande es
la ciudad y más general es el tema, menos público acudirá a la llamada. El localismo funciona
muy bien en este sentido y por eso las conferencias en el ámbito rural durante el desarrollo
de trabajos arqueológicos, o la reunión de asociaciones vecinales en la ciudad para hablar
de obras que les afectan, son los escenarios más exitosos en todos los sentidos que otros
eventos más generalistas orientados a un público abstracto. Es natural que una conferencia
en un pequeño pueblo, o para una asociación urbana, mejore el aforo de otros intentos. En
cualquier caso, eso no significa que haya que dejar de hacerlos. La publicidad es un factor
importante y no podemos olvidar que, al fin y al cabo, como decía Flannery (1982: 278), «…
archaeology is still the most fun you can have with your pants on».

6.2.8. Publicaciones

Como editor, este es seguramente uno de los puntos en los que podría detenerme más,
pero no sería en relación al tema que nos ocupa, sino a la crítica de un sistema cada vez
más mercantilizado y corrupto. Lo que me interesa resaltar es la cantidad —y calidad— de
publicaciones que tenemos disponibles para el público general.

Si nos paramos a revisar la bibliografía divulgativa sobre historia, podemos encontrar


bastantes títulos que abordan la vida y obra de personajes famosos y algunos de los episodios
históricos más interesantes. En competencia directa con la novela/ensayo tan de moda en
estos tiempos, autores académicos se animan a hacer trabajos de gran interés. Sin embargo el
resultado no es siempre el esperado. Desde que leí en una feria del libro el capítulo dedicado a
la prehistoria de Pequeña Historia de España (Fernández Álvarez 2008), empecé a plantearme
la necesidad de abrir una línea divulgativa mejor en la arqueología española. ¿Por qué? No
podíamos dejar que incluso insignes catedráticos de Historia adulteraran el pasado, ni si
quiera por desconocimiento. Los dibujos de Julius eran muy atractivos. Los textos inclusivos y
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
148 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

cercanos. Sin embargo, el contenido rozaba lo cómico en aspectos que ya forman parte de la
cultura popular como la protohistoria con sus celtas, iberos y celtíberos:

«Iberos por el este y por el sur frente a los celtas llegando por el norte, tenían que
acabar encontrándose. ¿Un encuentro amistoso? A buen seguro que no.
No. Al menos al principio, porque ambos pueblos querían la misma cosa: aquellas
tierras de España. Así que hubo luchas, hubo guerras y se enzarzaron los unos con
los otros.
Pero también hubo intercambios comerciales y, sobre todo, y esto si que fue
importante, relaciones amorosas.
¡Admirable! ¡Los celtas y los iberos uniéndose en buen amor y compañía! Y
con tal éxito que surgiría una nueva raza, un nuevo pueblo, una mezcla de los
unos y los otros, que así, con toda propiedad, conocemos como los celtíberos»
(Fernández Álvarez 2008: 40).

Cuando compré mi ejemplar unas semanas después para terminar de asombrarme con
tamañas barbaridades, ya estaba en las librerías la sexta edición (en cuestión de pocos meses)
y miles de niños se iban a empapar de una de las visiones más rancias del pasado que he leído.
Los párrafos que reproduzco son sólo media página de un volumen que repite estereotipos
e ideas desfasadas hasta la saciedad. El profesor Fernández Álvarez, fallecido en 2010, fue
una eminencia de la Historia Moderna, pero desde luego no de otras épocas. No pretendo
denostar a un personaje ilustre ya fallecido, así que iré a por otro ejemplo de una catedrática
de Prehistoria; Pilar Utrilla:

«No hay que olvidar una buena provisión de agua, aunque se agradece un buen
vino a la hora del almuerzo.
Un último consejo: Si un grupo se encuentra perdido en el monte hagan caso a
los varones del equipo. Parecen genéticamente adaptados a orientarse: ¡Llevan
milenios oteando el horizonte mientras las mujeres miraban al suelo para encontrar
el alimento que sustentara a la familia!» (Domingo, Burke y Smith 2007: 104).

Este pequeño apartado sobre prospección en un manual de arqueología de cierto prestigio


que se puede encontrar en cualquier librería me resulta especialmente desconcertante. El
vino, como buenos españoles, lo pasaremos. Pero el último comentario es un tanto especial.
Este tipo de textos desprestigian la Academia y el hecho de escribirlo y, más grave, publicarlo,
me resulta alarmante. Especialmente viniendo de una mujer. No nos encontramos ante
un comentario jocoso en un contexto informal, sino ante una publicación académica con
vocación formativa… y atendiendo a los títulos que podemos encontrar en las estanterías de
cualquier librería, divulgativa.

Pero ¿cómo funciona el mercado de la publicación? Como editor he tenido la oportunidad


de entrar de lleno en un mundo poco conocido pero de gran interés (Almansa 2016b). Lo
llamo mercado porque efectivamente lo es. El tiempo de las publicaciones a fondo perdido
financiadas por administraciones públicas toca a su fin y, de hecho, no es procedente en un
ambiente que tiende al acceso abierto. Esto dificulta aspectos como la adquisición de un
ISBN —que es un código de identificación de libros orientado a la venta de los mismos, no a
6. La imagen popular de la arqueología 149

la distribución gratuita— y con ello, la computación del texto como publicación académica.
Por otro lado, la incipiente indexación de editoriales sigue haciendo crecer una burbuja
donde dos grandes grupos —Elsevier y Thomson Reuters— ya controlan tanto el mercado de
la publicación científica en revistas como el de la indexación —Scopus e ISI respectivamente.

Pero, ¿qué llega a la sociedad de todo esto? En ocasiones ni siquiera los propios
investigadores tenemos acceso a alguno de los textos, que tienen unos precios tan prohibitivos
que ni siquiera nuestras bibliotecas universitarias pueden pagarlos. Pero la sociedad accede a
este tipo de trabajos principalmente a través de la prensa y, en este campo, las investigaciones
arqueológicas que alcanzan al gran público suelen estar monopolizadas por la Prehistoria.
Sobre la prensa hablaré más adelante, pero aquí necesitaba plantear cómo funcionan algunos
de los departamentos de Ciencia a la hora de compilar este tipo de noticias con «seriedad»,
haciendo sólo caso a publicaciones indexadas en los primeros puestos del ranking ISI o Scopus
a través de sus departamentos de prensa. Difícil por tanto llegar a medios nacionales cuando
el impacto de nuestras publicaciones es, de entrada, tan bajo. Una excepción que confirmaba
la regla fue Revista de Arqueología, publicación desde el círculo profesional hacia el público
con multitud de noticias y artículos interesantes y divulgativos que, desgraciadamente, fue
poco a poco pasándose al lado oscuro con el cambio de dirección (Mansilla 2001).

6.2.9. Congresos

Termino hablando de congresos, porque es seguramente uno de los campos donde más
se ha avanzado en los últimos años. Cuando hablamos de una arqueología participativa,
se busca hacer al público partícipe de nuestro trabajo. Algunas jornadas locales ya habían
promovido la participación de agentes no profesionales desde hace muchos años. Es más,
algunas asociaciones no profesionales han organizado sus propias jornadas en colaboración
con la profesión. Como apuntaba en alguno de los puntos anteriores, esto quiero considerarlo
como un estímulo desde dentro.

En el año 2013, la empresa Underground Arqueología organizó el I Congreso Internacional


sobre Educación y Socialización del Patrimonio en el Medio Rural (sOpA’13)20. Camino de su
cuarta edición, ha representado el asentamiento de un formato participativo e interdisciplinar
en el que no sólo se sale del monopolio arqueológico en este tipo de reuniones, sino que se da
cabida a la participación de agentes locales no profesionales y al público en general. El éxito
de la interacción es cuestionable, ya que no deja de ser una acción de arriba abajo en la que
abrimos la posibilidad de participar a otros, pero es necesario tender puentes que faciliten,
de entrada, la comunicación fluida. En ese sentido, el éxito es notable y la implicación de
diferentes agentes locales puso de manifiesto el interés por participar cuando existe una
oportunidad.

Un caso similar es el del Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio


Mundial21, que tras su primera edición enfocada a la arqueología en 2012, que ha afrontado
su segunda edición pensando en «Personas y Comunidades». Aquí el contexto es diferente

20 Puede verse toda la información sobre el congreso en: http://sopa13.blogspot.com.es


También de su edición de 2014 en Celanova, Ourense: http://sopa14.redsopa.org
21 Puede verse toda la información sobre el congreso en: http://www.congresopatrimoniomundialmenorca.cime.es
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
150 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

y el interés político ante la candidatura de la Menorca talayótica a la lista de Patrimonio


Mundial detona una serie de eventos marcadamente satisfactorios para la participación de
los menorquines con su patrimonio arqueológico. La acción sigue partiendo de arriba —en
este caso, de un grupo de investigación de la UCM—, pero la iniciativa se expande por si sola
desde abajo incluso en el propio congreso (Castillo 2015a), con un seguimiento especial en
las redes sociales.

A B

C D

Fig. 30. Acciones participativas relacionadas con el II Congreso Internacional de Buenas Prácticas en
Patrimonio Mundial: a) Actividad para niños en la carpa montada en Ciutadella en febrero de 2015
(Alicia Castillo); b) Alumnos ante los dibujos del concurso para la mascota de la Menorca Talayótica
en la carpa montada en Mahón en abril de 2015 (Alicia Castillo); c) Tablón de participación para las
Buenas Prácticas durante el congreso (Jaime Almansa); d) Durante una obra de teatro representada por
una asociación local para los asistentes al congreso (Ana Pastor); e) Cocina participativa durante el
congreso con una receta especial (Ana González).
6. La imagen popular de la arqueología 151

Estos dos ejemplos son, sin embargo, una excepción en el panorama académico nacional e
internacional. Los congresos de arqueología suelen ser eventos cerrados en los que compartimos
conocimiento para nosotros mismos. Más allá, los propios modelos tradicionales de congreso
están en decadencia y la charla magistral es cada vez una opción menos atractiva. En cualquier
caso, desde el auge del público como tema a tratar en un congreso, seguimos hablando de
sociedad sin la sociedad. Es interesante que en ninguna de las encuestas que he llevado a
cabo —a pesar de ser una opción a marcar— se ha marcado «Congreso» como forma de tener
contacto con la arqueología. Al igual que pasa en todo el panorama investigador, parece que
estos eventos están a otro nivel. En muchos casos es posible que sea así, pero cuando tratamos
de socializar nuestro patrimonio, hay que predicar con el ejemplo.

[6.2.10. Gestión]

Coloco este apartado entre corchetes porque es un genérico que, de un modo u otro,
guarda relación con todos los demás. Si entendemos la gestión como una aproximación
integral al trabajo arqueológico, desde el planeamiento hasta la misma evaluación de las
actividades de divulgación, cualquiera de los estímulos anteriores servirían también aquí. Pero
en cierto modo, me gustaría plantear una pequeña reflexión sobre la gestión más burocrática
—administrativa— de nuestro trabajo y su impacto social.

Desde las políticas patrimoniales de un programa electoral hasta el proceso de tramitación


de permisos, las acciones —y decisiones— que se toman en las oficinas responsables de
cultura y patrimonio a todos los niveles tienen una repercusión muy importante. Aquí hablamos
de tres ámbitos: Patrimonial, profesional y público, que están igualmente relacionados. Las
decisiones administrativas suelen ser complejas y han de conjugar múltiples factores que
afectan al interés público. Ante una obra de infraestructura necesaria no se puede primar en
ocasiones la protección más tradicional de un bien histórico. Se decida lo que se decida,
habrá gente opuesta. Cuando hablamos de una arqueología al servicio de la sociedad, la
protección del patrimonio queda en un segundo plano22.

La política, como centro del aparato gestor —legisla y ejecuta—, sólo se sirve de la figura
técnica como una herramienta. Por eso es tan importante pararse a analizar el discurso político
ante unas elecciones. Desde 2010 he participado en dos campañas para cinco partidos en
los tres ámbitos nacionales de acción —dejando fuera sólo las elecciones europeas. Además,
durante el proceso de tramitación de la nueva ley de patrimonio madrileña, tuve ocasión
de compartir mucho tiempo con la trastienda política de la Comunidad de Madrid —de los
cuatro partidos con representación parlamentaria. El desconocimiento generalizado sobre
patrimonio y gestión que existe lleva a plantearse si los arqueólogos no deberíamos tener una
implicación política mayor.

En el caso de la nueva ley de patrimonio, nuestra campaña de oposición total a la propuesta


del gobierno regional desembocó en acciones de una repercusión menor. Se pudo implicar a
todo el colectivo profesional —más de 6.000 firmas contra la ley, la mayoría procedentes del

22 Sobre este tema profundizo más adelante y debo remarcar de nuevo el sentido de estas palabras. Con un registro adecuado
en un sistema eficaz, la conservación de restos debe ser sólo un factor más a tener en cuenta dependiendo de las circunstancias
del proyecto. Lo que en un sitio se debe/puede conservar, en otros no.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
152 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

sector—, pero no a la ciudadanía. Ni siquiera la presión mediática surtió efecto23. ¿Cuál es el


interés real de la ciudadanía con respecto al patrimonio? Deberíamos plantearnos sondearlo.

Fig. 31. Protesta contra la nueva ley madrileña en la Puerta del Sol.

Más allá, me plantearía cuál es el interés real de la clase política con respecto al
patrimonio. Para ello, analicemos como ejemplo los programas electorales en las municipales
y autonómicas de mayo de 2015 en Madrid —Comunidad Autónoma y capital. Para ello,
he rescatado los programas marco de los partidos con mayor proyección de voto24, ya que
supuestamente han de marcar las principales pautas de interés de cara a su gestión.

Como punto de partida un pequeño cuadro en el que se aprecia de forma cuantitativa


el número de veces que cada programa alude a las palabras «Cultura», «Patrimonio» y
«Arqueología» en los programas25.

23 Tuvimos la oportunidad de inaugurar una agencia de noticias científicas con un acertado análisis de la situación (Ansede
2012; Almansa 2013d).
24 A una semana de las elecciones estos son: Partido Popular (en el gobierno), Partido Socialista Obrero Español (principal partido
de la oposición), Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia (los otros dos partidos con representación), Podemos/Ahora
Madrid (nueva formación de izquierda) y Ciudadanos (Nueva formación de centro derecha). Tras las elecciones, el peso de
Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia ha sido sustituido en la Asamblea por Podemos y Ciudadanos, este último en
acuerdo de gobierno con el Partido Popular de cara a la nueva legislatura.
25 Al no poder contar el número total de palabras de cada programa para establecer una relación porcentual más ajustada,
se trata de cifras absolutas. En cualquier caso considero que el mayor uso de estas palabras en unos y otros programas es
representativo del peso que tienen en su propuesta general. Además, este año han sido varios los partidos que han optado por
centrar sus propuestas en programas marco, y no programas específicos.
NÚMERO  DE  PALABRAS  POR  CONCEPTO  EN  LOS  PROGRAMAS  ELECTORALES  DE  LAS  ELECCIONES  MUNICIPALES-­‐
AUTONÓMICAS  DE  2015  
200  

180  

160  

140  

120  

100  

80  

60  

40  

20  

0  
PODEMOS-­‐
PP-­‐marcoA   PP-­‐marcoM   PSOE-­‐marcoA   PSOE-­‐Cmad   PSOE-­‐marcoM   IU-­‐marcoAM   IU-­‐Cmad   UPyD-­‐Cmad   UPyD-­‐Amad   PODEMOS-­‐Cmad   AHORA   C's-­‐Cmad   C's-­‐Amad  
marcoA  
Cultura   48   23   18   129   66   67   31   27   51   29   138   60   14   36  
Patrimonio   12   5   7   35   17   4   8   13   12   0   22   28   1   8  
Arqueología   0   0   0   3   1   0   0   0   0   0   0   1   0   0  
Págs.   81   40   38   121   74   54   61   63   79   74   182   71   46   60  
6. La imagen popular de la arqueología

Fig. 32 y Tabla 7. Uso de las palabras «Cultura», «Patrimonio» y «Arqueología» en los programas electorales de Madrid para las Elecciones Municipales de 2015.
153
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
154 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En cualquier caso, los mensajes de cada partido parecen claros. De cara a las elecciones
autonómicas, el Partido Popular (a partir de ahora PP) cuenta con un epígrafe específico
titulado «Expandir la cultura y proteger el patrimonio» en el que además de resaltar sus logros
en los diferentes gobiernos ocupados, mantienen un mensaje integrador para la cultura en
clara alusión a los procesos independentistas. En las propuestas específicas, los planes, la
sostenibilidad, el desarrollo y la accesibilidad, son palabras comodín que hacen atractivo el
mensaje. Es interesante la alusión específica a la nueva ley para el patrimonio inmaterial que
está en proceso de aprobación durante la campaña electoral. En el ámbito local se manifiesta
la protección y difusión del patrimonio como una prioridad de gobierno.

En el caso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE desde ahora), el programa marco
autonómico es parco en palabras e ideas, aludiendo a un marco internacional que no parece
muy claro y a las mismas ideas de desarrollo sostenible para «compensar» los desfases de los
gobiernos del PP. Sin embargo, el programa marco municipal si que parece contar con un
gran peso en el ámbito de la cultura y el patrimonio, con propuestas específicas de actuación
desde el ámbito local. La imagen del patrimonio cultural como elemento favorecedor del
desarrollo se hace patente también en este programa.

Izquierda Unida (IU a partir de ahora) cuenta con un programa común para ambos niveles
en el que marca un ideario claro con respecto a la importancia de la cultura y el patrimonio,
así como con respecto a su gestión, proponiendo herramientas concretas para mejorarla.
Resulta curioso como, a pesar de usar la palabra «patrimonio» en pocas ocasiones, queda
meridianamente clara su importancia, huyendo de conceptos comodín y con ideas directas.
En su programa específico para la Comunidad de Madrid destaca la alusión directa a la
modificación de la ley de Patrimonio.

Quien si cuenta con un programa específico tanto para la Comunidad de Madrid como
para el ayuntamiento de la capital es Unión, Progreso y Democracia (UPyD), quienes plantean
también medidas específicas para la gestión del patrimonio, muy en la línea del proceso
contra la nueva ley madrileña. De nuevo, el desarrollo a partir de la cultura y el patrimonio
es clave.

Uno de los partidos que ha irrumpido con mayor fuerza en la Asamblea de Madrid es
Podemos, que plantea un programa en el que el patrimonio se refiere sólo a su acepción
económica. Desde el primer momento, este partido se ha orientado a los «grandes problemas»
de nuestra situación política y el patrimonio ni siquiera aparece mencionado. Entre sus 215
medidas para un proyecto de país, se propone un mayor control ciudadano de la cultura,
difusión activa y respeto a la diversidad. La marca local, Ahora Madrid —una agrupación
ciudadana respaldada por Podemos— ofrece un programa similar, donde la cultura toma ya
una mayor importancia, si bien la mayoría de las referencias al patrimonio son en el título del
epígrafe para cada distrito, quedando apenas media docena de medidas reales, eso sí con la
primera referencia explícita a la arqueología en el distrito de Barajas.

Por último, Ciudadanos (abreviado Cs) plantea una línea liberal bastante clara, donde el uso
de bienes patrimoniales y la compatibilidad con el desarrollo, marcan la línea de propuestas
de cara a la gestión municipal. En cuanto a la Comunidad, se trata del programa más pobre
con diferencia, centrado, al igual que Podemos, en otras batallas más «importantes».
6. La imagen popular de la arqueología 155

Así pues, podemos identificar dos líneas ideológicas bastante bien definidas: liberal y
conservadora. La liberal está representada principalmente por el PP, UPyD y Cs. Se trata de
una línea en el que el Patrimonio sólo tiene sentido integrado en un contexto de desarrollo
y con un uso que genere beneficios, bien económicos o bien sociales. No se entiende la
conservación per se, pero existe una sensibilidad aparente por la preservación de elementos
icónicos e identitarios. La conservadora está representada por PSOE, IU y Podemos. Puede
resultar paradójico utilizar la palabra «conservador» para partidos de izquierda teóricamente
progresista, pero las políticas que proponen van en la línea de la gestión más tradicional y
proteccionista del patrimonio.

Dejando la nueva ley madrileña a un lado —en el momento de escribir estas líneas, está
en proceso de reforma— el nuevo panorama político de la Asamblea de Madrid es de gran
interés. Un Gobierno Regional controlado por el PP con el apoyo de Cs y una oposición en la
que PSOE y Podemos cuentan con gran fuerza. La inestabilidad es posible en todos aquellos
aspectos en los que Cs —que no forma parte del Gobierno— pueda plantear oposición.
No es de esperar que el Patrimonio Cultural presente una fuerte batalla en la Asamblea de
Madrid, pero si será un aspecto de vital importancia. Paradigmático es que, tras la asunción
de las competencias por parte de Presidencia en el trámite legislativo de 2012-2013, el nuevo
Gobierno Regional ha mantenido la misma configuración. ¿Cabe esperar nuevas acciones
legislativas como se rumorea? En este caso, la gestión no se verá especialmente afectada
al no haber cambio de signo político, pero es de esperar una nueva ley capaz de conjugar
progresismo y proteccionismo, lo cual se vislumbra complejo.

Con respecto al Ayuntamiento de Madrid, la entrada en el Gobierno Municipal de Ahora


Podemos con el apoyo del PSOE, ha marcado un cambio radical en la política municipal
que ya empieza a tener consecuencias en procesos urbanísticos que afectan al Patrimonio
como el caso Canalejas o la Torre Madrid, así como a otros procesos enquistados como el del
Frontón Beti Jai. Dentro del escaso margen de maniobra de una corporación local en la toma
de decisiones, pueden representar un cortafuegos ante determinados intereses —promoción
inmobiliaria, principalmente— que en los últimos años habían hecho y desecho a su antojo.
Sin embargo, tras año y medio de gestión, el proceso del Frontón Beti Jai sigue enquistado,
no se ha solucionado la problemática en Canalejas —como era obvio, por otro lado—, sigue
la polémica con la Torre Madrid y surgen otras nuevas como la retirada del Monumento al
Alférez Provisional, o la destrucción de las cocheras de Metro de Cuatro Caminos.

La repercusión que tiene esta gestión en la opinión pública dice mucho del valor del
patrimonio y el valor de la arqueología. Mientras escribo estas líneas, el Ayuntamiento de
Arroyomolinos está comenzando a actuar para la adecuación de su patrimonio, cuyo
abandono en las últimas legislaturas le ha costado un proceso judicial. No sólo mejora el
estado de los bienes sobre los que se empieza a intervenir, sino que además la ciudadanía
recibe nuevos estímulos positivos con respecto a su patrimonio, que podrá volver a disfrutar
en mejores condiciones.

Pero lo más importante es que una buena gestión permite dar cabida a toda la serie de
actividades y propuestas que se pueden llevar a cabo desde el colectivo, pero también desde
fuera de él.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
156 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

6.3. Los estímulos externos

Sin duda, uno de los aspectos en los que he intentado profundizar más desde que comencé
a interesarme por la arqueología pública ha sido el de la cultura popular en relación con el
pasado y con nuestra profesión. Se trata de un tema que poco a poco está ganando fuerza en el
ámbito investigador, especialmente desde que Cornelius Holtorf publicara el ya clásico From
Stonehenge to Las Vegas (Holtorf 2005a), poniendo de manifiesto multitud de representaciones
ficticias de un pasado que está más que presente en nuestro día a día. En nuestro país, figuras
como la de Gonzalo Ruiz Zapatero o Xurxo Ayán, han profundizado en la imagen popular
de la Edad del Hierro (ver especialmente Ayán y Gago 2012) y mientras escribo estas líneas
acaba de depositarse una tesis doctoral que explora el mundo ibérico desde la cultura popular
(Vizcaíno 2015). Considero que es esencial abrirse a este campo, dado que, si bien los libros
de texto son la vía formal para acercarnos al pasado, existen multitud de estímulos que forman
parte de nuestra educación no formal.

Ya abordé de forma genérica el tema en 2004 (Almansa 2006a), lo mantuve vivo tanto en
mi blog (Almansa 2014b), como en el blog Pasado Reciclado, junto a Beatriz Comendador,
y poco a poco voy sacando a la luz los resultados de algunos de los trabajos que he ido
recopilando con el tiempo (Almansa 2014c; 2015d). Muchos de estos temas se encontraban
en los planes originales para esta tesis doctoral, pero las circunstancias han hecho que queden
reducidos a un pequeño apartado. En cualquier caso, creo esencial seguir trabajando en ellos.

A modo de síntesis, creo conveniente citar algunos de los elementos fundamentales a tener
en cuenta y que, lo creamos o no, llegan a tener más impacto que cualquiera de nuestros
trabajos académicos.

6.3.1. Publicidad y Marcas

Pasado Reciclado y Pi3dra son dos blogs españoles que han analizado desde hace años la
arqueología más popular de nuestro país —y también de fuera. En ellos, Beatriz Comendador,
Antonio Vizcaíno y un servidor, hemos recogido multitud de ejemplos del uso del pasado y
la arqueología en publicidad. Desgraciadamente es una temática que cuenta con muy poco
seguimiento, aunque hace años que se puso la atención sobre ella (Holtorf 2007; Bevan y
Wengrow 2010; Guttormsen 2014; Almansa 2015d). Entre los proyectos pendientes, 2017
puede terminar por ver una nueva revista dedicada específicamente a estos temas, como
forma de sentar las bases para el análisis de estímulos publicitarios e incluso la participación
en publicidad.

Siempre utilizo los mismos ejemplos y no busco repetirme de nuevo. El atractivo —o


archaeo-appeal, utilizando la terminología de Holtorf (2005: 150)— del pasado y nuestra
profesión para la publicidad es innegable. Multitud de imágenes que evocan conceptos como
el de salud, belleza, fuerza, riqueza, amor… tienen que ver con la arqueología de un modo
u otro. Al concepto de belleza, Cleopatra o Venus/Afrodita, aparecerán en nuestra mente. Al
de inteligencia, el búho que representa a Minerva/Atenea. Fuerza y Hércules son sinónimos
incluso en el propio lenguaje —según la Real Academia de la Lengua Española, «Hércules»
significa «hombre de mucha fuerza». Fuera de la mitología, una resistencia numantina alude a
la del poblado celtibero durante la conquista romana, lo celta se ha convertido en una marca
6. La imagen popular de la arqueología 157

(pseudo)tradicional del noroeste con fútbol, leche, tabaco, e incluso una raza porcina. La lista
es interminable, especialmente si salimos de nuestro país y se puede ver en nuestro día a día
a cada paso (Almansa 2013b).

Sin embargo, en ocasiones esta imagen no responde a los significados o valores originales,
sino a estereotipos y leyendas que apoyan más conceptos pseudoarqueológicos que los
profesionalmente aceptados. En este sentido, surgen dos líneas de trabajo de gran interés en
las que podemos profundizar: Por un lado, la participación profesional en el mundo de la
publicidad como un nuevo nicho de trabajo. Por otro, aunque directamente relacionado, el
uso del potencial de la arqueología como elemento publicitario para la imagen de nuestro
propio trabajo. Ambos caminos podrían ayudar a mejorar la imagen de la arqueología.

No cabe la menor duda de que este tema resulta muy interesante para un análisis más
profundo, pero ya está tratado en la bibliografía y aparecerá de forma recurrente en otros
apartados de este capítulo. Además, he de reiterar el mero objetivo ilustrativo de este capítulo,
por lo que los temas están apuntados con un análisis somero como ejemplo de su potencial
para la investigación y su impacto para la imagen de la arqueología y el pasado.

Fig. 33. Pantallazo del blog Pasado Reciclado con ejemplos de productos «arqueológicos».
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
158 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

6.3.2. Televisión

Además de la publicidad —que daremos por vista—, las noticias —pocas y que veremos
en el apartado de prensa— y el cine —que cuenta con su propio apartado—, la televisión
ofrece a diario gran cantidad de estímulos que tienen que ver con la arqueología en su
programación. Entre ellos, el género documental es seguramente el más riguroso. Sin embargo,
dentro del género existen dos corrientes; la que trata de ofrecer un contenido informativo,
incluso educativo, desde la perspectiva científica y la que trata de vender una visión fantástica
y pseudocientífica del pasado. La pseudoarqueología cuenta con su propio apartado para
poder tratar el fenómeno desde una perspectiva común, así que tampoco la trataré aquí. La
producción documental con intención científica es muy amplia, aunque España no ha sido
uno de los centros más importantes. Si bien no podemos acercarnos a producciones como
las de la BBC, contamos con programas de cierta calidad como La aventura de la especie o
Arqueomanía, que ya he analizado en una reseña (Almansa 2012b). Como apuntaba en aquel
texto, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Si bien las producciones relacionadas con
arqueología en la televisión española tienen que ver más con la historia como proceso, o
con sitios como patrimonio, la calidad de algunas producciones hace que su valor merezca
reconocimiento ante la escasez de oferta. En el caso de Arqueomanía, los apartados dedicados
a investigaciones arqueológicas en curso resultan interesantes y permiten acercarse al proceso
de trabajo como pocos documentales. Que su presentador y productor sea un ex ministro
aficionado a las antigüedades es sólo una anécdota.

Entonces, ¿qué quiero decir con televisión? Comenzaba este capítulo con una cita del
programa Mujeres y Hombres y Viceversa, de Telecinco. En él, dos hombres o dos mujeres,
dependiendo de la semana, tienen citas con sus pretendientes hasta que se decantan por
uno. El programa en sí es sobre los debates que se generan en plató más que sobre las citas,
siguiendo con la tónica verdulera del canal. Elijo este calificativo machista, porque representa
bien el fondo de este párrafo. El bochorno que generó la presencia de una joven arqueóloga
a punto de graduarse y que había participado en algunas conocidas campañas arqueológicas,
no es comparable con el impacto de su minuto de oro durante la presentación, donde explicó
muy bien en qué consistía su trabajo. No podemos olvidar que el programa ronda el 10-
15% de share y el millón de televidentes26. Con unos datos todavía mejores tenemos a un
personaje especial, Belén Esteban. Su presencia en los principales programas del corazón y
otros reality show, la han convertido en «la princesa del pueblo», conocida por una amplia
mayoría de la población y seguida por millones de personas en sus diferentes apariciones.
Por eso, cada una de sus intervenciones se convierte en una referencia de la mofa, como
ocurrió en su definición de los periodos de la historia27, aderezada con alguna que otra
referencia patrimonial. Estoy seguro de que si Belén Esteban invita a la gente a visitar un
monumento, las visitas se multiplicarían durante los siguientes días. Su poder de convocatoria
no tiene parangón. Tampoco su ordinariez. Abogo por utilizar en nuestro beneficio este tipo
de estímulos, aunque reconducir a este personaje se presenta harto difícil, poder contar con
personajes televisivos de su talla para la promoción de la arqueología puede ser beneficioso28.

26 Según los datos de Fórmula TV (www.formulatv.com).


27 Sólo este video con lo mejor de su intervención ha superado el cuarto de millón de visitas en el portal YouTube: http://youtu.
be/GX1VQQZak4A
28 Ver por ejemplo el caso de Mercedes Milá con la promoción de la Menorca Talayótica y el II Congreso Internacional de
Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial: https://youtu.be/ceq9bY9HUy4
6. La imagen popular de la arqueología 159

Fig. 34. Belén Esteban caracterizada como Lara Croft, de la saga Tomb Raider (un clip de su aparición
televisiva).

Los intentos desde el colectivo arqueológico por aparecer en algunos espacios televisivos
suelen verse comprometidos por la actualidad, como pasó en el proceso de lucha contra la
aprobación de la nueva ley de patrimonio madrileña y el retraso hasta la cancelación final
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
160 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

de nuestra presencia en el programa de La Sexta, Más vale tarde, o la campaña frustrada


por un episodio de Callejeros (Cuatro) sobre precariedad en la arqueología comercial. No
mencionaré aquí el tratamiento de la arqueología en Cuarto Milenio (Cuatro), que se ajusta
más al apartado de la pseudoarqueología. Un caso interesante fue el Repor (TVE) dedicado
al expolio del patrimonio arqueológico en España, que contó con una rigurosidad absoluta y
visiones desde los diferentes actores que dejaban muy clara la situación. En cualquier caso,
por lo general, incluso en concursos de larga tradición como Saber y Ganar (TVE) y otros
programas aparentemente eruditos, las menciones al pasado o la arqueología suelen venir de
estereotipos generalizados o grandes sitios de reconocido prestigio. Y esto no es nuevo, sino
que programas clásicos como 1, 2, 329 o Fenómeno Faemino y Cansado30 (ambos de TVE), ya
se metían en estos temas desde el humor. Por supuesto, el impacto de Misión Rescate (TVE)
en los años 70 merecería un estudio propio. Excepciones son, por ejemplo, la producción
catalana Sota Terra (TV3) o la andaluza La respuesta está en la historia (Canal Sur), de nuevo
más cerca del género documental.

Mientras escribo estas líneas una nueva serie de TVE, El Ministerio del Tiempo (2015), da sus
primeros pasos con un argumento que se asemeja al clásico británico Dr. Who31 (BBC), pero
para evitar sus universos paralelos, cuidando de nuestro pasado. Hasta ahora no han viajado
tan al pasado como para comprometerse demasiado y cuentan con unas audiencias más que
aceptables para la franja horaria en la que se emite —Un 13% en Prime Time. Destacaré la
apuesta de la cadena pública por el momento, aunque con los rumores de cancelación ya en
el aire. Una serie de este tipo nos plantea un escenario interesante para comprender mejor el
pasado, pero tiene también una vertiente arriesgada, ya que de no representar de un modo
adecuado el pasado puede confundir más aún a la audiencia entre viajes temporales.

Las producciones españolas son escasas y cuentan con una audiencia limitada, pero una
serie que ha marcado una época en nuestro país es la estadounidense The Simpsons, de la
cual soy muy aficionado. Al igual que otras producciones extranjeras para televisión, los
dibujos animados emitidos actualmente por Antena 3 cuentan con algunos capítulos en los
que la arqueología es protagonista32. Las entradillas de la serie —conocidas como «escenas del
sofá»— son muy conocidas y, entre ellas, una sobre la evolución emitida en mayo de 200833
que ha tenido bastante repercusión. Uno de los personajes secundarios, Snake, es un antiguo
arqueólogo que se convierte en ladrón como venganza a la sociedad cuando el tabernero
Moe le sustrae unas monedas de oro que había encontrado en una pirámide Maya (capítulo
369). «¿Se puede ser más precolombino?» se preguntaba. Las historias bíblicas (capítulo
221) o míticas (capitulo 283) de los especiales de la serie, muestran periodos antiguos a su
manera, pero seguramente el capítulo más curioso es el 186, titulado «Lisa la escéptica» en
el que plantea una excavación arqueológica previa a la construcción de un centro comercial
que termina derivando en una campaña publicitaria de los promotores. En el capítulo 325,
29 Ver: https://youtu.be/3wAUm7F6Lvw
30 Ver: https://youtu.be/ihWl5eAG2o4
31 La serie británica cumplió 50 años en 2014.
32 En varios episodios existen referencias directas al pasado y a la arqueología, incluso excavaciones arqueológicas. Pero merece
también mención en este sentido el capítulo doble de la serie Bones (emitida actualmente en La Sexta), Yanks in the UK (4x01 y
4x02), en el que la antropóloga protagonista se enfrenta a un caso en el contexto de una excavación arqueológica en el centro
de Londres, con una ambientación bastante acertada.
33 Puede verse aquí: https://youtu.be/faRlFsYmkeY También es interesante la de otras series como The Big Bang Theory, que
cuenta la evolución en unos segundos con una canción difícil de seguir: https://youtu.be/6NpmjgA6bS0 y el tema completo:
https://youtu.be/ES2OyRQeclk
6. La imagen popular de la arqueología 161

el hallazgo de un enterramiento indio plantea una cuestión interesante sobre la tradición


legal anglosajona y así un largo etcétera en el que incluso las últimas temporadas plantean
pequeños guiños a la actualidad arqueológica como el de ese titular de 2008: «El hombre se
volvió agricultor para beber cerveza y emborracharse34» que se repite tal cual en una visita al
museo Duff del capítulo 569.

Fig. 35. Momento de The Simpsons en el que el guía repite el titular.

Entre estos capítulos podemos entrever cómo los tópicos siguen plenamente vigentes en la
televisión. Tópicos que van desde el arqueólogo entendido como cazatesoros, a la confusión
arqueología/paleontología y el mismo disfrute privado del patrimonio. The Simpsons son hoy
una de las familias televisivas más conocidas de nuestro país y alimentan los mismos estereotipos
que ya están asentados en la cultura popular, aunque por suerte, suelen intentar ceñirse un
poco más a la realidad. En julio de 2015, la serie The Brink plantea un escenario interesante
en el que dos pilotos norteamericanos acaban acogidos en la casa de unos traficantes de
arte y arqueología un tanto extravagantes que les obligan a representar una escena erótica
ambientada en la conquista española de América. Las conversaciones dentro la casa plantean
el expolio como algo malo, delictivo, pero a la vez muy lucrativo y emocionante. Pero una
arqueología de la televisión nos dejaría cientos de ejemplos más en los que un análisis del
discurso aportaría datos muy interesantes.

34 http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/el_hombre_volvio_agricultor_para_beber_cerveza_emborracharse.html
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
162 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 36. Escena de The Brink en el que los protagonistas están caracterizados de conquistadores.

6.3.3. Radio

Todo lo que me he extendido en televisión, lo ahorraré en este apartado. Unos días antes
de escribir estas líneas, tuve dos entrevistas en la radio a consecuencia de las acciones del
Estado Islámico en Mosul. En una de ellas, la complejidad de la situación se resumía en una
pregunta; «¿Pero cuánto valían?» Como si se pudiera evaluar económicamente la pérdida de
un bien patrimonial a esa escala. La segunda entrevista comenzaba con Juan Luis Cano, de
Gomaespuma, en su nuevo programa Ya Veremos, de M80, presentándonos al comapañero
José Martínez Peñarroya y un servidor como «dos personajes que cuando eran jovencillos
[…] querían […] hacer abujeros mama y buscar pedrolas». Por suerte la entrevista fue buena
y ese estereotipo de las piedras quedó en la broma de rigor. Sin embargo, la tónica general
de muchas entrevistas suele girar en torno al valor de los bienes o los clichés de aventura y
misterio que suelen envolver a la profesión. Además, uno de los aspectos más curiosos es
esa idea extendida del arqueólogo sabelotodo que es capaz de descifrar el Lineal A por la
mañana, excavar unas termas romanas por la tarde y enfrentar alguna maldición Maya al caer
el sol. La especialización dentro de la propia disciplina no se termina de entender en muchos
casos, del mismo modo que un arqueólogo que no excava no puede ser arqueólogo para los
medios.

Las cadenas generalistas apuestan poco por la arqueología y siguen manteniendo programas
más relacionados con la pseudoarqueología que con la arqueología real. Excepciones como
SER Historia se mantienen en la programación a horas intempestivas y otros proyectos
independientes como Las Arenas de Cronos (Radio Enlace) mueren cuando su promotor ya
no puede continuar —al ser un proyecto no profesional por el que no recibe remuneración.
Si tomáramos la programación radiofónica como un termómetro del interés público por la
arqueología y la historia, sería el momento de tomar cartas en el asunto.
6. La imagen popular de la arqueología 163

La radio sigue siendo un medio de comunicación de masas importante y, a pesar de todo,


uno de los más rigurosos que tenemos hoy. Suele ser la olvidada en todo este juego de medios
y puede que su crisis supere a la de la prensa, pero merece la pena continuar participando
de ella.

6.3.4. Prensa

Los últimos meses he tenido la oportunidad de coordinar a un equipo de estudiantes para


la recolección y análisis de noticias de todo el mundo sobre Patrimonio Mundial. El 10 de
marzo de 2015 dimos por cerrada la primera fase de recolección —desde septiembre de
2014— con casi tres mil noticias de periódicos de todo el mundo, especialmente españoles,
entre los que destacaba La Vanguardia (Almansa et al. 2015). Analizar los datos completos
—hasta la celebración del II Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio
Mundial: Personas y Comunidades35— nos llevará aún meses, pero se tratará de un trabajo
muy interesante para comprender algunas de las motivaciones de la prensa a la hora de
seleccionar la información.

A día de hoy, los trabajos al respecto —en arqueología— son pocos y se limitan a
curiosidades históricas (García Hernández 2015), seguimiento de eventos (Cátedra 1998;
Zurinaga 2013), análisis parciales (Rodríguez Temiño 2007; Ramundo 2009; Monjas 2012;
Almansa y del Mazo 2012) y una situación general (Ruiz Zapatero 1996a; Meneses 2004;
2011; Viana 2013). En el marco del blog Pasado Reciclado, creamos el Archaeological News
Award para recopilar noticias con titulares absurdos o graciosos en torno al patrimonio
arqueológico. En ese contexto, Beatriz Comendador organizó desde la Facultad de Historia de
Ourense (Universidad de Vigo), las jornadas A Historia no Medio, que en su edición de 2012
trataron precisamente estos temas36. Allí planteé por primera vez dos conceptos esbozados en
otro evento en Cáceres en 2011 y después extendidos en un curso del Museo de Prehistoria
de Valencia en 2013:

El teléfono escacharrado. Nuestra forma de transmitir mensajes está un tanto viciada por
nuestros problemas de comunicación. Y no es que no sepamos hablar, pero no sabemos
hablar para la prensa. Huyendo del debate de la banalización que tanto se extiende cada vez
que se habla de democratizar los mensajes, es posible —y así se lleva haciendo décadas en
muchos museos— decir las cosas de un modo sencillo y accesible. Es más, es posible decir las
cosas con apoyo gráfico y material complementario que le sirvan al periodista para elaborar
la noticia. Un problema añadido es que muchas veces no podemos tratar directamente con
la prensa y nuestro mensaje debe pasar primero por el filtro de la administración, o de la
institución de turno. Como cuando jugamos al clásico juego infantil que da nombre a esta
teoría, el mensaje va perdiendo contenido según pasa de uno a otro hasta que llega a un
público predispuesto al estereotipo.

El síndrome de Olsen-White. ¿Quién no recuerda a ese Jimmy Olsen corriendo por la


redacción para satisfacer los caprichos de Perry White en Superman? En muchas ocasiones el

35 Se puede seguir toda la información y las redes sociales (ver siguiente apartado) a partir de: http://www.
congresopatrimoniomundialmenorca.cime.es
36 Se puede ver el evento en este enlace: http://tv.uvigo.es/gl/serial/1408.html
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
164 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

periodista con el que debemos tratar es un Jimmy Olsen que hoy cubre arqueología, mañana
farándula y pasado política. Las redacciones de Cultura y Ciencia están cada vez peor dotadas
y los profesionales del periodismo no tienen formación específica en la mayoría de temas
que cubren. Desde luego, no en arqueología —a pesar de que algunas universidades como
la Universidad Rey Juan Carlos o la Universidad de Navarra, ofrecen dobles titulaciones de
Historia y Periodismo donde la arqueología puede llegar a jugar un buen papel. Esto hace
que los textos rara vez pasen más filtro que el de un redactor que tampoco es especialista y
siempre va a prestar más interés a otro tipo de noticias.

No podemos olvidar que un periodista es un ciudadano más que percibe los mismos
estímulos que cualquier otro y, por tanto, configura una idea de la arqueología similar a
la de otros ciudadanos. Si su interés personal no le hace profundizar en el tema, nunca lo
hará. Nosotros no debemos solo facilitar en la medida de lo posible su trabajo, sino también
incentivar ese interés. La prensa juega un papel esencial en la imagen de la arqueología y no
podemos dejarla de lado.

¿Por qué es tan importante? Porque la mayor parte de los temas que he identificado en
noticias sobre arqueología tienen que ver con hallazgos exuberantes37, expolio o conflicto
político. La colección de titulares de los últimos años no puede seguir creciendo en esa línea
más cercana a El Mundo Today38 que a la realidad.

6.3.5. Redes Sociales

Poco a poco van apareciendo artículos que abordan el impacto de la interacción


de proyectos y museos en las redes sociales (Laracuente 2012; Richardson 2013; 2014a;
Rodríguez Temiño y González Acuña 2014). Esto lo podría colocar en el apartado anterior
como estímulos que parten del colectivo, pues muchas veces la información que aparece en
las redes está producida por nosotros mismos. Sin embargo, lo sitúo en este apartado porque
el tratamiento de esos contenidos por parte del público general aporta una nota distintiva. El
análisis de la presencia de la arqueología en Twitter que hace Lorna Richardson (Richardson
2014a), nos plantea tendencias similares a las que se detectan en cualquier otro círculo digital
(Morozov 2011). Una de las cuestiones que he observado comparando las redes sociales de
diferentes instituciones y eventos —pronto aparecerá una publicación al respecto en el marco
de la gestión de redes sociales del II Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio
Mundial: Personas y Comunidades— es precisamente la presencia de profesionales en los
círculos relacionados con arqueología. Cuando se trata de iniciativas desde el colectivo, la
gran mayoría de la presencia viene del propio sector. Cuando las iniciativas surgen desde
otros ámbitos y aportan simplemente enlaces informativos a noticias o eventos, el círculo
se amplia a otros públicos. Tal vez la seriedad de nuestros medios hace que la sociedad se
sienta poco integrada con las redes «arqueológicas». Incluso las redes más frescas no suelen
llegar al nivel de otros medios. Por ejemplo, el canal Archaeosoup Productions39 en YouTube

37 Uso este adjetivo para definir, no los grandes hallazgos de calado científico, sino aquellos que provocan titulares sobre los
primeros habitantes de, los más grandes de, drogas, comparaciones odiosas, etc.
38 Se trata de un periódico de sorna con noticias falsas que ironiza sobre la realidad diaria. Curiosamente, algunas de sus noticias
sobre arqueología son más acertadas en el análisis de fondo de las problemáticas absurdas que plantean que las de los propios
periódicos «serios».
39 Ver: https://www.youtube.com/channel/UCiJCpRC9BvG-xIlYImiNN0g
6. La imagen popular de la arqueología 165

es seguramente uno de los más activos y atractivos a nivel internacional. Entre sus cientos
de videos apenas supera el millón de visualizaciones total en cinco años, que suele ser lo
que algunos virales consiguen en días con un solo video —por ejemplo, las cinco primeras
videonoticias del ataque del Estado Islámico al museo de Mosul cuentan con medio millón de
visualizaciones en una semana y sólo el primer video que se comparte en Facebook alcanza
las trescientas mil.

Pero volviendo a lo que se comparte en redes desde otros sectores, la verdad es que es
muy poco. Normalmente noticias, o contenidos que nosotros generamos. En cualquier caso,
estímulos positivos si no entramos en el campo de la pseudoarqueología. El problema entonces
no se encuentra en los contenidos, sino en la visibilidad de los mismos. Saliendo del círculo
profesional somos invisibles entre el público y sólo contando con contactos ajenos a nuestra
profesión podremos ir poco a poco haciéndonos más visibles. A pesar de todo, la investigación
existente a día de hoy sobre redes sociales, o los hábitos de consumo de información de la
ciudadanía, siguen siendo escasos e incompletos. Es un mundo por explorar.

Si consideramos los blog como red social, puede que The Day of Archaeology sea un
ejemplo positivo a seguir (Richardson 2014b), especialmente por su impacto como herramienta
formativa en algunos centros de EE.UU. ya a día de hoy, y el potencial que tiene para exportar
el modelo en otros lugares y niveles.

6.3.6. Cine

¿Qué película escoger para un ciclo sobre paisaje en el que hablar de arqueología40? Al
ver una lista de películas es difícil escoger, sobre todo si tiene que ser una cinta comercial.
Bien porque la arqueología aparece mal representada, o bien porque no tiene nada que ver
con el paisaje —y es extremo decir esto. Existen trabajos sobre arqueología y cine (Rosentone
1995; Day 1997; Hernández 1997; Solomon 1998; Hall 2004; Schablitsky 2007; Carvajal et
al. 2011; Tejerizo 2011), e incluso una exposición en el Museo de Prehistoria de Valencia,
también publicada (Jardón, Pérez y Soler 2012). Por eso, poco más debo añadir a este tema.

Los festivales de cine arqueológico que poco a poco van apareciendo —en España, contamos
con el FICAB desde 2001— nos presentan sobre todo documentales sin ninguna trascendencia
pública. No llegan a las salas y, por tanto, no llegan al público. Lo que llega a las salas es el
clásico blockbuster norteamericano, normalmente englobado en el género de aventura o terror.
En España, lo más cercano que teníamos al cine comercial relacionado con la arqueología era
la película de Antonio Mercero El Tesoro (1985) —sobre el libro de Delibes— o el documental
En Construcción (2001) de José Luis Guerín, hasta que en 2004 se estrena el primer cortometraje
de Tadeo Jones, el cortometraje de animación español más premiado de la historia. En 2012 se
estrenó el primer largometraje; Las aventuras de Tadeo Jones, y se espera que en 2016 vea la
luz el segundo tras el éxito alcanzado por la primera película. La crítica no fue especialmente
buena, pero la recepción del público sí lo fue, superando a éxitos extranjeros como Brave y
convirtiéndose en número uno de la taquilla española durante cuatro semanas. Sólo en el cine
ha sido vista por más de un millón y medio de personas.

40 Se trata de un caso real ante el ciclo Cine en el Jardín, donde finalmente me asignaron la película El Mundo Perdido (1925),
que cuenta, como no, con dinosaurios.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
166 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

¿Qué nos encontramos? El gran héroe arqueológico-cinematográfico de nuestro país es un


peón de la construcción enamorado de la arqueología que vive una aventura bastante más
adecuada que la última de Indiana Jones, colocando en el punto de mira a los cazatesoros
como enemigo a batir. Si nos ponemos quisquillosos, hay muchos detalles a mejorar,
pero la visión que un espectador puede tener de nuestro trabajo con la película de Tadeo
Jones es bastante más positiva que en muchos otros casos, gracias a la documentación y la
sensibilidad que levantó el caso Odyssey durante la producción —con cambio en el guión
incluido. Esperemos que la segunda parte siga esa estela, como parece que ha pasado con los
cortometrajes educativos sobre ciencia que estrenaron después en Mediaset.

Pero analizando muchas otras películas actuales podemos ver múltiples presencias de
arqueólogos en contextos no tan cuestionables. Curiosamente, solemos aparecer en películas
de terror como The Ruins (2008), donde unos jóvenes se enfrentan a unas plantas asesinas en
el contexto de una ciudad Maya, o As above, so below (2014), donde una arqueóloga se ve
atrapada en una historia de terror psicológico en las catacumbas de París. Además de películas
de extraterrestres; desde la saga de Star Trek, que en cualquiera de sus versiones cuenta con
antropólogos en su tripulación como parte de su misión de exploración; Alien versus Predator
(2004) o Prometheus (2012), que formando parte del mismo universo cinematográfico nos
presentan el valor del arqueólogo para interpretar restos pasados y buscar, más allá de las
estrellas, nuestros orígenes; hasta la secuela Independence Day: Resurgence (2014), en la
que somos vitales para interpretar el punto flaco del enemigo extraterrestre. Las imágenes son
muchas veces contrapuestas, por un lado atendiendo a estereotipos y por otro ensalzando
héroes, Indiana Jones no está ni mucho menos solo.

6.3.7. (Video)juegos

Podría hacer un apartado específico sobre juguetes y juegos de mesa, analizando algunos
productos que toman el pasado o la arqueología como referencia. Dentro de este ámbito,
Egipto ha jugado y juega un papel especial con sus propios sets de Playmobil y aquel mítico
Arqueologic Nova de Mediterráneo, que nos acercaba a la ciencia. Conforme nos hacíamos
mayores, mi generación vivió el auge de los juegos de rol que analizaron Héctor Sevillano
y Reyes de Soto en un interesante artículo (Sevillano y de Soto 2011). Sin embargo, los
videojuegos han sido posiblemente una de las vías más extendidas y con más futuro.

Tradicionalmente se ha pensado que el videojuego es un género infantil, pero lo cierto


es que cada vez más, está orientado al público adulto. Desde el principio, algunos títulos
han abordado temáticas que podemos poner en relación con la arqueología. Daniel García
Raso analiza este universo en un artículo reciente (Garcia Raso 2011) e incuso el movimiento
Punk Archaeology —Andrew Reinhard— ha hecho arqueología del videojuego, excavando
los restos de Atari en Nuevo México (Reinhard 2013-2015; 2014).

Uno de los estímulos que me llevó a valorar la historia y la arqueología fue precisamente
el videojuego de Microsoft Age of Empires (1997), en el que manejas a una pequeña tribu
del paleolítico y la haces «evolucionar» hasta convertirse en un gran imperio clásico. La
serie tuvo mucho éxito y versiones sobre otras épocas. Incluso EA creó Spore (2008), que
reproducía el concepto en un universo imaginario, llegando desde un organismo unicelular,
a la dominación del universo.
6. La imagen popular de la arqueología 167

Fig. 37. Playmobil de Egipto en una estantería.

Fig. 38. Un detector de metales de juguete en Humley’s (Reino Unido).


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
168 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En este contexto, una herramienta didáctica sin parangón para la arqueología contemporánea
ha sido la «gamificación» o el trasladar a un videojuego una unidad didáctica. El concepto no
es novedoso y existen minijuegos online, incluso subvencionados por fondos públicos, que
plantean diferentes cuestiones relacionadas con la arqueología y la historia. En la era digital,
solemos centrarnos en el videojuego, pero el proceso se desarrolla igualmente en contextos
no digitales con juegos de rol, dioramas, recortables, etc. que se aplican en centros escolares
desde hace años. Este aspecto, como muchos en este apartado, no está convenientemente
estudiado desde el punto de vista académico, pero representa un ejemplo excepcional
de nuevas formas de divulgación desde fuera del colectivo, ya que en raras ocasiones hay
profesionales de la arqueología involucrados.

Pero volviendo al mundo digital, los escenarios abiertos de juegos cooperativos como
Second Life abrieron un mundo nuevo para la divulgación informal. De nuevo, Andrew
Reinhard y Shawn Graham explorarían este universo, así como el de un nuevo fenómeno;
Minecraft (Reinhard y Graham 2015). Por su parte, el arqueólogo español Roberto Carlos
Fernández Sánchez acaba de publicar su experiencia haciendo una suerte de arqueología
en The Witcher 3 (Fernández Sánchez 2015). En el horizonte, No Man’s Skye se espera como
una revolución en este sentido, con mundos infinitos generados aleatoriamente en el que
la «investigación» (exo)arqueológica jugará un papel fundamental, al ser la búsqueda de
reliquias que nos permitan conocer más sobre esos mundos uno de los leitmotiv del juego.

Muchos videojuegos tienen un gran potencial educativo para la arqueología y, de algún


modo, están formando a sus jugadores en procesos como los que los profesionales de la
arqueología queremos transmitir. Involucrarnos en este tipo de iniciativas es vital en los
tiempos que corren. En esa línea, un equipo español ha comenzado la producción de un
juego cooperativo llamado Prehistory41 en el que poder ponerse en la piel de uno de nuestros
antepasados para aprender reproduciendo su modo de vida. Desgraciadamente la campaña
de crowdfunding no llegó a buen puerto —puede que fuese demasiado ambiciosa—, aunque
el proyecto sigue adelante con la colaboración de cada vez más gente e instituciones.

6.3.8. Literatura/Ensayo

Siempre que comienzo a hablar de literatura cuento cómo un libro, Investigación en


Calabria, de Goeffrey Trease (1994), me abrió la mente al mundo de la arqueología y el
detectorismo antes de ni siquiera saber qué era todo eso. Un estímulo que de algún modo
fue fraguando mi imagen de una profesión y una afición con las que me volvería a encontrar
años después. En 2013 tuve la oportunidad de compartir una barferencia42 con Pablo Guerra y
Antonio Vicaíno en el marco del I sOpA, donde nos dedicamos a este tema. Como resultado,
una publicación (Guerra, Almansa y Vizcaíno 2014) que me ahorra mucha escritura para esta
tesis si la sumamos a las rarezas de Riccardo Frigoli (Frigoli 2010; 2012) y algún otro trabajo
como la aproximación de Víctor Fernández al tema a principios de los años 90 (Fernández
1991) —para nuestro país, fuera de nuestras fronteras podemos retrotraernos por ejemplo a la
bibliografía de Hoyt (1977).
41 Ver toda la información del juego en: http://www.juegoprehistoria.com
42 Un genero de conferencia que se imparte en un bar de un modo mucho más distendido que el de las conferencias tradicionales.
El género se ha extendido enormemente en la arqueología española desde que comenzara a utilizarse en el contexto del proyecto
Torre dos Mouros en 2011 como una forma más de socialización del mismo. Desde entonces han comenzado a formar parte de
congresos (como el sOpa’12) y de las actividades de empresas (como ERA Cultura).
6. La imagen popular de la arqueología 169

Fig. 39. Riccardo Frigoli posa con sus dos libros en su excavación de Rio de Janeiro (Brasil).

En el apartado equivalente dedicado a nuestros estímulos, analizaba el tipo de libros escritos


por profesionales de la arqueología que podemos encontrar en las estanterías una librería.
Uno de los objetivos que tuve desde el principio con JAS Arqueología, fue tratar de acercar
ambos perfiles con textos desde la profesión que fueran realmente cercanos a la ciudadanía,
o al menos accesibles. De este proyecto surgió la apuesta por El Hallazgo (Guerra 2012), una
novela de un joven arqueólogo que mostraba la realidad de la arqueología «preventiva» para
todos los públicos —profesional y no profesional. Así, este libro se sumaba a otras ficciones
en las que se puede apreciar la vida de un arqueólogo, pero desde una perspectiva que nada
tiene que ver con los estereotipos más extendidos.

Si atendemos a las listas de libros más vendidos, la «no ficción» suele responder a libros de
historia reciente, biografías de personalidades públicas y libros de autoayuda —o similar. El
ensayo histórico sobre el pasado menos reciente no está tan extendido a pesar del éxito de la
novela histórica. A marzo de 2015, entre los libros más vendidos de «Historia», nada es más
antiguo del siglo XV de nuestra era salvo que esté en alguno de los compendios históricos del
momento (Eslava 2004; García de Cortazar y Gonzalez Vesga 2012; Fontana 2014), hasta el
puesto 30 en el que se sitúa un libro promocionado por el Canal Historia sobre los misterios
del pasado (VV.AA. 2009).

Con este panorama se hace complicado esperar que alguien que se acerque a su librería de
referencia pueda encontrar materiales de calidad y rigor para aprender sobre arqueología. Por
eso, se hace necesario que participemos de un modo más activo del proceso de divulgación a
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
170 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

través del libro; como narrativa. Como apunta Gonzalo Ruiz Zapatero en uno de sus últimos
trabajos, la escritura es parte del proceso arqueológico y necesitamos perfeccionar mucho
ese aspecto, tanto de cara al público, como de cara a nosotros mismos (Ruiz Zapatero 2014).
Mientras tanto, el público estará más cómodo en un género que por ahora escapa de nuestro
control, al menos en cuanto a ventas; la novela histórica.

El género comienza a hacerse popular en nuestro país ya en el siglo XIX con obras basadas
en grandes eventos del pasado. Con el tiempo, ganará fama y los títulos crecerán hasta llegar
a un momento álgido que se mantiene desde finales del siglo XX. Grandes epopeyas históricas
«recrean» desde la ficción episodios del pasado con mayor o menor acierto. Desde grandes
obras como Circo Máximo, de Santiago Posteguillo (2014), que gozan de una documentación
histórica impecable además de su calidad literaria, hasta trabajos claramente desacertados
como la novela «céltica» Astur, de Isabel San Sebastián (2008). Este no es el lugar para hacer
un análisis al respecto de la imagen de la arqueología y el pasado que se refleja de esos
título, pero si podemos hacer una pequeña reflexión en torno a dos aspectos esenciales: el
primero, que la arqueología como disciplina apenas se trata en el género. El segundo, que
ante la abrumadora cantidad de novelas históricas con una temática cercana a nuestro interés
profesional, el porcentaje de obras de calidad no es alto.

En cualquier caso, todos recordamos geniales novelas históricas que nos hacen vivir y
soñar con el pasado, incluso apreciarlo. Apoyar la difusión de estos textos desde la profesión
puede ser un incentivo a la apreciación pública del —buen— género histórico y, por ende,
a un mejor conocimiento de la historia y la arqueología, incluso nuestro patrimonio. En mi
memoria siempre quedarán los Episodios Nacionales de Don Benito Pérez Galdós y cómo una
buena historia es capaz de mezclar realidad y ficción con una rigurosidad envidiable43. Como
apunta Cornelius Holtorf (2010), el público espera historias, no Historia —en el sentido más
académico del término—, y la novela es un buen producto que ofrecer.

6.3.9. Paisaje

Típico viaje familiar; «Mamá ¿cuánto queda? ¿Qué es aquello? Tengo hambre». Después
de dos horas en el coche con el aire acondicionado al máximo, una torre se ve a lo lejos. «Es
un castillo hijo. En la próxima gasolinera paramos». Por desgracia en la gasolinera no saben
qué castillo es y no hay cobertura para buscarlo en internet.

Sales de casa camino del trabajo. Sueles ir cabizbajo, pero nunca te habías planteado qué
son esas baldosas rojas que hay en el suelo. Parece que siguen una línea, pero no es la línea de
la calle. Después de siete años pasando por allí te fijas en un mamotreto que hay en la plaza.
Resulta que las baldosas marcan el antiguo callejero de la ciudad.

43 Durante mis años de estudiante elaboré un trabajo para la asignatura de Historia Contemporánea de España en la que analicé
la rigurosidad del volumen Gerona, concluyendo que la reconstrucción del escritor español era muy cercana a la realidad que
debió vivirse en la ciudad catalana durante su sitio.
6. La imagen popular de la arqueología 171

Fig. 40. Callejero antiguo de Córdoba.

Dos situaciones cotidianas que consciente o inconscientemente pasan a menudo a


nuestro alrededor. El pasado está vivo en nuestro paisaje, también en el urbano. Unas veces
más evidente que otras, forma parte de nuestro día a día y genera estímulos que tienen
consecuencias para el patrimonio, e incluso la economía.

Sin embargo, el paisaje es uno de los estímulos que más desapercibido pasa incluso
para nosotros mismos. El potencial que este paisaje tiene para la divulgación del pasado es
excepcional y de nuevo requiere de una mínima implicación del colectivo profesional. Los
paisajes culturales son ahora un recurso patrimonial más que se integra en rutas turísticas.
Sin embargo, estas rutas solo abordan el paisaje como marco para una tipología o cultura.
Las nuevas tecnologías nos permiten aprovechar al máximo ese entorno como complemento
a las rutas que queramos llevar a cabo, atendiendo no sólo al patrimonio arqueológico sino
también a otros patrimonios que pueden conformar paisajes singulares.

6.3.10. Turismo/Fiestas

Entre esas consecuencias, está el turismo. El valor del patrimonio como potenciador
económico es una consecuencia del valor artístico de los restos del pasado. Puede que no
sepa qué castillo tengo delante, pero es bonito y debo visitarlo. Es bonito porque la cultura
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
172 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

popular lo entiende ya así. Desde la ruina bucólica de la literatura romántica a alguna que
otra película de éxito, lo tenemos ahí. Si a eso le sumamos el potencial de las listas para atraer
gente —las 7 maravillas del mundo antiguo, la Lista de Patrimonio Mundial—, el resultado es
turismo.

Uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es el mensaje que se recibe en los sitios
institucionalizados. Si nos acercamos a hacer visitas oficiales de Museos Estatales o Patrimonio
Nacional, los mensajes están —supuestamente— articulados en torno a un departamento
de difusión que diseña y controla la calidad del discurso. Sin embargo, una gran parte de
las visitas se desarrollan desde la iniciativa privada, con empresas que ofrecen paquetes
completos con guía a museos y yacimientos visitables. Aquí la variabilidad es espectacular,
aunque hay mucho espacio para la innovación44. Dependiendo de la visita, los mensajes
pueden variar mucho. Como profesional, he tenido la oportunidad tanto de hacer visitas,
como de participar de ellas y la tónica ha sido muy positiva, si bien es cierto que en ocasiones
los discursos son muy mejorables. La responsabilidad es compartida, pero es un aspecto en el
que el colectivo profesional —digamos patrimonial— se ve desbordado por el corporativismo
del sector turístico, donde los carnets oficiales y los regímenes de exclusividad, no hacen bien
al sector a pesar de velar por una mayor profesionalidad. La solución está en la colaboración,
no en la confrontación.

En cualquier caso, uno de los aspectos más problemáticos del turismo patrimonial
tiene que ver con el destino, su capacidad de acogida, la vertebración en redes mayores,
la oferta complementaria y un largo etcétera que pone de manifiesto la complejidad del
sector. La bibliografía al respecto es abrumadora (ver por ejemplo la revista PASOS) e incluso
contamos con estadísticas sobre el tema en nuestro país, a través del Anuario de Estadísticas
Culturales (MCU 2014). En este sentido, es de destacar que más de treinta millones de turistas
internacionales llegan a nuestro país cada año por motivos culturales —ocio vacacional
relacionado con la cultura—, lo que representa algo más de la mitad del total de entradas. El
impacto económico de este sector es muy importante, pero entre nuestras responsabilidades
como gestores del patrimonio se encuentra velar porque el impacto que esos turistas reciben
sea igualmente positivo sin que los sitios visitados se vean negativamente afectados.

Las estadísticas muestran un número mucho menor de visitantes españoles orientados


a la cultura como objetivo primario —en torno al 7% del total de visitas. Sin embargo,
entendiendo aquí el patrimonio como un estímulo secundario, un viaje de negocios a una
ciudad patrimonial, o las vacaciones en la playa en Tossa de Mar45, están ofreciendo también
patrimonio.

Lo interesante es, sin embargo, la oferta turística que recibimos desde el extranjero. Un
paseo por el último FITUR —Feria Internacional de Turismo organizada en IFEMA, Madrid—,
nos muestra cómo un altísimo porcentaje de los stand tienen un importante componente
patrimonial. Un 56% de los países utilizaron el patrimonio como reclamo turístico y de ellos
muchos son reconocidos como destinos principalmente patrimoniales (Grecia, Egipto, China,

44 Aunque fuera de nuestras fronteras, Museum Hack es una empresa dedicada a las visitas guiadas para público adulto que no
tiene nada que ver con las guías tradicionales. Con base en Nueva York, ofrecen un servicio caro, pero de muy buena calidad:
ver http://museumhack.com
45 Pongo esto como ejemplo por la figura de Jordi Tresserras, que durante los últimos meses está potenciando esta localidad
—donde vive— a través de la puesta en práctica de lo que se empieza a conocer como «Turismo naranja» (Tresserras 2015).
6. La imagen popular de la arqueología 173

Perú, etc.). Muchos de estos destinos no son baratos, pero están en la lista de sitios por visitar
de casi todos los españoles. El patrimonio se convierte en un icono cultural que es necesario
conocer y, desde que se extendió el fenómeno turístico, visitar. La imagen que se ofrece de
ese patrimonio es crucial.

44% Sitio SI (52)


56%
Sitio NO (41)

Fig. 41. Stands con referencias patrimoniales en FITUR 2015.

Fig. 42. Algunos stand con referencias arqueológicas en FITUR 2015.


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
174 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En esta misma línea, el patrimonio se entiende en un contexto político como factor de


desarrollo económico desde el turismo. Así, muchos de los proyectos de valorización, e
incluso investigación, abogan por unos objetivos orientados al beneficio económico para
el desarrollo regional —especialmente en el ámbito rural— que no se paran a analizar las
consecuencias reales de cualquier acción emprendida y suelen abordar el proyecto como
un elemento independiente sin articular con su entorno. Esta crítica ya ha aparecido en
otros apartados como el de los centros de interpretación o los yacimientos visitables y es
seguramente uno de los aspectos más graves en este sentido. Primero porque suele fracasar,
pero sobre todo porque genera falsas expectativas en una población «desengañada del
patrimonio». El impacto que esto tiene sobre la imagen de la arqueología y el patrimonio es
nefasto, porque por un lado ofrece una imagen lamentable de cara al turista, pero sobre todo,
porque confronta a comunidades completas que pueden llegar a situaciones de conflicto con
su patrimonio por una mala mediación profesional.

En el marco del desarrollo turístico de las «fiestas con encanto» que tanto se han extendido
por el territorio nacional, algunas celebraciones «históricas» han alcanzado un nivel
espectacular46. En ocasiones están asociadas a grupos de recreación, aunque algunas de las
premisas que dan rigurosidad a estos grupos se pierden. Un análisis interesante es el que
hacen Pablo Alonso y David González (2013a; 2013b) sobre las fiestas del norte peninsular.
Al final, esto es lo que queda.

[6.2.11. Entorno laboral47]

No sabía bien cómo llamar a este apartado, que entronca con el equivalente del capítulo
anterior. Esta vez, nosotros no somos el estímulo primario y la política no es la que marcan
los asesores, sino la que sale de la boca de los políticos. Ese ibero origen del valenciano que
nos regaló el Partido Popular en 201348 es ya un clásico de la política española y llegó, como
ha llegado el «caloret» de Rita Barberá, a todos los rincones de nuestro país. La Comunidad
Valenciana es un buen caso de estudio, estudiado, como ya he apuntado antes, por Antonio
Vizcaíno en su tesis doctoral (2015). Pero en este punto, quiero llamar la atención sobre
un fenómeno muy importante que aún no hemos tenido ocasión de estudiar; el estímulo
secundario.

Lo he llamado «entorno laboral» porque me refiero a las conversaciones que se dan a raíz
de la interacción social entre profesionales no vinculados a la arqueología, pero que han
tenido que convivir con nosotros. Dicho de forma tan pomposa, no es más que lo que hablan
de nosotros a nuestras espaldas con sus compañeros, amigos y familiares.

¿Habéis observado como vuestros amigos y familiares os presentan en sociedad? «Es Jaime,
es arqueólogo». A lo que sigue un clásico «¡Qué interesante! Yo de pequeño también quería
ser arqueólogo». Rara vez la conversación profundiza más allá de los hallazgos de sus pueblos

46 Ver por ejemplo la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas: http://www.fiestashistoricas.es/es/#


47 Obviamente, este estímulo es más directo que ningún otro, pero sólo afecta a algunas personas. En cualquier caso resulta un
escenario apasionante en el que investigar, especialmente debido a nuestro propio reflejo profesional en el día a día del trabajo.
48 Así lo escribieron como parte de la justificación para solicitar a la Real Academia de la Lengua que el valenciano fuera
una lengua: http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2013/06/19/pp-dice-valenciano-viene-siglo-vi-cristo-exige-rae-
revise-definicion/1008633.html
6. La imagen popular de la arqueología 175

o alguna noticia de última hora con repercusión mediática. Ahora, pensemos que nosotros
estamos fuera de la imagen y un jefe de obra vuelva a casa rechinando los dientes porque le
hemos dado una mala noticia. Su familia recibirá un estímulo negativo sobre nuestro trabajo.
Estamos más presentes de lo que muchas veces creemos y por eso se hace necesario que
nuestros estímulos sean lo más positivos posible, dentro de las circunstancias. La cantidad de
profesionales con los que interactuamos a diario es extensa y sale incluso de lo tradicional,
porque las charlas en el bar del pueblo cuando salimos de tomar una cerveza también generan
una imagen —puede que no tan distorsionada, pero si negativa— de nuestra profesión. «¡Qué
elegante! Me habían dicho que erais unos melenudos que se pasaban el día fumando porros».
Como en el escándalo de la Bona Dea, la arqueología debe estar por encima de toda sospecha.

6.4. Pseudoarqueologías

¿Para qué nos vamos a preocupar de entender las intrigas políticas del pasado y las
soluciones de ingeniería en la construcción de sus infraestructuras, si podemos reducirlo todo
a los alienígenas?

“The only way the Ancient Astronauts theory can be disproven, is when the
extraterrestrial show up” (Tsoukalos en el Canal Historia).

Desde el día que escuché esta frase, porque he de reconocer que soy fan de Giorgos
Tsoukalos y todos los de su calaña, miro cada noche al cielo a la espera de que ocurra. Como
sabe que no van a venir plantea el reto… y me viene a la cabeza uno de mis videos favoritos
de YoutTube, con el presidente de la Asociación de Abducidos de Compostela diciéndome
que «Stephen Hawking de buracos negros e cosas de este tipo pues sabe un montón, pero de
aliens no tiene ni puta idea. Porque vale, o sea si tú ves un alien, un tipo de dos metros con
forma de lagarto amarelo y tal, acojona. Pero después son bellísimas personas»49.

Me apetece comenzar así, porque Tsoukalos y el amigo gallego representan el prototipo


de dos de los tres tipos de interlocutores que me he ido encontrando en mis interminables
debates digitales sobre estos temas (Almansa 2012c). El primer tipo, al que respondería
Tsoukalos, es un reducido grupo de pensadores que han conseguido forjar una teoría en
torno a la intervención extraterrestre en algún momento del pasado. En su mayor parte siguen
a Zacharia Sitchin y sus Annunaki —representados en la cultura popular desde el comic al
cine, como al inicio de la exitosa precuela de la saga Alien, Prometheus (2012), que coloca
estas teorías en el centro del imaginario colectivo. Discutir con ellos es como una partida
de ajedrez en tablas. Seguir jugando es inútil porque nadie va a ganar. Se escudan en frases
como la que abre este capítulo, a las que tú puedes dar la vuelta sin mayores consecuencias.
El segundo tipo, por desgracia el más común, es el de aquellos que siguen estas teorías sin
haber leído más que cuatro comentarios en Facebook, porque por aquel entonces pocos
tenían el Canal Historia y la TDT era aún un proyecto. Hoy crecen gracias a los canales de
documentales y su fijación por los extraterrestres, para nuestra desgracia. Es divertido discutir
con ellos, pero llegan al insulto con mucha facilidad. La inseguridad en los conocimientos
es lo que tiene. Pero, sin duda, el tipo más curioso es el tercero. Como nuestro amigo de la
49 El video puede verse completo aquí: https://youtu.be/0fZ4M5xq0Cc (por cierto, más de medio millón de visualizaciones, y
es de broma).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
176 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Asociación de Abducidos de Compostela, realmente se encuentran en niveles de percepción


diferentes, creyendo ciegamente en cosas que sólo pasan en sus cabezas. Pero como a todo
hay que buscarle un lado positivo, esta gente me descubrió a los niños índigo que nos llevarán
a la ¡Era de Acuario! —y aquí debería resonar en vuestras cabezas, como hace en la mía, la
versión de Raphael de The Age of Aquarius50.

Pero no todo van a ser aliens —por ahora. Tim Schadla-Hall definía las Alternative
Archaeologies —que en castellano literal suenan muy ambiguas— como «cualquier cosa que
esté en desacuerdo con los hechos, generalmente aceptados, que los arqueólogos utilizan para
explicar y reconstruir el pasado» (Schadla-Hall 2004: 256, traducción propia). Si mi definición
favorita de arqueología (Gamble 2008: 3) nos dice que la arqueología es «cualquier cosa que
quieres que sea», algo no cuadra. Puede que Gamble se refiera sólo a cualquier cosa que un
arqueólogo quiere que sea. Al fin y al cabo el libro está dirigido a estudiantes de arqueología.
Schadla-Hall habla de «alternativas» porque muchas veces las interpretaciones no están
aceptadas por la comunidad arqueológica aunque no haya alienígenas de por medio. O dioses,
que vienen a ser exactamente lo mismo —de hecho, los mitos de muchas teorías alienígenas
reproducen mitos de creación religiosos. Un caso muy sonado ha sido el de los «pastafari» y
su biblia; The gospel of the flying Spaghetti Monster (Henderson 2006), que reproducía muchos
de los mitos de creación de la pseudociencia para recrear de forma irónica una religión llena
de piratas y pasta. El contexto, la disputa en EE.UU. entre Creacionismo y Evolución que sigue
planteando situaciones comprometidas en muchos estados del país americano. El éxito ha
sido tal, que cuenta con miles de seguidores; jóvenes estudiantes y científicos que utilizan esta
«religión» como forma de protesta. La repercusión llegó al extremo en el que el informático
checo Lucas Novy consiguió aparecer en 2013 con una escurridera de pasta en la cabeza para
la fotografía provisional de su documento de identidad. En esta misma línea, en mayo de 2010
creé un grupo de Facebook que ya he cerrado llamado: «Yo también creo que ESPINETE creó
la humanidad», en el que planteaba un mito de creación con la figura del famoso personaje
infantil, llegando a retar a cualquiera a demostrar científicamente que era mentira.

Fig. 36. Una reproducción de la divinidad Pastafari sobre la famosa obra de Miguel Ángel en la Capilla
Sixtina (imagen de Angie K. Millgate).
50 Os ayudo con el enlace de YouTube: https://youtu.be/xdK9Il3-J78
6. La imagen popular de la arqueología 177

Por supuesto, nadie aceptó el reto, como nadie aceptó ninguno de los retos similares que
algunos defensores de estas teorías han planteado hasta ahora51. Pero estas teorías funcionan
por muy alocadas que parezcan, en parte debido a su atractivo y la facilidad de asimilar
discursos no científicos que tenemos los humanos. Las teorías de conspiración surgen en
los primeros momentos de cualquier evento, evocando grandes temores sociales y famosos
grupos de oscuros intereses —desde los masones al Grupo Bilderberg.

En 1994 se publicó un estudio en el que se planteaba la predisposición a creer en diferentes


teorías conspiratorias (Goertzel 1994), sin embargo pasó desapercibido un hecho interesante y
es que no se trataba de una creencia racional. Un equipo de la Universidad de Kent identificó
la predisposición a creer al mismo tiempo en teorías conspiratorias opuestas (Wood, Douglas
y Sutton 2012) y a avalar aquellas con las que nos sentimos más identificados (Douglas y
Sutton 2011). Además, otro estudio reciente aprovechó el bombo de la novela —y posterior
película— El Código Da Vinci para poner de manifiesto cómo el mecanismo de aval de una
teoría conspiratoria tenía mucho que ver con otros como el religioso (Newheiser, Farias y
Tausch 2011). No en vano, casi todas las teorías psicológicas y antropológicas al respecto
trabajan en esta línea (ver un genial resumen en Boyer 2001). Y es que la necesidad de
explicar lo que no sabemos «a ciencia cierta» es inherente al ser humano. Ahí entra en juego
la religión y, hoy en día, la conspiración. Muy ligadas a la desconfianza que la propia religión
genera hacia la ciencia y la creciente suspicacia hacia los discursos oficiales, las teorías de
la conspiración no son más que formas de justificar actitudes personales ante lo establecido.

En este juego, la cultura popular y las creencias personales —no solo religiosas— juegan
un papel mucho más importante que la propia educación. No es extraño ver a personas de un
alto nivel cultural y educativo justificando movimientos conspiratorios, siempre que estos no
tengan nada que ver directamente con su especialidad. El atractivo de estas historias es el que
hace que calen con rapidez en nuestro cerebro. Sin embargo, es otro proceso conocido como
«amnesia de fuente» el que hace difícil refutar estas teorías con la realidad (Wang y Aamodt
2008). Un proceso que ya en los 80 DeBoer ligaba en cierto modo a la arqueología a través
de las contra-narrativas arqueológicas y su contra-efectividad:

“The set of counter-mythics devised by professionals is itself defined in opposition


to the larger mythic structure under review. This opposition, of course, serves as an
important boundary-maintaining device for distinguishing the professional from
the public and, in this telly sense, substantiates more than subverts the larger
myth” (DeBoer 1982: 366-7).

Al principio de este capítulo hablaba de «aprendizaje implícito» para presentar los


estímulos como forma de inconsciente de transmisión de conocimiento. Este concepto está
muy ligado a los de «percepción implícita» y «memoria implícita» que definen el mecanismo
de funcionamiento de este proceso (Kihlstrom, Barnhardt y Tataryn 1992). Ambas tienen que
ver con la respuesta a un estímulo, siendo la primera evidente al momento y la segunda no.
El aprendizaje sucede cuando otro estímulo pone de manifiesto al primero. Sólo a finales del
siglo XX, se habían publicado más de 200 trabajos al respecto, poniendo de manifiesto que

51 Una de las más conocidas es la oferta millonaria del turco Adnan Oktar a cualquiera que encuentre el «eslabón perdido» para
demostrar el darwinismo. Este creacionista turco ha litigado contra académicos en su país desde finales de los años 90, y en 2008
lanzó está campaña para reforzar su teoría.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
178 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

la exposición a un estímulo era suficiente para predisponer a un individuo de forma positiva


hacia ese estímulo (Bornstein 1999).

Ahora volvemos a la «amnesia de fuente» que no es más que el proceso en el que esos
estímulos se convierten en hechos contrastados cuya atribución queda en el olvido. Así, cuando
una persona escucha una teoría conspiratoria, su atractivo hace que se quede en su cerebro
sin recordar realmente quien se la contó, dónde la leyó o qué tipo de fuente estaba detrás de
ella. Este hecho no ha pasado desapercibido para publicistas y promotores políticos, que lo
usan constantemente en sus campañas, pero tampoco lo ha hecho para los que se dedican a
la pseudociencia, que en ocasiones refuerzan esta amnesia de fuente citando universidades,
profesores o profesionales «falsos» que refuerzan el estímulo52.

El problema a la hora de refutar estas teorías es que al mencionarlas de nuevo para probar
su error, vuelven a reforzar un conocimiento previo que lo que queremos es precisamente
eliminar. La amnesia de fuente da credibilidad al conocimiento previo, que suele ser más
atractivo que la realidad y hace que un individuo predispuesto no sustituya la teoría alternativa
por la real. Por ello, planteé en su momento (Almansa 2012c) cómo cualquier estrategia
debe consistir en plantear discursos alternativos a esa arqueología alternativa sin citar las
teorías falsas, de tal manera que sea cada persona la que pueda sustituir un discurso por otro
basándose en estímulos constantes. Es por ello por lo que le doy tanta importancia a estos
estímulos y nuestra implicación como profesionales en los mismos. Pero, ¿hasta qué punto
estamos afectados en España?

En nuestro país, esas «alternativas» serían estereotipos históricos y teorías desfasadas que han
quedado en el imaginario colectivo. Asuntos como que los romanos no entraran en el País Vasco
—incluída su deriva terrorista con amenazas a profesionales incluídas— o que los catalanes
fueran un reino —y toda la charlatanería alternativa derivada de ello53. Es curioso ver como
muchas de estas derivas están relacionadas con el nacionalismo más rancio. También desde el
lado español, no es cuestión de enfadar al personal. Por eso, en este capítulo quiero centrarme
en la pseudoarqueología entendida en su sentido más clásico; el de los ovnis, los láseres, el
ADN, las pirámides y los piramidiotas.

He de reconocer que una de las razones de este capítulo, es una tesis doctoral defendida
en la Universidad Politécnica de Cataluña por el arquitecto Miquel Pérez Sánchez en 2008; La
Gran Pirámide, clau secreta del passat (Pérez 2008). En ella, el arquitecto catalán defendía con
una tesis numerológica que la Gran Pirámide de Keops estaba rematada con una gran esfera
en su cúspide simbolizando el ojo de Horus, que conmemoraba el gran diluvio, y que sus
medidas guardaban relación con… ¡Sí! Una estrella. Pero, sobre todo, el bombo que recibió
en 2012 tras un evento organizado en el CSIC (Gámez 2012) en el que se trataban estos temas
con la legitimación que la sede supone, no de forma crítica (ver por ejemplo el foro en Pruitt
et al. 2012), sino convencida. Que un arquitecto obtenga el grado de doctor cum laude con
tamaña basura numerológica, hace que cualquiera le pierda el respeto al sistema universitario

52 Las dos principales estrategias son; por un lado, contactar a un investigador real que aparece en el programa respondiendo
a alguna pregunta obvia que después es malinterpretada. Éstos graban normalmente largas intervenciones donde en ningún
momento se sustenta una teoría alternativa, pero después son montados para que lo parezca. Por otro lado, utilizar centros
creados por ellos mismos, o presentarse como investigadores de prestigio internacional.
53 Este video de Víctor Cururull (de la Asamblea Nacional Catalana) sobre la historia de Cataluña es especialmente desternillante:
https://youtu.be/T2l9rGO7eu4
6. La imagen popular de la arqueología 179

y yo escriba capítulos de mi tesis como si fueran entradas de un blog —pero con bibliografía,
eso sí.

¿De dónde viene todo esto? El panorama internacional está ya analizado en otros trabajos
(Schadla-Hall 2004; Fagan 2006) y el panorama nacional también (Domínguez Solera 2009;
Peque 2013), si bien todos beben de las mismas fuentes. El mundo de la ufología y el misterio
que extiende Zacharia Sitchin se cruza con la pseudoarqueología de Erik von Daniken, dando
lugar a un jugoso mercado mediático que ha tenido una repercusión bárbara en la arqueología
(Schadla-Hall 2004; Holtorf 2005b; Pruitt 2009; Almansa 2012c; Thomas 2015). El ámbito
sudamericano es seguramente el más extendido entre los hispanohablantes con grandes
enigmas arqueológicos como las piedras de Ica, los «aviones» colombianos, las líneas de
Nazca y la «perfección» de las construcciones incas, entre otros muchos misterios que se han
llegado a ver representados en el cine, incluso en la última entrega de la saga Indiana Jones.
Pero muchos de esos enigmas tienen su mayor eco mediático en España, con una tradición
muy fuerte que se extiende a los años 70 del siglo pasado con revistas como Más Allá y la
participación de su director Fernando Jiménez del Oso en Televisión Española.

No es un misterio que el misterio vende en los medios. Historias bien vendidas que atraían
a multitud de televidentes —y escuchantes como diría la presentadora Pepa Bueno— mientras
hablaban de contactos alienígenas hasta el punto de haber convertido a los antiguos astronautas
en todo un género de este tipo de entretenimiento, que cuenta incluso con institutos de estudio
en EE.UU. Por ello no es extraño que autores como Juan José Benítez triunfaran con sagas
como Caballo de Troya, hasta llegar a recibir financiación pública para su propio programa
de televisión sobre pseudoarqueología (Almansa 2006a). Por el camino han quedado otros
autores como Salvador Freixedo, que no alcanzaron los medios, pero ayudaron a abrir el
camino ya en los 90 a personajes como Javier Sierra, Juan Jesús Vallejo, Miguel Blanco, Juan
Antonio Cebrián, Bruno Cardeñosa o Iker Jiménez54, que actualmente ostenta el galardón
de periodista más seguido y valorado de nuestro país. Todos han contado con algún tipo de
plataforma; revista, radio o televisión, así como grandes audiencias en todos ellos —hay que
tener en cuenta que muchos de los programas son de madrugada.

Junto a ellos, los últimos años han visto el ascenso de otros personajes que ya participan
de los nuevos medios —internet— con una gran influencia en la red, especialmente en el
ámbito americano: Juan Luis Camacho, Vicente Fuentes, Alberto Canosa o David Parcerisa,
son algunos de los autores con más influencia.

Sería interesante analizar qué nombres tienen un mayor impacto público, si algunos de
estos autores, o grandes arqueólogos españoles. Hasta ahora, cuando he hecho el sondeo
entre mi círculo cercano, suele ganar la pseudoarqueología.

Profundizar en este fenómeno requeriría una tesis doctoral propia, pero creía imprescindible
hacer un pequeño apunte al respecto y resaltar a sus principales exponentes en nuestro país.

54 Iker Jiménez llegó al límite, pasando del misterio a la exaltación del expolio en el caso de la supuesta pirámide de Cuenca
el pasado otoño de 2015. A raíz de ello, desde el Colegio de Arqueólogos de Madrid se pidieron explicaciones al programa,
entrando de lleno en un debate sobre expolio, participación, legitimidad y valor que trascendió a los tribunales. Es posible que
Iker Jiménez y su programa salgan indemnes de un proceso que afectará sólo al «aficionado». Podéis ver parte de la historia en:
https://youtu.be/O2ySTBWonws
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
180 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

6.5. Re-educating Spanish society?

Where do we go from here? Archaeologists write and talk a lot about public participation, as
if it was something innovative and transgressive. Well, people have been “doing” archaeology
since the very first moment, but we just did not care about it. An extreme example happened
weeks before I write this chapter when I received a call for tender from English Heritage to
bid for a project to evaluate the value of community-led research on the historic environment.
After dozens of years there, 2015 was the year English Heritage decided that this work should
be included in the planning process and the research framework. After years funding local
groups and books about community involvement, the spearhead of public participation in
Europe finally thought about actually doing something. This is not the place to compare two
realities —UK/Spain—, but I find this situation intriguing, as a perfect opening example.

Doing archaeology is not only about digging. It was never meant to be just that. However,
a broad sector of the collective still understands public archaeology as the direct participation
of non-professionals in an archaeological excavation —see the English version of Public
Archaeology / Community Archaeology in the Wikipedia. This perception is well substantiated
in the Anglo-Saxon tradition of community involvement, that led to bottom-up projects since
the very beginning (Marshall 2002). Nevertheless, the participation of non-professionals in
archaeological excavations has been an extended practice everywhere, but in the form of
contracted excavators. Since the very beginning of archaeology until now, in almost every
country of the world, non-professionals are hired as workforce to conduct excavations.
Although there have been some specialization courses lately for this kind of work in many
countries, these workers are usually ignorant about the most basic principles of archaeology
when they arrive to the site. Learning how to excavate is not such a difficult task, less when
some of the workers are already expert excavators in non-archaeological works. But is this
participation? Are these workers aware of the real objectives of their work? This is another
interesting study that should be conducted to evaluate the engagement of non-professional
workforce in archaeological excavations. I always say public archaeology starts at home, but it
continues in the site with your people. I have seen projects in which workforce is not engaged
while “the public” comes around for different activities, and that might feel not good for them.
This situation is especially important when we are in the context of preventive archaeology
and major development works. Here, there are usually dozens —when not hundreds— of
construction workers, architects, engineers, etc. who disown the archaeological sites we work
in. Most of the conflicts in commercial archaeology come from this situation and the lack of
understanding of our presence in “their” site —the construction one, not the archaeological.

Spain is maybe one of the best countries to work on these issues. A rich heritage, an extended
misunderstanding of archaeology, a powerful construction sector —even after the crisis—,
low profile politicians —with a great level of nationalism and regionalism—, a polarized
archaeological sector, and a long etcetera. Within this panorama, understanding tendencies,
analysing stimulus, designing strategies and even implementing them, is challenging. As seen
in the previous sections, there are multiple ways people hear —or sense— about archaeology.
Some of them are under our control as professionals, but have mostly been designed for internal
use, so are not very attractive for the public. Others are out of our professional control and
shape up the real public image of archaeology. This situation lays out a clear scenario where
us, as professionals, need to get involved in those other stimulus people are receiving. This
6. La imagen popular de la arqueología 181

does not only have to do with the figure of the archaeologist as a public intellectual (Hamilakis
1999a; Tarlow et al. 2013), but with the active participation in the media and the opening of
new working opportunities in other sectors like tourism, advertising, consultancy, etc., some
of them already familiar for the sector but in need of a deeper merge. When analysing the
figure of some insigne archaeologists of the early 20th Century like Sir Mortimer Wheeler
(Moshenska y Schadla-Hall 2011), maybe the most famous and influential one, we realise that
maybe his public engagement was an essential factor for the current situation of archaeology
in the UK, compared with the one in other countries. Can an archaeological celebrity reshape
the public understanding of archaeology? Tadeo Jones is a milestone for Spanish society, with
thousands of children growing up with an image far away from Indiana Jones. Even though
adventure and some misunderstandings are still in the plot of the movie, the result is very
positive, especially after the short educational materials produced after the success of the
movie. Hopefully the sequel will settle these principles. TV shows are increasingly being used
as informal educational platforms for all segments of society and many different topics —from
opera to hard science. Still, archaeology in Spanish television is taken by non-professionals
—the better— and pseudoarchaeologists —even funded with public money like Juan José
Benítez.

When talking about archaeological education —or heritage education in general— we


usually focus on historical knowledge or conservation. Educators —when they are not mere
guides— can be more or less boring, engaging, participative or communicative, but the
message is unidirectional and clear: “we have this, that comes from there, of that period, and
it is important” or maybe “hey! Look how these guys from the past did this” (or at least this is
what I usually find). We are trying to educate the public in a history that seems to be important
and able to forge something good inside them. Clichés like knowing the past so we do not
repeat our mistakes or we cannot value what we do not know55, are the basis of some heritage
values extended in heritage outreach and education. Now I ask; are we building on proper
basis?

Maybe we would need to re-educate society in a different way. School still deals —in most
countries— with the facts of the past, but we are a fact ourselves as a professional collective.
Valuing archaeologists and heritage professionals is valuing archaeology and heritage. This is
why we still need to explain what we do and how we do it. The process is as important as the
result in terms of education and Mathematics are the best example for it. I still remember my
school years with trigonometry preparing for the exams. I did not understand anything, but
had to learn it. I hated Mathematics and expected not to study them anymore. Just a couple of
months later, when I started my degree in History, I enrolled a Topography course. Mathematics
—trigonometry— were back, but this time it was not about results, but processes. Learning
where did sines and consines come from made me understand and value their meaning and
use. Topography became my reconciliation with Mathematics, but also a lesson about the way
we teach and learn both complex and simple concepts. In a system —and maybe a society—
where only results matter, we need to reclaim processes.

55 This extended one is specially interesting, because it comes from a reviled font; Adolf Hitler in his masterpiece Mein Kampf:
“I can fight only for what I love, love only what I respect, and respect only what I, at any rate, know about” in the context of the
cultural, economic and political greatness of a Nation —which is one of the foundations of heritage.
PARTE III
GESTIÓN

by BANKSY
.7.
LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA EN MATERIA DE
PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

«En definitiva, la Ley 3/2013, de 18 de junio, nace con el objetivo claro de


garantizar la protección, conservación y difusión del patrimonio histórico de
Madrid, al tiempo que se dota al ciudadano de una imprescindible seguridad
jurídica y se le facilitan los cauces de comunicación con la Administración.
Esto se traduce, además, en el establecimiento de unos plazos legales que
obligan a los poderes públicos a resolver las peticiones de los interesados en
un determinado periodo de tiempo, y se rebaja considerablemente la carga
administrativa que hasta ahora venía soportando el ciudadano, al tiempo
que se garantiza una mayor agilidad de la Administración. Pero, todo ello, sin
olvidar el inevitable ejercicio que, en algunas ocasiones, es preciso hacer de la
potestad de la Administración para restaurar la legalidad infringida, para lo cual
se establece un régimen sancionador proporcionado y acorde a la realidad.»
(Muñoz Llinas 2014: 24)

Cuando nos enfrentamos a la gestión del patrimonio arqueológico es esencial detenerse


en la legislación. Aunque muchas acciones vienen motivadas por la profesión, es el marco
normativo el que nos dice qué podemos y qué no podemos hacer. Sin embargo, la interpretación
de las leyes puede llegar a ser extremadamente ambigua, especialmente cuando se generan
conflictos en torno al patrimonio arqueológico.

No soy jurista, ni pretendo serlo, por lo que este capítulo hará un recorrido historiográfico por
la legislación española hasta el día de hoy, poniéndola en consonancia con las circunstancias
políticas, económicas y sociales que han llevado a su configuración.

185
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
186 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

7.1. Poniendo las bases de la normativa (de la LEA a la LPHE)

«Entre el concepto de antigüedades de principios del siglo XIX y el de Patrimonio


Arqueológico del último tercio del siglo XX existe una diferencia apreciable.
De la definición por pertenecer a unas determinadas épocas históricas hasta la
actual, basada en ser los bienes susceptibles de ser estudiados con metodología
arqueológica. De la propiedad privada a su consideración como dominio público.
Un siglo y medio de evolución política, social, cultural y científica separan estas
dos concepciones» (Yáñez y Lavín 1999: 144).

De acuerdo con Cabello Carro (2010) serán el expolio francés, las desamortizaciones y las
constituciones progresistas las que pongan sobre la mesa los avances en patrimonio cultural
del siglo XIX, pasando, entre otras cosas, del uso público a la propiedad pública, base del
dominio público actual. En cualquier caso:

«Las iniciativas relativas sobre el patrimonio se toman para resolver una


problemática ajena a éste; y no porque se pretenda implementar políticas altruistas
relativas a los bienes culturales, lo que fue una característica de la Ilustración del
siglo XVIII, que no se volverá a producir hasta bien entrada la segunda mitad del
siglo XX» (Cabello Carro 2010: 70).

Para este periodo, distingue tres fases principalmente políticas (Cabello Carro 2010: 72):
revolución-reacción (1808-1833), revolución-asentamiento (1833-1868) y modernización
consolidación (1868-1900). Los eventos de 1900 marcan un punto de inflexión política, pero
no legislativa y es por ello que el punto de partida de este apartado va a venir colocado en
la Ley de 7 de julio de 1911 de Excavaciones Arqueológicas (LEA), sancionada por Alfonso
XIII y que planteará por primera vez una base legal para el desarrollo de intervenciones
arqueológicas.

En todo este desarrollo, un título esencial es el trabajo de Juan Manuel Alegre Ávila,
Evolución del régimen jurídico del Patrimonio Histórico (Alegre 1994), dos tomos en los que
el autor cántabro hace un recorrido histórico por la legislación patrimonial y un análisis
pormenorizado de la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (LPHE). A
título de resumen, un artículo reciente de Moreu Ballonga hace un recorrido más sucinto por
el mismo proceso (Moreu 2013).

En cualquier caso, la importancia del la LEA es primordial, ya que estuvo vigente hasta la
entrada en vigor de la LPHE en 1985, salvando algunos detalles recogidos por la Ley, de 13
de mayo de 1933, sobre la defensa, conservación y acrecentamiento del Patrimonio Histórico
Artístico (LPHA).

«Con carácter general, la aprobación de leyes que tengan como objetivo la protección
del patrimonio suele ser destacada como un acontecimiento importante en sus
territorios, sobre todo si aúnan al conjunto de las fuerzas políticas representadas
en los parlamentos y asambleas legislativas. El consenso revela un alto grado de
conciencia política para hacerse eco de las demandas y del estado dominante de
opinión de los distintos sectores sociales» (Alonso Ibáñez 2014: 21).
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 187

Siempre se habla de consenso en la legislación sobre patrimonio y la LEA no es una


excepción. Su tramitación pasó por las Cortes sin casi debate y fue aprobada de forma
unánime. Tan solo dos diputados; el Sr. Garriga y el Marqués de Lema, plantearon reservas
ante aspectos concretos del articulado, en especial los que hacían referencia a la propiedad
(Alegre 1994 I: 63-64). Por una lado, desde Barcelona se temía una centralización mayor de
la gestión, que se demostraría real durante la mayor parte del tiempo en que la LEA estuvo
vigente, pero las mayores críticas venían de un excesivo proteccionismo que en ocasiones se
oponía a la normativa vigente. El Marqués de Lema planteaba cómo la asunción de propiedad
de todos los bienes arqueológicos contradecía el artículo 351 del Código Civil, referido a los
tesoros y la compensación a su respecto, además de ir contra el derecho expropiatorio en lo
que se refería a la conducción de excavaciones arqueológicas en terrenos privados. Mientras
los recelos a la exportación quedaron marcados por las palabras del propio Garriga; «Nos
parece casi un insulto a una obra de arte el que se pague una obra de Praxíteles a precio de
piedra» (desde Alegre 1994 I: 64) y el pataleo del Marqués de Lema.

Con respecto a los avances de la LEA se pueden plantear varios aspectos. No cabe duda de
que el concepto de arqueología que plantea la LEA nada tiene que ver con nuestra definición
moderna. Sin embargo, ya se está mencionando el acto de excavar como medio de localizar
artefactos arqueológicos1 —por ende, antiguos— aunque aún se limiten hasta la Edad Media.
Del mismo modo, se reconocen los bienes inmuebles y no sólo los artefactos, como parte
de este patrimonio. En contra, como apuntaba antes, de la normativa del momento, ya se
huye del concepto de «tesoro» en lo que se refiere a los hallazgos arqueológicos, que pasan
a ser de interés directo para el Estado al apropiarse de ellos por mandato legal. El hallazgo
casual queda así diferenciado de la intervención sin autorización. Ambos casos, revierten en
el Estado, sembrando la semilla del dominio público de los bienes arqueológicos. Este tema
era de vital importancia en la época y por ello se establece un proceso de autorización que
regule las intervenciones, aplicando un control tácito a lo que ocurre en el territorio nacional
y reconociendo el valor de la actividad. Del mismo modo, la limitación del comercio y la
propiedad en casos concretos, representa un pequeño avance de cara al futuro del patrimonio
arqueológico ya que, mientras los exploradores locales mantienen su derecho a la propiedad
de los bienes encontrados legalmente, los extranjeros sólo podrán atesorar aquellos bienes
duplicados. Más allá, cuando esos exploradores locales quieran exportar un bien, el Estado
podrá intervenir, asegurando que todos los bienes de interés queden formando parte del
patrimonio nacional —incipiente dominio público.

Esta ley se desarrollaría con un reglamento provisional de 46 artículos, aprobado en marzo


de 1912. En él, además de establecer el régimen de funcionamiento de la Junta Superior
de Excavaciones, se plasman ya detalles concretos como el sistema de autorización de
intervenciones o el establecimiento del inventario. Sin embargo, deben quedar varios asuntos
pendientes, pues la posterior Ley de Monumentos de 1915 hace referencia a un sistema de
catalogación que no aparece en ningún artículo de la LEA (Alegre 1994 I: 73). Sin embargo,
además de ese sistema de catalogación inexistente, un aspecto importante en el que pocas
veces se repara de esta ley, que ha pasado sin pena ni gloria por la historia de la legislación
patrimonial española, es que se apunta a la sociedad civil como promotora de la protección,
dándole capacidad para incoar expedientes tanto a título corporativo como individual:
1 «Artículo primero. Se entiende por excavaciones, a los efectos de esta Ley, las remociones deliberadas y metódicas de terrenos
respecto a los cuales existan indicios de yacimientos arqueológicos, ya sean restos de construcciones, o ya antigüedades»
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
188 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

«Artículo 1. […] en los respectivos expedientes, que se incoarán, a petición de


cualquier Corporación o particular, y que habrán de incluirse en el catálogo que
ha de formarse por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, con arreglo
a lo dispuesto en la Ley de 7 de julio de 1911» (Ley de Monumentos).

En 1923 se aprobaría el Real Decreto de 9 de enero de 1923, sobre enajenación de obras


artísticas, históricas o arqueológicas en posesión de entidades eclesiásticas, que pasará sin
mayor trascendencia por el panorama legal, especialmente ante la promulgación inminente
del Real Decreto Ley —de 3 de noviembre de 1925, modificado a 22 de enero de 1926—
sobre protección y conservación de la riqueza artística, que en su preámbulo plantea uno de
los principales problemas de la legislación:

«De poco han servido, señor, las leyes anteriores; no han tenido eficacia sus
preceptos, que es tan grande nuestro acervo artístico nacional, tan rico en
monumentos, y sus riquezas tan diseminadas por la prodigiosa fecundidad artística
de nuestros mayores, que de atenernos a los preceptos y al espíritu dominante
en aquellas leyes no bastaría el presupuesto entero del Estado si nuestro tesoro
artístico nacional hubiera de ser rescatado y custodiado como es debido y merece.
[…] Precisa, por tanto, señor, la intervención directa y eficaz del Estado, si es que
pretendemos fijar de una vez y para siempre la riqueza monumental de España al
suelo de la nación» (Real Decreto Ley de 1926).

La ineficacia de la legislación era ya un problema en estos momentos, como lo es hoy.


Así que el objeto de este Decreto Ley es ganar en eficiencia para la protección del ahora
llamado «Tesoro artístico arqueológico nacional». Uno de los principales avances de esta
norma es precisamente englobar por fin todo el acervo patrimonial, mueble e inmueble, a
ese nuevo concepto de tesoro artístico, pero además conectar monumento y ciudad en un
primer acercamiento a la protección monumental en procesos urbanísticos (Alegre 1994 I:
83). Pero junto con los avances, pasos atrás. Si bien se genera por fin ese catálogo en el que
registrar los bienes declarados, ya no hay cabida para la incoación de expedientes por parte
de la ciudadanía. Bien es cierto que se trataba de un aspecto adelantado al momento, pero en
estos momentos estamos en una situación similar con el ejemplo de la nueva ley madrileña.
Muchas de las premisas que se tendrán en cuenta en la LPHA, o incluso directamente en la
LPHE se formulan en este momento, especialmente las referidas al deber de conservación
de inmuebles de titularidad privada y a las medidas derivadas de su incumplimiento, por
ejemplo.

Pero uno de los principales avances será el que trae consigo la proclamación de la II
República. A pesar de que la LPHA es una ley muchas veces sobrevalorada, si que representa
un avance normativo importante para el patrimonio. Si bien su germen está en la legislación
anterior, será la Constitución de 1931 la que marque la necesidad de plasmar en forma de Ley
el precepto de su artículo 45:

«Toda la riqueza artística e histórica del país, sea cual fuere su dueño constituye
tesoro cultural de la Nación y estará bajo la salvaguarda del Estado, que podrá
prohibir su exportación y enajenación y decretar las expropiaciones legales
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 189

que estime oportunas para su defensa. El Estado organizará un registro de la


riqueza artística e histórica, asegurará su celosa custodia y atenderá a su perfecta
conservación.
El Estado protegerá también los lugares notables por su belleza natural o por su
valor artístico o histórico» (Constitución de 1931)

En un artículo tan corto se condensa el espíritu de la posterior Ley, incluso en lenguaje.


Pero además, contó con un rico debate para su redacción final, poniendo de manifiesto el
interés por el patrimonio de las Cortes en un momento en el que personajes de la talla de
Sánchez Albornoz o Giner de los Ríos formaban parte del panorama político español.

En los meses previos a la aprobación de la LPHA, varios decretos fueron marcando el


camino de la nueva norma. El 22 de mayo se aprobó un Decreto que marcaba pautas para
la enajenación de bienes pero, de forma igualmente interesante, establecía la gratuidad de
la visita a museos estatales para profesores y sus alumnos, así como para investigadores,
con el ánimo de fomentar la visita y el aprendizaje. En esa misma línea, una Orden del 1 de
junio facilitaría el acceso a archivos. Por su parte, un nuevo Decreto el 3 de junio, ratificado
con fuerza de Ley el 4 de noviembre, declaraba como Monumento Histórico-Artístico una
serie de bienes del territorio nacional, poniendo el punto de partida al nuevo catálogo. El
tema de las enajenaciones ha sido siempre conflictivo y, por ello, un nuevo Decreto de julio
perfiló el régimen de las enajenaciones privadas y prohibió temporalmente la exportación
de bienes, hasta que se aprobó apenas un mes después la Ley de 10 de diciembre de 1931,
sobre enajenación de bienes de más de 100 años de antigüedad. Esta Ley marcaría un ámbito
temporal que se respetará en la LPHA y que será tenido en cuenta en otras legislaciones, sin
prejuicio de la protección de otros bienes más modernos. Pero ha sido una ley no exenta de
críticas:

«Si, por un lado, ha despertado encendidos elogios en la medida en que constituyó


una respuesta avanzada y adecuada a los problemas que la conservación de los
bienes histórico-artísticos planteaba, por otro, ha sido también blanco de las más
aceradas críticas, especialmente por lo que se refiere a la ausencia en la misma
de mecanismos de conexión entre la tutela monumental, verdadero centro de
las preocupaciones del legislador, y las técnicas urbanísticas de protección y
ordenación inmobiliarias, ausencia que significó un verdadero retroceso» (Alegre
1994 I: 119).

Ni de problemas, al dejar sin derogar todo lo que no contraviniera a la nueva ley, en un


ejercicio de pereza que ha generado problemas en años posteriores, especialmente en lo que
se refiere a la propiedad.

En cualquier caso, se ha tratado de una ley sorprendentemente consensuada, con una


sola enmienda y una votación favorable en Cortes de 228-3, poniendo de manifiesto una
utilidad que se hizo, si cabe, más patente, al mantenerse vigente en tres periodos políticos
muy diferentes; República —con un importante vaivén político—, Dictadura —tras un
levantamiento contra la propia República— y Transición democrática —durante una década
hasta la aprobación de la LPHE. Tanto la ley como su Reglamento, aprobado el 16 de abril
de 1936, consolidaron algunos aspectos esenciales para la gestión del patrimonio cultural.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
190 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Por un lado, los catálogos se establecen como fórmula de protección básica, sin prejuicio de
la propiedad. De hecho, en un marcado tono anticlerical, una ley previa, de 2 de junio de
1933, establece los bienes de la iglesia como «Tesoro artístico nacional». Por otro lado, la ley
establece un marco jurídico para bienes muebles e inmuebles.

En el caso de los bienes muebles, se limita a continuar con la regulación del tráfico de
los bienes, sin avances excepcionales. Para los bienes inmuebles, el proceso de declaración
formal supone un avance y marcará algunos precedentes importantes para el futuro como
el deber de consolidar, el derecho a audiencia de los titulares, los gastos compartidos, la
necesidad de autorización para la intervención y, lo que es más importante, la incoación del
expediente como medida cautelar.

El Decreto de 22 de julio de 1958 sobre monumentos provinciales y locales,

«va a permitir a la Administración de Bellas Artes conocer los proyectos de


obras o de construcción que pretendan realizarse en las zonas inmediatas a un
monumento (histórico-artístico nacional, provincial o local) o que puedan alterar
el ambiente propio de aquel, de suerte que las obras ejecutadas sin la aprobación
administrativa correspondiente serán reputadas clandestinas, con la consecuencia
de su remoción o reforma» (Alegre 1994 I: 176).

De este modo se cubría uno de los aspectos que habían quedado teóricamente desatendidos
por la LPHA, que será finalmente completada por las Instrucciones de 1964 sobre ordenación
urbana en conjuntos históricos. Así, se aseguraba un mayor control sobre los entornos de
los bienes declarados en un momento en el que el crecimiento urbano era un hecho en las
principales ciudades españolas, pero en el que los estragos de la Guerra Civil ya habían sido
«restaurados» sin un control tan estricto.

Desde ese momento, el único avance importante que se va a llevar a cabo hasta la muerte
de Franco es la ratificación del Convenio de Londres en 1975, que pondrá el colofón a un
periodo y abrirá el nuevo proceso legislativo, democrático, en el que nos encontramos aún
hoy.

7.2. La democratización de la gestión

Con la llegada de la democracia, nos encontramos ante un panorama social y político


nuevo que requiere un ordenamiento más adecuado a los tiempos y las necesidades del
Estado —que no de la sociedad. La nueva Constitución Española establece en su artículo 46
el deber del Estado de velar por su protección:

«Artículo 46. Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán


el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de
España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico
y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio»
(Constitución Española).
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 191

Con respecto al patrimonio arqueológico, además, el Estado acaba de ratificar el Convenio


Europeo para la protección del patrimonio arqueológico2 y la legislación vigente en la
Transición no cumple con los requerimientos de la normativa internacional, al igual que
pasa en otros ámbitos del patrimonio. Hay que decir que el Convenio de Londres es laxo con
respecto a muchos de los aspectos que trata, poniendo el hincapié en el tráfico ilícito de bienes
arqueológicos. A título personal, el artículo 5d, al respecto de los programas educativos, es
el más interesante de todo el texto, que no deja de poner sobre el papel una dinámica que
hoy está más que superada y que ya se estaba gestionando de forma incipiente con la antigua
legislación. En cualquier caso, un nuevo régimen requería una nueva ley y así lo hicieron
notar los propios profesionales, muy implicados en el proceso desde el principio con críticas
a las primeras propuestas y, más adelante, en la misma redacción y defensa. Para muchos, el
objetivo no era una nueva ley, sino retocar la legislación existente y, sobre todo, hacer que
se cumpliera (Fernández Miranda 1980: 15). Sin embargo, la dinámica que comenzó con
el Anteproyecto de Pío Cabanillas marcó la inevitabilidad de una nueva norma. En sentido
estricto, una nueva norma se hacía necesaria, al menos para compilar una larga lista de
decretos y leyes en un solo texto que dotara de mayor seguridad jurídica al patrimonio.

El texto que mejor suerte corrió fue el Proyecto de Ley de Patrimonio Histórico Artístico
de 1981, cuya sección dedicada a la arqueología salió bien parada de las críticas. Por lo
general, continuaba con la línea marcada por la legislación anterior pero con una novedad
de vital importancia; la consideración como dominio público de todos los bienes integrantes
del patrimonio sea cual fuere su titularidad, e incluyendo los bienes arqueológicos inmuebles
en esa categoría. Este es un hecho que venía planteándose desde hacía tiempo y que estará
también reflejado en la LPHE.

De forma paralela al Proyecto de Ley de 1981, se preparó un Anteproyecto de Reglamento


de Excavaciones, que sustituyera la hasta entonces vigente legislación de principios de siglo.
La necesidad se hacía patente especialmente desde el momento en que la titularidad pública
de los bienes arqueológicos parecía haber alcanzado un punto de no retorno en los planes de
reforma normativa.

«Puede extrañar que sin estar aprobada una Ley se comience a regular un
posible reglamento que en realidad debe estar producido por ella y desarrollar su
articulado. En realidad lo que se pretendió fue ir preparando, mediante consultas
de distinto tipo, un boceto de reglamento que pudiera estar disponible en el
momento necesario, bien para luego adaptarlo a la ley que se apruebe o bien, si
ésta no prosperara, para modificar el actualmente en vigor» (Fernández Miranda
1980: 17).

Entre los avances del Proyecto de Ley de 1981 tenemos también el requerimiento de
intervenciones proto-preventivas en esos lugares donde se presumen la existencia de restos
arqueológicos, además planteando la necesidad de un convenio entre los servicios técnicos
oficiales y los propietarios del terreno (art. 63.1). Este caso es interesante de cara al futuro
desarrollo de los acontecimientos, ya que podría haber favorecido el fortalecimiento de las
instituciones públicas frente a la privatización del mercado. Por otro lado, el artículo 68.3 me

2 Firmado en Londres en 1969, el Estado español lo ratificará en julio de 1975 (BOE 160/1975 de 5 de julio).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
192 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

resulta de especial interés al marcar los mínimos de una autorización, incluyendo cuestiones
que aún hoy se están peleando en la legislación actual como la inclusión de presupuestos o
las medidas de difusión de las intervenciones. Por último, y no menos importante, se establece
el procedimiento de depósito de materiales que, no podemos olvidar, ya son considerados
públicos.

El Reglamento se fija en algunos términos similares a los del Proyecto de Ley, pero añade
cuestiones de gran interés como la situación de las misiones extranjeras que continúan
trabajando en nuestro país, que no se mencionan expresamente en el Proyecto de Ley —
aunque se intuyen incluidas en el mismo marco que el resto. Además, incluye una serie
de artículos enfocados al urbanismo, con medidas drásticas que responden a la experiencia
de esos últimos años en arqueología urbana (Rodríguez Temiño 2004). Con respecto a los
casos de expolio, que también aparecen tratados, hay una medida interesante que incluye
la catalogación de todos los bienes poseídos por particulares, que de no efectuarse tendría
como consecuencia su confiscación. Una suerte de oportunidad de regularizar el patrimonio
arqueológico en colecciones privadas que de haberse recogido en la LPHE habría supuesto
un avance espectacular en la lucha contra el expolio.

A pesar de todo, el Proyecto de Ley de 1981 nunca llegó a aprobarse y, tras el cambio de
gobierno de 1982 se comenzaría un nuevo proceso que, ahora si, culminará en la aprobación
de la LPHE3. Una aprobación de consenso pero no exenta de polémica. Al Proyecto de
Ley presentado a las Cortes en abril de 1984 se presentaron 251 enmiendas parciales y 4
enmiendas a la totalidad —Dos por parte de diputados vascos y catalanes que entendían que
el Proyecto de Ley atentaba contra sus competencias, otra del Grupo Popular que planteaba
un texto alternativo y una última del Grupo Mixto que la encontraba insuficiente.

Precisamente, en la intervención durante el debate del Diputado del Grupo Mixto Pérez
Royo, se expuso uno de los aspectos más interesantes con respecto a lo que nos esperaba con
la LPHE:

«Nosotros proponemos, en sustitución de este proyecto de Ley que propone el


Gobierno, la elaboración de otro proyecto, basado en una política progresista
de defensa y enriquecimiento de nuestro Patrimonio Histórico, que debe ser
activa, corrigiendo y eliminando las causas de la destrucción y el expolio, global,
entendiendo como patrimonio histórico lo existente y definiendo a partir de ahí lo
desechable, y no al revés; planteando el marco de ordenación territorial, técnico,
educativo, fiscal, productivo y medioambiental que haga posible su defensa y su
acrecentamiento» (Pérez Royo a través de Alegre 1994 I: 301).

Esta entelequia que ya se pide en 1984, no fue atendida en la reforma del Proyecto de Ley
y, desde luego, sigue sin haber sido resuelta hoy. La LPHE mantiene el espíritu esencialista de
la legislación patrimonial de nuestro país, por el que el patrimonio es entendido como fin y
no como medio, como todo y no como parte (Alonso Ibáñez 1992: 56). De cualquier modo,
el Proyecto de Ley presentado terminará siendo aprobado con consenso en junio de 1985,

3 Aquí he de hacer un inciso para hablar de otra Ley sin romper el discurso. Se trata de la Ley 23/1982, de 16 de junio, del
Patrimonio Nacional —parcialmente modificada por la Ley 44/1995— en la que se otorgaba al Estado la titularidad de los bienes
al servicio de la Corona. Dicha Ley cuenta con un Reglamento aprobado por Real Decreto en 1987, que corrobora la dimensión
cultural del Patrimonio Nacional.
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 193

convirtiéndose en nuestra Ley marco actual. Un consenso no exento de polémica, como así
constatará el recurso ante el Tribunal Constitucional que se presentó inmediatamente después
de su aprobación por parte de Galicia, el País Vasco y Cataluña, cuyas demandas no se vieron
del todo satisfechas, viendo aún invadidas sus competencias.

Los análisis existentes de la LPHE son exhaustivos, especialmente con el paso de los años y
la constatación de algunos de sus problemas (Alegre 1997). En resumen, como características
principales podemos recoger e cuadro 3.4 del Manual de Gestión del Patrimonio Cultural
de M. Ángeles Querol (Querol 2010: 43): el patrimonio histórico pasa a considerar bienes
materiales e inmateriales independientemente de su valor artístico o económico. La
protección de los bienes está por encima de su propiedad. Se establecen tres niveles de
protección; Bien de Interés Cultural, bienes inventariados y bienes integrantes, que por el
hecho de ser patrimonio cultural están igualmente protegidos. Se establecen cinco tipos de
patrimonio especial; arqueológico, etnográfico, documental, bibliográfico y museístico. Se
crea el Consejo de Patrimonio Histórico para coordinar a las diferentes administraciones. Se
elabora una topología de BIC; Monumentos, Jardines, Conjuntos y Sitios Históricos y Zonas
Arqueológicas. Se amplían y tipifican las infracciones.

Puede que la LPHE mereciera un análisis más profundo de su articulado, sin embargo ese
no es el objetivo de este capítulo y los aspectos de mayor interés para el contenido de esta
tesis doctoral repararán en todo lo necesario. En cualquier caso, sólo puedo volver a hacer
referencia al trabajo de Alegre Ávila (1994) o la compilación de Pérez de Armiñán (1987), que
analizan de forma muy pormenorizada todo el articulado y sus vicisitudes.

Sólo un año después de la aprobación de la LPHE será aprobado un reglamento parcial


tramitado de forma urgente para la regulación de los Órganos Colegiados, procedimientos
administrativos necesarios como las declaraciones y los inventarios, la transmisión y circulación
de bienes y las medidas de fomento. Mientras tanto, algunas Comunidades Autónomas
redactarían circulares, órdenes y decretos sobre arqueología (APAE 1987; Querol 1995).

Con el recurso presentado ante el Tribunal Constitucional, que no se fallará hasta 1991 y la
espera por las nuevas leyes autonómicas, los primeros años de aplicación de la LPHE dan como
resultado la aplicación ya generalizada a principios de los años 90 de un modelo que nada
tiene que ver con los redactado en la Ley. Por eso, pronto comenzarán las críticas, e incluso
las peticiones de reforma. Con una ley que miraba al pasado, ante un futuro radicalmente
diferente, las Comunidades Autónomas se veían coartadas en sus capacidades de cambio.
La experiencia nos ha mostrado que sólo hasta cierto punto. Pero, en cualquier caso, era
cuestión de tiempo que se abriera un proceso de reflexión sobre la LPHE, que tras quince años
de aplicación de la ley se materializaría en la sede del PSOE y poco después tomaría forma
en los últimos meses del Gobierno de José María Aznar.

En el año 2003, la Ministra Pilar del Castillo organizó unas jornadas con el objetivo final
de modificar la LPHE. Con el cambio de Gobierno, en la tónica de consenso de la legislación
patrimonial, el proyecto no se abandona y Carmen Calvo, nueva Ministra de Cultura,
continúa con los trabajos al respecto. En el año 2005, tras un taller con los principales juristas
especializados en el tema, se solicita un dictamen al respecto. La mayoría de las opiniones
son favorables a la modificación (Alegre 2009; García Fernández 2009), si bien hay opciones
que abogaron por una nueva ley y otras por una reforma de la existente. Tras un impasse,
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
194 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

el Ministro Molina dicta una orden ministerial para constituir una comisión que redacte el
proyecto de ley4. Comisión que ha levantado recelos:

«aunque no es imprescindible, puede ser útil constituir un grupo de expertos para


redactar el borrador de un proyecto de ley y hay suficientes ejemplos de ellos pero
a veces es más prudente no formalizar su creación y ello tanto por la eventual
circunstancia de que el grupo no llegue a redactar los materiales para los que ha
sido creado como por la posibilidad de la composición del mismo sea criticada
por la opinión pública.
Por otra parte, cuando un Ministerio crea formalmente una Comisión de expertos
está reconociendo implícitamente ante la opinión pública que carece de
funcionarios competentes para redactar el proyecto de ley, lo que no es el caso
del Ministerio de Cultura» (García Fernández 2009: 21-22).

Una queja eminentemente política, pero a la que no le falta razón, especialmente cuando
esta apuesta termina en fracaso. El 19 de noviembre de 2009, la Directora General de Bellas
Artes llevó ante la Comisión de Cultura del Congreso un borrador de anteproyecto malo, que
no satisfacía a nadie y que actualmente está más que enterrado aunque en ese momento no
se iba a paralizar.

«La combinación de adanismo y de expertos competentes pero inadecuados


para reformar la Ley solo podía dar un resultado poco aprovechable» (García
Fernández 2009: 24).

Pérez de Armiñán plantea tres desafíos pendientes para la ley a los diez años de su
promulgación; una protección eficaz, el planeamiento y las medidas de fomento (Pérez
de Armiñán 1997). Todas ellas siguen estando pendientes a los treinta años, poniendo de
manifiesto la necesidad de articular algún tipo de reforma. En el año 2000 se organiza una
reunión en la sede del PSOE donde un grupo de 48 especialistas concluye en la necesidad
de cambio o reforma (Leguina y Baquedano 2000). Este cambio está motivado por las normas
regionales, que ya estaban extendidas por casi todo el territorio —en ese momento sólo
faltaban cinco Comunidades Autónomas por elaborar su ley—, pero también por la necesidad
de clarificar otros aspectos competenciales como los que afectaban a las corporaciones
locales. En relación directa con ellos está la cuestión del urbanismo y el Medio Ambiente, un
tema acuciante en esos momentos y cuyas consecuencias hemos visto ya. Los patrimonios
especiales aparecen también mencionados, en concreto el industrial y el inmaterial. Pero,
sobre todo, cuestiones de derecho como el marco de actuación ante el expolio y la regulación
de detectores de metales, el comercio de bienes y su tratamiento fiscal, así como las propias
infracciones y sanciones. A mediados de la década pasada, ante el fracaso evidente del nuevo
proyecto, se alzaron algunas voces al respecto. En concreto, Alegre Ávila (2009) y García
Fernández (2009) plantean su postura en sendos artículos de la revista Patrimonio Cultural y
Derecho.

El primero, es partidario de una ley nueva en la que el cambio de nombre —Histórico


por Cultural— ponga de manifiesto un cambio de filosofía. Además incluiría una serie de

4 Orden CUL/2395/2008 publicada en el BOE de 12 agosto de 2008.


7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 195

patrimonios especiales tratados de forma individualizada dada su especificidad a la hora de


la gestión, especificando y clarificando nuevas categorías de protección más efectivas. En
especial se refiere al patrimonio subacuático y al patrimonio etnológico. Del mismo modo,
uno de los puntos más interesantes es el de los Planes Especiales y el régimen de autorización:

«parece que la aprobación del Plan Especial del Sitio Histórico o de la Zona
Arqueológica, de suerte que, al igual que ocurre en el caso de los Planes Especiales
de los Conjuntos Históricos, una vez producida la aprobación definitiva, la
gestión del Plan Especial (incluido, por supuesto, el otorgamiento de las oportunas
autorizaciones) corresponde al Municipio o Municipios interesados» (Alegre
2009, 15).

¿Por qué se pide un Plan Especial si la autorización sigue dependiendo de la Comunidad


Autónoma y no del Ayuntamiento? Esta pregunta denota un cierto desconocimiento de las
dinámicas de gestión del patrimonio urbano, pero no le falta razón al cuestionar la base de
un sistema más que defectuoso donde la concurrencia de competencias es el menor de los
problemas.

Sin salir de las competencias, Alegre Ávila critica la demanialización de los bienes
arqueológicos que han llevado a cabo las Comunidades Autónomas, aludiendo a una sentencia
del Tribunal Constitucional (227/1998) sobre la propiedad de las aguas, que aplicaría también
a este hecho. Siendo bienes de Dominio Público, este tipo de luchas me resultan más políticas
que efectivas. En cualquier caso, los cambios propuestos son lo suficientemente sustanciales
como para requerir una reforma completa de la norma.

Por su parte, Javier García Fernández aplicaría sólo algunos cambios a la LPHE que con
modificaciones mínimas de su articulado —tan sólo 13 artículos— actualizarían la norma. Su
celo por la LPHE sólo se puede explicar desde lo personal, pero la solución parece adecuada.
Entre los cambios; la adaptación a la nueva normativa internacional, la reforma del régimen de
exportaciones y circulación internacional, así como de la circulación interna, la manifestación
de la cooperación entre Comunidades Autónomas y Estado, la definición de las competencias
locales, la redefinición de algunos términos como «entorno», «inventarios» o «restauración»
y la inclusión de los nuevos patrimonios.

Personalmente, considero que estas reformas serían interesantes pero de largo insuficientes
para la correcta actualización de la norma. Como ya he citado y citaré de nuevo, una hipotética
nueva ley debería huir del esencialismo y convertirse en un medio para la gestión eficiente
y el uso social del patrimonio (Alonso Ibáñez 1992: 59). Sólo así alcanzaríamos una norma
innovadora y posiblemente útil, aunque la configuración cuasi federal de nuestro Estado lo
dificulte enormemente —a nivel nacional. En cualquier caso, volviendo a García Fernández
para cerrar este apartado:

«Ésta sería mi conclusión, que dentro de poco quizás ya no tenga mucho sentido
hablar de esta Ley de Patrimonio Histórico Español en el campo de la arqueología,
pero ha servido para lo que ha servido y tengo la esperanza, incluso, de que
vuelva a servir» (García Fernández 2002: 178).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
196 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

7.3. La regionalización del patrimonio

La bibliografía sobre legislación autonómica es amplia e interesante. A trabajos genéricos


que analizan un conjunto de leyes (Martínez y Querol 1996; Querol y Martínez 2001; Barrero
2009; Pérez 2011; Alonso Ibáñez 2014) podemos sumar un buen número de trabajos que
desglosan, normalmente de un modo más descriptivo que analítico, la legislación de sus
Comunidades Autónomas y sus efectos en ámbitos concretos del patrimonio. Así, tenemos
por ejemplo: Andalucía (Rodríguez León 2009; Caruz 2010), Aragón (Pomed 2011), Asturias
(Alonso Ibáñez 2001; 2012), Baleares (Gornés 2008; Ollers 2013), Canarias (González
Sanfiel 2014), Cantabria (Alegre 2002), Castilla la Mancha (Benítez de Lugo 2013), Castilla y
León (Fernández de Gatta 2006), Cataluña (Uribesalgo 2007), Galicia (Fariña 1999), Madrid
(Ballarín 1999; Yáñez 2013), Murcia (Alcázar 2009) y Valencia (Carrera 2002).

Aunque mencionaré algunos detalles interesantes de la legislación autonómica, o al menos


de su evolución, en este apartado no haré una reseña exhaustiva de las leyes, sino un repaso
de su significación para la gestión del patrimonio —especialmente arqueológico— en España.
Una España que, como acabamos de ver, ya no va a desarrollar una gestión centralizada, sino
que se volcará en las autonomías. Por ello, la aprobación de la LPHE planteó una problemática
muy interesante en tanto en cuanto invadía competencias que constitucionalmente deberían
recaer en las regiones. Por ello, al poco tiempo de aprobarse la norma, 3 Comunidades
Autónomas —Galicia, País Vasco y Cataluña— presentan un recurso al Tribunal Constitucional
que se fallará en 1991 abriendo la puerta a la primera generación de leyes autonómicas.

El recurso planteado era sencillo, tal y como se enmendó en el Proyecto de Ley, estas
comunidades consideraban que la LPHE invadía sus competencias —exclusivas— en
patrimonio cultural, especialmente en lo que se refiere a la declaración de Bien de Interés
Cultural, planteada como Real Decreto en el texto original y, por tanto, como competencia
última de la Administración General del Estado y no de las Comunidades Autónomas, que
quedaban como meras ponentes —en un sistema similar al de propuesta de sitios para la Lista
Indicativa de Patrimonio Mundial.

El recurso fue fallado a favor de los demandantes en 1991, desbloqueando el proceso de


declaración de BIC que habían boicoteado las regiones demandantes —que no habían enviado
un solo expediente de declaración. Si bien la sentencia no cambió en profundidad otros
aspectos de la ley, sí que sentó las bases en cuanto a la concurrencia de competencias entre
administraciones, dotando de seguridad jurídica a los procesos y aclarando algunos claroscuros
que aún hoy siguen en debate con respecto a algunos aspectos de la LPHE (Barrero 2009).

Haciendo un recorrido histórico por las nuevas leyes promulgadas desde las Comunidades
Autónomas, nos encontramos con cuatro fases —generaciones— normativas de acuerdo a la
bibliografía (en resumen Querol 2010):

-- Primera generación: Formada por las leyes de Castilla la Mancha (1990), País Vasco
(1990), Andalucía (1991), Cataluña (1993) y Galicia (1995). Se caracteriza por
reproducir en esencia lo mismo que dicta la LPHE sin aportar novedades destacables
más allá del toque nacionalista de la Ley catalana.

-- Segunda generación: Formada por las leyes de Valencia (1998), Madrid (1998), Cantabria
(1998), Islas Baleares (1998), Aragón (1999), Canarias (1999) y Extremadura (1999). Es
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 197

una hornada de leyes un poco más reposadas que desarrollan con más detalle los
aspectos planteados por la LPHE, aunque sin aportar aún novedades significativas más
allá de las tipologías de BIC.

-- Tercera generación: Formada por las leyes de Asturias (2001), Castilla y León (2002), La
Rioja (2004), Navarra (2005) y Murcia (2007), así como las reformas de la ley valenciana
(2004 y 2007) y de la ley canaria (2002). Salvo la ley de Castilla y León, que mantiene
la exhaustividad de la segunda generación, estas leyes son mucho más concisas, tal
vez debido a la inefectividad generalizada de las leyes promulgadas hasta el momento.

-- Cuarta generación: Se inicia con la segunda ronda de leyes en 2007 tras la aprobación
de la nueva ley andaluza y continúa en 2013 con las leyes de Castilla la Mancha y
Madrid. En este caso se trata de tres ejemplos distantes, casi ideológicos. Mientras
la ley andaluza mantiene una tónica proteccionista y reguladora, Castila la Mancha
simplifica la norma, aún centrada, y Madrid apuesta por una simplificación mucho más
liberal. Mientras escribo estas líneas, el nuevo proyecto de ley gallego está en fase de
consulta.

Este proceso es muy interesante y responde a necesidades políticas muy marcadas.


Especialmente el caso de las tres comunidades que interponen el recurso ante el Tribunal
Constitucional y que aprueban sus propias leyes inmediatamente después del fallo, junto con
Castilla la Mancha y Andalucía que lo hacen por responsabilidad. Las comunidades pequeñas
no tienen la necesidad imperiosa de publicar sus propias leyes, ya que la LPHE cubre con creces
sus necesidades. En el caso de Castilla y León, la presión urbanística y de infraestructuras no es
lo suficientemente grande como para necesitar una ley propia, por lo que aprueba una norma
tradicional y bien regulada sin las prisas electorales de otras comunidades. Como comentaba
con la cuarta generación, la tendencia política se marca claramente en dos ejemplos opuestos;
Andalucía y Madrid, esta última recurrida ante el Tribunal Constitucional —con fallo favorable
en 2014—, pero fuertemente ideologizada también en el articulado que no entra en conflicto
con la Constitución. Pero, por encima de todo, una ley que rompe el consenso normalizado en
la historia de la legislación patrimonial española (García Fernández 2014).

«El consenso alcanzado en su proceso de elaboración estuvo, ciertamente, a la


altura esperada, y reveló un alto grado de conciencia política para hacerse eco de
las demandas y del estado dominante de opinión de los sectores especializados
en esta materia» (Alonso Ibáñez 2012: 107).
«Ese consenso básico, que descansa en el supuesto de que la protección
de los bienes culturales exige una actuación constante por parte de todas las
Administraciones Públicas, se ha roto, como decimos, con la Ley 2/2013, de 8 de
junio, de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid» (García Fernández
2014: 25).

Estos dos ejemplos plantean el panorama que nos encontramos ante la cuarta generación de
leyes. Ambos, juristas de reconocido prestigio en el campo del patrimonio histórico, tratan el
mismo asunto desde la perspectiva de dos leyes diferentes. En el primer caso, la asturiana, que
mantuvo la tradición de consenso y, en el segundo, la madrileña, que la rompió. El duro texto
de Javier García Fernández en el que se enmarca esta cita, pone de manifiesto el descontento
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
198 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

de un colectivo que ha tenido que pasar bajo el aro de la política. Este proceso lo comentaré
con más detalle más adelante pero desde mi perspectiva, puede que marque un punto de
inflexión real hacia la cuarta generación de leyes, ya que pone de manifiesto la necesidad de
una redefinición de la política patrimonial de nuestro país en un sentido muy profundo. Al fin
y al cabo, las leyes de Andalucía y Castilla la Mancha, bien podían enmarcarse en la tercera
generación de no ser porque representan segundas leyes.

7.4. Looking beyond our (physical) borders

Do not panic! This chapter is not about legislation in other countries, but international
legislation for archaeological heritage. Since the inclusion of Spain in the international arena
—especially the UN in 1955 and the current EU in 1986— national and regional laws have
not been the only ones to apply. In this sense, Spain had to deal with specific regulations from
international institutions, some of which were only recommendations, others —EU ones—
mandatory. However, international organizations were not the only international policies to
take into account when legislating in Spain. One of the main impacts for our legislation comes
from French and Italian policy, especially the “Franceschini Committee” that took place in Italy
in the 60s setting the standards for modern legislation in cultural heritage (Martínez Pino 2012).
The same way England and the USA where a model for the management of archaeological
heritage in terms of outsourcing works, Italy has been the model for conservation, protection
and legislation. As the comparative study of laws is not my expertise, I will not delve on that
issue but just say that traditions are strong in what to the Law refers and so, Spain has always
been closer to the South, following Roman law. Then, I will focus on the texts from UNESCO
and the European Union endorsed by Spain.

7.4.1. UNESCO

Spain enters the United Nations in 1955, endorsed by the USA. After WWII, Franco’s
regime was somehow isolated but soon appeared to be a fair ally in the veiled war against
Communism. The agreement with the USA in 1953, the access to the UN in 1955 and the visit
of President Eisenhower in 1959 where the final push for the regime and its shift to a sort of
technocratic fascism. Not many things had changed since this same UN condemned Franco’s
dictatorship, but the USA where a strong contributor as Spain is now. Besides being the 14th
economy of the World, Spain is the 9th contributor to the UN and its commitment was strong
since the very beginning —for those issues that did not affect local politics. However, this
context opened the door to new recommendations on Cultural Heritage that Spain started to
endorse soon.

The first one was The Hague Convention 19545, ratified by Spain in 1960. Mostar, in Bosnia
and Herzegovina, is maybe the main example of application of article 5 in this Convention,
with the restoration of Mostar Bridge and other cultural properties in the area, where Spanish
enforcement is still deployed.

5 Convention for the Protection of Cultural Property in the event of armed conflict.
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 199

Paris Convention 19706, was not surprisingly ratified by Spain in 1986. Until the new
Heritage Law of 1985 was passed, national legislation did not match the requirements of
the Convention. However, since its ratification, Spain has been deeply involved in several
processes and the principles of the Convention are clearly stated in the legislation.

Paris Convention 19727, or the World Heritage Convention, was accepted by Spain in 1982.
Since then, Spain has become the third country with more listed sites in the subsequent World
Heritage List.

Paris Convention 20018, was quickly ratified by Spain in 2005, in the context of major
looting of underwater heritage in the Caribbean. The threat was soon enough real in Spain
with the Black Swan Project9 and its consequences. National legislation was insufficient and
the Convention was of great help.

Paris Convention 200310, was ratified in 2006 and, as in the case of the World Heritage
List, is little by little inscribing elements as well as introducing the aims of the Convention into
national legislation11.

Conventions ratified by State Parties are supposed to be committed to them. Something


different happens with Recommendations and Declarations, which offer some ideas for best
practices in the topic of the text, but are only guidance for States. We can find some of them
relating to cultural heritage and there is no doubt they had —and still have— an impact in
national legislation.

Right one year after Spain joined the UN, the Recommendation on International Principles
Applicable to Archaeological Excavations (1956) was published. It stated some important facts
for the legitimation of archaeological heritage research, recognizing archaeology as a Global
domain. It may sound naïve to think a sentence in an international recommendation is that
important, but when an international organization is considering that something is important,
this means the international arena is somehow agreeing on it. The second important document
is the Recommendation concerning the Most Effective Means to Rendering Museums
Accessible to Everyone (1960), which would open two unclosed debates; accessibility, that
is far from being gained in most museums, and price, stating the need to open the museum
to everyone, free of charge —so money is not an obstacle to culture— at least once a week.
Another interesting text was the Recommendation concerning the Safeguarding of Beauty
and Character of Landscapes and Sites (1962), maybe not innovative, but setting some good
intentions for the incipient Environmental Impact Assessments. The Recommendation on the
Means of Prohibiting and Preventing the Illicit Export, Import and Transfer of Ownership of
Cultural Property (1964), delves into the topic before the Convention. An interesting text will be
the Recommendation concerning the Preservation of Cultural Property Endangered by Public

6 Convention on the means of prohibiting and preventing illicit import, export and tranfer of ownership of cultural property.
7 Convention concerning the protection of the World Cultural and Natural Heritage.
8 Convention on the protection of the underwater Cultural Heritage.
9 In 2007, the treasure hunter company Odyssey Marine Exploration Inc. announced the find of a major wreck, whose
“treasure” recovered starting a large legal dispute that ended with the return of the materials (see Rodríguez Temiño 2012)
10 Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage.
11 While I write this chapter, a new Law in the topic has just been passed in the national level. Ley 10/2015, de 26 de mayo, para
la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial is not exempt of polemy, but appeals to the Convention in its preamble. I did not
have time to make an analysis of this law, either publications are out yet, so will just leave the comment of its approval as a note.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
200 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

or Private Works (1968) that aware of the fast development coming in Western countries,
is essential for planning and the germen of preventive archaeology. Following the World
Heritage Convention, the Recommendation concerning the Protection, at National Level, of
the Cultural and Natural Heritage (1972) opens the space for best management practices in
other not listed sites of interest for national governments. Good words that continue with
the Recommendation concerning the Safeguarding and Contemporary Role of Historic Areas
(1976). Rise of concern about the international trade of culture —that to be protected— came
in the 70s due to the inefficacy of the Convention, so the Recommendation concerning the
International Exchange of Cultural Property (1976), tries to set some further standards, also
for other goods. This same year —a very productive one— has one of the most interesting
texts; the Recommendation on Participation by the People at Large in Cultural Life and their
Contribution to it (1976), which remembers culture as one of the basic human rights12 and
the need to involve the public in the management of heritage. As international exhibitions
were growing, the Recommendation for the Protection of Movable Cultural Property (1978)
set some standards like risk assessments or insurance. During the 80s, the increasing concern
about folklore materialized in the Recommendation on the Safeguarding of Traditional Culture
and Folklore (1989). Noting that the 70s had been just the beginning of a greater development
process, mainly affecting cities, the Recommendation on the Historic Urban Landscape (2011)
is the last of a long list, with a modern approach to the problem, which is now also affecting
other areas of the World.

As for Declarations, the lack of texts is evident after the prolixity of Conventions and
Recommendations; however, the Charter on the Preservation of Digital Heritage (2003)
emphasized the importance of a new type of heritage arising after the digital revolution of
the 80s that is now overwhelmingly growing. This Charter does not only have to be seen as a
foresight to protect digital data, but also as a mean for the documentation and safeguarding of
cultural heritage and accessibility to information. The Fribourg Group —a group of specialists
from Fribourg University— proposed in 2007 a new declaration on cultural rights, that tried
to highlight the importance of setting some basic rights on cultural aspects that ensured
education, information, participation, etc. through democratic governance and institutional
commitment. No more than intentions, but probably in the way for one of the next transitional
documents to be made.

If we crosscheck this score of documents with National legislation, we might find how most
of the basic principles are widely accepted. However, paper usually goes beyond reality and
although most of these principles are bylaw in Spain, the application of many of them is still poor.
Along this thesis I have said several times that a law is only a statement of principles when there
is not a political commitment or resources to enforce it. This is why crime still exists and one of
the biggest flaws of Spanish legislation is the Penal Code (see Yañez 2015). While administrative
penalties are clear but rarely applied, penal processes are the exception to the rule in most cases
and judges have very little tools to solve the problem. As in the case of Italy, what Spain needs
is the real commitment of politicians, to provide resources for law enforcement and the judicial
system, as happened in Italy (Rodríguez Temiño 2012). However, this only solves one part of the
problem; damage to heritage by action, or even inaction. But there is still need for real tools for
the effective conservation and enhancement of cultural heritage.
12 The Universal Declaration of Human Rights says in its article 27: “everyone has the right freely to participate in the cultural life
of the community, to enjoy the arts and to share on scientific advancement and its benefits”.
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 201

7.4.2. European Union

Spain demands accession to the European Economic Community (current European Union)
in 1977, as soon as the new institutions of democracy could prepare the petition. However, it
would take nine years, by January 1st 1986, to enter into force the Accession Treaty—together
with Portugal.

The Treaties —as primary legislation— and other acts —as secondary— represent the
legislative body of the European Union. Once a State Member accesses the EU its primary
legislation becomes a kind of Constitution with certain basic principles that affect all Members.
The Lisbon Treaty mentions, “national treasures possessing artistic, historic or archaeological
value” (article 36) as one of the restrictions for the free circulation of goods inside the Union.
This restriction tries to reinforce the fight against the illicit trade of art and antiquities, which
constitutes a great international worry, also addressed by UNESCO. Furthermore, article 167
addresses the “conservation and safeguarding of cultural heritage of European significance” as
one of the actions to encourage from the EU, but “shall adopt incentive measures, excluding
any harmonisation of the laws and regulations of the member states” limiting its range to the
recommendation level.

Recommendations are part of the secondary legislation of the EU, but non-binding and so,
only statements from the Institutions not very different from Opinions, but in a higher level.
Meanwhile, Regulations are direct binding legislative acts to be applied in every Member
State, Directives are binding too, but as objectives to be approached differently by Member
States and Decisions apply only to certain States or companies.

The web site eur-lex.europa.eu collects all the legislative texts —and other parliamentary
materials— in the EU. Searching by “heritage” as keyword, 748 legislative documents of all
kinds appear. Searching by “archaeology” the number comes down to 186. Although the
Lisbon Treaty stated there would not be binding decisions about culture and heritage, 94
Regulations and 16 Directives talk about archaeology. The reason is in its context, as they
have to do with scientific policies, budgets, environmental issues, planning, agriculture, or
transport, amongst other topics. Most of the binding texts are actually related to customs,
which is one of the exceptions to the non-harmonisation policy. However, the interest in the
safeguarding of cultural heritage is in the DNA of the EU and taking it into account when
legislating about different topics is proof of that.

The European Commision’s conventions on cultural heritage are probably the best known
and most influential texts to take into account here. The European Cultural Convention (1954),
sets the basis on cultural heritage policies for the first Union:

“The purpose of this Convention is to develop mutual understanding among the


peoples of Europe and reciprocal appreciation of their cultural diversity, to safeguard
European culture, to promote national contributions to Europe’s common cultural
heritage respecting the same fundamental values and to encourage in particular
the study of the languages, history and civilisation of the Parties to the Convention.
The Convention contributes to concerted action by encouraging cultural activities
of European interest” (Summary of the Treaty, ETS No.018).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
202 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Currently ratified by every member state, it is the first European legislation on the topic.
After it, we can highlight several documents like the Convention for the Protection of the
Architectural Heritage (Granada 1985), the Convention for the Protection of the Archaeological
Heritage (Valletta 1992), or the Convention on the Value of Cultural Heritage for Society (Faro
2005). Spain did not ratify the latter and maybe it will not in the near future, although it would
be a very interesting document for the implementation of public archaeology programs in
Spain. However, seeing the null impact of the ratification of the Valletta Convention in 2011,
we should be pessimistic about the real impact of European legislation in our local policies.

Making a list of all the documents would be insane and out of topic here, but this gives us
the perfect frame for the next section…

7.5. Looking beyond our (disciplinary) borders

We usually refer to heritage laws. However, as we have seen with the EU legislation, other
ambits are equally important to understand certain issues in heritage management and the
configuration of the profession. Debates about the differences between English and Spanish
archaeology have been extensive, mainly when dealing with public archaeology and the
protection of archaeological heritage —metal detectors and looting mainly. In order to better
understand them we need to realize that the legislative tradition of both countries is different
and some basic concepts like land ownership are conditioning the development of heritage
laws (Rodríguez Temiño Y Roma Valdés 2015). This is why this chapter will delve into different
Spanish laws that one-way or another relate to the management of archaeological heritage.
In this sense, more than explaining law by law the articles that affect us, I will try to draw the
general panorama relating to the profession and the actual management of archaeology. Note
that the regional configuration of Spain multiplies regulations by 17, so I will only talk about
the topics that we need to take into account when looking at the legislation and the reasons
why they affect archaeology.

First of all, we need to take into account one basic law that affects archaeological
management more than any other; Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (the law
that regulates the functioning of the administration). Heritage management, especially
archaeological management, is subject to the control of the administration, and there are
many details affected by this law, from the way of communication with the administration
to time limits and restrictions. When new professionals face the real world for the first time,
these issues are unknown and might create misunderstandings and problems. Dealing with
the administration is one of the main activities we need to undertake during our professional
career and this law is basic.

In a second level, we have a bunch of laws that structure the labour environment and the
fiscal frame for every economic activity. One of the main aspects of the professionalization
of archaeology (see next chapter) has to do with the retribution and recognition of our work.
Heritage management has been a precarious activity for too long and one of causes is the
ignorance about these regulations. There have been some labour reforms lately that do not
help to set better standards, but simplify the panorama. We need to know what we are as
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 203

labour: illegally or legally slaved, irregularly or well but precariously contracted, etc. There are
different figures we can use and each of them has an specific normative to attend, as well as
fiscal obligations. During my years in archaeology I have seen many people complaint about
their situation or the consequences of their contracts —mostly fiscal. The list above might
sound jocular, but represents the reality of a sector in which we are used to work for vocation
(González Álvarez 2013). This is important for the academic sector too, that sometimes uses
workforce that is not covered by any legal figure, either recognised as practical training. The
implications of these situations are serious and should be addressed.

But this also affects the other side of the economic activity. Many professionals establish
themselves as some kind of self-employees or companies. The ignorance about the process of
constitution of a society affects the viability of the enterprise and also the labour conditions of
possible employees and themselves. There are many laws regulating the sector with no single
mention to heritage or archaeology. Actually, archaeology does not exist as an economic
activity on its own in Spain. However, starting a company requires knowledge of a legislative
body that goes far beyond heritage and is essential for the good development of the sector.
The quality of the companies involved in heritage management impacts the quality of their
work, their employment conditions and the sector. While many companies have dealt with
these issues reasonably, others appear to forget that once they start a venture like this, there
are consequences that need to be attended. Most of the work can be outsourced to specialists,
but we need to know the legal frame that affects us.

In the previous section, the illicit —and licit— trade of antiquities was one of the main
worries for supranational institutions, and national legislation also has a strong commitment
in the protection of art and antiquities. However, the market itself is not illegal and there are
many collections that were legally acquired, which are being moved nowadays. Furthermore,
the loan of pieces and collections between museums, as well as the transport of antiquities
due to research, are common activities. The basis for this movement and commerce of heritage
goods are covered in the Ley 16/1985 —current national heritage law— as a competence
of the State, but it is affected by other regulations for transport, insurance, commerce and
inheritance that may apply restrictions and taxes. The professionalization of these activities
—by antiquarians and moving companies— helps to provide more quality services, but most
of them are ignored by common professionals of the heritage sector who sometimes need to
deal with these issues too.

One of the main spheres in which complementary laws apply is property and land
management, closely related to urbanism and construction. Ley 2/2011, de 4 de marzo, de
Economía Sostenible was one of the most controversial texts approved by President Rodríguez
Zapatero as a consequence of the crisis and the first of many to come. Within the text, the Ley
del Suelo13 was modified affecting land use is urban development. The reason, the housing
bubble and the sustainability of the new development model —yet to come (Parejo Alfonso
2010: 114). This has been one of the main driving forces of the heritage market —especially
the archaeological one. For years, urban development meant archaeology or historical
heritage. The problem was, however, that works were not always conducted and legislation
was a poor preventive measure —that we were already aware of (Parejo Alfonso 1998; Renart

13 Real Decreto legislativo 2/2008, de 20 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la ley del suelo, is the latest law
to regulate the use of land (modified in 2013 too).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
204 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

2009). Although this legislative change might have helped to improve urban management
(Barrero 2012), one of the challenges for historic centres is still neglect and ruin for which
responsibilities are not pursued. Another interesting issue is the consequences of the Public
Domain, as this is what makes archaeological sites public and offers the possibility of action
towards conservation. The new law in Madrid revokes the public domain category of the site —
not the goods— opening the door for the private property, use or destruction of archaeological
sites (AMTTA 2012). Furthermore, construction regulations, as well as those about quality
control, security and processes, affect the daily work of archaeologists in the field and the
laboratory. Labour regulations are not only about salaries but working conditions too —mainly
health and safety (Poirier y Feder 2001). Regulations in this sense are vast, but not directly
oriented to archaeology, which makes it vital to address this issue from the sector.

If urban areas are important, rural areas have a great importance too. Urban development
has been vital for the development of archaeology; however, it was environmental laws that
entailed the change of model towards a preventive archaeology. While “rescue” was the
main adjective in urban areas, as development could not be “stopped” by heritage, rural
environments permitted a better-planned intervention, even within development works. But
the polluter pays principle is not the only relation between environmental laws and cultural
heritage. Beyond integral approaches to heritage and landscape archaeology, many sites are
located inside protected areas where fauna and flora go before archaeological research or
heritage conservation. Knowing these regulations is essential to plan projects and negotiate
interventions. Although problems are normally solved, I have experienced a police report
about a tree felling in a natural park within the opening of an archaeological excavation. Lack
of communication between administrations and ignorance of laws and regulations are again
an important issue to address.

In 2007 the Government of José Luis Rodríguez Zapatero approved the Historical Memory
Law14, which deserves a special paragraph. It was planned to recognise historical rights to the
repressed during the Spanish Civil War and the Dictatorship. It had (and has) a huge impact for
heritage and archaeology, being the centre of constant debates about the exhumation of graves
and the renaming and resignification of public spaces. Besides the extensive archaeological and
historical works, this law has been crucial to determine the role of archaeology in contemporary
conflicts in Spain, the settlement of contemporary archaeology and the manifestation of open
wounds in Spanish society. Almost ten years later, political debates and archaeological actions
are still present in the public arena.

Last but not least, there are several regulations concerning education and research that
affect us seriously. One of the burdens for the consecution of an Archaeology degree was
the law (see next chapter) and there is a terrible lack of flexibility in educational plans that
make very difficult to adapt new trends or fields to the curriculum. Qualifications for research
or an academic career are also hard and adapted to old models that penalize innovation.
This applies to research funding too. Not only the model is designed for pure science15, but

14 Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes
padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.
15 Some months ago, a YouTube user made a magnificent parody of a famous scene of Der Untergang that has become viral. The
topic, a new regulation from the Ministry to apply for research funds in which a new curriculum model is needed after saying
that the CVN —a normalized model— was the latest and only one for all public applications: https://youtu.be/0ET-XXLmZDc [the
video is hidden so might not be available]. The frustration seen in the scene is common in the social sciences sphere.
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 205

also restricts a great number of researchers —especially young. Knowledge of scientific and
educational policies is essential to successfully work in the heritage sector. It is not only a
matter of funding, but also efficiency.

While I write these lines, the budget for 2016 has been presented and some analysis
and critiques arise. One of them about investment in heritage (Aparicio 2015). Although
competencies seem to be clear in the sector, there are still a lot of misunderstandings about
the role of each administration, and that usually affects negatively any contest against political
decisions. In this case, the budget focuses only in Patrimonio Nacional —affected by the
Crown—, World Heritage, Foreign policy, The Instituto de Patrimonio Cultural Español —main
conservation body— and certain agreements with third parties. However critiques blame this
budget for the problems of a heritage whose management has been transferred to the regions
and hardly identifies the different budget allocations and their reasons.

In sum, we can see heritage affected by tons of legislative actions that we normally do
not know until we have to face them. It is crucial that we are at least aware of this situation
and stop thinking we leave apart from the rest of the world, especially in what to heritage
management refers. This will also help us understand certain decisions and tendencies in
heritage policies, although we do not necessarily need to agree with them.

7.6. La privatización del patrimonio

El año 2013 son aprobadas dos nuevas leyes en Castilla la Mancha y Madrid respectivamente,
mientras que el recurso presentado ante el Tribunal Constitucional por la nueva ley madrileña
se falla en 2014 con una nueva sentencia aclaratoria de interés. Esto hace que los últimos dos
años, con el anuncio de nuevas normativas en Galicia y Asturias, así como el rumor de otras
modificaciones, se conviertan en un nuevo hito de cara a la regulación del patrimonio.

Los últimos años han vivido un proceso de paulatina privatización en los servicios
patrimoniales. Pendientes de la nueva ley de mecenazgo para ver las consecuencias en la
financiación directa, la subcontratación de servicios auxiliares —y no tan auxiliares— en
el ámbito cultural sigue la línea marcada en los años 90 por la nueva política liberal del
gobierno del Presidente Aznar.

En este apartado me voy a centrar en un proceso concreto, el de la nueva ley madrileña,


que ha sido especialmente interesante como ejemplo de desconexión política y ruptura del
consenso. Para ello, rememoraré una pequeña historia personal que ya apunté brevemente en
el Boletín de AMTTA (Almansa 2012d).

Corría el año 2011 y yo acababa de tomar posesión de mi cargo como presidente de


la Asociación Madrileña de Trabajadores y Trabajadoras en Arqueología. Se trata de una
asociación horizontal y asamblearia, pero cada Junta Directiva tomaba la iniciativa en
diferentes aspectos. En ese momento, teníamos pendiente comenzar con la negociación del
Convenio Colectivo tan deseado (al respecto, en el próximo capítulo), pero pensamos que
sería interesante retomar contactos políticos para activar la aprobación de un reglamento
de actuaciones arqueológicas, especialmente desde que ese mismo año nuestro país había
ratificado el Convenio de Valeta. Por ello, solicitamos una reunión con todos los grupos
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
206 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

políticos con representación en la Asamblea de Madrid y también con la recién nombrada


Directora General de Patrimonio, a quien nunca llegamos a conocer en persona.

El primer grupo en recibirnos fue Izquierda Unida, a través de quienes presentamos sendas
preguntas parlamentarias sobre diferentes aspectos de la gestión del patrimonio arqueológico,
entre los que se encontraba la ley. La respuesta del Gobierno Regional, el 24 de noviembre
de 2011, sólo se producía en las preguntas concernientes a la ley y su reglamento. Sobre la
ley decían:

«ASUNTO: Si tiene previsto adaptar la Ley autonómica de Patrimonio Histórico


al Convenio Europeo sobre la Protección del Patrimonio Arqueológico hecho en
la Valletta el 16 de enero de 1992, que entró en vigor en nuestro país el pasado
1 de octubre.
RESPUESTA: En relación con la iniciativa de referencia, se informa que el Gobierno
Regional no considera una prioridad la modificación de la Ley 10/1998, de 16
de julio, de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, para adaptarla
a lo estipulado en el Convenio de la Valetta, por entender que el Patrimonio
Arqueológico en la Comunidad de Madrid está suficientemente protegido tanto
por la Ley autonómica como por la nacional» (PE 195/11 R 3049)

En relación con la pregunta sobre el reglamento —recordemos, de actuaciones


arqueológicas—, la respuesta era que la Ley estaba suficientemente reglamentada por seis
decretos; dos para la declaración de BIC, otros dos para el 1% Cultural y otros dos para
el Consejo Regional de Patrimonio. Sigo sin haber encontrado referencia alguna a la
reglamentación de las actuaciones arqueológicas en esos seis decretos.

La tarde del 11 de febrero de 2012 nos llamaron desde la secretaría del Grupo Parlamentario
de Izquierda Unida para comunicarnos que al día siguiente comparecería el Viceconsejero en
Comisión de Cultura, por lo que acudimos. Los cuatro grupos preguntaron por la arqueología
y su gestión. También sobre la Ley. Las respuestas, defensa a la gestión y a la Ley, la cual reiteró
que no era necesario reformar. Ante esa perseverancia tomamos la decisión de desistir de la
vía política y continuar la administrativa, trabajando con la Dirección General de Patrimonio
en un borrador que sirviese de base para un momento políticamente más adecuado y que
pudiéramos incluso utilizar como referencia para la gestión diaria. Era un proceso largo, pero
había voluntad.

La sorpresa llegó tan sólo doce días después de la Comisión, cuando un comunicado
oficial de la Comunidad de Madrid titulaba: «González anuncia una nueva ley que
agilizará la protección del patrimonio histórico», y continuaba: «en este sentido, apuntó
que en las próximas semanas el Consejo de Gobierno aprobará el anteproyecto de
Ley de Patrimonio Histórico que pretende actualizar la Ley 10/98 y que supondrá una
simplificación normativa».

¿A qué respondían estas prisas después de la rotundidad de sus respuestas unos días
antes? ¿Cómo era posible redactar una ley en semanas desde cero? ¿Qué objetivo tenía
la nueva ley si su punto de partida es la simplificación? Muchos interrogantes ante varios
procesos urbanísticos pendientes en la región que nos hacían desconfiar de la futura
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 207

normativa. El secretismo con el que se llevó el anteproyecto fue absoluto. Nadie sabía
nada, nadie hablaba.

Efectivamente, en semanas, el Gobierno Regional contaba con un borrador del anteproyecto,


que recibimos el 29 de mayo a través de la Sección de Arqueología del CDL, como órgano
consultivo en el Consejo Regional de Patrimonio. Podría decir que la sorpresa fue mayúscula
tras leer el texto ya que, si bien esperábamos un texto pobre, el anteproyecto nos parecía
francamente malo. Además de contestar oficialmente desde el CDL, decidimos redactar una
respuesta mucho más elaborada, comparando el texto con otros y proponiendo alternativas
desde AMTTA (2012)16. La respuesta se registró en la Asamblea de Madrid, en la Dirección
General de Patrimonio Histórico y se envió por correo electrónico a todos los grupos y técnicos,
así como a muchos otros profesionales —amén de colgarla en internet a disposición pública.
Durante un mes no tuvimos respuesta alguna, ni oficial ni oficiosa, por lo que decidimos
hacerlo público aprovechando el lanzamiento de la agencia de noticias científicas Materia
(Ansede 2012). En esta noticia ya se ponía sobre la mesa la conexión urbanismo-ley con el
caso de los casinos planteados por el magnate Sheldon Adelson —sic Eurovegas.

Ese verano, AMTTA se integró en Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, una plataforma


reivindicativa con más de una quincena de asociaciones que luchaban por el patrimonio
madrileño desde diferentes ámbitos. Desde entonces fueron compañeros inseparables de
viaje y un gran apoyo en muchos sentidos.

Pendientes de la respuesta a los informes sobre el Anteproyecto y conscientes de que nos


esperaba una dura batalla, continuamos los contactos con todos los grupos políticos de la
Asamblea para que poco a poco fueran asumiendo nuestros preceptos. Esta vez ya no se trataba
de AMTTA, sino de la representación del colectivo arqueológico en la unión de la asociación
con el CDL. Por el camino, vimos las primeras voces en contra de este cambio (Fernández de
Córdoba 2012; Querol 2012; Torija 2012) y también vimos la llegada de un nuevo Director
General, al que tocó defender la ley a capa y espada, a pesar de las circunstancias, junto a uno
de los Subdirectores, Luis Lafuente Batanero, que tuvo que dar la cara en más de una ocasión
ante la negativa del Director General a participar en las actividades que proponíamos.

De cara al invierno, organizamos un grupo de trabajo formado por profesionales del


sector17, especializados en diferentes aspectos del patrimonio, y planteamos una serie de
líneas rojas e ideas para la futura legislación patrimonial que esperábamos poder pelear en la
Asamblea de Madrid. A pesar de ser invitada, la Dirección General de Patrimonio Histórico
no quiso participar. El calado de los integrantes de este grupo de trabajo es incuestionable,
pero la Asamblea de Madrid lo ninguneó junto a las más de 6.000 firmas cualificadas que
acompañaron a nuestra petición para la retirada del Proyecto de Ley, así como ocurrió con
las 55 observaciones formuladas por la Abogacía General de la Comunidad de Madrid, de las
cuales sólo aceptaron una quincena, según el informe remitido el 14 de marzo de 2013 para

16 No pretendo analizar los pormenores de la Ley en esta tesis, ya que han sido ampliamente tratados en la bibiografía expuesta
a lo largo del texto y, especialmente, en el informe citado de AMTTA que puede encontrarse en el siguiente enlace:
http://amtta.blogspot.com.es/p/documentos.html
17 Componentes Grupo de Trabajo sobre la Normativa de Patrimonio Cultural en la Comunidad de Madrid: Aláez Vasconcellos,
I.; Alegre Ávila, J.M.; Almansa Sánchez, J.; Baena Preysler, J.; Berlinches Acín, A.; Blasco Bosqued, C.;Bonet López, A.; Castillo
Mena, A.; Criado Boado, F.; del Pozo López, M.; Díaz del Pozo, D.; Domínguez Alonso, R.; García Fernández, J.; García García-
Saavedra, M.L.; Hornos Mata, F.; Jiménez Guijarro, J.; Marín Suarez, C.; Martínez Peñarroya, J.; Morín de Pablos, J.; Olmo Enciso,
L.; Ortiz Nieto-Márquez, I.; Patón Jiménez, V.; Penedo Cobo, E.; Polo López J.; Querol, M.A.; Rodríguez de Guzmán, S.; Tellería
Bartolomé, A.; Timón Tiemblo, M.P.; Torija López, A.; Vallhonrat, C.; Yáñez Vega, A.; Zarco Martínez, E.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
208 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

el acuerdo de aprobación del Proyecto de Ley, que fue finalmente presentado en la Asamblea
el 18 de abril de 2013 con estas palabras:

«El patrimonio es un peso muerto inserto en una madera de burocracia, al que no


se puede renunciar, pero que hay que mantener a costa de los presupuestos18» (Ana
Isabel Mariño, Consejera de Empleo, Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid).

El tono de las palabras de la Consejera Mariño pone de manifiesto la posición política


del Gobierno Regional ante la protección del Patrimonio, mostrando un desarraigo absoluto.
Las siguientes semanas fueron de mucho trabajo, preparando enmiendas para los grupos de
la oposición en la Asamblea y tratando de hablar con el Grupo Popular para hacer presión
hacia la modificación, al menos, de algunos aspectos mínimos. La reunión con Bartolomé
González, diputado del Grupo Popular encargado de Cultura en esos momentos, tuvo lugar
poco antes del final de plazo para la presentación de enmiendas, pero nos esperanzó en
cierto modo, dada su comprensión ante algunos de los temas que planteamos —sensibilidad
aparentemente adquirida como alcalde de Alcalá de Henares. Las esperanzas desaparecieron
tras ver las enmiendas del Grupo Popular unos días después —y la defensa del diputado
regional en la ponencia de la Asamblea. Seis enmiendas entre las que estaba la inclusión de
dos disposiciones adicionales sobre casinos, confirmando algunas de las sospechas. Por su
parte, la oposición presentó un cuerpo importante de enmiendas que no fueron escuchadas
por el Gobierno Regional. En concreto, 109 enmiendas por parte del PSOE, 87 por parte de
IU y 26 por parte de UPyD, que fue nuestra apuesta por un acuerdo de mínimos. Apuesta
igualmente perdida (Almansa 2013d).

La ley fue finalmente aprobada el 13 de junio, con nocturnidad y alevosía, al filo de la


media noche, después de un debate infame que se saldó con la mayoría absoluta del PP y la
oposición de PSOE, IU y UPyD. Frente a mi, en la grada de la Asamblea, un Director General
sin cara de felicidad, un detalle que conviene tener en cuenta.

Roto el consenso, la batalla no había terminado del todo. Recuerdo un «nos veremos en
los tribunales» en las escaleras de la Asamblea al más puro estilo de Hollywood —me gusta
el drama. Y nos vimos. Ese verano comenzamos el proceso para presentar ante el Tribunal
Constitucional un recurso contra la Ley. Las presiones que hicimos en el Ministerio no surtieron
efecto para que el Gobierno actuase a través del Consejo de Ministros —al fin y al cabo eran
del mismo signo—, pero el frente formado por el CDL, AMTTA y MCyP continuó adelante
contratando a Javier García Fernández para redactar el recurso (Díaz, Torija y Zarco 2014;
Muñoz Llinas 2014; García Fernández 2014).

La última jugarreta política vino de la mano de Tomás Gómez (PSOE), que derivó la
propuesta en el último minuto al Senado para no tener que contar con UPyD, pero finalmente
52 senadores del PSOE e IU presentaron nuestro recurso ante el Tribunal Constitucional, que
fue admitido a trámite el 8 de octubre de 2013 con número 5277-2013 (BOE-A-2013-10910)
y fallado en un tiempo récord el 17 de julio de 2014, declarando inconstitucional nada menos
que el 20% de la Ley, la casi totalidad de los artículos que pudieron ser impugnados dada la
dificultad del proceso.

18 Puede verse íntegro en: Retransmisiones Asamblea de Madrid: http://www.asambleamadrid.es/ES/AsambleaAbierta/


RetransmisiondeSesiones/Paginas/RetransmisionDeSesionesPlenarias.aspx. 18 abril 2013 - 6h 45´10´´
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 209

Sin embargo, la Ley está vigente en la Comunidad de Madrid salvo esos artículos, que
desgraciadamente no afectan al corazón de su espíritu. Un espíritu que no es la protección,
sino la liberalización, como se ha venido demostrando en la propia gestión del Grupo Popular
en la Asamblea de Madrid. Así, la facilitación de trámites no es para los profesionales que
deben pedir permisos de intervención, sino para los promotores que deben pasar un proceso
informativo. En cualquier caso, los detalles del texto y el proceso pueden encontrarse en
los textos y enlaces citados. Las consecuencias van poco a poco apareciendo, aunque
en ocasiones no fuera necesaria la nueva Ley para comenzar con los procesos, como ha
demostrado la «Operación Canalejas» (Berlinches 2014).

En el marco de la elecciones autonómicas de 2015, es interesante observar como todos


los partidos que formaron parte de la oposición a la ley madrileña llevaban en su programa
la modificación o sustitución de la misma en un claro compromiso por el cambio legislativo.
Incluso, la Dirección General de Patrimonio Cultural había comenzado a trabajar ya en
dicha modificación. El nuevo panorama que planteaba el gobierno de Cristina Cifuentes era
alentador. A los pocos días de tomar posesión, nos requirieron —en ese momento ya ejercía
como Secretario del Colegio de Arqueólogos de Madrid (antiguo CDL, ahora CArMa) tras las
elecciones de 2014— toda la información con la que contábamos y parecía inminente algún
cambio. Al fin y al cabo, el PP ya no contaba con mayoría absoluta y está gobernando en
una débil alianza con Cs. En otoño de 2015, el PSOE presentó una moción con 20 puntos
a tratar en una reforma de la ley actual, aprobada con los votos de Podemos y Cs con tres
nuevas adiciones a la lista. Además, se instó al Gobierno Regional a llevar a cabo un proceso
participativo. El 27 de enero de 2016 se nos citó —al CArMa— junto a otros colectivos e
instituciones para plantear cualquier inquietud que tuviéramos con respecto a la ley de cara
a su modificación. En ella pusimos de manifiesto de nuevo los mismos puntos que durante
su tramitación, a algunos de los cuales ya se nos contestó de forma negativa por diferentes
razones. El 29 de marzo se nos remitió un primer borrador, al que tan solo nosotros alegamos
en tiempo y forma. A finales de julio se nos contestó formalmente a las alegaciones, aceptando
tan sólo dos de las propuestas complementarias. En el momento en que escribo estas líneas, el
proceso está en trámite y se ha vuelto a convocar un grupo de trabajo que estudie y conteste
la reforma que finalmente se proponga a la Asamblea de Madrid, la cual llegó a principios del
mes de noviembre y está pendiente de alegaciones.

7.7. ¿Cuál es el futuro de la legislación española?

Mientras escribo estas palabras, en la televisión suena de fondo Pablo Iglesias hablando
de cambio. Los medios de comunicación nos venden una batalla política sin parangón en
la que un cruzado de la justicia social viene a cambiar el mundo. ¿Estará interesado en el
mundo del patrimonio? Desgraciadamente aún no ha dicho nada sobre este tema, ya que no
tiene la importancia de la economía, aunque la economía española se sustente hoy en el ocio
—buena parte del cual está directamente relacionado con el patrimonio cultural a través del
turismo y el consumo de productos culturales.

Si atendemos a los últimos datos del programa CULTURAbase del Ministerio de Cultura
(MCU 2014), nos encontraremos con un sector de vital importancia en la economía nacional,
con un 2,8% de empleo directo, un 3,4% de las empresas dedicadas al sector que facturan
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
210 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

sólo en mercado interior más de doce mil millones de euros —266€ por ciudadano—, que
exporta más de lo que importa y que tiene un impacto tremendo en la industria turística con
más de la mitad de los turistas consumiendo cultura y patrimonio. A pesar de todo, estas
estadísticas no son claras y el patrimonio no aparece desglosado de forma que podamos
especificar el impacto de esta parte del sector cultural. De cualquier modo, una visión amplia
del patrimonio cultural nos haría abarcar un ámbito aún mayor. Por ejemplo, los gastos en
intervenciones arqueológicas en el marco de la obra civil, seguramente no estén recogidos en
estas estadísticas.

«En cuanto al volumen de actividad, la facturación total de estas empresas para el


año 2008 supera los 32.000.000 € […] Estos datos indican que existe un importante
mercado de trabajo y volumen de recursos vinculados al sector arqueológico,
que podrían estar generando un importante impacto socioeconómico pero que,
debido a la ausencia de fuentes de datos, no es posible estimar por el momento»
(Parga-Dans 2010: 10).

La encuesta llevada a cabo por Eva Parga-Dans recoge en una base de datos a un total de
273 empresas de las que contestan 212. Durante el proceso se puso de manifiesto otro de los
problemas del sector; la indefinición. En cualquier caso, entendiendo también la arqueología
como un ámbito de trabajo amplio, los números crecerían enormemente incluso fuera del
propio sector —por ejemplo, en el ámbito editorial o audiovisual con todas esas empresas
dedicadas a la divulgación no académica.

No cabe la menor duda que nos encontramos ante un sector básico de la economía nacional
—el de la cultura— que por extensión afecta al patrimonio y la arqueología. Al hablar de este
tema, sale a relucir el valor económico del patrimonio y, por ende, el concepto de retorno. A
falta de estudios sistemáticos al respecto, las cifras que se manejan están actualmente entre
los 10€ —brutos— y los 20€ —sólo en referencia al turismo— de retorno por cada euro
invertido (ver Burchi y del Soldato 2009: 152, Alonso y Martín 2010, respectivamente) o los
40€ que aseguraba Alfonso Muñoz, Director del IPCE en una entrevista de 2011. Más allá,
un estudio asegura que se crean 26 puestos de trabajo indirectos por cada puesto directo
dedicado al sector patrimonial (Nypan 2004). Este último trabajo tiene un interés especial
porque ya plantea al sector patrimonial como un posible motor económico de primera línea
en la sociedad post-industrial. Estando como estamos en un momento en el que el modelo
productivo de España se encuentra en crisis, el mantenimiento de sectores tradicionales es
prioritario, pero la exploración de otros, en especial cuando guardan relación directa con un
motor económico real de nuestro país como es el turismo, puede ser una propuesta válida.

Esta tesis doctoral trata de aportar algunas ideas para que la gestión del patrimonio
arqueológico y, en extensión, el cultural, avance en esta línea. Por ello, considero importante
que la legislación también lo haga.

Analizando los programas electorales para Madrid de las últimas elecciones municipales y
autonómicas (ver Capítulo 7), uno de los temas recurrentes era la defensa de —por parte del
Partido Popular— y la reacción contra —del resto de grupos— la nueva ley madrileña. Quiero
defender que el marco legal no es una barrera para el desarrollo de políticas sostenibles y
eficientes. Lo que hace falta es voluntad política. Algunos de los ataques más devastadores
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 211

para el patrimonio madrileño han ocurrido con la ley previa, que era más garantista y la propia
Constitución Española nos asegura ya, desde 1978, muchas de las promesas electorales de
estos días. ¿Es una ley la solución a los problemas del patrimonio? Primero tendríamos que
preguntarnos cuáles son realmente esos problemas. En cualquier caso, mi respuesta es no.

La historia nos ha demostrado como la alternancia política se traduce en leyes. Hasta


las nuevas leyes de Madrid y Castilla la Mancha, la legislación patrimonial había ocurrido
en un marco de consenso político (García Fernández 2014). Tal vez porque el patrimonio
es un elemento útil para todas las tendencias hasta que llegó una opción liberal fuerte a la
Comunidad de Madrid. Esto ha hecho que comiencen a primar otros intereses que ponen en
peligro la conservación del patrimonio o, al menos, cuestionan hasta dónde debe llegar esa
conservación.

Así, entramos en un terreno complejo donde incluso yo comienzo a dudar sobre los
radicalismos en ambos sentidos. La delgada línea que separa el valor de un bien de cara a
su preservación —y aquí afinamos en los términos— puede plantear precedentes peligrosos,
pero tal vez necesarios. ¿Qué determina, más allá de una ley que se manifiesta insuficiente en
cualquier caso, dónde paramos? En el caso de la arqueología es incluso más complejo ya que
cada yacimiento es único y se destruye durante su investigación. La monumentalidad de un
bien ha sido hasta ahora uno de los aspectos más tenidos en cuenta, pero incluso eso se puede
poner en duda ante determinadas circunstancias. Más allá, si pasamos a valorar la opinión
pública —cosa que seguimos sin evaluar—, nos podemos llevar sorpresas importantes que
repensarían el concepto de patrimonio.

Los eventos recientes a nivel internacional con el Estado Islámico ponen en cuestión incuso
el «Valor Universal Excepcional» que plantea la Convención de París, con un evento muy
traumático como es la destrucción consciente y premeditada de sitios Patrimonio Mundial. Sin
embargo, esto debería haberse puesto en duda desde mucho antes, cuando vemos a Estados
que no se preocupan por los bienes que declaran, o que manifiestamente los destruyen a favor
de otros intereses.

Siempre he dicho que mi defensa ciega del valor del patrimonio pasa por la ley, como
reflejo de una elección social a través de la representación política. Que creo en mi trabajo
y en el valor del patrimonio y que la educación es la única vía. He dicho que el día que las
leyes no protegieran el patrimonio me replantearía mi posición. En 2013 me resistí. Hoy no.

Hace unos años defendí la figura del arqueólogo como intelectual (Almansa 2013c) y
verdaderamente creo que nuestra presencia social debería ser mayor, por mero egoísmo. Si
la respuesta social a la destrucción del patrimonio es la pasividad, entonces hemos perdido
nuestro sentido en la sociedad. Las leyes han salvado al patrimonio durante décadas y ahora
llega el momento de decidir si debemos seguir dependiendo de ellas o dar un paso más.
Porque pronto, y Madrid ha sido un ejemplo, las leyes pueden cambiar y la sociedad no hará
nada al respecto. Porque nosotros no lo habremos hecho hoy.

Creo que no vamos a llegar a un caso extremo en el que el patrimonio deje de estar
protegido por la ley, ya que la tradición es demasiado larga y está demasiado asentada. Sin
embargo, los atentados contra el patrimonio en nuestro país siguen sucediendo día a día, con
total impunidad y muchas veces practicados desde la propia Administración y, lo que es más
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
212 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

grave, desde el propio colectivo profesional. Por eso, la alternancia legal que continuaremos
teniendo se me hace un tanto indiferente.

Todo indica que si hay un cambio importante en las próximas elecciones generales, una de
las leyes que se revisarán —como ya se ha pedido e intentado en ocasiones— será la LPHE,
arrastrando a una nutrida cuarta y puede que quinta generación de leyes autonómicas. Sobre el
papel podrán cambiar muchas cosas, pero sin desarrollos reglamentarios y una Administración
fuerte que las ejecute competentemente, seguiremos en una situación similar a la actual. Así
pues, el futuro de la legislación española puede pasar por una mayor seguridad jurídica para el
patrimonio, pero dudo que tenga una verdadera repercusión en la gestión si una vez publicados
los nuevos textos no se llevan a cabo los desarrollos pertinentes y un refuerzo de las políticas
patrimoniales. Además, las tendencias opositoras actuales en el ámbito político —al menos
de Madrid— van hacia posiciones reaccionarias, excesivamente proteccionistas, que habría
que poner en duda en algunos momentos. El patrimonio, al igual que la cultura y la sociedad,
es un ente vivo que puede adaptarse a los tiempos, compatibilizando su conservación con
el desarrollo —especialmente urbano. Debemos poner el foco en los verdaderos valores del
patrimonio y en los objetivos de su uso. Entender que el valor no es sólo económico aunque
la economía juegue un papel fundamental y que su uso puede ser transformado, pero debe
conservar la esencia del bien. Cuando hablamos de un teatro o un centro deportivo —por
ejemplo el Teatro Albéniz o el Frontón Beti Jai en Madrid—, esta idea parece clara y representa
la eterna lucha entre equipamientos públicos y explotación privada —izquierda/derecha. Pero
¿qué pasa cuando hablamos del patrimonio arqueológico más humilde? ¿Son intervenciones
como la de la Iglesia del Buen Suceso en Sol (Madrid) necesarias? Desde mi punto de vista se
trata de una actuación que no requería la ley y que no requiere el público, pero ha supuesto
una inversión muy superior a la de otros proyectos nunca ejecutados. ¿Podría le ley prevenir
este tipo de proyectos y favorecer otros más adecuados? ¿Podemos obligar por ley a que los
ciudadanos visiten BICs como hacía por error el borrador de la nueva ley madrileña? La ley
sólo nos ofrece un marco de trabajo, que debemos regular, pero sobre todo ejecutar de un
modo eficiente y competente. Mientras tanto, nuevas palabras no cambiarán viejos hábitos.

Sea cual sea el futuro de la legislación española, si se renueva el compromiso por la


conservación y la gestión responsable del patrimonio tendremos que trabajar por un cambio real
en la gestión. Si no se renueva ese compromiso habremos conseguido devaluar el patrimonio
por nosotros mismos. Mientras la sociedad se escandalice por los atentados patrimoniales que
ocurren a miles de kilómetros sin preocuparse por lo que les ocurre en casa, estaremos ante
un espejismo que convendría estudiar en profundidad. Recuerdo que quien menos valora la
arqueología es quien mejor la conoce (Almansa 2006a).

Pero volviendo a las leyes, en un artículo de 2011 Javier García Fernández plantea los
retos actuales de la legislación patrimonial que, obviamente no se han tenido en cuenta,
al menos en la dirección pretendida, en las últimas reformas (García Fernández 2011).
Entre ellos, dos tienen que ver con la circulación de bienes —nacional e internacional—,
especialmente a los procesos de devolución de bienes arqueológicos a sus países de origen.
Esa internacionalización del patrimonio representa en si misma un reto, dado que mueve
gran cantidad de intereses, desde el mercado al turismo, todos ellos amenazantes para el
patrimonio. El urbanismo continúa siendo una presión importante no resuelta a pesar del
trabajo constante de los últimos años en la materia. La experiencia nos ha demostrado que
7. La legislación española en materia de patrimonio arqueológico 213

reclamar no es sinónimo de ningún resultado real. Por otro lado, la pseudo-privatización de


los museos públicos es otro tema de gran importancia que afecta a muchos sectores de la
sociedad; bienes públicos rapiñados por la gestión del capital. Los procesos del Museo Reina
Sofía y el Museo del Prado, ponen el acento sobre este tema en los últimos años. Finalmente,
el cambio climático es tal vez el más impredecible de los desafíos que enfrentamos ya que
la ley no puede detener a las fuerzas de la naturaleza, aunque si puede generar un marco de
actuación adecuado (ver también otros trabajos actuales como Barthel-Bouchier 2012). En los
últimos meses, la amenaza del terrorismo se ha convertido en una preocupación extendida
entre muchos profesionales, motivada especialmente por los ataques del Estado Islámico
(Smith 2015). Un nuevo reto que, como comentaba antes, es más un reto para la profesión
que para la ley —no tiene sentido legislar contra el terrorismo— y una oportunidad para
reevaluar el valor social del patrimonio y su repuesta real. Como colofón, me gustaría citar un
trabajo que me impactó en su día por su título y que plantea un tema importante, que para mi
abre la puerta al principal reto de la legislación patrimonial; What if I need to defecate in your
neighbourhood, Madame? (Collins 2008). La sociedad se presenta como el mayor reto, desde
mi punto de vista, porque las medidas de fomento son insuficientes para la protección, pero
ineficientes para la valoración pública:

«se ha tendido a concebir al Patrimonio Histórico desde una perspectiva que


podríamos calificar de esencialista, como fin en si mismo, como conjunto de
riquezas objeto de estudio, objeto de contemplación estética, e incluso como
objeto de prestigio para la propia nación, pero sin ir más allá, es decir, sin
considerar que ese estudio o esa contemplación es el marco imprescindible
para el adecuado desarrollo de la personalidad del hombre y, por tanto, como
un instrumento de Cultura, como una responsabilidad que incumbe a todos los
poderes públicos sin excepción» (Alonso Ibáñez 1992: 59).

Mientras la ley siga entendiendo el patrimonio desde esta perspectiva esencialista, cosa
que hace sin duda una ley tras otra, perderemos la batalla del futuro.
.8.
LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA
ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA

[Dedicado a los profesionales que se preocupan por la profesión]

«dénoncent les menaces qui pèsent sur la protection du patrimoine


archéologique. Depuis plus de dix ans, la privatisation et la marchandisation
de ce secteur d’activité ont abouti à une situation catastrophique»
CGT-SUD-FSU-CNT1

¿Quién1 es un profesional de la arqueología? La Wikipedia dice que una profesión es una


actividad especializada del trabajo dentro de la sociedad. Profesional es quien ejerce esa
actividad. La arqueología se ha desarrollado desde muy diferentes ámbitos, con un carácter
más o menos profesional a lo largo de la historia, pero lo que está claro es que no podemos
restringir el termino «profesional» al sector privado. Este capítulo hará una brevísima historia
de la arqueología desde su condición de afición a la complejidad actual, de cara a comprender
en qué posición nos encontramos. Lo que no se puede obviar es el papel de la arqueología
comercial en los últimos años. Su nacimiento y desarrollo serán el hilo principal de este
capítulo.

8.1. Extranjeros, burgueses, curas y paletos

Considero que asegurar hoy que la arqueología nace como una afición burguesa no causa
ningún sobresalto. La afición no surge como una iniciativa científica, sino como la búsqueda
de piedras y estatuas de utilidad —ya fuera constructiva o decorativa—, o de otros artefactos
de «valor». Desde la recuperación de los referentes clásicos durante el Renacimiento, el

1 El 5 de febrero de 2015, un centenar de arqueólogos convocados por un grupo de sindicatos bloquearon las taquillas del Museo
del Louvre para protestar por la privatización del sector arqueológico en Francia.

215
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
216 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

gusto por lo antiguo —lo clásico— se hizo cada vez más patente. En este sentido, el origen
de las excavaciones en Pompeya, Herculano y Estabia a principios del siglo XVIII es una
prueba palpable. Un hallazgo casual en el pozo de un noble napolitano —el general Manuel
Mauricio de Lorena, príncipe D’Elbeuf— llevó a los primeros sondeos y al primer permiso de
excavación en Herculano (Minuta, a partir de Fernández Murga 1989: 26):

«Portici a 13 de octubre de 1738. Prevengo a V. S. de Ord(en) del Rey disponga


que desde luego se apliquen en este Real Sitio dos o tres trabajadores debajo de la
dirección del Ingen(iero) que aquí se halla a continuar la escavación de las grutas
o ruinas del antiguo consabido templo que V. S. mismo entró a reconocer, para
ver si se encuentran algunos marmoles, estatuas o piedras de algún provecho,
disponiendo se saquen todas las piedras de alguna utilidad y grandeza, dando V.
S. para este fin al Ingen(iero) a quien encomendare la dirección, la instrucción
correspondiente y necesaria para que no se pierda tiempo en escavaciones
inutiles, y previniendole vaia dando cuenta de lo que se fuere descubriendo y
encontrando, para que cuando no resulte provecho alguno se abandone esta obra
si se reconociere inutil; y aun lo tendra V. S. entendido para su cumplim(iento). El
maqués de Salas a Juan Antonio Medrano.»

En esta carta podemos observar cómo no se busca saber de dónde vienen los restos, sino
localizar cuantos más mejor, o parar la excavación en el caso de que no apareciera nada. Tras
treinta años de sondeos en la finca, se formaliza la recuperación de materiales de la antigua
ciudad de Herculano.

A pesar de reconocer este episodio como uno de los primeros pasos de la arqueología, poco
lo separa de las «escarbaciones» que se venían llevando a cabo por prácticamente todas las
culturas desde que el ser humano se entierra con ajuar. Ya sea por el lucro del metal precioso
u otros elementos de prestigio, o por la belleza y utilidad de los elementos encontrados, como
era el caso de Herculano, la ciencia brilla por su ausencia en este tipo de intervenciones.

Sin embargo, un episodio que suele quedar en el olvido de la historia de la arqueología,


eclipsado por los trabajos de Thomas Jefferson en los Estados Unidos, es el trabajo de Carlos
de Sigüenza y Góngora a finales del siglo XVII en la pirámide de la luna de Teotihuacán
(Schávelzon 1983). En este caso, no conservamos la documentación de la intervención, pero
si el objetivo. Aparentemente, este era ya científico, al tratar de corroborar una hipótesis;
el origen humano-indígena de las pirámides de Teotihuacán. En cualquier caso, este es
momento para una primera reivindicación del rol de la periferia en el origen y desarrollo de la
arqueología2, no sólo por episodios como este, sino por los propios orígenes del coleccionismo
y el humanismo ya en el siglo XVI (Mora 1998), o de la propia «arqueología comunitaria»
en el XVIII cuando en 1785 Enrique Palos, organiza una campaña popular para recuperar el
teatro de Sagunto (Arasa i Gil 2012).

Si bien es cierto que el concepto de arqueología puede resultar problemático en fechas tan
tempranas, algunas de las características más populares de la disciplina, como su uso político,
estaban ya presentes desde los orígenes (Trigger 1996: 53, Díaz-Andreu y Mora 1995: 26
y ss., Díaz-Andreu 2002: 36) y, en cualquier caso, tanto la recopilación de antigüedades

2 Dada la preponderancia del discurso anglosajón en estos temas, llamo periferia a todo lo que no viene de ese ámbito.
8. La profesionalización de la arqueología española 217

como el registro de artefactos y sitios, fue de gran utilidad para las posteriores generaciones
de arqueólogos. Cuando se funda la Real Academia de la Historia en 1738, el interés por el
conocimiento de la historia de España desembocará en diversas misiones protoarqueológicas,
que sentarán las bases de la arqueología española, en tanto en cuanto registro del pasado
(Tortosa y Mora 1998, Almagro 2002), en conjunción con la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando desde el ámbito más artístico de la arqueología clásica pero, al fin y al cabo,
una suerte de arqueología. En 1803, la Real Academia de la Historia redacta las bases de la
Real Cédula de S.M. sobre el modo de recoger y conservar los monumentos antiguos (ver
en Almagro y Maier 2003: 255 y ss.). Posteriormente, en 1840 se publicaría el Compendio
Elemental de Arqueología (Castellanos de Losada 1840) que será el primer «manual» en la
materia, así como su autor el primer catedrático —no universitario, eso sí.

La no profesionalización de la arqueología —unida a su no definición— en estos años,


se hace patente hasta bien entrado el siglo XIX, incluso después de la fundación del Museo
Arqueológico Nacional en 1867:

«En aquellos años diletantes, el impreciso oficio de arqueólogo recaía sobre


cualquier intrépido de provincia dispuesto a echar horas a la intemperie. Podía
ser pintor, sacerdote, ingeniero, médico, veterinario, periodista o —como el
interfecto— relojero. Eso era lo de menos. El caso era ponerse, así fuera con unas
exigencias mínimas de conocimiento3.» (Casado 2009: 236-7).

Este fragmento de uno de los súper ventas de la arqueología española, plasma de forma
clara una realidad hasta entonces extendida que da título a este apartado. ¿Quién hacía
arqueología —como fuese que se entendiera entonces (Hernández 1998)— en nuestro país?
Extranjeros, burgueses, curas y paletos, es decir; todos, cualquiera.

Si bien muchas de las empresas arqueológicas emprendidas en estos momentos tempranos


venían de la mano de la corona y otras familias aristócratas —lo cual no es de extrañar
teniendo en cuenta la propiedad de la tierra en estos momentos—, pronto serían burgueses —
profesionales liberales con inquietudes— quienes tomaran la batuta. No es de extrañar, pues
gozaban de tiempo y dinero para estar a la intemperie. Junto a ellos, colegas europeos que
visitaban la península, en ocasiones para quedarse, y que están también en los libros de historia,
normalmente con un mayor reconocimiento que los eruditos locales (ver por ejemplo el caso
de Bonsor y Fernández en el caso de Carmona; Ruiz Cecilia et al. 2011, Rodríguez Temiño y
González Acuña 2014: 131). Además, como en otros aspectos de la historia, el clero ha jugado
también un papel muy importante en los primeros pasos de la arqueología, con figuras insignes
de la materia que han mostrado un alto interés por el pasado, aunque en algunas ocasiones
estuviera excesivamente coartado por la fe (Beltrán y Deamos 2003). Pero antes de continuar,
quería hacer un pequeño inciso sobre los «paletos» que entonces, igual que ahora, formaban
las huestes de excavadores. Gente sin estudios, o pocos estudios, que se sumaban como cuasi
jornaleros a hacer un trabajo que rara vez entendían, como rara vez lo entienden hoy.

Uno de los caballos de batalla de mi propuesta de gestión pasa por tender ese puente con
un primer público que participa de la arqueología como ningún otro sin la atención de la

3 Me gusta este episodio, de los años 60 del siglo XIX, sobre el Cerro de los Santos (Murcia), pues pone de manifiesto uno de los
estereotipos clásicos de la profesión; aficionados movidos por el lucro o la curiosidad artística.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
218 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

profesión, aún siendo en ocasiones los verdaderos primeros profesionales de la arqueología


—desde el momento en que recibían una remuneración por su trabajo.

Las instituciones públicas eran en estos momentos muy precarias4, jugando un papel
especial las Reales Academias, como centros del saber en nuestro país.

«Entre 1835 y 1857, momento este último en el que las reales academias toman
el control de las comisiones de monumentos creadas en 1844, se sucedieron
diversos intentos de adecuar estas instituciones a sus teóricos objetivos, aunque
en ningún caso se solventó la falta endémica de apoyo y medios económicos
y humanos, característica, por lo demás , de las administraciones culturales de
entonces y ahora» (Rodríguez Temiño 2014: 141).

8.2. La academia y la primera profesionalización (1858-1975)

Podría resultar extravagante que asocie en un solo apartado un periodo tan heterogéneo
e interesante como el que cubre ese largo siglo entre mediados del XIX y finales del XX.
Sin embargo, el objetivo de esta tesis doctoral se encuentra en el presente y estos años son
sólo una parte del fondo histórico de la disciplina. Al igual que en el apartado anterior,
remarcaré sólo algunas ideas que ayudan a comprender cómo se conforma el aparato gestor
e investigador de nuestra profesión. María Isabel Martínez Navarrete (1985: 834-839) ya ha
abordado este periodo en su tesis doctoral desde una perspectiva similar a la que busco,
incluso distinguiendo algunas fases que después serían replanteadas por Pedro Díaz del Río
(2000: 8) en cinco: «(1) segunda mitad del siglo XIX, (2) 1900-1936, (3) 1939-1960, (4) 1960-
1970, (5) 1970-1985» con las que no estoy necesariamente de acuerdo pero sirven como base
para una parcelación diferente.

Tal vez el punto de partida debería ser la fundación del Museo Arqueológico Nacional
(1867) o el propio cuerpo de Bibliotecarios, Archiveros y Arqueólogos (1858), pero como
veíamos en el apartado anterior seguíamos estando ante una visión «decimonónica» de la
arqueología y, sobre todo, otro episodio fundamental de la institucionalización —y por ende,
profesionalización— de la arqueología iba a ser el control de las Comisiones de Monumentos
por las Reales Academias desde 1857.

Hago esta alusión, de nuevo presentista, porque incluso en el contexto de la primera


profesionalización de la arqueología como disciplina científica, ésta convive con una realidad
diferente, original. Una realidad donde el patrimonio arqueológico todavía no se considera un
bien público y su valor sigue residiendo en la belleza o el dinero; donde el carácter científico
de la disciplina sigue respondiendo a unos objetivos alejados de los actuales.

En este punto podría dar una amplia bibliografía historiográfica, repitiendo las mismas
palabras y referencias de otros arqueólogos. Prefiero, sin embargo, citar simplemente a Óscar
Moro (2007) y su primer capítulo de una obra que, si bien en referencia a la arqueología
prehistórica, dice todo lo que tengo que decir a este respecto y, lo que es más importante, ya

4 Uno de los trabajos más completos en cuanto a la institucionalización de la arqueología es la compilación al respecto de Gloria
Mora y Margarita Díaz-Andreu (Mora y Díaz-Andreu 1997), que recoge sendos estudios historiográficos desde el siglo XVIII hasta
finales del siglo XX.
8. La profesionalización de la arqueología española 219

cita esa amplia lista de trabajos que fundamentaron la historia de nuestra disciplina desde el
siglo XIX.

Lo que me interesa resaltar en este apartado es el inicio de la institucionalización de la


disciplina arqueológica como marco base, junto a la legislación que vimos en el capítulo
anterior, para la conformación de la arqueología actual. De este modo, mi parcelación en
fases estaría más ligada a la legislación y los procesos políticos, de manera que tendríamos:
(1) 1858-1911, (2) 1911-1933, (3) 1933-1939, (4) 1939-1956, (5) 1957-1975, (6) 1975-1985,
(7) 1986-2008, (8) 2008-2015.

La primera fase nos transporta al inicio de la institucionalización y de la propia prehistoria


en esos años finales del siglo XIX. El articulo 166 de la Ley Moyano5 planteaba la creación de
un cuerpo de empleados especializados para bibliotecas y archivos con una remuneración
justa y reconocimiento. Así, un año después se crearía por Real Decreto el Cuerpo de
Archiveros-Bibliotecarios, a quien se sumarían los Anticuarios en 1867 —año también de
fundación del Museo Arqueológico Nacional— y finalmente tomaría el nombre de Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en 1897. Esta podría haber sido una
fecha válida para comenzar esta fase, con la primera denominación oficial de la profesión y
eventos como el hallazgo de la Dama de Elche y el comienzo de su periplo (Ruiz, Sánchez
y Bellón 2002). Sin embargo, 1858 parece una fecha adecuada pues desde un par de años
antes, la Escuela Superior de Diplomática ya comienza a formar anticuarios. Además, es
también una fecha clave en el desarrollo de la arqueología europea con la formalización de
los círculos científicos en torno a la prehistoria de Inglaterra y Francia una vez John Evans y
Joseph Prestwich visitan Boucher de Perthes en 1859 y comparten sus impresiones en la Royal
Society (Schlanger 2002; Sherrat 2002). Estos años serán interesantes por la gran cantidad de
hallazgos y excavaciones que se llevan a cabo, eso sí, sin control. Un modelo que en cierto
modo se conserva hoy en algunos países y que responde al valor incipiente del patrimonio
para la sociedad. Conforme pasan los años, ese valor comienza a aumentar, al menos en
círculos intelectuales y, finalmente, a comienzos del siglo XX veremos como ese valor se
hace patente en la primera ley que regula las intervenciones arqueológicas en nuestro país.
Por el camino, quedan personajes casi olvidados, pioneros del desarrollo profesional como
Florencio Janer (Cabello Carro 2007), muy activo en la política patrimonial de la época. Pero
las Comisiones de Monumentos, ahora en manos de las Reales Academias, no terminaban de
despegar6:

«las academias prefirieron estancar los asuntos a reclamar la profesionalización


de las tareas que ellas realizaban en materia de gestión del patrimonio histórico.
[…] cuando en 1870 se planteó la creación de un cuerpo de arqueólogos de
la Academia de la Historia, a raíz de la creciente proliferación de hallazgos
arqueológicos en las provincias (Almagro Gorbea 2002: 59), el carácter de ese
cuerpo fuese el de meros auxiliares de los académicos. […] Con independencia
de sus innegables y meritorios logros y salvando la dedicación de muchos de
sus miembros, una mirada retrospectiva no puede obviar que con este pacto
5 Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, promovida por el entonces Ministro de Fomento Claudio Moyano, y
que marcará las bases de la política educativa española hasta finales del siglo XX.
6 Apunto una opinión compartida, pero también es cierto que mientras la Real Academia de la Historia ha llevado un camino
desligado de la actualidad política —al menos de la confrontación—, la Real Academia de San Fernando ha continuado como
órgano asesor implicada en numerosos procesos (Álvarez 1998).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
220 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

tácito se solidificaba la coartada perfecta para que todo gobierno inculto y poco
preocupado por el patrimonio histórico, al que consideraba un lastre para el
progreso, retrasase sine die la creación de una administración profesionalizada
dedicada a la tutela del patrimonio histórico inmueble. […] Así pues, por las
razones que fuesen, se perdió la oportunidad en España de profesionalizar este
ramo de la administración, justo en un momento en el que se estaban creando
los cuerpos facultativos que vertebraron la moderna administración del Estado
burgués» (Rodríguez Temiño 2014: 143-4).

Así comienzo la segunda fase, con una Ley de Excavaciones Arqueológicas que marca
un punto de inflexión en el proceso de institucionalización de la arqueología en 1911. Ya
no sólo contábamos con el museo como centro de recepción de piezas y de fomento de
su captación —aún no hablaré de una investigación formal—, sino que la proliferación de
estas actividades y el valor que comienzan a cobrar, hace necesario regularlas a través de
una ley específica. Once años después tendrá lugar otro momento clave en este proceso
cuando se crea la cátedra de «Historia Primitiva del Hombre» para Hugo Obermaier en la
Universidad Central —hoy Universidad Complutense de Madrid—, primera dedicada a la
Prehistoria. La reforma educativa de García Alix en 1900 dotaba por fin a la universidad
española de independencia con respecto a las academias, especialmente en lo que se refiere
a la enseñanza e investigación de la Historia (Peiró 1995: 196), consolidando en ese proceso
la presencia de la arqueología en el currículo universitario. Hasta entonces, ésta había estado
en la Escuela Superior de Diplomática, que con la reforma de 1900 pasaría a formar parte
a todos los efectos de la Universidad Central (Berlanga 2001: 28; Romero 2006: 586). Así
pues se podría considerar la Cátedra de Arqueología que en ese momento ostentaba Juan
Catalina García y López como la primera de la universidad española en 1900 y a José Ramón
Mélida como el primer catedrático de arqueología de pleno derecho tras tomar posesión de
la misma en 1912 (Casado 2006: 334). Estaríamos así ante esa primera profesionalización,
cuando la legislación comienza a marcar pautas en el desarrollo de la práctica arqueológica
y las instituciones académicas ya tienen una presencia firme en la incipiente investigación
arqueológica. También es un momento en el que la brecha arqueología/prehistoria comienza
a tomar forma con la separación entre una arqueología clásica, heredera del siglo XIX y
del interés por la vertiente más artística del pasado, y una arqueología prehistórica que se
dotará de un método cada vez más «científico». Lo más destacado de este periodo es la
consolidación institucional, con la creación de la Dirección General de Bellas Artes en 1915
(Cabello Carro 2013) y el desarrollo paulatino de los departamentos universitarios, los museos
y los cuerpos públicos, que en este momento estarán formados por: Inspección General de
Monumentos, Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Junta de Patronato para la
protección, conservación y acrecentamiento del Tesoro artístico-nacional y las Comisiones
Provinciales de Monumentos.

Una vez más, marco una ley como el comienzo de una nueva etapa, la tercera, que
además se corresponderá con un periodo político convulso entre la proclamación de la
Segunda República y la Guerra Civil. La Constitución de 1931 establece en su artículo 45
la figura del Estado como garante de la custodia y salvaguarda, a todos los efectos, de los
tesoros culturales de la Nación. Prueba del compromiso será la Ley de 1933, precedida
de una normativa «intensa y bien ordenada» (García Fernández 2007: 3), que tratará de
8. La profesionalización de la arqueología española 221

reconfigurar la administración pública dedicada al patrimonio, aunque el inicio de la Guerra


Civil bloquee el proceso en muchos casos (Maier 2003: 51). Además, se produjeron episodios
interesantes en la institucionalización como la supresión de la Dirección General de Bellas
Artes durante seis meses entre agosto de 1935 y marzo de 1936. Junto a la Dirección General,
encontraremos: Junta Superior del Tesoro Artístico Nacional, Consejo Nacional de Cultura,
Junta Facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, Junta de Protección al Madrid Artístico,
Histórico y Monumental, Conservador General del Tesoro Artístico Nacional —que ocuparía
un tiempo Valle Inclán—, Inspector General de Monumentos —que dejó de funcionar
seguramente, al igual que el Conservador General, en 1932— y el Consejo de Administración
del Patrimonio de la República. En cualquier caso, las cosas no cambiaron especialmente a
pie de yacimiento, donde la universidad seguía reforzando sus plantillas y cada vez se tendía
a una mayor profesionalización de la práctica. La Guerra Civil marcaría, eso sí, un punto de
inflexión importante.

La cuarta y quinta etapas recogen el periodo franquista con una separación marcada por el
cambio de poderes que se fragua tras la caída del Comisario General Santa-Olalla y los cambios
en la política exterior franquista en 1955 (Díaz-Andreu y Ramírez 2001; Gracia 2009). A falta
de una reforma legislativa y administrativa profunda, lo que marcará de forma trascendental
este periodo es la represión de la dictadura y la muerte o exilio de muchos de los principales
arqueólogos del momento, especialmente en el ámbito universitario y administrativo. Como
consecuencia, nos encontraremos un panorama fuertemente ideologizado desde la Falange y
la figura del Comisario General de Excavaciones Julio Martínez Santa-Olalla (Mederos 2003-
2004). Pero antes de esto, habrá convivido un sistema de transición durante la guerra, una
vez que en 1938 se crea por parte del gobierno golpista el Servicio de Defensa del Patrimonio
Artístico Nacional —más tarde rebautizado como Servicio de Defensa y Recuperación del
Patrimonio Histórico Nacional— que tenía entre sus funciones la documentación de patrimonio
histórico en las localidades sobre las que se iba a operar, con el objetivo de proteger lo
que interesara al Servicio (Díaz-Andreu y Ramírez 2001: 327). Ambas administraciones, la
republicana y la golpista, serían sustituidas por la Comisaría en 1939 y esta llevaría el peso de
la gestión del patrimonio arqueológico en nuestro país. Pese a tratarse de una administración
específica, la no profesionalización de la misma —en tanto en cuanto no era una posición
retribuida— como la variedad de formación de los ocupantes de las diferentes comisarías
—rara vez arqueólogos— hacía que se tratara de un ente meramente burocrático, e incluso
político, y que el funcionamiento real de la arqueología, más allá de la mera autorización, se
siguiera situando en la academia —ahora purgada— que estaba desarrollando la profesión
en las décadas anteriores. El punto de inflexión que supone 1955 para el cambio de etapa,
surge del malestar de muchos arqueólogos ante la gestión de Santa-Olalla, que llevará a su
acta de defunción en forma de carta y decreto7. Así, la nueva fase vería el nacimiento del
Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas, controlado ahora por la Academia tras
la descentralización de las decisiones y una mayor «profesionalización» de los puestos —
en tanto en cuanto ya se exige para los nuevos nombramientos una mayor experiencia en
arqueología. Los cambios serán también normativos, con la aprobación de la nueva Ley sobre
conservación del Patrimonio Histórico-Artístico en 1955 y la Ley del Suelo y Ordenación

7 La carta, sobre los problemas de la investigación arqueológica, enviada al Ministro de Educación Nacional por los catedráticos
Pericot, García y Bellido, del Castillo, Beltrán, de Mergelina, Maluquer de Motes y Almagro (reproducida en Díaz-Andreu y
Ramírez 2001: 340), motivó la pérdida de poder de Santa-Olalla y la sustitución de la Comisaría por el Servicio Nacional de
Excavaciones Arqueológicas en diciembre de 1955.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
222 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Urbana en 1956, que mantendrá un régimen proteccionista del patrimonio histórico, aunque
en principio no afecten directamente a la gestión del patrimonio arqueológico. Durante
los años 60, los planes nacionales de excavación marcarán la pauta de la investigación
arqueológica, atendiendo tanto a las excavaciones programadas como a las urgencias que ya
comenzaban a plantearse.

«La desaparición, si no completa sí al menos notable, de la amplia red de


comisarios provinciales, insulares y locales de la época de Santa-Olalla coincidirá
con la asunción de las excavaciones de urgencia y los hallazgos casuales por los
directores de museos o, en menor medida, por profesores universitarios, ayudados
ocasionalmente por una especie de flota volante de arqueólogos vinculados a
la Comisaría, normalmente a través de las prácticas que hacían los aspirantes al
cuerpo superior facultativo de conservadores de museos en el Museo Arqueológico
Nacional» (Rodríguez Temiño 2004: 30).

Poco a poco, la arqueología iba profesionalizándose gracias a la actividad formadora de


las universidades desde sus cátedras de Prehistoria y Arqueología, así como a la creciente
profesionalización de los museos provinciales, que en los últimos años del Franquismo
contarán ya con multitud de arqueólogos, muchos de ellos directores de los mismos. Además,
el régimen había dado forma al Consejo Superior de Investigaciones Científicas como
sustituto de la Junta de Ampliación de Estudios, dotándolo de recursos, especialmente desde
el Reglamento de 1966, lo que aportaría más investigadores profesionales. De hecho, una de
las últimas decisiones que se toma en el gobierno de la dictadura es la adhesión de España en
febrero de 1975 al Convenio Europeo para la Protección del Patrimonio Arqueológico, firmado
en Londres en 1969. El crecimiento urbano de las grandes capitales durante los últimos años
de la dictadura estaba poniendo de manifiesto la necesidad de una mayor preocupación
por el patrimonio arqueológico en suelo urbano y urbanizable. Sin embargo, salvando casos
concretos como el de Mérida, Cartagena, Tarragona, Madrid o Alcalá de Henares, donde la
gestión del patrimonio arqueológico en el espacio urbano comenzaba a ser una realidad
(Rodríguez Temiño 2004: 32 ss.), la norma era una mínima intervención ante la construcción,
auspiciada por los Museos Provinciales en forma de urgencia.

El caso más interesante es seguramente en el de Cartagena, donde desde 1969 se exigen


excavaciones antes de acometer obras en aquellos solares donde se intuye la presencia de
restos arqueológicos. Una medida municipal no exenta de polémica dada la falta de respaldo
de la legislación vigente ante este tipo de acciones.

En cualquier caso, el panorama ante el fin de la dictadura es el de una administración


centralizada donde la gestión comienza a descentralizarse, con un fuerte peso de las cátedras
universitarias y los Museos Provinciales. Las Reales Academias ya han quedado en un segundo
plano y la profesionalización de la práctica arqueológica comienza a ser un hecho. La muerte
de Franco marcaría un punto de inflexión importante derivado del cambio de modelo de
Estado y la nueva legislación.
8. La profesionalización de la arqueología española 223

8.3. Profesionales liberales ante un nuevo panorama (1975-1985)

Comienzo este apartado recalcando que es necesario investigar en profundidad las décadas
entre 1970 y 1990 para poder determinar cómo surge la profesión liberal en arqueología. A día
de hoy contamos con bibliografía suficiente para acercarnos al tema, pero siguen existiendo
muchas lagunas e incluso contradicciones con respecto a algunos aspectos de este momento
tan importante para la arqueología española. Desde mi punto de vista es seguramente el
momento esencial en el desarrollo profesional de la arqueología española, ya que es en estas
dos décadas cuando se configuran nuestros modelos actuales de gestión. Las decisiones
políticas y administrativas que se toman en estas dos décadas han marcado el devenir de
la arqueología española. Primero, con los primeros pasos en la liberalización del sector
arqueológico desde la semilla de la arqueología urbana y, finalmente, con la transmisión de
competencias en materia de Cultura, para Madrid, en mayo de 19858. Este hecho dotó de
competencia a la administración madrileña para gestionar su propio patrimonio, dando el
pistoletazo de salida a nuevos procesos que irían asentándose hasta la publicación de la ley
madrileña de patrimonio histórico en 1998. Los inicios fueron duros, «la documentación que
se transfiere desde el Ministerio de Cultura se reduce a una carpeta» (Mena y Méndez 2002:
205), y la nueva administración regional debe plantear un programa de acción desde cero.

«Uno de los fines prioritarios del Departamento de Arqueología de la Comunidad


de Madrid desde su formación, es el de elaborar la Carta o inventario de
yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la Provincia. El crecimiento
rápido de Madrid, con nuevas áreas de urbanización, polígonos industriales, obras
de infraestructura viaria de todo tipo, explotaciones de áridos, la intensificación de
la agricultura, concentración parcelaria y explanaciones de terrenos, han hecho
aumentar desmesuradamente el número de yacimientos en peligro, que precisan
por tanto, de una intervención con carácter de urgencia. Hoy por hoy, y dada la
imposibilidad de abordar el salvamento de tantos y tantos yacimientos, se hace
imprescindible atajar estas situaciones adelantándose a las mismas» (Velasco,
Mena y Méndez 1987: 190).

Este párrafo puede marcar el comienzo de la arqueología preventiva en Madrid, tras


dos años de prospecciones totales desde la asunción de competencias. Sin embargo, las
mismas amenazas que existían en ese momento, eran patentes unos años antes. En aquel
momento, las Diputaciones Provinciales y los Servicios de Arqueología locales estaban a
cargo de la protección del patrimonio arqueológico, así como de su gestión —incluyendo las
intervenciones de urgencia. Hemos visto como desde los años 60 habrá algunos ejemplos en
el seno de la administración local. Originalmente la llegada de la democracia no cambiaría
nada, pero si comenzaba a poner de manifiesto la necesidad de reforzar la profesión.

En este sentido, la parcelación de las etapas es más política que práctica. Como si del
Periodo de Entreguerras se tratase, los años entre la muerte de Franco y la promulgación
de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, serán continuistas y

8 Hablar de todas las comunidades resultaría complejo, por lo que me centraré en algunos de los casos mejor documentados.
En este caso, Madrid, aunque más adelante abordaré otros. Madrid adquiere las competencias en Cultura tras la publicación
en el BOE, el 18 de mayo de 1985, del Real Decreto 680/1985, de 19 de abril, sobre traspaso de funciones y servicios de la
Administración del Estado a la Comunidad de Madrid en materia de cultura, pendiente desde la aprobación del Estatuto de
Autonomía madrileño y los acuerdos posteriores en 1983.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
224 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

protagonistas del debate por el cambio que debe marcar el futuro de la arqueología española.
Por ejemplo, en el Symposion de Zaragoza Las Excavaciones Arqueológicas y sus Problemas,
celebrado en 1980 y donde se ponen de manifiesto algunos de los aspectos de actualidad en la
arqueología del momento, principalmente el expolio, ya fuera por intervenciones irregulares
o por el avance implacable de la construcción. En el contexto de los avances normativos
internacionales —recordar que España se adhiere en 1975 al Convenio de Londres y en 1982
ratificará la Convención de París—, la necesidad de actuar ponía también de manifiesto la poca
capacidad de las instituciones para seguir el ritmo del desarrollo. Los Museos Provinciales
apenas contaban con recursos para acometer las intervenciones necesarias:

«Sobre esta falta de planificación incidía además la carencia absoluta de personal


cualificado que de forma continua, día a día, pudiera hacer frente a la situación
con realismo y competencia» (Beltrán 1980: 44).

Este pequeño pasaje sobre la situación del Museo Provincial de Zaragoza ante las
intervenciones de urgencia en la capital maña, pone de manifiesto una realidad generalizada
que la descentralización de la administración no iba a solucionar del todo. No podemos
olvidar que pese a mantener una gestión centralizada de la arqueología en Madrid, la
disposición provincial y local de las unidades ejecutoras contaba con una mejor disposición
de personal ejecutivo que la nueva administración regional que estaba a punto de surgir… de
cero. El clamor era claro:

«En todo caso, parece que deben fortalecerse, en una política de prioridades, los
servicios correspondientes de excavaciones de urgencia, que realizan hasta el
momento la parte más ingrata y menos remuneradora de la arqueología española,
recayendo su responsabilidad casi siempre en los Museos Arqueológicos, centros
que por paradoja no disponen en muchas ocasiones del personal escueto para
atender a sus estrictas necesidades. Estos equipos de trabajo y su favorecimiento
mediante las oportunas ayudas a la investigación científica permitirían, al tiempo
de tratar el problema con garantías, desarrollar un mejor servicio y ampliar la
calidad de tratamiento de nuestro patrimonio arqueológico» (Beltrán 1980: 58).

NECESIDADES  

PERSONAL   COLABORADORES  DEL  MUSEO   MATERIAL  

ÚTILES  Y  
TÉCNICO   BRIGADA  DE  OBREROS  
ACCESORIOS  
VARIOS  
ARQUEÓLOGOS  
TOPÓGRAFOS   MUNICIPALES  
FOTÓGRAFOS   CONTRATACIÓN  LIBRE   EQUIPAMIENTO  
RESTAURADORES   PARO  OBRERO   CIENTÍFICO  
OTROS  

Fig. 44. Cuadro de necesidades para desempeñar las intervenciones de urgencia (según Beltrán 1980: 60).
8. La profesionalización de la arqueología española 225

Los requerimientos de Beltrán no eran descabellados y respondían a la realidad de otros


países como el Reino Unido, donde la arqueología urbana tenía una tradición mayor y pese a
las circunstancias legales, el colectivo arqueológico comenzaba a organizarse, especialmente
tras la aparición de RESCUE9 (Rahtz 1974). Al igual que en España, aunque desde unas
décadas antes, la presión de la construcción estaba afectando al patrimonio arqueológico y
las unidades de arqueología de los condados —el equivalente británico a nuestros Museos
Provinciales y Servicios Municipales— no podían hacer frente al proceso. En 1974, RESCUE y
el Council for British Archaeology presentaban el texto Archaeology and Government: a plan
for Archaeology in Britain (RESCUE y CBA 1974), en el que, además de plantear un sistema
centralizado y ordenado de gestión arqueológica, ya se reconocía una incipiente actividad
comercial, derivada de empresas que contrataban a sus propios arqueólogos para hacer frente
a los requerimientos de la Town and Country Planning Act (1947), especialmente tras el giro
liberal del gobierno conservador en 1979 (Everill 2009: 24).

«10.9 Commercial organizations. Commercial undertakings have begun to


recognize the importance of archaeology to the extend of appointing their
own archaeologists. We applaud this initiative and hope it will become more
widespread. Where such organizations are carrying out surveys and excavations,
their programs of work should be integrated into the larger County or regional
plan via County and regional advisory committees» (RESCUE y CBA 1974: 17).

Si bien estos nuevos profesionales comenzaban a emerger en el ámbito anglosajón, el


grueso de las acciones seguía estando en manos de las unidades de arqueología, también
de los condados, que tras la aprobación de la Planning Policy Guidance 16 en 1990, y el
establecimiento del polluter pays principle —abriendo la puerta a la privatización de la práctica
arqueológica—, se sumarían a este nuevo modelo convirtiendo sus unidades en un servicio
comercial. Mientras tanto, las universidades —que también se sumarían— y los aficionados,
veían como una amenaza las acciones que se llevaban de cara a la profesionalización de la
arqueología desde el «lobby» proto-comercial que surgió en torno a RESCUE y la posterior
creación del Institute for Field Archaeology en 1982 (Hobbley 1987: 41).

Pero el nuevo panorama británico no apareció de la nada y responde a una tradición legal
concreta y al espejo en el que se miraban al otro lado del Atlántico. Con la aprobación de
la National Historic Preservation Act en 1966, los Estados Unidos de América se pusieron
a la vanguardia de un proceso curioso por el que la Administración requería una serie de
trabajos para la gestión del patrimonio que no podía implementar con sus propios medios. La
Sección 106 ordenaba un proceso de revisión de proyectos financiados con fondos federales,
de tal manera que cualquier afección al patrimonio histórico debía ser mitigada. En cualquier
caso, si bien el término Cultural Resource Management —como se conoce allí la arqueología
comercial— se acuña en los años 70, la práctica había comenzado décadas antes (Lipe y
Lindsay 1974; King 2002).

9 Tras un multitudinario encuentro de jóvenes arqueólogos en 1971, surge esta plataforma de presión y acción para la financiación
de la arqueología. Pronto se convierte en una para-administración que acoge multitud de recursos, tanto económicos como
humanos, especialmente tras la creación de la Manpower Services Commission en 1974, que favoreció la contratación de
parados de larga duración, pero a la vez precarizó el trabajo y cerró la puerta a muchos jóvenes arqueólogos (ver Everill 2009;
Aitchison 2013).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
226 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Pero volviendo a la península, debemos comprender la situación en la que nos encontramos.


Con una incapacidad absoluta para implementar cuerpos profesionales de envergadura, un
modelo de Estado en crisis y la incertidumbre del cambio, estos años vieron el asentamiento
de cuatro pilares de la profesión arqueológica; Museos, Universidad, CSIC y Administración.
Todos ellos aumentaron sus plantillas conforme crecían los centros en la nueva articulación
regional, compartiendo una característica muy importante. Por primera vez podemos decir
que todos los que se dedicaban a la arqueología eran ya profesionales —formados con salario.

En este punto, el caso de la Comunidad Valenciana es interesante, ya que contaba con


servicios provinciales de arqueología potentes que durante un tiempo aguantaron el envite del
desarrollo y, por ende, de la inevitable llegada de la profesión liberal (Bonet 2002; Barrachina
y Selma 2014). Sin embargo, un quinto pilar iba a hacer acto de presencia a mediados de la
década de los años 80 poniéndolo todo patas arriba.

«en Madrid, la financiación de las intervenciones arqueológicas por sus promotores


no ha constituido nunca un obstáculo importante, y ello a pesar de no estar
amparada por una normativa legal: simplemente, los promotores prefieren hacerse
cargo de los costes para obtener sus peritajes en plazos razonables (si rechazaran
hacerse cargo del peritaje, deberían esperar a que lo efectuara directamente la
administración cuando dispusiera de fondos y de medios, caso hasta el momento
no presentado, pues prima ante todo la rapidez del procedimiento)» (Domínguez
et al. 1994: 91).

Esta situación se estaba comenzando a dar con algunas grandes empresas y se convertiría
en norma a partir de 1986. Sin embargo, el modelo siempre se vio con reticencia desde el
resto del colectivo profesional.

«El primer problema al que se enfrentan es el de la indefinición de su propia


categoría profesional, ya que, al no tratarse de una “profesión titulada”, los riesgos
de intrusismos y de infravaloración de su trabajo, son grandes. El segundo es
que, al estar sujetas sus intervenciones a la autorización del Estado, la pretendida
libertad profesional no es efectiva» (Querol y Martínez 1994: 186).

Una década después de la aparición de los primeros profesionales liberales, su indefinición


era patente, tanto como sus contradicciones. No eran «arqueólogos» como no lo era ninguno
de los demás profesionales del sector. En un sistema en el que la titulación define una
profesión, se trataba de un problema grave. En cualquier caso, ya había herramientas de
control a ese respecto. Pero lo más importante es que no eran libres. No por el hecho de que
las intervenciones estuvieran sujetas a autorización —que también— sino porque se estaba
fraguando un modelo de «dos jefes» en el que, efectivamente, los objetivos primordiales de la
investigación arqueológica quedaban de lado.

En 1984 se fundó la Asociación Profesional de Arqueólogos Españoles, eminentemente


académica, seguida de la gallega en 1986 y la castellanoleonesa en 1990. En 1990 los
Colegios Profesionales de Barcelona y Madrid abrirían sendas secciones de arqueología
(Querol y Martínez 1996: 57-8). Un año después lo haría Aragón, junto con Madrid los más
longevos tras disolverse la sección barcelonesa. Tras ellos, otra decena de secciones fueron
8. La profesionalización de la arqueología española 227

abriendo —y cerrando en algunos casos— hasta configurar un mapa de representación


colectiva que poco a poco fue haciéndose fuerte hasta que las circunstancias lo permitieron.
La asociación profesional se convertía entonces en uno de los pilares de la profesión. En este
sentido, me gustaría terminar este apartado con una pequeña reflexión sobre el colectivo
arqueológico desde una cita de Manuel Fernández Miranda sobre el proceso de elaboración
del Anteproyecto de Reglamento de Excavaciones a finales de los años 70, ya que responde
muy bien a la realidad actual del colectivo y pone de manifiesto la apatía profesional que
adolecemos:

«Debo reconocer que en un país como el nuestro, donde los arqueólogos nos
pasamos gran parte de nuestro tiempo de trabajo, y aun de ocio, criticando, con
toda justicia, la insuficiente estructura legal que poseemos, tan sólo el 20% de los
preguntados consideró útil responder con alguna propuesta concreta. Ignoro si se
debe a un ataque generalizado de abulia, ausencia de responsabilidad, incapacidad
legislativa, desconfianza en las posibilidades futuras, o, lo que sería aún peor,
repentina aceptación de lo malo conocido» (Fernández Miranda 1980: 18).

Todos los que en algún momento hemos enfrentado un proceso de este tipo —en mi
caso, varios años en distintos frentes— acabamos pensando exactamente esto, frustrados
por la situación y, parafraseando a Fernández Miranda, lo que sería aún peor, aceptando
lo malo conocido y abandonando el colectivo a su suerte. Estos momentos de duda no son
pocos, especialmente cuando tenemos que enfrentar procesos de vital importancia para el
presente y futuro de nuestra profesión. La frustración crece, además, cuando efectivamente
la crítica forma parte de nuestro día a día y, ante la posibilidad de participar de los procesos
de decisión, no se da un paso adelante. Al final, el colectivo puede ser sólo la sombra de una
realidad desvertebrada, pero la profesión sigue siendo compartida y el interés común es el
interés personal. Por eso, y sólo por eso, el escaso avance que se ha conseguido en los últimos
cuarenta años nos ha mantenido en pie.

8.4. La configuración de un mercado (1986-2008)

Así nos colocamos a finales del siglo XX, en un contexto ya claramente establecido en
el que la legislación ha marcado, aparentemente, un modelo claro de gestión en torno a la
privatización de la arqueología preventiva. Ya no hablamos solo de arqueología urbana y
procesos de planeamiento, sino de impacto ambiental en grandes obras de infraestructura. La
política de inversión europea desde 1986 estuvo centrada en el desarrollo de infraestructuras
(González y Benedicto 2006: 73) y, por ello, desde ese momento buena parte de la actividad
arqueológica va orientada al salvamento de los sitios amenazados por la vertebración territorial
de España.

Utilizo este recurso casi literario porque uno de los objetivos principales de la política de
financiación europea, así como de las políticas nacionales, ha sido efectivamente la vertebración
territorial a través de vías de comunicación, desarrollo de otro tipo de infraestructuras primarias
y equiparación de tecnologías. Todo ello grandes inversiones en grandes infraestructuras cuya
regulación ambiental se establece a nivel europeo por la Directiva 85/377/CEE de 27 de
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
228 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

junio, adoptada en nuestro país desde el Real Decreto Legislativo 1302/1986 de 28 de junio,
de Evaluación de Impacto Ambiental10. Este texto ya incluye al patrimonio cultural como
elemento a tener en cuenta en el proceso y será el que marque un hito en el desarrollo de la
profesión. No podemos olvidar que, en contra de lo que se viene repitiendo en la bibliografía
(ver último ejemplo en Marín y Parga-Dans 2015: 120), hasta ese momento, la ley 16/1985,
de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español no plantea esta posibilidad ya que, si bien
el articulo 43 abre la puerta a la acción administrativa, no se establece ninguna base que
regule las condiciones más allá de la discrecionalidad de la Administración11. Así, con los
precedentes de la arqueología urbana y el mandato legal de los expedientes ambientales,
el final de la década de 1980 marcará el comienzo de un modelo que poco a poco se ha
extendido en buena parte del mundo, al menos de Europa. En este sentido, la Recomendación
Nº R (89) 5 del Consejo de Europa plantea abiertamente la aplicación del poluter pays principle
en arqueología12.

Como en el apartado anterior, estos años requieren de un estudio más profundo que analice
el proceso de constitución de los modelos que actualmente rigen la gestión del patrimonio
arqueológico en nuestro país. Resulta interesante ver como una legislación que miraba al
modelo pasado, servía a la vez como marco para abrir el camino a la privatización del sector.
Esto pone de manifiesto como la ley no coarta ningún tipo de política, ya que suelen ser textos
amplios y abstractos que no regulan ni tan siquiera marcan pautas, más allá de máximas
generales que no afectan directamente a la ejecución de los trabajos, mientras el devenir
de los acontecimientos, como veíamos en el apartado anterior, pudo terminar marcando un
modelo. En este caso, es especialmente interesante ver cómo es la legislación ambiental la
que promoverá una parte del modelo que nos rige, el de la Arqueología Preventiva.

«Conjunto de actividades dirigidas a conocer y proteger el Patrimonio Arqueológico,


antes de cualquier incidencia pueda afectarlo. Además, cuando sea inevitable esa
afección, se tenderá a disminuir al máximo el impacto, evitando su excavación o
destrucción.» (Querol y Castillo 2012: 56).

Esta definición actual es bastante clara con respecto a una práctica que lleva tiempo en
escena, especialmente en países como Francia (Demoule y Landes 2009) que, cuenta con una
administración pública dedicada; el Inrap. Puede que la organización centralizada francesa
fuera más efectiva en ese sentido. En el contexto español, la práctica de la arqueología
preventiva ha sido dispar, dependiendo de proyectos y administraciones. Hasta hace poco
tiempo la propia página web de la Comunidad de Madrid definía la arqueología preventiva al
revés, como la forma de prevenir a los proyectos de desarrollo del impacto de las intervenciones
arqueológicas. En cualquier caso, la práctica ha sido desigual a lo largo y ancho del territorio
español, siendo normalmente practicada sólo ante grandes obras de infraestructura y con
un manejo de los tiempos poco acertado. Mientras el objetivo de la arqueología preventiva

10 Ambos textos hoy modificados.


11 A diferencia de lo que pasaba con el proyecto de Ley de Patrimonio Histórico-Artístico planteada en un coloquio en Zaragoza
en 1980 (Fernández-Miranda 1980: 21) y que rezaba textualmente en su artículo 63.1:
«En aquellas zonas en las que sea presumible la existencia de restos arqueológicos por la posible existencia de ciudades antiguas,
castros, poblados, necrópolis, monumentos funerarios, etc., antes de autorizar cualquier tipo de excavación o construcción,
deberán realizarse los sondeos previos y las necesarias catas arqueológicas, incluso excavaciones arqueológicas suficientemente
amplias para garantizar plenamente que no exista el menor peligro de daño al Patrimonio Arqueológico Nacional.»
12 Aunque no se tenga en cuenta oficialmente hasta la ratificación del Convenio de La Valeta en 2011.
8. La profesionalización de la arqueología española 229

es poner al arqueólogo delante de la máquina, la realidad le ha colocado en la mayoría de


ocasiones detrás (ver Bozóky-Ernyey 2007), herencia de los rescates del periodo anterior.

Introduzco este concepto en este momento, porque la teoría nos dice que la arqueología
preventiva es la base del nuevo modelo de gestión del patrimonio arqueológico a mediados
de los años 80. Sin embargo, la percepción —y la práctica— estaban más en línea con lo que
se vino llamando «arqueología de rescate, urgencia o salvamento».

Este término se acuña en los Estados Unidos con el auge del Cultural Resources Management
tras la aprobación en 1966 de la National Historic Preservation Act (16 USC 460 et seq.),
cuya Sección 106, como apuntaba en el apartado anterior, establece la obligatoriedad de
llevar a cabo evaluaciones de impacto patrimonial en todas aquellas obras financiadas con
fondos federales (Sebastian y Lipe 2009). A partir de ese momento, otros estados aplicarán
cláusulas similares y serán empresas privadas las que ejecuten los trabajos, para «salvar»
al patrimonio amenazado por el desarrollo. Pero, como hemos visto, la práctica se estaba
generalizando desde, al menos, los años 50 en algunos lugares, principalmente en el contexto
de la arqueología urbana.

La década de los años 90 sacó a la luz varios trabajos que explicaban el nuevo modelo de
gestión —con su variabilidad entre regiones— que se comenzaba a aplicar en nuestro país.
Sin embargo, salvo en el caso del llamado «Modelo Madrid» (Velasco 1992; Mena, Méndez y
Velasco 1997), que si estaba explicado por sus precursores, la mayoría de las visiones llegaban
de las nuevas cooperativas y empresas (Domínguez et al. 1994; Díaz del Río 2000) o de la
crítica desde la universidad (Querol 1995; 2000). Esto lleva a plantearme la existencia de uno
de los principales problemas en la gestión del patrimonio español; la comunicación. Si bien
la administración cuenta con unos procedimientos aparentemente claros, los profesionales
que tienen que pasar por estos procedimientos no suelen comprender su funcionamiento.
Además, la situación se complica con la irrupción de un tercer agente; las universidades y
centros de investigación, que tras ver mermada su presencia en el proceso, reaccionan en
contra del modelo. Este proceso es ya criticado a grandes rasgos en el recurrentemente citado
artículo de Vicent (1991) y con más profundidad, en una reflexión en torno al futuro de la
arqueología de Felipe Criado:

«Así, en unos pocos años, la Arqueología, antaño disciplina exclusivamente


académica y diletante, ha pasado a estar constituida por la coexistencia de cuatro
sectores distintos: a los dos campos tradicionales representados por la Arqueología
Académica o universitaria y la Arqueología Divulgativa o museográfica, se han
unido con especial intensidad la Arqueología Pública13 y la Arqueología Comercial
o Contractual. Aunque lo normal es que, para designar a estos dos sectores, se
hable directamente de Arqueología de Gestión y se contraponga a la expresión
Arqueología de Investigación, que representaría en cambio a los dos primeros,
preferimos utilizar estos otros términos y clasificación porque nos parece más
apropiado y honesto. A diferencia de la denominación habitual, esta otra no
presupone, y menos prejuzga, el tipo de actividad arqueológica que el colectivo
al que se refiere practica. Debemos intentar definir a los arqueólogos no por lo
que son, sino por el contexto en el que actúan.» (Criado 1996a: 17).
13 Dado que este trabajo aborda la arqueología pública, nótese que aquí se entiende como aquella que ocurre en la Administración
como herramienta pura de gestión y no en el sentido que se le da en esta tesis doctoral.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
230 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Esta dicotomía «gestión/investigación» se ha perpetuado hasta nuestros días con ataques


a dos y cuatro bandas entre unos sectores que están condenados a entenderse, que son uno
sólo. Cuando hablo de la profesión arqueológica quiero referirme a un colectivo heterogéneo
en el que todos formamos parte de un mismo interés. Sin embargo, las etiquetas nos colocan
en compartimentos casi estancos desde los que atacamos y recibimos ataques que muchas
veces no muestran más que nuestro desconocimiento del otro. Así, para el sector comercial,
la Academia vive fuera de la realidad y la Administración ahoga a todos con su burocracia14.
La Administración ve torpes mire donde mire, incapaces de atender a los requerimientos de la
norma. Por supuesto, la Academia se ve por encima de la Administración y moralmente superior
a un sector comercial que critica desde el desconocimiento. «En todas las Comunidades
españolas, en muchos de sus cenáculos universitarios y en casi todas las capillas autonómicas,
se está planteando este debate de forma cruda y el conflicto de forma violenta» (Criado 1996a:
18). Un debate donde algunas voces clamaron por la convergencia en lugar del conflicto,
mientras el conflicto seguía patente (Ruiz, Molinos y Hornos 1986; Criado 1988; Martínez
Navarrete 1988; Ruiz 1989). Un conflicto que sigue patente hoy, aunque de un modo más
tenue y moderado (ver textos en Almansa 2011b; Canosa 2014), también en otros sectores de
la cultura y el patrimonio (Abad 2001; Alegre 2006).

«Así pues, en el ámbito de la cultura se ofrece una nítida y básica distinción, la


que expresa el par de conceptos público-privado. Una distinción, empero, que
no supone la consagración de dos compartimentos estancos, incomunicados,
pues, como con acierto ha enfatizado el Tribunal Constitucional español, el
entrecruzamiento de lo uno y lo otro es uno de los rasgos distintivos del Estado
Social, uno de cuyos vectores más destacados es, precisamente, el atinente al
mundo de la cultura» (Alegre 2006: 88).

En los años 90, de entre todas las críticas, tal vez la más adecuada —para el sector
comercial— sea la de Pedro Díaz del Río, ex socio de la cooperativa Trabajos de Arqueología
y Restauración y ahora en el CSIC (Díaz del Río 2000), que estaba viviendo los primeros años
del boom desde una perspectiva crítica. En su trabajo tuvo la oportunidad de vivir el modelo
en primera persona, analizándolo desde un punto de vista materialista cultural, pero sin dejar
de formar parte de los vicios que critica. No podemos olvidar que aunque bajo la forma de
Sociedad Cooperativa, la relación laboral que se producía con sus trabajadores era similar a la
de cualquier empresa. En cualquier caso, la crítica es válida, desde el análisis del surgimiento
de la propia profesión liberal, a sus principales consecuencias.

«En definitiva, la nueva reglamentación introducía la obligación de documentar


y recuperar el patrimonio arqueológico del terreno como procedimiento previo a
su conversión en suelo urbanizable. Este procedimiento específico surgía de una
voluntad política dependiente de una concepción socialdemócrata del Estado, en
la que la arqueología se incluía como una instancia más de control público sobre
el mercado del suelo. Por lo tanto, el factor crucial desencadenante del posterior
desarrollo de la Arqueología comercial fue la decisión política de introducir el

14 Es notorio ver como la I Encuesta Nacional Dirigida a Empresas de Arqueología (Parga-Dans 2010) plantea que el 84% de los
encuestados encuentra que el proceso administrativo ralentiza bastante o mucho su trabajo, y el 67% considera que el personal
es poco ágil en la gestión.
8. La profesionalización de la arqueología española 231

patrimonio arqueológico en el proceso de producción de suelo urbanizable,


como parte del sistema de intervención pública en el mercado inmobiliario
(Vicent 1994: 221)» (Díaz del Río 2000: 10-1).

Pese a que no les falta una parte de razón, el panorama era mucho más complejo y las
causas tenían que ver con un proceso global de cambio normativo en el que Europa tenía
más que decir que las tendencias políticas nacionales. Si la voluntad política hubiese sido
real, el modelo que se hubiera configurado desde la socialdemocracia tendría más que ver
con la Francia socialista de Mitterrand que con el Reino Unido liberal de Thatcher. Desde
mi perspectiva, si bien es cierto que la arqueología entra de lleno en el incipiente mercado
inmobiliario, la decisión política fue acertada, pues no se trataba de introducir a la arqueología
en ese sistema, sino de aplicar un criterio de protección mediante la documentación ante
la inevitabilidad del crecimiento urbano. En ocasiones los arqueólogos pensamos que
somos actores protagonistas del presente, sin embargo estamos muy lejos de importar lo
que creemos que nos merecemos. En el marco de esta especie de complejo pretencioso,
muchas de las decisiones que se toman a nuestro alrededor son una suerte de solución ante
problemas que nos afectan directamente y sobre los que no tenemos el menor control. Es
cierto que la arqueología se ha convertido en un trámite más de la licencia de obra, en mera
técnica al servicio del desarrollo, pero la alternativa era convertirse en nada… y no podemos
ser tan inocentes como para haber esperado otra cosa. Al menos no desde la posición que
ocupábamos en aquel momento.

En cualquier caso, y volviendo a la ruptura del colectivo que ya mencionábamos antes,


uno de los puntos más acertados del texto es el que se refiere al origen de la ruptura:

«En estas condiciones, gran parte de los licenciados se entregaron ‘voluntariamente’


a las nuevas alternativas de trabajo que ofrecía el modelo de administración
regional. Mientras, las Universidades veían este proceso de acumulación primitiva
con una mezcla de alegría, por las posibilidades que se abrían a sus exalumnos,
alivio, por la descongestión de la competencia universitaria, y desconfianza, por
la escasa preparación de sus recién licenciados» (Díaz del Río 2000: 12).

Y del cambio de modelo:

«Frente a un estamento académico que argumentaba la razón de su existencia


en la investigación del pasado y la generación de conocimiento, el arqueólogo
comercial basaba la suya en una demanda social políticamente establecida que,
por encima de todo, y legítimamente, permitía su propia subsistencia en un
mundo que tampoco concedía muchas otras alternativas profesionales» (Díaz del
Río 2000:12).

El resto ha venido marcado por la debilidad histórica de nuestro colectivo y, puede que, por
la incipiente competencia que se vislumbraba a finales de los años 80. Así nos presentamos
en 1990 con un panorama claramente establecido en las principales regiones de nuestro país.
Madrid ha sido tomado como ejemplo porque concentró en un corto periodo temporal —
apenas cinco años— y en una sola provincia, ejemplos palpables de la perversión del sistema,
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
232 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

desde las intrigas universitarias a la «innovación» administrativa, pasando por el fratricidio


comercial. Así la década de los 90 lo que haría es consolidar un modelo y unas relaciones que
han llegado hasta hoy, puede que empeoradas por el poso del tiempo.

Pero sin duda, la parte más interesante del análisis de Díaz del Río es el análisis del sector
como estructura de clase. Plantea aspectos muy importantes como el compromiso ético que
compromete la dicotomía técnico/científico y que deriva en autoexplotación, si bien este
análisis weberiano de la arqueología como clase de servicio está cogido por los pelos teniendo
en cuenta las especificidades tan complejas que afectan a nuestra «prestación de servicios»,
si podemos definir así el trabajo de la arqueología comercial. Donde sí define a la perfección
el funcionamiento del sector es en su análisis de las relaciones de producción y el abanico
permeable de profesionales en base a la estructura de clase contemporánea propuesta por
Roemer y de Francisco.

Si según Roemer (1989) contamos con una serie de opciones X —trabajar para sí mismo—,
Y —comprar fuerza de trabajo ajena—, Z —vender fuerza de trabajo propia—, para de
Francisco (1994: 180) esto resultaría en una tipología en la que Y sería un capitalista puro; XY
sería un pequeño capitalista; X un pequeño burgués; XZ un semiproletario; y finalmente Z, un
proletario. Por tanto, esto se representaría en los siguientes tipos de arqueólogos:

«-Empresas de arqueología basadas en el autoempleo y la compra de trabajo


ajena (x, y: pequeños capitalistas)
-Profesionales autoempleados que también compran fuerza de trabajo ajena (x, y:
pequeños capitalistas)
-Profesionales que se autoemplean (x: pequeños burgueses)
-Profesionales que se autoemplean y venden su fuerza de trabajo (x, z:
semiproletarios)
-Profesionales que por las condiciones propias o del mercado no acceden al
autoempleo y deben obligatoriamente vender su fuerza de trabajo (z: proletarios)
[…]
A excepción de esta última categoría, los profesionales de la arqueología ocupan
una posición objetivamente contradictoria en la estructura de clases (Wright
1978; 1994), pues, en palabras de Braverman (1974), se disponen con un pie en
la burguesía y otro en el proletariado» (Díaz del Río 2000: 15).

La permeabilidad de estas clases es sin duda una de las características más problemáticas
para la exposición de este modelo, que se justifica en los ciclos económicos para reproducirse
a través de la expulsión de los eslabones más débiles y la alimentación, en fase de expansión,
con nuevas generaciones de titulados. En cualquier caso, la contradicción objetiva que
plantea Díaz del Río para nuestro sector es un hecho en todos los casos, ya que una empresa
de servicios no se encuentra en ningún caso en relación de igualdad con sus clientes. Todos
los arqueólogos somos proletarios y nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo
—ya sea física o intelectual— por mucho que nuestras relaciones contractuales puedan ser
múltiples. Pero lo más preocupante es que la modificación del modelo no supondría un marco
más justo, sino que mantendría las mismas relaciones y además expulsaría del sistema a un
mayor número de profesionales. ¿Estamos ante un modelo laboralmente justo? ¿Ante la menos
8. La profesionalización de la arqueología española 233

mala de las soluciones? Ni mucho menos. Sin embargo, existe una falsa impresión de que el
modelo comercial es perverso y pervierte.

Tal y como están las cosas, yo plantearía al profesional liberal de la arqueología como
una suerte de ZYX —que además queda muy comercial como nombre. Un profesional
que por las condiciones del mercado se ve obligado a vender su fuerza de trabajo, aunque
ocasionalmente puede comprar fuerza de trabajo ajena que le apoye, y vive en una dinámica
constante de autoexplotación. Coyunturalmente podemos identificar alguno de los otros tipos,
especialmente los extremos, pero incluso en tiempos de bonanza, la tónica ha sido esta y se
ve muy bien representada en la figura del «falso autónomo15» que tan de moda estuvo en la
primera década de los 2000.

Así las cosas, los años 90 nos trajeron un nuevo panorama en la arqueología española,
donde el abanico de profesionales ya estaba representado por una variedad mucho mayor de
la que había existido hasta ese momento, incluso dentro de los ámbitos más tradicionales. Ya
podemos hablar, sin embargo, de una completa profesionalización de la práctica arqueológica
en tanto en cuanto, bien a través del sistema de autorización o bien a través del acceso por
oposición/contrato, todos los profesionales que estaban ejerciendo funciones relacionadas
con la arqueología tenían ya un salario y un reconocimiento. Junto a ellos, un cuerpo de
jóvenes en prácticas que nutrían a la Universidad en su camino a la profesionalización.

A grandes rasgos tendríamos:

-- Público: Administración, Universidades, Centros de Investigación, Museos, Servicios


Municipales/Diputación

-- Privado: Arqueología Comercial

Los roles, sin embargo, ya no se repartían de la misma manera. Hasta el cambio de modelo,
el sector público había controlado en la teoría y la práctica el ejercicio de las actividades
arqueológicas. Ahora el poder iba a moverse hacia la Administración y la práctica hacia el
sector comercial, empoderando a un cuerpo de profesionales que, en teoría, representaban
a los no válidos para el ejercicio tradicional de la arqueología. Todos aquellos que no habían
conseguido permanecer en la Academia o aprobar unas oposiciones, iban —se vendían— a la
empresa. Con total seguridad, esta dinámica se había dado antes, salvo que la empresa estaba
representada por otros servicios y oposiciones.

En cualquier caso, el número de profesionales en el ámbito comercial y su presencia en el


panorama arqueológico español se fue incrementando paulatinamente hasta convertirse en
la primera fuerza de trabajo de nuestro país a principios de los años 90. Un crecimiento muy
rápido que favoreció las rupturas que comenté anteriormente y, en cierto modo, revolucionó
la forma de hacer arqueología en nuestro país.

15 Se trata de una relación laboral por la que un trabajador es obligado a darse de alta como trabajador autónomo para ahorrar a
la empresa los costes de la Seguridad Social, mientras trabaja en exclusiva para ella sin gozar de los privilegios del autoempleo.
Esta figura fue denunciada a finales de la primera década del siglo XXI y finalmente regulada como TRADE (Trabajador Autónomo
Económicamente Dependiente) tras una importante sentencia del Tribunal Supremo en mayo de 2014 donde se definía la delgada
línea que separaba la legalidad de la explotación. No podemos olvidar que un trabajador autónomo no reconocido como TRADE
—que desde ese momento, si cumple los requisitos, pasaría a contar con beneficios similares a un trabajador asalariado— goza
de una independencia total y no tiene la obligación de cumplir jornadas o de trabajar en exclusiva para un cliente siempre que
desarrolle las labores para las que es contratado.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
234 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

La preocupación por aspectos de la profesión que hasta entonces eran residuales se convirtió
en un aspecto central de las charlas de bar y, pronto, de las asociaciones profesionales. La
APAE estaba en horas bajas, debido en parte a la falta de implicación de los profesionales, que
además ya se veían desbordados por el nuevo modelo. Los Colegios no tenían una capacidad
real de acción, pero cada cierto tiempo intentaban algo. Curiosamente, muchos de los avances
se veían frenados por el propio colectivo, en una suerte de ataque liberal-corporativista que
ha ido en perjuicio de la profesión. Lo que estaba claro es que pese a las fluctuaciones del
mercado del suelo, la arqueología comercial seguía creciendo y el sector público se mantenía
con breves momentos de crecimiento en la Administración para hacer frente a la realidad.

La reactivación de las grandes obras de infraestructura a finales de los años 90 trajo consigo
una falsa edad de oro de la arqueología comercial que sobredimensionó al colectivo durante
una década hasta unos niveles insostenibles, colocando a la profesión liberal al borde de un
abismo que no tardó en llegar.

Fig. 45. Densidad de empresas por año de fundación (Parga-Dans 2010).


8. La profesionalización de la arqueología española 235

8.5. La ruptura del modelo (2008-2015)

Así llegamos hasta 2008 con el inicio de la crisis económica. La repercusión que la crisis
ha tenido en las diferentes regiones españolas ha sido muy diferente. Algunas, como La Rioja
o Navarra, no han notado un impacto especial más allá de la financiación pública, que
nunca fue boyante. Mientras tanto, otras como Madrid o Cataluña, han sufrido una caída
considerable que ha afectado también al entramado laboral de un modo especial (Parga-Dans
y Varela Pousa 2014).

No es una coincidencia que el malestar que se venía viviendo por las condiciones laborales
en el ámbito comercial se terminara de materializar en este momento. El 31 de octubre de
2006 se produce la primera huelga en la arqueología comercial española contra la empresa
catalana Codex16. Convocada por la CNT, respondía a unas condiciones precarias de trabajo
que se venían viviendo especialmente desde 2004. En lugar de aprovechar una situación
próspera para la profesión, la avaricia —porque solo se puede explicar de esta manera—
llevó a una progresiva precarización de la arqueología al más puro estilo del análisis clásico
marxista de los modos de producción. Trabajadores explotados cuyos logros eran aprovechados
por sus empleadores, lejos del arqueólogo ZYX que planteaba en el apartado anterior. La
precariedad no se daba sólo en el sueldo —en torno a los 900-1.200 euros mensuales con
pagas prorrateadas y ejemplos por debajo de los 800 euros a partir de 2007—, sino también
en las condiciones de seguridad e higiene, o el reconocimiento académico de los resultados
del trabajo. La controversia que han generado algunos trabajos denunciando esta situación
(Moya 2010; González 2012), se debe a la inevitable generalización que se hace a la hora
de hablar de estos temas. Mientras algunas pequeñas empresas y cooperativas intentaban
llevar a cabo los trabajos en unas condiciones dignas, otras empresas comenzaron a crecer
acaparando obras con prácticas éticamente cuestionables que afectaron a los trabajadores
y al patrimonio arqueológico. Si bien estas prácticas no fueron coto exclusivo de las viejas-
nuevas-grandes empresas, sino que autónomos y pequeños empresarios también las aplicaron
en la medida de sus posibilidades —en obras de menor envergadura, pero con consecuencias
peores como la mala praxis que derivó en destrucción del patrimonio17.

Pero volviendo a la protesta, el año 2006 sería el detonante de una serie de movimientos
importantes para la profesión. En primavera, la nueva Junta Directiva de la Sección de
Arqueología del Colegio de Licenciados y Doctores en Filosofía y Letras y en Ciencias de
Madrid (a partir de ahora y hasta 2014, CDL) comenzó a tantear el terreno para la posibilidad
de firma de un convenio colectivo. Ese verano, la nueva sección de arqueología de CNT
Barcelona creada precisamente ante las condiciones de trabajo en Codex, se manifestó ya
contra la precariedad laboral y por un convenio colectivo para la arqueología, desembocando
en la huelga de octubre. En dos años, Cataluña conseguiría redactar y aprobar un convenio
colectivo18 que, si bien ratificaba unas condiciones mínimas en lo económico, apenas
16 http://cntbarcelona.org/cnt-codex-nota-de-premsa/
17 Lanzar este tipo de acusaciones parece grave, pero los procesos de control y sanción han brillado por su ausencia y muchos
de los casos no han trascendido el cotilleo. En 2007 se llevó a la Asamblea General Ordinaria de la Sección de Arqueología del
CDL de Madrid la sanción a un colegiado por mala praxis, pero no quedó nada registrado, ni por parte del Colegio, ni por parte
de la Comunidad de Madrid. Como testigo directo del caso, me consta que desde el CDL se expulsó a uno de los implicados —el
que estaba colegiado— y la Comunidad de Madrid inhabilitó temporalmente a ambos. Sin embargo, el tema nunca trascendió
más allá de un círculo muy reducido. Revisando la documentación de juntas anteriores no he localizado más casos.
18 Resolución TRE/3830/2007, de 29 de octubre, por la que se dispone la inscripción y la publicación del Convenio colectivo
de trabajo para el sector de la arqueología y la paleontología de Cataluña para el período del 18.7.2007 al 31.12.2009 (código
de convenio núm. 7902595).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
236 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

profundizaba en otros aspectos importantes. Se trata del primer convenio colectivo en España
para el sector arqueológico y marca un hito importante en el desarrollo de la profesión.

Fig. 46. Manifestación en apoyo de la huelga contra la empresa catalana Codex promovida por el
sindicato CNT (imagen de CNT).

Mientras tanto, la situación en Madrid desembocó en la formación de la Asociación


Madrileña de Trabajadoras y Trabajadores en Arqueología (AMTTA) en julio de 2007. Ante los
movimientos efectuados desde el CDL, un grupo de trabajadores se conformó en asamblea
para tomar el control de un proceso del que creían estar excluidos. Como actor partícipe de
ese proceso, he de decir que todo fue un malentendido, pero las consecuencias fueron muy
positivas para la activación del proceso. El objetivo de AMTTA fue desde el principio redactar
un convenio colectivo profundo y regulador, que pudiera suplir muchas de las carencias que
se identificaron durante las primeras asambleas —con una asistencia en torno al centenar de
personas. Los grupos de trabajo se establecieron de forma eficiente, pero el empuje de los
primeros meses fue a menos conforme la carga de trabajo crecía. La publicación del convenio
catalán en 2008, el gallego en 200919 y el castellano leonés en 201020, dieron fuerza al proceso,
19 Resolución de 29 de abril de 2009, de la Dirección General de Relaciones Laborales, por la que se dispone el registro, el
depósito y la publicación, en el Diario Oficial de Galicia, del convenio colectivo de ámbito de la Comunidad Autónoma de
Galicia para el sector de la actividad arqueológica.
20 Resolución de 24 de junio de 2010, de la Dirección General de Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales, por la que se
dispone la inscripción en el Registro Central de Convenios Colectivos de Trabajo, el depósito y la publicación del Convenio
Colectivo del Sector de Arqueología de Castilla y León, con el Código 7800515.
8. La profesionalización de la arqueología española 237

ya que el objetivo estaba cada vez más claro. Si se llegaba a firmar un convenio colectivo en
la Comunidad de Madrid, no podía ser en la línea de los ya aprobados, o el que se aprobaría
en 2013 en la Comunidad Valenciana21. Así, en 2010 se llegó a un borrador definitivo22 con el
que poder comenzar a trabajar, que alcanzaría su configuración final en julio de 2011. Desde
ese momento comenzaron las conversaciones previas para la negociación colectiva, que se
truncaría a los pocos meses con la aprobación de la reforma laboral23 en febrero de 2012 y el
borrador de la nueva ley de patrimonio histórico de la Comunidad de Madrid —recibido en
junio de 2012—, que reorientó los esfuerzos hacia otra dirección.

Fig. 47. Participación de AMTTA en la huelga general de 2012 (imagen AMTTA).

Mientras tenía lugar este proceso, la situación de la profesión se precarizaba aún más
debido a la fuerte competencia que surgía ante la escasez de posibilidades. Puede parecer
que hablo sólo del contexto comercial, pero la situación se reproduce también en los
contextos académico y administrativo. Los servicios de arqueología han visto reducidos sus
presupuestos drásticamente, al igual que los museos, los centros de investigación y las propias
universidades. La financiación pública de proyectos se ha recortado enormemente, buscando
modelos de financiación que difícilmente se pueden aplicar en arqueología y las becas y
contratos siguen a día de hoy en caída libre. El «coste cero» se ha convertido en la nueva
política arqueológica y tanto el ámbito público como el privado se han visto afectados.

21 Resolución de 25 de marzo de 2013, de la Subdirección General de Relaciones Laborales, por la que se dispone el registro y
publicación del texto del Convenio Colectivo del Sector de Arqueología de la Comunidad Valenciana. [2013/3533]
22 https://es.scribd.com/doc/72819470/PropuestaConvenio-junio2011
23 Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
238 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

A diferencia de otros países europeos donde el proyecto DISCO24 ha profundizado en todos


los sectores profesionales de la arqueología, el caso español sólo trata el sector comercial,
por lo que el efecto real en otros ámbitos no se puede evaluar con datos fehacientes, si bien
la propia Eva Parga-Dans se acerca a ellos en una de sus publicaciones (Parga-Dans 2009).
En cualquier caso, al tratarse de ámbitos de corte funcionarial, los principales factores han
sido la amortización de plazas, becas y contratos, así como la precarización de los servicios
subcontratados. Estos, en cualquier caso, sí aparecen recogidos por los datos de DISCO, que
podemos comparar con la primera encuesta para ver los efectos de la crisis en el entramado
empresarial de España.

El primer dato que salta a la vista es el del número de empresas que pasa, de las 273 en
2009 a tan solo 158 en 2013, registrando una caída muy fuerte, sobre todo si tenemos en
cuenta que algunas nuevas empresas abrieron también en esos años. Una tasa de mortalidad
empresarial de este calibre que sólo se ve eclipsada por la pérdida de puestos de trabajo.
De los 2.358 empleos registrados en 2009, a 796 empleos en 2013. Sin embargo, los datos
económicos son muy interesantes. A pesar de que casi un 75% de las empresas asegura tener
menos ingresos, se dobla el porcentaje de empresas que asegura facturar más de medio millón
de euros anuales —lo cual supone también un incremento en términos absolutos, aunque no
tenemos esos datos. La precarización del empleo sigue siendo un problema importante y un
39% de los trabajadores —de los cuales menos de la mitad son indefinidos— tiene un salario
por debajo de la media del colectivo; 15.500€ brutos anuales, lo cual es ya un salario muy bajo
con respecto a la media nacional de 22.700€. En términos de innovación los datos mejoran,
aunque seguramente estemos ante un resultado fantasma, ya que la mejora tecnológica es
una inversión residual en equipos informáticos y la mejora organizativa un espejismo que
se diluye en el resto de variables. Lo que si representa un cambio interesante es el que se
refiere a los clientes de las empresas supervivientes. Mientras en 2009 el top3 de clientes
era: Infraestructuras, Inmobiliarias, Administración, de cara a 2013 tenemos: Administración,
Construcción, Público. Esto pone de manifiesto la explosión de la burbuja inmobiliaria y
la crisis en el sector de la construcción, que sin aumentar la inversión ha colocado a las
administraciones públicas en primer lugar. La aparición del público —sociedad— como
cliente, apunta un cambio sustancial en el modelo productivo, a pesar de que el porcentaje
de empresas que se dedican a la arqueología tradicional se mantiene en torno al 75% —de
las que en torno al 60% se dedica casi exclusivamente a ello.

«la encuesta revela que las empresas se estructuran en torno a capital humano
muy cualificado, lo que las dota de una gran capacidad para adaptar sus modelos
de negocio a las contingencias del entorno. En esta misma línea, un número
importante de empresas afirman haber realizado actividades de innovación,
considerando que la innovación de proceso y la organizativa han sido las más
estratégicas para su organización, tanto por la actividad desarrollada como por
los resultados obtenidos.
Estos dos factores (capital humano y potencial innovador) constituyen una clara
oportunidad para superar la crisis que atraviesa el sector, introduciendo fórmulas
de innovación distintas a las tradicionales (orientadas a la producción y a la
24 Con socios a lo largo y ancho de Europa, el contraste de datos entre las dos ediciones del proyecto, así como otros resultados
paralelos, nos ofrecen una imagen interesante del colapso de la arqueología entre 2006-2008 y 2012-2014: http://www.
discovering-archaeologists.eu
8. La profesionalización de la arqueología española 239

tecnología) como fuente de desarrollo y competitividad» (Parga-Dans y Varela


Pousa 2014).

Aunque algunos de los datos deben interpretarse con cautela, las conclusiones son ciertas y
los últimos años han visto un leve cambio en el modelo productivo en arqueología, colocando
la innovación en el punto de mira de las nuevas empresas, a pesar de que el 44% de las
empresas encuestadas aseguraban no haber invertido un solo euro en I+D.

Un factor que sólo aparece reflejado en la encuesta de 2009, pero que me parece interesante
tener en cuenta en este momento, es la percepción del asociacionismo en arqueología. Para el
69,3% de los encuestados era bajo, para el 20,8% medio y sólo un 2,4% lo consideraba alto.
A pesar de todo, el asociacionismo no aumenta ni en momentos de necesidad.

Volviendo al ámbito universitario, un aspecto positivo ha sido la consecución del tan ansiado
Grado de Arqueología, que poco a poco se va extendiendo por varias universidades españolas
desde que se matricularan las primeras generaciones en 2009 y 2010 en Barcelona y Madrid.
Este evento ha sido una victoria en el camino de la profesionalización que lleva décadas en
lucha (Junyent et al. 1993; Querol 2005; Ruiz Zapatero 2005) y ha enviado ya al mercado laboral
a las primeras hornadas de arqueólogos titulados. El presente que enfrentan, sin embargo, es
duro. No sólo por los déficit que mantiene la nueva formación, que a pesar de ser mucho
más específica sigue sin cubrir todas las expectativas, sino especialmente por las trabas que ha
provocado la crisis en la formación complementaria de estos profesionales de la arqueología.

En concreto me refiero a las prácticas, que durante años se llevaron a cabo en excavaciones
programadas a cargo de instituciones públicas, recibiendo como retribución al trabajo
alojamiento y manutención a cargo del proyecto. Hoy, el pago por esas prácticas ha supuesto
una precarización mayor del sector (González Álvarez 2013; Hernando y Tejerizo 2013),
por no hablar de un régimen de pseudo-esclavitud, disfrazado de formación. Además de la
brecha socio-económica que supone este modelo y del conflicto ético que plantea, sigue
minando la profesionalización de la arqueología en tanto en cuanto favorece dinámicas de
explotación laboral de cara al futuro. Termino este apartado planteando la necesidad de una
oposición rotunda y activa a este tipo de prácticas25, y clamando, una vez más, por la lucha
como colectivo por unas condiciones laborales y profesionales dignas, que sólo podemos
conseguir juntos.

8.6. Epilogue: Will Spain be different?

I would certainly love to be a fortune-teller, able to read the future. However, I am just an
archaeologist with very little faith in the profession after too many slaps of reality. For years
I looked with envy the French model and the British collective. Today, the French model
is collapsing and I am not sure yet the Royal Charter will make IfA any better26. However,

25 Algo difícil cuando, por ejemplo, el propio CDL de Sevilla y Huelva apoya este tipo de actividades a través del Proyecto
Nuraghe, que cobra cantidades importantes por la participación http://www.proyectonuraghe.com
26 After the Brexit vote, CIfA —the “C” goes for “Chartered”— is highlighting its international role, trying to keep its focus on
best practices without borders. While I write these lines it is about to release a leaflet in Polish, Spanish, French, German, Italian
and Dutch which states:
“The Chartered Institute for Archaeologists (CIfA) is the leading professional body representing archaeologists. We promote high
professional standards and strong ethics in archaeological practice, to maximise the benefits that archaeologists bring to society.”
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
240 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

this thesis is about a management model that mixes both of them in Spain. Of course, I
do not have the capacity to try it in real, as this corresponds to higher public spheres. My
recommendations for the model will just be that. But my recommendations for the collective
are something different. I cannot change the way people behave, but I can favour an arena
where their behaviour gets better for all of us, and opportunities to work together improve. This
is why I run in 2014 for the Colegio de Arqueólogos de Madrid committee —an equivalent
to the CIfA, but regionalised. Working for the collective is an old obsession for me, but the
commitment required needs a group of collaborative colleagues, stability in the government
and predisposition to do something.

2015 is the year of the 25th Anniversary of the Colegio de Arqueólogos de Madrid and
we wanted this year to be a keystone for our profession. This is why, besides several events to
make archaeology visible and to help our colleagues share their work, we are starting a series
of projects which we expect will have a positive impact in the way archaeology is practiced
and archaeologists valued. This is not the place to write about these initiatives, but I wanted
to, at least, show how many of the ideas behind this thesis are currently being put in practice
to the extend of my ability.

2015 has been a year to share archaeology in Madrid. Several meetings —informative,
educational, professional, academic, etc.— took place along the year, making archaeology
visible and providing a space of communication for archaeologists. We aim this communication
to build working networks and synergies beyond the assistance to an event. One of the
problems of the commercial sector has been the predominance of tiny companies doing
anything for very little. However, most of us have more specific skills that put together could
improve the results of our work. Collaboration is an option for the near future and we have to
set an example for our colleagues.

Fig. 48. During MeetArch 2015. A professional archaeology fair organized from Colegio de Arqueólogos
de Madrid that attracted 40 exhibitors —full room— and hundreds of visitors. It encouraged networks
for collaboration and new projects. 2016 saw the second edition with great success too (CDL Madrid).
8. La profesionalización de la arqueología española 241

After several years involved in professional associations, one of the main challenges
observed was difficulty during the administrative process. This is one of the causes I have
taken for this thesis, but also for our administration at the Colegio de Arqueólogos de Madrid. I
strongly believe that being able to improve procedures, shorten times and set certain standards,
would be a step forward in the management of archaeological heritage, and even in the
image of archaeology as a profession —we cannot forget most of the negative perceptions of
archaeology comes from time during development works. A first phase would only be about
agility in the administrative process, but the goal tends to a public/private model in which a
public agency can manage efficiently archaeological heritage. Of course, this is out of the
picture at this moment.

But there are other unnoticed issues that some times appear in pub talks, but we never
materialize (see Poirier y Feder 2001; Bouzas 2014). “Health” and “Safety” are two important
words during project planning, but also after work. How many of us do have health issues and
diseases related to our profession? The identification of these problems will be the next step
for me after this thesis in a joint project between the Colegio de Arqueólogos de Madrid and
the ENMT (National School of Occupational Medicine) that we just started in January 2015.
Hopefully, this project will help to improve the profession and understand its risks for health
in the mid term.

I am not a fortune-teller, but I need to picture a better future for our profession and I
will work to make it happen in Spain. Meanwhile, the situation is uncertain. The crisis has
affected the sector strongly (Schlanger y Aitchison 2010) and Spain has probably suffered
it more seriously due to the major developments undertaken during the late 90s and early
00s and the overgrowth of the construction sector, which took archaeology with it. Although
Administration has surely done its best —or at least tried—, deregulation has been the norm
in those regions where construction had power. Archaeological work was undertaken, mostly
with high professional standards, but with seriously bad conditions; low payment, health and
safety scarcity, lack of further research and outreach, insecurity and a long etcetera. I have
used a lot “perception” to describe the situation of the management model and in this case,
the perception of commercial archaeology has been very important to understand certain
dynamics in the sector. Of course, the perception was much worse than reality, at least in the
areas of deeper criticism. Archaeologists have been good professionals during this period,
but all sectors had strong problems, even in the times of economic prosperity and work.
However, if I look back to one of my first works (Almansa 2007a), some of the goals for a better
management of archaeological heritage have been achieved.

As usually happens when looking back to old works I would have probably written certain
things differently, or added new actions and actors. The global aim of the paper was to achieve a
management model within which society was an active actor being part of the process, instead
of continuing as a passive consumer of limited archaeological information —and many stimulus
(see Chapter 7). Nevertheless, looking at the chart we can see important advances in less than
ten years. Probably, the most important of which, for the professionalization of archaeology,
has been the creation of a specific degree in 2009 —first only in Universitat Autónoma de
Barcelona, from 2010 in Universitat de Barcelona and Univerisdad Complutense de Madrid,
now in several other universities. Recent events in the development of the commercial sector
are also pointing to a diversification of the offer, although there is not a clear trend towards
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
242 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

better conditions. Administration is improving little by little and we can see some examples
of good practices like the Carta Arqueològica de Barcelona27, or the modernization of most
museums online. Research Centres were in need of engaging the public and they are slowly
doing so. A great example for that is Incipit-CSIC in Santiago de Compostela, with several
projects with high media visibility and even public interaction like the latest NEARCH28 project
in which they are involved.

AREA ACTION
Invigorate administrative paperwork
Request of higher standards
Administration
Provide better accessibility to information
Improve public —and internal—outreach
Dignify working conditions
Commercial Sector Standardize working protocols
Research and outreach
Create a specific degree
University
Innovate in contents
Raise awareness among collectives
Associations Small scale outreach
Studies about the situation of archaeology

Table 8. Lines of action for the improvement of archaeological heritage management from a public
archaeology perspective (according to Almansa 2007a).

Now, we can see a step forward in the professionalization of archaeology in Spain, but it may
not be visible in the short term. The new degree is training a new generation of archaeologists
with a different view of the profession that will hopefully be part of that change. Their “birth”
in a context of crisis can be difficult, but will surely encourage innovation. But we still need
some radical changes in the profession and the panorama in the short term is not clear enough.

If I were a fortune-teller, I would bet for a great advance in the next ten years. Where will
it go is still uncertain, but for the first time in years I have the feeling we are all looking at the
same place. Dreaming about a shift to the public —in all its definitions— may be utopic, at
least for management, but the profession is clearly changing from below and we only need
time to make it the norm.

27 Although the first initiative took place in Madrid with the Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas de la
Comunidad de Madrid, it never worked properly —I cannot even offer a working link, as it changes periodically— and only has
partial information between 2001 and 2012, which made it useless in terms of management. As a possible outreach tool, it did
not have much potential either, but it is for sure one of the issues the region should focus on in the future. The Carta Arqueològica
de Barcelona (http://cartaarqueologica.bcn.cat) is little by little uploading many useful information that is already being used even
for research purposes (Miró y Ramos 2013).
28 Learn more here: http://www.nearch.eu/what-is-nearch
.9.
LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO
ARQUEOLÓGICO Y SU CONTEXTO

“Old man: You paint the wall, you make it look beautiful.


Banksy: Thanks.
Old man: We don’t want it to be beautiful, we hate this wall, go home!”
(The Wall Project, Banksy)

En el verano de 2005, el artista callejero Banksy viajó a Palestina y comenzó a pintar el


muro como acto de protesta. Un día, un anciano se le acercó espetando esa frase tan directa
y sincera que reproduzco en la cita. Los procesos de patrimonialización son muy dinámicos,
incluso simples. Una pintada de Banksy en un muro puede convertirlo en un bien declarado
como veíamos en la introducción. Sin embargo, las consecuencias de esa patrimonialización
pueden ser más graves de lo que parece. ¿Qué pasaría si el gobierno de Israel patrimonializara
las pintadas del grafitero de Bristol? ¿Se convertiría el muro de la vergüenza en un bien
patrimonial declarado y protegido por la ley? ¿Tendríamos que estar de acuerdo?

Los gestores del patrimonio nos llenamos la boca de buenas palabras sobre el rol social del
patrimonio y el rol de las personas en el proceso de patrimonialización, pero al final se trata
de decisiones técnico-políticas que afectan a la ciudadanía sin muchas veces darse cuenta
de ello. En las múltiples conversaciones que he tenido con Alicia Castillo sobre arqueología
pública y patrimonio salía a relucir de vez en cuando el ejemplo del «reloj del abuelo». Un
viejo reloj que forma parte del patrimonio personal de un nieto, con un alto valor simbólico
para él, que le haría protegerlo con celo, incluso con más interés que cualquier sitio declarado
Patrimonio Mundial. Sin embargo, ese valor existe sólo para el nieto y el resto de la sociedad
no fijaría jamás su interés en el reloj. Ahora nos vamos a un futuro alternativo en el que el
abuelo representa una figura pública de gran calado en la sociedad. Un gran artista, literato,
político… que ha dejado un legado incuestionable. Su legado se convierte en patrimonio
reconocido institucionalmente y puede que algún día su reloj también. Es el mismo reloj.
Materialmente no ha cambiado nada. Sin embargo, ahora sí tiene valor para la sociedad como

243
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
244 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

legado de un personaje importante. Se colocará en un museo contando una historia curiosa


sobre él. La gente lo observará, incluso lo apreciará, en ocasiones más que su nieto. Todo
porque un gestor consideró que la figura de su dueño era merecedora de un recuerdo que
afectara también a sus restos materiales.

Fig. 49. Casa de Pablo Neruda en Isla Negra, Chile.

Una de las principales atracciones en Chile es la visita a las casas del escritor Pablo Neruda.
Casas interesantes, llenas de cachivaches patrimonializados que bien podían estar en cualquier
otro lugar. Seguramente, junto a las casas de Neruda hay otras que tienen cosas similares,
incluso yo puedo tener alguna vajilla parecida o una pequeña colección de conchas. Pero
claro, yo no soy Pablo Neruda y, por suerte, no hay miles de personas visitando mis casas cada
año. Después de visitar la casa museo, en un largo viaje de vuelta en autobús a Santiago, me
imaginaba como sería una audioguía de mi casa:

«Parada número 1. Cocina. La obsesión de Jaime Almansa por el color verde se


plasma de entrada en la cocina. Esta encimera de Compac verde fue uno de los
caprichos del eminente personaje a la hora de acometer la reforma de la casa.
Todo, desde las losas del suelo a los azulejos de la pared, fue planeado en su
enfermiza obsesión por el control de las cosas que llevaba a cabo. Y el resultado
fue excelente. La cocina fue utilizada en muy pocas ocasiones, principalmente
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 245

por las amistades que le visitaban con frecuencia. Él solía comer en casa de sus
padres, muy cerca de aquí. Lo que sí le gustaba era preparar pisco sour tras su
viaje a Chile en 2014 y con frecuencia organizaba fiestas para tomar con sus
amigos. En el estante de la derecha pueden ver su coctelera y las copas…»

La verdad es que sería una visita muy incómoda, porque la casa es pequeña, pero en un
abrir y cerrar de ojos —seguramente me quedé dormido— encontré mis cosas convertidas en
algo que jamás tendrían por qué ser. ¿Por qué una coctelera simple de fabricación en serie
debería ser considerada patrimonio? ¿Sólo porque yo me convertiré en una figura insigne de
la sociedad y a mi muerte se recordará mi vida? El culto al objeto, a la reliquia, es algo muy
interesante dentro del proceso de patrimonialización. No es algo nuevo y se puede rastrear
seguramente desde la Prehistoria. Por eso, gestionar es tan sensible. El patrimonio está vivo
y sus valores más aún. Construir patrimonio desde arriba es sencillo, pero en los procesos
de democratización de las decisiones, muchas cosas pueden cambiar. Para bien y para mal.
De hecho, materialidades como la arqueológica son patrimonializadas ex profeso por la ley.
Gestionar estos procesos es el verdadero reto de futuro de nuestra profesión y espero que esta
tesis aporte un poco de luz al respecto.

9.1. Preludio: Aprendiendo a gestionar…

Cuando en el año 2006 terminé la Licenciatura de Historia, uno de los choques más duros
que encontré fue el de la empresa. Metido en un silo en medio de una obra descomunal
—la M30 madrileña—, me costó bastante empezar a defenderme sin la ayuda constante
de mis compañeras. Excavar se supone que sabía, pues llevaba desde los 16 años en ello.
Registrar también, aunque algunos conceptos no terminaban de estar claros. En la facultad,
además, había trabajado mucho con materiales. Aún así, los primeros días fueron duros, tal
vez por el ritmo. Puede que fuera miedo a fallar y perder un importante fragmento de nuestro
pasado. En dos semanas ya estaba hecho al ritmo de la obra, incluso con demasiado despego
y durante nueve meses trabajé duró por un sueldo decepcionante. Mi abuelo, que siempre
había preferido verme de traje en El Corte Inglés, se echaba las manos a la cabeza cuando
me veía llegar a casa por las noches. De una de nuestras discusiones salió la ya famosa frase;
«cualquier trabajo en el que se te ven los huevos por debajo del culo no es bueno1». La verdad
es que las condiciones en las que trabajábamos no eran buenas, pero un «superarqueólogo»
como yo no podía reconocerlo. Había aprendido a sufrir y a trabajar gratis por el bien común
—y, supuestamente, por el mío propio (González Álvarez 2013). Llegar a un yacimiento en el
que además cobraba, era un sueño. Pero a mi lo que de verdad me apasionaba era otra cosa.
El pico está bien para un rato, pero no para nueve meses. Yo quería trabajar con la gente y
gestionar, así que desde el principio «mezuconeé2» todo lo que pude para aprender y buscar
una oportunidad. Las primeras veces me costó alguna que otra bronca por meterme donde
no me llamaban o hablar más de la cuenta, pero poco a poco fui aprendiendo cosas. Para
empezar, que eso de socializar en la obra no se podía hacer. Además, que eso de gestionar
era muy bonito en clase, pero no tenía ni idea del proceso administrativo y, por si fuera poco,
1 Famosa tras usarla en el monólogo que presenté a Famelab 2014 y que se hizo viral —dentro de la arqueología—, a pesar de
no ser seleccionado: https://youtu.be/_IsVjJ0zK08
2 Ya que hablo de mis abuelos, tenía que usar una de las palabras típicas de mi pueblo; «mezucón», que equivaldría a «meticón»
—que sí está reconocida por la RAE.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
246 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

lo publicado al respecto tenía poco que ver con las dinámicas diarias. Si quería aprender a
gestionar, tenía que hacerlo desde dentro.

Desde entonces, he tenido la oportunidad de mantener conversaciones con técnicos de


diferentes administraciones en el territorio nacional. Ahí fue donde me di cuenta de que la
percepción de la gestión era un aspecto muy importante de la propia gestión. No sólo tenían
que existir procesos claros y eficientes, sino además parecerlo. Las necesidades y los tiempos
no tenían nada que ver para los diferentes actores que intervenían en el proceso, mientras la
«administración» era igual —o aparentemente igual— para todos. En definitiva, me encontré
con un mundo mucho más complejo de lo que podía esperarse de la bibliografía, donde gran
cantidad de factores ajenos al proceso administrativo entraban en juego. No me encontraba
ante un panorama sencillo en el que dotar de recursos sería una solución rápida a cualquier
problema, sino ante un entramado de relaciones que respondían, nada más y nada menos, a
las mismas dinámicas que encontraba en la sociedad.

En el año 2006 planteé en las III Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad


de Madrid una comunicación llamada: Enseñar a gestionar, una asignatura pendiente. En ella
plasmaba la necesidad de orientar los planes de los nuevos master aprobados en Madrid a
un perfil profesional como el que demandaba el sector comercial, ya que incluso aquellos
profesionales de perfil investigador que salían al mercado necesitaban conocer contenidos
que no estaban recogidos por esos programas. Para ello, ofrecía la colaboración de la Sección
de Arqueología del CDL como interlocutor entre el sector comercial, el ámbito administrativo
y el mundo académico. La polémica desatada no hacía más que poner de manifiesto los
problemas del colectivo más allá de cualquier interés profesional y, con ello, marcar la
importancia del contexto social en el desarrollo de la arqueología y la gestión del patrimonio.
«La universidad no está para formar» es la frase con la que el Profesor Gerardo Vega cerró el
debate.

Así, poco a poco, fue gestándose esta tesis doctoral, como forma de comprender y explicar
el funcionamiento de esta maquinaria para poder proponer soluciones a problemas evidentes
en la gestión diaria del patrimonio cultural y, en especial, arqueológico. He de hacer aquí
un inciso con respecto a mi fijación por la arqueología. Soy consciente de que hoy en día
no se puede entender el patrimonio arqueológico como una parcela aislada e impermeable.
El concepto de «patrimonio integral» lleva presente ya tiempo (Hernández 1996) y plantea
la fusión de patrimonio natural y patrimonio cultural, este último cada vez más ambiguo y
amplio. Entender el patrimonio en toda su extensión es equivalente a entender la gestión como
un proceso global que implique a todos los agentes en sus diferentes momentos y que tenga
en cuenta todas las vicisitudes que acompañan a esta gestión, incluyendo sus consecuencias.
A pesar de tener esta idea clara, el subconsciente me traicionará y habrá momentos en los
que me refiera en exclusiva a un patrimonio arqueológico que no deja de ser el objeto real
de mi trabajo.

Parto de un concepto de gestión amplio, basado en la definición de M. Ángeles Querol y


Belén Martínez como el «conjunto de actuaciones destinadas a hacer efectivo su conocimiento,
su conservación y su difusión…» (Querol y Martínez 1996: 25), lo que es similar a abordar
el proceso completo desde la planificación a la divulgación secundaria y toda una estructura
que incluye a los diferentes actores que toman parte en estos procesos. Actores que no solo
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 247

se restringen a la arqueología, sino que cada vez más, abordan un concepto de patrimonio
holístico en la línea del Cultural Resources Management norteamericano (King 2012). Cito
este texto de Thomas King, en lugar de cualquiera de sus libros sobre CRM porque introduce
una polémica interesante en relación a la arqueología pública.

King aporta tres definiciones de la arqueología pública (King 2012: 6-7):

-- Una definición inocua: arqueología con una participación pública significativa.

-- Una definición cuestionable: arqueología sobre temas que le interesan al público.

-- Una definición dañina: arqueología en referencia a requerimientos legales, políticos…

Las tres definiciones hablan de posibles estrategias de acción desde la arqueología pública,
aunque ninguna la aborda en su sentido global actual. La crítica subyacente, sin embargo, si
es de interés.

“This would not be a problem if we stuck to archaeology and if other cultural aspects
of the environment were routinely dealt with by other experts in consultation with
the concerned public, but unfortunately this is often not the case” (King 2012: 7).

Los arqueólogos, especialmente en el ámbito comercial, en Estados Unidos y en Occidente


en general, nos hemos convertido en consultores de la Cultura, con mayúsculas. Puede que
la formación de muchos de nosotros pueda ser más o menos adecuada para determinados
menesteres, pero no podemos creernos capaces de abordar el patrimonio cultural como una
especialidad plana y unidimensional. Podemos ser grandes profesionales en lo que se refiere al
patrimonio arqueológico o al patrimonio histórico, pero el patrimonio cultural abre la puerta
a toda una serie de patrimonios que puede que sepamos gestionar en el sentido administrativo
del término, pero no en el investigador o tan siquiera en el comercial. Desde la redacción
del Southport Report (Southport Group 2011), esta situación se ha puesto de manifiesto en
el Reino Unido a través de la figura del Historic Environment (Entorno Histórico), definido en
el informe como la evidencia física de la humanidad con el medio desde la Prehistoria a la
actualidad y que ha configurado el mundo que conocemos hoy. Puede parecer de Perogrullo,
pero una de las premisas de este informe pasa por asegurar en los trabajos la profesionalidad
y la trans-(inter-/multi-)disciplinariedad —respaldadas por las asociaciones profesionales
de los diferentes ámbitos implicados. La pregunta que nos debemos hacer ahora es si los
profesionales del sector estamos realmente capacitados para acometer la gestión integral del
patrimonio. La respuesta es claramente no, incluso en otros modelos, algunos más flexibles
que el español (Aitchison 2004; Colley 2004; Ladrón de Guevara 2007: Doelle 2009; Lehoërf
2009; Neusius 2009).

Si el perfil de un profesional de la arqueología ya es amplio, con la gestión del patrimonio


nos encontramos ante un desafío mucho mayor. Ya se ha discutido mucho cuál debería ser el
peso de cada bloque temático en los nuevos grados (ver Ruiz Zapatero et al. 2009; Hernando
y Tejerizo 2011) y tras una generación de nuevos profesionales en la calle, debemos continuar
replanteando el modelo. La crítica, sin embargo, debe ser situada y consciente de la realidad
de un sector, el académico, donde la crisis se ha cebado de otra manera; la del coste cero y la
tasa de reposición cero. La de la excelencia. Una realidad que se vive en los departamentos
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
248 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

y que coarta cualquier medida. Una rigidez burocrática que hace además muy complicado
cualquier tipo de maniobra al respecto. Mientras tanto, el colectivo estudiantil no es ajeno
a los cambios que se producen en el sistema universitario, que pasan principalmente por la
mercantilización de la formación (Estrat Jove 2011), en la línea de la propia mercantilización
de la arqueología (Almansa 2015a).

Fig. 50. «Paletines mellados» en los curricula de arqueología según Ruiz Zapatero (Ruiz Zapatero 2009: 232).

Como vemos en la imagen, los «paletines mellados» plantean una realidad más dolorosa
si cabe que la ilustrada en la imagen. De cara a la gestión, el problema se agrava, con un
espacio reducido en los curricula y pocas opciones de complemento a nivel de master.
Incluso en el panorama internacional, la enseñanza de la gestión es secundaria y, lo que es
peor, se considera secundaria en muchos ámbitos. Durante la preparación del FORUN-GCP3
se seleccionaron 36 universidades de todo el mundo con master específicos de patrimonio
o una trayectoria importante en el tema, de las cuales varias se encuentran en nuestro país
(Querol 2014). La heterogeneidad de los programas era palpable, empezando porque muchos
estaban enfocados a aspectos muy concretos —patrimonios específicos— o gestión cultural
en el sentido más amplio. La arqueología no deja de ser un patrimonio específico, pero no
es difícil encontrar una dimensión arqueológica en muchos bienes patrimoniales. Puede que
por ello, la arqueología ha jugado un papel importante en el campo de la gestión, hasta tal
punto que ha marcado el desarrollo de una buena parte del círculo gestor administrativo.
Museos provinciales y Direcciones Generales cuentan mayoritariamente con técnicos

3 Se trata del encuentro Formación Universitaria en Gestión del Patrimonio Cultural, celebrado en septiembre de 2014 bajo la
coordinación de la profesora M. Ángeles Querol, como complemento a la preparación del nuevo master planteado desde la
UCM.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 249

especializados en arqueología y un buen porcentaje4 de materiales y expedientes tienen


directa o indirectamente que ver con la arqueología.

Cabe plantearse entonces que la formación de profesionales especialistas, o una mejor


formación en gestión del patrimonio cultural de los profesionales de la arqueología debería
repercutir de forma positiva en la propia gestión. La enseñanza de la gestión patrimonial
sigue siendo una asignatura pendiente en muchos centros, pero cada día se coloca como una
necesidad mayor. El tiempo de la gestión ha llegado.

9.2. Arqueología y Gestión: De la mano de la política (y la sociedad)

Los capítulos 8 y 9 plantean un acercamiento al contexto legal del patrimonio y la


profesionalización de la arqueología. En ellos, hago un recorrido por la historia reciente de
nuestro país a través de la aprobación de leyes y de hitos en el crecimiento profesional.
Mientras tanto, el capítulo 7 se acercaba, entre otras cosas, a la imagen de la arqueología en el
contexto cultural español. Entre los tres, se tratan algunos aspectos que están profundamente
relacionados con la propia Historia de España, en tanto en cuanto ésta ha marcado el devenir
de los acontecimientos. Una Historia que sirve de contexto para la arqueología y que voy a
desgranar a lo largo de las próximas páginas con unos apartados sesgados —no pretendo, ni
mucho menos, hacer una historia objetiva— que analizarán política, sociedad y economía,
con un ojo puesto en la gestión del patrimonio cultural y el otro en la crítica mordaz que
requieren las circunstancias.

«Este año, la bellaquería más despreciable quiere empañar nuestra más querida
fiesta nacional. Hoy lunes, 11 de julio de 2016, la vitrina del Museo Arqueológico
Nacional que contenía la última lata de foie gras que el Generalísimo se comió
ha amanecido destrozada, y vacía… Las autoridades civiles y las fuerzas de
seguridad rastrean cualquier pista, tanto en la Península como en las provincias
de ultramar. La presidenta, que ha acudido al museo tras ser informada, ha
mostrado su profundo malestar por este ruin ataque, pero ha dejado claro que los
delincuentes, si albergaban esa intención, no conseguirán alterar el desarrollo ni
del Desfile de la Victoria ni de cualquiera de los otros actos que se han preparado
y se están ultimando para la conmemoración del octogésimo aniversario del
glorioso alzamiento del 18 de julio de 1936 que se celebrará a lo largo de esta
semana. Asimismo, no ha dejado pasar la oportunidad para pedir a todos los
ciudadanos su colaboración para atrapar a los culpables y recuperar este objeto
de incalculable valor patrio. Recuerden que la lata iba a exhibirse en el Valle de
los Caídos, el día de la fiesta, junto al cuerpo (tan bien conservado) del que fuera
nuestro gran benefactor, para disfrute y admiración de una comitiva internacional
en una solemne ceremonia. Comenzamos. Son las nueve de la noche, las ocho
en Canarias, en el Sáhara Occidental y en Guinea Ecuatorial» (Vergüenza Ajena,
García Raso 2015).
4 Existen algunas estadísticas recopiladas sobre intervenciones arqueológicas en algunas comunidades (Castillo 2005; Parga-
Dans 2011).
Con respecto a los materiales en museos, al establecerse los Museos Provinciales como referente para la custodia de materiales de
las intervenciones arqueológicas, la cantidad abrumadora de intervenciones de los últimos años asegura una entrada constante
de materiales, lo que además está generando ya un problema de almacenamiento en muchos centros.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
250 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

¿Qué pasaría si no hubiéramos tenido un cambio de régimen tras la muerte de Franco?


¿Estaríamos hablando hoy de otros patrimonios? ¿Qué habría sido de la arqueología española?
La brillante novela del compañero Daniel García Raso nos traslada con su ucronía a un futuro
en el que la patrimonialización de los vestigios del régimen franquista es un hecho, hasta tal
punto que el expolio de una lata de foie gras (recordad la introducción) crea un gran revuelo.
Sin embargo, hoy el debate político tras las elecciones locales de mayo gira en torno a la Ley
de Memoria Histórica y el cambio de nombre de espacios públicos que continúan recordando
a figuras del franquismo. El anuncio en Madrid de la comisión encargada y de las propuestas
no ha dejado indiferente a nadie. Dos universos paralelos que nos devuelven al concepto de
patrimonialización en su más cruda esencia.

En primer lugar debemos tener en cuenta el contexto político. El uso de la arqueología y


el patrimonio como elemento identitario Nacional —con mayúscula— no es nuevo (Kohl y
Fawcett 1995; Díaz-Andreu y Champion 1996). Por ello, los restos materiales e inmateriales
de las grandes figuras de la Nación entran a formar parte de ese patrimonio consensuado e
institucionalizado que llena nuestros museos y nuestras calles. Vergüenza ajena nos transporta
a un Museo Arqueológico Nacional con los restos materiales de la vida del Generalísimo
como parte de su colección.

Este ejemplo nos permite adelantar la importancia de un contexto que apenas en los
últimos años se tiene en cuenta en los estudios historiográficos (Ruiz Zapatero 2011). No por el
contexto histórico en sí, sino por la influencia que éste tiene en la conformación de la realidad
que nos ocupa. Una situación similar es la que afecta a la Economía. Tras la grave crisis que
estamos pasando ya nadie cuestiona el impacto que la economía tiene en la arqueología;
tanto para «bien» —si podemos considerar como bueno el crecimiento desmesurado de los
años previos a la crisis— como para mal —tras los profundos recortes de los últimos años.

Lo que aún cuesta más conectar, es el contexto cultural. El capítulo 7 hace un examen más
o menos exhaustivo de los diferentes estímulos que nos llegan como público sobre pasado,
arqueología y patrimonio, pero no podemos olvidar que una buena parte de ellos vienen de
un contexto cultural específico en el que el concepto de patrimonialización se sumerge de
lleno. Como ejemplo, utilizo comúnmente el Ecce homo de Borja (Almansa 2013b), que tras
saltar a los medios como una aberración en el mundo de la conservación se ha convertido en
un lugar de peregrinaje patrimonial.

Quedaría pendiente una historiografía de la arqueología contemporánea. Los últimos


cuarenta años han vivido una historia harto interesante de nuestra disciplina que, por
desgracia, yo no estoy en disposición de contar. Analizar la composición de departamentos
y centros de investigación, la ejecución de proyectos y sus temáticas, la vida de empresas en
el ámbito comercial y sus relaciones con la administración, o la evolución de los discursos
museísticos, por poner sólo algunos ejemplos, nos aportaría muchos más detalles que se me
escaparán —por desgracia— en esta tesis. Por el momento, estoy en disposición de ofrecer el
contexto en el que todo esto ocurrió y algunas ideas al respecto, pero el campo de estudio es
amplio e interesante.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 251

Fig. 51. Un selfie visitando el #eccemono en 2014.

9.2.1. Cuarenta años sin Franco

«Me canso de increpar a los peores.


¡Tanta complicidad en tanto crimen!
Dejémoslo. ¿Futuro? Yo lo ignoro.
Me bastan estos años asumidos
a través de una vida en un planeta
que a veces logra cúspides geniales.
Gracias. ¡Adiós!»
(Arte nuestro, Jorge Guillén)
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
252 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Los dos últimos años del Franquismo habían sido determinantes en la configuración de la
oposición cultural al régimen (Morán 2014); primero con el golpe de Chile, que hundió la
esperanza socialista que representaba Allende. Unos meses después, con el atentado contra
Carrero Blanco que pondría en la presidencia a Arias Navarro, sin más remedio que la apertura
cuando en abril del 74 el ejército portugués derrocó a la dictadura vecina.

Francisco Franco, Generalísimo, Dictador con mayúsculas, falleció plácidamente en su


residencia de El Pardo un 20 de noviembre de 1975, dejándolo todo «atado y bien atado»
desde aquel famoso discurso de Navidad de 1969. Por suerte o por desgracia, esto llevó a la
configuración del estado actual y a un pacto de Transición que cada día está más en cuestión.
El suicidio del régimen franquista tras la aprobación de la Ley para la reforma política (LRP)
tan sólo un año después de la muerte del dictador, mantuvo en las instituciones a todo el
aparato orgánico del régimen, bien reconvertidos en diputados y senadores, o en los puestos
directivos de las grandes empresas públicas (Sánchez-Cuenca 2014). Algo normal, si tenemos
en cuenta cómo la dictadura había dejado como herencia —o una de sus herencias— una
sociedad sustentada en la familia y la religión, profundamente desmovilizada, que favorecería
con su inacción política el proceso de Transición (Sastre 1997). Sólo así se puede entender un
proceso como el español, en el que se cambió por inercia de Jefe de Estado y Presidente del
Gobierno como el que se cambia de ropa al volver de trabajar.

Las primeras elecciones tuvieron el resultado de esperar; un Adolfo Suarez reforzado con
su UCD, que tras la LRP partía como una suerte de héroe democrático. Tras él un Felipe
González frente al PSOE, con muchos apoyos pero aún miedo al cambio en un momento
sensible. Un Santiago Carrillo frente al PCE, recogiendo el voto radical de izquierda y la
derrota de una Alianza Popular en la que 13 ministros del franquismo volvieron al Parlamento,
pero sin ninguna fuerza real. En cualquier caso, las Cortes conformadas como constituyentes
tendrían la labor de sacar adelante una nueva Constitución para España que rompiera de
forma definitiva con el régimen franquista.

La expresión última de esta ruptura será la nueva Constitución Española, aprobada y


ratificada en 1978. En ella, se sientan las bases de la socialdemocracia y del nuevo Estado
que, desde este momento conformará también una forma de organización y gestión.

Las elecciones de 1979 darán como vencedor de nuevo a Suárez, con menos fuerza y los
primeros problemas internos en su partido. El PSOE plantearía sin éxito una moción de censura
en 1980 que no hizo más que debilitar al presidente y forzar finalmente su dimisión en 1981.
Durante la votación en el Congreso de los Diputados para elegir a Calvo Sotelo como sucesor,
tendría lugar el golpe de estado frustrado del 23F, que si bien no llegó a nada, fue la puntilla
para un gobierno que no pudo hacer otra cosa que esperar a las elecciones mientras la UCD
se desintegraba. Así, Felipe González se convertiría en Presidente del Gobierno en 1982 con
mayoría absoluta, continuando la reforma legislativa y administrativa que se había iniciado
tras el proceso constituyente.

Poco más de diez años, desde la muerte de Franco a la primera legislatura socialista, que
marcarían un proceso esencial para entender la España de hoy. Son muchos los aspectos
que podríamos tener en cuenta en relación al desarrollo de la arqueología y la gestión del
patrimonio, ya que como hemos podido ver en el capítulo 8, la legislación asociada de uno u
otro modo a nuestra profesión va mucho más allá del patrimonio. Reformas laborales, fiscales,
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 253

educativas, administrativas pero, sobre todo, un compromiso constitucional que desembocaría


en la LPHE.

Si tuviera que destacar una serie de eventos como determinantes en este periodo serían:
La Constitución y consiguientemente la LPHE, pero puede que más importantes aún, la
consecución del estado de las Autonomías y sus transferencias, la reforma universitaria de
1983 y la entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986.

Estos eventos marcarán de un modo especial el devenir de la disciplina. Por un lado, por la
nueva definición de patrimonio como bien común en línea con el proyecto socialdemócrata de
la nueva España. Por otro lado, con las consecuencias para la gestión de la nueva organización
del Estado, tanto por las transferencias autonómicas como por las políticas europeas que están
por llegar a partir de 1986. Como apuntaba en el capítulo 9, estos años verán el nacimiento de
un nuevo tipo de arqueología, herencia de las urgencias urbanas, que reconfigurará el sector
hacia lo que conocemos hoy. Pero hubo otras reformas importantes por el camino.

Durante los siguientes diez años, Felipe González revalidaría la presidencia con el PSOE
mientras Coalición Popular —posterior Partido Popular— iba sumando adeptos desde una
oposición que a partir de 1994 con la crisis económica, la investigación de los GAL y los
escándalos de corrupción, se hizo muy sencilla.

Así, aunque por solo trescientos mil votos, José María Aznar se convertiría en nuevo
Presidente del Gobierno.

Podríamos decir que los años de gobierno socialista a partir de 1986, se definen como el
establecimiento del sistema. Un sistema en el que ya se han integrado completamente y que
tras el empujón de los primeros años se quedó en una revolución frustrada, con su primera y
multitudinaria huelga general en 1988 y un deterioro ético y político que parece ser la norma
en nuestro país. Las consecuencias del nuevo modelo de estado se vieron en la respuesta a
las primeras «crisis» arqueológicas como la de los arrabales occidentales de Córdoba con
la llegada del AVE a Sevilla (Salvatierra 1994), que veinte años después seguían sin estar del
todo solucionadas pese a nuevas leyes y correcciones urbanísticas (CNT-Córdoba 2011). Todo
indicaba que, pese al proyecto socialista que prometía el PSOE, el interés económico iba a
estar por encima del patrimonial.

El impacto más grave fue, sin embargo, con las políticas liberales de los gobiernos populares
de José María Aznar, en especial con una medida; la Ley del Suelo de 1998, que cubría el
vacío legal dejado por la sentencia derogatoria del Tribunal Constitucional sobre la ley previa
socialista y básicamente declaraba como urbanizable todo suelo que no fuera ya urbano o
estuviera protegido por alguna otra normativa.

Sobre el papel, el patrimonio arqueológico se encuentra protegido, pero sólo en el caso


de los BIC. Así, en la práctica se desplegó en todo su esplendor la vertiente más liberal del
modelo, empujada por el desarrollo urbano de los últimos veinte años. Las consecuencias
económicas y políticas de este modelo fueron devastadoras para el patrimonio arqueológico,
aunque la profesión viviese en esos años un crecimiento exponencial.

El segundo aspecto a destacar de estos años fue el inicio del Proceso Bolonia, por el que
España se integró en el Espacio Europeo de Educación Superior con gran oposición de la
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
254 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

comunidad universitaria y, sobre todo, del estudiantado, ya que fue de la mano de la Ley
Orgánica de Universidades de 2001, que planteo una segunda reforma universitaria de fuerte
trasfondo liberal5. El impacto de este proceso no fue del todo negativo para la profesión, tras
la creación, finalmente, del Grado de Arqueología. Sin embargo, las consecuencias iban más
allá, especialmente en universidades pequeñas (Comendador 2012).

Pilar del Castillo no fue sólo la Ministra de la LOU, sino que también tuvo una fuerte
actividad en el ámbito de los museos y, como apunto en el capítulo 8, en las primeras
conversaciones para la reforma de la LPHE. Una reforma que se frustró pronto, pero que
estuvo sobre la mesa durante varios años.

Con la llegada al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por el PSOE en 2004,
comenzó una nueva oleada de reformas sociales. Entre ellas, podríamos destacar tres leyes
de 2007 con un impacto indirecto en la arqueología. La primera de ellas, la Ley de Memoria
Histórica, una ley laxa que no terminó de convencer a nadie, aunque fue un paso adelante
en el reconocimiento de las víctimas del franquismo. Su texto nos transporta a esa fantasía de
normalidad democrática que describe Luisa Elena Delgado (2014) en su análisis de la sociedad
contemporánea española6. Las otras dos leyes corregirían sendas normas del gobierno de
Aznar; la modificación de la LOU, que fortalecería el modelo europeo y establecería sistemas
más rígidos de evaluación potenciando la ANECA y la nueva Ley del Suelo, que ponía coto al
suelo urbanizable, tal vez ya demasiado tarde.

Sin embargo, no todo iban a ser rosas durante el gobierno del Presidente Zapatero y la
llegada de la crisis, unida a una horrible previsión de los acontecimientos por todas las partes,
nos avocó a un nuevo proceso de reformas que trató de resolver con la Ley de Economía
Sostenible de 2011. A toda vista insuficiente y su sentencia de muerte política.

Su sucesor, el Presidente Mariano Rajoy, devolvió al Partido Popular a la Moncloa y


enfrentó la crisis con una estrategia de acción nuevamente liberal que dio lugar a una batería
de reformas económicas muy agresivas.

Más allá de los recortes y el episodio anecdótico de la ruptura de la negociación del


Convenio de Arqueología de Madrid tras la aprobación de la reforma laboral de 2012, seria
difícil evaluar un impacto en la gestión del patrimonio de las políticas de Rajoy, a la espera de
las consecuencias del Ministerio de José Ignacio Wert.

Pero muchas de las responsabilidades una vez concluidas las transferencias en Cultura,
se encuentran en las Comunidades Autónomas. En los capítulos 8 y 9 analizo una parte
importante de este proceso desde la legislación y la profesionalización, pero me gustaría
cerrar este apartado con un proceso político concreto que sirva de ejemplo final al impacto
político en la arqueología actual; la Comunidad de Madrid.

La victoria de Esperanza Aguirre en las elecciones de 2003 tras el «Tamayazo» supuso el


inicio de una etapa ultraliberal en esta región española. Los primeros años, ante la bonanza

5 «Así, la modernización del sistema económico impone exigencias cada vez más imperativas a los sectores que impulsan esa
continua puesta al día […] Es por esto por lo que nuestras universidades necesitan incrementar de manera urgente su eficacia,
eficiencia y responsabilidad…» (Preámbulo de la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades)
6 Se trata de una narración del acuerdo de consenso vigente en nuestro país, por el que cualquier divergencia se entiende como
una fractura en el sistema que hay que evitar. Un clima político donde la corrección sólo permite conflictos controlados que no
alcancen la raíz de los problemas.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 255

económica, fueron de inversión e infraestructuras. La política autonómica iba de la mano


de una política municipal controlada por el Partido Popular y su «lideresa» regional, que
aprovechó la deriva económica para construir y especular.

Fig. 52. Obras en el entorno de Madrid durante la «época dorada» de la arqueología comercial. En
rojo se marcan las áreas afectadas sobre un plano de Madrid y sus alrededores más inmediatos. Sólo se
recogen grandes obras de infraestructura.

Bajo este modelo político/económico, el sector comercial de la arqueología se


sobredimensionó de forma insostenible. Las consecuencias profesionales las analicé en el
capítulo anterior, pero son evidentes las consecuencias patrimoniales. El ratio de yacimientos
conservados o protegidos parece bajísimo. Digo parece, porque se trata de una impresión que
convendría analizar con los números delante. Pero si nos fijamos en el Plan de Yacimientos
Visitables de la Comunidad de Madrid, podremos observar cómo la mayoría se encuentran
en áreas rurales que no han sido afectadas por la construcción, cuando no son yacimientos
especialmente monumentales o casos especiales como la muralla de Madrid. La crítica del
modelo debe dejar lugar, sin embargo, al reconocimiento de muchas buenas acciones y al
trabajo comprometido de la Dirección General de Patrimonio Histórico, que fue capaz de tirar
del carro como mejor pudo en unas circunstancias hostiles para la gestión.

El ejemplo más paradigmático de este caso tiene que ver directamente con el patrimonio, a
raíz de la aprobación de la nueva ley. El proceso lo analizo en el capítulo 8 y aquí me centraré
para terminar este apartado en la reflexión que surge de las Disposiciones Finales primera y
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
256 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

segunda de la ley. Dos modificaciones de la ley madrileña del suelo y ordenación urbana que
tienen que ver con casinos; una para el establecimiento de nuevos casinos y la otra para la
apertura de sendas sedes en la capital de los dos casinos ya existentes. Todo esto en medio del
proceso Eurovegas —truncado pocos meses después.

¿Qué tiene que ver el juego con el patrimonio? Esto sólo se entiende en un contexto
en el que la economía rige el destino de la política hasta el punto de corromperla —ver
tramas Bankia, Gürtel y Púnica, entre otras—, sin importar los efectos de una intervención
desmedida que no sólo ha afectado al patrimonio arqueológico, sino que ha afectado a la
propia convivencia social. Un sistema de aprovechamiento del propio sistema que sólo puede
funcionar en el contexto de una sociedad desmovilizada como la que salió de la Transición.
Hoy, tras el impacto del 15M, parece que vuelve a haber movimiento, pero el liberalismo
castizo ha sobrevivido la crisis y sigue boyante a pesar del acoso judicial.

9.2.2. Entre «El Pocero» y Belén Esteban: liberalismo castizo

Uno de los beneficios de haber atravesado una crisis económica de esta magnitud ha sido
el aterrizaje de la macroeconomía en las discusiones de bar. El fútbol sigue siendo el tema
estrella tras un partido, pero la corrupción y el ahogo hipotecario se han convertido en el otro
gran tema que acompaña a toda cerveza. El drama de los desahucios se hace, si cabe, más grave
cuando las portadas de los diarios abren cada semana con un nuevo caso de corrupción en las
altas esferas de la política nacional. Ya no son sólo concejales, sino ministros y ministrables,
los que terminan imputados por casos cada vez más obscenos. Mientras comienzo a escribir
estas líneas, Lucía Fígar, Consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, es imputada
tan solo dos días después de que su nombre apareciera en los medios como candidata a
suplir a Juan Ignacio Wert como Ministra de Cultura. Revisando este párrafo seguimos con la
incertidumbre de la investidura tras las segundas elecciones generales desde diciembre y con
la amenaza de unas terceras en Navidad.

Como ejemplo, el caso del Cabanyal en la ciudad de Valencia. Un proyecto de la ya ex alcaldesa


Rita Barberá que ha llegado al Tribunal Constitucional y que supuso la primera intervención del
Ministerio de Cultura para ejercer sus competencias, por mandato judicial eso sí (Ramos Segarra
2008; Jiménez López 2012). Si visitamos la web «Nación Rotonda7» podremos ver el resultado de
poco más de una década de desarrollo urbano desmedido con imágenes del antes y el después de
pequeños núcleos periurbanos convertidos hoy en grandes ciudades dormitorio. Un esperpento
en planificación urbana que ha tenido sus consecuencias para el patrimonio.

Pero esta sección trata sobre economía. La literatura al respecto es apabullante y en muchos
casos complicada. Para entender el contexto internacional del capitalismo global, Economía
Internacional (Krugman y Obstfeld 2006) aporta un análisis preciso, y tal vez demasiado
técnico, del funcionamiento de los mercados que se podría entender mejor siguiendo las
columnas de opinión de Krugman en The New York Times. Este año, la publicación de El
Capital en el siglo XXI (Piketty 2015) ha permitido leer una economía para no doctos. Un
recorrido histórico por la historia de la desigualdad económica en Europa que culminaba
con una propuesta fiscal «contra» los ricos, en línea con los principios originales del estado

7 http://www.nacionrotonda.com
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 257

de bienestar europeo. Traigo a colación estos dos títulos porque originalmente quería haber
desgranado desde ellos el contexto económico en el que se ha desarrollado la España de los
últimos treinta años, pero si bien son modelos macroeconómicos claros e interesantes, la
economía española tenía unas vicisitudes especiales.

Prados de la Escosura (1997) plantea un escenario para finales de los años 90 en el que la
economía española esta constreñida por el excesivo control estatal y una tradición productiva
demasiado primaria —agrícola. Su propuesta, la apertura, asegura una mayor acumulación
de capital y crecimiento. Esa línea será la que lleven adelante los ideólogos económicos del
Partido Popular a raíz de la presidencia de José María Aznar. Entre ellos, Rodrigo Rato, será
la cabeza visible de un modelo que parecía no tener límites y llevaría al país a lo más alto.

«Si España hoy tiene una economía más sólida, más resistente ante la coyuntura
externa, es gracias al esfuerzo que hemos realizado entre todos para mejorar el
funcionamiento de nuestros mercados de bienes y servicios, laboral y financiero»
(Rato 2003: 8).

En este articulo, tras denostar la gestión socialista, Rato va enumerando los logros del
gobierno del Partido Popular en materia económica, destacando el proceso de privatizaciones
y la presencia internacional de España. En aquel momento, la crisis de las tecnológicas en
EE.UU. no preocupa en nuestro país, ni tampoco los primeros síntomas de la que será la crisis
financiera actual, aunque se reconoce la necesidad de una estabilidad en los mercados para
mantener la estabilidad de la economía global.

En un clima de euforia como ese, era el momento del gasto público y el derroche a nivel
estatal, de especulación en el mercado financiero y de despreocupación a nivel social. Lo
que se ha conocido como «la burbuja». Este periodo, que va aproximadamente de 2001 a
2007, será también el momento de mayor eclosión empresarial en la arqueología española
(ver Figura 38). Para explicar el contexto económico, la mejor fuente es un documental; Inside
Job8, ganador del Oscar en 2011 y con un análisis esclarecedor de los motivantes ideológicos
de la crisis a nivel internacional.

Para el caso español, el análisis no es excesivamente complejo. Se pueden diferenciar dos


escenarios; hasta 2008, sobre las causas, y a partir de entonces, sobre la reacción. El libro
¿Qué ha pasado con la economía española? (García y Ruesga 2014), nos acerca a un punto
intermedio entre ambos momentos, desde el que diferentes autores analizan el antes y el
después de un proceso económico profundamente devastador para la sociedad española y el
estado de bienestar.

En líneas generales —y en lo que más afecta a la arqueología— podemos explicar la crisis,


o una de sus vertientes, en dos esferas. Por un lado, atendiendo a los problemas estructurales
de nuestro tejido productivo, que está marcado por un sector primario poco productivo, un
sector secundario insuficiente y un sector terciario dependiente en exceso de factores externos
y de la financiación pública. Por otro lado, atendiendo al modelo principal de desarrollo de
principios de siglo, que dio estabilidad presupuestaria al Estado a través de las privatizaciones
y soportó la inversión gracias a la financiación europea.

8 https://youtu.be/mscpYyRM_vE
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
258 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Esta situación, que salvo por las privatizaciones, se puede extender a los años 80, es la
que enmarca los grandes proyectos de infraestructura de nuestro país, originarios del germen
del modelo de gestión comercial que vivimos. Paralelamente habría que añadir la vertiente
«castiza» que da título a este apartado. El recientemente publicado Atlas de la crisis (Méndez,
Abad y Echaves 2015) hace un análisis sensacional de riesgo, así como de los impactos de
la crisis, tanto en lo que se refiere al fenómeno en sí, como de cara a las posteriores políticas
de austeridad. La crisis inmobiliaria es sin duda el factor estrella de este análisis, que sin
entrar a valorar aspectos puramente económicos, ha centrado los problemas en todas las
esferas, desencadenando el desastre: construcción desmedida respaldada por recalificaciones
sin control para favorecer intereses privados; hipotecas subprime que se convirtieron primero
en crisis bancaria y, hoy en crisis social a raíz de la ejecución masiva de desahucios; y, para
la arqueología, el estallido de la burbuja comercial.

Casos como el de Paco «el Pocero» son paradigmáticos de esta situación. Si en los años
60 y 70 el modelo de desarrollo constructivo podía estar caracterizado por José Banús9, los
90 y 00 trataron de copiar el modelo sin rumbo. Las corporaciones municipales multiplicaron
su superficie urbana —recordar Ley del Suelo de 1998— y crecieron en deuda. Pequeños
constructores crearon imperios efímeros en torno a promociones urbanísticas que pronto
quedaron sin clientes, llegando a construir, como hiciera «el Pocero», verdaderas ciudades sin
servicios. En este proceso, los arqueólogos fuimos colaboradores necesarios y acríticos, que
aprovechamos la coyuntura para nuestro propio beneficio, sin plantearnos la sostenibilidad
del modelo, no ya a nivel estructural, sino para nosotros mismos.

«Asimismo, ante la expansión de la vulgata del capitalismo en escuelas de


negocios y en medios de comunicación, abog[o] por un cambio en el paradigma
de la educación alejándola de la razón instrumental y recuperando la figura del
ciudadano que se aleje de la insolidaridad y falta de compromiso social que se
deriva de la caracterización del capitalismo contemporáneo» (Llop 2012: 181).

Una de las singularidades de la sociedad actual pasa por esa paradójica individualización;
la fantasía de la individualidad que definiría Almudena Hernando (2012a), que va más allá de
la desigualdad de género o de clase —por traer el concepto a un contexto más económico.
Una ceguera emocional y racional provocada por el capitalismo y que sólo desde la crítica
puede solventarse.

Así llegamos al último punto de este apartado, una Belén Esteban que va a marcar el fin del
discurso sobre economía y el principio del discurso sobre cultura. Los últimos años han visto
una dicotomía interesante a nivel social: Por un lado, presidentes del gobierno que apenas
hablan español mientras a un camarero se le exigen dos o tres idiomas en un chiringuito de la
costa mediterránea. Por otro lado, investigadores dejando el país o trabajando en condiciones
precarias10 mientras las celebrities de la televisión ostentan a partes iguales su riqueza y su
ignorancia.

9 Se trata de un constructor catalán que, afecto al régimen, fue responsable de muchos de los ensanches urbanos del momento
—con su constructora e inmobiliaria— y otros hitos como el Valle de los Caídos o Puerto José Banús, una urbanización de lujo
con su nombre en Málaga.
10 Debo destacar en este punto la labor de la Federación de Jóvenes Investigadores / Precarios en la lucha por unas condiciones
dignas: http://precarios.org/Quiénes+somos
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 259

Chomsky ha analizado a lo largo de los años la manipulación mediática en temas


políticos y económicos (p.e. Herman y Chomsky 1988), cómo la selección de noticias y su
tratamiento, no sólo influyen en la opinión pública, sino que responden a intereses políticos
y económicos. El consumo de medios en España es estable desde hace décadas, alterado sólo
por el aumento en el uso de Internet, que se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos
diez años, sin que ello repercuta en el consumo de otros medios (AIMC 2014: 12). De las casi
ocho horas diarias de medios que consumimos al día —se han convertido en el hilo musical
de nuestra vida— casi cuatro están dedicadas a la televisión. La fusión de las grandes cadenas
ha planteado un debate importante ante la pérdida de independencia y pluralidad (García
y Fernández-Beaumont 2012), pero la verdadera preocupación pasa por la telebasura y la
«belenestebanización» de los medios y de la propia política (Martí 2012).

Así, con un contexto social adormecido y un modelo de éxito y progreso basado en la


corrupción y la ignorancia, la economía española solo podía seguir un rumbo; el éxito del
liberalismo castizo.

9.2.3. Pop and posh… and freak: tendencias culturales en la España democrática

Año 2008, en mi fría habitación londinense contemplo con estupefacción como el


Chikilicuatre va en cabeza para representar a España en el Festival de Eurovisión. Unas
semanas después no podemos aguantar la risa mientras Sir Terry Wogan, el comentarista de la
BBC, espeta un «This is not a musical contest anymore» claramente frustrado mientras suena
el Chiki Chiki. Inmediatamente después ponemos en YouTube el video donde John Cobra, otro
de los finalistas en el proceso, se encara con el público después de su penosa actuación.

Tras el éxito en las elecciones municipales de 2007 con un concejal en el ayuntamiento de


Reus, la Coordinadora Reusenca Independent (CORI) se presenta a las elecciones catalanas de
2010 con Carmen de Mairena como segunda de lista por Barcelona y un programa electoral
esperpéntico11. Consiguen más de seis mil votos y quedan por encima de Unión Progreso y
Democracia.

Tal vez podríamos remontarnos, al menos, a los tiempos de Valle-Inclán para analizar el
gusto por lo grotesco de la sociedad española. Lo cierto es que no he encontrado ningún
estudio al respecto en la literatura académica, ya que la historia cultural suele estar sometida a
la historia intelectual o la historia sociopolítica, dejando de lado la cultura popular (Hernández
Sandoica 2001).

«El monstruo no moría, tampoco estaba dispuesto a retirarse y ya casi nadie


pensaba incluso en acabar con él a las bravas. Cuesta imaginar lo que es una
historia intelectual de un país donde muchos apuestan por derribar una dictadura
que acabará adoptándolos a ellos, después de que renunciaran a conseguir
aquello por lo que llevaban peleando décadas. No creo que exista experiencia
más frustrante y como es lógico no hacía falta echarse en el diván de Freud para
saber que dejaría profundas huellas» (Morán 2014: 484).

11 http://www.cori.cat/index.php?command=show_news&news_id=484
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
260 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Este texto de Morán, como todo su libro, nos transporta a una España al borde de la transición
y su la Alta Cultura —de izquierdas—, esa de los literatos, los filósofos, los catedráticos y un
puñado de privilegiados que se subieron al carro de la izquierda en cuanto comenzó a ser
menos ilegal. Una España que nos ha dejado grandes momentos y grandes nombres, pero que
representaba a una minoría urbana, mayoritariamente joven y, normalmente, universitaria. En
definitiva, nos cuenta esa «historia intelectual» en la que se colaron los literatos y que tampoco
podemos despreciar, ni como herencia ni como realidad. Sin embargo, en un periodo en el
que los medios de comunicación ya estaban permeando la sociedad española a casi todos
los niveles, la cultura del espectáculo se fue convirtiendo poco a poco en una sociedad del
espectáculo (Debord 1967).

«¿Qué ha hecho que Occidente haya ido deslizándose hacia la civilización del
espectáculo? El bienestar que siguió a los años de privaciones de la Segunda
Guerra Mundial y la escasez de los primeros años de la posguerra. Luego de
esa etapa durísima, siguió un periodo de extraordinario desarrollo económico.
En todas las sociedades democráticas y liberales de Europa y América del Norte
las clases medias crecieron como la espuma, se intensificó la movilidad social y
se produjo, al mismo tiempo, una notable apertura de los parámetros morales,
empezando por la vida sexual, tradicionalmente frenada por las iglesias y
el laicismo pacato de las organizaciones políticas, tanto de derecha como de
izquierda. El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado
por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que
proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas
por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo. De este modo,
sistemático y a la vez insensible, divertirse, no aburrirse, evitar lo que perturba,
preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada vez más amplios,
de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que
Ortega y Gasset llamaba “el espíritu de nuestro tiempo”, el dios sabroso, regalón y
frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía desde hace por lo menos
medio siglo, y cada día más» (Vargas Llosa 2009: 6-7).

Me gustaría contraponer esta suerte de definición que hace el escritor peruano a los
postulados de Debord. Cuando hablo de «posh» (pijo) y «pop» (popular), me refiero a dos
formas de entender la cultura, representadas en ambos autores. Para Vargas Llosa, la cultura es
literatura, arte, teatro, cine —del sesudo— y música —clásica—, esos eventos a los que aún
hoy acude la clase «alta» española como una forma de aparentar, fundiéndose en las salas
con un público crítico minoritario que aprecia esas formas de cultura por educación, pero
que poco a poco se ha ido transformando también en una forma de apariencia representada
por movimientos sociales supuestamente alternativos que desde hace unos años se han
convertido en moda con gafapastas, culturetas y, hoy, hipsters, como representantes más
conocidos. Ese aparentar —como sociedad del espectáculo— se contrapone a otra realidad,
la de la civilización del espectáculo que define Vargas Llosa y que representa a un porcentaje
abrumador de la sociedad española si atendemos, por ejemplo, a las audiencias televisivas.
Un espectáculo de clase baja que forma parte de la estrategia política del capitalismo, pero
que no deja de ser también el resultado de un contexto global en el que la desconexión
emocional hace necesarias otras salidas ante la injusticia social. La táctica de esconder la
cabeza, en este caso viendo Sálvame.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 261

Hace quince años, el profesor Joan Ferrés publicaba Educar en una cultura del espectáculo
(Ferrés 2000), donde compendiaba varias ideas que había manejado con anterioridad por las
que los medios audiovisuales tan en boga —y antes de Internet— podían ser utilizados como
herramienta didáctica. A día de hoy ya pocos dudan de este potencial, aunque la definición
de «medio audiovisual» suele ser más conservadora. En este contexto se reivindica el uso
de la cultura popular mediática como herramienta crítica, transformando, por ejemplo, la
ignorancia de Belén Esteban sobre la historia en un recurso didáctico. Pero algunos profesores
han ido más allá, convirtiendo por ejemplo iconos del pop en lecciones de historia12. De este
modo, la cultura popular se utiliza como recurso a favor de la cultura tradicional.

Esta es precisamente una de las líneas de mi discurso, en un momento en el que la


mercantilización de la cultural ha alienado a ésta de su trascendencia original. Siguiendo
a George Yudice (2002), los nuevos significados de la cultura han de pasar necesariamente
por su capacidad transformadora. Y ahí es donde entra en juego el objetivo de esta tesis. Así,
atendiendo al consumo cultural en nuestro país, tenemos dos vertientes:

-La que responde a un uso tradicional de la cultura, como elemento de creación no


necesariamente integrado en el ámbito comercial. En este sentido, está el reclamo de la
«pureza» de valores del patrimonio que puede representar la arqueología aplicada de Barreiro
(2005), en tanto en cuanto su objetivo es la resistencia de una disciplina capaz de crear
conocimiento crítico en el contexto actual. El sistema se adapta en lo procesual al modelo
económico, pero refuerza su potencial cognoscitivo.

-La que responde a un uso alternativo de la cultura, como recurso social, económico y
político plenamente integrado en el sistema. La alternativa llega al punto de que ya no crea un
producto arqueológico o patrimonial, sino que se sirve de los creados por el uso tradicional
para plantear una postura crítica y transformadora de la sociedad.

Para poner un ejemplo recurriré a uno de los marcadores de la Encuesta de hábitos y


prácticas culturales en España del Ministerio de Cultura (MCU 2011); casi un 30% de la
población española tiene un elevado interés por los yacimientos arqueológicos, lo que se
traduce en que un 14% de la población visite —activamente— alguno al cabo del año. La
opción tradicional se centrará en una gestión eficiente del yacimiento que ofrezca además un
contenido crítico capaz de motivar al visitante. Por su parte, la opción alternativa estudiará
las posibilidades que ese yacimiento tiene en su entorno y establecerá estrategias que puedan
generar un beneficio social desde el mismo más allá del propio conocimiento del pasado,
buscando establecer conexiones con la comunidad, una explotación sostenible que genere
recursos secundarios, nuevos usos que satisfagan necesidades locales, mejores estrategias
para la captación de visitas, etc.

Esta opción alternativa tiene mucho que ver con la publicidad, el motor del sistema, pero
también una herramienta excepcional de cara a la consecución de objetivos. Al igual que
la publicidad, se sirve de conocer a su público objetivo, una sociedad que no cesa en el
consumo y que puede consumir educación, aunque tenga que ser de forma subliminal.

En este camino, el conocimiento y uso de la cultura popular son esenciales (ver capítulo 7),
especialmente cuando se tiene que trabajar con(tra) públicos alternativos como creacionistas,

12 Por ejemplo, el canal de YouTube «historyteachers» cuenta con más de 50 videos donde los profesores interpretan personajes
y momentos históricos con la base de canciones pop: https://www.youtube.com/user/historyteachers
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
262 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

negacionistas, seguidores de los extraterrestres o aficionados a los detectores de metales. No


defenderé el «todo vale» porque siempre hay algún límite, pero desde luego todas las puertas
deben estar abiertas siempre que tengamos claro el objetivo final.

9.2.4. Meskel Square: engranajes metacoloniales

En 2014 un amigo me envió el enlace a un video que se estaba convirtiendo en viral13.


Casi dos minutos de grabación de tráfico a cámara rápida en Meskel Square, una de las
plazas centrales de Addis Abeba (Etiopía). He cruzado tantas veces esa plaza que no podía
creer lo que veía. Nunca me resultó un cruce tan caótico, ni siquiera temí por mi vida al
sortear en tráfico a pie o en coche. Lo más interesante es que ese caos que muestra el video
en el tráfico era sólo una ilusión derivada de nuestro concepto de orden. Como ocurre en
muchos de los choques culturales que tenemos al viajar al extranjero, todo lo que no ocurre
con respecto a nuestros estándares nos parece diferente —mejor o peor— y en ocasiones
caótico, especialmente cuanto lo vemos desde otra perspectiva. Al integrarte en el sistema
todo empieza a cobrar sentido poco a poco, convirtiéndose en un proceso normal. Al cruzar
Meskel Square a ritmo de calle, ves tráfico, mucho tráfico, pero tanto la guardia urbana como
los semáforos que, a veces, regulan ese tráfico, cumplen su función y, cuando no lo hacen,
son conductores y peatones los que se autorregulan. Para todo el que tiene coche, esto es
algo habitual en un cruce sin semáforos. La posibilidad de accidentes se multiplica, pero con
precaución todo termina funcionando.

Primero trasladaremos la metáfora a la vida real. Entonces Meskel Square se convierte en un


mundo caótico donde cada coche y cada persona representan pequeñas esferas interrelacionadas
y en continuo movimiento —veamos el movimiento como metáfora de su comunicación. A
lo largo de estas páginas he tratado de separar en tres ámbitos; política, economía y cultura,
algo que representa uno solo. No se puede entender el surgimiento —social y mediático— de
Belén Esteban sin una sociedad como la española. Esta sociedad es producto, como hemos
visto, de una trayectoria política y económica íntimamente ligada a la expansión global del
capitalismo. Los choques culturales que se producen cuando dos personas de diferente contexto
se comunican están fundamentados en este proceso. Los choques culturales a los que me refiero
no son ontológicos, no tienen que ver con un «otro salvaje», sino con nuestros vecinos. Es un
choque se manifiesta con el triunfo del multiculturalismo en la sociedad capitalista occidental,
pero que también se da a nivel de clase, religión, incluso género. Algunos investigadores —
sociología, psicología— intentan contraponer los conceptos de Homo economicus14 y Zoon
politikón15 como guía para la toma de decisiones y los conflictos éticos (ver p.e. Bowles y
Gintis 2006), pero el proceso es mucho más complejo y tiene que ver con factores económicos,
políticos y sociales. Si bien compartimos algunas premisas básicas, valores definidos por
la tradición cultural de nuestro contexto de origen, éstas sólo nos servirán en contextos de
socialización básica como los que plantean los autores del estudio: Juegos de rol en los que las
tendencias de respuesta suelen seguir un patrón claro marcado por estos valores compartidos.
13 https://youtu.be/UEIn8GJIg0E
14 Se define en un contexto utilitarista como el individuo que toma decisiones basadas en la utilidad y la eficiencia, a favor de su
bienestar. Se ha utilizado como modelo de estudio para procesos de toma de decisiones en el contexto de la sociedad occidental.
15 La definición clásica aristoteliana de animal político, entendiendo que todas nuestras acciones se mueven en el ámbito de
las relaciones políticas. Según esta visión, existe una ética —cívica— por la que podemos convivir y crecer en sociedad. Es el
fundamento del castigo a quien no convive y las normas cívicas contemporáneas.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 263

Pero, ¿qué pasaría si el juego de rol consistiera en interponer al individuo con el patrimonio?
Personalmente, considero que la respuesta sería muy diferente si enfrentáramos casos límite. No
he tenido la oportunidad de hacer este estudio, pero seria interesante plantearlo:

-- Caso 1. Un constructor ha destruido un yacimiento arqueológico. ¿Le castigarías?

-- Caso 2. Si tuvieras que elegir entre la conservación de un yacimiento arqueológico


y la construcción de una nueva carretera que aliviara el tráfico de tu localidad, ¿qué
elegirías?

-- Caso 3. Durante una reforma en tu edificio, se localizan unos restos arqueológicos


de gran importancia que serán un recurso esencial para el desarrollo de la ciudad. El
ayuntamiento expropia las viviendas por su valor catastral, cinco veces menor que su
precio de mercado antes del hallazgo. ¿Estarías de acuerdo?

Aquí planteo tres casos extremos de una batería mucho más larga de preguntas. Lo más
seguro es que ante el caso 1, la mayoría de la muestra optara por defender el patrimonio
castigando al infractor, mientras que en el caso 3, la mayoría sacrificaría el patrimonio o
lucharía por una expropiación a precio de mercado. Además, es posible que se encontraran
diferencias significativas entre diferentes perfiles sociales ante algunas de las preguntas. Con
esto sólo quiero decir que no podemos dar por hecho un valor absoluto para el patrimonio,
ni siquiera varios valores, sino que debemos adaptarnos a cada circunstancia para sacar lo
mejor de una relación estrecha que depende de muchos más factores de los que nosotros
controlamos. La misma idea que se repite constantemente como fondo de esta tesis. El aceite
que engrasa los engranajes que mueven la propuesta. Una propuesta que no busca poner
orden en el caos, sino entender sus mecanismos hasta un punto en el que nos podamos
desenvolver dentro de él.

Ahora trasladamos esta pequeña metáfora a la vida real de un gestor del patrimonio. Meskel
Square se convierte en las oficinas de muchas administraciones, con un tráfico constante de
expedientes y ningún semáforo que regule su tránsito más allá de las normas básicas de
circulación que todos conocemos. Aquí entre en escena la arqueología pública.

9.2.5. Condenados a encontrarse

Cuando me pidieron escribir para Debates de Arqueología Medieval sobre arqueología


pública (Almansa 2014a), lo primero que me vino a la cabeza fue mi experiencia en el castillo
de San Martín del Castañar (Salamanca) como un ejemplo de la necesidad de gestionar de
un modo diferente nuestro patrimonio. El título del artículo terminó siendo el mismo que el
de este epígrafe con la seguridad de que pronto algunas de las premisas que planteo deberán
irse asumiendo.

En aquel texto planteo como inevitable el encuentro —en España— de arqueología pública
y gestión del patrimonio. El próximo capítulo profundizará en las propuestas para una gestión
desde la arqueología pública, pero primero debería justificar su necesidad.

La primera premisa nos traslada a la primera parte de esta tesis y un cuerpo teórico que
plantea la necesidad de una arqueología crítica, comprometida. Es el primer paso para poder
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
264 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

hablar de arqueología pública. Son muchos los ámbitos en los que se mueve la disciplina
y cada uno de ellos puede ser practicado sin pensar en ella —aunque lo bauticen como
tal. Hacer arqueología, o hacer gestión del patrimonio, con la arqueología pública en la
cabeza implica ser conscientes del impacto social de nuestro trabajo —con social, repito, me
refiero también a económico y político—, analizando de forma crítica su contexto y buscando
soluciones transformadoras en beneficio de la sociedad.

La segunda premisa nos traslada entonces a este mismo capítulo, el contexto, que en
nuestro caso es complejo y cambiante. Mi perspectiva de análisis no deja de ser la de un
castellano en la capital del reino, pero las realidades que se viven en otros centros del Estado
son muy diferentes —quizás no en lo económico-estructural— y requerirían soluciones muy
diferentes, del mismo modo que los mundos rural y urbano no pueden ser medidos de la
misma manera, etc. Aunque estemos viendo unas pinceladas, no podemos hacer arqueología
pública sin conocer a nuestro público, en sus diferentes niveles y facetas. Esto guarda relación
directa con metodologías ya existentes como los mapas de agentes (Castillo 2015b).

AGENTES IMPLICADOS* — ZONA ARQUEOLÓGICA DE LAS CAVENES

DIRECTOS INDIRECTOS

Ayuntamientos del entorno


Ayuntamiento de El Cabaco
Mancomunidad Sierra de Francia
Mancomunidad Las Dehesas
Gobierno de España
Diputación Provincial de Salamanca
Unión Europea
Junta de Castilla y León
CSIC
Fundación del P.H. de Castilla y León
Centros Educativos
ADRISS
Guardia Civil
Investigadores Arqueología/Geología
Gestores del Centro de Interpretación
Comunidad adyacente
Investigadores Minería Romana
-Gente
-Negocios
Comunidad El Cabaco
-Gente
Público interesado (turismo cultural)
-Negocios
Detectoristas

*Se trata de una aproximación a un mapa que guarda en sí mucha más profundidad de la que plantea la lista de agentes. Una
definición pormenorizada requeriría analizar la relación directa que existe desde cada uno de ellos (direcciones de la relación,
segmentación dentro de cada agente, relaciones entre agentes, etc.). En este caso se toman por agentes directos sólo los que
guardan una relación directa con la gestión del sitio, mientras que los indirectos son una primera aproximación al impacto
potencial del sitio.

Tabla 9. Mapa de agentes para la Zona Arqueológica de Las Cavenes (El Cabaco, Salamanca).

La tercera premisa tiene que ver con los estímulos (Capítulo 7), una pequeña parte del
contexto que se refiere a todo aquello que tiene que ver directamente con la arqueología. Por
ejemplo, cuando vamos a trabajar a un pequeño pueblo, analizaremos su estructura social,
política y económica para poder definir estrategias. Sin embargo, el estímulo llega con nuestra
presencia y el impacto que provoca en esa población. Un impacto que va desde la imagen
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 265

que ofrecemos borrachos en el bar del pueblo, al incremento de los ingresos de su dueño y
los efectos que estos ingresos puedan tener para con el resto —mayor consumo, reformas, etc.

La cuarta premisa tiene que ver con las consecuencias de nuestra gestión. Toda acción
debería buscar un objetivo —recordad que hablamos de acciones paralelas al trabajo
arqueológico tradicional. El cumplimiento de las tres primeras premisas nos lleva a vislumbrar
un contexto claro de acción y una serie de necesidades en las que podemos intervenir. Por
ejemplo, deficiencias en viales o alumbrados, en la línea de la conservación preventiva, pero
no necesariamente en relación directa con el bien a intervenir16. Del mismo modo, podemos
encontrar conflictos sociales, u otro tipo de situaciones muy variables que pueden servirse de
la arqueología para mejorar. Por supuesto, no podemos olvidar la planificación de uso como
recurso económico, que en muchos casos es viable, sostenible e incluso recomendable. En
definitiva el concepto de «arqueología como excusa» que aparece en varias ocasiones en esta
tesis y que es precisamente el foco transformador de esta propuesta.

No podemos exigir que la gestión administrativa del patrimonio arqueológico siga esta
línea de trabajo, pero si la conciencia colectiva de que cada proyecto emprendido trate de
seguir esta lógica como parte de su dinámica natural. De cara a la gestión administrativa
debemos pensar en otra serie de propuestas más pragmáticas, pero que esconden este espíritu
en su formulación. A pesar de todo, la gestión administrativa en nuestro país resulta compleja
a nivel de Estado. Desgranar los pormenores de cada provincia costaría otra tesis doctoral.

9.3. Los modelos actuales de gestión

Un Estado, 17 Comunidades Autónomas, 51 Provincias, 8.122 Municipios. Desde la


configuración del Estado de las Autonomías, España se convirtió en una suerte de federación
donde muchos aspectos como el de la cultura —y el patrimonio— habían sido transferidos a
las Comunidades Autónomas. A pesar de todo, la concurrencia de competencias sigue siendo
un tema candente en la organización del Estado, con continuas luchas que también afectan
al patrimonio. Para entender algunas de las dinámicas de la gestión de nuestro patrimonio,
hay que entender este modelo de organización política en el que tres administraciones y
media tienen poder de decisión sobre los restos a gestionar, dependiendo de su naturaleza y
su contexto.

Pero cuando hablamos de un modelo de gestión en arqueología, solemos referirnos a


un aspecto mucho más concreto que responde al protocolo de intervención sobre los
bienes desde el punto de vista administrativo. De nuevo aquí me voy a centrar más en la
arqueología, dejando de lado otro tipo de bienes que si bien pueden contar con una dimensión
arqueológica, administrativamente responden a escenarios muy diferentes17. De los tangibles,
el arquitectónico es seguramente el que está más presente en la administración, aunque no
contamos con muchos datos que nos hablen del porcentaje real. La única información accesible
—con facilidad— que nos permite valorar la relación de las intervenciones arqueológicas con

16 Una de las razones por las que yo soy cliente de Orange en mis líneas telefónicas es la consulta del equipo arqueológico que
trabajaba en mi pueblo para intentar compensar la falta de cobertura móvil. En unas semanas se instaló un repetidor portátil y
pronto una antena fija.
17 Por ejemplo, el patrimonio inmaterial, que cuenta con una serie de elementos específicos ya analizados en otros lugares
(González y Querol 2014; González 2015).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
266 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

el resto de actuaciones viene de la Generalitat de Catalunya (2014; 2016), donde podemos


inferir un porcentaje desde las fichas nuevas y modificadas del inventario, donde se diferencia
entre bienes arqueológicos y paleontológicos y bienes arquitectónicos:

Arqueología Paleontología Arquitectura % A-T


Nuevo ; ; ;
2011 Modificados ; ; ;
Incremento* +157 +7 +1.521
Nuevos 355 874 28.88%
2012 Modificados 923 6.441 12,53%
Incremento +40 +10 -2.427
Nuevos ; ; ;
2013 Modificados 1.328 3.210 29,26%
Incremento +203 +20 +109
Nuevos 312 405 43,51%
2014 Modificados 3.729 4.429 45,71%
Incremento -718 +3 +336
Nuevos 168 526 24,20%
2015 Modificados 1.003 7.706 11,51%
Incremento +220 +18 +775**

*Incremento en el número de bienes catalogados.


**Incluyendo los registros de los Agentes Rurales.

Tabla 10. Número de fichas nuevas y modificadas en Cataluña, así como incremento de registros en el
inventario durante los años 2011 y 2015 (Fuente: Generalitat de Cataluña).

Estos datos nos plantean —si pudiéramos exportar la realidad catalana al resto de la
península— una primacía del patrimonio arquitectónico sobre el resto, que es de entender
si tenemos en cuenta la ingente cantidad de edificios con algún grado de protección con
los que cuenta cualquier ayuntamiento. Pero no es menos importante destacar como en
algunos casos el patrimonio arqueológico llega a representar un porcentaje abrumador de los
expedientes que se tramitan —en este caso hasta un 45%— dentro de una administración, lo
que lo hace además, debido a su especificidad, un elemento esencial. No en vano muchas
administraciones cuentan entre sus técnicos con un nutrido cuerpo de arqueólogos.

9.3.1. Un experimento

En este punto me gustaría comenzar con un pequeño experimento que llevé a cabo a
comienzos de 2016 y que tiene que ver con la percepción de la gestión a la que he aludido ya en
esta tesis doctoral. Ante la dificultad de acceder a datos sobre la actividad de la administración
en la gestión del patrimonio cultural, intenté un pequeño ejercicio de transparencia con ayuda
de la compañera Nekbet Corpas.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 267

En este experimento he buscado ver dos cosas; por un lado la facilidad para contactar con
la administración por medios digitales y sin canales directos. Por otro lado, la respuesta de
la administración ante una solicitud sencilla como son datos estadísticos de intervenciones
arqueológicas en la región que gestionan.

Parto de la premisa de que esa información debería hacerse de algún modo pública, al
menos, en la memoria anual del departamento correspondiente. Al fin y al cabo una buena
parte de los recursos humanos y materiales del departamento se dedican a gestionar esos
expedientes. La información, en su serie histórica, no es sólo útil para evaluar la actividad
del departamento, sino que nos habla también de la salud del sector. Por desgracia, tan solo
Andalucía lo tiene claramente publicado en su web, mientras que Cataluña y el País Vasco lo
tienen camuflado en sus memorias —de acceso relativamente sencillo, eso sí.

El experimento estaba diseñado de la siguiente manera: En primer lugar, yo accedí a las


páginas web de las diferentes administraciones en busca de información de contacto sobre
las personas responsables de los departamentos de gestión. Buscaba expresamente correos
electrónicos, ya que la historia de fondo era que Nekbet necesitaba esos datos para un trabajo
de su máster en la Universidad de Cambridge y no podía llamar por teléfono debido a las
tarifas de roaming. En algunos casos —especialmente Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria,
Castilla y León y Extremadura— fueron necesarias varias llamadas de teléfono para conseguir
un correo de contacto válido. Entonces, Nekbet mandaba un correo modelo a todos los
contactos solicitando la información —cualquier dato estadístico sobre las intervenciones
arqueológicas realizadas en la comunidad en los últimos años. A partir de ese momento,
contamos tiempo de respuesta y tipo de respuesta.

Asturias, Cantabria, La Rioja, Madrid y Valencia nunca contestaron —se mandó un segundo
correo al mes del primero. Cataluña, Extremadura y Galicia, lo hicieron tras el segundo
correo. Castilla la Mancha y Aragón un mes después del segundo correo. Con Murcia no se
consiguió contactar porque tanto el correo como el teléfono disponibles estaban inoperativos.
El resto contestaron rápidamente, aunque no todas con datos. En el caso de Castilla y León
y Extremadura se pidió que metiéramos la solicitud por registro para que pasara a trámite.
Cataluña y el País Vasco nos derivaron a las memorias del departamento. Al final, sólo
Castilla la Mancha, Galicia, Mallorca (isla) y Navarra —esta última con los datos completos
desde 1985— enviaron la información solicitada. Con Andalucía no se contactó al estar la
información fácilmente accesible en la web.

Como conclusiones directas a este experimento, se ponen sobre la mesa dos cuestiones
ciertamente preocupantes:

-- Accesibilidad de la información: Cuando en Aragón nadie consulta el formulario


de contacto disponible, o en Murcia se cae el sistema que tiene que servir como
contacto —puede que por saturación—, algo falla. Tener que acceder a este tipo de
información mediante una solicitud formal por registro a la Dirección General puede
entenderse como una medida de control, pero también debemos ser conscientes de
que partimos de la premisa de que estos datos deberían ser públicos como lo son en
otras comunidades. Pero lo más grave es que haya cinco comunidades que ni siquiera
contesten. Nos hemos acostumbrado a una doble vía de comunicación; el registro y el
teléfono/amigo. Parece que todo lo que quede fuera de estas vías convierte cualquier
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
268 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

consulta —pongámonos en la piel de una joven investigadora que da sus primeros


pasos en el mundo de la arqueología— en una quimera o la reproducción de clientelas.

-- Disponibilidad de datos: Es cierto que las realidades de cada comunidad pueden ser
diferentes, pero es difícil comparar datos cuando en las pocas estadísticas existentes,
además se anotan diferentes cosas. Hay quien cuenta todos los expedientes, otros sólo
los que tienen resultado positivo. Hay quien los diferencia por tipo de intervención,
y quien agrupa toda la actividad del departamento. Incluso hay quien no tiene datos
porque nunca se han molestado en recopilarlos.

Este experimento confirma de algún modo la propia experiencia de Eva Parga-Dans en la


elaboración de su tesis doctoral (Parga-Dans 2011). Al final cualquier análisis de la gestión del
patrimonio arqueológico en nuestro país debe hacerse de forma regional, atendiendo a criterios
subjetivos que tienen que ver muchas veces con decisiones políticas en la organización de los
departamentos —por ejemplo, el hecho de que hasta la llegada de Roberto Ontañón en 2006,
Cantabria no contara con ningún técnico arqueólogo en su administración. En cualquier caso,
ya que hemos conseguido actualizar algunos datos, vamos a ver su evolución en los años de
crisis.

Empecemos por Andalucía:

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  ANDALUCÍA  2003-­‐2014  (por  provincias)  


250  

200  

150  

100  

50  

0  
AÑO  2003   AÑO  2004   AÑO  2005   AÑO  2006   AÑO  2007   AÑO  2008   AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014  

Almería   Cádiz   Córdoba   Granada   Huelva   Jaén   Málaga   Sevilla  

Fig. 53. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Andalucía por provincia 2003-2014
(Fuente: Junta de Andalucía).
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 269

AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Almería 14 38 52 52 55 54 63 65 85 66 39 40

Cádiz 13 79 55 93 172 174 175 115 88 98 90 93

Córdoba 32 109 143 127 136 131 104 97 68 63 54 57

Granada 21 103 108 129 196 208 234 231 210 159 128 110

Huelva 9 45 55 48 60 47 43 29 32 31 24 22

Jaén 5 92 129 153 180 105 105 101 81 53 64 57

Málaga 40 133 125 112 139 145 116 107 106 98 108 120

Sevilla 34 99 130 179 199 186 153 120 101 91 85 103

Acumulado 168 698 797 893 1137 1050 993 865 771 659 592 602

Tabla 11. Intervenciones arqueológicas en Andalucía 2003-2014 (Fuente: Junta de Andalucía).

Podemos ver cómo desde el momento cumbre, tras un crecimiento desmesurado de la


actividad hasta 2007, la crisis ha hecho estragos en Andalucía, con un descenso constante
del número de intervenciones, al que hay que sumar seguramente un descenso en la cuantía
económica de los trabajos. Esto explica en buena medida la elevada tasa de mortalidad
empresarial que se vivió entre 2009 y 2014 (Parga-Dans y Varela Pousa 2014: 14). En todo
caso, si nos paramos a observar los datos por provincia, puede observarse un desarrollo
desigual en el que la tendencia la marcan las obras específicas de cada provincia y no la
situación general del Estado. Tal vez lo más preocupante sea el tipo de datos que se ofrecen
como «oficiales» —los publicados por la propia administración. En conversaciones con
Ignacio Rodríguez Temiño, que fue jefe de servicio en la delegación de Sevilla hasta 2005,
ponía de manifiesto como durante esos últimos años se tramitaron cientos de expedientes sólo
en Sevilla y sólo ciudades como Córdoba o Granada vivieron situaciones similares. ¿Podemos
confiar en los datos que ofrecen las administraciones? Tal vez sería necesario protocolizar este
tipo de estadísticas.

En cualquier caso, Castilla la Mancha ofrece unos datos interesantes también. Al contrario
que en Andalucía los datos son mucho más uniformes entre las propias provincias, que han
mantenido una tendencia muy similar en los últimos años. Si tomamos 2007 como una
anomalía, a pesar de notarse un descenso durante los años de crisis, la tendencia negativa
no ha sido tan acusada —y seguramente ha representado un balón de oxígeno para las
empresas madrileñas. Contra todo pronóstico (Benítez de Lugo 2013) el impacto negativo de
la nueva ley castellano manchega para la arqueología no se ha producido y los números están
remontando de nuevo hasta cotas previas a la crisis. Bien es cierto que el desbloqueo de varias
infraestructuras importantes —como los ramales de riego de la llanura manchega— puede
tener mucho que ver con este proceso, pero en cualquier caso, es interesante ver como se va
marcando una tendencia al alza, o a la estabilización.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
270 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  CASTILLA  LA  MANCHA  2009-­‐2015  (por  provincias)  


700  

600  

500  

400  

300  

200  

100  

0  
AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014   AÑO  2015  

Albacete   Ciudad  Real   Cuenca   Toledo   Guadalajara  

Fig. 54. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Castilla la Mancha por provincia
2009-2015 (Fuente: Junta de Comunidades de Castilla la Mancha).

AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO
2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Albacete ; ; ; 165 265 226 203 198 224 235

Ciudad Real ; ; ; 204 328 279 251 245 277 291

Cuenca ; ; ; 307 492 419 377 368 416 436

Toledo ; ; ; 410 657 560 505 492 556 583

Guadalajara ; ; ; 130 208 177 159 156 176 184

Acumulado 1766 2693 2229 1216 1949 1661 1496 1460 1649 1730

Tabla 12. Intervenciones arqueológicas en Castilla la Mancha 2006-2015 (Fuente: Junta de Comunidades
de Castilla la Mancha).

En el caso de Cataluña, la tendencia marcada hasta el año 2010 se ha invertido en los


últimos años. Es interesante ver cómo la actividad se fue doblando desde principios de los
90; 275 intervenciones en 1993, 462 en 1998, 833 en 2003 y 1.786 en 2008, se mantuvo
estable durante dos años y volvió a bajar a niveles de principios de siglo hasta día de hoy.
No cabe duda de que el impacto del boom a partir de finales de los 90 tuvo mucho que ver
con ese crecimiento, beneficiado por la construcción de multitud de infraestructuras en esos
años. Hoy, todo indica que nos encontramos también ante una normalización de la actividad
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 271

que, conforme al marco administrativo actual, seguramente se estanque entre las 800 y 1.200
intervenciones anuales. El principal problema para el mantenimiento de la actividad es la
envergadura de éstas, ya que se ha pasado de grandes yacimientos a pequeños trabajos de
seguimiento en solares en una tendencia muy similar a la de Madrid. Por desgracia, Madrid no
ha aportado datos actualizados para ver la tendencia desde 2009, por lo que será difícil hacer
un juicio de la situación actual, que se ofrece difícil viendo la actividad real de las empresas.

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  CATALUÑA  2007-­‐2015  


2000  

1786   1785  
1800   1751  
1688  

1600  

1400   1356  

1258  

1200  
1048   1060  
1006  
1000  

800  

600  

400  

200  

0  
AÑO  2007   AÑO  2008   AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014   AÑO  2015  

Fig. 55. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Cataluña 2007-2015 (Fuente:
Generalitat de Cataluña).

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  GALICIA  2009-­‐2015  


900  

785  
800  

700  
648  

588  
600   568  

515  
500  
484  
500  

400  

300  

200  

100  

0  
AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014   AÑO  2015  

Fig. 56. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Galicia 2009-2015 (Fuente: Xunta
de Galicia).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
272 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Los datos en Galicia se corresponden con la tendencia general que se plantea en el informe
del último DISCO (Parga-Dans y Varela Pousa 2014), donde a partir del comienzo de la crisis
se da un descenso generalizado de la actividad. Si nos fijamos en los datos, nos encontramos
con que desde el año 2010 se vuelve a los niveles de 2002 tras un lustro en el que la actividad
había crecido un 30%.

El caso de Mallorca nos presenta un aspecto diferente de la problemática administrativa en


nuestro país. Pese a contactar con el Gobierno Balear como conjunto, sólo la isla de Mallorca
contestó con sus datos. Bien es cierto que se trata de la isla más grande y presumiblemente con
más actividad, pero en este caso la insularidad plantea un nuevo obstáculo en el conocimiento
de la actividad arqueológica. Por lo demás, a falta de tener una serie más antigua, la evolución
en las intervenciones plantea la realidad de la crisis en una tendencia aparentemente normal.
Ante el parón en la inversión pública desde el año 2008 y el desbloqueo de algunos proyectos
desde 2013, parece que se vuelve a los niveles previos a la crisis, aunque habrá que observar
lo que dura el efecto rebote.

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  MALLORCA  2008-­‐2015  


200  

180   172  
167  

160   153  

139  
140  
127  
115  
120   108  

100  
80  
80  

60  

40  

20  

0  
AÑO  2008   AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014   AÑO  2015  

Fig. 57. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en la isla de Mallorca 2008-2015
(Fuente: Consell Insular de Mallorca).

Hace unos años, en conversaciones con Jesús Sesma, me comentaba que el impacto de la
crisis en Navarra había sido muy bajo porque nunca hubo una burbuja que estallar. La actividad
había crecido con moderación y a pesar de los altibajos, tanto las propias intervenciones
financiadas por el Gobierno Foral, como otras derivadas de la actividad constructiva, fueron
manteniendo al conjunto de profesionales de la región sin mayores sobresaltos. Analizando
la serie histórica de datos, es cierto que salvando un pico importante de actividad entre 2009
y 2011, la media de intervenciones anuales ha sido estable, en torno a las 50-60 anuales.
Navarra no ha estado exenta de inversión, pero tal vez la racionalización de los trabajos
debida a su gestión autónoma de las competencias económicas haya permitido también
controlar la burbuja constructiva en la región. Puede que sea un modelo, aunque difícilmente
exportable a regiones como Madrid —al menos en su época «dorada».
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 273

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  NAVARRA  1986-­‐2015  


140  

125  

120  
109  

100  

84   85  

80   75   74   75   73  
66  

55   57  
60   54  
52  
45   47   45   43  
40   40  
40  
30  

18   19   18   18   17  
20   15   14  
10   11  

1  
0  
AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO   AÑO  
1986   1987   1988   1989   1990   1991   1992   1993   1994   1995   1996   1997   1998   1999   2000   2001   2002   2003   2004   2005   2006   2007   2008   2009   2010   2011   2012   2013   2014   2015  

Fig. 58. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en Navarra 1986-2015 (Fuente:
Gobierno Foral de Navarra).

INTERVENCIONES  ARQUEOLÓGICAS  EN  EL  PAÍS  VASCO  2000-­‐2014  (por  provincias)  


120  

100  

80  

60  

40  

20  

0  
AÑO  2000   AÑO  2001   AÑO  2002   AÑO  2003   AÑO  2004   AÑO  2005   AÑO  2006   AÑO  2007   AÑO  2008   AÑO  2009   AÑO  2010   AÑO  2011   AÑO  2012   AÑO  2013   AÑO  2014  

Álava   Vizcaya   Gipúzcoa  

Fig. 59. Evolución del número de intervenciones arqueológicas en el País Vasco por provincia 2000-
2014 (Fuente: Gobierno Vasco, a través de la serie Arkeoikuska).

AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO AÑO
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Álava 52 49 46 41 57 62 73 42 54 50 54 53 38 47 55

Vizcaya 35 44 41 45 37 57 61 58 51 43 45 36 37 38 60

Gipúzcoa 62 53 67 96 82 60 83 79 62 79 71 78 58 60 68

Total* 149 147 154 184 178 182 217 181 170 177 177 174 137 145 183

*Se suman las interprovinciales

Tabla 13. Intervenciones arqueológicas en el País Vasco 2000-2014 (Fuente: Gobierno Vasco, a través
de la serie Arkeoikuska).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
274 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Finalmente, tenemos el caso del País Vasco. Puede que uno de los más eficientes en
términos de publicación de los resultados gracias a la serie Arkeoikuska, que recoge los
resultados de todas las intervenciones llevadas a cabo en el territorio vasco desde 1982.
Contra lo que apunta Parga-Dans en su tesis doctoral, la actividad de las Diputaciones Forales
sí viene recogida en esta serie, aunque nuestros datos no son equivalentes (Parga-Dans 2011:
171). Para los años 2006-2008 ella cuenta 250, 191, 154, contra 217, 181, 170 que recogen
las memorias. De acuerdo a Dona Gil, la técnico contactada en el Centro de Patrimonio
Cultural Vasco, la misión de la publicación utilizada es «dar cuenta de todas y cada una de las
intervenciones arqueológicas de campo que se llevan a cabo en el año», por lo que la única
explicación que encuentro al desfase en cifras es que en las que le haya transmitido su fuente
se incluyeran otros tipos de intervención no de campo. En cualquier caso, lo que se observa
en una serie más larga de datos es cierta estabilidad, salvada por algunos picos al alza o a la
baja, que seguramente respondan a eventos concretos como la aprobación del plan general
de Vitoria-Gasteiz en 2006.

Pueden extraerse dos conclusiones principales del análisis de los datos. Por un lado, que
parece que estamos entrando en una fase de aparente recuperación. Recuperación entendida,
no como una vuelta a la actividad desmesurada, sino como una estabilización de la actividad
en lo que puede considerarse nuestro techo natural. Un número estable de intervenciones
que responden a las políticas de planeamiento e investigación de cada comunidad y que
se ven afectadas circunstancialmente por picos de actividad derivados de la ejecución de
alguna obra específica. En cualquier caso, revisando algunos de los expedientes a los que he
tenido acceso, también es cierto que la envergadura de las obras en ese techo es menor. Esto
significa que el número de trabajos que cada empresa tendrá que efectuar para salir adelante
se aumenta. Una de las preguntas que queda pendiente sería si no estaremos ante el momento
ideal de evaluar esta demanda y calcular la eficiencia de un modelo público de intervención.
Aunque esto podría significar un golpe muy fuerte a la articulación actual del sector.

Por otro lado, y volviendo sobre la confianza de los datos, la propia definición de
actividades en cada región varía, haciendo difícil el cómputo de las intervenciones totales.
¿Se están teniendo en cuenta los sondeos y movimientos de tierra negativos? En casos como
el vasco todo indica que sí, pero en otros en los que no está desgranado el tipo de actividad
pueden surgir dudas, especialmente cuando hay constancia de un número mucho mayor de
intervenciones a las registradas —caso de Andalucía. La única forma de salvar este problema
es, como apuntaba antes, una protocolización de este tipo de estadísticas donde se marque
el qué y el cómo.

9.3.2. Los tipos de intervención

Si tenemos que definir los tipos de intervención, nos encontraremos con que diferentes
administraciones llaman a las cosas de diferente manera. Por ejemplo, «desbroce» (Madrid)
contra «decapado» (Castilla la Mancha). Aparentemente son sinónimos, pero para mí el
decapado tiene unas connotaciones mucho más profundas —no se reduce al desbroce
sino a la excavación mecánica controlada de un terreno— que pueden llevar a equívoco
en el presupuesto y la ejecución de los trabajos. Aunque el concepto de «preventiva» es
seguramente el más problemático. Contra lo definido (ver Martínez y Castillo 2007), muchas
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 275

de las intervenciones están a medio camino entre la prevención y la urgencia, apurando plazos
e intervenciones al máximo. Esto suele solapar las obras con las intervenciones arqueológicas
poniendo mucha más presión sobre todas las partes y convirtiendo los procesos en costosos
e ineficientes.

Uno de los ejemplos más flagrantes tuvo lugar en Madrid durante las obras de construcción
de la M-30. En 2004 se transfirió la gestión de la autovía al ayuntamiento dando luz verde al
proyecto Madrid Calle 30 —que, entre otras cosas entendía la M-30 como una calle más de
la ciudad— y después seccionó los tramos en las adjudicaciones para evitar una evaluación
de impacto ambiental. Ante las protestas, la intervención de la Comunidad de Madrid fue
rápida, dando lugar a un proceso sin precedentes de documentación (Rus et al. 2007) que
desembocó en un mejor conocimiento del pasado madrileño (Martínez 2007), pero también
en la destrucción de la gran mayoría de los sitios localizados, pues no había lugar ya a
modificaciones del proyecto. Puede que si la obra hubiera seguido un cauce legal18, nunca se
hubiera realizado, pero una verdadera arqueología preventiva habría planteado una solución
sin presiones en buena parte del proceso, si bien puede que el impacto en la movilidad
hubiese sido igualmente importante. Aquí entra en juego otra apreciación subjetiva que ya
ponía de manifiesto Nicolás Benet en una mesa redonda en 2008 (Almansa et al. 2008: 573):

«Estas cosas tienen que ver también con la estimación que la sociedad tiene hacia
el Patrimonio dentro de la escala de valores. Quieren arqueología o quieren la
M-30 para no tener que tardar tres cuartos de hora en llegar al trabajo. ¿Qué
quieren los madrileños? En otras regiones hay mayor sensibilidad hacia el
patrimonio y es distinto.»

Una gestión participativa pondría sobre la mesa estos aspectos tan interesantes que ya
comentaba antes. Es difícil valorar los intereses de la sociedad con respecto al patrimonio
cultural cuando se plantean dicotomías de este tipo. La educación no es suficiente y tal vez
tendríamos que asumir como colectivo algunas derrotas en este sentido. Pero este ejemplo
venía a colación de los tipos de actividad, su definición y aplicación. Una estructuración
sencilla de los mismos marcaría tres niveles principales:

-- Arqueología programada: Aquellas intervenciones que no están afectadas por el


planeamiento o un riesgo inminente y que se llevan a cabo en el marco de un proyecto
de investigación con una programación a medio-largo plazo. Responden a lo que
tradicionalmente hemos conocido como las excavaciones de verano y suelen ser los
últimos resquicios de la actividad universitaria, si bien hay también muchos ejemplos
de iniciativa pública y privada que responden a este modelo.

-- Arqueología preventiva: Aquellas intervenciones que se dan en el ámbito del


planeamiento, bien como parte de un proceso ambiental o en el contexto de la
renovación urbana u otras obras de infraestructura. Aquí la práctica nos habla de dos
niveles de preventiva; por un lado la verdadera arqueología preventiva que se lleva a
cabo durante la fase previa a la aprobación de los proyectos y el comienzo de las obras,

18 El 11 de febrero de 2011, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid sienta sentencia firme contra el Ayuntamiento de Madrid
(00114/2011) con respecto a 9 de los 12 tramos de las obras de la M-30. Una sentencia que llega tras el expediente que la
Unión Europea abrió en 2006 —y que además echó el cierre del proyecto del nudo norte—, así como otra sentencia del Tribunal
Europeo en 2008. A pesar de todo, no hubo consecuencias políticas al proceso ni se depuraron responsabilidades.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
276 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

que en el día a día se suele reducir a prospecciones. Por otro lado, la arqueología
preventiva al orden del día —que prefiero denominar «preceptiva»—, que se desarrolla
en contexto de obra como parte del proceso constructivo. El trámite administrativo por
el que es el adjudicatario de las obras quien debe contratar los servicios arqueológicos
hace que en ocasiones estemos más ante una urgencia que una verdadera planificación.

-- Arqueología de urgencia: Aquellas intervenciones que responden a una situación de


riesgo inminente para un yacimiento. Pueden responder a muchas causas, como las
ambientales, aunque lo normal es que respondan a hallazgos no previstos en el proceso
de obra.

La terminología es importante, porque las implicaciones de cada uno de los tipos de


intervención cambian. A pesar de ello, no todas las administraciones y no todos los profesionales
responden a esta categorización. Por ejemplo, en una publicación reciente (Vizcaíno 2016),
Antonio Vizcaíno plantea el concepto de «programada» como una crítica a la arqueología
más tradicional y hermética, creando confusión con el primer tipo, ya establecido, pero que
en algunas instituciones se denomina genéricamente como «proyectos de investigación»,
del mismo modo que la urgencia se conoce como «emergencia» o «salvamento». Pero
esta categorización responde sólo a una tipología administrativa de cara a la gestión de los
permisos. La tipología de intervenciones profundiza más en el tipo de trabajo arqueológico
que se desempeñe. En este sentido, las diferentes legislaciones han entrado a definir la
actividad arqueológica de diferentes maneras. Si bien todas siguen una línea muy similar en
cuanto al qué es la arqueología, a la hora de establecer los tipos de intervención la variación
es importante, no sólo sobre el papel, sino también en la práctica:

-- Prospección: A pesar de no tener por qué interferir en la salvaguarda de ninguno de los


sitios afectados por un equipo de prospección, se ha entendido siempre como una de
las principales actividades arqueológicas y, por tanto, requiere autorización. Bien es
cierto que el carácter vinculante de sus resultados con respecto a la incorporación —o
eliminación— de nuevos registros en los inventarios, la hace una actividad sensible.

-- Desbroce/Decapado: Se entienda como se entienda este proceso —básicamente la


retirada de una primera capa de sustrato que permita ver un posible nivel arqueológico—,
al incluir una remoción de tierra está sujeto a autorización. Si bien es una de las
intervenciones menos mencionadas, representa una de las principales actividades en
obra lineal.

-- Sondeos: Son seguramente la herramienta más utilizada para la valoración del potencial
arqueológico de un sitio en estudio. Casi de forma estandarizada, la mayoría de los
proyectos constructivos han llevado asociado este tipo de intervención, que a muchos
efectos se asimila a una excavación —en un contexto de BIC requiere los mismos
trámites.

-- Excavación: Es la intervención por antonomasia que identifica a la arqueología como


profesión. Si bien oculta uno de los problemas principales que ha sufrido el sector
durante el boom constructivo. En muchas ocasiones la administración encargaba una
excavación arqueológica sin especificar que lleva asociado el estudio de los restos
exhumados. Esto ha llevado a conflictos a la hora de presupuestar este tiempo en
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 277

muchos proyectos, así como a la solución fácil del informe técnico de mínimos. Si
bien para los profesionales está claro que una intervención arqueológica requiere un
proceso posterior de laboratorio, para la obra no.

-- Control/Monitoreo de movimiento de tierras: Bien por la incertidumbre de la zona de


intervención o por la envergadura del proyecto, esta ha sido una de las principales
actividades en el contexto comercial. Sin embargo, ha sido también una de las más
polémicas derivada de la propia práctica de muchos «profesionales» que firmaban
visitas semanales donde era necesaria la presencia diaria, alimentando la mala praxis.

-- Documentación: Es un concepto muy amplio que va desde la consulta de expedientes


a la toma de fotografías. En algunos casos la ley marca unas restricciones extremas
en este sentido que dificultan en sobremanera el trabajo de los profesionales para
cuestiones muy sencillas.

-- Estudios: Bajo este nombre incluyo principalmente dos tipos de actividad; el estudio
de arte rupestre y el de estructuras emergentes. Ambos han sido también pilares
fundamentales para muchos profesionales y, aunque muchas veces no afectan a la
integridad de los bienes —se pueden llegar a hacer a través de fotografía— requieren
autorización en muchas regiones.

-- Conservación/Restauración: Si bien la LPHE no recogía este supuesto, representa una de


las actuaciones más críticas cuando un bien inmueble es conservado in situ, o un bien
mueble requiere de algún tipo de tratamiento. Muchas de estas intervenciones se llevan
a cabo directamente a iniciativa de la propia administración o el museo depositario,
pero en ocasiones se ha externalizado su gestión/ejecución. La complejidad de la
actividad, que depende del tipo de resto a intervenir, hace que el control sea realmente
necesario, aunque ¿quién controla?

-- Otras intervenciones: Como por ejemplo el vallado de unos restos arqueológicos que
contempla la ley andaluza. Aquí algunas regiones se han pasado en las restricciones y
un ayuntamiento puede ser sancionado por levantar una valla en torno a un yacimiento,
o simplemente intervenir sobre las estructuras —no arqueológicas— existentes.

Termino así porque una de las consecuencias que tiene poner en una ley determinado tipo
de restricciones es que hay que controlar y sancionar en consecuencia. ¿Va a sancionar la
Junta de Andalucía a todos los turistas que hacen fotografías en Baelo Claudia? Tal vez podría.
Pero por otro lado, quedan manifiestos vacíos legales como el que se va a plantear de nuevo
en la Comunidad de Madrid con respecto a intervenciones actualmente sujetas a autorización
como el control de movimiento de tierras. Tras la última contestación en el actual proceso de
reforma de la ley, siguen defendiendo que el control de movimiento de tierras está recogido
por el artículo 28.319. Pero éste hace referencia sólo a la remoción de tierras en sitios recogidos
en el Catálogo —para las que pueden exigir supervisión como condición— dejando de lado
el equivalente, por ejemplo en una nueva obra lineal que se efectúe en la Comunidad de
Madrid. De este modo, no pueden solicitar el control de movimiento de tierras si no se ve

19 «Las obras o remociones de terreno que afecten a zonas en que se encuentren yacimientos arqueológicos y paleontológicos
recogidos en el Catálogo Geográfico de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico deberán ser autorizadas por la Consejería
competente en materia de patrimonio histórico. Dicha autorización se entiende sin menoscabo de la protección que del
patrimonio arqueológico o paleontológico se articula a través del régimen general establecido en esta ley.»
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
278 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

afectado un sitio ya recogido en el Catálogo, dejando vía libre a la destrucción de cualquier


nuevo yacimiento arqueológico que pudiera aparecer, o reconociéndolo tácitamente como
un hallazgo casual. Algo similar a lo que pasa con la eliminación del dominio público de los
bienes arqueológicos inmuebles. Escudados en un error de la propia LPHE que no lo define
explícitamente, abren la puerta a la propiedad privada de un yacimiento arqueológico.

9.3.3. Unas notas sobre los modelos actuales

Profundizar ahora en el funcionamiento de los modelos de gestión actuales resulta en


cierto modo innecesario. En un contexto de profesionales del patrimonio no se va a decir nada
nuevo pues, al fin y al cabo, la gestión moderna responde a los principios que ya apuntaba
Henry Cleere a finales de los 80:

“The basis for all archaeological heritage management must be the identification
and recording of that heritage. […] The second determining factor in relation to
heritage management that does seem to have universal applicability is the need
for it to be closely integrated with land-use planning. […] So much for the less-
visible, though nonetheless fundamental, aspect of heritage management. Its more
conspicuous face, in terms of the general public, is represented by the sites and
monuments that are managed and promoted for public enjoyment and edification”
(Cleere 1989: 11-13)

Estos tres pilares son aún hoy la base de la gestión, si bien responden a modelos de acción
muy diferentes dependiendo del contexto. Desde la definición de qué hay que proteger o
hasta dónde se busca la identificación, o la verdadera relación arqueología-planeamiento,
a la aplicación práctica de ese disfrute público. Como veíamos en los capítulos 8 y 9, a la
hora de enfrentarnos a la nueva situación política se pusieron sobre la mesa diferentes formas
de gestión, atendiendo a las necesidades reales que existían. No era lo mismo comenzar a
gestionar Madrid que Navarra. Así se destacaron dos modelos generales definidos a principios
de los 90; el Modelo Madrid (Velasco 1992) y el Modelo Andaluz (Salvatierra 1994).

El primero parte de una premisa, y es que no conocemos el patrimonio con que contamos,
por lo que se declaran grandes zonas de protección sobre las que existirá una cautela especial
mientras los catálogos y cartas arqueológicas van creciendo. A partir de ahí, se buscará integrar
todas las herramientas disponibles en el planeamiento local para que sean efectivas. Podemos
encontrar una definición muy detallada del proceso en Castillo (2004), en un momento en
el que el Modelo Madrid como tal ya se ha difuminado en una estrategia más integral. Si
bien en los primeros años muchas de las iniciativas de intervención partían de la propia
administración, pronto se comenzó a aplicar el polluter-pays-principle en un sistema que se
iría extendiendo por toda la península pese a las suspicacias que generaba incluso dentro del
propio colectivo de profesionales liberales (Domínguez et al. 1994; Díaz del Río 2000). A
día de hoy el modelo no ha cambiado considerablemente, aunque con la nueva legislación
se ha creado un espacio de trabajo más incierto. La ley crea una herramienta con muchas
posibilidades como es el Catálogo Geográfico de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico y
se está incentivando la actualización de los catálogos municipales, pero a la vez se teme por
el riesgo de desprotección que provoca la nueva ley (Díaz, Torija y Zarco 2014). De las tres
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 279

patas de Cleere, la primera está en claro riesgo al ser muy difícil identificar nuevos sitios y la
tercera se ha estancado en programas de divulgación y educación —si bien el propio Cleere
se queda ahí.

El caso andaluz es paradigmático por su propia filosofía. El Modelo Andaluz de Arqueología,


buscaba en líneas generales darle más peso al concepto de «proyecto» como una herramienta
que genere conocimiento crítico más allá del sitio, llevando a cabo una difusión social y
no selectiva —en palabras de Arturo Ruiz (1989)— lo que en resumen se plantea como un
control férreo por parte de la administración de grandes proyectos de investigación que
engloben la actividad en la región, tratando de dotar de más sentido a las urgencias —no
se consiguió— y con una estrategia de publicación que no se centrara solo en los grandes
hallazgos. En una suerte de oposición al Modelo Madrid, para finales de los 80 la situación
comenzaba a generar problemas. La mayoría eran los problemas que toda administración
ha tenido a la hora de gestionar, pero el principal fue un problema político, pues el Modelo
Andaluz funcionaba siempre que no interfiriese con los intereses, por ejemplo, del alcalde
de Málaga (Salvatierra 1994: 9). Sin una nueva definición concreta, episodios como el de la
Estación de Cercadillas para el AVE en Córdoba, o la paulatina «rebeldía» de las provincias,
hacían necesaria una solución a largo plazo. A principios de los 90 se atajó el problema
urbano con los primeros planes de la Junta de Andalucía para coordinar las actividades en
las principales ciudades, y con la aprobación en 1991 de su propia ley pudo establecer las
primeras herramientas de catalogación y protección plenamente definidas como la Zona de
Servidumbre Arqueológica, que se parece mucho a las planteadas por el Modelo Madrid y
que fue evolucionando —con las posibilidades de la tecnología— hasta el desarrollo del
Modelo Andaluz de Predicción Arqueológica a partir de 2003 (Fernández y Rodrigo 2009). Si
bien hubo determinados aspectos de la filosofía original que se mantuvieron, a día de hoy el
ámbito comercial se ha instalado también en la gestión andaluza, lo que me hace plantear ya
una pregunta: ¿Es la arqueología comercial inevitable en un modelo de gestión que busque la
documentación de todos los sitios en riesgo?

A pesar de plantear reticencias a la implantación comercial, el modelo andaluz no tardó


mucho en «caer». Algo similar pasó en el caso valenciano (Bonet 2002; Barrachina y Selma
2014), que pese a una gestión bastante eficiente desde las diputaciones y los servicios
municipales, no pudo evitar la entrada del modelo. Incluso Galicia planteó un modelo propio
basado en la gestión del paisaje, que si bien no venía dictado desde la administración —sino
desde el CSIC (Criado 1996b)—, sí se convirtió en norma para los procesos ambientales. En
él, no se ponía en cuestión la participación de empresas. Incluso a nivel internacional, el
modelo francés de arqueología preventiva (Toledo 1998), un referente de la gestión pública,
ha comenzado a permear la actividad privada en los últimos años (Schlanger 2012a).

«Se discute mucho sobre modelos de gestión del Patrimonio Histórico y


Arqueológico y, en concreto, sobre la prioridad de la investigación o la
administración en las actividades relacionadas con el Patrimonio Cultural. Los
partidarios de la primera parece que quieren perpetuar un orden de cosas antiguo.
Los partidarios de la segunda semejan promover una reconversión tecnócrata que
aleje toda otra consideración que no sean las prioridades del mercado y de la
política cultural» (Criado 1996c).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
280 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En este trabajo de Felipe Criado se van poniendo los cimientos de la arqueología aplicada
que desarrollará más adelante David Barreiro (2005) y que guarda una relación directa con la
arqueología pública —en tanto en cuanto su vertiente práctica para la gestión, que veremos
en el próximo capítulo. Una convergencia de las dos tendencias en liza parece el modelo
ideal; sucumbir al mercado sin fallar en los objetivos científicos. ¿Pero es esto lo que define
un modelo?

Los modelos de gestión van más allá de seguir investigando como antaño, o limitarnos a registrar
y vender. Esta simplificación, que puede servir como punto de partida para una crítica de la deriva
profesional en el sector, no responde a la realidad de un modelo de gestión. Éste pone sobre la
mesa las herramientas que tenemos para abordar la problemática —porque lo es20— generada por
la valoración del patrimonio histórico en nuestra sociedad y su protección legal.

Por ello, cuando hablo de modelos de gestión en España, me refiero a las diferentes
soluciones que cada región ha ido encontrando y la forma en que éstas se engranan en el
sistema y se aplican.

Partimos de una necesidad; el patrimonio histórico nos importa y por ello hemos decidido
—como sociedad— conocerlo y conservarlo. A partir de ahí se articulan unos requerimientos
legales para la protección de ese patrimonio que obligan a abordar una problemática creciente.
Los problemas van surgiendo con la práctica y se van corrigiendo de la mejor forma posible
dentro de las posibilidades de cada región. No puede entenderse igual el desarrollo del modelo
en La Rioja que en Castilla la Mancha. A pesar de todo, algunas soluciones parecen surtir
efecto como puede ser la subcontratación de trabajos basados en el polluter-pays-principle,
por lo que se van adoptando por todas las regiones. Pero las exigencias y los procedimientos
de cada administración cambian, modelando su estrategia de un modo diferente a la de las
regiones vecinas. Desde aspectos sencillos como los derivados de la multiprovincialidad o
el peso de la infraestructura arqueológica en la región —funcionariado disponible, redes
de museos, servicios municipales, etc.—, a detalles de reglamento como la burocracia o la
definición de procesos.

Pese a todo, la diferencia en los modelos —desde mi punto de vista y el de esta tesis
doctoral— no estará en la diatriba entre arqueología de investigación y arqueología comercial,
sino en la forma de abordar el proceso desde dos ejes principales; la gestión y la participación,
graduados entre una perspectiva pública y una perspectiva privada.

El eje participación tiene que ver con la implicación de los agentes sociales en los procesos
de gestión. De este modo, un modelo más público estará representado por aquellos ejemplos
en los que la participación efectiva de la sociedad en la gestión y disfrute del patrimonio
arqueológico es alta. Un modelo más privado, será aquel celosamente guardado por la
administración, que apenas permitirá el acceso a un disfrute selectivo21.

El eje gestión tiene que ver con la permeabilidad en el modelo de elementos ajenos a la
administración. De este modo, un modelo más público estará plenamente controlado por la
20 En una formulación menos negativa, podríamos hablar de la forma de abordar las necesidades generadas por la valoración y
protección del patrimonio histórico.
21 Para colocar un modelo en el gráfico se tendrán en cuenta dos factores: El primero, la accesibilidad, o cómo de fácil es para
un ciudadano profundizar en el conocimiento de la arqueología (acceso a yacimientos, niveles de información, literatura gris,
materiales, etc.). El segundo, la posibilidad participación directa en los trabajos arqueológicos y el grado de implantación de esa
posibilidad en la práctica.
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 281

administración, incluso en la ejecución de los trabajos, mientras que un modelo más privado
dará opción a elementos externos a intervenir. Entre ellos, no se incluye la participación
ciudadana, salvo que se trate de iniciativas particulares22.

Ges(ón  100%  priva(zada   Pr   Ges(ón  100%  priva(zada  


Par(cipación  100%  pública   Par(cipación  100%  privada  

¿Oxímoron?  

UK  
Par(cipación  

Pu  
Pr  

ES  

¿Obje(vo?  

Ges(ón  100%  pública  


Ges(ón  100%  pública  
Par(cipación  100%  privada  
Par(cipación  100%  pública   Pu  
Ges(ón  
Fig. 61. Los ejes con el ejemplo de Reino Unido y España (basado en Almansa 2011a: 91).

Si comenzáramos a colocar países en el gráfico, encontraríamos una polarización marcada


entre dos tradiciones; la «romana» y la «anglosajona». He elegido estos conceptos porque,
en cierto modo, tienen que ver con la tradición legislativa de cada una de ellas. Mientras los
países herederos del derecho romano han evolucionado mayoritariamente hacia un modelo
de gestión pública con muy poca participación, los países herederos del derecho anglosajón
lo han hecho hacia un modelo de gestión mucho más flexible en el que la participación
pública es mucho mayor. La tendencia actual está acercando a muchos modelos al centro del
gráfico, ya que la apertura al sector comercial ha sido muy fuerte en buena parte de los países

22 Para colocar un modelo en el gráfico se tendrán en cuenta dos factores: El primero, el control administrativo sobre la ejecución
de los trabajos (necesidad de autorización, control de información, propiedad de los restos, etc.). El segundo, la existencia o no
de un modelo comercial y su grado de implantación en el sistema.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
282 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

implicados. Pero, ¿es el modelo anglosajón lo que estamos buscando? ¿Hasta qué punto
sería conveniente rebajar los requerimientos administrativos? Una de las propuestas de esta
tesis doctoral (próximo capítulo) pasa por retocar algunas de las dinámicas del modelo actual
en beneficio de una arqueología más pública que permitiera a España dar el salto a la mitad
izquierda del gráfico sin tener que llevar a cabo modificaciones drásticas.

Pero primero, veamos cómo se encuentran otros países.

9.4. A short overview of management beyond Spain

In 2014 I conducted a small survey about the perception of heritage management models
worldwide. Annex 2 shows a deeper analysis of the survey conducted. Here I would just like
to point out some aspects that can help to understand the context in which we are working
nowadays. First of all, that many professionals —almost half of the surveyed— are not confident
with the management model and the bureaucracy involved. This is a problem, as knowing the
system is vital for a quality management. Secondly, a good trend in the awareness about the
need of outreach during archaeological work. An issue actually valued by many of the people
surveyed who did it although it was not compulsory. If this is little by little leaving a mark on
people’s routines of work, we will not need to advocate for it in the near future. But the most
important issue to rise in this point is about the expansion of the commercial model.

13%  

Private  company  contracted  


by  the  developer  
Private  company  contracted  
42%   by  the  administra4on  
Public  body  

40%  
No  archaeology  

5%  

Fig. 62. “Archaeologists on site would have been…” Graph showing the percentage of countries using
a commercial model on the event of a roadwork intervention (Source: Survey answers).

A 47% of the countries represented in the survey (37) already have a pure commercial model,
with others like Argentina or Germany, being in the public side, but already open to commercial
activity. A certain globalization of management is homogenising models worldwide, with a
9. La gestión del patrimonio arqueológico y su contexto 283

strong implementation of commercial archaeology (Gnecco y Schmidt 2015). Those countries


do not share a similar legal framework, on the contrary they are very different, like is the
case of Spain and England —or Kyrgyzstan. However, commercial archaeology has proved
to be the easiest to manage. The role of administration is minimum and the real responsibility
falls under a third party. This has to do with the bureaucratization of the State, but also with
a liberal premise to make it thinner. Still, most countries compel any professional to ask for
administrative permission either from local, regional or national authorities, and procedures
are not simple in most cases. The polluter-pays-principle seems to be the rule in those projects
run from commercial archaeology, but only paying for the technical work, not research. But
in the example, the polluter was most likely to be the Government itself, so the use of public
bodies in order to conduct the works is probably a most efficient and responsible way.

However, an interesting issue in favour of commercial archaeology is that rules seem to be


tighter with them when the time to report comes. This answer might be biased by perception,
but represents a good point to focus on in further research. Actually, some of the answers refer to
a worst situation before the new scheme —which implemented commercial archaeology. The
existence of professional associations like CIfA or RPA is also a guarantee of professionalism in
the sector, which is basic for the good development of the model. For the five countries which
do not operate in the scenario of the survey, the weakness of the administration —after all a
political value— could be compensated with a commercial model. At the same time, maybe
strengthening the administration could be a better option if the needs were not extreme.

Last but not least is a tone noticed in some answers that can be summed in a sentence from
a Turkish professor: “Some excavations will be done according to the foreign team interests,
but not necessarily the need of local archaeology.” Colonialism is still alive and hitting, and we
could actually state a third model in which the intervention of foreign missions is the motor of
archaeology. This is not bad itself, but as Kense (1982) stated long ago, maybe those projects
of local interest should be the ones funded and/or conducted by foreign missions. After all, this
is the spirit of cooperation and public service.

If public archaeology has something to offer to this panorama, is a broader analysis of the
contexts that led to these models and possibilities to transform them into a more efficient and
social practice, capable to have a positive impact on society.
.10.
GESTIONAR DESDE LA
ARQUEOLOGÍA PÚBLICA

“I would say that perhaps we need to change archaeology into a more responsive
practice within its social context, so we can actually help to change the world”
(Almansa 2016c: xx)

Ya antes puse sobre la mesa dos frases de Patrice Jeppson y Barbara Little, que desde
el momento en que las leí cobraron sentido para mi discurso: “Is trying to save the world
with archaeology what we want to be doing?” (Jeppson 2010: 63); “Perhaps is the world
of archaeology which needs to be changed in order to be saved” (Little 2010: 154-155). En
mi último artículo, donde vuelvo sobre uno de los temas recurrentes en mi trabajo; poder,
política y el rol de la arqueología en esos procesos, termino con la reflexión con la encabezo
este capítulo. Si esta tesis tiene dos objetivos de fondo, son precisamente los relacionados con
la teoría —la arqueología pública como una teoría crítica de la arqueología— y la praxis —
una gestión transformadora. Así, gestionar desde la arqueología pública no es más que tener
en cuenta las relaciones arqueología-sociedad a la hora de planificar y tomar decisiones, es
tener en cuenta las consecuencias de los impactos de esas relaciones.

A lo largo de las diferentes partes de esta tesis doctoral he ido dejando caer pequeños
detalles que tienen que ver con el proceso administrativo de gestión del patrimonio
arqueológico. Legislación (Capítulo 7), profesionalización (Capítulo 8) y un bosquejo de la
gestión (Capítulo 9). Hacer una descripción pormenorizada de los procesos en cada una
de las administraciones habría sido interesante como herramienta didáctica para los futuros
profesionales, pero no relevante para los objetivos de la tesis. Un acercamiento más somero
puede encontrarse en otras publicaciones como el Manual de Gestión del Patrimonio Cultural
(Querol 2010), que define con detalle muchos de los conceptos que daré por entendidos. A
partir de ahí, existen multitud de publicaciones, no todas citadas a lo largo de esta tesis, que

285
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
286 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

ahondan, bien en patrimonios específicos como el Patrimonio Mundial1 (Castillo 2012), bien
en territorios determinados, o en procesos concretos como el planeamiento, donde hay una
bibliografía abrumadora, algunos de los títulos recogidos ya a lo largo de la tesis. Voy a obviar
algunos de los aspectos del proceso para centrarme en un modelo más o menos estándar
que todos hemos podido vivir en algún momento. Las propuestas se dividirán en dos partes;
primero, las más posibilistas, que habrá que leer con las premisas ya planteadas en la cabeza.
Las segundas, más radicales y utópicas, pero que tal vez crearían un contexto verdaderamente
transformador, al menos para la disciplina.

10.1. La arqueología en el espejo

En este apartado voy a emular el proceso de gestión de dos yacimientos arqueológicos


a la vez que entretejo una serie de correcciones que me gustaría aplicar al modelo. La
argumentación puede parecer a priori liosa, teniendo en cuenta que debo hilvanar tres discursos
paralelos, pero espero que la edición del texto ayude a entenderlo. Teniendo en cuenta que
contamos con diecisiete comunidades autónomas con pequeñas variaciones en los procesos
administrativos, el modelo que utilizo es una mezcla de todas en lo esencial, destacando los
aspectos más negativos donde estimo que es necesaria una corrección. Esto puede resultar
injusto si se lee desde una administración que lleve a cabo alguno de los procesos de un modo
diferente, pero supone una medida de ahorro de tiempo y espacio. En el aspecto legal, las
diferencias son mínimas —salvo tal vez el caso de Madrid o Andalucía— y se fundamentan
en la nomenclatura de algunas figuras de protección. En el aspecto administrativo sí existe
una variabilidad mayor y, por ello, hay que leer este texto con dos comunidades en la cabeza;
Madrid (uniprovincial) y Castilla y León (pluriprovincial), lo que no significa que todos los
defectos vengan de ellas. Para evitar problemas con los nombres, los protagonistas serán
personajes ficticios de la novela El Hallazgo (Guerra 2012).

-- El primer hilo (*H1) narrará el proceso desde el contexto académico. Se trata de un


proyecto que afronta su séptima campaña bajo la dirección de la Dra. Mary Lyan y
donde Erika Masters acudirá a su primera excavación como estudiante.

-- El segundo hilo (**H2) narrará el proceso desde el contexto comercial. Se trata de


un amplio solar en un polígono industrial2 en el que será contratada la empresa de
arqueología Method, con Edgar Bowman a la cabeza y un joven Tobías Lockte recién
salido de la universidad.

-- El tercer hilo narrará por su parte esas pequeñas correcciones al modelo que propondré
como posible solución a algunos de los problemas que se generan en la actividad
diaria.

1 Hago referencia al Patrimonio Mundial, porque como se puede observar en la cita; las actas del I Congreso Internacional
sobre Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial, dedicado a la gestión del patrimonio arqueológico declarado con esta distinción,
muestran una fijación muy extendida por hablar de la interpretación de los yacimientos en lugar de su gestión, apuntada como
pequeños apéndices al final de un largo discurso arqueológico. Esto pone de manifiesto la importancia de la gestión dentro del
colectivo y el conocimiento de sus mecanismos, aún limitado.
2 Podría haber elegido un proceso de impacto ambiental, pero es precisamente el que mejor funciona, siempre que se informe
en tiempo y forma a la administración responsable del patrimonio (pueden verse dos análisis sobre su impacto en el patrimonio
arqueológico y algunas perspectivas al respecto en Barreiro y Criado 2005; Cerdeño, Castillo y Sagardoy 2005).
10. Gestionar desde la arqueología pública 287

Ya han concluido los exámenes del primer cuatrimestre y va siendo el momento de


planificar la campaña del próximo verano. El anterior aparecieron muchos materiales
y el alumnado está ocupando el laboratorio de la facultad dos tardes a la semana
para poder ir ordenando y siglando todo. Llevan bastante retraso, pero es normal.
Aún queda mucho material por estudiar de la campaña previa. En cualquier caso, los
sectores 4 y 7 del yacimiento son prometedores y hay que aprovechar la financiación.
Aunque escasa, entre varias fuentes permite financiar a media docena de estudiantes
durante dos semanas. Mary no está dispuesta a cobrarles como ya hacen otros
compañeros. Es consciente de que podrá excavar menos, pero la subida de las tasas
universitarias es bastante sacrificio económico para sus estudiantes. Prefiere que se
sacrifiquen en el aula. Lancaster, uno de sus estudiantes de doctorado, va a codirigir
la intervención por primera vez y ha empezado a preparar la documentación del
proyecto para los permisos. Aprovechará para incluir un informe preliminar de la
campaña del año anterior y así no será tan notorio que es prácticamente la misma
H1

documentación con una actualización de los currículos del equipo técnico.

Suena el teléfono en Method. Al parecer, Construcciones Rápidas S.A. ha aceptado

H2
el presupuesto para la intervención en el polígono nuevo de Ciudad Capital. Edgar
llama a Tobías para que se ponga en marcha. Tendrá que ir a la Dirección General a
revisar la documentación de la intervención durante la urbanización del polígono.
Al parecer se trata de un yacimiento romano que ya cortó parcialmente uno de los
viales. Mientras tanto, Edgar desempolva los dos últimos proyectos «de romano» que
emprendieron y comienza a redactar el proyecto. Como siempre, el cliente tiene
prisa y, como casi siempre, razón. Esta vez tendrá que dirigir Tobías porque él tiene
dos expedientes abiertos. Ha sido una época activa, pero es bueno por si vuelven las
vacas flacas. Unos años atrás tuvo que dejar marchar a casi toda la plantilla.

Nos encontramos ante el inicio de un mismo proceso desde dos ámbitos diferentes. Ambos
han de pasar por una burocracia similar, pero no tienen los mismos requisitos. Dependiendo
de la Comunidad Autónoma, además, deberán entregar una u otra documentación junto a un
proyecto que exigirá diferente nivel de profundidad. Los formatos de entrega, la estructura o
las propias fichas de registro, etc. varían entre regiones, incluso entre técnicos dentro de una
misma región, haciendo de un proceso sencillo algo muy complicado. Del mismo modo, la
parcelación de los expedientes complica su consulta y seguimiento, llegando a cortar un mismo
yacimiento, así como un mismo proceso (prospección-sondeo-seguimiento-excavación), en
varios. Por eso, la primera propuesta es una reunión interministerial en la que se trate la
homogeneización de procesos e informes. Un solo modelo de ficha, adaptable a través del
intercambio de logotipos a todas las instituciones y empresas, así como un modelo para la
solicitud de permisos y para la remisión de proyectos, informes y memorias. Esta cuestión
formal parece nimia, pero supondría un quebradero de cabeza menos para los profesionales
y los propios técnicos. La segunda propuesta es un modelo de expediente abierto que permita
recoger diferentes fases de un mismo proyecto y diferentes proyectos en torno a un mismo
sitio dentro de una sola referencia. Esto se soluciona con la figura de un «subexpediente»
que no requiera pasar por todo el proceso de aprobación y pueda ser aprobado de oficio
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
288 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

—en los casos de proyectos de largo recorrido— o simplemente pueda ser consultado como
una unidad, a pesar de las diferentes fases. A día de hoy, una administración multiprovincial
puede retrasar la aprobación de un permiso hasta seis meses para procesos a los que un
técnico podría dar el visto bueno sin pasar por la Comisión referente o sin la aprobación de
una instancia superior. De hecho, normalmente es el dictamen técnico el que marca esas
decisiones. Esto no sólo facilitaría la gestión, acortando los plazos de autorización en muchos
casos, sino que también permitiría agilizar la consulta de expedientes. La tercera propuesta
pasa por el refuerzo de la colegiación. Las leyes Paraguas y Omnibus han puesto en jaque a
las asociaciones profesionales de toda Europa. Un resquicio de la ley permitiría la colegiación
obligatoria en el contexto del patrimonio arqueológico al tratarse de un bien público. Pero, en
cualquier caso, un modelo de valores como el del CIfA inglés podría ser una salida temporal.
Para ello, son los propios colegios profesionales los que deben tomar medidas, negociando
con la administración algún beneficio basado en la calidad profesional que debería asegurar
una asociación gremial. Entre ellos, el «visado» de proyectos3. La cuarta propuesta pasa por la
implementación de un portal de consulta extendido a nivel nacional —aunque sólo sea como
acopio de enlaces para otros portales— con la información accesible de toda esa literatura
gris. Sería un modelo entre el que aporta el Archaeological Data Service con la biblioteca de
literatura gris4 o la propia serie vasca Arkeoikuska5 y plataformas con base cartográfica como
pueden ser el Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas de la Comunidad de
Madrid6 o la Carta Arqueológica de Barcelona7. Sobra decir que la tecnología actual lo permite
a un coste muy bajo, pero que requiere de un mantenimiento y actualización constantes8. En
cualquier caso, se trata de un trabajo muy útil. Se puede optar por un acceso público, pero si
no se quiere dar más información de la esencial, puede construirse un acceso limitado para
investigadores que sí puedan tener acceso a la documentación completa. Los beneficios no
serían sólo para la gestión, sino también para la investigación y la difusión, ya que las nuevas
plataformas de SIG pueden acoplar infinitas capas de información a todos los niveles.

Uno de los temas que apunto en los textos, es el de la flexibilidad con la cantidad y el tipo
de expedientes abiertos de cada profesional. En el modelo actual, los expedientes se otorgan a
título personal, con lo cual la responsabilidad recae sobre individuos, que no siempre son los
responsables directos. Administraciones como la andaluza han buscado una solución a este
problema con el Diario; un sistema por el cual el titular del permiso debe llevar un registro
específico, personal e intransferible, que le impide llevar varias intervenciones a la vez. Es
un modelo útil para algunos contextos, pues se entiende que no contamos con el don de la
ubiquidad para poder atender, por ejemplo, dos excavaciones en extensión al mismo tiempo.
Sin embargo, cuando estamos hablando de intervenciones menores como pequeños sondeos,
controles de movimientos de tierras, o incluso determinadas prospecciones y excavaciones,
esto se complica. Los que hemos trabajado en el ámbito comercial somos conscientes de que
muchas intervenciones requieren un trámite administrativo de meses para dos o tres días de
3 Se intentó en Madrid con la votación mayoritaria por el «no», pero existen fórmulas de visado parcial, o de forma, por las que
el hecho de ser colegiado y haber enviado un proyecto a través del colegio, permita reducir el volumen de documentación y
subsanar cuestiones de forma.
4 http://archaeologydataservice.ac.uk/archives/view/greylit/
5 http://www.kultura.ejgv.euskadi.eus/r46-arkeo/es/y47aIntegraWar/PUConsultaController/inicio?locale=es
6 http://213.4.104.210/cgi-bin/WebObjects/arqueologiaCAM
7 http://cartaarqueologica.bcn.cat
8 No solo de cara a la actualización de nuevos contenidos, sino también a la propia conservación de los archivos, que sigue un
protocolo complejo muy bien implantado ya por el ADS.
10. Gestionar desde la arqueología pública 289

trabajo y que muchos proyectos de construcción paran durante semanas e incluso meses para
enfocar el trabajo en otros sectores que no afectan a la arqueología. No puedo, ni quiero,
abogar por un control laxo del número de intervenciones o de la adjudicación de permisos,
pero mi quinta propuesta pasa por la implementación de un sistema de autorización en el
que exista una mayor flexibilidad, tanto en la titularidad de los trabajos como en el número
de expedientes abiertos. Esto requeriría a su vez más rigidez a la hora de exigir resultados y
de documentar procesos, pero aseguraría una mayor eficiencia. El modelo en el que fijarse
puede ser el de una institución pública como el Inrap9 francés, donde los miembros de una
plantilla cualificada son enviados donde es necesario cuando es necesario sin trámites. Si se
mantiene el modelo comercial no podría darse un sistema tan abierto, pero si mucha agilidad
en las autorizaciones y los informes. Aunque como colectivo no somos muy amigos de la
fiscalización de nuestras actividades, poder justificar sobre un calendario la posibilidad de
compaginar varios trabajos, ayudaría a esta flexibilización.

Ahora, pasemos por un momento a la Universidad y un fenómeno que se da crecientemente


desde hace una década y que afecta a la formación extrauniversitaria del alumnado. Se trata
de las prácticas, que pocas universidades pueden ofrecer —ver por ejemplo el caso de la
Universitat de Barcelona que acaba de reabrir el yacimiento para prácticas que hay en su
campus. Históricamente, los campos de prácticas han sido las excavaciones programadas de
verano de los profesores de cada departamento. Antes ya de la crisis, el número de campañas
se ha ido reduciendo drásticamente. Con la crisis, además se redujo la financiación, pero no
las expectativas en el trabajo. Esto ha llevado a una situación éticamente cuestionable en la
que estudiantes han de pagar por trabajar bajo la figura de unos discutibles cursos (Hernando
y Tejerizo 2013). Debería hacer una sexta propuesta para regular el trabajo de personal en
prácticas en intervenciones programadas, de tal manera que, si no se les paga, al menos
no puedan pagar. Esto es una reivindicación profesional que busca la dignificación de sus
trabajadores, porque en prácticas o no, tienen derechos —principalmente en cuestiones de
retribución, ya sea en dinero o especie, y seguridad y salud. Así, del mismo modo que se pide
un plan de seguridad en obra para las intervenciones comerciales, las programadas deberían
incorporar en los proyectos un plan similar adaptado al contexto de trabajo. Esto es una
séptima propuesta en la que se comenzó a trabajar desde AMTTA con CCOO en 2010, pero
quedó en la nada. Es necesario redactar un plan marco de seguridad y salud en el contexto
del trabajo arqueológico. Esto sería de utilidad no solo para facilitar el requerimiento de la
sexta propuesta de cara a las universidades, sino también para evitar la práctica actual en
muchas intervenciones comerciales por las que la empresa de arqueología se adhiere al plan
general de la obra sin tener en cuenta nuestras especificidades. Pero volviendo al ámbito
de la formación universitaria, considero que la más necesaria es la octava propuesta, que
consiste en la construcción de un campo de prácticas permanente donde los estudiantes
puedan aprender el proceso arqueológico sin depender de excavaciones programadas —que
no son incompatibles con un incremento de la experiencia. En este caso, el plan que presenté
en 2013 a la Comunidad de Madrid consistía en una carpa en Alcalá de Henares, dependiente
de la Dirección General de Patrimonio Cultural, donde se reconstruyeran diferentes tipologías
de yacimiento. En verano, las universidades podrían utilizarlo para sus estudiantes y durante
el resto del año se podría utilizar como centro de divulgación con talleres para colegios. El
9 Inrap es el acrónimo de Institución Nacional de Investigación en Arqueología Preventiva y se encarga, entre otras cosas de
las intervenciones preventivas necesarias en todas las obras públicas (Schlanger 2006). El modelo ha cambiado recientemente
abriendo la puerta a la arqueología comercial, pero ha sido uno de los más eficientes de Europa (Demoule 2010).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
290 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

coste es muy inferior al de cualquier intervención programada, es un modelo flexible para


la formación, e incluso puede generar retorno de cara a su sostenibilidad económica. Sobre
los planes de estudios sólo haré la propuesta que hice en 2006. Así la novena propuesta es
una petición para que la universidad cuente con el colectivo profesional para complementar
sus contenidos. Es un modelo que se practica en otros países desde hace mucho tiempo y
que cada vez se utiliza más en el nuestro. Por supuesto, requiere de financiación, aunque
se pueden alcanzar acuerdos desde los colegios profesionales. Una décima propuesta sería
terminar con el «pan para todos» y articular una verdadera red de estudios, sobre todo a nivel
de máster, por la que los departamentos más especializados pudieran concentrar programas
interuniversitarios o propios más específicos y de mayor calidad. Se está haciendo a nivel
regional para optimizar recursos, pero todavía puede articularse mejor. Entiendo que un
modelo como el británico es a día de hoy imposible en España.

Mary y Lancaster llevan ya casi una semana de campaña. Está siendo un éxito
y, efectivamente, están saliendo a la luz multitud de restos muy sugerentes en los
sectores 4 y 7. Tienen dos pequeños equipos formados, uno en cada sector, y están
funcionando muy bien. Los nuevos alumnos están aprendiendo mucho y todo va sobre
ruedas. Sin embargo, el sábado por la mañana se llevaron una sorpresa desagradable
al llegar a la excavación. A poco más de un metro del frente que llevaban abierto en
el sector 7 hay un agujero y sospechan que alguien ha estado allí esa noche probando
suerte. La Guardia Civil se ha personado y van a iniciar una investigación de oficio,
H1

pero las esperanzas son pocas.

Lunes, ocho de la mañana. La excavación de Ciudad Capital va sobre ruedas. La

H2
mayoría de las estructuras fueron arrasadas por un desmonte de los años 60 y en
cualquier caso se trata de un pequeño asentamiento rural con apenas unas filas de
piedra para cimentar. A pesar de todo, están apareciendo muchos materiales y la
interpretación no va a llevar mucho trabajo. Es un yacimiento de manual básico, no
como el caos que suele aparecer cuando trabajan en el centro, así que Tobías está
bastante tranquilo. Sin embargo, Edgar acaba de recibir una llamada. En uno de los
seguimientos que dirige en otra zona de la ciudad, una máquina se ha llevado por
delante un yacimiento durante el fin de semana. El viernes por la tarde había marcado
la zona con Stefan, el técnico al cargo, y era muy prometedora. Coge el coche y sale
disparado hacia allí, porque las consecuencias pueden ser graves.

Durante el periodo de ejecución de los trabajos, todo suele funcionar relativamente


bien. La mayoría de las administraciones tienen abierta la comunicación ante cualquier
circunstancia y se dan visitas periódicas, especialmente a los lugares que requieren un mayor
seguimiento por extensión o dificultad. Incluso, hay herramientas de toma de decisión rápida
ante imprevistos que agilizan los procesos bastante. La undécima propuesta pasa por la
protocolización de esas medidas, que permitan al personal técnico tomar decisiones de oficio
como la ampliación o parada de los trabajos, o la modificación de proyectos ante nuevos
imprevistos10. Todo, siempre mediante una comunicación escrita y registrada. De este modo

10 Esto se da en casi todas las administraciones, pero planteo una protocolización y una extensión de esa práctica que permita,
por ejemplo, saltarse la Comisión de Patrimonio en una intervención sobre un BIC que se amplia a otra zona.
10. Gestionar desde la arqueología pública 291

se ahorran problemas posteriores. En cualquier caso, las medidas de control se han mostrado
insuficientes y la duodécima propuesta pasa por la creación de un cuerpo de inspección que
haga las veces de policía. En la actualidad, los mismos técnicos que están dedicados a tareas
burocráticas deben atender esta labor de inspección y tal vez convendría, en pro de una
inspección más eficiente, que hubiera alguna persona dedicada en exclusiva a ese menester.
Sin embargo, aunque en algún momento ha sido un caballo de batalla importante ante
situaciones terribles de mala praxis, es la excepción en una tónica donde los profesionales
suelen actuar bien. Aquí, los colegios profesionales tienen también su responsabilidad,
pero sin el reforzamiento de los mismos la capacidad de acción es mínima. El tema que me
interesaría tratar ahora es el del expolio. En cuanto al expolio de baja intensidad, Ignacio
Rodríguez Temiño lleva muchos años trabajando en el tema, con un análisis claro y acertado
de la situación (Rodríguez Temiño 2012), además de propuestas (Rodríguez Temiño 2000;
Rodríguez Temiño y Roma Valdés 2015). Por eso, mi decimotercera propuesta no va a ser
un plan de acción contra los detectores de metales, sino un proyecto que llevamos pensando
mucho tiempo, pero que nunca se termina de llevar a cabo; la colaboración con ese núcleo
de aficionados a la detección metálica que es consciente de la legalidad vigente, tiene interés
real por la arqueología y puede ayudar a terminar con los criminales y los tópicos extendidos.
No podemos olvidar que el sistema se reproduce por imitación. Si el colectivo arqueológico
se mantiene intransigente con el colectivo detectorista, éste se cerrará en banda protegiendo
sin querer a aquellos que realmente buscan hacer mal. Hay multitud de situaciones en las que
una detección metálica controlada puede llevarse a cabo, pero ni el modelo inglés del PAS11
es la solución, ni la represión sin medida ayudará a solucionar el problema. Así, poner en la
misma mesa a los diferentes actores implicados puede ayudar a buscar una salida común en
la que el rol de los propios aficionados para combatir el expolio pueda ser fundamental como
medida de autoprotección —denunciando a los que ponen en peligro su propia afición. Se
trata de una medida arriesgada, que requiere de regulación, formación, control y, sobre todo,
compromiso. Pero considero que es una solución factible y una regulación de la detección
metálica resulta ya inevitable.

Sin embargo, el caso de expolio en contexto de obra me parece mucho más grave como
problema estructural del sistema. La arqueología se ha convertido en un problema para el
mundo de la construcción y no son pocos los casos en los que situaciones como la narrada —
que sería el caso más flagrante—, u otras que nunca llegaremos a conocer porque ni siquiera
llegó a haber un control arqueológico, han pasado ante la mirada atónita de todo el mundo.
Uno de los proyectos pendientes que tengo es evaluar entre el colectivo de la construcción su
valoración de la arqueología y las razones por las que les puede resultar molesta —parto de la
premisa, tras muchas conversaciones, de que les resulta molesta. Mientras tanto, voy a asumir
del contexto que son dos los factores principales; tiempo y dinero. El dinero no tiene solución
y menos si mantenemos nuestro apoyo al principio por el que el promotor ha de pagar. Si
tenemos en cuenta que buena parte de las principales obras son de promoción pública, el
principal problema será para pequeños promotores y particulares. La solución que algunas
administraciones han tomado es el uso de recursos públicos, ya sea a través de financiación o
de asunción directa de los trabajos, para el apoyo a estos casos (p.e. en Valencia; Barrachina
y Selma 2014). Este es un caso no muy corriente que en Madrid, por ejemplo, ha afectado
de forma más que injusta a algunas cooperativas. ¿Cómo? El ayuntamiento está obligado a
11 PAS es el acrónimo de Portable Antiquities Squeme (Estrategia para las antigüedades muebles), un sistema por el que el Estado
controla el movimiento de piezas arqueológicas (DHN 1996; Blend 2008; Gill et al. 2010)
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
292 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

dotar de los servicios básicos —a saber, alumbrado, gestión de residuos, alcantarillado, viales,
etc.— y a la hora de acometer la construcción de viales e infraestructuras básicas tuvo que
enfrentar un proceso de evaluación en el que la arqueología es parte. Como en el caso del
ejemplo, se intervenía sobre el área afectada por el vial, pero se dejaban solares con cargas
a cuenta de propietarios o promotores, que en algunos casos vendían los terrenos sin avisar
de esas circunstancias. Una trampa común que genera malestar y para la que dedicaré una
decimocuarta propuesta, que los ayuntamientos deban acometer las intervenciones completas
en el desarrollo de un PAU, de tal manera que las herramientas de planeamiento puedan
corregir cualquier problema antes de que los terrenos estén dispuestos —recolocación de
zonas verdes y viales, así como intervención en los solares afectados. Son demasiadas las
ocasiones en las que el plan se cierra sobre plano antes de cualquier intervención preventiva
y las medidas correctoras terminan, incluso, judicializadas. Es un caso especialmente grave
cuando empresas como Arpegio, una empresa pública de la Comunidad de Madrid, ha estado
años especulando con el suelo de la región sin miramientos12. Esto nos lleva a la decimoquinta
propuesta, que es una arqueología preventiva de verdad.

“On the analogy of preventive medicine, preventive archaeology is essentially


a planned undertaking, mobilizing a series of legal, operational, and scientific
measures ahead of projected infrastructure and building works to ensure that
any archaeological remains that may be hidden in their path are effectively
identified, assessed, and studied prior to their eventual destruction […] More
broadly, preventive archaeology bears crucially on the relations between heritage
management, public outreach, scientific aims, and social and economic concerns”
(Schlanger 2012b: 661).

Como se puede observar en la cita, la palabra «prior» (antes de) está en cursiva. Lo está
ya en la versión original del texto, porque la gran diferencia entre un rescate y preventiva es
precisamente el momento en el que ocurren las cosas. En nuestro país, hemos camuflado
como arqueología preventiva multitud de intervenciones de rescate que sólo muestran un
fallo sistémico en la gestión. En muchos casos, pese a haber existido algún tipo de medida
preventiva, la intervención arqueológica suele ir pareja al desarrollo de la obra, no porque
estén apareciendo restos en un seguimiento de movimiento de tierras, sino porque la licitación
de la actividad arqueológica va incluida en la de la obra con otras medidas correctoras. De
este modo, si tras el periodo de información previa —sólo prospección en la mayoría de los
casos— se establece la necesidad de sondeos, decapados, o incluso excavaciones, además de
los movimientos de tierras, estas actividades se hacen tras la adjudicación de la obra a cuenta
del adjudicatario, generando retrasos y problemas. Esto enlaza con la segunda propuesta,
los tiempos de autorización, etc. ¿En qué consistiría entonces la propuesta? Asumidas las
anteriores, en una licitación independiente de los trabajos arqueológicos que suceda paralela
a la de la adjudicación de las obras, a ser preferible, nada más aprobar la configuración final
del proyecto y con dependencia directa del promotor —normalmente público. De este modo,
asumiendo la propuesta dos, podemos estar realmente delante de las máquinas, incluso a
tiempo de posibles nuevas modificaciones o correcciones.
12 La Operación Púnica, pendiente de resolver, ha puesto su foco ya en la empresa pública por lo que puede ser un modelo
corrupto de financiación. Arpegio compraba terrenos rurales o recientemente recalificados en pueblos de Madrid, que después
vendía por un precio mucho mayor, aprovechando el boom inmobiliario y utilizando el dinero para la financiación de obras
públicas en la región.
10. Gestionar desde la arqueología pública 293

La tesis doctoral de Silvia Fernández Cacho (2006) ya ofrece otras propuestas interesantes
desde la experiencia del caso andaluz, eso sí, antes de la nueva ley. Por lo que en vez de
profundizar en otras medidas de planeamiento y siguiendo con la idea recién lanzada de
una licitación directa, mi decimosexta propuesta pasa por la ruptura del modelo de relación
administración-promoción-arqueología a favor de una relación directa administración-
arqueología.

Fig. 62. Un esquema de las relaciones administración-promoción-arqueología en España (Almansa 2011a).

El modelo actualmente establecido hace que el promotor —normalmente el constructor—


sea quien contrate la intervención arqueológica. De este modo, incluso las obras públicas
promovidas desde la administración terminan siendo ejecutadas con el constructor y no
el promotor como cliente de la empresa de arqueología. He defendido en innumerables
ocasiones el modelo francés de gestión pública, pero daré por asumido en las circunstancias
actuales que no es viable políticamente. Esta propuesta puede llevarse a cabo en dos niveles:

a) Modelo Americano: Lo llamaré así por el paralelo con la Sección 106 de la NHPA13
y consiste en la obligatoriedad de llevar a cabo una licitación directa administración-
13 Como ya lo explico en otros apartados, me limitaré a transcribirla literalmente aquí:

«The head of any Federal agency having direct or indirect jurisdiction over a proposed Federal or federally assisted undertaking
in any State and the head of any Federal department or independent agency having authority to license any undertaking shall,
prior to the approval of the expenditure of any Federal funds on the undertaking or prior to the issuance of any license, as the case
may be, take into account the effect of the undertaking on any district, site, building, structure, or object that is included in or
eligible for inclusion in the National Register. The head of any such Federal agency shall afford the Advisory Council on Historic
Preservation established under Title II of this Act a reasonable opportunity to comment with regard to such undertaking» (16 U.S.
C. 470f. National Historic Preservation Act. Section 106).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
294 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

arqueología en todas las obras de promoción pública, de tal manera que la contratación
sea directa y previa a la licitación de la obra en sí.

b) Modelo Pseudofrancés: Lo llamaré así porque en vez de crear un instituto específico,


las intervenciones serán cargadas a modo de «impuesto» por la administración, que
posteriormente licitará los trabajos de forma directa a una empresa de arqueología.
De este modo, tanto en obra pública como en obra privada, se permiten medidas de
control mayores.

Los salarios son una medida de control interno de la profesión a través de convenio, pero
una fiscalización de las actividades arqueológicas a través de la licitación directa permitiría
tres avances imprescindibles que la mera solicitud de un presupuesto adjunto al proyecto
—que no tiene por qué corresponderse con la realidad— no permite; por un lado, asegurar
la adecuación precio-actividad, de tal manera que no se permitan bajas temerarias en las
propuestas, ayudando así a una mejora salarial y una mayor calidad de los servicios que
podrían por fin incluir los procesos completos de investigación. De implementarse la opción
b, otro avance sería la posibilidad de gestionar mejor las ayudas a promotores privados sin
recursos como particulares o cooperativas, eximiendo directamente del pago, o reduciendo
el coste. Finalmente, la posibilidad de revisión de costes cuando la obra se complica. No
son pocas las situaciones en las que la aparición de imprevistos trastocan todos los planes y
generan tensiones importantes con clientes y administración14. De este modo, esas tensiones
terminarían. ¿Mejoraría también la imagen de la arqueología entre los constructores?
Considero que esta es posiblemente la propuesta más interesante de toda la tesis doctoral y
espero que algún día se puede implementar. Sin embargo, existe un problema relacionado
con la experiencia en el mundo de las licitaciones públicas en España; la corrupción. Las
medidas de control deberían ser muy escrupulosas y los criterios de adjudicación también.
Además, el establecimiento de las tarifas públicas para promotores privados sería igualmente
problemático. En este caso, no se podría utilizar un modelo similar al 1% cultural, porque
los costes son muy superiores, pero creyendo en el modelo redistributivo socialdemócrata
se podría buscar una solución. En cualquier caso, una de las consecuencias positivas de un
modelo como este sería la concentración empresarial, bien por absorción o en UTE, que
aportaría más estabilidad al empleo y una mayor calidad en la ejecución de los trabajos.

Pero hemos llegado hasta aquí hablando de expolio y los casos que suceden en contexto
de obra pueden seguir sucediendo. Por ello, uno de los aspectos con los que hay que tener
más atención es acción punitiva, tanto administrativa como penal. Renart (2009) apunta con
acierto en cuanto al proceso urbanístico y el patrimonio histórico que se quiera solucionar
con sanciones lo que no se prevé en el proceso de planeamiento. A pesar de todo, mi
decimoséptima propuesta es un endurecimiento de las sanciones, tanto administrativas como
penales para los casos de expolio. Para hacernos una idea del resultado de un proceso judicial,
en el caso del detectorista del ejemplo, aunque le consiguieran encontrar y detener con el
equipo y algún resto característico y valioso que poder asociar con el yacimiento en cuestión,
sería casi imposible probar y sostener en juicio la relación, quedando impune. Sólo en el caso
de haber sido pillado in fraganti habría posibilidades de condena por vía penal o multa por vía

14 En el caso Acuamed, el juez dictó auto de prisión contra uno de los acusados, entre otras cosas por un sobrecoste cercano
a dos millones de euros que se justificaron por trabajos arqueológicos inexistentes. Sin embargo, no sólo se llevaron a cabo los
trabajos, sino que el sobrecoste fue menor a la realidad después de negociar a la baja las jornadas trabajadas.
10. Gestionar desde la arqueología pública 295

administrativa. Un proyecto15 está actualmente analizando la repercusión de estos procesos


judiciales y podrá aportar más luz sobre las consecuencias reales en la actualidad de expoliar
un yacimiento con detector de metales.

En el caso de la obra, la selección de opciones sería más compleja. Si estuviéramos ante un


desarrollo urbanístico, por ejemplo, la sanción administrativa podría alcanzar en la mayoría
de las leyes una cuantía superior al beneficio estimado. Sin embargo, en un trazado lineal,
por ejemplo, no se puede calcular ese beneficio y por tanto el máximo sería de un millón
de euros, un precio a considerar ante las pérdidas proyectadas a raíz de la ejecución de una
intervención arqueológica, tanto en tiempo como en dinero. En ese caso, la vía judicial abriría
una nueva posibilidad. La empresa, echaría la culpa a uno o varios individuos, de tal manera
que la mayor pena sería de tres años de cárcel y poco más de doscientos mil euros para el autor
material, en caso de que se optara por la opción más severa. Por su parte, si fuera la propia
empresa la imputada, hablaríamos de una multa de hasta más de treinta y seis millones de
euros, además de pena de cárcel para los responsables subsidiarios16 —ejecutor y mandos—,
lo cual sería más adecuado, pero muy difícil de alcanzar, ya que la primera medida del bufete
contratado por la empresa sería un acuerdo bien con los empleados responsables para asumir
la responsabilidad total a coste de la propia empresa, o bien con la propia fiscalía para reducir
la multa a una sanción ejemplar similar a la administrativa y ahorrar costes judiciales.

En agosto de 2016, el Tribunal Penal Internacional, juzgó a Ahmad al Faqi al Mahdi por
la destrucción de patrimonio cultural en la ciudad de Tombuctú (Malí) durante el conflicto
desencadenado en 2012. La pena del yihadista no será larga, pero sentará un precedente para
otros ejemplos como Mosul o Palmira. El 22 de agosto, al compartir la noticia en la red social
Facebook, Neil Silberman comentaba:

“OK, but before declaring a preservation triumph, what do you think the chances
are that real estate developers, construction crews, professional church looters, and
co-conspirator dealers and auction houses will EVER receive the same treatment?
Focusing international attention only on the easy bad guys allows business as
usual to flourish.”

Ha llegado el momento de volver a casa. Lancaster tiene todo el material bien


organizado para llevarlo al laboratorio de la facultad. Las clases no empiezan hasta
dos meses después, pero irá pasando a limpio su cuaderno de campo para hacer un
pequeño informe previo que entregar a la administración. Unos días antes de salir
les había llegado el requerimiento de los materiales de la primera campaña… A él le
H1

daba un poco de vergüenza, aunque para Mary no había presión alguna.

15 Se trata del proyecto: «Bases para articular una respuesta jurídica eficaz contra el expolio del patrimonio arqueológico»
(DER2013-48826-R).
16 Los importes de las multas están calculados sobre la base máxima para particulares (300€/día) o empresas (50.000€/día) y las
penas planteadas en el Código Penal.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
296 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Las cajas se amontonan en el almacén. Aún tienen que terminar dos memorias

H2
para depositar materiales en el museo y no paran de llegar cajas de la obra de Ciudad
Capital. Clarence lo tiene todo ordenado y preparado, pero Stefan no da abasto con
tanto trabajo. Edgar ha hablado de contratar a alguien para echar una mano con los
materiales porque necesitan cerrar trabajos ya. Cuando llamó al museo para pedir la
nueva sigla, ya le avisaron de que no se pasase con las cajas e intentase hacer una
selección. Los problemas de espacio en el museo también eran importantes.

Así pasamos a un nuevo momento del proceso, ese final de intervención en el que los
materiales, los análisis, las interpretaciones y el caos de la documentación del registro se
convierten en el día a día de nuestra profesión. No voy a entrar a valorar los procesos de trabajo,
sino sólo cuestiones de gestión. Así, la decimoctava propuesta es una vieja reivindicación del
colectivo comercial; un trato igualitario con las intervenciones programadas. Está claro que
son dos procesos muy diferentes con unos tiempos muy diferentes y que la urgencia que
requiere resolver los expedientes comerciales no existe para las intervenciones programadas.
Por eso lo que se pide no es prisa para unos, o relax para los otros, sino un sistema de
autorización más rígido para las programadas que exija resultados para poder ser prorrogado.
De este modo, los proyectos deben plantearse con carácter cerrado —límite de tiempo— y
objetivos claros —programación real— para la ejecución. Algunas administraciones como
la andaluza ya lo están aplicando de este modo, incluso se encontraba en el ADN original
del modelo, pero después de muchos años sin exigencias, materiales de los años 70 aún se
encuentren sin reportar y algunos yacimientos publicados —parcialmente, claro— no han
sido aún depositados. De este modo, por ejemplo, un investigador que no haya reportado los
resultados de un proyecto, no podrá comenzar uno nuevo aunque tenga financiación para
emprenderlo. Soy consciente de que no se trata de un problema grave, ni tan frecuente en los
últimos años, pero sí de un agravio comparativo que debería reglamentarse, especialmente
por lo que significa de cara a la propia difusión pública. Modelos como el vasco, funcionan
en este sentido.

Lo que si me parece un tema muy interesante a tener en cuenta es el que planteo con la
última frase del ejemplo comercial; el espacio de almacenaje en los museos. La creciente
actividad arqueológica ha llevado a un crecimiento desorbitado de las colecciones en los
museos regionales, que tienen graves problemas de espacio para el almacenaje, como ya
han publicado por ejemplo desde el MuHBA en Barcelona (Font 2014) y el MAR en Madrid
(G. Tardío y García 2014). Esto ha generado algunas lagunas sobre la entrega de materiales
en tiempo y forma, así como problemas para la investigación. Del mismo modo, muchos
museos se plantean ya a nivel internacional políticas de «desadhesión» (deaccessioning) para
aliviar los almacenes (Vecco y Piazzai 2015). Por eso, la decimonovena propuesta tiene que
ver con una posible solución a este problema. Cuando hace unos meses Julia Moñino me
entrevistó para su tesis de master sobre el tema (Moñino 2015), planteé una propuesta que
podría llevarse a cabo con ciertas garantías y facilidad en muchas zonas de nuestro país;
la apertura de espacios expositivos locales. A priori puede sonar como una locura, pero la
propuesta tiene dos vertientes. La primera, es la creación ex novo de centros expositivos. La
segunda, la reutilización de otras instalaciones expositivas ya existentes.
10. Gestionar desde la arqueología pública 297

«Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la


sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde
el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio,
educación y recreo» (ICOM).

La última definición publicada por el ICOM tras la asamblea de 2007 plantea una serie de
funciones por las que un museo puede llamarse tal. Sería seguramente inviable plantear un
museo en toda su extensión, especialmente por los costes de personal. Por eso cuando hago
esta propuesta no estoy pensando en centros formales con todas las funciones de un museo,
sino de una red de espacios expositivos dependientes a todos los efectos del museo provincial
referente, en los que se puedan exponer en condiciones de seguridad restos provenientes de
intervenciones locales. La mayoría de museos tienen ya una pequeña red de centros con los
que colaboran a través de exposiciones temporales, normalmente sin piezas. El paso extra que
propongo, son convenios con corporaciones municipales, instituciones y empresas para el
préstamo de colecciones en custodia y exposición. Esta práctica ya la llevan a cabo algunos
museos de arte, que ceden cuadros de sus depósitos para edificios oficiales e incluso lo
podemos ver en la Asamblea de Madrid con la exposición de un mosaico romano.

Fig. 63. Copia de un mosaico romano expuesto a la entrada de la Asamblea de Madrid.


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
298 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

De este modo se pueden aprovechar muchos espacios de interés. Tenemos paralelos en


la propia ciudad de Madrid con el aparcamiento de la Plaza de Oriente y posibilidades
infinitas desde el Aeropuerto de Barajas, especialmente con los trabajos de la Terminal 4, a
varias estaciones de Metro o edificios públicos y privados bajo los que se estudió, incluso se
conservó, algún asentamiento —suelo hacer referencia al acuerdo que tuvo hasta la crisis el
Royal Bank of Scotland con el Museo de Londres para la exposición en la recepción del banco
en Liverpool Street de restos de esa misma calle.

Por otro lado, varios municipios han mostrado interés en abrir museos locales donde
exponer las colecciones relacionadas con intervenciones en sus municipios. Normalmente
estos centros están asociados al archivo municipal u otros centros expositivos ya existentes, lo
que facilitaría mucho las cosas. Otros tienen que ver con infraestructuras de una índole similar
cuyos problemas bosquejé en el capítulo 6: los centros de interpretación.

¿Por qué no se pueden adaptar los centros de interpretación en desuso para acoger
colecciones arqueológicas en préstamo de museos regionales? Es la principal pregunta que me
hago. Y la respuesta no pasa a priori por el potencial para el turismo sino por el valor cultural
que puede generar en las comunidades donde se abra. Está claro que no se trata de una
opción sostenible, pero puede ser beneficiosa a nivel social y no estaría descabelladamente
fuera de lugar en el aspecto presupuestario.

En estrecha relación con los centros de interpretación y ya pensando en el turismo, la


vigésima propuesta tiene que ver con el establecimiento de redes de espacios expositivos o
visitables. No es una novedad, pero sí una necesidad en muchas comarcas e incluso a nivel
regional. Existen buenos ejemplos como las Rutas Turístico-Culturales de la Comunidad de
Madrid17, con 19 cuadernos temáticos. ¿Por qué no aplicarlas a redes sobre arqueología?

«Esto no es un camino de rosas y queda mucho por hacer. Pero las bases están
sentadas y hay que empezar a apostar por la cultura del patrimonio, tanto en lo
que se refiere al aumento de visitas a productos de turismo como, sobre todo,
al desarrollo de una creencia colectiva de que el patrimonio histórico debe
disfrutarse por toda la sociedad para garantizar su conservación y transmisión»
(Pérez-Juez 2006: 282).

Así va terminando Amalia Pérez-Juez su manual de gestión y diez años después seguimos
igual —o casi. Hay que acompañar las buenas palabras con hechos y la desconexión
entre agentes que tenemos en el contexto de nuestra profesión se hace patente leyendo la
bibliografía. Por eso, la vigesimoprimera propuesta será rápida: COLECTIVO.

Lancaster está contento. El alcalde de Villavieja de Abajo, el pueblo donde han


estado trabajando en verano, le ha llamado para que hable sobre el yacimiento en
las fiestas. Van a preparar unos paneles con fotos de la excavación y llevará una
selección de materiales para enseñar. Es la primera vez que habla para gente que
no es del gremio y está bastante nervioso. Mary, mientras tanto, aprovechará para
H1

escribir. Tras los primeros años y los hallazgos de éste creen tener material para un
buen artículo.

17 http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=CM_InfPractica_
FA&cid=1142619428659&pagename=ComunidadMadrid%2FEstructura&pv=1142619491650
10. Gestionar desde la arqueología pública 299

Tobías se va a estrenar en unas Jornadas. Sus compañeros de la universidad suelen

H2
ir a congresos, pero él todavía no había hablado en ninguno. Edgar le va a dejar ir a
él para que vaya cogiendo práctica. Además, así tiene tiempo de revisar un artículo
que están preparando sobre poblamiento romano en Ciudad Capital después de
los hallazgos de la intervención. Era un yacimiento de manual, pero muy rico en
materiales. Por eso, Tobías va invitado por los organizadores para explicar algunos de
los hallazgos.

Si Tobías y Lancaster se conocieran ya, un día charlando en torno a unas cervezas comentarían
sus diferencias. Las facilidades y las dificultades para mantenerse en el circuito académico, para
divulgar su trabajo… Pero también para acceder a información, para conseguir materiales…
El mundo de la empresa y el mundo de la universidad han estado separados demasiado
tiempo. Por eso la vigesimosegunda propuesta es un programa de investigación financiado
con dinero público que rescate la literatura gris para la investigación. La base del programa
es un fondo de becas doctorales y posdoctorales para el trabajo en las líneas estratégicas que
se diseñen, junto con un fondo para publicaciones destinado a empresas —pequeñas ayudas
de en torno a mil euros para escribir artículos académicos relacionados con su trabajo. En
el caso de las empresas, se trata de una medida de fomento a la investigación, ya que su
responsabilidad finaliza en todo caso con la entrega de la memoria. Sin embargo, la vocación
investigadora de nuestra profesión nos lleva a continuar trabajando en momentos de menos
actividad. Estos incentivos ofrecerían la posibilidad de hacer un parón mayor específico para
escribir. En el caso de las becas de investigación, se crearía un comité científico formado por
especialistas de todas las instituciones públicas y privadas —de la administración, del museo,
de la empresa, de la universidad y de los centros de investigación— que decidirán líneas
prioritarias y propuestas temáticas. Así las ofertas serían cerradas y orientadas, conscientes
de la cantidad de información existente y su potencial para la investigación. Por ejemplo,
si en los últimos años ha habido un número importante de intervenciones sobre la Edad del
Bronce en una zona de la región, el tema sería: El poblamiento de la región X durante la Edad
del Bronce. Y requeriría la revisión de memorias y materiales para la reinterpretación del
conjunto. Soy consciente de que estas temáticas parecen tal vez poco innovadoras para la
arqueología actual, pero los enfoques pueden ser múltiples y, en cualquier caso, ese primer
trabajo de compilación es necesario. Además, las becas posdoctorales estarían orientadas a
análisis más profundos e innovadores sobre ese registro.

Pero volviendo al tema de la divulgación, echando un ojo a la encuesta sobre percepción


de la gestión (Anexo 2) apenas el 20% de los encuestados consideró que las medidas de
divulgación eran un requisito —administrativo— de su trabajo, lo que se mantenía estable
entre programadas y comerciales. La diferencia más notable estaba en los ocho puntos de
diferencia entre ambas a la hora de hacer efectiva esa divulgación cuando no era un requisito.
Las razones, el contexto de obra. Así la vigesimotercera propuesta tiene que ver con los
requisitos de divulgación en las autorizaciones18. Debería estipularse —como ya sucede en
algunos casos— la obligatoriedad de llevar a cabo labores de divulgación en obra —para el

18 Esta propuesta fue llevada entre las que se han presentado en la Comunidad de Madrid para la modificación de la ley de
patrimonio, aunque seguramente fuera más adecuada para un desarrollo reglamentario. En todo caso, ha sido rechazada por le
DGPC, por considerar que la llamada genérica a la difusión del artículo 34 donde asegura que la incentivará y facilitará, junto
con el resto de sus responsabilidades.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
300 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

contexto comercial— y en los entornos del yacimiento —localidad, barrio. Se trata de una
parte importante de nuestra responsabilidad profesional, pero debe formar parte del plan
general de intervención y, por tanto, estar financiada cuando se requiera de financiación.
La mayoría de las acciones tienen sólo un coste de tiempo, pero en ocasiones la edición de
paneles o folletos es una opción con coste económico, del mismo modo que lo podría ser
una edición video-documental del proceso o la gestión de medios digitales. Siempre pongo
como ejemplo una intervención ya antigua, The Prescott Street Dig, que tuvo lugar en 2008 en
Londres por parte de la empresa L-P Archaeology. Su programa de divulgación digital19 ha sido
pionero y un ejemplo de cómo es posible llevar a cabo cualquier acción, incluso en el ámbito
comercial. Por supuesto, sería redundante que todas las intervenciones, por muy interesantes
que fueran, tuvieran su propia plataforma web. Por eso, me atreveré a hacer una vigesimocuarta
propuesta para la creación de una plataforma común de microblogging, gestionada desde la
administración y que complemente a los recursos definitivos con el día a día de nuestro
trabajo. ¿En qué consiste? El Day of Archaeology es una iniciativa de blog colaborativo en la
que profesionales y amateur de todo el mundo comparten un día cualquiera de sus vidas —
normalmente el último viernes de julio— contando su trabajo desde diferentes perspectivas.
Con más de 500 participaciones por año, se está convirtiendo en una herramienta sin igual
para conocer los detalles de nuestra profesión (Richardson 2014b). Utilizando un modelo
similar, la pregunta de partida sería: ¿Qué está pasando hoy a mi alrededor? De este modo,
de forma voluntaria —o no—, profesionales de todos los rincones irían enviando pequeñas
entradas a modo de diario a esta plataforma, que puede funcionar como un compilador desde
diferentes redes, o como un generador de contenidos propios. Así, con base espacial a través
de Google Maps, cualquier persona podría ver y leer lo que está pasando en su barrio o
en su municipio. Muchos proyectos ya llevan a cabo este tipo de diarios en blogs propios
y esta herramienta ayudaría a extender el modelo, en pro de una «arqueología en directo»
(Gago et al. 2013) donde se pueden incluir desde unas palabras o unas fotos, hasta acciones
participativas. En esto, como en todo, el límite es la imaginación. No está tampoco de más
el fomento de medidas más sencillas como el hashtag de Twitter #livearchaeo que puede ser
una forma internacional de contar lo que hacemos día a día en esta red social —y que puede
igualmente ser agregado fácilmente en plataformas comunes.

Para terminar, y citando la célebre frase de Helen Lovejoy en The Simpsons; «y los niños,
¿es que nadie va a pensar en los niños?» Mi vigesimoquinta y última propuesta va dedicada,
principalmente, a ellos. Voy a apostar por un cambio en el modelo educativo a través de una
educación crítica. Aquí podría clamar también por una didáctica crítica del patrimonio, pero
como se trata de una solución posibilista y eso es una línea de trabajo ya existente, haré un
planteamiento más sencillo. Se trata de una política municipal de actividades patrimoniales —
para lo que nos ocupa, arqueológicas— por las que los ayuntamientos financien un programa
estable y bien definido de acción patrimonial a nivel de calle. Esto es; actividades en colegios
e institutos, relación con juntas de vecinos, participación, etc. No se trata de meros talleres
estandarizados donde los niños aprendan lo que es una excavación arqueológica, sino de
un programa de acción participativa en el que los vecinos, en especial los más jóvenes, se
integren con su patrimonio.

19 Su página web no sólo incluía un registro constante de la actividad a modo de diario de campo, sino gran cantidad de recursos
sobre arqueología e incluso potencial participativo en un momento en el que las redes sociales aún estaban emergiendo (Morgan
y Eve 2012).
http://www.lparchaeology.com/prescot/
10. Gestionar desde la arqueología pública 301

En ocasiones podemos pensar que determinados barrios no tienen posibilidades, al carecer


de edificios singulares o yacimientos, pero si algo estamos aprendiendo de la arqueología
contemporánea es a ver y transmitir valores desde discursos muy variados. Esto lo pienso
mientras miro por mi ventana un hórreo donado por Corcubión a Madrid en el centro de
mi plaza, en el contexto de los ensanches de los años 60 que nos ponen en relación con
modelos urbanísticos, la historia de la ciudad e incluso de sus hábitos —con la construcción
de La Vaguada, el primer centro comercial de la capital. Se pueden transmitir infinidad
de cosas, pero bajo todas ellas, el valor del patrimonio y la arqueología. Con la iniciativa
#PatrimonioCotidiano de la plataforma mexicana Arkeopatías, puse en práctica este modelo,
compartiendo durante 7 días fotografías y pequeñas historias del Barrio del Pilar y su entorno,
que poco tienen que ver con la arqueología tradicional, pero nos enseñan que la ciudad está
llena de espacios con una elevada carga patrimonial en su uso cotidiano y que pasan más o
menos desapercibidos.

Fig. 64. #PatrimonioCotidiano día 7. Un banco en una de las plazas interiores del Barrio del Pilar, Madrid.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
302 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Como ejemplo, puedo usar esta sencilla fotografía de un banco. Los recientes desarrollos
urbanos en nuestro país están terminando con el concepto de barrio. A lo más a lo que
se puede llegar es al de comunidad de vecinos en el caso de urbanizaciones con espacios
comunes. Pero el problema va mucho más allá, por ejemplo con el nuevo mobiliario urbano
del Ayuntamiento de Madrid, que desde hace años dificulta el uso de espacios públicos
con sillones para una sola persona, o incluso eliminando cualquier forma de mobiliario no
comercial —ver, por ejemplo el caso de Tirso de Molina. Por el contrario, la delimitación de
terrazas y otros espacios comerciales en la vía pública está acabando incluso con algunas
zonas de paso que quedan gravemente mermadas. Reivindicar cosas tan sencillas como un
parque o un banco como patrimonio cotidiano nos ayuda, no sólo a entender mejor las
dinámicas sociopolíticas de nuestro entorno, sino también a recuperar espacios y valorar más
nuestro entorno.

La pregunta que muchos se harán después de esto es, ¿dónde está la arqueología pública? Si
atendemos a la definición que sostengo (Almansa 2010: 2) y que aparece en varias ocasiones
a lo largo de la tesis, el proceso de análisis de la realidad arqueológica y sus implicaciones
sociales representa la práctica en sí de la disciplina. En el subsiguiente paso a la acción que se
persigue, «gestionar desde la arqueología pública» son estas «25 propuestas para maquillar la
gestión del patrimonio arqueológico en España». El espíritu está en las consecuencias de estas
acciones para el desarrollo de la arqueología y su relación con la sociedad. Considero que
este ejercicio de maquillaje en la gestión del patrimonio arqueológico y de la profesión en sí,
repercutiría positivamente a la hora de mejorar la imagen de la arqueología, el conocimiento
del pasado y el respeto por el patrimonio arqueológico. Pero, ¿por qué no ir un paso más allá?
La clave estaría en la transformación de la decimosexta propuesta en un modelo alternativo
que rompa de lleno con el de arqueología comercial.

El sistema sería completamente público y se puede adaptar a cualquier configuración


política del estado, ya que lo que haría sería reforzar la administración con más personal
técnico, potenciando algunos aspectos de la organización interna de los departamentos —otro
análisis interesante pendiente de ser hecho— como las áreas de difusión y documentación para
poder explotar en toda su extensión algunas de las propuestas hechas. Sin interferir con los
arqueólogos municipales de servicios ya establecidos, se ofrecería un servicio similar al que ha
tenido por ejemplo la Junta de Extremadura, de apoyo a municipios especialmente sensibles.
De forma paralela, se crearía un organismo —en forma de empresa pública para facilitar la
gestión— equivalente al Inrap francés, que ejecutaría de oficio todos los trabajos relacionados
con obra pública, además de ser el interlocutor directo con los promotores de obra privada.
De esta manera, no sólo se podría llevar a cabo una verdadera arqueología preventiva, sino
que se recuperaría la función científica del trabajo… y su dimensión social. Después de casi
diez años en el contexto comercial, me he convertido en creyente de un modelo sostenible,
pero no confío en el colectivo. Por eso, hacer que lo público trabaje como una empresa me
parece la solución idónea. Se ahorraría burocracia con las licitaciones, se conseguirían mayores
derechos laborales, estabilidad, una mejora en la calidad de los trabajos y la accesibilidad de
los resultados, además de mantener un principio básico del ámbito ambiental que dotaría al
centro de una financiación sostenible; el que contamina, paga. Este centro trabajaría en estrecha
relación con museos, universidades y centros de investigación, de tal manera que pudieran unir
esfuerzos en una estrategia de acción coordinada: Laboratorios, equipos tecnológicos, grupos
de investigación asociados, etc. De este modo, la labor del Colegio Profesional pasaría a ser la
10. Gestionar desde la arqueología pública 303

de un sindicato, pues el resto de necesidades estarían cubiertas por la propia administración. El


principal problema sería la legalidad de este modelo, pues constituye un monopolio y en caso de
dejar abierta la puerta a otras empresas —actual modelo francés— violaría igualmente las leyes
de competencia —salvo que funcionara realmente como una empresa o hubiera un acuerdo
tácito para no entrar en el mercado privado. La respuesta a esto se halla en una excepción a
las leyes Omnibus y Paraguas por la que los sectores de interés público —ver dominio público
del patrimonio arqueológico— quedan exentos de cumplir la normativa. Otro de los problemas
para la implementación es la concurrencia de competencias estado/comunidades autónomas,
que obligaría a aplicar el modelo en todas las comunidades autónomas, ya que de lo contrario
existiría un agravio al prohibir la entrada de empresas de comunidades vecinas en la comunidad
que aplicara este modelo.

En cualquier caso, se trata de una opción que puede contestar al modelo actual y suponer
un beneficio para la profesión y para la propia arqueología. El coste para la administración
sería mínimo porque como promotora de las obras públicas ya lo está pagando con creces en
el sistema actual. Este modelo sí requeriría unos cambios más profundos a nivel organizativo,
pero ver el trabajo del Inrap nos da una idea del potencial de una empresa de este calibre.

He mencionado la relación con la Universidad y las propuestas ocho a diez también tienen
que ver con ella. En estrecha relación con la décima propuesta habría que cuestionar la
rigidez del sistema de aprobación de títulos oficiales en nuestro país. Considero que todos los
títulos ofertados por universidades públicas deberían considerarse oficiales y evitar el proceso
de verificación de la ANECA, cuyo principal resultado es cargar de burocracia al docente
y dificultar enormemente cualquier modificación de un plan de estudios medianamente
profunda. La configuración de un programa de estudios perfecto es imposible y siempre
aparecerán problemas que subsanar, o nuevos horizontes para los que un pequeño cambio en
la estructura sería bueno. Además, la convergencia con Bolonia estaba proyectada como una
forma de equilibrar planes a nivel europeo y en la realidad no se está dando.

UCM UCL

Master Arqueología Prehistórica MA in Archaeology

6/6 Compulsory 2/2 Compulsory

3-4/12 Optative 2-4/99 Optative

TFM 20-25k words + public defence Dissertation 15k words

Internship

Grades: 1-10 (10 excellence) Grades: 0-100% (70% excellence)

Tabla. 14. Comparación entre un máster de la UCM y otro equivalente de la UCL.

La misma ANECA que dificulta la flexibilidad en el diseño de títulos en nuestro país, valora
los estudios en el extranjero mejor en sus evaluaciones curriculares. Soy consciente de que no
todos los programas británicos son como los del Instituto de Arqueología de UCL, pero siempre
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
304 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

está entre los cinco mejores de los ranking. La carga de clases y trabajo es mucho menor a
la española. Sin embargo, se perciben como mejores. No soy partidario de un programa de
estudios tan laxo como el de UCL —desde la experiencia de haber sido su alumno— pero
envidio los recursos con los que cuentan y la oferta académica que tienen. Obviamente,
junto a este cuadro debería poner otro plasmando las deficiencias de un departamento con,
al menos, siete veces menos recursos humanos que el londinense —sin hablar de los recursos
materiales. Una reforma universitaria de calado nos podría llevar a ese nivel, pero la inversión
pública es esencial. Uno de los fallos de la política liberal española es creer que todo lo
que no aporta un beneficio económico a corto plazo es inútil —malentendiendo la filosofía
utilitarista. Hay servicios básicos que deben ser deficitarios y al mismo tiempo excelentes.
Al igual que nunca lo voy a exigir para la gestión del patrimonio, que puede tener fórmulas
alternativas de financiación y una gestión mucho más eficiente, no puedo cerrar esta tesis
doctoral sin reivindicar la necesidad de una universidad pública, de calidad y crítica.

Del mismo modo, la base de todo está en la educación básica. Suelo terminar todos mis trabajos
sobre estos temas con la misma reflexión. Hagamos lo que hagamos desde el sector patrimonial,
sólo una buena educación de base puede asegurar la valoración y protección del patrimonio.

Los cambios en el sistema educativo español son demasiado frecuentes y aparentemente


van a peor. Mi generación fue la última en cursar COU y en aquel momento existía una gran
controversia sobre el rendimiento de los estudiantes del nuevo plan, la LOGSE20. A pesar de
la opinión generalizada de su fracaso, un estudio tras los primeros años de implantación —
dirigido a mi generación— no aportó diferencias significativas en el rendimiento (de Miguel
et al. 2002). En cualquier caso, más allá de polémicas sobre el éxito en la implantación de
un plan de estudios, el debate debería estar en la estabilidad de las políticas educativas y la
formación de un profesorado crítico. La idea no es nueva (Karr y Kemmis 1986; Popkevitz
y Fendler 1999), pero si marginal en el sistema educativo internacional. Considero que una
educación crítica es la base de una sociedad crítica y esta es la única vía para el cambio.
Sin esto, todo lo demás serán parches. Como comentaba unas líneas atrás, la educación
patrimonial es un recurso necesario, pero no es suficiente. Cambiar el sistema desde abajo —
la educación— llevará tiempo, pero es una forma de acción política como ninguna. Sólo así,
el activismo se hace realidad y tiene capacidad de acción dentro del sistema:

«A successful economy and a healthy, creative, open and vibrant democratic


society depend on a flourishing creative sector.
Culture and the arts play an essential role on individual and community wellbeing.
If we are to achieve our goal in government of supporting people in leading more
enjoyable and fulfilling lives, funding for the arts must be central to that offer.
If elected Labour leader, I pledge to work alongside the creative industries to
support, develop, and collectively achieve a culturally rich, more prosperous
future for our country» (Jeremy Corbyn, líder laborista británico. 15/09/15)

20 La Ley General de Educación de 1970 con una pequeña modificación de los 80, comprendía una Educación General Básica
(EGB) de ocho años en tres ciclos, seguida del dos ciclos no obligatorios; el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y el
Curso de Orientación Universitaria (COU), que daba acceso a la universidad tras la prueba de Selectividad. Por su parte, la Ley
Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de España de 1990 (LOGSE) planteaba una Educación Primaria de seis
años en tres ciclos, seguida de una Educación Secundaria Obligatoria (ESO) de cuatro años y un Bachillerato no obligatorio de
dos años que daba acceso a la universidad tras la prueba de Selectividad.
by BANKSY

PARTE IV
REFLEXIONES FINALES
.11.
ARQUEOLOGÍA PÚBLICA COMO
TEORÍA CRÍTICA DE LA ARQUEOLOGÍA

“I agree 100% - Please stay out of the “right” and “wrongs” of


politics -heritage, history, archaeology only :-)”
(Vanessa Maitland, WAC email list 25/08/16)

A punto de comenzar el WAC8 en Kioto, Japón, su presidente Kozi Mizoguchi anunciaba


una serie de debates sobre la situación en Palestina que deberían llevar a una toma de posición
por parte de la asociación. El 23 de agosto, Eleanor Crosby contesta poniendo en duda la
capacidad de una asociación como el WAC para decir nada, seguida de Ainsley Henriques al
día siguiente con un directo “please WAC stay out of the politics” que me hacía plantearme si
no estamos ante un problema de fondo. ¿No sabían estas personas donde se metían cuando
se unieron al WAC? ¿Estaba perdiendo su sentido como asociación? El debate al que dio lugar
el artículo de Nick Shepherd y Alejandro Haber (2011) sobre la gestión del WAC (Smith 2011;
Domingo 2012; Shay 2012) parece no estar cerrado con la nueva administración. En una
suerte de neopositivismo que está entrando con fuerza en la profesión, pedimos olvidarnos
del contexto de nuestro trabajo y no entrar en política, como si hacer arqueología fuese algo
ajeno a la realidad. Aunque como hemos ido viendo a lo largo de esta tesis doctoral, muchas
de las ideas que van surgiendo no son ni mucho menos nuevas, su aplicación sigue siendo
muy minoritaria en determinados contextos y me lleva a plantear con más fuerza la necesidad
de entender la arqueología pública como una Teoría Crítica de la arqueología.

11.1. Recapitulando: Arqueología pública y Teoría Crítica

En los capítulos anteriores he ido desgranando el contexto de trabajo y una primera


aproximación práctica a la gestión del patrimonio arqueológico, pero llegados a este punto es
conveniente sentar una de las principales tesis de este trabajo:

307
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
308 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

1. Public archaeology is not archaeology.


2. Public archaeology is about archaeology.
3. Public archaeology is also about heritage.
4. Public archaeology deals with a complex society.
5. Public archaeology is political, hence…
a. Public archaeology is Management.
b. Public archaeology is Economy.
c. Public archaeology cares about People.
6. Public archaeology is a tool for transformation.

A través de la cadena resultante van quedando claros algunos principios que plantean
el punto de partida para entender la arqueología pública como una Teoría Crítica de la
arqueología: la arqueología pública trabaja sobre la arqueología y la gestión del patrimonio
en su contexto con un objetivo transformador. Tres pilares que ponen de manifiesto el
potencial de la disciplina, primero como elemento de estudio y, después, como herramienta
de crítica. En el capítulo 3 veíamos cómo se había tratado la Teoría Crítica en el contexto de la
arqueología, convirtiéndose de algún modo en una arqueología crítica más que en una Teoría
crítica de la arqueología. Junto con la profundización en sus dictados, traté de poner las bases
para entender cómo, a través de la redefinición de la propia arqueología pública (capítulos 5
y 6), era posible llegar a una crítica de la gestión en contexto (capítulos 7, 8 y 9) que ofreciera
soluciones (capítulo 10). En el capítulo 4 planteo algunas posiciones teóricas alternativas
que han servido, o pueden servir como marco para la práctica de la arqueología pública más
tradicional. Sin embargo, es el momento de hacer una parada más larga en la «arqueología
aplicada» que planteaba ya David Barreiro en su tesis doctoral (Barreiro 2005).

Su tesis guarda algunas similitudes con este trabajo, entre ellas, está el viaje teórico que
ambos emprendemos en torno a la arqueología. Sin embargo, este viaje llevará caminos
diferentes. Barreiro comienza planteando unos argumentos de base en torno a la positivización
de la ciencia a través de la técnica, puesta de manifiesto en un debate —estéril pero que se
continúa— sobre la dicotomía gestión/investigación.

Una de las ideas que espero queden claras en este texto es que tal dicotomía no sólo es
falaz, sino que no existe. Sobre la base de la ya famosa cita procesual «American archaeology
is anthropology or it is nothing» (Willey y Phillips 1958: 2), se asume que no existe arqueología
sin investigación. Esto sirve para criticar la gestión como un cortapisa a la investigación
dentro del modelo actual, altamente politizado. Sin embargo, lo que debemos plantearnos
es una crítica más radical que afecta a la propia definición de la arqueología como práctica.
Jugamos con una concepción de la arqueología como técnica, en tanto en cuanto conjunto
de procedimientos y recursos del que se sirve una ciencia o un arte. Pero del mismo modo
jugamos con la Arqueología —nótese la mayúscula— como ciencia (que estudia las sociedades
del pasado a través de sus restos materiales). De este modo, siguiendo una operación lógica
básica; si la Arqueología es la ciencia… entonces requiere investigación. Por tanto, si no hay
investigación, no hay arqueología (ver planteamiento de Querol y Martínez 1996: 39).

Esto parece claro y está asumido por toda la comunidad arqueológica. Sin embargo, la
crítica a los modelos de gestión del patrimonio arqueológico pasa por una negación del
proceso investigador en pro de intereses —llamémoslos por ahora, políticos. Desde los años
90 tenemos voces que claman por un proceso integral de gestión=investigación como el que
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 309

apuntan Querol y Martínez o el modelo de cadena operativa planteado por Felipe Criado
(1996c), pero pronto seguiremos teniendo denuncias —acertadas— sobre la perversión del
sistema en el ámbito comercial (Díaz del Río 2000; Moya 2010).

¿Podemos plantear entonces que un gestor que antepone la técnica a la ciencia es un mal
gestor? ¿Y que un profesional que deja de lado la investigación esté fallando en su conducta
ética? Se trata de dos preguntas aparentemente sencillas, pero guardan detrás una reflexión
importante. Mi respuesta sería sí a ambas, pero porque estamos jugando con términos
absolutos que cuentan con muchos matices. Barreiro plantea ya en su tesis la línea de lo que
es actualmente el Incipit-CSIC (Instituto de Ciencias del Patrimonio), por la que una evolución
de esa estrategia de gestión integral del patrimonio a través de la arqueología del paisaje se
transforma en una deconstrucción del propio concepto de patrimonio siguiendo el modelo de
«cadena de valor» (Criado 2009: 13). Sin embargo, cuestionar, o deconstruir el concepto de
patrimonio no modifica ni el de arqueología, ni el de gestión.

Volviendo sobre las preguntas, me gustaría ilustrar en este punto una situación corriente
del ámbito comercial con un pequeño relato:

«Paco, arqueólogo de la empresa Arqueología S.L., acaba de enviar su informe


final sobre el yacimiento de la parcela 24-C a la Dirección General de Patrimonio.
Tras la excavación del sitio, se propone la continuación de las obras. La razón,
que no existen restos susceptibles de ser conservados in situ, ni mucho menos
puestos en valor. Tras revisar el informe, la Dirección General da su visto bueno y
el proceso urbanístico continúa su rumbo. A Paco le quedan un par de años para
terminar de estudiar los materiales y presentarlos en el museo con su respectiva
memoria final. Se cierra el círculo.»

De este párrafo surgen varios temas y la respuesta a algunas preguntas. Además, la historia
puede ponerse aún más interesante. Lo primero de todo, pone de manifiesto una noción muy
específica de «patrimonio», pero también que hay que gestionar a pesar de todo y que la
arqueología sigue siendo la misma disciplina que veíamos al principio. ¿Influye el concepto
de patrimonio en la gestión? Sin lugar a dudas. Las decisiones a tomar por cualquiera de las
partes serían muy diferentes, desde la no actuación en un principio, hasta la conservación in
situ más protectora. Pero cualquier concepto de patrimonio en el que nos movamos dentro
de la herencia occidental planteará la necesidad de una intervención como medio de gestión.
Max Weber analizaba en El político y el científico (Weber 1967) estas dos figuras profesionales
«por vocación». Para él, la labor del científico no debería estar influida por la política, sin
embargo, cuando estamos en un modelo en el que los científicos son funcionarios y muchos
de sus superiores son directamente políticos —de los que viven «de» y no «para» la política—,
la situación se hace harto complicada. Entonces, ¿quién toma las decisiones? El profesional de
la arqueología hace su trabajo como técnico, incluso como científico, cumpliendo unos fines
académicos que, por norma general, no se pueden poner en duda ni siquiera en el ámbito
comercial1. Un técnico gestor de la administración gestionará con mayor o menor eficiencia

1 Intento evitar dar nombres a lo largo de la tesis, pero en este aspecto, para el caso español, no hay mejor ejemplo que el Dr.
Jorge Morín de Pablos, director del Departamento de Arqueología de AUDEMA S.A. y que cuenta con cientos de publicaciones
sobre sus intervenciones. Un modelo de investigador desde el ámbito privado. Puede consultarse su página de Academia para
más pistas: https://audema.academia.edu/JorgeMorindePablosLateAntiquityVisigothicKingdomandAlAndalusArchaeology
[A día de hoy es la única página de Academia que mi navegador tiene problemas para cargar por el volumen de trabajos que
contiene]
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
310 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

la carga burocrática que establece la ley para el desarrollo de los trabajos. El político copa dos
de los tres poderes del estado democrático moderno; legislativo y ejecutivo. Las decisiones
tomadas en ambos marcarán el devenir de la política. Ahora, la historia de Paco continúa:

«Han pasado dos años y Paco sigue sin cobrar la intervención. Construcciones
S.A. se niega a pagar la última fase de la intervención después de haber recibido
el visto bueno de la administración para continuar con la obra. Paco no puede
terminar el estudio profundo de los materiales si quiere continuar ingresando
dinero para sustentar a su familia, así que sólo le quedan dos opciones: no
presenta los materiales y se arriesga a una sanción, o termina a matacaballo lo
que pueda en los siguientes fines de semana y presenta algo suficiente para salvar
el expediente. Por su parte, en el otro lado de la historia, se acercan elecciones.
Uno de los consejeros delegados de Construcciones S.A. es amigo de la infancia
del candidato a la presidencia. Le ofrece su apoyo económico en la campaña
a cambio de algo. No se trata de adjudicaciones, sino de una modificación
legislativa que le ahorre otro mal trago en sus próximos trabajos. El candidato
podía haber sido sensible al patrimonio y negarse, pero no era una cuestión de
amistad. Él también había sido constructor y conocía el problema.»

Dejo esta historia con final abierto, planteando dos problemas que son uno. No me refiero
a la corrupción, que es otro aspecto a tener en cuenta de cara a la toma de decisiones, sino
a la influencia del Capital en los procesos que afectan al patrimonio. Paco, que vive de su
trabajo, no puede desarrollar convenientemente la labor científica que exige su profesión por
una cuestión meramente mercantil. Por su parte, la política está profundamente influida por
el mercado, que tiene el poder real para intervenir de una forma muy agresiva —como hemos
podido vivir en los últimos años.

«Finalmente, las actitudes posibles ante este proceso serán esperar a que la
disciplina desaparezca o proceder a una redefinición completa de la misma,
incluyendo una reformulación del Patrimonio Cultural en la que se podría llegar
a considerar como patrimonio hasta la forma de destruir ese patrimonio (que nos
puede dar más información sobre la sociedad que destruye —la nuestra— que
sobre la que lo construyó)» (Barreiro 2005: 130-1).

Barreiro plantea en esta cita una conclusión pesimista e incluso determinista, que parece
dejarnos sin salida ante un modelo plenamente establecido y bien atado. La arqueología
aplicada, dentro de un programa de gestión integral, es propuesta como salida a la situación,
siempre que no renunciemos a la capacidad crítica de nuestro trabajo como científicos. Pero
las dimensiones del profesional de la arqueología son múltiples y no todas ellas requieren
de la creación de conocimiento. Por ello, es importante entender el modelo de gestión en el
que nos movemos y los diferentes roles que debemos acometer como profesionales. No cabe
duda de que la actitud crítica ante nuestro trabajo es también esencial en otros campos de la
gestión, no sólo el de la interpretación —o creación/transferencia de conocimiento, al que
parece que se reduce todo objetivo para Barreiro. Más allá, el contexto en el que se produce
la gestión es, si cabe, más importante que las propias herramientas de gestión. Y por eso la
arqueología pública puede ser una herramienta importante en la comprensión y adaptación
del modelo —los modelos— de gestión.
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 311

Una máxima muchas veces repetida en este trabajo es que Arqueología y Sociedad son
indisolubles. Existe una afección de la arqueología a la sociedad, pero por encima de todo,
es la sociedad —en sus dimensiones cultural, política y económica, principalmente— la que
marca el devenir de la arqueología a través de la gestión.

El debate no está en una arqueología aplicada y crítica que conteste el concepto de


patrimonio. El concepto de patrimonio está permanentemente contestado por la realidad y
por su eco en la investigación. Ni siquiera tenemos que contestar el perfil más técnico —o
positivista— de la arqueología, porque cumple una función esencial en el proceso de creación
de conocimiento. Lo que debemos contestar es precisamente el contexto social en el que se
producen todos estos procesos y trabajar desde la arqueología pública para comprender —
teoría— e intervenir —praxis— en ellos.

Este es mi punto de partida y la diferencia principal con respecto al trabajo de Barreiro.


La Teoría Crítica nos ha servido hasta ahora como elemento de análisis de nuestra realidad
social y profesional, pero desde este punto el planteamiento no pasa sólo por entender
nuestro contexto, sino por ofrecer un ámbito de acción en el que convertir la arqueología y el
patrimonio en disciplinas transformadoras.

De este modo, si centramos el núcleo de nuestra crítica en el contexto social, al menos


para el caso de Occidente, el punto de partida pasa por una crítica al Capitalismo y cómo
éste afecta a la arqueología. La mercantilización de la disciplina arqueológica comienza a
ser un hecho desde bien temprano, no sólo en el ámbito del comercio de antigüedades, sino
en todo el espectro de actividad de la disciplina (Almansa 2015a). Este fenómeno responde
al paulatino giro liberal de la política occidental, hoy ya plenamente establecido. No sólo
nos encontramos ante un modelo económico basado en la desigualdad, sino también ante
una ideología profundamente arraigada que además parece ganar más fuerza conforme pasa
el tiempo. Tras la publicación del proyecto ético-anarquista de Critchley (2007) Infinitely
Demanding, el propio Žižek (2007a) planteaba la victoria inevitable del Capitalismo y cómo
esas formas de resistencia a través de demandas infinitas e irrealizables desde las fronteras del
sistema no representaba más que una perfecta relación parasitaria entre dos opuestos. Por un
lado, un Estado liberal injusto y por el otro su conciencia ética. Su propuesta —en cierto modo,
mi propuesta en el capítulo anterior— era bombardear al poder, no con demandas infinitas,
sino con otras bien seleccionadas que no puedan excusarse tan fácilmente. Sin embargo,
siempre podemos ir un paso más allá y las nuevas formas de resistencia que están surgiendo
tras la crisis —y tras esas publicaciones— ponen de manifiesto la posibilidad de articular ese
nuevo modo de control —o indisciplina— que proponía en el capítulo 3 al profundizar en el
trabajo de Habermas.

Pero, ¿por qué planteo la arqueología pública como una Teoría Crítica de la arqueología?

En primer lugar por su cualidad de autoconciencia para la arqueología. El estudio crítico


del contexto en el que se desenvuelve la actividad arqueológica hace que uno de los primeros
productos de la disciplina sea una llamada de atención sobre la existencia de la arqueología
en el mundo y sus consecuencias. Dos preguntas esenciales del trabajo de Adorno se
ponen de manifiesto en este sentido: ¿Podemos sobrevivir al Capitalismo? ¿Cómo podemos
contribuir a la transformación social? A partir de ellas, entraríamos de lleno en una crítica de la
sociedad contemporánea y sus relaciones con la arqueología-patrimonio. Desde el fetichismo
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
312 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

consecuencia de los procesos modernos de patrimonialización a la súperespecialización que


nos devuelve constantemente al positivismo más acrítico. La falsa libertad que planteaba
Fromm en el contexto de su análisis, o el hombre unidimensional de Marcuse, son ejemplos
aún vivos de un contexto social en el que el control del sistema se extiende inexorablemente
a todos los ámbitos de la vida, incluida la arqueología. La supervivencia al Capitalismo se está
contestando con más Capitalismo, o nuevas formas de generar un marco de intercambio de
servicios que produzca beneficios para los actores principales. En este sentido, la salida a la
crisis económica se está produciendo, no desde el cuestionamiento del modelo, sino desde
una expansión del mismo2. Así, no se pone en riesgo la supervivencia a corto plazo, pero se
continúa precarizando el sector. Un ejemplo paradigmático del miedo a la libertad se pudo vivir
durante los momentos finales de la burbuja, cuando multitud de compañeros y compañeras
protestaban por las condiciones de la profesión —incluso hasta la fundación de plataformas
reivindicativas como AMTTA (ver capítulo 8)—, mientras seguían aceptando contratos ilegales
y una situación precaria en el trabajo. La gran negación que proponía Marcuse es en cierto
modo un slogan panfletario para oponerse al sistema, pero particularmente necesario en
momentos de estrés como éste.

En este contexto podemos poner ya sobre la mesa la no-identidad de la arqueología y


manifestar las contradicciones que se dan entre realidad y razón. De hecho, esta dialéctica
se enfrenta en dos niveles opuestos: Por un lado, la imagen positivista de una disciplina que
busca ser plenamente científica contra la realidad de un sector del colectivo contrario al
positivismo. Por el otro, la realidad de una práctica acrítica resultado de la imagen normativa
del concepto contra una imagen crítica de ese sector del colectivo que se opone al positivismo.
Dos imágenes y dos realidades que están en continua interacción, en una convivencia ya
plenamente asimilada desde finales de los años 80. El problema de fondo, que ninguna de
las dos puede imponerse, pues se necesitan mutuamente. El objetivo, que la dialéctica entre
ambas pueda desembocar en una práctica emancipadora. La trampa, que cualquier cambio
en el sistema nos lleva de nuevo a la casilla de salida.

Por eso, es fundamental el concepto de tiempo histórico de Benjamin desde su dialéctica


en reposo. Ese conjunto infinito de ahoras hace necesaria la crítica constante, incluso en el
utópico escenario del fin del Capitalismo.

Porque hoy, partimos de la premisa de que el sistema opresor es aquel en el que vivimos,
ergo, el Capitalismo. Pero como ya apuntaba Habermas (1984), la necesidad de control de
la naturaleza no tiene que ver con él, sino con la propia naturaleza humana. En este sentido
y conscientes de que la suficiencia individual es imposible, siempre existirá una forma de
intercambio y una forma de poder que genere algún tipo de desigualdad, al menos en el
contexto global actual. En cualquier caso, ¿qué tiene que decir la arqueología a todo esto?

En una suerte de búsqueda de reconocimiento, uno de los principales valores que se


han tratado de poner de manifiesto desde las arqueologías críticas es el potencial que un

2 Plenamente inserto en este proceso, desde JAS Arqueología gestiono las redes sociales del evento NEARCHing Factory, que
tendrá lugar en enero de 2017 en Santiago de Compostela dentro del proyecto europeo NEARCH. Sus objetivos; regenerar el
sector profesional, buscar nuevas formas de mercado que se alineen con las necesidades de la gente y prever los ámbitos de
acción necesarios para que esto se lleve a efecto. Desde una crítica blanda —a la ejecución, no al modelo— se abordarán
muchos temas de interés, pero estoy expectante a ver las soluciones que se aporten desde el colectivo. En un ambiente general
(Europa Occidental) en el que los diferentes actores se han acomodado al sistema, dudo que se ponga sobre la mesa una crítica
radical. Al fin y al cabo, yo mismo soy un ejemplo de acomodo.
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 313

análisis de la sociedad en perspectiva arqueológica puede ofrecer. No sólo podemos sustentar


desigualdades y sistemas opresores, sino justificar la posibilidad de formas alternativas de
organización con ejemplos reales. Así, tratando de trascender el rol de «sabedores», muchos
profesionales de la arqueología ven en esta forma de acción política una salida —ver, por
ejemplo, las propuestas anarquistas de Leonardo Faryluk (2015a; 2015b)—. Sin embargo, el
objetivo crítico de la arqueología pública va un paso más allá.

Como espero que hayamos podido ver a lo largo de esta tesis doctoral, el objetivo no es
crear nuevos conocimientos o patrimonios que se integren en el sistema con cierta carga
critica —al menos de antemano, pues al final son creados también— sino servirse de los ya
existentes para plantear esa postura crítica desde su análisis en contexto. Sólo conociendo las
formas en las que la arqueología y el patrimonio se sumergen en su contexto social, podemos
plantear alternativas reales. En este sentido, podemos volver por ejemplo al mundo del grafiti.
Cuando en los años 70 se había convertido en un elemento de protesta antisistema, las
autoridades lo perseguían y una parte —acomodada— de la sociedad lo rechazaba. Entonces,
la dimensión más artística del grafiti abrió la puerta a su patrimonialización e incluso los
grafiteros aparentemente más transgresores mercantilizaron su imagen —o como en el caso
de Banksy, permitieron su mercantilización.

Fig. 65. Borrando las obras de Blu en Bolonia (Fuente: wumingfoundation.org).

En marzo de 2016, el grafitero italiano Blu comenzó a borrar su obra en Bolonia en


protesta por una exposición de arte urbano que iba a tener lugar en la ciudad3. Las bases de la
protesta eran sencillas; él no pintaba para que un consorcio se enriquezca a su costa, ni para
3 Se puede leer el comunicado completo de Blu en italiano e inglés aquí: http://www.wumingfoundation.com/giap/?p=24357
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
314 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

enriquecerle a él. Una cosa era preservar los lienzos urbanos en los que se encontraban las
obras, pero otra muy distinta lucrarse directamente con ellos.

“It doesn’t matter whether the pieces removed from the walls of Bologna are two
or fifty. It doesn’t matter whether those walls were part of condemned buildings or
part of the landscape in the northern outskirts of town. It doesn’t even matter that
seeing street art exhibited in a museum is paradoxical and grotesque. This ‘street
art’ exhibition is representative of a model of urban space that we must fight, a
model based on private accumulation which commodifies life and creativity for
the profits of the usual few people” (Wu Ming, 11-12 de marzo de 2016).

Por eso, es interesante ver cómo el proceso de patrimonialización tiene dos caras; por un
lado la puramente cultural, en la que se dota de valor a un elemento. Por otro, la mercantilista
que transforma ese valor en un beneficio económico. Termino como empecé, con grafitis,
pero desde estos grafitis contemporáneos vamos a pasar a un pequeño ejercicio de crítica con
grafitis antiguos a través del caso de Altamira.

11.2. Un ejercicio de crítica: Arqueología aplicada y el caso de Altamira

La cueva de Altamira es uno de los principales referentes prehistóricos del mundo, no sólo
por su historia, sino por la calidad de sus murales. En los años 70, la cantidad de visitantes
que recibía la cueva comenzó a afectar a su conservación (ver Valle, Moya y Cendrero 1979),
cerrándose al público en 1977. Dos años después, el Ministerio de Cultura creaba el Museo
y Centro de Investigación de Altamira como principal órgano gestor de la cueva. En 1982
se estableció un régimen restringido de visitas de en torno a 8.000 personas anuales, con el
ánimo de reducir al máximo la afección a la cueva, que en 1985 fue declarada Patrimonio
Mundial. En 1997 comenzaron las obras del nuevo museo, que incluiría una reproducción
exacta de la cueva original, dentro de un nuevo plan de difusión y conservación emprendido
por su director Antonio Lasheras (Lasheras y De las Heras 1998). Las expectativas de público
nunca llegaron a darse —frente a los casi seiscientos mil visitantes que planteaba el estudio, la
media de visitantes desde su apertura se mantuvo por debajo de la mitad—, pero los resultados
de la obra fueron sin duda espectaculares (Lasheras 2003). A pesar del número reducido de
visitas, los problemas de conservación no cesaban (ver Sánchez-Moral et al. 1999) y al poco
tiempo de abrir el nuevo museo con la neocueva, la original se cerró de nuevo al público. La
filosofía detrás de esta decisión no era baladí; si queremos conservar la cueva, no podemos
seguir entrando, especialmente cuando tenemos una reproducción exacta que permite una
visita mucho más didáctica.

Sin embargo, cerrar Altamira ha resultado siempre polémico, especialmente en el contexto


político de las autonomías —no olvidemos que el Museo de Altamira es de titularidad estatal.
Las presiones que llegan desde el Gobierno de Cantabria no han cesado desde aquel momento,
poniendo de manifiesto un conflicto socio-político —y científico— muy interesante en torno
a la cueva. En 2010, Miguel Ángel Revilla anunció la reapertura de la cueva, si bien no iba a
ser tan sencillo. El Patronato encomendó un nuevo estudio al IPCE que explorara el impacto
real de la presencia humana, abriendo la puerta tan solo a visitas experimentales (de Guichen
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 315

2014a: 9). La contestación fue mayúscula y el equipo del CSIC que había recomendado el
cierre (Saiz-Jiménez et al. 2011) no tardó en contestar. Tras la publicación de los resultados, el
Departamento de Prehistoria de la UCM lanzó un primer comunicado de protesta:

«Puesto que ni la evidencia científica ni el número de visitantes previstos apoyan


la apertura de la cueva, sólo queda reconocer que es la presión política y las
posiciones electoralistas las motivaciones que subyacen a las acciones adoptadas
por el Ministerio de Cultura de España» (Departamento de Prehistoria UCM,
diciembre de 2014).

En él queda clara una postura difícilmente contestable; lo que esta en juego en Altamira
no tiene que ver con un lenguaje experto, sino con una necesidad (socio)política. De hecho,
la contestación desde el equipo del Incipit-CSIC que se encargó de la parte social del estudio
lo deja claro:

«Queremos dejar constancia de que cualquier decisión sobre el régimen de visitas


de Altamira es política, porque todas las decisiones que se refieren al patrimonio lo
son, y ello implica que se deben adoptar en el marco de una discusión informada
entre actores distintos que, conscientes de sus responsabilidades y de las razones
en uno u otro sentido, se decantan por una opción, la defienden con argumentos
ante los demás y acuerdan conjuntamente una línea de acción. Que la percepción
mayoritaria de la gente sea que la política es un problema, y no el espacio de la
gobernanza, es algo sintomático de la despolitización de nuestras sociedades. Es
algo que desborda a Altamira, pero que afecta a Altamira» (Incipit-CSIC, febrero
de 2015).

En este sentido Xurxo Ayán, como miembro del proyecto, planteaba una reflexión
interesante en su último libro (Ayán 2015) al respecto de este tema. Ponía de manifiesto la
falibilidad de la ciencia que permite este tipo de debates y la inexcusable dimensión política
del patrimonio. Pero sobre todo, la realidad por la que en la gestión de un bien público la
sociedad no suele tener voz. Pero, ¿qué dice la gente sobre el tema?

11.2.1. El valor social de Altamira

Tenemos la suerte de contar con los resultados de un trabajo al respecto. El proyecto sobre
el «Valor Social de Altamira» que dirigió el Incipit-CSIC durante estos años, puso sobre el
terreno un importante equipo multidisciplinar entre el que los arqueólogos eran minoría.
Antropólogas, sociólogas, economistas, periodistas y otros profesionales que tenían por objetivo
«profundizar en la caracterización de Altamira como enclave patrimonial, y en las múltiples
dimensiones de la experiencia humana en torno a él, produciendo conocimiento sobre lo que
ha significado y generado, en términos sociales, desde su descubrimiento moderno hasta hoy»
(de Guichen 2014a: 243). Los datos que emanan de los informes son muy amplios, así que
utilizaré principalmente el Informe Final del proyecto global (de Guichen 2014a) para apuntar
los principales elementos que sirvan al análisis, ya que en apunta lo esencial. Entre ellos, me
resulta muy interesante el punto de partida de los mismos, que responde a una evolución del
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
316 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

concepto de «arqueología aplicada» (Criado y Barreiro 2013; Barreiro 2014) a algunos de


los presupuestos planteados desde la arqueología pública desde su primera configuración a
principios de siglo (Barreiro 2005; 2013), pero sin perder su componente más pragmático.

«Por ‘optimizar la gestión’ entendemos diseñar y poner en práctica (como un


proceso dinámico y constantemente actualizable) un modelo de gestión del bien
que combine de la forma más equilibrada posible las dos variables principales: su
acceso y su conservación. […] Nuestro estudio no puede sólo él aportar datos y
conclusiones de peso para saber si Altamira se debe mantener cerrada, abrir a la
visita generalizada o habilitar una visita restringida. Nuestro estudio, en cambio,
aporta conclusiones y datos para saber en qué condiciones cualquiera de estas
soluciones es una mala o buena solución, porque muestra bajo qué circunstancias
se mantendría un régimen patrimonial excluyente y opaco o se podría construir un
régimen patrimonial transparente e integrador (del público, los vecinos, agentes
diversos, intereses disputados, etc.)» (de Guichen 2014a: 247-8).

Como punto de partida me parece un objetivo interesante, ya que pone de manifiesto que
de cara a la optimización de la gestión es necesario que se lleve a cabo una suerte de proceso
participativo que fundamente ese equilibrio gestor. Estas cuestiones no son nuevas —puede
que sí en España— (Langford 1983; Deloria 1992) y no siempre han tenido un buen resultado
(Chirikure et al. 2010). Es más, ni siquiera parecen ser una reivindicación social.

De los datos que emanan de la encuesta, un 72,1% de la población estima que cualquier
decisión debería ser tomada por un experto, rechazando sólo de forma absoluta un sistema de
entrada basado en el prestigio del visitante o su aportación económica. Aunque de la encuesta
telefónica se desprende un interés por la apertura, un 95,5% de los visitantes ven bien que la
cueva permanezca cerrada para garantizar su conservación y sólo un 32% de los visitantes se
siente defraudado por no haber podido visitar la original. Por supuesto, esto tiene un carácter
subjetivo muy fuerte. Yo mismo formaría parte de ese 32% por una razón muy sencilla: que
como profesional el valor didáctico de la neocueva no me aporta lo mismo que el valor
experiencial de un original.

Entre los estudios llevados a cabo dentro del proyecto se ponían de manifiesto algunas
cosas obvias como el impacto científico de la cueva o su influencia en el arte, aunque
poniéndolo en contexto con otras cuevas. También algunos datos interesantes como el poco
debate mediático real que existe —casi todo se genera como resultado de comunicaciones
institucionales—, especialmente en redes sociales donde sólo el 5% de los tuits analizados
se centraban en algún tipo de debate. Pero, sobre todo, la pérdida de peso de Altamira en
los currículos escolares, donde se diluye entre otras grandes cuevas y seguramente se ve
sobrepasada por Atapuerca (Sáiz 2011; Ferreras y Jiménez 2013). El estudio sobre la cultura
material se me hizo escaso, pero pone de manifiesto la fuerte carga identitaria que ha tenido
el bisonte, a nivel nacional.

Seguramente la parte más interesante es la antropológica-económica por las contradicciones


que desprende con respecto al valor-percepción de Altamira. Más allá de poner de manifiesto
el debate apertura-cierre, pone de manifiesto una pérdida de identidad entre la población
joven, que ya no se siente tan ligada a una cueva que ha variado en sobremanera las dinámicas
turísticas de la generación anterior y, por tanto, su impacto local.
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 317

«Muchos agentes locales parecen primar el interés económico, pero esto


se debería a que el único vínculo que el modelo de gestión adoptado les ha
permitido es el acceso a una parte de los beneficios que el canon les proporciona.
Esta mercantilización de Altamira (que también se corresponde con una demanda
mediática por mantener o incrementar las cifras de visitantes) se agudiza con
su inclusión en paquetes turísticos exprés y la homogeneización del discurso
expositivo en la neocueva, que dificultan una visita satisfactoria en términos
experienciales, culturales y didácticos» (de Guichen 2014a: 261).

Atendiendo a los datos económicos, a un nivel macro la afección en la región es muy


importante, con 0,2% del PIB cántabro y casi 600 empleos directos. En las encuestas, un
56% de los visitantes apuntaron Altamira como causa determinante de su visita, si bien «no
existen evidencias de que la apertura de la cueva original amplificase, por sí sola, de forma
importante estos efectos económicos» (de Guichen 2014a: 259). Las estadísticas de visitantes
que aportó el Museo de Altamira no mostraron un incremento especial de las visitas los días
de sorteo con respecto a años anteriores, manteniendo la variabilidad propia de un museo de
estas características.

Pero sin duda, uno de los recursos más inesperados e interesantes —por como pone de
manifiesto hasta la historia reciente de nuestro país— ha sido el análisis de los libros de visitas
(Ayán 2015). En ellos se plasma, con una sinceridad que seguramente las entrevistas no han
dado, la imagen de la cueva, de la neocueva y de muchos de los conflictos que se generan en
su contexto. Su análisis es seguramente parcial y subjetivo, pero la claridad de los comentarios
reafirma en cierto modo la mayoría de las conclusiones del estudio general.

Éstas han sido desarrolladas de forma amplia por el equipo investigador y ponen de
manifiesto como muchos de los valores de la cueva han ido cayendo como consecuencia
de lo que Gonzalo Ruiz Zapatero denomina una «normalización» de Altamira, tras perder
la exclusividad que tenía a principios de siglo. De las conclusiones podemos destacar dos
enunciados:

«1. Que no es factible alcanzar la segunda finalidad (optimizar la gestión) sin


haber alcanzado la primera: para saber qué hacer con Altamira (qué decisiones
tomar y por qué) es necesario saber qué es y ha sido Altamira.
2. Que una estrategia de conservación preventiva no sólo debe incorporar
la perspectiva de la relevancia social del elemento o elementos objeto de
conservación, sino que esta perspectiva es la que debe articular el conjunto del
trabajo, el ya hecho y el que queda por hacer. El patrimonio cultural no tiene
un valor intrínseco, sino que su valor emana de la posición que ocupa en su
contexto social, y ésta, del valor que los agentes sociales le otorgan, que varían
históricamente» (de Guichen 2014a: 275).

No quisiera ser injusto con el proyecto, pero para esta conclusión no era necesario haber
invertido en un proyecto de esta envergadura, ya que forma parte de cualquier manual
moderno de gestión del patrimonio arqueológico. Es más, si retomamos la idea de fondo
sobre la pérdida de valor de la cueva que se presenta en las conclusiones sectoriales, habría
que plantearse si entonces Altamira ha pasado ya a ser una cueva de segunda categoría. Hay
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
318 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

cierto carácter de negatividad en el discurso que no se corresponde con otros datos, como si
los resultados obtenidos no fueran los esperados.

«Por lo tanto, el dilema cierre-apertura, es un falso dilema: hay condiciones


concretas en las que tanto mantenerla cerrada como abrirla es malo para Altamira
desde el punto de vista de su valor social. Se haga una cosa u otra, se debe hacer
implementando las medidas que derivan de nuestros estudios, y que sitúan a
los tomadores de cualquier decisión ante la tesitura de adoptar ésta de forma
argumentada, razonable, transparente y discutible» (de Guichen 2014a: 282).

Esta es posiblemente la conclusión más ambigua y al mismo tiempo peligrosa del proyecto.
Por un lado, plantea que tanto abrir como cerrar es malo, por lo que cualquier decisión
resultaría perjudicial para la imagen de Altamira —que no para su conservación. Y al mismo
tiempo, no toma partido por ninguna de las dos posturas emplazando al Patronato a sopesar
los resultados para decidir.

Todo esto le sirvió al Departamento de Prehistoria de la UCM para sacar a la luz un segundo
documento en febrero de 2016 destinado a la UNESCO y respaldado por el Instituto de
Historia del CSIC y la UNED. En él, se resaltan varios argumentos tanto en lo que se refiere a
la conservación de la cueva, como en lo que se refiere a la valoración de su clausura. Con los
mismos datos, llegan a la conclusión de que mantenerla cerrada es la decisión más acertada
que se puede tomar.

11.2.2. Altamira en su contexto, una aproximación crítica

«Y es que creemos que el Proyecto VSA pudo contribuir a una nueva forma de
gestionar el Patrimonio, a conformar un discurso y una práctica orientados a las
necesidades de la gestión (no tanto al discurso crítico, donde este tipo de aportes
están más que asumidos) mediante 1) la comprensión de Altamira como fenómeno
social total, no circunscrito a la materialidad del bien y 2) la concepción de una
estrategia que permita conectar esta comprensión holística con una propuesta
pragmática de gestión de los usos del sitio y de valorización del bien generados
desde y para la comunidad» (Barreiro 2015: 78).

Este párrafo de Barreiro en una publicación posterior sobre el proyecto plantea dos
ideas que pueden servir como punto de partida para la crítica. La primera, que es necesario
comprender los bienes como fenómeno social en su contexto. Este aspecto es seguramente el
más importante si puede servir a los equipos gestores del futuro —en Altamira y en cualquier
otro sitio— para comprender la importancia del contexto social en la gestión de un bien.
Aunque lo que aquí se plantea como conclusión sea el punto de partida de la idea de gestión
desde la arqueología pública, hay que valorar la realidad que parece llevarnos a las mismas
posiciones de partida de cara al futuro de la gestión. El segundo punto, que como decía es
reflejo de la evolución de la arqueología aplicada que está en el fondo del programa de
investigación en patrimonio del Incipit-CSIC, resulta más problemático y puede servir como
punto de partida a la crítica.
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 319

«La participación de la población local en la gestión de cualquier bien patrimonial


es clave para la socialización del mismo. Y para que esta participación no genere
efectos perversos, es preciso que se asiente sobre el fomento del aprecio al sitio:
sólo se protege lo que se valora. Cualquier estrategia de conservación preventiva
que se adopte tiene que partir de este principio» (de Guichen 2014a: 274).

Desde y para la comunidad, ¿sin efectos perversos? Uno de los problemas de la aplicación
práctica de cualquier supuesto teórico es que pasamos de jugar con un ámbito controlado
a enfrentarnos a la realidad. Si tenemos en cuenta los resultados de las encuestas, aplicar
una gestión participativa real a la cueva de Altamira significaría encarar la pérdida de valor
simbólico e identitario que ha sufrido en las últimas décadas y, al mismo tiempo, una
valoración cuestionable de una parte de la comunidad local implicada. La propia comunidad
resulta un problema en la aplicación del modelo. Una comunidad que al encontrarnos con un
bien Patrimonio Mundial va mucho más allá de lo local. Una comunidad que ya ha mostrado
su disposición a confiar en la decisión técnica de forma mayoritaria. Por tanto, si lo que se
viene a plantear desde el informe es la necesidad de implicar a las comunidades —o los
agentes implicados en un espectro amplio— en la gestión preventiva de la cueva, primero hay
que tener en cuenta una consideración esencial. La participación comunitaria responde a un
modelo de co-participación en el que no se trata de ahondar en el «desde» sino en el «con».
El trabajo con comunidades trasciende las aproximaciones clásicas de top-down y bottom-
up, pero más allá de ello, ha de responder a necesidades manifiestas de cada caso concreto.

¿Tiene la comunidad capacidad para gestionar el patrimonio arqueológico? ¿Bajo qué


criterio? Si recordamos el párrafo sobre la aproximación antropológica que citaba más atrás,
uno de los principales valores representados entre los agentes locales es el económico, en
clara contradicción con el aparente valor simbólico, científico e identitario del sitio. Una
toma de decisiones desde la comunidad local bajo este perfil tendría como consecuencia una
sobreexplotación de la cueva que ningún gestor responsable podría autorizar. La decisión
tomada desde una comunidad más amplia de interesados, llevaría a todo lo contrario, de
acuerdo a la encuesta. Entonces volvemos al rol de experto de la comunidad científica y su
posición con respecto al sistema. El debate cierre-apertura no es más que eso. Materializado
en dos posturas aparentemente científicas, pone de manifiesto como una arqueología acrítica
y una arqueología crítica, pueden servir como soporte a los mismos intereses políticos.
Mientras que los datos de la vertiente más técnica del proyecto general sobre el impacto
de las visitas experimentales no son concluyentes, las conclusiones del proyecto sobre su
valor social dejan a la interpretación del Patronato cualquier conclusión, pidiendo más
participación pública en los procesos de gestión y toma de decisiones como única medida de
fondo propuesta. Si la crítica se ha de quedar en la propuesta de participación comunitaria,
entonces habrá que cuestionar el componente crítico de la propuesta. Bien es cierto que, se
haga lo que se haga, es necesaria una política de comunicación eficiente, pero si un 95,5% de
los visitantes encuestados han comprendido, respondiendo positivamente, el mensaje sobre la
conservación de la cueva que se aporta actualmente en el Museo, puede que esa medida ya se
esté desarrollando de algún modo. A partir de ahí, la gestión preventiva de la cueva tiene unas
posibilidades muy restringidas para la comunidad que pasan por solucionar otros problemas
estructurales de la gestión patrimonial y turística actual. Si ponemos sobre la mesa medidas
concretas, podemos hablar de la conformación de asociaciones locales y generales con una
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
320 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

posición en el Patronato, o la articulación de políticas turísticas que permitan establecer redes


más eficientes y sostenibles para la visita, y que aporten riqueza a los municipios implicados.
Uno de los problemas de la apertura masiva que permite la neocueva es que ya no son
necesarias reservas ni grandes esperas —como puede ser el caso, por ejemplo, de El Castillo.
Habría que valorar si esto ha influido en el nuevo régimen de visitas a la zona, con menos
pernoctas y un impacto directo también menor. Puede que la imagen de marca que representa
Altamira se vea desfavorecida por las políticas agresivas del Gobierno de Cantabria para
favorecer sus propios recursos. ¿Por qué no se ha entrado en estas lides a la hora de valorar el
contexto social de Altamira? Tal vez porque nos llevan a un terreno más problemático que la
mera mención como elemento secundario soluciona. No podemos olvidar que, nos guste o
no, cuando hablamos de gestión estamos enfrentados a una burocracia institucional que hay
que manejar para poder avanzar en cualquier solución.

Seguramente la contradicción más importante a la que nos enfrentamos a la hora de analizar


las propuestas concretas (Barreiro et al. 2014) tiene que ver con la necesidad de revalorizar
la cueva cuando uno de sus principales problemas es la saturación estacional de visitas. Hay
propuestas concretas para atajar el problema de la estacionalidad, así como para involucrar
a la comunidad adyacente, pero una mayor promoción externa tendría como consecuencia
una mayor saturación. No voy a criticar la necesidad de seguimiento y evaluación del valor
social de la cueva a través de diferentes métodos, ya que responde a una necesidad de la
gestión muy infravalorada en los modelos actuales. Sin embargo, da la impresión que se
confunden dos comunidades a la hora de evaluar los resultados y proponer soluciones: por
un lado la estrictamente local, que parece tener una necesidad irrenunciable de visitar la
cueva original. Y por el otro, la comunidad externa —visitantes de fuera del entorno más
cercano—, que de acuerdo a los resultados no comparte en absoluto ni la necesidad ni la
desafección. ¿Podemos decir entonces que el problema con la comunidad local no responde
a una tendencia general de la imagen de Altamira —que también— sino a un problema de
gestión local? Parece evidente que tanto el conflicto institucional como la gestión —hacia
fuera— del Museo son los dos principales factores de este problema, que nada tiene que ver
—más allá del conflicto mediático— con el debate sobre la reapertura. Bien es cierto que el
debate ayuda y, como apuntan el documento del Departamento de Prehistoria de la UCM y
la propia respuesta desde el Incipit-CSIC, es la esfera política la que debe responder por ello.
Esto guarda relación directa con el contexto social general, pero se le pueden poner nombres
y apellidos. La política regionalista del presidente Revilla ha sido desde su cierre en 2002 uno
de los principales motivos de debate en torno a la cueva. Si bien el proyecto se ha llevado a
cabo durante el mandato del popular De Diego, su única intervención mediática relevante
en torno a la cueva tuvo lugar como respuesta a la carta del Departamento de Prehistoria de
la UCM para valorar el trabajo del equipo investigador. Mientras tanto, Revilla, plantea en
2010 su lucha «a brazo partido» por la apertura de las cuevas4 —para su amigo Obama— y
su descontento con los informes técnicos que tampoco le dejan enseñársela a sus amigos
chinos5. Mientras vuelve a la carga en su nuevo periodo presidencial viendo «radicales» las
normas de la reapertura que no le dejan otra vez invitar a Obama6.

4 http://www.europapress.es/cantabria/noticia-revilla-luchara-brazo-partido-reabrir-altamira-porque-cerrada-no-tiene-ningun-
sentido-20101029155945.html
5 http://www.europapress.es/ciencia/laboratorio/noticia-revilla-muy-cabreado-informes-altamira-20101105192437.html
6 http://www.europapress.es/cantabria/noticia-revilla-le-gustaria-obama-visitase-altamira-ve-radicales-
normas-20160610135512.html
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 321

Si recordamos el capítulo 6, la figura de Revilla es un estímulo muy influyente para la


sociedad cántabra y, seguramente, uno de los principales riesgos para la pérdida del valor
social de Altamira con sus declaraciones en torno a la cueva. Así, el riesgo R02 del plan
(de Guichen 2014b: 55), plantea abiertamente este problema con una sola medida de
¿corrección? como es potenciar la mediación del Museo y su reconocimiento público por
los políticos7; es decir, decirle a Revilla que respete al Museo. Puede parecer jocoso, pero a
falta de establecer ningún protocolo de actuación con respecto al entorno social de Altamira
—al contrario de lo que se hace contra otros riesgos—, las soluciones ofrecidas parecen
insuficientes, especialmente si podemos poner en duda la evaluación de riesgos. De acuerdo
a los datos desprendidos del proyecto, no sólo existe un riesgo alto —actualmente evaluado
como medio; 3 sobre 58— sino que además ya se está produciendo independientemente de
la decisión que se tome sobre la cueva. De este modo, cabe preguntarse el valor real del
proyecto dentro del programa de conservación preventiva —o más bien para los objetivos
del programa de conservación preventiva. No me cabe la menor duda que tanto los trabajos
como muchas de las conclusiones son necesarios en la gestión de Altamira, pero se perciben
como el hermano menor de un problema que realmente se sustenta en una fuerte carga social
y política. Hoy no estaríamos discutiendo si abrir, cerrar, o si quiera conservar Altamira, si
no se tratara de un bien cultural con un alto contenido identitario, plenamente integrado en
la cultura española, incluso internacional. Si a la pérdida paulatina de valor que identifica
el proyecto, le sumamos la carga política que se desprende de la relación de la cueva con
su entorno social y político, gestionar estos aspectos es una parte esencial de la gestión de
la cueva para la que no se están ofreciendo más que herramientas de monitorización y una
estrategia difusa de comunicación —se pide una mejor comunicación, pero no se define la
estrategia. Es la línea de un informe final en el que todo apunta a que se está protocolizando
la continuación del plan como conclusión, más que soluciones reales al problema más
conflictivo de la cueva. Poniendo sobre la mesa que la afección de las visitas experimentales
no parece agravar el deterioro natural de las pinturas, se propone continuar con ellas y con la
monitorización de todos los factores relacionados.

Entonces me pregunto, ¿cambia para algo la gestión óptima de Altamira con la decisión
de cerrar la cueva? Si la comunicación hasta ahora era un problema, parece que una mejor
comunicación supliría cualquier carencia. Por lo demás, el trabajo comunitario debería hacer
el resto —pues parece ser que los principales conflictos surgen en el entorno cercano. Al fin
y al cabo, ahora mismo no se plantea ninguna fórmula para hacer participe a la comunidad,
ni a qué comunidad.

Podemos pensar que organizaciones como World Heritage Watch —al ser un bien
Patrimonio Mundial—, o Europa e Hispania Nostra —al ser las dos principales asociaciones
«civiles» de patrimonio a nivel europeo y estatal—, podrían formar parte del Patronato para
cubrir esa vertiente social. Sin embargo, no cubren el principal sector de conflicto: lo local,
que de algún modo cubren el alcalde de Santillana y sus dos vocales… que no son locales
—el rector de la UIMP y el presidente de la Fundación Santillana. ¿Hay algún agente local
que pueda/deba formar parte del Patronato? ¿Qué rol ha jugado el alcalde de Santillana en el

7 Se trata de la acción 5 (de 7) en un riesgo donde los principales motivantes y agravantes son el contexto de utilización política
en torno al debate de reapertura.
8 Se trata del único riesgo que cuenta con la palabra «corrección» en el apartado, lo cual pone de manifiesto que no nos
encontramos simplemente ante un riesgo medio.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
322 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

juego político e identitario en torno a la cueva? Preguntas que nos devuelven al aspecto más
político.

Para mí, vistas las conclusiones del informe y los riesgos planteados, no habría inconveniente
en mantener las visitas experimentales, pero al mismo tiempo no hay tampoco ninguna
necesidad y la mínima afección y riesgo que planteen es entonces evitable. Al fin y al cabo
el valor social de Altamira juega en un plano aparte en el que el conflicto político representa
el principal riesgo.

Entonces dejamos el plano Altamira y vemos esta situación en un contexto más amplio.
Se han expuesto varios actores: Política, dos equipos científicos, varios públicos. Igualmente,
varios escenarios que forman parte de la esfera pública. Pero, sobre todo, un problema de
comunicación.

Nos encontramos ante un ejemplo prototípico de uso de la ciencia en contextos políticos,


donde un grupo de «sabedores» plantean una solución técnica y su crítica, respaldando con
razones científicas posiciones de corte político. En ninguno de los dos casos se plantea una
posición que podamos entender como un marco objetivo de verdad. Sin embargo, viendo
la situación en contexto, la crítica parece responder a una tendencia más general y a unas
razones prácticas mucho más lógicas —teniendo especialmente en cuenta que trabajan sobre
el mismo corte de datos. En cualquier caso, la decisión final trasciende el debate científico y
se traslada al terreno político. Circunstancialmente, los que han de tomar la decisión final se
apoyarán de un modo u otro en las razones aportadas por ese grupo de sabedores, justificando
en la ciencia lo que responderá a otro tipo de intereses. Entonces pasaremos a enfrentar la
discusión que se genera en la esfera pública, con una opinión pública plenamente politizada
donde existen muy pocas herramientas de discurso critico, ni siquiera de información activa.
Quien gane la batalla mediática, ganará el poder de decisión —o justificación de la decisión.
En ese sentido, se establecen relaciones de poder muy desiguales, donde todo el aparato del
Estado se tiene que enfrentar a un pequeño sector, a su vez dividido en intereses secundarios
—como su propia necesidad de reconocimiento. Ante la falta de conciencia crítica en la
esfera pública, esto juega un papel fundamental de cara a la toma de decisiones, pero también
de cara a cualquier acción correctora o participativa que se plantee. La única solución pasa
irremediablemente por el propio poder identitario y comunicativo de Altamira. Tal vez se ha
centrado en una cohorte de público concreta, dejando de lado una de las patas principales
de su gestión: la comunidad local. Y aquí se pone de manifiesto uno de los principales fallos
en la práctica actual de arqueología pública: su confusión con medidas de difusión, incluso
de participación acrítica.

El proyecto sobre el valor social de Altamira ha comenzado a cubrir uno de los principales
vacíos que parecen evidentes al ver los resultados: conocer nuestros públicos y el impacto
de la cueva. A partir de ahí, el trabajo pasa por mantener la monitorización —como se
propone en el informe— y, especialmente, por atajar el principal conflicto que se genera
a nivel local. Si se ha identificado una desafección de la población más joven, habrá que
evaluar correctamente las causas antes de intervenir. Y si se ha identificado una percepción
errónea de las consecuencias del cierre o apertura de la cueva, habrá que buscar igualmente
fórmulas para reconducir esa percepción. Una percepción que va mucho más allá de lo que
se plantea en el informe 8 sobre cultura material (Santos Estévez 2014) y que, como ponía de
11. Arqueología pública como Teoría Crítica de la arqueología 323

manifiesto en el capítulo 6, abarca un número seguramente mucho más elevado de estímulos


y productos al estudiado. Quería hacer este pequeño apunte antes de terminar, porque si bien
tal vez no era pertinente exigir una profundidad como la que tuvo, por ejemplo, la tesis de
Antonio Vizcaíno con respecto a la imagen del mundo ibérico en la Comunidad Valenciana,
sí que se podían haber explorado muchos más aspectos en ese trabajo, aportando un mejor
mapeo de la situación real con respecto a la cueva —y sus pinturas.

En definitiva y, a modo de conclusión, quiero plantear la necesidad de mantener siempre


una perspectiva crítica con respecto al contexto de trabajo en nuestro sector, teniendo en
cuenta los impactos en torno a cualquier decisión. El caso de Altamira puede ser prototípico
en muchos aspectos, pero igualmente ha contado con un acercamiento, a través del proyecto
sobre su valor social, que pone ya sobre la mesa muchos de los aspectos esenciales para
la crítica. El problema en este caso, puede deberse a cierta instrumentalización derivada
de ese mismo contexto de trabajo y que tiene difícil solución. Pero al mismo tiempo pone
de manifiesto los límites de la arqueología aplicada como una arqueología crítica. Se ha
crecido en conocimiento, se ha evaluado el contexto, incluso se ha propuesto una mayor
integración de los agentes identificados. Sin embargo, una aproximación a este contexto desde
la arqueología pública nos permite ir más allá del conocimiento hacia una verdadera crítica
del contexto en el que se produce. Crítica que permite poner sobre la mesa herramientas de
transformación social —aunque por el momento sea en el ámbito de la opinión pública y la
gestión.

11.3. Aportaciones al futuro de la arqueología (pública)

La heterogeneidad de este trabajo es palpable. Primero con una aproximación a la Teoría


Crítica y su impacto en la arqueología (Parte I). Después con la definición de arqueología
pública como marco de trabajo (Parte II) y una aproximación histórica a la gestión del
patrimonio arqueológico que nos permitiera acercarnos a una primera propuesta más
pragmática (Parte III). En ella, traté de comenzar a aplicar —aunque de forma velada— una
aproximación a la disciplina enfocada desde los presupuestos de la Teoría Crítica, ya que no
se trataba simplemente de ver aspectos concretos con los que ir identificando el discurso, sino
de ponerlos en un contexto social, político y económico que nos permitiera enfocar la crítica.
Esta última parte sirve como aproximación final al proceso, con una serie de propuestas claras
que me gustaría plasmar en las próximas líneas. De ellas se desprenden varios aspectos de
interés para el futuro de la disciplina en los que profundizaré de cara a las conclusiones de
la tesis.

En primer lugar, tenemos que entender el concepto de «arqueología pública» como hilo
conductor. No sólo lo he definido en su contexto histórico, sino que estoy planteando una
suerte de redefinición complementaria al identificar esa práctica a la que llegamos en la
disciplina como una Teoría crítica de la arqueología.

Para ello, necesitaba exponer las bases teóricas del modelo. Su aplicación es realmente
compleja, pero mi primera intención es poner las bases para lo que puede representar un
trabajo de vida. En este sentido, algunos de los principales conceptos de la Escuela de Frankfurt
en sus diferentes generaciones han ido poniéndose sobre la mesa.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
324 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

El primero y puede que más importante, la autoconciencia. A pesar de ser algo que de un
modo u otro está presente en la arqueología desde hace décadas, aún hoy hay un sector muy
amplio que sigue negando nuestra integración en el contexto social en el que trabajamos.
Puede que no de palabra, pero si en la práctica. Una de las funciones más relevantes de la
arqueología pública es reivindicar ese contexto de forma continua y clara.

Precisamente a raíz de esa reivindicación, comienza la crítica a los modelos de trabajo. La


identificación de conflictos es continua y la dialéctica negativa nos permite poner de manifiesto
su raíz y las oposiciones que plantean. Pero dentro del análisis de ese contexto, la Teoría de
la Acción Comunicativa ofreció también algunas herramientas útiles de interpretación que
nos han servido para poner de manifiesto una de las flaquezas más importantes de nuestro
colectivo: la comunicación. Como aportación a ese modelo, la propuesta de un nuevo medio
de control (ver capitulo 3), enfocado desde los principios de una arqueología participativa,
puede responder a otra de las necesidades de nuestro trabajo.

Sin embargo, debo reconocer que la apuesta teórica queda en muchos casos coja de la
profundidad que merece, en buena parte por la apuesta metodológica que he planteado y
que en cierto modo me ha hecho justificar una posición más que enunciar la crítica. A pesar
de ello, considero que el planteamiento de la arqueología pública como plataforma para el
análisis crítico aporta valor al modelo y ha permitido abordar algunos de los objetivos de la
Teoría Crítica en el contexto de la actividad arqueológica.

Si esto representa el cuerpo principal del trabajo como propuesta, en el camino he


podido también plantear otros pequeños aspectos que destacar, como una actualización
de la definición de nuestro sector como estructura de clase (Capítulo 8), la desmitificación
de la propia arqueología pública (Capítulo 5) o una clarificación esencial para entender la
arqueología comercial en España: la LPHE no es el factor principal en la configuración del
modelo (Capítulo 7). Las 25 propuestas planteadas en el capítulo 10 son más anecdóticas que
formales, pero ponen sobre la mesa posibles líneas de trabajo, muchas de ellas ya en práctica,
que pueden mejorar considerablemente el sector y su imagen. Una imagen para la que he
expuesto un marco de comprensión y acción (Capitulo 6) que abre nuevas líneas de trabajo.

Y es que ese es a mi modo de ver uno de los principales valores de esta tesis doctoral: las
puertas que abre de cara a la investigación de las nuevas fronteras de nuestra disciplina. Desde
aspectos más clásicos como el historiográfico a necesidades estratégicas como la inteligencia
del sector, u otro tipo de inteligencia, la que tiene que ver con la percepción social del
patrimonio arqueológico.

En un momento en el que la arqueología tradicional está en crisis, esta tesis plantea una
salida por la tangente. Espero realmente que a lo largo de estas páginas haya podido aportar
esa esperanza para el sector.
.12.
CONCLUSIONES, PERSPECTIVAS Y DISCUSIÓN

«La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber ¿no es esto
espiritual? Y no quieren nadar, ¡naturalmente! Han nacido para la tierra, no
para el agua y, naturalmente, no quieren pensar, como que han sido creados
para la vida no para pensar. Claro y el que piensa, el que hace del pensar lo
principal ese podrá acaso llegar muy lejos en esto, pero ese precisamente ha
confundido el agua con la tierra, y tarde o temprano se ahogara»
(El lobo estepario, Herman Hesse)

Intentaré cerrar esta tesis doctoral con una serie de ideas claras que resuman la argumentación
de este volumen y planteen, no sólo líneas de trabajo futuras, sino un debate en el ámbito de
la gestión del patrimonio. El modelo perfecto no existe, pero considero que debemos trabajar
continuamente por la mejora del mismo en vez de conformarnos con el menos malo de los
sistemas, o lo que es peor, el más cómodo. Esto forma parte del espíritu crítico de la disciplina
y debe ser lo que nos empuje a continuar trabajando por una arqueología diferente, una
arqueología mejor. Para ello, una primera conclusión que ha sido el leitmotiv de mi trabajo, es
el clamor por un colectivo unido que vaya de la mano, integrando esfuerzos. La arqueología
es una profesión especialmente cainita y debemos luchar por un contexto de trabajo diferente
donde todos los actores podamos trabajar juntos para el bien del patrimonio arqueológico
y de nuestra propia profesión. Como uno de los elementos que choca en la relación de
sociedad —esa pequeña esfera que representamos— y arqueología, es un tema de interés de
la arqueología pública y uno de los lugares donde debemos concentrar los esfuerzos, porque
la imagen que proyectamos importa y en ocasiones nuestras relaciones internas la afean.
Como apuntaba en el apartado anterior, esto viene definido en un marco teórico complejo
que cada día resulta más necesario, pero sobre todo, en un marco práctico muy concreto con
el que quiero acercarnos a nuevas fronteras para nuestra disciplina. Las conclusiones de este
trabajo son muy abiertas y creo que cada lector podrá extraer las suyas propias. Es algo que
permanece en el espíritu de esta tesis doctoral. A continuación plantearé las que responden a
mis objetivos de partida.

325
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
326 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

12.1. Conclusiones

Este apartado va a hacer un breve recorrido por los objetivos de partida de esta tesis
doctoral para analizar si he sido capaz de cumplirlos y en qué medida. Un pequeño resumen
que tratará de asentar algunas de las ideas principales del trabajo, pero que recuperaré en su
propia aproximación crítica en la discusión.

12.1.1. Principales

1. Analizar y comprender el concepto de «Arqueología Pública» en toda su dimensión.

A lo largo de toda la tesis doctoral, pero especialmente en los capítulos 6 y 7, he planteado


lo que seguramente sea el primer análisis en profundidad de la disciplina. Tras varias décadas
de definición era necesario un acercamiento historiográfico, pero también una exploración
de sus límites y su marco teórico de trabajo (Objetivo 2). Se trata de un concepto complejo y
muy abierto que continúa transformándose día a día gracias, tal vez, a la ambigüedad de su
planteamiento. Sin ánimo de poner etiquetas, mi conclusión sería: ¿Trabajas pensando en tu
contexto social e intentas mitigar las consecuencias de tu trabajo u orientarlas al cambio en el
presente? Entonces le interesas a la arqueología pública.

2. Dotar de un cuerpo teórico al concepto de «Arqueología Pública».

El objetivo de la primera parte pasaba por emprender esta difícil tarea. A lo largo de los
primeros capítulos he descrito los conceptos y he hecho un pequeño repaso historiográfico a
su presencia en el ámbito de la arqueología y la arqueología pública. Entender la arqueología
pública como una Teoría Crítica de la arqueología cumple este objetivo per se, pero también
se plantea el contexto de otras arqueologías críticas de mucho interés para la disciplina (ver
anexo 1). A pesar de todo, este es seguramente el objetivo más complejo, aunque se han
sentado con creces las bases para el trabajo futuro. Entiendo mi conclusión en este caso como
un punto de partida con muchas posibilidades para la disciplina. Punto de partida que ya ha
avanzado con respecto a las posiciones originales de las que se partía.

3. Entender el desarrollo reciente de la arqueología española desde su perspectiva política,


social y económica.

Entrelazar todos los discursos era una labor compleja si quería mantener claridad en la
exposición, por eso es un objetivo que se puede desgranar a lo largo de la tercera parte de esta
tesis doctoral. Creo que no puede quedar la menor duda de la existencia de la multiplicidad
de relaciones arqueología-sociedad y que buena parte de ellas, al menos las principales,
están representadas a lo largo del texto. Pero de este punto extraigo dos conclusiones muy
importantes:

-- La primera, que no podemos dejar de lado este análisis a la hora de enfrentarnos a la


crítica de cualquier contexto de trabajo. Contextos de trabajo que suelen ser conflictivos
precisamente por su interacción en la esfera pública.

-- La segunda, que no es solo necesario verlo a posteriori, sino enfrentarse a ello como
punto de partida, en una autoconciencia plena sobre las consecuencias de nuestro
trabajo de cara a la sociedad y los determinantes sociales que nos afectan.
12. Conclusiones, perspectivas y discusión 327

4. Examinar los actuales modelos de gestión vigentes en España, en comparación con


otros modelos a nivel mundial.

Por razones de tiempo, este objetivo queda cojo. Si bien me acerco al tema en varios
apartados, no he podido llevar a cabo la comparación de modelos que, en cualquier caso creo
que queda bien justificada en la lógica final del texto. Sin embargo, el análisis comparativo
de diferentes modelos de gestión me sigue pareciendo un tema lo suficientemente interesante
como para continuar trabajando en él y por ello es un aspecto que paso en cierto modo a las
perspectivas de futuro.

A pesar de todo, considero el objetivo cumplido, en tanto en cuanto el contexto general de


la tesis hacía irrelevante entrar al detalle en aspectos que no afectan a este trabajo pero que
requerirían de un análisis muy profundo. Es material para otra tesis doctoral.

5. Criticar la capitalización neoliberal de la profesión arqueológica en todas sus facetas.

En ocasiones me han dicho que mi crítica del modelo es light. Yo considero que es una
crítica radical, en tanto en cuanto afecta a las diferentes raíces del problema. Además, es
una crítica constructiva que aporta soluciones factibles a problemas reales. A lo largo de
la tesis expongo en varias ocasiones mi oposición frontal a un modelo liberal —no tanto
comercial— que ponga el lucro por delante de los objetivos primarios de la arqueología, o
el valor social del patrimonio. El proceso de capitalización ha afectado ya a todas las esferas
de la arqueología en algún punto aunque sigamos planteando una resistencia ideológica.
La arqueología comercial es la cara más visible, pero la privatización de otros sectores y la
connivencia de la academia crítica son un hecho. Se hacen necesarias acciones reales en este
sentido o, de lo contrario, seguiremos reproduciendo el sistema.

6. Ofrecer una alternativa de gestión dentro de la legalidad actual y acorde a las premisas
de la arqueología pública.

Las veinticinco propuestas expuestas en el capítulo 10 presentan una alternativa posible,


pero requieren del compromiso colectivo para poder ser llevadas a cabo.

13.1.2. Subordinados

a. Evaluar la pertinencia de la Teoría Crítica como marco teórico para el concepto de


«Arqueología Pública».

No cabe duda, como ya expuse en el Objetivo 2, que la arqueología pública, tal y como
la entiendo y planteo en esta tesis doctoral, es una arqueología crítica y, por tanto, la Teoría
Crítica debería ser el marco base más pertinente.

b. Indagar sobre otras perspectivas teóricas con potencial para sustentar el concepto de
«Arqueología Pública».

En el anexo 1 concluyo con la posibilidad no sólo de optar por otros acercamientos para
aspectos concretos de la práctica, sino incluso de plantear otras bases desde la teoría de
Giddens o Bourdieu. Pero, como expondré en la discusión, la expansión de la arqueología
pública como práctica está llevando a un escenario en el que determinados contextos podrían
enmarcarse en paradigmas opuestos. ¿Será eso síntoma de la mayoría de edad de la disciplina?
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
328 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

c. Trasladar este marco teórico a la gestión del patrimonio arqueológico.

La herramienta principal propuesta es la adición de un quinto medio de control a la propuesta


de Habermas; compromiso social. De este modo, el planteamiento crítico y transformador de
partida está representado en unas propuestas que, si bien posibilistas tienen un objetivo claro.

d. Comprender las relaciones entre arqueología y sociedad, así como sociedad y


patrimonio, en el contexto del estado español.

Este es un campo en el que aún queda mucho trabajo por hacer. No sólo en un análisis
del tema como el que he desentrañado en las partes 2 y 3 de la tesis, sino en relación con
el Objetivo E. Mi punto de conformidad será haber dejado claro en qué medida estamos
inmersos en el mecanismo de funcionamiento de la sociedad, siendo dependientes de factores
externos en todo momento.

e. Discutir las actitudes con respecto al patrimonio y su gestión, tanto del ámbito
profesional como el público.

A través de la descripción de los principales estímulos por los que la arqueología es percibida
en la sociedad, han quedado claras algunas ideas como la necesidad de una divugación
activa más efectiva e inserta en la gestión integral del patrimonio, así como la pertinencia de
un espacio participativo mayor, no sólo de la sociedad en la arqueología, sino también de la
arqueología en la sociedad.

f. Criticar la deriva burocrática en la gestión del patrimonio arqueológico.

Es una perogrullada, pero sirve de punto de partida para justificar algunos aspectos del
Objetivo G.

g. Dotar de sentido a una gestión sostenible, comprometida y participativa, mostrando


cómo, desde cada uno de los ámbitos en los que trabaja la arqueología pública, se
puede aportar una opción de acción encaminada a comprender o mejorar la disciplina.

El proceso de justificación de las propuestas de gestión trata de poner de manifiesto la


insostenibilidad del sistema, que ya hemos visto aplicada al ámbito comercial tras la crisis,
pero que es sufrida por el patrimonio cada día. Aunque sólo sea como opción alternativa, las
propuestas planteadas cobran sentido ante los problemas del modelo actual. A lo largo de
la tesis se ofrecen varios ejemplos de acción que lo ilustran, pero la variabilidad es amplia
y espero que una de las cosas que hayan quedado claras con esta tesis sea la necesidad
de acción en pro de una mejor imagen de nuestra disciplina, representada no solo en su
divulgación, sino también en su práctica diaria.

h. Explicar en su contexto el desarrollo normativo español en relación con la arqueología y


el patrimonio cultural, así como el nacimiento y desarrollo de la profesión arqueológica
en España.

Desde la Ley de excavaciones arqueológicas de 1911 hasta los últimos desarrollos


normativos autonómicos, el capítulo 7 plantea una línea de acontecimientos en los que se
pueden apreciar también episodios concretos como la aprobación de la última ley madrileña,
narrada en todo su contexto. El capítulo 8 plantea una breve historiografía de la profesión
12. Conclusiones, perspectivas y discusión 329

arqueológica en nuestro país con especial atención a los últimos diez años, que ve desde una
perspectiva crítica algunos de los factores determinantes que nos han traído hasta la situación
actual.

i. Poner en contexto la imagen popular de la arqueología y el pasado.

La descripción de los estímulos ha sido pormenorizada, abordando de un modo general los


por qué en el capítulo 6. Sin duda, este es uno de los aspectos a desarrollar en el futuro. En
esta línea, esta tesis ha planteado la necesidad de comprender este contexto, pero se plantean
situaciones a lo largo del texto que explican el origen de algunos tópicos y situaciones
conflictivas de la actualidad, proponiendo en todo caso soluciones desde la arqueología
pública y la gestión.

j. Hacer una breve historiografía crítica del concepto de «Arqueología Pública» que
ponga de manifiesto su indefinición.

¿Cuándo podemos empezar a hablar de arqueología pública? Dependiendo de la definición


que tomemos del término, el punto de partida puede estar en un momento y lugar diferente.
La decisión tomada ha sido su definición actual con algunos antecedentes, a partir de la cual
he defendido una postura muy concreta (Capítulo 5) y en ocasiones enfrentada con otras
visiones del sector actuales.

k. Explorar la percepción que tienen sobre la gestión del patrimonio arqueológico


profesionales de diferentes estados.

Como se puede observar con la lectura del anexo 4 y el pequeño apartado resumen del
capítulo 10, uno de los aspectos más interesantes es la inseguridad existente en una parte
importante del colectivo sobre el modelo de gestión y su funcionamiento, así como cierta
animadversión hacia la arqueología comercial. En cualquier caso, la percepción de la gestión
se convierte como tal en un campo a explorar con más detalle, gracias a los resultados que
puede aportar para la mejora de los modelos.

Los objetivos de esta tesis doctoral eran muy heterogéneos y su propia estructura animaba
a una lectura transversal que permitiera leer de forma casi independiente cualquiera de
los apartados principales. Por eso, el cierre de estas conclusiones tiene que aportar ese
hilo conductor común que dota de sentido al trabajo como unidad. Así volvemos al título:
«Arqueología y Sociedad. Interacción y Acción desde la Teoría Crítica». En él planteo como
punto de partida una relación existente entre arqueología y sociedad que expongo a lo
largo del texto en todas sus dimensiones y consecuencias. Esta interacción ha generado
una serie de dinámicas y problemas derivados de la gestión del patrimonio arqueológico
que considero pueden ser solucionados con una práctica comprometida y crítica desde
la arqueología pública. Defino el concepto, pero uno de los elementos pendientes es su
propia fundamentación teórica, para lo que la Teoría Crítica representa un marco útil.
Ordenar este discurso con todos los aspectos a tratar era complicado, debido a la multitud
de temas de calado que debía afrontar. Por eso, la estructura de la tesis plantea en sí misma
una aproximación al modelo. Sin embargo, no puedo ocultar que este título responde a
la idea original de hace diez años y, viendo el producto final, bien podria haber optado
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
330 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

por otra fórmula que se ajustase más a la realidad del contenido. Una propuesta como
«Arqueología y Sociedad. Un marco de acción para la arqueología pública» le habría dado
más consistencia al proyecto, pero a la vez habría cercenado uno de los principales retos,
el teórico.

Si tuviera que aportar una conclusión cerrada y concisa de este trabajo, sería la esperanza
por un modelo crítico y comprometido de gestión, que sea capaz de articular una práctica
respetuosa con el patrimonio arqueológico, constructiva para el colectivo profesional y
beneficiosa para la sociedad. La arqueología pública puede ayudar a ese cambio desde el
conocimiento de las relaciones que articulan el sistema y las propuestas de acción que se
pueden plantear. No podremos cambiar el mundo, pero sí podemos mejorar las condiciones
de los pequeños contextos en los que trabajamos. Primero, eso sí, debemos cambiar nuestra
forma de practicar arqueología y de gestionar el patrimonio arqueológico.

12.2. Perspectivas

Soy consciente de algunas de las limitaciones de la tesis, en especial su respaldo por


datos, del mismo modo que soy consciente de sus circunstancias, que puede no hayan
sido las mejores. Por eso, una de las conclusiones que puedo sacar de este proceso es que
es necesario un estudio mucho más profundo de las líneas marcadas por esta tesis. De
todas. No sabemos más que una pequeña parte de lo que se esconde detrás del cúmulo
de relaciones en el que estamos inmersos y apenas podemos inferir algunas ideas desde
la observación y el análisis de los elementos que están a nuestro alcance. Sin embargo, el
potencial es mucho y puede resultar revelador. Cuando planteo al comienzo de este trabajo
que la arqueología pública es crítica y transformadora, lo hago convencido de que podemos
llegar a construir un contexto mejor para nuestro trabajo que además ayude a construir una
sociedad mejor.

A lo largo de la tesis he tratado de mostrar este potencial desde el análisis de la gestión del
patrimonio arqueológico con una perspectiva crítica y orientada por la arqueología pública.
Esto significa que no he buscado describir un modelo que ya está descrito, sino entablar
una dialéctica con ese modelo, puede que más hegeliana que negativa —lo cual habría sido
mejor. El foco en la experiencia es tal vez uno de los aspectos más frágiles del texto, pero
considero que le da valor en tanto en cuanto pone sobre la mesa cuestiones que no llegan
al ámbito académico. Pero mi principal obsesión y también mi principal frustración, ha sido
el respaldo cuantitativo para algunos de los apartados. Puedo defender con razones cada
una de las opiniones que vierto a lo largo de la tesis, pero seguiré teniendo la necesidad de
llevar a cabo la batería de encuestas y trabajo sociológico en general, que sigo considerando
esencial para poder ahondar en un público que sigue siendo desconocido para nosotros.

A lo largo de la tesis planteo una serie de experimentos y encuestas que no caerán en saco
roto. Durante estos años las circunstancias han sido complicadas, pero trabajaré para sacar
adelante estos trabajos, bien personalmente o bien animando a terceros. Todos estos trabajos
forman parte de un programa de investigación que definí en 2010 para dotar de sentido
la actividad de JAS Arqueología S.L.U. y espero que esta tesis doctoral sirva también para
encontrar compañeros de camino.
12. Conclusiones, perspectivas y discusión 331

Entre estos estudios, hay varios que considero prioritarios:

-Percepción pública del patrimonio.

Tanto la gran encuesta general, como el experimento que planteo para evaluar el valor real
del patrimonio y los momentos en los que empieza el conflicto. Otra de las líneas de este
punto es la profundización en el uso de iconos arqueológicos como marca que, por ejemplo,
Antonio Vizcaíno continúa con su blog Pi3dra y a lo que pronto dotaremos de un mayor
sentido académico.

-Seguimiento de medios.

Existen infinidad de trabajos derivados de esta línea, pero debemos enfocar una parte
de nuestro esfuerzo en conocer qué se dice y por qué. Del mismo modo, seguir trabajando
por una comunicación arqueológica mejor. El tirón de periodistas como Iker Jiménez debe
representar una oportunidad para nosotros, ya que desde la rigurosidad tenemos capacidad
para enfrentar la pseudoarqueología.

-Análisis del sector.

El Incipit-CSIC ha dado un paso de gigante a través de las encuestas a empresas que realizó
en 2009 y 2014, pero aún queda por conocer un sector muy importante de la profesión y
a una profundidad mayor. No sólo son interesantes los números, sino las relaciones que se
establecen entre ellos.

-Gestión.

Consciente de que no tengo capacidad de aplicar ninguna de las propuestas de esta tesis, la
labor de comunicación empieza ahora. No puedo asegurar que mi modelo funcione, pero sin
intentarlo tampoco me pueden decir lo contrario. Con conseguir que alguna de las veinticinco
propuestas que planteo llegue a ponerse en práctica de forma generalizada, sentiré que ha
sido un éxito.

-Profesión.

El colectivo sigue siendo mi otra gran obsesión y trabajaré mientras tenga fuerzas por su
unión y desarrollo. El proyecto con la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo que estamos
comenzando desde el Colegio de Arqueólogos de Madrid me da ánimos para continuar en
una línea de trabajo que se aleja de la arqueología, pero va en su beneficio. Un ejemplo
de lo que representa la arqueología pública y la reciprocidad de las relaciones. En Etiopía
utilizaba el patrimonio para solucionar un problema sanitario y en España utilizo la sanidad
para solucionar un problema profesional de la arqueología.

Cinco líneas interesantes que tendré necesariamente que seguir compatibilizando con todo
lo demás, en especial la exploración de las percepciones, que aún guarda muchos puntos
atractivos.

En los últimos diez años mi generación ha ido poco a poco asumiendo el concepto de
arqueología pública. Mi esperanza es que esta tendencia se reafirme y trascienda el ámbito
académico.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
332 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

12.3. Discusión

Finalmente, el proceso de elaboración de esta tesis me ha hecho plantearme dudas,


algunas para las que ni siquiera me he formado una opinión aún. Situaciones cotidianas
que cuestionan algunas de las premisas que hemos dado por seguras desde el colectivo y
elementos conflictivos que he podido identificar en publicaciones y algunos de los múltiples
debates que he vivido hasta llegar aquí.

La primera pregunta que me planteo es sobre la utilidad real de muchas de las encuestas
con las que contamos actualmente. En especial tras leer estudios del ámbito de la ciencia
cognitiva. Con esto, pongo en duda mis propias conclusiones con respecto al valor y uso
del patrimonio. Cuando planteo la necesidad de llevar acabo más encuestas, sondeos y
experimentos, lo hago pensando en una investigación a gran escala y con un diseño orientado
a encontrar las trampas del modelo. ¿A qué me refiero? Como ya he comentado en varios
momentos, conseguir unos resultados positivos en una encuesta como las que planteamos
desde el sector es relativamente fácil. Podemos evaluar el conocimiento/desconocimiento,
pero cuando pasamos a valorar la afección o el valor, entonces las respuestas se complican.
Uno de los aspectos fundamentales es contar con una especialista en el campo, que es algo que
el trabajo interdisciplinar nos debería haber dejado claro hace tiempo, pero esa persona debe
integrarse de lleno en el contexto para poder responder a las necesidades de la investigación.
Además, el sesgo que se puede producir a diferentes niveles es muy importante. La literatura
al respecto es contradictoria —ver por ejemplo este trabajo que contesta con estudios una
creencia, supuestamente contrastada empíricamente sobre la validez de preguntas subjetivas
en los sondeos (Bertrand y Mullainathan 2001), o este otro sobre el cuestionamiento del caso
opuesto que representan las preguntas de si/no (Houtkoop-Steenstra y Antaki 1997). Desde
luego, uno de los sesgos más reconocibles con el tipo de encuestas que trabajamos tiene
que ver con la predisposición o no a hacerlas (Chadi 2012) y es conveniente tener en cuenta
estos factores a la hora de su elaboración. Por otro lado, las herramientas para reducir el
sesgo se continúan desarrollando, desde clásicos como la técnica de la anécdota —vignette—
(Finch 1987), que uso en alguna de mis encuestas, hasta las oportunidades que ofrecen los
algoritmos online para evitar el sesgo de respuestas erróneas (Damerdji, Sankaran y Kaushik
2014), que si bien siguen siendo herramientas muy específicas adaptadas a casos concretos,
pueden ser de gran utilidad de cara al futuro. En cualquier caso, sólo continuar hacia delante
nos puede aportar claridad y conclusiones más concretas. Más allá, sigue siendo el único
método para poder evaluar muchos de los aspectos que necesitamos saber para la práctica de
una arqueología pública de calidad. Estrechar lazos con equipos que trabajen desde la ciencia
cognitiva va a ser determinante.

La segunda reflexión tiene que ver con la propia moda que está representando la arqueología
pública como corriente. Su indefinición —buscada— da lugar a una apropiación del término
por parte de prácticas que asocian la parte con el todo ya sea identificando «arqueología
pública» con divulgación, participación o incluso multiculturalismo, aspectos todos ellos en
estrecha relación con ella, pero que no pueden enmarcarse en su filosofía sin el componente
crítico y la planificación que lleva detrás. Este es el fondo del anexo 2 y no pretendo seguir
dando vueltas sobre la misma idea, pero sí plantear el reto que supone una buena divulgación
del propio concepto para asumir en la práctica que lo que configura una acción desde la
arqueología pública no es una acción divulgativa, sino el planteamiento de base de todo el
12. Conclusiones, perspectivas y discusión 333

proyecto arqueológico. Tal vez es por eso por lo que la arqueología contemporánea suele estar
más encaminada a la arqueología pública, y es que la relación con la sociedad del presente
es la base del concepto. En casos como el de la participación, el problema es diferente y
tiene que ver con sus objetivos —especialmente los que no se manifiestan. Me refiero, por
ejemplo al modelo de la Social Contract Archaeology u otros formatos de socialización por
lucro. Actividades que suelen estar exentas de crítica y que a priori no deberían representar
un problema, pero que me hacen plantearme si no existen dos arqueologías públicas; la
positivista y la crítica. O, en otras palabras, si no se habrá alcanzado ya una mayoría de edad
tal, que desde la propia práctica se estén manifestando diferentes corrientes. Por un lado me
resulta problemático en un momento tan incipiente, pero a la vez puede ser una buena noticia
de cara al establecimiento de la arqueología pública como disciplina. El problema es que
todavía no se ha alcanzado la masa crítica para poder definir este universo.

Por último, el tercer aspecto que me preocupa notablemente es el de la inevitabilidad


del modelo. Los últimos años proliferan las sesiones y publicaciones —académicas— contra
la arqueología comercial (de contrato). Razones no faltan, especialmente en el ámbito
latinoamericano, donde el abuso y la complicidad han sido brutales (ver Jofre 2015; Ribeiro
2015). Los contextos de Brasil, por ser tal vez el más grave y España, que tengo como base
de esta tesis, son difícilmente comparables. Incluso el trabajo que se desarrolla en el propio
Rio de Janeiro actualmente, no tiene nada que ver con la realidad del Amazonas. Como
he apuntado en varias ocasiones, la arqueología comercial es una solución cómoda y
efectiva para la gestión del patrimonio arqueológico en un contexto muy claro: legislación
protectora + desarrollo urbanístico y de infraestructuras + contexto económico capitalista.
Prueba de ello es que son pocos los estados que cumplen estas tres premisas y mantienen
un sistema «puramente» público —como por ejemplo México o Grecia. Paulatinamente han
ido permeando la entrada de empresas, que se han hecho con parcelas mayores o menores
del mercado en modelos mixtos que no pueden entenderse en la dicotomía socialista-
capitalista que plantea Kristiansen (2009), pues el origen de la financiación y el reparto de
cuotas es mucho más complejo (Aitchison et al. 2014). En este panorama, mi opción de
cambio ha sido posibilista, porque la lectura de otros textos como el recién publicado de
Nicolás Zorzin (2015), me frustra. Con unos planteamientos similares a los de esta tesis y un
análisis acertado de la situación, citar el último trabajo de Hervé Kempf (2010) y alinearse
con su pensamiento parece suficiente. Construyamos una arqueología diferente, pero ¿cómo?
La organización, desde abajo, de estructuras de resistencia al sistema es una fórmula, útil en
muchos contextos, que se ha comentado en ocasiones en el de la arqueología pública. No la
utilizo como propuesta para España porque es ilegal —o alegal, al menos— y requeriría una
fractura del modelo, mucho más allá de las relaciones entre agentes y la ruptura del contexto
comercial. No creo que estemos preparados como sociedad para asumir la responsabilidad de
una gestión compartida del patrimonio y me genera angustia pensar que las opciones son no
hacer nada (reproducción del sistema), hacer lo posible (maquillaje del sistema) o criticar sin
propuestas (negación del sistema = reproducción del sistema). Mi opción ha sido la segunda y
espero que con compromiso colectivo y desde la arqueología pública, las críticas utópicas del
sistema puedan ser una realidad factible en el futuro, pero mientras tanto estaremos haciendo
un brindis al sol. Por eso, pese al dilema que planteo sigo reafirmándome en mis conclusiones
y en la fe ciega por un futuro en el que podamos romper el modelo actual. Al fin y al cabo,
desde un trabajo comprometido en arqueología pública, se pueden ir modificando muchas
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
334 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

cuotas de poder, e integrando de un modo más práctico también a un sector interesado de


la sociedad. Las interacciones arqueología-sociedad son demasiadas, y demasiado estrechas,
como para creer lo contrario.

«La esperanza. Es la ilusión humana más quintaesencial, al mismo tiempo la


fuente de vuestra mayor fortaleza y de vuestra mayor debilidad» (El Arquitecto,
Matrix Reloaded).
ANEXOS

by BANKSY
.A1.
LA TEORÍA CRÍTICA Y
LA ESCUELA DE FRANKFURT

«La cuestión de qué es teoría según el estado actual de la ciencia no parece


ofrecer grandes dificultades. En la investigación usual, por “teoría” se entiende un
conjunto de proposiciones acerca de un ámbito de objetos conectadas entre sí,
de tal modo que a partir de algunas de ellas se pueden deducir las restantes».
(Horkheimer 2000: 23)

Así comienza el ensayo fundador de la Teoría crítica, con una premisa sencilla y cierta.
La «teoría» es fácil, pero normalmente no engrana del todo bien con la práctica convirtiendo
cualquier empresa teórica en complicada. La de esta tesis doctoral no lo va a ser menos, desde
el momento que se plantea como reto una Teoría crítica de la arqueología. La elección de
la Teoría crítica como marco de pensamiento no es inocente. Como expondré más adelante
(capítulo 6), esta tesis doctoral surge de un artículo al respecto de Juan Vicent (1991), pero a
la vez bebe de dos trabajos que considero esenciales en desarrollo teórico de la Arqueología
Pública –mi marco de trabajo dentro de la arqueología— como fueron Public Archaeology
in Annapolis (Potter 1994) y The concept of ‘the public’ and the aims of public archaeology
(Matsuda 2004). Pero considero esencial comenzar por una exposición más sistemática del
cuerpo teórico general. Este primer capítulo de «teoría» explorará lo que se conoce como la
primera generación de la Escuela de Frankfurt, prestando especial atención a sus orígenes, sus
principales representantes y el cuerpo teórico que conformaron.

A1.1. Los orígenes de la Escuela de Frankfurt

Si pretendo basar mi discurso en los fundamentos de la Teoría crítica, tengo que comenzar
esta pequeña historia con un trasfondo histórico nada positivista, el de Stefan Gandler y
sus notas sobre una ciudad que ponen en contexto lo que quiso ser, fue y es el Institut für
Sozialforschung que vio nacer una «escuela» poco tradicional.

337
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
338 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

«En la modernidad han sido pocas las escuelas filosóficas cuyo nombre se haya
derivado del de una ciudad. En el caso de la Teoría crítica de la sociedad esa
terminología, que diluye lo conceptual en lo geográfico, ha sido ampliamente
criticada, no solamente por el hecho de que la mayor parte de los textos de esta
escuela no han sido redactados en Frankfurt am Main, sino en París, Nueva York,
Berkeley, Los Ángeles, San Diego y otras ciudades que recibieron a los miembros
del Institut für Sozialforschung [Instituto de Investigaciones Sociales] y a Walter
Benjamin, debido a que, a la llegada de los nazis se vieron obligados a salir de
Alemania para seguir trabajando y existiendo» (Gandler 2009: 9).

La ciudad de Frankfurt era especial en el contexto alemán. Más independiente, más «libre»,
hasta el punto de dar cabida a una burguesía que hoy podríamos definir como progresista.
El Instituto se funda en 1923 como un centro adscrito a la Universidad de Frankfurt am
Main, un centro con menos de diez años que surgía de la iniciativa ciudadana y, por tanto,
estaba al margen de la regulación estatal en aspectos como el antisemitismo ya reinante en
la República de Weimar. Esto hizo que la financiación fuera pujante, al igual que el contexto
crítico que favorecería el nacimiento de una escuela teórica potente e influyente, a pesar
de las circunstancias. La Escuela no nace por localización sino por nostalgia. El grupo que
se encuentra en Frankfurt bajo la dirección de Horkheimer en 1930, tiene que emigrar a
otros destinos tras los eventos de los años siguientes que desencadenan el régimen nazi. Si
el contexto de la ciudad fue determinante para el surgimiento del Instituto, el de la Alemania
nazi lo sería para el nacimiento de la Escuela. Trasladada primero a Ginebra y después a
Nueva York, donde se integra en la Universidad de Columbia, en 1951 volverá a Frankfurt
bajo la dirección de uno de sus fundadores; Pollock.

Sin embargo, el Frankfurt de 1951 no tenía nada que ver con el de 1923. El régimen nazi
había terminado con esa burguesía progresista, especialmente con la burguesía judía, que
ahora había quedado reemplazada por la burguesía «aria» heredera del régimen nazi. Si bien
la situación no era tan grave como en otras universidades alemanas, desde luego parecía
haberse perdido ese tono radical original de la primera generación que dio nombre a la
Escuela. Gandler no es objetivo en este análisis, pero plantea un panorama muy interesante
a través de una experiencia personal, ya a finales de los 80, cuando como estudiante de
una restaurada escuela bajo la dirección de Habermas, es expulsado de los actos del 75
aniversario de la Universidad por sus posturas críticas, a pesar de ser un cargo electo del
cuerpo estudiantil:

«Los representantes de la autodeclarada “segunda generación de la Teoría crítica”


como Habermas, o de la “tercera” como Honneth y Dubiel, no vieron ninguna
necesidad de protestar contra este acto de censura académica destinada a
garantizar la exclusión de la postura teórica e histórica de Teoría crítica en el 75
aniversario de la Universidad de Frankfurt» (Gandler 2009: 15).

El odio que se respira en las palabras de Gandler sólo puede responder a una experiencia
personal traumática, pero es interesante observar cómo dentro de su crítica se esconden
detalles que nos pueden ayudar a entender la deriva de la Teoría crítica de la sociedad y su
estrecha relación con el contexto social y político en el que se desenvuelve.
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 339

A1.1.1. La fundación

«La empresa tuvo éxito sólo porque, gracias al apoyo de Hermann Weil y a la
intervención de su hijo, Félix, un grupo de hombres, interesados en teoría social y
formados en escuelas diferentes, se agruparon en torno a la convicción de que la
formulación de lo negativo en la época de transición era más importante que las
carreras académicas» (Max Horkheimer, en Jay 1974: 9).

Si volvemos a los orígenes del Institut1, nos encontraremos con un cierto desencanto
ante la realidad social que se presenta en las primeras décadas del siglo XX. No ha habido
una revolución del proletariado, sólo una del campesinado en Rusia, basada en premisas
completamente diferentes a las que planteaba Marx. Esa primera crisis del marxismo ponía
en duda un cuerpo teórico en boga, pero cuyo análisis parecía ahora erróneo. Mientras en
Rusia acababa de triunfar una revolución cada vez más utópica en Alemania, las opciones
que ofrecía la República de Weimar para los intelectuales de izquierda eran limitadas; un
partido comunista que se miraba en el espejo ruso, o un partido socialista que le había dado
la espalda a la revolución2. En el trasfondo, una crisis teórica que favoreció la creación de
un nuevo círculo de pensamiento en torno a la figura de un personaje secundario, pero
imprescindible: Felix Weil.

Nacido en Buenos Aires e hijo de un rico comerciante alemán, su situación le permitió


estudiar desde niño en Frankfurt. Si bien no llegó a participar de la I Guerra Mundial, si lo
hizo de la Revolución de Noviembre, imbuido por ideales socialistas. En aquel momento,
estudiaba Ciencias Económicas y Sociales en Tubinga —donde había coincidido como
estudiante de Wilbrandt— y de donde sería expulsado tras su arresto por «actividades
socialistas» (Wiggershaus 1995: 11). Se traslada a Frankfurt, donde conseguirá el grado de
doctor por su trabajo —previo— Socialización: un intento de fundamentación conceptual
con una crítica de los Planes de Socialización, ya publicado por Karl Korsch como parte de su
compendio ¿Qué es la socialización? de 19193.

En el contexto de las luchas teórico-prácticas entre socialistas y comunistas, 1922 vio la


celebración de la llamada «Semana de Estudio Marxista» en un discreto hotel de Geraberg.
Esta jornada fue financiada por Weil y organizada por Korsch, reuniendo a una veintena
de participantes, la mayoría jóvenes doctores relacionados con el partido comunista como
Lukács, Wittfogel, Pollock, Alexander o Fukumoto. Entre los objetivos, aunar a las distintas
tendencias por un marxismo «puro» (Jay 1974: 28). Entre las conclusiones, llevar la filosofía a
los trabajadores4 como medio de alcanzar una verdadera praxis. El abismo entre pensadores
—burgueses al fin y al cabo— y trabajadores era demasiado grande en esos momentos para
poder creer de forma efectiva en un triunfo de cualquier tipo de revolución.

1 Siguiendo las indicaciones de Jay (1974: 14), usaré para este periodo Institut, ya que no se puede hablar de la Escuela de
Frankfurt hasta el momento en que se conforma como tal en su exilio.
2 A pesar de los intentos de intelectuales marxistas como Robert Wilbrandt y su sonado panfleto de 1919 Are the Socialist
Socialist Enough? (ver Wiggershaus 1995: 10).
3 En el contexto de los comités para la fundación del nuevo estado alemán y la Revolución de Noviembre, varios pensadores marxistas
plantearon alternativas económicas. Entre ellos, Luckács y Korsch fueron seguramente los principales referentes, pero el contexto
sociopolítico del momento y la fundación de la República de Weimar harían que las propuestas quedaran en agua de borrajas.
4 Esta cita de Marx representaría el centro de la discusión y las conclusiones esa semana: «Ya, como decidida contraposición a la
forma hasta ahora conocida de la conciencia práctica alemana, la crítica de la filosofía del derecho especulativo no va a terminar
en sí misma, sino en un problema para cuya solución sólo hay un medio: la praxis» (Marx 2010: 15).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
340 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Las contradicciones de Weil —no dejaba de ser hijo de un adinerado comerciante y


adinerado él mismo— coartaron seguramente la línea de acción más radical. Sin embargo, su
empeño por profundizar en la teoría no cejó, especialmente alentado por la rígida estructura
académica alemana. Junto con Pollock, tramaron una forma alternativa de enfocar sus estudios
en un centro autofinanciado que no dependiera tan estrictamente de la universidad y su
contacto con Gerlach, que gozaba de una plaza por aquel entonces en Frankfurt y también
había conocido a su padre, marcaría el inicio del Institut.

Gerlach no era comunista, sino socialista convencido —un socialista sin partido, decían
(Jay 1974: 34). Weil no tardaría en persuadirle para establecer un centro académico de estudios
marxistas en Frankfurt. Como apunta Wiggershaus (1995: 17 y ss.), se dieron además otras
circunstancias favorables como el propio gobierno prusiano, de mayoría socialdemócrata y
para quien un centro de investigación marxista era una idea aceptable. La propia ciudad de
Frankfurt contaba con sus especificidades; una sociedad mucho más abierta al pensamiento
de izquierdas, que frecuentaba cafés y debates, con una fuerte implicación política; una
economía floreciente, destacada por una fuerte comunidad judía mejor integrada que en
otras ciudades; una fuerte implicación con las instituciones académicas, especialmente en el
ámbito de las ciencias sociales; una universidad potente, etcétera. Pero por encima de todo,
la figura de Hermann Weil, padre de Felix Weil, que no dudó en aportar una base de 120.000
marcos anuales para la implantación del Institut.

Así, tras algunos tiras y aflojas con la propia universidad —se restringe el uso del edificio
para investigación y enseñanza, salvo que exista autorización del ayuntamiento— el 3 de
febrero de 1923 se aprueba la creación del Institut y en marzo comienza la construcción del
edificio, convirtiéndose en el segundo centro para el estudio de las ciencias sociales después
de Colonia (Wiggershaus 1995: 19).

Gerlach nunca llegaría a ver el proyecto llegar tan lejos, ya que fallece de diabetes en 1922,
por lo que la principal opción de los Weil para dirigir el Institut se había esfumado demasiado
pronto. Aunque originalmente podría haber parecido razonable una dirección a cargo del
propio Felix —no en vano, es su idea y su dinero—, nunca se quiso postular ni tan siquiera
habilitar para que no pareciera que habría comprado su posición (carta personal citada en Jay
1974: 33). Así pues, una vez descartados Korsch y Lukács por su abierta participación en el
Partido Comunista, los focos se pusieron en Grünberg. Éste era por aquel entonces docente en
Viena y había planteado ya un proyecto similar en la capital austriaca, por lo que el proyecto
planteado por Weil le resultó muy atractivo. Así, el 22 de junio de 1924, Grünberg pronunció
su disertación inaugural5 como director del Institut, dando por comenzada la primera etapa
del centro que acogería uno de los movimientos filosóficos más importantes del siglo XX.

A1.1.2. Los años de Frankfurt

En su discurso, Grünberg había planteado dos líneas básicas de acción para el instituto:
Por un lado, un programa de investigación sobre el Marxismo, que no se redujera a la óptica
puramente marxiana. Por otro, más desapercibida, la participación en la formación del
«mandarinato», entendible como estrategia casi revolucionaria (Bodemann 1986).

5 Festrede, gehalten zur Einweihung des Instituts fur Sozialforschung an der Universitat Frankfurt/Main am 22. Juni 1924.
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 341

“For the European setting I would define “the mandarines” simply as a social and
cultural elite which owes its status primarily to educational qualifications, rather
than to hereditary rights or wealth. The group is made up of doctors, lawyers,
ministers, government officials, secondary school teachers, and university
professors, all of them men with advanced academic degrees based on the
completion of a certain mínimum curriculum and the passing of a conventional
group of examinations” (Ringer 1976: 5-6).

Ringer plantea un interesante relato de la sociedad y la política germana en el cambio de


siglo que nos ayuda a entender algunos aspectos de la fundación del Institut como el interés
de Weil padre por vincularse a la universidad, el contexto de Frankfurt como ciudad para
su creación, las dificultades para encontrar un cuerpo investigador y docente, o la creciente
burocratización y el consiguiente cambio de rol-poder que agitaría primero un movimiento
marxista y más adelante una revolución fascista sin precedentes. El contexto del mandarinato
resulta por ello extremadamente interesante y no es de extrañar que los primeros años del Institut
se integraran de algún modo en él en una forma de puesta en práctica de las conclusiones
de la «Semana de Estudio Marxista». Pero, si bien la formación a la que se veían forzados no
se enfocó a la clase obrera sino al funcionariado, en el plano de la investigación Grünberg
planteó un programa de trabajo activamente marxista que profundizara en el movimiento
obrero y su contexto —incluidos movimientos opuestos que surgieron en aquella época.

Wittfogel, Sorge, Pollock o Grossmann publicarían en estos primeros años algunas obras
interesantes, pero por encima de todo, se pondrían las bases de un centro que hoy diríamos «de
excelencia» en cuanto a sus recursos e infraestructuras. El edificio albergaba una biblioteca
que se suscribiría a más de cuatrocientas revistas y compilaría más de cuarenta mil libros
en sus primeros años. De destacar es también la edición del Archiv, que continuaría desde
Frankfurt y, sobre todo, del Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA), la primera gran compilación
de la obra completa de Marx y Engels en alemán, que se haría en colaboración con el Marx-
Engels Institut de Ryazanov, quien sería purgado en 1931.

Según Wiggershaus (1995: 32-3), la publicación del primer MEGA fue en sí un proceso
interesante en lo político. Con Weil, Pollock y Grossmann como editores, el aparente carácter
abiertamente político de la editorial —por estar dedicada en exclusiva a textos marxistas,
por otro lado al igual que el instituto— le costó la negativa de la Universidad a alojarse en el
Institut y una concienzuda investigación policial. Finalmente, Weil haría caso omiso de las
normas y cuando la Universidad se dio cuenta de que la editorial estaba en el Institut ya no
había lugar a protesta alguna, principalmente porque el carácter académico de la misma no
conllevaba duda alguna.

En 1928, Grünberg sufre un infarto que le aleja de la vida activa en el Institut. Aunque sigue
figurando como director y aún vivirá hasta 1940, su estado de salud es lo suficientemente
precario como para que se plantee su retirada total. Durante dos años, las negociaciones de
Weil con la Universidad y el Ministerio de Cultura serían duras, especialmente tras las quejas
que comenzaban a llegar desde otros departamentos de la Universidad:

“A Frankfurt professor of economic theory, Fritz Schmidt, complained in July 1930


to the Prussian Ministry of Culture that assistants at the Frankfurt Institute of Social
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
342 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Research were selected on a prejudiced basis, that “a considerable number of


communist and revolutionary students, in many cases foreigners” had recently
gathered there, and that lively agitation was developing” (Wiggershaus 1995: 36).

El acuerdo de creación del Institut requería sin embargo que el nombramiento de cualquier
director contara con el acuerdo de la sociedad presidida por Weil, por lo que pese a los
intentos de desvirtuar el futuro del centro por parte de la facción más conservadora, era
necesario que llegaran a un acuerdo satisfactorio para todas las partes. El propio Weil seguía
sin postularse como director, entre otras cosas porque no cumplía los requisitos ni tuvo interés
en hacerlo. Siempre se había dedicado a la gestión financiera del Institut y desde la muerte de
su padre en 1927 tendría que atender también los negocios familiares. Pollock ejercía como
primer asistente de Grünberg y había tenido funciones administrativas en el Institut, por lo
que continuó haciéndose cargo de la administración. Aunque de facto ejercía como director
durante la ausencia de Grünberg, no sería nombrado oficialmente. Ahí es donde entró en
escena la figura de Max Horkheimer, que acababa de conseguir la Cátedra de Filosofía Social
en Frankfurt y se posicionaba como el candidato perfecto a la dirección. Sería nombrado
nuevo director en julio de 1930 y comenzaría su ejercicio oficialmente en enero del 31.

En su disertación inaugural6, Horkheimer ya marcó diferencias con respecto a su predecesor.


Se centró en el concepto de filosofía social —la cátedra que ostentaba— como teoría que
necesitaba de investigación empírica. Capaz de desentrañar los entresijos de las relaciones
sociales, el primer objetivo marcado sería la clase obrera. Para ello, apuntó un modelo
interdisciplinar en el que filósofos, sociólogos, economistas o psicólogos formaran parte de un
mismo grupo de trabajo. No dejaba de lado la óptica marxiana, sino que planteaba una nueva
forma de acercarse a ella. Las consecuencias de la nueva dirección fueron radicales. Por un
lado se planteaba un paso adelante en la investigación del centro. Por otro lado se abría la
puerta a nuevas temáticas y nuevos horizontes, con un mayor respaldo de la Universidad.

Pero la llegada a la dirección de Horkheimer y sus primeros pasos no pueden entenderse


sin el contexto político y económico del momento. Las elecciones de 1930 habían dejado
un gobierno débil en Alemania y Hitler, con más de seis millones de votos, aparecía ya como
la principal figura de una oposición fragmentada donde el acuerdo parecía imposible. La
situación económica era muy débil y el discurso nacionalista y xenófobo del líder nazi calaba
cada vez más en la clase media alemana, hasta auparle en 1932 como primera fuerza política,
con más del doble de votos poniéndole las cosas difíciles a Paul von Hindenburg en las
presidenciales de marzo/abril. Tanto el partido comunista como el nazi, que juntos sumaban
la mayoría del parlamento, no iban a apoyar ningún gobierno que no lideraran y la maniobra
de Hugenberg para desbloquear el proceso, pensando que podría controlar a Hitler, allanó
el camino a los acontecimientos posteriores. En enero de 1933, Adolf Hitler sería nombrado
canciller.

No es de extrañar que, como apunta Jay (1974: 59), algunas de las decisiones de Horkheimer
durante los primeros meses como director del Institut, se hicieran ya con un ojo puesto en
el exilio. De ellas, la más relevante es el establecimiento de una serie de filiales fuera de
Alemania, la primera de las cuales sería en Ginebra aprovechando las relaciones de Pollock
y Albert Thomas, el director de la Organización Internacional del Trabajo. El objetivo era
6 Die gegenwärtige Lage der Sozialphilosophie und die Aufgaben eines Instituts für Sozialforschung.
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 343

puramente académico en origen, pero Pollock se estableció en Ginebra con su ayudante y


poco a poco fueron desviando fondos a una compañía holandesa.

En el plano académico, el principal cambio acaecido, más allá del viraje en los objetivos
del Institut, fue el cierre del Archiv que había traído Grünberg dede Viena y el inicio en
su lugar de la serie Zeitschrift für Sozialforschung, con ensayos ampliamente trabajados que
rompían con la sociología tradicional, marcando lo que iba a ser la línea de pensamiento de
la Escuela de Frankfurt, ya en plena asociación con el psicoanálisis —de hecho con el Instituto
Psicoanalítico de Frankfurt. Además, con la llegada de Horkheimer, se incorporarían al Institut
otras figuras como Erich Fromm o Herbert Marcuse.

A pesar de todo, el Institut seguía siendo una institución marcadamente marxista, donde
un cuerpo docente de ascendencia mayoritariamente judía no iba a poder resistir el envite del
nuevo régimen.

A1.1.3. El exilio

A lo largo de 1932 buena parte del personal del Institut se encontraba ya en Ginebra, de no
ser por los docentes que tenían que atender sus clases en Frankfurt. La llegada de Hitler a la
cancillería precipitaría el exilio de todos los demás. No en vano, en marzo de 1933 el Institut
era cerrado por «tendencias hostiles al Estado», quedando confiscados todos sus bienes. Los
recursos económicos habían sido previamente transferidos, pero la biblioteca se perdió por
completo. Horkheimer se encontraba ya en Ginebra cuando el 13 de abril fue formalmente
destituido de la Universidad de Frankfurt. Allí, Lowenthal sería el último en abandonar el
barco, que zarpó irremediablemente hacia el exilo, especialmente tras dejar de publicarse la
Zeitschrift en Alemania y pasar a París desde septiembre de 1933.

En Ginebra se estableció como Société Internationale de Recherches Sociales (Sociedad


Internacional de Investigaciones Sociales), bajo la dirección de un Consejo7 presidido por
Horkheimer y Pollock. Un año después, ya contaba con dos pequeñas filiales en París y
Londres, si bien mientras en París hubo alguna actividad —empezando por la publicación
del Zeitschrift hasta que de nuevo los nazis se interpusieron en 1940—, Londres pronto se
convirtió en una opción inviable que terminaría pronto sin actividad. Moscú no estuvo en los
planes ni tan siquiera para Wittfogel, así que se intentó contactar con los Estados Unidos por
medio de Julian Gumperz, nacido allí, que viajaría en 1933 sugiriendo la implantación allí.

Estados Unidos seguía en ese momento imbuida en una profunda crisis económica que
permitiría al Institut establecerse con los recursos con que contaba en ese momento (unos
30.000 dólares anuales). Con los años, algunos miembros del Institut habían establecido
relaciones con profesores de la Universidad de Columbia, que fue el primer paso de
Horkheimer cuando viajó a Nueva York en 1934. Contra todo pronóstico el Presidente,
Nicholas Murray Butler, le ofreció abiertamente un espacio para implantar allí la sede (Jay
1974: 79). Así surgiría el Instituto Internacional de Investigaciones Sociales en el 429 West
117th Street de Nueva York.

7 De este Consejo formaron parte veintiún miembros, entre los que se encontraban: Henryk Grossmann, Paul Guggenheim, Jean
Piaget, Raymond de Saussure o R. H. Tawney entre otros.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
344 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

De algún modo, el sentido de comunidad solidaria —efecto del contexto socialista del
grupo— reinante en el Institut, había permitido desarrollar una red de contactos excelente,
donde todos los miembros jugaron un papel esencial para supervivencia del grupo. Incluso
con las dificultades que se plantearon en todo momento, desde los propios orígenes, unos
con otros fueron consiguiendo recursos materiales y humanos que impulsaran el proyecto
en los momentos más débiles. Una vez más, Felix Weil sería determinante para el nuevo
establecimiento del centro en Nueva York cuando, a su llegada en 1935, aseguró una donación
de 100.000 dólares que allanó la actividad del centro en los años 30.

Ya en Nueva York, Horkheimer publicará Teoría Tradicional y Teoría Crítica (Horkheimer


2000) en un texto aún vigente que plantea la necesidad de acción, de una teoría aplicada,
en este caso a la crítica de la sociedad —y la realidad— contemporánea. El contexto en el
que se inscribe esta obra es grave, pero aún no se ha puesto de manifiesto toda la realidad
de un proceso —el nazismo— que no hacía más que empezar y que sus textos posteriores
ya sí reflejarían. En cualquier caso, el punto de partida era claro. Lejos de seguir sosteniendo
un positivismo falsamente apolítico y sus terribles consecuencias, era necesario trabajar
por una teoría políticamente comprometida que no perdiera la rigurosidad del proceso de
investigación. La Escuela de Frankfurt había nacido.

A1.2. Los principales representantes de la Escuela de Frankfurt

Fig. 66. Horkheimer (izquierda) y Adorno (derecha) en un encuentro en Heidelberg en abril de 1964.
Un joven Habermas se toca el pelo al fondo (cc J.J. Shapiro).
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 345

Al hablar de Teoría crítica, es inexcusable hablar de la primera generación de la Escuela de


Frankfurt, en tanto en cuanto representa el inicio y el corazón de una corriente de pensamiento
crítico que más adelante tomará formas muy diversas. Esta primera generación está compuesta
por una serie de nombres de gran relevancia, pero también por otros muchos que formaron
parte de los inicios del Institut y que, aunque no deberían encuadrarse en el contexto de la
Escuela, hacen difícil su comprensión sin ellos.

A1.2.1. Max Horkheimer

Nacido en Stuttgart en 1895, estaba destinado a heredar los negocios textiles de su padre.
Sin embargo, eligió la carrera académica. Al parecer (Wiggershaus 1995: 42), todo comenzó
en 1911 durante un baile en el que conoció a Pollock. Desde aquel momento su relación
sería muy cercana, quedando con asiduidad para leer y debatir literatura y filosofía, e incluso
viajando juntos por Bruselas, París, Manchester y Londres durante meses. Pronto comenzó a
trabajar como aprendiz en la fábrica de su padre, donde se daría cuenta de la situación real
de los trabajadores y los conflictos que se generaban, llevándole a él también a un conflicto
personal que poco a poco derivaría en un enfrentamiento directo con su padre. Al comenzar
la I Guerra Mundial, fue declarado no apto para el servicio, viviéndola en un sanatorio de
Múnich, desde el que finalizaría sus estudios.

Allí comenzaría su carrera universitaria en el contexto de la República Soviética de Múnich.


Las frecuentes cartas que escribía a su novia ya planteaban también una preocupación especial
por el devenir social y la necesidad de una revolución diferente hacia una nueva comunidad.
Tema recurrente igualmente en sus estudios de Filosofía, Psicología y Economía en Friburgo
y Frankfurt.

Originalmente iba a doctorarse en Psicología, pero la aparición de una tesis similar en


Copenhague precipitó su paso a la Filosofía de la mano de Cornelius, quien le prometió
quedarse como asistente tras terminar, decantando definitivamente su opción por una carrera
académica en contra de los intereses de su padre. Su habilitación como Privatdozent y el
primer contrato docente en Frankfurt en 1928 harían el resto.

A partir de este momento llegará su implicación con el Institut —ya vista en el apartado
anterior—, convirtiéndose seguramente en el personaje más prominente de su generación y
marcando las líneas de una escuela que dirigiría desde Columbia tras el exilio. A pesar de
todo, en 1940 se mudaría a California, ya con la nacionalidad estadounidense, colaborando
con Adorno en la edición de Studies in Philosophy and Social Sciencies —que relevaba a
la desaparecida Zeitschrift tras la clausura de la edición parisiense— y finalmente en la
publicación conjunta de Dialéctica de la Ilustración en 1944 —y su edición revisada de
1947—, que se entiende ya como una evolución de los preceptos originales.

En 1949 volverá a Frankfurt, incorporándose de nuevo al Institut tras su reapertura en


1950. Sería rector de la Universidad de Frankfurt entre 1951 y 1953 y profesor visitante en la
Universidad de Chicago hasta 1959. A mediados de los 60 se retirará de la enseñanza dejando
tras de si un importante legado y fallecerá finalmente en 1973.

Se distinguen cuatro momentos en su obra (Berendzen 2013):


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
346 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

- El Materialismo y el programa temprano del Institut.

- Teoría Tradicional y Teoría Crítica, o el fin del programa temprano.

- La Crítica de la Razón y la dominación de la naturaleza.

- Los trabajos tardíos.

Si bien las líneas principales de la Teoría Crítica comienzan a ser esbozadas en los años
30, por aquel momento, el término que utiliza Horkheimer es el de «Materialismo», con
una clara influencia marxiana. 1931 con su disertación inaugural como director del Institut
puede considerarse como el punto de partida para la definición de lo que sería la Teoría
Crítica. Originalmente una suerte de intenciones que ya ponían de manifiesto la necesidad de
interpretar conexión entre la existencia humana y la Razón universal. Él se fijará en un aspecto
muy concreto; el del sufrimiento y la búsqueda de la felicidad.

Seguramente uno de los aspectos más interesantes que ya se apuntan desde el principio
es el de la crítica de la súperespecialización de las ciencias, abocada a perder la perspectiva
social del contexto en el que se integran —y uno de los objetivos principales de la arqueología
pública que alimenta esta tesis doctoral.

En definitiva, lo que plantea Horkheimer como estrategia de trabajo para el Institut es una
redefinición de la sociedad en su contexto, que tenga cierto carácter empírico, apoyado en las
herramientas de investigación social más notables del momento; la economía y la psicología.

Pero será con la publicación de Teoría Tradicional y Teoría Crítica en 1937 cuando el
programa original quede diluido en lo que se considera su principal texto programático
para el Institut (Ingram 1990: 108). Diluido con algunos cambios sustanciales en las ideas
originales, pero con una base sencilla que bebe de los grandes temas que ya trata en los años
anteriores. A lo que llamaba «Materialismo» ahora lo llama «Teoría Crítica», enfrentando el
modelo tradicional basado en la metodología de trabajo de Descartes y con un marcado tinte
positivista a esta nueva forma de pensar el mundo con un carácter crítico y multidisciplinar.
Entra en juego una crítica al incipiente capitalismo como estructura económico-política en
la que los «sabedores» —esos teóricos tradicionales— son utilizados como herramientas del
sistema a través un marco metodológico acrítico —lógica formal— en vez de revelarse hacia
otras formas de ver y vivir en el mundo. A pesar de todo, y puede que por el contexto vital en
el que se desarrolla el texto, se pierde optimismo hacia la plausibilidad de un cambio social
real.

Con los años ganará optimismo, conforme también se centra en otros aspectos como la
crítica de la razón instrumental, que le lleva a plantearse la dominación de la naturaleza (exterior
e interior) como consecuencia última de la razón instrumental; dominamos la naturaleza en
tanto en cuanto solo tiene valor en lo que nos satisface. Así, dominar la naturaleza interior nos
llevaría a un mayor respeto por todo lo demás y podría favorecer ese cambio emancipador
que se persigue. Desde su vuelta a Alemania, casi todo su trabajo se reduce a ponencias y
notas, muchas veces contradictorias, en las que entra de nuevo en la necesidad de acción
como fin último para alcanzar cualquier objetivo. Una acción movida desde la teoría, pero
que no sea sólo teoría. Acción encaminada al bien social.
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 347

A1.2.2. Theodor W. Adorno

Nacido en 1903, originalmente compartió los apellidos de padre y madre, quedando


el primero (Wiesengrund) relegado a una mera inicial tras el exilio. A diferencia de otros
miembros del Institut, sus raíces judías se diluyeron en un contexto cristiano por el catolicismo
de su madre (de origen francés) y la conversión de su padre al protestantismo. La música jugó
un papel vital en su infancia, al haber sido su madre una cantante de cierto éxito y haber
recibido desde niño clases de música. Kracauer jugó un papel importante también en su
adolescencia, como mentor y amigo.

A los diecisiete años comienza la universidad en Frankfurt y pronto desarrolla una incipiente
carrera como crítico musical, con textos mucho más profundos en su reflexión de lo que se
acostumbraba a leer. Cuando en 1924 se estrena en Frankfurt la ópera de Alban Berg Wozzeck,
la crisis que atravesaba durante su doctorado en Filosofía le lleva a trasladarse como pupilo
del compositor austriaco a Viena en el contexto del Círculo de Schoenberg. Allí conocería a
Lukács con quien tendría ocasión de intercambiar impresiones. Su estancia sería corta y en
1926 comenzaría un pequeño periplo musical previo a su habilitación, que presentaría en
1927 a pesar de ciertas reticencias de Cornelius, quien le invitó a retirarla. Dos años después
y ya centrado en el estudio de la Estética como tema, sería a través de Tillich como volvería a
intentarlo, esta vez con éxito.

Tras verse revocada su habilitación en 1932, emigrará a Oxford, donde durante cuatro
intensos años estrecharía sus lazos con figuras como la de Benjamin y varios miembros del
Institut, especialmente Horkheimer, que terminaría llevándole con él a Nueva York. Allí se
instalaría sin dejar de lado su pasión por la música, explorando desde el punto de vista de la
filosofía y la sociología los nuevos medios de retransmisión musical, además de ayudar en
otras muchas empresas. En 1941 acompañaría a Horkheimer a California, pero aunque este
momento sería muy productivo en términos teóricos con la publicación de su Dialéctica de la
Ilustración (Horkheimer y Adorno 2002) y otros textos de gran interés, también terminó siendo
una nueva decepción ante los primeros atisbos de anticomunismo que afloraban en unos
Estados Unidos ya en guerra que le llevarían a dejar el país en cuanto pudo, a finales de 1949.

Durante los últimos veinte años de su vida, retomó las clases en la Universidad de Frankfurt
y se convirtió en un intelectual público de primer nivel, participando en múltiples debates con
los que ayudó a configurar la nueva Alemania de post-guerra.

La obra de Adorno gira en torno a dos grandes temas; la Teoría Crítica de la Sociedad y la
Estética, con todo lo que arrastran con ellos (Zuidervaart 2015). Su desarrollo en el entorno de
la música marca considerablemente su carrera como filósofo, si bien los trabajos al respecto
que desarrolla en época temprana nada tienen que ver con su obra póstuma Teoría Estética
(Adorno 2004). En ella analiza dos aspectos esenciales para el futuro del arte en el mundo
moderno; por un lado su supervivencia en el contexto capitalista y, por el otro, cómo puede
contribuir a la transformación social, dos preguntas que están en directa relación con los
objetivos de esta tesis doctoral con respecto a la arqueología.

Pero seguramente, los posicionamientos más interesantes vienen de su Teoría Crítica de la


Sociedad. Ya en su obra Dialéctica de la Ilustración (Adorno 2007) actualiza los apuntes de
Marx en el contexto del nuevo capitalismo que se comenzaba a fraguar en el segundo tercio del
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
348 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

siglo XX donde, según Lukács (Zuidervaart 1991: 76), ya todo en la sociedad giraba en torno
al mercado. Así define la «sociedad del intercambio» que es la base de las desigualdades y el
sufrimiento que se generan en el mundo cuando se produce por el mero hecho de producir.
Estructura esta «sociedad del intercambio» en tres estadios; uno político-económico donde
toma el concepto de «Capitalismo de Estado» de Pollock. Uno social-psicológico en el que
trata de demostrar la eficacia del sistema para controlar la sociedad a través, por ejemplo,
del miedo. Y, por último, una cultural, que enlaza con sus trabajos de estética al ver como la
cultura se termina mercantilizando, adaptándose al sistema.

Pero seguramente el concepto más destacable de su obra sea el de «Dialéctica Negativa»


(Adorno 2005), que puede entenderse como una metacrítica de la filosofía idealista de Kant
o Hegel (ver Jarvis 1998). En esencia, toma la dialéctica «positiva» de Hegel y plantea que el
resultado de la dialéctica no pasa por alcanzar una síntesis superior a los opuestos —sujeto
y objeto, razón y realidad, etc.— sino por manifestar esa oposición y sus contradicciones tal
y como se desarrollan en la vida real, lo que llamaría lo «no-idéntico». En este sentido, el
objeto como ente con historia y vida, dentro de un contexto social, cobra más protagonismo
que el sujeto y sólo la dialéctica puede desentrañar su no-identidad, poniendo de manifiesto
las contradicciones que se generan al tratar de alcanzar la verdad por medio de la identidad.
Esas contradicciones serán pues el centro del pensamiento como base de la realidad.

En sus trabajos sobre ética y metafísica, en línea con las reflexiones sobre la naturaleza de
Horkheimer, un resultado utópico de la dialéctica negativa será avanzar en las contradicciones
para aliviar el sufrimiento a través de la reconciliación entre humanidad y naturaleza, si bien
es un tema que queda en el aire.

Un episodio interesante, por anecdótico pero pertinente para esta tesis doctoral, fue la
no-discusión que Popper y Adorno mantuvieron durante un seminario en Tubinga en 1961
(Wiggershaus 1995: 567-70). En ella Adorno apuntaba como, aunque Popper mantenía unos
principios críticos en línea con el pensamiento de Frankfurt, incluso la propia Teoría Crítica
quedaba marcada como no científica y, por tanto, no válida para alcanzar conocimiento.
Cercanos en muchos puntos, se acusaron mutuamente de totalitarismo; Popper por los peligros
de un carácter excesivamente subjetivo en la Teoría Crítica, que usados ideológicamente
podían sustentar prácticas políticas totalitarias. Adorno, por su parte, planteando cómo el
positivismo acrítico implícito en sus planteamientos, podía igualmente servir para fundamentar
lo existente, especialmente en contextos totalitarios. Finalmente, lo posible y lo imposible; un
debate aún de actualidad en arqueología (ver Domínguez Rodrigo et al. 2008 y Barceló et al.
2009), que plantea en definitiva los límites del pensamiento científico.

A1.2.3. Walter Benjamin

Nacido en Berlín en 1892 en el seno de una familia judía liberal, no será hasta su etapa
universitaria cuando adoptó un cierto sionismo cultural. Estudió en las universidades de Friburgo
y Berlín, donde tuvo ocasión de ejercer cargos de representación estudiantil, comenzando
su viraje hacia la izquierda. Alineación que se hizo patente en el estallido de la I Guerra
Mundial, cuando rechazó de pleno el conflicto. En esos años se trasladaría a Múnich, donde
continuará sus trabajos sobre literatura Romántica. En 1917 se traslada a Berna, obteniendo
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 349

su doctorado con una tesis sobre crítica del arte alemán dos años después. Allí conocerá a
Ernst Bloch y a la que será su esposa, pero pronto tendrán que volver a la residencia familiar
en Berlín por problemas económicos. A los pocos meses comenzará su periplo por Europa
siguiendo a amigos como Brecht y pequeños trabajos, que le llevarán a conocer entre otros a
Adorno, con quien mantendrá una correspondencia irregular, como una suerte de supervisor,
puede que debido a desavenencias iniciales sobre sus trabajos (Wiggershaus 1995: 191). A
pesar de haber obtenido la habilitación años antes, no conseguiría hacerse con una plaza
universitaria y continuará vagando por diferentes destinos.

Con la llegada del régimen nazi, Benjamin acabará tomando el mismo camino que el
resto de intelectuales judíos. En los primeros momentos se encontraba en Francia, donde
permanecerá desde entonces con una residencia más o menos fija en París. Allí conocerá a
otros refugiados alemanes del momento como Arendt, Hesse o Weill y continuará su relación
con Brecht, que se había trasladado a Dinamarca. Es en estos años cuando comienza su
colaboración con el Institut, aunque los trabajos encargados en el marco de la Zeitschrift
no eran suficientes para sustentarle por sí solos. Desde 1937 se vinculará a la Escuela de
Sociología de París, si bien sus últimos años continuarán siendo ajetreados. Tras volver de su
visita a Brecht en Dinamarca, el régimen de Hitler le había despojado de su nacionalidad, lo
que le valió varios meses de cárcel en Francia. Con el inicio de la II Guerra Mundial, cuando
las tropas alemanas se acercan a la capital francesa, toma definitivamente la decisión de
abandonar la ciudad con un pequeño grupo de compatriotas judíos. Su plan, cruzar España
hasta Portugal para embarcar hacia los Estados Unidos. Detenidos por la policía española
en Portbou y ante el miedo a la repatriación, Benjamin decide acabar con su sufrimiento,
suicidándose el 26 de septiembre de 1940.

Benjamin puede ser considerado como el mejor ejemplo para explicar que la Escuela y el
Institut no fueron equivalentes. A pesar de haber llevado a cabo algunos trabajos para ellos,
nunca tuvo una vinculación real con el Institut más allá de su relación personal con Adorno.
Sin embargo, su obra se enmarca dentro de la Escuela con un carácter prominente sobre
muchos otros autores.

En resumen, se puede decir que su obra busca desarrollar una teoría estética materialista
políticamente orientada (Osborne y Charles 2015). En ese camino, Benjamin comienza por el
Romanticismo cual arte como una forma de reflexión, que rompía con el carácter positivista
de la Ilustración. Esto plantearía el punto de partida de sus crítica del arte, permitiéndole
acercarse a través del arte y el teatro, a una crítica más profunda de la sociedad. En ello, The
Arcades Project (Benjamin 1999), su gran proyecto inacabado, iba a representar no sólo el
ejemplo de un método de trabajo, sino también el inicio de una nueva historiografía crítica
que buscaba entender la sociedad actual desde el análisis de toda la literatura francesa del
siglo XIX. El calibre del proyecto era mayúsculo a la par que complejo. No sólo por el ingente
trabajo de archivo, sino por la propia conceptualización del mismo. A pesar de todo, tanto
en sus esbozos como en otros textos derivados, ya se pusieron de manifiesto algunas ideas
interesantes como su análisis de la técnica en la conformación lo moderno (die Moderne).

A través principalmente de los textos de Baudelaire, se acercaría al concepto de lo


moderno, no desde un punto de vista historicista, sino planteando la emergencia de algo
realmente nuevo contenido en una estructura anacrónica. Esto le llevaría a concluir que la
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
350 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

modernidad afecta irremediablemente a la forma que tenemos de entender y experimentar


la historia. De ahí derivaría su concepto de «dialéctica en reposo», originalmente planteado
como una utopía proyectada por la imagen fetichista del arte-mercancía, pero finalmente
adoptado como un principio heurístico para entender la existencia de la imagen en todos
los tiempos (Tiedemann en Benjamin 1999: 943). Esto hay que entenderlo en su filosofía del
tiempo histórico como antítesis a la idea de un continuo temporal.

La crítica de Benjamin plantea que el materialismo histórico marxista ha sucumbido al


concepto de progreso y, por tanto de continuo temporal, pero no debemos entender la historia
en términos de pasado-presente, sino de entonces y ahora, siendo entonces un cúmulo infinito
de ahoras. Esto es, entender cada momento histórico por si mismo en relación con el resto,
pero sin caer en el error de un progreso lineal.

Aplicado al arte, critica el fetichismo al que se ha llegado al asignarle valores patrimoniales,


planteando como alternativa una restauración de la experiencia que plantean los cambios y
conflictos que se generan en torno a esas obras conforme pasa el tiempo. Un concepto muy
interesante para entender también el patrimonio arqueológico en el presente y sobre el que
habrá que volver.

A1.2.4. Herbert Marcuse

Nacido en 1898, uno de los episodios que le marcan es su servicio militar durante la
Guerra. Durante su juventud milita en el Partido Socialdemócrata alemán, que abandonará
al sentir que se estaba traicionando a los proletarios. Comenzará a estudiar Filosofía en
Berlín, pero pronto se traslada a Friburgo, donde conoce a Husserl y Heidegger. Durante
unos años abandonaría la universidad para dedicarse al mundo editorial. Allí comienza a
publicar, interesándose por la Historia y el Arte hasta que finalmente volvió a Friburgo. Bajo
la dirección de un Heidegger cada vez más derechista no tardarían en surgir las tensiones,
que desembocaron en la salida de Marcuse en 1932. En ese momento, su tesis La ontología de
Hegel y la teoría de la historicidad que había quedado en dique seco, aparece publicada como
ensayo gracias a Lowenthal y es reseñada por Adorno de forma muy positiva, lo que le abriría
las puertas del Institut un año después (Jay 1974: 63-4). Fue asignado directamente a Ginebra,
desde donde seguiría el camino de la mayoría de sus compañeros hasta la Universidad de
Columbia y la ciudadanía estadounidense en 1940. A lo largo de los 40 colaboró con la
inteligencia estadounidense en informes estratégicos sobre Alemania durante y después de la
II Guerra Mundial. Durante los años 50 y 60 se convirtió allí en uno de los intelectuales de
izquierda más influyentes desde sus posiciones docentes en Columbia y Harvard. Con una
producción muy fluida y que abordaba problemáticas sociales contemporáneas con un giro
más radical que el de sus compañeros, fue «víctima» de la sociedad política norteamericana
al convertirse casi en una marca comercial, un icono para muchos movimientos sociales que
bebieron de su crítica. Tras retirarse en California, participó aún en los círculos filosóficos de
izquierdas en San Diego hasta su muerte en Alemania en 1979 durante un viaje.

No puede entenderse la obra de Marcuse sin detenerse en su dimensión estética, de un


modo u otro presente en toda ella (Farr 2014). Como le pasaba a Benjamin, para Marcuse uno
de los elementos fundamentales a tratar es la capacidad transformadora del arte, buscando
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 351

espacios críticos que no hubiesen sido aún cercenados por el capitalismo. Pero del mismo
modo que el arte podía resultar emancipador, también podía ser utilizado como elemento
opresor o sustentador del sistema. Por ello, trataba de ir un paso más allá del marxismo
clásico buscando los diferentes escenarios de revolución, que no tenían por qué reducirse
a la lucha de clases. Cada sujeto representa una posición estructural en el sistema —para la
mayoría, oprimidos de algún modo por él— que le permite ser un elemento más de acción en
el cambio social. Para ello debía de darse una subjetividad radical, o la conciencia de que las
condiciones sociales y económicas son inaceptables, que llevara a la verdadera revolución.

El camino hacia esa revolución ocuparía buena parte de su obra. El primer paso lo dará
con lo que considera el «pensamiento negativo», fruto de su recuperación de los trabajos de
Hegel, en una forma de manifestar y superar las condiciones constituyentes de la sociedad
contemporánea. Distingue dos procesos de negación; el primero el que lleva a la opresión
y alienación del individuo como parte de un sistema opresor; el segundo, el que genera una
conciencia crítica revolucionaria contra ese sistema (Farr 2009).

A partir de esta base se introduce en el psicoanálisis y en tratar de entender lo que mueve


a la sociedad. En un contexto en el que la represión es la norma, es necesario buscar las
fórmulas que permitan abolir esa represión (Marcuse 2003). Plantea dos tipos; «represión
básica» necesaria para la supervivencia de la especie y «represión sobrante» marcada por
las condiciones sociales de cada momento. Con ello explicaría situaciones como la ausencia
de revolución en un contexto como el capitalista, donde la escasez actúa como fórmula
ideológica de represión.

La consecuencia; el hombre unidimensional (Marcuse 2010), a quien ha sido erradicada


la conciencia crítica. Para ello, el sistema te hace creer que tienes una libertad mayor de la
que realmente tienes, te ofrece lo suficiente como para mantenerte en paz, se promueve una
identidad colectiva en la que formas parte del sistema, con un discurso político vacío. Un
discurso que además se apropia de términos otrora revolucionarios, haciendo de ellos un
nuevo pilar del sistema —paz, tolerancia, libertad, etc. Un modelo que busca problematizar
una realidad social donde la tecnología también está jugando un importante papel opresor,
cual herramienta ideologizada que, sin embargo, puede ser también utilizada con un objetivo
emancipador8.

En definitiva, la liberación pasaba por una nueva sensibilidad que negara el status quo
dominante; la Gran Negación que abriría sus puertas a la fama en los movimientos sociales de
los años 60 y le animaría a fijarse en nuevos ejemplos como el movimiento feminista.

A1.2.5. Erich Fromm

“He sat there all day in the Little shop he made his living out of, and studied the Talmud.
When a customer came in, he looked up unwillingly and said, ‘is there not another shop you

8 Con respecto a este aspecto, aunque Marcuse no repara en ello, conviene mencionar el concepto de «obsolescencia
programada». Ya mencionado en los años 30 como solución a la Gran Depresión, se pondrá de moda en los años 50 dentro del
ámbito de la publicidad. Hoy se ha llegado a un extremo insostenible en el ámbito de la informática y las telecomunicaciones
que pone de manifiesto la vertiente más radical del capitalismo y cómo el fetichismo tecnológico se ha convertido en una nueva
herramienta de represión sobrante para el sistema. Del mismo modo, la resistencia a este modelo de algunas organizaciones
plantea un uso de la tecnología como herramienta emancipadora.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
352 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

could go to?’” (Wiggershaus 1995: 52). Al parecer, su abuelo le marcó de por vida como un
modelo a seguir. Nacido en Frankfurt en 1900, tuvo un importante vínculo con sus raíces
judías que plasmó en sus estudios, primero en Frankfurt y después en Heidelberg, donde se
doctoraría con una tesis sobre ley judía. Comenzó a dar clase en la Freies Jüdisches Lehrhaus
(Escuela Libre Judía), que en aquel momento planteó lo que hoy entenderíamos como una
postura radical hacia el tradicionalismo, incluso el Sionismo.

A lo largo de los años 20 se introdujo en el psicoanálisis de la mano de quien sería después


su esposa, Frieda Reichmann, montando su propia consulta en 1927. Con los años ya quedaba
poco de ese Fromm ortodoxo en una transformación hacia el humanismo marxista que
resultaría ser de gran interés. Con la fundación del Instituto de Psicoanálisis de Frankfurt en
1929 —que se albergaría en el Institut—, se institucionalizó una relación que se demostraría
fructífera, especialmente tras recibir el propio Freud el Premio Goethe en 1930.

Ya en su ponencia dentro de los eventos inaugurales del Instituto, apuntó la necesidad de


incorporar la Psicología y la Sociología al estudio de los problemas humanos, esbozando
la idea de una antropología histórica antimetafísica que más tarde retomaría el propio
Horkheimer (1993; Beginnings of the Bourgeois Philosophy of Science). Sin embargo, la figura
de Dios estuvo muy presente en su obra, siendo en cierto modo la explicación de la sumisión
casi irremediable del pueblo al poder. En cualquier caso, su labor dentro del Institut pasaba
por estudiar a la clase obrera alemana, llevando incluso a cabo estudios independientes con
los que reforzó su discurso —en concreto una encuesta a más de tres mil trabajadores con el
apoyo de los sindicatos. Pero si bien su impacto en la Escuela de Frankfurt fue notable, con
el exilio llegaron las diferencias que le terminarían alejando del grupo. Durante los años 40
permaneció en los Estados Unidos y en 1950 emigró a México, donde alcanzaría un estatus
notable dentro de la UNAM, fundando sus departamentos de psicoanálisis.

En relación a la Escuela, es de destacar una de sus obras principales; El miedo a la


libertad (Fromm 2004), publicado nada más llegar a los Estados Unidos y referencia para su
análisis de la sociedad moderna. En él plantea cómo la sociedad de consumo nos atrapa en
una falsa libertad en la que nos sentimos cómodos dentro de un proceso de conformismo
controlado por el sistema. De este modo, la dialéctica entre «libertad positiva» —esa que
permite autorrealizarse al individuo— y «libertad negativa» —marcada por las convenciones
sociales—, hace necesario una confluencia de ambas para una verdadera conexión social
más allá de las convenciones que permita el cambio.

A1.2.6. Otros nombres entre el Institut y la Escuela

Los orígenes del Institut colocan en Frankfurt a una serie de personajes de perfil muy variado,
dentro de una ideología marxista. A las figuras ya comentadas atrás de Weil y Grünberg, habría
que sumar una larga serie de alumnos como Kurt Mandelbaum, Hilde Weiss, Paul Massing,
Julian Gumperz, Heinz Langerhans, Walter Biehahn o Ernst Frölich, así como otros perfiles
marcadamente comunistas como Fritz Sauer, Paul Massing, Willy Strzelewicz, o un Julian
Gumperz que tras terminar su tesis en un ambiente panfletario comunista, ejercería de bróker.

Merece mención la figura de los Sorge, un matrimonio muy ligado a los orígenes del
Institut donde Richard participó durante unos meses hasta que fuera reclutado como espía
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 353

soviético, desapareciendo por completo y sin previo aviso en 1924. Sus actividades como
espía le llevarían a ser ejecutado en Tokio en 1944, siendo pronto objeto de culto en la cultura
popular soviética como protagonista de varias historias más o menos veraces. Sin duda, fue un
espía fundamental durante la Segunda Guerra Mundial (ver Johnson 1964).

Fritz Sternberg sería un personaje interesante en el primer desarrollo del Institut por su
posición radical obrera, pero al margen de los partidos socialista y comunista, así como un
sentido cuasi visionario que plasmó en su obra sobre el capitalismo alemán Der Niedergang
des deutschen Kapitalismus (1932), donde ya adelantaba que la salida a la crisis tomaría un
camino imperialista, incluso hacia la guerra (a partir de Käsler y Steiner 1992).

El matrimonio Wittfogel estuvo también ligado al Institut desde el comienzo. Rose fue la
bibliotecaria y Karl participó como investigador en los primeros años, si bien, como pasó con
otros, su impacto no fue especial a pesar de su prominencia académica:

«El hecho de que parezca no haber ejercido ningún impacto sobre Lowenthal,
Adorno o Benjamin, los teóricos de estética más importantes de la Escuela
de Francfort, resulta un síntoma adicional de su aislamiento en relación a sus
colegas del Institut. Para Horkheimer y sus colegas, Wittfogel era un estudioso de
la sociedad china cuyos análisis de lo que él más tarde denominaría “sociedad
hidráulica” o “despotismo oriental” resultaban estimulantes, pero poco más. Su
activismo les resultó en algún sentido molesto; Wittfogel no fue menos desdeñoso
de su neutralidad política» (Jay 1974: 44).

A pesar de todo, fue seguramente uno de los miembros más comprometidos, volviendo
a Alemania cuando todos se exiliaron, lo que le costaría su internamiento en un campo de
concentración hasta que fuera liberado tras la intermediación de varios amigos y su segunda
esposa, Olga Lang, que se integraría también como asistente en el Institut. Tras su liberación
emigraría a Inglaterra y después a Estados Unidos. Allí, su matrimonio, con la antropóloga
Esther Schiff Goldfrank, sería de cierta influencia y al final de su carrera aplicaría sus estudios
a la Mesoamérica prehispánica.

Franz Borkenau se incorporó desde Berlín tras finalizar su doctorado y dejar la militancia
política en el Partido Comunista. Su actividad política nunca cesó y aunque se le podría
calificar como anticomunista —en cuanto a la vertiente dictatorial experimentada en Rusia—,
nunca dejó de lado la izquierda. Es uno de los primeros autores que pondrá la atención sobre
el psicoanálisis a la hora de analizar la deriva totalitaria comunista y por ello, tal vez merece
una posición especial dentro del grupo, aunque no fuera partícipe al nivel de otros. En lo
que respecta a España, es interesante su libro The Spanish Cockpit (1937), donde relató su
experiencia en el bando republicano durante los primeros meses de la Guerra Civil española,
poniendo de manifiesto la crudeza de la imposición ideológica en todos los bandos. Sería el
único en establecer su residencia en Londres tras el exilio.

Henryk Grossmann fue el segundo asistente de investigación de Grünberg. Llega a Frankfurt


en 1925 huyendo de Polonia y continúa allí con sus investigaciones sobre El Capital y la crítica
de la economía capitalista. Si Sternberg premonizó la guerra, se puede decir que Grossmann
haría lo propio con la Gran Depresión del 29 (Kuhn 2007).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
354 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Friedrich Pollock fue el primer asistente de investigación de Grünberg, pero antes de su


llegada ya constituyó una pieza fundamental en la fundación del Institut. Amigo de Weil y
Horkheimer, estuvo en todo momento en primera línea, tanto en Frankfurt como en el exilio,
siendo el actor principal de la reestructuración del Institut desde su sede de Ginebra a partir de
1932, así como su primer director en la vuelta del centro a Alemania. Su labor administrativa y
docente eclipsó su papel como pensador en el contexto de la Escuela de Frankfurt. Sin embargo,
se reconoce su influencia en la misma, destacando su crítica al Capitalismo y el estudio de
sus diferentes fórmulas, especialmente desde la intervención estatal y la politización de la
economía. Es un personaje fundamental en la historia y el desarrollo del grupo y la institución.

Leo Lowenthal disfrutó una beca en el Institut, donde se puso de manifiesto la competencia
con Adorno que arrastraba ya desde sus años de estudiante y desembocaría en una relación
de amor-odio. En 1930 se convirtió en asistente del Institut y fue uno de los cerebros detrás de
los preparativos para el exilio, además de responsable del Zeitschrift. Fue el último en salir del
Institut antes de su clausura definitiva, acompañando al resto al exilio. En los Estados Unidos
terminó estableciéndose en el Departamento de Sociología de Berkeley, donde ejerció casi
hasta su muerte con un importante impacto en los movimientos sociales estadounidenses de
finales del siglo XX. Destacaron sus trabajos sobre literatura y cultura popular (ver Lowenthal
1985), donde analiza la situación de la literatura como mercancía y su retrato de la sociedad
contemporánea.

«Tillich era un amigo íntimo de Horkheimer, Lowenthal y Pollock, y perteneció con


ellos a un grupo donde se discutía regularmente y del cual formaron parte también
Karl Mannheim, Kurt Riezler, Adolph Löwe y Karl Mennicke. El Kränzchen, como
se lo llamó —una palabra antigua que significa a la vez una guirnalda pequeña y
una reunión íntima—, iba a continuar en Nueva York durante varios años, después
que la mayoría de sus miembros fueron forzados a emigrar» (Jay 1974: 56).

Si bien el teólogo estuvo en contacto muy directo con varios miembros del Institut, nunca
se identificó con su pensamiento y llevó una línea propia. Sin embargo, la lista de nombres
no termina aquí y puede continuar con otra serie de figuras que estuvieron en la órbita del
Institut y sus miembros como Kracauer, Gumperz, Kirchheimer, Neumann, Lang, Lazarsfeld,
Löwe, Rusche, Mandelbaum (Erich Baumann como pseudónimo), Meyer o Andries Sternheim,
que sería director en Ginebra tras la vuelta de Pollock a Alemania. Incluso en la fallida sede
de París, se pueden destacar nombres como Raymond Aron, Georges Friedmann o Paul
Ludwig Landsberg (que escribe sobre ideología racial y pseudociencia en Rassenideologie
und Rassenswissenschaft ya en 1933). Una inmensa lista que pone de manifiesto el impacto
del Institut y cómo con los años, tras sentar las bases del pensamiento ya en el exilio, se hacía
legítimo hablar de una Escuela.

A1.3. Los principales conceptos y temas

Tras los asesinatos perpetrados por el sociópata fascista noruego Anders Breivik en 2011,
hubo cierto revuelo mediático sobre el impacto de la Teoría crítica en las nuevas ultraderechas
europeas. La razón, un manifiesto de más de mil quinientas páginas (Berwick 2011) donde,
bajo pseudónimo, Breivik planteaba una nueva Orden del Temple para combatir el islamismo
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 355

en Europa, provocado por la corrección política y el multiculturalismo que se promovieron


desde el Marxismo Cultural y la Escuela de Frankfurt. Según su visión, Europa occidental y,
en especial, la socialdemocracia nórdica, habían bebido en exceso de una corriente filosófica
que atacaba las bases fundamentales de la tradición judeocristiana. La mayor parte de los
medios de comunicación, se centraron en un genérico «marxismo», mientras el periódico
inglés The Guardian publicó una serie de columnas muy interesantes y didácticas sobre Teoría
crítica del profesor de la Universidad de Sheffield Peter Thompson9. Teniendo en cuenta que
el público objetivo de esta tesis doctoral no es especialista en filosofía —al igual que no lo
soy yo—, continuaré con la línea divulgativa para exponer de un modo claro los principales
conceptos y temas en los que se fundamenta la Teoría crítica.

No es de extrañar que la ultraderecha europea se sienta amenazada por la Escuela de


Frankfurt, pues al fin y al cabo uno de sus principales campos de batalla fue el análisis y la
crítica de la Alemania nazi. Al fin y al cabo, a ellos les había salido especialmente caro. Como
apuntaba al inicio del capítulo, no se puede entender el pensamiento de la Escuela sin su
contexto histórico, desde la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial a nuestro mundo
globalizado. Por medio, otra gran guerra, si cabe más devastadora e ideologizada, un mundo
en bloques y la victoria de un capitalismo voraz que sigue adaptándose a todas las reacciones
que surgen en su entorno. Una historia que aún hoy podemos desentrañar desde los textos
clásicos de la Escuela de Frankfurt, pero que sigue sin encontrar ese camino alternativo que
tanto se buscó. Al fin y al cabo puede decirse que el objetivo último seguía siendo el cambio
social.

Para llegar a ello, el punto de partida era conocer el contexto social. Esto llevaba
irremediablemente a un análisis de la política, la economía y la cultura, pero también a una
mejor comprensión del individuo y sus motivaciones, siempre en relación con su contexto.
Parecía claro que ninguna de las soluciones existentes en aquel momento había logrado superar
los problemas ya planteados por Marx, es más, habían reforzado la problemática original con
nuevas herramientas de opresión. Por ello, se hacía necesario un cambio cualitativo en la
forma de hacer filosofía que no sólo fuera capaz de explicar, sino también de favorecer la
acción.

A lo largo de este capítulo he ido bosquejando algunas de las principales ideas a través de
la vida y obra del Institut, la Escuela y sus principales representantes. Una breve historia que
nos permite comprender el turbulento y casi caótico desarrollo de temas que respondían más
a la actualidad y los intereses individuales que a un programa de investigación férreamente
establecido. A pesar de todo, sí que se pueden definir las dos líneas maestras que marcaron el
desarrollo del pensamiento en torno a la Escuela de Frankfurt:

- Crítica de la teoría tradicional (positivismo): Que puede entenderse como el verdadero


punto de partida a la hora de sentar uno de los principios básicos de la Escuela. En
contra de una tradición filosófica marcadamente positivista que sustentaba e incluso
justificaba el status quo, se plantea abrazar el compromiso político en aras del cambio
social.

- Crítica de la sociedad moderna (capitalismo): Que profundiza en los escenarios de


acción que se pueden plantear en el contexto de una sociedad adormecida por el

9 Se puede acceder a ellas desde su perfil en el periódico: http://www.theguardian.com/profile/peter-thompson


ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
356 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

nuevo capitalismo y el miedo al cambio. A través del análisis de la cultura y su poder


emancipador, así como de otros componentes de la política y la economía, se busca
generar escenarios favorables al cambio social.

Para ello se enfrentarán a una amplia variedad de temas desde una base multidisciplinar que
parte del Marxismo, pero bebe de muchas otras corrientes. Los primeros textos de Marx serán
fundamentales en este proceso, sentando las bases del pensamiento del Institut en ellos —hay
que tener en cuenta que en cierto modo surge como un instituto de estudios marxistas. Así,
conceptos como materialismo histórico, lucha de clases, modos de producción, excedente,
alienación o revolución, están muy presentes en la obra de los teóricos críticos. Tal vez una de
las características principales sea también la recuperación como referente de otros teóricos de
la talla de Weber o Hegel, abriendo la puerta a un mayor análisis histórico y a una crítica de la
dialéctica «positiva» que daría grandes frutos. En lo cultural, Kierkegaard, Nietzsche o Schiller
marcaran diferentes puntos de partida en la crítica de la sociedad moderna y sus costumbres,
pero puede que el Psicoanálisis sea la disciplina que aporte más a la Escuela, pues a partir de
él llegarán a algunos de sus estudios más comprometidos sobre la autoridad y algunas de sus
consecuencias más notables.

A modo de resumen, podría entenderse la Teoría crítica haciendo un seguimiento de


los principales temas y conceptos, comenzando por el propio nombre. Horkheimer (2000)
plantea desde el inicio dos cuestiones básicas; por un lado el propio significado de «teoría»
como una forma de explicar las cosas que siempre permanece como hipótesis, es decir, que
es cambiante. Por otro lado, su carácter crítico reside en la propia toma de conciencia de esa
teoría como tal, es decir, una crítica de la concepción generalizada de la teoría como verdad
absoluta que planteaba el positivismo. De este modo, todo queda en cuestión pendiente de un
mejor conocimiento de su esencia y su contexto. Así, teniendo en cuenta el propio contexto
de nacimiento de la Teoría crítica, lo que se plantea es una vuelta de tuerca al Materialismo
histórico que vaya más allá de las premisas parciales de las que partió, dotándolo además de
una perspectiva histórica más amplia. En este sentido, es seguramente interesante la aportación
de Benjamin (1999) y su crítica al concepto de continuo temporal del Materialismo histórico
marxista, planteando la necesidad de entender cada momento histórico por sí mismo en
lo que sería un conjunto infinito de presentes. De esta manera se trata de romper con la
idea de progreso lineal tan asumida por el modelo occidental de desarrollo. La Historia será
uno de los temas principales que se traten en la Escuela, si bien el centro de los estudios
tiene que ver mayoritariamente con la historia reciente como vía para explicar los procesos
de dominación contemporáneos. Éste será un tema por el que pasen de forma recurrente,
aunque con diferentes perspectivas. Desde una perspectiva más esencialista que parte de la
relación del ser humano con el mundo como la que planteaba Horkheimer en su Crítica de
la razón instrumental (2002), hasta la aproximación plenamente psicológica de Fromm desde
el Psicoanálisis (Fromm 2004). En medio, El hombre unidimensional de Marcuse (2010), la
crítica estética de Benjamin o el anticapitalismo abierto de Adorno en La Dialéctica de la
Ilustración (2007). Todos ellos aportan un contexto de la sociedad contemporánea en el que
el sistema ha sido tremendamente efectivo en la configuración de sus formas de opresión,
hasta tal punto que en muchos casos son autoimpuestas —a través del consumo, o la ciencia
y la tecnología como elemento acrítico. Pero también tratan de entender cómo este contexto
es capaz de desembocar en el liderazgo de personalidades autoritarias, especialmente tras la
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 357

victoria del nazismo en Alemania. Este evento, por sus graves consecuencias, marca de un
modo importante la obra de la Escuela hasta el punto que utilizarán el idioma en el exilio
como un modo de resistencia ante la extirpación de la cultura humanista alemana que estaba
practicando Hitler, con la publicación del Zeitschrift en alemán (Jay 1974: 81) —lo que les
costaría por otro lado un menor impacto durante su exilio. Entonces, en un mundo en el que
el capitalismo ya se ha asentado y gana fuerza, donde las salidas que aparentemente triunfan
están desembocando en dictaduras autoritarias que no rompen con la dinámica opresiva del
capital, ¿existe alguna salida?

El objetivo de la Teoría crítica no es baladí. Ante el fracaso del marxismo, o al menos de


su prospectiva con respecto a la liberación del proletariado, se plantea un nuevo análisis de
la sociedad orientado a la acción. No en la línea de una revolución inminente, sino en la
búsqueda de un contexto que permita dicha revolución en unas condiciones más adecuadas.
Así, la dialéctica negativa de Adorno, por ejemplo, nos plantea una forma de análisis a través
de la no-identidad, manifestando las contradicciones que se dan en el día a día, haciendo de
ellas el centro de la crítica y planteando la superación de los problemas generados por ellas.
De alguna forma, un modo de análisis más profundo y certero que va más allá de lo evidente
hacia la raíz de los aspectos problematizados. El principal de ellos, el propio contexto social.
Sin embargo, a pesar de estar orientado a la acción, el resultado en estos momentos es una
crítica permanente de todas las propuestas, lo que desembocó en cierto desencanto por parte
de otros pensadores. La Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt había demostrado plantear
una excelente herramienta de análisis —no sin sus problemas, claro—, pero no había sabido
ir más allá en la búsqueda de soluciones. Puede que la subjetividad radical de Marcuse,
desembocada en la Gran Negación, haya sido la consecuencia más transformadora de la
Escuela, al menos como detonante de multitud de movimientos de calado. Sin embargo, el
impacto de la primera generación de la Escuela de Frankfurt no quedaría aquí y con los años,
la Teoría crítica seguiría planteando nuevas perspectivas en el conocimiento de la sociedad.

A1.4. Jürgen Habermas

Tradicionalmente se distinguen hasta tres generaciones en la Escuela de Frankfurt. La


primera, expuesta en el capítulo anterior, marca los inicios del Institut y una corriente de
pensamiento que será después bautizada como la Escuela de Frankfurt. Tras la vuelta del
Institut a Alemania, las consecuencias del exilio y la Segunda Guerra Mundial han dejado
marcada a esta generación que, salvo tal vez el caso de Marcuse desde Estados Unidos —
ya que Fromm puede considerarse desvinculado en este momento—, está estancada en el
pesimismo. Los cambios sociales y políticos del mundo en post-guerra no encajan del todo con
las previsiones planteadas y los cambios no son a mejor. 1973 marcará el cambio de momento
con la muerte de Horkheimer y se puede considerar el inicio de la segunda generación, de la
que Habermas será el representante más destacado con su Teoría de la Acción Comunicativa.
En este momento se produce cierta ruptura con la primera generación que se recuperará con
Axel Honneth —actual director del Institut— tras la retirada de Habermas (Sampaio 2009).
Éste se convertirá así en el principal representante de una tercera generación, que no sólo
planteará su propia línea de pensamiento —Teoría del reconocimiento—, sino que integrará
al Institut en un programa de investigación centrado en la normatividad, que tratará de avanzar
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
358 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Fig. 67. Jürgen Habermas durante un debate en Múnich (cc W. Huke).

en una Teoría crítica de la sociedad contemporánea10. Sin embargo, la Teoría crítica ya no es


patrimonio único del Institut y multitud de investigadores de todo el mundo están siguiendo
de un modo u otro sus premisas, ya sea centrados en los referentes originales o en alguno de
los nuevos.

Por influencia de la tradición actual en arqueología pública, la figura de Jürgen Habermas


recibirá una atención especial, pero me detendré a exponer unas líneas generales de contexto
global que serán igualmente de utilidad para los objetivos de esta tesis doctoral.
10 El Institut se encuentra embarcado actualmente en un clúster de excelencia de la Universidad de Frankfurt centrado en el
estudio de los órdenes normativos: www.normativeorders.net
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 359

«Los fundamentos comunicativos del mundo de la vida se ven socavados por la


intervención de la ciencia y la técnica, el mercado y el capital, el derecho y la
burocracia» (Velasco 2003: 50).

Con esta aproximación a la filosofía de Habermas nos encontramos, sin duda ante una
continuación menos traumática de lo que podría parecer de la línea de trabajo de la Escuela.
No en vano, se tendrá a Habermas como el principal exponente de la segunda generación de
la Escuela de Frankfurt y uno de los filósofos más influyentes de finales del siglo XX.

A1.4.1. Una breve biografía

Amado y odiado a partes iguales, la figura de Jürgen Habermas es central en la filosofía


contemporánea. Nace en Dusseldorf en 1929, proveniente de una acomodada familia alemana
que él mismo describirá como favorable al nazismo. Debido a un problema maxilofacial
sufrirá problemas en el habla de niño, lo que aparentemente le hizo ser consciente desde
muy temprana edad de la importancia de la comunicación (Habermas 2006). En la escuela
durante la Segunda Guerra Mundial, los Juicios de Núremberg serán un hito importante en
su formación, hasta tal punto que las preocupaciones sobre la ética del mundo alemán le
llevarán a estudiar filosofía en Gotinga, Zúrich y Bonn, donde se doctorará en 1954 con una
tesis sobre Schelling.

En 1956 se traslada a Frankfurt como asistente de Adorno, pero las discrepancias con
Horkheimer le harán dejar el Insitut tres años después. Así, terminará su habilitación en
Marburgo bajo la tutela de Abendroth. Su trabajo sobre la esfera pública en la sociedad
burguesa (Habermas 1989) le valdrá atención en su entorno y tras un año de Privatdozent en
Marburgo, en 1962 se trasladará a Heidelberg aunque sólo dos años después pasaría a ocupar
la plaza que iba a dejar vacante Horkheimer en Frankfurt. Entre 1964 y 1971 será profesor allí
y después, durante otros doce años, dirigirá el Instituto Max Planck en Starnberg. A partir de
1983 volvería a Frankfurt donde además dirigirá el Institut hasta su jubilación en 1994, si bien
ha continuado en activo como profesor invitado en varias universidades.

En su haber, una veintena de premios internacionales que le colocan como uno de los
intelectuales más influyentes del momento tras centrar sus trabajos de los últimos años en
debatir cuestiones de actualidad como la Unión Europea o los conflictos religiosos. Aunque
poco a poco se va apartando de la Escuela de Frankfurt —no en vano las discrepancias que le
apartaron del Institut en los años 50 no desaparecieron tras su vuelta—, mantiene a lo largo
de su obra varios aspectos comunes con ella; la autoemancipación de los seres humanos, la
consideración ambivalente del legado ilustrado y del proceso de racionalización comenzado
por él, la crítica de los presupuestos epistemológicos de la sociología positivista, o el necesario
carácter multidisplinar de la investigación actual.

A1.4.2. Sus principales conceptos

Se puede decir que la atención en Habermas comienza con su trabajo de habilitación en


1962 sobre la conformación de la esfera pública burguesa en el siglo XVIII hasta la irrupción
de los medios de masas asociados al Capitalismo (Habermas 1981 [edición española]; 1989
[edición inglesa]). En este trabajo ya apuntará una de las bases de su posterior desarrollo
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
360 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

teórico al identificar ese ideal de comunicación entre iguales que desvirtuará el desarrollo
capitalista de los medios y la formación de una «opinión pública» plenamente ideologizada
en el contexto del estado de bienestar. Esto es, el uso de los medios de comunicación como
elemento de control social, rompiendo de algún modo con la relación entre iguales que se
daba en los salones ilustrados. Relación entre iguales que, por otro lado, era considerablemente
exclusiva y parcial, pero se utiliza como modelo ideal.

Durante la década de los 60 continuará desarrollando algunas ideas que cobrarán madurez
después, pero que cobran sentido en el contexto del momento. Si bien fue crítico con los
movimientos estudiantiles, lo que le valió críticas en el entorno universitario (Bohman 2014),
pudo reflexionar sobre el concepto de acción, diferenciando dos niveles; «trabajo» —lo que
se correspondería con la acción instrumental— e «interacción» —lo que se correspondería
con la acción comunicativa—, que se enmarcan también en la crítica a la tecnología como
ideología (Habermas 1984). En este aspecto, se separará de sus predecesores, planteando la
necesidad humana de controlar la naturaleza como algo inherente a nuestra especie, más que
como algo específico de la sociedad capitalista.

Uno de los trabajos más destacables de este periodo será Conocimiento e Interés (Habermas
1990). En él desarrollará una teoría del conocimiento constitutivo de interés en el que no sólo
se tendrá en cuenta la naturaleza del ser humano, sino también su dimensión cultural.

«Me propongo, desde una perspectiva histórica, reconstruir la prehistoria del


positivismo moderno con el propósito sistemático de analizar las conexiones
entre conocimiento e interés. Si queremos seguir el proceso de disolución de la
teoría del conocimiento, cuyo lugar ha sido ocupado por la teoría de la ciencia,
tenemos que remontarnos a través ele fases abandonadas de la reflexión. Volver
a recorrer este camino desde un horizonte que apunta hacia su punto de partida
puede ayudarnos a recuperar la perdida experiencia de la reflexión. Porque el
positivismo es eso: el renegar de la reflexión» (Habermas 1990: 9).

Así, Habermas distingue tres tipos de conocimiento constitutivo de interés:

-- Interés técnico: el que se da en las ciencias naturales y aquellas ciencias sociales


que buscan interpretaciones generales empíricas. Viene dado por la posibilidad de
entender el mundo como algo que es posible conocer. Estaría conducido desde el
método hipotético-deductivo.

-- Interés práctico: el que se da en las ciencias sociales menos empíricas y que busca
entender las relaciones sociales en sus diferentes formas. Estaría conducido desde la
hermenéutica.

-- Interés emancipatorio: el que busca poner de manifiesto la subjetividad del empirismo


desde la reflexión crítica. Pero que será problemático por su complejidad e indefinición
hasta bien desarrollada la Teoría de la Acción Comunicativa (TAC).

Durante esta década nos encontramos con un Habermas que bosqueja una nueva Teoría
crítica de la sociedad, pero sin terminar de culminar una propuesta firme (McCarthy 1978).
En cualquier caso, sentará unas bases sólidas para su trabajo fundamental. En este sentido,
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 361

los siguientes años se consideran un momento de transición en el que continuará sentando


los cimientos de la TAC, primero con una breve vuelta a los fundamentos de la filosofía,
rompiendo con la normatividad kantiana en pro de una mayor relación con las ciencias
sociales que permitiera a la filosofía actuar en tres frentes: el normativo, el práctico y el
explicativo (Bohman 2014). Y después en lo que se conoce como su giro lingüístico, que
será igualmente importante para la TAC al llevarle a la pragmática formal, entendida como
«ciencia reconstructiva», en la profundización sobre los fundamentos de las dinámicas
sociales (Habermas 1992).

De este modo llegamos a la Teoría de la Acción Comunicativa, obra cumbre de Habermas


(2008a y b). En el próximo capítulo llevaré a cabo un análisis más profundo de éste y otros
trabajos en relación con la arqueología pública, por lo que ahora plantearé algunas líneas
básicas que nos ayuden a entenderlo en contexto. Publicada originalmente en 1981, adquiere
relevancia de forma casi instantánea al tratarse de uno de los corpus teóricos más completos
de finales del siglo XX a la hora de entender y explicar la sociedad contemporánea. En
él, Habermas plantea una teoría a dos niveles (White 1989); por un lado, una teoría de la
racionalidad comunicativa que se centra en las relaciones diarias. Por el otro, una teoría de la
sociedad moderna que explica las macro-relaciones —por ejemplo, sociedad y mercado. Sin
embargo, huye de definir la TAC como una teoría general y plantea cómo más bien se trata de
una forma de teoría unificadora que en lugar de rechazar otras aproximaciones, simplemente
las complementa señalando sus limitaciones (Habermas 2008b, 530).

El concepto central será el de «acción comunicativa». El lenguaje es uno de los aspectos


básicos de la comunicación, y las formas en las que ese lenguaje se articula en las relaciones
sociales marcarán el interés o no en entenderse. Así, la acción comunicativa se define cuando
dos actores capaces de comunicarse hacen por entenderse. Así, se contrapone a una acción
estratégica en la que, por encima del entendimiento, existen razones secundarias para que dos
actores se comuniquen. En ese marco de entendimiento, el objetivo de dos actores es llegar
a un acuerdo, lo que sucederá siempre que los argumentos presentados sean buenos. En este
apartado, Habermas entra en una teoría del discurso donde la crítica a la verdad positivista
como único argumento bueno pone sobre la mesa otras formas válidas más subjetivas como la
estética. De este modo, un argumento válido no se referirá a una verdad absoluta, sino a una
verdad contextualizada en el marco del discurso. Pero ese discurso entre diferentes actores
no es el único nivel que se pone de manifiesto, ya que ocurre dentro de un nivel superior;
el sistema. Éste está representado por el contexto socio-político y económico, que marcará
unas necesidades especiales en la comunicación, incluso formas de acción estratégica. La
simplificación, puede que extrema, de esta especie de teoría de sistemas le costó sin embargo
varias críticas como la de Nancy Fraser (1985), que resulta especialmente acertada a la hora
de confrontar una cuestión tan esencial como el género. Al fin y al cabo, la TAC representa un
modelo masculino, burgués y centroeuropeo en el que la aplicación a la sociedad occidental
debe entenderse con matices y más allá, representa un reto aún mayor. Habermas trató de salvar
algunos de estos problemas en el nivel de sistema, al articular otras formas de racionalización
del mundo de la vida, especialmente los mercados y la ley. De este modo, la diversidad de la
sociedad moderna, que ya no puede entenderse en términos de cohesión cultural, se articula
en torno a otras formas de cohesión que «colonizan» el mundo de la vida.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
362 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

En trabajos posteriores profundizará en uno de ellos, la ley, como parte del proceso de
democratización, donde la opinión pública vuelve a jugar un papel importante, aunque no
decisivo (Habermas 1996). Englobado en su Teoría del discurso, ya desde la TAC plantea las
diferentes formas de argumentación y control que se dan en la necesaria relación entre sujetos
capaces de comunicación. Ahora bien, la convivencia de todos ellos en un contexto en el que
incluso interviene la acción estratégica, hace muy difícil aceptar el funcionamiento de este
sistema (McCarthy 1991). A pesar de todo, Habermas dará un nuevo paso adelante a la hora
de enfrentarse al siguiente reto heredado de este contexto; el «cosmopolitanismo» (Habermas
2001). Especialmente ante los acontecimientos acaecidos en los últimos años dentro de
la Unión Europea (Habermas 2009a y b), plantea la legalidad transnacional como una
negociación entre democracias más que una democracia en sí misma, sin perder la esperanza
en una democracia postnacional que supere las barreras actuales (Habermas 2008c).

Finalmente, uno de los temas a los que ha dedicado tiempo en los últimos años es el de la
religión. Si en la TAC la consideraba una forma arcaica de integración social, ahora reconocerá
el valor de la herencia en la filosofía occidental de las bases teológicas del Cristianismo, no
sólo en términos éticos. De este modo, plantea la necesidad de un diálogo entre lo secular y
lo religioso en el que ambas partes aprendan de la otra (Habermas 2006).

Pero otro aspecto que resulta sin duda interesante del pensamiento de Habermas es lo
polifacético de su impacto más directo. Como veremos, siendo un representante de la segunda
generación —y casi de la tercera—, por él pasaron ya Offe, Negt, Wellmer y Honneth, y
pasarán otras figuras como Schnädelbach, Arnason, Kögler, Joas, Eder o McCarthy, así como el
anarco-capitalista Hans-Hermann Hoppe o el exprimer ministro serbio Zoran Đinđić. Durante
sus años en activo fue ya un polo que atraía a muchos pensadores de diferente condición.
De algún modo, la TAC representó una fórmula lo suficientemente amplia como para acoger
multitud de perspectivas —al fin y al cabo, quiso darle ese carácter inclusivo—, aunque
continuó dejando fuera muchas otras. De lo que no cabe la menor duda es que se trata de
una de las figuras principales del pensamiento contemporáneo, con una producción que se
acerca a los 1.000 escritos (Corchia 2016a) y sobre el que se han escrito miles de trabajos
(Corchia 2016b).

A1.5. La llegada de la Teoría Crítica a España

Introduzco este pequeño interludio por una cuestión casi cronológica, pero también porque
me resulta interesante por dos motivos: el primero, que rompe en cierto modo la descripción
entre lo ya explorado —en arqueología— y lo que queda por explorar. El segundo, porque
leyendo esta tesis doctoral en España, me resultaba interesante acercarme también a lo que
ha significado la Teoría crítica en nuestro país.

Hablar de Teoría crítica en España requiere hacer un pequeño alto en la figura de Manuel
Sacristán, filósofo y político marxista que tradujo por primera vez a autores de la Escuela de
Frankfurt en nuestro país (ver López 2014 para una aproximación a su figura). En concreto,
a Adorno en 1962. Es importante la fecha si la vemos en el contexto político y social
español. No en vano, Sacristán fue expulsado de la Universidad de Barcelona en 1965 por
sus tendencias comunistas —de hecho, guardó relación con el Partido Comunista desde los
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 363

años 50. En un momento en el que el marxismo estaba vetado en nuestro país, la Teoría
crítica jugó un papel fundamental para el pensamiento de izquierda del momento (Gómez
2009). Del mismo modo que en Frankfurt hablar del Institut für Sozialforschung espantó los
fantasmas comunistas de cara a su creación, en Madrid la Teoría crítica sonaba mucho menos
amenazante que Marx, por mucho que éste estuviera presente en los fundamentos de todos
los textos que comenzaban a llegar. Sin embargo, el impacto de la Teoría crítica iba más
allá de un pensamiento de izquierda sin la marca partidista, ofreciendo una nueva forma de
entender el mundo en contexto de forma crítica y con una clara orientación a la praxis (Sevilla
2010: 158). Junto a Sacristán, seguramente el otro nombre relevante del momento sea el de
Jesús Aguirre. Seguramente en las antípodas ideológicas de Sacristán, el que fuera marido de
la Duquesa de Alba, ejerció como editor de Taurus un papel fundamental en la traducción de
muchos textos de la Escuela al castellano.

Si los primeros trabajos que traduce Sacristán buscan ofrecer una variedad de posturas con
respecto al marxismo en la filosofía del momento (Sevilla 2010: 160), la mayor parte de los
trabajos editados en nuestro país de lo que se conoce como la primera etapa (1962-1974) se
centran en el contenido más político (Gómez 2009: 8). Así, por ejemplo, la obra de Marcuse
alcanzará especial relevancia en estos años, centrada siempre en el aparato político-social,
hasta que cae en cierta desgracia tras mayo del 68. Pero los filósofos españoles —al menos

Fig. 68. Caricatura de Manuel Sacristán en la revista Papeles (año 2010, número 111, página 11).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
364 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

los más comprometidos— no eran ajenos a la realidad europea antes de la traducción de


Adorno e incluso algunos habían llegado a conocerles. Prueba de ello es la publicación de
los primeros diccionarios filosóficos en los años 60 (p.e. Ferrater Mora 1965) que ya cuentan
con entradas dedicadas a los principales representantes de la Escuela de Frankfurt (Mardones
1990). Al fin y al cabo, otros textos que no se traducían aún en España comenzaban a llegar
desde América. En el contexto de estas primeras traducciones ya comienzan a elaborarse los
primeros textos críticos, si bien se centraron más en Marcuse que en Adorno o Horkheimer
(Gómez 2009: 10). Varias decenas de artículos que poco a poco iban a configurar una primera
generación de filósofos —y sociólogos— españoles interesados en esta línea de pensamiento
(Madrones 1990:132).

Un episodio que tal vez merezca la pena destacar por recurrente, es la traducción por
Jacobo Muñoz en 1973 del debate Adorno-Popper sobre el positivismo, además con las
críticas añadidas de Dahrendorf, Habermas, Albert y Pilot (Adorno et al. 1973). Su impacto
en las ciencias sociales sería similar al del resto en la política (Gómez 2009: 11; Sevilla 2010:
160).

La traducción de la Dialéctica Negativa de Adorno abrirá en 1975 una nueva etapa que
Gómez (2009: 12) califica como el inicio de la recepción académica y que durará hasta
1983 con la llegada de los principales textos de Habermas. En el contexto político y social
nos encontramos además también con un periodo especialmente relevante, con la muerte de
Franco y el inicio de la transición democrática, que culmina en cierto modo con la victoria
socialista en 1982. Habermas entrará en este periodo con fuerza. En 1978, Enrique Menéndez
Ureña publica la primera monografía sobre el autor alemán (Ureña 2008), entrando de lleno
en el debate filosófico continental como ya hiciera Manuel Jiménez Redondo en su tesis
doctoral un año antes. No en vano, será el traductor de Habermas para Tecnos. A la tesis de
Jiménez Redondo se unieron otras tres durante este periodo, marcando de algún modo el
interés que ya tenía la Escuela en la filosofía española (Gómez 2009: 13). Así, con este giro
habermasiano, se consolidará la recepción de la Teoría Crítica en España.

De hecho, en el siguiente periodo, que Gómez califica como de «normalización»,


será interesante ver las primeras críticas dentro de nuestro país a esa visión excesivamente
habermasiana de la Teoría Crítica. Mientras encontramos la primera monografía dedicada a
la Escuela de Frankfurt en nuestro país; Crítica y utopía (Cortina 1985) —que si bien presenta
una narración interesante, lo hace ya desde la óptica habermasiana (Madrones 1990: 133)—,
el trabajo de Agapito Maestre (1989) en Daimon, abordando la controversia que plantea el
grupo Konkursbuch de Tubingia sobre las interpretaciones de la primera generación, hará
una crítica abierta a esos planteamientos tan habermasianos, reivindicando otra lectura más
ortodoxa de la primera generación. Pero sin duda, uno de los aspectos más significativos será
el nacimiento de las revistas Daimon en 1989 e Isegoría en 1990, que abrirán con sendos
números dedicados a la Teoría Crítica. El primero, sobre Habermas y el segundo, incluyendo
textos de autores internacionales como Wellmer o McCarthy. De hecho, otros autores jóvenes
comenzarán a ser traducidos o analizados en nuestro país y así, Benhabib o Honneth, llegarían
de forma temprana a nuestro país, poniendo de manifiesto la puesta al día de la filosofía
española para los años 90. Pero la normalización debe entenderse en otro sentido mucho más
práctico. Durante estos años, no sólo llegarán nuevos textos a nuestro país, sino que se llevará
a cabo una importante producción crítica sobre la Escuela de Frankfurt que pasaría de reseñas
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 365

y artículos a completas monografías. Más allá, comenzarán a formarse pequeños grupos,


puede que en inicio desarticulados, pero que trabajarán con constancia desde principios de
los 90, como el que se creará en La Laguna en torno a Isaac Álvarez en 1991. Puede que
la principal problemática de este periodo sea la acumulación de traducciones, entendida
como un totum revolutum en el que algunos de los primeros textos de Adorno se traducían
a la vez que Habermas o incluso Honneth. Tres generaciones en una, unidas a otros textos
internacionales derivados, que hacían difícil ver sin prejuicios la profundidad de la primera
generación.

Este periodo de normalización es precisamente comparable con el que vivimos en el


ámbito de la arqueología. A las traducciones de textos teóricos extranjeros que desempeña
principalmente la editorial Crítica, se unen trabajos innovadores dentro de la arqueología
española que abrirán nuevos horizontes incluso en el ámbito de la Teoría Crítica (Vicent
1991).

Pero si la Teoría Crítica ya se extiende por toda la geografía nacional, el desarrollo de los
trabajos se estancará —no en cantidad sino en actividad— hasta bien entrado el nuevo siglo.
A falta de un análisis autorizado de las décadas 1996-2016, puede que los dos eventos más
destacados en nuestro país se correspondan con la fundación de la revista Constelaciones en
2009 y la creación de la Sociedad de Estudios de Teoría Crítica11 en 2011.

A1.6. ¿Una nueva Teoría Crítica?

“What is therefore missing is a differentiated account of the various forms of


community to which persons belong, of the different values and norms by means
of which these communities are integrated, and of the question of the degree to
which the identity of subjects is thereby affected. Such a differentiated depiction
would have to provide an understanding of the reciprocal relation between
individuation and socialization that is more dialectical than the one found in
Sandel, a model of the relation of self and community that is located beyond the
alternative between atomism and social monism.” (Forst 2012: 20)

Puede que hablar de una nueva Teoría crítica comenzando a exponer la segunda generación
de la Escuela de Frankfurt no parezca muy ortodoxo. Lo hago en el contexto de la arqueología
pública, como forma de reenganchar con una tradición filosófica que aún tiene mucho que
decir en el contexto de la arqueología. En el próximo capítulo volveré sobre esto al hacer
referencia a la relación entre Teoría crítica y arqueología, pero en líneas generales se puede
apuntar que la primera generación es referente de los primeros trabajos al respecto y Habermas
lo será de las primeras formulaciones teóricas de la arqueología pública. Sin embargo, además
de ellos, se han abierto otras líneas que pueden aportar mucho a una aproximación crítica a
la arqueología. Esta nueva Teoría crítica lo es para la arqueología y el patrimonio y, aunque
sólo sean por el momento unos apuntes muy generales, es necesario acercarse a ella desde
donde lo dejamos.

11 www.setcrit.net
En su web cuentan con una extensa red de investigadores en España y América que sin duda está dando sus frutos en la
vertebración de relaciones y proyectos.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
366 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

A1.6.1. Apuntes sobre la segunda generación

El mundo que nos encontramos en los años 70 poco tiene que ver con la Europa de los
dos primeros tercios del siglo XX. El modelo de bienestar de post-guerra entra en crisis con
el petróleo y la sombra de los años 30 vuelve a posarse sobre la sociedad occidental. La
Guerra Fría mantiene el pulso entre las dos grandes potencias del momento (simplificadas en
el binomio Comunismo-Capitalismo) que se enfrentan a diario en múltiples conflictos a lo
largo y ancho del planeta. Europa vive un momento de convergencia en el que los desastres
de la guerra parecen haber hecho finalmente efecto y ni siquiera el enfrentamiento de bloques
parece ponerlo en riesgo. Un nuevo panorama que enmascara otra realidad, en la que Europa
ha normalizado las medidas de control del Capitalismo, especialmente tras sobrevivir a Mayo
del 68. El mundo sindical está ya plenamente asimilado por el sistema y tan solo algunos
resquicios anarquistas lo tambalean en momentos puntuales. En el ámbito cultural, puede
que el movimiento punk represente la única corriente radical del momento, de nuevo en un
contexto anarquista y muy minoritario —tal vez junto con el movimiento hippie, que tendrá
su mayor desarrollo en los Estados Unidos. En una sociedad donde los dos grandes bloques
ideológicos se podían ver desde una misma óptica, la amenaza era el imperialismo, entendido
ahora desde una perspectiva global. Cambios sustanciales que hacían que las premisas sobre
las que trabajó la primera generación de la Escuela de Frankfurt no fueran ya de aplicación en
la realidad del momento (Muñoz 2009).

En este contexto llega el momento de cambiar de paradigma y, en cierto modo, es lo que


intentará Habermas con su Teoría de la Acción Comunicativa. Nuevas respuestas a nuevas
realidades en una sociedad cambiante que no cumple ningún modelo predictivo. Pero
Habermas no será el único referente del momento y, junto a él, son de destacar otros nombres
que pueden considerarse también referentes de esta nueva generación:

Claus Offe: Nacido en Berlín en 1940, comienza sus estudios en Colonia, aunque se
graduará en la Universidad Libre de Berlin en 1965. Obtuvo su doctorado en Frankfurt
tres años después bajo la tutela de Habermas, de quien fue asistente. Tras un breve periplo
postdoctoral en Estados Unidos, obtuvo su habilitación en la Universidad de Constanza en
1973. Desde entonces ha impartido clases allí, en Bielefeld, Bremen y Berlín, además de estar
como profesor invitado en varias universidades de todo el mundo hasta su jubilación en 2005.
Actualmente sigue activo en la universidad privada.

La obra de Offe se enmarca dentro de la economía política, con un análisis del Capitalismo
en el contexto contemporáneo que trata de desentrañar su integración en el ámbito político
y legal. En este sentido se acerca también al concepto de crisis y sus consecuencias
sociales, como un efecto de la dialéctica que se establece entre el gobierno y la economía.
Recuperará a Luhmann y su teoría sistémica de la sociedad para interpretar las relaciones
que se establecen entre sistemas y subsistemas dentro de la organización social que resulta
del tránsito al neocapitalismo —basada principalmente en las formas de organización del
trabajo. En este contexto, concluye como el Estado de Bienestar es una suerte de mecanismo
necesario en el proceso, ya que los conflictos entre subsistemas requieren de la intervención
estatal (Offe 1994). De aquí, pasará a estudiar los sistemas burocráticos del estado como
elemento regulador entre sistemas, lo que le llevará a analizar los movimientos sociales y
las formas en las que se relacionan con el resto de sistemas y subsistemas (Offe 1992). En
este ámbito, es seguramente de destacar su análisis sobre la decadencia de los partidos y el
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 367

surgimiento de figuras de autoridad, así como la asimilación de los movimientos sociales en


el sistema a través de los intereses comunes en torno a la contestación al estado. Análisis que
se ponen de manifiesto día a día y que han tenido un importante impacto en la teoría política
contemporánea.

Oskar Negt: Nacido en Kapkeim en 1934, estudia derecho y filosofía en Gotinga, pero
se en 1964 se doctorará en Frankfurt bajo la dirección de Adorno. Desde muy joven estará
integrado en el mundo sindicalista alemán como miembro del SDS —el sindicato socialista
de estudiantes. Ejercerá de asistente de Habermas entre 1962 y 1970, años en los que
sus enfrentamientos provocan una tensa relación, especialmente tras oponerse éste a las
revueltas estudiantiles del 68. En 1970 obtendrá la cátedra de Sociología en Hannover, donde
permanecerá hasta su jubilación en 2003.

Su pensamiento se caracteriza por tres líneas (Muñoz 2009): la Filosofía Social y el análisis
de las medidas de control del capitalismo moderno; los medios de comunicación y la opinión
pública; y las relaciones entre teoría y praxis. Aunque centrado en el mundo obrero, su análisis
sobre la estructuración social y la legitimación del sistema a través de todas las herramientas
del estado —desde la Ciencia a la Cultura— es sumamente acertado para el contexto social
de los 70. No en vano, la acción de los medios de masas en el adormecimiento y asimilación
de la clase obrera que pronosticaba, es un hecho (Negt y Kluge 2016). Tal vez, su obra más
notable sea Geschichte und Eigensinn [Historia y Obstinación (Kluge y Negt 2014)] que le
valió fama tras la caída del Muro de Berlín por sus acertados pronósticos sobre Europa del
Este desde la crítica a Lukács, Habermas, Guattari y Deleuze. Pero una de sus propuestas
más interesantes es la alternación en el orden lógico del paso teoría-praxis, planteando que
la teoría surge de la explicación de la praxis y reclamando una «fantasía sociológica» que
permita la autonomía de éstas.

Albrecht Wellmer: Nacido en Lippe en 1933 y tras iniciarse en ciencias y matemáticas,


estudia sociología y filosofía en Heidelberg y Frankfurt, donde se doctorará en 1966. Trabajará
como asistente de Habermas hasta 1970 y un año después de habilitará también en Frankfurt.
Dará clases en varias universidades de Europa y América, trabajando también en el Instituto
Max-Plank durante dos años. Entre 1974 y 1990 ejercerá de profesor en Constanza y finalmente
se trasladará a la Universidad Libre de Berlín, donde trabajará hasta su jubilación en 2001.

Su tesis plantea ya un interesante punto de partida, analizando el debate entre Adorno y


Popper (Wiggershaus 1995: 567-70), en el que se posiciona rescatando aquello que se puede
aprovechar de ambas posiciones, tratando de romper las barreras aparentemente inamovibles
entre crítica y positivismo (Muñoz 2009). A partir de ahí tratará de adaptar las metodologías
en una línea paralela a la de Habermas, donde trata de reformular el materialismo histórico
desde términos teóricos-comunicativos más que plantear una alternativa completamente
alternativa (Wellmer 1990).

Alfred Schmidt: Nacido en Berlín en 1931 y de familia humilde, estudiará literatura en


Frankfurt hasta que unas clases de Horkheimer le inclinan a dedicarse a la filosofía (Gandler
2012). Se doctorará en 1962 con una tesis sobre la naturaleza en Marx y trabajará como
asistente de Horkheimer y Adorno en Frankfurt hasta que en 1972 obtiene su propia plaza,
que ocupará hasta su jubilación en 1999, si bien continuó dando clase como emérito hasta
días antes de su muerte.
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
368 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

Schmidt puede considerarse como el continuador de la línea clásica iniciada en el Institut,


al tratar a lo largo de su vida todos los grandes temas con el sentido crítico original de la Escuela
y desde una perspectiva marxista pero no dogmática. Su tesis (Schmidt 2011) continúa siendo
una obra de referencia para el nuevo materialismo y su trabajo como compilador, traductor
y difusor de la Teoría crítica recogiendo la obra de Horkheimer, traduciendo a Marcuse y
profundizando en sus obras, resulta de gran interés. En palabras de Gandler, «su muerte deja
el mundo más pobre en pensadores que no se acogen, en su crítica a la destructiva forma
socioeconómica actual, a cómodos tabúes políticos y modas intelectuales.»

En líneas generales, la segunda generación de la Escuela de Frankfurt nos plantea un


panorama diverso en el que nos movemos entre cierto continuismo —o profundización— en
los temas y la forma de tratarlos, donde la principal diferencia radica en el nuevo contexto
histórico que se presenta desde los años 60, mientras que autores como Habermas plantean
un salto cualitativo en el análisis con una teoría completamente nueva, que si bien bebe
originalmente de las fuentes de la primera generación, plantea un ámbito de trabajo y discusión
completamente nuevo y cada vez más alejado del marxismo.

Pero para este momento, ya se puede hablar de otra segunda generación —de la Teoría
Crítica— que sin mantener una vinculación directa con Frankfurt, o tal vez por ello, forma
parte de los debates del momento. Se trata de pensadores de todo el mundo que ya están
estudiando y recuperando los textos de la primera generación, en ocasiones con interpretaciones
dispares, como puede ser la de Hesse y Kimmerle desde el grupo de Konkursbuch en Tubinga
(Maestre 1989). Algunos de ellos se insertarán en la tercera generación, pero la mayor parte
permanecerán al margen, si bien en ocasiones sus aportaciones podrían considerarse de
interés.

A1.6.2. Apuntes sobre la tercera generación

Es difícil definir de forma sistemática una tercera generación con una perspectiva temporal
tan corta. Si tenemos en cuenta que los principales representantes de la segunda se han ido
jubilando en los últimos años, puede que lo más indicado fuera apuntar a una generación
2.5, o esos referentes que sin insertarse en la segunda generación han comenzado a marcar
tendencia dentro de la Teoría Crítica desde diferentes ámbitos y posiciones, mientras los
miembros de la segunda generación seguían en activo. No me refiero a esa «otra» segunda
generación de la que hablaba antes, sino a miembros del Institut y otros estudiantes de
Habermas que desde los años 70 están presentes en el panorama filosófico internacional.
Hasta ahora, el Institut habría definido en cierto modo la Escuela. Sin embargo considero que
hoy se puede hacer ya sin lugar a dudas una distinción entre la línea de trabajo del centro y
otras «regiones» periféricas donde el estudio de la Teoría Crítica se ha comenzado a extender
a la vez que la segunda generación alcanzaba la madurez. De este modo, cabría destacar por
un lado a la figura de Axel Honneth, actual director del Institut y tal vez principal representante
de esta tercera generación. Nacido en Essen en 1949, estudia sociología y filosofía en Bonn,
Bochum y Berlín, para finalmente culminar su doctorado en el Instituto Max Planck bajo la
dirección de Habermas. En sus primeros trabajos continua la línea de su director, si bien ya se
acercará a la escuela francesa y, en concreto a Foucault, poniendo en relación la Teoría crítica
con algunos de los planteamientos que se formulaban desde el país vecino (Honneth 1991).
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 369

A mediados de los 90 se trasladará a Frankfurt y participará además como profesor en otros


centros europeos. Desde 2001, asume la dirección del Institut sentando las bases de la nueva
línea de trabajo del centro —en la que profundizaré más adelante.

Su obra se ha centrado en lo que se conoce como la Teoría del reconocimiento (Honneth


1997), donde profundiza en las categorías planteadas por Hegel (1985) en la definición de una
de las motivaciones principales del ser humano; ser reconocido en un contexto de injusticia
y humillación con un fuerte componente de clase. Así, si Habermas plantea la necesidad de
un reconocimiento mutuo como esencia de una condición de igualdad (Habermas 2008a), la
esencia de los conflictos contemporáneos devendrá de la inexistencia de dicha igualdad y su
búsqueda. Así, el reconocimiento no sería sólo una forma de igualdad, sino la base para alcanzar
la autonomía personal y moral. Años más tarde revisitará de forma crítica estos conceptos
(Fraser y Honneth 2006) en un debate con la feminista Nancy Fraser donde ésta cuestionará el
reduccionismo que significa dotar a conceptos morales como el de reconocimiento de otros
aspectos estructurales de la lucha social como puede ser la redistribución —o de cómo la
sociología política se estaba reduciendo a psicología moral perdiendo en parte el sentido de
la crítica al Capitalismo. Sin embargo, Honneth apunta cómo su Teoría del reconocimiento se
plantea como una base sobre la que se asientan el resto de dinámicas y luchas pues, al fin y
al cabo, la redistribución es reconocimiento.

En los últimos años, Honneth se adentrará en otros conceptos como el de poder (Honneth
2009a) o el de libertad (Honneth 2014), incluso en una pequeña pero interesante reseña
histórica de las dos primeras generaciones de la Teoría crítica (Honneth 2009b). Pero puede
que uno de los principales productos como director del Institut sea su integración en el
programa de investigación «The Formation of Normative Orders» dentro de la Universidad
de Frankfurt, donde se analizará el devenir del nuevo orden global con un fuerte componente
crítico y que ya ha producido casi 3.000 publicaciones desde 2007.

El nuevo Institut, bajo la dirección de Honneth, se ha vuelto a establecer con fuerza.


Cuenta con una cincuentena de investigadores y profesores de todo el mundo suelen llevar
a cabo estancias de investigación en él. Lo que parece claro es que desde los 90, la Teoría
crítica ya no es patrimonio exclusivo del Institut, si bien éste continúa siendo un centro de
referencia. Volviendo en cierto modo a los orígenes y puede que fruto de las políticas actuales
de investigación, a los temas clásicos que se siguen trabajando en el contexto del centro se
unen las colaboraciones en proyectos de mayor envergadura, entre los que destaca sin duda
el anteriormente mencionado sobre normatividad. En este programa de investigación se busca
una teoría de la formación de los órdenes normativos que permita, no sólo entender los retos
del presente, sino también adelantar conflictos futuros desde una perspectiva global. En su
página web —apuntada al inicio de este capítulo— se puede acceder, no sólo a buena parte
de su producción, sino a las líneas maestras del programa, incluyendo sus más de cuarenta
proyectos asociados.

Si la segunda generación estuvo en cierto monopolizada por un Habermas que eclipsó a


sus compañeros, la posición de Honneth con respecto a la tercera generación no es menos
prominente. Con una salvedad, si el Institut estaba en plena reconstrucción tras su vuelta a
Alemania, para finales de siglo ya era de nuevo un centro de referencia que puso en escena
a docenas de investigadores, todos ellos alumnos de la segunda generación como por
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
370 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

ejemplo, Ulrich Beck, Micha Brumlik, Hauke Brunkhorst, Helmut Dubiel, Hinrich Fink-Eitel,
Günter Frankenberg, Josef Früchtl, Klaus Günther, Hans Joas, Matthias Kettner, Gertrud Koch,
Wolfgang Kuhlmann, Martin Löw-Beer, Matthias Lutz-Bachmann, Ingeborg Maus, Christoph
Menke, Herta Nagl-Docekal, Bernhard Peters, Gunzelin Schmid Nöerr, Martin Seel o Lutz
Wingert. Su prominencia no ha llegado a ser en ningún caso similar a la de sus predecesores,
al menos en el alcance internacional de su obra, pero todos ellos guardan relación en torno
a las preguntas que tal vez doten de sentido a la Escuela, ahora con una mayor influencia
externa. En palabras de Joel Anderson (2000), «it is clear that German critical social theory is
still alive and well, and living in Frankfurt».

Sin embargo, Joel Anderson ya pone también de manifiesto una realidad patente en este
momento, y es que la Teoría crítica no es patrimonio exclusivo de Frankfurt y se puede ya
apuntar a un gran número de intelectuales que con mayor o menor peso deberían incluirse en
esta generación, aunque sea de forma tangencial. Amy Allen, Andrew Arato, Kenneth Baynes,
Seyla Benhabib, Jay Bernstein, Richard Bernstein, James Bohman, Susan Buck-Morss, Jean
Cohen, Fred Dallmayr, Peter Dews, Alessandro Ferrara, Jean-Marc Ferry, Nancy Fraser, David
Held, Agnes Heller, David Ingram, Martin Jay, Douglas Kellner, Thomas McCarthy, David
Rasmussen, William Rehg, Gillian Rose, Steven Vogel, Georgia Warnke, Stephen K. White,
Joel Whitebook, o Christopher F. Zurn entre otros, engrosan una larga lista de pensadores que
han llevado los supuestos de la Teoría crítica a sus respectivas áreas de estudio, siendo difícil
excluirles del mapa. En algunos casos, su relación tiene que ver más con el estudio de la
Escuela desde fuera —como Jay o Zurn—, pero en otros han planteado posturas relevantes en
la filosofía contemporánea, como puede ser el caso de las feministas Allen, Benhabib o Fraser.

Esto plantea otro aspecto importante llegados a este punto y es la «diferencia» entre Teoría
crítica —en singular con mayúscula— y teorías críticas —en plural con minúscula— en un
momento en el que ambas convergen cada vez más (Bohman 2016), así como la pertenencia
o no de autores como Stephan Gandler que, aún saliendo del Institut han tomado un rumbo
más radical que no reniega de la primera generación. Preguntas que quedan pendientes para
el futuro de la Teoría crítica.

A1.6.3. ¿Una nueva Teoría Crítica?

Aventurar el futuro de una disciplina, especialmente cuando no es la tuya, representa un


reto para el que no creo estar preparado. Sin embargo, si considero interesante hacer una
pequeña reflexión que entronque con el objeto de esta tesis doctoral.

Hasta ahora —puede que sólo hasta la segunda generación— la Teoría crítica ha guardado
una estrecha relación con el Institut, siendo sus principales representantes miembros del
mismo. Con la tercera generación, ya parece ineludible hablar de algunos representantes
externos (Anderson 2000; Pensky 1999) y de incluso una incipiente cuarta generación de
autores jóvenes que comienzan a destacar12. Sin embargo, la amplitud de temas tratados y

12 Rainer Forst (1964) se ha mostrado como uno de los autores más prominentes de los últimos años, tras la lectura de su tesis
bajo la dirección de Habermas en 1993, sus trabajos sobre teoría política están teniendo un gran impacto internacional. Es por
eso que se le considera la semilla de la cuarta generación, en la que le acompañarán seguramente otros compañeros de Frankfurt
como Dirk Braunstein, Marcus Döller, Sabine Flick, Maria Kontos, Chantal Magnin, Ferdinand Sutterlüty, Sebastián Tobón, Felix
Trautmann, Olivier Voirol o Stephan Voswinkel.
Anexo 1. La Teoría Crítica y la Escuela de Frankfurt 371

la diversidad de metodologías utilizadas hacen difícil comprender homogeneidad alguna en


una escuela que ya con Habermas y Honneth trata de huir de algún modo de una etiqueta tan
característica como la de «Escuela de Frankfurt» (Anderson 2011). ¿Podríamos decir entonces
que la Escuela de Frankfurt muere con la primera generación? No estoy seguro, pero de lo que
no cabe la menor duda es que tanto los temas como la aproximación crítica a los mismos,
siguen muy vivos tanto en el Institut como fuera de él. Así, no solo tenemos estas tres/cuatro
generaciones de autores, sino miles de trabajos provenientes de otros espacios en los que la
Teoría Crítica está más que presente. Con otros espacios no me refiero sólo a los geográficos,
tratando de romper con el monopolio del Institut, sino también epistemológicos y prácticos.

Si recapitulamos en líneas generales el desarrollo de la Escuela de Frankfurt, nos encontramos


con un contexto determinado —Alemania, años 30— en el que se persigue una forma de
reinvención heterodoxa del materialismo histórico que permita un verdadero cambio social.
Para ello, se redefinen las relaciones sociales desde un punto de vista interdisciplinar que
atienda a las verdaderas motivaciones de la condición humana y el contexto en el que se
desenvuelven. Los autores de la primera generación sentarán las bases y la metodología, pero
acabarán diluidos en el pesimismo de postguerra, centrados en la reconstrucción del proyecto
original. Entonces, Habermas planteará una teoría que, sin estar del todo sujeta a los preceptos
originales, ofrece un corpus fuerte y completo basado en las relaciones de comunicación. Este
giro lingüístico fue exitoso en la Europa de finales de siglo y, en cierto modo, escapaba de
los lastres de la primera generación. Su éxito marcó una nueva tendencia dentro de la Teoría
Crítica que dejó en cierto modo obsoletos a los autores originales. Honneth, actualizaría
algunos puntos ciegos de Habermas con la Teoría del reconocimiento y llevará al Institut a
profundizar en las bases normativas de la sociedad. Mientras tanto, autores de todo el mundo
revisitarán los textos de la primera generación, expandiendo el alcance de sus metodologías
a otras disciplinas más allá de la sociología y la política, cobrando fuerza por ejemplo en
la educación. Por otro lado, sus trabajos de estética siguen más que vigentes en la crítica
cultural, así como en el teatro, el cine o la publicidad.

Por ello, cuando revisitamos la Dialéctica de la Ilustración (Horkheimer y Adorno 2002), El


Hombre Unidimensional (Marcuse 2010) o la Dialéctica Negativa (Adorno 2005), encontramos
siempre razones para continuar con una crítica transformadora de la sociedad contemporánea.
No porque la sociedad no haya cambiado, que lo ha hecho, sino por la reproducción continua
de los mismos procesos mientras se ahonda en el sistema. Si Habermas y Honneth plantean
escenarios interesantes en este sentido, sigue siendo difícil adaptar su obra a otros contextos
culturales (ver el ethos barroco de Echeverría 1998). Es tal vez por ello necesario que el trabajo
pendiente se centre en dos objetivos; por un lado, esas aplicaciones periféricas que recuperen
las metodologías de la Escuela para profundizar en sus propios contextos históricos y sociales.
Por otro lado, esas aplicaciones sectoriales que nos lleven a una crítica transformadora de
nuestros entornos. Esta es, al fin y al cabo, una de las propuestas de esta tesis doctoral.
.A2.
AN OVERVIEW OF INTERNATIONAL
ARCHAEOLOGICAL HERITAGE MANAGEMENT
AND PUBLIC ARCHAEOLOGY

“Sorry but I cannot continue this survey, the answers will be misleading”
(participant from North America)

Time is always a problem when conducting your PhD research. In my personal case, I
spent a long time thinking about it, reading, speaking, even lecturing and publishing it, but
still, not doing it. I wanted to have an overview of archaeological heritage management and
public archaeology worldwide, but it required a huge amount of work and consequently time,
that I did not have. This is why I came with the idea of continuing the line of “perception”
with an international survey to gather information I could not possibly do only by myself
on time. Of course, the survey could not be significant, so the aim was to collect examples
from different countries to guide my further research. In total, 84 people from 37 countries
answered the questionnaire, offering their perception of public archaeology and regulations in
their countries, as well as general issues about management.

Before continuing with the survey, I would like to thank all the participants for their
time and their honest answers, which I believe will be useful to start a line of research of
comparative heritage management, as data has been intriguing. I will not publish the specific
names due to privacy issues, although some of you gave permission and even are already in
the acknowledgments of this thesis. However, I really appreciate your help and you will have
me here for anything you need.

A2.1. The survey

The survey is very simple. In the first page, after a presentation, they have to write down
their country, to select their sector of employment and to answer if they feel confident about

373
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
374 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

the legal framework of archaeological heritage management in their country. Then I expose
two case studies; the first one about the beginning of an archaeological project in a rural area.
The second one, about the appearance of an archaeological site in the course of a roadwork.
Questions are then about the need for permissions, monitoring of the works, reporting and
outreach. Finally, I explain how the model works for these two examples in Spain and ask
again for a short explanation focusing in the funding and the consequences of their model.
The last two pages are about any extra information they want to provide, especially laws and
specific bibliography, to finish with some demographic data.

The link has been available since December 2013, but most of the responses came in
March 2014 after it was shared by the mailing list of the World Archaeological Congress. The
ratio of response was really low, with a total of 84 answers for thousands of professionals
reached, but still a good sample for the goals of the survey.

Fig. 69. Layout of the original form exported in pdf format:


Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 375
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
376 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 377
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
378 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 379
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
380 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 381
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
382 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

A4.2. The results

The fact that there is no stratification in the sample makes it difficult to use all the cases
together for the analysis of the results. In those cases where there was more than one answer
per country I have left only one of them —one I consider “correct” besides the cases of
Alaska, Wales, Scotland and England for their variability— in order to avoid the bias of
overrepresentation from those countries. The sample of those with more answers —USA (10),
Australia (9) and Spain (8)— might be enough to get a glimpse of the perception about the
model there, although I will only be able to state very simple tendencies.

The countries represented in the study are: Anguilla, Argentina, Australia, Bolivia, Brazil,
Canada, Chile, Colombia, Germany, Greece, Hungary, India, Iran, Iraq, Italy, Kenya, Kyrgyzstan,
Macedonia, Mexico, New Zealand, Nigeria, Norway, Philippines, Poland, Portugal, Republic
of Moldova, Republic of Ireland, Reunion (France), Romania, Serbia, South Africa, Spain,
Swaziland, Taiwan, Turkey, United Kingdom, and USA.

Most of the respondents come from the Academic sector, which is a bias in terms of practice
and opinion. However, it is interesting how public servants are disengaging from the Academic
sector, as the survey was mainly spread through the WAC email list.

One of the most interesting results is that half of the respondents did not feel confident with
the legal framework of Archaeological Heritage Management. Among them, those working
in Academia share this tendency, while private consultants and public servants are generally
confident —counteracted by volunteers and other heritage workers.

This is an interesting issue which can lead to two reflections: First, that there is a need to
know and understand the legal framework in order to make a better practice. Second, that the
private sector —and, of course, public servants— is better prepared for management.

A2.2.1. The legal framework

DO  YOU  FEEL  CONFIDENT  ABOUT  THE  LEGAL  FRAMEWORK  IN  AHM?  

NO   YES  
49%   51%  

Fig. 70. Do you feel confident about the legal framework in AHM? (full sample).
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 383

When asking about the confidence about the legal framework, the results seemed worrying.
However, most of them were able to provide either a link or a reference to the main law(s)
to take into account. Interpreting this can be misleading, as we can see it as a problem of
perception. However, very few answers approached a really confident response:

“Unfortunately everything related to Culture in general (including archaeology) is


the responsibility of the 16 German Federal States which all have their different
laws, rules and regulations. The laws, “Denkmalschutzgesetz” are available online
at http://www.landesarchaeologen.de/denkmalschutzgesetze/” (participant from
Germany).

Time is surely an important factor for this, and not all models are as complex as the German
or the Spanish ones. However, when a Spanish participant answers with just the LPHA, one
wonders if he/she was not aware of the system or just rushed to finish the survey —by the way,
a response for Spain would have been similar to the German quoted, but with 17 Autonomous
Regions involved. Still, delving into other answers where the legal framework applies, many
participants that did not see themselves confident were offering an interesting detailed answer,
like for example in question number 15; “Number 1 is not the same in my country!” Where
answers were not only about funding bodies, but also about when and where to ask for
permissions. Maybe it was my mistake to formulate the first question in legal terms, as strictly
speaking even I do not feel 100% confident about it. So, I could conclude that even when we
do not know laws in detail, we certainly know the basics regarding actual management.

A2.2.2. The perception issues

I have already written about choosing perception as an approach. Any survey I can conduct
will have different bias that have also shown up in this one. This bas might be innocent in some
issues, but can also show tendencies that are not beneficial for an analysis of the management
models. However, from the sociological point of view, they can offer an interesting insight
on the profession and, making the survey openly about these perceptions is for me a way to
embrace that approach.

“Yes, archaeological companies makes an very low quality work in spain. It is just
because there is no anyone -neither owners of archaeological companies , nor
developers, nor administration- interested on doing a good archaeological work.”
(participant from Spain).
“Are you mad? You think they would report it? (…)What excavation? Destruction
directly (…) We have no regulations of any kind. You live in a modern country. I
live in the Third World.” (participant from Anguilla).
“On the whole, developer-funded archaeology is undertaken to lower standards
both in the field and at post-excavation stage. There is also rarely enough
consideration given to specialist analysis and archiving.” (participant from Wales).
“It is a good system - sustainable development = polluter pays, private company
far better at doing the archaeological work than some government organisation”
(participant from the United Kingdom).
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
384 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

This pool of answers is very interesting in this sense. Starting from the first one —as I am a
Spanish owner of an archaeological company doing a PhD about improving archaeological
work—, I could even be offended. This is the stereotypical answer of the old dispute with
Academia, but the participant identifies himself as a manager/owner in the private sector too.
Does this generalization mean he is also sloppy on his archaeological work as a consultant?
Or maybe that the general perception of “the other” is so? I would bet for the second option
according to his answers and that worries me in a way, as the stereotype goes far beyond the
Academia. I cannot be naïve to think I did not have this perception too at some point in my
career. We all know several cases in which none of the actors play right. But with a weak
collective and some kind of fear to change, there is no way we can solve this situation.

The second comment takes us to a very different problem. With an “of course, archaeology
is almost never done here”, the participant from Anguilla states a reality we are not usually
aware of when answering about the influence of the management model for archaeology.
Investing in archaeology is not a priority for many countries and the consequences are
important for professionals there. Furthermore, we are used to other models in which action
is taken in some way, but hearing about examples like Anguilla is shocking. Within the whole
survey, his answers were in some way ironic —I encouraged it with the format— and made
clear the point that some underdeveloped countries did not value archaeological heritage
in the same way. This opens a reflection about colonialism, ethics, etc. Up to what moment
are we —Occidentals— in position to encourage other forms of archaeological management
where archaeology is still undervalued and there is not a real management implementation?
Public archaeology is one of the main disciplines to cope with these kinds of problems and
especially this one would require further analysis.

In the case of the two last examples, coming from the UK, it is interesting to see a new
version of the confrontation between companies and others, in this case governmental
organizations. Curiously, the participant from Wales comes from a public unit but with a large
experience in the private sector too. The UK is probably one of the better-analysed contexts
for the archaeological profession and having a look at it from outside, and knowing both
participants in person, I would say they are not that against each other. The participant from
the UK —stated in general— is showing a broad view about the model from the perspective
of a commercial archaeologist committed with the profession. Promoting best practices and
compiling to CIfA requirements, he has no reason to think that the model is wrong, but he also
does not want to cloud the image of the sector. At the same time, he has probably experienced
some problem with governmental units that makes him think a commercial company is better.
On the other side, the participant from Wales is now in charge of a unit that is actually doing
some interesting work in the country. Work that is sometimes underestimated by the traditional
model and always undertaken in full —a deeper research on the data. He experienced the way
of working in the private sector and there is a difference. They both focus on different targets,
and they also answer according to different terms. If we had to choose a good public unit within
a pressure-free environment, there is no doubt the quality of the work increases. But the model
would probably have problems to accommodate this practice in certain environments within
the general legislative frame. I align with the participant from Wales, but totally understand
and support the colleague from the UK.
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 385

There are anyway many objections to commercial work, pointing out its main flaws, like
underbidding, trust or “speed” —understood as lack of registry and analysis. When some
problems in the model are structural, there is no doubt they should be addressed —what I try
to do along this thesis. However, not all that glitters is gold and other models —like in Bolivia,
where foreign institutions control funding but understudy sites according to the participant—
also have flaws. Standards for archaeological practice are essential, and widely asked for in
the survey. They do exist in some countries, but enforcing them is difficult.

One of the strongest points made from non-commercial models is the better control of
developers. From Kenya to Italy, participants state how funding is better ensured for a proper
work, avoiding shortcuts in the process. In some way, the experience of those countries might
be interesting to analyse as, for example the response from Mexico states another problem that
has a lot to do with the commercial sector, but in this case conducted from a governmental
agency; low wages and power exercised over young professionals with no stability. At the
end, there is not a perfect model, and we can critically assess all of them once we know them
enough.

What maybe worry me more at this point are those participants answering NO to the
influence of the management model in the results. For example, Romania and Moldova agree
on that, and makes me think why. A deeper analysis of the responses shows a superficial
knowledge of the model, although the participant feels confident about it. Maybe taking into
account that commercial archaeology in Romania is still very weak —according to DISCO
(Aitchison et al. 2014), only around five freelancers with permanent jobs—, there is not a real
comparative frame to focus on. The “only public” model described in the responses seems to
be operative and by saying NO, the participant seems to mean there would not be changes
with a different one. This was one of the tricky questions in the survey and I must admit
that it surprised me, as many questions arise. Do we think archaeology is inevitable? Are we
so sure about the public value of archaeology? Are we aware of other models? Maybe we
only value something different when we have problems and these countries have an effective
management model. What is clear is that for me, the sociological study of archaeology as a
profession is extremely important in order to define new strategies.

A4.2.3. About the management models

I cannot deduce how management works in the countries represented with half of the
sample having little confidence in their knowledge of the system. Specially when my trick
answer worked and only one respondent from Wales —public servant— recognised you can
actually work without permission or reporting in sites that are not scheduled. However, certain
tendencies for the chart proposed in chapter 10 (Fig. 53) can be addressed. If we remember
figure 54 too, only a 40% of the represented countries was maintaining a “public” model with
no —or very little— participation of a commercial sector. This does not mean that within this
percentage all models are the same, although they might work with a similar spirit. The details
that arise from the survey are interesting in differentiating more general models. But as this
thesis is about public archaeology, I wanted to delve into the relation between archaeology
ARQUEOLOGÍA Y SOCIEDAD
386 Interacción y Acción desde la Teoría Crítica

and the public through the most easy and traditional way: providing public outreach during
works. The starting question was easy for both models (Q7 & 14): “Are you required to conduct
any outreach, or community archaeology?”

REQUIREMENT  TO  CONDUCT  OUTREACH  BY  MODEL  AND  CASE  STUDY  


9  

8   8   8  
8  

7  
7  

6   6   6  
6  

5  

4   4   4  
4  

3  
3  

2  
2  

1  

0  
YES   NO  BUT   NO  

CASE  1  PB   CASE  1  DEV   CASE  2  PB   CASE  2  DEV  

Fig. 71. Requirement to conduct outreach by model and case study (stratified sample).

I did not expect such a difference between models in terms of outreach. Apparently, a
public model requires more communication than a development-led one. It is understandable
when we approach case 2, as construction works are not traditionally outreach-friendly. One
of my proposals in this thesis is actually to conduct more in-works outreach, as part of a wider
program to improve the communication —and image— of our work. I detected the lack of
communication as one of the main risks in the already poor relation between archaeologists
and developers. As obvious as it may sound, there have been no actions taken in order to
improve it besides the standards of practice in the relation with clients provided by CIfA. Still,
this does not mean that just being professional is enough to solve an underlying problem also
stated several times in this survey: developers are in a hurry and do not like to spend money on
us. Would more time and money be a solution? Maybe if the communication strategy is good.

Therefore, I have to recall some of the conclusions about practicing public archaeology
well. It is a matter of ethics, but also a matter of planning. Good strategies are usually successful
and in the mid-term, we might be able to improve things for either model.

I have to admit I am a bit disappointed with the potential of the survey itself. I expected
more answers and the possibility to make a deeper analysis of several models. For the three
cases we actually have a bigger sample —USA, Australia and Spain—, it is possible to make
a small critique.
Annexe 2. An overview of international heritage management and public archaeology 387

I start with Spain because, either our model is very clear, or the participants just agreed
uncritically to what I said in the examples. All participants have homogeneous answers besides
the wider critique to the model, that “could be better” although it at least sets some control.

In the case of Australia, there is an apparent disagreement among the answers, but a deeper
read of the whole makes sense within a model that has many exceptions —regarding for
example indigenous people or Federal requirements— but stays in a traditional development-
led archaeology one.

For the USA, the scenario is similar, but I would like to highlight a perception issue related
to question 20. Most participants are really for the current model, as it not only ensured a job,
but a quality research one. While the project Discovering the archaeologists in the Americas
is undertaken —currently about to start the pilot in New Mexico and Chile—, I wonder what
is the economic input of CRM and how it is distributed. Such a positive perception cannot be
random. There is a real confidence in the model and there must be objective reasons for it.

I am not scratching more details of the survey for two reasons, that may act as conclusions
for this annex. First, that the main aim once the answers were not enough for a wider study was
to approach the perception of archaeological heritage management within the participants. As
a result, although many are not confident with the legal framework, they broadly understand
the model and even approach it critically. Sometimes these critiques respond to stereotypes,
but those stereotypes are based on real events that we need to overcome. Second, that this fast
and incomplete approach confirms one of the lines opened by this thesis; the need for further
comparative studies about management models worldwide. We can really learn from one
another and share experiences, like DISCO project already did within the EAA.

Let this be a first step for a further study that should little by little explore professional
perceptions of archaeological heritage management in order to identify the laws of the system
and find solutions from the experience of others.
R A F I A
L I OG
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