Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
DOCTRINA
En el delito de violación, la relación sexual se encuentra precedida de un proceso
o momento de fuerza física o moral que doblega la voluntad de la víctima; en tanto
el estupro se cualifica por el elemento consensual que es producto del engaño o el
aprovechamiento de la inexperiencia de la víctima, o bien una alteración de la
verdad que produce en ésta un error, confusión o equivocación que le lleva a
acceder a la pretensión erótica. Este último caso, es el del maestro que valiéndose
de su posición y experiencia, previamente al acceso carnal ha seducido a la
alumna en un proceso que parte de piropos con contenido sexual, hasta
tocamientos íntimos hacia aquélla; manteniendo las relaciones sexuales por un
lapso de aproximadamente dos años.
I. ANTECEDENTES (extractos).
A) De los hechos acreditados.
a) El acusado, Leonel Estuardo Ayala Casasola, a partir del mes de mayo
de dos mil cuatro, aprovechándose de que era maestro del Instituto donde
estudiaba la menor víctima, comenzó a enamorarla y la invitaba a salir.
b) El ocho de junio de dos mil cuatro, el acusado se constituyó a la
residencia de la menor víctima, ubicada en la Aldea El Zapote, del municipio de El
Jícaro, departamento de El Progreso, con el objeto de traerla a la ciudad capital ya
que la menor tenía una cita con el dentista, por lo que a bordo del vehículo del
acusado se condujeron hacia la capital, y al momento de ingresar a la misma, con
engaños la ingresó a un auto hotel ubicado en la zona dieciocho donde tuvo
acceso carnal con ella, aprovechándose de su confianza e inexperiencia, situación
que se dio en varias oportunidades, en varios lugares y momentos, prolongándose
esa relación hasta el mes de julio de dos mil seis aproximadamente.
C) Del recurso de apelación especial. Gloria Judith Ayala pinto interpuso recurso
de apelación especial de fondo contra la sentencia recién descrita, denunciando
errónea aplicación del artículo 176 y falta de aplicación del 173 relacionado con el
174 y 71 del Código Penal y 1 numeral 4º. de las disposiciones generales del
mismo cuerpo legal. Expuso que la sentencia del a quo es contradictoria, toda vez
en distintos apartados de la misma sentencia, el mismo tribunal da por sentadas
circunstancias probatorias que permiten encuadrar la conducta delictiva del
acusado en el delito de violación. Que del informe de la psicóloga ya referida, se
desprende que sobre la víctima se utilizó fuerza física y psicológica; que dicho
informe establece la credibilidad y confiabilidad en el relato de la víctima, por lo
que resulta contradictorio que el a quo afirme que la víctima trata de hacer creer al
tribunal que fue violada, cuando su relato es congruente con lo consignado en el
informe pericial; por lo que es contrario a la sana crítica razonada, que el tribunal
no haya dado valor probatorio a la declaración de la víctima. Que es necesario
gravar la pena con base en la extensión e intensidad del daño causado y que el
sindicado aprovechó el parentesco no legal que proviene de la relación maestro-
alumna. Finalmente expuso que por concurrir los elementos del artículo 71 del
Código Penal, procede aplicar la figura del delito continuado, ya que los hechos
ocurrieron en distintas ocasiones y lugares.
A) En relación con la indebida aplicación del artículo 176 del Código Penal,
expone que el error jurídico en la sentencia de la Sala de apelaciones, consiste en
que se convalida que el sujeto activo cometió el delito de estupro mediante
inexperiencia o confianza, cuando en realidad cometió violación con agravación de
la pena en forma continuada. Que al no ser acogido el recurso de apelación
especial se le perjudica porque la pena por el tipo aplicado es mínima en relación
a lo que el acusado hizo de violar a la hija de la casacionista, y que más parece
que se le premia en lugar de que se le condene por sus actos reprochables hacia
la sociedad. Agrega que el ad quem debió acoger el recurso planteado, pues al
verificar las pruebas valoradas se establece que sí existió violencia psicológica de
parte del acusado, por lo que debió modificar el delito de estupro mediante
inexperiencia o confianza, por el de violación, ya que sí concurren los elementos
positivos de este delito, que la violencia psicológica se comprobó con la
declaración y dictamen de la psicóloga Mirna Consuelo Juárez Andrade.
Considera que el daño moral causado a la víctima, por ser grave, permite calificar
el hecho como violación y por consiguiente solicita que se emita la pena
correspondiente conforme el artículo 174 numeral 3º. del Código Penal. Que en el
apartado relativo a la existencia y calificación del delito, el a quo admite que existe
entre víctima y victimario, un “… parentesco moral…” que depende directamente
de la aplicación correcta del artículo 173 del Código Penal. Que el precepto legal
que regula la agravación de la pena, originado de un error de tipificación, debe ser
tomado en cuenta, ya que se fundamenta en hechos probados, y que al acusado
debe aplicársele la pena máxima para el delito de violación aumentada
respectivamente según la ley en virtud del grave daño causado a la víctima como
consecuencia del delito. Su tesis en este argumento, consiste en que la Sala de
apelaciones convalidó hechos que constituyen el delito de violación y que debió
tomar en cuenta la existencia de violencia psicológica que provocó un grave daño
a la víctima.
CONSIDERANDO –I
III
Se estima que el criterio vertido por el Tribunal Sexto de Sentencia, avalado por la
Sala Segunda de la Corte de Apelaciones, ambos del Ramo Penal, Narcoactividad
y Delitos contra el Ambiente del departamento de Guatemala, se encuentra
ajustado a un criterio jurídico correcto. Esto, en virtud que los hechos acreditados
por el Tribunal de Sentencia, evidencian que el interés lúbrico del acusado estuvo
precedido de un proceso de incitaciones y sugestiones de un mes de anticipación
que partieron de piropos con contenido sexual hasta tocamientos a la víctima, que
llevaron a la consumación del primer episodio sexual el día ocho de junio de dos
mil cuatro, en el que, el interesado voluntariamente llegó por la menor víctima a su
casa, con el objeto de llevarla a una cita con el dentista, acreditándose que
llegando a la ciudad capital, con engaños la persuadió de ingresar a un auto hotel
en el que tuvo acceso carnal con ella, conducta que se mantuvo por más de dos
años en distintos momentos y lugares hasta que la menor rompió el silencio. En la
valoración probatoria que hace el a quo del dictamen y declaración de la perito
Mirna Consuelo Juárez Andrade, citado como fundamento por la casacionista,
aquél pondera para los efectos de la calificación legal del delito, que el acusado,
aprovechando un parentesco moral entre maestro y alumna, en vez de ser su
protector y educador, se vale de toda su experiencia y malicia, con lo que la
seduce, consiguiendo su propósito lúbrico y convirtiéndola en persona
dependiente emocionalmente de él. Asimismo, pondera la conclusión cinco punto
dos del dictamen de la perito en mención, cuando describe la persuasión paulatina
del encartado para lograr su cometido, extremo en el que tiene significado la
imagen de confianza, protección, cuidado y cariño, cuyos lazos son traicionados.
De lo que se deduce que el Tribunal de sentencia hizo acopio preciso de las
razones por las cuales le otorgaba valor probatorio a la declaración de la perito,
mismas que aunadas con las relativas a otras pruebas, le servirían para dictar su
fallo por unanimidad. Se evidencia además que la propia acusación del Ministerio
Público no es contundente en señalar la violencia como elemento esencial de los
hechos realizados por el acusado, ya que en dos narraciones iguales, por un lado
efectivamente la afirma y califica el hecho como violación, pero luego la sustituye
por “… engaños…” de que se habría valido el señor Ayala Casasola para ingresar
a la víctima a un auto hotel, cualificando el hecho de manera distinta y
calificándolo alternativamente como estupro mediante inexperiencia o confianza. Y
lo cierto del caso es que si bien, se trata de dos delitos que protegen al mismo
bien jurídico, el elemento calificativo de violencia debe ser rotundo para calificar la
violación. Por lo que si ésta no se acredita fehacientemente, no es posible calificar
y condenar por un delito en el que sus supuestos no concurren perfectamente. Es
el caso, que tanto el a quo como el ad quem en la convalidación que realiza,
omiten la violencia Psicológica que denuncia la casacionista, porque en su lugar
estiman que ocurrió una dependencia emocional que estuvo precedida de un
cortejo por parte del acusado, lo cual estima correcto esta Cámara, ya que en todo
caso esa violencia psicológica o moral hubiera propendido a doblegar la voluntad
de la víctima, lo cual no quedó acreditado. Más bien, se estima que el encartado
se valió de artificios que le permitirían lograr el consentimiento que conduciría a
los distintos episodios sexuales durante un lapso de dos años, lo cual por
supuesto es producto de su experiencia y contraria a la inexperiencia de la menor,
quien entrega su confianza para que el encartado tuviera acceso carnal con ella.
Por ello se estima que el delito se encuentra bien tipificado y por ello, es
improcedente acoger la denuncia de la víctima, en el sentido que el hecho fue
indebidamente calificado como estupro y en su lugar procedía el tipo de violación
con agravación de la pena.
LEYES APLICABLES
Artículos citados y: 3º, 4º, 17, 46, 203 y 204 de la Constitución Política de la
República de Guatemala; 264 numeral 23 del Código Penal, Decreto 17-73 del
Congreso de la República de Guatemala y sus reformas; 5, 11 Bis, 291, 342
numeral 4), 437 numeral 4); 438, 439, 441 inciso 5), 442 y 446 del Código
Procesal Penal, Decreto 51-92 del Congreso de la República de Guatemala y sus
reformas; 57, 58 inciso a), 74, 79 inciso a), 141 inciso c), 143 y 149 de la Ley del
Organismo Judicial, Decreto 2-89 del Congreso de la República de Guatemala y
sus reformas.