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LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

FRENTE AL TOTALITARISMO NEOLIBERAL1

Dr. José Félix Hoyo Arana *

“Los derechos del hombre no existen como tales,


sino diciéndose,
y deben decirse
allí donde hay que revolucionar el derecho.”

Bernard Bourgeois,
Philosophie et Droits de l’Homme

Es digna merecedora de felicitaciones, de elogios y reconocimientos, la feliz iniciativa


académica de constituir un posgrado en Derechos humanos en la UACM: Aparece
justamente en un período aciago para nuestro país y para la humanidad, un período de
decadencia o como diría Hannah Arendt, “tiempos de oscuridad”2, cuyo propulsor y
beneficiario está constituido por los empresarios capitalistas neoliberales y sus funcionarios
impuestos en los aparatos estatales, tanto en México como en el planeta entero. Pocas
excepciones destacadas son promovidas en aquellos Estados en los que los ciudadanos han
enarbolado sus derechos, en tanto que hombres y en tanto que miembros de comunidades
estatales, para ensayar así otros caminos para asegurar el respeto, el cumplimiento y la
satisfacción de sus derechos humanos y ciudadanos, con lo cual nos muestran que otro
mundo es posible sólo si los ciudadanos asumen conscientemente el principio de la
soberanía popular y reivindican los derechos del hombre y del ciudadano.

Los mexicanos constatamos día a día que los gobiernos neoliberales que hemos padecido
en nuestro país, por un lado manejan un falso discurso, apelando al “Estado de Derecho”,
violentando, deformando y manipulando la legalidad y, por otro lado, aplican las políticas
económicas neoliberales en diferentes ámbitos, promoviendo así la expropiación y la
privatización de los bienes nacionales, así como de las tierras, los bosques y las aguas de
los pueblos y las comunidades campesinas e indígenas. De esa manera, como hemos
presenciado, los funcionarios neoliberales, por una parte, promueven el enriquecimiento
exorbitante de sus socios, amigos y familiares y por otra, impulsan el creciente despojo de
los derechos fundamentales de los trabajadores, los campesinos y los indígenas: como en
los casos de SICARSA, Pasta de Conchos, Atenco, Oaxaca, La Parota, etc., así como la
prohibición de sindicalización a los trabajadores de Wall Mart, etc. 3

1
Conferencia magistral en el Posgrado en Derechos humanos, UACM, México, D.F., 28 de agosto de 2007
2
Arendt, Hannah , Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa, 2001
3
Después vendría la tragedia en la mina Pasta de Conchos, la complicidad gubernamental con los
responsables, y la indiferencia ante los reclamos de los familiares de los mineros muertos; la tragedia del
incendio de la guardería ABC, la burla a los padres de los niños muertos o heridos, y la complicidad con los
responsables; más tarde el gobierno destruyó la C L y F y golpeó al SME. El gobierno ilegítimo desató la
“guerra contra el narcotráfico”, cuyo saldo ha sido monstruoso. En julio de 2011 se contabilizan ya más de
50,000 muertos en esa “guerra” que, como hoy sabemos, fue diseñada y propiciada por el gobierno de E.U. y
aplicada por el gobierno usurpador de la extrema derecha mexicana.

1
I . Si recordamos brevemente algunos de los artículos fundamentales de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos 4podemos constatar su cotidiana violación en nuestro
país por los empresarios neoliberales, los gobernantes y sus funcionarios:

I.1 En primer lugar, encontramos que en México y en el mundo, dominado por los
capitalistas neoliberales y por sus funcionarios instalados en posiciones de control de los
aparatos estatales y las fuerzas armadas, se violentan cada una de las Consideraciones que
fundamentan la Declaración, cuyos conceptos fundamentales plantean lo siguiente:
“1.- La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana;
“2.- El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, ... [ante tales hechos] se ha
proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en
que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de
palabra y de la libertad de creencias;
“3.- Se considera esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de
Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión
contra la tiranía y la opresión;
“5.- Los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos
fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad
de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso
social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;
“6.- Los Estados Miembros se han comprometido a asegurar. el respeto universal y efectivo
a los derechos y libertades fundamentales del hombre.”

I.2 Asimismo, sería conveniente recordar los Derechos humanos fundamentales,


establecidos en los siguientes artículos de la Declaración:
“3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad;
“5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes;
“7. Todos son iguales ante la ley y tienen... derecho a igual protección de la ley;
“8 Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales;
“9. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado;
“11. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se pruebe su culpabilidad;
“12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio
o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación;
“13. Toda persona tiene derecho a circular libremente;
“20.2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación;
“22. Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social;
“23.1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo;

4
Declaración Universal de los Derechos Humanos, .
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, México : 2001

2
“23.4 Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses;
“25.1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a
su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros
en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia.”

Como podemos constatar, ninguno de estos artículos que se cumpla cabalmente o que deje
de violarse en nuestro país. Muy por el contrario, se violentan de manera cotidiana por el
aparato estatal al servicio de los empresarios neoliberales.

II . En el terreno de los derechos del ciudadano podemos recordar lo establecido en el


artículo 21. 3 de la Declaración: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del
poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas.”

Sobre esta cuestión consideramos que no es casual, ni constituye un proceso accidental o


aislado, el hecho de que, en el ámbito de los Derechos ciudadanos, durante el proceso
electoral de 2006, presenciamos y fuimos testigos de la efectiva cancelación del derecho de
los ciudadanos mexicanos para elegir a nuestros gobernantes, sustituyendo el ejercicio de la
democracia por la función totalitaria de los medios masivos de comunicación, los cuales
promovieron una visión tergiversada de la realidad, aterrorizaron a amplios sectores de la
ciudadanía, y generaron una polarización de la sociedad. Lo más grave de ese proceso no
fue sólo el intento de desaforar al candidato más popular, quien proponía un proyecto
sensiblemente diferente y alternativo al neoliberal; no fue sólo el recurso a la adulteración
de los resultados electorales para robar el triunfo a ese candidato: lo verdaderamente grave
fue la efectiva cancelación de los Derechos ciudadanos de los mexicanos para elegir a sus
gobernantes. Nos encontramos así con una política gubernamental que ataca y pretende
destruir los derechos que hemos conquistado los ciudadanos mexicanos a través de nuestras
luchas históricas: tanto aquellos que corresponden al terreno de los Derechos ciudadanos,
como los que corresponden al propio terreno de los Derechos humanos.

También nos enfrentamos al hecho de que el aparato de gobierno, los funcionarios


gubernamentales y la clase política, rousseaunianamente hablando, han usurpado el manto
sagrado de la voluntad general para promover sus mezquinos intereses particulares, se han
convertido en una mafia que está llevando a la nación a un extremo de decadencia en la
vida económica, social, política, institucional y cultural. Se trata de la crisis más grave de
la historia nacional, con la cual nos están llevando a poner en riesgo la propia soberanía
nacional.

Consiguientemente, podemos colegir que con el fraude electoral, la imposición de un


gobierno espurio, la violación de los Derechos ciudadanos y la creciente violación de los
más elementales Derechos humanos, los empresarios y los funcionarios neoliberales nos
están conduciendo hacia la cancelación del Estado de derecho y la instalación de un estado
de excepción, de corte totalitario, en el cual los derechos del hombre y del ciudadano serían
reducidos, anulados y sustituidos por los derechos del empresariado. Hoy se esta
profundizando el desplazamiento de los ciudadanos y su sustitución por la seducción

3
subliminal que promueven los mass media, de manera que los ciudadanos quedamos
reducidos a simples espectadores, tal como lo preveía hace tiempo G. Balandier.5

Frente al proyecto en marcha de los empresarios y funcionarios neoliberales, quienes


pretenden cancelar en nuestro país la vigencia de los Derechos del hombre y del ciudadano,
los ciudadanos que pertenecemos a las clases subalternas necesitamos afirmar, proclamar y
reivindicar la Declaración universal de los Derechos del hombre y del ciudadano.6

Si asumimos el aserto de Antonio Gramsci que sostiene que toda política implica, supone y
requiere una filosofía, que constituya su orientación, y que toda filosofía se expresa en una
política,7 no sólo necesitamos, como consecuencia, reivindicar los Derechos del hombre y
del ciudadano, sino que requerimos también dar a esa reivindicación una justificación y
una fundamentación de orden filosófico, que signifique y nos asegure una plena confianza
en nuestras reivindicaciones, puesto que “la filosofía, que esclarece el fundamento de los
derechos del hombre, es también la que debe y puede contribuir siempre de manera
decisiva a su verdadera fundamentación”.8 Acerca de esta cuestión, como sabemos, la
concepción filosófica más desarrollada que ha sido formulada en nuestra época, que se
inicio con la Revolución francesa, está constituida por la filosofía dialéctica, es decir, por la
obra filosófica de G.W.F. Hegel y sus herederos.

Consiguientemente, necesitamos asumir conscientemente la fuerza de la filosofía clásica,


particularmente de las aportaciones de la filosofía clásica alemana, y muy especialmente las
de G.W.F. Hegel, así como los desarrollos contemporáneos del propio pensamiento
dialéctico, que encontramos en las obras ya clásicas de A. Gramsci, H. Marcuse y E.
Bloch, para darnos así una sólida fundamentación en nuestra exigencia de respeto de los
derechos humanos y ciudadanos.

III. Los fundamentos dialécticos de los Derechos humanos

Los conceptos que asumo y presento en esta ponencia, son los elaborados en la formulación
dialéctica de Hegel, así como los desarrollados por uno de sus traductores e intérpretes más
reconocidos en nuestra época: se trata de las excelentes y profundas formulaciones de
Bernard Bourgeois presentadas en su Philosophie et Droits de l’Homme 9 y en La raison
moderne et le droit politique 10.

Bourgeois sostiene que “la filosofía de Hegel es una filosofía de la libertad, como
integración dialéctica de lo teórico en lo práctico.”11 Consiguientemente, en esa óptica,
“todos los derechos son condiciones de la realización de la libertad.”12 Una valoración

5
Balandier, G., Le pouvoir sur scènes, Paris, Ed. Balland, p. 11; v. esp. El poder en escenas, Ed. Paidós
6
Robespierre, M., « Déclaration des droits de l’homme et du citoyen »,
7
Gramsci, A., Cuadernos de la cárcel, v. 4, p. 246 ss.
8
Bourgeois, B., La raison moderne et le droit politique, p. 136. Paris, PUF, 2 000
9
Bourgeois, B., Philosophie et Droits de l’Homme: de Kant à Marx, Paris, PUF, 1990;
v. en español Filosofía y derechos del hombre: de Kant a Marx, Bogotá, Ed. Siglo del hombre, 2003
10
Bourgeois, B., La raison moderne et le droit politique
11
Bourgeois, F.D.H. p. 16
12
Ibid., p. 19

4
muy similar de la obra hegeliana ha sido formulada por Wendoline Jarczyk en su Sistème et
liberté dans la Logique de Hegel.13 Estos conceptos se refieren justamente a la formulación
hegeliana planteada en los Principios de Filosofía del Derecho, obra en la que el filósofo
sostiene que “el sistema del Derecho es el reino de la libertad realizada”14, y que “el Estado
es la realidad efectiva de la libertad concreta, pero la libertad concreta consiste en que la
individualidad personal y sus intereses particulares tengan en efecto su total desarrollo y el
reconocimiento de su derecho para sí...”15

Sostiene Bourgeois que “el idealismo alemán ofrece una respuesta que constituye un aporte
capital para la reivindicación cívica de los derechos del hombre y del ciudadano.”16 Con
mayor precisión explica que “en el hegelianismo, el fundamento prueba siempre su poder
por su bondad, y exalta su libertad liberando; el espíritu objetivo es liberado mediante la
filosofía del espíritu absoluto, en una construcción racional inmanente del Estado,
propiamente política.”17

Nuestro filosofo considera así que, de acuerdo con Hegel, “el Estado racional... reconoce y
establece por y en su ciudadano los derechos del hombre en tanto que tal (es decir, en tanto
que no es ciudadano, o que no se define ante todo por los deberes), al volverlos concretos, y
al movilizar, para lograrlo, todo su potencial supra-individual. Los Principios de la filosofía
del derecho presentan la decidida afirmación estatal de los derechos no estatales o no
cívicos de los miembros del Estado racional.”18 Consiguientemente, puntualiza que “el
hombre no posee plenamente los derechos, si él mismo no se los otorga: El derecho sólo
existe como la autoafirmación de la libertad, sólo existe en la libre declaración de sí
mismo.”19

En ese sentido, explica precisamente que “para Hegel el hombre en su realidad no cívica es
así el individuo social, y los derechos del hombre, en tanto que distintos de los del
ciudadano, son esencialmente derechos sociales.”20 Consecuentemente, precisa que “al
estar privados de ser en ellos mismos, la sociedad y el individuo social no son más que en
cuanto reposan en la conciliación estatal del individuo y del todo: el espíritu no obtiene su
identidad, es decir, su verdadera realidad, sino en el Estado.”21

Bourgeois precisa que “los derechos infra-cívicos establecidos y garantizados por el Estado
racional, son los derechos ‘abstractos’ de la ‘persona’ a la propiedad de las cosas, los
derechos ligados a la responsabilidad moral, los derechos que rigen la existencia familiar,
así como los derechos sociales a la iniciativa económica individual, pero también a la
solidaridad... Ahora bien, el Estado asegura igualmente, en su abstracción ‘objetiva’ (en

13
Jarczyk, G., Système et liberté dans la Logique de Hegel
14
Hegel, G.W.F. Principios de Filosofía del Derecho, § 4
15
Ibid., § 261
16
Bourgeois, B., F.D.H., p. 28
17
Ibid., p. 28
18
Ibid., p. 31
19
Ibid., p. 18
20
Ibid., p. 32
21
Ibid., p. 33

5
tanto que se exteriorizan en comportamientos), los derechos supra-cívicos a la práctica del
arte, de la religión y de la filosofía, es decir, a una vida en el seno del espíritu absoluto.”22

IV. Hegel y los derechos del hombre

Como sabemos, el filósofo alemán distingue las diferentes dimensiones o “terrenos” de las
relaciones humanas: “En el derecho el objeto es la persona; en el punto de vista moral, el
sujeto; en la familia, el miembro de la familia; en la sociedad civil, el burgués (como
bourgeois); aquí, en el punto de vista de las necesidades, la representación concreta se
llama hombre”23 y en el terreno de la vida del Estado, se manifiesta como ciudadano. Así
establece la imperativa necesidad de evitar la confusión entre la sociedad civil y el
Estado.24

El filósofo francés precisa más explícitamente que “los derechos del hombre y del
ciudadano son presentados así... como constituyendo un edificio que articula
jerárquicamente tres momentos: el momento de los derechos de la persona (la libertad), el
momento del derecho del individuo social (la utilidad común) y el momento del derecho
del ciudadano (la legislación).”25

En consecuencia, sostiene que “los derechos realizados del hombre no pueden serlo
plenamente sino después de haber sido declarados, es decir, elevados a la conciencia de su
universalidad, tomados en tanto que derechos del hombre.”26 Esto significa, con mayor
claridad, que “los derechos del hombre no existen como tales sino diciéndose, y deben
decirse allí donde hay que revolucionar el derecho.”27 Estos conceptos implican que
“declarar los derechos es fundamentarlos al universalizarlos y, al confrontarlos así a su
esencia única, criticar su diferencia, exterioridad y contingencia: se trata por ello mismo de
liberarlos de su negatividad.”28

Bourgeois subraya que esta concepción se traduce en el terreno de los derechos infra-
cívicos y los derechos supra-cívicos: “Así como el Estado afirma de manera absoluta los
derechos infra-cívicos, así también afirma absolutamente los derechos supra-cívicos del
ciudadano, es decir, sus derechos en tanto que él es más que ciudadano, en tanto que
participa, para realizarse, del espíritu absoluto, del arte, de la religión y de la filosofía; aún
más, el Estado racional sabe que él tiene en este espíritu su fundamento absoluto, y que
debe por lo tanto dejar que se afirme en él con todo su carácter absoluto, sirviéndole así
para afirmarse él mismo de manera absoluta en su relatividad.”29

Esto significa, consiguientemente, que “para Hegel el lugar esencial de los derechos del
hombre es la existencia social en tanto que tal: los derechos del hombre, en su

22
Ibid., p. 31
23
Hegel, G.W.F., Principios de Filosofía del Derecho § 190
24
Ibid., § 258
25
Bourgeois, B., F.D.H., p. 79
26
Ibid., p. 83
27
Ibid., p. 84
28
Ibid., p. 87
29
Ibid., p. 92

6
significación real, son derechos sociales.”30 Por lo tanto, “al pensar concretamente al
hombre como miembro de la sociedad civil-burguesa... Hegel le restituye su verdadero
sentido a la política abstracta de los derechos del hombre.”31

Con mayor precisión infiere nuestro autor: “Pero esta relación --como relación de simple
fundamentación-- supone para Hegel la diferencia fijada, en el individuo y por el
ciudadano, entre el hombre y el ciudadano, y en la comunidad y por el Estado, entre la
sociedad y el Estado. La racionalidad del Estado descarta toda tentativa de realizar la
reconciliación absoluta de la particularidad y la universalidad en el seno mismo de la
sociedad civil, reconciliación que sólo es posible en el Estado y como Estado.”32

De esta manera Bourgeois concluye acerca de la función y obligación del Estado racional:
“He ahí por qué la filosofía política de Hegel ha subrayado siempre la necesidad para el
Estado racional de reconocer, proteger y promover en su realidad propia los derechos del
hombre como miembro de la sociedad civil... el principio del Estado moderno acabado,
racional, verdadero, es el reconocimiento del derecho de la particularidad a encontrar, en la
realización de su deber sustancial, la satisfacción de su interés subjetivo.”33 Precisa que
“así, en su diferenciación necesaria, los derechos del hombre y los derechos del ciudadano
se condicionan y se miden siempre de manera estricta y positiva en el Estado hegeliano.”34

V. El derecho frente al tribunal de la razón

Bourgeois se remite a la cuestión de la fundación del derecho, indicando que “los derechos
del hombre no son tales sino cuando su objeto es ante todo su sujeto es en este sentido,
ante todo, que pueden decirse ‘subjetivos’, que si el hombre no es solamente liberado por
ellos, sino en ellos, se libera por sí mismo, y esto, para comenzar, en el activismo de su
declaración... En su fundación inmediata, el derecho reposa sobre la afirmación plenamente
autónoma de un sujeto que se quiere, como hombre, más grande que él mismo, y que no es
más grande que él mismo.”35

En consecuencia, valora las aportaciones y puntualizaciones hegelianas: “Hegel no se ha


equivocado, no aprehende la Declaración de 1789 sino como el preámbulo de la
Constitución de 1791. Como gesto plenamente político, la Declaración define bien un
nuevo ser cívico: yo soy ciudadano porque yo me hago tal y yo puedo hacerme ciudadano
porque yo soy hombre, solamente hombre, y que, como tal, del solo hecho de que yo soy
hombre, yo soy apto para hacer de mí un ciudadano. Pero si, siendo hombre, yo
experimento la necesidad de decirme tal, entonces yo no soy hombre (y debiendo ser
tratado como tal) porque yo lo digo, es decir que la razón de ser de un tal decir reside en
que yo debo decirme hombre para hacerme ciudadano, porque yo me hago plenamente
ciudadano, un ciudadano libre, consciente de ser tal, porque yo me hago tal, a través del

30
Ibid., p. 94
31
Ibid., p. 94
32
Ibid., p. 96
33
Ibid., p. 97
34
Ibid., p. 98
35
Bourgeois, B., La raison moderne et le droit politique, p. 120

7
acto mismo de decirme el ciudadano que yo puedo hacer de mí siendo el hombre que yo me
digo ser. El hombre no se hace hombre, sujeto de derechos del hombre porque declara que
él lo es, sino que él se hace ciudadano, igualmente sujeto de derechos en tanto que tal,
declarando que él lo es, y que él puede serlo porque él es hombre, hombre apto para hacerse
ciudadano, y a hacerse ciudadano inaugurando su gesto cívico, político, más precisamente,
legislador, en la declaración misma de los derechos del hombre y del ciudadano. Esta
declaración es un extraordinario logro político.”36

Asimismo, Bourgeois plantea la cuestión de la relación que existe entre los derechos del
hombre y los derechos del ciudadano: “La afirmación política, en tanto que tal,
específicamente legisladora, de los derechos del hombre, dice y realiza éstos
universalmente, es decir, ante todo abstractamente: ella afirma en los hombres al Hombre
en sus derechos.”37 Por lo tanto, explica que “los hombres no tienen derechos sino en su
afirmación universal, en tanto que es el hombre el que se hace ser en ellos. Es esto lo que
permite precisar el sentido de la libertad que es el asunto del derecho. Por un lado, es una
libertad del Hombre en los hombres, una libertad esencial, metafísica, a reconocer en todo
hombre, y como tal igual a todos los hombres... En breve, el asunto del derecho es la
libertad del Hombre, reclamando su derecho a través de las libertades para los hombres.”38

En este mismo tenor, el autor plantea la relación que existe entre el derecho y la libertad:
“Así, el fundamento del derecho, su razón de ser, su justificación, es la afirmación real del
hombre como ser libre, y esta libertad es la libertad universal concretizada, el derecho, es el
derecho del hombre, y el derecho del hombre es la libertad, una libertad concretizada en los
derechos de los hombres.”39

En una dialéctica propia de la acción teleológica, Bourgeois plantea que “el fin es el medio
de su medio, es decir, el medio de sí mismo: el mejor medio de afirmar la libertad, consiste
en decir, a través de ella, todos los derechos del hombre, consiste en afirmarla y afirmarlos
inmediatamente. Es necesario realizar sin esperar, como derecho efectivo, la libertad
esencial reconocida a todo hombre, tratar siempre y ante todo, efectivamente, a los hombres
como seres libres.”40 Asimismo precisa la importante función de la conciencia de la
libertad en el proceso de liberación: “Pero el hombre no puede liberarse si no se afirma,
para lo esencial, ya libre, si él no se vive ya, en el fondo de sí mismo, como libre. Él tiene,
ciertamente, que ser, y hacerse, lo que él es, pero él no puede hacerse lo que él es si ya lo
es. Él debe estar presente a sí mismo idealmente, como libre, para poder liberarse
efectivamente. Es el círculo de la libertad y de la liberación, pero sobre el fondo de
libertad, que constituye el fundamento de la afirmación de los derechos del hombre...”41

De esta manera el filosofo nos conduce a la relación que existe entre la libertad, el derecho,
el ciudadano y el Estado: “Sólo libremente el hombre puede comprometer toda su
humanidad en el servicio de un Estado, en el seno del cual llegará así, aceptando pagar a tal

36
Ibid., p. 122
37
Ibid., p. 123
38
Ibid., p. 125
39
Ibid., p.126
40
Ibid., p.128
41
Ibid., p.130

8
precio sus derechos de ciudadano... El goce de tales libertades civiles no podía ser
asegurado efectivamente de manera ordinaria, sino por la obtención de las libertades
políticas en el seno de una verdadera república, una república construida sobre los
principios declarados en 1789. Los derechos del hombre no han devenido plenamente
reales sino a través de los derechos del ciudadano; es en tanto que ciudadano que el hombre
puede gozar de sus derechos humanos... Si el hombre debe poder ser un ciudadano, es
precisamente para poder ser plenamente un hombre, y es esta humanidad completa la que
es el contenido absoluto del derecho. La fundación real de los derechos del hombre
requiere los derechos del ciudadano, que tienen su fundamento ideal, su deber-ser absoluto,
en los derechos del hombre.”42

Destaca el filosofo la dimensión social de los derechos del hombre: “Siendo la vida social a
la vez el lugar de la liberación del individuo, en tanto que ‘hombre’ en su núcleo real
concreto, y de su universalización cosmopolita, realización empírica del hombre, se
comprende a qué grado la realización de los Derechos del hombre está condicionada por los
derechos sociales.”43

Por lo tanto, la libertad de cada hombre-ciudadano implica su relación con la libertad de los
otros: “Pero el reconocimiento moral efectivo de la libertad del otro supone, por una parte,
que yo discuta verdaderamente con él en lugar de simplemente simular la discusión en una
estrategia de dominación y explotación y, por otra parte, que yo erija la discusión
actualizada así, en su exigencia esencial, en principio general de mi relación con el otro.”44

Estos conceptos nos conducen a cuestionarnos sobre los problemas propios de la ética:
“Una interrogación de la humanidad sobre ella misma, con el fin de quererse y hacerse así
con toda responsabilidad más humana en un contexto que la obligue cada vez más a una
interrogación sobre la ética.”45 De la misma manera, estas cuestiones nos llevan a
plantearnos la relación de la ética con las cuestiones jurídicas: “Pero la legislación ética
simplemente es más rica que la legislación jurídica. Porque lo que impone ésta es
obligatoriamente impuesto, de alguna manera por acrecentamiento, por aquélla, puesto que
se trata de las reglas que permiten a las libertades coexistir o concordarse entre ellas,
porque ellas quieren la misma cosa, a saber, lo universal constitutivo de la razón, y que la
moralidad consiste en querer esta razón.”46

Esta reflexión nos conduce, necesariamente, a la relación de la ética, la moral y el derecho:


“La determinación justificada del derecho instala así, como su principio, la forma misma de
la ética, haciendo reposar la unidad, sintetizada, de toda acción del hombre, sobre el
absoluto de la conciencia singular, sometiéndose a la universalidad normativa del bien.”47
En ese sentido, el filósofo explica con precisión que “Hegel reconoce bien la individualidad
del gesto moral, como compromiso responsable de la conciencia personal en favor del
sentido universal de la acción humana. En breve, la meditación de la filosofía más estricta y

42
Ibid., p.132
43
Ibid., p.134
44
Ibid., p.147
45
Ibid., p.150
46
Ibid., p.152
47
Ibid., p. 153

9
más comprehensiva de la articulación de la ética y del derecho, en el seno de la práctica
humana, hace resurgir la imposibilidad de actualizar concretamente esta ética sin mantener
como su pedestal el momento del acto de una conciencia, decidiéndose absolutamente,
retornando a ella misma, bajo la norma universal...”48

Finalmente, podemos interrogarnos sobre las consecuencias que tendría la probable


abolición de las conquistas históricas de los derechos humanos. Bourgeois infiere que “la
desaparición de los derechos del hombre en tanto que tal sería también la desaparición de
los derechos del ciudadano, es decir, del conjunto constituido por el derecho y la libertad.
Para existir en su verdad, el Estado debe entonces proteger y promover los derechos del
hombre como miembro de la sociedad civil... Su autoridad se ejerce y se manifiesta en su
liberalismo social. Los derechos del hombre no son reales sino en y por el Estado, pero un
Estado cuya fuerza no se celebra sino en cuanto asegura, por su vigilancia, la existencia del
hombre en el ciudadano, mediante la existencia de la sociedad civil en el Estado.”49

En resumen, la abolición de los derechos del hombre significaría ni más ni menos que la
instalación de un régimen totalitario, tal como previó H. Marcuse, es decir, el dominio
totalitario del pensamiento y de la subjetividad a través de los medios masivos de
comunicación. Esa previsión marcusiana podía parecernos muy lejana en la época de sus
primeras ediciones y traducciones; sin embargo, hoy resultan de gran actualidad y vigencia,
en los “tiempos de oscuridad” de la dominación tecnológica propia del neoliberalismo: “En
esta sociedad el aparato productivo tiende a hacerse totalitario en el grado en que determina
no sólo las ocupaciones, aptitudes y actitudes socialmente necesarias, sino también las
necesidades y aspiraciones individuales. De este modo borra la oposición entre la
existencia privada y pública, entre las necesidades individuales y sociales. La tecnología
sirve para instituir formas de control social y de cohesión social más efectivas... La
tecnología como tal no puede ser separada del empleo que se hace de ella; la sociedad
tecnológica es un sistema de dominación que opera ya en el concepto y la construcción de
técnicas... La productividad y el crecimiento potencial de este sistema estabilizan la
sociedad y contienen el progreso técnico dentro del marco de la dominación. La razón
tecnológica se ha hecho razón política...” 50

VI. ¿Qué hacer hoy para prevenir la abolición paulatina de los derechos humanos?

En su texto sobre Derecho y transformación social 51 Didier Hanne sostiene que “existe,
entonces, la necesidad de prever mecanismos de freno: procedimientos, estructuras e
instituciones, cuyo objeto consista en impedir en desarrollo de un aparato político
todopoderoso. Esos límites no deben ser simplemente proclamados: es necesario que sean
institucionalizados y efectivos. Es aquí donde viene la doble cuestión de un control de la
legalidad y un control de la constitucionalidad. Este último supone enunciar los derechos
fundamentales, debatirlos, publicitarlos y hacer de ellos una suerte de puntos fijos
incondicionados, para defenderlos en cualquier contexto, y así, plantear una instancia

48
Ibid., p.156
49
Bourgeois, B., F.D.H. pp. 33-34
50
Marcuse, H., El hombre unidimensional, pp.17-18
51
Hanne, Didier, Droit et transformation sociale

10
separada y autónoma, encargada de defenderlos.” Y nosotros agregaríamos, sometida a
control y supervisión ciudadanos. Esto significa, evidentemente, la necesidad de impulsar
una mayor organización y acción ciudadanas con una clara conciencia de los riesgos
atroces que implica el neoliberalismo, con una lúcida conciencia de sus conquistas
históricas, con un sólido conocimiento de sus derechos humanos y ciudadanos y con
disposición y capacidad para combatir por la defensa de los mismos. He ahí una seria tarea
para quienes estamos preocupados por la defensa de los derechos del hombre y del
ciudadano.

Finalmente recordemos que Ernst Bloch sostenía la necesidad de efectuar la conjunción y


síntesis del legado de la filosofía del derecho natural y la utopía social: “la utopía social
estaba dirigida a la felicidad humana; el derecho natural, en cambio, a la dignidad
humana.”Así se proponía realizar los derechos del hombre humanizando su realización
revolucionaria, y reunir libertad y felicidad, dignidad y satisfacción, derecho y paz, porque
no hay libertad sin felicidad, ni felicidad sin libertad. “No hay una instauración verdadera
de los derechos del hombre sin poner fin a la explotación, no hay verdadero término de la
explotación sin la instauración de los derechos del hombre... tan poco posible es la dignidad
humana sin el término de la miseria, como una dicha humana sin poner término a toda
opresión.” 52

Concluyamos destacando las precisiones planteadas por Ernst Bloch otro de los más
lúcidos, abiertos y creativos filósofos que asumieron la herencia hegeliana y marxiana, en
su Derecho natural y dignidad humana,53, acerca de la valoración del carácter libertario y
utópico-concreto que representa la obra teórica marciana, en cuanto heredera de la bandera
de los tres colores: Liberté, Égalité, Fraternité y en cuanto heredera de lo más valioso que
aportó la filosofía del derecho natural: el concepto de dignidad, así como de las
aportaciones del pensamiento utópico. la libertad y la felicidad humana: "Las tres palabras
libertad, igualdad, fraternidad apuntan en la dirección de una liberación que, al fin,
vincule al hombre a sí mismo, a su singularidad susceptible de desarrollo… La lucha por
la libertad crea la igualdad; la igualdad como final de la explotación y de la dependencia
mantiene la libertad, y la fraternidad es la recompensa de una igualdad en la que nadie
necesita, ni puede tampoco, ser un lobo respecto de los demás…Libertad, igualdad,
fraternidad, la intentada ortopedia del paso erguido, del orgullo viril, apuntan mucho más
allá del mundo burgués…, cuentan entre las exigencias aún no satisfechas y se encuentran
aún pendientes…Y el progreso ulterior consiste exactamente en que lo políticamente
característico del citoyen, libertad, igualdad fraternidad, se incorpore a las forces propres
del hombre vivo. Sólo entonces, según Marx, se habrá llevado a cabo la emancipación del
hombre.” 54

Universidad Autónoma de la Ciudad de México,


México, D.F., 28 de agosto de 2007

José Félix Hoyo Arana *

52
Bloch, E., Derecho natural y dignidad humana, pp. XI y XII
53
Op. cit.
54
Ibid., pp. pp. 156-183

11
* Profesor-investigador de la UACh-S.R. Profesor de la UAM-X;
Ex Prof. del Posgrado de la FCPS UNAM

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