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SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

LOS NAHUAS DESPUÉS DE LA CONQUISTA

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?
Traducción de
ROBERTO REYES MAZZONI
JAMES LOCKHART

LOS NAHUAS DESPUÉS


DE LA CONQUISTA
Historia social y cultural
de los indios del México central,
del siglo XVI al XVIII

-
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO
Primera edición en inglés, 1992
Primera edición en español, 1999

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


-incluido el diseño tipográfico y de portada-,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del editor.

Título original
The Nahuas After the Conquest. A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico,
Sixteenth Through Eighteenth Centuries
© 1992 by the Board of Trustees of the Leland Stanford Junior University.
Derechos reservados. Traducida y publicada de acuerdo con Stanford University Press..
ISBN 0-8047-1927-6 ,: . ,

D. R.© 1999, fONIX) DE CULTURA ECONÓMICA\;"


Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

LSBN 968-16-5269-X
Impreso en México
A la memoria de mis p adres,
NED LocKHART y BERTHA VANFossEN LocKHART,
y de ARTHUR J. O. ANDERSON
ABREVIATURAS

AGN Archivo General de la Nación, ciudad de México.


ANS The Art of Nahuatl Speech: The Banrroft Dialogues, Karttunen y
Lockhart (comps.).
AZ Aztekischer Zensus, Hinz et al. (comps.).
BC Beyond the Codices, de Anderson, Berdan y Lockhart.
CA Códice Aubin (Historia de la nación mexicana), Dibble (comp.).
CAN Colección Antigua en el Museo Nacional de Antropología e
Historia.
coc Colección de documentos sobre Coyoacán, Carrasco y Monjarás-Ruiz
(comps.).
CH Die Relationen Chimalpahin's zur Geschichte Mexico's, Zimmer­
mann (comp.).
FC Florentine Codex: General History of the Things of New Spain [Có­
dice Florentino], de Sahagún, traducción al inglés de Anderson y
· Dibble.
Go Colección Gómez dé Orozco, en el MNAHAH.
HJ Hospital de Jesús, un fondo en el AGN.
HTC Historia Tolteca-Chichimeca, Kirchhoff, Güemes y Reyes García
.(comps.).
MNAHAH Archivo Histórico del Museo Nacional de Antropología e
Historia, ciudad de México.
Molina Vocabulario en lengua castellana y mexicana, y mexicana y castellana,
de fray Alonso de Molina [1571], edición de 1970, Porrúa,
México.
NAC Newberry Library, Colección Ayer.
NMY Nahuatl in the Middle Years, de Karttunen y Lockhart.
N&s Nahuas and Spaniards, de Lockhart.
PFC ºPapeles de la familia De la Cruz", Tepemaxalco (Calimaya),
MNAHAH, GO 186
RA Treatise on the Heathen Superstitions, de Ruiz de Alarcón, Andrews
y Hassig (comps.).
TA The Tlaxcalan Actas, de Lockhart, Berdan y Anderson.
Te Testaments of Culhua(an, Cline y León-Portilla (comps.).
TCB Tula Cofradía Book, en Lilly Library, Universidad de Indiana,
sección de manuscritos latinoamericanos, México.
r>1 Teatro náhuatl, de Horcasitas, UNAM.
9
10 ABREVIATURAS

· UCLATC ucLA Research Library Special Collections, Tulancingo Collec­


tion.
ZM Anales de don Juan Buenaventura Zapata y Mendoza, Biblio­
theque Nationale, París� manuscrito mexicano 212.·
12 INTRODUCCIÓN

que siguió al contacto con los europeos se hayan concentrado en recrear la·
posición de los indios relativa a la de los españoles. El tema presenta dos
dimensiones relacionadas entre sí: los papeles que se suponía jugaban cada
uno de los dos grupos, y las fuentes españolas utilizadas para hacer la su­
posición que, como proporcionaban la primera perspectiva sobre los indí­
genas, contribuían en gran medida a la manera cómo se determinan esos
papeles supuestos.
Generaciones sucesivas de historiador�s han considerado la interacción
de los españoles y los nahuas de varias maneras diferentes. 1 La primera
generación, de la cual William Prescott.es su principal representante, siguió
a las crónicas españolas al escribir historias narrativas de la conquista del
siglo xv1; subrayaron la importancia del mero choque militar, de las victo­
rias y derrotas de las. fuerzas en contienda. El conflicto era la principal es­
�ctura interpretativa. Aunque todos se dieron cuenta de que la lucha militar
terminó pronto en el México central (a diferencia de las áreas periféricas,
donde continuó), y que desde entonces se ha demostrado además que los
disturbios en los siglos siguientes fueron esporádicos y limitados, iniciados
por unidades locales restringidas en defensa de su autonomía dentro del
orden ya establecido,2 el conflicto y la resistencia han seguido confo:rmando
durante mucho tiempo los conceptos de los estudiosos .sobre las relaciones
entre los españoles y los indígenas.
Los que siguieron a los historiadores épicos, que enfocaron el tema del
desarrollo de la civilización de la América hispánica a través de las institu-
. dones formales, añadieron un nuevo concepto general de interpretadón: el
desplazamiento, en·vez del conflicto. Éstos, sobre todo el más importante de
ellos·, Robert Ricard, tendieron a ver el remplazo rápido de los elementos o
estructuras indígenas por sus equivalentes europeos, o incluso la introduc,.
ción de todo lo europeo, como si se hubiera dado en un vacío relativo. Esta
opinión surgió sin ningún prejuicio, o, podríamos decir, ingenuamente, a
partir de la fuente principal de los primeros i,nstitucionalistas, a saber, los in­
formes de funcionarios y de sacerdotes a la Corona. Aunque los funcionarios
en América comprendían la importancia de las estructuras in<:lígenas para el
éxito de las medidas que tomaban, no les interesaba mucho mencionarlas
cuando informaban de los avances a sus superiores. Si así)o hubieran hecho,
sus medidas hubieran parecido obvias, casi ineviti:lbles, con su resultado
prácticamente determinado en gran medida por la naturaleza de la sociedad
indígena (como de hecho lo determinó). En cambio, presentaban imágenes
de las revolucionarias transformaciones que estaban generando en la vida
indígena y de lo bien recibidas que eran las medidas que introducían.
1 El resto de esta sección se adaptó, con algunos cambios, omisiones y adiciones, de Lock­
hart, 1985, pp. 465�468.
2 Taylor, 1979.
INTRODUCCIÓN 13

Quizá el conjunto más importante y accesible de documentos oficiales


fue el que produjeron los frailes mendicantes de México después de la con­
quista -,-correspondencias y crónicas voluminosas escritas principalmente
por los franciscanos y en segundo lugar por los dominicos y los agustinos-. .
Estos escritos hablan de la forma en que los mendicantes convertían a los
indios de México por millones e introducían el despliegue completo de la
pompa y ceremonia cristianas entre ellos, tanto que sólo subsistían ya unos
pocos y lastimosos restos de las creencias y pr4cticas previas a la conquista.
Además de la pompa y ceremonia, los mendicantes, según ellos mismos
decían, llevaban en general a los indígenas los elementos de la cultura euro­
pea, al concentrar a los nativos dispersos en nuevas fundaciones urbanas,
introducir un gobierno de estilo europeo, enseñarles las técnicas europeas
para la· agricultura, las artesanías, la música y otras artes, todo con resulta­
dos m�y espléndidos e inmediatos. La versión que daban los mendicantes
de los eventos, tal como la sintetiza muy bien Ricard,3 sirvió durante mu­
cho tiempo como el modelo básico para interpretar la interacción cultural
en México y en toda la América hispánica.
Sin embargo, �ln;iodelo del desplazamiento nunca tuvo el escenario sólo
para sí. Un punto de vista alternativo señaló el aislamiento de los indios de
los centros socioeconómicos de la vida hispana.en las ciudades y en las
minas, con la consecuente permanencia total de elementos indígenas libres
de la influencia exterior. Apoyaban esas ideas dos clases de evidencia. Pri­
mero, los historiadores institucionales encontraron en la ley española una
doctrina bien desarrollada de dos sistemas políticos separados: uno para
los españoles, centrado en las recién creadas ciudades españolas; el otro
para los indígenas, que consistía en pueblos y aldeas esparcidos por todas
las regiones que rodeaban a las ciudades. La ilusión de dos esferas total�
mente separadas fue reforzada por el hecho de que, con el fin de dar mayor
realce a sus propias actividades, los frailes y otros europeos escribieron tan
poco como les fue posible acerca del papel de las agencias competidoras, o
de la población civil española que casi de inmediato empezó a esparcirse
desde las ciudades. Una opinión aparentemente compatible fue la de los
etnógrafos del siglo xx. Interesados desde el principio en las continuidades
que se rei;nontaban al periodo anterior a la conquista, estos investigadores
encontraron (por lo común en zonas relativamente aisladas) evidencia
irrefutable de la supervivencia de distinté:1s características, entre ellaslas
creencias religiosas, las relaciones cJ.e parentesco, las prácticas médicas y la
cultura material. La impresión que surgió entonces fue la de comunidades
que se volvieron hacia sí mismas, estáticas en su interior y resistentes a
todos los cambios provenientes del exterior. 4
3 Ricard, 1966 (1933).
4 Tal como lo expone sobre todoWolf, 1959.
14 INTRODUCCIÓN

La obra de Charles Gibson significó un adelanto en la dirección de dar más


importancia al lado indígena en la conformación de la interacción entre
españoles e indígenas. Primero, Gibson mostró que en la importante
provincia de Tlaxcala, en el México central, el gobierno municipal de estilo
español fue introducido y floreció en el siglo xv1, no sólo por diseño o vo­
luntad de los españoles, o siguiendo por completo el modelo hispánico;
más bien, fue adaptado extensamente a la situación indígena local y si se
arraigó fue, en parte, gracias a que los tlax�altecas consideraron que podría
ser útil a sus intereses. Después, en su importante obra Aztecs Under Spanish
Rule, Gibson dio una perspectiva por completo diferente de la historia de
la interacción entre los españoles y los indígenas y, por lo tanto, de la histo­
ria indígena posterior a la conquista. 5 Mostró que los estados indígenas del
valle de México sobrevivieron, durante buena parte del periodo posterior a
la c�nquista, con sus territorios y muchos de sus mecanismos internos in­
tactos en lo esencial, supervivencia que proporcionó la base para todas las
estructuras que los españoles implantaron en el campo. La encomienda
(para los que son nuevos en este campo, una donación de tributo indígena
y, originalmente, de inane de obra a un español, donación que fue·el funda­
mento de las grandes propiedades rurales españolas en las primeras
décadas después de la conquista), la parroquia rural y el pueblo indígena
de estilo español se ajustaron a las fronteras de los estados indígenas y fun...;
donaron por medio de mecanismos que ya existían. Los distritos adminis­
trativ_os en el campo (corregimientos) eran agrupaciones de estas unidades
indígenas, y se basaban en ellas para recaudar los impuestos, .conservar la
paz y muchos otros asuntos;.·
El error en la opinión de Ricard se hizo entonces totalmente evidente. Los
frailes se habían encontrado con una situación ya establecida que los favo­
recía (y que también favorecía a los funcionarios gubernamentales, a los
que les dieron menos crédito del que les correspondía). La medida de su
éxito dependió precisamente de la aceptación y conservación de elementos
y patrones indígenas que en muchos aspectos eran sorprendentemente si­
milares a los de Europa. Las innovaciones de los frailes del todo nuevas para
los mesoamericanos fueron relativamente pocas. Fue debido a cosas como
sus propias artesanías y sistemas de escritura, su tradición de templos sun­
tuosos como símbolo del estado y del grupo étnico, su desarrollado calen­
dario de festividades y procesiones religiosas, su grado relativamente alto
de estabilidad y congregación de asentamientos, que pudieron aceptar con
rapidez aspectos similares de la herencia española.
Con respecto al concepto de aislamiento que compartían los institucio­
nalistas y los antropólogos, los investigadores posteriores a Gibson lo han
5 Gibson, 1952, 1964. Véase la amplia discusión de ambos libros en N&S, ítem 10.
INTRODUCCIÓN 15

afectado profundamente. Se ha visto que la encomienda implica a todo un


grupo de europeos, africanos e indígenas que estaban permanentemente al
servicio de los españoles. Pronto se desarrollaron comunidades de personas
humildes de origen hispánico, que incluían pequeños agricultores y gana­
deros, pequeños comerciantes y arrieros, dentro de muchos pueblos indíge­
nas.6 Con el transcurso del tiempo, la influencia española sobre los patrones
indígenas de uso del alcohol y de homicidio fue considerable, en especial
en aquellas áreas que tenían las mayores poblaciones españolas y las ma­
yores oportunidades para la interacción personal.7
En la situación actual se ha hecho aparente que el choque directo, el sim­
ple desplazamiento y la supervivencia indígena por medio del aislamiento
son modos más característicos de las áreas periféricas, donde los inmi­
grantes españoles eran pocos y los pueblos indígenas no eran del todo se­
dentarios, que de una región como el México central. Es cierto que ahí estos
modos llegaron a ejercer cierta influencia. Sin embargo, el factor más
importante como vehículo para la interacción no es tanto la modalidad par­
ticular del contacto como el simple grado de contacto, medido en términos
de distancia, frecuencia o intensidad, sin importar que ese contacto sea con­
siderado hostil o amistoso, perjudicial o benéfico.
La presencia de europeos entre los indígenas desencadenó una larga serie
de grandes epidemias que no tenían nada· que ver con las intenciones de· nin­
guna de las partes, sino que resultaron de la combinación de atributos his­
tóricos de ambas. De igual manera, en la esfera cultural, el grado de contácto
entre las dos poblaciones ayudó a conformar procesos que duraron siglos, en
los que,·dependiendo de los atributos relativos de las dos, se· combinaba la
transformación gradual con profundas continuidades. En cualquier lugar
en que los hombres entran en contacto, habrá a la vez conflictos y coope­
ración, congregación y alejamiento; algunas cosas cambiarán profunda­
mente en ambos lados, en tanto que otras cambiarían menos. En las áreas
centrales, el .contacto fue relativamente estrecho desde el principio y, con
un sector hispánico en expansión rápida y continua, se hizo cada vez más
cercano con una tendencia acumulativa que abarcó siglos.
Otra importante diferencia definitoria de las áreas centrales de la Amé­
rica hispánica, con respecto a las de la periferia, es la amplia interacción de
la cultura indígena y la intrusa, basada en coincidencias que permitieron la
implantación rápida y en gran escala de las formas europeas, o al menos de
formas que parecían ser europeas, entre los pueblos indígenas. Sólo en las
áreas similares al México central eran posibles las encomiendas grandes y
lucrativas, sólo ahí era posible establecer parroquias rurales y hacer que

6 Véase Lockhart, 1968 y 1976; N&S, ítem 12; Szewczyk, 1976, y Martín, 1985.
7 Taylor, 1979.
16 INTRODUCCIÓN

funcionaran municipalidades indígenas independientes basadas en el mo­


delo español. Ei:i muchos aspectos, los europeos y los pueblos indígenas de
las áreas centrales tenían más en común entre sí que con los otros pueblos
del hemisferio.
Sin embargo, las coincidencias, aunque reales, fueron inevitable e inva­
riablemente imperfectas, y resultaron en formas mixtas. Las supervivencias
absolutas sin modificaciones y el desplazamiento total son igual de raros en
la historia del contacto cultural en el México central. En las primeras etapas
lo que se encuentra comúnmente es la ·identificación preliminar de los ele­
mentos intrusos e indígenas, que permitía que un concepto o práctica indíge­
na funcionara de una manera familiar bajo una cubierta cristiano-española.
Al paso de los siglos se crearon combinaciones de formas y patrones estables,
que debían algunos rasgos a uno de los donantes y otros al otro y, en algunos
casos, a ambos. A finales del siglo XVIII, casi nada de todo el sistema cultural
'indígena permanecía sin modificaciones y, no obstante, casi todo se remon­
taba a la vez de una u otra forma a un antecedente de los tiempos anteriores a
la conquista.

Usos DE LA LENGUA

Los frailes franciscanos del siglo XVI no han sido superados en la importan­
cia que le dieron a la lengua, tanto escrita como hablada, para entender a la
población indígena de México. In�truidos en los métodos de la filología hu-­
manista, losJranciscanos y �us ayudantes nahuas produjeron, una tras otr�,
obras indispensables. Para finales de la década de 1540, fray Andrés ..de
Olmos había terminado una gramática completa del náhuatl, acompañada
de una lista de expresiones idiomáticas y un conjunto de ejemplos de dis­
cursos de los informantes. En la siguiente década, fray Alonso de Molina
publicó un diccionario español-náhuatl, ampliado considerablemente en
una edición de 1.571; Molina fue bastante más allá de los elementos prácticos
básicos al incluir un amplio vocabulario, en el que presenta muchas sutiles
distinciones semánticas y gramaticales. A partir de la década de 1540, fray
Bernardino de Sahagún y un grupo de nahuas trabajaron durante décadas
en una obra enciclopédica; ésta había sido completada provisionalmente a
finales de lq década de 1570, y abarcaba todos los aspectos de la vida de los
nahuas antes de la conquista con textos en náhuatl escritos por los ayu­
dantes indígenas y traducidos al español. El mismo Sahagún se dio cuenta
de la utilidad potencial de su trabajo cuando le ilustró el significado de
vocablos ,indígenas especiales empleados en otros textos indígenas.�
Dn producto derivado de la filología indígena realizada bajo los auspi-

s Véase Campbell y Clayton, 1988, pp, 295-302.


18 INTRODUCCIÓN

analizar la vida intelectual antes de la conquista.1° El único fenómeno defi­


nitivamente posterior a la conquista que recibió atención fue el conjunto de
obras de teatro religiosas en náhuatl, algunas de las cuales habían sido pu­
blicadas muchos años antes por Francisco del Paso y Troncoso; otros inves­
tigadores, entre los que destaca J. H. Cornyn, continuaron el proceso, que
llevó finalmente a la aparición en años recientes de una gran compilación
por Fernando Horcasitas.1 1 Sin embargo, como los religiosos españoles ori­
ginaban los temas, tramas y demás elementos, el género tiene un estilo en­
rarecido, y en cierto sentido, artificial, que ayudaba relativamente poco a la
comprensión hasta que se pudiera ubicar el material en el contexto más
amplio de los escritos nahuas.
Hacia la década de 1970, los estudiosos tanto en México como en los
Estados Unidos estaban por fin listos para dirigir su atención a los docu­
mentos más mundanos escritos en náhuatl. Algunos ya estaban catalogados
desde hacía décadas, por lo que el mero hecho de su existencia no fue una
sorpresa propiamente dicha. Pero la amplitud, riqueza y variedad de la lite­
ratura sorprendió y continúa sorprendiendo a quienes participan en su
estudio. Escritos por los nahuas para ojos nahuas y para los fines de la vida
diaria, estos documentos, aunque tratan en su mayoría de temas particu.­
lares españoles, no sólo son más individuales en su lenguaje, convenciones
y contenido que sus contrapartes españolas, sino que además son más com­
plejos, pues pertenecen a las dos tradiciones en vez de a una sola. Cada uno
de ellos es simultáneamente más difícil y potencialmente más rico que los
registr:os españoles. La comprensión de su naturaleza ha requerido de una
. nueva filología para hacerlos inteligibles y utilizables y para ubicarlos en su
contexto verdadero. Como resultado de la actividad filológica, a menudo
vinculadas de manera inextricable con ella o indistinguibles, se han presen­
tado tesis, artículos y monografías que utilizan las nuevas fuentes para un
análisis sustantivo de los aspectos de la historia cultural o social nahua.1 2
Esta obra es uno de ellos.
No necesito insistir en la ventaja de utilizar registros producidos en ia
lengua madre de los sujetos de un determinado estudio histórico. Siempre
que han estado disponibles materiales escritos en la lengua nativa, se les ha
utilizado como la fuente primaria para escribir la historia de un pueblo. En
el caso presente, ciertas consideraciones hacen más crítico el problema de la
lengua que en casos normales. Mucha de la vitalidad en la historia reciente
sobre los orígenes de América La tina ha provenido de un enfoque que ve
más allá de los agregados estadísticos para encontrar un significado y un
patrón en una serie de vidas individuales, incluso, y quizá especialmente,
10 Garibay K., 1958, 1964-1968, 1971; León-Portilla, i956, 1967, 1976, etcétera.
11 Véase su TN para bibliografía adicional.
12 Véase N&s; ítems 10 y 11.
INTRODUCCIÓN 19

en las vidas de personas muy humildes. A pesar de esto, los registros na­
huas que se han conservado, ya sea en español o náhuatl, sólo pocas veces
nos permiten seguir a una sola persona a través de una variedad de docu.:.
mentos. Casi privados de un patrón en la sucesión de las acciones, debemos
depender del otro aspecto del método, esto es, de una detallada atención a
las categorías que la persona y sus pares usaban para clasificarse a sí mis­
mos y a sus pensamientos y acciones, además de atender a los fenómenos
que los rodeaban, estudiando de esta manera conceptos que porta el habla
de una persona en vez de los patrones que se manifestaron en su vida.
Únicamente en la lengua original pueden detectarse las categorías, porque
en una traducción las sustituyen las categorías de la lengua del traductor.
Además, en el presente, los intereses de la disciplina se dirigen cada vez
más, natural y loablemente, hacia el lado cultural de la historia. Nos empe­
zamos a interesar en las categorías del pensamiento en y por sí mismas.
Expresaré este punto en forma más concreta. Los documentos españoles,
e incluso las traducciones españolas de documentos en náhuatl, hacen uso
repetido del término indio, término que raramente encontramos en los pro­
pios documentos en náhuatl, ni siquiera en aquellos en cuyas traducciones
se utiliza esta palabra. El cómo evolucionó el modo en que se llamaban a sí
mismos los grupos indígenas debe ser trabajado exclusivamente a partir de
fuentes en lengua náhuatl.1 3 Por ejemplo, en un tema igual de fundamental,
las fuentes españolas hablan de unidades políticas indígenas en términos
de cabeceras y sujetos, pero en las fuentes nahuas sólo encontramos térmi­
nos para toda la unidad y sus partes constitutivas, hecho que tiene profun­
das implicaciones y que es la ·clave para descubrir un modelo nahua general
de organización (véase el capítulo 11).
Otra razón de la importancia de tener materiales sobre los nahuas en la
lengua original, es que la misma lengua resulta ser un instrumento impres­
cindible para determinar la naturaleza y el ritmo de la evolución cultural .en
general. Quizá pueda decirse lo mismo de cualquier situación humana,
pero las -condiciones especiales de la investigación en este campo han con­
ducido a descubrir que la lengua utilizada en cualquier coyuntura particu­
lar es la mejor y, a menudo, la única forma de ubicar un fenómeno dado en
el continuo escalonado de la adaptación nahua a la presencia española. Una
traducción española quizá pueda presentar bien un hecho en bruto, pero no
nos dirá si se utilizó una palabra tomada en préstámo o la forma en que se
la manejó gramaticalmente. No distinguirá entre iteachcauh, "su hermano

13 Véase la discusión en el capítulo 1v, así como en gran parte del contenido de los capítulos
n y IX. Es cierto que las obras en español escritas por hablantes de náhuatl o personas que cono­
cían bien el náhuatl y que utilizan términos náhuatl en escritos en español, pueden cumplir
hasta cierto punto la misma función e incluso a veces arrojar luz sobre aspectos de la catego­
rización náhuatl que difícilmente pueden mostrarse en los documentos en el lenguaje original.
20 INTRODUCCIÓN

mayor o su primo", la expresión náhuatl original utilizada en la primera


mitad del periodo colonial, y primo hermano, "su primo en primer grado",
que fue tomada del español y que es característica de un tiempo posterior.
Dará traducciones idénticas de oquifirmayoti y oquifirmaro; ambas significan
"él lo firmó", pero la primera estaba fundamentada nominalmente e indica
una etapa más temprana que la segunda, que incorpora un verbo españoL
Esto no quiere decir que las fuentes en español carezcan de valor para la
historia nahua. Raras veces se encuentra completo en los archivos todo un
expediente en náhuatl. Más común es que un expediente con documentación
·en náhuatl contenga uno, dos, a lo mucho unos pocos papeles en náhuatl,
presentados como evidencia primaria, mientras que todo el proceso legal con
su explicación se encuentran en español. Sería poco provechoso no valerse
de este contexto, como lo he hecho en la medida de lo posible, sin estudiar
los documentos en español con tanto detalle como los que están en náhuatl.
No he explorado mucho en los archivos que no contienen documentos en
náhuatl, porque, en verdad, tenía ya más que suficiente. No obstante, no
dudo que la historia de los nahuas pueda beneficiarse en gran medida si se
realiza investigación adi<:ional en las fuentes relevantes completamente en
español. La cantidad tan grande de documentación en náhuatl que se ha
conservado supera considerablemente mis expectativas originales; desde
1976, cuando se realizó la primera investigación sistemática de una literatu­
ra ya bastante grande, 14 se ha duplicado o triplicado, y no alcanzamos a ver
el final. Sin embargo, se requiere de laboriosos procesos de investigación,
catalogación, etcétera para hacer accesible y utilizable este i;naterial disperso
y difícil. Además, aunqúe no se puede predecir algún límite para su creci­
miento, es claro que en ese límite máximo seguirá siendo sólo una fracción
del material archivado en español referente a los indígenas del México cen­
tral, y enteras materias de estudio serán tratadas únicamente a partir de
fuentes en español (aunque también es cierto, por supuesto, que materias
son tratadas exclusivamente en náhuatl). Los futuros etnohistoriadores e
investigadores seguramente deberán prepararse para utilizar el material en
ambas lenguas según sea el caso, y ojalá sin olvidar que los conceptos nahµas
y el vocabulario especial que hemos podido entender gracias a los textos en
náhuatl pueden servir como la clave para encontrar el significado de docu­
mentos en español de una manera que no hubiera sido posible antes.

ALGUNOS ALCANCES Y ATRIBUTOS DEL LIBRO

Ya he dicho que el propósito de este libro es describir y analizar el mundo


nahua posterior a la conquista utilizando fuentes que provienen directa-
14 NMY.
INTRODUCCIÓN 21

mente de los propios nahuas� Los materiales pueden parecer muy exóticos
al público académico, inclusive a los conocedores de la historia temprana·
de la América hispánica, y como para dificultarlo más he emprendido mi
tarea con amplitud. Para que el lector no desespere y sienta que ha penetra­
do en un bosque oscuro e impenetrable, le proporcionaré a continuación
unas pocas guías.
Siempre he creído que aunque las culturas son fluidas y variadas y no
sean verdaderamente orgánicas, todo en una.determinada sociedad o sim­
plemente en un grupo dado de personas en contacto entre sí, afecta a todo
lo demás, y que algunos fenómenos se esparcen por todas partes, de modo
que para lograr la mayor comprensión uno debe proceder sobre un frente
amplio, observando muchos elementos en sus relaciones entre sí. A medida
que avanzaba mi trabajo sobre los nahuas, me llamó la atención la existen­
cia de .modos paralelos de organización en muchas ramas diferentes de la
vida y los movimientos paralelos en la evolución en el transcurso del tiem­
po. Los ocho capítulos que constituyen el núcleo de este libro procuran
mostrar estos temas en todos aquellos campos de la cultura (que considero
está constituida por las costumbres comunes en la sociedad y por tanto
inseparables de ella) y de la sociedad nahuas (inclusive la vida económica y
política) para los que las fuentes en náhuatl ofrecen información sistemá­
tica. Entre los primeros capítulos, más orientados hacia lo social, como se
podrá dar cuenta el lector, y los últimos, que le podrán parecer más concen"'
trados en la cultura (aunque para mí hay poca diferencia entre cultura y so-,
ciedad), se tratan una gran variedad de temas, delos cuales no todos ·pue­
den ser de interés para un determinado lector. En realidad; en un sentido
los ocho capítulos son como bosquejos de ocho libros separados, cada uno
acerca de temas muy amplios, que todavía no han sido escritos. Como com-
. prendo que ciertos lectores puedan querer o necesitar leer sólo ciertos capí­
tulos o incluso partes de capítulos, he tratado de hacerlos muy indepen­
dientes den.tro de la temática común y he dividido cada uno de ellos en
secciones tituladas que equivalen a subcapítulos. 15 A pesar de todo, me ha­
bría gustado que las fuentes hubieran permitido una exploración completa
de todavía más dimensiones, en especial, la música, la danza, los mercados,
la cultura material, las artesanías, el aspecto técnico de la agricultura y los
papeles de los géneros. Quizá todavía se puedan encontrar caminos que
permitan una aproximación más directa a estos temas.
15 Incluso a un historiador hispanoamericano que conozca los aspectos generales de la Amé­
rica hispánica puede serle útil un panorama general antes de pasar a los capítulos posteriores
más sustantivos, pero no deseo recargar el libro con una introducción excesiva. Una forma de
conocer la estructura sería leer primero las conclusiones. Sin embargo, en mi opinión, la mejor
introducción es un texto que escribí para una audiencia general, que bosqueja en lenguaje sen­
cillo y ejemplifica brevemente muchos de los principales ternas y asuntos de que trata el pre­
sente libro. Dicha introducción aparece corno el primer capítulo de N&S.
22 INTRODUCCIÓN

Los límites temporales y espaciales del estudio son los d ictados por los
documentos en náhuatl que han aparecido hasta la fecha, ya sea que los haya
encontrado yo mismo y mis colegas y asociados, o que hayan sido publi::­
cados por otros. Temporalmente, los registros se distribuyen entre los años
que van aproximadamente desde 1545 hasta 1770 por lo menos, de tal ma­
nera que ninguna década ha sido omitida y sólo faltan unos pocos años;
además, cierto número de textos posteriores a 1770 proporciona también un
vistazo a la era más tardía. La distribución espacial es más problemática. El
material conocido hasta el presente tiende a provenir de lugares esparcidos
en.forma muy desigual por todo el centro de México, uno o dos documen­
tos por cada lugar. Ciertas subregiones parecen haber estado dotadas de
una literatura coherente (por ejemplo, Tlaxcala, Cuauhtinchan, Coyoacán,
Culhuacán, el sur y centro del valle de Toluca, por ejemplo), pero al estu­
�iarlos resulta que sólo es así para un periodo de tiempo muy limitado o
para cierto tipo de registro. Excepto quizá para la organización sOciopolítica
y la tenencia de la tierra; sería imposible encontrar documentos sobre cada
uno de los fenómenos de interés en cada subregión para cada periodo. El
único censo náhuatl local y completo que se conoce fue realizado en la
región de Cuernavaca hacia 1540; el único libro de cofradía que contiene
la lista de sus miembros y de sus funcionarios para un periodo considera­
ble, así como una discusión de las crisis y de las medidas para resolverlas,
es el de Tula; el único conjunto de registros de los ayuntamientos munici­
pales proviene de la Tlaxcala del siglo xv1; el único conjunto de papeles
familiares mantenidos consistentemente durante un periodo prolongado
proviene del valle de Toluca, donde fue llevado durante los siglos xvu y-·
xv111. 16.
Por tanto, en la mayoría de los casos he tratado al material como una uni­
dad, con cuidado ubicando cada ejemplo geográficamente en las notas, pero
utilizándolo más generalmente en relación con los patrones del mundo
nahua. Un enfoque general parecía apropiado en vista de la naturaleza de
este trabajo y de la condición incipiente de los estudios sobre los nahuas del
periodo posterior a la conquista. A medida que avanzaba en el trabajo, �e
fui convenciendo de que el mundo náhuatl era en realidad, tanto antes
como después de la conquista, una unidad en muchos aspectos. No se pue­
de llegar a ninguna otra conclusión, dados él uso de la misma terminología
y conceptos en la política, el parentesco y la tenencia de la tierra en testimo­
nios elegidos al azar en toda la región, y la aparición de partículas y verbos
similares tomados en préstamo del español, aproximadamente al mismo
tiempo en textos que provienen de lugares que van desde Sultepec en el
16 Véase, respectivamente, AZ (una publicación parcial de los censos de la región de Cuer­
navaca); TCB (inédito); TA (un conjunto de.comentarios sobre, o síntesis y selecciones de, los
registros del cabildo de Tlaxcala, y PFC (inédito).
INTRODUCCIÓN 23

suroeste de la región nahua hasta Tulancingo en el extremo noroeste. En


donde he observado diferenciaciones subregionales, he discutido las di.,
ferencias, como fue el caso con las formas, en apariencia diferentes, de con­
cebir las casas señoriales en las mitades oriental y occidental det mundo
nahua (capítulo 1v), o del posible papel que desempeñaron la ciudad de
México y sus alrededores como punto de origen de las innovaciones lin­
güísticas que se esparcieron desde ahí (capítulo vn).
Sin embargo, hablo en general de patrones y tendencias para toda el área
central de habla náhuatl y dejo para futuras investigaciones el estableci..,
miento de distinciones subregionales indudablemente significativas. De
ninguna manera paso por alto la necesidad de explicar en forma exhaustiva
la distribución espacial de los fenómenos y también entiendo, si hay quien lo
entienda� el valor excepcional de una investigación intensiva micrositua­
cion�l. He podido adoptar este procedimiento gracias a la extensa locali­
zación geográfica de unidades indígenas realizada por Gibson en The
Aztecs, trabajo que ha sido complementado con mapas aún más completos
de una sola región, Coyoacán, realizados por Rebecca Horn; además de una
serie de estudios subregionales de varias clases (por Pedro Carrasco, S. L.
Cline, Robert Haskett, Horn, Frances Krug, Ursula Dyckerhoff y Hánns
Prem, Luis Reyes García, Susan Schroeder y Stephanie Wood), todos los
cuales·me hicieron posible proceder con confianza en el nivel superior al
regional.
Para quienes saben náhuatl, y para el creciente grupo de expertosintere­
. sados en México que están estudiando la lengua, les explicaré mis prácticas
· y· coµvenciones al reproducir las palabras y frases en náhu�tl.
Las frases más largas, así como algunas de las más breves y algunas pa­
labras individuales, están reproducidas en un sistema que sigue estrecha­
mente a la ortografía original. Dada la separación original, frecuentemente
errática y difícil de determinar, y la dificultad para comprender expresione�
en esa forma, que experimentan incluso personas relativamente expertas,
aquí se :utiliza una nueva forma de separar conforme a las normas gramati­
cales actuales. Por razones de conveniencia, las tildes se presentan como n o
m, y las líneas asociadas con q se reproducen como las vocales corres­
pondientes. No se añade ninguna puntuación y por lo demás las frases se
dejan exactamente como aparecen en el manuscrito original.
· Cuando reescríbo palabras y frases en náhuatl, que representan un liso
generalizado en vez del de un individuo específico, la ortografía que em­
pleo como norma es la del gramático Horado Carochi, pero sin los signüs
diacríticos; pues, aunque algo idealizada, me parece que corresponde mejor
a lo que se escribía a finales del siglo xv1 y principios del xvn que ningún
otro sistema único consistente. Generalmente escribo los topónimos en
náhuatl (más propiamente, los nombres de las unidades sociopolíticas) con la
24 INTRODUCCIÓN

misma ortografía, pero cuando los nombres son bien conocidos en el Mé­
xico de hoy en día, utilizo en cambio la forma actual (por ejemplo, Tlaxcala
en vez de Tlaxcallan)�
Por considerar de gran importancia el que sea posible examinar el náhuatl,
me he esforzado por presentar, en las notas, las frases originales en ná­
huatl que están traducidas en el texto del libro, ex�epto por unos pocos
casos en que el mismo "original" es una copia confusa que sólo desorien­
taría al lector. No obstante, para ahorrar espacio, no reproduzco el original
en los casos en que ya se ha publicado una transcripción y, en lugar de
reproducirla, hago referencia a esa versión en una nota.
Se entiende que los pasajes de los textos originales ( que a veces son una
sola palabra) representan la ortografía original si están reproducidos entre
comillas, mientras que las palabras y pasajes en cursivas han sido reesc}itos
en la forma estándar. Pletórico de terminología náhuatl como está el libro,
me he esforzado por impedir que se llene de cursivas. Los términos náhuatl
se presentan así sólo cuando aparecen por primera ocasión o cuando rea­
parecen después de un largo intervalo si el término no es fundamental para
la estructura del libro. Si en el texto se resalta un término náhuatl o se uti­
liza como un ejemplo lingüístico o conceptual, se escribe entre comillas. En
las notas he procedido de forma diferente y, en vista de la naturaleza lin­
güística de gran parte de la discusión que se presenta en ellas, la misma pa­
labra puede aparecer en cursivas repetidas veces cuando se la utiliza como
ejemplo.

AGRADECIMIENTOS

Aunque aparezco como el autor del presente trabajo y yo lo organicé y lo


escribí, todo el proceso que condujo a él fue un esfuerzo colectivo, de modo
que una sección separada de reconocimientos, que implica distancia entre
el producto y aquellos a quienes se agradece, no haría justicia a la verdad.*
Sin colaborar con ellos, me he beneficiado mucho del trabajo de J. Ri­
chard Andrews, John Bierhorst, Forrest y Jean G. Brewer, Pedro Carrasco,
Charles E. Dibble, Eike Hinz, Fernando Horcasitas, Harold y Mary Ritchie
Key, Thelma D. Sullivan, Günter Zimmermann, y muy especialmente, del
de Charles Gibson. Algunos colegas y colaboradores cercanos han traba­
jado tan estrechamente conmigo en el análisis de los materiales en náhuatl
que es ya difícil decidir quién es responsable de qué; entre éstos están

,. En cuanto a simplemente dar gracias, estoy en deuda con la Fundación Guggenheim, el


American Council of Learned Societies, el Institute for Advanced Study, la ucLA Humanities
Foundation and Research Committees y el Instituto de Estudios Latino Americanos de la
Universidad La Trobe por su apoyo financiero y las becas conseguidas. También agradezco a
Barbara Mnookin, que editó la copia de este volumen para la Stanford University Press.
INTRODUCCIÓN 25

Arthur J. O. Anderson, Frances Berdan, S. L. Cline y Frances Karttunen. Un


gran número de personas, inclusive las acabadas de nombrar, algunas de
las cuales fueron en algún momento alumnos míos, han compartido gene­
rosamente conmigo sus propios materiales de investigación, sin los cuales
este trabajo difícilmente sería lo que es: Robert S. Haskett, Rebecca Horn,
Frances M. Krug, Dana Leibsohn, Miguel León-Portilla, Mary Ann Lock­
hart, Juan López y Magaña, Andrea Martínez de Assadourian, Leslie Scott
Offutt, Jeanette F. Peterson, Luis Reyes García, $usan Schroeder, Barry David
Sell, William Taylor y Stephanie G. Wood.
Algunas de estas relaciones están materializadas en trabajos específicos
de naturaleza filológica que he usado repetidamente en la preparación de
este libro: el Teatro náhuatl (TN) de Horcasitas; los Testaments of Culhuacan
(Te) de Cline y León-Portilla; Beyond The Codices (Be) y The Tlaxcalan Actas (TA)
de And�rson, Berdan y mío, y Nahuatl in the Middle Years (NMY), de Karttunen
y mío. Muchas otras publicaciones de tipo general han desempeñado tam­
bién una parte importante, pero estos cinco trabajos, junto con la edición
por Zimmermann de Chimalpahin (eH}, han sido aprovechados tanto que
casi se han convertido en parte del libro. Con el tiempo han adquirido per­
sonalidad y siento con respecto a ellos lo misrrio que por la gente que me ha
ayudado. Las personas que estudien este libro con cuidado desearán sin
duda buscar esos libros y conocer bien sus contenidos.1 7 También he publi­
cado, durante los años que he estado ocupado en el presente proyecto, una
serie de trabajos más breves, algunos más filológicos, otros más monográfi­
cos, algunos más accesibles, otros más técnicos. Aunque con frecuencia he
aprovechado aquí esos trabajos, los lectores encontrarán .en ellos mucha.
información adicional útil sobre varios asuntos especiales. Ese matérial ha
sido compilado, junto con algunas obras previas inéditas, y publicado en
un volumen suplementario Nahuas and Spaniards (N&S}.

17 A medida que entendemos mejor el náhuatl antiguo y que se amplía la base de nuestro co­
nocimiento, está surgiendo la necesidad de reeditar algunas de estas publicaciones (indepen­
dientemente del problema de que algunas ediciones se están agotando). Muchas de las traduc­
ciones de se requieren ser revisadas (de hecho he vuelto a traducir dos de ellas en el apéndice
de este libro) y ya se ha hecho un considerable trabajo para preparar una nueva edición. Ha­
cerlo con respecto a la parte documental del NMY no es tan urgente. Esperamos que TC, que ya
está agotado, sea reeditado a su debido tiempo, sin grandes cambios en su contenido, pero con
un formato diferente. Los cambios en la numeración de las páginas en las nuevas ediciones ha­
rán que muchas de las referencias de este libro sean obsoletas, pero los editores tienen la in­
tención de mantener la seriación de los documentos, de modo que el futuro lector todavía po­
drá encontrar el material sin demasiados problemas.

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