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El problema cuerpo alma 50 años jaegwon

La primera formulación clásica del problema mente-cuerpo se debe a René Descartes[1]. Pero la
reflexión acerca de la relación entre la mente y el cuerpo se remonta hasta la antigüedad. Platón
defiende un dualismo explícito, que se pone de manifiesto en su argumentación en favor de la
transmigración del alma: Si el alma sobrevive a la muerte del cuerpo, ha de ser algo diferente de
este[2]. En Aristóteles esto es diferente. Aristóteles postula un „pneuma“, que, como principio de
la vida, se encuentra en todo ser vivo, pero que no es algo contrapuesto al mundo material y
corporal. En la Edad media cristiana (escolástica) la distinción entre el cuerpo y el alma inmaterial
es piedra angular del filosofar. La influencia de la filosofía medieval es evidente en la formulación
cartesiana del dualismo.

La mayoría de las personas perciben intuitivamente un abismo entre los fenómenos mentales y los
físicos. Esto ha llevado a que durante largo tiempo los puntos de vista dualistas fueran los
predominantes en la filosofía de la mente. Hoy en día la mayoría de los filósofos defiende
posiciones materialistas. Sobre esta base debe no obstante darse respuesta a la cuestión de cómo
se explica la conciencia desde el punto de vista materialista.

Mente-cuerpo

El dualismo responde al abismo intuitivo entre la vida mental interior y la realidad física de la
siguiente manera. Afirma que aquí nos encontramos ante dos entidades fundamentalmente
diferentes: entidades mentales y físicas. Dependiendo de la ulterior caracterización de dichas
entidades y de cómo se explique la relación entre las entidades mentales y físicas, se llegará a
formas muy diversas de dualismo.

Argumentos en favor del dualismo

¿Se basa el dualismo únicamente en el abismo intuitivo entre lo mental y lo material? ¿O existen
argumentos concretos en favor del dualismo? El argumento más conocido es el desarrollado por
René Descartes en las Meditaciones. En resumen, es el siguiente: Puedo imaginarme clara y
distintamente que el espíritu exista sin la materia. Lo que uno puede imaginar clara y
distintamente es al menos, por principio, posible. Así, pues, es al menos posible que el espíritu
exista sin la materia. Si es posible que el espíritu exista sin la materia, espíritu y materia han de ser
entidades diferentes. Puesto que espíritu y materia han de ser entidades diferentes, en
consecuencia el dualismo es cierto.
Las premisas del argumento pueden ponerse en duda. ¿Por qué, por ejemplo, habría de ser algo
posible sólo porque puede imaginarse clara y distintamente? A pesar de problemas de este tipo,
aún hoy en día se siguen defendiendo variantes del argumento cartesiano, por ejemplo, Saul
Kripke[3]. Las posiciones dualistas se vuelven más plausibles por los problemas que plantea el
materialismo que por sus propios argumentos positivos.

Dualismo interaccionista

La forma clásica del dualismo es el dualismo interaccionista. La primera formulación[4] precisa se


la debemos a René Descartes, y aún hoy en día sigue teniendo partidarios. Karl Popper y John
Eccles han sido los dualistas interaccionistas más célebres del siglo XX[5]. Las ideas fundamentales
son las siguientes: Mente y materia son substancias diferentes e interactúan entre sí. Si me pincho
un dedo con una aguja, de él parten señales hacia el cerebro y allí ha de haber un „lugar“ donde el
cerebro actúe sobre la mente inmaterial. De la misma manera funciona en sentido inverso: cuando
siento dolor la mente inmaterial actúa sobre el cerebro. Este envía señales a, por ejemplo, la
mano, y la retiro.

Un dualismo de este tipo tiene que enfrentarse a serios problemas. Si existe un lugar donde se
produce la interacción entre la mente y el cerebro, este lugar ha de ser localizable. Sin embargo,
las especulaciones de Descartes (él pensó que el lugar de la interacción se encontraba en la
epífisis) fueron pronto refutadas. Tampoco se halló en el cerebro ningún otro lugar visible en el
que el comportamiento de las neuronas sólo fuera explicable por la acción de un espíritu
inmaterial. Dejando a un lado que en el cerebro no parece haber ningún „lugar“ en el que se
produzca una interacción, la cuestión del tipo de acción recíproca entre mente y cerebro
permanece abierta. Algunos filósofos suponen que dicha interacción se produce por medio de
efectos cuánticos.

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