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Esquema del efecto invernadero mostrando los flujos de energía entre el espacio, la atmósfera y
superficie de la tierra. En esta gráfica la radiación absorbida es igual a la emitida, por lo que la Tierra no
se calienta ni se enfría. La habilidad de la atmósfera para capturar y reciclar la energía emitida a la
superficie terrestre es el fenómeno que caracteriza al efecto invernadero.
Esquema del balance anual de energía de la Tierra desarrollado por Trenberth, Fasullo y Kiehl de
la NCAR en 2008. Se basa en datos del periodo de marzo de 2000 a mayo de 2004 y es una
actualización de su trabajo publicado en 1997. La superficie de la Tierra recibe del Sol 161 w/m2 y del
Efecto Invernadero de la Atmósfera 333w/m², en total 494 w/m2, como la superficie de la Tierra emite un
total de 493 w/m2 (17+80+396), supone una absorción neta de calor de 0,9 w/m2, que en el presente
está provocando el calentamiento de la Tierra.
El efecto invernadero es un proceso en el que la radiación térmica emitida por la superficie
planetaria es absorbida por los gases de efecto invernadero (GEI) atmosféricos y es
reirradiada en todas las direcciones.
Ya que parte de esta radiación es devuelta hacia la superficie y la atmósfera inferior, resulta
en un incremento de la temperatura superficial media respecto a lo que habría en ausencia de
los GEI.
La radiación solar en frecuencias de la luz visible pasa en su mayor parte a través de la
atmósfera para calentar la superficie planetaria y luego ésta emite esta energía en frecuencias
menores de radiación térmica infrarroja
. Esta última es absorbida por los GEI, los que a su vez re irradian mucha de esta energía a la
superficie y atmósfera inferior
. Este mecanismo recibe su nombre debido a su analogía al efecto de la radiación solar que
pasa a través de un vidrio y calienta un invernadero, pero la manera en que atrapa calor es
fundamentalmente diferente a como funciona un invernadero al reducir las corrientes de aire,
aislando el aire caliente dentro de la habitación y con ello no se pierde el calor
por convección.2 3 4
Si un cuerpo negro ideal estuviese a la misma distancia del Sol que la Tierra, tendría una
temperatura de cerca de 5,3 °C. Sin embargo, dado que nuestro planeta refleja un 30 % de la
radiación entrante,5 6 la temperatura efectiva de este planeta hipotético (la temperatura de un
cuerpo negro que reflejara la misma cantidad de radiación de la Tierra) sería cercana a
−18 °C.7 8 La temperatura superficial de este planeta negro es 33 °C inferiores a la
temperatura superficial real de la Tierra (de unos 14 °C).9 El mecanismo que produce esta
diferencia entre la temperatura superficial efectiva y la real es debido a la atmósfera y es
conocido como efecto invernadero.10
El efecto invernadero natural de la Tierra hace posible la vida como la conocemos. Sin
embargo, las actividades humanas, principalmente la quema de combustibles fósiles y la tala y
quema de bosques, han intensificado el fenómeno natural, causando un calentamiento
global.11
Índice
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La denominada curva Keeling muestra el continuo crecimiento de CO2 en la atmósfera desde 1958.
Recoge las mediciones de Keeling en el observatorio del volcán Mauna Loa. Estas mediciones fueron la
primera evidencia significativa del rápido aumento de CO2 en la atmósfera y atrajo la atención mundial
sobre el impacto de las emisiones de los gases invernadero.20
El efecto invernadero es esencial para la vida del planeta: sin CO2 ni vapor de agua (sin el
efecto invernadero) la temperatura media de la Tierra sería unos 33 °C menos, del orden de
18 °C bajo cero, lo que haría inviable la vida.21
Actualmente el CO2 presente en la atmósfera está creciendo de modo no natural por las
actividades humanas, principalmente por la combustión de carbón, petróleo y gas natural que
está liberando el carbono almacenado en estos combustibles fósiles. Por tanto es preciso
diferenciar entre el efecto invernadero natural del originado por las actividades humanas (o
antropogénico).
La población se ha multiplicado y la tecnología ha alcanzado una enorme y sofisticada
producción de forma que se está presionando muchas partes del medio ambiente terrestre
siendo la atmósfera la zona más vulnerable de todas por su delgadez. Dado el reducido
espesor atmosférico la alteración de algunos componentes moleculares básicos que también
se encuentran en pequeña proporción supone un cambio significativo. En concreto, la
variación de la concentración de CO2, el más importante de los gases invernadero de la
atmósfera, clasificado en este caso con referencia a las aportaciones por actividades
humanas.
Los gases invernadero permanecen activos en la atmósfera mucho tiempo, por eso se les
denomina de larga permanencia. Eso significa que los gases que se emiten hoy
permanecerán durante muchas generaciones produciendo el efecto invernadero. Así del
CO2 emitido a la atmósfera: sobre el 50 % tardará 30 años en desaparecer, un 30 %
permanecerá varios siglos y el 20 % restante durará varios millares de años.22
La concentración de CO2 atmosférico se ha incrementado desde la época preindustrial (año
1.750) desde un valor de 280 ppm a 379 ppm en 2005. Se estima que 2/3 de las emisiones
procedían de la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) mientras un 1/3
procede del cambio en la utilización del suelo (Incluida la deforestación). Del total emitido solo
el 45 % permanece en la atmósfera, sobre el 30 % es absorbido por los océanos y el restante
25 % pasa a la biosfera terrestre. Por tanto no solo la atmósfera está aumentando su
concentración de CO2, también está ocurriendo en los océanos y en la biosfera.22
Incrementos en la atmósfera de los cinco gases responsables del 97 % del efecto invernadero
antropogénico en el periodo 1976-2003.
Los denominados gases de efecto invernadero o gases invernadero, responsables del efecto
descrito, son:
CFC-
Descripción CO2 CH4 N2O HFC-23 CF4
11
Concentración pre
280 ppm 700 ppb 270 ppb 0 0 40 ppt
industrial
1.745
Concentración en 1998 365 ppm 314 ppb 268 ppt 14 ppt 80 ppt
ppb
Fuente: ICCP, Clima 2001, La base científica, Resumen técnico del Informe del Grupo de Trabajo I,
p. 3823
Arrhenius calculó que duplicar el CO2 de la atmósfera subiría la temperatura 5-6 °C (1896).
Fue alrededor de 1975-1980 cuando los científicos comenzaron a tener suficientes evidencias
del efecto que los GEI estaban ocasionando al clima. Disponían de herramientas,
conocimientos y técnicas suficientes para iniciar el estudio en profundidad del complejo
sistema climático: satélites para observar la Tierra, redes mundiales de toma de temperaturas,
vientos, precipitaciones y corrientes, así como ordenadores de gran potencia para desarrollar
modelos climáticos. Entonces los científicos vislumbraron un posible cambio climático de
dramáticas consecuencias. La opinión pública comenzó a conocer el problema alertada por los
grupos ecologistas, los gobiernos se plantearon el problema e iniciaron acuerdos
internacionales empujados por los resultados cada vez más inquietantes que los científicos
iban desarrollando.28
En 1824, Joseph Fourier publicó Observaciones generales sobre las temperaturas de la tierra
y los espacios planetarios donde consideró que la Tierra se mantenía templada porque la
atmósfera retiene el calor como si estuviera bajo un cristal. Él fue el primero en emplear la
analogía del invernadero y en 1859 John Tyndall descubrió que el CO2, el metano y el vapor
de agua bloquean la radiación infrarroja.
Por su parte, Svante August Arrhenius, publicó en 1903 Lehrbuch der Kosmischen
Physik (Tratado de física del cosmos),29 el cual trataba por primera vez de la posibilidad de
que la quema de combustibles fósiles incrementara la temperatura media de la Tierra. Entre
otras cosas calculaba que se necesitarían 3000 años de combustión de combustibles para que
se alterara el clima del planeta, todo bajo la suposición que los océanos captarían todo el
CO2 (actualmente se sabe que los océanos han absorbido un 48 % del CO2 antropogénico
desde 1800).30 Arrhenius estimó el incremento de la temperatura del planeta cuando se dobla
la concentración de dióxido de carbono de la atmósfera, eventualmente calculando este valor
en 1,6 Centígrados sin vapor de agua en la atmósfera y 2,1 °C con vapor presente. Estos
resultados están dentro de los parámetros generalmente aceptados en la
actualidad.31 Arrhenius otorgaba una valoración positiva a este incremento de temperatura
porque imaginaba que aumentaría la superficie cultivable y que los países más septentrionales
serían más productivos.
En las décadas siguientes, las teorías de Arrhenius fueron poco valoradas pues se creía que
el CO2 no influía en la temperatura del planeta y el efecto invernadero se atribuía
exclusivamente al vapor de agua. Sin embargo, y 35 años después de que Arrhenius publicara
su teoría, Guy S. Callendar, ingeniero británico especialista en vapor, publicó empezando en
1938, varios ensayos en los que corregía algunas estimaciones realizadas por
Arrhenius,32 como la capacidad de los océanos para absorber CO2. A partir de un incremento
observable de aproximadamente medio Grado Fahrenheit (unos 0,275 °C) entre 1880 y 1934,
Callendar estimó que el incremento promedio en la temperatura era 0,005 °C por año en ese
período (actualmente se estima que en la segunda mitad del siglo XX se ha producido un
incremento de 0,013 °C al año (IPCC, 2007, p. 30)). Callendar argumentaba también que la
actividad humana había incrementado el dióxido de carbono en la atmósfera en alrededor de
10 % desde el comienzo del siglo. Esto revivió la sugerencia de Arrhenius y es conocido como
“Efecto Callendar”.
Entre otros, Roger Revelle –director del Scripps Institution of Oceanography, en California–
creía que la sugerencia de Callendar era implausible: cualquier "exceso" de CO2atmosférico
sería -en su opinión- absorbido por procesos naturales. Esto dio origen al comienzo de un
debate científico. Eventualmente, Charles David Keeling, trabajando bajo la dirección de
Revelle y en el marco del Año Geofísico Internacional, llevó a cabo una serie de medidas,
entre 1957 y 1959, en sitios remotos y viento arriba de sitios poblados (Keeling usaba datos de
una estación en Mauna Loa y otra en la Antártica) durante los dieciocho meses del año
geofísico. Los resultados fueron claros y negativos para la posición de Revelle, mostrando sin
dudas que no sólo había habido un incremento del dióxido de carbono atmosférico en relación
al siglo XIX, sino que además incluso había habido un incremento durante el periodo de las
mediciones mismas.33
Un poco antes, la Organización Meteorológica Mundial ya había iniciado diversos planos de
seguimiento, los cuales tenían como objetivo entre otras cosas, el de calcular los niveles de
CO2 en la troposfera. Esas observaciones fueron facilitadas por el desarrollo –en los años
cuarenta– de la espectrofotometría de infrarrojos, la cual ha permitido conocer que el
CO2 absorbe la luz de manera distinta al vapor de agua, incrementando notablemente el
efecto invernadero. Todo esto fue resumido por Gilbert Plass en el año 1955.
Keeling continuo por otros cuarenta años sus observaciones; esas demostraron continua y
repetidamente la corrección de su observación inicial. Keeling estableció que, sin importar
donde se tomaran las medidas –ya sea ciudades o campos, valles o montes– la medida
promedio del CO2 atmosférica es la misma, con leves variaciones de temporada (el promedio
es más alto en el invierno del hemisferio norte) y que el incremento promedio es 1,5 partes por
millón por año. Estos resultados permanecen sin cuestionamiento científico hasta el
presente.34
El primer modelo estadístico de evolución del clima fue desarrollado en 1972 por Klauss
Hasselmannn del Instituto Max Planck y en Francia Jancovici y Hervé Le Treut hicieron una
predicción del efecto invernadero en los próximos años.
En los próximos veinte años las proyecciones señalan un calentamiento de 0,2 °C por
decenio.
Las proyecciones muestran la contracción de la superficie de hielos y de nieve. En
algunas proyecciones los hielos de la región ártica prácticamente desaparecerán a finales
del presente siglo. Esta contracción del manto de hielo producirá un aumento del nivel del
mar de hasta 4–6 m.
Habrá impactos en los ecosistemas de tundra, bosques boreales y regiones montañosas
por su sensibilidad al incremento de temperatura; en los ecosistemas de tipo Mediterráneo
por la disminución de lluvias; en aquellos bosques pluviales tropicales donde se reduzca la
precipitación; en los ecosistemas costeros como manglares y marismas por diversos
factores.
Disminuirán los recursos hídricos de regiones secas de latitudes medias y en los trópicos
secos debido a las menores precipitaciones de lluvia y la disminución de la
evapotranspiración, y también en áreas surtidas por la nieve y el deshielo.
Se verá afectada la agricultura en latitudes medias, debido a la disminución de agua.
La emisión de carbono antropógeno desde 1750 está acidificando el océano, cuyo pH ha
disminuido 0,1. Las proyecciones estiman una reducción del pH del océano entre 0,14 y
0,35 en este siglo. Esta acidificación progresiva de los océanos tendrá efectos negativos
sobre los organismos marinos que producen caparazón.
El IPCC, entidad fundada para evaluar los riesgos de los cambios climáticos inducidos por los
seres humanos, atribuye la mayor parte del calentamiento reciente a las actividades humanas.
La NAC (National Academy of Sciences: Academia Nacional de Ciencias) de Estados Unidos
también respaldó esa teoría. El físico atmosférico Richard Lindzen y otros escépticos se
oponen a aspectos parciales de la teoría.
Para John Theodore Houghton, fundador del Centro Hadley y copresidente del grupo de
evaluación científica del IPCC en sus primeros tres informes, está admitido que se producirá
un daño generalizado por el aumento del nivel del mar y olas de calor, por inundaciones y
sequías más frecuentes e intensas. El cambio climático antropogénico afectará seriamente a
las próximas generaciones y a los ecosistemas mundiales. Su incidencia podría limitarse
significativamente si se emprendiera una acción conjunta mundial de reducción de emisiones.
Sería aconsejable mantener el incremento de la temperatura global solo en 2 °C por encima
de la temperatura del periodo preindustrial, para ello la concentración de CO2 no debería
superar las 450 ppm (hoy sobre 390 ppm). Esto implica que en 2050 las emisiones mundiales
de CO2 deben reducirse al 50 % del nivel de 1990 (actualmente están 15 % por encima de
ese nivel). En las dos próximas décadas también debería interrumpirse la deforestación
tropical, responsable del 20 % de las emisiones de gases de tipo invernadero [cita requerida]
Para Nicholas Stern, ex jefe del Servicio Económico del Gobierno del Reino Unido y ex
economista jefe del Banco Mundial, para no superar 450 ppm de concentración atmosférica de
CO2, se requerirá una reducción de las emisiones mundiales anuales de unas 50
gigatoneladas de CO2 equivalente en la actualidad a 35 gigatoneladas en 2030 y a 20
gigatoneladas en 2050. Para comprender el nivel del esfuerzo que se requiere, en la
actualidad, las emisiones anuales por habitante son 12 toneladas en la Unión Europea, 23
toneladas en los Estados Unidos, 6 toneladas en China y 1,7 toneladas en la India. En 2050 la
población mundial se estima será de 9000 millones, y las emisiones anuales por habitante se
deberían reducir a dos toneladas de CO2 equivalente de media, para que el total anual
mundial sea de 20 gigatoneladas. Aunque la industrialización de los países desarrollados
desde el siglo XIX es la causante de los niveles actuales de GEI, son los países en desarrollo
los más vulnerables a las consecuencias del cambio climático. Los países ricos deben apoyar
financieramente a los países en desarrollo para que ejecuten planes de crecimiento
económico con poco carbono y frenar la deforestación en sus países. Según los últimos
cálculos el mundo en desarrollo para ajustarse al cambio climático precisa de los países ricos
anualmente 100 000 millones de dólares para la adaptación y otros 100 000 millones para la
mitigación de aquí al 2020.40
Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de Energía, señala la importancia de
los países emergentes, pues con las políticas actuales, las estimaciones de la Agencia
Internacional de Energía proyectan un crecimiento anual de la demanda de energía primaria
global del 1,6 % mundial hasta 2030, de 11.730 millones de toneladas equivalentes de
petróleo (Mtep) a 17.010 Mtep (un incremento del 45 % en apenas 20 años). China e India
requerirán la mitad de este incremento, y los países no miembros de la OCDE en conjunto
supondrán el 87 % del incremento del CO2, pasando su demanda total de energía mundial del
51 % en la actualidad a suponer el 62 % del total en 2030. También para él, es imprescindible
una importante transformaciónen del sector energético. Hasta ahora la larga vida útil de gran
parte de sus infraestructuras causa una lenta sustitución de sus equipos, lo que motiva que el
empleo de tecnologías eficientes se demore. Los sectores público y privado deben aceptar la
necesidad de inversiones adicionales y el retiro temprano de instalaciones inadecuadas, para
acelerar el proceso y reducir las emisiones, especialmente en centrales de energía y en
equipos. Los gobiernos deben dirigir esta transformación y orientar el consumo mediante
medidas claras de tarificación, incluida la tarificación por emisiones de carbono. La energía
renovable desempeñará un papel importante. Se calcula que la generación global de
electricidad basada en energías renovables se duplicará entre 2006 y 2030.41
Se debe tener en cuenta que existe una cantidad importante de vapor de agua (humedad y
nubes) en la atmósfera terrestre, y que el vapor de agua es un gas de efecto invernadero. Si la
adición de CO2 a la atmósfera aumenta levemente la temperatura, se espera que más vapor
de agua se evapore desde la superficie de los océanos. El vapor de agua así liberado a la
atmósfera aumenta a su vez el efecto invernadero. A este proceso se le conoce como
la retroalimentación del vapor de agua (water vapor feedback en inglés). Es esta
retroalimentación la causante de la mayor parte del calentamiento que los modelos de la
atmósfera predicen que ocurrirá durante las próximas décadas. La cantidad de vapor de agua,
así como su distribución vertical, son claves en el cálculo de esta retroalimentación.
El papel de las nubes es también crítico. Las nubes tienen efectos contradictorios en el clima;
cualquier persona ha notado que la temperatura cae cuando pasa una nube en un día soleado
de verano, que de otro modo sería más caluroso. Es decir: las nubes enfrían la superficie
reflejando la luz del Sol de nuevo al espacio. Pero también se sabe que las noches claras de
invierno tienden a ser más frías que las noches con el cielo cubierto. Esto se debe a que las
nubes también devuelven algo de calor a la superficie de la Tierra. Si el CO2cambia la
cantidad y distribución de las nubes podría tener efectos complejos y variados en el clima, ya
que una mayor evaporación de los océanos contribuiría también a la formación de una mayor
cantidad de nubes.
Los incrementos de CO2 medidos desde 1958 en Mauna Loa muestran una concentración que
se incrementa a una tasa de cerca de 1,5 ppm por año. De hecho, resulta evidente que el
incremento es más rápido de lo que sería un incremento lineal. El 21 de marzo del 2004 se
informó de que la concentración alcanzó 376 ppm (partes por millón). Los registros del Polo
Sur muestran un crecimiento similar al ser el CO2 un gas que se mezcla de manera
homogénea en la atmósfera.
Se consiguió un acuerdo que incluye a 193 países entre ellos Japón, EE UU y China
que inicialmente tenían criterios muy diferentes. Solamente un país, Bolivia, se ha
opuesto a este acuerdo.59
El pacto alcanzado aplaza para 2011 la decisión fundamental de si un nuevo acuerdo
sustituirá al Protocolo de Kioto, cuya vigencia termina en 2012, reconoce los
compromisos voluntarios de reducción de emisiones de GEI que los países enviaron a
la ONU después de la Cumbre de Copenhague, además se ha llegado a un acuerdo
para reducir la deforestación.59
La prolongación de los acuerdos de limitación de emisiones de GEI después de 2012
cuando termina la vigencia del Protocolo de Kioto, quedó condicionada como pidió
Japón, al avance de la negociación con EE UU y China que actualmente no están
sujetos a limitaciones de emisiones. EE UU ha aceptado la forma de controlar la
reducción de emisiones a China: se realizarán consultas internacionales pero no
serán ni intrusivas y respetarán la soberanía nacional.59
El acuerdo reconoce la gravedad del calentamiento global y pide limitar el
calentamiento a dos grados centígrados mencionando que una futura negociación
podría limitarlo a 1,5 grados según solicitaban los pequeños estados isleños del
Pacífico.59
En el Plenario de la Conferencia, Maldivas, uno de los pequeños estados isla,
afirmaba que el texto aprobado era muy equilibrado e incluye todo lo que pedimos de
una forma o de otra. Igualmente Leshoto, representando al grupo de los países menos
desarrollados, entendía que se había hecho un buen trabajo en equilibrar el
documento y creía que era una buena base para seguir trabajando. Yemen, en
nombre del G-77, elogió el trabajo muy destacado de la presidencia de la
conferencia, México, por su labor de puente entre países ricos y pobres y por su
esfuerzo de transparencia.60