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ANÉMCA
AFAEL ALTAHIRA
DE LA R. AÉIDEMIADE C' MORALES Y POLÍTICA
ftE/'
LA POLÍTICA DE E5PAÑA EN AMERICA
OBRAS AMERIGANISTAS DEL AUTOR
LA POLÍTICA
DE ESPAÑA
EN AMÉRICA
POR
VALENCIA -1921 -
^ vV
EDITORIAL EDETA ,
Enero, 192 í.
PARTE PRIMERA
II
III
IV
La competencia extpanjepa
(I) La cMftiflon du Livre franjáis» qne se creó hace unog diez meseBí
íen Mayo 1920) está formada por 105 casas e litoriales y 534 iibreríafi y se
propone mejorar y dessrrollar en lo posible el comercio del libro fran-
cés, tanto en Francia como en el extranjero.
El objeto esencial de la nueva insí itución es llegar con más seguridad
y rapid-7. ai lector gracias a una organización comercial más moderna
y meódica, y para ello ha entrado ya en relaciones con más de un millar
de libi ei os extr«njero8.
La cMaison du Livre frani;ais> centraliza las demandas, las expedicio-
nes y los pagos.
Emprenderá la publicación de import«ntes obra» de bibliografía, qne
permiran a lo» libreros t^ner una comunicación regular y poder infor-
mar exactamente a los clientes.
Esta nueva orpaiización creará inmediatamente una Escuela de libre-
ría, que permitirá la formación de los viajantes del libro y de todos loa
que afepten su representa, ion en el extranjero.
Para poner al público «1 comente de los nrogramas del libro francés,
tanto desde el aspeC'O artístico e industrial como comercial, organiza
nn Muspo del Lihri> y Exnosicirvnes, que serán constantemente renovadas.
La cMiiison du Livre franjáis» será un poderoso instrumento de coor-
áinación y de acción, qoe permitirá a toda la librería france-^a irradiar
por todas partes y extender el conocimieuco de la civilización fraucaaa.
38 RAFAEL ALTAMIRA Y CREVEA
(1) Muy útir para er estudio do este hecho es el reciente Atlas América
Ltifina, publiCido en Ne\r York por laGaneral Drafting Coinpany (1319).
.
(i) En lo-í artículos Dublicados por El Día y que antes cité, y en la sec-
ción Las rutao de América que he dirigido durante mu ho tiempo en el
diario de Midrid Bl Firjaro, y que ofrece un arsenal abuiidancísimo de
hechos que podrían forrnir un interesante apéndice de este libro, si no
f nese por su gran extensión
42 «AFAKL ALTAMIRA Y CREVEA
(1) Véase la entrevista con el Sr. Lomba de que dio cuenta en May*
último La Nación, de Btienoi Aires, y ei artículo que al mismo asaat*
dedicó en los primeros días de Junio, el diario porteño La, Época.
LA POLÍTICA DB KSPAÍA IR AMÉKICA 45
VI
VII
AMERICANISMO PRÁCTICO
II
III
IV
VI
II
VII
— —
salga mejor que de los Poderes públicos el ne-
cesuíio testimonio de gratitud que nace de un
claro conocimiento de la obra cumplida por pa-
triotas como Gutiérrez, que sienten el prestigio de
de España como algo sagrado en cuyas aras todo
culto es poco.
LA POLÍTICA DE ESPAÍA EM AMBBICA 109
VIII
Cátedras españolas
IX
(l) Eite UainamieDto fué eicrito a petición del Comité organizador del
referido CougreBO.
118 RAFAEL ALTAMIEA Y CREVEA
XI
XII
XIII
XIV
II
III
XV
El Hispanismo ppogpesiuo
19
146 RAFAEL ALTAMIRA Y CRKVEA
XVI
rica, —
se ríen de la lógica muy a menudo, y van
resolviendo los problemas sin atenerse a orden
social y anticipando las conclusiones, en cuanto
son necesarias para la continuación de la vida.
Y lo primero que salta a la vista leyendo a
esos precursores, es la verdad de una afirmación
ya vieja en la literatura americanista, aunque
ahora se la remache y fortifique con nuevas pro-
banzas: la de que la guerra de independencia
americana fué una guerra civil. Al adherirme a
esta opinión, no entiendo esas palabras de «guerra
civil» en el sentido correspondiente a la conside-
—
ración en que según el mismo San Martín recuer-
—
da en una de sus Cartas tenían los generales
españoles a los patriotas americanos, sino en aquel
otro según el cual los que riñeron en América
—
entonces no fueron dos pueblos el criollo y el
—
peninsular sino dos políticas, exactamente lo
mismo que lucharon en España desde 1808 a 1833
y luego todavía, en otro plano de oposición.
Para un liberal español, en efecto, las doctri-
nas y las aspiraciones de los «precursores» ameri-
canos suenan exactamente como las de los
doceañistas más radicales o las de los hombres de
1820. Aquellos patriotas que aspiraban a vivir una
vida de libertad y de organización política moder-
na, hablan como los nuestros, y ni aún hay entre
ellos, muchas veces, la diferencia de que el libe-
ralismo americano haya preferido (era inevitable)
la forma de gobierno republicana, mientras que
los españoles tardasen muchísimo en abandonar
(y no todos) la monarquía, para volver a ella en
su mayor parte.
Después de todo, esta diferencia es accidental,
como ya lo pensaba Bolívar y como lo declaran
hoy muchos políticos radicales.
LA POLÍTICA DE ESPAÑA EN AMÉRICA 151
XVII
El homenaje d Rodó
XVIII
amepicanismo
II
III
IV
En he hablado exclusi-
los artículos anteriores
vamente del movimiento hispanoamericano, pero
aludí en ellos a esa otra dirección, tan interesante
como aquella, que se refiere a las relaciones con
los Estados Unidos.
Hay en esto dos cuestiones diferentes pero liga-
das de un modo íntimo, tanto, que son insepara-
bles: la cuestión de nuestro intercambio espiritual
y económico con la gran República del Norte, y
la cuestión de la inteligencia o contrariedad entre
los intereses norteamericanos en el resto del Nuevo
Mundo, y los que representa España, por si y por
la relación que le ligan con las naciones salidas
de su tronco y continuadoras de su civilización
en América.
Durante muchos años, ambas cuestiones han
estado fuera del plano de nuestra política interna-
cional e incluso de los programáis privados de
americanismo. La explicación es obvia. Había mu-
chas razones para que en España la opinión públi-
ca mirase con recelo todo lo referente a los Estados
Unidos. Diciendo las cosas con toda franqueza,
que es como pueden ser útiles, nadie estimaba
posible, ni decoroso (patrióticamente considerado),
entenderse con aquel país, y si alguien estimaba
lo contrario, no se atrevía a decirlo.
Pero los años no pasan en balde, y los intere-
ses económicos son demasiado fuertes en la vida
humana para no sobreponerse a todo lo demás.
Así, la primera de las cuestiones apuntadas empe-
zó a considerarse algunos años después de 1898 y
a resolverse en sentido afirmativo, por lo que
toca, ante todo, a las relaciones mercantiles. Más
"
El Hispanismo en América
II
18
LA. POLÍTICA DE ESPAÑA EN AMÉKieA 195
III
Nueuas ppuebas
IV
VI
VII
VIII
16
226 BAFAEL ALTAMIRA T CREVEA
—
acertada política internacional como, abstracta-
mente, la mejor regla de conducta en el trato de
hombres — consiste en aprovechar las convenien-
,
KIN
ÍNDICE
Página
Dedicatoria 3
Prólogo 7
Parte primera.— Las bases y bl camino de nues-
tras RELACIONES CON AMÉRICA. ... 13
I. — Las bases de nuestra situación en América. 15
. II.— El valor social de nuestros emigrantes. . 23
in. — Nuestro campo de acción 27
rV. — La competencia extranjera 33
V.— Dos notas más sobre las bases de nuestro
americanismo 45
VI.— La realidad de nuestra situación en Amé-
rica : . . . . 49
VII.— Los puntos flacos de nuestra situación.. . 59
Parte segunda.— Americanismo práctico. ... 65
I.— La rectificación de la Historia Colonial. . 67
n.— Defensa del castellano 71
ni.— La unidad nacional y el idioma 77
rV.— La defensa del libro español 83
V.— El libro español en América 89
VI. — La «Institución cultui'al española». ... 97
Vil. — La
obra del Dr. Avelino Gutiérrez.. . . 105
Vm.— Cátedras españolas 109
IX.— El Congreso de Juventudes Hispanoameri-
canas 113
X.— Llamamiento a las Juventudes Hispano-
americanas 117
XI.— Detalles de política americanista 121
XII.— El Rey, Sevilla y el americanismo. . . . 127
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