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Las Relaciones Internacionales como practica surge con la aparición del estado-nación en
Europa post medieval, estos Estados son producto de un largo proceso que devino en el
viejo mundo después de la caída del imperio romano en manos de los pueblos bárbaros,
trayendo como consecuencia la atomización de los antiguos dominios imperiales dando
paso a lo que algunos historiadores han llamado “fraccionamiento feudal de la edad
media”.
En los siglos XI al XIV, es decir, en la baja edad media, se comienzan a producir algunos
rasgos transformantes en la cosmovisión europea. Karen Jolly, profesora asociada de
Historia en la Universidad de Hawai, escribe lo siguiente sobre la baja edad media: “…fue
un periodo dinámico que conformó la identidad y el desarrollo europeos, en parte
estimulados por la interacción de Europa con otras culturas de Eurasia y el Mediterráneo.
Durante estos años se crearon muchos de los esquemas e instituciones sociales y
políticas básicos asociados a la historia europea, y en las islas Británicas, Francia,
Alemania, Italia, Europa oriental, la península Ibérica y Escandinavia se fueron dibujando
nítidas fronteras políticas e identidades culturales. Entre los siglos XI y XIV, una reacción
en cadena de desarrollos en los sectores económico, social y político hizo surgir nuevas
tendencias en los campos de la religión, la investigación, la literatura y las artes,
tendencias que han conformado la cultura europea hasta nuestros días”.
En este período de recobrado dinamismo se sientan las bases para la formación del
estado-nación. Las mejoras del las técnicas agrícolas y el comercio, trajo consigo
beneficios desde el punto de vista económico. Por otra parte las migraciones
contribuyeron a que las fronteras se expandieran y se definieran en torno a un gobierno
central que cada vez iba acumulando más poder político y económico, sin embargo no
eran los suficientemente fuertes como para que el estado pudiese aparecer como tal.
Las ciudades-estados italianas como Pisa, Verona y Génova, conocidas por su rico
comercio con oriente y el norte de África, fueron las primeras en crear una burocracia
organizada, incluso llegando a crear “embajadas” permanentes que representaran y
defendieran sus intereses económicos ante la gran rivalidad que suponían estas
ciudades-estados entre si, la necesidad de llegar acuerdos pacíficos y de comerciar dio
como resultado una dinámica diplomacia que fue ejemplo para los posteriores estados
nacionales europeos que algunas décadas más tardes se erigirían como los actores
políticos del continente.
No fueron pocas las guerras de religión durantes este período, las Cruzadas contra los
“infieles” son un ejemplo patético de cómo la voluntad del soberano de Roma era
determinante en las vidas de millones de personas no solo de los cristianos, sino también
de judíos y musulmanes. El Cisma de Occidente hirió el poder papal, pero este se logró
mantener e incluso sacaron fuerzas para acabar con los Caballeros Templarios contando
con la oportuna colaboración de Felipe el Hermoso de Francia. La reforma de Martín
Lutero, quien dividió (sin querer) a la otrora monolítica iglesia, fue el golpe más duro que
esta tuvo que enfrentar.
La última gran guerra de religión fue la guerra de los 30 años (1618-1648), la misma se
inicia en el Sacro Imperio Romano Germánico entre los
cuerpos catolicuorun y evangelicuorum. Lo que comenzó por un asunto religioso, se le
agregaron factores políticos y económicos lo que consiguió que el conflicto se extendiera
hacia casi toda Europa. La Paz de Westfalia fue el nombre del acuerdo que puso fin a las
hostilidades y al mismo tiempo marca el nacimiento del Sistema Clásico Internacional.
Este primer acuerdo internacional nacido en la región alemana de Westafalia, dio como
origen el nacimiento del derecho internacional público, sentó las bases para el
establecimiento del equilibrio de poder, le restó poder a la Iglesia en asuntos
internacionales, confirmó a Francia como potencia hegemónica en Europa en detrimento
de su vecina España. Es a partir de entonces que podemos hablar propiamente dicho de
un Sistema Internacional en el estricto sentido de lo que esto significa, no obstante los
estados convivirían unos 300 años más con imperios plurinacionales como el Sacro
Imperio Romano Germánico, el Imperio Austriaco y el Imperio Otomano, que con el
devenir de los tiempos pasarían a ser Estados-Nación: Alemania (1870), Austria (1919),
Turquía (1920) respectivamente.
Europa, como ninguna otra civilización en la historia, alcanzó tal desarrollo tecnológico,
económico, comercial, intelectual y científico, en relación con otras civilizaciones en otras
latitudes, esta posición de poder superior los llevó a emprender conquistas y
colonizaciones por todo el mundo. Desde América hasta Asia, pasando por África, los
barcos repletos soldados, de cañones y pólvora paseaban sus velas por los extensos
mares imponiendo comercio y obediencia a los pueblos “inferiores” a razón de fuego,
acero y sangre. Ni Alejandro Magno, ni Roma, ni Gengis Khan, y ninguna otra civilización
logró establecer su influencia a nivel mundial.
Otto von Bismarck, militar, político y diplomático prusiano, fue el genio que logró la
unificación alemana. ¿Cómo lo logro?, pues aplicando en su manera más pura laRaison
d´ Etat o mejor dicho con Realpolitik. En 1864, aliada con Austria, Prusia emprende una
limitada guerra contra Dinamarca por los Ducados y Schleswig-Holstein; en 1866,
alegando mala administración austriaca en los ducados, aprovecha que Austria estaba
inmiscuida en el conflicto de unificación italiana para atacarla, el resultado de la guerra fue
la anexión de Hanóver, Hesse-Kassel, Nassau y Fráncfort del Meno a Prusia, creando la
Confederación Alemana del Norte, que incluía 22 estado alemanes, sustituyendo a la
Confederación Germánica creada en 1815. Finalmente en 1870, un asunto de escogencia
de Rey en España motivo una disputa entre el Rey prusiano Guillermo I y Napoleón III,
que llevó a la guerra franco-prusiana, los Estados alemanes del Sur se unen a la
Confederación del Norte, Francia es humillada por el poderoso y bien organizado ejercito
prusiano y Bismarck consigue con tres guerras unificar a Alemania en un poderoso
imperio y Guillermo I se hace aclamar Emperador, surge así el segundo Reich.
El orden nacido de Viena, estaba herido de muerte, la desconfianza mutua entre las
potencias conllevo a un aumento en los gastos de defensa por parte de las grandes
potencias, lo que ha sido conocido como “la paz armada” al periodo comprendido entre
1871 hasta 1914 cuando estalla la Gran Guerra.
El presidente de los Estados Unidos de América, Woodrow Wilson, había propuesto sus
famosos 14 puntos, que constaban de propuestas tan idealistas como imposibles de
poner en práctica, por lo menos no en la mentalidad política dominante a comienzos del
pasado siglo. Precisamente el punto catorce rezaba así: “Deberá crearse una Sociedad
general de las Naciones en virtud de acuerdos formales, que tenga por objeto ofrecer
garantías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los pequeños como a
los grandes estados”. En síntesis, Wilson proponía el respeto a las nacionalidades, es
decir, la autodeterminación de los pueblos a tener el gobierno y la nacionalidad que
quisieran; reducción de los armamentos nacionales al mínimo posible; desaparición de la
diplomacia secreta o lo que es lo mismo decir, los tratados internacionales deberán de ser
de carácter público; y supresión de las barreras comerciales.
La Sociedad de las Naciones llegaría a ver la luz, pero nacería con defectos congénitos,
la propia nación de Wilson le dio la espalda y el congreso estadounidense no ratificó la
entrada de la unión americana a la Sociedad de las Naciones, volteando su cara hacia el
lado contrario de Europa, el gigante del norte volvía a su feliz aislacionismo, Europa
artificialmente conservaría por casi tres décadas más su preponderancia internacional.
Aunque ya estaban sentadas las bases para un mundo bipolar dominado por rusos y
estadounidenses.
Alemania comienza su rearme, y en solo 5 años ya estaba listo para amenazar a sus
vecinos, la primera víctima fue Austria. En 1938 el país alpino se limitaba a ser anexada a
Alemania como un estado alemán llamado “Ostmark”; el siguiente golpe sería dado en los
Sudetes, Checoslovaquia, la población era en su mayoría de ascendencia germana y
Alemania reclamaba que estaban siendo mal tratados por las autoridades checoslovacas.
Finalmente en uno de los acuerdos más cobardes, irresponsables e ingenuos que la
humanidad haya conocido, el francés Edouard Daladier y el primer ministro inglés Neville
Chamberlain, siguiendo una Política de apaciguamiento, aceptan la anexión alemana de
los sudetes, creyendo con ello que Hitler se conformaría con tan poco y se evitaría la
guerra, al parecer ninguno de ellos, ni sus asesores habían leído el Mein Kampf escrito
por Hitler en los meses que paso en la cárcel. En marzo de 1939, sería invadida el resto
de Checoslovaquia.
Seis años después del ataque alemán contra Polonia, el 2 de septiembre de 1945, en el
Acorazado Missouri de la armada estadounidense, se firma el tratado de rendición
japonesa, finalizaba así un conflicto que transformaría radicalmente las relaciones
internacionales como se concebían hasta ese entonces. El fin del mundo multipolar
dominado por Europa había llegado a su fin, surgían dos superpotencias extra europeas,
Estados Unidos y la Unión Soviética. Cada una con su área de influencia e ideologías
totalmente contrapuestas, el mundo bipolar era la nueva realidad.
El advenimiento de una nueva era en las relaciones internacionales sería marcado por un
enfrentamiento ideológico más que de intereses, la capitalista Estados Unidos y la
comunista Unión Soviética, antiguos aliados contra los nazis alemanes, ahora se disputan
el dominio mundial. La desconfianza que mutuamente se tenían Truman y Stalin, no
contribuyó en nada la distensión en las relaciones de las nuevas superpotencias. La
política exterior de los Estados Unidos de “contención” del comunismo terminó por
colocarla en el lado opuesto de la Unión Soviética. Walter Lippman, periodista
estadounidense, llamó a esta situación Cold War , Guerra Fría.
La Sociedad de las Naciones, organismo inoperante e inservible para evitar la guerra, fue
sustituida por la ONU. La Carta de las Naciones Unidas se firma el 26 de junio de 1945. El
nuevo organismo supranacional sería el nuevo encargado de regir de acuerdo con el
derecho internacional las disputas que pudieran surgir entre los países. Uno de las
primeras misiones de la O.N.U. fue la de impulsar el proceso de descolonización tanto en
Asia como en África, proceso que duró desde 1945 hasta 1965, gracias a este proceso la
cantidad de miembros de la O.N.U. se triplicó en este periodo.
Dos años después la Unión Soviética, gigante con pies de barro, se derrumbaba sobre
sus propios cimientos, terminaba así un periodo que sería conocido con el nombre de
Post-Guerra, para dar paso a la Post-Guerra Fría. La victoria de Occidente, la victoria del
Capitalismo, la victoria de la democracia y la libertad fue ovacionada en casi todos los
rincones del planeta, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, hablaba de una
nueva era de paz, intelectuales como Francis Fukuyama llegaron a escribir sobre el “Final
de la Historia” y afirmar que el nuevo mundo unipolar sería dominado por los Estados
Unidos y los valores que este representaba.
El mundo de post-guerra fría muy lejos estuvo de ser ese mundo de amor y paz que
proclamaba anticipadamente Bush padre. En 1990 Irak invade y se anexiona el pequeño
estado petrolero de Kuwait, al año siguiente la coalición bélica más grande desde la
segunda guerra mundial expulsaba a las tropas de Sadam Hussein del pequeño Emirato
árabe con un número de bajas mínimas (para los aliados) gracias al despliegue de
tecnología militar de última generación. Estados Unidos se vislumbraba como la única
potencia global y no fueron pocos los que proclamaron un mundo unipolar. ¿Por cuánto
tiempo?.