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La prostitución en Guatemala

La Línea: así surgió hace 50 años una de las áreas de prostitución más conocidas
de la ciudad

Los rieles del tren friccionaban con las locomotoras del ferrocarril y el sonido del
freno anunciaba que descenderían decenas de pasajeros en la estación del barrio
Gerona, zona 1. Transcurría 1945 y esa área era una de las más concurridas por
los citadinos, con los años la dinámica comercial y cultural en ese espacio propició
la evolución hacia la prostitución.

La Línea es un sector concurrido en la zona 1 y a diario hay personas que trabajan


en prostitución y quienes demandan el servicio sexual. (Foto Prensa Libre: Erick
Ávila)
El surgimiento de la prostitución en el barrio Gerona según historiadores, ocurrió
de 1945 a la década de 1960. Los gobiernos reprimían a quienes trabajaran en
servicios sexuales y fue hasta esos años, luego de la revolución, que el oficio
comenzó a ser tolerado.

Según el historiador Aníbal Chajón la mencionada estación del ferrocarril propició


el surgimiento de la prostitución que se desarrolló, como ya se dijo, de 1945 a
finales de la década de 1960.

El origen

“La estación de Gerona era discreta en comparación de la que se construyó en la


18 calle. Entonces la concurrencia de pasajeros generó el ambiente propicio para
el auge de la prostitución. En la década de 1940 ya había algunos puntos rojos en
Gerona”, explicó Chajón.

Durante el gobierno de Juan Jose Arévalo Bermejo hubo más libertades para
ejercer el oficio, por lo cual se incrementó.

Chajón relata: “En la 18 calle estaba la estación central y también había


prostitución. En la década de 1960 estaba más definida la actividad en la 10a.
calle y 15 avenida, lo que conocemos como La Línea. Esa actividad surgió porque
era una estación donde concurrían muchos obreros, cargadores de productos y
esa dinámica permitió el ofrecimiento de servicios sexuales a precios módicos. La
prostitución para la gente con más poder adquisitivo estaba en otros sectores de la
ciudad”.

En la 15 avenida y 9a. calle, zona 1, aún permanecen en la línea férrea los rieles
del ferrocarril.
Actualmente esa área, La Línea, comprende la 15 avenida, desde la 9a hasta la
10a. calle, zona 1. A diario, decenas de personas caminan por esta cuadra y
muchos buscan el servicio de alguna trabajadora sexual, el ambiente lo componen
pequeñas habitaciones de madera y láminas a los alrededores de los rieles en los
que transitó el ferrocarril.

El cronista de la ciudad Miguel Álvarez explicó que el surgimiento de La Línea se


debió a una reubicación de la prostitución que efectuaron autoridades de
gobierno.

El estudio determina que dentro de las mujeres que laboran ahí, hay salvadoreñas
y nicaragüenses. La escolaridad promedio está de sexto primaria a diversificado.

Decenas de hombres acuden al sector de La Línea en zona 1, para solicitar


servicios sexuales y los precios son de Q60 a Q200, Además, se establece que en
un día podían obtener desde Q60 a Q200, la mayoría trabajaba por las mañanas y
tardes.
La investigación logró establecer que la causa para trabajar en la prostitución de
las personas en La Línea es por necesidad económica, violencia intrafamiliar y
consecuencias de agresiones sexuales.

Hoy en día, La Línea, como en la década de 1970, sigue siendo un sector en el


que convergen personas a prestar y requerir servicios sexuales. El tren ya no
existe, pero quedan los recuerdos de que el paso por ese lugar fue uno de los
causantes de que naciera uno de los puntos más "famosos" de la capital.

El país es un paraíso para turismo sexual

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infantil Quetzaltenango San Marcos Sololá Turismo Sexual

Añadió que el turismo sexual es una de las cuatro formas de


explotación existentes, junto a la prostitución voluntaria y remunerada, la
pornografía y la trata. Esta última ocurre cuando intervienen personas
individuales o redes dedicadas al comercio ilícito, que someten a sus víctimas
a esclavitud.
La funcionaria lamentó que debido a la indiferencia del Estado, el país es
promovido en el extranjero como el “paraíso” para el turismo sexual, por lo que
desde esa entidad han implementado controles en los pasos fronterizos con
México, Honduras y El Salvador; además de los principales puertos y aeropuertos
para identificar el ingreso de personas que vienen con este fin.

“Guatemala es un país de riqueza culinaria y sus paisajes, pero también existe el


turismo que busca a los menores. Hemos documentado denuncias y sabemos
que es un problema enraizado en nuestra sociedad, que no ha tenido la atención
necesaria por parte del Estado”.

Forma de operar

De acuerdo con la PDH, la explotación sexual en niñas y adolescentes se


manifiesta de diferentes formas, que van desde la decisión de los padres que
venden a sus hijas para matrimonios o de familiares que prostituyen a las menores
por Q50 en algunos casos, o por pago de deudas. También se señala que es
común el abuso de niño y adolescentes que migran a otros países.

Además, la entidad conoce de víctimas que fueron violadas decenas de veces en


una sola noche.

Las PDH resalta que en las fronteras y en las rutas hacia estas se detectan a
víctimas de explotación sexual, que son sometidas para prestar sus servicios
sexuales a transportistas y personas que van hacia Estados Unidos.

En la frontera de Tecún Umán, San Marcos, hay un área exclusiva de bares junto
a las orillas del río Suchiate, donde mujeres de todas las edades están en
contexto de prostitución.

De acuerdo con la PDH, el turismo sexual se mueve a través de agentes de


viajes, taxistas y mototaxistas, y que los puntos de convergencia casi siempre
son discotecas y cebicherías.

En Santa Rosa hay poco control sobre la edad de las mujeres que practican la
prostitución en cantinas, bares y cebicherías, principalmente en Barberena.

Juan Herrera, delegado de la PDH en Santa Rosa, dijo que en algunos casos,
quienes negocian con la prostitución de menores también utilizan a sus víctimas
para trabajos forzados y ventas ilícitas, lo que logran a través
de intimidaciones y amenazas.
En Guatemala se gasta más en prostitución que lo que se invierte en
educación
POR ASTRID MORALES / 03-05-2018
Según un informe sobre trata de personas con fines de explotación sexual en
Guatemala presentado por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en
Guatemala (CICIG) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en
el año 2016, se estima que en Guatemala hay aproximadamente 48,600 víctimas
directas de trata de personas con fines de explotación sexual, y que las ganancias
ilícitas generadas por este delito alcanzan los 12,300 millones de quetzales, lo que
equivale al más del presupuesto total de educación para la niñez y la adolescencia
estimado en 1.44% del Producto Interno Bruto (PIB), en el 2014.
Los niños, niñas y adolescentes son las víctimas más comunes de este
negocio. El Informe de Situaciones de la Trata de Personas en Guatemala
presentado por la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), en 2016,
evidencia que según la Procuraduría General de la Nación (PGN), ese año se
rescataron a 170 víctimas de la trata de personas, de las cuales el 16% (28)
fueron sometidas a explotación sexual y de estas últimas, las niñas y mujeres
adolescentes representan el 71% (20). Asimismo, los casos documentados
demuestran que la mayoría de estos menores de edad son originarios de zonas
fronterizas y comunidades cercanas a destinos turísticos de Sacatepéquez,
Quiché, Sololá, Escuintla y Quetzaltenango.
Por supuesto también existe la prostitución de personas mayores de edad quienes
por decisión propia ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero, principalmente
debido a la pobreza extrema.
Quienes mantienen este negocio son clientes que buscan satisfacer sus
necesidades sin importar la magnitud ni las consecuencias de este problema.
“Leonel” me contó sobre la primera vez que tuvo un encuentro con una prostituta.
“Ella tenía tacones blancos, una minifalda negra bien pegada y una blusa de
tirantes. Morena clara, de pelo liso hasta la cintura y complexión delgada. No me
interesaba quién tuviera la cara más bonita ni las mejores piernas, lo mío son los
pies y por eso la elegí. No me gusta hacer nada raro con ellos, solo los veo y me
emociono, sobre todo si la chava está usando tacones, de esos de tiritas con los
que muestran todos los dedos.
Pasé semanas pensando si era buena idea animarme a estar con una prostituta.
Me preocupaba encontrarme a alguien que me conociera en el hotel o que ella
terminara siendo parte de una banda de asaltantes, pero por otro lado quería
experimentar cosas que no había hecho antes y la idea que fuera algo a
escondidas me gustaba.
En esa época yo tenía 20 y acababa de salir de una relación de ocho meses con
una chava que regó la bola en la U que yo era gay para que la cortara y que
pudiera ser libre para andar con un auxiliar. Eso me frustró un montón y tenía
ganas de ‘demostrarle a alguien que no era así’, pero no iba a conseguir conocer a
una chava nueva y pasar a tercera base en cuestión de días, como yo quería. Fue
así como di con Dulce y sus tacones blancos en los alrededores de la 4a. calle y
9a. avenida de la zona 1.
Creo que intuyó que era la primera vez que buscaba un servicio así y estaba tan
nervioso que apenas escuché sus tarifas. Hablamos poco, le di sus Q80 y nos
despedimos.
Han pasado tres años y he ido varias veces con ella, aun teniendo pareja porque
para mí, ir con Dulce no se trata solo de un servicio, sino de liberar algunas
inquietudes y, por qué no admitirlo, mis ideas más oscuras”.
Al igual que Leonel, hay muchos hombres que buscan el servicio de una
trabajadora sexual en Guatemala y en el mundo. Por supuesto, esta práctica no es
exclusiva del género masculino, pues la demanda de servicios sexuales para
mujeres cada vez crece más.
“Julio” ofrece servicios sexuales en el Centro Histórico, pero en los alrededores de
la Avenida Elena y el Santuario de Guadalupe. Asegura que el 80% de sus
clientes son hombres y el resto son mujeres, pero este porcentaje está
aumentando. “Si ellas me pagan yo soy una especie de producto y debo cumplir
con lo que prometo. Algunas son muy directas y no tienen problemas para que
vayamos al grano, pero también me he encontrado con otras que al final no se
animan a hacer nada y solo quieren platicar un rato, me cuentan de su vida, del
trabajo y de sus esposos infieles o aburridos. La mayoría de ellas tiene entre 40 y
50 años”. Respecto a los hombres comenta que, aunque cuando empezó en la
prostitución hace cuatro años pensó que prácticamente iban a ser homosexuales
solteros, la mayoría son hombres de entre 40 y 60 años, casados y de clase media
o alta.
“Supongo que tienen curiosidad, que les da pena aceptarse como homosexuales o
bisexuales, o que se casaron porque sintieron que no les quedaba de otra. Mi
tarifa es de Q90 y cobro entre Q30 y Q50 por servicios extras. Por ocupar esa
esquina de la banqueta y por protección pago por Q20, y el resto es para mí.
A veces siento que buscan demostrar que son muy machos y por eso se ponen
violentos con nosotros. Yo por eso siempre llevo entre mis cosas una navaja que,
aunque es pequeña, a la hora de la hora puede salvarme la vida. Vivo en un hotel
de la zona 8 donde la mayoría nos dedicamos a esto y como nos vemos casi
todos los días por las mañanas, notás cuando alguien resultó golpeado o cuenta
que lo asaltaron. Las que sufren más por esto son las mujeres porque tienen una
desventaja física, uno en cambio, se le pone al tiro aunque sea más débil. Ahora
las vestidas (travestis), son bien gruesas, esas son capaces de ahorcarte si les
tocás la bolsa”.

¿Qué motiva a una persona para pagar por servicios sexuales?


Según el ginecólogo y sexólogo Margarito Castro, las motivaciones que impulsan
a hombres y mujeres a pagar por estos servicios no son distintas entre
sí. Demostrar poder hacia el sexo opuesto, suplir la soledad, miedo al compromiso
formal, satisfacer el ego o la necesidad que provoca la pulsión sexual y reafirmar
una virilidad cuestionada son algunas de ellas.
En cuanto al estado mental que una persona tiene antes y después de pagar por
tener sexo, Castro opina que varía dependiendo de la personalidad, carácter,
estado de ánimo y uso de sustancias del cliente, pero por lo regular, su estado es
de placer, sensación de triunfo, poder y, por consiguiente, deseo de repetir.
Además, explica que hay algunos que pagan únicamente con el fin de humillar y
denigrar a otra persona; existen los que se terminan enamorando de quien les
presta los servicios y hay otros quienes acuden simplemente por cumplir sus
fantasías más oscuras.
Finalmente es importante recordar que no existiría un servicio si no hubiera
demanda y que en muchos casos, además de la necesidad de salir de una
situación económica precaria, como se mencionó anteriormente, detrás de esto
existen redes de tratas de personas, una forma de esclavitud moderna que
provoca consecuencias devastadoras en las víctimas como enfermedades de
transmisión sexual, traumas psicológicos y físicos, y a veces hasta la muerte o
suicidio a causa de explotadores o los mismos clientes. Según el artículo 202 del
Código Penal quien cometa el delito de trata de personas será sancionado con
prisión de 8 a 18 años y multa de trescientos mil a quinientos mil quetzales.

7 razones por las que debería legalizarse la prostitución

● La navaja en el kit de trabajo


● El cajero en el banco
● Demasiados ataques’ un primero de febrero
● Trabajar sin jubilación
● Acceso a condones y salud pública
● Sin defensa contra los extorsionistas
● Una contradicción legal: Igual que en países como Canadá, Suecia y
Francia, vender servicios sexuales en Guatemala es legal para mujeres
mayores de 18 años. Sin embargo, se criminaliza la remuneración de
cualquier acto sexual. Una persona que paga por un servicio sexual puede
ser sancionado con “prisión de tres a cinco años” según establece el
artículo 193 del código penal. El objetivo es erradicar la prostitución para
proteger a las mujeres de la explotación sexual y la trata.

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