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Universidad Católica
CICLO : II
TURNO : NOCHE
PUCALLPA – PERU
AÑO 2018
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DEDICATORIA
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INTRODUCCION
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FIN DE LA PERSONA
La muerte Natural.
La Muerte desde el punto de vista de la Medicina:
La muerte trae como consecuencia el fin de la vida humana. La muerte natural
se da por el deceso de las funciones vitales del ser humano.
La medicina ha previsto tres tipos de muerte natural, que son la muerte biológica,
que se da por la extinción de las células del cuerpo humano; la clínica que es la
muerte que se da por el cese de las funciones de los sistemas nervioso central,
cardiovascular y respiratorio, siempre que estos sean irreversibles; y finalmente
la muerte cerebral que es la última clase de muerte natural estimada por la
ciencia, que se da por el cese de las funciones del cerebro cuyo cese deja a la
persona en un estado de coma irreversible, suspendiendo la vida del cerebro sin
que esto detenga las funciones por ejemplo respiratorias mediante un pulmón
artificial.
La importancia de conocer las clases de muertes que existen, es para conocer
mejor cuáles serán las consecuencias que trae cada una de estas muertes.
La muerte biológica, es ciertamente difícil de predecir cuándo es el momento que
ocurre, puesto que supone "la extinción de las células" y como se sabe, no todas
las células se deterioran al mismo tiempo, hay células que pese al no
funcionamiento de los órganos vitales siguen con vida, es así como el cabello
sigue creciendo aún después de muertos.
La muerte clínica determina cuando es que la persona deja de ser tal; cuando
pasa de ser un sujeto de derecho a un objeto del derecho y cesa así la
personalidad.
Mientras que la muerte cerebral no sólo determinará el fin de la persona, sino
que se abre a otro campo, es así como llegamos a la donación de órganos.
Específicamente determina cuando es que alguien, que dejó de ser persona
porque se le determinó muerte clínica puede donar sus órganos, ya que estos
se encuentran intactos, lo único que se encuentra suspendido son las funciones
cerebrales, aunque el cuerpo puede seguir trabajando, es así como
el corazón puede seguir latiendo aún luego del cese de las labores del cerebro.
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La Muerte desde el Punto de Vista del Derecho:
La muerte, como ya se mencionó trae consigo el fin de la persona, por lo cual,
está ya no puede ejercer acción alguna por sí misma, ni tampoco por apoderado.
Es así, que por ejemplo, que en casos de divorcio, si durante el proceso de
divorcio sin que se haya dictado sentencia, uno de los cónyuges fallece
prevalecen los derechos adquiridos por el matrimonio, tal como los derechos
sucesorios. De ni una manera, los herederos forzosos (es decir los hijos) - aún
hayan estado llevando el proceso por Poder otorgado de parte del
causante- pueden seguir el divorcio hasta la disolución del vínculo matrimonial;
puesto que el matrimonio ya se extinguió por muerte de uno de los cónyuges.
La muerte, acarrea no sólo la desaparición del hombre; sino también efectos
jurídicos, como ya dijimos, la personalidad, y por ende la capacidad.
Sin embargo, y como ya mencionamos en el derecho al honor, el fallecido que
sufrió durante su muerte alguna injuria o deshonra que embarre su reputación
no es susceptible del daño que se le está causando; pero sí, los herederos, tales
como el cónyuge o bien los hijos, quienes podrán no representarlo, sino más
bien, accionar por ellos mismos para que cesen las acciones que se realizan en
contra del fallecido; aunque realmente sea más en contra de los deudos del
fallecido.
El fallecido en tal caso es un objeto del derecho sui generis, digno de ser
protegido.
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Así tenemos por ejemplo, de que una pareja de casados toma un avión, y surge
una emergencia en que hace un acuatizaje forzoso. Como consecuencia del
impacto del avión con el mar varias personas fallecen, y la pareja se salva con
graves heridas hasta que llega el grupo de emergencias a rescatarlos, en ese
instante fallece la mujer pero no el marido, quien fallece unos momentos luego
por la impresión por la pérdida de su mujer. Los paramédicos ya constataron
quien falleció primero, por lo tanto el último en fallecer (el marido) será quien
herede los bienes de su mujer; pero como este falleció, y no tenían hijos,
heredarán los parientes del marido.
La Conmorencia, habla que un muerto no puede heredar a otro muerto está lo
suficientemente claro, si es que retrocedemos al principio de que sólo los
muertos heredan a los vivos, por lo tanto es lógico que un muerto no podrá
heredar lo que deje otro muerto, si al momento en que el causante falleció el
heredero ya no se encontraba con vida. Así, es como llegamos a la teoría de los
conmurientes, situado en el artículo 62° del código civil que dice: "si no se puede
probar cuál de dos o más personas murió primero, se las reputa muertas al
mismo tiempo y entre ellas no hay transmisión de derechos hereditarios". Por
ejemplo: Una familia integrada por los Padres y dos hijos quienes salen de paseo
en una camioneta, y en el trayecto esta tiene un accidente que genera la muerte
de toda la familia. Como no hay manera de probar en qué orden fallecieron los
miembros de la familia, se les reputa a todos muertos al mismo tiempo.
La diferencia entre la Premoriencia y la Conmuriencia radica en la probar quién
falleció primero; si se demuestra es premoriencia, si no se puede comprobar, es
conmuriencia.
La muerte Presunta.
Nociones generales:
La muerte Presunta se da cuando no se tiene certeza de la existencia de una
persona, es decir, cuando se dan los casos de ausencia o de desaparición y se
desconoce si es que la persona de la cual no se tienen noticias sigue con vida o
no.
Se puede decir que se determina que una persona está muerta sin la necesidad
de mostrar el cadáver, simplemente por el hecho de la ausencia prolongada de
la persona.
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Acerca de este tema podemos encontrar en el artículo 63° del código civil.
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LA MUERTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL DERECHO
La persona es un centro de imputación de derechos y obligaciones, en otras
palabras, es un sujeto de derecho. El ser humano, durante su vida, es relación
coexistencial con otros seres humanos, pero cuando esta relación se termina,
culmina su finalidad como ente viviente (ser existencia y coexistencia a la vez),
deja de ser sujeto de derecho para convertirse en un objeto de derecho sui
generis, digno de ser protegido.
La corriente mayoritaria en la doctrina, considera a la muerte, solo con relación
al sujeto de derecho persona individual. Añadiría extensivamente que el
concebido, en cuanto a que es un sujeto de derecho, también culmina como tal
cuando muere. En el caso de las personas colectivas y las organizaciones de
personas no inscritas, no cabe decir que su muerte pone fin a su existencia como
centro de imputación de derechos y obligaciones, más propiamente, cabría decir
que su fin llega por la extinción a que lleguen estos sujetos de derecho.
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independientemente de que algunos de sus órganos o tejidos mantengan
actividad biológica y puedan ser usados con fines de trasplante, injerto o cultivo.
El diagnóstico fundado de cese definitivo de la actividad cerebral verifica la
muerte. Cuando no es posible establecer tal diagnóstico, la constatación de paro
cardio-respiratorio irreversible confirma la muerte.Ninguno de estos criterios que
demuestra por diagnóstico o corroboran por constatación la muerte del individuo,
podrán figurar como causas de la misma en los documentos que la certifiquen".
Recordemos que, dentro de este orden de principios que el art. 5 de la derogada
Ley de Transplantes de Órganos y Tejidos, Ley N° 23415 antes de su reforma,
indicaba lo siguiente:
"Se considera muerte, para los efectos de la presente ley, a la cesación definitiva
e irreversible de la actividad cerebral o de la función cardio- respiratorio. Su
constatación es de responsabilidad del médico que la certifica".
La Ley N° 24703, que modificó a la Ley N° 23415, describía a la muerte como
"la cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral". La Ley N° 28189,
Ley General de Donaciones y Trasplanté de Órganos y/o Tejidos Humanos de
18/03/2004, define a la muerte como "el cese definitivo e irreversible de las
funciones encefálicas". El Código Civil en sus arts. 15 y 16, protege la memoria
o la declaración de voluntad en vida, de una persona que ya falleció.
En relación con el Derecho de Familia, la muerte de uno de los cónyuges produce
La disolución del matrimonio. Con respecto a la muerte, el num. 61 del Código
Civil nos prescribe que: "La muerte pone fin a la persona".
Al no tratarse el fin del sujeto de derecho concebido en un título independiente,
el presente numeral también debió referirse al mismo. Suele haber entre civilistas
y penalistas una diversidad de conceptos en torno a la muerte, lo cual genera no
pocos problemas para los operadores jurídicos. Por ello, es importante tener un
concepto unitario de muerte.
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CONCLUSION
El derecho no crea seres de la nada, sino que aprehende del campo social
ciertos entes que sin tener una realidad corporal y espiritual como el hombre, sin
embargo, tienen realidad social, una individualidad propia, y toman parte en la
vida de la comunidad, como unidades distintas e independientes (así, un
municipio, un club deportivo, una sociedad anónima) de los singulares elementos
que en cada momento concreto los componen (los vecinos, los socios, los
accionistas), para alcanzar determinados fines que interesan, no a un solo
hombre, sino a una pluralidad de ellos, o que prácticamente solo son
conseguíbles, o , al menos lo son más fácilmente, por organizaciones humanas,
que por el hombre aislado. Y lo mismo que por razones de justicia el Derecho
reconoce a éste aptitud para ser titular de relaciones jurídicas, por razones de
conveniencia u oportunidad (verdaderas o pensadas como tales), atribuye tal
aptitud a ciertas de aquéllas organizaciones, pues si bien muchas veces podrían
alcanzarse los fines simplemente a través de una organización sin personalidad,
otras es preferible—o, por lo menos, se ha estimado serlo—que aquélla, una vez
creada, tenga ella misma, derechos y obligaciones suyos (sea propietaria,
acreedora, deudora); en definitiva, tenga una esfera jurídica y un patrimonio
propios; y no que tales derechos y obligaciones pertenezcan en común o por
cuotas a sus componentes (como ocurriría sí, por ejemplo, a cada uno de los
miembros de una sociedad le perteneciese una porción de los bienes sociales; y
para ello ha de conferírsele personalidad, ya que conferir ésta es conferir aptitud
`para ser titular de relaciones jurídicas.
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BIBLIOGRAFIA
ANGARITA, GÓMEZ, Jorge. Derecho Civil. Editorial TEMIS, Tomo I, 2da edición.
1988. Bogotá, Colombia.
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