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Historia de la alimentación

El hombre siempre ha querido lograr desarrollar su máximo potencial, tanto físico,


mental como social, por eso hoy en día y en el transcurso de la historia se le ha
dado un lugar de suma importancia a la alimentación, porque contribuya de gran
manera a logro de esta meta, sobre todo la alimentación infantil, se ha descubierto
que muchos trastornos y enfermedades en adultos, se debe a que, en su niñez no
tuvieron una alimentación algo primordial desde la gestación, hasta los cinco años,
lo que se considera la primera infancia, donde el ser humano logra su desarrollo
casi por completo.
Muchas décadas atrás la lactancia materna era devaluada, tan menospreciada que
las madres preferían alimentar a sus bebes con leche de animales, y peor aún sin
hervir, lo que aumentaba su peligrosidad hacia los niños, en muchos casos los niños
no llegaban a cumplir el año de edad.
Esto empezó a cambiar cuando los estudios del Dr. Cadogan, demostraron que la
ingesta de leche animal a tan temprana edad era mortal para los infantes, promovió
de gran manera la lactancia y sus ventajas para aumentar las defensas de los niños,
con esto logro mitigar la alta tasa de mortalidad infantil; estudios posteriores
propuestos por otros doctores en Europa, estudiaban la necesidad de otro alimento
que ayudara a reemplazar de manera adecuada la leche materna, porque muchas
madres tenían la necesidad de trabajar y dejaban a sus niños al cuidado de nodrizas
que los alimentaban con leche de animal o alimentos sólidos, después de años de
estudios que los doctores pudieron determinar la formula exacta de la leche artificial,
que se expandió rápidamente en toda Europa, aunque esta leche resulto ser de
gran ayuda para brindar una alimentación adecuada a los niños, sobre todo a los
recién nacidos, los doctores prevalecían en recomendar que la mejor opción era la
leche materna.
A partir de ese momento empezaron a surgir nuevos productos permanentemente,
y en 1874 apareció la primera “fórmula artificial completa para alimentación infantil”,
que contenía leche en polvo, harina de trigo, malta y azúcar. La gran diferencia era
que evitaba el uso de leche de vaca, que podía causar problemas gastrointestinales;
bastaba con un poco de agua para mezclar el nuevo alimento. Hacia 1883, ya había
patentadas 27 marcas de alimento infantil.
Otro gran paso que allanó el camino de los sustitutos para la leche humana fue la
obtención –simultáneamente en los EE.UU. y en Alemania– de la composición
exacta de la leche materna. Por esa misma época surgieron las mamaderas de
vidrio y las tetinas de goma; y en 1951 llega al mercado la primera fórmula infantil
líquida.
A partir de la década del ’60, las fórmulas infantiles se fueron adaptando según
avanzaba el conocimiento sobre la nutrición (se incorporaron ácido láctico, lactosa,
grasa, minerales, vitaminas). Los avances tecnológicos permitieron la elaboración
de productos capaces de contribuir a reducir la desnutrición, compensar las
deficiencias de digestión y absorción, lidiar con problemas alérgicos y el reflujo
gastroesofágico.
En la actualidad, ya no se duda de que la leche materna es el mejor alimento para
el lactante, y que ante la imposibilidad del amamantamiento conviene optar por una
fórmula infantil adecuada para el niño, dado que existen opciones para todas las
necesidades. Y cada vez se pone más énfasis en informar que la introducción
temprana de leche de vaca puede causar desde una hipersensibilidad a las
proteínas de la leche hasta predisponer a la alergia, ciertas infecciones y causar
anemia, ya que genera microhemorragias intestinales.
Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda –y fomenta– la práctica
de la lactancia materna durante los primeros dos años de vida de un bebé: en los
seis meses iniciales, de manera exclusiva; luego, complementándola con la
introducción de alimentos sólidos.
Una alimentación saludable provee al niño de todos los nutrientes esenciales para
un correcto crecimiento de los huesos y músculos se desarrollan fuertes y sanos,
previene dolencias típicas de esta edad, como la anemia ferropénica, la desnutrición
o el estreñimiento, y disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Una dieta equilibrada y variada resulta también fundamental para mantener el
equilibrio de la flora bacteriana y reforzar el sistema inmunológico de cualquier
persona; y más en los niños. Así mismo, contribuye a mantener las defensas altas
ayuda a prevenir y combatir los resfriados, gripes y otras infecciones, que con tanta
facilidad se contagian en guarderías, escuelas infantiles y centros escolares.
Durante la infancia, las necesidades energéticas y nutricionales son especialmente
elevadas, porque el organismo se encuentra en un constante estado de desarrollo
y crecimiento. Y los alimentos contienen las diferentes sustancias nutritivas que éste
necesita.

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