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El documento discute la compatibilidad entre la razón y la fe. Explica que aunque el hombre primitivo atribuyó fenómenos naturales a fuerzas sobrenaturales, la ciencia luego pudo explicar muchos de estos eventos de forma diferente. Sin embargo, todavía hay fenómenos que la ciencia no puede explicar, y es aquí donde algunos ven la presencia de deidades. El autor argumenta que es posible compatibilizar la ciencia y la fe, ya que la fe se puede usar para reflexionar sobre preguntas que la ciencia no puede responder como el
El documento discute la compatibilidad entre la razón y la fe. Explica que aunque el hombre primitivo atribuyó fenómenos naturales a fuerzas sobrenaturales, la ciencia luego pudo explicar muchos de estos eventos de forma diferente. Sin embargo, todavía hay fenómenos que la ciencia no puede explicar, y es aquí donde algunos ven la presencia de deidades. El autor argumenta que es posible compatibilizar la ciencia y la fe, ya que la fe se puede usar para reflexionar sobre preguntas que la ciencia no puede responder como el
El documento discute la compatibilidad entre la razón y la fe. Explica que aunque el hombre primitivo atribuyó fenómenos naturales a fuerzas sobrenaturales, la ciencia luego pudo explicar muchos de estos eventos de forma diferente. Sin embargo, todavía hay fenómenos que la ciencia no puede explicar, y es aquí donde algunos ven la presencia de deidades. El autor argumenta que es posible compatibilizar la ciencia y la fe, ya que la fe se puede usar para reflexionar sobre preguntas que la ciencia no puede responder como el
Ensayo CFG “Historia de la Ciencia: Inflexiones e Impresiones”
¿Es compatible o contradictorio el ejercicio de la razón y la práctica de la fe?
Por: Javiera Muñoz Godoy Desde hace millones de años, en el momento en que el hombre surge a la vida, comienza su lucha por sobrevivir, propósito para el cual resulta fundamental comprender su entorno. Es por esto por lo que la especie humana, incluso en su fase más primitiva, comienza a buscar explicaciones para los fenómenos que observa diariamente en su entorno natural. En los inicios de su historia el hombre atribuyó estos acontecimientos a fuerzas sobrenaturales, como dioses o deidades, elaborando en tiempos de los griegos una mitología extremadamente rica en variedad y ampliamente aceptada. Pero luego, con el paso del tiempo, la ciencia comienza a ser descubierta, abriendo los ojos de la especie humana y haciéndole ver que muchos de los eventos de la naturaleza que previa e indiscutidamente se habían atribuido a deidades podían explicarse de una manera totalmente distinta, recurriendo al conocimiento y experiencia. Es así como comienza la discusión que da título a este ensayo, la cual sigue sin ser resuelta hasta nuestros días. A mi juicio el ejercicio de la razón y la práctica de la fe son perfectamente compatibles. Así lo han creído también varios científicos a lo largo de la historia, quienes afirman que mientras más conocen del universo en que viven más se convencen de la existencia de Dios. Conocer del mundo que nos rodea desde la perspectiva que nos entrega la ciencia no impide que podamos ver la presencia de la divinidad que escojamos en el universo. Así, muchos creen que fue Dios quien puso en marcha el Big Bang que daría origen al universo, mezclando las teorías creacionista y darwinista. Una persona puede perfectamente confiar en la ciencia y, al mismo tiempo, creer en la existencia de Dios o de cualquier deidad de su elección, pues sigue habiendo muchos fenómenos que la ciencia ha sido incapaz de explicar satisfactoriamente. Creer que el ser humano puede explicar absolutamente todo mediante la razón parece una exageración, pues hasta ahora ha quedado demostrado que todavía nos queda muchísimo por aprender del universo que habitamos, y es precisamente esa falta de conocimiento que algunos suplen recurriendo a la existencia de deidades que intervienen en estos eventos inexplicables. Aunque no solo se puede compatibilizar la ciencia y las creencias en el ámbito de las incertidumbres que nos deja la ciencia al no poder explicar algún fenómeno. Por ejemplo, se puede comprender muchas cosas, como la teoría de la evolución de Darwin, y aún así creer que venimos a este mundo por una razón determinada. A cumplir una misión. Que estamos destinados a un propósito particular y único en este gran rompecabezas que es la vida, y que componemos todos los seres vivientes. Creo firmemente en esta última afirmación, pues he oído diversas historias sobre personas que, aún teniendo físicamente muchas enfermedades que deberían llevarles a la muerte, siguen vivas y haciendo lo que sienten que deben hacer, ante las miradas atónitas de los médicos que les tratan. Y también hay sobradas historias sobre personas que por salir unos minutos antes de su casa o tomar un desvío de su camino habitual a alguna parte terminan encontrando una muerte prematura. La afirmación de que este complicado entramado que es la vida requiere de todos y cada uno de nosotros, y que necesita que cumplamos determinado rol, no se riñe con la ciencia, pues es innegable que el feto se origina al fertilizar un óvulo con un espermatozoide, sino que apunta, más bien, a la cosmovisión que tenemos como humanidad. Venimos al mundo porque está en nuestra naturaleza el instinto de preservar la especie, pero ¿para qué venimos? ¿Cuál es la razón o motivo de nuestra existencia? La creencia en deidades nos permite, mediante la práctica de la fe, reflexionar sobre estos puntos a través de la razón, buscando a nuestra divinidad incluso en lo inmaterial. Nos hace seres espirituales, separándonos así aún más de las otras especies animales con las que nuestra especie humana coexiste. ¿Por qué debemos elegir entre creer en la ciencia o tener fe? Yo elijo aplicar los conocimientos de la ciencia para comprender el mundo que me rodea, pero también escojo creer en Dios para entender qué hago en este mundo y por qué, y hacia dónde tengo que ir.