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(Violeta Parra)
Pa’ cantar de un improviso
se requiere buen talento, (1)
memoria y entendimiento, Y pa’ cantar a porfía
fuerza de gallo castizo. (2) habrá que ser toca’ora,
Cual vendaval de granizos arrogante la cantora
han de florear los vocablos, para seguir melodía,
se ha de asombrar hast’ el diablo (3) galantizar alegría
con muchas bellas razones, (4) mientras dure ’l contrapunto,
como en las conversaciones formar un bello conjunto,
entre San Peiro y San Pablo. responder con gran destreza:
yo veo que mi cabeza
También, señores oyentes, (5) no es capaz par’ este asunto.
se necesita estrumento,
muchísimos elementos Por fin, señores amables
y compañero ’locuente; que me prestáis atención,
ha de ser buen contendiente, (6) me habéis hallado razón (7)
conoce’or de l’historia. de hacerle quite a este sable.
Quisiera tener memoria Mas no quiero que s’entable
pa’ entablar un desafío, contra mí algún comentario,
pero no me da el sentí’o pa’ cominillo en los diarios
pa’ finalizar con gloria. sobran muchos condimentos.
No ha de faltarm’ el momento
Al hablar del estrumento que aprenda la del canario.
diríjome al guitarrón;
con su alambre y su bordón
su sonoro es un portento.
Cinco ordenanzas le cuento,
tres de a cinco, dos de a tres,
n’el clavijero a sus pies
l’entrasta’úra ’legante;
cuatro diablitos cantantes
debe su caja tener.
Volver a los diecisiete
(Violeta Parra)
Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo, El amor es torbellino
volver a sentir profundo de pureza original;
como un niño frente a Dios, hasta el feroz animal
eso es lo que siento yo susurra su dulce trino,
en este instante fecundo. detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros;
el amor con sus esmeros
Mi paso retrocedido, al viejo lo vuelve niño
cuando el de ustedes avanza; y al malo solo el cariño
el arco de las alianzas lo vuelve puro y sincero.
ha penetrado en mi nido
con todo su colorido, De par en par la ventana
se ha paseado por mis venas se abrió como por encanto,
y hasta las duras cadenas entró el amor con su manto
con que nos ata el destino como una tibia mañana;
es como un diamante fino al son de su bella diana
que alumbra mi alma serena. hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín,
Lo que puede el sentimiento al cielo le puso aretes
no lo ha podido el saber, y mis años en diecisiete
ni el más claro proceder los convirtió el querubín.
ni el más ancho pensamiento.
Todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencia:
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.
Décimas (57): Volví del profundo
sueño (o Salí de mi casa un día)