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Contraponer dos modos de entender la educación :

La privatista la educación Caracterizada por un involucramiento creciente de actores no-


estatales, incluidas las organizaciones con fines de lucro. La idea de privatizar la educación, al
pasar a ocupar un lugar primordial en el plano mundial, ha sido interpretada y puesta en
práctica en la educación de diversas maneras. Las formas que toma la privatización en los
diferentes niveles educativos varían entre los sistemas de educación, al igual que los
argumentos para justificarlas.

En el mundo hay un tendencia creciente a permitir que las instituciones privadas participen
activamente en la formulación y puesta en marcha de programas sociales. Esta tendencia, que
suele denominarse privatización, consiste en la transferencia de bienes, actividades de
gestión, funciones o responsabilidades que antes incumbían al Estado, o que asumía el
mismo, a agentes del sector privado.

El sector privado siempre ha participado en la educación; las familias, las instituciones


religiosas y las organizaciones filantrópicas han desempeñado un papel destacado en su
financiación y gestión. Así pues,la financiación pública de la educación es un fenómeno
histórico relativamente reciente. Con la aparición del estado de bienestar, la idea de que el
Estado es el principal responsable de brindar educación a toda la ciudadanía se convirtió en
un imperativo moral y político. La perspectiva keynesiana de la economía sencillamente
asumió que esto debía ser así y exigió al Estado que considerara la educación como un “bien
público”.

Éstos propusieron la privatización como una manera de mejorar los servicios públicos,
acabando con los monopolios estatales al someter dichos servicios a la disciplina del
mercado, con miras a mejorar su relación entre coste y eficacia.

Estos cambios han dado lugar a un nuevo discurso sobre la gobernanza que redefine la
relación entre el Estado, sus instituciones e individuos, y aplica ahora la lógica de los
mercados. En él se asume que los seres humanos están motivados en gran medida por sus
intereses económicos y que buscan siempre reforzar su competitividad en los mercados. En
este sentido, la educación se entiende en términos de capital humano, es decir que la
inversión personal se considera conveniente, e incluso necesaria, en especial en vista de los
beneficios que se esperan de la educación para incrementar la capacidad de obtener ingresos
y ventajas de otro tipo para los individuos. Este enfoque del capital humano no niega los
beneficios sociales de la educación, pero destaca la necesidad de los individuos de invertir
financieramente en la suya propia.
En tanto que imaginario, éste propone las maneras en que necesitamos interpretar el mundo,
así como imaginar cómo debería ser. Tal como asevera Brown (2015, p. 36), “en el
razonamiento neoliberal el capital humano es tanto nuestro ‘es’ como nuestro ‘deber ser’, es
decir lo que se afirma que somos, lo que deberíamos ser, y en lo que nos convierte la
racionalidad mediante sus normas y creación de entornos”.

Stephen Ball y Deborah Youdall (2007) han planteado que la privatización de las escuelas
públicas puede ser “exógena” o “endógena”. La privatización endógena supone importar ideas,
técnicas y prácticas del sector privado para dar al sector público un carácter más empresarial.
Se trata de una forma de “comercialización”, en virtud de la cual las técnicas de gestión del
sector privado se aplican en las escuelas. Por el contrario, la privatización exógena consiste
en la apertura de los servicios de educación pública a la participación del sector privado, con
fines de lucro y recurriendo al sector privado para que diseñe, administre o suministre ciertos
aspectos de la educación pública (Ball y Youdall, 2007). La medida en que las privatizaciones
exógena y endógena se relacionan entre sí representa, por supuesto, una cuestión teórica
interesante.

Las políticas de privatización no solo determinan la manera en que se financian y administran


las escuelas, sino que encierran el potencial de redefinir la naturaleza misma de la educación.
Como ya se señaló, son capaces de transformar la cultura de organización de las instituciones
educativas. Las consideraciones de mercado llevan con frecuencia a la aparición de
concepciones de los planes de estudio, la enseñanza y el aprendizaje diferentes
de las que se basan en la noción de educación como bien público. Cuando se da una
dimensión mercantil a la educación, resulta inevitable que se ajuste a intereses personales
que están por encima de los de las comunidades en general. Se comienza entonces a
plantear la adquisición de conocimientos
y competencias en términos de capital humano, intercambiables en el mercado laboral, o que
sirven para obtener estatus social. Tradicionalmente la educación ha pretendido servir al bien
público, pero las políticas de privatización socavan esta aspiración, ya que debilitan la función
habitual de la educación de crear y mantener comunidades, fomentar la cohesión social y
garantizar una cierta medida de solidaridad social. Cuando se alienta a los individuos a velar
primordialmente por sus propios intereses económicos, que claramente es el planteamiento de
la noción neoliberal del homo economicus, su preocupación por los demás seres humanos
disminuye simultáneamente y las bases de la ética pierden firmeza.

El capitalismo en la forma de racionalidad neoliberal socava la democracia, aplicada a la


educación esta racionalidad debilita la funcion tradicional otorgada de crear y mantener
comunidades.

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