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Frederick Coville fue quien domesticó y realizó los primeros trabajos de mejoramiento del cultivo de
arándano. Coville fue el primero en establecer los requerimientos fundamentales de este cultivo,
determinando que el arándano necesita suelos ácidos y bien drenados, así mismo que las raíces de la
planta no tienen pelos absorbentes y que requiere bajas temperaturas durante su período de descanso
(Coville, 1916).
Sin embargo, según Castellanos (2016), no necesariamente el pH del suelo debe bajarse a niveles de 4.5,
y que valores por encima no significan un problema para la nutrición del arándano. El mismo autor
menciona que valores entre 5.5 a 6.5, los cuales tiene como referencia el Laboratorio de Fertilab, permite
el adecuado desarrollo de este cultivo, sobre todo cuando el suelo cuenta con los niveles suficientes de
nutrientes. Incluso Barney (1999) menciona que el
arándano puede ser productivo cuando se
establece en suelos con pH 6.0. La confusión de
que el arándano requiere un pH de entre 4.5 y 5.5
viene precedido de su origen, pues al ser una
planta silvestre de bosque y de regiones con
precipitaciones elevadas, su raíz está adaptada a
condiciones ácidas. Con todo ello, el arándano ha
sabido adaptarse ya que valores de 6.5 permiten
una producción aceptable.
Existen otras vías que ayudan a reducir el pH en el suelo, pero que son más costosas que la aplicación de
azufre. Una de ellas es la aplicación de ácidos, como el ácido sulfúrico, ácido fosfórico, entre otros. La
aplicación de ácidos se puede hacer mediante el sistema de fertirriego, pero resulta más difícil su manejo
en comparación al azufre. Se debe destacar que la cantidad empleada, tanto de ácido o de azufre para
reducir una unidad en el pH de un suelo dependerá de la textura del suelo y la capacidad de intercambio
catiónico. Otra alternativa es la aplicación de fuentes de nitrógeno amoniacales, como son la urea y el
sulfato de amonio, donde entre mayor contenido de amonio (NH4+), mayor poder acidificante debido a
que durante su proceso de absorción libera hidrógenos (H+) que acidifican la solución del suelo.
La capacidad de las micorrizas para mejorar la asimilación de nitrógeno (N) y fósforo (P) inorgánico y
utilizar sustancias orgánicas o insolubles de N y P puede ser importante en la nutrición del arándano. Así
mismo estos hongos micorrízicos pueden asimilar tanto los iones NH4+ como los iones NO3- y transferirlos
a la planta hospedera. Algo adicional a todo lo anterior es que este tipo de asociaciones permite que se
transfiera N a la planta desde la micorriza debido a que esta última puede emplear compuestos orgánicos
como aminoácidos, péptidos, proteínas y polímeros (quitina y lignina) de los cuales obtiene este
elemento. Su porcentaje de inoculación dependerá de las condiciones que se le proporcionen y del
momento en la que se hace, pues se ha encontrado una mejor respuesta cuando las plantas de arándano
se inoculan desde el vivero. Cuando se incrementa la cantidad de fertilizantes la colonización de micorrizas
disminuye, además que se han encontrado que suelen tener mayor especificad dependiendo del cultivar.
Fuentes consultadas
- Castellanos, J. Z. 2016. El Manejo de la Fertirrigación en el Cultivo de Berries. Curso Producción de Berries
en Sistemas Intensivos” Fresa, Zarzamora, Frambuesa y Arándano. Intagri. México.
- Retamales, J. B. y Hancock, J. F. 2012. Blueberries. Crop Production Science in Horticulture Nº 21. CAB
International. Reino Unido. 323 p.
- Barney, D. L. 1999. Growing Blueberries in the Inland Northwest and Intermountain West. Universidad
de Idaho. Idaho, EE. UU. 17 p.