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Título: El derecho personalísimo a la intimidad de las niñas, niños y adolescentes en colisión con la
responsabilidad parental en el uso de las redes sociales
Autor: Hacker, David
Publicado en: RDF 71, 14/09/2015, 125
Cita Online: AP/DOC/641/2015
Sumario: I. Introducción.— II. El derecho a la intimidad de las niñas, niños y adolescentes.— III. La
responsabilidad parental.— IV. Las redes sociales.— V. La colisión de derechos.— VI. Palabras finales
(*)

"Cada persona, cuanto más desarrolla su individualidad, más valiosa se hace a sus propios ojos y, en
consecuencia, más valiosa se hará a los ojos de los demás".John Stuart Mill, Sobre la libertad

"Los niños, niñas y adolescentes tienen cada vez mayor acceso a los distintos sistemas de comunicación, que
les permiten obtener todos los beneficios que ellos representan, pero esta situación también ha llevado al límite
el balance entre el ejercicio de los derechos fundamentales y los riesgos que, así como los abusos de los cuales
pueden ser víctimas, pueden tener un impacto negativo en su desarrollo integral y vida adulta" (1).

I. Introducción

El tema que nos convoca incide de manera directa en las actuales discusiones acerca de los derechos
personalísimos (2) de las niñas, niños y adolescentes. Su derecho a la intimidad en el acceso y uso de las redes
sociales es materia de diferentes opiniones, según el punto de vista que se adopte. Así, ellos mismos
argumentarían ser conscientes de la publicidad del medio, ser cautelosos en la información que brindan, tomar
las medidas de seguridad y privacidad necesarias para ingresar y utilizar la herramienta sólo para relacionarse
con sus contactos, mientras, los padres, verían con cierto recelo la exteriorización en la web de todas las
actividades de sus hijos, así como sus datos personales, gustos y preferencias, más aún ante la posibilidad de ser
contactados por personas desconocidas y con intenciones dudosas.

Lo cierto es que se trata de una temática poco abordada por la doctrina y la jurisprudencia nacionales, en
atención a que la mayoría de estos casos suelen resolverse en la intimidad del hogar familiar. Sin embargo, sí
corresponde plantear estos escenarios de tensión entre derechos fundamentales, máxime teniendo en cuenta las
últimas disposiciones legislativas que han adoptado nuevos criterios tanto en el concepto como en el resguardo
y hasta en la terminología utilizada en aras de una protección integral de los derechos mencionados. En ese
sentido, la ley 26.061, de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que data del
año 2005, y el recientemente sancionado Código Civil y Comercial de la Nación, entre otras normas, han
receptado principios del derecho comparado, así como de instrumentos internacionales ratificados por nuestro
país, en particular de la Convención de los Derechos del Niño, y han instaurado una nueva concepción de los
derechos de aquellos considerados "menores" de nuestro Código Civil original, denominación que se ha
modificado en atención a que, acorde a los fundamentos de la Comisión de Reformas del Anteproyecto de
Código Civil y Comercial, "el lenguaje tiene un fuerte valor pedagógico y simbólico" (3).

Se tomará como norte a lo largo del desarrollo de la temática el llamado derecho constitucional de familia,
término acuñado luego de la última reforma constitucional del año 1994, en la cual, a través del inc. 22 del art.
75 de la Constitución Nacional, se integraron al bloque de constitucionalidad federal diversos tratados y
convenciones. En virtud de esta reforma, han surgido nuevos paradigmas que ponen de manifiesto la relación
entre los derechos humanos y el derecho de familia. Estos paradigmas se han establecido como pautas de
interpretación, aplicando principios constitucionales a las relaciones privadas. De esta manera, se han erigido
principios propios del derecho de familia que hoy se ubican en la cumbre del ordenamiento jurídico, tales como
la protección integral de las niñas, niños y adolescentes, el interés superior del niño, la democratización de las
relaciones familiares, la libertad y autonomía en la regulación interna de las familias, entre tantos otros (4).

En el marco de lo que se ha detallado, cuando se trata o se analiza de alguna forma la relación paterno-filial,
nos enfrentamos usualmente, por un lado, con los derechos reconocidos a los niños (su salud, su educación, su
intimidad, etc.) y, por el otro, con el derecho a la autoridad, devenida en responsabilidad de los padres respecto
de sus hijos mientras sean éstos menores de edad, derecho cuyo reconocimiento también se remonta a nuestro
texto constitucional (5). En el caso específico que abordaremos, nos encontramos ante la colisión de dos
derechos reconocidos constitucionalmente: el derecho personalísimo a la intimidad de los niños, niñas y
adolescentes y la responsabilidad parental. En este orden de ideas, cabría recordarse —sucintamente— las
brillantes valoraciones de Robert Alexy al hablar del peso y la ponderación que debe hacerse de los derechos

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fundamentales cuando éstos están en tensión. Es que no podemos olvidar que, al hablar de colisión entre
derechos constitucionales, debemos tener en cuenta la jerarquía que éstos tienen. No se trata de una
contradicción entre dos o más normas (o reglas propiamente dichas), ni siquiera entre una norma y la
Constitución Nacional, situaciones que pueden ser resueltas en el plano de la validez, sino de un choque de
principios. Al definir a los principios como mandatos de optimización (es decir, que ordenan que algo sea
realizado en la mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes), Alexy entiende
que la confrontación entre éstos debe ser resuelta en el plano del peso que estos principios adquieren en una
circunstancia en concreto, y para definir este peso acude a los subprincipios de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad en sentido estricto para justificar que un principio ceda ante otro de igual rango (6). Sin
perjuicio de ello, el art. 3º, in fine, de la ley 26.061, al hablar del interés superior del niño, establece que
"Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos
e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros", dando una primera aproximación a la resolución
de contiendas en las que se vean afectados derechos de los niños. Esta disposición no agota de ninguna manera
la discusión jurídica ni torna en vano cualquier planteo que se pueda formular, pues se ha concluido en el X
Congreso Internacional de Derecho de Familia que "la noción de interés público, como contraposición al de
interés del niño, debe ser interpretada conforme a las convenciones internacionales, los derechos humanos y las
garantías individuales, para evitar una interpretación abusiva de este concepto... Lo mejor para el niño se define
siempre en relación con otros (Estado, padres, el niño mismo, etc.) y no como un término totalmente abstracto".
Con esta aproximación podemos embarcarnos en el examen de las situaciones que pueden plantearse cuando
estos derechos constitucionales convergen, admitiendo, desde ya, que los derechos de los niños y adolescentes
deben estar armonizados con las necesidades e intereses de todo el grupo familiar, que —como se ha dicho en
otros trabajos— "es necesario salir de la dicotomía —derechos de los padres y derechos del hijo— en provecho
de un enfoque unitario que ubique al niño como parte integrante de la unidad familiar... La idea es conjugar la
diferenciación con la unidad" (7).

El trabajo se esquematizará con el siguiente método: en un principio se estudiarán por separado los dos
derechos en pugna para llegar a una definición propia de cada uno que permita, en una instancia posterior,
entender de qué manera colisionan cuando hablamos del acceso y uso de las redes sociales por parte de los
niños y adolescentes y poder, finalmente, arribar a las posibles soluciones que los afecten de la menor manera
posible.

Sin perjuicio de ello, podemos adelantar que a lo largo de la presente investigación se podrá observar que las
redes sociales son un fenómeno de esta generación que ha puesto a muchos padres, de una manera casi
paradójica, en una posición defensiva ante esta "intromisión" en la vida privada de sus hijos, prohibiendo el
ingreso a dichas plataformas o, aún peor, controlando "a posteriori" las actividades que sus niños realizan en la
web. Decimos paradójica ya que posiblemente de esta manera se esté perjudicando aquello mismo que se
intenta resguardar, es decir, la privacidad e intimidad de sus hijos. Sin embargo, también deberemos detenernos
a considerar qué deberes y derechos les asisten a los progenitores para asegurarse de que sus protegidos tengan
una estadía pacífica y beneficiosa en las redes sociales, y más aún, de qué manera pueden acompañarlos,
capacitarlos y guiarlos en pos de un desarrollo integral de su persona.

II. El derecho a la intimidad de las niñas, niños y adolescentes

El art. 19 de la Constitución Nacional dice: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la
autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni
privado de lo que ella no prohíbe". Tomando como base esta prescripción constitucional, se ha ido desarrollando
y elaborando el concepto de intimidad, estableciendo un ámbito de privacidad propio de cada individuo que no
puede ser intervenido por el Estado ni por otros particulares. Se trata, según entendió la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en un conocido caso en el que se demandó a la editorial de una revista que había publicado
fotografías del Dr. Ricardo Balbín en su lecho de muerte sin autorización de la familia, de una esfera individual
integrada por "los sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las
creencias religiosas, la salud mental y física", incluyendo "no sólo a la esfera doméstica, el círculo familiar y de
amistad, sino también otros aspectos de la personalidad espiritual o física de las personas tales como la
integridad corporal o la imagen" (8). Esto lleva a afirmar que el individuo, en su ámbito de autonomía personal,
tiene la soberanía suficiente para decidir a quién le permite ingresar a esa esfera. En relación a los conceptos de
intimidad y privacidad, Bidart Campos nos explica brevemente que la intimidad sería aquella "esfera personal
que está exenta del conocimiento generalizado de terceros, y la privacidad sería la posibilidad irrestricta de
realizar acciones privadas (que no dañan a otros) por más que se cumplan a la vista de los demás y que sean

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conocidas por éstos" (9). En la misma sintonía se expide Vázquez, quien entiende que "corresponde reconocer la
existencia de tres esferas dentro de las cuales las personas realizan su existencia: pública la primera, privada la
segunda, íntima la tercera. La primera y la segunda se interseccionan con un espacio común que puede ser
mínimo o máximo, según las circunstancias. En cambio la tercera respecto de la segunda tiene una relación de
inclusión. Se encuentra dentro de lo privado y no admite la intromisión ilegítima de la prensa. La intimidad no
es simplemente el derecho a la soledad sino un conjunto de aspectos de la vida individual y familiar de las
personas que no deben ser conocidos por los demás, pertenecen por entero a cada cual y a partir de ese
segmento de vida liberada de la mirada y opinión de los demás todo ser humano tiene el dominio de su imagen,
su identidad y personalidad" (10).

El transcripto art. 19 de la Constitución Nacional tiene como fuente lejana el art. 4º de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, cuando establece que "La libertad consiste en poder hacer todo
lo que no perjudique a los demás". Asimismo, si bien nuestro art. 19 constituye la fuente fundamental del
derecho a la intimidad en el país, otros instrumentos internacionales con jerarquía constitucional también han
estipulado este derecho. Cabe mencionar el art. 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
(conocido como el Pacto de San José de Costa Rica) al decir que "...2. Nadie puede ser objeto de injerencias
arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación".

En una órbita infraconstitucional, el art. 1071 bis del Código Civil indica que "El que arbitrariamente se
entrometiere en la vida ajena, publicando retratos, difundiendo correspondencia, mortificando a otros en sus
costumbres o sentimientos, o perturbando de cualquier modo su intimidad, y el hecho no fuere un delito penal,
será obligado a cesar en tales actividades, si antes no hubieren cesado, y a pagar una indemnización que fijará
equitativamente el juez, de acuerdo con las circunstancias; además, podrá éste, a pedido del agraviado, ordenar
la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esta medida fuese procedente para una
adecuada reparación". Asimismo, el recientemente redactado art. 52 del Código Civil y Comercial de la Nación,
en su enumeración de derechos personalísimos, también protege este derecho de manera tal que "La persona
humana lesionada en su intimidad personal o familiar, honra o reputación, imagen o identidad, o que de
cualquier modo resulte menoscabada en su dignidad personal, puede reclamar la prevención y reparación de los
daños sufridos..." y luego, el art. 1770, en los supuestos especiales de responsabilidad, mantiene una técnica
legislativa similar al actual 1071 bis.

Como se ha visto, son vastas y autosuficientes las fuentes que mencionan y prevén la intimidad de los
individuos tanto ante injerencias indeseadas del Estado como de otros particulares. Es la idea básica del Estado
liberal contractual, pensado, entre otros, por John Locke, en el que se consagran las libertades individuales
como base fundamental para la sociedad. Es por eso que hablar de intimidad en un sentido amplio (incluyendo
aquello que forma parte del fuero íntimo de cada uno, sus gustos, preferencias, etc., así como lo que cada uno
decide exteriorizar) es hablar de un derecho personalísimo del ser humano, tal cual fuera definido previamente.

Habiendo definido el derecho a la intimidad en su generalidad, es necesario, para el estudio que nos
convoca, analizar cómo incide esta prerrogativa cuando se trata de niños y adolescentes. Es que, como explica
Nicolau, si bien la vulnerabilidad de los derechos personalísimos es una realidad respecto de todas las personas,
existen algunas especialmente débiles, como los que trataremos a continuación. Éstos necesitan ser
particularmente protegidos de las acciones que pueden afectarlos, incluyendo las de los miembros de sus propias
familias. La protección contra el abuso o la irresponsabilidad de sus familiares y demás personas encargadas de
su cuidado ha sido una preocupación constante de la ciencia jurídica y de las políticas públicas, a raíz de las
cuales se ha logrado, en los últimos tiempos, un avance significativo al alcanzar para ellos el reconocimiento
casi universal de su calidad de sujetos de derecho (11). Cabe recordar, en estos términos, el dictamen del asesor
de menores en una causa en la que se oponían la libertad de expresión y el derecho a la intimidad de un menor
de edad que, ya en el año 1996, explicaba que "si todo lo anterior es protagonizado por personas mayores,
hábiles para decidir por sí, pareciera que la cuestión queda comprendida dentro de la disponibilidad relativa de
los derechos personalísimos que corresponde a cada uno de sus titulares, pero si tal disposición la efectúa otra
persona por un menor de edad, especialmente cuando se trata de un menor de 14 años o sea carente de
discernimiento para los actos lícitos (art. 921, CCiv.), ello es manifiestamente antijurídico y debe ser prevenido
para afianzar la protección integral de la niñez que nuestro régimen jurídico siempre ha avalado..." (12) .

Entonces, si bien el derecho personalísimo de la intimidad ha sido ampliamente reconocido, como fue
advertido previamente, ciertas normas han enfatizado la importancia de él cuando se trata de niños y
adolescentes. La Convención de los Derechos del Niño estipula, en su art. 16 que "Ningún niño será objeto de
injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques
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ilegales a su honra y a su reputación" y que, por consiguiente "El niño tiene derecho a la protección de la ley
contra esas injerencias o ataques". Por su parte, la mencionada ley 26.061, en su art. 10, plantea que "...Las
niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la vida privada e intimidad de y en la vida familiar. Estos derechos
no pueden ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales".

Amplia es la jurisprudencia que ha abordado esta temática y ha ponderado a la intimidad de los niños frente
a otros derechos.

En un famoso caso en el que una película incluía una escena en la que se mostraba a una niña de cinco años
y un niño de ocho desnudos realizando movimientos propios del acto sexual, se resolvió en primera instancia
una medida cautelar para prohibir la exhibición del film, pero posteriormente se autorizó una versión final del
largometraje con dichas escenas suprimidas. El Ministerio Pupilar esgrimió, en esa oportunidad, que la
intervención de los involucrados importó el ejercicio abusivo de los padres respecto de la patria potestad y
significó una verdadera sustracción en la intimidad de sus hijos (13).

Otra decisión judicial condenó al medio gráfico que publicó una nota en la que hizo alusión a un supuesto
abuso sexual ocurrido en perjuicio de una menor de edad, con identificación de su domicilio y fotografías. En
este reciente caso, frente al conflicto entre la libertad de expresión y el derecho a la intimidad de los niños, el
Superior Tribunal de Justicia de Santiago del Estero entendió que, si bien cada caso deberá ser objeto de un
especial análisis, cuando esté en juego el interés de un menor de edad el principio es darle prioridad a éste, salvo
que el interés general justifique lo contrario, supuesto de excepción que tendrá que ser probado por quien lo
invoque y cuya interpretación será siempre restrictiva (14).

En un interesante caso, el Juzgado en lo Contencioso, Administrativo y Tributario n. 3 de la Ciudad


Autónoma de Buenos Aires dictó una medida cautelar impidiendo la instalación de cámaras de vigilancia dentro
de un establecimiento educativo. Según esta instancia, el medio elegido resultaba desproporcionado respecto de
la finalidad perseguida (seguridad de los bienes y dependencias del Estado), ya que, al no haberse establecido
límite alguno para el funcionamiento de los dispositivos de filmación, se genera una afectación irrazonable del
derecho a la intimidad de los actores dentro del ámbito en el que reciben su educación (15).

La Corte Constitucional de la República de Colombia, en el año 2012, entendió en una causa (16) en la que el
padre de una niña de cuatro años había creado un perfil de Facebook de su hija consignando una fecha de
nacimiento falsa (17). La madre de la niña, en representación de ésta, accionó judicialmente en protección de los
derechos fundamentales de su hija a la intimidad, el buen nombre y el libre desarrollo de la personalidad. En
primera instancia se rechazó el reclamo, por considerar el juez que los comentarios efectuados por el padre
hacían alusión al amor que éste profesaba a su hija, sin que se evidenciara mala intención alguna en dichos
comentarios, sino que, por el contrario, se pudo inferir que el padre de la menor abrió dicha página debido al
distanciamiento que había existido entre él y su hija, lo cual va en detrimento de la menor de edad. Sin embargo,
la Corte, en un fallo clarificador, decidió revocar la sentencia de primera instancia en virtud de la tutela de los
derechos al "hábeas data" y al honor de la niña involucrada, con particular énfasis en el interés superior de ésta,
ordenando el cierre inmediato del perfil. Argumentó que "...La conducta desplegada por los padres, pone en
riesgo además el desarrollo armónico e integral de la menor, quien ha quedado involucrada en medio del
conflicto y tiene que ser partícipe de la disputa, no sólo en el día a día sino a través de un medio digital al que en
algún momento tendrá acceso. Finalmente, es del caso precisar que si bien la patria potestad implica la
posibilidad de que los padres tomen ciertas decisiones en nombre de sus hijos, como sería en este caso, la
creación de una cuenta en red social, tales decisiones no pueden poner en riesgo a los mismos, ni afectar sus
derechos fundamentales, como sucede en este caso. De allí que en ejercicio de la patria potestad no le sea
posible al señor B. B. mantener la cuenta creada..." (18) .

En los términos expuestos, se puede aseverar que, efectivamente, existe un ámbito de protección especial
para cuando se intenta afectar o vulnerar el derecho a la intimidad de niñas, niños y adolescentes. Esto en virtud
de ser considerados como personas en desarrollo que, pese a no haber alcanzado la mayoría de edad, aunque
más pequeño, es un igual al adulto en dignidad y derecho (19). También se ha dicho, en este sentido, que los
niños no son ciudadanos futuros, sino ciudadanos en plenitud en cada momento de su existencia (20),
confirmando el quiebre de paradigma que la historia jurídica le ha otorgado desde la antigüedad al abordaje de
la niñez. Se trata, específicamente, de la concepción del niño como "sujeto" titular de los mismos derechos
fundamentales de los que resultan titulares los adultos, más un "plus" de derechos específicos justificados por su
condición, dejando de lado la concepción paternalista propia de la doctrina de la "situación irregular" que
consideró por tanto tiempo a los niños como "menores" o "incapaces" y, ante ello, "objeto" de protección y de
representación por parte de sus progenitores y el Estado (21).
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Por último, vale la pena agregar a este apartado que, como se ha dicho (22), una posible variante de esta
protección del niño tiene que ver con la imposición de su esfera íntima frente a sus progenitores en lo
concerniente a inviolabilidad de la correspondencia y los papeles privados (que se consagra en el art. 18 de la
Constitución Nacional), situación que, de manera análoga, podría aplicarse a los correos electrónicos y, como
analizaremos luego, a las redes sociales.

III. La responsabilidad parental

Para armonizar el desarrollo del presente instituto se debe tener en cuenta que él ha cambiado tanto de
denominación como de contenido a lo largo del tiempo. No es lo mismo hablar de la patria potestad en la
República romana que en el Código Civil de Vélez Sarsfield, ni mucho menos de la responsabilidad parental
que plantea el Código Civil y Comercial de la Nación. Pero sí debemos adelantar que cuando se habla de patria
potestad, autoridad parental y/o responsabilidad parental, en cualquier contexto se está hablando de la relación
derechos/deberes que existen entre los padres e hijos y que, al respecto de esta díada, la historia ha evidenciado
"un proceso de debilitación de la autoridad parental" (23).

A medida que el Estado fue adquiriendo y absorbiendo funciones que anteriormente sólo se desarrollaban en
el exclusivo ámbito de la familia (tales como la administración de justicia, el comercio y el culto, entre otras), el
poder casi absoluto que antaño ejercía el jefe de ella fue debilitándose, cambiando para siempre la naturaleza de
la cohesión familiar. En atención a estos procesos, la familia, que se basaba antaño en una relación de dominio,
fue evolucionando cada vez más en un grupo moral, convirtiéndose en un receptáculo más rico de los
sentimientos afectivos que provoca (24).

Actualmente, el instrumento internacional que de manera más amplia y contundente ha promovido normas y
mecanismos para asegurar, resguardar y defender los derechos de la infancia en los últimos tiempos es, sin lugar
a dudas, la Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
la ciudad de Nueva York, en el año 1989, aprobada a nivel nacional a través de la ley 23.849 en el año 1990.
Tomando como antecedentes la Convención de Ginebra de 1929 y la Declaración de los Derechos del Niño
adoptada en 1959, la CDN plantea y constituye varios principios esenciales en esta temática. En lo referente a la
responsabilidad parental, el artículo 18 pone en cabeza de los padres (o los representantes legales) "la
responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño", dejando en claro que "su preocupación
fundamental será el interés superior del niño". Otra cuestión transformadora que plantea la CDN tiene que ver
con considerar al niño como sujeto en las relaciones materno y paterno-filiales. Esto significa, básicamente, la
garantía de que la función educativa del niño se desarrolle como resultado de una interacción bilateral entre el
adulto y el niño y no como efecto de una acción unilateral en la cual el niño asume el rol de un objeto de
protección y que, en este sentido, dicha interacción se realice atendiendo sus necesidades en cada etapa
evolutiva que atraviese. Para articular y hacer efectivo este principio, se ha reparado en tres aspectos
fundamentales; (I) la consideración de la personalidad del niño, (II) la participación del niño en el proceso
educativo y (III) la autonomía progresiva del niño o adolescente de acuerdo con cada etapa de su evolución (25).

El art. 29 de este instrumento, respecto de las características que deben contemplarse en la educación de los
niños y adolescentes, esboza que ésta debe estar encaminada al desarrollo de la personalidad, las aptitudes y la
capacidad mental y física hasta el máximo de sus posibilidades, al respeto de los derechos humanos, las
libertades fundamentales y de sus padres y prepararlo para asumir una vida responsable en sociedad, entre otros
principios. Y con dicha enunciación impone a los padres la responsabilidad primordial de proporcionar las
condiciones de vida que sean necesarias para el desarrollo del niño (según el art. 27, inc. 2).

La ley 26.061 del año 2005, en sintonía con los principios consagrados en la CDN, ha reafirmado y
reconocido los cambios culturales que desde hacía tiempo se venían desarrollado en la realidad jurídico-social,
dándole al Estado un papel de garante y propulsando la promulgación de políticas públicas en aras de la
protección integral de la niñez. Una característica que se le atribuye a la ley es haber afianzado el paradigma con
respecto a muchos conceptos que, pese a la existencia y vigencia de la CDN, no se habían articulado en la
cotidianeidad. Con respecto a la responsabilidad parental, en la doctrina se ha lamentado que no se haya
adoptado la decisión de dejar de lado el término "patria potestad" e instaurado, finalmente, el de
"responsabilidad parental" (26), temática que ya había sido tratada en las XVIII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, realizadas en Buenos Aires en el año 2001, que concluyeron que "el conjunto de responsabilidades,
derechos y deberes de los progenitores respecto de sus hijos, no debe mantener la denominación latina de 'patria
potestad', que debe ser reemplazada por términos más adecuados a la naturaleza de las relaciones jurídicas intra
y extrafamiliares que comprende".

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De forma tal que, sin terminar de adoptar finalmente el término de "responsabilidad parental", según el art.
7º de la ley 26.061, "La familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y adolescentes
el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades
y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos...".
Esto significa que se pone en cabeza de la familia (cuya interpretación incluye a la llamada "familia ampliada")
el deber primordial de velar por el cumplimiento de las prerrogativas contempladas en la protección integral del
niño. Pero, reiteramos, como un deber, como una responsabilidad, no ya como una autoridad ni como un
derecho subjetivo de los progenitores, como sí fuera descripta anteriormente en el Código Civil original.

1. Alcances de la responsabilidad parental

Dedicaremos los siguientes párrafos a explicar brevemente cuáles son las responsabilidades y deberes
básicos que conforman la relación entre padres e hijos que se encuentran legislados en el Código Civil y los
cambios que se han producido hasta llegar a la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación.

A través del art. 265 se sintetizan los deberes-derechos de guarda, educación y alimentos que tienen los
padres para con sus hijos. La guarda que hace alusión a la autoridad y cuidado de éstos, se ha definido como el
derecho-deber de los padres de "tener a sus hijos consigo" (27). Surgen de esta situación otras obligaciones y
derechos que se relacionan, tales como la restitución de menores de edad a sus padres (tanto nacional como
internacional), la prohibición del art. 275 de que los hijos bajo autoridad abandonen su hogar sin autorización
parental, entre otras. Asimismo, se han reconocido ciertas consecuencias que derivan de la existencia de este
deber. Una de ellas es la de vigilancia, que hace, según Belluscio, a la "fiscalización de los actos del menor; la
de sus relaciones personales; el control de comunicaciones postales y telefónicas; el cuidado de que no frecuente
ambientes inapropiados para su formación física, moral y espiritual; la prohibición de lecturas perniciosas, así
como la de asistir a espectáculos inconvenientes, y el control de audiciones radiotelefónicas y programas de
televisión" (28). Entendemos, a riesgo de adelantar conclusiones posteriores, que esta descripción de atribuciones
y potestades se aleja de lo emanado por la CDN y, luego, por la ley 26.061 y los principios fundamentales de la
protección a la infancia. Es que no se puede hablar de una verdadera democratización de los roles dentro de la
familia si admitimos que los padres tienen un control y fiscalización de todos los actos del menor de 18 años de
edad quien, a medida que sus capacidades se van desarrollando, va obteniendo la consciencia y facultad no sólo
para entender los actos que realiza, sin la necesidad de contar con la vigilancia de otra persona, sino también
para elegir qué actos reserva para sí mismo. Sin perjuicio de ello, el deber de vigilancia es, para algunos autores
(29), el fundamento de la atribución de responsabilidad civil o penal a los padres por los hechos ilícitos de sus
hijos en la medida en que, según el art. 1114, "El padre y la madre son solidariamente responsables de los daños
causados por sus hijos menores que habiten con ellos...".

La educación es la formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las


personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen. Además de
ser un derecho con jerarquía constitucional (art. 14 de la Constitución Nacional y art. 28 de la CDN, entre
otros), la ley atribuye a los padres el deber primordial de educar (30). Cuando hablamos de educación parental,
lo hacemos en un sentido amplio que tiene que ver con la formación física, espiritual, moral, del carácter y de
los sentimientos de sus hijos, entendiendo que la atención de la familia en pos del proceso de formación integral
de los niños exige su continuo esfuerzo, sin perjuicio de las tareas de instrucción reservadas a los
establecimientos educativos especializados. Incluimos en la definición todo tipo actividades que coadyuvan a la
transmisión de saberes a su descendencia, ya sean éstos teóricos, prácticos o enseñanzas de tipo éticas,
religiosas, recreativas, etc. Se ha dicho que tan importante es el cabal cumplimiento de esta responsabilidad que
todos los derechos y deberes de los padres apuntan al proceso de formación del hijo (31). De igual manera, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación ha expresado que "si se ignorara a tal derecho, se produciría un
gravísimo factor de perturbación tanto en lo moral como en lo social, y aun comportaría el riesgo de que una
eventual concepción utópica y totalitaria atribuyera al Estado la función que la propia naturaleza ha conferido a
los padres" (32).

Con respecto al deber alimentario de los padres, también llamado asistencial, se ha observado que responde
tanto a cuestiones materiales como morales. En su faz material, viene el art. 270 a establecer que "La obligación
de alimentos comprende la satisfacción de las necesidades de los hijos en manutención, educación y
esparcimiento, vestimenta, habitación, asistencia y gastos por enfermedad", entendiéndose, sin embargo, que la
enunciación no es taxativa, puesto que "La obligación alimentaria comprende no sólo los gastos ordinarios
propios de las necesidades comunes de la vida conforme a las circunstancias del alimentado, sino también los
extraordinarios; abarcando aquéllos no previstos pero necesarios, tales como enfermedad, tratamiento médico o

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psicológico, material de estudio, matrícula de colegio, etcétera" (33). En el sentido moral es asequible que existe
un deber moral de sustentar a la familia, y más especialmente a los hijos. Todos, en principio, "estamos
obligados a dar lo necesario para la vida de quien no puede proveérselo por sus propios medios" (34).

Por último, se suele mencionar el derecho de "corrección" que tienen los padres para con los hijos. Se trata
de esa prerrogativa de sancionar con el fin de imponer y preservar su autoridad y respeto (35). Esto, puesto que
el art. 278 los faculta para corregir o hacer corregir la conducta de sus hijos. Con aproximadamente treinta años
en el haber de la historia desde la última modificación de este artículo, no podemos dejar de seguir subrayando
lo ajeno y discordante que es su espíritu con el ordenamiento normativo que ha regido en materia de niñez en
los últimos tiempos. Los niños no deben ser corregidos, deben ser guiados, tutelados, protegidos, capacitados,
deben contar con el amor y la asistencia de sus padres, no con su autoridad inmutable. ¿Acaso lo único que han
logrado más de 2000 años de historia es atenuar la autoridad del paterfamilias romano en un "derecho de
corrección"? La inconstitucionalidad (sobreviniente a su redacción, claro) de este artículo es tan manifiesta que
sorprende que sólo con la reciente sanción del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación se haya derogado
este tipo de tratos y no antes, habiéndose evidenciado reformas de franca relevancia tanto jurídica como social a
lo largo de los años.

2. Código Civil y Comercial de la Nación

El 1/8/2015 comenzó a regir en todo el territorio nacional el Código Civil y Comercial, aprobado por la ley
26.994. Son vastos los cambios producidos en el ámbito del derecho de familia. Es que las tendencias
doctrinarias y jurisprudenciales, atento a los cambios culturales producidos en las últimas décadas, ya hacían
insostenible la aplicación de un Código escrito con una concepción verticalista en las relaciones familiares cuya
mirada se enfocaba más sobre el patrimonio que sobre las personas. Con ese norte, la redacción de un nuevo
Código implicó la actualización de normas que ya no tenían asidero social ni jurídico y la incorporación de
temas cuyo tratamiento no podía dilatarse.

En lo que nos convoca, el título VII del Libro segundo regula la responsabilidad parental. Antes de
adentrarnos en su estudio, cabe mencionar que la nueva norma incluye en su art. 25 la categoría de
"adolescentes", definiéndolos como aquellas personas menores de edad que han cumplido los trece años,
manteniendo el vocablo "menor de edad" para aquellos niños que no los hayan cumplido. Esta categorización se
torna muy importante a la hora de hablar del ejercicio de los derechos de las personas. En estos términos, el art.
26, además de expresar que se deberá tener en cuenta la edad y el grado de madurez para ejercer sus derechos,
regula lo atinente al cuidado del propio cuerpo y diferencia la capacidad de éstos para la toma de decisiones en
esta temática. Lo que queremos resaltar es que, desde la misma concepción de las personas, el nuevo Código
intenta integrarse con la normativa existente (especialmente con la CDN y la ley 26.061) al consagrar la
capacidad progresiva de los niños en su articulado, valor importantísimo al que se le ha negado por mucho
tiempo su merecido reconocimiento.

La definición de responsabilidad parental viene dada por el art. 638, en tanto es "el conjunto de deberes y
derechos que corresponden a los progenitores sobre la persona y bienes del hijo, para su protección, desarrollo y
formación integral mientras sea menor de edad y no se haya emancipado". Seguidamente se establecen los
principios rectores de este instituto, a saber: (I) el interés superior del niño; (II) la autonomía progresiva
conforme las características psicofísicas, aptitudes y desarrollo, cuya relación es inversamente proporcional con
la responsabilidad parental, es decir que en la medida que aumente la autonomía, menor será la representación
de los progenitores, y (III) el derecho del niño a ser oído. Como hacíamos notar previamente, todos estos
principios tienen su arraigo en la normativa especialmente destinada a los niños y adolescentes que pugna por la
democratización de los roles en la familia, es decir, la consideración de igualdad de prerrogativas entre los niños
y sus progenitores evidenciada en una relación de diálogo y consenso y no en una imposición autoritaria y
conminatoria por parte de estos últimos.

Se pueden encontrar en la legislación comparada, aunque en menor medida, diversos ordenamientos que ya
han adoptado el término de "responsabilidad parental", así la sección 3 de la primera parte del Children Act de
1989 del Reino Unido la define como los "derechos, deberes, poderes, responsabilidades y autoridad que tienen
por ley los padres en relación al niño y su propiedad" (36). El Código de Infancia y Adolescencia de Colombia,
complementario del Código Civil, estipula en el art. 14 que "La responsabilidad parental es un complemento de
la patria potestad establecida en la legislación civil. Es además, la obligación inherente a la orientación, cuidado,
acompañamiento y crianza de los niños, las niñas y los adolescentes durante su proceso de formación". En esta
sintonía, el párr. 1626 del B.G.B. alemán trata la Elterlicher Sorge (37). Finalmente, el art. 2º, inc. 7º, dec. regl.
2201/2003 del Consejo de la Unión Europea define a la responsabilidad parental como "los derechos y
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obligaciones conferidos a una persona física o jurídica en virtud de una resolución judicial, por ministerio de la
ley o por un acuerdo con efectos jurídicos, en relación con la persona o los bienes de un menor". Vale aclarar
que cuando el reglamento hace alusión a la persona jurídica se remite a los casos en que la responsabilidad
parental se delegue en un establecimiento autorizado, como podría ser el caso planteado en el art. 377 del
Código Civil francés (38).

A través del art. 646, el Código Civil y Comercial enuncia los deberes de los progenitores, enumerándolos
de la siguiente manera: "a. Cuidar del hijo, convivir con él, prestarle alimentos y educarlo; b. Considerar las
necesidades específicas del hijo según sus características psicofísicas, aptitudes y desarrollo madurativo; c.
Respetar el derecho del niño y adolescente a ser oído y a participar en su proceso educativo, así como en todo lo
referente a sus derechos personalísimos; d. Prestar orientación y dirección al hijo para el ejercicio y efectividad
de sus derechos; e. Respetar y facilitar el derecho del hijo a mantener relaciones personales con abuelos, otros
parientes o personas con las cuales tenga un vínculo afectivo; f. Representarlo y administrar el patrimonio del
hijo". Lo primero que surge de la comparación con el régimen vigente es que, en el nuevo Código, los deberes
aparecen más detallados y encuentran mayor conexidad con los principios explicados. Sólo el primer inciso ya
contiene todos los deberes que hoy por hoy existen en el art. 265 y a éstos se agregan tanto el tópico de las
relaciones personales con otros parientes, consagrando el concepto de familia ampliada, como la capacidad
progresiva ya resaltada y demás.

Otra modificación destacable es la redactada en el art. 647, que tiene que ver con la prohibición total,
expresa y enfática de los malos tratos a los niños y adolescentes, aboliendo el derecho de corrección y dejando a
salvo la posibilidad de acudir al Estado ante estas situaciones.

Con respecto a la obligación alimentaria, el capítulo 5 del título mencionado hace alusión a los derechos y
deberes de alimentos entre los arts. 658 y 670, impone de una manera más expresa las necesidades que deben
ser cubiertas por los progenitores tales como la manutención, educación, esparcimiento, vestimenta, habitación,
asistencia, gastos por enfermedad y gastos necesarios para adquirir una profesión u oficio, sirviéndose de una
técnica legislativa más amplia que el actual art. 270. Igualmente, entendemos que ella no es de ninguna manera
taxativa y que los conceptos mencionados deben ser siempre interpretados con carácter enunciativo en favor de
los derechos del niño.

Para dar fin al presente apartado, y en resumen de lo dicho precedentemente, es menester enfatizar la
importancia del cambio producido en la temática estudiada. Desde la terminología utilizada hasta los principios
pregonados, se invita sobradamente a apartarse de la concepción de la "situación irregular" de los "menores" e
"incapaces" emanada de la normativa original que encuadraba al niño como "objeto" de la protección de sus
progenitores y que ponía la mirada en sus necesidades o carencias, es decir, por lo que les falta para ser adultos.
Muy por el contrario, se parte desde una doctrina de "protección integral de derechos" que tiene como punto de
partida la definición de la protección del niño justamente por sus atributos y sus derechos, considerándolo un
"sujeto" titular de los mismos derechos fundamentales que los adultos que ostenta una situación de igualdad con
éstos en las relaciones familiares (39). Concluyendo, creemos, junto con otros autores (40), que una de las
principales funciones de la responsabilidad parental es la de colaboración, orientación, acompañamiento e,
incluso, contención, todas ellas instauradas en beneficio de los niños, niñas y adolescentes, con el objetivo
último de permitir su formación y desarrollo integral.

IV. Las redes sociales

"He aquí una fuerza enorme e incalculable... Que de repente se ha desatado sobre la humanidad, que ejerce
todo tipo de influencias sociales, morales y políticas; que lanza sobre nosotros problemas novedosos que exigen
solución inmediata; que destierra lo viejo antes de que lo nuevo esté maduro para reemplazarlo..." (41).

Cuando se piensa en internet y en todas las herramientas que ésta ha introducido en la vida cotidiana, resulta
inevitable asombrarse de la rapidez y profundidad con la cual se han instalado en nuestra realidad. Desde aquel
año 1993 en el que se produjo el lanzamiento de "Mosaic", uno de los primeros navegadores web, hasta
principios del año 2015, momento en que se escriben estas palabras, la idiosincrasia global con respecto a este
fenómeno ha ido variado de manera tal que, actualmente, aproximadamente el 42% de la población mundial
utiliza internet (registrándose un crecimiento del 741% desde el año 2000) (42). Sin ir más lejos, en nuestro país,
a principios del año 2014 se ha registrado que el 75% de la población utiliza internet (43). Ello lleva a afirmar
que el uso de estas tecnologías es una realidad insoslayable en el contexto nacional y, como toda actividad
desarrollada por individuos, debe ser ejercida de una manera que no afecte ni perjudique los derechos de
terceros.

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1. La Web 1.0 y la Web 2.0. El origen de las redes sociales

Comúnmente se conoce con el nombre de Web 1.0 (44) a aquella red de consumidores de contenidos o
servicios en la internet cuya característica principal incluye la utilización de plataformas para búsqueda de
información, la adquisición de un producto o la simple comunicación a través de correos electrónicos. Surge en
1995, a partir de la aplicación no bélica ni militar de la internet, cuando las empresas intuyen el casi ilimitado
potencial económico de esta red y su nota principal tiene que ver con la existencia de páginas web de contenido
estático, que varía con muy poca frecuencia, en la que no podía haber interacción por parte del usuario, era
básicamente ver una plantilla digital en una pantalla.

En cambio, la Web 2.0 estableció un nuevo paradigma en internet. El usuario dejó de ser meramente un
espectador para convertirse en un productor de contenidos que los pone a disposición del resto del mundo. Esta
característica, en conjunto con la facilidad de manejo de herramientas, permitió la interacción entre usuarios a
través de la web, compartiendo textos, audios, videos o imágenes. He aquí la verdadera revolución de la Web
2.0. En palabras de la Fundación Bankiter (45), no es sólo una evolución de la Web 1.0 sino que es "una nueva
filosofía de hacer las cosas", explicando claramente dicha aseveración de manera tal que "...Gracias a las
facilidades, evolución y gratuidad de tecnologías que antes eran inaccesibles para la mayoría de los usuarios, se
están fomentando las redes sociales y la participación activa. El sitio web deja de ser un objetivo en sí mismo
—el fin último de la interacción con el usuario—, para convertirse en una plataforma que posibilita la
interrelación entre usuarios, miembros activos de una comunidad que comparte un interés o necesidad afín.
Gracias a esto, el usuario tiene un papel activo: ya no sólo accede a la información, sino que además aporta
contenidos y conocimiento. Se produce, por tanto, una descentralización de internet en la que cada cliente es, al
mismo tiempo, servidor (creador de contenidos). Así, cuantas más personas accedan al servicio, mayor será el
valor para el resto de los usuarios (efecto red)".

Este contexto global fue suelo fértil para el impulso de todo tipo de medios sociales, es decir, plataformas de
comunicación en línea que brindan el poder al usuario para generar contenidos y compartir información. Las
redes sociales digitales son una de las tantas consecuencias de estos medios sociales.

2. Definición y algunos ejemplos paradigmáticos.

Guillermo Borda ha definido a las redes sociales como "plataformas alojadas en la red que permiten
almacenar y transmitir datos personales, imágenes, pensamientos, información y organizar, en definitiva, la
forma de interactuar con otros usuarios en el espacio virtual" (46). Su concepción parte de una simple consigna:
la teoría de los seis grados de separación. En 1929, el escritor húngaro Frigyes Karinthy escribió un cuento
llamado "Chains" (cadenas), en este corto relato un grupo de compañeros se ponen a discutir acerca de la
posibilidad de contactar a cualquier persona en la tierra y se dan cuenta, inimaginablemente, de que sólo
necesitan seis grados de conexión para llegar a cualquier individuo. Este relato motivó una hipótesis que pudo
ser comprobada matemáticamente. La idea principal discurre de la siguiente manera: cada persona conoce, entre
amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, aproximadamente a unas cien personas. Cada una de esas
cien personas se relaciona con otras cien, permitiendo que el primer individuo se pueda conectar con diez mil
personas tan sólo con pedirle a uno de sus contactos que pasen el mensaje. A estos diez mil individuos se los
considera "contactos de segundo nivel" ya que la primer persona no las conoce, pero fácilmente puede acceder a
ellas a través de sus conocidos (cabe aclarar que el número suele ser un poco más reducido que diez mil, puesto
que sería normal que haya contactos en común). Siguiendo con esta lógica, si de estas diez mil personas cada
una conoce a otras cien, la red ahora ya es de un millón de personas, "contactos de tercer nivel", los de "cuarto
nivel" serían cien millones, en un "quinto nivel" diez mil millones y en el "sexto nivel" un billón de personas. Si
se considera que la población mundial es de aproximadamente siete mil millones de personas, queda expresado
que cualquier individuo puede contactarse con cualquier otro en una relación de seis grados.

Esta es la premisa del desarrollo y éxito de las redes sociales, ya que, al funcionar en un plano virtual, uno
puede comunicarse, interactuar y compartir opiniones con, básicamente, cualquier persona en el mundo sin salir
de su casa.

Existen en la actualidad numerosas redes sociales, algunas exclusivas de los diferentes países y algunas
globales. Analizaremos a continuación tres de las más famosas y utilizadas a lo largo del planeta: Facebook,
Twitter y Youtube.

3. Facebook (47)

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Pocas son las personas que no han oído hablar de Facebook. Creada originalmente para estudiantes de la
Universidad de Harvard, entre los años 2003 y 2004, Mark Zuckerberg y sus compañeros idearon un sitio web
que primero se llamó "Facemash", luego "Thefacebook" para decantar finalmente por "Facebook". Al permitir
el ingreso de estudiantes de cualquier universidad y posteriormente a cualquier persona que tenga una cuenta de
correo electrónico, el sitio cobró mayor relevancia. Posteriormente la plataforma fue traducida a diferentes
idiomas, puesto que el furor sobrepasó las fronteras continentales. Una de las claves del éxito fue, sin duda
alguna, la simpleza y facilidad de acceso, básicamente cualquier persona que cuente con un correo electrónico y
posea mínimos conocimientos de informática puede ingresar a una realidad virtual en las que las cosas suceden
y las noticias se conocen con una velocidad imposible en el mundo "offline".

Para acceder a la red social es necesario crear un perfil propio, brindando algunos datos personales. Luego
uno ya puede empezar a interactuar agregando a conocidos, compartiendo fotos o videos, jugando con las
diferentes aplicaciones, comentando en los perfiles de otras personas, visitando las páginas de empresas,
etcétera.

En el año 2008, una organización no gubernamental canadiense llamada "Clínica del Interés Público y la
Política para Internet de Canadá" (CIPPIC) enumeró veintidós violaciones diferentes de las normas que
protegen el derecho de privacidad de los canadienses encontradas en Facebook, haciendo énfasis en que esta red
recolecta información sensible sobre sus usuarios y la comparte con otros sin su permiso, y lo hace sin alertarlos
mismos sobre cómo son utilizados esos datos, todo sumado a que cuando se cierra una cuenta la información
personal no se elimina sino que queda almacenada (48).
Según la página de inicio del sitio (49), es necesario expresar la fecha de nacimiento antes de registrarse, esto
es para "obtener una experiencia de Facebook adecuada para tu edad". En este sentido, al acceder a las Políticas
de Datos, se expresa que "Para proteger a los menores podríamos aplicar una serie de medidas de protección
especiales (como limitar la capacidad de los adultos para contactar y compartir contenido con ellos), a sabiendas
de que esto puede suponer una experiencia más limitada en Facebook para los menores" (50).

4. Twitter

Se ha definido a Twitter más como un servicio de "microblogging" (51) que como una red social, en el
entendimiento de que sus funciones son un tanto más acotadas. Esta web fue creada por Jack Dorsey y lanzada
oficialmente al público en el año 2009, en un contexto en el que muchas de las tecnologías cuyo único soporte
había sido la computadora, ya podían ser manipuladas a través de los dispositivos celulares. Este avance
informático y tecnológico no es en lo absoluto desdeñable. Aquella información que a uno le llegaba a través de
un correo electrónico o de Facebook debía esperar a que la persona efectivamente ingrese a estas plataformas en
su computadora, pero a partir de la evolución de los "smart phones" (teléfonos inteligentes), los individuos
pueden acceder a todas estas redes sociales desde su teléfono móvil, tornando casi inmediata la comunicación.
Tal fue la recepción por parte de los usuarios de redes sociales que hoy, básicamente, podría redactarse un
diccionario sólo con el lenguaje creado por esta red.

Una vez creado un perfil, Twitter permite enviar y leer textos con una longitud máxima de 140 caracteres
(llamados "Tweets"), que son enviados a otros usuarios que hayan elegido la opción de seguir a determinado
perfil. Por las razones expuestas precedentemente, la red social fue utilizada para comentar eventos en directo y
en el momento, para hacer "check in" en los lugares que la gente más visita y para crear tendencias ("Trending
topic") con los temas más hablados, generando un entorno en el que las noticias llegan primero al Twitter que a
los programas informativos y a los periódicos.

Con respecto al acceso de menores de edad, la página de política de privacidad expresamente indica que los
"servicios no fueron diseñados para personas menores de 13 años" y que Twitter no recopila "información
personal de niños menores de 13 años de manera consciente", puesto que si llega a su conocimiento "que un
niño menor de 13 años nos ha facilitado datos personales, hacemos lo necesario para borrar dicha información y
para dar de baja la cuenta del niño". Asimismo, brindan un correo electrónico para que los padres se contacten si
advierten que los hijos menores de edad han facilitado datos personales sin su consentimiento (52).

5. YouTube

La idea de esta página es "Broadcast yourself" (es decir, "transmite tú mismo"). El sitio funciona de manera
tal que los usuarios pueden compartir videos para que todo el mundo los vea, así videos personales, películas,
series, videos musicales y, en definitiva, cualquier experiencia en formato audiovisual puede ser publicada
instantáneamente y de manera muy sencilla.
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6. Peligros de las redes sociales

Como en toda actividad humana, siempre existe un riesgo de que se vulneren y menoscaben derechos de
terceras personas. Las redes sociales no son la excepción, se ha enumerado una gran cantidad de eventuales
riesgos que conlleva el uso indiscriminado de éstas, tales como "la posibilidad de que la publicación de una
imagen que contravenga el derecho a la intimidad; la divulgación de un retrato afecte la imagen; que el
almacenamiento de datos lesione el derecho personalísimo a disponer de éstos; la distorsión de la imagen...
conculque el derecho a la identidad; la colocación de un video en la red vulnere el honor de las personas, y,
todavía más, el riesgo de que un grupo o foro de usuarios nos convierta en blanco de sus hostilidades, resultan
cada vez mayores..." (53). A éstos podemos sumarles cuestiones que tengan que ver con la infracción de normas
que reconozcan el derecho de autor, la usurpación de identidad, el estrés digital, la alienación, el otorgamiento
irrestricto de datos personales a desconocidos, la pornografía infantil, etc. Y la realidad parece ser que, mientras
la internet y las redes sociales corren con la velocidad del correcaminos, el derecho juega el papel del coyote
que nunca lo alcanza (54).

Existen, en este orden de ideas, delitos que se configuran a través de la interacción vía redes sociales con
niños o adolescentes. El texto del art. 131 del Código Penal de la Nación, según la modificación de la ley
26.904, establece que "Será penado con prisión de seis meses a cuatro años el que, por medio de
comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos,
contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual
de la misma". Es lo que comúnmente se conoce como el delito de grooming, término que se asocia con acciones
que tienen por objeto socavar moral o psicológicamente a un niño para conseguir su control emocional y luego
su abuso sexual (55).

Otra consecuencia del uso de las redes sociales puede ser el ciberacoso (o "cyberbullying"), que se configura
cuando se utilizan para difamar, amenazar, degradar, agredir, intimidar o amedrentar a una persona (56),
particularmente a niños o adolescentes. Ha cobrado relevancia en el último tiempo el caso norteamericano de
Mergan Meier, una adolescente de 13 años que fue víctima de estos hostigamientos por parte de una vecina de
su casa y madre de una ex amiga, quien admitió haber creado una cuenta en "MySpace" con otros adultos, que
se hicieron pasar por un muchacho de 16 años para acosar a la niña, que terminó suicidándose (57).

Como colofón, parece acertado expresar que, ante esta perspectiva, muchos padres han restringido y
prohibido el uso de las redes sociales a sus hijos. Farinella (58) expresa la contradicción que plantea la existencia
de las redes sociales con las enseñanzas parentales, él entiende que tradicionalmente los padres han instruido a
los hijos para no entablar conversaciones con extraños y, justamente, la sola existencia de las redes sociales va
en contra de esa prohibición, desde que los menores son alentados continuamente para interactuar con
desconocidos, expresando sus deseos, actividades, horarios e información potencialmente peligrosa, ya que, en
principio, no hay forma posible de determinar si la persona que se encuentra del otro lado de la pantalla es otro
niño o un adulto que se hace pasar por un menor de edad. Otra situación que coadyuva a que los padres hayan
vedado el acceso de sus hijos a estas plataformas es la propia desinformación y desconocimiento de éstos. Es
que, según explica acertadamente Tomeo, "los nativos digitales que han crecido con la proliferación de los
medios sociales tienen un manejo de los recursos informáticos y de las aplicaciones que ofrecen las nuevas
plataformas de internet que superan, en la mayoría de los casos, las expectativas de los padres y sus
conocimientos sobre el tema, que los excede (muchos todavía no saben lo que es una red social). Si bien las
redes sociales prohíben, en general, en sus condiciones de contratación (contratos de adhesión) la apertura de
perfiles a menores de 13 años, en la práctica ello no se cumple, situación que, por otro lado, es de muy difícil
control para los padres que, simplemente, no entienden de qué estamos hablando" (59).

7. El Memorándum de Montevideo

En el marco del Seminario Derechos, Adolescentes y Redes Sociales en Internet, realizado en la ciudad de
Montevideo en julio de 2009, se redactó el Memorándum de Montevideo, a fin de orientar a los diferentes
actores acerca de la importancia de la educación en materia de redes sociales.

En su introducción, el documento expresa la importancia de considerar tanto el reconocimiento de que los


niños y adolescentes son titulares de todos los derechos y que, por lo tanto, pueden ejercerlos en función de su
edad y madurez como el hecho de que, por su particular condición de desarrollo, tienen el derecho a una
protección especial.

Para efectuar las recomendaciones se toman en cuenta tres premisas básicas: (I) el reconocimiento del papel

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relevante que cumple la familia en el proceso de educación sobre uso responsable de internet y las redes
sociales; (II) la necesidad de que todas las medidas que se tomen prioricen el interés superior del niño; y (III)
que todo aquel que se beneficie de internet y las redes sociales sea responsable por los servicios que provee. En
este sentido, surge que una de las virtudes más importantes del Memorándum es la identificación de los
principales actores que deben participar en transmitir los conocimientos necesarios para un uso y estadía segura
en las redes sociales, en particular las autoridades educativas, las autoridades del Estado a través de políticas
públicas, las familias y las empresas de la industria de internet.

Se remarca la importancia del concepto de prevención para enfrentar los aspectos riesgosos de las redes
sociales. Cabe recordar que este principio responde a un moderno criterio en materia de responsabilidad civil,
que tiene que ver justamente con la autorización de mecanismos jurisdiccionales de anticipación de daños, es
decir, de tutela preventiva, aclarando, desde ya, que se trata de una institución del derecho de fondo, no de
carácter procesal, como puede ser una medida cautelar. Se trata de una solución ex ante (evitar el daño), en vez
de una ex post (la indemnización) (60). En esta órbita se expresó también Borda, quien entendió que, para hacer
efectiva esta función preventiva, el problema de los daños en las redes sociales "debe desenvolverse
primordialmente en el marco de la tutela inhibitoria, que supone la detección, suspensión o cesación de la causa
del daño", es decir "lograr la suspensión de los efectos del ilícito a través de la remoción de un contenido y/o de
la paralización (bloqueo) de un grupo virtual organizado en torno a premisas antijurídicas lesivas de la
personalidad" (61). En idénticos términos, el I Congreso Internacional de Derecho de Daños de Buenos Aires,
1989, estableció que "La amenaza de intromisión autoriza el ejercicio de las acciones de cese o abstención, o de
inhibición, que deben ser tratadas con criterio amplio, precaucional y expeditivo".
Partiendo de la base de que es tarea del Estado y las entidades educativas proveer información y capacitar a
los progenitores sobre eventuales riesgos que podrían enfrentar sus hijos, el instrumento brinda diferentes
recomendaciones, entre las cuales se encuentran la advertencia de la posibilidad de que cuando creen estar
comunicándose con una persona determinada, en realidad puede tratarse de otra persona; enfatizar el respeto a la
vida privada, intimidad y buen nombre de los demás; que los niños, niñas y adolescentes conozcan que
actividades tales como la distribución de contenidos prohibidos (como la pornografía infantil), el acoso, la
discriminación, la difamación, la violencia, entre otros, son igualmente ilegales en las redes sociales y están
penados; informarlos sobre los mecanismos de protección que existen cuando se vulneran derechos; etcétera.

En lo referente a la educación, se enumeran diferentes formas de hacerla efectiva, tales como la inclusión en
los planes de estudio de información básica acerca de esa temática; la producción de material didáctico
(audiovisual, páginas web y herramientas interactivas) para presentar las potencialidades y los riesgos; la
capacitación de los docentes para incentivar la discusión y poner en contexto las ventajas y desventajas de
internet y las redes sociales.

Finalmente, se enfatiza en el hecho de que "cualquier acción u omisión contra una niña, niño o adolescente
considerado ilegal en el mundo real tenga el mismo tratamiento en el mundo virtual, siempre garantizando su
bienestar y la protección integral de sus derechos".

8. Conclusión

Al leer la cita recogida al principio de este capítulo, muchos podrían pensar que se está hablando del
desarrollo de la internet o mismo de las redes sociales. La realidad es que el texto fue escrito en 1868 y refiere a
la inauguración del ferrocarril transcontinental. Con esto queremos augurar que los cambios en la sociedad
siempre son vistos con cierto dejo de temeridad, incertidumbre y promulgando las mismas advertencias, así lo
evidencia la historia. Pero si hay algo que aprender de ello es que la sociedad ha prevalecido y ha sabido
incorporar e interiorizar dichas transformaciones. Lo mismo sucede con la internet y las redes sociales. Se ha
quitado el velo sobre una fuente inagotable de posibilidades de desarrollo, formación, entretenimiento y
actividades sociales de una manera tan rápida que pocas veces se ha visto en la historia, y esto no debería llevar
al rechazo ni a la prohibición de su uso, mas, por el contrario, debería haber una intención proactiva de
incentivar su acceso y explotar las virtudes que ésta ofrece.

V. La colisión de derechos

Hemos transitado un largo recorrido para poder, finalmente, esbozar el punto del conflicto que nos convoca
en la temática de las redes sociales: ¿en qué medida pueden los padres prohibir, controlar o limitar el acceso de
sus hijos a las redes? ¿Es parte de sus derechos y deberes? ¿Puede dejarse a disposición de cualquier niño el
acceso a una red donde no se puede saber quién está del otro lado y qué intenciones tiene? ¿Qué rol cumple el

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Estado en lo que parece ser meramente un conflicto bilateral de derechos? ¿Cuán regulable es el acceso a las
redes sociales en general? Y así, son innumerables las incógnitas que se podrían plantear. Intentaremos expresar
diferentes opiniones que coadyuven a encontrar una respuesta más o menos acabada a dichos interrogantes,
adelantando, desde ya, que entendemos que no hay necesariamente una respuesta correcta. Tanto los
progenitores como sus hijos se encuentran con estas nuevas posibilidades y responden de la manera en que se
sienten seguros. Lo que queremos expresar es una situación en la que la menor cantidad de derechos sean
afectados en pos de una convivencia armónica y saludable en el ámbito familiar.

Antagónicas opiniones se han esbozado a partir de la colisión planteada. A continuación analizaremos


algunas de ellas. Pero antes debemos adelantar que la solución al problema la encontramos en el eficiente
ejercicio de dos principios fundamentales que ya hemos mencionado, que se relacionan tajantemente con el
concepto de la constitucionalización del derecho de familia: en primer lugar, el interés superior del niño.
Entendemos que, conforme la amplia consagración que ha tenido este principio (art. 3º de la CDN, art. 3º de la
ley 26.061, art. 639 del nuevo Código Civil y Comercial), no puede arrimarse a una solución posible si ésta no
es en beneficio del niño. Ahora bien, la cuestión se plantea en definir de qué manera se protege mejor el interés
superior, ¿restringiéndole el acceso a plataformas que, potencialmente, podrían significar un daño o, por el
contrario, no avasallando su derecho a la intimidad y dejando que se manifieste libremente en las redes sociales
sin ningún control? Es que, para plantear este dilema, partimos de la base de que el fin de las limitaciones que
pudieran imponer los padres es no otro que el bienestar y la protección del menor, sin que ésta se torne excesiva
(62). El segundo principio clave es la autonomía y capacidad progresiva de los niños y adolescentes, también
dotado de carácter constitucional, que parte de la consideración de la personalidad y el respeto de las
necesidades del niño en cada período de su vida, en su participación activa en el proceso formativo y un gradual
reconocimiento y efectiva promoción de su autonomía en el ejercicio de sus derechos fundamentales en función
de las diferentes etapas de su desarrollo evolutivo (63). Esto quiere decir que, inevitablemente, no se puede llegar
a la misma conclusión cuando se habla de un niño en edad maternal que de un adolescente que está por culminar
la escuela secundaria.

Parece acertado contextualizar la reflexión del psicoanalista Juan Carlos Volnovich en el marco de la
temática que estamos planteando. El profesional explica en su artículo "Ser padres hoy" que "La crisis de
valores y modelos producida por los cambios en las estructuras socioeconómicas en los últimos años han
producido modificaciones sustanciales en la subjetividad y en la estructuración de los vínculos familiares. Los
padres deben asumir su función transmitiendo a sus hijos ideales, emblemas, significaciones y sentidos, en
relación a un mundo que les resulta desconocido o extraño, atravesados por pérdidas de certezas en relación a
sus sistemas de creencias, afectados muchas veces por la caída de ideales que sostuvieron su propia identidad.
Enfrentados frecuentemente a una sociedad y a una cultura a la que no reconocen y en la que no se sienten
reconocidos, su subjetividad entra en crisis" (64). Lo augurábamos precedentemente, muchos padres se
encuentran desencajados ante las tecnologías que manejan sus hijos y, justamente por ese motivo, deciden
cercenar su ingreso. Estaríamos, en palabras de García Fernández, "ante hijos 2.0 de unos padres que son, a lo
sumo, 1.0" (65), que reaccionan de tres formas distintas: (I) a través de la mediación activa, que implica cierto
grado de intervención cuando sus hijos están utilizando las computadoras; (II) actuando con mediación pasiva,
la cual se configura cuando los progenitores revisan posteriormente lo realizado por sus hijos, ya sea a través de
preguntas directas o con técnicas y softwares de control que permiten grabar para después visualizar todo lo que
se hizo, o (III) absteniéndose de mediar. Contra esta última opción se alza Tomeo cuando enfáticamente habla
de que "muchos padres no saben qué hacen sus hijos en internet, no conocen a la gran red social y tienen
mínimos conocimientos sobre las problemáticas que ofrece la web. Esto ya no es posible. Se deben involucrar
en estas problemáticas, porque está en juego la integridad psicofísica de sus hijos" (66).

Una interesante nota periodística titulada "Los padres detectives" (67) ponía de manifiesto diferentes
herramientas que utilizan los padres para vigilar la estadía de sus hijos en las redes sociales. En esa misma nota,
el Dr. Volnovich vuelve a dar su opinión, entendiendo que "algunas conductas actuales de los padres parecen un
resabio del: '¿Sabe dónde está su hijo ahora?' de la dictadura. Es normal que los padres estén preocupados por la
realidad. Pero eso no justifica la intromisión en la intimidad".

A idéntica solución parecen haber arribado diferentes autores en el campo del derecho. Así, Mizrahi ha
expresado que "si pensamos que responde al interés del niño todo aquello que lo conduzca a hacerse autónomo
en la adolescencia, hay numerosas prerrogativas parentales que deberían ser recortadas... Los hijos, ya en edad
escolar, tendrán que tener la posibilidad... de tener la facultad de publicar y exponer sus obras sin autorización
de sus padres..." (68) . Las XVIII Jornadas Nacionales (Buenos Aires, 2001) resolvieron que "a partir de la
Convención de los Derechos del Niño, los deberes y derechos emergentes de la inadecuadamente llamada 'patria

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potestad' encuentran un límite en el derecho a la intimidad de los niños y adolescentes". Aun cierta
jurisprudencia ha expresado similares principios. Efectivamente, el Tribunal Supremo de Justicia de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires ha dicho que "las atribuciones conferidas a los padres en ejercicio de la patria
potestad, no pueden constituirse en un elemento que permita afectar o suprimir, a través de su ejercicio, los
derechos humanos personalísimos de los niños, insusceptibles de ser ejercidos por representantes pues
corresponden a la esfera de la autonomía personal y de la libertad" (69).

En defensa de estas ideas se podría invocar el art. 13 de la CDN, que establece el derecho de los niños a la
libertad de expresión, es decir de "buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro
medio elegido por el niño", o el derecho a la libertad que incluye el art. 19 de la ley 26.061, que contempla: "a)
Tener sus propias ideas, creencias o culto religioso según el desarrollo de sus facultades y con las limitaciones y
garantías consagradas por el ordenamiento jurídico y ejercerlo bajo la orientación de sus padres, tutores,
representantes legales o encargados de los mismos; b) Expresar su opinión en los ámbitos de su vida cotidiana,
especialmente en la familia, la comunidad y la escuela; c) Expresar su opinión como usuarios de todos los
servicios públicos y, con las limitaciones de la ley, en todos los procesos judiciales y administrativos que
puedan afectar sus derechos". Nótese que en el inc. a se menciona que estos derechos se deberán ejercer con la
orientación de sus padres, no contemplando la posibilidad de corrección o limitación, sino enunciando una
modalidad acorde a la función de asistencia y acompañamiento.

Complementando dicha afirmación se han expresado Gil Domínguez, Famá y Herrera (70), quienes
categorizaron en representación, asistencia y cooperación las diferentes intervenciones de los progenitores en la
vida de sus hijos a medida que éstos se van desarrollando. Afirman que la representación, de aplicación
restringida, quedaría reservada a los casos en los que los niños cuenten con una mínima capacidad de
autodeterminación, evidenciando una sustitución en la voluntad del hijo. Con el desarrollo y la evolución de los
niños se entabla la figura de la asistencia que, en palabras de Cifuentes, es "un medio de control por parte de un
tercero, de modo que la persona actúa por sí sin que se la reemplace o sustituya, pero tiene que contar con la
conformidad o asentimiento del asistente, quien lo prestará si considera que el acto no es dañoso para el
asistido" (71). Finalmente, y con un rango más amplio, cuando no se evidencie ninguna incapacidad se está ante
la figura de cooperación, que tiene ínsita la idea de asistencia y acompañamiento a la que se hacía referencia en
el párrafo anterior.

Otros autores expresaron opiniones diametralmente opuestas y, desde una óptica más conservadora, en la
nota periodística referenciada ut supra, un abogado de apellido Palazzi expresaba que mientras no haya
finalizado la patria potestad, los padres tienen el deber de cuidar a sus hijos, con lo cual, hasta que la persona
cumpla los dieciocho años, sus padres pueden revisar su computadora. Volviendo a citar a Belluscio, respecto
del derecho de vigilancia de los padres, este autor lo relacionaba con la "fiscalización de los actos del menor; la
de sus relaciones personales; el control de comunicaciones postales y telefónicas; el cuidado de que no frecuente
ambientes inapropiados para su formación física, moral y espiritual; la prohibición de lecturas perniciosas, así
como la de asistir a espectáculos inconvenientes, y el control de audiciones radiotelefónicas y programas de
televisión" (72). Así, Borda también entiende que en el proceso de fiscalización de los actos del menor,
interceptar su correspondencia es un acto ajeno a la inviolabilidad consagrada constitucionalmente y que, del
mismo modo, los padres tienen la potestad de prohibir las relaciones del menor de edad con determinada
persona (73).

Como bien dijimos anteriormente, arribar a la respuesta correcta se torna cada vez más dificultoso. Es que
los padres tienen el derecho de educar y proteger a sus hijos, de eso no cabe la menor duda. Tienen el deber de
aconsejar, formar y acompañarlos de acuerdo a sus más íntimas convicciones. Y los niños tienen el derecho de
autodeterminarse en la medida en que su autonomía lo permita, de expresar su opinión y ser oídos en todas las
decisiones que los involucren.

Frente a estos extremos a los que llamaremos (I) autocrático, en el cual los padres dicen a los hijos lo que
deben hacer y deciden todos los conflictos, y (II) permisivo, en el cual el joven se maneja por sí mismo sin
orientación alguna, entendemos que la solución estriba en la consolidación de un sistema democrático que
otorgue al niño, que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el derecho a expresar su opinión en todos
los asuntos que lo afecten y que ésta sea tomada en cuenta de acuerdo con su edad y grado de madurez (74).

De esto se trata el nuevo rol de los niños en la familia, de que tengan injerencia en las decisiones que los
involucran. Y el acceso a las redes sociales que, entre otras cosas, es parte de su personalidad, dado que en ellas
pueden expresarse de maneras que no pueden (o no quieren, tal vez por miedo o vergüenza) hacerlo en la vida

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real, claramente los involucra. Estemos o no de acuerdo con la cantidad de tiempo que los niños y adolescentes
inviertan en su estadía en las redes sociales, lo cierto es que sus perfiles, sus gustos, sus amigos, son tan parte de
ellos como su cuerpo o sus pensamientos, configuran su ámbito de intimidad más protegido y que privarlos de
ellos sería un obstáculo para su desarrollo integral. Es por eso que deben estar resguardados de injerencias
ajenas, aun de sus propios progenitores, en el entendimiento de que la oposición a su interacción con el mundo
virtual, plano en el que tantas cosas pasan en la actualidad, va en contra de los principios de protección de la
niñez más básicos. Esto significa que los padres deben brindarles todas las herramientas necesarias a sus hijos
para que no se expongan a los riesgos que esta actividad conlleva, deben acompañarlos en el aprendizaje,
asesorarlos en lo que a privacidad se refiere, protegerlos en momentos de indefensión y deleitarse con su
progreso.

VI. Palabras finales

No es mucho lo que resta decir. En el intento de no sobreabundar en las conclusiones a las que ya hemos
arribado, nos limitaremos a citar un fragmento de un estudio realizado en los Estados Unidos que analizaba las
repercusiones de la televisión y el video en los niños de la década de 1950. Trazamos un puente tanto temporal
como material para hacer una analogía con el tema expuesto y desarrollado a lo largo de la presente
investigación, y enfatizamos que ningún resultado positivo puede conseguirse si no se realiza en un ámbito
familiar compuesto por el diálogo, el consenso y la solidaridad:

"Aquel niño que rodeado de un ambiente de cariño y seguridad, con intereses y amigos correctos, y
dedicado a actividades saludables en sus horas de ocio, tiene una pequeña posibilidad de que la televisión le
provoque efectos no deseados" (75).

(*) Investigador adscripto al proyecto "Los derechos personalísimos del niño y adolescente y en especial
sus derechos a la salud y cuidado del propio cuerpo", a cargo de la Dra. Cecilia Grosman.
(1) Memorándum de Montevideo.
(2) Definidos por Cifuentes, Santos H. como aquellos "derechos subjetivos privados, innatos y vitalicios
que tienen por objeto manifestaciones interiores de la persona, y que, por ser inherentes, extrapatrimoniales y
necesarios, no pueden transmitirse ni disponerse en forma absoluta y radical", en "Los derechos personalísimos.
Teoría general", Revista del Notariado, Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, nro. 730. En
cuanto a su concepción, Saltzer Anderson entiende que "Los derechos personalísimos tienen como pilar
fundacional permitir al hombre su autodeterminación, esto es, poder decidir sobre determinados ámbitos
personales teniendo como único límite la afectación de intereses legítimos de terceros", en "Acerca de la
regulación de los derechos personalísimos en el Proyecto de unificación del Código Civil y Comercial" (2012),
Infojus, Revista Derecho Privado, año I, nro. 2, Buenos Aires.
(3) Al respecto del cambio terminológico de "menores de edad" por "niñas, niños y adolescentes", ver
Cavagnaro, María Victoria, "Un abordaje reflexivo acerca del valor de las palabras: ¿Por qué hablar de derechos
de los niños, niñas y adolescentes y abandonar la vieja fórmula de derechos de menores?" (2011), Infojus;
Herrera, Marisa, Teoría y práctica del derecho de familia hoy, Eudeba, Buenos Aires, 2012, p. 561.
(4) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Derecho constitucional de familia,
Ediar, Buenos Aires, 2006, p. 40.
(5) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Derecho constitucional..., cit., p. 524.
(6) Alexy, Robert, Teoría de los derechos fundamentales, 2ª ed. en español, trad. Carlos Bernal Pulido,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2012, ps. 65/95.
(7) Grosman, Cecilia, "Significado de la Convención de los Derechos del Niño en las relaciones de
familia", LL 1993-B-1089.
(8) "Ponzetti de Balbín, Indalia v. Editorial Atlántida, S.A", Corte Sup., Fallos 306:1892, considerando 8.
(9) Bidart Campos, Germán J., Manual de la Constitución reformada, t. III, Ediar, Buenos Aires, 2005, p.
522.
(10) De su voto en "Maradona, Diego Armando s/lesiones leves, agresión, daño y amenazas reiteradas",
Corte Sup., 3/10/2002.
(11) Nicolau, Noemí L., "La aptitud de los niños y adolescentes para la defensa de su privacidad y su
imagen", LL 2007-B-1151.
(12) Del dictamen del asesor de menores en la causa "P., V. A", C. Nac. Civ., sala C, 3/10/1996, LL

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1997-D-100.
(13) "S., L. y R., J.", C. Nac. Civ., sala K, 14/2/1995, ED 164-417.
(14) "J., J. A. y otra v. Nuevo Diario de Santiago del Estero y otro s/daños y perjuicios", Sup. Trib. Just.
Santiago del Estero, 20/2/2014, LLNOA 2014 (agosto), p. 745.
(15) "Doval, Silvia I. y otros v. GCBA s/amparo", Juzg. Cont. Adm. y Trib. n. 3 Ciudad Bs. As., 12/8/2011,
LL 2011-E-34.
(16) "Acción de tutela instaurada por AA, en representación de su menor hija XX contra BB.", Corte
Constitucional de la República de Colombia, expediente T-260-12, 29/3/2012.
(17) Más adelante se verán las condiciones de seguridad y demás requisitos para la creación de un perfil de
la red social Facebook.
(18) De la ponencia del magistrado Humberto Antonio Sierra Porto. El destacado es nuestro.
(19) Mizrahi, Mauricio L., "El cuidado personal del hijo en el proyecto de Código", LL 2013-C-925.
(20) Minyersky, Nelly, "El impacto del Proyecto del Código Civil y Comercial de la Nación en
instituciones del derecho de familia" (2012), Revista Pensar en Derecho, Facultad de Derecho (UBA), p. 104.
(21) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Derecho constitucional... cit., p. 536.
(22) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Ley de Protección Integral de niñas,
Niños y Adolescentes, Ediar, Buenos Aires, 2007, p. 215.
(23) Castán Vázquez, "La patria potestad" (1960), Revista de Derecho Privado, p. 16.
(24) Schmoller, citado en Zannoni, Eduardo A., Derecho civil - Derecho de familia, t. II, Astrea, Buenos
Aires, 1998, p. 682.
(25) Grosman, Cecilia P., "Significado...", cit.
(26) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Ley de Protección..., cit., p. 140.
(27) Belluscio, Augusto C., Manual de derecho de familia, 7ª ed., Astrea, Buenos Aires, 2004, p. 365.
(28) Belluscio, Augusto C., Manual..., cit., p. 369.
(29) Salvat, Raymundo M., Tratado de derecho civil argentino. Fuentes de las obligaciones, t. III, nro.
2807; Lafaille, Héctor, Curso de obligaciones, t. II, nro. 575; Salas, Acdeel, "Incompatibilidad entre la
responsabilidad del padre y la del empleador", JA 1967-VI-188. Todos citados por Sabene, Sebastián E.,
"Responsabilidad civil y patria potestad", LA LEY 2012 (junio), 516.
(30) En este sentido la ley 24.195 de Educación Federal establece en su art. 44 que "Los padres o tutores de
los alumnos/as, tienen derecho a: a) Ser reconocidos como agente natural y primario de la educación...".
(31) Ferrer, Francisco A. M.; Medina, Graciela y Méndez Costa, María J. (dirs.), Código Civil comentado.
Derecho de familia, t. II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 33.
(32) "Treviranus, Mónica A. s/adopción", Corte Sup., 13/4/1973.
(33) C. Nac. Civ., sala A, 30/11/1995, LL 1996-B-346.
(34) "A., G. por sí e hijos F., C. Y. y L. M. v. F., E. F.", Corte Just. Salta, 24/7/2009.
(35) Belluscio, Augusto C., Manual..., cit., p. 369.
(36) La traducción es nuestra del original: "All the rights, duties, powers, responsibilities and authority
which by law a parent of a child has in relation to the child and his property".
(37) Cuya traducción podría ser "responsabilidad parental".
(38) Él establece: "Los padres, juntos o por separado, o el tutor autorizado por el consejo de familia,
podrán, cuando hubieran entregado un hijo menor de dieciséis años a un particular digno de confianza, a un
establecimiento autorizado a este fin o al servicio departamental de ayuda social a la infancia, renunciar en todo
o en parte al ejercicio de su autoridad...".
(39) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Derecho constitucional..., cit., ps.
536/540.
(40) Notrica, Federico P. y Rodríguez Iturburu, Mariana I., "Responsabilidad parental. Algunos aspectos
trascendentales a la luz del Proyecto de Reforma del Código Civil y Comercial de la Nación. Saldando viejas
deudas", en Derecho de las familias, infancia y adolescencia. Una mirada crítica y contemporánea, Infojus,
Buenos Aires, 2014.
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(41) Graham, G., Internet: Una indagación filosófica, Cátedra, Madrid, 1999.
(42) Estadísticas registradas por "Internet World Stats": www.internetworldstats.com/stats.htm.
(43) www.internetworldstats.com/stats15.htm.
(44) Término popularizado por Dale Dougherty en el año 2003.
(45) www.fundacionbankinter.org/system/documents/5996/original/8_web20_ES.pdf (ps. 20 y 21).
(46) Borda, Guillermo J., "Las redes sociales y los derechos de la personalidad en la internet", LL
2010-E-958.
(47) Conjunción del vocablo inglés "face" (cara) y "book" (libro).
(48) www.news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7428000/7428904.stm.
(49) www.facebook.com.
(50) www.facebook.com/about/privacy/minors.
(51) García Fernández, Fernando, Las redes sociales en la vida de tus hij@s, Foro Generaciones Activas,
España, 2010, p. 33.
(52) www.twitter.com/privacy?lang=es.
(53) Borda, Guillermo J., "Las redes sociales...", cit.
(54) Tomeo, Fernando, "El impacto de las redes sociales en el año 2011", Supl. Act. del 3/5/2012, p. 2.
(55) Garibaldi, Gustavo E. L., "Aspectos dogmáticos del grooming legislado en la Argentina", Infojus,
Revista Derecho Penal, año III, nro. 7, 2014, p. 22.
(56) Tomeo, Fernando, "Cyberbullyng y responsabilidad civil de los padres en la web 2.0", RCyS
3020-VIII-46. Citado en Müller, Germán E., "La responsabilidad de las redes sociales en internet".
(57) www.risefromtheground.wordpress.com/megan-meier/.
(58) Farinella, Favio, "Un proyecto de ley sobre protección de menores en internet. Sobre la conveniencia y
la forma de comenzar a regular la red" (2000), en www.saij.jus.gov.ar, p. 1.
(59) Tomeo, Fernando, "El impacto...", cit.
(60) Alterini, Atilio A.; Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M., Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, 4ª ed., AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2008, p. 162.
(61) Borda, Guillermo J., "Las redes sociales...", cit.
(62) En este sentido, cabe mencionar una sentencia del Tribunal de Ferrara (Italia) reseñada en Manchini,
Héctor L., "Condena por sobreproteger al hijo", LL Online, en el cual se resolvió condenar al abuelo, abuela y
madre de un menor de edad por brindarle un amor enfermizo y excesivo que coadyuvó a que el niño aprendiera
a caminar recién a los siete años, jamás haya realizado ninguna actividad deportiva ni social y no pueda orinar
solo a los trece años.
(63) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Ley de Protección...", cit., ps. 168 y
169.
(64) Volnovich, Juan C.; Carril, Elina y Lagos Darío M., "Ser padre hoy", publicado en agosto del 2001 en
www.topia.com.ar/articulos/ser-padre-hoy.
(65) García Fernández, Fernando, "Las redes...", cit. p. 42.
(66) Tomeo, Fernando, "El impacto...", cit.
(67) Publicada en la sección "Costumbres", Revista Noticias, 10/4/2010.
(68) Mizrahi, Mauricio L., "El niño: educación para una autonomía responsable", LL 1993-E-1269.
(69) "Liga de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de la República Argentina y otros v. Ciudad de
Buenos Aires", Trib. Sup. Just. Ciudad Bs. As., 14/10/2003.
(70) Gil Domínguez, Andrés; Famá, María Victoria y Herrera, Marisa, Ley de Protección...", cit., ps. 177 y
178.
(71) Cifuentes, Santos, Elementos de derecho civil. Parte general, Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 218.
(72) Belluscio, Augusto C., Manual...", cit., p. 369.
(73) Borda, Guillermo, Tratado de derecho civil - Familia, t. II, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993.

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(74) Grosman, Cecilia P., "Los derechos del niño y adolescente al cuidado de su propio cuerpo y, en
especial, a la protección de su salud reproductiva", en Anuario Departamentos de Derecho Privado I, Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, 2001, p.
184.
(75) Primer estudio sobre la influencia de la TV y el video en la infancia, EE.UU., 1958.

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