El PERSONAJE del mes

92 CLÍO
 VIRIATO
EL PROTECTOR DE HISPANIA

EL RÉGIMEN IMPERIALISTA DE LA ANTIGUA ROMA HIZO QUE ALGUNOS HOMBRES SE

REVOLVIERAN CONTRA SU OPRESIÓN E INICIARAN UNA PEQUEÑA REVOLUCIÓN QUE
CAMBIARÍA EL MAPA DEL IMPERIO ROMANO. UNO DE ESTOS HOMBRES FUE EL HISPANO
VIRIATO, QUE CONSIGUIÓ PONER EN JAQUE AL EJÉRCITO DE ROMA Y HACERSE CON EL
CONTROL DE ALGUNOS DE SUS TERRITORIOS MÁS PRECIADOS.

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E
N EL SIGLO II A.C. LA REPÚBLICA ROMANA
ERA DUEÑA Y SEÑORA DEL MAR MEDITERRÁ-
NEO, CON UNA ACTIVIDAD CONQUISTA-
DORA Y COLONIZADORA SIN PRECEDENTES
EN SU HISTORIA. Caminaba hacia la configu-
ración de un imperio, y, dentro de sus planes, la Penín-
sula Ibérica, Hispania, era un territorio clave, tanto por su
posición geoestratégica como por sus recursos naturales y
zonas de cultivo.
Esta conquista y colonización tuvo sus alianzas y pac-
tos, pero también su oposición. Muchas tribus se negaron
a cambiar el statuo quo anterior a las guerras púnicas y se
enfrentaron con valentía y coraje, en condiciones de des-
igualdad extremas, a la gran maquinaria de guerra de la
antigüedad: las legiones romanas. La historia de Viriato y
sus lusitanos no es la única, pero sí de las más legendarias.
LA HISTORIA DE UN GUERRERO
Viriathus, conocido también en latín como adsertor (pro-
tector) de Hispania, mantuvo en jaque a las legiones repu-
blicanas que trataban, tras la total derrota de Cartago en
las guerras púnicas, de establecer el orden romano en la
conquista sistemática de la Península Ibérica. Pero, si ana-
lizamos las fuentes clásicas, veremos a varios personajes
en Viriato: el héroe idealizado de la antigüedad a imitación
de Aníbal, Espartaco o Vercingetorix; el pastor que se con-
vierte en bandido y aterroriza las tropas ricas y pertrechadas
de un nuevo ocupante del territorio; el paradigma muchas
veces del buen salvaje fiel a sus hombres; o, como figura
de nacionalismos exacerbados, tanto en España como en
Portugal.
Y es que para entender a un personaje como Viriato antes
debemos contextualizar su época. La república romana,
que en estos momentos se enseñoreaba en el Mediterrá-
neo, es el resultado de un complejo proceso iniciado con
la revolución que supuso el descubrimiento de la forja del
hierro y que permitió trascender el antiguo equilibrio de la
Edad del Bronce y del clásico héroe griego inmortalizado
por Homero. Con el hierro cualquier aldea podía armar a
sus ciudadanos con sólo tener una forja y un herrero en
su territorio, sin depender para ello del señor de la gue-
rra dominante, como ocurría anteriormente. Esto espoleará
una nueva clase de ciudadano, aquel que exige derechos,
así como contar en el gobierno de su ciudad, bajo la ame-
naza real de revolución social contra las clases dominan-
tes. Surgirá un nuevo equilibrio, cuyo paradigma será la
democracia ateniense de ciudadanos libres que deciden su
destino.
SOCIEDAD IGUALITARIA
Roma jamás llegó a tener una democracia en el sentido ate-
niense, pero sí mantuvo un pulso entre patricios y plebe-
yos desde principios del siglo V a.C. hasta principios del
siglo III a.C. Entre estas fechas dos hitos marcarán el avance
hacia una sociedad más igualitaria, la ley de las doce tablas
y la llamada Ley Hortensia, que permitían la participación

ROMA JAMÁS LLEGÓ A TENER UNA DEMOCRACIA en el sentido ateniense, pero sí

mantuvo un pulso entre patricios y plebeyos desde principios del siglo V a.C. hasta
principios del siglo III a.C.
CLÍO 93
El PERSONAJE del mes
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de toda la ciudadanía en las decisiones
de la república. Ante esta situación la
nobleza romana y sus políticas darán
un giro hacia el imperialismo como
forma de contentar sus ambiciones,
mientras que la plebe exigirá, además
de derechos, comida, tierras y bienes-
tar. Esto hacía necesaria la constante
entrada de botín de guerra, cereales y
esclavos, al mismo tiempo que la ocu-
pación de tierras fértiles que poder
repartir.
Dentro de este contexto imperialista,
iniciado también a nivel global en todo
el Mediterráneo se enmarcan las Gue-
rras Púnicas de Roma contra Cartago,
la segunda de las cuales se dirimirá
en suelo itálico y en Hispania. Con la
derrota de Aníbal en el año 202 a.C.,
Roma inicia la total conquista de la
Península Ibérica, la explotación de
sus recursos, el vasallaje de sus pobla-
dores y la distribución de las tierras
entre sus ciudadanos y soldados. Esta
conquista sistemática y prolongada en
el tiempo, más conocida como roma-
nización, no se hará sin guerras, sin
revueltas puntuales, sin aniquilaciones
y matanzas sobre poblaciones enteras
como el caso de Numancia, y no se
hará sin héroes, como Viriato.
94 CLÍO
EL ORIGEN DE UN LÍDER
En el marco de las conocidas como
g u e r ra s L u s i t a n a s , e n e l s u r o e s t e
peninsular, surgirá un líder dispuesto a
derrotar a través de la guerra de gue-
rrillas a las tropas romanas invasoras.
Viriato, llamado así por la palabra
celta viria (adorno celta o ibero), será
descrito por Tito Livio como un pastor
convertido en guerrero. No sabemos ni
dónde ni cuándo nació, aunque tuvo
que ser en la primera mitad del siglo
II a.C., y en el actual territorio portu-
gués-español, conocido como Lusita-
nia por Roma.
Aunque ha habido autores que han
señalado que pudiera ser incluso un
ibero valenciano, pensamos que su
origen no tiene mayor importancia
que el de un intento de adhesión
nacionalista de un héroe para un país,
España o Portugal, que ni siquiera
existía en el siglo II a.C.
Entre los años 154 y 153 a.C., el
pretor Lucio Mumio logró imponerse
contra los siempre combativos lusi-
tanos y firmar la paz. En el 151 a.C.,
Serbio Sulpicio Galba y el procónsul
Lucio Licinio Lúculo se hicieron con
el control de la zona de manera sal-
vaje a la que los hispanos contestaron
con fiereza obligando a Galva a reti-
rarse y a negociar en el 150 a.C. una
tregua. Galva invitó a los líderes tri-
bales a una reunión, a la misma acu-
dieron más de 30.000 hombres des-
armados sobre los que cayeron impu-
nemente las legiones en una orgía de
sangre, muerte y traición.
Las fuentes nos cuentan que Viriato
fue uno de los supervivientes de esta
matanza. Lo que parece claro es que la
violencia de los romanos le causó un
honda impresión y, por eso, a partir del
año 147 a.C. se puso al frente de las
tropas lusas en rebeldía, consiguiendo
una primera victoria sobre el ejército
del pretor Cayo Vetilio, que dejó su
vida junto a más de 4.000 de sus hom-
bres. Posteriormente saqueó la zona
de la ciudad de Tribola y de toda la
Carpetania, siendo encumbrado desde
entonces como caudillo indiscutible
del nuevo ejército lusitano contra los
romanos.
VICTORIAS HISPANAS
Durante el 146 a.C. las tropas bajo el
nuevo líder hispano obtendrán victo-
rias sobre el pretor Palutio, también
en Carpetania, sobre Cludio Unimano
en la Citerior, así como un ataque
 ¿INTENTABA VIRIATO convertirse en un
rey, o sólo estaba cansado de la guerra
contra Roma? Tito Livia escribía: "En
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de pastor a cazador, luego a bandido y
pronto a jefe de un ejército".

sobre la ciudad de Segóbriga. No
sería hasta el año 144 a.C. cuando
tengamos noticias de la retirada de
Viriato acosado por el cónsul electo
Fabio Máximo, que, lejos de frenar
los ataques lusos, llegaron a arreciar
conquistando poco después la ciudad
de Tucci y asolando la Bastetania.
En el 143 a.C. se unirían a Viriato las
tribus de los arévacos, tittos y bellos,
además de los vetones que ya estaban
con ellos, iniciando así la llamada ter-
cera guerra celtíbera.
Tras un periodo de impresionantes
victorias contra Roma que hizo que
los lusitanos se hicieran con gran parte
de la Hispania Ulterior y una parte de
la Citerior, esta decidió invertir más
medios contra el líder hispano.
En el 145 a.C. Quinto Fabio Máximo
Emiliano se instalará con sus tropas
en la ciudad de Orsona, desde donde
obligó a una retirada a Viriato y recu-
peró el sur de la península para la
república. Mientras, por el norte, el
ejército ibero recibía el hostigamiento
de Cayo Lelio el Sabio . No obstante,
la guerra de guerrillas, y el mayor
conocimiento del territorio, volvió a
dar sus frutos a Viriato que lejos de
estar derrotado se volvía a imponer
poniendo en jaque a las tropas legio-
narias. Hasta el punto de acorralar a
todo un ejército en el año 143 a.C. Al
mando estaba el cónsul Quinto Fabio
Máximo Serviliano, en Erisana, el
cual fue obligado a firmar un tratado
de paz en el 140 a.C., por el que se
daba la independencia a los territorios
dominados por Viriato, y se le recono-
cía como dux (jefe) y amicus populi
romani (amigo del pueblo romano).
¿Intentaba Viriato convertirse en un
rey, o sólo estaba cansado de la guerra
contra Roma? Tito Livio escribiría: “En
Hispania, Viriato, quien primero pasó
de pastor a cazador, luego a bandido
y pronto a jefe de un ejército, ocupó
toda la Lusitania”.
La república romana estaba muy lejos
de permitir un rey dentro de lo que ya
consideraba sus territorios. Así el cón-
sul Máximo Serviliano fue sustituido
por Servilio Cepión, su hermano, quien
prosiguió la guerra contra el adsertor
(protector) de Hispania, obligando,
mediante el hostigamiento continúo, a
que Viriato buscase un pacto con él.
EL FINAL DE UN SUEÑO
En el año 139 a.C. las fuentes nos cuen-
tan como al regresar Viriato a su tienda
tras la reunión con Cepión, sus hom-
bres, Audax, Ditalcos y Minuros, lo
asesinaron mientras dormía, con una
puñalada en la garganta, ya que dormía
con su armadura.
No sabemos realmente si la leyenda
de su muerte esconde realmente una
traición o bien un desgaste brutal de
sus oficiales por los estados de guerra
y pactos. El mito nos dice que tras su
muerte los tres asesinos se presenta-
ron ante el cónsul para exigir el pago,
y Cepión les respondió con la famosa
frase: "Roma traditoribus non prae-
miat" (Roma no paga a traidores).
Tras su muerte, su sucesor, Táutalo,
intentaría la conquista de Sagunto en el
año 139 a.C., siendo derrotado y obli-
gado a firmar la paz con Cepión. Pos-
teriormente, el cónsul Marco Popilio
Laenas dará a los lusitanos parte de las
tierras en litigio durante la guerra con
Viriato, no llegando, en cambio, a una
paz total hasta la época de Augusto.
Apiano describiría a Viriato de la
siguiente forma: “(Viriato fue el jefe)
que mayores dotes de mando había
tenido entre los bárbaros y el más
presto al peligro atrevido (…) y el más
justo a la hora del reparto del botín y el
más resuelto a la hora del peligro”.

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