Вы находитесь на странице: 1из 5

Teoría de la Instrucción Pública

Se argumenta en favor de la educación pública desde la siguiente pretensión: uno de los objetos
positivos de la educación intelectual es el de ligar todos los espíritus por los vínculos de una
misma doctrina. En otras palabras, se busca hacer a todos partícipes de la comunión de una sola
verdad. Este objetivo le da sentido a la argumentación posterior en favor de la educación pública para la
concreción exitosa del mismo. Los argumentos son los siguientes:

1) El estado actual de la sociedad, donde existen diversos sistemas filosóficos en disputa, no ofrece una
doctrina unívoca entre todas las direcciones de la instrucción primaria

2) Mientras un sistema de educación común es capaz de recuperar la unidad del intelecto, imponiendo a
todos la misma doctrina, un sistema de educación particular no permite esta unidad. En efecto, en las
sociedades cultas de nuestros días, la simultánea coexistencia de tantos sistemas ha creado la
necesidad de recurrir a la escuela pública como el medio más eficaz que pueda emplearse para
restablecer la unidad del intelecto.

3) La evidencia antigua a favor de la instrucción primaria no aplica en estos días, pues ya no existe un
predominio de la filosofía católica.

4) La instrucción pública es una y para todos, mientras la privada varía según la institución donde se
imparta.

5) La instrucción privada se ve afectada por el incentivo del lucro.

¿Cuál es la oposición a lo que plantea Letelier? En contra de esta doctrina, se ha negado juntamente
el derecho del Estado a imponer la unidad de creencias y la posibilidad de realizar tamaña
empresa. La época de Letelier, marcada por la dispersión de las conciencias, se caracteriza por la
limitación de las creencias al ámbito subjetivo e individual. Letelier adhiere a las premisas de los
individualistas liberales, pero niega su conclusión, pues su propuesta educativa contempla sistemas que
sin ofender ninguna conciencia, imponen la adhesión universal a unas mismas doctrinas que
satisfacen gran número de necesidades sociales.

Uno de los problemas de la educación privada es su necesidad de pensarse como un proyecto de mero
ámbito económico, es decir, que exige una utilidad que excede el objetivo propuesto por Letelier para la
educación. De este modo, la dimensión específica del proyecto educativo corre el riesgo de subordinarse
a intereses que no le competen. Esto se expresa claramente en el siguiente fragmento: ¿Qué quiere
decir esto? Lo que quiere decir es que donde deja de ser pública, la enseñanza pierde su carácter
democrático e igualitario, se convierte en simple adorno de las clases oligárquicas, y por el mismo
hecho se inhabilita para cumplir sus fines peculiares.

Solo la educación pública es capaz de cumplir el requisito de que sea universal, y, por ende, igualitaria y
democrática.

¿Cuál es el propósito de toda educación sistemática, es decir, tanto privada como pública? uno de los
objetos principales de la educación sistemática, cualesquiera que sean su forma, su grado o su
naturaleza, es el de formar a los niños para la sociedad y que con este propósito el maestro
propende por un lado a dotarles de ciertos modales, gustos, criterio, aptitudes, tendencias y
hábitos, y por otro lado, a extirpar los errores, vicios, supersticiones, falsos modos de ver y de
pensar que las influencias reflejas imponen al espíritu plástico de la infancia.
En el caso de la instrucción doméstica, Letelier critica el aislamiento social que impide la pertinente
inserción a la sociedad y sus exigencias. En esta, la educación no puede cultivar gérmenes que
suponen la vida de relación. La instrucción doméstica carece de los beneficios que ofrece el régimen de
emulación. En efecto, Educado en el aislamiento, el hombre no tiene términos de comparación para
apreciar la potencia relativa de sus facultades, ni ocasiones de lucha para desarrollar toda la
energía de su naturaleza.

Además, la educación común se trata de una institución esencialmente democratizadora. Esto porque la
escuela es una especie de república en que desaparecen las distinciones sociales de la fortuna y la
sangre, para no dejar subsistentes más que las de la virtud y el talento. Es decir, en las escuelas
predomina la meritocracia por sobre aristocracia y plutocracia. Cabe decir que en esta modalidad existe
una lucha entre individuos que están sometidos a la ley común de la concurrencia, y que esta
misma lucha es el elemento vital del cual carece la instrucción doméstica, fenómeno que estimula el
desarrollo de la plasticidad humana.

A su vez, en la escuela común germinan los sentimientos morales con más facilidad que en la educación
doméstica y aislada. En efecto, la educación doméstica no desarrolla por completo el ser moral de
los niños, ni los dota de aquellos sentimientos que deben adornarles para que se puedan
incorporar en la sociedad.

III

¿Qué es la enseñanza? Es una función social: la enseñanza es una función que provee al gobierno
espiritual de los pueblos, así como la política es una función que provee a su gobierno temporal.
Se trata de la formación intelectual de la sociedad. Letelier argumenta que, bajo este sentido, la
administración de los particulares desvirtuaría la obra, del mismo modo en que lo haría si, por ejemplo, se
exigiera una justicia particular. Dice Letelier que los adversarios de la instrucción pública están
empeñados en adulterar la naturaleza de la enseñanza, convirtiéndola en una industria para
someterla en este carácter a la ley de la oferta y la .demanda; y no hay duda que a esta condición
se la rebaja cuando en vez de una función pública se hace de ella un servicio doméstico.

Letelier insiste en que las suposiciones hechas por los liberales son erradas. Que las personas tengan la
capacidad para elegir mercadería, no significa que estén capacitadas para elegir en materias de
enseñanza. No se tratan, en efecto, de elementos de la misma naturaleza. Las supuestas leyes
propuestas por los economistas no parecen tener un sustento en la realidad, como se ejemplifica en el
siguiente fragmento: Los economistas sostienen que, a virtud de la ley de la oferta y la demanda,
cuando el Estado no interviene, la iniciativa particular mejora la enseñanza y funda escuelas
dondequiera se las necesita. Pero en el hecho ocurre una cosa diferente: las escuelas se abren en
las más grandes poblaciones, donde es mayor la cultura y menor la necesidad, y no en las
poblaciones más atrasadas, donde es mayor la necesidad por ser menor la cultura. Todos los
argumentos a favor de la instrucción particular van acompañados de la doctrina liberal de la mano
invisible, es decir, la tesis de que en cuanto menos intervenga el estado, más favorable es para el
desarrollo de la potencialidad de los individuos.

Por lo demás, Letelier argumenta que, de acuerdo a su contexto histórico, la iniciativa privada no puede
ser fructífera. Podría serlo en otras condiciones, pero, en cuanto no lleguen tales condiciones, es estéril
pensar en un proyecto de tal naturaleza.
Uno de los ámbitos en los que ha demostrado cierta fecundidad la iniciativa privada, es en el de la
educación superior. Aun así, es una fecundidad parcial, pues se oscurece con ciertos ejemplos
defectuosos, como aquellas instituciones que son simples casas de comercio que, con rápidos
simulacros de estudio, venden a destajo y desvergonzadamente los grados académicos, los
títulos profesionales y los certificados de competencia.

Desde el punto de vista de Letelier, además, la educación promovida por el estado procura que el pueblo
no viva en la ignorancia. La intervención del gobierno en la educación prepara, por el contrario,
todas las emancipaciones.

IV

Ahora bien, ¿debe la Iglesia o el Estado encargarse de la instrucción de la población? El problema de


este asunto radica que, en realidad, cuando existe oposición a que la educación sea impartida por el
Estado para ser una iniciativa exclusivamente particular, lo que hay detrás es un interés de la Iglesia
Católica por ejercer este dominio con un control total. En otros términos, se demanda en apariencia
libertad para constituir en el hecho un privilegio, y so capa de sujetar la enseñanza a la ley de la
concurrencia industrial, lo que se quiere es ponerla en manos de la Iglesia dominante.

El problema de que la Iglesia católica lleve a cabo esta tarea, es que no parece conveniente para la
sociedad actual, considerando los efectos desfavorables que ha producido la Iglesia al negarse a enseñar
aquellas disciplinas de las que desconfía dogmáticamente, condenando la nación a un atraso (Se
menciona a España como ejemplo). En efecto, la Iglesia católica, la más grande institución docente
de la historia, no puede continuar a cargo de la enseñanza de los pueblos contemporáneos. En
este punto, es evidente la herencia ilustrada de Letelier, que se traduce en su concepción sobre la ciencia
y su adhesión a la corriente positivista de la época. Lo importante es que la instrucción tenga un apellido:
instrucción científica. Lo que puede ofrecer la instrucción religiosa es inútil, pues esas doctrinas, de
carácterreligioso, no sirven para constituir la instrucción de los pueblos civilizados.

A diferencia de las falencias que presentan las doctrinas teológicas al momento de encargarse de la
instrucción general, (como ser discutibles y sectarias) se dice que general en simple instrucción religiosa.
Sólo el Estado, que es la resultante de todas las fuerzas sociales, puede organizar una enseñanza
que no ofenda a conciencia alguna y que abrace en su seno a todos los espíritus. La misma
educación que forma al buen ciudadano, decía Aristóteles, forma también al hombre virtuoso.

Es evidente que en Letelier subyace el conocimiento científico como elemento unificador, respondiendo al
canon ilustrado del hombre moderno que propone la verdad de la ciencia como una verdad universal
frente a la cual todo hombre está en la misma posición. No así en el caso de la religión, incapaz de esta
unicidad en los pueblos en tanto conjuntos de sujetos epistémicos con ciertos caracteres definidos por
una filosofía previa.

Letelier, al poner a la Iglesia como un elemento naturalmente obstructivo del progreso que requiere la
sociedad moderna, da cuenta de diversos ejemplos históricos que fundamentan tal acusación: ha
combatido la abolición del fuero eclesiástico, las instituciones del matrimonio civil, del registro
civil y del cementerio laico, la secularización de la enseñanza, la libertad de cultos, etc.
V. Combate contra el Estado Docente: opositores

Individualismo liberal (Humboldt y Spencer): El fin del hombre consiste en el desenvolvimiento más
amplio de sus fuerzas. Según este punto de vista, la enseñanza uniforme en manos del Estado
representa una amenaza para la naturaleza del hombre. Letelier acusa en esta postura un elemento
subyacente que no solo se opone al Estado, sino a la Iglesia y toda otra institución que propenda a
uniformar los espíritus. Con esto, lo que combaten los individualistas es, al final, la enseñanza en sí
misma.

Letelier afirma que bajo el respecto filosófico, la sociedad es tanto más perfecta cuanto más
uniforme son las doctrinas dominantes. La doctrina dominante es la filosofía científica, el positivismo
sobre el cual se posiciona Letelier, que es la filosofía definitiva y de carácter unívoco, mientras la
metafísica es la base de la anarquía mental.

Ahora bien, ¿por qué la insistencia en esta unidad? ¿qué beneficios trae la unidad sobre la multiplicidad?
Letelier expone los siguientes problemas respecto al predominio de la multiplicidad: Cuando no hay una
doctrina común que una a todos les espíritus, surgen, se multiplican y se agitan sectas enemigas,
partidos antagónicos, escuelas adversas; el gobierno temporal se dificulta en la misma proporción
en que el fraccionamiento social se aumenta; la autoridad no obra como órgano de todo el pueblo;
sino como órgano de una simple mayoría; el poder renuncia una parte de sus funciones para no
lastimar a los adversarios, y la política a no vive más que de transacciones, acomodos y términos
medíos.

Como vemos, se apela a una convergencia hacia una misma verdad, esto es, una sociedad estructurada
en un movimiento único que es movido por un único fin. Se busca evitar la dispersión de los espíritus a
través de la educación neutra impartida por el Estado.

¿Sería dogmático este tipo de enseñanza? En tanto se trataría de una instrucción científica, Letelier
argumenta que se trataría del caso contrario, pues solo una instrucción de tal naturaleza es capaz de
desarrollar la razón humana de modo suficiente para resistir cualquier dogma que trate de imponerse a la
población.

VI. Los medios del Estado para impartir una enseñanza que no vulnere la libertad de conciencia

Es importante resaltar que la propuesta de Letelier no es representante de las propuestas actuales en


materia de educación pública, donde el proyecto a seguir no es la unidad, sino precisamente lo contrario,
la diversidad. Véase el siguiente fragmento para constatar este punto: Un Estado que tiene conciencia
de su misión educativa y pacificadora no puede tolerar que a la sombra de la libertad de
enseñanza, se eduque a la juventud para rebelarse contra las autoridades legítimas, para
desobedecer las leyes en nombre de la conciencia ni mucho menos para desquiciar en homenaje
al supuesto derecho divino de una familia o de una Iglesia el orden constitucional instituido por la
voluntad de los pueblos. Bajo esta perspectiva, caerían muchas doctrinas que se propagan hoy en las
universidades.

No obstante, también encontramos lo siguiente: Tampoco se necesita prevenir que para garantizar la
adopción general de un plan de estudios y de educación, y sobre todo para garantizar el
cumplimiento de sus fines de paz y de unión social, se debe eliminar inexorablemente en él toda
doctrina y toda materia que en el actual estado de la cultura sea ocasionada a entorpecer la
convergencia de los espíritus. No estaríamos tampoco ante un régimen autoritario de censura.

Вам также может понравиться