En la venta de bienes muebles, la primera venta de los inmuebles o en el caso
de los contratos de construcción, resulta común que para poder asegurar la venta de los bienes o procurar que se ejecute el contrato, el comprador o adquirente cumpla con la entrega de montos de dinero al vendedor o al constructor, como una especie de señal para que la operación se lleve a cabo, la cual puede revestir distintos nombres como arras, depósitos, garantías, entre otros.
En el caso de la entrega de las arras, la norma reglamentaria establecía que
solo se afectaban al pago del IGV cuando sean arras de retractación y el monto pagado por este concepto supere el 15% del valor de venta del bien o del valor total de la construcción. En el caso de arras de confirmación la obligación tributaria del IGV se generaba por cualquier monto.
A raíz de la modificatoria realizada a la Ley del IGV por el Decreto Legislativo
Nº 1116, se ha incorporado un párrafo al literal a) del artículo 3º de la Ley del IGV, en el cual se precisa que se considera venta las arras, depósitos o garantías que superen el límite establecido en el Reglamento.
Finalmente, la norma reglamentaria (modificada por el Decreto Supremo Nº
161-2012-EF) ha determinado que en el caso de las arras, depósitos o garantías, la obligación tributaria del IGV nace cuando éstos superen el 3% del valor total de la venta del bien, del valor de la prestación o utilización de servicios, o también del valor total de la construcción, según corresponda.
El motivo del presente informe es abordar el tema de la entrega de las arras,
depósitos o garantías y analizar las implicancias tributarias que se generan de manera específica en la venta de inmuebles, sobre todo en la primera venta de los inmuebles efectuado por el constructor de los mismos. DEPÓSITO Y GARANTÍA
Con la reciente incorporación de éstos términos dentro de las definiciones de
venta, servicios y contratos de construcción mediante el Decreto Legislativo Nº 1116 es preciso dar una explicación sobre lo que implican tales supuestos. Para empezar, el término “DEPÓSITO” en su sentido común y ordinario del ámbito civil constituye un contrato nominado que se encuentra regulado en nuestro Código Civil en el artículo 1814° en el que una de las partes se obliga a custodiar el bien o bienes de la otra parte y a devolverlo cuando lo solicite, en cambio de una remuneración. De manera obvia, indicamos que este no es el sentido que el legislador adopta al ubicar este término dentro de la Ley del IGV, sino busca incluir una práctica común dentro de los usos comerciales de nuestra nación al darle al término “depósito” el significado de la conducta por la cual, al pactar un negocio, ya sea de venta, servicios o de construcción, se busca asegurar la realización de la prestación, abonando de forma anticipada una parte del precio o monto de la operación mediante un depósito en una cuenta de una entidad financiera, a nombre de su proveedor o prestador. Como vemos, bajo este contexto difiere ostensiblemente en su acepción general. Por otra parte el término “GARANTÍA” tampoco se debe entender en su sentido ordinario como un medio que respalde o asegure el pago o rembolso de un crédito o préstamo otorgado, como lo serían las garantías reales (hipotecas, garantías mobiliarias) o las garantías personales (fianzas) sino que se da a entender que bajo este término se busca que el contribuyente comprenda que cuando efectúa operaciones comerciales y celebre contratos en los que comúnmente se estipula una “cláusula de garantía” la que, básicamente, consiste en la cancelación de un monto dinerario que tenga como función garantizar el cumplimiento de la prestación pero que por lo general termina integrando parte del precio del servicio o venta. Entonces tanto el depósito como la garantía reciben un tratamiento diferenciado estipulándose el requisito de que dichas sumas deben superar un límite establecido en el reglamento para que se aplique el gravamen sin embargo estas sumas en la práctica reúnen las características de lo que conocemos como “adelantos” en el argot comercial y que tienen como función garantizar el cumplimiento de lo pactado para ambas partes. Se valora la intención de buscar acercar la redacción normativa a una mejor comprensión del contribuyente, pues en muchas ocasiones, previas a la modificación, el contribuyente se encontraba en la duda de considerar si dichos montos generaban o no la configuración del hecho imponible. Arras: concepto y tipos El pacto de arras es accesorio de una obligación principal (de dar, hacer o no hacer), cuyo cumplimiento garantiza. En virtud de este pacto, una de las partes (tradens) entrega a la otra (accipiens) una cantidad de dinero u otra cosa, que sustituirá o se acumulará a la indemnización de daños y perjuicios debida en caso de que el tradens incumpla la obligación garantizada. Éstas son las denominadas arras penales, que por cumplir una función de garantía, similar a la de la cláusula penal exigible en caso de incumplimiento del deudor, se estudian aquí.
Arras penitenciales y arras confirmatorias
Existen otros tipos de arras, a los que también hay que aludir para una mejor comprensión de las penales aunque cumplen una finalidad diversa a la de éstas. Son las arras penitenciales y las arras confirmatorias, caracteizadas ambas, como las penales, por consistir en la entrega de una suma de dinero (u otra cosa) por uno de los contratantes al otro en el momento de perfeccionarse un contrato o una promesa de contrato. Éste suele ser una compraventa (aunque nada impide que sea cualquier otro), de ahí que la escasa regulación sobre las arras, referida sólo precisamente a las penitenciales y a las confirmatorias, se localice como veremos en las normas dedicadas al contrato de compraventa (tanto civil como mercantil).
Diferencia entre arras penales y cláusula penal
La diferencia entre las arras penales y la cláusula penal radica en que, en las arras, lo que va a servir de indemnización o pena se entrega antes del incumplimiento del deudor (no existen arras sin la entrega de una cosa o datio rei), mientras que de la cláusula penal nace la obligación de exigir esa indemnización o pena después del incumplimiento del deudor. Es obvio, por ello, que las arras aseguran de forma más eficaz que la cláusula penal el interés del acreedor, pues mientras que la obligación en que consiste la pena convencional puede que no se cumpla por el deudor que antes incumplió la obligación principal, las arras se encuentran ya en poder del acreedor dispuestas a imputarse a la indemnización de daños y perjuicios, tanto si opta por exigir el cumplimiento como si prefiere resolver el contrato.
El criterio de distinción utilizado permite conceptuar como arras, y no como
cláusula penal, los pagos parciales que va haciendo el comprador de un bien y que, en caso de incumplimiento de plazos posteriores, pueden ser retenidos por el vendedor que resuelve el contrato como indemnización de daños y perjuicios. Estas estipulaciones, que se podrían considerar (y de hecho se consideran por numerosos autores) como cláusulas penales si se entiende que para que existan arras la datio rei ha de ser previa al inicio de la ejecución del contrato, son frecuentes, por ejemplo, en los contratos de compraventa que celebran las inmobiliarias y en las compraventas a plazos de bienes muebles (también en los contratos de arrendamiento financiero).
Las arras penales no se regulan en el Código, aunque son perfectamente
admisibles como emanación de la autonomía de la voluntad (artículo 1255 del Código Civil). Su similitud con las cláusulas penales permite, no obstante, aplicar por analogía los artículos 1152 a 1155 del Código Civil. Al igual que las cláusulas penales con función de garantía, las arras penales pueden ser o bien liquidatorias del daño o bien punitivas del incumplimiento; las primeras sometidas al artículo 1152.I, y las segundas al artículo 1153, inciso 2º. Las arras penales entregadas serán exigibles además de la indemnización correspondiente al incumplimiento de la obligación tomado en consideración por las partes (recordemos que éste puede ser un cumplimiento irregular o un incumplimiento total) sólo cuando expresamente así se haya pactado; en otro caso, las arras sustituirán a la indemnización de daños y perjuicios, de modo que no será necesario probar ni cuantificar éstos. La aplicación del artículo 1152.II lleva a entender que el incumplimiento del deudor, para que el acreedor se quede con las arras, ha de ser culpable, salvo que se haya pactado también esa facultad cuando el incumplimiento fuera debido a caso fortuito o fuerza mayor. Se podrán moderar por los tribunales si el incumplimiento no ha sido total (artículo 1154). Las arras seguirán la suerte de la obligación principal garantizada (artículo 1155). el importe de las mismas se imputará normalmente al precio debido, aunque se ha podido pactar la devolución de las mismas al tradens.
Las arras penitenciales
Las arras penitenciales son aquellas que se entregan por una de las partes de un contrato a la otra con la finalidad de que pueda desligarse del mismo cualquiera de ellas si así lo desea, la primera perdiéndolas y la segunda devolviéndolas duplicadas (es decir, entregando otro tanto además de devolver lo recibido). También estas arras son similares a otro tipo de cláusula penal, la que tiene una función penitencial (artículo 1153, inciso 1.º del Código Civil), aunque obviamente no constituyen una obligación facultativa (pues ya se han entregado). Como la multa penitencial, no se prevén para el caso de que se produzca un incumplimiento (esas serían unas arras penales) sino para que pueda producirse precisamente ese incumplimiento, lícito porque dejaría de existir un vínculo entre las partes. Estas arras penitenciales se admiten en el artículo 1454 del Código Civil ("Si hubiesen mediado arras o señal en el contrato de compra y venta, podrá rescindirse el contrato allanándose el comprador a perderlas, o el vendedor a devolverlas duplicadas"), pero no se dispone su plazo de ejercicio ni su destino cuando ninguna de las partes ejerce la facultad permitida de desistimiento (o de arrepentimiento, no de rescisión a pesar de la literalidad del precepto). En cuanto al plazo de ejercicio, habrá que estar a lo pactado, sin que en ningún caso pueda superar el inicio de la ejecución del contrato. En cuanto al destino de las arras si no se desiste del contrato, hay que distinguir que el contrato se cumpla o que, por el contrario, se incumpla. Si se cumple, salvo que se haya convenido otra cosa, las arras deberán imputarse al precio a pagar por el deudor que las entregó. Si se produce un incumplimiento, la duda está en decidir si las arras funcionarán como indemnización pactada (considerándolas entonces, además de penitenciales, penales) o como simple parte del precio (considerándolas meramente confirmatorias), pareciendo más razonable esta segunda alternativa salvo que se haya pactado la primera.
LAS ARRAS CONFIRMATORIAS
La entrega de arras confirmatorias tiene la idea de ser una señal o prueba de seriedad que de todos modos se dé la celebración del contrato, sin otorgar el derecho de desistirse de él. En caso que se ratifique la celebración del contrato y el mismo se cumpla, la parte que recibió las arras puede optar por: (i) devolverlas o (ii) en todo caso imputarlas como parte del precio del pago, ello obviamente de acuerdo a la propia naturaleza del contrato. Las arras confirmatorias están reguladas en el Código Civil Peruano desde los artículos 1477º al 1479º de la siguiente manera: El artículo 1477º señala el concepto al mencionar que la entrega de arras confirmatorias importa la conclusión del contrato. En caso de cumplimiento, quien recibió las arras las devolverá o las imputará sobre su crédito, según la naturaleza de la prestación. El artículo 1478º precisa que es lo que se entiende por arras penales. En dicho artículo se menciona que si la parte que hubiese entregado las arras no cumple la obligación por causa imputable a ella, la otra parte puede dejar sin efecto el contrato conservando las arras. Si quien no cumplió es la parte que las ha recibido, la otra puede dejar sin efecto el contrato y exigir el doble de las arras. Finalmente, el texto del artículo 1479º recoge las normas aplicables a la indemnización. Este dispositivo considera que si la parte que no ha incumplido la obligación prefiere demandar la ejecución o la resolución del contrato, la indemnización de daños y perjuicios se regula por las normas generales. LAS ARRAS DE RETRACTACIÓN Su entrega otorga la facultad de ejercer el derecho de desistirse del negocio que está contenido en un contrato, tanto para la parte que cumplió con entregarla como para la contraparte que las recibió. Finalmente, cuando la parte fiel al contrato tiene el derecho de apropiarse de las arras confirmatorias o cuando la incumplidora las tiene que devolver dobladas, estas adquieren una naturaleza de arras penales, advirtiendo que es una sub-especie de las confirmatorias. Las arras de retractación están reguladas en el Código Civil Peruano desde los artículos 1477º al 1479 de la siguiente manera: El artículo 1480º regula los alcances y derecho de retractación. Este dispositivo precisa que la entrega de las arras de retractación sólo es válida en los contratos preparatorios y concede a las partes el derecho de retractarse de ellos. El texto del artículo 1481º consigna los efectos de la retractación. Dentro de los efectos se menciona que si se retracta la parte que entrega las arras, las pierde en provecho del otro contratante. Por el contrario, si se retracta quien recibe las arras, debe devolverlas dobladas al tiempo de ejercitar el derecho. El artículo 1482º considera la posibilidad de la renuncia al derecho de retractación, al mencionar que la parte que recibe las arras puede renunciar al derecho de retractación. Finalmente, el texto del artículo 1483º regula el destino de las arras por contrato definitivo. Allí se precisa que si se celebra el contrato definitivo, quien recibe las arras las devolverá de inmediato o las imputará sobre su crédito, según la naturaleza de la prestación. Bibliografía http://www.infoderechocivil.es/2012/07/arras.html http://www.modelocontrato.net/que-es-el-contrato-de-arras.html http://blog.pucp.edu.pe/blog/blogdemarioalva/2012/09/10/la-entrega-de-arras- garantias-y-adelantos-que-implicancias-tributarias-se-producen-en-el-igv-2/