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Los linfocitos T cooperadores CD4+ proliferan al activarse y se diferencian en células efectoras cuyas funciones
básicamente corren a cargo de las citocinas segregadas. Una de las primeras respuestas ofrecidas por estas
células consiste en la secreción de la citocina interleucina 2 (IL-2). La IL-2 es un factor de crecimiento que actúa
sobre los linfocitos ya activados por un antígeno y estimula su proliferación (expansión clonal). Una parte de su
descendencia se diferencia en células efectoras capaces de segregar toda una colección variada de citocinas
y, por tanto, de cumplir funciones distintas. Estas células efectoras abandonan los órganos linfáticos donde
surgieron y emigran hacia los focos de infección afectados por una inflamación concomitante. Cuando los
efectores diferenciados vuelven a tropezar con los microbios asociados a las células, quedan activados para
ejercer las funciones responsables de su eliminación. Algunos linfocitos T efectores pertenecientes a la estirpe
de los linfocitos cooperadores CD4+ segregan la citocina interferón , que constituye un potente activador de
los macrófagos, en los que suscita la producción de sustancias microbicidas. Así pues, estos linfocitos T
cooperadores son capaces de reconocer los antígenos microbianos presentes sobre aquellos macrófagos que
hayan fagocitado los microorganismos y ayudan a los fagocitos en su labor de destruir los patógenos
infecciosos. Otros linfocitos T efectores CD4+ segregan citocinas que estimulan la producción
de una clase especial de anticuerpos llamados inmunoglobulina E (IgE) y activan unos leucocitos denominados
eosinófilos, que tienen la propiedad de eliminar aquellos parásitos demasiado grandes para su fagocitosis.
Según explicaremos más adelante, los linfocitos T cooperadores CD4+ también estimulan las respuestas de los
linfocitos B. Los linfocitos CD8+ activados proliferan y se diferencian en LTC encargados de destruir las células
que lleven microbios refugiados en su citoplasma. Estos microorganismos pueden ser virus que hayan infectado
numerosos tipos celulares, o bacterias ingeridas por los macrófagos pero que han aprendido a escapar de las
vesículas fagocíticas y llegar al citoplasma (donde no están al alcance de la maquinaria destructora de los
fagocitos, que se encuentra básicamente restringida a las vesículas). Mediante la desaparición de las células
infectadas, los LTC eliminan los reservorios de infección.