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ivu y tto ambulatorio y hospitalario

criterios de e coli blee


vertigos central y periférico
niveles de los dermatomas en trauma raquimedular
Profilaxis antibióticos para paso de sonda vesical
Escaras en paciente postrado
Pacientes sondados
La mayoría de los episodios de bacteriuria en el paciente sondado son
asintomáticos y causados por un único microorganismo. El principal factor
de riesgo para el desarrollo de bacteriuria asociada a la sonda uretral es la
duración del sondaje; virtualmente, todos los pacientes con sonda uretral
permanente tienen bacteriuria, frecuentemente con dos o más
microorganismos.
Es importante tener en cuenta dos normas básicas: el sistema del catéter
debe permanecer cerrado y la duración del sondaje debe ser la menor
posible. Como medida preventiva se recomienda reemplazar la sonda de
forma regular en intervalos adaptados al paciente (ya que no hay
información sobre la frecuencia adecuada de reemplazo de la sonda) y, si
es posible, sondajes intermitentes en vez de continuos. No hay evidencia
clara que justifique la profilaxis antibiótica de rutina en los cambios de
sonda, por lo que no está recomendada
No está recomendado el urocultivo rutinario ni el tratamiento antibiótico
de las infecciones asintomáticas, salvo en casos especiales. Si la infección
es sintomática, se realizará cultivo y se tratará con un antibiótico
adecuado durante un mínimo de 7 días, reemplazándose la sonda antes
de iniciar el tratamiento, sobre todo si se ha colocado hace más de 7 días
Es la sensación de perturbación del equilibrio corporal y es provocado por
alteraciones de diversos sistemas del organismo humano, entre ellos el
sistema vestibular. Generalmente el vértigo no se presenta como único
síntoma, sino que está incluido dentro del llamado síndrome vertiginoso el
cual incluye además un grupo de síntomas y signos tales como: nistagmo,
trastornos auditivos, ataxia y síntomas neurovegetativos (palidez,
sudoración, náuseas y vómitos). Mantener el equilibrio, durante el
movimiento del cuerpo y de la cabeza, depende de una armoniosa
interacción entre los sistemas sensoriales y motores, a partir de señales
provenientes de los receptores visuales, propioceptivos y vestibulares, y
del procesamiento de esta información en el tronco cerebral lo cual es
modulado por el cerebelo. Una alteración en cualquiera de estas
estructuras origina síntomas de desequilibrio corporal.
Se conoce como vértigo a la sensación subjetiva de movimiento, de giro
del entorno o de uno mismo de precipitación al vacío sin que exista
realmente. Se acompaña normalmente de náuseas, pérdida del equilibrio
(mareo) y sensación de desmayo inminente
es la percepción falsa o ilusoria de movimiento de los objetos que nos
rodean o de nuestro propio cuerpo.
Alucinación de movimiento que puede ser rotatorio o de lado a lado
Es toda incapacidad para mantener una posición deseada en el espacio o
la sensación subjetiva de la pérdida de dicha posición, de esta definición
se deriva que los vértigos pueden ser divididos en objetivos y subjetivos.
Objetivos: Cuando el paciente presenta evidencias clínicas de su
incapacidad de equilibrio que puede variar desde la pérdida total de la
capacidad de mantener la postura deseada, hasta diversos grados de ésta
como una marcha inestable u oscilaciones corporales en la bipedestación.
- Subjetivos: Como su nombre lo indica, es la sensación personal de
desequilibrio y no se traduce por una pérdida de estabilidad manifiesta
clínicamente.
Tipos
El vértigo se puede clasificar en periférico y central:
Vertigo periférico
Es el más frecuente y deviene de la afectación del laberinto (oído interno)
y nervio vestibular (encargado de transportar la información sobre el
equilibrio desde el oído interno al cerebro). El vértigo periférico se asocia
a una pérdida de audición y presión en los oídos.
Vertigo central
El central, por su parte, se produce debido a la alteración de los
mecanismos neurológicos del propio sistema vestibular y puede ir
acompañado de visión doble, inestabilidad y dolor de cabeza intenso.
El vértigo también puede ser objetivo o subjetivo, dependiendo de si el
paciente siente que es él quien gira alrededor de las cosas o si percibe que
es su entorno lo que parece dar vueltas a su alrededor, respectivamente.
Diagnóstico
El primer paso es determinar la naturaleza del problema y su causa. Para
ello, el médico le hará rellenar al paciente un cuestionario que tiene por
objeto conocer los detalles del cuadro clínico que éste padece, los
síntomas que acompañaron al mareo, su duración, posibles
desencadenantes o qué produjo alivio.
A continuación, el especialista procederá a la exploración
otorrinolaringológica, que abarca oído, fosas nasales, nasofaringe, cavidad
oral y laringe.
En ocasiones, puede ser necesario el estudio de un fenómeno reflejo
llamado nistagmo, un trastorno que se manifiesta con movimientos
rápidos e incontrolados de los ojos (ya sea de lado a lado, de arriba abajo
o de manera rotatoria) y se justifica por las conexiones existentes en el
cerebro entre el sistema vestibular y los núcleos de los movimientos
oculares. El médico tratará de estimular el nistagmo mediante un
movimiento brusco de la cabeza del paciente o introduciendo gotas de
agua fría y caliente (alternativamente) en el canal auditivo.
Pueden requerirse, asimismo, una tomografía computarizada o una
resonancia magnética de la cabeza, que mostrarían, en caso de haberlas,
alteraciones óseas o tumores en el nervio facial o del acústico.
En caso de que su médico sospeche una infección meningea le realizará
una punción lumbar y si quiere confirmar una insuficiencia en el riego
sanguíneo pedirá una angiografía.
Tratamientos
El tratamiento del vértigo depende de la causa subyacente que lo
produce. Existen diversos fármacos que se indican según las características
del paciente, entre ellos los diuréticos (puesto que al eliminar agua se
reduce la cantidad existente en el oído interno y con ello la sensación de
vértigo), la betahistina (un fármaco que reduce la excitabilidad de las
neuronas vestibulares  suele comenzar con dosis de entre 8 mg y 16 mg
tres veces al día, con dosis de mantenimiento de 24 mg a 48 mg por día. la
dosis de 48 mg/día durante tres meses suele ser el esquema más efectivo
para el tratamiento de la enfermedad de Ménière y los diferentes tipos de
vértigo periférico) u otros como los antagonistas del calcio y los
protectores celulares frente a agentes tóxicos locales. En general, estos
fármacos producen somnolencia, especialmente en personas de la tercera
edad. Cualquiera de estas prescripciones deberá acompañarse de una
dieta baja en sal, una combinación que resulta eficaz en el 70 por ciento
de los casos.
De no ser así, se realiza un tratamiento con gentamicina intratimpánica,
un antibiótico que se inyecta a través del tímpano, pasa al oído medio y
actúa en las células del equilibrio. Suele ser efectivo en un alto porcentaje
de los pacientes en los que ha fallado el tratamiento anteriormente
descrito. Para el resto, la única vía posible es pasar por el quirófano para
someterse a una neuroctomía vestibular (según la cual se corta el nervio
del equilibrio de manera que el paciente mantiene la audición) o una
laberintectomía (que supone la eliminación de todos los receptores
sensoriales del equilibrio, con la consecuente pérdida de audición).
A nivel particular cabe contemplar el vértigo paroxístico benigno postural,
un trastorno que se desencadena a raíz de la realización de movimientos
bruscos y cuyo origen está en el depósito de restos de tipo calcáreo en
uno de los conductos semicirculares del oído interno. El tratamiento
consiste en extraer dicho material de una zona donde no debería estar
mediante determinadas maniobras.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
El tratamiento del vértigo está dirigido a estabilizar las fluctuaciones
patológicas de la función vestibular periférica y a promover una
compensación central si existe un déficit permanente de la función
vestibular.
Los fármacos se administran con la finalidad de amortiguar la actividad
vestibular descompensada. Su eficacia es sintomática, ya que no suprimen
la causa que origina el vértigo, sino que únicamente atenúan el
desequilibrio originado por la disfunción vestibular; por eso también son
denominados supresores vestibulares. Se pueden dividir en dos grupos:
• Modificadores de la transmisión nerviosa en la vía vestibular, mediante
el bloqueo de receptores de neurotransmisores que intervienen en dicha
transmisión. Se incluyen en este grupo fármacos con actividad
antihistamínica o anticolinérgica, o ambas simultáneamente.
• Fármacos cuyo mecanismo de acción se basa en la etiología productora
de vértigo. Se incluyen en este grupo: vasodilatadores, diuréticos para
disminuir la presión del líquido intralaberíntico, antibacterianos para
erradicar la infección del oído, corticoides para disminuir la inflamación
laberíntica cuando existe infección virásica y ansiolíticos para reducir la
ansiedad producida por el ataque de vértigo.

El tema de hoy son las escaras o ulceras por presión, un problema muy
frecuente que casi todos los enfermos padecen al final de la 2º etapa
cuando empieza a aparecer la rigidez y los problemas de movilidad y sobre
todo en la 3º etapa cuando la persona ya ha perdido completamente la
movilidad y la sensibilidad.
Las escaras o ulceras por presión se producen cuando hay una presión
constante y excesiva sobre la piel y los tejidos.
Pensar en una persona que esta en la misma posición prácticamente todo
el dia y que no tiene sensibilidad ni capacidad para quejarse o cambiar de
posición.
Debido a esta presión constante, los vasos sanguíneos que riegan la piel y
los tejidos quedan oprimidos, de esta forma no llega la sangre a las células
y estas mueren. Tecnicamente se denomina isquemia y como
consecuencia hay una muerte celular que provoca una lesión.
Estas lesiones son las temidas escaras o úlceras por presión.
El problema de falta de movilidad es la principal razón, pero suelen
añadirse otras causas:
poca o nula realización de cambios posturales, se recomienda cambiar de
posición a la persona cada 3 o 4 horas.
dieta inadecuada, si los tejidos no reciben los nutrientes necesarios se
vuelven más frágiles.
incontinencia que incrementa el riesgo de sufrir escaras por añadir el
componente de la humedad
falta de higiene que provoca que el sudor y los restos de orina o
excrementos irriten la piel ya débil de los ancianos

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