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Fue Abdón Cifuentes el más activo e influyente laico católico chileno del
siglo XIX. Revisaremos el viaje de dieciocho meses que realizó por Europa y los
Estados Unidos, entre 1869 y 1871; una experiencia fundamental en su formación
y trayectoria, tanto por las trascendentes circunstancias que lo rodearon, como por
los profundos intereses que animaron al viajero. De las primeras cabe destacar
que el viaje coincidió con acontecimientos tales como el Concilio Vaticano I, la
guerra franco-prusiana, la pérdida de los Estados Pontificios, la unificación de
Italia, la I República española, la Inglaterra victoriana y la consolidación del
progresismo de los EE.UU., tras el término de su Guerra Civil. En relación a sus
personales motivaciones, Cifuentes tomó contacto con destacadas personalidades
del catolicismo europeo, interesado por sus actividades espirituales, sociales y
políticas, tanto como por recoger la experiencia en sus modos de organización y
difusión. Fueron, por ello, constantes sus visitas a centros intelectuales,
educativos y de asistencia social, aquilatando con perspicacia e inquietud el
particular momento de organización de los laicos católicos, ante los tremendos
desafíos que el “espíritu del siglo” les señalaba.
Por otra parte, en los Estados Unidos, Cifuentes advirtió con clarividencia y
entusiasmo el ritmo vertiginoso de desarrollo de la emergente potencia
norteamericana, confirmando in situ sus apreciaciones respecto de las
consecuencias positivas que conllevaba el ejercicio de la libertad, tanto en los
aspectos políticos y sociales como educacionales y religiosos. Continuaron allí,
con resultados incluso mejores que en Europa, sus visitas de inspección a
modernos establecimientos educacionales, en todos los niveles, con evidente
interés por trasladar a Chile el fruto de sus experiencias. De regreso en su patria,
en parte, tuvo la oportunidad de realizarlo, cuando ocupó el Ministerio de Justicia,
Culto e Instrucción Pública en los inicios del gobierno de Errázuriz Zañartu.
3
En ese entonces las tareas que exigía el cargo eran las de un Ministro, ya que aún no existía la cartera de
Relaciones Exteriores, sino que estaba adscrito al del Interior. Fue Cifuentes quien, fruto de su propia
experiencia, presentó, en 1871, un proyecto destinado a crear el Ministerio de Relaciones Exteriores.
4
Lastarria citó el Syllabus, dictado por Pío IX en 1864, en términos exactamente contrarios a los que
pretendía la Santa Sede, no comprendiendo la naturaleza del documento, compendio de errores, “anatemas”,
como advertencia a los fieles de los errores de la época. La corrección de Cifuentes le habría hecho exclamar
al también liberal Miguel Luis Amunátegui y por entonces Ministro del Interior: “Usted ha hecho pedazos a
Lastarria”, Abdón Cifuentes, Memorias, Nascimento, Santiago, 1936, tomo I, p. 211. En adelante se citarán
sólo como AC, Memorias, tomo y página.
5
Sus problemas de salud fueron sin duda reales, como lo prueba la carta a su esposa, desde Roma, en la que le
da cuenta de ellos: “En cuanto a mí, mi cabeza está cada día más tratable y racional. Hace muchos días que no
he tenido un solo ataque neurálgico y todos me dicen que estoy mucho más gordo”. Carta de Abdón Cifuentes
a su esposa Luz Gómez, Roma, 9 de diciembre de 1869, Fondo Sergio Fernández Larraín, Archivo Nacional.
En adelante, las cartas de Abdón Cifuentes a su esposa de este Fondo, sólo mencionarán lugar y fecha. El
obispo Salas, dos años antes, en carta a Joaquín Larraín Gandarillas de 25 de agosto de 1867, escribió: “D.
Abdón es joven de bellas esperanzas y conviene cuidarlo para que no se mate con trabajos imprudentes”, en
para entender la invitación, pero no las únicas. La proyección del importante papel
que Cifuentes venía desempeñando desde sus primeros pasos políticos en las
filas del partido católico, nos permite comprender la merecida distinción que
suponía viajar a Europa. Por una parte, su cercanía con Yrarrázaval, en cierto
sentido su padrino político y activo sostenedor del partido Conservador; por otra,
su estrecho vínculo con la tríada de eclesiásticos 6 que reordenaron la Iglesia en
Chile, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, hacen más comprensible el
interés de todos ellos por su viaje a Europa.
“Cartas del obispo don José Hipólito Salas a don Joaquín Larraín Gandarillas”, en revista Historia, 2, Instituto
de Historia, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1962-1963, p. 204.
6
Rafael Valentín Valdivieso, Arzobispo de Santiago, Joaquín Larraín Gandarillas, mano derecha del anterior
y reorganizador del Seminario y José Hipólito Salas, Obispo de Concepción. Los tres de rigurosa formación,
fuerte carácter e íntimamente afiatados en su misión de reorganizar la Iglesia católica chilena, combatiendo el
intervencionismo gubernamental en asuntos eclesiásticos, heredado del regalismo colonial y que pretendieron
continuar los gobiernos republicanos.
7
Larraín Gandarillas viajó a los Estados Unidos y a Europa, entre 1851 y 1853, junto a su sobrino Manuel
José Yrarrázaval, para orientar sus estudios. Durante el viaje fue nombrado Rector del Seminario. Estudiaron
en Georgetown, en los EE.UU., por entonces prestigioso College jesuita en vías de su reconocimiento como
Universidad. Luego se trasladaron a Europa, donde el menor estudiará en el Colegio jesuita La Brugellet en
Bélgica. Ver de Rodolfo Vergara Antúnez, Vida del Ilmo. Señor Don Joaquín Larraín Gandarillas, Santiago,
Imprenta y Encuadernación Chile, 1914, pp. 21 y ss. De Gonzalo Rojas Sánchez, Manuel José Yrarrázaval
Larraín 1835-1896. Una vida entregada a Dios y a la Patria, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005,
p. 23 y ss.
conscientemente estas circunstancias, llevando a cabo un nutrido programa de
visitas no sólo a autoridades eclesiásticas y personalidades del catolicismo de la
época, sino también a múltiples instituciones sociales y educacionales, tanto en
Europa como en los Estados Unidos.
11
Cifuentes desconfiaba de Errázuriz Zañartu a quién consideró un liberal de raíz pipiola tras leer su Memoria
de abogado, “Chile bajo el imperio de la Constitución de 1828”, publicada en 1861, donde criticaba los
decenios conservadores y la Constitución de 1833. Episodios políticos posteriores, le confirman su
desconfianza al punto de vetarle su solicitud de ingreso a la Sociedad de Amigos del País, que presentó
repetidamente Errázuriz con interés político a los ojos de Cifuentes. Su inasistencia en una Sesión permitió
finalmente el ingreso a la Sociedad católica del candidato a la Presidencia. El discurso de despedida antes de
embarcarse Cifuentes, se habría producido en el mismo tenor de su incorporación a la Sociedad de Amigos
del País, esto es con el objetivo de ganarse el apoyo de los católicos ante su inminente candidatura. Luego de
un par de años en La Moneda, Errázuriz Zañartu cambió de aliados. Los liberales se unieron a los radicales,
tras el abandono de los conservadores, luego de la polémica salida de Cifuentes del Ministerio de Justicia,
Culto e Instrucción Pública, en 1873. AC, Memorias, I, 201 y ss.
12
Así lo señala Cifuentes en sus memorias, aunque Adolfo Etchegaray relatando el viaje del Obispo Salas,
menciona que zarparon en el “Araucanía”. Adolfo Etchegaray Cruz, “Mons. José Hipólito Salas en el
Concilio Vaticano I”, revista Historia, 2, P. Universidad Católica, Santiago, 1962-1963, p. 135.
13
AC, Memorias, I, 224.
14
AC, Memorias, I, 223.
Preocupación constante durante el viaje fue el reconocer, en cada lugar que
visitaba, la labor y el desarrollo de las Conferencias de San Vicente de Paul.
Éstas, fundadas en París, en 1833, por Federico Ozanam, y un grupo de
compañeros de La Sorbonne, se habían constituido, hacia 1870, en la principal
asociación de beneficencia católica, difundiéndose con entusiasmo por numerosos
países 15 . El espíritu de las Conferencias involucraba a los laicos en el
apadrinamiento de familias proletarias, y la visita semanal que, junto a alguna
ayuda material, daba tiempo y orientación espiritual y social a familias indigentes,
en el entorno de los inicios de la llamada cuestión obrera. Las Conferencias,
habían llegado también a Chile, hacia 1854, introducidas por J. Larraín Gandarillas
y J. H. Salas; el propio Cifuentes fue desde sus inicios miembro activo y
destacado.
15
Ver del autor: “Federico Ozanam y su generación”, en revista Humanitas, P. Universidad Católica de Chile,
10, 1998, pp. 281-286.
16
César Cantú, 1807-1895, prolífico historiador y literato lombardo, autor de una monumental Historia
Universal en treinta y cinco volúmenes, traducida a varios idiomas, entre ellos, al español. Vinculado a la
corriente romántica, escribió novelas, poesía y numerosos cuentos ampliamente difundidos.
17
AC, Memorias, I, 312.
señalamos, de las Conferencias de San Vicente de Paul. Señaló Cifuentes el
contraste entre la prosperidad comercial y las carencias intelectuales y morales de
la república oriental. El 2 de octubre, ya en Río de Janeiro, se mostró dolido por la
permanencia de la esclavitud en el Brasil, y los inconvenientes de una interminable
guerra entre éste y su vecino Paraguay.
Una vista aguda del puerto de Rio de Janeiro, le permitió una observación
que posteriormente tendrá una singular relevancia: Cifuentes miró con inquietud al
Huáscar y el Atahualpa, de paso en aquel puerto en sus viajes hacia el Perú.
Confirmó así sus temores que lo habían llevado a proponer, reiteradamente, la
conveniencia de equilibrar el poderío marítimo con su vecino del norte, ante la
desidia del Presidente Pérez. Fue a su regreso de este viaje, como Ministro del
Presidente Errázuriz Zañartu, cuando Cifuentes insistió con éxito, mediante un
proyecto de ley que solicitó al Congreso los recursos para encargar la
construcción de dos blindados. Su aprobación permitió la construcción de los
futuros Blanco y Cochrane, cruciales para la victoria chilena en la Guerra del
Pacífico. 18
20
AC, Memorias, I, 243.
21
Bienvenido Comín y Sarté (1828-1880), abogado, político y escritor, fue miembro del Consejo de Carlos
VII, pretendiente carlista al trono de España. Los carlistas representaban el tradicionalismo español bajo el
lema Dios, Patria, Fueros y Rey, herederos del pensamiento político hispánico tradicional y foral. Comín, al
comenzar la tercera guerra carlista fue encarcelado y nuevamente desterrado. Más tarde regresó a Zaragoza
donde su prestigio como abogado lo llevó a ocupar la Vicepresidencia de Jurisconsultos Aragoneses.
22
AC, Memorias, I, 244.
fruto de sus estudios y lecturas, sólo estaban en su ilustrada y romántica
imaginación.
23
AC, Memorias, I, 247.
24
El catolicismo liberal surgió en Francia hacia 1831 a través del diario L’Avenir dirigido por el sacerdote
Lamennais. Planteó la adecuación de la Iglesia a la sociedad moderna y su adscripción a la democracia y a las
libertades pretendiendo un compromiso de la Iglesia con el liberalismo. Las tesis del romántico y vehemente
Lamennais serán rechazadas por Gregorio XVI a través de las encíclicas Mirari vos y Singulari nos, de 1832
y 1836, respectivamente. Lamennais abandonó la Iglesia y continuó un deslizamiento teórico hacia el
socialismo. Uno de sus discípulos iniciales en L’Avenir fue Montalembert quien si acató las mencionadas
encíclicas. Fue éste último figura del catolicismo francés en torno a la defensa de la libertad de enseñanza.
Luego de la revolución del 48, Montalembert insistió con un más suave y renovado catolicismo liberal y le
siguieron, entre otros, Falloux, Cochin y Dupanloup, a través de Le Correspondant, protagonizando
numerosas polémicas con L’Univers de Veuillot. Ver de Juan Roger, Ideas políticas de los católicos
franceses., CSIC, Madrid, 1951. También ver de Francisco Canals Vidal, Cristianismo y Revolución, Speiro,
Madrid, 1986. Montalembert intervino decisivamente en el Congreso Social de Malinas, en 1863, seguido por
Cifuentes, no obstante, en 1864, Pío IX publica la encíclica Quanta cura y el Syllabus reforzando el discurso
contrario al liberalismo. Estas trascendentes polémicas entre católicos franceses se siguieron de cerca en
Chile, prueba de ello es que se publicaron los discursos de Montalembert en Malinas y, en 1865, folletos de
Dupanloup. Dos años después, en 1867, también el famoso escrito de Veuillot La ilusión liberal. Ver de
Walter Hanisch, “El Liberalismo Católico en Europa” en Reflexiones sobre Historia, Política y Religión,
Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 1988, pp. 133 a 144. El romántico y revolucionario
chileno Francisco Bilbao consideró a Lamennais su padre y maestro, a quien primero tradujo y luego conoció
en Francia en torno a las revoluciones del 48. Ver del autor, “América Latina, un concepto afrancesado”, en
Razón y Tradición. Estudios en honor de Juan Antonio Widow, Vol. I, Globo Editores, Santiago, 2011, pp.
341 a 360. La trascendencia de estas polémicas no termina y no creo exagerar al afirmar que aún dejan
huella.
25
El Ultramontanismo es la corriente, dentro de la Iglesia, que durante el siglo XIX buscó fortalecer la
autoridad papal ante resabios regalistas. Es decir, afirmó la autonomía de la Iglesia en asuntos eclesiásticos
frente a pretensiones de los regímenes políticos de mantener atribuciones en estas materias heredadas del
Antiguo Régimen. Sus posturas los alejaron de un liberalismo que estimaron laicizante, no obstante,
defendieron libertades de educación y asociación, en discrepancia con el liberalismo decimonónico.
oposición por oportunidad, no obstante, sometiéndose en la votación final al voto
de la mayoría. Dupanloup se retiró antes de la votación para evitar oponerse en
franca minoría y, desde Francia, ofreció a Pío IX su incondicional sumisión. Con
ello aceptaban la declaración doctrinal del Concilio 26. Al conocer la actitud anterior
y posterior manifestada por los otros tres obispos chilenos, compartida por el
propio Cifuentes, suponemos que los argumentos del Obispo de Orleáns no
debieron encontrar positiva recepción en la comitiva.
Veuillot desde hacía varios años, era uno de los laicos católicos más
influyentes, protagonista indiscutible de las famosas polémicas que atravesaron el
catolicismo francés del siglo XIX 29. Cifuentes, durante su estancia en París, fue
recibido personalmente por el periodista francés quién lo invitó a su casa a cenar,
con su familia y otros intelectuales católicos. El chileno sintió una profunda
admiración por la tarea que Veuillot llevaba a través de la prensa la cual había
26
Cifuentes conoció de cerca a Orrego con quien colaboró en el Colegio San Luis, como profesor y
Vicerrector, siendo Orrego fundador y Rector del colegio privado católico una vez que el presidente Pérez le
había solicitado, al entonces sacerdote, dejar el rectorado del Instituto Nacional. La vinculación cristiana entre
fe y ciencia que promovió resueltamente Abdón Cifuentes la recogió de las enseñanzas del futuro obispo de
La Serena.
27
AC, Memorias, I, 249.
28
La dirección en Chile de La Revista Católica recibía publicaciones europeas católicas, en especial
ultramontanas. Entre ellas, L’Univers, ultramontana de Veuillot; Le Correspondant, católica liberal de
Dupanloup; Revue du Monde Catholique, ultramontana; The Dublin Review, la revista católica que reanimó
el catolicismo de habla inglesa, fundada por el Cardenal Wiseman; Scienza e Fede, neoescolástica de Nápoles
y la jesuita, cercana a la Santa Sede, Civiltá Cattolica.
29
Domingo Arteaga Alemparte, calificó al periodista francés como un “energúmeno ultramontano”
precisamente describiendo a Cifuentes, lo que deja ver el estrecho contacto entre el activo joven chileno y el
destacado periodista francés. Arteaga Alemparte, Justo y Domingo, Los Constituyentes de 1870, Imprenta
Barcelona, Santiago de Chile, 1910, p. 424. No será primera, ni última vez, que encontremos tonos
desmedidos en las descripciones de sus adversarios políticos por parte de liberales y conservadores.
permitido el acercamiento de la figura papal al pueblo francés; más aún, confiaba
en una restauración católica animada desde la prensa ultramontana y se dolió,
años después, al ver como los radicales de la III República francesa frustraban sus
esperanzas. La amistad, cabe deducir, y relativa afinidad con Veuillot, la confirmó
en una carta personal a su esposa, donde Cifuentes dio cuenta de estar muy
consciente de la relevancia de estas reuniones: “En Francia visité al Sr. Dupanloup
y contraje mucha amistad con Luis Veuillot, de modo que estoy metido muy en
grandes” 30.
30
Carta de AC a su esposa, Roma, 23 de enero de 1870.
31
AC, Memorias, I, 260.
nombramiento de obispos, coincidiendo en la conveniencia de que el Estado no
interviniese en esos asuntos y estimando que son los demás obispos de la
provincia los que deberían proponer ternas al Papa, sin carácter obligatorio. El
tema fue crucial en las relaciones de la Iglesia con los nuevos Estados
hispanoamericanos. La no comprensión de esta facultad de la Iglesia, su legítima
autonomía en materia de nombramientos eclesiásticos, se enfrentaba con las
pretensiones de los regímenes “liberales” de heredar el antiguo patronato 32. Al
Cardenal Antonelli le pareció más conveniente la situación de la Iglesia en
Inglaterra y Estados Unidos, “donde el estado no se mezclaba para nada con la
Iglesia” 33 . La situación en muchos países hispanoamericanos era distinta, los
gobiernos pretendieron seguir interviniendo en el nombramiento de las autoridades
eclesiásticas.
32
El asunto, muy pocos años después, llegó a provocar nada menos que la ruptura de relaciones entre Chile y
la Santa Sede, fruto de la insistencia del Presidente Santa María, tras la muerte de Valdivieso, de pretender
imponer el nombre del nuevo arzobispo de Santiago.
33
AC, Memorias, I, 282.
34
Producida la unificación de la península, Pío IX solicita a los católicos italianos marginarse de participar en
política, a fin de no respaldar el Reino de Italia, que había “usurpado” los Estados Pontificios.
35
AC, Memorias, I, 257.
religión con la política, buscaban finalmente impedir que los católicos participaran
en los asuntos públicos.
36
F. Guizot, destacado político, historiador y teórico del liberalismo doctrinario francés, es decir liberal
conservador, con tinte economicista y ecléctico. Fue ministro durante la monarquía burguesa de Luis Felipe
de Orleáns. Ver de Luis Díez del Corral, El liberalismo doctrinario, Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1973.
37
Juan Donoso Cortés pensador político y diplomático español. Inició su carrera en el liberalismo
pretendiendo introducir a España el liberalismo doctrinario francés, luego militante católico pasa a ser uno de
los más agudos críticos europeos del liberalismo y diagnosticador de los efectos del emergente socialismo.
Ver de Federico Suárez Verdeguer, Vida y obra de Juan Donoso Cortés, Ediciones Eunate, Pamplona, 1997.
Del autor, Donoso Cortés, juventud, política y romanticismo, Bilbao, 2003.
38
Ver de Enrique Brahm García, Tendencias críticas en el conservantismo después de Portales, Instituto de
Estudios Generales, Santiago, 1992. Allí relaciona las doctrinas de Guizot con el conservantismo liberal de
Antonio García Reyes (1817-1855), uno de los pragmáticos líderes conservadores chilenos previos a
Cifuentes.
39
“Sobre el Evangelio Republicano y el Evangelio de Cristo”, Discurso, Cámara de Diputados, 30/11/1868 en
Cifuentes, Abdón, Colección de Discursos, Tomo I, Santiago de Chile, Escuela Tip. “La Gratitud Nacional”,
1916. p. 305 y ss.
40
La Sociedad de Amigos del País, “fue la primera de las grandes asociaciones fundadas por Abdón
Cifuentes, y tuvo, a la vez, carácter literario y político”, luego fue el artífice, entre otras, de La Unión
Católica. Ver de Ma. Angélica Muñoz Gomá, “Los católicos chilenos y la vida pública en el siglo XIX.
Abdón Cifuentes (1836-1928)”, en Anuario de la Historia de la Iglesia en Chile, Vol. 20, 2002, pp. 91 a 117.
41
“Los Paganos Modernos”, Discurso leído en la Sociedad de Amigos del País en abril de 1871, en Cifuentes,
Abdón, Colección de Discursos, Tomo III, Santiago de Chile, Escuela Tip. “La Gratitud Nacional”, 1916. p.
255.
combatiendo desde hacía décadas La Revista Católica fundada por Valdivieso 42,
al igual que el periódico ultramontano de Veuillot, L’Univers. El combate contra el
regalismo, Cifuentes también lo llevó a cabo favoreciendo el asociacionismo que
propició Montalembert en el Congreso de Malinas.
42
La Revista Católica había sido fundada en 1843 por el entonces presbítero, Rafael Valentín Valdivieso, con
la colaboración de José Hipólito Salas y Joaquín Larraín Gandarillas. Antonio Rehbein, al sintetizar el ideario
de sus inicios afirma: “La Revista Católica entró en la pelea y combatió desde luego el regalismo estatal,
postulando la independencia de la Iglesia frente al poder del estado, aunque sin considerar necesario llegar al
rompimiento y a la separación. Además, ante la propagación del ideario liberal y positivista, la revista atacó
las tendencias secularizantes que se apreciaban en la vida social y republicana y abogó por la vigencia del
catolicismo y de los valores cristianos en la sociedad chilena. De manera que desarrolló toda su actividad
penetrada de un permanente sentido ultramontano, convirtiéndose en el órgano de expresión y de divulgación
del ultramontanismo en Chile”, en Antonio Rehbein Pesce, “La Revista Católica, 150 años de historia y
servicio eclesial”, en Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, Seminario Pontificio Mayor, Santiago de
Chile, Volumen 11, 1993, p. 13.
43
Carta de AC a su esposa desde Roma, 9 de diciembre de 1869.
44
AC, Memorias, I, 287.
45
Carta de AC a su esposa desde Roma, 22 de diciembre de 1869.
audiencia a unas veinte personas que pudieron escuchar misa en su capilla
privada, “apenas si se le ve unos dos minutos”, escribió a su esposa, impactado,
en cambio, por la robusta y entonada voz del pontífice como cantor sagrado.
Luego, el 18 de enero, recibió la comunión de sus manos, en su oratorio privado
junto a otros ocho invitados. Cifuentes, fue finalmente recibido en audiencia
privada por el Pontífice, el 25 de enero de 1870. En ésta el laico chileno le regaló
una pluma de oro, “imitando una pluma natural de ave”, que había adquirido en
París, y que hizo grabar en dos partes: “A su S.S. Pío IX”, “Su humilde hijo Abdón
Cifuentes” 46. En la audiencia privada, el Pontífice, de setenta y ocho años, lo
impresionó con recuerdos de su estadía en Chile, cuando como sacerdote formó
parte de la delegación Muzi que, en 1824, había visitado el país 47. Para el laico
católico, Pío IX era “la figura más grande que pisa la tierra en nuestros tiempos”48.
Hemos mencionado ya que una pequeña parte del clero, encabezada por
Mons. Dupanloup, no estimaba oportuna la infalibilidad. El tono del relato de
Cifuentes sobre el Concilio, aleja toda duda de eventuales simpatías con la
minoría, corroborando su asentimiento a la mayoría ultramontana. Se encontraba
el chileno en París cuando recibió cartas desde Roma, confirmando el entusiasmo
y la alegría que había provocado la definición de la infalibilidad en el clero y en los
fieles; como también, debió provocársela a él mismo.
46
Carta de AC a su esposa desde Roma, 9 de febrero de 1870
47
Ver de Francisco Martí Gilabert, “La misión en Chile del futuro Papa Pío IX. Llegada a Santiago, regreso y
desenlace (1824-1832)”, Anuario de Historia de la Iglesia, año/vol. X, Universidad de Navarra, Pamplona,
pp. 281-321.
48
Carta de AC a su esposa desde Roma, 9 de diciembre de 1869
49
En discursos en el Colegio San Luis, de 1855 y 1864, Cifuentes se refirió a la relación entre ciencia y
religión. Ver Colección de Discursos de don Abdón Cifuentes, Tomo I, Escuela Tipográfica La Gratitud
Nacional, Santiago, 1916.
Al relatar las deliberaciones del Concilio, Cifuentes describe que los
postulados disidentes fueron influenciados por presiones políticas de algunos
gobiernos europeos y de la masonería para evitar se estableciera la infalibilidad
pontificia. Roma, en el entorno del Concilio, le pareció a nuestro laico chileno
particularmente estimulante, “es donde se palpa y toca con la mano el triunfo
milagroso, sobrehumano de la Cruz sobre los poderes infernales y sobre los
poderes de la tierra” 50.
La visión del laico chileno fue comprometida, y no podía ser de otro modo.
Su mirada, no obstante, representó la de un observador agudo de acontecimientos
que escaparon a la simple trascendencia italiana. Cifuentes estimó que la paradoja
de un pueblo aún católico en manos de un gobierno hostil a la Iglesia se debió sin
duda, como insistió, a la pasividad y falta de organización de los católicos en la
“joven” Italia al igual que en la “moderna” España, como también a la acción
concertada de las logias masónicas, cuya influencia, en su opinión, desbordaba
las fronteras de las naciones, lo que explicaría la similitud descristianizadora que
vivió, por entonces, tanto la Italia recién unificada, como una España en
revolución. Acontecimientos inmediatamente posteriores en Francia y Alemania,
confirmaron las relaciones que Cifuentes denunció con anticipación. En Francia,
por medio del laicismo de Estado durante la III República y, en Alemania, a través
de la kulturkampf aplicada por Bismarck, ambos procesos particularmente hostiles
a los católicos.
54
“Los Paganos Modernos”, Discurso leído en la Sociedad de Amigos del País en abril de 1871, en Cifuentes,
Abdón, Colección de Discursos, Tomo III, Santiago de Chile, Escuela Tip. “La Gratitud Nacional”, 1916. p.
220.
pueblos 55. Con ello el diputado chileno no dejó de pensar como creyente, valoró la
virtud de la esperanza, no obstante aventuraba que el futuro de Europa, en manos
de los “paganos modernos”, no parecía muy promisorio, al menos para los
católicos. ¿Se equivocaba Cifuentes?; Más bien su análisis aparece hoy como un
anticipado diagnóstico del proceso de descristianización del mundo
contemporáneo. Ya no sería Europa el escenario de la esperanza, sino América,
su clarividente experiencia en ambos continentes se lo anunciaba. Por otra parte,
su ideario republicano no se vio disminuido por las acciones del “liberalismo
descristianizador”. El joven abogado chileno denunció que los republicanos
europeos se convertían en el peor apoyo para las ideas republicanas que él
mismo compartía y que, por esos días, defendió el Obispo Salas, en el mismo
Concilio, con trascendente autoridad.
Fue en Milán donde se les unió el Pbro. Blas Cañas, primo de Domingo
Cañas que lo acompañó durante gran parte del periplo europeo. Blas Cañas,
había fundado ya en Chile la “Casa de María”, una residencia para mujeres y
niñas desvalidas y buscaba, en la Santa Sede, la aprobación papal a su obra 57.
Coincidió en Milán con su primo y Cifuentes, desde donde juntos fueron a Turín,
para conocer el Colegio Asilo que llevaba a cabo el sacerdote Juan Bosco. Esta
55
“Los Paganos Modernos”, Discurso leído en la Sociedad de Amigos del País en abril de 1871, en Cifuentes,
Abdón, Colección de Discursos, Tomo III, Santiago de Chile, Escuela Tip. “La Gratitud Nacional”, 1916. p.
220.
56
Giovanni Perrone, (1794-1876), destacado teólogo jesuita, había sido uno de los primeros que ingresó a la
Compañía de Jesús restablecida en 1814. Intervino en la composición del Syllabus, en la preparación de la
definición del dogma de la Inmaculada Concepción y formó parte de la comisión teológica preparatoria del
Concilio Vaticano I.
57
Luego de la aprobación de las Constituciones de la Casa de María por parte del arzobispo Valdivieso, Blas
Cañas viajó a Roma en busca de la autorización papal a su Congregación. Las circunstancias del Concilio le
permitían contar con el directo apoyo de los obispos chilenos para lograr el apoyo del Pontífice. El 4 de marzo
de 1870, Pío IX decretó Laude Digna la Casa de María, aprobación previa para el decreto que luego de un
largo estudio debería oficializarla. Ver del Pbro. Carlos Fernández Freite, Don Blas Cañas. El Vicente de Paul
Chileno, Imprenta Chile, Santiago, 1936, p. 223 y ss. Del Pbro. Manuel Antonio Román, Vida del Señor
Presbítero Don Blas Cañas. Fundador de la Casa de María y del Patrocinio de San José, Imprenta Católica
de Manuel Infante, Santiago, 1887, p. 205 y ss. Estas dos biografías de Blas Cañas, fueron obtenidas gracias a
la gentileza de Ma. Angélica Muñoz Gomá.
obra inspiró luego en Chile el Patrocinio de San José. Su fundador, Blas Cañas,
“el Juan Bosco chileno”, fue quien favoreció la llegada de los Salesianos a Chile.
La visita que comparte con Cifuentes, como vemos, fue trascendente. En sus
Memorias, Cifuentes anotó que la sencillez de Don Bosco y el desconocimiento
previo de la relevancia de sus obras, le impidieron reconocer que se encontraba
frente a un santo y gigante de la caridad… “su humildad lo ocultó a mis ojos
indiferentes” 58. Con el tiempo, ya en el siglo XX, Cifuentes calibró la visionaria
labor de Don Bosco, estimando que reactivó la preocupación histórica de la Iglesia
por los pobres y por la educación, en momentos en que su descuido, durante la
belle époque, habría favorecido el avance del marxismo en las clases obreras. Por
ello advirtió Cifuentes: “perversas doctrinas, vienen engendrando en todas partes
agitaciones demagógicas que son una amenaza para el porvenir” 59. Ya en 1895,
desde la Cámara de Diputados, Cifuentes defendió la misión de los Salesianos en
la isla Dawson y, más tarde, en 1909, en Santiago, fue vicepresidente del VI
Congreso de Cooperadores Salesianos.
Su ingreso a territorio español por los Pirineos dio origen a sus primeras
críticas y muestras de su permanente curiosidad. De las primeras, se quejó del
estado deplorable de los caminos; de las segundas, mostró su interés por los
bosques de alcornoques y la posibilidad de introducirlos en Chile, en
consideración al beneficio que pudiera suponer la extracción de corcho para
nuestra industria vinícola. Si la introducción en nuestro país del eucaliptus mucho
58
AC, Memorias, I, 301.
59
AC, Memorias, I, 302.
le debió a Cifuentes, no tuvo la misma aceptación su idea de introducir el
alcornoque.
62
Carta de de AC a su esposa, desde Barcelona, 23 de marzo de 1870.
63
AC, Memorias, I, 308.
64
El número no parece exagerado si consideramos que en el siglo XIX los picadores exponían a sus
cabalgaduras sin protección ante la embestida del toro, lo que permitió que las corridas de toros generaran la
triste matanza de equinos.
65
AC, Memorias, I, 318.
La decadencia de España en el siglo XIX, acrecentada por el desgobierno
republicano, fue un panorama triste para un chileno, católico y culto, que pensaba
que Chile estaba: “en todos los ramos del progreso social…mucho más
adelantado que España”. En la misma carta a su esposa, su tono fue
particularmente despectivo: “¡Gracias a Dios! ¡Ya salí de España! Ya he dejado el
Africa y llegado a Europa, a Francia”66.
71
Carta de AC a su esposa, Boulogne, 8 de agosto de 1870.
72
Carta de AC a su esposa, Boulogne, 8 de agosto de 1870.
73
Carta de AC a su esposa, Boulogne, 8 de agosto de 1870.
74
Para comprobar el influjo de Francia en la sociedad chilena ver de Francisco Javier González Errázuriz,
Aquellos años franceses. 1870-1900. Chile en la huella de París, Taurus, Santiago, 2003.