Gobierno inicio tibia formas de dialogo institucionalizado, que se canalizan a través de entrevistas

con dirigentes de los partidos políticos, representantes sindicales y de organizaciones

empresariales, y directores de periódicos. La iglesia se suma con un documento: “evangelio,
dialogo y sociedad”. En marzo de 1981, tras una conflictiva polémica en el seno de las fuerzas
armadas por la sucesión, fue designado presidente Roberto E. Viola (1924-1994), quien
permanecería poco más de ocho meses en el cargo. Se estrategia consistió en ensayar una
apertura política y anunciar cambios de la política económica, para lo cual convoco a su gabinete a
empresario críticos con la gestión de Martínez de hoz, aunque fracaso finalmente en el intento.

Por otra parte, la sociedad civil aumentaba el tono de sus reclamos. Se sumaban pedidos en favor
de la libertad de opinión y de expresión; artistas, cineastas, editores y políticos se nucleaban
como plataforma “multipartidaria” para reclamar la pronta recuperación de la democracia.

Los conflictos entre el presidente que propiciaba la apertura política, y el comandante en jefe de
las fuerzas armadas, Leopoldo F. Galtieri (nacido 1966) tomaron estado público. Viola, enfermo,
delego el mando, y a los pocos días fue obligado a renunciar. Galtieri fue su sucesor.

Consecuencia de la derrota:

El 14 de junio 74 días después de la ocupación, las fuerzas argentinas se rindieron. Se generalizo

un clima de frustración y descontentos entre la población que, mal informada por los medios de
prensa, había creído que se ganaba la guerra.

La derrota bélica marca el cierre de una etapa. Galtiere fue relevado del poder, siendo sustituido
en la presidencia por el general Reynaldo BIGNONE (nacido 1928), con quien comienza la retirada
de los militares. Los partidos políticos volvieron a ocupar la escena nacional.

La fecha de las elecciones se fija para finales de 1983, en un clima participativo. Todos los jueves,
las madres de las plazas de mayo efectuaban sus marchas, con las cabezas cubiertas con un
pañuelo blanco, reclamando la aparición de sus familiares.

Estas concentraciones, que habían comenzado en abril de 1977, nucleaban un número cada vez
mayor de personas. Paralelamente, surgieron o se actualizaron movimientos vecinales. El
sindicalismo se movilizo. Las afiliaciones a los partidos políticos aumentaron. El clamor en pos del
fin de autoritarismo y la emergencia de una sociedad democrática era generalizado.