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Plan de Sesión de Aprendizaje N° 08

TECNICAS DE INTERVENCIÓN
PSICODINÁMICAS

PLAN DE SESIÓN DE APRENDIZAJE Nº 08


I.-DATOS INFORMATIVOS
1.1. Carrera Profesional : Psicología
1.2. Asignatura : Técnicas de intervención Psicodinámicas
1.3. Unidad de Aprendizaje : Segunda Unidad: El Psicoanálisis y la psicoterapia
Psicoanalíticamente orientada
1.4. Unidad de Competencia : Aplica el proceso terapéutico psicológico en situaciones
o casos hipotéticos, aplicando la técnica de entrevista ,
los principios de la escucha activa.
1.5. Tema : actitud del terapeuta Frente a acontecimientos
Inesperados
1.6. Tiempo : 2hrs.
1.7. Escenario : Aula Nº 202
1.8. Docente : Ps. Iliana Serrepe Zapata

II.-ELEMENTOS DE COMPETENCIA
 Conoce la actitud del entrevistador frente al entrevistado. A través de estudio de casos.
 Explica las características del entrevistador clínico, utilizando un organizador grafico.
 Diferencia el proceso de pérdida real y los tipos. Utilizando un mapa conceptual.
.

III.-EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE Y CRITERIOS DE DESEMPEÑO.


- Reportes escritos individuales o en equipo, mapas conceptuales, mapas mentales, ejercicios
desarrollados, entre otros (especificar por cada sesión).
- Participación activa y pertinente durante el desarrollo de la clase y en el trabajo en equipo, con
argumentos coherentes que contribuyen colaborativamente a la construcción y reconstrucción
del conocimiento y al aprendizaje grupal.

IV.-PROCESO DIDÁCTICO
MOMENTOS CONTENIDO Y ESTRATEGIAS TIEMPO
-Se les presenta a los alumnos el caso del duelo por
irresponsabilidad ,el cual escuchan atentamente para responder
a las siguientes preguntas :
1.- ¿Qué ocurrió?
2¿Qué origino el accidente? 10
Iniciación
2. ¿Por qué se sentía culpable de la muerte de su esposo? minutos
-Se genera el conflicto cognitivo a través de la interrogante:
-.¿Que tratamiento debería llevar un paciente
- Posteriormente y apoyada en la participación de los estudiantes. Se
enuncia el tema de la clase: N°08 “Actitud del terapeuta frente
acontecimientos inesperados., se declara los elementos de
competencia a desarrollar.
la docente expone el tema a los alumnos utilizando diapositivas
Posteriormente los estudiantes se agrupan en equipos de trabajo,
que se forman a través de la técnica del conteo. En cada equipo
formado, los estudiantes, respetando las opiniones de sus
compañeros, expresan las ideas que tienen acerca del tema
Nº08.”Actitud del terapeuta”.
Los estudiantes ayudados de la separata, extraen las ideas
principales para desarrollar las siguientes preguntas:
1. ¿Realice un análisis del significado de la entrevista de
50
Desarrollo tratamiento.
miinutos
2. A través de un organizador grafico explica, el significado de la
entrevista de tratamiento.
3. ¿Qué características presenta una entrevista de tipo
terapéutico, explícalo utilizando un organizador gráfico.
4.- ¿Realice un análisis si para ser psicólogo se necesita hay que
estar exento de rasgos neuróticos, conflicto y ansiedades.
5.¿realice un análisis de los tipos de duelos?
- El trabajo lo dan a conocer al plenario .La docente aclara las
dudas, afianza el tema, refuerza las ideas.
- Uno de los equipos presenta sus conclusiones finales, las
cuales son retroalimentadas por la docente y los demás
estudiantes. 30
Culminación
- Se evalúa la técnica utilizada, los logros obtenidos y la minutos
participación de los estudiantes en base a los instrumentos de
evaluación pertinentes.

V.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Goldstein, W (2006) Iniciación a la Psicoterapia. Madrid.: Alianza
2. Morris, Charles. (2005) Psicología Duodécima Ed. México: Pearson Educación.
3.- Castanedo, C. (2008).Seis enfoques Psicoterapeuticos.2da Ed. México: Manual
Moderno
VI.-ANEXO:

Separata N°08 “Actitud del terapeuta frente a acontecimientos inesperados”


Plan de Sesión de Aprendizaje N° 08
TECNICAS DE INTERVENCIÓN
PSICODINÁMICAS

SEPARATA N°08

ACTITUD DEL TERAPEUTA FRENTE A ACONTECIMIENTOS INESPERADOS

Las crisis son inherentes a la vida del ser humano porque en ellas se experimentan cambios,
momentos de nacer, perder y renacer. Se dan porque sentimos que perdemos la estabilidad
lograda por algún factor interno y externo inesperado. Nuestra lucha es restablecer esa etapa
previa de equilibrio.

Las crisis son inherentes a la vida del ser humano porque en ellas se experimentan cambios,
momentos de nacer, perder y renacer. Dios no nos creó como seres mecánicos. Debemos recordar
que las crisis no son signos de patología ni debilidad psicológica. Se dan porque sentimos que
perdemos la estabilidad lograda por algún factor interno y externo inesperado. Nuestra lucha es
restablecer esa etapa previa de equilibrio.

Definición

Todas las personas, saludables o disfuncionales emocionalmente, somos susceptibles de


experimentar crisis emocionales cuando enfrentamos altos niveles de estrés en situaciones
conflictivas o en momentos de transición. Carl Gustav Jung —eminente psicólogo— afirmaba que
en la crisis de la mediana edad se requiere hacer morir al «yo» que ha vivido la etapa previa, para
liberar o hacer nacer al «yo» maduro que le corresponde vivir la segunda etapa. El apóstol Pablo
también se refirió a este tema, la crisis de transición, cuando dijo que tuvo que dejar varias
actitudes infantiles para asumir la fe cristiana en una manera madura (1 Co 13.11).

Sí, las transiciones en la vida conllevan a crisis, así como también los incidentes inesperados.
Ambas situaciones provocan una reacción emocional, caracterizada por una desorganización, la
cual se manifiesta por la incapacidad de la persona de enfrentar y solucionar —con los recursos
acostumbrados— la nueva circunstancia que enfrenta. En esos momentos se siente un desánimo,
una incapacidad de resolver el conflicto y una reducción de energías.

Cuando nos encontramos frente a la crisis, enfrentamos la posibilidad de focalizar nuestra vida en
la dificultad presente (micro) olvidando los logros del pasado y la visión del futuro o, de lo contrario,
podemos percibir la crisis en contexto, tratando de resolverla y manteniendo la perspectiva macro.
Es decir, reconocemos que es una oportunidad para madurar y crecer.

Crisis inesperadas y esperadas

Como personas, familias o sociedad, tenemos la tendencia natural de vivir lo más establemente
posible. Este nivel de vida es identificado en psicología como «homeóstasis». Sin embargo, en
diferentes momentos de la vida nos enfrentamos a situaciones inesperadas o esperadas, las
cuales interrumpen el estado de homeóstasis y provocan las llamadas «crisis».
Los sucesos no esperados pueden ser muy variados: un despido laboral, un divorcio, un embarazo
no deseado, un accidente de tránsito, un terremoto, el abandono de la pareja, una enfermedad, el
colapso económico en el país, la violencia social, etcétera. Se trata de eventos que nadie espera
y que, al suscitarse, crean un momento de desequilibrio emocional. A su vez, situaciones
esperadas o transiciones de la vida, como el embarazo de una pareja casada, el inicio de la etapa
escolar o de la adolescencia en un hijo o el matrimonio de una hija, pueden provocar una crisis
esperada.

En ambos casos el factor común es el cambio que la persona o familia se ve forzada a vivir.
Lógicamente, los cambios provocan la interrupción del sistema de vida acostumbrado que hace
necesaria la reorganización para adaptarse a la nueva situación. Las crisis por ejemplo, conllevan
a realizar ciertos ajustes en la forma de trabajo, en la forma de relacionarse con las otras personas
o en la forma como uno se autopercibe y proyecta. En general, los cambios suscitan nuevas forma
de organización e interrelación familiar y social.

Cuando un cambio es percibido como un factor negativo, entonces provoca aun más dolor
emocional, pues se siente como un evento que paraliza o interrumpe el desarrollo de la vida. En
algunos casos, si el cambio se divisa de una manera extremadamente negativa, provoca
sentimientos depresivos y disminución de las habilidades cognitivas, como la memoria, la
concentración o la capacidad de decisión. Si el cambio —o situación inesperada— se considera
como algo positivo que nos obligará a crecer, entonces el nivel de la crisis emocional será menor
y se podrá superar en forma más rápida.

Las etapas de la reacción

En su inicio, las crisis —esperadas o inesperadas— nos obligan a tratar (ya sea en forma
inconsciente o consciente) de recobrar el estado previo para volver a recuperar la homeóstasis.
Es por esta razón que cuando una persona pierde su trabajo o es despedida repentinamente,
experimenta un momento denegación: «No puedo creer que esto me haya pasado a mí, ahora
cuando todo estaba tan bien.» Cuando el individuo se da cuenta de que no puede volver al estado
de vida previa (antes del despido laboral), entonces sufre una crisis emocional.

Luego se pasa por una etapa de impacto, cuando se nota la imposibilidad de resolver el conflicto.
En esta fase se eleva el nivel de tensión, pues la persona es consciente del evento e intenta, de
una u otra manera, de resolverlo o asimilarlo. Cuando la tensión se incrementa, se tratan de
movilizar todos los recursos emocionales disponibles para mitigar ese conflicto. No obstante, si no
logra resolverlo, o si no se consigue asimilar el cambio o redefinirlo en forma adecuada, entonces
puede desarrollar una crisis mayor.

Se puede vivir en una situación de crisis por unos días. Incluso, esa crisis puede extenderse hasta
por seis semanas, pero si en ese lapso no se supera, entonces la persona estaría viviendo una
crisis no resuelta en forma prolongada o permanente. Todos podemos resistir momentos de crisis
pero cuando esta se torna crónica (p.e. una mujer cuyo esposo la maltrata constantemente) puede
provocar desórdenes emocionales de mayor impacto, los cuales requieren de ayuda profesional.

En el periodo intermedio de la crisis se experimenta una confusiónemocional, intelectual,


relacional y afectiva. En algunos momentos la persona es invadida por diversas emociones: llanto,
ira, tristeza, etcétera, las cuales son respuestas normales y naturales del ser humano frente a una
situación de crisis. Lo recomendable en esos casos es expresar los sentimientos en una manera
que ayude con el proceso de asimilar la pérdida o el cambio forzado que conlleva la crisis, pues si
los distintos sentimientos (tristeza, enojo) no son expresados en forma apropiada puede conllevar
a incurrir en interiorizar o reprimir la crisis, después puede liberarse con el desarrollo de una
depresión mayor o asumiendo conductas auto-destructivas o violentas. El consumo de alcohol, el
abandono de la pareja o familia, la agresión física a otras personas o a sí mismo se desencadenan
cuando una persona reprime su tristeza o ira en situaciones de crisis.

En la penúltima etapa, la persona inicia un proceso de aceptación. En esta fase, el individuo


integra a la vida cotidiana (en una forma sistemática, por supuesto) la experiencia de pérdida o de
cambio. Es entonces cuando se recuerda la pérdida pero se la percibe de manera más objetiva y
realista. La crisis vivida deja de ser vista como un evento paralizante. Ahora es percibida como
una realidad ineludible a la cual corresponde adaptarse. En este punto, las personas que tienen
una personalidad flexible al cambio tienden a reorganizar su vida en menos tiempo que las rígidas,
pues a ellas les resulta difícil enfrentar cambios.

La crisis en esta penúltima etapa es analizada y comprendida dentro del marco de la realidad. Por
ejemplo: si se ha sufrido un despido laboral se lo percibe no como una acción caprichosa en contra
de la persona, sino como resultado de un problema empresarial. Es más, el sujeto podría ver, en
retrospectiva, el progreso de ciertos eventos previos que vislumbraban el desencadenamiento del
despido laboral. Esta mirada objetiva disminuye el enojo o tristeza y facilita un proceso de
aceptación realista, el cual es requerido para superar la crisis. A su vez, la autoimagen de la
persona deja de ser percibida en forma subjetiva y negativa y puede llegar a aceptar que se posee
tanto valores como deficiencias. Ese reconocimiento le ayudará a reorganizar la vida y a insertar
los cambios que repercutirán en forma positiva en el futuro.

La superación

La superación de la crisis se logra cuando la persona, en forma individual o con ayuda, vuelve a
reorganizar su estado emocional y su vida en general. Los pasos previos son percibidos como: 1)
Definir el problema y los sentimientos que acompañan este momento. 2) Utilizar estrategias
antiguas o nuevas para enfrentar y superar la situación crítica que se haya presentado. 3) Resolver
los problemas subyacentes o reactivos que hayan surgido en este periodo de la crisis. 4) Definir
los recursos e identificar cuándo usarlos para resolver la crisis mayor. 5) Reorganizar la vida,
asimilando los cambios, en lo que se denomina la etapa de la post-crisis.

Esto se logra si la persona vuelve a vivir en cierto grado en el nivel de funcionalidad y homeóstasis
que se vivía en el momento previo a la crisis. Por ejemplo: una viuda vuelve a reintegrarse a la
iglesia y a su trabajo y comienza a ver su futuro con dolor y pena, pero también, como una
oportunidad para continuar en forma diferente la vida que tiene por delante. En el vocabulario
cristiano evangélico se diría que una persona ha superado una crisis cuando comienza a operar
bajo el paradigma de «todo lo puedo en Cristo que me fortalece». La idea no es negar la pérdida,
el cambio o la transición. Lo saludable es aceptarlo, manifestar el sentimiento experimentado y
asimilar el evento en forma realista. Esto combina tanto el dolor como la esperanza, pues vivimos
bajo la promesa de que Dios es nuestro Padre sustentador en TODO momento.

Conclusión

Un incidente negativo (esperado o inesperado) puede provocar tanto una crisis en la persona que
lo experimenta como en la familia a la que pertenece. La familia cristiana que enfrenta esta
situación puede enfocarse en la «pérdida» o en el «pacto de Dios» y recordar que Dios ha
establecido un pacto eterno de amor y protección con su pueblo (Gé 12.1–3) que brinda paz en
medio de la crisis.

La otra posibilidad es olvidarse de esta promesa. Saber, sin embargo, que Dios se ha
comprometido a ser un Padre sustentador y protector de su pueblo, provee un sentimiento de
esperanza en momentos de conflicto. Lo recomendable entonces no es minimizar la crisis sino
aceptarla y asimilarla en una forma real, reconociendo la pérdida o la necesidad del cambio.

Esta manera constructiva de enfrentar la crisis puede producir crecimiento o madurez, lo cual es
saludable.

El autor es psicólogo clínico y familiar, y coordinador de EIRENE-Internacional, Asociación


Latinoamericana de Asesoramiento y Pastoral Familiar. En la actualidad vive en Quito, Ecuador.

Ideas básicas de este artículo

 La crisis implica cambios, los cuales provocan nuevas formas de organización e


interrelación familiar, social e individual.
 Si el cambio se percibe como un factor negativo, es decir, como un evento que obstaculiza
el desarrollo de nuestra vida, el dolor emocional es mayor. Pero si se recibe positivamente,
como un evento que nos obliga a crecer, el nivel del dolor será menor y se superará de
forma rápida.
 Son cuatro las etapas de reacción ante el cambio: negación, impacto, confusión y
aceptación.
 La superación de la crisis se logra cuando la persona vuelve a reorganizar su estado
emocional y su vida en general. Para ello se necesita la capacidad de combinar el dolor y
la esperanza.

Preguntas para pensar y dialogar

1. Examine la última crisis que haya pasado y anote los cambios forzados que tuvo a raíz
de ella. ¿Cómo percibió esos cambios?
2. ¿Qué necesita hacer la persona para apreciar esos cambios como oportunidades de
crecimiento?
3. ¿Cuándo una crisis se convierte en crónica?, ¿de qué forma cree usted que se puede salir
de este estado crónico?
4. ¿De qué manera cree usted que deben expresarse los sentimientos para asimilar la
pérdida o el cambio forzado que conlleva la crisis?
5. ¿Cómo se sabe que se encuentra en la etapa de aceptación?
6. ¿Cómo se sabe que la crisis ha sido superada?
7. ¿Cuáles valores y deficiencias descubrió en usted mismo a raíz de esa crisis?, ¿qué
cambios decidió hacer o debió haber hecho por lo que descubrió en usted

V.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Goldstein, W (2006) Iniciación a la Psicoterapia. Madrid: Alianza
2. Morris, Charles. (2005) Psicología Duodécima Ed. M

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