Вы находитесь на странице: 1из 5

Deseo

(Deseo encerrarme suavemente, en un cuarto de nubes acondicionadas

al abastecimiento generoso de gratos sentimientos, llenarme, y no solo

rociarme de bellas emociones, no ligadas simplemente, al deseo oculto de

mi alma. Anhelo sentir las atrocidades bellas que la vida esconde para

que sean descubiertas, y derramar sobre sí, toda mi intencionalidad de

guardarlas para mi…)

Sentada, sobre la majestuosidad del blanco que lucía la confortada y

cómoda nubecilla, se encontraba pensativa, y un tanto dubitativa, una

pequeña estrellita. Se cuestionaba, inconcientemente, las interrogantes

fundamentales de la existencia galáctica en general, no necesitaba para

ello, de luceros sabios ni a cometas ilustrados que le ayudasen a disipar

tales inquietudes, pues, simplemente en ese momento, no sentía urgencia

en contestarlas.

Solo vacilaba, de vez en cuando, acerca de su labor en las alturas

terrestres.

Pasó, al fin, el día y la pequeña antorchita fulminante, volvería a salir de

entre la ya estacionada oscuridad nocturna. Incansablemente bella lucía

esa noche en particular, resplandeciente como nunca; irradiaba una


tierna luminosidad, la cual contrastaba furiosamente con el lúgubre e

intimidante rostro que otorgaba la tierra, y a la cual llamaba

cariñosamente “Firmamento de las estrellas humanas”.

A menudo se solía preguntar, al ver a las personas, el por qué de su

comportamiento tan similar al de las estrellas fugaces, (astros de luz que

se extinguen), y por qué siendo grandes y bellas estrellas no

resplandecían continuamente. Fue así como se iniciaron en la vida de la

manceba estrellita, las interrogantes de su qué hacer astral.

Vencida por las dudas y preguntas inconclusas se decidió, al fin,

concurrir donde la estrella Suprema y mayor, reconocida, por todos los

astros por su grandiosa sabiduría. Se dirigió, entonces, donde la hermosa

Luna. Acudió, temerosa, pero decidida, a responder con todo lo que le

impedía dormir plácidamente como las demás estrellas.

Al llegar la estrellita se dio cuenta de que, si bien Luna la esperaba, esta

se encontraba silenciosa y triste observando con atención, el cielo de las

estrellas humanas:

- perdón si interrumpo tú dulce mirada, ancestral y majestuosa

Luna, - dijo la estrellita con mucho respeto y cariño-.


- Oh!, pequeña, no es ninguna interrupción, pero me resulta

prácticamente inevitable, no dirigir mi compasiva mirada hacia

aquella ciudadela astral

- ¿Compasiva dice?, ¿es compasión la que sentía, al mirar hacia

aquel lugar?

- Ciertamente, es compasión la que siento dulce estrellita. Pero, ¿es

acaso eso lo que te trae hasta aquí?

- Creo que si, o por lo menos gran parte del fundamento de mis

dudas, van ligadas con la extinguida luminosidad de las estrellas

humanas.

- ¡Que inteligente apreciación la tuya!, pero, es tu juventud,

envuelta de interrogantes, más que tu interés de hacer algo por la

tierra, la que hasta aquí te ha traído.

- ¿Por qué piensa eso, sabia Luna?

- Precisamente, es la sabiduría, a la cual te refieres, la que me está

diciendo eso. Ven, y entiende lo siguiente:

Los humanos, son estrellas privilegiadas, que tienen la capacidad de

moverse y hacer lo que ellos deseen, pero, es precisamente su afán de

poder, lo que los mantiene ocupados en extinguir su brillo. No son

capaces de iluminar solos, ni mucho menos de reflejar su luminosidad

en otros humanos, porque no desean ser estrellas, es decir, ¡no

quieren ser reflejos de luz!, solo les importa competir con los demás,
utilizando para ello, absurdas estrategias de éxito, las cuales,

terminan por ser extinguidores de luz.

Son astros que se vanaglorian de su hermosura inexistente, vanidosos

de la nada. Si, estrellita, todo lo tuvieron, pero lo han perdido, por

voluntad propia. Por más que intente el sol iluminarlos, ellos no se

dejan reflejar, se apartan de la luz, pues los consume la impureza de

sus almas, y les carcome las conciencias, se alejan del sol, porque este

los desnuda al mostrarlos tal cual son.

- ¿es acaso eso, lo que observas todas las noches, querida Luna?

- Exactamente, eso es.

- ¿Es también esa, la razón del luto que proporcionas noche tras

noche?

- Claramente pequeña, esa es mi triste razón.

- Y ¿por qué el Sol, continúa brillando y con mayor intensidad?

- Porque para él, la esperanza no desvanece. Sólo titubea de vez en

cuando en aparecer, y su rostro se nubla a ratos, por mero y

comprensible desgaste.

- Me parece, Majestuosidad, que mis dudas se han agotado,

regresaré sin aquel peso, pero me iré plasmada, de una enorme

tristeza.
- ¡Si!, regresarás a tu hogar triste, pero las dudas volverán a

aparecer, es parte de la vida. Y, no temas en conocer las

respuestas, no todas son desoladoras como estas; no te

impacientes, si no puedes contestarlas por ti misma, siempre

existirá alguien que pueda ayudarte.

- Gracias sublime Luna, gracias, por enseñarme.

- No se debe agradecer lo gratuito, no he realizado ningún esfuerzo

para guiar tu desorientada cabecita.

Pequeña, ahora, ve a dormir, y llenar de lágrimas a las fieles nubes

que te protegen, y así harás llegar tus lamentaciones a la tierra, las

que se manifestarán con un pequeño rocío matutino.

(El comprender la realidad, a veces nos aturde y amedrenta. ¿Qué

será menos doloroso?, ¿el descubrirla por ti mismo, o que te la

enseñen?...)

Вам также может понравиться