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C A N C IÓ N ANDINA Q U EC H U A EN EL PERÚ
Rodrigo M ontoya
Los instrum entos musicales, las escenas de hom bres y mujeres bailando y
cantando que aparecen, sobre todo, en la cerámica de las culturas preincaicas
son suficientes para afirmar que hay en el Perú una tradición musical y artís
tica desde hace por lo menos cuatro mil años.
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En 1532, año en el que se produjo la invasión europea, había entre los in
cas una diversidad musical muy grande. En cuatro siglos y medio lo grueso
de esa diversidad se ha m antenido en— por lo menos— seis grandes rubros.
El prim ero, y más extendido en todos los andes, es el wayno en sus diversas
versiones: señorial, cholo, indio y con nom bres diferentes: wayno, chuscada,
cholada, pampeña, wayñu. El segundo es el complejo del puqllay llamado por
los españoles carnaval que en su origen fue una fiesta de la reproducción del
ganado (Lira 1953) y que tiene diversas variedades regionales: puqllay, carna
val, wifala, wayllacha, pum pin, araskaska y pasacalle. El tercero es el conjunto
de danzas y canciones de la producción (en la agricultura: harawi, wanka,
waylarsh, yupay y yarqa aspiy; en la crianza del ganado: santiago, toril, rodeo,
herranza, turn vilay, y wanka). El cuarto, corresponde a las canciones del
ciclo vital (matrimonio, wasichakuy-safacasa-casa nueva, aya taki-canción de
los m uertos, y wawa pampay-&ntierro de los niños). El quinto es el conjunto
de canciones religiosas para los apus-wamanis-Dioses M ontañas y para los
santos y santas de la Iglesia Católica. El sexto es la danza colectiva (kaswa,
waylarh y pirwa) que si bien es cierto que hasta 1950 era parte del complejo
de producción, en la segunda m itad del siglo XX comienza a convertirse en
una danza-espectáculo al margen del calendario agrícola. Finalmente, el sép
timo es el yaravi con variantes regionales im portantes (Ayacucho, Arequipa,
y el Triste del norte)2.
Antes de la invasión española había instrum entos de viento (quena,
pinkullo, pinkillo, flautín, clarín, pito, tarka, ziku (zampoña, flauta de pan)
rondador (antara, andara), pututo, ocarina, flauta traversa, waqra puku
(;wiquchu, waka waqra) y el lunkur o mamaq. Los instrum entos de percusión
eran la tinya, el wankar, la roncadora (chiroco, caja, pinkillo), el bom bo, el
dindin y la sonaja. En el proceso de intercam bio cultural, los quechuas tom a
ron de los españoles cuatro instrum entos de cuerda esenciales, el arpa, el vio
lín, la m andolina-bandurria y la guitarra. De esta última derivaron el charango
como variante americana de la guitarra. Poco a poco, con otros instrum entos
adicionales (trom peta, clarinete, tambores, saxo, piano, pam pa-piano, melo-
dium, bandoneón concertina, acordeón, rondín-armónica-pifano) se form a
ron bandas, orquestas, conjuntos, estudiantinas, tríos y dúos constituidos
principalm ente po r personas mestizas, bilingües o monolingües castellano-
hablantes3.
Las ocho regiones de la música andina quechua en el Perú corresponden
gruesam ente a las ocho variaciones dialectales de la lengua quechua que se
habla en el Perú (Cerron-Palom ino 1988).
D esde el comienzo mismo de la colonia, los quechuas adoptaron como
suyos algunos instrum entos y elementos musicales europeos. El arpa y el vio
lín se han convertido en elementos totalm ente internos de la matriz musical
quechua a lo largo y ancho del país y lo mismo ocurre en áreas indígenas an
dinas de Ecuador, y Bolivia. Con excepción del período en el que se produjo
la rebelión del taki onqoy, (1565) que propuso una ruptura con los españoles
Música chicha-, cambios de canción andina quechua 485
2. La n o v ed ad d e la m úsica chicha.
La m úsica chicha es conocida tam bién con otros nombres: “wayno m oder
n o ”, “cum bia andina”, “cumbia peruana”, “cumbia selvática”, “cumbia
folk”, “cum bia awaynada”, “tropical andina”, “chicha folk”. La palabra
chicha quiere decir literalmente bebida de maíz o cerveza de maíz. Es posible
que el nom bre “música chicha” provenga de una canción llamada “La
chichera’’, en homenaje a las vendedoras de esa bebida5.
El nom bre wayno m oderno6 nos ofrece la pista para descubrir las particu
laridades específicas de la música “Chicha”. El wayno es la canción quechua
pre-hispánica más extendida en los andes del Perú y Bolivia. El adjetivo “m o
d ern o ” quiere decir “lo actual”, “lo últim o”, “lo de m oda”. En otro texto,
(M ontoya 1994) he sostenido la diferencia entre los conceptos “m oderniza
ción” y “m odernidad” que la ideología capitalista presenta como sinónimos
para favorecer e im poner su propuesta de cambio cultural. La novedad en la
música en los años sesenta se identificó con los instrum entos eléctricos, la
percusión y el baile-espectáculo. En la lógica occidental “lo m oderno” se
opone a “lo tradicional” considerado como viejo, pasado de m oda y— por
eso— el folklore sería un obstáculo para la “m odernidad” considerada como
simple “m odernización” o expansión de la tecnología capitalista. D entro de
esa lógica, el arpa, el violín, el charango y la guitarra serían parte del pasado y
el futuro estaría asegurado con la im portación de los nuevos instrum entos de
la música llamada “m oderna”. El deseo de im portar no es nuevo; como lo
señalé antes, está presente desde el comienzo mismo de la conquista y la co
lonia. La adopción del arpa y el violín fue el prim er gran m om ento del inter
cambio cultural en la cultura quechua. Más tarde, ya en el siglo veinte, hacia
1930, los músicos del centro adoptaron el saxo; posteriorm ente, en los cin
cuenta, el acordeón. El saxo en la música del centro anunciaba ya los nuevos
vientos de la música chicha, en la medida en que en 1983 el grupo “Los
Pacharacos” con el wayno “Río del m antaro”, m ucho más rápido que todos
los waynos de antes y ejecutado con el saxo y una guitarra eléctrica, abrieron
un período nuevo que alcanzó su punto de mayor difusión 20 años después
con “Los C hapis”, uno de los conjuntos chicheros de mayor éxito en el país.
U n conjunto de “música chicha” toca una parte de la matriz quechua de
música, con tres guitarras eléctricas, un órgano, un string o teclado electróni
co y una batería. Los músicos que tocan y cantan siguen el ritmo de la música
con sus movimientos gimnásticos y están especialmente uniform ados para
asegurar un espectáculo en el cual el baile del público es lo fundam ental. La
música chicha es una innovación en el ritmo, para convertir el wayno andino
en bailable. D e la lentitud de la música que se toca para cantar versos cuyos
constituyen lo central de la canción andina quechua, los primeros chicheros
pasaron a la rapidez para bailar, prescindiendo de los versos. Las primeras
canciones chicha fueron simplemente instrumentales.
La posibilidad de bailar el wayno con más rapidez antes de la chicha contó
po r lo menos con tres elementos precursores que abrieron el camino. El p ri
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3. Lo n u ev o , lo q u e q ued a y lo q u e se pierde
Los com positores de las canciones chicha son los cronistas de la vida de
una parte de los provincianos en Lima y en otras ciudades. Ellos ofrecen los
Música chicha: cambios de canción andina quechua 489
elementos para una etnografía inicial de los últimos 20 años de una parte del
Perú, que en poco tiempo ha dejado de ser un país rural pues, el 70% de los
habitantes vive ahora en ciudades. En sólo cincuenta años la población paso
de 6 a 22 millones, sin que los recursos hayan crecido en la misma p ro p o r
ción. La pobreza es cada vez más grande; crecen la desocupación, el subem-
pleo, la delincuencia y múltiples formas de violencia, sobre todo la violencia
política que entre 1980 y 1992 ha producido 25.000 m uertos y 4.000 desapa
recidos. La pobreza urbana, la falta de trabajo, la condición de vendedor am
bulante, de trabajadora doméstica o de habitante de una barriada (“Pueblo
joven”), el alcohol, el machismo, la paternidad irresponsable y el elogio de la
picardía y la “criollada” para alcanzar objetivos sin cum plir las reglas esta
blecidas, son los elementos nuevos que trae la canción chicha.
La canción “El cachuelero” (subocupado que hace pequeños trabajos)
cuenta:
Muy temprano
salgo de mi casita
tratando de encontrar
un cachuelito
Y si lo encuentro
trabajo de sol a sol
con solo la ilusión
de llevar algo
a mis hijitos
a mi cholita.
Feliz el que tiene
un trabajo seguro
porque siempre tendrá
un pan para su hogar.
En cambio yo
trabajo como un trapo
y muchas veces
no consigo nada
y me pongo a llorar (Hurtado C. 20).
La canción chicha está identificada con los ambulantes:
Ayayayayay
qué triste es vivir
ayayayayay
qué triste es soñar
ambulante soy
vendiendo zapatos
vendiendo comida
vendiendo casacas
mantengo mi hogar
ambulante soy
proletario soy (Hurtado C. 22).
Sobre la em pleada doméstica dice la canción chicha:
Ella es la chiquilla
que trabaja el día
en la casa
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la dejó.
Los profesores hablan de la inconciencia
de la juventud
y ella perdió la fe a su amado
Una mala y cruel amiga
la recomendó a una mujer
malvada
y la pobre murió
ya sin fe
y en su bolso de cuaderno
decía ‘tu y yo’(C 46).
U n elogio a la paternidad irresponsable aparece en la canción “M adre sol
tera”:
Mujer ven un momento
ocultarte ya no puedo
mis alas siguen creciendo
y añoro seguir volando
Sé que la gente
picaflor me llamará
se que también tu llanto pagaré
pero que te quedas
madre soltera
te confieso
no busqué tu perdición (C 63).
H ay en la selección de W ilfredo H urtad o muchísimas canciones que ensalzan
el machismo, el donjuanismo (C 56, 67) que tratan mal a la mujer, y se nota
en ellas la influencia del bolero cantinero que tiene en la “mujer traicionera”
y en la propuesta de beber licor en las cantinas (receta para hacerle frente a
los problem as del amor) dos de sus temas favoritos (C 81). Se encuentra tam
bién una canción sobre el divorcio:
Finalmente ya nos divorciamos
conseguiste lo que anhelabas... (C 118),
y una consagrada a la droga:
Hojitas verdes cautivadoras
causantes de mi desgracia
soy prisionero de tu esencia
al probarte fue mi sentencia/
primero dan muchas alegrías
las convierten luego en lamentos
ingratas hojitas verdes ajusticiadoras.
Cambiadas de forma y color
provocarán más que un amor
y temblará la naturaleza
por tanta fortaleza.
Acábense hojitas verdes
renuncien a sus raíces
no quiero más tentaciones
hojitas verdes comprometedoras (C 49)1’.
Música chicha: cambios de canción andina quechua 493
aquella encierra. G ana nuevos recursos e instrum entos para expresar la m úsi
ca, pero disponer de nuevos instrum entos no es suficiente para crear. El con
tenedor no puede ser separado del contenido. En última instancia, lo que
queda de lo andino quechua en la canción chicha es sólo parte de la melodía.
C orresponde a los especialistas en música y etno-musicología andina y perua
na— entre ellos a Vásquez, Romero, Bolaños, Valencia— constestar a dos p re
guntas esenciales: ¿Cómo cambia la música andina con la chicha? y ¿cuáles
son las perspectivas y las consecuencias de ese cambio?
N o ta s
1 E ste es el p rim er estu d io etnográfico serio so b re la m úsica chicha. W ilfred o H u rta d o registró m ás de
novecientas canciones y en el libro p resen ta una antología de 202 ag ru p ad as en X I ru b ro s (C am po y n o s
talgia, m igración, desarraigo, el trab ajo en la ciudad, pobreza, m achism o y alcohol, el trab ajo , la lu c h a y
el progreso, am or, religión, h u m o r, y política. P resen ta adem ás las respuestas d e los prin cip ales m úsicos
y com positores d e la canción chicha a u n a encuesta sociológica m uy am plia. H e te n id o la p articu lar
satisfacción de h a b e r g uiado la elaboración de ese e stu d io y es p ertin en te agregar q u e W ilfred o H u rta d o
es ta m b ié n m úsico y conoce el tem a pro fu n d am en te. C u an d o el lib ro se p u b liq u e q u ed a rá n sin sen tid o
m uchas op in io n es fáciles dadas p o r personas que conocen m al y de lejos la can ció n an d in a qu ech u a.
2 E n el c u a d ro 3 del lib ro “L a sangre d e los c e rro s” (M ontoya, R. et
al. 1987:13) p u e d e e n c o n trarse u n a in
form ación d etallada so b re los diferentes tipos de canciones en cada u n a d e las o ch o regiones m usicales
d e la canción q u ec h u a peruana.
3 E n el c u a d ro 4 del lib ro “L a sangre de los ce rro s” (M ontoya, R. et
al. 1987:15) ap arece u n listad o de
in stru m en to s m usicales tocados p o r los quechuas y p o r los llam ados m estizos.
4 La g u itarra p o r su p ro p ia so n o rid ad es más ap ropiada para espacios so n o ro s cerrados. El charango es
m ás p e q u e ñ o p e ro suena más y se p resta para espacios abiertos en canciones y danzas d e tip o so b re to d o
colectivo. L a g uitarrilla q u e trajero n los españoles tenía cu a tro cuerd as y sufrió ad ap tacio n es p a ra c o n
vertirse en el T re s cubano, el charango de cinco y la g u itarra p o sterio r de seis. E l C u atro v en ezo lan o c o n
serva las cu a tro cuerdas.
5 “ [El co m p o sito r] B aquerizo con ‘Los dem onios del M an ta ro ’ sacó u n tem a ‘a la chichera, a la chichera,
lim eña, n o rte ñ a, h u an c aín a’. A dem ás la gente no sabía cóm o p ed ir el tem a cu a n d o to cáb am o s... y de ahí
viene su n o m b re ”. E ntrevista con N ovoa y B aquerizo, citado p o r H u rta d o (1992, p arte p rim era, au n sin
n ° d e página).
6 La e x p resió n “ wayno m o d e rn o ” es del m úsico B erardo H ern án d ez , co n o cid o com o “M an zan ita”,
(H u rta d o 1992, p a rte prim era, aún sin n° de página).
7 L a m úsica V allenata colom biana tiene m ucha aceptación en el P erú : en tre las varied ad es d e esta m úsica
se e n c u e n tra n la cum bia, el p o rro , el paseo vallenato y el m erengue. T o d a s estas v aried ad es so n g en é ri
cam ente conocidas com o cum bia. C om o sostiene C halena V ásquez, p ro b ab lem en te el p o rro influya más
que la cu m b ia en el P e rú (C onversación personal).
8 El m úsico E n riq u e D elgado contó a H u rta d o : “A m í m e encanta el rock. Ju stam e n te el ro ck h a sid o u n o
de los in g red ien tes q u e se aplicó p ara in te rp re ta r la m úsica tropical peru an a. Ju sta m e n te a F e rn a n d o
Q u iro z lo co n o c í en el g ru p o ro ckero los Z any’s y p ara darle más perso n alid ad , u n p o co m ás de estilo, y
ap ro v ec h an d o q u e en esa época estaba de m o d a el rock...se m e vino la idea d e in clu ir p artes del ro ck en
lo q u e hacíam os nosotros, q u e era la “cum bia p e ru a n a ” (1992, sección entrevistas, aú n sin n ° de página).
E ste es u n caso excepcional y h ab ría q u e dem o strar la presencia de la m úsica ro ck en la chicha. Los o tro s
m úsicos entrevistados h ab lan d e rock pero cu a n d o H u rta d o les pidió q u e m e n cio n ara n el n o m b re d e p o r
lo m enos u n a canción, n in g u n o p u d o recordar. Sería interesantísim o q u e los estu d io so s d e la m ú sica en
sí, p u e d a n investigar la presencia del ro ck en la chicha.
9 “C h a p u lín ”, el fam oso d ire cto r del co n ju n to chichero “Los S hapis” , c o n tó q u e los colores del u n ifo rm e
d e su g ru p o , rep ro d u cían el arco iris, “en hom enaje al im perio de los in c as” (H u rta d o , 1992, sección
entrevistas, aú n sin n° de página).
10 C u a n d o p reg u n té a los com positores p o r alguna canción chicha en q u ech u a, m e dijero n q u e con o cían
u na p e ro no p u d e encontrarla.
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11 Los “ch ic h ó d ro m o s” son lugares d o n d e se baila la canción chicha. Son cam pos de baile im p ro v isad o s en
te rren o s ce rra d o s no co n stru id o s d e n tro de la ciudad o en las afueras. L a p alab ra deriva d e los “salsó-
d ro m o s ”, que son espacios cerrados p ara oír y b ailar m úsica salsa.
12 E ste es u n caso q u e ilustra m uy b ien el p o co dom inio q u e los com p o sito res ch ich ero s tien en del castella
no. C o m o lo im p o rta n te p a ra ellos es la m elodía bailable, los textos d e las canciones so n gen eralm en te
im provisados, p ara salir del paso.
13 El co m p o sito r d e esta canción, influido p o r la ideología de las N acio n es U n id as y los g o b iern o s del P erú ,
co n fu n d e la coca con la cocaína y com ete un grave erro r. D escrib e los efectos d e la cocaína, n o de la
coca.
14 L a m elodía su en a an d in a p o r la p rep o n d era n cia pentatónica. C h alen a V ásquez cree q u e la acep tació n de
la m úsica afrocolom biana se d eb e a su pentatonía. (C onversación p ersonal.)
B ibliografía