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El recorrido por las ciencias humanas que tratan el tema de la familia está
marcado por la alusión constante y básica a las relaciones personales.
Desde las ciencias humanas teóricas o desde la teoría de las ciencias
prácticas los autores inciden en qué y cómo se establecen las relaciones
interpersonales. Predomina la sociología con sus formulaciones sobre
cómo es el marco de las relaciones familiares. Nos encontramos con
expresiones de clasificación de la familia tales como: célula o unidad
básica de la sociedad, sociedad o comunidad primaria, espacio, institución,
sistema y escenario. La antropología social o sociocultural está también
impregnada de esta forma de ver la realidad.
EL PARENTESCO FAMILIAR
PATERNIDAD Y MATERNIDAD
El hijo nace ya “respectivo” a sus padres y por esta razón quiere saber
quiénes son incluso en situaciones dolorosas. La afirmación del otro en la
relación conyugal hace posible la aceptación de un tercero. El
reconocimiento, la aceptación y la donación conyugal pueden trascender
hasta aceptar la vida de otra persona. La persona muestra con gran
plasticidad que es constitutivamente dialógica, abierta en su existencia a
otras personas, en su carácter sexuado, y en su origen para cuya
explicación se cuenta la historia de una mujer y de un varón. Describiendo
eso mismo, algunos autores definen al ser humano como "ser familiar"
entendiendo que su estructura íntima no es individual, sino familiar.
SER HIJOS
13. Cfr. Polaino, A. (2003). La familia y la autoestima..., 33 y ss. Las actitudes de los padres
más recomendables para el desarrollo de la autoestima de sus hijos son: aceptación
incondicional, total y permanente de los hijos, independientemente de su forma de ser; afecto
constante, realista y estable; implicación de los padres respecto a la persona de cada hijo,
circunstancias, necesidades, etc; coherencia personal de los padres, un estilo educativo
(expectativas y límites claros); valoración objetiva del comportamiento de cada hijo motivando,
elogiando esfuerzo y logros, corrigiendo errores; dar seguridad y confianza.
14 . En psicología se usa el término "figura de apego estable" para describir el efecto que tiene
sobre los niños la referencia permanente a quienes les cuidan. En algunos naciones de larga
tradición divorcista –en el sentido de que ya se ha hecho costumbre– incluso se ensayan y
propagan políticas sociales en las que se fomenta el matrimonio, con leyes que lo protejan más.
Cfr. Skolnick, S. (2003). “Uncle Sam, Matchmaker: Marriage as a Public Policy” en Allen, W.D.-
Eiklenborg, L. (eds) Vision 2003: Contemporary Family Issues, Minneapolis, National Council on
Family Relations, 11-15. También se han planteado planes educativos preventivos del divorcio,
Cfr. Markman, H. J.- Stanley, S. M.-Kline, G.H. (2003). “Why marriage education can work and
how goverment can be involved : illustrations fron the PREP (the Prevention and relationship
Enhancement Program) Aproach”, en Allen, W.D.-Eiklenborg, L. (eds) Vision 2003:
Contemporary Family Issues, Minneapolis, National Council on Family Relations,16-26
En la familia tienen lugar unas relaciones comunitarias si son las que rigen
la vida conyugal. Hacer comunidad y no sólo agrupación responde mejor
al modo de ser personal.
No está de más que para llevar a cabo esa vivencia hay que distinguir
amor de sentimiento, proyecto de vida compartido para fomentar lo
personal, de nido de bienestar afectivo. Lo primero asegura estabilidad, lo
segundo variabilidad continua. Con frecuencia se insiste en ver en la
familia una especie de refugio afectivo nutrido en todas las posibles
relaciones incluso las paternas. Los padres, en ocasiones buscan en sus
hijos una satisfacción medida en verlos como una prolongación de ellos.
El apoyo afectivo es la función valorada en primer lugar por muchos padres
e hijos tal y como muestran los sondeos sobre la situación de las familias.
Incluso en los intentos de definir qué tipo de comunidad es la familia, al
comprender las relaciones de afirmación recíproca entre sus miembros
que integran lo plural, lo diverso, el amor sólo se considera en su
dimensión afectiva de sentirse bien con el otro o de hacerle sentir bien al
otro.