Вы находитесь на странице: 1из 3

Slavoj Zizek triturado desde el

materialismo filosófico
Carlos M. Madrid Casado
Reseña del libro Contra Zizek de Julen Robledo (Pentalfa, Oviedo 2017)

El filósofo esloveno Slavoj Zizek (n. 1949) se ha consolidado como una de las
referencias intelectuales más prestigiosas del presente, siendo esta la razón de que Julen
Robledo le haga el mejor homenaje que puede hacerse desde el materialismo filosófico:
triturar su filosofía, es decir, analizarla críticamente, clasificándola y poniéndola a
prueba (mostrando de paso que las coordenadas del sistema filosófico forjado por
Gustavo Bueno son más potentes que las del filósofo esloveno, por cuanto permiten
envolver y recubrir sus propuestas). Frente a la recepción pasiva o dogmática de su
pensamiento, Robledo defiende que «triturarlo siempre será mejor que fingir que es
posible convivir pacíficamente con sus incongruencias y desaciertos» (pág. 13).

La primera parte del libro se encara con la ontología implícita en la obra de Zizek.
Robledo saca a la luz la influencia de Hegel y Lacan, y cómo Zizek hereda sus
desajustes internos. Del idealismo hegeliano toma la hipóstasis del espíritu y sus
facultades. Y del psicoanálisis lacaniano recoge una suerte de idealismo de la
conciencia preñado de psicologismo. Sobre la estructura hegeliana, Zizek dispone los
conceptos lacanianos (el gran Otro, el inconsciente, etc.); pero lo hace orientado por un
vector político: el que le proporciona Lenin.

La ontología zizekiana aparece implantada políticamente, porque el comunismo


leninista guía su fundamentalismo revolucionario contracapitalista. El engaño
inconsciente oculta al sujeto capitalista sus traumas y carencias, siendo la revolución la
única receta para su sanación definitiva. Así, el filósofo esloveno, metido a psicoanalista
de masas, propugna la afloración a la conciencia social de un deseo reprimido: la
revolución contracapitalista, que sería liberadora y productora de salud mental. En esta
línea, Zizek tiende a reducir todo el carácter histórico-institucional del ego
trascendental, toda la dialéctica de Estados e Imperios, a procesos enmarcados en la
contraposición simplista entre capitalismo y contracapitalismo.

En la segunda parte del libro, Robledo discute qué modulación de izquierda política
corresponde al pensamiento de Zizek. Sin perjuicio de sus raíces en la quinta generación
de izquierda definida (izquierda comunista), Zizek abraza una izquierda indefinida, por
cuanto abandona el parámetro político del Estado en sus análisis. En efecto, se muestra
como miembro de una izquierda divagante, porque en sus rasguños recorre múltiples
campos (música, cine, pintura, literatura…), creyendo que ser de izquierdas se trasluce
en una cierta consideración ética o cultural (una especie de cosmovisión que sería,
frente a la derecha política, la conciencia de la Humanidad). Las razones para el
desborde extrapolítico que protagoniza la izquierda zizekiana con sus divagaciones las
encuentra Julen Robledo en la caída del comunismo realmente existente en 1991.

Finalmente, la tercera y última parte del libro se centra en analizar las causas que han
podido llevar a que la obra de Zizek goce de éxito en España (en concreto, dentro de las
filas de Podemos). Por medio de Google Trends, Robledo repara en que fue en 2009
cuando la búsqueda de su nombre en el buscador de Google experimentó un auge
vertiginoso y continuado. ¿Por qué, si los libros de Zizek están en las librerías españolas
desde los 90? La respuesta es que por esas fechas comenzó a sentirse con inusitada
crudeza la crisis económica en nuestro país, arrastrando un interés por ideas-fuerza
relacionadas con la pérdida de derechos en el Estado del Bienestar. De otro modo:
serían los avatares del contexto histórico los que estarían, más que su potencial
intrínseco, detrás de la popularización de la filosofía salvadora zizekiana.

En suma, la obra de Julen Robledo hace suya la función social que para la filosofía
reclamaba Gustavo Bueno, y que no es otra que advertir del peligro que guardan ciertas
ideologías (políticas, en el caso que nos ocupa), si el pueblo las toma al pie de la letra
como verdades eternas. Zizek queda así retratado como un vendedor de metafísica y de
un ilusorio futuro revolucionario.

Вам также может понравиться