Vicerrectorado Académico Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Escuela de Derecho
El Abogado y la administración de Justicia
Cátedra: Procedimientos Ordinarios en el
Derecho
San Cristóbal, mayo de 2018
La profesión de Abogado es una de las más importantes del mundo. La razón de esta importancia reside en la trascendencia de su función. Ya en el código de Justiniano aparece un texto (“De advocatis diversorum indiciorum” Código,Libro II,Tit.VII , Ley 14 ) el cual versa; ”Los Abogados que aclaran los hechos ambiguos de las causas, y que por los esfuerzos de su defensa en asuntos frecuentemente públicos, y en los privados, levantan las causas caídas y reparan las quebrantadas, son provechosos al género humano no menos que si en batallas y recibiendo heridas salvasen a su patria y a sus ascendientes. Pues no creemos que en nuestro imperio militen únicamente los que combaten con espadas, escudos y corazas, sino también los Abogados; porque militan los patronos de causas, que confiados en la fuerza de su gloriosa palabra defienden la esperanza, la vida y la descendencia de los que sufren “.
En época del gran emperador Justiniano, la sociedad ya era consciente
de la trascendencia de la función del Abogado. Hoy, su función sigue siendo tan importante o más que en los inicios de nuestra historia. Este, cuando después de haber escuchado a una persona fisca o jurídica, empieza a trabajar, a estudiar la documentación, a buscar soluciones, lo hace velando por un interés concreto y especifico, el de su cliente. Es justamente en esta concreción, donde reside la importancia de su función. La solución a este caso concreto alimentará el ordenamiento jurídico general, por los diferentes cauces procesales previstos, contribuyendo a enriquecerlo y mejorarlo. El Abogado lucha por separar lo equitativo de lo no equitativo, objetivo que requiere un gran esfuerzo y al que se llega a través del conocimiento que le brinda su propia experiencia profesional, pero también gracias al conocimiento mediato, el que adquiere de otros abogados, de otros juristas, de la jurisprudencia.
El Abogado es un profesional que para poder cumplir su función debe ser
un buen conocedor de su sociedad, de los hechos concretos que importan a cada uno de sus asuntos y de la evolución legal y jurisprudencial. Por todo ello nunca puede dejar de ser un estudiante.
La especial misión que cumple el Abogado, se encuentra fundada en el
respeto por la Justicia, traducido en su actuación conforme a derecho, vinculada a los principios deontológicos que sujetan el ejercicio de la profesión. El deber fundamental del Abogado, como partícipe en la función pública de la Administración de Justicia, es cooperar con ella: asesorando, conciliando y defendiendo los intereses que le sean confiados. Intereses que en ningún caso lo harán desviarse de su finalidad de justicia. Así para el Abogado como obrador jurídico ajeno a la rama judicial, con mayor razón para el administrador de justicia, verdadero artífice de su causa.
Dentro del conjunto de responsabilidades sociales en el cumplimiento y
la defensa de los derechos humanos y la administración de justicia, los Abogados ocupan un lugar destacado y de primer orden, pues son ellos quienes tienen la obligación de elevar a un plano normativo e institucional el conjunto de relaciones intersubjetivas e interdependientes que caracterizan las relaciones humanas. Tratando en todo instante de lograr una plena igualdad de los ciudadanos ante la ley. Esta búsqueda de la justicia y la igualdad ha encontrado muchas alternativas en su cumplimiento. Pues en sociedades asimétricas como la nuestra, el ejercicio del poder no se encuentra distribuido en toda la sociedad, sino que se concentra en reducidos sectores sociales, que transgreden las normas más elementales de la convivencia humana, vulnerando el Estado de Derecho y el orden constitucional. En contextos como este, el ejercicio profesional de la Abogacía se torna imprescindible y fundamental en la defensa de la legalidad constitucional y los derechos humanos. Los Abogados enmarcan el sector profesional más empeñado en el cumplimiento de la legalidad constitucional, pues saben que el incumplimiento del sistema normativo sólo lleva a la inestabilidad y la anarquía, a la injusticia y a mayores desequilibrios sociales. Por esta razón, procuran la defensa irrestricta de los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidas en el marco legal, tanto en un plano nacional como internacional, difunden los deberes y obligaciones que tienen los ciudadanos con la sociedad y el Estado, orientan a sus clientes en la defensa de sus intereses particulares y su responsabilidad con las instituciones jurídicas, y velan por el cumplimiento irrestricto de la separación de poderes y la autonomía de las instituciones del sistema normativo.
La vitalidad de los derechos humanos encuentra en los Abogados a sus
guardianes, quienes asumen la defensa del Estado de Derecho con el convencimiento que sólo así podrá prevalecer la justicia y la igualdad. Frente a esta responsabilidad compartida, la colectividad espera, especialmente de los Abogados, una actuación muy especial pues éstos, por formación y vocación, son por lo general, los profesionales más capacitados para alzar su voz en defensa de la Constitución, del Estado de Derecho, de los derechos humanos y de la legalidad en general.
En momentos de crisis moral es cuando los Abogados deben dar mayor
ejemplo de integridad ética. Es por ello por lo que quien realiza dicha profesión debe ser consciente de la trascendencia que su labor profesional tiene en el campo de los derechos humanos. Como en todo gremio, son muchos Abogados que hacen honor a su carrera. A ellos también corresponde ser los más celosos jueces cuando alguno de sus miembros traiciona los altos ideales de la abogacía. Muchos de los ciudadanos que creen que se les ha vulnerado algún derecho recurren a un Abogado para formular una consulta, recabar una opinión, pedir un consejo o solicitarle que se haga cargo del problema. De la respuesta que les dé el profesional depende en mucho lo que pase luego; esto es, si el caso va a juicio, por ejemplo, y, en términos más generales, si el derecho efectivamente existente resulta reivindicado.
El Abogado representa al profesional al cual concurren los ciudadanos
para que a través de él se canalicen sus aspiraciones, sea mediante demandas, petitorios, o gestiones, ya se trate de recurrir ante jueces o magistrados, administradores públicos, o autoridades ante los jueces muchas veces se dirime la controversia que tienen los clientes mediante la exposición de los problemas y una rápida administración de justicia por parte de la autoridad.
Sus normas de conducta tienen que ser extraordinarias y deben, en todo
momento, mantener una forma de actuar rectilínea y apegada a su decálogo y a las disposiciones que existen sobre los cuales sabemos normar su conducta y nuestros actos
La conducta de quienes ejercen esta profesión, como profesional
independiente o como miembro de la Rama Judicial, está gobernada, en primer lugar, por una serie de cánones que la sociedad espera y exige como conducta mínima de operadores de la justicia; en adelante, se concreta el entramado normativo que se impone a su actuar profesional, de conformidad con la naturaleza de la relación jurídica y su contenido prestacional, en el caso del ejercicio profesional particular, y de acuerdo con el ámbito de sus competencias, en el caso de servidores públicos.
Los Abogados, son los servidores de la justicia y colaboradores de su
administración, su objetivo fundamental es mantener el equilibrio de la sociedad dentro del marco legal, además del servicio al cliente, de sus derechos y de sus aspiraciones que han sido vulneradas.
Las Naciones Unidas, en su Octavo Congreso sobre Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana del 27 de agosto al 7 de setiembre de 1990, aprobó los principios básicos sobre la función de los Abogados. En los considerandos del acuerdo, el organismo internacional expresa que los pueblos del mundo afirman en la Carta de las Naciones Unidas, entre otras cosas, su resolución de crear condiciones bajo las cuales pueda mantenerse la justicia, y proclaman como uno de sus propósitos la realización de la cooperación internacional en la promoción y el estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
Este organismo considera que los principios básicos sobre la función de
los Abogados deben ser tenidos en cuenta y respetados por los gobiernos en el marco de su legislación y práctica nacionales, y deben señalarse a la atención de los juristas, jueces, fiscales, miembros de los poderes ejecutivo y legislativo y público en general. Estas consideraciones de las Naciones Unidas, con las que los Abogados deben solidarizarse, constituyen el marco de los principios básicos sobre la función de los Abogados, que comprende como principal obligación y responsabilidad mantener en todo momento el honor y la dignidad de su profesión en su calidad de agentes fundamentales de la administración de justicia.
Los Abogados, al proteger y defender la causa de la justicia, procurarán
apoyar los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos por el derecho nacional e internacional, y en todo momento actuarán con libertad y diligencia, de conformidad con la ley y las reglas y normas éticas reconocidas que rigen su profesión.