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La numeración maya
Los antiguos mayas utilizaron un sistema vigesimal que
permitía expresar los numerales de dos maneras distintas:
con barras y puntos (un punto siempre tenía valor uno y
una barra, valor cinco) y a través de signos glíficos con
forma de cabeza (cefalomorfos). La expresión de los
números hasta el 19 se realizaba gracias a la combinación
de barras y puntos, mientras que para cálculos y
notaciones superiores a la cifra 19 se empleaba un sistema
posicional, en que las unidades aumentaban de valor
según la posición que iban ocupando en el eje vertical, de
abajo arriba. De gran trascendencia para este sistema fue
el concepto de cero, que tenía su propio signo en forma de
concha.
Notación numérica maya
En una columna de tres números, por ejemplo, el valor de
puntos y barras localizados en la parte más baja
corresponde a las unidades de 0 a 19; los que ocupan una
posición intermedia tienen un valor entre 20 y 399, pues se
les debe multiplicar por veinte; y los de la parte superior
representan cantidades entre 400 y 159.000, debido a que
hay que multiplicarlos por 400. De este modo era posible
expresar cantidades muy grandes con pocos signos.
El calendario maya
Las distintas civilizaciones que poblaron a lo largo de la
historia el territorio mesoamericano compartieron la
estructura del calendario como base a partir de la cual
podían establecer su cronología y como sistema que
permitía registrar de algún modo el paso del tiempo. En
este contexto, los mayas dieron sin duda un paso de
enorme trascendencia en la medición del devenir temporal,
y su notación calendárica es una muestra cabal de la
inteligencia humana. Gracias a la aritmética posicional, los
mayas, por medio de operaciones simples de adición y
sustracción, generaron el impresionante despliegue de
notaciones que permitió a su cultura disponer de una
cronología propia.
El mecanismo maya del cómputo del tiempo es uno de los
más complejos y precisos que se conocen en la historia de
la humanidad. Junto con los calendarios romano, cristiano y
musulmán, es uno de los pocos que poseen el sistema de
fijar un año cero como punto de partida original. Esa fecha
cero corresponde en nuestro calendario al 10 de agosto del
año 3113 a.C.
La unidad básica del calendario era el día, aunque existían
otras que resultaban de la suma de días. Cada una de
estas unidades tenía un nombre: kin (un día), uinal (20
días), tun (360 días), k'atun (7.200 días), b'aktun (144.000
días), alautun (23.040 millones de días). De esta forma,
una fecha maya que fuera de 9 b'aktunes, 9 k'atunes, 14
tunes, 2 uinales y 6 kines (que de forma abreviada se
expresaba 9.9.14.2.6) significaría que han pasado un total
de 1.265.886 días desde la fecha fijada como inicio. La
conquista española parece coincidir con la fecha
11.16.0.0.0. Esta forma de datación es llamada Serie Inicial
o «cuenta larga», pues parte de un fecha inicial (el 10 de
agosto del año 3113 a.C. como día cero) y expresa el
número de días transcurridos desde entonces en
cantidades «largas».
Los dos ciclos del calendario
Los mayas disponían de un ciclo ritual llamado tzolkin o
«cuenta de los días», que combinaba 13 números con 20
nombres (de modo que sus notaciones se repetían cada
260 días), y un año profano de 365 días al que
denominaban haab. El calendario ritual estaba basado en
el tiempo de gestación humana y servía para determinar la
vida del individuo en la comunidad. Tanto en un ciclo como
en el otro, cada día tenía su divinidad protectora.
De la combinación de los números 1-13 con los veinte
nombres de los
días surgen las designaciones de los 260 días del
calendario tzolkin
El ciclo haab o año oficial estaba formado por 19 divisiones:
18 eran resultado de la combinación de los 20 números
correspondientes a los días con 18 nombres diferentes
para cada uno de los meses (pop, uo, zip, zotz, tzec, xul,
yaxkin, mol, chen, yax, zac, ceh, mac, kankin, muan, pax,
kayab y kumku), lo que daba un total de 360 días. Los
cinco días restantes constituían el decimonoveno mes o
uayeb; tales días (los xma kaba kin, «días sin nombre», o
chay kin, «días perdidos») eran los peores del año.
Estos dos ciclos, que funcionaban de manera concurrente,
formaban a su vez un ciclo más largo de 18.980 días
(equivalentes a 52 haab de 365 días o a 73 tzolkin de 260
días), al que los investigadores dieron el nombre de Rueda
Calendárica y a cuyo final un día determinado reaparecía
en la misma posición en el año. Este periodo pudo haberse
originado en el estudio de la constelación de las Pléyades,
que pasa por el cenit cada 52 años. Los mayas creían que,
cada vez que se acercaba el final de una Rueda
Calendárica, el universo entraba en una crisis cósmica que
amenazaba su supervivencia; esperaban entonces con
ansiedad el paso de las Pléyades, que garantizaba la
existencia de la humanidad durante los siguientes 52 años.
Para identificar una fecha de la Rueda Calendárica, los
mayas designaban el día con su numeral y su nombre, y
añadían el nombre del mes corriente junto con el prefijo de
uno de los numerales comprendidos entre el 0 y el 19. Por
ejemplo, en la fecha 7 imix 14 tzec, la primera parte es una
fecha tzolkin, y la segunda es haab. Una fecha escrita así,
con la combinación del nombre del día en el ciclo tzolkin y
su ubicación en el año haab, aparecería una sola vez en la
Rueda Calendárica a intervalos de 52 años.
Métodos de corrección
Aunque los elementos básicos del calendario maya
guardaban poca relación con la astronomía, a las fechas de
la Serie Inicial se añadía el registro del momento del ciclo
lunar correspondiente a la fecha; tales indicaciones
constituyen la Serie Suplementaria o cuenta lunar. Esta
cuenta lunar constaba de seis glifos que contenían
información acerca de la fase de la Luna en la fecha
registrada, indicaban la duración lunar del mes en que caía
la fecha de la Serie Inicial (29 o 30 días), señalaban el
número de la lunación de que se trataba en el período lunar
de medio año y facilitaban otras informaciones que todavía
no han podido ser desveladas. A través del sistema
aritmético que usaron, los mayas eran capaces de fijar
cualquier fecha dada en su cronología con una precisión
tan exacta que no podía repetirse hasta transcurrido un
ciclo de 374.440 años, una proeza admirable en cualquier
sistema cronológico.
Un tercer cómputo en las inscripciones mayas es la Serie
Secundaria, cuya función parece haber sido la corrección
de la desviación del calendario respecto al año natural,
semejante en algunos aspectos al ajuste que supone el año
bisiesto en el calendario occidental. Los sacerdotes
astrónomos fueron conscientes de que el año civil maya se
adelantaba al año natural desde el comienzo, y para evitar
que el año civil se anticipara al natural en 0,25 días cada
año tuvieron que idear su propio método de corrección.
Para expresar una fecha concreta correspondiente a un
solo día eran precisos diez glifos diferentes. Era un método
exacto, aunque muy pesado. Si en cualquier inscripción se
fijaba una fecha de la era cronológica por medio de la Serie
Inicial, las demás podían calcularse conforme a ella. Estas
fechas se han llamado Serie Secundaria.
Si se considera por ejemplo la fecha 9.16.0.0.0
correspondiente al "2 ahau 13 tzec" de la era maya (9 de
mayo del 751, en el calendario gregoriano), y se cuenta
desde el día de Año Nuevo maya 0 Pop, la posición en el
mes de 13 tzec indicada corresponde al 27 de octubre del
751 en el calendario gregoriano, 171 días más tarde que lo
indicado por el calendario maya. Para corregir el error, los
mayas añadían 8 uinales y 11 kines, es decir 171 días
expresados en su sistema vigesimal. La fecha inicial
(9.16.0.0.0) "2 ahau 13 tzec" se convertía en la fecha "4
chuen 4 kankin" (9.16.0.8.11 o 27 de octubre del año 751
en el calendario occidental) que era la posición que "13
tzec" ocupaba en el año natural y que los adelantos que el
calendario había sufrido hacia 9.16.0.0.0 habían avanzado
171 días.
Con esta corrección de la Serie Secundaria añadida al año
oficial, el calendario maya servía para la agricultura. Hacia
mediados de la época clásica (731), el método de la cuenta
larga o Serie Inicial para la notación de las fechas se redujo
a tres jeroglíficos que los investigadores denominan fecha
de fin de período y que permitía establecer la fecha con
exactitud dentro de un período de unos 19.000 años.
La astronomía maya
Una de las características que diferenciaba a las élites
mayas era el alto nivel y la precisión de sus conocimientos
astronómicos. Aunque la mayor parte de la información que
ha llegado hasta nosotros está contenida en los tardíos
códices del período Posclásico, no hay duda de que las
observaciones y los cálculos sobre los cuerpos celestes se
establecieron desde los tiempos preclásicos, momento en
que se erigieron los primeros complejos de conmemoración
astronómica. Los centros estaban integrados por una
pirámide truncada, donde se situaba el observador, y tres
edificios alineados en el lado este, donde se tomaban los
puntos de referencia de la salida del Sol en los diferentes
solsticios.
Observatorio de Uaxactún
Algunos edificios singulares de Yucatán, como el Caracol
en Chichén Itzá o quizás el Satunsat en Oxkintok, fueron
asimismo lugares de observación. El observatorio
astronómico de Chichén Itzá, llamado el Caracol, es una de
las edificaciones más singulares de la civilización maya. La
tradición atribuyó su construcción a Ce Acatl Topiltzin,
héroe mítico identificado con el dios Quetzalcóatl (Kukulkán
en maya). Consta de dos niveles erigidos sobre grandes
plataformas que terminan en una terraza rectangular a diez
metros de altura, en cuyo centro se alza una torre de doce
metros y medio de alto. Un doble tramo de escaleras
conduce a la terraza superior y a la planta baja de la torre,
formada por dos muros cilíndricos con cuatro aberturas en
su perímetro, una para cada punto cardinal.
En el interior de la torre se halla la escalera en forma de
caracol que ha dado nombre a la estructura; por ella se
llega a una pequeña cámara situada sobre la cúpula que
corona el observatorio, con diversas aberturas cuadradas,
de las que sólo quedan tres. A través de ellas podían
determinarse los equinoccios y los solsticios; por otras
aberturas del Caracol se observaba el movimiento de
Venus, con su ciclo sinódico de 236 días, 90 días, 250 días
y 8 días. Los sacerdotes astrónomos mayas hacían
coincidir sus períodos ceremoniales más importantes con
una unidad compuesta por 5 revoluciones sinódicas
venusinas, esto es, cada 8 años de 365 días, incorporando
en sus cálculos las correcciones que derivaban de la
observación.
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6- Educación
7- Costumbres Aztecas
de Las Pléyades.