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Escuela Hijos del Sol

Muñoz Carrasco s/n. Los Marcos. hijossol@hotmail.com Fono: 072-2481132

Guía de estudio Expansión Europea y descubrimiento de América 8° básico.

Uno de los fundamentos del mundo actual es la conectividad entre todos los
rincones del planeta, gracias al acelerado desarrollo de los medios de comunicación y
transporte y a los alcances de la globalización, que permiten una fluida comunicación e
interacción entre las personas y las regiones, ya sea en el plano físico o virtual.

Durante la Edad Media y a comienzos de la Edad Moderna, en cambio, viajar de


un continente a otro podía tardar meses e incluso muchos territorios y regiones del
planeta eran aún desconocidas. Durante los siglos XV y XVI se desarrollaron grandes
exploraciones geográficas que ampliaron los horizontes hasta entonces conocidos por los
europeos.

En la Edad Media, no solo se pensaba que el centro del universo era la Tierra,
sino que además se creía que la Tierra era plana. Si bien existían contactos entre pueblos
de Occidente y de Oriente, incluso ya desde la Antigüedad, a través de los intercambios
comerciales, en migraciones, guerras o expansiones imperiales, en los comienzos de la
Edad Moderna, todavía existían grandes zonas deshabitadas o poco pobladas y había un
gran desconocimiento entre las regiones y continentes a nivel planetario: Europa
desconocía gran parte de África, más allá del desierto del Sahara, igual que de China,
India y de América. Ya en el siglo XIII los viajes de grandes mercaderes medievales,
como Marco Polo, permitieron contactar Europa con el Lejano Oriente. Sin embargo, los
europeos seguían pensando que estas tierras estaban habitadas por personajes y
animales legendarios, como unicornios o dragones. Algunas expediciones medievales
intentaron bordear la costa africana, para llegar a Asia, pero las naves se perdían al sur
de las islas Canarias, lo que fomentaba la creencia de que al acercarse al Ecuador las
aguas del Atlántico hervían. Asimismo, se creía en la existencia de un “paraíso”, que
Colón creyó encontrar cuando llegó a la desembocadura del río Orinoco, en América. En
1492 Cristóbal Colón llegó a este continente y, en vez de encontrar monstruos como los
de los relatos medievales, encontró pueblos originarios, con distintas culturas, modos de
vida y formas de organización.

Causas de la expansión geográfica

En el siglo XV los europeos se vieron en la necesidad de buscar nuevas rutas


comerciales hacia el Oriente. Algunos productos, como sedas, piedras preciosas y
perfumes, que se traían desde Asia, eran muy codiciados. Este fue el caso de las
especias, como la pimienta, la mostaza y el clavo de olor, que se usaban para
condimentar los alimentos y preservarlos por más tiempo. El precio de estos productos se
encarecía bastante, debido a la intervención de comerciantes árabes e italianos que se
dedicaban a su distribución. Europa necesitaba buscar oro y plata en nuevos territorios,
ya que estos productos se compraban con metales preciosos. Desde el siglo XIV ya se
habían cerrado algunas rutas terrestres, debido al temor de que la peste negra fuera
contagiada por las caravanas de comerciantes. Además, la situación del comercio con
Oriente se agravó con el avance de los turcos en el Cercano Oriente y la caída de
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Constantinopla –antigua capital del Imperio Romano Oriental y actual Estambul–, en


1453. Los turcos controlaron las costas del Mediterráneo y monopolizaron el comercio,
aunque los venecianos siguieron comerciando, para lo cual debían pagar altos impuestos.
Al producirse el cierre de la ruta de la seda, los europeos buscaron nuevas rutas
comerciales marítimas para realizar el tráfico directo con Asia, sin que fuese necesaria la
intervención de los comerciantes árabes.

Las historias sobre tierras exóticas y el afán de conocimiento, estimularon el


espíritu explorador que caracterizó a los hombres y mujeres modernos, quienes aspiraban
a vivir grandes aventuras, lograr fama, riquezas y poder. En este sentido, los relatos de
los viajes del veneciano Marco Polo al Oriente, entre 1271 y 1295, alimentaron las
fantasías por explorar y conocer estas lejanas tierras. De igual modo, el espíritu de las
cruzadas se manifestó en el deseo de difundir el cristianismo en todo el mundo,
evangelizando a la población que profesaba otras religiones o creencias. Por otra parte, la
revolución científica estuvo acompañada de una serie de avances técnicos: se comenzó a
utilizar la brújula, inventada por los árabes, el astrolabio, el sextante y el cuadrante,
instrumentos que permitían orientarse mejor en la navegación, medir la altura meridiana
del Sol y calcular la latitud en que se encontraba el barco, pudiendo elaborar cartas
náuticas y mapas más adecuados a la realidad geográfica.

En el siglo XIII se desarrollaron los portulanos, que representaban con mayor


precisión las costas del mar Mediterráneo y el mar Negro, indicando ríos, bahías, la
ubicación de puertos y posibles obstáculos; además, mostraban las rutas marítimas
mediante el trazado de líneas. También se mejoraron las técnicas de navegación, pues
las galeras medievales fueron remplazadas por las carabelas y naos, pasando de la
fuerza y tracción humana, a la fuerza del viento, que permitió aumentar la seguridad y
velocidad de las embarcaciones.

La influencia del pensamiento humanista y científico, así como el redescubrimiento


de la cultura griega entre los grupos con más educación, permitieron conocer sobre las
teorías de la redondez de la Tierra, superando el viejo temor medieval de un mundo plano
y rodeado de monstruos. Pablo Toscanelli (1398-1482), astrónomo y cartógrafo italiano,
ilustró sus mapas colocando a la India frente a Europa, y señaló que era posible llegar
hasta ella viajando en dirección al oeste, a través del océano Atlántico, idea que fue
retomada por Cristóbal Colón Exploraciones europeas.

La estratégica posición geográfica de España y Portugal les permitió protagonizar


el proceso de expansión europea hacia el Lejano Oriente, a través de la circunnavegación
de África y de la travesía del océano Atlántico. Los puertos ubicados en ciudades como
Lisboa y Cádiz, fueron la escala obligada para los mercaderes italianos y los del norte de
Europa. En el siglo XV, ambos países ya contaban con una larga tradición en viajes por
mar, que les había permitido conocer las costas africanas y mediterráneas, llegando a los
archipiélagos de las islas Azores, las Madeira y las Canarias. Por otra parte, Portugal
había logrado su unidad territorial a fines del siglo XIII y España, que había sido invadida
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por los musulmanes desde el siglo VIII, recién logró expulsarlos definitivamente de la
península en el siglo XV, el año 1492.

Las primeras expediciones portuguesas, que contaron con el respaldo de Enrique


“El Navegante” (1394-1460), se dirigieron al norte de África bordeando la costa hacia el
sur del continente. Gracias a la expedición de Bartolomé Díaz, en 1488, descubrieron la
ruta por el Cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África. Luego, en 1498 Vasco
de Gama llegó hasta el puerto de Calicut en India, conectando por vía marítima Oriente y
Occidente. Portugal instaló una serie de puestos de colonización en África y en India. El
año 1500, una expedición comandada por Pedro Álvarez Cabral, alcanzó las costas del
Brasil, iniciando un largo período de dominio colonial en esa región americana. En 1511
los portugueses llegaron a las islas España, por su parte, buscaba una ruta alternativa
para llegar a Asia, por lo que apoyó la expedición del genovés Cristóbal Colón (1451-
1506), que pretendía llegar al Oriente navegando por el oeste, atravesando el océano
Atlántico. La corte portuguesa había considerado que el proyecto de Colón era inviable y
se basaba en errores; mientras que fueron los Reyes Católicos de España –Fernando de
Aragón e Isabel de Castilla–, quienes le dieron su apoyo y financiamiento.

Capitulaciones de Santa Fe

Finalmente, el 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, en las que
la Corona española se comprometía a otorgarle a Colón una serie de beneficios si lograba
encontrar una nueva ruta al Oriente. Sería Almirante vitalicio y hereditario, Virrey, y
Gobernador de las tierras descubiertas, además de obtener una parte importante de las
riquezas que se encontraran. Se le entregaría:

1º El título de Almirante vitalicio, hereditario, sobre todas las tierras descubiertas.


2º El título de Virrey y Gobernador general de dichas tierras.
3º El décimo de las riquezas o mercancías obtenidas.
4º En caso de conflicto por las riquezas o mercancías, se autorizaba a él o a sus
tenientes para resolverlo.
5º Podía costear una octava parte de la armazón de los navíos que partieran a las nuevas
tierras, a cambio de la octava parte de las ganancias.

Colón llega a América

Una vez que Colón consiguió los recursos para disponer de tripulación y de tres naves
equipadas, la “Niña”, la “Pinta” y la “Santa María”, partió del Puerto de Palos el 3 de
agosto de 1492. Transcurridos más de dos meses de navegación, y en un ambiente
marcado por la incertidumbre y el temor de sus marineros, finalmente el 12 de octubre
desembarcó en una isla americana que los indígenas llamaban Guanahani, en el
archipiélago de las Bahamas y que Colón bautizó como San Salvador. En este viaje
recorrió diferentes islas y supuso que eran islas del este de Asia. Realizó tres viajes más
a América, pero hasta el día de su muerte creyó que había llegado a las “Indias”.
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El descubrimiento del océano Pacífico, llamado Mar del Sur, por


Núñez de Balboa, descartó la idea que Colón mantuvo hasta su muerte: que había
llegado a Japón y China. Américo Vespucio (1454-1512), quien trabajó al servicio de las
coronas española y portuguesa, confirmó que en realidad se había llegado a otro
continente y, en 1507, propuso llamar a las tierras descubiertas por Colón “Nuevo
Mundo”. Sin embargo, un grupo de monjes estudiosos de la geografía, bautizaron al
nuevo continente como América, pensando que había sido Vespucio su descubridor. Juan
de la Cosa elaboró el primer mapa del nuevo continente, en 1500.

Dos reinos se reparten las nuevas tierras

Portugal, en primer lugar, y luego España, solicitaron al Papa la


autorización para dominar las tierras descubiertas y por descubrir, con el compromiso de
convertir al cristianismo a sus habitantes. Para evitar que coincidieran en sus
reclamaciones, el Papa Alejandro VI decidió establecer las áreas de dominio de cada
reino. En 1493 dictó la Bula Intercaetera, un documento en el cual se fijaba una línea de
polo a polo, ubicada 100 leguas al oeste de las islas Azores y Cabo Verde, de modo que
las tierras descubiertas al oeste de la línea pertenecerían a España y las descubiertas al
este serían para Portugal. Al año siguiente, ambos reinos firmaron el Tratado de
Tordesillas, que modificó la ubicación de la línea divisoria, fijándola 370 leguas al oeste de
las islas mencionadas.

• Hernando de Magallanes y la primera vuelta al mundo: Después del Tratado de


Tordesillas y de los viajes exploratorios de Colón, la Corona española continuó con su
intención de llegar a las Indias. Con este fin, contrató los servicios del navegante
portugués Hernando de Magallanes, a quien se le encomendó que continuara la
exploración de las costas de América con el objetivo de encontrar un paso que permitiera
llegar a Oriente. La expedición, formada por cinco naves, zarpó en 1519 y llegó a las
costas de Brasil, desde donde se dirigió al sur. En noviembre de 1520, Magallanes
comenzó el paso por el estrecho que hoy lleva su nombre. Por ello, es considerado el
primer explorador que pisó el actual territorio chileno. Luego continuó su viaje hacia el
Oriente, navegando en condiciones extremas. Llegó a las Islas Filipinas, donde fue
muerto por los nativos. La expedición continuó a cargo de Sebastián Elcano, quien logró
llegar a las Molucas, donde permaneció un tiempo. Finalmente, regresó a España por el
Océano Índico. En total, la expedición de Magallanes y Elcano había durado tres años y
dio la vuelta al mundo, comprobando empíricamente la redondez de la Tierra.

Exploraciones en América del Norte Los viajes de Colón y de Vespucio motivaron a otras
potencias europeas, como Francia, Inglaterra y Holanda, a emprender viajes de
exploración en América del Norte. Su intención, al igual que la de España, era poder
acceder por una nueva ruta a las riquezas de Asia. Esto no sucedió, pero las
exploraciones permitieron un reconocimiento de las costas de América del Norte, las que
serían pobladas más tarde, en el siglo XVII. La primera de estas expediciones fue llevada
a cabo, en 1497, por Juan Caboto, navegante italiano, quien, financiado por Inglaterra,
llegó a Terranova (actual Canadá) y recorrió las costas de Norteamérica.

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