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El modelo histórico de Estado asimilado por la experiencia chilena fue alcanzado por las
Revoluciones libertarias, en particular por la francesa de 1789. De esta herencia aún se
mantiene la concepción de la separación de los poderes. Esta visión de lo estatal
modelado por el Poder legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, cada uno de los
cuales se reconoce sometido a su propio e independiente régimen jurídico, no ha podido
evitar, sin embargo la necesaria complementación funcional que determine el hacer de
cada uno de ellos, lo que equivale precisar por vía de consecuencia, cuales son las
funciones del Estado.
Es ilustrativo recoger el cuadro administrativo alcanzado por los dos grandes modelos
institucionales hechos realidad por Occidente, el Estado liberal, con plena vigencia hasta
los primeros años del siglo XX, y el Estado social que lo sucedió hasta el umbral del tipo de
Estado que habría de estructurarse como consecuencia del ideario impuesto por la
segunda gran posguerra mundial, y que hasta hoy, aunque son serias variantes, domina la
escena pública contemporánea bajo la denominación de Estado democrático de
Derecho.
Carre de malberg dice que el derecho público francés considera la Administración como
una función de orden ejecutivo, basta para demostrarlo, recordar que desde 1789 la
mayoría de las Constituciones de Francia designan con el nombre de Poder ejecutivo a la
potestad que corresponde a la función administrativa.
En este sentido, fue racionalista, pues creó un sistema de ideas centrado a priori en la
existencia humana como el centro mismo de la razón de ser de la sociedad, afirmando
que el hombre, la individualidad, había originado al Estado, el que per se, estaba llamado
a resguardar su entorno subjetivo, en cuanto simple medio creado por los hombres para
asegurarse precisamente ese ejercicio pacífico y pleno de los derechos naturales.
De este modo la economía fue concebida como una presunta economía de cambio.
Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano, 1789, articulo 16, toda
sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada, ni determinada la
separación de poderes, carece de constitución.
En Chile, desde el siglo XIX, la doctrina afirmó, como lo hizo don Santiago Prado en 1859,
que “en el Presidente de la República se resume según nuestra Constitución, la plenitud de
la autoridad encargada de ejecutar las leyes” por consiguiente los decretos, reglamentos
e instrucciones que dicte para la ejecución de las leyes, no pueden versar sino sobre los
detalles de estas, ni pueden tener otro objeto que el de desarrollarlas en la aplicación de
sus preceptos.
Estas ideas formaron el pensamiento ilustrado instalado en Chile desde los albores de la
independencia desde los primeros reglamentos constitucionales, en especial el de 1814
que para Gabriel Amunátegui es el primer antecedente de “la estructura unipersonal del
poder ejecutivo, régimen que será en lo sucesivo el régimen imperante en Chile”.
Estas ideas el día de hoy, están superadas, en el ámbito del derecho público.
De los antecedentes que emanan de la propia constitución, en primer lugar, porque el art.
6º inc 1º llama a los órganos del Estado, desde luego a los de la Administración, a actuar
conforme a las normas constitucionales y a aquellas que deriven de la constitución, lo que
es tanto como decir que las autoridades están llamadas a realizar el ordenamiento
positivo del país y no solo a ejecutar la ley, como lo postulaba la teoría de 1800.
El código político ha reconocido así al jefe de Estado el carácter de titular de una función
estatal que indudablemente no puede identificarse como en el pasado con la ejecución
de la ley, disipando así sobre el radio de cobertura de la potestad presidencial, si es que
realmente hubo alguna vez una interrogante acerca de su sentido y alcance.
Desde la perspectiva social, “el hombre no tiene el derecho de ser libre, tiene el deber
social de obrar, de desenvolver su individualidad y de cumplir con su misión social”.
“Cada hombre, cada grupo de hombres, ya sea el dictador supremo de un país o el más
modesto de los súbditos, ya sea un parlamento o un gobierno omnipotente o una
moderna asociación, tiene una cierta tarea, un deber que cumplir en el vasto taller que
forma el grupo social”.
En doctrina la escuela del servicio público tomó el nombre de realista por su método
sociológico de construcción jurídica; o de Burdeos, por tener su origen en Leon Duguit,
decano de facultad de derecho de esa ciudad.
Para GastonJeze no era el Estado sino la administración del Estado la que estaba
constituida por un conjunto de servicios públicos, y que estos eran organizaciones
permanentes de Estado que actúan en forma regular y continua en la satisfacción de
necesidades públicas, conforme a normas de derecho público administrativo.
En síntesis de lo que son las visiones que al presente manifiestan al servicio público, ha
podido sostenerse, que en la actualidad el servicio público es “una actividad con un
régimen jurídico propio, distinto del de derecho privado, que afecta a su organización, a
la realización regular y continua de las prestaciones.
En Chile, la escuela del servicio público cuenta con una gran tradición. Ella dominó el
ámbito administrativo desde 1940 en adelante, hasta 1973 para ser exactos, año en que el
gobierno militar terminó con la visión social que dominaba las anteriores políticas de
Estado para dar paso a una política portaliana, en alusión a un esquema autoritario.
La tesis de Duiguit fue internalizada por el profesor Manuel Jara, de la U de Chile que
configuró el Estado como un conjunto de servicios públicos.
La tesis de Jeze fue recepcionada por Guillermo Varas Contreras, profesor de la pontificia
universidad católica, quien la asimiló valorándola como la estimativa científica aplicable
a Chile para iniciar la construcción jurídica de un derecho administrativo propiamente
científico y nacional.
La doctrina ius administrativa posterior a Varas adoptará una tesis análoga a la expuesta
por él en su derecho administrativo del año 1948. El profesor Aylwin define el derecho
administrativo diciendo que es el que rige la organización y funcionamiento de los
servicios públicos.
Pero, sostener que el derecho administrativo se yergue sobre la sola idea del servicio
público importaba e implicaba excluir de su campo de análisis a su figura institucional
inomisible en la teoría del Estado de Chile que es el Presidente de la República, lo que
conllevaba a severas omisiones en la delimitación y estructura del derecho administrativo.
Antecedentes
Al término de la primera Guerra Mundial, quedó una sensación de alivio y esperanza. Pero
en 1939 se produce la segunda guerra, en donde el mundo de la evolución se volcó en el
mundo de la destrucción. De esta manera el Estado social que había comenzado a
perfilarse desde fines del siglo XIX quedó convertido en un proyecto político inconcluso.
Las ideas sociales solo pudieron reconstituirse después de la gran guerra, en un ambiente
de sensibilidad. SegúnCarr, una gran fuerza transformó la faz política del siglo XX: la
revolución social, caracterizada esencialmente por la transición del Estado gendarme al
Estado de protección social: el nuevo Estado al que exigimos implantar condiciones
cívicas igualitarias, superiores a cualquier época, oportunidades iguales para todos.
El Estado actual, dice, se ha encontrado con una herencia que no está en sus manos
modificar: establecer un orden social justo en la sociedad. Hasta la primera guerra
mundial “la sociedad, concebida autónoma frente al Estado y movida por impulsos
propias de manera inmanente, era aceptada y reconocida por el orden jurídico como el
orden social natural, y por ello también como el orden social justo.
Su tesis no se orienta solo al reconocimiento del deber estatal de prestar servicios públicos.
Como los postuló y practicó el solidarismo de comienzos de siglo, sino a destacar el deber
de actuar sobre el orden con vistas a transformar la sociedad, a implementar políticas
públicas, para hacer realidad principios e ideas de justicia social que comprometen a
todos los agentes sociales del país, recepcionando la experiencia gubernativa y
democratizando las nuevas formas de gestión por ella impulsada a través de sus planes
quinquenales y soviets.
El orden social no es tan solo una estructura funcional, sino un complejo dirigido a la
realización de la justicia.
Artículo 24, inc 1º. El gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente de
la República, quien es el jefe del Estado.
Así también lo hizo la LOC de la ley de bases generales de la administración del Estado
en su texto original que rigió hasta 1999 cuando fue reemplazado por la ley 19653, al
consignar las normas básicas de la organización de la administración pública en el inc
1º del art 38 de CPR, como lo revela en sus primeros artículos al definir descriptivamente
siguiendo el organigrama tradicional.
El criterio sustancial apareció en la LOC BGAE en arts 3º y 25 inc 1º. “la administración
del Estado estará al servicio de la comunidad, atendiendo a las necesidades
públicasen forma continua y permanente”.
Efectos:
I. Primera consecuencia de la aceptación del criterio orgánico o estructural:
revelar la característica del derecho Público chileno.
CPR Artículo 24, inc 1º. El gobierno y la administración del Estado corresponden al
Presidente de la Republica, quien es el jefe de Estado.
Esta distinción adquirió gran notoriedad en 1872, con motivo de la creación en Francia, de
los tribunales administrativos especializados.
1º Consagró la razón de ser del Estado de Chile: “estar al servicio de la persona humana”
Si del plano regional se desciende al nivel comunal, podrá apreciarse que la idea rectora
de lo administrativo regional en la CPR se reproduce en el orden comunal o local,
concibiendo el desarrollo de la localidad como objeto y objetivo de la municipalidad.
De esta manera, siendo “deber del Estado”, como lo consigna el articulo 19 numero 8
CPR, “tutelar la preservación de la naturaleza”, el circuito de ideas que consagra: el
respeto a la persona humana como razón de ser del Estado y su finalidad de bien común,
ha venido a complementarse con el elemento ambiental, que precisa la visión del
constituyente dentro de una modalidad especifica de desarrollo, la del desarrollo
sustentable.
La LOC BGAE luego de las grandes modificaciones que le introdujera en 1999 la ley 19.653,
acogió la tesis administrativa que derivó de la entrada en vigencia de la reforma
constitucional de 1991 e impuso la nueva visión sustantiva de la administración del Estado
incorporada ese año por el constituyente al código político: su art 3º prescribe: el deber
del servicio a la persona humana y de bien común que la constitución impone a la
administración pública, se expresa en las finalidades se servicio público y de fomento del
desarrollo nacional, regional y comunal y se materializa a través del ejercicio de las
atribuciones que le confiere la CPR y la ley, y de la aprobación, ejecución y control de
políticas, planes , programas y accione de alcance nacional, regional y comunal.
CPR Artículo 1º, inc 1º las personas nacen iguales en dignidad y derechos.
La función administrativa en Chile actual no puede ser asimilada desde luego a una
actividad de ejecución de la ley o solo a una actividad de servicio público, menos aun si
se le liga a una concepción orgánica de explicación, ya que de ella se yergue en la
institucionalidad contemporánea, según se ha demostrado, como una actividad del
Estado orientada a la prestación de servicios públicos y a la promoción del desarrollo,
tanto social, cultural como económico sustentable del país, de las regiones y de las
comunas, incorporando al país administrativo a un escenario de gran profundidad.
En síntesis, la función administrativa en el Estado de Chile del umbral del siglo XXI es una
actividad prestacional, conformadora socioeconómica para el desarrollo sustentable del
país, llamada a contribuir, eficaz y eficientemente, a crear “las condiciones sociales que
permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que
esta constitución establece”. Una función orientada a prestar servicio público y a impulsar
el desarrollo humano, social, cultural y económico del país, de sus regiones y comunas.
En ese sentido, la constitución política de comienzo del siglo XXI consagra, en Chile, la
existencia de un Estado Realizador de Fines Humanistas y Solidarios.
Desde 1960 la contraloría general de la republica había iniciado, sin embargo una
importante y convencida evolución, bajo la determinante actitud asumida por el contralor
general Héctor Humeres Magnan, quien innovó profundamente en el ejercicio delas
funciones directivas de control en el país, dando forma y publicitando ante la sociedad la
política pública de fiscalización que guiaría la acción contralora.
Fruto de esta actitud fue, asimismo, la creación del Departamento de Estudios, unidad
que entre otras funciones tuvo por objeto “estudiar y proponer nuevas formas de
organización, procedimientos administrativos y métodos de trabajo para el
funcionamiento de esta contraloría general, y prestar asesoría en estas materias a los
servicios públicos y organismo sujetos a su fiscalización”
El inicio del siglo XXI muestra una evolución jurisprudencial que busca distanciarse
del conceptualismo y finalismo jurídicos para incorporar interpretaciones valorativas
basadas en principios jurídicos.
Con ello habría de concluirse en el país la sola visión legal positiva, la consideración
exclusiva de la legalidad formal como expresión de lo jurídico, para abrir las puertas a la
admisión de la juridicidad sustancial, de la legalidad valorativa, como ha tenido la
oportunidad de ponerlo en evidencia la corte suprema.
En elplano legal: confirman este tendencia valorativa la LOC BGAE Y LBPA en su texto
actual, que en este aspecto solo sistematizó las normas ya contenidas precedentemente
en la LOC BGAE, el art. 3º de esta prescribe en síntesis que la administración ha de actuar
conforme a principios antes que limitarse a ejecutar la ley. Este artículo señala que la
administración del Estado deberá observar los principios de responsabilidad, eficacia,
coordinación, impulsión de oficio de procedimiento, impugnabilidad de los actos
administrativos, control, probidad, transparencia y publicidad administrativa.
A. Antecedentes
El siglo XXI, como es sabido, amaneció en Chile sobre un territorio político dominado por
los gobiernos civiles que asumieron el mando supremo de la nación el año 1990,
sucediendo al Gobierno Militar que los había precedido por dieciséis años, desde 1973 a
1990.
Ello explica que dicha ley, la primera de reforma constitucional bajo la nueva bóveda de
la civilidad, confirmara la existencia de los gobiernos regionales como órganos de la
Administración superior delas regiones, pero dispusiera simultáneamente “que en el
ejercicio de sus funciones, el gobierno regional gozará de personalidad jurídica de
derecho público y tendrá patrimonio propio”, agregando que la ley orgánica
constitucional que habría de regularlos, establecería las modalidades de la elección de
los titulares de su consejo, llamados consejeros regionales.
Análogo mandato aprobó para las municipalidades, a las que también concibió como
“corporaciones autónomas de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio
propio”, determinando que los integrantes del Concejo, su principal órgano colegiado,
fueran “elegidos por sufragio universal por los vecinos de la comuna en conformidad a la
ley orgánica constitucional de municipalidades”.
Esta tradición republicana inducia, pues, a dotar a los Gobiernos Regionales y a las
Municipalidades de esa independencia acuñada en el tiempo como forma establecida
de acercar los centros públicos de decisión a las respectivas poblaciones, exigencia que
traía consigo la necesidad de constituir sus órganos internos como propios de cada
organización e integrados por miembros elegidos por las respectivas comunidades
territoriales, como de hecho ocurrió en la práctica.
Juntos a estos y otros logros, el gobierno del Presidente Aylwin se ocupó además de
concretar una sentida aspiración del funcionario nacional: el restablecimiento de su libre
derecho de asociación.
Desde comienzos del siglo XX, los empleados de la Administración civil del Estado habían
desarrollado un estimulante sentimiento asociativo paralelo al movimiento sindical que
existía en el sector privado, bajo la forma de corporaciones civiles constituidas para
fomentar la ayuda mutua y canalizar sus inquietudes sociales, artísticas y culturales. De
esta manera superaban la prohibición legal de sindicalizarse que les imponía la ley,
basada en la regularidad y continuidad del servicio público, que les vedaba alterar el
orden público, acordar paralización de faenas o votar una huelga.
El decreto con fuerza de ley Nº 338 de 1960, el gran texto normativo de la función Pública
del siglo XX, había permitido a la jurisprudencia de la Contraloría General de la Republica
establecer un cuadro de garantías en favor de los dirigentes de estos gremios, que llego a
conocerse en su tiempo como el “fuero gremial”.
Aun cuando no existe un texto positivo que consagre las normas relativas a la existencia o
generación de las asociaciones o agrupaciones de índole gremial, hizo presente el
dictamen N 3079 de 1974, de la contraloría General de la Republica, el artículo 100 del
decreto con fuerza de ley Nº 338 DE 1960, reconoce implícitamente la posibilidad de que
los funcionarios las constituyan.
Por decreto ley Nº 29981 de 1974, el gobierno castrense intervino estas organizaciones
disponiendo que sus directivas fueran designadas por las autoridades gubernativas,
medida con la cual se enervó la función principal que cumplían sus representantes, cuál
era la de defender los derechos de sus afiliados de cada gremio ante sus superiores
jerárquicos.
La ley Nº 19296 de 1994, puso término a esta situación, restableciendo el antiguo orden de
cosas y detallando prolijamente los derechos que se otorgaban a los empleados civiles y a
sus dirigentes.
El párrafo décimo y último de la parte general del Informe versa sobre “El control social y la
prevención de la corrupción”, relevando la importancia de “hacer operativas las
practicas exigidas por la sociedad civil para vigilar y evaluar, en un proceso continuo, las
actividades de los agentes e instituciones públicas”, ya que la sociedad social es, en
definitiva, la fuente de los valores culturales que vive la Republica. “La transparencia,
responsabilidad y publicidad de las funciones y conductas de esos agentes tiene como
correlato una activa participación de la sociedad civil, expresa el Informe en el uso de los
recursos que el sistema político pone a disposición para ejercer el control ciudadano”.
Naturalmente, agrega, este control ciudadano supone “una información adecuada,
oportuna y completa”.
Desde luego, no puede omitirse relevar en esta Ley Nº 19653, la recepción que ella hace
en su texto de la redefinición de Administración desde la perspectiva funcional que el
código político reformuló en la gran Reforma constitucional de 1991, ya que es sabido que
por su origen, el Derecho Administrativo chileno siempre ha discurrido en torno a la
Administración del Estado como un gran complejo orgánico, esencialmente como un
conjunto de servicios públicos, en palabras de la Contraloría General de la República, lo
que ha llevado a la doctrina y a la jurisprudencia a elaborar sus sistematizaciones y
construcciones jurídicas, así a ofrecer sus soluciones, sobre la base de aceptar expresa o
implícitamente ese punto de vista estructural de la Administración.
En el periodo 2000-2006, el Gobierno del señor Lagos Escobar habría destacarse por las
grandes realizaciones emprendidas durante el sexenio en materia de obras públicas y por
el logrado en materia de obras públicas y por el logrado consenso político que alcanzo en
algunas materias importantes en el país. En el campo jurídico, promulgó una edición
actualizada de la Constitución de 1980.
Chile entró en el siglo XXI con una fuerza nueva, con un nuevo rostro. Entramos con una
sociedad de convicciones y conductas democráticas, republicanas, libertarias y
pluralistas, con una adhesión irrestricta a los derechos humanos, un país de fronteras
abiertas, que se relaciona económica, política y culturalmente con todos, que presenta
una economía que crece y crece solidariamente.
Las dificultades mayores provendrían del Ministerio de Obras Públicas, al detonar las
irregularidades relacionadas con el pago sobresueldos con cargo al ítem Gastos
Reservados y con triangulaciones provenientes de contratos suscritos con compañías
privadas, que motivaron los asuntos conocidos como los casos Sobresueldo y MOP GATE,
luego abiertos en varios expedientes judiciales.
Ante los grabes contornos que asumió esta situación, el Presidente de la Republica
convocó al Presidente del principal partido de la oposición, la Unión Demócrata
Independiente, para plantearle la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre una profunda
modernización del Estado.
Consecuencia de este acuerdo fue la ley Nº 19863 de 2002, establece normas sobre
remuneraciones de autoridades de Gobierno y cargos críticos de la Administración
Pública y da normas sobre gastos reservados.
Bachelet asumió el poder con una de las mayores cargas de expectativas de que se
tenga memoria, solo comparable al “Chile, la alegría ya viene, que (…)abre el camino
para la victoria de Patricio Aylwin en 1989.
a. El Gobierno Ciudadano.
Entre los censos 1992-2002, se diagnosticó, nuestra economía creció en forma acelerada y
se duplicó el ingreso per cápita del chileno medio, los pobres disminuyeron del 40 a menos
del 18%, se incrementó la escolaridad, las personas que poseían una vivienda dotada de
los requisitos mínimos aumentaron del 60 al 80%, se aceleró la movilidad social y, en
general, se amplió considerablemente la inclusión de los grupos menos favorecidos en las
ventajas proporcionadas por el desarrollo.
Como consecuencia de estos factores, en Chile ha surgido “una nueva clase media” que
podría representar el “70% de la sociedad chilena”, se ha agregado, cuya característica
cívica seria la “despolitización”.
b. La protección social.
Así, se ha comprobado que en la actualidad la población del país tiene 12.000 dólares de
ingreso per cápita, lo que significa que ha llegado el momento de saber que la
vulnerabilidad no sólo está radicada en los más pobres, ya que hay segmentos no pobres
que tienen vulnerabilidades y hacia ellos hay que ampliar el sistema de protección social,
como lo expuso el ministro de planificación social.
Para estos efectos se creó un Sistema de Protección Social, integrado por los Ministerios de
Educación, Cultura, Trabajo, Salud, Vivienda, de Planificación y Servicio Nacional de la
Mujer, con un presupuesto 2007 de 1500 MM de dólares.
A los pingüinos se sumaron los canguros, y luego los profesores, y por último los funcionarios
de la salud.
Estas circunstancia movieron a los analistas a coincidir “ en que nadie habría esperado
que Transantiago terminase modificando la fisonomía del gobierno”, porque lo que
valoraba en ella, en Michelle Bachelet: empatía, espontaneidad, cercanía a la gente, un
aura maternal, un aire comprensivo y protector en una sociedad aterida por la intemperie
del capitalismo competitivo, fue mal leído y peor realizado por sus asesores ya que para
mantener esa figura de independencia de los grupos políticos y económicos, no era
necesario alejarla de los partidos, ni construir un gabinete donde brillase más, ni montar
operaciones de comunicación en terreno, relegando a un plano secundario el primero de
los pedidos planteados por la ciudadanía: la eficacia.
Cuando asumió la presidencia prometió renovar las élites (que nadie se repitiera el plato,
dijo), estimular la participación ciudadana y entablar la regla de paridad (tantas mujeres
como hombres prometió). Así el proyecto histórico de la concertación podría renovarse y
transitaríamos desde un Estado contributivo (en el que usted recibe lo que aportó)a uno
de Prestaciones Universales (en el que su pertenencia a la comunidad le confiere título
para reclamar ciertas prestaciones de salud, educación y seguridad social)
Un cambio de época
No fue una definición fácil alcanzar para los grupos políticos opuestos al Gobierno
castrense la determinación de un aceptado curso de acción a seguir para retornar el país
a la democracia, ya que mientras el Partido socialista y el Bloque Socialista estimaban
necesario suscribir “el pacto constitucional” considerándolo como “ el instrumento político
que puede operar hoy para establecer los niveles de consenso que tenemos, por ejemplo,
en torno a los fundamentos de la nueva constitución que hay que proponer al país. Que
nos permita entender que a partir de la institucionalidad de este régimen, particularmente
de la presencia de Pinochet a la cabeza de él, es imposible pensar en una
redemocratización real del país. Que nos permita llegar a consenso en torno a cuáles son
las leyes fundamentales que se requieren para reestructurar la vida democrática del país.
Que nos permita prefigurar cómo entendemos y cómo diseñamos la salida de la
dictadura hacia un periodo de transición. Representantes gremiales pensaban en un
Pacto Social que reuniera a “todos los sectores” a “tomar acuerdos para el futuro”, y otros
personeros políticos creían que la manera más viable de hacerlo era aceptando la
legalidad existente, con modificaciones.
Fueron las reglas del juego de aceptadas por la Concertación de Partidos por la
Democracia las que rigieron el actuar de los cuatro Gobiernos que se sucedieron en el
ejercicio del poder hasta el año 2010, como fue también su correspondiente estructura
normativa la que rigió y rige el país desde entonces, comenzando por la Constitución
Política de 1980 y siguiendo con todas las normas dictada en conformidad a ella durante
este tiempo.
Fueron también estas reglas del juego las que se constituyeron a los largo de estos años en
el blanco al que apuntó el fuego reformista que habría de articularse desde entonces en
adelante en las diversas áreas del hacer nacional por parte de la Concertación de
Partidos por la Democracia, para hacer realidad sus aspiraciones políticas con miras a
hacer justicia y a establecerla democracia cuya ausencia reprochaba acremente al
Gobierno Castrense , las que se esperaba pudieran coincidir con los anhelos de tener un
país mejor, mayormente integrado y democráticamente constituido.
Ello explica, asimismo, por contraste, el éxito que tuvo la candidatura Bachelet, el mismo
día en que aceptó postularse a la Presidencia de la República. Así lo hizo ver el periodista
Fernando Paulsen en noviembre de 2006, al decir que ella había asumido con una de las
mayores cargas de expectativas de que se tenga memoria, solo comparable al “Chile la
alegría ya viene”, que (…) abre el camino para la victoria de Aylwin en 1989. Sin embargo
como se ha reseñado supra, el gobierno ciudadano por ella levantado como divisa de su
periodo presidencial, solo tuvo canalizaciones sociales relativas porque permitió durante
cierto tiempo la expresión espontánea y no reprimida de las insatisfacciones y
requerimientos sociales manifestados por diversos segmentos ciudadanos, para dar lugar
enseguida a un cambio de perspectiva que modificaría diametralmente esa permisividad
para reinsertar un cuidadoso plan de protección oficial.
Con todo, los espacios abiertos a las expresiones sociales en el periodo de 1990-2010, mas
allá de los “pingüinos” y de los “jarrazos”, han acusado una dramática tensión entre el
derecho vivido en la realidad en el país y el derecho normado a nivel superestructural por
el derecho legislado, afectando con esa brecha el equilibrio institucional y el
cumplimiento de las finalidades de bien público que han de satisfacerse por la
Administración del Estado.
Basta advertir que el paro en el sector público está prohibido por la CPR y también está
configurado como delito por ley y desde luego penada en el estatuto administrativo.
Son muchas las contradicciones que concurren en el escenario nacional de los hechos y
el derecho, contrastándolos.