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Debe diferenciarse entre el contrato de cambio y la letra de cambio. El contrato de cambio, aparecido
en Génova y Venecia implicaba un pago de determinada prestación en lugar diferente donde el
contrato se concluía, sin importar que el pago lo hiciera el deudor o una persona por él autorizada.
La letra de cambio, por su parte, surge como documento independiente de la relación contractual
cambiaria y aparece muy posterior al contrato mencionado.
En todo caso, cabe señalar la influencia que sobre estos papeles tuvieron las ferias, principalmente
la de Champagne, a la que solían concurrir comerciantes genoveses y toscanos, poniendo así de
relieve ese tipo de comercio de caravanas que fue tan popular en aquella época.
Un paso adelante en la historia del contrato de cambio se tiene cuando el deudor, quien se había
limitado a confesar haber recibido la suma que se compromete a restituir en otro lugar, declarara
haberla recibido "nomine cambii".
Quizá pudiera afirmarse que esta noción de compraventa se plasmaría recién varios siglos más tarde;
pero lo cierto es que nos encontramos frente a una operación de crédito que tomaba el nombre de
cambio.
Fue regla observada al redactar un documento de estos contratos de cambio, designados por ejemplo
en Venecia como "breve recordacionis et testificacionis" y, más comúnmente, como "instrumentum
ex causa cambii", o sea aquel instrumento que estaba caracterizado por la particularidad de su
"causa".
Estos documentos contenían una confesión del débito y una promesa de pago, pero naturalmente,
sin ninguno de los caracteres posteriores de literalidad y abstracción.
Algunos autores señalan que la letra se habría originado en las órdenes de pago dadas por los
soberanos de Francia, Inglaterra y Sicilia a sus tesorerías (LUIS IX de Francia y FEDERICO II de
Sicilia y Nápoles), mediante dos documentos en forma de letras: 1. La "litera patens" que contenía el
reconocimiento y la causa del débito, la indicación del funcionario encargado de pagar, el vencimiento
y el lugar del pago; y 2. la "litera cláusula" dirigida a los empleados mencionados en la primera,
conteniendo en forma enunciativa la promesa de pagar tal suma en el lugar y tiempo fijados.
La supresión de la "litera patens" fue llevando en forma progresiva hacia formas más modernas y
evolucionadas de la letra. Esta tesis no es compartida por DE SEMO quién señala argumentos de
índole conceptual así como cronológica para concluir que más bien ese tipo de cláusulas habían
recibido la inspiración previa de la cambial y no en sentido inverso.
GOLDSCHMIDT señala que al lado del "instrumentum" habría surgido un documento todavía no
cambiario, por carácter de la cláusula cambiaria, que más tarde, hacia el siglo XIV, recibiría el aporte
de la "cláusula de valor", naciendo así la "tratta", letra de cambio entendida como "libranza", en
reemplazo de la vieja cambial conocida como "propia".
Ésta es también la posición asumida por el investigador SCHAUBE quien sostiene el criterio del
origen espontáneo y autónomo de la letra de cambio surgiendo "rebus ipsis dictantibus", de modo
principal en los casos de relaciones comerciales de firmas vinculadas por lazos familiares y sociales,
en particular entre la firma madre y sus corresponsales del exterior.
Surgida la letra como simple mandato, deviene una cambial propia cuando en su texto se hace
mención de la causa del cambio y del valor recibido.
En definitiva, apreciamos que son muchas las facetas que puede presentar el origen de un
instrumento no siempre bien definido y que fue adecuándose a las necesidades del comercio, en
cada época y en cada lugar.
Lo que aparece razonable y admitido por todos es que la letra "tomó color" en el curso de los siglos
XII y XIII, siendo una creación de los mercaderes italianos, hasta el punto que estos, posteriormente,
la introdujeron en Inglaterra, a medida que el comercio anglosajón se fue desarrollando.
Si es exacto que la obligación de pagar por el emisor estaba en el "instrumentum cambii" y la orden
o el mandato de pagar en la letra de pago, es también cierto que la yuxtaposición de estos dos
elementos esenciales de la letra de cambio se verificó en forma mecánica o automática.
Descartamos deliberadamente toda consideración sobre los estudios e intentos de buscar el origen
de la letra de cambio en la antigüedad (Asiria, India, China, Egipto, Grecia y Roma), porque, como
afirma CAMARA, todas estas referencias y alusiones para demostrar que la letra de cambio tuvo
nacimiento en la antigüedad, son rechazadas por la doctrina más autorizada; si bien pudo emplearse
el contrato de cambio y valerse de algún documento para efectivizarlo, nunca fue el instrumento
jurídico objeto de nuestro estudio ni aún en su estado embrionario.
Consecuencialmente, bien puede acertarse que la historia de los títulos valores empieza con el
surgimiento de la letra de cambio, como primera manifestación crediticia, en lo que a documentos de
este tipo se refiere. Por eso decimos que la evolución de los títulos valores va paralela al surgimiento
y desarrollo de la letra de cambio. Entonces, no solo este título, sino también gran parte de los
documentos crediticios tuvieron su origen durante la edad media, como consecuencia del desarrollo
comercial que vivió Europa, en especial el ejercido sobre la mayor parte de las ciudades italianas.
Obviamente que la letra de cambio de aquella época se diferencia en gran medida de las actuales.
En la letra originaria participaban cuatro personas: Librador, girado, porteador y el numerante, sujeto
este que se encargaba de la entrega del dinero al librador. En aquel período histórico, si la letra no
se aceptaba o no se pagaba, era preciso elevar, ante una especie de notario, la llamada ''protestatio'',
es decir, el protesto, figura empleada para determinar, principalmente, el rumbo del documento al
momento de efectuarse el incumplimiento y sus consecuentes efectos cambiarios, en especial
respecto del ejercicio de las acciones correspondientes del acreedor frente al librador, acciones que
se extendían a otras plazas o ferias.
Entonces, el origen de la letra de cambio debe buscarse en la edad media y en el intercambio
mercantil que se desarrollaba en las ciudades del norte de Italia. Allí surge el documento creado como
instrumento para hacer pagos en otra plaza, ya que las circunstancias del medio: Falta de seguridad,
carencia de medios de comunicación, etc., hicieron propicio el camino para efectuar pagos por medio
de un cambista, llamado “campsor”, quien contra la entrega de una suma de dinero, se obligaba a
hacerla pagar, por medio de una tercera persona, en otra plaza, a la persona que se designaba. Con
tal fin, expedía al que le entregaba el dinero, una orden de pago para que fuera atendida en otra plaza
por quien debía efectuar el pago (letra cambiaria).
Con el transcurso del tiempo, de cuatro personas que intervenían en el documento se pasó a tres.
Así, quien emitía el título se llamaba librador; quien lo recibía se denominaba tomador, beneficiario u
ordenado, y aquél a quien se dirigía, o sea la persona que debía hacer el pago, se llamaba girado.
Empero, éste, para quedar obligado, debía aceptar la orden, de dónde provino el nombre de
aceptante.
En consecuencia, al surgir la cláusula de valor se produjo un acontecimiento histórico para la letra de
cambio. Esta cláusula sirvió para distinguir de los demás mandatos de pago el verdadero instrumento
cambiario. Fue así como se transformó el primitivo mandato de pago en verdadera letra de cambio y
como se esquematizó este documento, que por demás se presentó diferente de cualquiera otro que
se usara para dejar constancia de los mandatos de pago.
Sin embargo, el fenómeno más trascendental en la vida de la letra de cambio se dio con la aparición
de la llamada cláusula "a la orden", pues el endoso permitió que la letra no fuese pagadera solamente
al primer beneficiario, es decir, a la persona que como tal se señalaba en el propio instrumento. Este
hecho se remonta el siglo XVII, lo que permitió desarrollar el mencionado principio, desde la
transferencia en calidad de mero representante del endosante, hasta la transferencia en propiedad.
En este orden, de la letra de cambio originaria se pueden señalar algunas características esenciales:
Un lugar de pago diverso del de su emisión, una suma de dinero entregada por el librador al librado,
es decir, una remesa para que hiciera frente al pago, o sea, la provisión. Por ello se dijo que se trataba
de un mero traslado de fondos de un lugar a otro; hubo quienes pensaron que se trataba de un
contrato de mutuo; para otros existía una compraventa de dinero, y algunos la aplicaban afirmando
que se daba, en tal documento, una diversidad o conjunto de convenios.
Por lo anterior, al surgir la llamada "cláusula a la orden", el documento sufrió una profunda
transformación, en la medida que pasó de medio de cambio a medio de pago, con lo cual se convirtió
en un verdadero sustitutivo del dinero.
EVOLUCION LEGISLATIVA.
En Colombia, como ya es bien sabido, recibió toda la influencia codificadora mercantil como legado
colonial español, como ya observamos al principio de la obra, tales como el Estatuto y la Ordenanza
de Barcelona, las' Ordenanzas de Bilbao, las Nuevas Ordenanzas de Bilbao y la Novísima
Recopilación. El Código de Comercio de 1853, encargado de derogar las Ordenanzas de Bilbao, el
Código de Comercio Terrestre de Panamá de 1869 y el Código de Comercio de 1887 se refirieron a
la letra de cambio en particular. Igual mención hizo el proyecto del Código de Comercio de 1958. El
Proyecto INTAL consagró el estudio de la letra de cambio en el título segundo, capítulo primero, entre
los artículo 58 a 97, en donde trata su creación y forma, los títulos a la orden, su aceptación, pago y
protesto. Por último, el Código de Comercio actual (Decreto 410 de 1971), regula la letra de cambio
en la sección primera del capítulo V del libro tercero, entre los artículo 671 a 708, donde se normatiza
su creación, forma, la aceptación, el pago y protesto.
1. DEFINICIÓN Y CARACTERISTICAS.
El Código de Comercio no define la letra de cambio, pero si le señala sus requisitos, dejando su
conceptualización a cargo de la doctrina. En este orden, los tratadistas han emitido sus propias
definiciones.
Para BONELLI, la letra de cambio (cambiale) es una promesa de pago contraída por un deudor
directo (emitente o aceptante) y garantizada solidariamente por aquellas personas que intervienen
con su firma.
Según MARGHIERI, la letra de cambio (cambiale) se propone el pago de una suma de dinero, en
tiempo y lugar determinados, de una persona determinada y a otra persona determinada.
VIVANTE dice que la letra de cambio es un título de crédito formal y completo, conteniendo la
obligación de pagar sin contraprestación, una suma determinada a su vencimiento y en el lugar
indicado.
Para ASCARELLI, la letra de cambio es, sobre todo, un documento que menciona la obligación de
una persona determinada de pagar o de hacer pagar a otra persona determinada o a su orden una
cantidad determinada de dinero en un vencimiento determinado.
DA SILVA PINTO enseña que la letra de cambio es un título de crédito formal y completo que
Finalmente, afirma CAMARA que la letra de cambio es el título de crédito formal y completo que
contiene la promesa incondicionada y abstracta de hacer pagar a su vencimiento al tomador o a su
orden una suma de dinero en lugar determinado, vinculando solidariamente a todos los que en ella
intervienen.
Puede afirmarse, tratando de encontrar un punto medio en las anteriores definiciones, que “La letra
de cambio es título valor, por medio de la cual una persona denominada Librador o Girador, ordena
a otra denominada Girado, quien de aceptar se denominará ACEPTANTE (principal obligado), pagar
una suma de dinero determinada o determinable, en las condiciones de tiempo, modo y lugar
señalados en el título o en la ley, a favor de otra persona denominada Tomador o beneficiario.
A. DECLARACIÓN DE VOLUNTAD
No olvidemos que los títulos valores constituyen fuente de obligación emanada de una declaración
de voluntad, cual es la de pagar cierta suma de dinero en cierto tiempo. En este sentido la
conformación de la letra de cambio viene a convertirse en un verdadero contrato, con la presencia de
personas que se comprometen a ser deudoras de uno o de varios acreedores sobre la base de
prestaciones crediticias. En últimas, la letra de cambio crea los mismos elementos de toda obligación
de crédito, o sea, la presencia de una prestación, la intervención de sujetos como deudor y acreedor,
de un lado, y, entre el acreedor y el patrimonio del deudor, de otra parte. Si partimos de esta
concepción obviamente tendremos la formación de un contrato, materializado en la letra de cambio,
como producto de una declaración de voluntad, entendido el término como manifestación, como
exteriorización de la conducta del sentir y del querer de las personas. Como bien es conocido, en
derecho, en materia negocial, toda declaración de voluntad y ello se refleja aún más en el campo
mercantil, está encaminada a producir efectos jurídicos, a dar la forma de negocios jurídicos.
Así, caben para la letra de cambio todos los requisitos necesarios para que la declaración de voluntad
nazca sin vicios, aspectos propios de la teoría general de las obligaciones y sobre los cuales resulta
improcedente referimos en esta obra.
B. DOCUMENTO ESCRITO
Pareciera contrasentido referimos a los términos "documentos escritos", pero resulta ser que si bien
es cierto la mayor utilización de los documentos es el escrito, también lo es que el documento puede
expresarse de otras formas distintas. En varias ocasiones le hemos dado la referencia de
"documentos" a todos los títulos valores y ello es así dada la representación de un crédito en el
mismo. Debe ser escrito, es decir, exteriorizarse por medios expresos, materiales, de acuerdo con la
consagración legal de cada título valor. La letra de cambio debe ser escrita, o por lo menos así tendrá
que aparecer la orden incondicional de pago, no solo para efectos de cobro, de prueba judicial, sino
también por las exigencias legales de contenido, plasmadas en los artículos 621 y 671 del Código de
Comercio. En cuanto a la forma del documento escrito nada dice la ley, dejando esta tarea a
elaboraciones, diseños y diagramas propios del desarrollo de comercio. Hoy por hoy son
innumerables las muestras producidas por el mercado y cada cual puede escoger la que mejor le
convenga. Lo importante es que la forma contenga la expresión "Letra de cambio" y haga referencia
a las menciones legales.
2. Vencimiento a la vista
Es aquel que se cumple con la mera presentación de la letra de cambio por el tomador de la misma,
en los casos que no existe en su texto un día cierto en el cual se haga exigible el derecho incorporado
en la misma. Generalmente las letras giradas a la vista no llevan fecha de vencimiento o contienen
algunas cláusulas como son: "sírvase pagar a la vista, o a la presentación".
En cuanto a la naturaleza jurídica, este título constituye una verdadera letra de cambio; otra cosa
diferente es el efecto, porque el librador de la letra se obliga cambiariamente, independientemente
de las relaciones entre representante y representado. De ahí que se produzcan las siguientes
relaciones jurídicas.
1) Entre el dador de la orden y el librador: Existe un mandato. El mandante dador de la orden debe
proveer los medios necesarios para la ejecución del contrato y debe hacer la provisión. El mandatario
librador debe redactar la letra de acuerdo a las instrucciones recibidas y responde por la negligencia
y faltas que cometiera en la ejecución del mandato; si dicho librador ha efectuado un adelanto al
dador de la orden sólo posee una acción extracambiaria hasta la suma por la cual tenía el encargo
de crear la letra.