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Estrategias de afrontamiento y calidad de vida en niños, niñas y

adolescentes diagnosticados con cáncer

Diego Alonso Peña1


Universidad Católica de Pereira
diego.pena@ucp.edu.co

Martha Juliana Villegas


Moreno2

Resumen
El cáncer deteriora la calidad de vida, el entorno social y familiar del individuo. El
presente artículo tiene como objetivo describir la influencia de las diferentes estrategias
de afrontamiento en la calidad de vida de estos pacientes. La revisión documental
focalizada en categorías centrales de cáncer infantil, calidad de vida y estrategias de
afrontamiento, realizada en las bases de datos como Redalyc, Scielo y Google académico y
consultas en páginas de la Organización Mundial de la Salud y otras institucionales,
permitió preseleccionar 43 artículos, de los 30 escogidos. La afectación funcional,
trastorno del sueño, imagen corporal y cambios del estado de ánimo, se mitigan con
estrategias de afrontamiento que afianzan pensamientos positivos frente a su
dimensión familiar, social y escolar. Procesos comunicacionales asertivos así como la
atención en salud humanizada, la óptima relación padre, hijos y redes sociales, se
convierten en estrategias eficaces para el afrontamiento adaptativo, la preservación del
bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida. El fortalecimiento de estrategias de
afrontamiento externas e internas del niño, niña o adolescentes con patología
oncológica beneficia su calidad de vida y disminuye el impacto negativo de la
enfermedad en la dimensión personal, familiar y social comunitaria.

Palabras clave: Cáncer, infancia, adolescencia, afrontamiento y calidad de vida.

1 Especialista en Gerencia en Sistemas de Salud, de la Universidad Tecnológica de Pereira,


Psicólogo de la Universidad Católica de Pereira; Psicólogo del Área de Desarrollo Humano
de la Universidad Católica de Pereira.
2 Asesor: Especialista en Bioética, Universidad del Bosque, Psicóloga, Universidad de Manizales
Abstract
Confronting strategies and quality of life in children and adolescents diagnosed
with cancer

Cancer deteriorates the quality of life, the social and family environment of the
individual. This article aims to describe the influence of different confronting strategies
in the quality of life of these patients. The documentary review focused on central
categories of childhood cancer, quality of life and coping strategies, conducted in
databases such as Redalyc, Scielo and Google academic and consultations on pages of
the World Health Organization and other institutional, allowed to preselect 43 articles,
of the 30 chosen. Functional affectation, sleep disorder, body image and mood changes
are mitigated by coping strategies that reinforce positive thoughts in relation to their
family, social and school dimensions. Assertive communicational processes as well as
humanized health care, a good parenting relationship, children and social networks,
become effective strategies for adaptive confrontation, preservation of well-being and
improvement of the quality of life. The strengthening of external and internal
confronting strategies for children and adolescents with cancer pathology benefits their
quality of life and reduces the negative impact of the disease in the personal, family and
social community.

Keywords: Cancer, childhood, adolescence, confronting and quality of life.

Resumo
O câncer prejudica a qualidade de vida, o ambiente social e familiar do indivíduo. Este
artigo pretende descrever a influência de diferentes estratégias de enfrentamento na
qualidade de vida desses pacientes. A revisão documental centrou-se em categorias
centrais de câncer de infância, qualidade de vida e estratégias de enfrentamento,
realizadas em bancos de dados, como a Redalyc, Scielo e Google, acadêmicas e
consultas em páginas da Organização Mundial de Saúde e outras instituições,
autorizadas a pré-seleção 43 artigos dos 30 escolhidos. A afectação funcional, o
transtorno do sono, a imagem corporal e as mudanças de humor são mitigadas por
estratégias de enfrentamento que reforçam pensamentos positivos em relação às
dimensões familiares, sociais e escolares. Os processos comunicacionais assertivos, bem
como os cuidados de saúde humanizados, as melhores relações parentais, as crianças e
as redes sociais, tornam-se estratégias eficazes para o enfrentamento adaptativo, a
preservação do bem-estar e a melhoria da qualidade de vida. O fortalecimento das
estratégias de enfrentamento externo e interno para crianças e adolescentes com
patologia do câncer beneficia sua qualidade de vida e reduz o impacto negativo da
doença na comunidade pessoal, familiar e social.

Palavras-chave: câncer, infância, adolescência, enfrentamento e qualidade de vida.

Introducción
Según el Instituto Nacional de Salud (2017), en su informe del evento cáncer en
menores de 18 años, hasta periodo epidemiológico VI, Colombia, 2017, define el
cáncer como la reproducción de un clon celular en forma autónoma, desordenada y a
veces incontrolable, el cual puede llevar a desenlaces algunas veces fatales y otras veces
no, dependiendo de las características del portador y de la oportunidad en el
diagnóstico y tratamiento, lo que modifica la esperanza de vida del paciente. Según
reporte del Instituto Nacional de Cáncer (2014) a nivel mundial se estima que la
incidencia de enfermedades malignas en los niños se encuentra entre 106 a 203 casos
por millón de personas – año. Entre el periodo de 2004 a 2009 la incidencia de cáncer
en niños hasta los 14 años de edad se incrementó anualmente cerca del 0,5%. En
América latina y el caribe se diagnostican 17.500 casos nuevos cada año y 8.000 casos
son registrados por mortalidad. Así mismo, indica que en Colombia se registran 1.200
casos nuevos cada año, representando cerca del 3% de los casos; sin embargo se
evidencia que la tasa de mortalidad en el primer año posterior al diagnóstico,
especialmente en las leucemias agudas, es representativa para el país. Además, establece
que en Colombia, la primera causa de enfermedad y muerte por cáncer infantil se
relaciona con leucemias agudas, (Cerca de 539 casos y 295 muertes cada año).
Por otra parte, el informe de Cáncer del Ministerio de Salud y Protección Social
(2016) reporta que en Risaralda durante el 2014 se registraron 16 nuevos casos de
cáncer infantil, en el 2015, 20 y en el 2016, 13 casos nuevos, mientras que en Pereira en
el 2016, prevalecen en primer lugar las Leucemias Linfoide Aguda (5 casos) y Leucemia
Mieloide Aguda (3 casos), en segundo lugar los Linfomas y Neoplasias
reticuloendoteliales (3 casos) y en tercer lugar el grupo de Tumores del Sistema
Nervioso Central (3 casos).
Con relación a los tipos de cáncer, la OPS (2016) establece que existen diferentes
tipos en la población infantil los cuales varían según los grupos de edad y el género de
los pacientes. En el rango de edad de 0 a 14 años se encuentra con más frecuencia
enfermedades malignas como las Leucemias (40 %) y los Tumores cerebrales y del
sistema nervioso central (27 %), donde por diagnóstico y tratamiento tardío en países
no desarrollados la sobrevida alcanza un 50 %, siendo del 95 % en países desarrollados.
Este informe establece que son los niños los que presentan una mayor incidencia y
mayor mortalidad comparada con las niñas.
Lo anterior implica, que se hace necesario establecer muchos tipos de tratamiento
para abordar los diferentes tipos de cáncer, es así, como en el informe del Ministerio de
Salud y Protección Social - Instituto Nacional de Cancerología (2016) sobre el “Plan
decenal para el control del cáncer en Colombia, 2012-2021, se describe los tratamientos
para el manejo del paciente con cáncer, como son la Cirugía, Radioterapia,
Quimioterapia, Inmunoterapia y Trasplante de células madre.
Tanto el cáncer como el tratamiento del mismo afectan la calidad de vida, definida
como la valoración que realiza una persona, de acuerdo con sus propios criterios de su
estado físico, emocional y social en un momento dado, y el reflejo del grado de
satisfacción con una situación personal a nivel fisiológico (sintomatología general,
discapacidad funcional, situación analítica, sueño o respuesta sexual), emocional
(sentimientos de tristeza, miedo, inseguridad o frustración), y social (situación laboral o
escolar, interacciones sociales en general, relaciones familiares, amistades, nivel
económico, participación en la comunidad o actividades de ocio, entre otras)
(Schwartzmann, 2003); afectación demostrada en el estudio de Delgadillo et al., (2016)
donde se evaluó la calidad de vida relacionada con la salud de niños y adolescentes con
cáncer, en tratamiento y vigilancia, encontrando que los pacientes oncológicos
presentan deterioro en su calidad de vida.
Otros estudios como el realizado por Llantá, Abreu et al., (2016), en el cual se
evaluó el impacto del tratamiento del cáncer en la calidad de vida en niños y
adolescentes, evidenció un impacto negativo reflejado en aspectos o vivencias
disfuncionales asociadas a síntomas o efectos secundarios de los tratamientos, niveles
de preocupación y alteración de las dimensiones como la escuela y el juego, asociados a
dificultades emocionales como ansiedad, depresión, ira, trastornos del sueño e imagen
corporal.
Con base en lo anterior, se puede decir que el cáncer y el tratamiento son eventos
estresores, entendido el estrés en salud como el conjunto de reacciones fisiológicas que
prepara al organismo para la acción, manteniéndolo alerta para afrontar los cambios del
ambiente que pueden ser un peligro para el individuo (Rivadeneira, Dahab & Minici,
2013), es por esto, que para disminuir el impacto de los estresores sobre la calidad de
vida, los individuos presentan procesos psicológicos de afrontamiento, los cuales son
un conjunto de elementos de carácter cognitivo y conductual, dinámicos y que se
suscitan para el manejo asertivo y oportuno de las demandas internas o externas que
exceden los recursos del individuo. (Lazarus y Folkmans, 1986).
Por ello, abordar el proceso de afrontamiento implica hablar de un cambio en las
estrategias cognitivo y conductuales del individuo, que le permitan de manera armónica
interactuar con el entorno y responder adecuadamente a las adversidades del mismo,
permitiendo que niños, niñas y adolescentes con diagnóstico de cáncer logren una
mejor calidad de vida, razón por la cual, la presente revisión teórica que tiene como
objetivo describir la influencia que tienen las diferentes estrategias de afrontamiento en
la calidad de vida de estos pacientes, es un inventario de las estrategias de afrontamiento
que un paciente oncológico puede asumir y se constituye en prioridad de intervención
interdisciplinar para garantizar la adherencia al tratamiento, evitar el abandono del
mismo, el manejo de los síntomas y reacciones adversas, así como fortalecer su red de
apoyo familiar y social y, la relación empática médico paciente – familia.
Con lo anteriormente descrito en la presente disertación se establece como
pregunta orientadora: ¿Cuáles estrategias de afrontamiento repercuten positivamente
en la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes diagnosticados con algún tipo de
cáncer?

Método:
El énfasis para la escritura del artículo está puesto en la revisión documental, a partir de
la focalización en temas relacionados con el concepto de cáncer infantil, calidad de vida
y estrategias de afrontamiento, para tal fin se toman como punto de referencia los
artículos resultados de proyectos de investigación, revisiones teóricas de los últimos
tres años. En la búsqueda se focalizó en las categorías centrales, revisión de bases de
datos en línea como: Redalyc, Scielo y Google académico y consultas en páginas de la
Organización Mundial de la Salud y otras institucionales como el Instituto Nacional de
Cáncer. La búsqueda permitió preseleccionar 43 artículos, de los cuales se escogieron
30. Los conectores que orientaron la búsqueda fueron los siguientes: Cáncer Infantil,
Estrategias de Afrontamiento y Calidad de Vida.
El Concepto de Calidad de Vida (CVRS) es relativamente reciente, con un auge
evidente en la década de los 90, es multidimensional y se refiere al impacto de la
enfermedad y sus tratamientos sobre la calidad de vida de un individuo (Schwartzmann,
2003), citado en Reyes, J. Méndez, A. y Andrade I. (2013). La calidad de vida es un
concepto que alude a la percepción del sujeto en situaciones cotidianas, donde la
salud se ha convertido en una variable que afecta y aglutina componentes como:
trabajo, escuela, ocio, autonomía, y relaciones sociales entre otros.

Según las investigaciones de Urzúa (2008) citado en García y Lucio (2015) la


calidad de vida es entendida como un concepto multidimensional relacionado con
aspectos sociales y ambientales (…) En salud se considera como la evaluación del
grado de bienestar o satisfacción en diferentes áreas de la vida y el impacto derivado de
una patología física o mental y sus consecuencias, es considerado como un indicador
bienestar y también de la progresión de la enfermedad y su pronóstico.

Lazarus y Folkman (1986) describen que existen mecanismos psicológicos que


mejoran o empeoran la condición psicológica del sujeto, denominados estrategias de
afrontamiento, los cuales constituyen “Aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales
constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas
externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los
recursos del individuo” (p, 164). Por su parte, García y Lucio (2015) aducen que el
afrontamiento corresponde a estrategias que los individuos utilizan para reducir el
impacto negativo de los estresores sobre su bienestar psicológico, e incluso pueden
mediar entre las situaciones estresantes y la salud. Estos autores, adicionalmente
establecen en sus argumentaciones que el individuo al evaluar el impacto de los
estresores, realiza dos procesos fundamentales; en primer lugar, existe una valoración
primaria, en la cual, el individuo analiza si el hecho es positivo o no, evaluando las
consecuencias presentes y futuras del mismo; en esta valoración enfocada en la
situación específica, se precisa el riesgo y la influencia sobre el bienestar e incluso la
supervivencia. Esta primera valoración está estrechamente relacionada con la
evaluación secundaria, en la cual el sujeto realiza un inventario de sus recursos internos
y externos, que le facilitan hacer frente a las situaciones que el medio le depara; es decir,
que en este segundo proceso de valoración, el objeto de análisis son las capacidades
que el organismo posee para realizar el proceso de afrontamiento.
Por su parte, Lazarus (2000) refiere que existen dos tipos de estrategias de
afrontamiento, una dirigida específicamente a la acción y que se constituye en aquellos
comportamientos orientados a la solución del problema basado en el establecimiento
de objetivos, desarrollo de procesos analíticos dirigidos principalmente al entorno y,
otras que hace referencia al interior del sujeto dirigidas a la emoción, las cuales surgen
como respuestas del momento y que hacen parte del proceso cognitivo que procura
minimizar el grado de trastorno emocional, incluyendo estrategias como la evitación, la
minimización, atención selectiva y la extracción de valores positivos a los
acontecimientos negativos. De igual manera, existen otras estrategias cognitivas que
están dirigidas a aumentar el grado de trastorno emocional, en el cual, los individuos
experimentan en un primer momento un malestar intenso, para luego pasar al auto-
reproche o cualquier forma de autocastigo.

El modelo de afrontamiento desarrollado por Lazarus y Folkman (1984) aduce


que los esfuerzos cognitivos conductuales son dinámicos, y que por su naturaleza
cambiante son utilizados por los individuos para enfrentar, evaluar y controlar las
demandas internas y/o externas, que pueden desbordar o exceder los recursos
personales. Según los autores, el afrontamiento es determinado por el mismo sujeto, el
ambiente y la interacción entre ellos. En el caso de los niños, niñas y adolescentes, las
estrategias de afrontamiento son el producto del aprendizaje derivado de experiencias
previas, estrategias que repercuten de manera positiva o negativa sobre el bienestar
psicológico afectando de manera significativas la personalidad, naturaleza de las
interacciones sociales y calidad de vida.
Un factor determinante en la calidad de vida son los estilos de afrontamiento que
configuran cognitiva y conductualmente los adolescentes; en un estudio realizado por
García y Lucio (2015) sobre el estilo de afrontamiento y calidad de vida en
adolescentes con cáncer se reporta que “… A mayor estrés percibido, menor es la
calidad de vida reportada”. Otros autores como Ahadi et al., (2014) determinan en
sus estudios que los pacientes oncológicos desarrollan estrategias de afrontamiento
enfocadas en la expresión de emociones y la búsqueda de apoyo social, siendo este
último, un recurso favorable cuando se da el diagnóstico y durante la progresión del
tratamiento; el cual se fortalece además por la presencia de interacciones positivas que
impactan de manera el mejoramiento de la calidad de vida.
Castellano-Tejedor et. al., (2015) establecen que las estrategias de afrontamiento
relacionadas con fortalecer redes sociales han demostrado impacto positivo para
afrontar las condiciones estresantes crónicas severas como el cáncer, al igual que el
apoyo emocional otorgado por los profesionales de la salud. Las apreciaciones de estos
autores destacan la importancia de diseñar y orientar las intervenciones tempranas; las
cuales deben tener como objetivo primordial aumentar la calidad de vida, promoviendo
el apoyo social durante el proceso en lugar de suscitar un estilo de afrontamiento
particular: logrando así de esta manera un mayor ajuste emocional y un adecuado
manejo de las situaciones estresantes.
Castellano-Tejedor (2015) en un estudio para evaluar los niveles de optimismo y su
relación con la calidad de vida durante el proceso oncológico en una muestra de
adolescentes en remisión, establece que el 70, 7 % de estos utiliza el optimismo como
estrategia de afrontamiento en los momentos más difíciles de su enfermedad, mientras
que los que asumen una posición pesimista hacen un mayor uso de estrategias
relacionadas con inculparse y fortalecer el apoyo espiritual; Lo cual indica que son
factores determinantes a los momentos de configurar estrategias de afrontamiento que
favorecen la calidad de vida de los pacientes oncológicos.
Sin embargo, es importante denotar la importancia que tiene el núcleo familiar
como red de apoyo, tal y como lo denota Latzman et al., (2015) cuando señalan que
niveles de estrés crónico en los padres, está asociado con niveles reducidos de
funcionamiento emocional, físico y social entre los pacientes pediátricos interfiriendo
con el proceso adaptativo y la calidad de vida durante el tratamiento oncológico; lo cual
describe que la familia puede llegar a constituir un elemento de vital importancia en la
configuración de estrategias de afrontamiento de mejoran la calidad de vida.
Bortoli et al., (2015) en un estudio exploratorio para identificar y estimular el uso
de estrategias eficaces para minimizar el impacto negativo del dolor en la calidad de
vida del adolescente oncológico, encontraron que el fortalecimiento de estrategias
farmacológicas y no farmacológicas, tales como: distracción; interacción con familiares,
apoyo en la ejecución de procedimientos y mantenimiento de pensamientos positivos
constituían estrategias eficaces para fortalecer el afrontamiento adaptativo a las
patologías oncológicas. Otros estudios como el realizado por Akard et al., (2015)
establece la viabilidad de una intervención para niños con cáncer de 7 a 17 años de
edad, demostrando el impacto en el mejoramiento de la calidad de vida, cuando los
pacientes elaboraban una historia digital sobre sí mismos; se evidenció un mejor
desempeño emocional y escolar, los padres informaron que la historia digital de sus
hijos les proporcionó comodidad emocional facilitando la comunicación entre ellos
como estrategia de afrontamiento, generando además la capacidad en los niños para
expresar sus sentimientos y sentirse emocionalmente mejor.

Por su parte, Cruz y Pintado (2017) analizan el factor de resiliencia en niños y


adolescentes con cáncer, determinado que “…Los factores más predominantes fueron
de mayor a menor: sentido del humor (70.4 %), empatía (59.3 %), autonomía (53.8
%), autoestima (53.7 %) y creatividad (31.5 %)…” (p, 141). Los resultados anteriores
pueden indicar que dichas emociones positivas pueden fortalecer la resiliencia como
estrategia de afrontamiento. De igual manera dicho investigadores precisaron que los
factores de empatía, autoestima, autonomía y sentido del humor son más evidentes en
los hombres y el factor creatividad en mujeres.

Otras investigaciones sobre cáncer en la infancia y la adolescencia detallan la


importancia de fortalecer redes de apoyo y estrategias de afrontamiento, tal y como lo
describe Fernández-Casales (2015) cuando afirma que el diagnóstico de cáncer en este
periodo del ciclo vital además de las secuelas físicas, depara consecuencias psicológicas
e inestabilidad familiar, alteraciones que afectan no solo al paciente; también al núcleo
familiar; razón por la cual es importante crear asociaciones de padres y madres que
han pasado o están pasando por un caso similar y ofrecer habilidades basadas en el
apoyo social, educativo, económico y psicológico, constituyéndose de esta manera
nuevas estrategias de afrontamiento que permean de manera positiva la calidad de vida
del paciente oncológico.

Es así como el apoyo social constituye una herramienta favorecedora de calidad de


vida, para Lorenzo y Madero (2015):

…los altos niveles de apoyo social “…puede ayudar a los adolescentes y


adultos jóvenes con cáncer hacer frente a su enfermedad y superar la
sensación de que están solos (…) El manejo de una información adecuada,
veraz y coherente sobre la situación del paciente, tanto dirigida a él mismo, y
por tanto favorecedora de su autonomía, como a su familia, y en extensión al
entorno social, escolar y laboral, es un elemento primordial de sensibilización
y de articulación de las respuestas más adecuadas a las necesidades del
adolescente (p, 34-35).

Dichos autores además enfatizan en la calidad de la información, una atención,


seguimiento adecuado y comunicación asertiva, se relaciona directamente con el
control de síntomas, la disminución de molestias ante los procedimientos y el manejo
de la ansiedad, apreciaciones que son fortalecidas con Bedoya y Ruíz (2016) cuando
describen que se evidencia en los estudios que altos niveles de comunicación entre los
diferentes miembros de la familia y una participación activa de los padres, es un factor
que debe ser tomado en cuenta para la recuperación y aceptación efectiva del
diagnóstico oncológico y por ende un mejoramiento de la calidad de vida.

Couselo (2015) establece en un estudio sobre la evaluación del bienestar


psicológico en una adolescente con leucemia linfoblástica aguda que es frente al
diagnóstico de enfermedad oncológica en donde el adolescente y su núcleo familiar
deben establecer recursos para el proceso de afrontamiento, la preservación del
bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida, tales como la religión y el
fortalecimiento de los vínculos afectivos, los cuales llevan progresivamente al manejo
de los síntomas y las adaptación a los tratamientos. Por su parte las investigaciones
realizadas por Rodas (2016) sobre estilos de afrontamiento y calidad de vida en
pacientes oncológicos describen que el 38.6 % de los pacientes utilizaron recurso
emocionales y el 34.2 % recursos espirituales para hacer frente a su diagnóstico;
destacando que el 54.3 % del grupo de estudio expresó una calidad de vida buena.

En un estudio sobre vivencias y significados de adolescentes sobrevivientes al


cáncer Villa et al., (2017) identificaron que lograr superar la enfermedad los pacientes
oncológicos fortalece recursos externos, relacionados con el apoyo familiar, personal
hospitalario, amigos de la escuela y recursos internos como la religión y la resiliencia y
otras fortalezas personales. Por su parte Noboa (2015) en un trabajo de investigación
sobre Psicología Infantil y Psico-rehabilitación, establece concretamente que el juego
terapéutico constituye un herramienta eficaz para fortalecer las estrategias de
afrontamiento y el control emocional, generando modos de afrontamiento más
adaptativos y saludables que a su vez disminuyeron ostensiblemente la ansiedad.

Guzmán (2014) establece la necesidad de promover en las intervenciones ciertas


variables psicológicas positivas en pacientes con cáncer, tales como: bienestar,
emociones positivas, inteligencia emocional, optimismo, resiliencia y autoestima y la
relación significativa que tienen sobre la calidad de vida, el estado de ánimo, la
disminución del estrés y el promover el surgimiento de estrategias de afrontamiento
más adaptativas, tales como la expresión de emociones y el afianzar redes de apoyo
intra y extra familiar en los pacientes oncológicos.

Las investigaciones realizadas por Orozco y Antonieta (2016) sobre medidas de


afrontamiento que utilizan los niños, niñas y adolescentes de 8 a 14 años con
enfermedad renal crónica, determinaron que el grupo de estudio utiliza en mayor
medida el afrontamiento relacionado con el apoyo emocional por lo cual se recomienda
la realización progresiva de intervenciones en crisis desde modelos cognitivo-
conductuales y Psicoeducación antes, durante y después del proceso de tratamiento
oncológico, lo cual repercute sobre la calidad de vida; apreciaciones que pueden ser
sustentadas por otros estudios como el realizado por Gondre (2015) cuando estudia la
calidad de vida percibida y reportada en pacientes onco-pediátricos, determina que el
83,3 % de pacientes reportaba una calidad de vida satisfactoria, por la promoción de
estrategias de afrontamiento relacionadas con integración a la actividad, interacciones
relaciones familiares y aceptación de los síntomas primarios.

Bonilla (2015) en su revisión documental aspectos psicosociales en niños y niñas


con cáncer, establece que esta patología afecta la calidad de vida del niño en la
dimensión familiar, personal y social, sumado esto a los efectos colaterales derivados
de los tratamientos a nivel físico y psicológico, además de emociones negativas como
el miedo, la rabia, la ansiedad y en algunos casos depresión. Establece además la
importancia de fortalecer estrategias de afrontamiento desde intervenciones
psicológicas que promuevan el apoyo psicosocial, el manejo y expresión de emociones
y el apoyo en las diferentes dimensiones del paciente oncológico y su núcleo familiar.

Aizpurúa y Correa (2015) describen que la actividad profesional del psicólogo


en psicooncología infanto-juvenil debe estar dirigida a contrarrestar las situaciones
médicas y psicosociales que alteran la adaptación psicológica del paciente oncológico y
por ende reducir el grado de afectación en el núcleo familiar, mediante intervenciones
terapéuticas y dispositivos asistenciales que promuevan la adopción de estrategias de
afrontamiento, tales como la expresión de emociones, la resolución de conflictos y la
comunicación asertiva.
Por su parte, López y Correa (2015) establecen intervenciones para favorecer el
nivel de adherencia a los tratamientos en pacientes onco-pediatricos diagnosticados
con leucemia, basados en la potencialización de estrategias de afrontamiento y la
regulación emocional, promoviendo la configuración de canales de información
asertivos basados en la atención humanizada y en capacitaciones a los núcleos familiares
frete a los servicios de salud, la comprensión de las diferentes rutas de atención y
derechos de salud.
Discusión
Es evidente que la presencia de cáncer en cualquier momento del ciclo vital genera en el
individuo afectación en el desarrollo de la cotidianidad, de sus aspectos emocionales,
comunicacionales, de autoestima e incluso su interacción familiar o social. La presencia
de esta patología, requiere que el niño, niña y/o adolescente mejore sus estrategias de
afrontamiento, con el fin de mitigar el impacto negativo sobre su calidad de vida, en
especial en lo relacionado con su posible discapacidad funcional, trastorno del sueño e
imagen corporal, tristezas, miedos, ansiedad, depresión, ira, inseguridades o frustración
en el ámbito familiar, social comunitario y escolar. Esta afectación de los aspectos
psicosociales en niños, niñas y adolescentes con cáncer, pone en evidencia el deterioro
en la calidad de vida de los mismos. (Bonilla, 2015; Delgadilo et al., 2016; Llantá, Abreu
et al., 2016; Schwartzmann, 2003)
El afrontamiento como estrategia para minimizar el efecto negativo de
determinantes de las condiciones de salud internas o externas del individuo, se convierte
en un elemento fundamental parar lograr el bienestar psicológico del mismo. Los
esfuerzos cognitivos y conductuales que surgen al interior del él para enfrentar los
cambios emocionales, físicos y psicológicos, afectan la aceptación de la enfermedad y por
ende la continuidad del tratamiento ordenado. Lo anteriormente, es consecuente con lo
enunciado por Lazarus y Folkman (1986) & García y Lucio (2015), donde indican que el
afrontamiento son mecanismos psicológicos que mejoran o empeoran la condición
psicológica del sujeto, las cuales se utilizan para modificar el impacto en el bienestar del
individuo.
Asimismo, la presencia de cáncer en el niño o niña y/o adolescente, afecta de
manera directa la dinámica familiar, conllevando a modificaciones generalmente
negativas de las dimensiones personal y social de todos los integrantes del núcleo
familiar, por lo que las intervenciones deben involucrar a las personas que participan en
el cuidado, con el fin de favorecer el proceso adaptativo y de aceptación emocional,
física y social del paciente oncológico, lo cual se constituye en una estrategia de
afrontamiento que facilita el mejoramiento de la calidad de vida. (Fernández-Casales,
2015 y Latzman et al., 2015)
Si se tiene en cuenta lo descrito por Schwartzmann 2003 y Urzúa (2008) citado en
García y Lucio (2015) en lo relacionado con el impacto derivado de una patología física
o mental y sus consecuencias en la calidad de vida, concepto relativamente reciente,
multidimensional y con reconocimiento público desde la década de los 90, en la cual el
individuo expresa su percepción frente a la valoración que hace bajo sus propios criterios
de la satisfacción que posee consigo mismo y su entorno familiar, productivo o de
participación en la comunidad de conformidad con el estado físico, emocional y social
que este posee, es claro, que según los autores, el nivel de satisfacción, es producto del
afrontamiento que tiene el individuo ante la presencia de adversidades, elemento que
beneficia diferentes áreas de la vida, entre ellas la adherencia al tratamiento ordenado por
el personal de salud para evitar la progresión de la enfermedad y mejorar su pronóstico
de vida.
Con relación a las estrategias de afrontamiento que repercuten positivamente en la
calidad de vida de niños, niñas y adolescentes diagnosticados con algún tipo de cáncer,
se puede establecer que la utilización de recursos externos como son la interacción con
la familia durante el diagnóstico, tratamiento farmacológico y no farmacológico,
permiten en el paciente afianzar pensamientos positivos que favorecen el afrontamiento
y modificación de su respuesta en su dimensión familiar, social y escolar. Lo anterior,
aduce que el fortalecimiento de los procesos comunicacionales, educativos y
psicológicos entre padres e hijos y, el acompañamiento de la familia en la realización de
procedimientos o actividades de juego terapéutico y distracción se convierten en
estrategias eficaces para fortalecer el afrontamiento adaptativo, recuperación y
aceptación a la patología oncológica, la preservación del bienestar y por ende un
mejoramiento de la calidad de vida. (Bedoya y Ruíz, 2016; Bortoli et al., 2015;
Fernández-Casales, 2015; Guzmán, 2014; Gondre, 2015; Latzman et al., 2015; Noboa,
2015 y Villa et al., 2017)

Varios autores como son Ahadi et al., (2014); Castellano-Tejedor et. al., (2015);
Latzman et al.,(2015); Lorenzo y Madero (2015) y Bonilla (2015) enuncian que los
niños, niñas y adolescente que cursan con una patología oncológica y desarrollan
estrategias basadas en las relaciones intrafamiliares, la comunicación o en el
fortalecimiento de las redes de apoyo social o psicosocial, mejoran la expresión de
emociones, la resolución de conflictos y la comunicación asertiva, así como el control
de la patología y los síntomas, la adherencia al tratamiento y la calidad de vida.

La incorporación de otros recursos externos como es el caso de la red de apoyo


social de amigos de la escuela o trabajadores de la salud, contribuye con el
mejoramiento de la superación personal, el afrontamiento de miedos y modificación de
sentimientos negativos del paciente oncológico. Además, afianzar los recursos internos
relacionados con la religión, el mejoramiento del vínculo afectivo y las emociones
positivas, la resiliencia, y la fortaleza personal son herramientas que mejoran los
procesos de afrontamiento y control emocional que conllevan de manera progresiva a
un mejor manejo de síntomas y adaptación al tratamiento, así como a un logro positivo
en el manejo de la ansiedad y la expresión de emociones. (Ahadi et al., 2014; Castellano-
Tejedor et al., 2015; Couselo, 2015; Guzmán, 2014; Noboa, 2015 y Villa et al., 2017)
Otras apreciaciones teóricas destacan que fortalecer redes sociales favorece de
manera positiva el afrontamiento del diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y
seguimiento de los niños, niñas y adolescentes con condiciones crónicas como es el
caso del cáncer. Estos teóricos, describen que el utilizar por parte de los pacientes
recursos emocionales de optimismo, sentido del humor, empatía, elaboración de su
historia digital, así como la utilización de recursos espirituales, y la realización de
intervenciones psicológicas que promuevan la red de apoyo psicosocial, ha evidenciado
un logro en el mejor desempeño emocional y escolar, fortalecimiento de la capacidad
comunicativa, superación de la sensación de estar solos y, mejoramiento del manejo y
expresión de emociones en los pacientes con cáncer infantil. (Akard et al., 2015;
Bonilla, 2015; Castellano-Tejedor. 2015; Cruz y Pintado, 2017; Lorenzo y Madero,
2015 & Rodas, 2016)
Es de anotar que Lazarus y Folkman (1986), mencionan entre sus
argumentaciones que un individuo al verse enfrentado a un estresor, realiza un primer
análisis de la situación específica con el fin de determinar si este es positivo o negativo
estableciendo el efecto inmediato o futuro que le puede provocar, momento al cual le
han denominado valoración primaria. Una vez analizado el riesgo, el impacto en su
bienestar y la capacidad de supervivencia, el individuo realiza una evaluación
secundaria, en la cual se establecen los recursos internos y externos del individuo, los
cuales le permitirán afrontar las situaciones positivas o negativas.
La adherencia al tratamiento en los pacientes oncológicos se ve favorecida, según
autores como Bortoli et al., (2015); Cruz y Pintado (2017); Fernández-Casales (2015)
Lorenzo y Madero (2015); Noboa (2015), Orozco y Antonieta (2016); López y Correa
(2015) y Castellano-Tejedor et. al., (2015) por intervenciones tempranas que apoyen la
ejecución de procedimientos, fortalecimiento de la resiliencia, creación de asociaciones de
padres y madres que ofrecen información adecuada, veraz y coherente, procesos de Psico
- educación y actividades lúdico pedagógicas como el juego terapéutico y atención
humanizada.

Finalmente, además de lo descrito anteriormente, los procesos de afrontamiento


para el mejoramiento de la calidad de vida, se ven favorecidos por aspectos
relacionados con canales efectivos y asertivos de información, capacitación de los
miembros del núcleo familiar con el fin de contrarrestar situaciones adversas
asistenciales relacionadas con la expectativa de la oferta oportuna, calidad e integralidad
de los servicios de salud, e implementación adecuada de las rutas de atención y
cumplimiento de los derechos de salud. (López y Correa, 2015; Aizpurúa y Correa,
2015).

Entre las limitaciones más relevantes para el desarrollo del artículo de revisión se
encuentra el acceso a artículos publicados en revistas indexadas. Durante la búsqueda,
se identificaron una gran diversidad de publicaciones, que al ser revisadas se
evidenciaba falencias en su calidad teórica y deficiencias en su diseño metodológico, lo
que limita la validez de sus resultados. Además, los conectores de búsqueda
establecidos para la revisión de bibliografía, llevaban en gran parte a artículos que
remitían de manera directa al afrontamiento del núcleo familiar y no del paciente
oncológico, lo cual se constituyó en barrera para el adecuado cumplimiento del
objetivo del artículo, dado que la población objeto donde se requería revisión de las
estrategias de afrontamiento se encontraba en edades comprendidas entre la infancia y
adolescencia.
Conclusiones
Analizar el concepto de calidad de vida y su relación con el grado de bienestar y
satisfacción en los pacientes oncológicos se constituye en una prioridad para la
intervención interdisciplinar con la cual se garantizaría el mejoramiento en la adherencia
a los tratamientos instaurados, manejo de síntomas y fortalecimiento de la red de apoyo
familiar, social y comunitaria.
Las adecuadas estrategias de afrontamiento constituyen patrones cognitivo
conductuales que facilitan respuestas asertivas frente a los estímulos aversivos
relacionados con el diagnóstico de cáncer infantil, los síntomas, el tratamiento y el plan
de cuidados establecido, permeando de manera positiva las percepciones o significados
que tiene el paciente oncológico y su familia frente a la enfermedad.

Fortalecer y resignificar las estrategias de afrontamiento, en especial las relacionadas


con el establecimiento de objetivos para solucionar el problema, que paulatinamente
configura el paciente oncológico frente al desarrollo de su condición médica y frente a
los cambios que esta suscita en la interacción consigo mismo y con su entorno,
permiten un abordaje integral de un colectivo que se ve afectado por una patología de
alto impacto social. Los procesos psicológicos de afrontamiento son de naturaleza
dinámica y suscitan en el individuo la necesidad de un manejo asertivo y oportuno de
las demandas internas o externas que exceden las capacidades y los recursos del
paciente y su familia, situación por la cual promover a través de las intervenciones
psicológicas variables positivas de bienestar, emociones positivas, resiliencia y
autoestima impactan de manera significativa en la calidad de vida del paciente
oncológico.

Realizar intervenciones basadas en entrenamiento de expresión de emociones y


habilidades sociales, resolución de conflictos, comunicación asertiva desde el enfoque
cognitivo conductual, promueve el cambio de pensamientos disfuncionales,
modificación de distorsiones cognitivas e ideas irracionales en los pacientes
oncológicos, generando así esquemas nucleares que acercan al individuo al máximo
grado de bienestar psicológico, biológico y social.

La revisión bibliográfica crea la importancia de intervenir la condición


psicológica de los cuidadores primarios, con el fin de fortalecer la red de apoyo de
quienes son víctimas indirectas de la patología que envuelve al núcleo familiar. El
acompañar a este grupo en el proceso de diagnóstico, seguimiento, tratamiento e
incluso el fallecimiento, favorece un desenlace armónico positivo o negativo que
impacta los factores determinantes como el vínculo afectivo y comunicacional, las
relaciones interpersonales y la capacidad de sobrevida con calidad.
La presencia de cáncer requiere de estrategias de afrontamiento externas e
internas al individuo para mejorar su calidad de vida disminuyendo el impacto negativo
de la enfermedad oncológica en la dimensión personal, familiar y social comunitaria del
niño, niña o adolescente. La efectiva interacción con la familia durante el proceso de
atención del niño, niña y adolescente con cáncer, afianza los aspectos positivos
multidimensionales que fortalecen el afrontamiento adaptativo del paciente, su
recuperación y aceptación a la patología oncológica. La incorporación de la red de
apoyo social escolar y de trabajadores de la salud, favorece la superación personal, el
afrontamiento de miedos y la modificación de sentimientos negativos del paciente
oncológico.

El fortalecimiento de los recursos internos del niño, niña o adolescentes relacionados


con la religión, vínculo afectivo, resiliencia y fortaleza personal son herramientas que
mejoran los procesos de afrontamiento y control emocional para el manejo de la
ansiedad, expresión de emociones y calidad de vida. El proceso de atención en salud
humanizada, con información asertiva, calidad, integralidad y oportunidad, así como
con el respeto por los derechos del usuario se constituyen en un elemento más para el
mejoramiento del proceso de afrontamiento por parte de la familia y el paciente con
cáncer.

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