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EP 2016

HOMO SAPIENS – ORIGEN,


ESCRITO POR MARIMAR
CARACTERÍSTICAS, ALIMENTACIÓN Y HERRAMIENTAS

El Homo Sapiens es una especie de primate perteneciente a la familia de los homínidos. Se


consideran Homo sapiens de forma indiscutible a los que poseen tanto las características
anatómica de las poblaciones humanas actuales como lo que se define como
«comportamiento moderno». Los restos más antiguos de Homo sapiens son los de Omo I,
llamados hombres de Kibish, (Etiopía) con 195 000 años. La evidencia más antigua de
comportamiento moderno son las de Pinnacle Point (Sudáfrica) con 165 000 años.

Homo Sapiens – Características y


Evolución
Hace 70 millones de años, entre los animales mamíferos, se desarrollaron distintos tipos de
monos llamados primates. Los primeros primates eran de tamaño pequeño, de hábitos
nocturnos y arborícolas, pero poco a poco fueron evolucionando, hasta llegar a conseguir
unas características anatómicas, que en su conjunto, permiten identificarlos.
Homo Sapiens | Características
Con un mayor volumen craneal de entre 1.500y 1.600 cm³, una frente más alta ya que
carecían de arco supraorbital, la mandíbula corta, los dientes pequeños y la barbilla
pronunciada, el aspecto del nuevo homínido era totalmente distinto del de sus antecesores y
parientes.

Poseía ya una gran capacidad para la asociación de ideas y para el habla, derivada de su
arquitectura craneal, y esto, sin duda, le dio cierta ventaja frente a las subespecies arcaicas de
Homo sapiens con las que llegó a convivir y sobre las que, genéticamente, acabó
imponiéndose.

Gracias a su capacidad de adaptación, a su superioridad cultural y a su evolucionada


organización social, la población de Homo sapiens pronto comenzó a crecer y a expandirse
con éxito por otras regiones de África y de Eurasia.
En Palestina, por ejemplo, existen restos de humanos modernos que datan de hace 100.000
años, y en Europa, las evidencias más antiguas, localizadas en el área de los Balcanes, son
de hace unos 40.000 años.

Pero a diferencia del Homo erectus, que también había migrado a estas regiones casi un millón
de años antes, el Homo sapiens abandonó por primera vez el Viejo Mundo y comenzó un
periodo de colonización en tierras jamás pisadas por otro homínido, llegó a Oceanía hace
unos 55.000 años e incluso el continente americano sobre unos 40.000 años aproximadamente.

En paleontología, las culturas desarrolladas por estas sociedades de hombres genéticamente


modernos se encuadran en el llamado Paleolítico Superior, un período de la prehistoria
caracterizado por la aparición de las primeras manifestaciones artísticas, por la creación
de nuevos instrumentos líticos y óseos especializados, por la fabricación de herramientas
compuestas y por el despertar de las creencias religiosas.

El Homo Sapiens posee una serie de características comunes a la rama de la que procede
primate, vamos a enumerar cuales son las principales:

 Manos y pies con cinco dedos.


 Pies plantígrados.
 Pulgar oponible en manos y pies (algunas especies, como el hombre, han perdido la
capacidad de oponer el pulgar del pie).
 Clavículas presentes.
 Uñas planas en lugar de garras.
 Visión a color.
 Articulaciones del hombro y del codo bien desarrolladas.
 Hemisferios cerebrales bien desarrollados.
 Visión binocular (en diferentes grados).
 Órbitas oculares rodeadas de hueso.
Homo Sapiens | Evolución
Siempre hemos escuchado el típico razonamiento “si los hombres vienen de los monos, ¿por
qué los monos no han evolucionado como los hombres? La respuesta es muy sencilla, los
seres humanos no hemos evolucionado a partir de ninguna especie de “mono”.

Nuestro padre fue el homo antecessor, nuestro abuelo el homo ergaster, precedido por el
homo habilis y, si nos remontamos lo suficiente en el tiempo, terminamos descubriendo que
tenemos un antepasado que compartía características tanto humanas como de “mono” y que,
según las estimaciones de los biólogos, tendría que haber vivido en África de hace 5 a 11
millones de años.

Este antepasado común es el famoso eslabón perdido, que ya está más o menos
encontrado. El Nakalipithecus Nakayamai, descubierto por un grupo de arqueólogos
japoneses en Kenia, con una antigüedad estimada de 10 millones de años. Tanto el lugar como
la fecha coinciden con las estimaciones, así que hay razones sólidas para afirmar que este es
el antepasado común entre el resto de simios y los humanos.
Nakalipithecus Nakayamai, restos de lo que se creé fue el eslabón perdido

Este posible antepasado común no era ni un mono ni un homínido, pero su población


empezó a evolucionar en dos ramas diferentes, una que terminaría convirtiéndose en los
actuales chimpancés, bonobos y gorilas, y otra totalmente distinta que terminó dando lugar a
los humanos.

Del tronco común de los primates, surgieron dos ramas de monos:

1. Los simios: chimpancé, gorila y orangután


2. Los homínidos o protohumanos, dando origen del hombre actual

LOS SIMIOS

Chimpancés y bonobos: Son omnívoros y sociales, sus cerebros tienen una tercera parte de
la masa del nuestro, a pesar de ésto se puede decir que tienen cierta inteligencia. Son animales
muy pequeños, por lo que no podrían llegar a cazar presas grandes que le proporcionaran las
proteínas necesarias para desarrollar el cerebro, son animales que no se organizan para salir a
cazar, por lo tanto, animales que son incapaces de trazar estrategias, por lo que tampoco
ejercitarían su inteligencia.

Sahelanthropus tchadensis
El pariente común a partir del cual se separaron como ramas independientes y que daría lugar
a una evolución de forma distinta, hasta llegar a la especie que ahora conocemos, fueron
los Sahelanthropus tchadensis, una especie de homínido extinto cuyos fósiles fueron
hallados en el desierto del Djurab.

Gorilas: Son herbívoros, su peso oscila entre los 135 y 180 kg. Son capaces de usar
herramientas y tienen una fuerza tremenda. Tienen una dieta estrictamente vegetariana, lo que
significa que, como son tan grandes, tienen que pasarse prácticamente todo el día comiendo
hojas para poder conseguir las calorías necesarias para vivir.

Pasar tanto tiempo comiendo impide que pueda desarrollar la inteligencia, ya


que para conseguir fabricar utensilios más complejos, requiere de meditación y pruebas o
ensayos de eficacia. El último pariente que compartieron los primeros homínidos y los gorilas
fue el Nakalipiteco (Nakalipithecus), género extinto de mamífero primate de la familia
Hominidae que vivió a principios del Mioceno superior (hace unos diez millones de años) en
lo que hoy en día es Kenia.

Reconstrucción pareja de Nakalipiteco

LOS HOMÍNIDOS

Como hemos visto la familia de los homínidos, surge como división del grupo de los
primates, los homínidos comenzaron su evolución hace 15 millones de años hasta el hombre
actual, mientras que la familia de los orangutanes, gorilas y chimpancés no ha sufrido apenas
cambios. Las especies que representaron verdaderos saltos evolutivos, es decir, verdaderos
momentos de cambio, fueron las siguientes:
El Australopithecus, es considerado como el primer homínido bipedo. Poseía mandíbulas
poderosas y fuertes molares, sus miembros largos. Cerebro con un volumen inferior a los 400
cm3. Altura no suprior a 1,20 m y 30 kg de peso. El primer Australopithecus fué encontrado
en Etiopía y fue llamada Lucy.

Homo habilis: Por las variaciones climáticas que conocemos, sabemos que fue propicia para
el crecimiento de los pastizales, lo que obligó a adoptar una posición más erguida, ya que
debían parar sobre sus pies para divisar posibles peligros, incluso se cree que pudo haber
hablado. Tenían un cerebro más grande, alrededor de 750 centímetros cúbicos.
Su característica más importante fue el cambio en su forma de alimentación, ya no sólo
comían frutas y vegetales sino también animales, el Homo Habilis, se hizo carroñero. Fueron
hallados restos fósiles en la Garganta de Olduvai (Tanzania) junto a los primeros utensillos.
Antigüedad: 2 millones de años

Homo Erectus: Tambien llamado Pithecanthropus Erectus. Considerado durante un tiempo


como el representante directo del hombre, pero hoy se sabe que muchos austratopithecus
anteriores poseían rasgos semejantes.

Son los primeros homínidos que se distribuyeron ampliamente por la superficie del
planeta. Las caracterísitcas del Homo Erectus es un cuerpo alto, espesa cejas y gran
musculatura. Poseían un cerebro mayor que el del homo habilis, alrededor de 1.100
centímetros cúbicos. Descubrieron el uso del fuego y fabricaron la primera hacha de
mano. El primer homo erectus fue encontrado en Java (Oceanía) a fines del siglo pasado.
Antigüedad: 1.5 millones de años

Homo Sapiens: Vivió en Europa, en África y en Asia. Los hallazgos arqueológicos reflejan
cambios importantes en el comportamiento de esta especie: utilización de instrumentos de
piedra y hueso más trabajados, cambios en las formas de cazar, uso y dominio del fuego,
empleo del vestido, aumento en el tamaño de las poblaciones, manifestaciones rituales y
artísticas. El representante del homo sapiens más antiguo es el hombre de Neanderthal
(Alemania). Antigüedad: De 150.000 a 200.000 años.

Homo sapiens sapiens: Sus características físicas son las mismas que las del hombre
actual. Su capacidad cerebral es de alrededor de 1.400 centímetros cúbicos. Se cree que
apareció en Europa hace alrededor de 40.000 años. El homo sapiens sapiens es el que
protagonizó, a partir del año 10.000 a.C., cambios muy importantes en la organización
económica y social, como las primeras formas de agricultura y domesticación de
animales, y la vida en ciudades. Su representante mas fiel es el hombre de Cromagnon
(Francia). Antigüedad: De 80.000 a 40.000 años.
Homo Sapiens – Alimentación
Cuando los ancestros del Homo Sapiens, vivían en los árboles comiendo bayas, frutos y
hojas, tan abundantes en vitamina C, probablemente, perdieron la capacidad metabólica que
tienen el resto de mamíferos para sintetizar en su propio organismo dicha vitamina, tan
necesaria para evitar entre otras enfermedades el escorbuto, aunque antes parecen haber
perdido la capacidad de digerir celulosa.

Todo esto se debe a que la alimentación de los homínidos fue modificándose según se iba
modificando su hábitat, las selvas originales se redujeron o bien resultaron superpobladas,
por lo que los primeros homínidos se vieron obligados a recorrer importantes distancias,
para obtener nuevas fuentes de alimento.
La pérdida de la capacidad de metabolizar ciertos nutrientes, como hemos visto antes, se
vería compensada con una mutación que experimentaría el Homo Sapiens al metabolizar
rápidamente el almidón transformándolo en energía, muy necesaria para desarrollar el
cerebro.

La dieta del Homo Sapiens era muy nutritiva y equilibrada, ya que dominaban el fuego.
La forma de vida del homo sapiensa los convertía en cazadores móviles, se alimentaban
tanto de mariscos como de pescado, pasando por grandes mamíferos como los bóvidos,
renos, mamuts o rinocerontes. Conocía la existencia de plantas para uso medicinal y
curativas.

En periodos de hambruna se daba el canibalismo alimenticio apreciable en restos óseos,


en el que se comía la carne, el tuétano e incluso el cerebro para así preservar el alma de los
ancestros.
Homo Sapiens – Aparicion del
Lenguaje Simbólico
El lenguaje es el medio de comunicación entre los seres humanos a través de signos
orales y escritos con un significado. Podemos decir, en sentido más amplio, que cualquier
procedimiento que sirve para comunicarse, lo denominamos lenguaje. La definición de
lenguaje según algunas escuelas lingüistícas es la capacidad humana que conforma el
pensamiento o a la cognición.

Recientes investigaciones sobre los primates han demostrado que muchas de estas
características no son sólo y exclusivas de los seres humanos. No obstante, se puede afirmar
con cierta seguridad que el lenguaje humano posee características especiales.

Los seres humanos relacionan una serie limitada de unidades gramaticales y de signos
separados para formar un conjunto infinito de oraciones, que bien pudieran no haber sido
oídas, emitidas, leídas, escritas o pensadas con anterioridad.

Si observamos el comportamiento de los niños que todavía no han estudiado la gramática


de su lengua, establecen sus propias reglas empleando su capacidad lingüística, así como
los estímulos que reciben de la comunidad lingüística en la que han nacido.
Entendido el lenguaje como la producción y la percepción de un idioma, hay que decir
que evoluciona en la medida en que progresa la especie humana. Como sistema de
comunicación, puede ser utilizado con los sistemas de comunicación de otros animales.

Sin embargo el lenguaje humano tiene aspectos creativos e interpretativos que parecen
marcar sus diferencias. Se cree que la comprensión de la lengua está ligada a la función
que realiza una determinada zona del cerebro conocida como área de Broca. Hasta que
se produjo esa especialización fisiológica, se creía que no había diferencias entre el lenguaje
humano y el sistema de comunicación utilizado por otras especies animales.
Al parecer fue en la era de Neandertal cuando se inició el lenguaje, pero hasta la
aparición del Homo sapiens no se dio una evolución lingüística significativa.

El lenguaje humano puede contar con 30.000 ó 40.000 años de existencia. La enorme
diversidad de lenguas que hay en el mundo demuestra que una vez que apareció el lenguaje
se produjeron los cambios a gran velocidad. No es posible saber si hubo una primera y
única lengua, ni cuáles fueron sus sonidos, gramática y léxico. La lingüística histórica, que
se encarga de descubrir y describir cómo y por qué surgieron las lenguas, apenas puede
sugerir algunas hipótesis para explicar esta evolución.

Los chimpancés tienen la mandíbula mucho más larga que la laringe, esta
circunstancia les impide hablar, pero lleva aparejadas otras aptitudes como que son
perfectamente capaces de tragar y respirar al mismo tiempo, lo cual es una habilidad común
a todos los mamíferos que los homo sapiens disfrutan al nacer, pero van perdiendo conforme
se desarrollan. El paleontólogo Ignacio Martínez lo explica muy gráficamente “El precio
que pagó la especie humana a la naturaleza a cambio de conseguir la facultad de
hablar fue la posibilidad de morir atragantado”.

Pero saber cómo surgió el lenguaje es una de las más fatigosas y complicadas tareas a las
que se pueden enfrentar los investigadores que centran su trabajo en el pasado. No sabemos
cómo se comunicaban nuestros ancestros, se supone que la manera en que se comunican
hoy chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes puede parecerse a las formas de
comunicación que usaban algunos de nuestros ancestros antes del surgimiento del lenguaje.
En la actualidad se siguen métodos y técnicas muy diversas procedentes de diferentes
disciplinas, desde estudios sobre comportamiento de primates actuales, hasta estudios de
registro de la actividad de nuestro cerebro para ver qué partes son las responsables de
nuestro lenguaje.

Otras estudian cómo adquieren los niños la lengua materna, cuáles son las características
del lenguaje de signos de las personas sordas, en qué se parecen y difieren las distintas
lenguas del mundo…etc.

Todavía no se sabe cómo y cuándo empezaron a hablar nuestros ancestros. Hay muchas
hipótesis, algunas hacen hincapié en el surgimiento del complejo aparato fisiológico que
nos permite articular palabras habladas, otras en la complejidad cognitiva que hay detrás
de la palabra hablada y que podría haberse expresado originalmente mediante gestos.
Los estudios de comunicación entre hombres y primates, fundamental para conocer los
fundamentos de la comunicación

Pero todas se enfrentan a la escasez de datos fidedignos, es que no existe un origen del
lenguaje, sino varios orígenes. El lenguaje no es una capacidad única y singular, sino
unacompleja articulación de capacidades diversas que nuestra evolución acertó a
combinar de una manera singular.

Es por eso que para hablar de la aparición del lenguaje humano tal y como lo conocemos,
primero hay que saber que el primer lenguaje fue simbólico, el lenguaje humano simbólico
tiene sus antecedentes en momentos y cambios morfológicos previos a cambios importantes
dentro de la estructura del sistema nervioso central. Así por ejemplo, los chimpancés
pueden realizar un esbozo de lenguaje simbólico basándose en el lenguaje de comunicación
para mudos.

Para que una especie tenga la capacidad de articular sonidos se necesitarán más
modificaciones morfológicas. En los mamíferos, por ejemplo, la orofaringe y la laringe, se
encuentra en la parte alta de la garganta, de modo que la glotis puede cerrar la tráquea de
forma estanca al beber e ingerir comida. Sin embargo en el Homo Sapies, por lo tanto el
hombre actual, la laringe se ubica más abajo, por lo que permite a las cuerdas vocales la
producción de sonidos más claros y nitidos, sin embargo al no cerrarse de forma estanca
la tráquea, la respiración y la ingesta de alimento deberán alternarse para no
ahogarse.

La elevación de la bóveda del paladar facilitan el lenguaje oral. Estudios realizados en la


Sierra de Atapuerca (España), evidencian que Homo antecessor, hace unos 800 000 años, ya
tenía la capacidad, al menos en su aparato fonador, para emitir un lenguaje oral lo
suficientemente articulado como para ser considerado simbólico, aunque la
frecuente fabricación de utensilios (por toscos que fueran) por parte del Homo habilis hace
unos dos millones de años, sugiere que en éstos ya existía un lenguaje oral articulado muy
rudimentario pero lo suficientemente eficaz como para transmitir la suficiente
información o enseñanza para la confección de los toscos artefactos.

Homo Sapiens – Herramientas


El Homo Sapiens llegó a utilizar herramientas de piedras complejas antes de lo que se
pensaba y lo más importante es que transmitió este conocimiento a sus descendientes, lo
que implica una capacidad de pensamiento ya complejo.

El hallazgo en un yacimiento de Sudáfrica de unas pequeñas cuchillas de piedra tallada,de


menos de 50 mm, utilizadas probablemente en la elaboración de utensilios, lanzas o flechas,
indican que el humano moderno disponía ya de la habilidad necesaria para diseñar
herramientas complejas.

La tecnología empleada consistía en producir largas y finas hojas de piedra que eran
romas en un lado para poder ser acopladas a ranuras esculpidas en madera o piedra. Con
ello se fabricaban armas ligeras que podían ser utilizadas como proyectiles, tales
como flechas en un arco o propulsores de dardos (atlatl), que dan una gran ventaja sobre
otras armas manuales ya que aumentan el alcance del tiro, disminuyendo el riesgo de
resultar herido.
En la fabricación de estos objetos fue necesario tratar las piedras con fuego, las
herramientas descubiertas debieron de ser “esenciales” en la migración que condujo a los
Homo Sapiens fuera de África, así como en su mayor supervivencia en comparación con los
neandertales.

Estas herramientas reflejan mejor la capacidad de los humanos modernos para desarrollar
ideas complejas y transmitirlas a sus descendientes, algo que probablemente se hacía a
través del lenguaje.

Homo Sapiens – Galería de Imágenes


Adjuntamos la galería de imágenes por si necesitáis ampliar alguna de las imágenes aquí
expuestas, sobre todo en lo referente a gráficos y mapas.

LA GEOGRAFÍA DE LOS RIESGOS

Francisco Calvo García-Tornel

La ínvestigación sobre los riesgos que el medio natural lleva consigo para el
hombre comenzó a desarrollarse en el ámbito geográfico anglosajón hace más de
un cuarto de siglo, y con un carácter básicamente aplicado en relación con
diversos aspectos de la ordenación del territorio. El momento en que surgen y el
objetivo principal de estas investigaciones presta al conjunto de los trabajos
realizados hasta hoy, un contenido eminentemente técnico-práctico, con un
general olvido del papel que este tipo de acontecimientos tiene respecto a las
estructuras económicas y sociales de los grupos afectados, aspecto este al que se
ha prestado singular atención por parte de ciertos historíadores (Kula, 1963) cuyo
punto de vista es muy interesante introducir en el análisis geográfico de estos
fenómenos.

La constatación de que el medio ambiente que nos rodea carece de la


domesticidad que nuestra familiaridad con él ímpulsa, incoscientemente, a
atribuirle (Haggett, 1975), y que la inestabilidad es uno de sus rasgos más
importantes, permite contemplar a las sociedades humanas compitiendo al ocupar
la tierra con la incertidumbre de la naturaleza. Desde un punto de vista geográfico
el tema reviste importancia singular: recientemente se ha postulado a partir del
estudio de los riesgos naturales la necesidad de mantener "el principio de una
geografía global", a la vez física y humana, capaz de mostrar la complejidad de las
interacciones entre el hombre y su medio (Lacoste, 1982); del mismo modo que el
tema se propone desde un punto de vista didáctico con idéntica
finalidad,(Schmidt-Wulffen, 1982).

l. El estudio geográfico de los riesgos

El hombre, como el resto de los seres vivos, se encuentra sometido en cierta


medida al medio natural que lo rodea. Es precisamente la naturaleza, tanto
viviente como inanimada, la que proporciona los elementos necesarios para la
existencia de las sociedades humanas, al tiempo que lleva consigo toda una gama
de amenazas, dificultades e incluso peligros, contrarios al bienestar del hombre y,
a veces, a su propia supervivencia.

Desde que hace ya seis decenios se definió la geografía como "ecología humana"
(Barrows, 1923), haciendo hincapié en "las relaciones existentes entre los medios
ambientales naturales, de un lado, y la distribución y actividades del hombre, de
otro", muchos geógrafos se preocupan por analizar las relaciones generales entre
las poblaciones humanas y el medio. Hoy está ya fuera de duda que cualquier
examen crítico de las actividades del hombre como especie dominante en un
ecosistema, aparte de atraer lógicamente la atención de investigadores de otros
campos científicos, pone al geógrafo en contacto con cuestiones realmente
fundamentales para la supervivencia de la especie humana y, por supuesto, para el
mantenimiento de su calidad de vida (White, 1975).

Desde un punto de vista ecológico, parece claro que la constante interaccíón entre
vida y actividad humana por un lado, y medio natural por el otro, se realiza dentro
de unos límites muy variables. Hasta cierto nivel, diversos mecanismos de tipo
técnico y social (que pueden llegar a ser muy complejos) permiten al hombre
obtener de la naturaleza aquello que le es útil, paliando al mismo tiempo la
incidencia de aquellos otros aspectos que le pueden ser perjudiciales en algún
grado.

Para acomodarse a estos elementos perjudiciales que están inciuídos en el medio,


todos los grupos humanos disponen de conjuntos más o menos complejos de
formas de adaptación. Pero el azar o la ineficacia en su planteamiento pueden dar
lugar a que las formas de adaptación se muestren insuficientes ante un
determinado acontecimiento o conjunto de ellos, de lo que pueden derivarse
efectos seriamente perjudiciales para el grupo humano. Parece fuera de duda que
el estudio detenido de los sistemas de adaptación entre el hombre y el medio
reviste singular ímportancia para la geografía. Pero el análisis de los fenómenos
excepcionales, capaces de romper con brutalidad el laborioso equilibrio, reviste
también primordial interés. Tanto porque muestran claramente los límites de
eficacia de los sistemas aplicados por el hombre, como por la frecuencia con que
se producen y su transcendencia, que supera en muchos casos los límites locales.

En el campo del estudio de los recursos naturales, el análisis de los riesgos


proporciona también avances sustanciales de tal manera que este tipo de
investigaciones (al menos en el ambito anglosajón) "ha conducido a uno impactos
más visibles y significativos de la profesión de geógrafo en las Polítícas de
administración de recursos" (Mitchell, 1979).

El paradigma de investigación de los riesgos, que en las páginas siguientes se


tratará de esbozar, comenzó a elaborarse a partir dél análisis del fenómeno de
inundación en la década de los cincuenta. En un principio se aplicó al estudio de
una serie reducida de peligros de tipo natural (inundaciones, heladas, sequías,
terremotos ... ), para pasar pronto a la búsqueda de la identificación del concepto
de "peligrosidad de un lugar", examinando el conjunto de riesgos, naturales o
creados por el hombre, que se asocian de una determinada manera en un espacio
definido. En los últimos años el sentido de la ínvestigación se ha encaminado a
determinar en qué grado los distíntos tipos de adaptación humana al medio son en
sí mismos generadores de riesgos, tanto relativos como específicos, y también a la
creciente importancia de nuevos riesgos creados por el hombre, como la
contaminación atmosférica o el ruido.

El nacimiento de un paradigma de investigación

La numerosa bibliograf ía que existe actualmente sobre el tema de los riesgos (en
parte recogida en las referencias de este trabajo), muestra con claridad que el
interés por este tipo de investigación estuvo desde el principio en relación con el
problerna de la correcta administración de los recursos del medio y surgió, por
tanto, de una preocupación eminentemente práctica.

Las obras de acondicionamiento de las cuencas de diversos ríos estadounidenses


tras la aprobación de la Flood Control Act (1936). supuso una inversión muy
considerable en presas, diques, acondicionamiento de márgenes y toda una
variada gama de obras de ingeniería para prevenir las inundaciones. Este hecho
atrajo pronto la atención de diversos geógrafos (Whíte, 1942; Kollmorgen, 1953)
que cuestionaron el énfasis puesto en soluciones estrictamente ingenierías y
esbozaron la posibilidad de soluciones alternativas. Un posterior informe (White
et al., 1958) sobre los cambios producidos por la ocupación humana en llanuras
inundables de los Estados Unidos, acondicionadas de acuerdo con las directrices
administrativas del momento, puso de manifiesto una notable paradoja: las
pérdidas de todo tipo ocasionadas por este evento en vez de disminuir habian
aumentado mucho.

La reflexión sobre este hecho llevó pronto al planteamiento de una serie de


cuestiones que pueden resumiese en el enunciado de un problema de investigación
general: "¿Cómo se adapta el hombre al riesgo y a la incertidumbre de los
sistemas naturales, y qué implica la comprensión de estos procesos por la pol ítíca
pública?" (White, 1975). Desde un punto de vista geográfico esta cuestión básica
resultaba perfectamente "ortodoxa" dentro de la definición de nuestra ciencia
propuesta por Barrows, y al mismo tiempo se mostraba muy fructífera incluso
desde otros puntos de vista, pues la propia descripción y explicación de los
paisajes geográficos resulta imposible muchas veces sin conocer a fondo las
actuaciones humanas para defenderse de los excesos del medio,

El concepto de riesgo natural

Una definición sencilla de riesgo natural es considerarlo como "aquellos


elementos del medio físico y biológico nocivos para el hombre y causados por
fuerzas ajenas a él" (Burton y Kates, 1964). Ahora bien, resulta evidente que en la
naturaleza no hay voluntariedad, que el medio en sí es tan sólo "matería neutral",
lo que hace insatisfactoria la definición aludida ya que es, sin duda, el estado de
las sociedades humanas afectadas por un evento lo que hará a este más o menos
peligroso para ellas. Dicho de otra manera: es el nivel cultural y técnico de los
distintos grupos humanos el que determina, en un momento dado, cuales de los
elementos que conforman el medio son "recursos" y cuales son amenazas o
"resistencias" para el hombre.

Aquello que puede considerarse como riesgo natural es, por tanto, algo variable,
puesto que son mutables a lo largo del tiempo y del espacio los niveles de
civilización de las dístintas sociedades, y lo que para cada una de ellas puede
calificarse como riesgo es algo que sufre fuertes variaciones a lo largo del tiempo
y de un lugar para otro. Se trata pues de un problema de interacci6n entre el
hombre y la naturaleza, interacci6n variable y gobernada por el estado de
adaptación respectivo entre el sistema humano de uso de la naturaleza y la
situación de esta en sí misma.

En este contexto se incluye la imagen corriente que tenemos de riesgo natural:


cuando ciertos acontecimientos extremos del medio exceden la capacidad de los
procedimientos humanos para absorberlos o amortiguarlos. Se trata entonces de
acontecimientos catastróficos, es decrr, con desenlace dramático, que pueden
llegar a desembocar el cataclismo: catástrofes de proporciones desusadas. Pero
también hay que incluir el proceso continuo de ajuste que permite a los hombres
sobrevivir y beneficiarse verdaderamente del mundo natural.

Puede concluirse que, desde un punto de vista geográfico, riesgo es la sítuación


concreta en el tiempo de un determinado grupo humano frente a las condiciones
de su medio, en cuanto este grupo es capaz de aprovecharlas para su
supervívencia, o incapaz de dominarlas a partir de determinados iimbrales de
variación de estas condiciones. El contenido, por tanto, de la expresi6n "riesgo
natural" es doble: por un lado abarca el esfuerzo continuo para hacer el sistema
humano menos vulnerable a los llamados "caprichos" de la naturaleza; por otro la
necesidad de afrontar en concreto aquellos acontecimientos naturales que exceden
la capacidad de absorci6n del sistema de uso de su medio elaborado por cada
sociedad.

Estas variaciones de determinados elementos del medio, pueden llegar a originar


auténticas dificultades para el desarrollo de las poblaciones. Se puede objetar que
"son demasiado infrecuentes y lo suficientemente localizados para que puedan
contarse entre las influencias directas más importantes que el medio ejerce
regularmente" (Wagner, 1974). Este juicio, sin embargo, sólo es aceptable en
cuanto a la regularidad. En efecto hay elementos del medio que no comportan
riesgo y cuya acción es constante, pero otros muchos lo llevan consigo y tampoco
las crisis esporádicas pueden minimizarse. Basta con la lectura de los periódicos
para percatarse de ello o, sin recurrir a ejemplos foráneos, reflexionar sobre la
profunda huella que una inacabado lucha contra una serie de riesgos inundación,
terremoto, sequía) ha marcado en el paisaje de la regí6n de Murcia (Calvo, 1975;
Calvo, 1982).

La clasificación de los riesgos

Los riesgos naturales en su conjunto pueden clasificarse desde distintos puntos de


vista, sea atendiendo a sus causas, a sus efectos o a las características que
presentan. Una clasificación muy sencilla, pero clara, los agrupa en dos grandes
conjuntos: aquellos que tienen un origen geofísíco y los que lo tienen biológico.

Dentro del primer conjunto, de acuerdo con su principal agente causal es posible
distinguir entre los que tienen un origen climátíco o meteorológico (sequías,
huracanes, inundacíones, etc), y los que son generados por factores de carácter
geológico o geomorfológico, caso de los terremotos, los deslizamientos de tierras,
la erosión, etc.

En el segundo conjunto también puede hacerse una distinción atendiendo a la


condición de su agente causa¡, separando aquellos que presentan un origen
filológico (afecciones por hongos, infestaciones) de los que tienen un origen de
índole faunística, como una invasión de langosta.

Esta tipología, desarrollada de forma pormenorizado por Burton y Kates (1964) y


muy divulgada con posterioridad (cuadro n.º l), no implica que los distintos
riesgos del medio carezcan de relación entre sí, y que no puedan producirse al
mismo tiempo situaciones de peligro de distintos tipos y orígenes. De hecho, con
frecuencia, estos se presentan como combinaciones íntimamente relacionadas. Así
ocurre, por ejemplo, con el complejo fenómeno de las inundaciones, que tiene un
origen meteorológico, pero que puede potenciar la erosión y también verse
modificado por esta, y que con frecuencía suele presentar secuelas de
enfermedades con origen en la fauna. Otras muchas combinaciones pueden
aducirse como ejemplo, manifestaciones de la unidad e interrelacíón de los
fenómenos del medio natural.

CUADRO N.º 1
Ríesgos naturales según sus distintos agentes causales

GEOFÍSICOS BIOLÓGICOS
Climáticos y Geológicos y
Florales Faúnicos
meteorológicos Geomorfológicos
- Enfermedades bac-

terianas y producidas

por virus por ejemp:

Gripe

Ventiscas y nieve - Enfermedades pro- Malaria


Aludes
Sequías ducidas por hongos Tifus
Terremotos
Inundaciones por ejemp: Peste bubónica
Erosión
Nieblas Pié de atleta Enfermedades
Desprendimientos
Heladas Roya venéreas
tierras
Pedrisco Olomo holandés Rabia
Arenas movedizas
Olas de calor - Plagas por ejemp: - Plagas por ejemp:
Tsunamis
Huracanes Mala hierba Conejos
Erupciones volcá-
Rayos Freatofitas Termitas
nicas
Tornados Jacinto de agua langostas

- Fiebre del heno

- Hiedra tóxica

- Mordiscos animales

venenosos
Otro hecho evidente es que los distintos tipos de riesgos enumerados no presentan
en absoluto el mismo grado de peligrosidad para el hombre. Hoy, aquellos que
forman parte del conjunto biológico son previsibles en sociedades suficientemente
evolucionadas, hasta el extremo de haber sido prácticamente erradícados algunos
de ellos (la fiebre amarilla o las tercianas mediterráneas), mientras que los riesgos
con origen geof ísíco no pueden aún prevenirse en multitud de casos.

Esta consideración impulsa a intentar clasificar los riesgos de acuerdo con su


escala, pero una tipología de este tipo no puede tener nunca una. validez universal,
ya que como se ha indicado, son las condiciones del grupo humano afectado las
que proporcionan mayor o meno r peligrosidad a los distintos eventos.

El desarrollo de la investigación sobre el riesgo permite, por último, añadir a la


clasificación tradicional aquellos acontecimíentos perjudiciales para el hombre y
que han sido desencade

nados por él mismo: contaminación, ruido, etc., cuyo análisis puede realizarse por
el mismo método que los restantes.

II. La componente humana

Desde el punto de vista aquí adoptado no existe el riesgo sin tener presente su
transcendencia para el hombre y las modificacíones que este puede introducir en
aquel. Iniciativa y acción humanas son componentes esenciales de peligro: si no
hay población las inundaciones no son riesgos, los terremotos del Terciario
tampoco lo son.

A la hora de analizar el papel humano ante las oscilaciones extremas del medio, se
ha puesto en evidencia la insistencia de las poblaciones en ocupar áreas
peligrosas. Este es un hecho de primordial importancia que, sin embargo, no ha
recibido hasta el momento la atención que merece. Los modelos de localización
tradicionales, basados en la racionalidad económica no pueden explicarlo, de
manera que ha sido necesario explorar modelos de comportamiento, con lo que la
geograf ía de los riesgos desde un primer momento ha estado ligada en su avance
con el de la geograf ía de la percepción (Capel, 1973). El primer paso en este
sentido fue la aplicación de conocido modelo de "racionalidad limitada" a los
habitantes de La Follette, Tenessee, respecto del riesgo de inundación (Kates,
1962). Desde ese rriomento hasta la actualidad este tipo de investigaciones son
con mucha frecuencia interdisciplinarias, con la participación de sícólogos. La
colaboración de historiadores, en particular de historia económica, sería en nuestra
opinión de un valor inapreciable, aún no explotado.

El papel del medio humano

Una característica, compartida por todo tipo de riesgos naturales es el hecho, ya


aludido, de que sus daños potenciales son crecientes, El peligro aumenta a medida
que aumenta la población, y ésta a nivel mundial es cada vez más urbana, más
concentrada y más dependiente de infraestructuras sofisticadas y vulnerables
(Jackson y Burton, 1980).

Existen, al parecer, presiones tendentes a la ocupación progresívamente más


intensa de áreas donde el riesgo es elevado. Incluso en algún caso se ha llegado a
establecer que la reocupación de un territorio tras un acontecimiento de esta
naturaleza puede hacerse aumentando el peligro en lugar de amínorarlo. Ya se
señaló este hecho hace tiempo para la ciudad de Managua en relación con los
terremotos (Kates et al., 1973), pero en un ámbito mucho más próximo ocurren
hechos símilares. En la Vega baja del Segura (Alicante), en el espacio donde el
sismo de 1829 alcanzó un grado de intensidad IX-X, hoy viven cuatro veces más
personas que en aquella fecha, con densidades que oscilan entre doscientos y
quinientos habitantes por kilómetro cuadrado, y que llegan a 1300 en municipios
como Rafal, que en la época se vió afectado de lleno. Incluso la adaptación
inmediata de reconstruir los núcleos urbanos con planos en cuadrícula y casas
bajas se ha abandonado por completo en los últimos años.

Se comprueba con frecuencia que la existencia de un riesgo, incluso importante,


no es suficiente para abandonar o acondicionar suficientemente un área, cuando
esta es por alguna razón (fertilidad, situación, etc.) de un interés económico alto.

Numerosos factores de diversa índole se combinan para dar lugar a que


determinados riesgos, en particular del medio geof ísico pero no en exclusiva,
produzcan efectos cada vez más graves sobre las poblaciones.

Ante todo el proceso de acumulación de poblaciones, actividades e inversiones en


áreas de extensión limitada, en relación con la intensificación agrícola y la
urbanización. El desarrollo económico y humano está ligado a la gravedad del
riesgo puesto que la noción de catástrofe es relativa más a la amplitud de sus
efectos humanos que a los caracteres físicos que presente. En directa relación con
este proceso está la aparición del llamado "sentimiento de falsa seguridad" que
reviste particular importancia, en especial respecto al riesgo de inundación. La
confianza puesta en los embalses, derivaciones, etc., cuya eficacia es a veces
deliberadamente exagerada por razones que no son del caso, a la vez que se
ocultan hechos tan obvios como el antagonismo existente, bajo un clima de lluvias
escasas, concentradas en poco tiempo y violentas, entre un sistema de regadíos
eficaz y una adecuada defensa contra las inundaciones. Difícilmente los habitantes
de un área inundable dísponen de información precisa sobre el riesgo real que
corren, y su percepción de este hecho está fuertemente condicionada por la lejanía
en el tiempo y la magnitud del último acontecimiento catastrófico que han
experimentado. Algo similar ocurre con el resto de los riesgos del medio
geofísico, e incluso del medio biológico por sobrevaloración de las
infraestructuras sanitarias existentes.

La degradación del medio, que llevan incorporada determinados procesos


económicos, es otro factor importante de potenciací6n de las catástrofes:
deforestación, éxodo rural, roturaciones y expansión incontrolado de las áreas en
cultivo, tienen una particular incidencia en la erosíón, y a través de esta en otros
procesos catastróficos.

Por último, frente a la ampliación por parte de los grupos humanos de las
posibilidades de riesgo catastrófico o de su potencial gravedad, destaca la
frecuente inexistencia o inoperancia de los organismos encargados de prevenir o
paliar estos acontecimientos. Desde un punto de vista más general este factor
social de indudable importancia plantea la cuestión de los diversos tipos posibles
de adaptación y defensa contra los diferentes riesgos, muy distintos según el grado
de cohesíón social de los diversos grupos y la tecnología de que disponen,
cuesti6n esta a la que se aludirá más adelante.

III. Los excesos del agua

El riesgo natural más extendido mundialmente y más frecuentemente


experimentado son, sin duda, las inundaciones. Al mismo tiempo originan
mayores pérdidas de vidas y bienes que cualquier otro tipo de desastre natural.

Dejando a un lado las inundaciones producidas por roturas de diques o embalses,


poco frecuentes estadísticamente, las crecídas pueden ocurrir tanto en lechos de
cursos perennes como en los efímeros, e incluso en aquellos sectores donde no
existen cursos definidos, tal como ocurre en las regiones áridas bajo un régimen
torrencial de lluvias.

El problema de las inundaciones se hace particularmente inquietante cuando se


considera que pocos riesgos naturales presentan a la vez aspectos positivos y
negativos tan acentuados, de modo que la adaptación humana a este tipo de
acontemieritos se hace particularmente difícil. La abundancia en agua y las
condiciones generalmente muy positivas de los suelos aluvíales para la agricultura
convierte a los sectores inmediatos a los ríos en áreas que atraen la población. Los
daños producidos por una inundación suelen ser, precisamente por ello, muy
elevados.

Quizá el SE de la Península sea una de las áreas que mejor ejemplifican esta
fisonomía contradictoria. La huerta de Murcía o la de Lorca, se asientan sobre la
llanura aluvial del Segura o el enorme cono de deyección del Guadalentín,
buscando agua y suelos capaces de hacer rentables los cultivos. Pero un régimen
pluvíométrico que suele concentrar las lluvias en fuertes aguaceros, capaces de
descargar en pocas horas "mortíferos díluvios" (Pardé, 1961), ha destruido, y
puede destruír en el futuro, tanto las vidas humanas como la prosperidad
laboriosamente conseguida.

Desde un punto de vista histórico, ante el riesgo de inundación se han sucedido


dos tipos de respuestas. Las numerosas civilizaciones importantes que se han
establecido sobre el aprovechamiento de un curso fluvial desarrollaron en primer
lugar y simultáneamente las técnicas de administración de caudales para riego y
las de defensa contra inundaciones; aunque esta defensa fuera meramente
ecológíca y no encaminada a modifícar las condiciones generales del medio.

En las sociedades actuales industrializadas el concepto de planificación de la


cuenca de un río lleva consigo, simultáneamente, el mejor aprovechamiento del
agua y la reducción de los daños derivados de las inundaciones, mediante un
cambío en las condiciones generales del marco natural.

Sin embargo, no puede decirse tajantemente que ambas formas de adaptación


correspondan netamente a dos etapas históricas distintas. Hoy subsisten sin duda
los procedimientos de defensa que hemos calificado como ecológicos; las
propias Ordenanzas de la huerta de Murcía, aún vigentes, reúnen un buen número
de ellos. Y por su parte, aquellas modificacíones que incluyen cambios generales
en el medio se conciben en el sureste español al menos desde la décimosexta
centuria, cuando se planea la construcción de los primeros embalses; e incluso,
más tarde, llegará a pensarse en desviar el cauce del Segura, alejándolo de Murcía
(Calvo, 1975).

El carácter paradójico de las inundaciones

Los tipos de inundaciones son tan variados, tanto por su origen como por su
duración, fuerza época, etc., que resulta muy difícil tratar de establecer los daños
que pueden producir, salvo en los términos más generales.

Por otra parte, la estimación de los daños potenciales que pueden derivarse de una
inundación es algo estrechamente relacionado con el modo de ocupación humana
del área afectada y con su nivel de desarrollo. Este último reviste singular
importancia, ya que puede considerarse en líneas generales que aquellos grupos
humanos que tienen mucho que perder suelen tratar de proveerse de los medios
más adecuados para luchar contra las posibles catástrofes.

Otro, punto de vista permite clasificar los daños producidos por una inundación
como de índole directa o indirecta. Clasificación que reviste un particular interés a
la hora de analizar y valorar las actuaciones que puedan hacerse con el f ín de
reducir los daños. Así el más evidente y dramático de los efectos directos de una
inundación es la pérdida de vidas humanas, pero a éste se unen, en regiones
agrícolas, la destrucción de cosechas y las pérdidas en la ganadería, en las
viviendas e incluso la erosión de los suelos. Una valoración completa de los daños
directos incluiría no sólo lo expuesto, sino también el coste de las reparaciones, la
limpíeza general, los gastos en ayudas de emergencia y la interrupción genral de
trabajos y ocupaciones durante un período más o menos largo.

El capítulo de perjuicios indirectos se refiere esencialmente a la salud pública y la


interrupción general, puesto que tras una inundación se hace más probable la
contaminación, pueden aparecer epízootias y, si se producen aguas
estancadas,aumentar la morbidez. La prosperidad general puede verse también
seriamente amenazada, y éste es quizá el aspecto más difícilmente superable,
cuando la magnitud de la catástrofe llega a paralizar la actividad económica por
un tiempo más o menos largo.

Sin embargo, todo lo anteriormente expuesto depende de la forma como actúe el


agente de los daños que produce la inundación, es decir, el agua de acuerdo con su
cantidad, su velocidad y los materiales que transporte. Los ríos en crecida son, sin
duda, claramente peligrosos, pero la crecida normal de un río incluido su
desbordamiento presenta también aspectos muy positivos.

Todavía en muchas partes del mundo el ritmo del aprovechamiento agrícola


depende del agua que aportan las crecidas, y también depende la renovación de la
fertilidad del suelo de los sedimentos depositados tras una inundación.

Muy clara tenían esta doble condición del agua en crecida los reunidos en Murcia,
a finales del siglo XIX, en el Congreso contra las inundaciones en Levante.
Aludiendo en concreto a día Veja Baja se afírma. "Indudablemente allí las
inundaciones hacen un daño considerable, pero al mísmo tiempo... a fuerza de
inundaciones tíenden a elevarse esos terrenos, efecto de los sedimentos que
aquéllas van dejando... llegará un día en que no esté como hoy casi al nivel del
mar... o más bajos". Quizá por estas consideraciones el congresista Sr. Baleriola
proponía la siguiente, e interesante, definición: "Inundación significa el
desbordamiento de los ríos de sus cauces naturales, arrasando los campos
dedicados a la agricultura y produciendo siempre mayores daños que beneficios"
(Congreso..., 1885).

Este es un hecho que conviene tener en cuenta a la hora de establecer un sístema


de regulación que trate de acabar con las crecidas, ya que inadvertidamente
pueden desencadenarse procesos de o.tro tipo. Cabe interrogarse en este sentido si
el tener que regar con las aguas decantadas de los embalses no está en la base del
uso orogresivamente creciente de abonos artificiales para palíar el rápido
emoobrecimiento de los suelos en las huerta del Segura. En todo caso y en su
momento ya se elevaron quejas en este sentido por parte de los agricultores.

Cabe señalar también otros aspectós positivos de las crecidas, especialmente en


aquellas áreas donde un sistema de conducciones adecuado es capaz de
controlarlas; me refiero a la limpíeza de cauces y aguas estancadas, beneficiosa
sin duda para la sáiud pública, Pero aún hay más, sí las hipótesis derívadas de
algunas experiencias recientes son ciertas (Trilla y Olive, 1971) el capital de aguas
subterráneas que con tranta prodigalidad se está utilizando en la actualidad en los
regadios surestinos, tiene su origen y su posibilidad de renovación precisamente
en los episodios lluviosos notables capaces de dar lugar a Inundaciones.

LLegados a este punto conviene recordar la definición propuesta por Baleriola y


establecer que el ríesgo natural inundacíón sólo puede considerarse como tal
cuando su saldo es mucho más negativo que positívo.

El análisis de las inundaciones


Al haber definido las inundaciones como un riesgo natural, y a éste como el
estado de una interacción entre el sistema natural y el humano de uso, el análisis
geográfico del fenómeno inundacíón tiene que referirse tanto a las características
físicas que presente como a las de índole humana.

Al tratar de bosquejar hidrológicamente los rasgos de las inundaciones, el primer


problema que se plantea es el de establecer con propiedad qué se entiende por
tales. Ello implica el fijar con claridad la separación entre aguas máximas
ordinarias y caudales extraordinarios que pueden calificarse comocrecidas, ya que
las primera son normalmente absorbidas porel sistema de adaptación a las
condiciones del río que haya establecido la sociedad ribereña (incluso aquellos
grupos de menor capacidad tecnológica); sus efectos por tanto suelen ser
beneficiosos.

Las crecidas en sentido estricto se producen sólo a partir de un cierto caudal cuyos
efectos ya no pueden ser fácilmente controlables por el hombre; de manera que
sólo es posible hablar con propiedad de inundación cuando se supera el caudal
regulable por el sistema humano de defensa establecido y comienzan a producirse
daños no previstos. Es la conjunción de los rasgos hidrológicos de una cuenca y el
sistema de control humano establecido lo que proporciona a las crecidas su
calidad de riesgo a partir de cierto umbral de inadecuación.

Pero para los grupos humanos que viven en áreas de riesgo, tan importante al
menos como la caracterización detallada de un cataclismo de este tipo es el
conocer las posibilidades de que se repita. Se incluye aquí tanto la predicción de
avenidas (con finalidad de precaverse) como la previsión de sus características
(Ward, 1978), en la que entra el cálculo de su probable magnitud.

Con un conocimiento profundo de los caracteres hidrológicos de una cuenca y


datos suficientes de un período bastante largo existen procedimientos estadísticos
para establecer la probabilidad de que un evento se repita; más difícil, por no decir
imposible, en el estado actual de nuestros conocimientos, es prever su magnitud.

La intensidad de una crecida se refiere al tiempo que transcurre desde el momento


en que las aguas alcanzan el nivel de inundación (o punto cero de los daños) hasta
que llegan a su punto culminante. Parece claro que este es un aspecto de las
inundaciones en el que desempeñan un papel singular los factores morfológicos de
la cuenca. También es evidente que este período de tiempo reviste caracteres
críticos, pues durante él la colectividad afectada tratará de realizar adaptaciones de
urgencia para reducir daños: reforzamiento de defensas, intentos de derivación o,
simplemente, ponerse a salvo en una altura, como tantas veces se comprueba al
leer los relatos de inundaciones.

Por último, la duración es un aspecto estrechamente relacíonado con el tipo de


inundación. y depende de factores muy variados, tales como las características de
la lluvia caída, las condiciones topográficas del terreno, el tipo de roquedo, la
presencia o ausencia de cobertura vegetal, existencia de obstáculos que dificulten
la retirada de las aguas, etc. Tal cúmulo de factores da lugar a que este parámetro
sea muy variable y una avenida pueda oscilar en su duración entre pocos minutos
y más de un mes.

La personalidad de la sociedad asentada en el sector susceptíble de inundarse es,


como ya se ha visto, el segundo aspecto que permite caracterizar el riesgo.

Cabe entonces considerar, en primer lugar, la naturaleza de la ocupación humana


en el sector inundable. Singularmente la densidad de la colonización humana y la
dotación en bienes y servicios de que disponen, ya que todo aumento en la
intensídad de ocupación del área incremento el daño potencial de la inundación,
aunque éste depende también de la capacidad de ajuste y respuesta del grupo
afectado.

Conviene, según lo dicho, conocer también la eficacia que tienen los métodos de
previsión del riesgo y los sistemas de defensa. Pero la posibilidad de prevenir a
que ocurra una inundación se limita al espacio de tiempo en el que las condiciones
meteorológicas e hidrol6gicas que puedan provocarla empiezan a desarrollarse. La
formulación de una previsión sobre las condiciones que presentará la inundación
requiere completa información sobre la situación hidrológica, las precipitaciones,
las condiciones del suelo en toda la cuenca fluvial, los informes del tiempo y las
posibilidades de evolución de éste.

En general, las previsiones respecto a grandes sistemas fluviales son mucho más
fiables para los sectores aguas abajo que para los de cabecera. Aguas arriba, una
previsión del máximo de la onda de crecida y el tiempo en que se va a producir,
son suficientes para poder tomar medidas efectivas, pues la velocidad de crecida
suele ser rápida y el período de inundación corto. En los tramos inferiores de
grandes sistemas fluviales (con velocidad de crecida y bajada inferiores) es
conveniente prever el tiempo en que se alcanzarán las diferentes etapas críticas del
nivel, aunque en estos casos es más sencillo, pues el tiempo y la fiabilidad de la
alarma aumenta con la distancia aguas abajo, si existe un conocimiento adecuado
de las condiciones aguas arriba.

En este aspecto reviste singular importancia la capacidad tecnológica de la


sociedad afectada, pues la cantidad de ínformación requerida, la red de recogida
de datos necesaria, la capacidad técnica para interpretarla y el sistema de
comunicaciones necesario para transmitir a tiempo la información, imposibilitan a
muchos grupos humanos el disponer de un adecuado servicio. En cualquier caso,
incluso en los países más avanzados, se está aún lejos de disponer de todos los
datos idóneos para una adecuada previsión de estos riesgos. Un último aspecto
que debe ser considerado es el de la eficacia de los medíos de emergencia que
puedan utilizarse; éstos, incluso siendo abundantes, pueden utilizarse de forma
inadecuada, disminuyendo así su efectividad, sea por condiciones locales o por la
propia actitud de las autoridades públicas encargadas de aplicarlos.

Las formas de adaptación al Riesgo


El deseo de mitigar los costes sociales y económicos que ocasionan las
inundaciones impulsa en todos los casos a seleccionar unos métodos de
prevención o defensa, que cada sociedad aplica aisladamente o en combinaciones
estratégicas.

Las distintas formas de adaptación al peligro, o los intentos de conjurarlo, las


vamos a esbozar a continuación por separado, aunque es evidente que cada uno de
estos procedimientos se puede combinar con los demás en el intento de conseguir
un máximo de eficacia.

Ante todo, la forma más directa de enfrentarse con el peligro de inundación es


tratando de modificar los caracteres de ésta. La posibilidad de modificación
positiva estriba fundamentalmente en las alteraciones que se pueden realizar en el
cauce fluvial, en particular obras de retención y encauzamiento.
Complementaríamente a estos trabajos de ingeniería reviste también gran
trascendencia el acondicionamiento de las vertientes.

Pero la regulación total de las avenidas mediante estos procedimíentos resulta


bastante problemática, ya que la magnitud de aquéllas suele ser muy variable; sin
embargo, se estima en líneas generales que ofrecen una protección satisfactoria
aquellas obras capaces de retener, o derivar, sin daños, un caudal igual al de la
mayor crecída conocida, íncrementando en un margen de seguridad que puede
elevarse a un tercio del volumen de ésta. Aunque una situación como la descrita
puede considerarse óptima, en Murcía ciertamente estamos muy lejos de ella.

En un trabajo realizado hace algunos años (Calvo, 1969) describí el complejo


mecanismo de defensa contra inundaciones del río Guadalentín, concluyendo con
reservas sobre su total eficacia. En efecto, en la crecida de octubre de 1973 los
embalses de cabecera, antes de llenarse, laminaron la onda de crecida, haciéndola
descender, pero su insuficiente capacidad de retención permitió que, una vez
llenos, más de 85 millones de m3 de agua saltaran la coronación de la presa de
Puentes., Esta crecida, efectivamente atenuada, pero aún voluminosa y muy rápida
asoló Lorca y su huerta, produciendo varias víctimas humanas y pérdidas en la
agricultura que se evaluaron en 800 millones de pesetas. A lo largo del curso bajo
del Guadalentín, hasta Murcia, las obras de derivación consiguieron evacuar la
mitad de este volumen directamente al Mediterráneo. De todas formas unos 40
millones de m' llegaron hasta el Segura, aumentando sus aguas ya altas en un
crecida de mediana intensidad que afectó ligeramente a la Vega Baja. Puede
afirmarse que, de todo el complejo mecanismo de defensa que existe en el
Guadalentín, sólo funcionó adecuadamente la protección de Murcia y su huerta
inmediata, y esto en el caso de una inundación moderada respecto a las grandes
crecidas históricas.

Se ha señalado, por otra parte (Beyer, 1974), la gran signifícaci6n que para los
asentamientos humanos reviste el acondicionamielnto de una cuenca en este
sentido, pues tales obras por su misma naturaleza implican mejores condiciones
para el aprovechamiento de la tierra, con lo que tienden a fomentar la ocupación
continuada e intensa de los sectores propensos a inundarse. Esta "falsa seguridad"
ya aludida puede tener el corolario de que si la protección resulta insuficiente los
daños lleguen a ser excepcionalmente elevados.

Disminuir en la medida de lo posible las posibilidades de daño es otra actitud ante


el riesgo de crecida, pues con mucha frecuencia y especialmente en relación con
la fertilidad de los suelos aluvíaies, existe la necesidad de ocupar al máximo el
terreno en las llanuras fluviales, o de defender una ocupación ya realizada de
forma eficaz, y con menores costes que los producidos por las obras antes
aludidas.

En estos casos una política encaminada a la disminución en las posibilidades de


daños debe basarse en una regulación del uso del suelo que incluya hasta cambio
en el destino de éste, en especial donde exista competencia por la tierra entre el
uso urbano y el rural.

Cuando se adoptan decisiones de este tipo la política de prevención se centra


primordialmente en la construcción de edificios de todo tipo diseñados para
resistir inundacíones, y en modificar la estructura de la ocupación humana,
llegando incluso a elevar artífícialmente el suelo. Por supuesto que para conseguir
una mínima eficacia conviene tener previamente un conocimiento muy detallado
de cómo se suelen desarrollar las inundaciones, y disponer de un período lo más
largo posible de alarma.

Con frecuencia en los estudios de carácter ingenieril que abordan el problema de


jas inundacíones, los dos tipos de adaptaciones hasta ahora descritos suelen
denominarse respectivamente "activa" y "pasiva" (Vallarino, 1981), y sus
relaciones con la ordenación del territorio han sido, al menos, esbozados en algún
trabajo de interés (Domercq, 1978). Pero hay un aspecto a tener en cuenta a la
hora de valorar y decidir el tipo de medidas más adecuadas para la protección de
un sector concreto, y es el hecho de que el tipo de acciones "pasivas" tienen la
particularidad de que sus costes recaen más directamente sobre las poblaciones
afectadas que sobre la Adminístracíón o el Estado. En el caso español este hecho
incluso tiene estatus jurídico en la Ley de Aguas de 13 de Junio de 1879 (Capítulo
VI). Pues bien, su consecuencia es que la defensa "pasiva" corre el frecuente
riesgo de no realizarse, ya que la sensibilidad y el conocimiento que acerca del
peligro potencia¡ de una inundación tienen las poblaciones afectadas puede no ser
en absoluto suficiente para que estén dispuestas a aceptar el esfuerzo económico
que implica.

El escollo principal con que tropiezan las dos formas de adaptacíón al riesgo hasta
el momento comentadas se encuentra en la rentabilidad de las obras. Es más que
probable que un trabajo de ingeniería de gran envergadura o una protección civil
cuidada puedan parecer una inversión no rentable si sólo se realizan ante un riesgo
"remoto" de inundación. En la cuenca del Segura los embalses construidos unen a
su papel defensivo el de almacenes de agua para riego, y es este segundo aspecto
el que los valora como rentables. Más aún, alguna presa de poca entidad, como la
de Santomera, fue en su momento críticada por su escaso papel para el riego, y
varías obras previstas, como el embalse del Romeral en el Guadalentín, están
totalmente olvidadas. El riesgo, sin embargo, no es "remoto", y la realización de
este tipo de obras lleva consigo una mayor comprensión del peligro y de las
formas de evitarlo por parte de las poblaciones afectadas, lo cual las hace más
proclives a aceptar comprometerse en una intensa defensa pasiva.

Por último, cabe señalar que incluso a pesar de tomarse medídas adecuadas, es
muy probable que en muchos casos se produzcan pérdidas inevitables. Aparece
entonces el deber social de proporcionar asistencia a las poblaciones afectadas.
Asistencias que pueden ir desde la creación de un seguro contra inundacíones
hasta la posibilidad por parte de la administración del Estado de aligerar la presión
fiscal sobre la población afectada durante un cierto período de tiempo, o la
concesión de créditos baratos para la reconstrucción. En este terreno la posibilidad
de acción puede alcanzar empresas de gran envergadura, como sería la
reacomodación de personas y pertenencias en otro territorio más seguro, por
cuenta del Estado,

Para una reducción eficaz de los daños provocados por ínundaciones, estas
acciones plantean, sin embargo, un importante dilema. En el caso de no estar
convenientemente proyectadas pueden tender a fomentar la ocupación persistente
de áreas realmente peligrosas, y engendrar cierta resistencia a la adopción de
medidas más racionales.

IV. Otros riesgos del medio geof ísico

Aunque el análisis del riesgo de inundación es, hasta el momento, el que ha sido
considerado con más detalle, existe una clara conciencia de la importancia de
otros acontecimientos de esta índole, cuyo impacto sobre las sociedades humanas
expresa el cuadro n.º 2.

CUADRO Nº 2
Riesgos catastróf icos del mundo durante el siglo XX.
Evaluación parcial de pérdidas y víctimas.

Pérdidas Nº de aconte- Nº de aconte-


Naturaleza
(en millones cimientos es- Víctimas cimientos es-
del riesgo
de dólares timados timados
13.169 34 1.654.754 74
Terremotos 20.760 50 639.987 66
300 2 49.324 11
10.190 36 3.195.471 44
Ciclones
44.419 122 5.539.536 195
Volcanismo

Inundaciones

TOTAL
Los terremotos, de ser ciertas las estimaciones de Foucher incluidas líneas arriba,
suponen el segundo riesgo natural en importancia por el número de víctimas
humanas que genera. Cabe, por otra parte, la consideración de que al año se
producen en el mundo alrededor de un millón de terremotos de muy diversa
intensidad que afectan en grado variable a las modernas formas de ocupación del
territorio (víario, ciudades) y en particular a las grandes obras de ingeniería
(embalses, autopistas, canales).

No cabe duda que en el momento actual el estudio de los fenómenos sísmicos en


sí mismo, y el establecimiento de mapas de zonas sísmicas a diversas escalas, está
bastante avanzado. Parael geógrafo este tipo de cartografía tiene particular interés,
ya que basándose en el conocimiento de las condiciones geof ísicas y geológicas,
la zonifícación sísmica proporciona información detallada sobre epícentros,
magnitudes máximas observadas, profundidad de los focos, energía total liberada
por unidad de tiempo y espacio.

De acuerdo con las consideraciones generales sobre el concepto de riesgo natural


que se expusieron al principio de este trabajo, para un geógrafo el complejo riesgo
sísmico comprende necesariamente, por una parte, lo que podemos denominar
"riesgo geof ísico", que incluye el conocimiento de las características intrínsecas
del fenómeno: frecuencia, magnitud, íntensidad y duración en un área concreta,
con especial atencíón a la necesidad de establecer la probabilidad de repetición de
un terremoto catastrófico en una región específica. Por otro lado, es necesario
establecer el "riesgo humano", o sea, las condiciones en que se encuentra el
sístema humano de uso frente a un evento de este tipo. Este es un campo
obviamente de muy difícil ponderación, aunque algunos autores ofrecen criterios
como la consideración del "ríesgo-técnico" o posibilidad de que falle un tipo
particular de estructura, y del "riesgo seguro" o probabilidad de que las
reclamaciones monetarias se atengan a una cantidad determinada (Vere-Jones,
1973). No cabe duda que pese al interés que pueda tener una propuesta de este
tipo, es con certeza incompleta y dífícilmente aplicable al conjunto del planeta por
razones evidentes.

En la búsqueda de una información lo más exhaustiva posible sobre el fenómeno


que se analiza, hay que precisar que la sismícidad mejor conocida en conjunto, la
que se ha denomínado "sismicídad instrumental" (observada mediante
instrumentos), no representa más que una fracción mínima de la historia de la
Tierra. Los trabajos de sismicidad histórica, sí se hacen con rigor, se prestan a una
confrontación con la sismología instrumen . tal, a la vez que plantean problemas
de gran interés a la ínvestígaci¿)n sismológica general, aportando valiosa
informacíón tanto desde el punto de vista meramente físico (Cadiot et. al., 1979)
y, por supuesto, también social.

El problema focal en el momento presente respecto al riesgo de terremotos es


llegar a establecer un pronóstico sobre la posíbilidad de que ocurra, y en ese
campo la sismicidad histórica puede aportar importante información junto a los
estudios de índole geológica.

La convivencia de un grupo humano con el peligro sísmico involucra dos


componentes principales (Jackson y Burton, 1980): la respuesta a acontecimientos
específicos y el proceso de adaptación al riesgo.

El primero de estos aspectos incluye tanto el comportamíento durante el desastre


como la posterior recuperación. Algunas precisiones se han hecho en cuanto al
comportamiento, aunque pecan de superficiales (Nichols, 1974), y en general sé
puede concluir que en este campo sabemos bastante poco.

Respecto al proceso de adaptación, es posible esbozar algunas consideraciones


generales. Ante todo, conviene recordar que hemos denomínado adaptación al
riesgo a cualquier acción tomada por un individuo o colectividad con la intención
de reducir el potencial de daños y, por tanto, los daños futuros (White, 1974).
Cabe entonces realizar una distinción inicial entre acciones que estén al alcance de
individuos particulares y aquellas que sólo pueden realizarse colectivamente.

En general, el primero de estos grupos se caracteriza por la trivialidad de las


acciones que pueden efectuarse a este nivel: pequeñas modificaciones en la
vivienda, defensa contra incendios de dimensiones modestas, etc.; el único campo
en el que pueden tener cierta relevancia es cuando se procura minimizar las
pérdidas económicas, una vez sobrevenidas, mediante la contratación de un
seguro.

Mucho más importantes son las acciones que pueden emprenderse por parte de la
comunidad afectada en sus distintos niveles (local, regional, estatal). Existe toda
una gama de ellas una vez producido el desastre, en la que se incluyen
operaciones de emergencia y procesos de evacuación cuando son necesarios, así
corto medidas concebidas para paliar la desorganización social y económica, a la
vez que se restablece el funcionamiento normal del grupo humano lo más
rápidamente posible. Pero no cabe duda que tienen mucho más interés aquellas
acciones encaminadas a preparar a la comunidad frente al riesgo sísmico, pues son
las únicas aue pueden lograr una disminución significativa de los daños.

Este tipo de protección respecto a terremotos se basa singularmente en dos tipos


de acciones (Waitham, 1978). Por una parte está claro que se debe evitar la
ocupación de las áreas más peligrosas, pero esto es obviamente imposible, puesto
que en muchos casos están ya densamente pobladas y un proceso de evacuación es
inconcebible. Frente al hecho consumado de la presencia de un grupo humano
importante en lugar de peligro cabe, al menos, establecer un código de usos de la
tierra: ordenación del territorio y planificación tendentes primordialmente a
afrontar el desastre y facilitar la posterior rehabilitación. En segundo lugar,
aunque no con menor importancia, está el desarrollo de medidas que garanticen en
la construcción mayor seguridad y solidez de los edíficíos, de manera que no sólo
resistan el tipo de oscilaciones verticales y horizontales del sismo propiamente
dicho, sino que se opongan también a sus efectos derivados (incendios,
desiízamientos de tierra, etc.). Ambos aspectos deben también considerarse de
forma combinada, y así la localización de edificios que contengan servicios
indispensables tras un terremoto (sanidad, bomberos, emisoras, teléfonos, etc.)
habrá de ser estratégica, y su construcción concebída con seguridad superior a la
del resto de las edificaciones. Por la misma razón habrá que evitar la
implantación, o dotarla de seguridades máximas, de aquellas instalaciones que
pueden ejercer un efecto multiplicados sobre el peligro: centrales nucleares,
refinerías de petróleo, almacenes de materias tóxicas o inflamables, etc (Marin,
Correia, Gaspar, 1984).

Cabe añadir a lo indicado que en la prevención del riesgo de terremoto adquiere


singular relieve la investigación básica, encaminada a proporcionar la máxima
información posible sobre las características de estos acontecimientos, hasta llegar
a incluir algún grado de predicción y de medidas de alerta. Sin embargo, aunque
éste es el camino que a la larga puede conducir al mejor nivel de adaptación, en el
momento actual son los dos procedimientos anteriormente citados los únicos
capaces de proporcíonar un grado de seguridad. En otras palabras, de momento
hay que contentarse con "saber dónde vivir para evitar el peligro y cómo vivir con
el peligro sí es inevitable" (Níchols, 1974).

Aparte los estudios sobre inundaciones y terremotos, resultan también


interesantes, por las innovaciones en técnicas de investigacíón y en conceptos, los
realizados sobre los fenómenos de sequías y heladas.

En el análisis del riesgo de sequía se ha hecho particular hincapíé en los


problemas planteados por la percepción y el comportamiento de las poblaciones
afectadas. Es clásico en este campo el estudio sobre la percepción del peligro de
sequía por parte de los agricultores cultivadores de trigo de las grandes llanuras
norteamericanas, y como esta percepción afecta al modo de adaptarse al medio
físíco (Saarínen, 1966). Tras este trabajo permanece abierto un interesante debate
sobre el papel de las ideas sicol¿)gícas en la investigación geográfica y la utilidad
de los métodos aplicados.

Respecto al riesgo de helada, las investigaciones realizadas en grupos humanos


escasamente desarrollados han puesto en evidencia la eficacia de métodos de
adaptacíón ecológica y la posibilidad de fracaso de procedimientos sofisticados si
no se saben administrar adecuadamente.

V. Las investigaciones de conjunto


Hasta el momento presente la mayor parte de los estudios realizados en este
campo, se han centrado en riesgos individuales. Sin embargo Hewítt y Burton
(1971) introdujeron la innovacíón de intentar analízar el conjunto de los riesgos
que se producen en un lugar determinado, con el fin de llegar a establecer lo
peligroso de un medio ambiente a escala regional.

Para ello, en un estudio realizado en el área de London (Ontario ), intentaron


establecer los autores citados el espectro total de hechos dañinos y explorar su
impacto global sobre la población del área. Al tomar como punto de partida una
definición muy genérica del riesgo (todos aquellos aconteci- Francisco Calvo
García-Tornel 30 mientos infrecuentes de cierta magnitud que afectan a gran
número de población) era necesario utilizar algún criterio de selección, para lo
cual se adoptaron cuatro de forma arbitraría: daños sobre la propiedad de cierto
volumen, interrupción de la actividad económica, aumento notable de la actividad
corriente de los servicios sociales y presencia de víctimas humanas.

Barajando estos criterios los investigadores detectaron treinta y un tipos de riesgos


en el área de London, que varíaban entre los de índole estrictamente natural
inundaciones, ventiscas) a los producidos por la acción humana sobre el medio
(contaminación en sus distintos tipos), llegando hasta algunos de carácter
económico (paro, robos), sanitario (cirugía mayor, hospitalizaciones), o
meramente accidentales (accidentes aéreos, de coche, fuegos).

El estudio, iniciado ya en el trabajo sobre London, del papel que juegan las
variables de personalidad en las posibles adaptacíones al riesgo, llevaron a
desarrollar el análisis del L.O.C. ("Locus of control"), medida del grado en que la
gente acepta la responsabilidad de controlar los sucesos que les afectan, y que de
entrada permite clasificar a las personas en dos categorías: los individuos que se
sienten responsables de sus éxitos o fracasos y los que creen en fuerzas situadas
por encima de ellos (azar, destino, Dios) que determinan sus vidas.

Mediante entrevistas se ha establecido comparativamente el tipo de personas que


predominan en distintos lugares, tratando de explicar, por ejemplo, mediante la
aplicación del L.O.C. porqué las tasas de víctimas por tornado son más elevadas
en algunos sectores de los Estados Unidos que en otros (Síms y Baumann, 1972;
Baumann y Sims, 1974). Tanto la aplicación del L.O.C. como el análisis de la
dimensión de la personalidad llamada "búsqueda de sensaciones" (S.S.) han sido
criticados como insuficientemente explicativos.

El equipo White, Burton y Kates

En 1967 se inició una investigación en colaboración por parte de los autores


citados, con el objetivo de entender las maheras en que el hombre percibe sucesos
naturales extremos y cómo modifica el peligro, con la pretensión de aplicar los
nuevos conocimientos a.ia dísminución del coste social de estos acontecimientos,
así como afrontar los nuevos riesgos ambientales creados por el hombre.
El planteamiento inicial consistía en aplicar lo ya estudiado Geografía de los
riesgos para el riesgo de inundaciones a los restantes riesgos y ampliar el área de
investigación fuera de los Estados Unidos, en particular a países subdesarrollados.

Reuniendo los resultados de investigaciones anteriores, se establecieron seis


hipótesis (Natural Hazadrs Research, Workíng Paper n.º 16, 1970) que se han
utilizado muy ampliamente en las investigaciones posteriores. Estas hipótesis de
partida son las siguientes:

1. La ocupación humana persistente en áreas de alto riesgo constante se justifica,


según sus ocupantes, por la falta de alternativas, las altas oportunidades
económicas que ofrecen, la conternplací¿)n de¡ futuro a corto plazo y la alta
proporción entre reservas y pérdidas potenciales.

2. Ante el riesgo las distintas sociedades humanas tienen tres tipos de reacción:

a) "Popular" o preíndustrial, que incluye una gama de modíficacíones más


en el comportamiento en relación con la naturaleza que en ésta. Son
adaptaciones que buscan cierta armonía con el medio, flexibles y
fácilmente abandonadas, que demandan escaso capital para ponerlas en
práctica y el esfuerzo de grupos humanos reducidos. Son también
modificaciones que pueden variar mucho en espacios reducidos.

b) Tecnolágíca-moderna o industrial, que incluye un número determinado


de actuaciones tecnológicas que aumentan el control sobre el medio muy
difíciles de cambiar, poco flexibles, caras, que exijan organización social y
que tienden a ser uniformes. Serían los clásicos sistemas de embalses y
canales de derivación para luchar contra el riesgo de inundaciones.

c) Globales o postindustriales, que combinan los riesgos de las dos


anteriores con el fin de incorporar el mayor número de modificaciones y ser
más flexibles en todos los aspectos, incluso el económico.

3. Las variaciones en la previsión y estimación del riesgo, está en función de una


combinación de la magnitud y frecuencia del peligro, de lo próximos y frecuentes
que hayan sido sus manifestaciones más recientes, de la importancia que pueda
representar para- los intereses económicos del grupo, y de factores de la
personalidad de los individuos.

4. La selección de modificaciones que puede estimar un índivíduo para tratar de


defenderse de determinado riesgo está en función de la previsión de éste, del
conocimiento de las variedades posibles de adaptación, de la tecnología que
dispone, del coste de las distintas alternativas y de su percepción de la posibilidad
de ponerse de acuerdo con otras personas.

5. El proceso de estimación de la rentabilidad económica por parte de los


individuos está en relación con el horizonte temporal percibido, la proporción
entre reservas y pérdidas probables, y con el grado del riesgo contra el que se
pretende actuar.

6. Para los grupos humanos, la elección de adaptaciones al riesgo es función de la


percepción de éste, de las posibilidades de elección. y de la rentabilidad
económica de estas elecciones, aspecto este último que está también en relacíón
con el tipo de organización poi ítica del grupo.

Con estas hipótesis como base se iniciaron diversos estudios aplicados a riesgos
diferentes, donde se combinaba la investigación específica sobre ellos con
diversas entrevistas encaminadas a detectar la actitud de las poblaciones, así como
análisis sobre. la personalidad de los grupos afectados. Pese a las dificultades de
coordinar un trabajo de esta envergadura (pues práctícamente se realizaron
investigaciones en todo el mundo, aunque en España no se realizó ninguna), y el
obvio error de utilizar cuestionarios homogéneos, elaborados en Estados Unidos
para ciudadanos de ese país, en áreas culturales muy diferentes, se publicaron gran
número de estudios (muchos de ellos se íncluyen en la bíblíograf ía de este
trabajo) y en 1976, en la reunión de la Unión Geográfica Internacional de.Moscú
se estableció un "Grupo de Trabajo" sobre percepción ambiental.

A partir de los primeros documentos elaborados por este "Grupo de Trabajo", se


estableció que la etapa de analizar los distintos riesgos por separado en diversas
partes del mundo podía considerarse concluida, y que en adelante se procuraría
analizar la percepción de todos los riesgos del medio en sectores previamente
seleccionados. El cambio de orientación propuesto tendía a proporcionar luz sobre
las variaciones en la adopción de distintas formas de adaptarse a los riesgos,
examinando el contexto de cada grupo humano estudiado y los procesos de tomar
sus decisiones al respecto. También, definitivamente, se integraban en el análisis
de los riesgos, junto a los naturales aquéllos producidos por el propio hombre.

En los últimos años son precisamente los peligros creados por la propia actividad
del hombre, en particular la contaminación y los peligros y riesgos propios de los
procesos de desarrollo, así como su percepcíón los que han atraído con preferencia
el interés de los investigadores anglosajones, a la vez que en el ámbito de la
geografía francesa se iniciaban los primeros pasos en este campo, con
aportaciones que se encuadran en la descrípción de fenómenos concretos (número
24 de la revista Hérodote, correspondiente a 1982) o en relación con la ordenación
del territorio (Coloquio sobre Développement et Envíronnement dans la régíon
Provence-Alpes-Cóte dazur, Sull. Assoc. Géogr. Franc. nº 486, París, 1982), pero
siempre considerando los riesgos desde un punto de vista menos global y más
apegado a sus características estrictamente físicas.

Conclusión

A lo largo de las páginas anteriores se ha tratado de esbozar las características de


una línea de investigación geográfica prácticamente sin seguidores en nuestro
país.
Su transcendencia, ha sido sin embargo muy grande. Ante todo, desde un punto de
vista profesional el desarrollo del estudio de los riesgos ha permitido a buen
número de geógrafos, norteamericanos y canadienses en particular, integrarse
tanto en la Administración pública como en diversas empresas relacionados con la
amplía problemática de la planificación y la ordenacíón del espacio.

De forma menos tangible, pero no menos importante, los diversos estudios han
demostrado sobradamente que la imagen que tienen los habitantes de lugares
peligrosos sobre sus riesgos y el abanico de posibilidades para evitarlos o palíarlos
suele ser bastante diferente de la que tienen técnicos y políticos, de manera que si
hay que realizar una política eficaz en relación con los riesgos naturales (o más
ampliamente, de gestión de recursos) la participación popular es imprescindible.
Por otra parte como cada colectividad o individuo con opción a elegir la forma de
adaptarse al riesgo, lo hace mediante una escala de valores que se refieren tanto a
su idea sobre la organización del territorio, como a la facilidad técnica de su
decisión, carácter económico y trascendencia social, la investigación de los
riesgos naturales adquiere una dimensión política, en cuanto cualquier tipo de
decisión puede generar tensiones y reacciones muy distintas entre el grupo
afectado, singularmente si existe una clara conciencia colectiva sobre el riesgo.

Por último, desde el punto. de vista de la propia investigación geográfica, puede


afirmarse que el estudio de los riesgos naturales se encuentra en los estadíos
primarios del proceso de ínvestígacíón, señalados por Kuhh, de identificación de
variables y comorobacíón de relaciones. Aún no existe una teoría general, aunque
se hayan hecho aportaciones importantes.

Dentro de una definición muy tradicional de la geografía, los estudios sobre el


riesgo han mostrado con claridad su capacidad para abordar problemas actuales,
con una importante contribución real a su solución.

Riesgo natural
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Un riesgo natural se puede definir como la probabilidad de que un territorio y la sociedad que
habita en él, se vean afectados por episodios naturales de rango extraordinario.1 En otras
palabras, la vulnerabilidad de una población o región a una amenaza o peligro natural.
Por el contrario, los riesgos antrópicos son riesgos provocados por la acción del ser humano
sobre la naturaleza, como la contaminación ocasionada en el agua, aire, suelo, deforestación,
incendios, entre otros.
La amenaza o peligro natural hace referencia a la probabilidad de que se produzca un
determinado fenómeno natural, de una cierta extensión, intensidad y duración, con potencial
para causar daños a personas o al entorno.1
La vulnerabilidad hace referencia al impacto del fenómeno sobre la sociedad,1 y es
precisamente el incremento de la vulnerabilidad el que ha llevado a un mayor aumento de los
riesgos naturales. La vulnerabilidad abarca desde el uso del territorio (exposición al riesgo)
hasta la estructura de las construcciones y mecanismos de alarma y aviso (sensibilidad
socioeconómica), y depende fuertemente de la capacidad de respuesta de la población frente
al riesgo (resiliencia).
El número de desastres humanos ha aumentado en los últimos años porque al ir creciendo la
población, el número de personas a los que afectan está siendo mayor cada vez. Por otra parte
el traslado de muchos habitantes a las ciudades con el proceso de éxodo rural acentuado sobre
todo en los países subdesarrollados, hace que cuando se produce cualquier incidente en la
proximidad de una gran ciudad las consecuencias sean dramáticas. Un solo terremoto, con
epicentro en la ciudad china de Tangshan, mató a más de 250 000 personas en 1977.
Es necesario distinguir entre:

 Riesgos actuales: un volcán en erupción, un deslizamiento activo, un acuífero


contaminado que se está explotando. Los Riesgos actuales suelen ir acompañados de
daños, aunque no hayan desarrollado todo su potencial
 Riesgos potenciales: son un volcán transitoriamente inactivo o una ladera en equilibrio
estricto. Estos conceptos, suelen ser muy usados en los Mapas de Riesgos.

Clasificación de los riesgos naturales[editar]

Prevención de riesgos: señal de peligro por desprendimiento de rocas.

Los riesgos naturales se pueden clasificar de la siguiente manera:

 Geología:
 Vulcanismo
 Terremotos
 Tsunamis - maremotos.
 Deslizamiento de laderas.
 Meteorológicos e hidrológicos:
 Nieve y hielo
 Lluvias intensas, granizo y tormentas
 Inundaciones súbitas y en grandes cuencas.
 Olas de frío y de calor
 Vientos fuertes (Tornados y mangas marinas), incendios forestales y temporales
marítimos.
 Ciclones tropicales
 Geomorfológicos:
 Movimiento de terreno:
 Subsidencia
 Aludes
 Deslizamientos
 Solifluxión
 Climatológicos:
 Sequías y desertificación
 Inundaciones
 Ola de calor
 Ola de frío
 Agujero de la capa de ozono
 Lluvia ácida
 Cambio climático
 Biológicos
 Plagas
 Epidemias
 Cósmicos
 Choque de objetos del espacio con la Tierra
 Tormentas geomagnéticas

1. ¿Qué es la gestión de riesgos?


La gestión de riesgos es el proceso de identificar, analizar y responder a
factores de riesgo a lo largo de la vida de un proyecto y en beneficio de sus
objetivos. La gestión de riesgos adecuada implica el control de posibles
eventos futuros. Además, es proactiva, en lugar de reactiva.
2. Sistemas de gestión de riesgos
Los sistemas de gestión de riesgos están diseñados para hacer más que
solo identificar el riesgo. El sistema también debe poder cuantificar el riesgo
y predecir su impacto en el proyecto. En consecuencia, el resultado es un
riesgo aceptable o inaceptable. La aceptación o no aceptación de un riesgo
depende, a menudo, del nivel de tolerancia del gerente de proyectos por el
riesgo.

Si la gestión de riesgos es configurada como un proceso continuo y


disciplinado de la identificación y resolución de un problema, entonces el
sistema complementará con facilidad otros sistemas. Esto incluye la
organización, la planificación y el presupuesto y el control de costos. Las
sorpresas disminuirán porque el énfasis ahora será una gestión proactiva
en lugar de una reactiva.
3. La gestión de riesgos: Un proceso
continuo
Una vez que el equipo de proyectos identifica todos los posibles riesgos
que pueden perjudicar el éxito del proyecto, debe escoger los que tienen
más probabilidades de suceder. Basará su decisión en las experiencias
pasadas respecto de la probabilidad de ocurrencia, su intuición, las
lecciones aprendidas, los datos históricos, entre otros.

A inicios de un proyecto hay más en riesgo que a medida que este avanza
hacia su finalización. En consecuencia, la gestión de riesgos debe hacerse
a inicios del ciclo de vida del proyecto, así como de manera continua.

La importancia es que la oportunidad y el riesgo por lo general permanecen


relativamente altos durante la planificación del proyecto (al inicio del ciclo
de vida), pero debido al relativo bajo nivel de inversión en este punto, lo que
está en juego permanece bajo. Por el contrario, durante la ejecución del
proyecto, el riesgo cae de forma progresiva a niveles inferiores a medida
que lo desconocido se convierte en conocido. Al mismo tiempo, lo que está
en juego aumenta de manera constante a medida que los recursos
necesarios se invierten de manera progresiva para completar el proyecto.

El punto crítico es que la gestión de riesgos sea un proceso continuo y como


tal se realice no solo al inicio del proyecto, sino de manera continua a lo
largo de la vida del proyecto.

4. Respuesta a los riesgos


La respuesta a los riesgos por lo general incluye:

 Prevención:
Eliminación de una amenaza específica, a menudo al eliminar la causa.
 Mitigación: Reducción del valor monetario estimado de un riesgo al
reducir la probabilidad de ocurrencia.
 Aceptación: Aceptar las consecuencias del riesgo. Con frecuencia, esto
se cumple al desarrollar un plan de contingencia para ejecutar si el
riesgo llega a ocurrir.
Al desarrollar un plan de contingencia, el equipo de proyectos participa en
el proceso de solución de un problema. El resultado final será un plan que
se pueda aplicar al momento.

Lo que el equipo de proyectos requiere es la habilidad de lidiar con los


obstáculos para completar de forma exitosa el proyecto, a tiempo y dentro
del presupuesto. Los planes de contingencia ayudarán a garantizar que el
equipo pueda atender con rapidez la mayoría de problemas que surjan.

5. ¿Por qué emplear la gestión de


riesgos?
El propósito de la gestión de riesgos es la siguiente:

 Identificar posibles riesgos


 Reducir o dividir los riesgos
 Proporcionar una base racional para la toma de decisiones en relación
con todos los riesgos
 Planificar
Evaluar y gestionar riesgos es la mejor herramienta frente a las catástrofes
en los proyectos. Al evaluar el plan para potenciales problemas y al
desarrollar estrategias para abordarlos, mejorarán las probabilidades de
éxito del proyecto.

Asimismo, la gestión de riesgos continua logrará lo siguiente:

 Garantizar que los riesgos de mayor prioridad sean gestionados de


forma agresiva y que todos los riesgos sean gestionados, cuidando los
costos, a lo largo del proyecto.
 Proporcionar gestión en todos los niveles con la información necesaria
para tomar decisiones informadas en problemas críticos para el éxito
del proyecto.
Si no se atacan de forma activa los riesgos, estos atacarán activamente.
6. ¿Cómo emplear la gestión de riesgos?
Primero, se necesita considerar las diversas fuentes de riesgo. Esta lista
no pretende ser exhaustiva sino servir de guía para la lluvia de ideas inicial
de todos los riesgos.

Varias fuentes de riego incluyen:

 Gestión de proyectos
 Demasiados proyectos que se realizan al mismo tiempo
 Cronogramas imposibles de cumplir
 No hay una persona responsable de todo el proyecto
 Pobre control de los cambios de diseño
 Problemas con los miembros del equipo
 Pobre control de los cambios de clientes
 Pobre comprensión del trabajo de gerente de proyectos
 Persona equivocada asignada como gerente de proyectos
 Prioridades del proyecto en conflicto
 Planeamiento y control no integrados
 Oficina de proyectos mal organizada
 Externos
 Impredecibles

 Requisitos regulatorios inesperados
 Desastres naturales
 Vandalismo, sabotaje o efectos secundarios impredecibles
 Predecibles
 Riesgos del mercado u operacionales
 Riesgo social
 Riesgo ambienta
 Medios de comunicacón
 Inflación
 Fluctuaciones en la divisa
 Técnicos
 Cambios tecnológicos
 Riesgos derivados de los procesos de diseño
 Legal
 Uso no autorizado de marcas y licencias
 Demandas por ruptura de contrato
 Problemas con la fuerza laboral o el lugar de trabajo
 Legislación

7. El proceso de análisis de riesgos


El proceso de análisis de riesgo es esencialmente un proceso de solución
de problemas de calidad. Las herramientas de calidad y de evaluación se
utilizan para determinar y priorizar riesgos de evaluación y resolución.

El proceso de análisis de riesgos es el siguiente:

Identificar del riesgo


 Este paso es la lluvia de ideas. Al revisar la lista de posibles fuentes de
riesgo, así como la experiencia y el conocimiento del equipo de
proyectos, se identifican todos los potenciales riesgos.
 Al utilizar un instrumento de evaluación, los riesgos son categorizados
y priorizados. El número de riesgos identificados a menudo excede la
capacidad de tiempo del equipo de proyectos para analizar y desarrollar
contingencias. El proceso de priorización ayuda a gestionar aquellos
riesgos que tienen un alto impacto y una alta probabilidad de
ocurrencia.
Evaluar los riesgos
 Con frecuencia, la solución de problemas tradicional transita de la
identificación de problemas a la solución de problemas. Sin embargo,
antes de intentar determinar cómo gestionar mejor los riesgos, el
equipo de proyectos debe identificar los orígenes de tales riesgos.
Desarrollo de respuestas frente al riesgo
 Ahora el equipo de proyectos está listo para el proceso de evaluación
de posibles remedios para gestionar el riesgo o tal vez evitar que el
riesgo ocurra.
8. Desarrollo de un plan de contingencia o
medidas preventivas para el riesgo
 El equipo de proyectos convertirá en tareas las ideas que fueron
identificadas para reducir o eliminar las probabilidades de riesgo.
 Aquellas tareas identificadas para gestionar el riesgo, si ocurren, se
desarrollan en pequeños planes de contingencia que pueden dejarse
de lado. Si el riesgo ocurriese, se aplican las tareas identificadas,
reduciéndose así la probabilidad de tener que gestionar una crisis.

Riesgos naturales: evolución y modelos conceptuales


Octavio Rojas Vilches* - Carolina Martínez Reyes**
* Docente-Investigador, Depto. Geografía, Fac. Arquitectura, Urbanismo y Geografía, Universidad de
Concepción. ocrojas@udec.cl; Becario CONICYT-2011 Doctorado en Ciencias Ambientales Centro-
EULA, Universidad de Concepción.
** Docente-Investigadora, Depto. Geografía, Fac. Arquitectura, Urbanismo y Geografía, Universidad

de Concepción. carolmartinez@udec.cl

Resumen
Se presenta una revisión crítica respecto al estado del arte de los estudios de "Riesgos naturales".
Se utilizan diversas fuentes para realizar un análisis fenomenológico de los principales conceptos
relacionados. Los conceptos se complementan con ejemplos nacionales e internacionales. La
revisión incluye la evolución del estudio de los riesgos, abarcando las principales contribuciones
realizadas desde el siglo XIX a inicios del siglo XXI, reconociendo el aporte a nivel internacional de
diversos autores y organizaciones. Se trata el rol de los estudios de percepción en el análisis de
riesgos. Finalmente se explican diversos modelos conceptuales fundamentados en la literatura para
abordar los estudios de riesgo. A partir de la revisión de los modelos, se deriva en una nueva
propuesta conceptual que integra tres factores del riesgo: amenaza, recurrencia histórica y
vulnerabilidad.

Palabras claves: Amenaza; Vulnerabilidad; Gestión del riesgo; Mitigación; Percepción.

Natural Risks: Evolution and Conceptual Models

Abstract
We present a critical review of the state of the art in "Natural Risk" studies. We used several sources
in order to perform a phenomenological analysis of major concepts related to this topic. These
concepts are illustrated with national and international examples. The review includes the evolution
of risk studies, including major contributions from the end of the 19th century up to the beginning of
the 21st century, recognizing the contributions of a number of international organizations and
authors. Finally, we analyze a number of conceptual models in the literature in order to approach risk
studies. Based on this model review, a new conceptual proposal that integrates three risk factors:
threat, historical frequency, and vulnerability is derived.

Key words: Threat; Vulnerability; Risk management; Mitigation; Perception.

Introducción

En los últimos años, los medios de comunicación nos han hecho testigos de cómo
las distintas regiones del globo han sido afectadas por un conjunto de catástrofes
y/o desastres naturales. Terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes,
deslizamientos, han cobrado la vida de millones de personas, afectando su medio
socio-económico, generando un retroceso en su avance para salir de la pobreza.

Sin embargo gran parte de la responsabilidad de los daños en grandes desastres


se debe al hombre, quién ha crecido en forma explosiva de espalda a la naturaleza,
sin tener en cuenta las restricciones del medio natural y olvidando la historia
reciente. Es la historia la que puede establecer como se ha desarrollado la
interacción entre el medio ambiente y la sociedad en una región, haciendo a esa
sociedad más susceptible a sufrir desastres naturales (Bankoff, 2003; Huppert y
Sparks, 2006; Ríos, 2009).

El riesgo natural corresponde a una línea de trabajo especialmente desarrollada a


partir de la década de los ochenta. Las definiciones que se encuentran en torno a
los conceptos son variadas, siendo posible encontrar dos situaciones: en primer
lugar, definiciones con diversos enfoques asociados al carácter multidisciplinario en
los estudios de riesgo; y en segundo lugar, definiciones que no responden a la
fenomenología del riesgo, generando diversas interpretaciones de los conceptos.

Este trabajo aborda los conceptos básicos relacionados con el riesgo natural. Del
mismo modo, se realiza un recorrido por las principales contribuciones relacionadas
al estudio de los riesgos, considerando que se trata de un concepto que involucra
una dimensión natural (amenaza) y otra humana (vulnerabilidad). Por último se
presentan los modelos conceptuales disponibles en la literatura para abordar un
estudio de riesgo natural. Para el cumplimiento de los objetivos planteados se
realizó una revisión bibliográfica crítica del estado del arte de cada eje temático.

Riesgo, desastre y catástrofe

Es indiscutible la masificación de los estudios de riesgos en las últimas dos


décadas (Calvo, 2000), y el interés que se genera en torno a ellos. Los conceptos
de riesgo, catástrofe y desastre se han incorporado y popularizado con rapidez, sin
embargo su utilización como sinónimos es aún común, sin tomar en cuenta su
amplitud y diferentes significados (Ayala-Carcedo y Olcina, 2002). Como lo señala
Wilches-Chaux (en Maskrey, 1993: 17) "existen múltiples definiciones de desastre,
riesgo, amenaza y vulnerabilidad, determinadas (y validadas) por el interés
particular y la formación profesional de quienes las han formulado, muchas de ellas
contradictorias entre sí".

Riesgo

Riesgo ha sido un concepto que se ha incorporado a diversas disciplinas:


economía, política, medicina, lo que revela el amplio alcance del concepto. La
UNDRO1, ha definido riesgo natural como el "grado de pérdida previsto debido a un
fenómeno natural determinado y en función tanto del peligro natural como de la
vulnerabilidad" (Naciones Unidas, 1984: 80, en Aneas, 2000). Por otro lado,
Wilches-Chaux (en Maskrey, 1993) define el riesgo como "cualquier fenómeno de
origen natural o humano que signifique un cambio en el medio ambiente que ocupa
una comunidad determinada, que sea vulnerable a ese fenómeno", en esta
definición no se incluyen los conceptos de previsto o de probabilidad.

Aneas (2000), concluye que el riesgo es la probabilidad de ocurrencia de un


peligro, sin embargo añade que el concepto "incluye la valoración por parte del
hombre en cuanto a sus efectos nocivos (vulnerabilidad)". Sólo se puede definir el
riesgo al contar con datos adecuados para calcular probabilidades, mientas que
cuando no se cuenta con esos datos, existirá incertidumbre.

Lavell (2001), define riesgo como un contexto caracterizado por la probabilidad de


pérdidas y daños en el futuro, las que van desde las físicas hasta las psicosociales
y culturales, el autor centra el análisis del concepto en la "posibilidad", que está
sujeta a análisis de tipo cuantitativo y cualitativo. Olcina (2006), señala que el
riesgo natural es la "posibilidad de que un territorio y la sociedad que lo habita
pueda verse afectado por un fenómeno natural de rango extraordinario".

En definitiva, es posible entender por riesgo natural como la probabilidad de que en


un espacio ocurra un peligro determinado de origen natural, y que pueda generar
potenciales daños y pérdidas en las actividades humanas. Por ende, el riesgo sólo
puede ser definido a partir del cálculo de probabilidades con datos adecuados, ya
sean de tipo cuantitativos o cualitativos.

Cabe señalar que la búsqueda de una definición integral es difícil, debido a que
cada disciplina da su propia valoración al concepto (Cardona, 2001). Para riesgo
natural, se encuentran tres definiciones (Tabla I), según la prioridad del
componente natural, social o territorial que forma parte de él (Ayala-Carcedo y
Olcina, 2002).

Tabla I
Enfoques para definir riesgo, dependiendo del componente

Fuente: Ayala-Carcedo y Olcina, 2006

La OEA (1993), agrega tres conceptos ligados al riesgo: aversión al riesgo,


valuación de riesgo y manejo del riesgo. La aversión, corresponde a la actitud
individual hacia el riesgo: "la mayoría de las personas son contrarias al riesgo, es
decir, están llanas a aceptar algún costo para evitar el riesgo. Pero hay un amplio
espectro en los grados de aversión. En otras palabras, para evitar un nivel dado de
riesgo, algunas personas pagarán más que otras".

La valuación del riesgo se refiere a la cuantificación del mismo, para ello es


necesario determinar la probabilidad y consecuencias de la ocurrencia de un
evento "X". Por último el manejo del riesgo se refiere las medidas tomadas para
reducirlo (ver mitigación).

Catástrofe

Tampoco existe una clara diferencia entre los conceptos de catástrofe y desastre,
llegando incluso a proponerlos como sinónimos. Aneas (2000) señala: "desastre o
catástrofe es el conjunto de daños como consecuencia o producto del peligro", en
esta definición no hay una diferencia entre ambos conceptos. En la misma línea se
encuentra la definición de Whittow (1984), quién precisa, que el desastre o
catástrofe es la materialización del riesgo percibido.
Olcina (2006), realiza la distinción, definiendo catástrofe como el "efecto
perturbador que provoca sobre un territorio un episodio natural extraordinario y que
a menudo supone la pérdida de vidas humanas"

En un intento por clasificar las catástrofes naturales, Larraín y Simpson (1994),


distinguieron tres tipos: naturales, semi-naturales y tecnológica, la clasificación se
basó en el peso de factores físicos o humanos en su gestación.

Desastre

El desastre, es la correlación entre un fenómeno natural peligroso y determinadas


condiciones socioeconómicas y físicas vulnerables (Romero y Maskrey, en
Maskrey, 1993). Se caracteriza por el gran nivel de las consecuencias del episodio
en el espacio, requiriendo de la ayuda externa, y sufriendo el deterioro económico y
social de una región, sumado a la pérdida de vidas (Olcina, 2006). Por otro lado
Wijkman y Timberlake (Wilches-Chaux, en Maskrey, 1993), agregan que es
importante considerar en una definición el número de personas muertas y heridas,
en conjunto con el valor monetario de las pérdidas materiales.

Para Lavell (2001) es el fin de un proceso, donde se construye el riesgo por parte
de una sociedad, y que se materializa con el desencadenamiento de un peligro,
revelando el riesgo latente. El autor en otra obra (1996), sostiene que el desastre
es

"una ocasión de crisis o estrés social, observable en el tiempo y espacio, en que


sociedades con sus componentes (comunidades, regiones, etc.) sufren daños o
pérdidas físicas y alteraciones en su funcionamiento rutinario, a tal modo que
exceden su capacidad de autorecuperación, requiriendo la intervención o
cooperación externa".

Cardona (2003), clasifica las pérdidas de los desastres en directas e indirectas. Las
directas, señala, "están relacionadas con el daño físico, expresado en víctimas, en
daños en la infraestructura de servicios públicos, en las edificaciones, el espacio
urbano, la industria, el comercio y el deterioro del medio ambiente, es decir, la
alteración física del hábitat". Mientras que las pérdidas indirectas, se pueden
subdividir en sociales y económicas, entre las sociales están:

"interrupción del transporte, de los servicios públicos, de los medios de información


y la desfavorable imagen que puede tomar una región con respecto a otra; y en
efectos económicos, la alteración del comercio y la industria como consecuencia de
la baja en la producción, la desmotivación de la inversión y la generación de gastos
de rehabilitación y reconstrucción".

Sin duda que la cuantificación de las pérdidas relacionadas con desastres se


encuentra muy relacionada con la escala y disponibilidad de datos presentes. Las
pequeñas materializaciones de riesgos, pueden tener implicancias graves
dependiendo de la comunidad que resulte afectada. Un ejemplo de ello
corresponde a inundaciones fluviales que afecten a comunidades rurales, sin duda
la cuantificación de las perdidas será de difícil estimación, más aún cuando
hablamos de desarrollo local de la comunidad en cuestión.
La diferencia entre los conceptos radica en la dicotomía entre probabilidad y
ocurrencia, así el riesgo es la probabilidad, mientras la catástrofe y el desastre
corresponden a la materialización del riesgo (Lavell, 2001), pero con distintos
niveles de daños. Sin ir más lejos Pagney (1994, en Olcina 2006: 13), se refiere al
riesgo como "la espera de la catástrofe", en clara alusión a la materialización de
este. Pero esa denominación de catástrofe y/o desastre, se adquiere cuando "el
hombre y/o sus actividades se encuentran involucrados" (Whittow, 1984),
dependiendo del grado de daño sufrido por los mismos.

En Chile, la localidad Dichato se encontraba en situación de riesgo ante el peligro


de tsunami (Fig. 1). La materialización de este riesgo con el terremoto Mw 8.8 del
27 febrero de 2010, provocó un desastre en esta localidad (Fig. 2) y en el borde
costero de varias regiones del la zona centro-sur de Chile, destruidas por el
posterior tsunami.

Figura 1
Dichato, Chile. Área con riesgo de tsunami (antes del 27-F 2010)

Fuente: Google Earth

Figura 2
Materialización del riesgo. Desastre causado en Dichato por tsunami del 27-F 2010
Fuente: Google Earth

Factores del Riesgo

Para estudiar el riesgo, se deben tener en cuenta la integración de sus factores


según el modelo de análisis con el que se trabaja. Según Olcina y Ayala-Carcedo
(2002), los factores del riesgo son aquellos que deben darse necesariamente para
que exista un daño esperable, en concreto: peligrosidad, exposición y
vulnerabilidad.

Un análisis de riesgo está integrado por tres fases (Ayala-Carcedo y Olcina, 2002):

 Primera Fase: Análisis de factores del riesgo, que consta de tres análisis2:
A) Peligrosidad; B) Vulnerabilidad; C) Exposición
 Segunda Fase: Evaluación del riesgo
 Tercera Fase: Análisis y diseño de medidas de mitigación del riesgo

Peligrosidad o Amenaza

Es necesario hacer la distinción entre fenómeno natural y peligro natural. Los


granizos, erupciones de volcanes, tormentas, tsunamis, son sólo fenómenos
naturales, se convierten en peligros cuando actúan en las áreas pobladas por
humanos, como señala Smith (1992, en Aneas, 2000): "los peligros naturales
resultan de los conflictos de los procesos geofísicos con la gente". En la misma
línea Lavell (2001: 2), define amenaza como "la posibilidad de la ocurrencia de un
evento físico que puede causar algún tipo de daño a la sociedad", sin embargo, no
todo fenómeno natural es peligroso, constituyen un peligro "por su tipo y magnitud,
así por lo sorpresivo de su ocurrencia" (Romero y Maskrey, en Maskrey, 1993). La
ONU (1993), elaboró una clasificación de fenómenos naturales que potencialmente
pueden convertirse en peligro (Tabla II).

Tabla II
Fenómenos naturales potencialmente peligrosos
Fuente: OEA, 1993

Otra confusión se produce entre los conceptos de peligro y riesgo. El peligro es el


evento que causa las pérdidas de gravedad donde se produce. "Peligro implica la
existencia del hombre que valora que es un daño y qué no" (Aneas, 2000: 3). En
1964, Burton y Keates, definieron peligro ambiental como "todos aquellos
elementos del ambiente físico nocivos para el hombre y causados por fuerzas
ajenas a él", para la época señala Aneas (2000), peligro natural y peligro ambiental
eran casi sinónimos, con el paso del tiempo comenzó la separación, así se llegó a
tres tipos de peligros: natural, antrópico y ambiental, que la autora define como:

 Peligro Natural: El fenómeno que produce el daño tiene su origen en la


naturaleza
 Peligro Antrópico: El fenómeno que lo produce tiene su origen en la acción
del hombre.
 Peligro Ambiental: Las causas son combinadas, entiéndase por esto a
naturales y antrópicas.

Un término relacionado en el análisis del peligro es el de "período de retorno", o


"intervalo de recurrencia" de una determinada amenaza. Medir el período de
retorno corresponde a determinar el tiempo promedio en que se produce un evento
de las mismas características en un espacio definido. El pronóstico, señala
Cardona (1993), se realiza de acuerdo con: estudio del mecanismo generador,
monitoreo del sistema perturbador y/o el registro de los eventos en el tiempo. El
concepto pronóstico no se debe confundir con el de predicción, este último se
realiza en el corto plazo para generar certidumbre de la ocurrencia de eventos,
siendo utilizado por los sistemas de alerta.

En síntesis, por peligro o amenaza se entiende la posibilidad de ocurrencia de un


acontecimiento natural o antrópico que afecte la vida de los seres humanos. Para la
definición de un peligro, es necesario aplicar un conjunto de criterios, una
categorización completa es la que entrega Ayala-Carcedo y Olcina (2002), la que
se resume en la Fig. 3. Moreno y Múnera (2000), presentan una clasificación de los
fenómenos según su origen (natural o humano) y periodo de duración, combinan
ambas clasificaciones para definir tipos de riesgos (Tabla III).

Figura 3
Criterios de clasificación de peligros

Fuente: Modificado de Olcina y Ayala-Carcedo, 2002

Tabla III
Tipos de peligros según duración y origen (Natural/humano)

Fuente: Moreno y Múnera, 2000

Donde:

Riesgos de Tipo I. Fenómenos como terremotos, inundaciones, huracanes, etc.


Desencadenados por la propia fuerza de la naturaleza.

Riesgos de Tipo II. Fenómenos como accidentes industriales, incendios,


explosiones. Producto de las actividades humanas que afectan a la comunidad.

Riesgos de Tipo III. Fenómenos como las sequías, las plagas, etc. Producto de
condicionantes biológicas, químicas o naturales en un ambiente determinado.

Riesgos de Tipo IV. Fenómenos como la polución, los producidos por la miseria, la
insalubridad, la violencia urbana, etc. Su ocurrencia puede deberse a una gran
variedad de condicionantes de origen humano. Por ejemplo riesgos a que puede
conducir un colapso en la estructura urbana causado por su propia dinámica.

Vulnerabilidad

Cardona (1993) señala que un análisis de vulnerabilidad es un proceso por el cual


se determina la predisposición a la pérdida de un elemento o grupo de elementos
ante un peligro específico, existiendo diversos tipos de vulnerabilidades (Tabla IV).
Kumpulainen (2006) señala que la vulnerabilidad es una parte esencial de los
peligros, definiéndola como la susceptibilidad de las personas, comunidades o
regiones ante los diversos peligros naturales o tecnológicos, identificando tres
dimensiones: económica, social y ecológica.

Tabla IV
Dimensiones de la vulnerabilidad individual
Fuente: Wilches-Chaux, en Maskrey (1993) y Cardona (2001)

Para Lavell (2001) la vulnerabilidad corresponde a las características diferenciadas


de la sociedad, o sus subconjuntos, predispuestos al sufrimiento de daños frente a
un evento físico, dificultando la recuperación posterior, manifestándose por medio
de distintos componentes, siendo cada uno de ellos resultado de un proceso social
determinado. Wilches-Chaux sostiene (en Maskrey, 1993) que el concepto de
vulnerabilidad es eminentemente social, por la referencia que impide a un sistema
humano adaptarse a su medio ambiente.

Para Campos (1998) la vulnerabilidad representa una "configuración de


condiciones objetivas y subjetivas de existencia, históricamente determinadas y
protagonizadas por sujetos colectivos concretos, que originan o acentúan su
predisposición ante ciertas amenazas y potencian la acción agresora de esta
últimas". Blaikie et al. (1996: 14) la definen como:

"características de una persona o grupo, desde el punto de vista de su capacidad


para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza
natural. Implica una combinación de factores que determinan el grado hasta el cual
la vida y la subsistencia de alguien queda en riesgo por un evento distinto e
identificable de la naturaleza o de la sociedad".

Wilches-Chaux (en Maskrey, 1993) propuso el concepto de vulnerabilidad global,


que integra las diferentes dimensiones de la vulnerabilidad, llamadas
vulnerabilidades individuales. Según Cardona (2001), este planteamiento de
Wilches-Chaux, facilitaría la comprensión de la vulnerabilidad como proceso
acumulativo de fragilidades, que según Romero y Maskrey (en Maskrey, 1993) se
da por tres cuestiones: la ocupación de terrenos que no son adecuados, la
construcción de viviendas precarias y la falta de condiciones económicas para
satisfacer necesidades.

Anderson y Woodrow (1989, en Cardona, 2001) plantearon su enfoque de


vulnerabilidad, en aspectos, que dificultan la capacidad de la comunidad de
responder a un suceso. Estos se pueden agrupar en tres grupos según el carácter:

 Físico-material: medio ambiente, infraestructura, vivienda, tecnología,


capital, nivel de salud y capacidad de trabajo.
 Social-organizacional: actividades sociales y económicas, además de la
estructura política.
 Motivación y actitud: concepción que tienen las comunidades de ellas
mismas y sus interrelaciones con el medio ambiente y la sociedad

Según Cardona, la relación que se establece entre el desarrollo y la vulnerabilidad


es alta, al aceptar esta hipótesis, Blakie (1994, en Cardona, 2001) establece tres
factores que dan origen a la vulnerabilidad, definiéndolos como:

 a exposición: Condición de susceptibilidad que tiene el asentamiento


humano de ser afectado por estar en el área de influencia de los fenómenos
peligrosos y por su fragilidad física ante los mismos.
 La fragilidad social: Corresponde a la predisposición que surge como
resultado de la marginalidad y segregación social de un asentamiento
humano.
 Falta de resiliencia: Expresa las limitaciones de acceso y movilización de
recursos del asentamiento humano, su incapacidad de respuesta y sus
deficiencias para absorber el impacto.

Todas las condiciones de vulnerabilidad de una población, son factores que no se


desarrollan independientes del hombre. Por el contrario, es él quién las crea,
poniéndose de espaldas al medio natural, "corriendo el riesgo de resultar dañado si
ocurre un fenómeno natural determinado" (Romero y Maskrey, en Maskrey, 1993:
9).

En cualquier caso, el análisis de la vulnerabilidad debe realizarse desde el


conocimiento y profundización de la realidad local, por medio de la generación de
mayor y mejor información para el apoyo de los futuros procesos de las
poblaciones (Lavell et al., 2003).

Se debe tener en consideración que la homogeneización de sectores no es el


método más adecuado para determinar el nivel de vulnerabilidad de un área. Por
ejemplo en el caso de la vulnerabilidad física ante un sismo de mayor intensidad,
en una misma unidad de análisis es posible encontrar viviendas de materialidades
distintas, las que responderán de manera desigual ante el evento (Fig. 4). Otro
aspecto a considerar, corresponde al peso de los indicadores que son parte del
proceso de evaluación de la vulnerabilidad específica, siguiendo el mismo ejemplo
de la vulnerabilidad física, para una inundación fluvial es de importancia la cantidad
de pisos con que cuenta la vivienda, para poder disminuir las pérdidas materiales.

Figura 4
Estructuras dañadas por el Terremoto del 27-F de 2010 en Chile

Fuente: fotografías tomadas por el autor

Exposición

El factor exposición se encuentra eliminado de algunos modelos de análisis de


riesgos por considerarlo dentro del factor vulnerabilidad. Olcina (2006: 65) define
exposición como el "conjunto de bienes a preservar que pueden ser dañados por la
acción de un peligro. Puede ser humana, económica, estructural o ecológica".

Un análisis completo de exposición tendrá en consideración diversos escenarios


posibles, se asume que existe una variación diaria y estacional de la exposición. No
es lo mismo la evaluación de la exposición de personas ante un sismo,
considerando el sector centro de una ciudad, cuando se asume que la población
crece durante el día (población flotante) y disminuye durante la noche.

Mitigación

Larraín y Simpson (1994: 23) definen la mitigación como los "procedimientos


adoptados por la población con el objeto de minimizar los efectos de un evento
natural extremo". Wilches-Chaux (en Maskrey, 1993) hace la distinción entre
prevención y mitigación. El concepto de mitigación, corresponde a la vulnerabilidad,
a reducir o eliminar la incapacidad de la comunidad para absorber los efectos de un
cambio en el ambiente. Por otra parte, conceptos de prevención hacen alusión a la
reducción del peligro o la amenaza, en cualquier caso para que esta se reduzca a
"0" es altamente difícil, ya que no existe una tecnología en la actualidad para
controlar un terremoto, un huracán, una erupción volcánica, entre otros peligros.

Las medidas de mitigación son agrupadas bajo dos ópticas (Larraín y Simpson,
1994; Wilches-Chaux en Maskrey, 1993; OEA, 1993: Ayala-Carcedo y Olcina,
2002) que son las más comunes: medidas estructurales y no estructurales.

 Medidas estructurales: Generalmente están asociadas a grandes


construcciones desarrollados por ingenieros, aunque también pueden ser
inversiones de un costo menor. Ejemplos encontramos en las estructuras
sismo-resistentes, en los gaviones (Fig. 5), revestimientos con enrocado o
diques para inundaciones (Fig. 6).

Figura 5
Gaviones Río Lía, Arauco-Región del Bío Bío

Fuente: fotografías tomadas por el autor

Figura 6
Dique, Río Chol Chol, Nueva Imperial Región de la Araucanía
Fuente: fotografías tomadas por el autor

 Medidas no estructurales: Se materializan en normas de conducta. Ejemplos


son: códigos y planes de uso de suelo, capacitaciones a trabajadores,
educación de la comunidad para reducir la vulnerabilidad educativa y
cultural.

Ambos tipos de medidas, son externas a las personas, pero como se verá más
adelante, la efectividad en su implementación depende de ellas (Larraín y Simpson,
1994). Resulta curioso el resultado de algunas experiencias de mitigación tanto
estructural como no estructural. Por ejemplo, en la ciudad de Osorno, existe un
sector denominado Francke formado por un conjunto de viviendas sociales, que fue
construido en la primera terraza de inundación del río Rahue. Para evitar las
inundaciones fluviales fue construido un dique a fines de los noventa, sin embargo
dicha obra provocó un incremento de los anegamientos en el sector, cumpliendo la
función de una presa (Márquez, 2008). Situaciones similares se han observado en
zonas rurales de Bangladesh, donde una serie de obras de control de inundación
incrementaron las pérdidas por inundaciones (Thompson y Sultana, 1996).

Sin embargo no sólo a nivel estructural, muchas veces las medidas a nivel no
estructural no se concluyen debidamente, o bien su efectividad es cuestionable. El
Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA), contaba
hasta fines de la década de los noventa con un excelente material de instrucción en
formato de texto escolar (actualmente disponible en la web) sobre el peligro de
tsunamis, sin embargo hasta esa fecha, dicho material nunca fue difundido de
manera masiva a la población de interés, quedando en las bibliotecas de los
establecimientos que los solicitaban, debido a la baja cantidad de ejemplares que
se distribuyeron a los colegios, los que en su mayoría no contaban con recursos
para reproducir el material.

Maskrey (1993), hace una distinción entre mitigación popular y mitigación oficial. La
mitigación popular es aquella que se realiza con y desde la población y sus
organizaciones, cuya efectividad según el autor es alta para reducir los desastres.
Existe poca experiencia en América Latina en este campo, para este tipo de
mitigación no existen recetas, y cualquier medida debe tomarse respetando el
contexto de la gestión local y de la población, pues son ellos los que se encuentran
en contacto directo con la amenaza y por ende su actuación influirá en la
materialización del desastre. Entonces esta mitigación consiste en la
"implementación de medidas específicas de mitigación y otro que consiste en la
profundización de la conciencia de la vulnerabilidad y de la organización social
necesaria para reducirla". Por su parte, la mitigación oficial tiende a preocuparse de
las medidas de mitigación -sobre todo estructurales- para no desestabilizar la
economía y su sistema político.

Fue precisamente ese rasgo de mitigación popular el que permitió salvar la vida de
miles de personas que se encontraban en las costas de Chile cuando ocurrió el
terremoto y posterior tsunami del 27-F de 2010. Para este evento, las autoridades
no emitieron oportunamente la alarma respectiva que podría haber evitado la
muerte de cientos de personas en la costa chilena. En contraste, en el archipiélago
Juan Fernández (Fig. 7) una niña de 12 años alertó a la comunidad, corriendo a la
plaza de la isla haciendo sonar el bong instalado en el centro del parque, evitando
una tragedia mayor, de la que realmente ocurrió.

Figura 7
Destrucción en Bahía Cumberland, Juan Fernández, debido al tsunami 27-F 2010, Chile

Fuente: La Tercera.com
Evolución del estudio de los riesgos

Es pertinente recordar que en el concepto de riesgo, se involucran dos


componentes: la peligrosidad y la vulnerabilidad, siendo esta última eminentemente
social. En la visión y en el estudio de los riesgos, es posible distinguir dos grandes
etapas: juicio determinado v/s juicio reflexivo (Lash, 1999, en Beck, 2000). La etapa
del "juicio determinado", se extiende desde el inicio de la Revolución Industrial (S.
XVII) hasta los inicios del siglo XX. Bajo esta mirada, el riesgo significa el cálculo
de las consecuencias impredecibles, transformándolo en algo predecible (juicio
determinado) (Beck, 2000: 13).

En la etapa del juicio determinado, Engels en 1845, trató el concepto de


vulnerabilidad, al escribir sobre la clase obrera en Inglaterra. Su contribución
corresponde al primer texto de vulnerabilidad por desastre (Maskrey, 1993). Sin
embargo, no fue hasta el aporte de la escuela ecologista de mediados del siglo XX,
en donde el concepto se conocerá como en la actualidad (Cardona, 2001).

Por otro lado, a fines del siglo XIX se crearon importantes Servicios Geológicos,
tanto en los Estados Unidos (1879) como en Japón (1882), surgidos al amparo de
la exploración de minerales. Será en el siglo XX cuando asumirán un papel de
investigadores de riesgos geológicos, ante todo sísmicos, debido a los sismos que
afectaron a Italia en la segunda mitad del XIX y al terremoto de San Francisco en
1906 (Ayala-Carcedo y Olcina, 2002).

La etapa del "Juicio Reflexivo", se asocia a la "sociedad del riesgo" y a la


"incertidumbre manufacturada". La nueva sociedad, ha aumentado el nivel de
conocimientos, pero con ello también ha aumentado el riesgo. Para esta sociedad,
basada en el conocimiento, información y riesgo, todo se resume en el absoluto de
evitar (Beck, 2000: 14). En síntesis la sociedad industrial naciente de fines del siglo
XVIII, tenía como uno de sus ejes la producción de riquezas, mientras que el
tránsito a la sociedad post-industrial estará marcada por la producción de riesgos
(Hommodolars, 2005).

Sin embargo, el siglo XX, no es homogéneo en cuanto a la actitud del hombre


frente a la peligrosidad natural (Tabla V), existiendo tres políticas frente a los
desastres: medidas curativas post-desastre (hasta los años sesenta); medidas
curativas post y pre-desastre (años sesenta y setenta); y medidas preventivas
(desde los años ochenta). Cada una de esas políticas está respaldada por una
determinada actitud social ante el riesgo (Ayala-Carcedo y Olcina, 2002).

Tabla V
Cambios en la consideración antrópica de la peligrosidad natural a lo largo del siglo XX
Fuente: Ayala-Carcedo & Olcina, 2002

El año 1927 fue decisivo debido, principalmente, a la inundación del rio Mississippi,
el cual anegó 7 millones de hectáreas, obligando la evacuación de 600.000
personas, principalmente de Tennessee, Illinois, Arkansas, Mississippi, Luisiana y
Kentucky. Producto de esto, en 1928, el gobierno norteamericano aprueba una
nueva ley de control de inundaciones (Flood Control Act), autorizando al Cuerpo de
Ingenieros para proceder a la realización de obras con el fin de controlar las
inundaciones en el valle inferior del Mississippi mediante un costoso plan de
construcciones que se llevarían a cabo en un lapso de 20 años (Ayala-Carcedo y
Olcina, 2002).

En 1937 se celebra en París, la Primera Conferencia Internacional contra las


Calamidades Naturales, fue la única, debido a que la segunda estaba planificada
para 1942 año en que se encontraba en pleno desarrollo la II Guerra Mundial. En
1941, Gumbel formula la teoría de los valores extremos, que tiene sus máximas
aplicaciones en el análisis de precipitaciones máximas y períodos de retorno, datos
básicos para la estimación de áreas y grados en riesgo de inundación.

Con el paso del tiempo, el gobierno norteamericano, deseaba evaluar los alcances
de las construcciones en defensas fluviales, para este efecto, cita a un grupo
interdisciplinario (ingenieros, hidrólogos, economistas, psicólogos, sociólogos y
geógrafos), dentro de este equipo se encontraba Gilbert White (1958), los
resultados fueron decisivos, el alto gasto para controlar las inundaciones no eliminó
el factor peligro, reapareciendo, debido a la expansión de las urbes (Aneas, 2000:
6).

La década de 1960 y 1970, corresponden a una etapa más madura en la


investigación de riesgos, de hecho "el análisis de las situaciones propiamente de
riesgo nace con el denominado ««paradigma de la escuela de Chicago», que situó
la percepción y los comportamientos que de ésta se derivan como un aspecto
mayor de los trabajos sobre procesos naturales que incorporan riesgo y las razones
de su desenlace catastrófico" (White, 2000, en Calvo, 2000: 23), de hecho en la
actualidad se reconoce la importancia de la percepción en una serie de contextos
diferentes para gestionar el riesgo (Plapp, 2001; Sjöberg, 2003). Son los años de
los trabajos de White, Burton y Kates, quienes "plantearon el concepto de "ajuste" o
adecuación -que diferencian de adaptación, según el tiempo- para reducir el
impacto de los eventos de la naturaleza. Igualmente, hicieron énfasis en la
diferencia entre un fenómeno natural y un desastre natural" (Cardona, 2001: 104).
Como lo reafirman Ayala-Carcedo y Olcina (2002: 48), serán ellos, los "primeros
que manejan el concepto de "riesgo" en sentido moderno y otorgan un enfoque
global (importancia del factor humano en la consideración del grado de riesgo) al
tratamiento de los eventos excepcionales de la naturaleza (geofísicos y
atmosféricos)". A esto último debe agregarse el papel de la percepción como
variable inherente a la vulnerabilidad, que estos autores otorgaron a los estudios de
riesgo, esta variable ha sido solo recientemente reconocida de manera formal, por
la importancia que juega en la mitigación.

Sin embargo, será Samuel Prince (sociólogo) quien aplicará la descripción de


procesos sociológicos en el desarrollo de los peligros humanos, luego de un
desastre sucedido en 1917 con la explosión de un barco francés en Nueva Escocia.
Prince es considerado pionero en la materia y observó que dichos principios
podrían aplicarse a los peligros naturales (Aneas, 2000). Sugirió que las catástrofes
traen consigo un rápido cambio social, esto es conocido como la "hipótesis Prince",
que ha significado que muchos investigadores la sometieran a verificación,
"algunos han encontrado que los desastres no dejan efectos de larga duración en
las comunidades que afectan, simplemente las desorganizan temporalmente; otros
insisten en que los desastres pueden acelerar o disminuir la velocidad del cambio,
pero en general, no provocan cambios trascendentales. En tercer lugar, se
encuentran aquellos investigadores que han obtenido evidencias empíricas, de que
algunos desastres, sí han inducido cambios mayores en las sociedades afectadas"
(García, 1993).

La Geografía de los Riegos, se ligaba así a la geografía de la percepción (Capel,


1973). Kates, en 1962, aplica un modelo llamado de "racionalidad limitada" a los
habitantes de La Follette en Tenessee, respecto al riesgo de inundación (Calvo,
1983). La investigación de White, Burton y Kates, iniciada en 1967, tendiente a
entender la percepción del hombre frente al peligro y como lo modifica, dieron por
resultado seis hipótesis, que aún tienen vigencia, el grupo de trabajo decidió
aplicarlas en una gran cantidad de países del mundo, mediante encuestas para
detectar la actitud de la población, el gran error fue la aplicación de cuestionarios
estándar, elaborados en los Estados Unidos, ya que esto implicaba desconocer las
diversas influencias culturales de cada país. Los primeros informes, indicaron que
en adelante se analizaría la percepción de sectores seleccionados, obviamente,
este cambio iba en la dirección de reconocer la distinta forma de adaptarse al
riesgo de cada grupo humano (Calvo, 1984).

En la investigación social del desastre, también destacan los estudios de otros dos
norteamericanos Henry Quarantello y Ruseell Dynes (1972), quienes relacionaron
el comportamiento colectivo y el análisis organizacional con la investigación en
desastres. Los ingleses tampoco estuvieron ausentes, destacando tres autores:
Wisner, Westgate y O'Keefe (1977), quienes para examinar la vulnerabilidad
partieron del conflicto social, para ver las respuestas sociales e institucionales
(Maskrey, 1993). En 1972, Thom y Zeeman establecen los fundamentos de la
"teoría de catástrofes", "que ha tenido aplicación posterior al estudio de la
peligrosidad natural y sus efectos sociales en espacios regionales" (Ayala-Carcedo
y Olcina, 2002: 49).

En América Latina, las investigaciones en el aspecto social fueron escasas, y las


que se realizaron fueron llevadas a cabo por investigadores de habla inglesa
publicándose en sus respectivos países. En 1985 el CLACSO publica una
colección de estudios en la materia. Sin embargo, no sería hasta 1992, cuando se
reúnen representantes de diez instituciones (que trabajaban con el enfoque social
de desastres), para colaborar interinstitucional e interdisciplinariamente, así nacía
la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina: "LA
RED" (Maskrey, 1993).

Los años ochenta, se caracterizan por tres cambios de importancia: la vinculación


que se realizó entre peligro natural y el subdesarrollo mostrando que este último
aumenta los efectos de los desastres, el mejoramiento de los estudios de riesgos
antrópicos y el reconocimiento multidisciplinar que se requiere para el estudio de
los riesgos (Aneas, 2000: 7).

En 1982, Jean Tricart señala la importancia de conocer los peligros en los


diferentes lugares, pero concluye: "la conciencia del riesgo y la decisión política,
que forman parte del ordenamiento territorial, son tanto o más importante que
diagnosticar el problema" (Aneas, 2000: 7). En estudios de inundaciones realizados
en la Argentina, se concluye la importancia de traspasar el diagnóstico y evaluación
del peligro a los tomadores de decisiones para mitigar los efectos en localidades
más vulnerables (Pittaluga1 y Suvires, 2010; Campo et al., 2010)

En la misma década, Michael Faucher, esboza una geografía humana de los


riesgos naturales, proponiendo la superposición de cartas de peligros naturales con
cartas de poblamiento, sin embargo esta metodología -reconoce- ya era utilizada
por grandes compañías de seguros, quienes descubrieron en el análisis de peligros
un mercado potencial (Aneas, 2000), en la actualidad el mercado de seguros es
observado como un método de resguardo ante los desastres, que principalmente
golpean a las economías más débiles (Zhengtang, 2011).

La década de los noventa, corresponde al auge de los trabajos sobre peligrosidad


natural y riesgos, con el llamado cambio de paradigma, además de los peligros
antrópicos, que pasaron a tener una importancia similar al peligro natural, situación
reconocida por Aneas (2000). A esto se debe sumar la incorporación de los
sistemas de representación y tratamiento de la información (SIG, teledetección), los
cuales han facilitado las tareas de los investigadores constituyéndose en poderosas
herramientas en la investigación. Sin ir más lejos, la década de los noventa, fue
declarada como el Decenio Internacional parta la Reducción de los Desastres
Naturales, que dio paso a la "Estrategia Internacional de Reducción de Desastres"
(Ayala-Carcedo y Olcina, 2002).

En el 2005 se celebró en Kobe, Hyogo (Japón), la Conferencia Mundial sobre la


Reducción de los Desastres, con el fin de proponer un enfoque para la reducción
de la vulnerabilidad ante las amenazas y los riesgos que estas conllevan, poniendo
de realce la necesidad de aumentar la resiliencia de las naciones y la comunidad
ante los desastres, tanto a nivel bilateral, regional e internacional. En la oportunidad
se remarcó que las pérdidas que los desastres causan van en aumento, afectando
principalmente a los más pobres, debido a su alta vulnerabilidad, malas políticas de
urbanización, degradación ambiental y a las variaciones climáticas de los últimos
años (ONU, 2005).

En este evento se evaluó la efectividad de la Estrategia y Plan de Acción de


Yokohama (1994), propuesto con el fin de crear prevención, preparación y
disminución de los desastres naturales. La Conferencia determinó que es necesario
la implementación y mejoramiento de las siguientes cinco esferas: gobernanza;
marcos institucionales, jurídicos y normativos; identificación, evaluación y vigilancia
de los riesgos y alerta temprana; gestión de los conocimientos y educación;
reducción de los factores de riesgo subyacentes; preparación para una respuesta
eficaz y una recuperación efectiva.

Se llegó a la conclusión que para ello es necesario: intercambiar prácticas y


experiencias en medidas para el desarrollo de los desastres; tomar más conciencia
sobre la importancia de disminuir los desastres; aumentar la fiabilidad y
disponibilidad de la información, tanto para las personas como para las
instituciones involucradas en las temáticas; integrar el riesgo de desastre natural a
todo nivel; crear y fortalecer instituciones, mecanismos y medios a todo nivel, entre
otras. Todo lo anterior debe dar por resultado "la reducción considerable de las
pérdidas ocasionadas por los desastres, tanto las de vidas, como las de bienes
sociales, económicos y ambientales de las comunidades y los países", siendo de
suma importancia la consagración y participación de todos los agentes interesados:
gobiernos, organizaciones regionales e internacionales, sociedad civil, incluyendo
voluntarios, privados y científicos (ONU, 2005).

Sin embargo, no todo ha sido positivo, a nivel metodológico no hay avances. La


comunidad internacional, como sostiene Aneas, se ha concentrado en las
consecuencias y en prevención del peligro más que en la metodología de estudio.
Beck (2000) vuelve a retomar la teoría de la "sociedad del riesgo" (aparecida en
alemán en 1986 y llevada al inglés en 1992). El autor sostiene que los pilares que
dieron pie a esta teoría siguen vigentes en el siglo XX. Bajo esta óptica, el riesgo es
una construcción social, definido por los pilares económicos, políticos y culturales
de una determinada sociedad, quienes a su vez lo validan, entrando así en una
etapa de crisis de sus mismos pilares.

Hoy los riesgos son locales y globales (Robertson, 1992, en Beck, 2000: 15), lo que
ha producido que las peligros sean difíciles de controlar y calcular, donde los
responsables están poco definidos o bien resulta difícil de hacerlo, por lo tanto el
control que se quiso imponer sobre ellos en la etapa del "juicio determinado" es
sólo una solución ingenua. Ante esta nueva situación, la creación de Instituciones
Internacionales ayuda en la toma de acciones frente a ellos, pasando a la nueva
concepción de "sociedad del riesgo global", la cual se materializa cuando las
normas y las instituciones no son capaces de conseguir la seguridad para su
población (Beck, 2000: 15-16).

Esta sociedad del riesgo global, se enmarca en la pérdida de la dualidad cultura-


naturaleza, presente en la época moderna, la naturaleza y la cultura se
industrializaron y por ende la frontera se desdibujó, así entonces, los riesgos
afectan tanto a personas, plantas y animales (Beck, 2000: 18).
En cuanto al análisis, surge una nueva unidad: la "región-riesgo", que se define
como una unidad de análisis territorial, de dimensión variable, que tiene una
población vulnerable frente a un episodio natural extremo, las implicancias de este,
marcan el devenir de esa sociedad. A pesar de que en una unidad pueden coexistir
más de un fenómeno peligroso, siempre hay uno que destaca sobre los otros, ese
es el que caracteriza a la región-riesgo, sin embargo si dichos fenómenos no tienen
una frecuencia significativa, los espacios quedan fuera de esta categoría, sin que
ello implique que en algún momento sean afectados por un peligro natural (Ayala-
Carcedo y Olcina, 2002).

Resumiendo, a partir de los años noventa la investigación se ha potenciado con


nuevas herramientas. El énfasis que se le debe dar al espacio local es importante
para mejorar la ocupación de los espacios, en este nivel deberían existir cuerpos
técnicos especializados coordinados con las políticas a un nivel de mayor jerarquía.
En cualquier caso, un análisis de riesgo representará un aspecto clave para
comprender la dinámica socio-económica y ambiental de un territorio (Ayala-
Carcedo y Olcina, 2002).

El Riesgo como Construcción Social

El conocimiento de las características de un peligro (duración, frecuencia,


magnitud, intensidad), en conjunto con la percepción de la población sobre dicha
amenaza, permitirá evaluar la respuesta de la población (Aneas, 2000: 10). Es la
denominada "producción social de la realidad", generada en la acción dialéctica
entre lo individual y lo social (Berger y Luckman, 1979, en Campos, 1998), sin
embargo, esto que hoy parece tan obvio en la década de los cincuenta aún no se
instalaba como metodología de análisis. Calvo (1983: 6), señalaba que

"no existe el riesgo sin tener presente su transcendencia para el hombre y las
modificaciones que este puede introducir en aquel. Iniciativa y acción humanas son
componentes esenciales de peligro: si no hay población las inundaciones no son
riesgos, los terremotos del Terciario tampoco lo son".

Remontándonos en el tiempo, fueron los trabajos de Burton, Kates (1962) y White


(1961), los que señalan que las personas al enfrentarse a determinado peligro,
combinan su adaptación biológica y cultural, con el ajuste intencional o incidental,
uno de estos modos en la denominada absorción de la perdida, donde esta pasa a
ser reconocida y tolerada por el sujeto. Larraín y Simpson (1994) reconocen el
aporte de Saarinem (1966), quién utilizó un Test de Apercepción Temática, para
estudiar las actitudes frente a peligros de sequía en los agricultores
norteamericanos.

Cuando se sobrepasa el umbral de acción, los sujetos buscan ajustes rápidos y


efectivos para lograr una disminución de sus pérdidas, en el caso de que esto
último no fuese posible se alcanza el denominado umbral de intolerancia,
caracterizado por buscar un cambio radical, como el cambio de uso de los recursos
o bien el cambio de lugar (Aneas, 2000: 11), sin embargo la última acción es difícil
que ocurra, ya que significa la pérdida del socioterritorio de los sujetos.

Entonces las características de la personalidad influirán en la percepción de la


amenaza y en la respuesta que se tenga de esta. Los individuos realizan una
selección del mundo real, organizando esa información, para finalmente llegar a
una interpretación personal, con el denominado proceso de ajuste, el que
determinará un comportamiento "X" (Larraín y Simpson, 1994), son
representaciones sociales, imágenes cognoscitivas, mediante las cuales el sujeto
percibe e interpreta la realidad (Campos, 1998). Uña (1993) explica en un sentido
similar lo presentado por Larraín y Simpson, dividiendo la construcción de la
realidad en tres momentos: "externalización (la sociedad es producto de la
actividad humana); objetivación (el mundo que el ser humano produjo se convierte
en algo exterior a él); e internalización (reabsorción del mundo objetivado por la
conciencia humana), principalmente mediante la socialización, de tal manera que
las estructuras de ese mundo llegan a determinar las estructuras de su propia
conciencia" (Uña, 1993, en Campos, 1998: 13).

Lo anterior está ligado a como el sujeto interpreta las situaciones, si considera que
sus respuestas ante estas son manejables o inmanejables, en el primer caso
hablamos de control interno, mientas que en el segundo de control externo. En ese
pensamiento se producen "deformaciones", como señalan Romero y Maskrey
(Maskrey, 1993), siendo la más corriente atribuir que el desastre se produjo por
fuerzas poderosas o sobrenaturales que actúan en forma irremediable contra los
seres humanos, otros aún tienen una conciencia mágica de estos sucesos o bien
se lo atribuyen al castigo de un "dios", o de la acción de la "maléfica Naturaleza",
estas visiones aún están asentadas en el mundo rural y sobre todo en los
indígenas.

Lavell (2001: 4) señala que "el riesgo, producto de la interrelación de amenazas y


vulnerabilidades es, al final de cuentas, una construcción social, dinámica y
cambiante, diferenciado en términos territoriales y sociales", integra plenamente
esta idea del riesgo construido por una sociedad. Beck (2000: 10) agrega que el
"discurso del riesgo empieza donde la confianza en nuestra seguridad termina, y
deja de ser relevante cuando ocurre la potencial catástrofe (...) donde la percepción
de riesgos amenazantes determina el pensamiento y la acción", para este autor el
riesgo está constituido por la percepción cultural y la definición. De esta forma el
riesgo debe ser entendido como parte de una construcción de una determinada
sociedad.

Toda esta construcción y percepción, no escapa a un concepto que se ha difundido


ampliamente y que Baeza (2003) ha catalogado como un "best seller conceptual",
este concepto es: "imaginario social", que en palabras de Fernández (1995, en
Campos, 1998: 9) se "refiere a la capacidad de una sociedad de producir e inventar
sus significaciones". Pero ¿qué implicancias tiene la rápida introducción de este
concepto?, Baeza (2003) señala que son dos, por una parte abre un nuevo campo
en las explicaciones de los fenómenos sociales, y por otra, el peligro en la
búsqueda de explicaciones de "todo" por medio del concepto.

Imaginarios sociales son múltiples y variadas construcciones mentales, surgen en


un tiempo y espacio determinado, que en algunos casos son homologadores del
pensamiento. La heterogeneidad de una sociedad y el monopolio que se puede dar
en la homologación, puede causar que existan imaginarios dominantes y
dominados. De todas formas constituyen el sentido básico de la vida en sociedad,
representan el pasado (historia), presente (acción) y futuro (utopía). "Son
esquemas de atenuación de efectos aterradores con motivo de determinados
procesos inevitables para nuestra condición misma de seres humanos (en general,
miedo a lo sublime desconocido)" (Baeza, 2003: 19-43).
Según Campos (1998: 14-19) la imagen que se crea entre el individuo y lo social,
no es "directa", es influida por sujetos colectivos: grupos, organizaciones,
comunidades y masas. Todos estos sujetos son actores sociales, cuando
"desarrollan sus intereses comunes y los expresan en su movilización activa", el
conocimiento y la profundización en el término "población", impide la mayoría de
las veces profundizar en ellos, quienes tienen una actuación sucesiva en el
enfrentamiento de los riesgos, actuando como sujeto de cambio, reproducción o
profundización del riesgo, el mismo autor define cada uno de estos actores:

a) Grupos: Unidad colectiva más pequeña en que se generan procesos


psicosociales interactivos: identidad, creencias, actividades compartidas, desarrollo
de metas y normas.

b) Organizaciones: Ha sido definida por muchos autores como uno de los


fenómenos sobresalientes de las sociedades modernas. La mayor parte de las
acciones productivas, educativas, deportivas, entre otras se realiza en ellas.
Algunas tienen un fin y función ligado al desastre, ejemplo de ello son las
organizaciones nacionales, locales de salud y emergencia, Defensa Civil, Cruz
Roja, y algunas ONGs.

c) Comunidad: Es un término muy antiguo, cobra auge en los años sesenta, en


ella se producen múltiples intercambios de actividad en torno a variados aspectos
de la cotidianidad real de sus integrantes. Pueden desarrollar cualidades de
identidad, cohesión y organización. En las comunidades, también se desarrolla la
investigación acción participativa, que articula los modos de conocimiento entre
niveles cognoscitivos: conciencia de la cotidianidad, problemas reconocidos por el
sujeto colectivo y su interpretación en el contexto histórico-social en el cual se
producen y cambian.

d) Masas: Ha sido objeto de categorizaciones peyorativas, Ortega y Gasset (en


Campos, 1998) vió en ellas la "inferiorización de la sociedad", mientras que Marcel
(en Campos, 1998) "un estado degradado de lo humano". Lo cierto es que los
sucesos masivos son formadores de la memoria social, de las representaciones y
de los hechos que alteran la vida. Los medios de comunicación masiva, crean
disposiciones a cómo actuar ante un desastre, no siendo las más adecuadas la
mayoría de las veces (Miles y Morse, 2007).

Parece interesante hacer notar que el riesgo no sólo está presente en los objetos
físicos y naturales del medio, sino que también existe una dimensión que es
subjetiva: "conciencia de riesgo", este concepto resume todo lo explicado
anteriormente. Se llama "conciencia de riesgo a la imágenes cognoscitivas del
sujeto concreto, individual o colectivo, desarrollado en relación a las amenazas, a
su propia situación de vulnerabilidad (autoconciencia de vulnerabilidad) y a las
relaciones entre ambos aspectos (riesgo de desastre). La conciencia de riesgo no
es un reflejo pasivo del riesgo, sino su interpretación activa. Por lo tanto, es parte
constitutiva del riesgo mismo" (Campos, 1998: 30), esto hace que toda medida de
mitigación -por ejemplo- debe tomarse respetando la gestión local y a la población,
analizando sus problemas y las soluciones adecuadas a ellos (Maskrey, 1993).

Bartolomé (2006) indagó sobre la construcción social de los eventos de inundación


en la ciudad de Pergamino (Argentina), concluyendo:
"Las visiones del fenómeno no son atributos intrínsecos a la "naturaleza" de los
actores en cuestión sino que son el producto de una construcción histórica y
política de la inundación que da cuenta de los patrones de jerarquización
estructurales de la sociedad. Las representaciones que los distintos actores tienen
sobre el fenómeno en sí, las opiniones sobre a quienes afecta y a quienes no,
sobre las formas de manejo y solución y, especialmente, sobre quienes deben ser
los responsables de las soluciones, son el producto de un proceso de
representación y recreación de relaciones de poder que articulan actores
diferencialmente posicionados"

Por este motivo, profesionales (geógrafos, geofísicos, hidrólogos, ingenieros,


planificadores) pueden hacer una lectura de la vulnerabilidad y el riesgo, sin
embargo esa lectura puede ser diferente a la que tiene las personas y las
comunidades expuestas, esta es la importancia de indagar en la percepción
individual y colectiva (Cardona, 1993), de esta forma las medidas de mitigación
pueden llegar a ser más efectivas.

Modelos Conceptuales

Lavell (2001) señaló que el riesgo solo existe cuando hay una amenaza con
determinadas condiciones de vulnerabilidad, interactuando entre ambas en un
espacio y tiempo determinado. Para comprender cualquier modelo conceptual de
riesgo, se debe tener presente lo mencionado por este autor. Cardona (1993)
señala cinco puntos a considerar al momento de evaluar la amenaza, la
vulnerabilidad y finalmente el riesgo (Fig. 8).

Figura 8
Aspectos a considerar en la evaluación de riesgo

Fuente: Elaboración propia de acuerdo a Cardona, 1993.

Modelos de riesgo en la literatura


Al terminar la evaluación del riesgo, se obtendrá un determinado valor, la pregunta
a realizar es: ¿Qué valor es aceptable para el riesgo?, la respuesta la entrega
Cardona (1993): no existen leyes para establecer cuando un riesgo será aceptable,
esta evaluación debe pasar por el cuestionamiento de cada sociedad para la
definición de sus umbrales de tolerancia, por consiguiente -según Cardona- es
aquel que la comunidad está dispuesta a asumir a cambio de determinada tasa o
nivel de beneficios.

La UNDRO, en 1979, en conjunto con la UNESCO, plantean la ecuación del riesgo


mediante la siguiente fórmula (Cardona, 1993) (ec. 1):

(ec. 1)

Entendiendo por:

Rt (TOTAL RISK/ RIESGO TOTAL): Número de pérdidas humanas, heridos, daños


a las propiedades y efectos sobre la actividad económica debido a la ocurrencia de
evento desastroso, es decir el producto del Riesgo Específico (Rs) y los elementos
bajo riesgo (E).
E (ELEMENTS AT RISK / ELEMENTOS BAJO RIESGO): Equivale a la población,
las edificaciones y obras civiles, las actividades económicas, los servicios públicos,
las utilidades y la infraestructura expuesta en un área determinada.
Rs (SPECIFIC RISK/ RIESGO ESPECÍFICO): Grado de pérdidas esperadas
debido a la ocurrencia de un evento particular y como una función de la Amenaza y
la Vulnerabilidad.
H (HAZARD/ AMENAZA O PELIGRO): Entendida como la probabilidad de
ocurrencia de un evento potencialmente desastroso durante cierto período de
tiempo en un sitio dado.
V (VULNERABILITY / VULNERABILIDAD): Definida como el grado de pérdida de
un elemento o grupo de elementos bajo riesgo, resultado de la probable ocurrencia
de un evento desastroso, expresada en una escala desde 0 o sin daño a 1 o
pérdida total.

En 1985, en el Instituto de Ingeniería Sísmica y Sismología (IZIIS), de


Yugoeslavia, se propone eliminar la variable exposición, ya que consideraron que
esta se encuentra implícita en la vulnerabilidad, a pesar de esto conservaron la
conceptualización de la UNDRO (ec. 2), la nueva formulación fue expresada de la
siguiente forma:

(ec. 2)

Entendiendo por:
Ai (AMENAZA)= Probabilidad de que se presente un evento con una intensidad
mayor o igual a i durante un período de exposición t.
Ve (VULNERABILIDAD): Predisposición intrínseca de un elemento expuesto a ser
afectado o de ser susceptible a sufrir una pérdida ante la ocurrencia de un evento
con una intensidad i.
Rie (RIESGO): Probabilidad de que se presente una pérdida sobre el elemento e,
como consecuencia de la ocurrencia de un evento con una intensidad mayor o
igual a i.

Para la OEA (1993), los estudios de riesgos naturales descansan sobre el análisis
de la Amenaza y la Vulnerabilidad, expresándose en la siguiente fórmula (ec. 3):

(ec. 3)

Entendiendo por:
A (AMENAZA O PELIGRO)= Entrega información de la ubicación y severidad de un
fenómeno peligroso. Además incluye la probabilidad de ocurrencia en un tiempo y
área dado. Su evaluación se debe realizar considerando la información científica e
histórica de una determinada área.
V (VULNERABILIDAD)= La vulnerabilidad es el estimado del grado de perdidas
y daños que pueden resultar de la ocurrencia de un fenómeno natural de
severidad determinada.
R (RIESGO)= Corresponde a la integración del análisis de peligros de un área, y de
su vulnerabilidad a ellos, por lo tanto es un estimado de las probables pérdidas
previsibles para un determinado evento peligroso.

Científicos de la Unión Europea, manejan el riesgo en base a tres componentes:


Amenaza (A), Vulnerabilidad (V) y Exposición (E) (ec. 4), bajo esta óptica la
reducción del riesgo se puede realizar reduciendo cualquiera de los tres
componentes. Amenaza y Exposición se relacionan con el fenómeno natural, el
modelo se expresa de la siguiente manera (Villagrán, s.f.):

(ec. 4)

Entendiendo por:
A (AMENAZA): Corresponde al análisis del peligro natural en sí.
E (EXPOSICIóN): Corresponde a la posición geográfica de una infraestructura o de
la gente en relación a la amenaza.
V (VULNERABILIDAD): Consideración y grado de pérdidas y daño.

Wilches-Chaux, indica que la prevención y la mitigación buscan evitar el desastre,


la primera reduce o evita la amenaza y la segunda la vulnerabilidad, si uno de los
dos tiene o se establece en "0" el riesgo como tal también tendería a "0". En la
práctica la búsqueda de este resultado no será posible en la mayoría de las
ocasiones. El concepto de preparación busca "reducir al máximo la duración del
período de emergencia post desastre y en consecuencia, acelerar e inicio de las
etapas de rehabilitación y reconstrucción", se añade a la formula como divisor
(Wilches-Chaux, en Maskrey, 1993, p.22) (ec. 5).
(ec. 5)

Entendiendo por

CAPACIDAD DE PREPARACIóN (CP)= Corresponde al conjunto de medidas que


se toman antes de que ocurra un potencial peligro, cuyo objetivo es reducir los
daños o pérdidas humanas durante el evento.

Villagrán (s.f.), reconociendo de que el riesgo representa las deficiencias o


aspectos negativos, propone el siguiente modelo para el riesgo (ec. 6):

(ec. 6)

Entendiendo por
A (AMENAZA)= Posibilidad que se presente un fenómeno natural de una probable
magnitud o intensidad y que abarque una zona geográfica delimitada.
V (VULNERABILIDAD)= Propensión de las estructuras sociales, entendiéndose
como tales: población, edificaciones, instancias, espacios de acción,
organizaciones, estructuras.
DF (DEFICIENCIAS DE PREPARACION)= Deficiencias que existen con respecto a
las medidas y actividades que se deben realizar durante el fenómeno para reducir
la pérdida de vidas humanas y de la propiedad.

Una nueva aproximación al Riesgo Natural

De acuerdo a la revisión bibliográfica en la literatura disponible, se detecta una


ausencia en la incorporación de las cartografías de Recurrencia Histórica como
factor del análisis de riesgo. Si bien la OEA (1993) lo menciona, no lo incluye
explícitamente. El modelo aquí propuesto, considera la interacción de tres factores
de riesgo: Amenaza (A), Recurrencia Histórica (RH); y vulnerabilidad (V) (ec. 7). Se
considera la Amenaza como un factor dependiente de RH, es decir, el análisis de
RH se entiende como un factor validador del análisis de la Amenaza, lo que
matemáticamente se representa como (ec. 7):

(ec. 7)

Entendiendo por:
RH (RECURRENCIA HISTóRICA)= Historia significativa del peligro en el área, su
distribución temporal y espacial, que permite la reconstrucción de la dinámica del
fenómeno.
A (AMENAZA)= Probabilidad de ocurrencia de un peligro natural, de magnitud
y frecuencia determinada, que permite obtener la posible ubicación y
severidad del evento.
V (VULNERABILIDAD)= Concepto eminentemente social, acumulativo de
fragilidades (terrenos inestables, viviendas precarias, falta de medios para
satisfacer necesidades). Cada fragilidad se puede expresar en una denominada
vulnerabilidad individual o específica, la suma de estas se denomina vulnerabilidad
global. La vulnerabilidad global representa la capacidad potencial de un grupo de
personas para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse de un impacto de un
desastre o catástrofe (Blakie, 1996; Campos, 1998; Cardona, 2001; Romero y
Maskrey en Maskrey, 1993; Wilches-Chaux en Maskrey, 1993).
R (RIESGO)= Probabilidad de ocurrencia de un peligro en un área determinada,
que pueda generar potenciales daños y pérdidas en el medio antrópico, así como la
capacidad de este para poder recuperarse. Representa la plasmación territorial de
una actuación humana poco acorde con los rasgos extremos de medio donde tiene
lugar (Ayala-Carcedo y Olcina, 2002; OEA, 1993; Wilches-Chaux en Maskrey,
1993)

A través de la incorporación de la Recurrencia Histórica como factor del riesgo que


controla y valida el factor peligrosidad, se espera una mejora considerable en los
marcos operativos para la simulación de diversas amenazas, debido a que el factor
RH incorpora la historia significativa de los eventos pasados considerando una
serie de tiempo determinada, variable según el tipo de amenaza y la población que
se ha desarrollado en un determinado espacio, por lo tanto representa un concepto
cambiante en tiempo y espacio. La RH sintetiza el funcionamiento y el estado de
conservación del sistema físico-natural, que genera los fenómenos naturales
peligrosos. De esta forma la carta de Amenaza obtenida se encontrará validada y
se puede multiplicar con la Vulnerabilidad, obteniendo la cartografía de Riesgo final
para las condiciones evaluadas.

Notas
1 Oficina de Coordinación para el Socorro en caso de Desastres, perteneciente a Naciones Unidas.
2 Cuando se integran los factores de amenaza, vulnerabilidad y exposición. También pueden ser

sólo dos, al incorporar el análisis de la exposición en el factor vulnerabilidad

Agradecimientos

Proyecto FI N° 209.603.010-1.0 de la Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción

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Fecha de recepción: 9 de agosto de 2011


Fecha de aceptación: 25 de octubre de 2011

Las rúbricas son instrumentos que nos permiten observar aspectos muy finos respeco al logro de
los aprendizajes de los estudiantes.
El video muestra lo que podemos evaluar con este instrumento.
Esta es otra rúbrica para trabajar en el áreas de Foremación Ciudadana y Cívica.
Recordemos que las rúbricas no son rígidas.
Si comenzamaos a utilizarlas nos daremos cuenta en el camino de lo útil que son y de cuanto
podemos mejorarla de acuerodo a lo que queremos evaluar.
Publicado por Fidelia Viguria Naveros en 15:22 No hay comentarios:
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Interaprendizaje con los docentes del área de ciencias


sociales
¿QUÉ ES EL CAMBIO CL IMÁTICO?
El cambio climático es un reto global que no tiene fronteras y que para
combatirlo requiere del trabajo coordinado por parte de todos los países .

Existe un gran desconocimiento de lo que es el cambio climático en realidad, bien por


exceso de información, inexactitud en las fuentes o por desinformación interesada, lo que da
origen a una serie defalsos mitos sobre el cambio climático. En este espacio abordaremos
desde un punto de vista objetivo y científico qué es el cambio climático, cuáles son sus
causas, sus consecuencias y cómo se puede combatir. En definitiva, cómo nos afecta el
cambio climático.
En primer lugar es necesario aclarar dos conceptos que, si bien están estrechamente
relacionados, con frecuencia se toman de manera errónea como sinónimos: el cambio
climático y el calentamiento global. Existe una importante diferencia, y es que el
calentamiento global es la causa del cambio climático, es decir, el aumento de la
temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto
invernadero derivadas de la actividad del ser humano, están provocando variaciones en el
clima que de manera natural no se producirían.
La Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, pero lo cierto es,
que estos ciclos siempre habían sido mucho más lentos, necesitando millones de años,
mientras que ahora y como consecuencia de la actividad humana, estamos alcanzando
niveles que en otras épocas trajeron consigo extinciones en apenas doscientos años.
Antes de profundizar en el detalle de sus causas y consecuencias, te vamos a contar por qué
no te importa el cambio climático…

O ¿POR QUÉ NO TE IMPORTA EL CAMBIO


CLIMÁTICO?
Éste NO es el típico vídeo sobre Cambio Climático
VE R VÍ D E O

CAUSAS Y CONSECUENCI AS DEL CAMBIO CLIMÁT ICO

La principal causa del cambio climático es el calentamiento global y tiene


múltiples consecuencias negativas en los sistemas físicos, biológicos y
humanos, entre otros efectos.
CAUSAS DEL CAMBIO CL IMÁTICO

Empecemos por el principio. El efecto invernadero es un proceso natural que permite a


la Tierra mantener las condiciones necesarias para albergar vida: la atmósfera retiene
parte del calor del Sol; sin el efecto invernadero, la temperatura media del planeta sería de
18 0C bajo cero.
La atmósfera está compuesta por diversos gases que, en la proporción adecuada, cumplen su
cometido. El problema está cuando las actividades del ser humano aumentan la emisión
de gases de efecto invernadero a la atmósfera y ésta retiene más calor del necesario,
provocando que la temperatura media del planeta aumente y se produzca lo que
popularmente llamamos calentamiento global.

 VE R VÍ D E O

¿Q UÉ E S EL E FE CT O IN VE RNADE RO ? | S O S T E NI B IL IDAD

CAUSAS QUE PROVOCAN EL CALENTAMIENTO GLO BAL


AUME NT O DE GAS E S DE E FE CT O INVE RNADE RO

DE FO RE S T ACIÓ N

DE S T RUCCIÓ N DE E CO S IST E MAS MARIN O S


AUME NT O DE L A PO B L AC IÓ N

¿EN QUÉ MOMENTO COME NZÓ A INCIDIR EL HOM BRE


EN EL CAMBIO CLIMÁTI CO?

Los expertos coinciden en señalar la Revolución Industrial como el punto de inflexión en


el que lasemisiones de gases de efecto invernadero arrojadas a la atmósfera empezaron a
dispararse. Hay que recordar que la Revolución industrial nació de otras muchas pequeñas
revoluciones: la agrícola, la tecnológica, la demográfica, de medios de transporte,
finanzas… que dieron lugar a un nuevo modelo de producción y consumo.
Desde ese momento, el crecimiento de la población (en 1750 había menos de 800 millones
de habitantes en la Tierra, hoy somos más de 7.500 millones), un consumo de recursos cada
vez más desmedido, el aumento en la demanda y producción de energía obtenidas
mayoritariamente a través de combustibles fósiles… han provocado que el planeta haya
entrado en lo que parte de la comunidad científica ha denominado el Antropoceno: la
nueva era geológica motivada por el impacto del ser humano en la Tierra.
El principal resultado ha sido el aumento de la temperatura global del planeta, que desde
ese período ha aumentado en 1,1 0C, si bien se estima que al final del presente siglo el
termómetro pueda aumentar todavía más aun cumpliéndose los compromisos de
reducción de emisiones fijados por los países.

 VE R VÍ D E O


ANT RO PO CE NO : L A E RA DE L IMPACT O DE L S E R HUMANO E N
L A T IE RRA | S O S T E NIB IL IDAD

CONSECUENCIAS DEL CA MBIO CLIMÁTICO


¿Cómo nos afecta el cambio climático? Este aumento global de la temperatura trae
consecuencias desastrosas que ponen en peligro la supervivencia de la flora y la fauna de la
Tierra, incluido el ser humano. Entre los impactos del cambio climático destacan, el
derretimiento de la masa de hielo en los polos, que a su vez provoca el aumento del
nivel del mar, lo que produce inundaciones y amenaza los litorales costeros –incluso
pequeños estados insulares están en riesgo de desaparición-.
El cambio climático también aumenta la aparición de fenómenos meteorológicos más
violentos, sequías, incendios, la muerte de especies animales y vegetales, los
desbordamientos de ríos y lagos, la aparición de refugiados climáticos y la destrucción
de los medios de subsistencia y de los recursos económicos, especialmente en países en
desarrollo.

PRINCIPALES EFECTOS AMBIENTALES OBSERVAD OS Y


ESPERADOS

CAMB IO E N L O S E CO S IS TE MAS Y DE S E RT IFICAC IÓ N


DE RRE T IMIE NT O DE L O S PO L O S Y S UB IDA DE L NIVE L DE L
MAR

ACIDI FICACIÓ N DE L O S O CÉ ANOS


FE NÓ ME NO S ME T E O RO L Ó G ICO S E XT RE MO S

E XT INCIÓ N DE E S PE CIE S
MIGR ACIO NE S MAS IVAS

¿CÓMO EVITAR EL CAMB IO CLIMÁTICO?

Después de haber visto en qué nos afecta el cambio climático, es importante dejar claro
que el cambio climático no se puede evitar. Podemos reducir sus efectos y adaptarnos a
sus consecuencias, es decir, podemos combatirlo mediante la aplicación de medidas a
pequeña y gran escala que ayuden a frenar el cambio climático. Estas acciones se conocen
como medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.


MITIGAR LOS EFECTOS


ADAPTARNOS AL ENTORNO
a mitigación consiste en poner en marcha acciones para reducir y limitar las
emisiones de gases efecto invernadero con el objetivo de evitar que la
temperatura global del planeta siga aumentando. Estas acciones consisten
en una mayor inversión en energías renovables, una transición hacia
una economía baja en carbono, promover la eficiencia energética, la
electrificación de procesos industriales o la implementación de medios de
transportes eficientes (transporte público eléctrico, bicicleta, coches
compartidos…).
Por otro lado, acciones como la fijación de un precio del carbono, traducido
en impuestos sobre la emisión de GEI o en mercados de carbono que
limitan el volumen de emisiones o asignan un precio para el intercambio de
créditos de carbono, también son una importante ayuda a la hora de luchar
contra el cambio climático. La asignación de un valor económico a las
emisiones de gases de efecto invernadero lo suficientemente alto fomenta
que la inversión de gobiernos y empresas se redirija hacía modelos de
producción y consumo menos contaminantes.

Precio del carbono, la herramienta más eficiente


En la lucha contra el cambio climático, uno de los mecanismos que en los
últimos años ha demostrado ser más eficiente es la fijación del precio del
carbono. Este concepto nace de la necesidad de tener en cuenta el daño
ambiental, social y económico que se produce al emitir gases
contaminantes, lo que los economistas llaman “asumir una externalidad
negativa”. En el siguiente vídeo, te contamos el origen del concepto y cómo
lo aplican los gobiernos y empresas. No te pierdas este vídeo sobre el
precio del carbono.
Por su parte, la adaptación está enfocada a acciones para reducir la vulnerabilidad
ante los efectos del cambio climático, como por ejemplo mejorar infraestructuras e
instalaciones más seguras y resilientes, la reforestación y restauración paisajística,
el tratamiento y depuración del agua, el cultivo flexible y variado para estar
preparado ante catástrofes naturales, ser capaces de prever estos desastres o
invertir en investigación y desarrollo sobre el comportamiento de la temperatura o
la posible aparición de fenómenos atmosféricos.
Para combatir el cambio climático es indispensable la investigación y la
colaboración internacional. El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático) se dedica a evaluar los impactos del ser humano
en el clima y propone posibles soluciones, mientras que acuerdos y tratados
globales como las Conferencias de las Partes (COPs) y el Protocolo de
Montreal establecen pactos conjuntos y buscan un marco común de
actuación contra el cambio climático.
La Conferencia de las Partes celebra de manera anual un encuentro en el
que se dirimen las acciones que los Estados miembros pueden tomar para
descarbonizar la economía y ayudar a los países en desarrollo. El Acuerdo
de París, firmado a finales de 2015, supuso un punto de inflexión en las
negociaciones sobre el clima dado que por primera vez todos los países
acordaron establecer medidas para frenar el calentamiento global.
Sin embargo, uno de los ejemplos más claros de colaboración internacional
exitosa en favor del medio ambiente es el Protocolo de Montreal. En 1989
entró en vigor este acuerdo que sirvió para erradicar el uso de
clorofluorocarbonos (CFC) para la refrigreración. Gracias a ello, el agujero
de la capa de ozono se ha reducido en más de 4 millones de kilómetros
cuadrados en los últimos quince años.
Tal y como recoge el informe Tendencias Globales de Inversión en Energía
Renovable 2017 se añadieron 138,5 gigavatios a la capacidad de energía
mundial en 2016, un 9 % más que el año anterior, lo que confirma que la
tendencia que siguen las principales economías del mundo lleva la clara
línea de abandonar el carbón y apostar por las energías renovables, por lo
que el futuro a corto y largo plazo pasa por invertir en la generación de
energía limpia a través de la entrada voluntaria los mercados de para
conseguir un mundo neutro en carbono.

Un planeta neutro en carbono


¿Has oído alguna vez el término neutralidad en carbono? Es el equivalente a
un resultado neto de cero emisiones, una de las aspiraciones mundiales en
la lucha contra el cambio climático contemplada en el Acuerdo de París.
¿Quieres conocer más detalles? No te pierdas este vídeo sobre la neutralidad
en carbono.

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