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Huelga portuaria de 1903

La huelga portuaria de 1903, es un hecho histórico chileno ocurrido el 12 y 13 de mayo de 1903 en Valparaíso. Fue una
manifestación masiva de la clase obrera chilena, iniciada por los gremios de obreros marítimos de Valparaíso.

Pretendían mejores salarios; una jornada tolerable; limitar el peso de los bultos y sacos; mayor plazo para el almuerzo; y que
existiera una ‘matrícula’, es decir, no se pudiese contratar sino estibadores inscritos como tales.

17 de abril de 1903: Ante la tozudez de los dueños y gerentes ingleses, de aceptar el petitorio obrero, se declaró la huelga:

Los ingleses mantuvieron su terca negativa: no aceptaban nada, ni conversar siquiera con el comité de huelga, ni admitían las
gestiones ofrecidas por las autoridades locales. Esto hizo extenderse el conflicto.

19 de abril de 1903: El Mercurio de Valparaíso acusó al Almirante Arturo Fernández Vial de intervenir en favor de los obreros en
huelga y darles su apoyo: (Fernández Vial es un instigador y amparador de los huelguistas)

El almirante Arturo Fernández Vial fue designado para reprimir a los obreros revolucionarios de Valparaíso por el Presidente de
la República, Germán Riesco. Sin embargo, el almirante, ignorando las órdenes, intercedió en favor de los huelguistas ante un
tribunal, con tal de zanjar el problema, logrando su objetivo, sin derramar una sola gota de sangre (hasta ese momento). Por
ello se ganó la admiración de gran parte de la opinión pública y de Chile.

Finalmente, ante la presión empresarial y comunicacional, el Almirante Fernández Vial fue removido de su cargo por el
presidente Germán Riesco) y se acogió a retiro.

20 de abril de 1903: La actividad del puerto cesó, mientras el número de huelguistas llegó a los 4.000, casi toda la mano de
obra comprometida en las labores de carga y descarga.

27 de abril de 1903: Las compañías inglesas ante la inminente huelga, decidieron contratar a 100 personas desempleadas de
Valparaíso y Santiago, para que trabajaran estibando la carga de los barcos. Para ello solicitaron la ayuda de la policía para
proteger a estos 100 obreros que bajaban y subían carga. Esto provocó la ira de los obreros en huelga, agravando aún más la
situación. Las autoridades marítimas ayudaron especialmente a las compañías navieras permitiendo que zarparan barcos más
pequeños con carga ante aquellos grandes legalmente permitidos.

Este día fue el primero en que se enfrentaron los huelguistas y policías, cuando "los obreros trataron de impedir que los
esquiroles entraran a la aduana

Mayo de 1903

1 de mayo de 1903: Este día los diarios del puerto y nacionales informaron que al parecer la "huelga" estaba en caída, y que
los huelguistas estaban siendo derrotados, ya que las actividades en el puerto de Valparaíso estaban en aumento y que la
huelga pronto llegaría a su fin. Esto enardeció los ánimos de los obreros, que en vez de sentirse derrotados, aumento la fuerza
de la huelga.

4 de mayo de 1903: Es verdad que algunos de los obreros, ya estaban cansados, y hasta se sentían derrotados ante la tozudez
de los ingleses, pero gracias a la aparición de los anarquistas, nuevamente la moral aumento.
11 de mayo de 1903. Los obreros redactan una carta con un pliego de peticiones:

 Mejorar las condiciones laborales, acortando las horas de trabajo de 12 a 9 horas.

 Solicitan una hora para almorzar

 Aumentar el salario de los obreros.

 Aumento de los salarios no pagados desde febrero.

Se la hicieron llegar al intendente de la provincia José Alberto Bravo, para que este intercediera ante los dueños y gerentes de
las navieras y empresas.

Carta pública del Manifiesto obrero

“Lo que ganamos trabajando de 6 a.m. a 5 p.m. son tres pesos veinte por descarga de mercaderías, y por descarga de carbón
cuatro pesos cincuenta, salario este último que hace tiempo lo ganan otros, pues a nosotros ya no se nos ocupa en esto´

¿Cuál es entonces la abundancia de salarios que tenemos para que usted no encuentre justo que pidamos un aumento de
precio para un trabajo abrumador y mal remunerado que apenas nos alcanza para las más premiosas necesidades, que nos
cuesta sacrificios dejar algo para vestir y arredrar casa?

Por otra parte, las horas que empleamos en el trabajo son tan tantas que por más robustos que seamos no podemos
soportarlas, porque el fin nos rinde, pues no nos dan el tiempo suficiente para el descanso y recuperar las fuerzas perdidas.

Nosotros pedimos lo que deseamos, por los medios correctos y tranquilos. La violencia se ha hecho para aquellos a quienes no
les asiste el derecho; nosotros que lo tenemos, sabremos mantenerlo con dignidad, que también la conocemos, aunque somos
pobres”,

La respuesta del gerente fue prepotente: “Si no quieren trabajar, la compañía contratará otros trabajadores”.

12 de mayo de 1903: Los huelguistas se dirigieron a los muelles con el fin de impedir que trabajaran los 100 trabajadores
contratados, pero la policía que custodiaba el puerto los reprimió. Debido a esto la marcha humana se dirigió a la Plaza
Echaurren, donde decidieron atacar y detener al carro policial 42. Debido a esto el subprefecto de policía, Washington Salvo
disparó y asesinó al obrero Manuel Carvallo. El resto de la policía hirió a otros dos. Los trabajadores indignados repelieron con
piedras a los policías, que huyeron ante la masa encolerizada.

13 de mayo de 1903: A la medianoche, llegaron las Unidades militares desde Santiago, las que lograron restablecer el orden
durante la tarde del día 13, con una fuerte represión, la que fue la única forma de parar los desórdenes, destrozos, robos,
incendios y asesinatos.

Cerca de cien personas murieron durante los disturbios, y varios centenares más quedaron heridos. Pocos policías o personas
de extracción socio-económica alta fueron lesionados y ninguno muerto, pero los cuerpos sin vida de trabajadores a veces
decapitados, quedaron tirados por las calles y cerros de Valparaíso. Esta cifra de muertos fue respaldada por Simón Collier y
William Sater y por Fernando Ortiz. Además, este último especificó que hubo ocho oficiales heridos y veinte soldados. Sin
embargo, los muertos “sumaron tres, según la versión oficial.

14 de mayo de 1903, en adelante. Los acontecimientos ocurridos en Valparaíso lograron cambiar las decisiones de los dueños
y gerentes de las compañías inglesas y chilenas, en beneficio de los trabajadores. Se inicio una rueda de conversaciones con
una comisión mixta, con tiras y aflojas pero que lograron resultados positivos para los obreros. Los salarios fueran
incrementados para todos los trabajadores entre 10% y 20%, el pago de horas extraordinarias fue concedido a algunos, y se
estableció una jornada menor para los estibadores

En relación a las muertes ocurridas en ambos bandos, no existió ninguna investigación, dejando estas a merced de la historia.
HUELGA DE LA CARNE 1905

En octubre de 1905, el Cómite Central de Impuesto al Ganado apoyado por el Partido Democrático
hizo un llamado a manifestarse en contra del impuesto a la carne. Este impuesto benefició a los
grandes productores de carne en Chile en desmedro de las clases populares que no podían acceder
a precios elevados. Por esta razón, se extendió la convocatoria al movimiento social, el que se
reunió fuera de La Moneda para extender su petición al presidente Germán Riesco.

La aglutinación de gente y la influencia de las ideas anarquistas que, según el historiador Sergio
Grez, "tendían a estimular acciones directas", provocaron que muchos de los asistentes comenzaran
a ocasionar destrozos y riñas. Junto a esto, la seguridad no estuvo bien cubierta ya que el ejército no
estaba en Santiago y no se pudo controlar la manifestación a tiempo. La creciente violencia y
descontrol de la situación hizo que el presidente Riesco llamara de urgencia al general Roberto Silva
Renard, quien se devolvió a Santiago y aplastó la manifestación con las armas. El número de
muertos bordeó las 200 personas.

La reivindicación de la abrogación del impuesto al ganado extranjero internado en el país no era


nueva. Ya en 1888 el Partido Democrático y las organizaciones populares habían implementado
exitosamente una primera movilización contra un proyecto de ley presentado a la Cámara de
Diputados para establecer un impuesto al ganado argentino que beneficiaría a los grandes
productores chilenos del mismo ramo. Las peticiones y manifestaciones organizadas en Santiago y
Valparaíso lograron que la moción legislativa fuera retirada de la Cámara de Diputados. Sin
embargo, en 1897 otro proyecto del mismo tipo fue aprobado, iniciándose al poco tiempo una nueva
campaña destinada a obtener la derogación de la ley que golpeaba con dureza el consumo de los
sectores populares. En octubre de 1905 la protesta de las asociaciones de trabajadores alcanzó su
punto más alto. En ciudades grandes y pequeñas se sucedieron manifiestos, petitorios y meetings
abolicionistas, casi siempre bajo la conducción de las mutuales. El 22 de ese mes se realizaron
manifestaciones en todo el país. El acto central efectuado en la capital debía culminar con la entrega
de sus conclusiones al Presidente de la República.

A la hora de la citación se reunieron alrededor de doce mil hombres de los cuales seis mil, a lo
menos pertenecían a la clase obrera y llevaban estandarte con lemas alusivos al objeto de la
reunión, sin que ninguno de ellos significara propósitos de trastornar el orden público.

Previa la colocación en fila de a dos, tomaron los manifestantes las calles de Morandé torciendo por
la de Moneda hasta enfrentar la puerta del palacio, donde se detuvieron para preguntar si S. E.
podría recibir a la comisión encargada de entregarle las conclusiones del meeting. El oficial de
guardia Sr. Belarmino Fuenzalida les manifestó que S. E. esperaba en su casa y los obreros se
dirigieron a ella siendo la comisión recibida y despachada después de cortos instantes de
conferencia con el Presidente quien salió en seguida al balcón y presenció el desfile de siete o seis
mil obreros que se condujeron con todo orden y compostura como lo habían prometido.

Mientras esto ocurría el otro grupo de seis mil personas entre los cuales había muchos individuos
bebidos y que pertenecían casi en su totalidad a los revoltosos y desocupados que no desean
trabajar, se quedó frente al palacio de la Moneda y trató de forzar la entrada. El jefe de la guardia Sr.
Fuenzalida hizo grandes esfuerzos para convencerlos de que su deber les impedía permitirles la
entrada al palacio, conducta que les hizo irrumpir en gritos y amenazar lanzándose a viva fuerza a
romper la entrada.

A partir de ese momento se desató el espiral de violencia que asolaría a la capital durante tres días,
dejando un elevado número de víctimas y cuantiosos daños materiales.

En 1905 se repitieron, de manera aún más nítida que en 1888, los comportamientos y actitudes que
tradicionalmente habían diferenciado a los trabajadores organizados de la masa de desheredados
compuesta por gañanes, jornaleros y trabajadores ocasionales no adscritos a ninguna organización
social, además de numerosos delincuentes ávidos de saqueo. Mientras -según todos los testimonios
los primeros actuaron disciplinadamente, respondiendo a las consignas de orden de sus
asociaciones y dirigentes, los “marginales” aportaron el mayor número de personas implicadas en la
revuelta, la violencia y el pillaje. De acuerdo con un parte de policía referido a los sucesos del 22 y
23 de octubre:

“El aspecto de la mayor parte de los individuos que andaban en las pobladas era siniestro y revelaba
claramente su procedencia de las últimas capas sociales del pueblo, y no era difícil distinguir entre
ellos a muchos rateros, ladrones y delincuentes conocidos de antemano por la policía, a mucha
gente de mal vivir, a agitadores de profesión, y a la chusma que siempre está lista para acompañar
cualquier manifestación contra el orden público en donde pueda ella entregarse al libertinaje del robo
y del saqueo.

De estos rasgos -pesimismo, clasismo, misticismo y martirologio proletario- probablemente el más


marcadamente presente en las jornadas de octubre fue el clasismo.
LA LEY DE LA SILLA 1905

La Ley de la Silla es parte de la llamada Cuestión Social que se desarrolló a principios del siglo XX
por las pésimas condiciones laborales de los obreros. En esta época nos encontramos con una
sociedad dividida en 3 clases: la clase alta, pequeño grupo formado por la aristocracia terrateniente
y la plutocracia. Era un grupo urbano, culto, lleno de comodidades y que concentraba la mayoría, de
las tierras y medios de producción. Por otro lado está la clase media, que aún no tiene el
sentimiento de clase social con características y necesidades propias. Está formada por
comerciantes, militares, industriales, extranjeros, etc. Era educada en liceos humanistas y recién a
partir de 1910 se empieza a unir para organizarse para tratar de cambiar el sistema político y pedir
leyes sociales junto a los obreros. Finalmente tenemos a la clase baja, que está formada por
obreros, mineros, ferroviarios, portuarios y campesinos que habían llegado a las ciudades. Era un
grupo muy numeroso que vivía en pésimas condiciones de vida: muy bajos sueldos, jornadas muy
largas de trabajo y carecían de previsión social, de vivienda (vivían en conventillos, en condiciones
insalubres e indignas), y de protección en caso de accidentes laborales. Eran los más olvidados:
nadie se preocupaba de ellos, pues de acuerdo a la política liberal, no era tarea del Estado meterse
en ese problema.

En el contexto que expliqué recién, los obreros comienzan a organizarse para cambiar la situación.
Es así como realizan numerosas huelgas, algunas de las cuales terminan muy violentamente, como
la llamada masacre de Iquique, pues por parte de la autoridad la actitud es reprimir en vez de
dialogar.
Sin embargo, la voz (y la realidad) de los obreros era demasiado potente como para ignorarla por
mucho tiempo. Es así como empiezan a darse los primeros cambios.
Ya en 1901 Malaquías Concha había presentado al Congreso un proyecto de reglamentación del
trabajo que buscaba prohibir el trabajo de menores y reglamentar la seguridad, la higiene y la
jornada laboral. Si bien el proyecto no fue aprobado, hubo un apoyo importante a él, y además es
una importante iniciativa. Luego de las huelgas de Valparaíso y de Iquique se comienza a
reconsiderar la conveniencia de una legislación laboral, y es así como en 1906 se aprueba la ley de
habitaciones para obreros, cuyo objetivo es que éstos tengan viviendas más dignas.

 Luego, en 1907, se aprueba la Ley del Descanso Dominical (y que incluía además fiestas
como Navidad, año nuevo y Fiestas Patrias). En 1912 se aprueba la ley de Protección a la
Infancia Desvalida, para restringir la entrada de menores de 8 años a trabajos que implicaran
un peligro físico.
 En 1914 se aprobó la Ley de la Silla, que obligaba a los establecimientos comerciales a
tener un número suficiente de sillas para que los empleados pudieran descansar, y además el
derecho a descanso de 1 hora y media mínima para almorzar.
 En 1916 se hace la Ley de Accidentes del Trabajo, que obligaba a indemnizar a los
trabajadores que tuvieran accidentes mientras trabajaban.
 En 1917 se aprobó la Ley de la Sala Cuna, que obligaba a las fábricas con 50 mujeres o más
a contar con una sala cuna en la que las trabajadoras pudieran dejar a sus hijos, y establecía
además el derecho de las madres, irrenunciable, de amamantar a sus hijos son que se les
descontara ese tiempo.
 Estas primeras leyes laborales son el antecedente inmediato de las leyes laborales de 1924 y
del Código del Trabajo de 1939, y son el primer precedente importante de protección al
trabajador.

La ley de la silla hace reflexionar sobre nuestra propia condición. Sorprende pensar que
realmente existió una época en la que los trabajadores NO TENÍAN SILLAS para sentarse a
descansar, y que TAMPOCO DISPONÍAN DE UN TIEMPO SUFICIENTE PARA ALMORZAR,
y que por lo mismo ambas cosas ¡hubo que establecerlas por ley!
Me impresiona pensar que, aunque no existiera una ley al respecto, los empleadores, para
producir más, impidieran el descanso mínimo.
Aunque ahora hay leyes laborales y protección a los trabajadores, siguen existiendo duras
condiciones de trabajo. Para verlo no tenemos que ir demasiado lejos: basta con ir al mall un
día domingo. Todos los vendedores trabajan en un día en que debieran descansar y estar con
su familia.
La ley de la silla nos recuerda que, por más que avancemos, siempre que se trata de producir
más y de ganar más, surge ese inefable pero poderoso bichito que es la ambición, que nos
puede llevar a olvidarnos de lo mínimo, de lo justo y lo “obvio”...
Matanza de la Escuela de Santa María de Iquique

Versión oficial consigna 126 muertos y 135 heridos. Memoria social habla de 3.600 obreros y
familiares fallecidos.

Durante la mañana del 21 de diciembre, la intendente de Tarapacá Carlos Eastman se reunió con
los representantes de los empresarios salitreros para poner fin a la Huelga Grande. Eastman señaló
que contaba con la autorización del Presidente Pedro Montt para pagar la mitad de los aumentos
de salarios que se acordaran con los obreros.

Los empresarios manifestaron que su preocupación principal no era el dinero sino un "asunto
moral", ya que a su juicio negociar bajo presión de los huelguistas ponía en jaque la mantención
del orden en las oficinas salitreras.

El Intendente propuso entonces resolver el conflicto mediante tres árbitros, uno nombrado por los
trabajadores, otro por los empleadores y el tercero designado de común acuerdo. Los empresarios
aceptaron esta propuesta, pero exigieron como condición el retorno a las faenas.

El Intendente Eastman solicitó a Abdón Díaz su intermediación para comunicar a su grupo la


aceptación parcial de los empresarios a sus reivindicaciones, a excepción del establecimiento de los
jornales a un tipo de cambio fijo de 18 peniques.

Los trabajadores decidieron mantener el movimiento hasta que la totalidad de sus peticiones
fueran acogidas y reafirmaron su voluntad de evitar toda clase de actos violentos.

Pasadas las 14:00 horas, el Intendente informó al Presidente de la República que utilizaría medidas
de fuerza, pues había agotado todos los otros medios para controlar a los mineros y tal
concentración de personas en la ciudad ponía en peligro la seguridad pública.

Él movilizó a sus tropas y ordenó a sus oficiales desalojar la Escuela Santa María, donde estaban
concentrados los trabajadores y sus familias. Ellos se negaron y el general Silva Renard amenazó
con disparar contra quienes no se retiraran. Sólo 200 trabajadores salieron del edificio entre pifias y
gritos de sus compañeros.

A las 15:45 de la tarde, el oficial ordenó la primera descarga del piquete O'Higgins hacia la azotea
del edificio, donde se encontraba el Comité Directivo del grupo según consignó el informe posterior
de Silva Renard.

Los marinos dispararon hacia la puerta de la Escuela, pues adujeron que se habrían producido tiros
desde el interior. Finalizado el fuego, quienes lograron sobrevivir fueron trasladados hasta el Club
Hípico.
Los sucesos de la Huelga Grande y la represión del 21 de diciembre fueron consignados
en diversos documentos redactados por autoridades, quienes señalaron a los obreros como los
responsables de la provocación.
No existe certeza sobre cuántas personas murieron durante esa jornada. Un telégrafo enviado por
el intendente Eastman al Presidente de la República a pocas horas de ocurrida la matanza, advertía
de 30 trabajadores muertos y 70 heridos.

En un texto firmado por Silva Renard del 22 de diciembre de 1907, se establecía que cerca de 140
ciudadanos habían perdido la vida o sido heridos.

La versión oficial quedó registrada el 15 de enero de 1908 en un escrito enviado por Carlos
Eastman al ministro del Interior. En éste se adjunta la investigación proporcionada por el
administrador del Hospital y del Lazareto de Iquique Alfredo Syers Jones, quien señaló que los
caídos ascendían a 126 y los heridos 135 personas.

En discrepancia con la versión oficial, la memoria social ha adoptado 3600 fallecidos, señalados en
la "Cantata de Santa María de Iquique" compuesta por el músico chileno Luis Advis en 1969.

Consecuencias de la matanza
Luego de la Matanza las autoridades dispusieron el cierre de periódicos populares como El Pueblo
Obrero y El Trabajo, con el objetivo de acallar las denuncias de los trabajadores e impedir la
difusión de ideas revolucionarias.

En la pampa se desplegó un orden represivo tendiente a imponer el orden social y evitar el


surgimiento de nuevos movimientos de protesta. Las autoridades de gobierno dispusieron
un sistema de control y represión que se extendió a otras localidades como Antofagasta.

En 1920 el movimiento obrero disminuyó sus movilizaciones y redefinió sus estrategias. Obtenidos
logros como la promulgación de las leyes sociales y el Código del Trabajo entre 1925 y 1931,
algunos sindicatos y federaciones optaron por el sistema de representación a través de partidos
políticos.

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