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GENÉTICA
RIOBAMBA – ECUADOR
I. INTRODUCCIÓN
Mientras varias empresas biotecnológicas afirman que no existe riesgo para la salud
humana por el consumo de los alimentos modificados genéticamente (AMG), la
ausencia de publicaciones experimentales, lo manifestado por estas empresas se
convierte en un acto de fe, al no haber podido ser debidamente juzgados los
resultados o contrastados por la comunidad científica. Afirman que nuestra
incapacidad para predecir apropiadamente las consecuencias ecológicas,
especialmente a largo plazo, aumenta la incertidumbre asociada a la gestión del
riesgo.
Deckers, J. (2005), revela que en los últimos años se han hecho grandes avances
tecnológicos asociados a los numerosos hallazgos aportados en las ciencias
naturales, ayudadas por las mismas, han terminado por llegar a la práctica de la
ingeniería genética, lo cual ha concluido en la modificación de diferentes organismos
Hossain, F. et al. (2004), exterioriza que los alimentos transgénicos han sido
desarrollados con base en algunas hipótesis:
Según indica que un gen se puede aislar, copiar, amplificar e insertar dentro del
ADN de otro ser vivo, bien de la misma o incluso de distinta especie; es decir, en la
práctica, un gen se puede manipular. Para lo primero se utilizan proteínas
especiales de naturaleza enzimática, llamadas enzimas de restricción que rompen
determinadas uniones entre las secuencias. La inserción de un fragmento de ADN
en otra molécula distinta recibe el nombre de recombinación y, como consecuencia
de ello, el nuevo gen (“transgen”) expresa un carácter, también nuevo, para el que
codificaba. Todo el proceso descrito supone una nueva metodología de trabajo a la
que se ha dado en llamar “Ingeniería Genética” o “Tecnología del ADN
recombinante” y el organismo en el que ha tenido lugar el procedimiento es un
“organismo manipulado genéticamente, un OMG”, como habíamos visto al principio.
Desde el punto de vista de los OMG, hay genes “funcionales” que expresan un
carácter útil buscado y genes “marcadores” que han de acompañar a los primeros
para permitir posteriormente su identificación facilitando, con ello, la selección del
individuo nuevo. La mayoría de estos genes marcadores expresan caracteres de
“resistencia a antibióticos” (Deckers, J. 2005).
En este sentido, Raúl, M. (2010), presenta que esta metodología ofrece tres
ventajas fundamentales respecto a las técnicas convencionales de mejora genética
basadas en la hibridación:
Técnicas
Esta secuencia que suma a los promotores con el gen y, por lo tanto, que hará la
transformación, se deberá multiplicar en millones de copias que posteriormente se
cultivan y se dividirán rápidamente en grandes cantidades. El principal vehículo que
se utiliza para clonar las construcciones son las bacterias.
La creación de las plantas transgénicas puede realizarse por varias técnicas. Las
más comunes son:
Se trata de una bacteria del suelo muy común que infecta a las plantas de forma
natural, mediante la inserción natural de un segmento de ADN (plásmido Ti) de la
propia bacteria al genoma de la célula huésped. El segmento insertado se integra
en el genoma de la planta infectada promoviendo la división celular sin control y
originando el tumor.
Los científicos han utilizado este método para transformar plantas y crear
transgénicos resistentes a insectos dañinos para los cultivos, pero respetando la
vida de la mariposa Monarca y otros polinizadores.
Microinyección
Electroporación
Biobalística
Los principales métodos son; el empleo de un vector vivo que lleve el material
genético a la célula blanco entre ellos virus modificado genéticamente, bacteria del
suelo Agrobacterium tumefaciens, el uso de protoplastos, que son células vegetales
a las que se les ha liberado de la pared celular, La biolística es otro método
difundido, consiste en bombardear las células con partículas metálicas
microscópicas recubiertas del DNA que se desea introducir (Massieu, T. et al. 2001).
2. Maíz.- El maíz resistente al ataque de insectos contienen un gen que codifica una
proteína del Bacillus thuringiensis, que tiene acción insecticida al ser capaz de
unirse a receptores específicos en el tubo digestivo de determinados insectos,
interfiriendo con su proceso de alimentación y causando su muerte. La toxina no
tiene ningún efecto sobre las personas ni sobre otros animales.
Riesgos Potenciales
Según Massieu, T. et al. (2001), exhiben que existen riesgos potenciales, como lo
son riesgos medioambientales, riesgos para la salud y existe un impacto social,
económico y comercial los cuales se explican detalladamente:
1- Riesgos Medioambientales
A corto, medio y largo plazo, incremento de la contaminación química (ej. con las
plantas tolerantes a un herbicida, el agricultor puede usar grandes cantidades de
ese herbicida). Contaminación del suelo por acumulación de la toxina Bt.
A) Humana
B) Animal
Las grandes empresas que desarrollan y comercializan los OGM están patentando
el material genético de los seres vivos, que más bien debería considerarse como
patrimonio de la humanidad. Están creando un monopolio sobre la agricultura y la
alimentación mundial, en un modelo de sociedad donde unos pocos realizan
beneficios a costa del interés de la mayoría y donde se exacerban las diferencias
entre pobres y ricos.
Rodríguez, E. et al. (2003), ostenta que es la tercera empresa semillera más grande
del mundo, a la vez que ocupa el cuarto lugar en agroquímicos, pero es la primera
en cuanto a transgénicos. Sólo 5 empresas controlan el mercado de transgénicos
en el mundo y de estas, la Compañía Monsanto tiene más del 90% del mercado de
las plantas transgénicas; las otras cuatro empresas son Aventis, Syngenta (antes
Novartis), BASF, DuPont y Dow. Estas empresas también producen el 60% de los
plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales que se venden en el mundo.
La mayoría de los transgénicos están diseñados para que tengan que utilizar los
agroquímicos de la misma empresa que los produce. Así venden transgénicos y
agroquímicos, todo en el mismo paquete. Esto es un negocio redondo. Todo ello
deriva en un modelo de dependencia. La idea es que la venta de la semilla, para
que obtenga el mejor resultado, venga acompañada de todo un paquete
tecnológico, que, claro está, lo vende la misma empresa. El objetivo es obligar a la
gente a consumir lo que ellos producen (Sánchez, T. 2008).
Los estudios demuestran que los cultivos de soya “Roundup Ready” de Monsanto
(tolerante al glifosato) tienen una cosecha menor en entre 5 y 10 por ciento,
comparada con las líneas convencionales modernas de soya. Estas variedades de
soya genéticamente modificadas con baja producción cuestan a los agricultores
miles de millones de dólares cada año (Hossain, F. et al. 2004).
Monsanto en Argentina
Según Hossain, F. (2004), demuestra que en Argentina, Monsanto cuenta con una
planta en Zárate (Buenos Aires) desde 1956. Hace doce años realizó una
ampliación, su planta de producción de glifosato pasó a ser la más grande de
América Latina. En 1978 se instaló en Pergamino y, en 1994, sumó una planta en
Rojas (Buenos Aires).
En 1996, el gobierno argentino aprobó la soja transgénica con uso de glifosato. Con
la firma del entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá, la resolución 167 tuvo
luz verde en un trámite exprés: sólo 81 días, y en base estudios de la propia
empresa Monsanto. El expediente, de 146 páginas, carece de estudios sobre
efectos en humanos y ambiente, y sobre todo el Estado argentino no realizó
investigaciones propias sobre los posibles efectos del nuevo cultivo, se limitó a
tomar como propios los informes presentados por la parte interesada (Hossain, F.
2004).
III. CONCLUSIONES
Los productos transgénicos son una vía que puede ayudar a reducir muchos
problemas de la sociedad, ya que beneficia enormemente debido, a que, por
ejemplo, en los alimentos (plantas), les quita sus debilidades haciéndolas más
resistentes a diversos factores externos que perjudican la producción, sin embargo
hay que tener presente que pueden causar algún tipo de respuesta negativa por
parte de quienes consumen estos tipos de productos, por ello hay que tener un
cuidado minucioso y realizar las pruebas necesarias.
IV. BIBLIOGRAFÍA