Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1. INTRODUCCIÓN
Como se sabe, de conformidad con el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, los integres de las Salas Especializadas reunidos en
Pleno Jurisdiccional Nacional, Regional o Distrital pueden concordar la Jurisprudencia
de su Especialidad. Asimismo, conforme al artículo 22° del mismo cuerpo normativo,
las Salas Especializadas de la Corte Suprema de la República ordenan la publicación
de las Ejecutorias que fijan principios jurisprudenciales que han de ser de
obligatorio cumplimiento en todas las instancias judiciales. Igualmente, a tenor
de lo dispuesto por el artículo 301°-A del Código de Procedimientos Penales
incorporado por el D. Leg. 959, las sentencias de la Sala Penal de la Corte Suprema,
sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 12° de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
constituyen precedente vinculante cuando así lo establezcan expresamente.
Previo al análisis propio de la Ejecutoria vinculante hay que tener en cuenta que, al
cometerse un delito, en la mayoría de casos -salvo en los delitos de peligro-, se afecta
simultáneamente dos bienes o intereses tutelados por el Ordenamiento Jurídico (dos
bienes jurídicos) uno constituido por el interés público de la sociedad (o el Estado en
su representación) y otro constituido por el interés privado o particular del titular
específico del bien jurídico u objeto de tutela afectado por la acción delictiva. Como
quiera que cada uno de estos bienes jurídicos afectados tiene distinto titular, surgen
contra el agente del delito, la pretensión punitiva del Estado y la pretensión
1
Nuestro agradecimiento a los Doctores: Walter Javier DELGADO TOVAR y William RABANAL
PALACIOS (ambos distinguidos Fiscales del Ministerio Público), por sus importantes aportes y
sugerencias a la elaboración del presente trabajo.
1
resarcitoria del agraviado (CREUS: 1985. p. 217 y ss.), la pretensión punitiva del
Estado se ejercita judicialmente a través de la correspondiente acción penal y la
pretensión del agraviado a través de la pretensión civil que se inserta en el proceso
penal ya iniciado con el ejercicio de la acción penal.
2
mediatización de la reparación desde la perspectiva del agraviado, quien ya no tendrá
mayor interés en el proceso penal y se perderá el aporte probatorio que puediera
brindar éste para el esclarecimiento de los hechos.
Se entiende por Víctima al sujeto pasivo del daño en general, es decir al titular del
bien o interés jurídico afectado por la conducta delictiva 3. Puede ser el afectado
directo o el que sufre alguna consecuencia secundaria del delito, puede ser el
agraviado o el actor civil en el proceso penal; asimismo, también puede ser el
querellante particular; inclusive puede ser cualquiera de estos sujetos (excepto el actor
civil) aun cuando no hubiesen comparecido en el proceso o cuando ni siquiera exista
proceso o investigación.
Por ofendido debe entenderse específicamente al que sufre la acción delictiva, más
que el daño causado (que genera la pretensión resarcitoria), la ofensa implica
afectación jurídico - penal, es decir, ataque al interés penalmente tutelado. Por ello el
ofendido resulta portador de la pretensión resarcitoria y de la pretensión penal
conjuntamente; por tanto, debemos entender por ofendido, únicamente al querellante
particular (VÁSQUEZ SOTELO: 1994, p. 114), mas no así al agraviado o al actor civil,
quienes son titulare únicamente de la pretensión resarcitoria, correspondiendo al
Ministerio Público la pretensión penal.
3
Se considera a un bien o un interés, porque el objeto de la afectación puede estar determinado por el
propio bien en sí mismo o por algún interés de su titular sobre el bien, en el primer caso, se considera la
esencia intrínseca del bien o su aptitud para satisfacer una necesidad de su titular, y de afectarse ésta,
también se afectará al interés, por ejemplo, cuando se deteriora el bien sustraído; en el segundo caso,
sólo se afecta el interés del titular mas no así la esencia del bien o su aptitud para satisfacer necesidades,
por ejemplo, cuando se sustrae el bien y se priva a su titular de servirse de él.
3
privado de una expectativa válida de un incremento patrimonial o una ventaja
cualquiera (lucro cesante), en la actualidad la moderna doctrina de la responsabilidad
civil usa ambos términos como equivalentes (OSTERLING PARODI: 1985, p. 399) 4.
Este criterio es asumido no sólo por la doctrina sino también por las legislaciones
incluyendo a la peruana. Debiendo precisarse que en este aspecto no debe
diferenciarse el contenido lingüístico de estos términos utilizados en el ámbito civil y el
penal, puesto que el Derecho Penal remite, en este extremo, a los desarrollos del
Derecho Civil.
A. EL AGRAVIADO
4
En el mismo sentido, todos los autores que tratan sobre responsabilidad civil consideran al daño y
perjuicio, y por tanto al agraviado y al perjudicado, como términos equivalentes y siempre hablan de
“daños o perjuicios”. Igual criterio se siguen en las legislaciones, únicamente el Código Civil Mexicano
todavía hace esta diferenciación, pero para referirse al daño emergente y el lucro cesante. En el lenguaje
coloquial, también tiene sentido esta diferenciación al estar contenida en el Diccionario de la Lengua de la
Real Academia Española.
4
herederos en el orden sucesorio correspondiente, cuando se trate de delitos cuyo
resultado sea la muerte del agraviado directo.
La parte o actor civil, es el propio agraviado o sujeto legitimado (caso de los herederos
del agraviado en los delitos de homicidio), que ha comparecido en el proceso penal
ejercitando la acción civil sustentada en la pretensión resarcitoria surgida del delito.
Esto es, para poder comparecer en el proceso penal deberá existir una legitimación
para reclamar la reparación de los daños sufridos por la acción delicitiva. En caso de
concurrencia de peticiones el juez resolverá teniendo en cuenta el orden sucesorio
contenido en el Código Civil o designando apoderado común en caso de legitimación
equivalente.
Asimismo, pueden constituirse en parte civil las asociaciones en los delitos que
afectan intereses colectivos o difusos, cuya titularidad lesione a un número
indeterminado de personas, o en los delitos incluidos como crímenes internacionales
en los Tratados Internacionales aprobados y ratificados por el Perú, siempre que el
objeto social de las mismas se vincule directamente con esos intereses y haya sido
reconocida e inscrita con anterioridad a la comisión del delito objeto del procedimiento.
Igualmente, también puede constituirse en actor civil cualquier persona que hubiera
sufrido un daño como consecuencia del acto delictivo, como el asegurador de un
riesgo de responsabilidad civil; los que sufren un daño como consecuencia de un
vínculo jurídico que lo unía con la víctima del hecho, por ejemplo el que mantenía un
contrato, cuya prestación a cargo de la víctima del delito constituía una obligación
intuito personae, y el hecho delictivo pone a la víctima en la imposibilidad de cumplir
dicho contrato; siempre, claro está, que se trate de un contrato en que la parte que se
considera perjudicada ya hubiese realizado la contraprestación a su cargo, y no exista
la posibilidad de obtener un resarcimiento fuera del proceso penal. Esta afirmación se
sustenta en el artículo l0lº del Código Penal, en cuanto nos remite al Código Civil,
conforme al cual se viabiliza la legitimación de estos terceros. En el mismo sentido se
interpreta la legislación argentina, tal como refiere CREUS “... la ley civil pone esa
acción al alcance no sólo respecto de aquél a quien el delito ha damnificado
directamente, sino respecto de toda persona, que por él hubiese sufrido, aunque sea
de una manera indirecta” (CREUS: 1985. pp. 106 y 107).
5
A diferencia del agraviado, el actor civil, para ser considerado como tal, debe reunir
ciertos requisitos formales, temporales y de fondo, bajo sanción de inadmisibilidad. Por
tanto, es un sujeto formalmente constituido en el proceso penal con la finalidad de
aportar la prueba e impulsar la actividad probatoria necesaria para acreditar su
pretensión resarcitoria y coadyuvar a la acreditación de la responsabilidad penal del
procesado. Además de las facultades que le otorgan su calidad de sujeto procesal,
tiene todos los derechos que se le reconocen al agraviado.
Sin embargo, para que el agraviado pueda constituirse en actor civil, no necesita
someterse a las exigencias formales propias del proceso civil, siendo suficiente que
mediante escrito u oralmente solicite se lo tenga por actor civil, dentro del proceso que
se sigue contra el agente del delito, para que el Juez, previa evaluación de lo
solicitado, -y en su caso previa opinión del Ministerio Público-, admita dicha solicitud
mediante resolución motivada5 . Debiendo determinar previamente, que en efecto,
existen “indicios razonables” de que el solicitante ha sufrido un menoscabo en
alguno de sus bienes jurídicos con la comisión del delito.
Debe quedar claro, sin embargo, que para que el agraviado pueda solicitar,
constituirse en actor civil, es necesario que exista un proceso penal en trámite. Al
contrario, para la iniciación del proceso penal o para su prosecución, no se requiere la
solicitud de constitución en parte civil, existiendo procesos que se inician y concluyen
sin la constitución de parte civil alguna. Esto no quiere decir, que el agraviado no
pueda ejercitar, antes de iniciado un proceso penal todas las acciones tendientes a
viabilizar la formalización de la denuncia penal o para asegurarse que su pretensión
resarcitoria no sea burlada; por lo que puede comparecer ante la autoridad fiscal, ante
El Decreto Legislativo Nº 923, sin observar criterio dogmático alguno así como alejándose del los
principios del debido proceso, establece en su artículo 5º que en casos de delito de terrorismo, el Estado
queda constituido en parte civil por el sólo mérito del apersonamiento del Procurador respectivo, sin que
sea necesaria la previa resolución del Juez para admitir su intervención. Ello claro está, resultaría válido
para su acreditación como agraviado, pero no como actor civil.
6
la policía u otras autoridades y aportar la prueba pertinente respecto a la existencia del
daño, su entidad, su magnitud, etc.
Si bien la legislación vigente (ante la vacatio legis del Código Procesal Penal) no
establece en forma concreta cómo debe ejercitarse la pretensión resarcitoria por el
Ministerio Público, ésta se tiene por interpuesta con la sola formalización de la
denuncia, en la cual se indica quién es el agraviado, o en todo caso, se expresa la
posibilidad de determinarlo durante la secuela procesal.
Sin embargo, el hecho de que el Ministerio Público sea quien ejercite la pretensión
resarcitoria no cambia la naturaleza de la pretensión, únicamente cambia la forma
como ésta se ejercita; tal como refiere CREUS “la circunstancia que el Ministerio
Público esté obligado a accionar civilmente hace que tal cometido se encuadre dentro
de su función pública pero no cambia el carácter de la acción que sigue siendo
privada” (CRUS: 1985. p. 11); aun cuando debemos entender que al referirse a acción,
hace referencia a la pretensión y no propiamente a la acción, ya que por naturaleza
todas las acciones judiciales tienen carácter Público, y lo único que varía es la forma
de su ejercicio.
7
5. LA SENTENCIA PENAL Y LA PRETENSIÓN RESARCITORIA
Como se sabe, por disposición expresa del artículo 101° del Código Penal
concordante con el artículo IX del Título Preliminar del Código Civil, porque así lo
establece la doctrina ampliamente mayoritaria y la legislación comparada (ver al
respecto amplia información en (GÁLVEZ VILLEGAS: 2005), la pretensión reparatoria
proveniente del delito es de naturaleza civil (privada), y por tanto, resulta de aplicación
directa a todo lo concerniente a la misma, el Código Civil y el Código Procesal Civil,
tanto más si se tiene en cuenta la Primera Disposición Complementaria y Final de la
referida norma procesal civil.
Siendo así, debemos tener en cuenta que el Código Civil establece cuáles son las
fuentes de las obligaciones, es decir los supuestos a través de los cuales una persona
queda vinculada frente a otra, estableciéndose entre sí una relación deudor- acreedor.
Dentro de estas fuentes de las obligaciones está la responsabilidad extracontrctual,
entre las cuales, a su vez, se encuentra la obligación resarcitoria nacida del delito.
El deudor, agente del delito (en nuestro caso), sus partícipes y eventualmente el
tercero civil, resultan ser deudores del agraviado por un monto equivalente al total del
daño causado. Si estos deudores cumplieran con resarcir el monto total del daño, la
obligación quedaría extinguida; sin embargo, si no fuera así (como ocurre
normalmente), el agraviado o el Ministerio Público (como se ha visto), demandarán su
cumplimiento en el proceso penal, tal como lo establece la ley penal, procesal penal y
también el artículo 1219° inc. 1) del Código Civil concordante con los artículos I y III del
Título Preliminar del Código Procesal Civil. En este caso, el agraviado se constituirá
en actor o parte civil (demandante); pues necesita acreditar en el proceso penal la
existencia del daño, así como su entidad y magnitud; igualmente, el Ministerio Público
puede incoar la demanda al tener legitimación legal, conforme a su ley orgánica y la
norma procesal penal. Esta demanda resarcitoria concluye con la sentencia
correspondiente, sea absolutoria o condenatoria; en el último caso, si se ha amparado
la pretensión contenida en la demanda, se habrá determinado la existencia, entidad y
magnitud de la obligación resarcitoria, surgiendo desde este momento, una obligación
líquida y exigible a cargo del o los condenados.
En este sentido, una vez que se tiene la sentencia firme, es ésta el único título de
ejecución, y sólo están legitimados para promover su ejecución, de conformidad con
los artículos 690° y 713° de la norma procesal civil, los que aparezcan en la sentencia
con derecho reconocido a su favor. Para dicha promoción, no se requiere condición o
presupuesto alguno, más allá de los requisitos formales exigidos para comparecer
ante la autoridad jurisdiccional.
8
Siendo así, si en la sentencia penal, se ha declarado como acreedor o titular del
derecho a la reparación o indemnización al agraviado que no se ha constituido en
parte civil, en vía de ejecución no es necesario que se constituya en actor o parte civil
no existiendo ningún inconveniente para que dicho agraviado promueva la ejecución
de la sentencia ejercitando su derecho a la tutela jurisdiccional efectiva contenido en la
constitución y en las normas procesales, pues, en la sentencia aparece reconocido su
derecho, y por tanto, resulta de aplicación directa el artículo 690° del Código Procesal
Civil. En este estado del proceso, el actor civil y al agraviado tienen la misma calidad,
ya que la constitución en parte civil sólo tiene importancia mientras se está ventilando
la pretensión resarcitoria en el proceso (antes de la sentencia). Por lo demás, todo
actor civil, será también agraviado, salvo casos de legitimación extraordinaria para
tutelar intereses difusos.
9
B. COMENTARIO A LOS CRITERIOS ESBOZADOS
10
En cuanto al punto d), resulta obvio que al estar reconocido el derecho del agraviado
en la sentencia (título de ejecución), no se puede limitar o condicionar al mismo, lo
contrario, como también resulta obvio, implicaría una afectación al derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva, pues la ejecución de la sentencia es parte integrante de este
derecho fundamental. Esto resulta válido igualmente para el punto e), relativo a la
legitimación del agraviado para recurrir ante la instancia superior, cuando su derecho
contenido en el título de ejecución se vea conculcado.
7
Al respecto, hemos manifestado nuestro criterio contrario al otorgamiento al agraviado de la doble vía
(penal y civil) para solicitar la reparación del daño, pues si en el proceso penal puede comparecer con
todos sus derechos y prerrogativas demandando la reparación del daño, qué justifica otro proceso civil.
Un país tan pobre como el nuestro, con exiguos recursos destinados a la Administración de Justicia, no
puede recurrir a despropósitos como éste, que implican doble gasto de esfuerzos económicos, sociales y
humanos. Lamentablemente, en el nuevo Código Procesal Penal, con criterios desorientados no
correspondientes a nuestra realidad, se incurre en este mismo contrasentido. (GÁLVEZ VILLEGAS:
2005).
11
BIBLIOGRAFÍA
ABUTER CAMPOS, Alejandro: “La Acción Resarcitoria en el Proceso Penal”. Rubinzal y Culsoni, Santa
Fe, Argentina, l985.
ALASTUEY DOBÓN, Carmen: “La reparación a la víctima en el marco de las sanciones penales”.
Tirant lo Blanch, Valencia, 2002.
ALTERINI, Atilio Aníbal: “Límites de la Responsabilidad Civil”. Abeledo Perrot, Buenos Aires, l979.
ARANGÜENA FANEGO, Coral: “Teoría General de las Medidas Cautelares Reales en el Proceso Penal
Español. Bosch, Barcelona, 1991.
ARBULÚ COLLAZOS, David Edgar: “Responsabilidad del Estado por su Función Jurisdiccional”. En
Revista Jurídica del Perú. Año XLIV, No. 61, Abril l992 - diciembre l994.
BUSTAMANTE ALCINA, Jorge: “Teoría General de la Responsabilidad Civil”. Sétima Edición, Abeledo
Perrot, Buenos Aires, l989.
CAFFERATA NORES, José: “El Querellante en los Delitos de Acción Pública y la Constitución
Nacional”. En: Rev. del Colegio de Abogados de La Plata No. 44. p. l65, La Plata, l983.
CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José Luis: “Derecho de Daños”. Bosch, Barcelona, l987.
CREUS, Carlos: “La Acción Resarcitoria en el Proceso Penal”. Rubinzal y Culzoni, Buenos Aires,
1985.
CUPIS, Adriano de: “El Daño. Teoría General de la Responsabilidad Civil”. Traducido de la Segunda
Edición Italiana por Angel Martínez S.; Bosch, Barcelona l975.
DE ANGEL YÁGÜEZ, Ricardo: “Algunas Previsiones sobre el Futuro de la Responsabilidad Civil”.
Civitas, Madrid, l995.
DE ANGEL YÁGÜEZ, Ricardo: “La Responsabilidad Civil”. Universidad de Deusto, Bilbao, l989.
DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis: “Derecho de Daños”. Civitas, Madrid, 1999.
ESER, Albin: “De los Delitos y de las Víctimas”. Ad-Hoc Buenos Aires, l992.
FONT SERRA, Eduardo: “Reflexiones sobre la Responsabilidad Civil en el Proceso Penal”. En Rev. de
Cataluña No. 4, l98l, p. 939, Barcelona, l988
GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino: “La Reparación Civil en el Proceso Penal”.
Segunda edición, Idemsa Lima, 2005.
GAVIRIA LONDOÑO, Vicente Emilio: “Algunos Aspectos Civiles dentro del Proceso Penal”. Tercera
Edición, Universidad Externado de Colombia, 1997.
GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor; CORTÉS DOMÍNGUEZ, Valentín: “Derecho
Procesal Penal”. 2da Edición, Editorial COLEX, madrid, 1997.
GRACIA MARTÍN, Luis: “Estudios de Derecho Penal”. Idemsa, Lima, 2004.
HIRSCH, Hans Joachin: “La Reparación del Daño en el Marco del Derecho Penal Material”. En: De los
Delitos y las víctimas. Ad-Hoc Buenos Aires l992.
HIRSCH, Hans Joachin: “Acerca de la posición de la Víctima en el Derecho Penal y en el Derecho
Procesal Penal”. En: De los Delitos y las víctimas. Ad-Hoc Buenos Aires l992.
MAIER, Julio: “La Víctima y el Sistema Penal” en: De los Delitos y de las Víctimas. Ad-Hoc Buenos
Aires, l992.
MONTERO AROCA, Juan; ORTELLS RAMOS, Manuel; GÓMEZ COLOMER, Juan Luis y MONTÓN
REDONDO Alberto: “Derecho Jurisdiccional”. Tres tomos, Bosch, Barcelona, l994.
OSTERLING PARODI, Felipe: “Indemnización de Daños y Perjuicios”. En Libro Homenaje a José León
Barandiarán, Cultural Cuzco, Lima, l985.
PÉREZ SANZBERRO, Guadalupe: “Reparación y conciliación en el Sistema Penal”. Comares, Granada,
1999.
QUINTERO OLIVARES, Gonzalo; CAVANILLAS MUGICA, Santiago y DE LLERA SUÁREZ-
BÁRCENA Emilio: “La Responsabilidad Civil Ex Delicto”. Aranzadi, Navarra, 2002.
ROIG TORRES, Margarita: “La Reparación del Daño causado por el Delito”. Tirant lo Blanch,
Valencia. 2000.
12
ROXIN, Claus: “La Reparación en el Sistema de los Fines de la Pena” en: De los Delitos y de las
Víctimas. Ad-Hoc Buenos Aires, l992.
RUIZ VADILLO: “La responsabilidad civil derivada del delito: Daño, Lucro, Perjuicio y valoración del
daño corporal”. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1994.
SAN MARTIN CASTRO, César: “Derecho Procesal Penal”. Grigley, Lima, l999.
SAN MARTÍN CASTRO: “La tutela cautelar de las consecuencias jurídicas económicas
del delito”. En Revista Ius et Veritas¸ Nº 25, Lima, 2002.
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María: “Sobre la Relevancia Jurídico – Penal de la realización de actos de
“reparación”. En: Estudios de Derecho Penal. Grijley, Lima, 2000.
SOLÉ RIERA, Jaume: “La Tutela de la Víctima en al Proceso Penal”. J.M. Bosch Editor, Barcelona, l997.
TAMARIT ZUMALLA : “La Víctima en el Derecho Penal”. Aranzadi, Pamplona, 1998.
TAMAYO JARAMILLO, Javier: “La Indemnización de Perjuicios en el Proceso Penal”. lº. Ed.,
Biblioteca Jurídica Dike, 1993.
TERRAGNI, Marco A.: “Culpabilidad Penal y Responsabilidad Civil”. Hammurabi, Buenos Aires, l98l.
URQUIZO OLAECHEA, José: “El Bien Jurídico”. En Rev. Peruana de Ciencias Penales, No. 6, año III,
GC. Ediciones, Lima, l998.
VÁSQUEZ SOTELO, José Luis: “El ejercicio de la Acción Civil en el Proceso Penal”. En: La
Responsabilidad Civil derivada del Delito: Daño, Lucro, Perjuicio y Valor del Daño Corporal”.
Dirigido por Enrique Ruiz Vadillo, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1994
13