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CARATULA

Introducción:

En el siguiente trabajo monográfico nos focalizaremos en el tema “Incidencias colectivas” y


“Derecho del consumidor”, en base a una breve reseña histórica en torno a la evolución plasmada
de éstos, acompañado con las regulaciones (Constitución Nacional Argentina, Código civil y
comercial de la Nación, ley de defensa del consumidor), y en el análisis de los fallos de Corte
Argentina “PADEC c/Swiss Medical S.A. s/nulidad de cláusulas contractuales” en concordancia a
“Halabi” como precedente que generó un quiebre a la hora de plantear cuestiones de incidencia
colectiva, además del análisis de un fallo inédito que se verá más adelante. Y por otro lado, una
mención a como se ve abordado tales temas en algunos paises que conforman el Mercosur.

Historia: Evolución en el Derecho Argentino:

En Argentina, los derechos de los consumidores no formaron parte de la agenda pública hasta
mediados de la década de los 90, cuando el proceso de privatizaciones de los servicios públicos
genero en la sociedad la noción de una identidad colectiva definida por oposición al prestador de
servicios básicos identificado como una “empresa privada”. En este sentido, el individualismo y el
principio de no intervención regían el rol del Estado en las relaciones de consumo, en las que por
hipótesis consumidor y empresario se encontraban en igualdad de condiciones, trajo aparejada
modificaciones en las modalidades de formulación de la oferta y contratación de los mismos. A su
vez las formas tradicionales de contratación, en materia de contratos de consumo, fueron
sustituidas por formas contractuales por adhesión en las que las conversaciones previas entre las
partes contratantes y las cláusulas negociadas cedieron su lugar a cláusulas predispuestas por el
empresario o proveedor que resultaba la parte más fuerte en la contratación.

La primer legislación sobre el tema es la Ley Nacional 24240 de Normas de Protección y Defensa
de los Consumidores (LDC), de 1993, que constituyó un hito central en la promoción de los
denominados derechos de tercera generación, destinada a reglamentar los derechos de los
consumidores plasmados en diversos artículos de la mencionada ley, ofreciendo una mayor
protección frente a las conductas anticompetitivas de los mercados afectando sus intereses
económicos, su dignidad y su buena fe al adquirir un bien o contratar un servicio.
Sin embargo, ello no fue suficiente ya que con el transcurso del tiempo, existía la necesidad de
proteger aun más los derechos de los consumidores, dada la complejidad de los mercados, los
diversos abusos y maltratos de parte de las empresas proveedoras de servicios surgiendo en el año
2008 la primera modificación de la Ley 24240 que fue la Ley 26361, que introduce cambios en la
legislación, incorporándose figuras como el daño punitivo y el daño directo en el artículo 40 bis, lo
que es de importancia ya que proporcionó un cambio sustancial en la defensa de los consumidores
y usuarios.
Esta normativa, es de orden público. Se impone a la voluntad de las partes esdecir, que las partes
no se pueden oponer o renunciar a los derechos y facultades de la norma.Los principios son
específicos porque la interpretación se dirige al consumidor en cuanto a que,es a este a quien
protege. También están las garantías del consumidor en cuánto a los vicios,ya que el que se
beneficia no queda exento de responsabilidad. Encuánto al silencio del consumidor, se tiene
que manifestar fehacientemente; por otro lado es solidaria en cuánto a las responsabilidades.No
es un derecho de excepción pero sus normas son específicas (especiales) y por tanto ante la ley se
prioriza la Ley del Consumidor incluso por encima del las normas del derecho común.Al punto que
en el caso, de las cláusulas abusivas del consumidor se tienen por no escritas,son nulas.
En el año 1994, con la Reforma Constitucional, los derechos de los consumidores adquieren rango
constitucional al ser incluidos en el capítulo II "Nuevos derechos y garantías". Este fue el segundo
gran hito a partir del cual se generó un cambio drástico en el derecho privado: la inclusión de los
derechos de los consumidores y usuarios en nuestra Carta Magna, en su artículo 42, ue instituyó el
derecho de los consumidores y los usuarios a la protección de su salud, su seguridad y sus
intereses económicos, como así también a una información adecuada y veraz, y a condiciones de
trato equitativo y digno. Asimismo, impone a las autoridades la protección de esos derechos
mediante la educación para el consumo, la defensa de la competencia, la calidad y la eficiencia de
los servicios públicos, y la promoción de la constitución de asociaciones de consumidores y de
usuarios, cuya participación será necesaria en los organismos de control.
A los fines de la protección de esos derechos, al igual que los del medio ambiente y los que tienen
incidencia colectiva en general, el artículo 43 habilita la acción de amparo como un medio expedito
y rápido; puede ser ejercida por los afectados, por las asociaciones constituidas a tales fines y por
el defensor del pueblo.
Por último, no podemos dejar de nombrar la reforma del Código Civil de Velez sancionada en
Agosto de 2015, dando inicio al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, que regula los
contratos de consumo en los arts. 1092 a 1122, pero NO DEROGA la Ley 24.240 de Defensa del
Consumidor.
Todas estas normas amparan, protegen y defienden al consumidor, que es el más débil en
larelación de consumo.
Derechos Colectivos: Derecho del Consumidor:

Normativas:
Constitución Nacional:
Conforme a la reforma de 1994, la constitución nacional ha incorporado los llamados derechos de
“tercera generación”, denominados como “derechos colectivos”, en la parte de “Nuevos derechos y
garantias”, en los que se destacan los derechos al medio ambiente y los relativos a derechos del
consumidor y de los usuarios.
En el artículo 41, establece que todo habitante tiene el derecho a gozar de un ambiente sano, y el
deber de preservarlo para generaciones presentes y futuras, a través de acciones que protejan el
medio ambiente, y de sanciones para quien lo dañe.
En cuanto al Estado, además de sancionar normas que obliguen a la preservación, y de dictar
castigos, debe dar informacion y educación ambiental.
Por su parte la protección de usuarios y consumidores, se sitúan en el artículo 42 de la
constitución, surge para subsanar la desifualdad existente en la relación comercial con el
proveedor o prestador de servicios (considerada la parte fuerte o dominante).
Este artículo incluye DERECHOS Y GARANTÍAS. Establece proteccion del consumidor, las garantías a
los competidores, y la transparencia del mercado. Posibilidad de elección y el derecho a variar de
elección, y mercado leal.
La defensa del consumidor se abre en dos campos: el de los derechos patrimoniales (seguridad de
no sugrir daño, intereses económicos, la libertad de elección, el trato equitativo y digno. La mayor
protección cuando en la relacion de consumo se costituya en la pate mas débil) y el de los
derechos personales (la protección de la salud, la seguridad de no sufrir menoscabo en aquella o
en la vida)
Más precisamente:
Derecho a la vida: "afectado por todos los riesgos y peligros que acechan en los servicios". Ej:
electricidad ( no mencionado en este artículo).
Derecho a la protección de la salud: que los productos alimentarios sean inocuos. También
referido a los medicamentos, no ser utilizados como conejillos de indias.
Comprende la protección de la "seguridad e intereses económicos de los consumidores". Esto es
la integridad psicofísica y el derecho a un ambiente sano, prevención de los daños.
Derecho a una información adecuada y veraz, esto incluye el control del Estado en la relación de
consumo, para impedir los abusos de la publicidad.
También garantiza la calidad y eficiencia de los bienes y servicios.
El amparo de los abusos por ej: en la "letra chica".
Por otra parte no podemos dejar de mencionar que en el art. 43, relativo al amparo, en su
segundo párrafo encontramos que “podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley,
la que determinará los requisitos y formas de su organización...”. A través del amparo colectivo se
defienden intereses difusos, que no pertenecen a un sujeto determiado, sino que están
diseminados entre los integrantes de una o varias comunidades.
Ley 24240-26361:
En torno a la LDC, en cuanto a las cuestiones que llevan al analisis de fallos y el trabajo
monográfico, consideramos importantes los artículos que giran en relación al objeto de la norma, y
la relación de consumo, además de la legitimación procesal de las asociaciones de consumidores y
usuarios, es por eso que citamos algunos de ellos:
Art. 1: Tiene por objeto la defensa del consumidor o usuario. aclara que se considerará asimismo
consumidor y usuario a quien sin ser parte de una relación de consumo, como consecuencia o en
ocasión de ella, adquiere o utiliza a título oneroso bienes o servicios como destinatario final; y la
otra a quien de cualquiera manera está expuesto a una relación de consumo.
Art. 3: define a la relación de consumo como el vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor
o usuario.
La ley 24.240 del 93 establecía que la defensa de los consumidores y usuarios estaba basada en
aquellas personas física o jurídica que contratan a título oneroso para su consumo final o beneficio
propio o de su grupo familiar o social. El régimen de protección del consumidor en ésta ley
resultaba contradictorio con la norma constitucional porque mientras ésta extendía su aplicación a
la relación de consumo, la ley lo hacía en el estrecho ámbito del contrato oneroso. Por eso
señalábamos que la ley 26.361 dio un gran paso, en ese sentido.
La nueva ley utiliza un enfoque subjetivo para su aplicación; ya que describe al consumidor como
sujeto protegido y guarda silencio acerca de la aplicación de la relación de consumo, pero éste
resulta aplicable porque la Constitución Nacional lo dispone como área de protección a la relación
de consumo
Art. 52: ...podrán iniciar acciones judiciales cuando sus intereses resulten afectados o
amenazados...En las causas judiciales que tramiten en defensa de intereses de incidencia colectiva,
las asociaciones de consumidores y usuarios que lo requieran estarán habilitadas como
litisconsortes de cualquiera de los demás legitimados por el presente artículo, previa evaluación
del juez competente sobre la legitimación de éstas.
Art. 55: Legitimación. Las asociaciones de consumidores y usuarios constituidas como personas
jurídicas reconocidas por la autoridad de aplicación, están legitimadas para accionar cuando
resulten objetivamente afectados o amenazados intereses de los consumidores o usuarios...

Código Civil y Comercial:


Los arts. 963 y 1094 del CCC determinan el orden de aplicación de las normas, prevaleciendo: a)
Las normas indisponibles de la ley especial y de este código; b) Normas particulares del contrato; c)
Normas supletorias de la ley especiales; d) Normas supletorias de este código.
Conforme al principio de protección al consumidor, y en caso de duda, va a prevalecer la norma
más favorable a el, lo mismo concurre en caso de contratos.
Art. 1902: Se define la relación de consumo, “vínculo jurídico entre un proveedor y un
consumidor”, contractual o no, ampliando asi el ámbito de protección y le legitimación activa. Por
Ejemplo, el caso de una persona que ingresa a un shopping y resbala con una mancha de aceite
que estaba en uno de los pasillos. Aunque no haya contrato, al ingresar al local es, por lo menos,
un antecedente de un futuro contrato de consumo. Aunque no haya contrato, al ingresar al lugar
nace un vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor.
Así, el Art. 1092 (2º Párr.) determina: “Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de
una relación de consumo como consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o
servicios, en forma gratuita u onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo
familiar o social”.
Prácticas abusivas:
Art. 1097: Trato digno: Lo que no significa que se trate solo de dirigirse de manera educada o
respetuosa al consumidor, sino que también implica el no hacerle perder tiempo
innecesariamente, porque se considera que el desprecio del tiempo del otro implica rebajo en la
dignidad.
La abstención de conductas como publicidades que ridiculicen a los consumidores, y las
intimaciones de deuda en el trabajo.
Art. 1098: Trato equitativo y no discriminatorio: Por ejemplo, en el supuesto en que los
proveedores deben aplicar los mismos intereses que cobran en concepto de punitorios a los que
deben pagar, cuando tienen que devolver sumas cobradas de mas, indebidamente.
Art. 1099: Libertad de contratar: Estan prohibidas las practivas que limitan esta libertad, en
especial las que subordinan la provision de productos o servicios a la adquisicion simultanea de
otros. Ej.: Paquetes bancarios, la imposicion de una tarjeta de credito adicional a la compra de un
equipo, etc.
Las cláusulas abusivas son aquellas estipulaciones, disposiciones o normas contractuales, donde el
consumidor o el usuario no tiene margen o espacio de negociación, es decir vienen impuestas, lo
que implica que aquél ni las consiente expresamente ni puede modificar sus características,
colisionan con las normas de la buena fe perjudicando al consumidor o usuario y generan un
desequilibrio relevante a favor de la parte que las ha impuesto y en contra del consumidor o
usuario.
Incidencia Colectiva:

El artículo 43 de la CN –incorporado en la reforma constitucional de 1994– establece que el


afectado, ciertas clases de asociaciones y el Defensor del Pueblo se encuentran legitimados para
interponer una acción de amparo contra “cualquier forma de discriminación, y en lo relativo a los
derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los
derechos de incidencia colectiva en general”. Esta disposición produjo un cambio sustancial en la
estructura constitucional argentina en la medida en que reconoció el derecho a accionar
judicialmente a sujetos potencialmente distintos de los afectados en forma directa por el acto u
omisión que, en forma actual o inminente, lesiona, restringe, altera o amenaza, con arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta, derechos o garantías reconocidos por la Constitución, un tratado o la ley.
Esta legitimación anómala que surge del art. 43 de la CN se encuentra circunscripta a la tutela de
derechos de incidencia colectiva. Por ello, a los fines de evaluar la admisibilidad de toda acción
iniciada por el Defensor del Pueblo o asociaciones en el marco del art. 43 de la CN, debe
necesariamente examinarse si en el caso concreto está en juego un derecho de incidencia colectiva
o no, ya que ninguno de estos sujetos podrían accionar en defensa de derechos subjetivos
puramente individuales.
También hay que entender que cuando existe lesión a un derecho de incidencia colectiva y la
pretensión recae sobre el aspecto colectivo, corresponde prioritariamente la reposición al estado
anterior al hecho generador.
En los derechos de incidencia colectiva el bien afectado es colectivo, el titular del interés es el
grupo y no un individuo en particular y en ellos puede existir una legitimación difusa en cabeza de
uno de los sujetos que integran el grupo (interés difuso), de una asociación que tiene
representatividad en el tema (interés colectivo) o del Estado (interés público). No existe norma
similar en el Derecho Comparado.
A los fines de la configuración de la legitimación colectiva, corresponde, como regla general,
invocar y acreditar la concurrencia de tres requisitos: a) una causa fáctica común, esto es, “…la
existencia de un hecho único o complejo que causa una lesión a una pluralidad relevante de
derechos individuales”; b) una pretensión procesal enfocada en el aspecto colectivo de los efectos
de ese hecho, es decir, “la existencia de causa o controversia, en estos supuestos, no se relaciona
con el daño diferenciado que cada sujeto sufra en su esfera, sino con los elementos homogéneos
que tiene esa pluralidad de sujetos al estar afectados por un mismo hecho”; c) la constatación de
que el ejercicio individual no aparece plenamente justificado (Consid. 13°) la tutela de los derechos
de incidencia colectiva comprende no sólo la tutela de los bienes colectivos, sino también los
bienes individuales homogéneos.
Se atribuye legitimación activa según el segundo párrafo del art 43, al afectado, a las asociaciones
y al Defensor del Pueblo.
"El punto de partida en esta materia es el de que, por principio, la cosa juzgada alcanza tan sólo a
los que han litigado; quienes no han sido partes en el juicio anterior no son afectados por ella”.
No solamente el amparo: Si se considera al art. 43 referido a la más restrictiva de las vías
judiciales, el amparo, de allí se sigue, a fortiori, que la legitimación así ampliada asimismo es
aplicable a los juicios de conocimiento. La Corte Suprema admitió que el derecho del art. 43 puede
ejercitarse tanto por la vía del amparo como por la acción declarativa,1 y la Sala IV, aclaró que ese
derecho se aplica a otros juicios sumarísimos y al juicio sumario, y que puede igualmente
tramitarse como ordinario: “También abona la tesitura precedentemente esbozada la doctrina de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación según la cual la acción prevista en el art. 43 de la
Constitución Nacional y en la ley 16.986 no es la única, exclusiva o ineludible para la salvaguarda
de derechos y garantías constitucionales o legales, en tanto se admite que la tutela de los derechos
y facultades constitucionales puede canalizarse por vías procesales que no se limitan a la
específicamente reglada en la ley 16.986; y que, en el caso de que las cuestiones en juego
exigiesen una mayor amplitud de debate y prueba, puede disponerse la sustanciación conforme al
trámite previsto para el juicio sumario o el ordinario ”. 2 El mismo criterio de la Sala IV fue
adoptado por la V:3 “tales previsiones” (“una propuesta del órgano competente en la materia y su
debate en audiencia pública”) “no son sino el correlato sectorial de los derechos de incidencia
colectiva reconocidos en el art. 42 de la Constitución Nacional.”
No existe obligación de interponer una acción de amparo, sino sólo el derecho a hacerlo. Quien no
quiere utilizar la acción de amparo puede prescindir de ella y utilizar entonces las demás vías que
el ordenamiento procesal en cada caso le otorga. Imponer la “obligatoriedad” del amparo para el
resguardo del derecho constitucional previsto en el art. 42 u otros (36, etc.) de la Constitución
Nacional implicaría quitarle toda acción cuando su derecho no fuera afectado en forma manifiesta,
lo que resulta jurídicamente inaceptable.
Análisis de Fallos:
Fallo de clase: PADEC c/Swiss Medical S.A. s/nulidad de cláusulas contractuales.
Hechos: la asociación PADEC (PREVENCIÓN, ASESORAMIENTO Y DEFENSA DEL CONSUMIDOR )
interpuso demanda contra Swiss Medical S.A. con el objeto de declarar la ineficacia de las cláusulas
contenidas en el contrato tipo que vincula a la empresa con sus afiliados, en cuanto contemplan el
derecho de aquella a modificar unilateralmente las cuotas mensuales y los beneficios de los planes
que ofrece, además de eximirla de responsabilidad por daños y perjuicios derivados de la
impericia, culpa, dolo, imprudencia o negligencia de sus prestadores, así como de la
responsabilidad por la suspensión de servicios.
La actora fundó su legitimación en los arts. 52 y 53 de la ley 24240 y en los arts. 42 y 43 de la
Constitución Nacional, sobre la base de que estaba en juego un derecho de incidencia colectiva,
más allá de los intereses individuales de los consumidores del servicio de medicina prepaga
prestado por la demandada.
1º instancia: el juez de primera instancia hizo lugar a la excepción de falta de legitimación activa
opuesta por la demandada y rechazó la demanda.
Cámara Nacional de apelaciones en lo Civil: confirmó el rechazo. El tribunal a quo consideró que
el derecho invocado por la actora no constituía un derecho de incidencia colectiva, ya que los
intereses involucrados eran patrimoniales y divisibles cuya homogeneidad era aparente. Entendió
que la afectación de derechos subjetivos proyectada a un grupo determinado de personas no
necesariamente conllevaba a un derecho de incidencia colectiva, sino a una sumatoria de derechos
subjetivos y que correspondía al interesado el ejercicio y tutela de sus derechos. Por lo tanto la
falta de legitimación de la actora era a consecuencia de la falta de homogeneidad de los intereses
en juego. La actora interpuso recurso extraordinario, que fue concedido, quedando sin efecto la
sentencia apelada.
Fundamentos de la CSJN: El objeto de la pretensión ha quedado limitado a la supresión de los
aumentos ya dispuestos en virtud de la cláusula contractual que originalmente habilitaba a la
demandada a aumentar el valor de las cuotas mensuales que abonaban los afiliados. Si se
confirmara la sentencia, PADEC se vería impedida de iniciar otro juicio sobre esta materia como
consecuencia de su falta de legitimación decidida por el a quo.
Existe cuestión federal toda vez que se discute la inteligencia a asignar a los arts. 42 y 43de la
Constitución Nacional. A los efectos de evaluar la legitimidad de quien deduce una pretensión
procesal, primero hay que evaluar cuál es la naturaleza jurídica del derecho cuya tutela se procuró
mediante la acción deducida, quienes están autorizados para articularla, bajo qué condiciones
puede resultar admisible y cuáles son los efectos que derivan de la resolución que se dicte. Se
delimitaron tres categorías de derechos tutelados:
1. individuales.
2. de incidencia colectiva.
3. incidencia colectiva referente a intereses individuales homogéneos.
“Esta última categoría se encuentra admitida en el segundo párrafo del art. 43 de la
Constitución Nacional e incluye, los derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones
al ambiente y a la competencia, a los derechos de los usuarios o consumidores y a los derechos de
los sujetos discriminados.
En estos casos puede no haber un bien colectivo involucrado, ya que se afectan derechos
individuales enteramente divisibles. Sin embargo hay un hecho, único o continuado, que provoca la
lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una causa fáctica homogénea
Ese dato tiene relevancia jurídica porque en tales casos la demostración de los presupuestos de la
pretensión es común a todos esos intereses, excepto a lo que concierne al daño que
individualmente se sufre. Hay homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar
razonablemente la realización de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él
se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del
daño” inciso 12, fallo Halabi.
La procedencia de este tipo de acciones requiere la verificación de una causa fáctica común, una
pretensión procesal enfocada en el aspecto colectivo de los efectos de ese hecho y la constatación
de que el ejercicio individual no aparece plenamente justificado.
También procederá cuando aún se trate de derechos individuales, exista un fuerte interés estatal
en su protección, sea por su trascendencia social o en virtud de las características de los sectores
afectados. Se debe comprobarse la existencia de un hecho único o complejo que cause lesión a
una pluralidad relevante de derechos individuales.
La pretensión debe estar concentrada en los efectos comunes y no en las peticiones individuales.
Otro elemento es que se pueda ver dificultad el acceso a justicia dado que el interés individual no
justifique la promoción de una demanda. Por lo tanto cabe concluir que el derecho que procura la
actora es de incidencia colectiva, referido a intereses individuales homogéneos. Como así también
que la cláusula del contrato que contempla el derecho a modificar unilateralmente las cuotas
mensuales, consistiría un hecho único susceptible de causar una lesión al derecho de una
pluralidad de sujetos. Así mismo estas cláusulas se consideran como “efectos comunes” para todos
los sujetos afectados dado que alcanzan por igual a todos los afiliados.
La protección judicial no se reduce al amparo sino que puede extenderse a otras vías procesales
por lo tanto el hecho de que se haya demandado por la vía de un proceso ordinario no obstaculiza
la aplicación de criterios expuestos en el fallo “Halabi” dado que la Constitución legitima el
ejercicio de acciones apropiadas para la defensa de intereses colectivos con prescindencia de las
figuras expresamente diseñadas en él. Por todo lo expuesto, y habiendo dictaminado la
Procuración General de la Nación, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin
efecto la sentencia apelada.
Con firmas de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Highton de Nolasco, Petracchi, Zaffaroni, Maqueda,
Argibay
se instruyó al magistrado de primera instancia para que encuadrara el trámite del proceso como
una acción colectiva (en los términos del articulo 43 de la Constitución Nacional y del artículo 54
de la ley 24.240) y, entre otros recaudos, arbitrara un procedimiento apto para garantizar la
adecuada notificación de todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el resultado
del litigio, de manera de asegurarles tanto la alternativa de optar por quedar fuera del pleito como
la de comparecer en el como parte o contraparte.
El juez Petracchi, en su voto, destacó que el art. 42 de la Constitución Nacional, según la reforma
de 1994, confiere a los consumidores y usuarios de bienes y servicios el derecho a la protección de
sus intereses económicos, mientras que el art. 43 amplía el espectro de sujetos legitimados para
demandar incluyendo a las asociaciones que propendan a esos fines. Sostuvo que PADEC se
hallaba legitimada en la causa de acuerdo al objeto previsto en su estatuto, y que si bien había
promovido la demanda en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor, tal demanda era
igualmente apta a los fines pretendidos dada su analogía con la acción de amparo contemplada en
el citado art. 43 de la Constitución.
La jueza Argibay, a su vez, después de poner de relieve el reconocimiento constitucional de los
derechos de consumidores y usuarios de bienes y servicios, y la ampliación de los sujetos que en
cierta medida pueden demandar su protección (arts. 42 y 43 de la Constitución según la reforma
de 1994), subrayó que la Ley de Defensa del Consumidor prevé claramente que una asociación de
usuarios y consumidores -como PADEC- esta legitimada para iniciar “acciones de incidencia
colectiva” en defensa incluso de intereses individuales y divisibles de los miembros de cierto
grupo, aun cuando puedan existir otros miembros del grupo con intereses de signo contrapuesto al
defendido por las asociación, a punto tal que contempla la posibilidad de que estos últimos
queden al margen de la sentencia a dictarse mediante una oportuna petición de exclusión.
Antecedente importante: Fallo Halabi ("Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/
amparo ley 16.986").
Ernesto Halabi, letrado en causa propia, promovió acción de amparo contra el Estado Nacional
tendiente a obtener la declaración de inconstitucionalidad de la ley 25.873 (arts. 1° y 2°) y su
decreto reglamentario 1563/04. Entendió que esas disposiciones vulneraban las garantías
consagradas en los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional por autorizar la intervención de
comunicaciones telefónicas y por Internet en cualquier caso y sin mediar justificación bastante.
Consideró así vulnerada su privacidad e intimidad como usuario, y menoscabado el privilegio de
confidencialidad en las comunicaciones con sus clientes. En prieta síntesis, las normas
cuestionadas imponen a los prestadores de servicios de telecomunicaciones la captación y
derivación de las comunicaciones que transmiten, para su observación remota a requerimiento del
Poder Judicial o del Ministerio Público, de acuerdo con la legislación vigente, así como registrar y
sistematizar datos filiatorios de sus usuarios, y los registros de tráfico de comunicaciones cursadas
por los mismos, conservando la información por diez años. En primera instancia se hizo lugar a la
pretensión del actor. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal,
a través de su Sala II, confirmó ese pronunciamiento y estableció que la inconstitucionalidad
declarada tendría efectos “erga omnes”, como derivación lógica de admitir el carácter colectivo de
la controversia. Así, la solución debía alcanzar a todos los usuarios que se encontraran en la misma
condición que el actor.
El Estado Nacional interpuso recurso extraordinario agraviándose de los efectos “erga omnes”
atribuidos a la sentencia. Sostuvo que se hizo incorrecta aplicación del art. 43 de la Constitución
Nacional ya que la circunstancia de afectarse derechos colectivos no autoriza a dictar una
sentencia con alcance general cuando quien acciona no es el Defensor del Pueblo ni una asociación
de consumidores o usuarios.
El Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y la Federación Argentina de Colegios de
Abogados adhirieron a los planteos del actor. Asimismo, la Corte convocó a audiencia pública
informativa en la que interrogó a las representaciones letradas de las partes.
El Máximo Tribunal entendió admisible el remedio federal por ponerse en cuestión la inteligencia
del art. 43 de la Constitución Nacional. Por lo demás, advirtió en el caso repercusión institucional
por exceder el mero interés de las partes y repercutir la cuestión en un importante sector de la
comunidad. Esos fueron pues los límites dentro de los cuales se abocó la Corte a revisar lo decidido
por la segunda instancia ordinaria.
Respecto de los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos identificó
dos elementos de calificación “prevalentes”. En primer lugar, la petición debe tener por objeto la
tutela de un bien colectivo. Se concede una legitimación extraordinaria para reforzar su protección,
pero en ningún caso existe un derecho de apropiación individual sobre el bien ya que no se hallan
en juego derechos subjetivos. Estos bienes no pertenecen a la esfera individual sino social y no son
divi-sibles en modo alguno. En segundo lugar, la pretensión debe ser focalizada en la incidencia
colectiva del derecho. Cuando se ejercita en forma individual una pretensión procesal para la
prevención o reparación del perjuicio causado a un bien colectivo, se obtiene una decisión cuyos
efectos repercuten sobre el objeto de la causa petendi, pero no hay beneficio directo para el
individuo que ostenta la legitimación. La tutela de los derechos de incidencia colectiva sobre
bienes colectivos corresponde al Defensor del Pueblo, a las asociaciones y a los afectados, y debe
ser diferenciada de la protección de los bienes individuales, sean patrimoniales o no, para los
cuales hay una esfera de disponibilidad en cabeza de su titular.
En los derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos no se
afecta un bien colectivo sino derechos individuales enteramente divisibles. Sin embargo, hay un
hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una
causa fáctica homogénea. “Hay una homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar
razonable la realización de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se
dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño”.
La CSJN en la causa Halabi expuso que en materia de legitimación procesal era necesario delimitar
tres categorías de derechos:
a) los individuales, o de derecho subjetivo, que seria la regla general en materia de legitimación.
Se basan en derechos divisibles, no homogeneos, ejercidos por el titular del derecho, protegidos
por el párrafo primero del art. 43 de la CN.
b) Los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, basados en
derechos indivisibles, que pertenecen a toda la comunidad, y son ejercidos por el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que concentran el interés colectivo.
C)Los derechos de incidencia colectiva sobre intereses individuales homogeneos. No hay un bien
colectivo, es por eso que se ve afectado un derecho individual divisible, pero hay un hecho unico y
repetido o continuado, lo que sería una homogeneidad fáctica y normativa, lo que lleva a
considerar razonable que se realice un solo juicio con efectos expansivos a la cosa juzgada.
La Constitución establece en su art. 43, segundo párrafo, que la acción de amparo en lo referente
“a los derechos de incidencia colectiva en general” (incluyendo explícitamente “los derechos que
protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor” y “cualquier forma de
discriminación”) tiene tres tipos de legitimados activos: a) el propio afectado (cuando demanda
por sus derechos como usuario de los servicios públicos conforme el art. 42 ), b) el Defensor del
Pueblo, c) “las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que
determinará los requisitos y formas de su organización.”2 d) A estos tres supuestos
constitucionales corresponde agregar un supuesto legal adicional previsto en la ley de defensa del
consumidor, el ministerio público.

Fallo Inédito:
“Unión de Usuarios y Consumidores c/ Telefónica de Argentina S.A. s/ Sumarísimo”.
La presente contienda negativa de competencia se origina en la demanda que promovió la Unión
de Consumidores de Argentina (asociación civil inscripta en el Registro Nacional de Asociaciones
de Consumidores) en los términos de los arts. 52 de la ley 24.240 y 51 de la ley 25.156, contra
Telecom Argentina S.A., Telefónica de Argentina S.A. -así como contra quien. resulten ser
accionistas de ambas empresas- y el Estado Nacional, a fin de obtener que se deje. sin efecto la
operación de concentración económica autorizada por la resolución 148/1 O de la Secretaría de
Política Económica del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, la cual -a su entender- se
encuentra prohibida por la ley de defensa de la competencia y resulta violatoria de la Constitución
Nacional y de la ley de defensa del consumidor.
el juez a cargo del Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial Federal N° 5 declaró su incompetencia
para conocer en estas actuaciones. la Cámara Nacional en lo Penal Económico (sala B) también se
declaró incompetente, al entender que en autos no se verificaba ninguno de los supuestos
respecto de los cuales la ley de defensa de la competencia le atribuía competencia para intervenir
como tribunal de alzada, ni dicho texto legal preveía la intervención de los juzgados de primera
instancia en lo penal económico para tramitar denuncias o demandas relacionadas con esa
materia; Por ello, dispuso devolver los autos al juez en lo civil y comercial federal. Este último
consideró planteado el conflicto de competencia y, en consecuencia elevó la causa a V.E. para que
dirima la contienda, por intermedio dela cámara del fuero. la Unión de Consumidores de Argentina
inició la demanda de autos en resguardo de los derechos de los usuarios y consumidores, que
considera lesionados a raíz de la autorización otorgada por la resolución 148110 de la Secretaría de
Política Económica del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas a la operación de concentración
económica por la cual Telefonica S.A, paso a ser controlante de Telecom Argentina S.A., situación
que produce efectos competitivos en el mercado de las telecomunicaciones, por lo que pide, se
deje sin efecto aquel acto administrativo. Pretende que Telefonica de Argentina S.A., Telecom
Argentina S.A. y el Estado Nacional indemnicen a los usuarios y consumidores en forma solidaria,
por los daños y perjuicios que pudieran haber
sufrido como consecuencia de la operación cuestionada. no obsta la circunstancia de que el
conflicto negativo de competencia haya quedado trabado entre un juez nacional en lo civil y
comercial federal y la Cámara Nacional en lo Penal Económico, pues es conocida la atribución
excepcional de que goza la Corte -como órgano supremo de la magistratura-, de declarar la
competencia de un tercer magistrado que no intervino en la contienda.
Opino, por tanto, que este proceso debe continuar su trámite ante la justicia nacional en lo
contencioso administrativo federal.
Autos y Vistos: De conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, se declara que
resulta competente para conocer en las actuaciones la justicia nacional en lo contencioso
administrativo federal, a cuyo fin, remítase la causa a la cámara de apelaciones de dicho fuero.
Hágase saber al Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal n° 5, por
intermedio de la Sala I de la cámara de apelaciones de dicho fuero y a la Sala B de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico. CARLOS S. FAYT - RICARDO LUIS LORENZETTI -
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - ENRIQUE S. PETRACCHI - E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN M.
ARGIBAY -
Se pretende la condena a la demandada a abonar a los usuarios que hayan sufrido interrupciones
en el servicio por más de tres días, el importe equivalente al doble del valor proporcional del
abono correspondiente a los días sin prestación, tal lo previsto en el reglamento del servicio.
La sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal había confirmado la sentencia
de primera instancia que entendió que la asociación actora no tenía legitimación activa para
perseguir la reparación de daños esencialmente individuales, los que consideró no se encontraban
dentro de los derechos de incidencia colectiva previstos en el artículo 43 CN. A la vez, la Cámara
entendió que el art. 54 LDC en su texto modificado por la ley 26.361, no resultaba de aplicación al
caso puesto que la actora pretendía representar “intereses de carácter individual”.
Al igual que en la anterior sentencia, todos los jueces de la Corte remiten a los fundamentos y
conclusiones de la causa “PADEC” (considerando 4°, y votos concurrentes de los jueces Petracchi y
Argibay), subrayando la mayoría la naturaleza de los derechos involucrados en el caso, a los que
consideran como de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos, dándose
los supuestos de viabilidad de la pretensión conforme las pautas fijadas en “Halabi”. Asimismo se
indica que debe darse intervención al Ministerio Público en función de lo establecido por los
artículos 25 inc. a y 41 de la Ley 24.946 y 52 de la LDC.
El art. 42 sienta el principio general de la libertad de elección y junto con el 43 el derecho “a la
defensa de la competencia.” El mismo art. 42 en su segundo párrafo establece que todas las
autoridades (por ende tanto legislativas como administrativas y en su defecto judiciales), deben
proveer lo necesario al “control de los monopolios naturales y legales.” En esto la Constitución está
a tono con los nuevos principios supranacionales del derecho administrativo europeo, que son
precisamente el “derecho de la competencia” o competition law, dentro del
cual se encuadran el control de los monopolios, la prohibición de abuso de posición dominante, la
prohibición de determinadas ayudas estatales, etc.
Aunque no haya abuso de poder dominante, el monopolio vuelve a ser una figura que genera por
sí, constitucionalmente, la defensa de los usuarios y consumidores.
La tendencia es que tales monopolios sean llevados hacia la libre competencia, eliminando los que
no tengan sustento fáctico suficiente. Ello nace del sistema constitucional.iv
“Unión de Usuarios y Consumidores c/ EN -SC- resol. 2925/99 y otros s/ proceso de conocimiento”.
Aquí la demanda fue dirigida contra el Estado Nacional -Secretaría de Comunicaciones-, y las
empresas Telefónica de Argentina S.A. y Telecom Argentina Stet France Telecom S.A., con el objeto
de que se deroguen los Anexos I y II de la resolución 2925/99 que posibilitaban el cobro a los
usuarios del servicio telefónico del servicio de “información detallada de factura”, el cese
inmediato del aludido cobro, el reintegro de las sumas percibidas en tal concepto, y la
disponibilidad de esa información de manera gratuita a todos los usuarios que no se opusieran a
recibirla.
En este caso, la Sala IV de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal
confirmó la resolución de primera instancia que rechazó la excepción de falta de legitimación
activa de la asociación actora interpuesta por las demandadas. No obstante, el tribunal de alzada
dejó en claro que entendía que las asociaciones de consumidores no poseen legitimación para
demandar por intereses particulares e individuales de los consumidores, pero que en el caso sí
existía legitimación puesto que, de conformidad con lo previsto por los artículos 52, 55 y 56 de la
Ley 24.240, sí podían demandar que se aclare el alcance de la obligación de brindar la información
prevista en el artículo 4 de esa norma (texto según Ley 26.361) puesto que esta cuestión no
dependía de la situación individual de cada uno de los usuarios. Con ello, una asociación podía
eventualmente obtener una orden judicial para que se cumpliera con esa obligación. Por el
contrario, la CS, consideró que también aquí se encontraban involucrados derechos de incidencia
colectiva referentes a intereses individuales homogéneos, dándose los presupuestos para la
viabilidad de su juzgamiento colectivo. Igualmente se ordenó la intervención del Ministerio
Público.

Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional. Fecha: 01/06/2000.


Hechos: Un grupo de entidades no gubernamentales que desarrollan actividades contra la
epidemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, promovieron acción de amparo a fin de
obligar al Estado Nacional a cumplir con la asistencia, tratamiento, rehabilitación y suministro de
medicamentos a los enfermos que padezcan aquella dolencia. Contra la decisión de la Cámara que,
al confirmar la del a quo hizo lugar a lo solicitado, interpuso el Estado nacional recurso
extraordinario. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, confirmó la sentencia
apelada.
Si bien los gastos que demanda el cumplimiento de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798 deben
ser solventados por la Nación y por las provincias, ello no supone que el
Estado federal haya delegado la responsabilidad del cumplimiento del mencionado régimen -en el
caso, no se suministraron los medicamentos en forma oportuna-, declarado expresamente de
interés nacional (del dictamen del procurador general que la Corte hace suyo).
Aunque los medicamentos para los enfermos de SIDA -de acuerdo a la ley de Lucha contra el SIDA
23.798 se distribuyan a través de los gobiernos locales, el Estado Nacional es el responsable del
cumplimiento de la ley frente a terceros, sin perjuicio de la responsabilidad que cabe a las
jurisdicciones provinciales o instituciones privadas (del dictamen del procurador general que la
Corte hace suyo). La responsabilidad del Estado, en su condición de autoridad de aplicación que
diseña el plan de distribución de los medicamentos para los enfermos de SIDA -ley de Lucha contra
el SIDA 23.798, no se agota con las entregas, sino que debe velar por su correcto cumplimiento,
asegurando la continuidad y regularidad del tratamiento médico (del dictamen del procurador
general que la Corte hace suyo). Procede el recurso extraordinario contra la acción de amparo por
la que se ordenó al Estado nacional suministrar medicamentos para los enfermos de SIDA -en los
términos de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798, toda vez que se ha cuestionado la inteligencia y
aplicación de una norma federal y la decisión recaída en la causa ha sido adversa a las pretensiones
del recurrente (del dictamen del procurador general que la Corte hace suyo). Las autoridades
sanitarias de la Nación, conforme al art. 4º de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798, deben aplicar
métodos que aseguren la máxima calidad y seguridad, deben desarrollar programas destinados a
la detección, investigación, diagnóstico, tratamiento, prevención y rehabilitación de la enfermedad,
gestionando los recursos para su financiación y ejecución (del voto de los doctores Moliné
O’Connor y Boggiano). El art. 8º de la ley de Lucha contra SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627) establece
el verdadero alcance de las medidas enumeradas en su art. 4º, al señalar que las personas
infectadas tienen el derecho a recibir asistencia adecuada, reflejada -en el caso- a través del
suministro continuo y oportuno de los medicamentos (del voto de los doctores Moliné O’Connor y
Boggiano). El Estado nacional está obligado a proteger la salud pública -en el caso, a través del
suministro oportuno de medicamentos de los enfermos de SIDA-, pues el derecho a la salud está
comprendido dentro del derecho natural de la persona humana preexistente a toda legislación
positiva que, obviamente, resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (del voto
de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano). El Estado nacional, en su carácter de autoridad de
aplicación de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627), es responsable del
cumplimiento de dicha norma -en el caso, a través del suministro oportuno de medicamentos de
los enfermos de SIDA- en todo el territorio de la República, sin perjuicio de que los gastos que
demande tal cumplimiento sean solventados por la Nación y los presupuestos provinciales (del
voto de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano). Las asociaciones cuyos estatutos incluyen la
protección y asistencia de los enfermos de SIDA están legitimadas para interponer la acción de
amparo tendiente a obtener del Estado Nacional el suministro oportuno de medicamentos para
aquéllos -en los términos de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627)-, pues el art. 43
de la Constitución Nacional reconoce legitimación a sujetos potencialmente distintos a los
directamente afectados (del voto de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano). El propósito
preeminente que inspiró el dictado de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627) fue la
protección de la salud pública, de modo que la problemática de dicha enfermedad -en el caso, no
se suministraron oportunamente medicamentos- no se circunscribe a una provincia en particular o
a varias de ellas sino que afecta a la vasta extensión de nuestro país (del voto del doctor Vázquez).
La decisión de dejar en manos del Ministerio de Salud y Acción Social la fiscalización y control de la
ley de Lucha contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627) recalca el objetivo de afianzar la salubridad en
todo el territorio nacional, lo cual no implica desconocer que la ejecución de la norma en cada
jurisdicción estará a cargo de las respectivas autoridades sanitarias, a cuyos fines podrán dictar las
normas complementarias (del voto del doctor Vázquez). Si bien los gobiernos locales son
responsables directos y primarios en la adopción de las medidas indispensables para que los
enfermos de SIDA puedan recibir una atención digna -en los términos del art. 8º de la ley de Lucha
contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627)-, el Estado Nacional asumió la coordinación en la
implementación de dicho programa y es responsable por cualquier incumplimiento -en el caso,
suministro tardío de medicamentos- en que incurra (del voto del doctor Vázquez). Frente al
incumplimiento concreto y probado de los gobiernos locales en el suministro oportuno de
medicamentos para los enfermos de SIDA, el gobierno nacional debe responder frente a los
damnificados, sin perjuicio de realizar el reclamo pertinente a las provincias, pues tal distribución
de responsabilidad guarda concordancia con el objeto de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798
(Adla, L-D, 3627), que es establecer un sistema eficiente que garantice la protección y recuperación
de los enfermos que padecen dicho mal (del voto del doctor Vázquez). Es inadmisible, en los
términos del art. 280 del Cód Procesal, el recurso extraordinario interpuesto contra la acción de
amparo por la que se ordenó al Estado Nacional suministrar medicamentos para los enfermos de
SIDA -en los términos de la ley de Lucha contra el SIDA 23.798 (Adla, L-D, 3627)- (del voto en
disidencia de los doctores Nazareno, Fayt y Petracchi).
Por ello, se declara formalmente admisible el recurso extraordinario parcialmente concedido a fs.
614, y se confirma la sentencia apelada. Con costas.- Julio S. Nazareno (en disidencia). – Eduardo
Moliné O’Connor (según su voto). – Carlos S. Fayt (en disidencia). – Augusto C. Belluscio. – Enrique
S. Petracchi (en disidencia). – Antonio Boggiano (según su voto). – Guillermo A. F. López. Gustavo
A. Bossert.- Adolfo R. Vázquez (según su voto).v
Derecho comparado:

De Argentina examina el amparo colectivo previsto en el artículo 43 de su Constitución, el proceso


ambiental y el proceso sobre conflictos de consumo. De Brasil estudia las acciones para la tutela de
los intereses difusos y colectivos, así como de los individuales homogéneos, que regula el Código
de Defensa del Consumidor de 1990.
Los lineamientos de la legislación brasileña se han proyectado al Código Modelo de Procesos
Colectivos para Iberoamérica y a los derechos de Chile y México. En Colombia, los intereses
colectivos se defienden mediante las acciones populares y el equivalente a los intereses
individuales homogéneos, mediante las acciones de grupo.
En Brasil:
El origen fundamental de las acciones colectivas en Brasil se encuentra en la Constitución de la
República de 1934, cuyo artículo 113, numeral 38, dispuso que cualquier ciudadano sería parte
legítima para demandar la declaración de nulidad o anulación de actos lesivos al patrimonio de la
Unión, de los estados o de los municipios. Esta acción popular fue suprimida en 1937, pero fue
reintroducida en 1946. Fue reglamentada en la Ley 4.717, de 19 de junio de 1965. El artículo 5o.,
fracción XXIII, de la Constitución de 1988 establece que cualquier ciudadano es parte legítima para
proponer acción popular dirigida a anular actos lesivos al patrimonio público o de entidades en las
que el Estado participe, a la moralidad administrativa, al medio ambiente o al patrimonio histórico
y cultural, quedando el actor exento de costas judiciales o de cargas en caso de sentencia
desestimatoria, salvo mala fe comprobada.
En Chile:
Las acciones colectivas fueron introducidas de manera general en Chile por la Ley número 19.955,
de 14 de julio de 2004, que reformó la Ley número 19.496, de 7 de marzo de 1997, la cual
establece Normas sobre Protección de los Derechos de los Consumidores, a la cual se denomina
más brevemente Ley de Protección del Consumidor.
En esa Ley se señala que el incumplimiento de las normas contenidas en la misma dará lugar a las
acciones destinadas a sancionar al proveedor que incurra en infracción; anular las cláusulas
abusivas incorporadas en los contratos de adhesión; obtener la prestación de la obligación
incumplida; hacer cesar al acto que afecte el ejercicio de los derechos de los consumidores, y a
obtener la debida indemnización de perjuicios o la reparación que corresponda.
En Colombia:
en el derecho colombiano los intereses colectivos y difusos se engloban dentro de los intereses
colectivos, y la distinción se hace entre éstos y los intereses de grupo, que corresponden a los
intereses individuales homogéneos del derecho brasileño. El artículo 88 de la Constitución Política
de Colombia de 1991 establece las bases para las acciones para la tutela de los intereses colectivos
y la de los intereses de grupo, en los siguientes términos:
La ley regulará las acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad públicos, la moral
administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y otros de similar naturaleza que se
definan en ella.
En Méjico:
En la Ley Federal de Protección al Consumidor publicada en el Diario Oficial de la Federación del
24 de diciembre de 1992, se contemplaron las acciones de grupo, como acciones promovidas por
la Procuraduría Federal del Consumidor, a nombre de los consumidores afectados por hechos
ilícitos de proveedores, para declarar que uno o varios proveedores ocasionaron daños y perjuicios
a los consumidores, con la consecuente condena de repararlos. Era una acción parecida a las
acciones de grupo de la legislación colombiana, pero sólo se otorgaba legitimación a la
Procuraduría Federal del Consumidor.
Artículo 26.- Cuando se realicen actos, hechos u omisiones que vulneren derechos e intereses de
una colectividad o grupo de consumidores, la Procuraduría, así como cualquier legitimado a que se
refiere el artículo 585 del Código Federal de Procedimientos Civiles, podrán ejercitar la acción
colectiva de conformidad con lo dispuesto en el Libro Quinto de dicho Código.

La experiencia de otros regímenes jurídicos en materia de procesos colectivos resulta de gran


importancia. Como veremos, gran parte de la literatura en la materia surge en el ámbito de las
class actions estadounidenses, con lo que el teórico y el práctico se ven en la disyuntiva de
importar o no esas conclusiones a sistemas normativos que pueden ser muy diferentes. El fallo
“Halabi” destaca la importancia de esta fuente al afirmar: Que ante la imperiosa necesidad de dar
una respuesta jurisdiccional que esté a la altura de la evolución de las instituciones y a las
exigencias actuales de la sociedad, no puede pasar desapercibida a los magistrados la experiencia
recogida en otros sistemas jurídicos. [Considerando 17. El destacado nos pertenece.] …es
perfectamente aceptable dentro del esquema de nuestro ordenamiento que un afectado, el
Defensor del Pueblo o determinadas asociaciones deduzcan, en los términos del ya citado segundo
párrafo del artículo 43, una acción colectiva con análogas características y efectos a la existente en
el derecho norteamericano… [Considerando 19. El destacado nos pertenece.].

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