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Entretextos

Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura


ISSN 1696-7356 http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm

Nº 10
Granada Noviembre 2007

CONSEJO
CIENTÍFICO
DE HONOR

Viacheslav Ivanov

Mihhail Lotman DE RECUERDOS


Desiderio Navarro Y
Cesare Segre
NO-MEMORIAS
Peeter Torop

Boris Uspenski

Manuel Cáceres
Boris F. Egorov
José Enrique Finol
Gastón Gaínza
Julia Kristeva
Iuri M. Lotman
Lidia M. Lotman
Tommaso Testaverde
Boris A. Uspenski

Dirección y edición: Manuel Cáceres Sánchez · Universidad de Granada · Facultad de Filosofía y Letras · Departamento de
Lingüística General y Teoría de la Literatura Campus de Cartuja, s/n · 18071-Granada (España) · mcaceres [arroba] ugr [punto] es
Entretextos tiene como objetivo la libre difusión de la información y el conocimiento en el ámbito de los
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© Entretextos. Revista Electrónica Semestral de


Estudios Semióticos de la Cultura, 2003 — 2007.
ISSN 1696-7356
Manuel Cáceres Sánchez · Universidad de Granada · Facultad de Filosofía y Letras
Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura
Campus de Cartuja s/n · 18071-Granada (España)
mcaceres[arroba]ugr[punto]es · http://www.ugr.es/~mcaceres/entretextos.htm

Dirección y edición:
Manuel Cáceres Sánchez

Consejo Científico de Honor:


Viacheslav Ivanov
(Universidad de California, Los Ángeles, USA — Instituto de Cultura Mundial y Escuela
Antropológica Rusa, Moscú, Rusia)
Mihhail Lotman
(Universidad de Tartu — Universidad de Tallinn, Estonia)
Desiderio Navarro
(Centro Teórico-Cultural Criterios, La Habana, Cuba)
Cesare Segre
(Universidad de Pavia, Italia)
Peeter Torop
(Universidad de Tartu, Estonia)
Boris Uspenski
(Universidad de la Suiza Italiana, Lugano, Suiza)
Entretextos
Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura
ISSN 1696-7356
Nº 10 Granada Noviembre 2007

DE RECUERDOS
Y
NO-MEMORIAS

Esta edición completa en pdf del número 10 de Entretextos está disponible desde Noviembre de 2007.
Cómo citar este documento:
Entretextos. Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura [De recuerdos y no-memorias]
Nº 10 (Noviembre 2007). ISSN 1696-7356. <http://www.ugr.es/~mcaceres/entretextos/entre10/entretextos10.pdf>
ÍNDICE
PRESENTACIÓN
De recuerdos y no-memorias 7
Manuel Cáceres

TEXTOS DE I. LOTMAN Y DE LA
ESCUELA SEMIÓTICA DE TARTU-MOSCÚ
No-memorias (I) 12
Iuri M. Lotman

Sobreviviremos, si somos sabios 46


Iuri M. Lotman

Recuerdos de mi hermano I. M. Lotman.


Años de infancia y juventud 50
Lidia M. Lotman

Investigaciones semióticas 75
Iuri M. Lotman — Boris A. Uspenski

Personalidad y creación en I. M. Lotman 91


Boris F. Egorov

INVITADA ESPECIAL
Acerca de Iuri Lotman 114
Julia Kristeva

ARTÍCULOS
Globalización y cultura: estrategias simbólicas y vida cotidiana 118
José Enrique Finol

El libro y la provocación del sentido 143


Gastón Gaínza

JÓVENES COLEGAS
La noción lotmaniana de frontera y La conquista de América, de Todorov 154
Tommaso Testaverde
PRESENTACIÓN
DE RECUERDOS Y NO-MEMORIAS
Presentación
MANUEL CÁCERES

Quizás una de las facultades del ser humano más valiosas sea la memoria,
no sólo entendida como capacidad para retener el pasado y convocarla en el
presente, sino también entendida como poderosa herramienta intelectual para
unirnos, para entroncarnos, con el pasado. Sin ella, difícilmente se puede entender
nuestro lugar en el mundo, y menos aún proyectar(nos en) el futuro.
El libro es un medio excepcional para fijar y conservar la memoria, pero
también para producirla y ampliarla. Decía Borges (o alguien se lo ha atribuido),
más o menos lo siguiente: “De los diversos instrumentos del hombre, el más
asombroso sin duda es el libro. Es una extensión de la imaginación y de la
memoria. Aquí está todo: las mayores atrocidades, las pesadillas más espantosas,
las más hermosas historias de amor, nuestros más complejos pensamientos”. En
nuestros días, Internet puede ser lo más parecido a aquella biblioteca total que
imaginara el escritor argentino. Desde el modestísimo rinconcito del estante que
ocupa en ella ENTRETEXTOS, tratamos de fomentar esa extensión de la memoria
que son los textos que publicamos.
Con más razón aún, podemos decir que este número es una contribución a
la memoria. En varios sentidos. Este número recupera seis textos que no se habían
traducido antes al español, dos que se publican por vez primera y uno que,
publicado ya, amplía ahora, potencialmente, su número de lectores. Pero también
es un refuerzo de la memoria por cuanto esos seis textos publicados originalmente
en otras lenguas tienen que ver, precisamente, con la memoria, con el recuerdo.
Más concretamente con el recuerdo hacia Iuri Mijáilovich Lotman. Y con los
recuerdos del propio Lotman sobre una etapa de su vida en la que Europa y el
mundo, en general, se jugó y sufrió tanto.
«De recuerdos y no-memorias» trata este número diez de ENTRETEXTOS.
De los recuerdos se encargan Lidia Lotman, hermana de I. Lotman; Boris Egorov,
amigo y compañero en la Universidad de Tartu; y Julia Kristeva, nuestra invitada
especial. Los recuerdos de infancia y juventud de Lidia Lotman en relación a su
hermano llegan hasta el momento en que éste se traslada a Tartu, allá por 1950, y
se ocupa, sobre todo, del periodo de la guerra mundial.

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
8 M. CÁCERES

Aunque Lidia Lotman trata también de los primeros trabajos publicados


por su hermano, éstos son la materia principal del artículo de Boris Egorov. Los
lectores hispanohablantes conocen una parte de la obra de I. Lotman, sus
fundamentales trabajos teóricos, pero desconocen otra gran cantidad de estudios
dedicados a la literatura y la cultura rusas (donde, por otro lado, no está ausente la
reflexión teórica), que apenas se han traducido al español. B. Egorov, con este
texto, nos ofrece una visión de conjunto de la producción de Lotman sobre la
historia literaria rusa. Una panorámica escrita, a su vez, por un prestigioso
especialista en literatura rusa.
Por su parte, Julia Kristeva recuerda, en un breve artículo publicado poco
después de la muerte de Lotman, la importancia de su pensamiento en la segunda
mitad del siglo XX, a pesar del tiempo que se tardó en Europa o en Estados
Unidos en reconocerlo, si es que no se sigue viendo hoy, a él y al grupo que se
organiza en torno a él, como aquellos “pensadores que expresaban ideas
perturbadoras en idiomas herméticos”.
También la memoria se encuentra en el artículo que I. Lotman escribe, en
1992, para un periódico local de Tartu. La memoria no tiene por qué significar
necesariamente, como algunos creen, revolver en el pasado para acumular y volcar
rencor en el presente. El destinatario de su texto es la población rusa de Estonia,
que en aquellos años, se encontraba especialmente preocupada por su futuro en
ese país.
De los textos de Lotman y de la Escuela semiótica de Tartu-Moscú, este
que ahora recuperamos es de los pocos que no llegaron a publicarse en ruso. Lo
firman Iuri Lotman y Boris Uspenski como introducción a una antología de textos,
hoy inencontrable, que se publica en Italia en 1973: Ricerche semiotiche: Nuove tendenze
delle scienze umane nell’URSS.
Memoria y recuerdos. ¿Por qué, entonces, esa segunda parte del título de
este número, «Recuerdos y no-memorias»? Se trata, en efecto, del título de un
texto, publicado por vez primera en 1995, que había comenzado a dictar I. Lotman
entre diciembre de 1992 y marzo de 1993, cuando sus problemas de salud habían
comenzado a agravarse (apenas podía ver y sufría recaídas cada vez más
frecuentes). Un texto inacabado, y por eso no se puede considerar como unas
memorias. Pero, incluso si hubiera terminado de preparar el texto, parece que no era
su intención organizarlo en forma de memorias. Maria Corti, en la presentación
que escribe para la versión italiana, señala que en las No-memorias “domina un
punto de vista de lo real que Shklovki habría definido como ‘extrañamiento’”.
Con la desprendida ayuda y autorización de Mihhail Lotman,
ENTRETEXTOS presenta la edición español de las No-memorias. Además del texto
original en ruso, de donde se ha traducido, se han consultado las dos únicas
traducciones existentes hasta el momento (y hasta donde sabemos): la italiana

Entretextos 10
DE RECUERDOS Y NO-MEMORIAS 9

(2001) y la estonia. Esta última se ha publicado en dos números de la revista


Akadeemia (2007). Nosotros seguimos esta misma partición, y en este número
incluimos una ‘primera parte’, dejando para la próxima entrega de la revista
(número 11, Mayo de 2008), el resto de las No-memorias.
En la sección de «Artículos», acogemos dos artículos enviados por sus
autores desde América. Uno es del venezolano José Enrique Finol, sobre la
relación entre globalización, cultura y vida cotidiana, adoptando una perspectiva
semiótica cercana a Lotman y Pross y de la sociología de la vida cotidiana de
Heller. En su análisis, el profesor Finol acude a ejemplos tomados de la realidad
cultural contemporánea venezolana y latinoamericana, y propone dos modelos que
buscan representar los procesos semióticos de ‘tensión/resistencia’ y
‘tensión/atracción’ que subyacen en los encuentros entre culturas diferentes.
El otro artículo nos lo propuso Gastón Gaínza, profesor ya retirado de la
Universidad Nacional de Costa Rica y que ha colaborado con ENTRETEXTOS en
varias ocasiones. Su texto procede de una conferencia leída con motivo de la
celebración del día del libro, y tiene, lógicamente, a éste como protagonista: el libro
en la sociedad capitalista, su función socio-comunicativa y la producción, o
provocación, del sentido.
Por último, en la sección dedicada a los «Jóvenes colegas», un trabajo de
Tommaso Testaverde sobre su lectura de La conquista de América, de Tzvetan
Todorov, a la luz de las consideraciones de Lotman sobre la semiosfera y, más
concretamente, de su noción de frontera.

***

ENTRETEXTOS cumple cinco años y llega a su décimo número. Es un buen


momento para hacer siquiera un breve recuento de lo realizado hasta el momento.
Se han publicado ciento quince artículos, de ellos diecisiete firmados por Iuri
Lotman. En estos cinco años, setenta autores de catorce países (Argentina,
Australia, Brasil, Costa Rica, Cuba, España, Estonia, Francia, Italia, México,
Polonia, Rusia, Suecia y Venezuela) han colaborado con nosotros. Veintitrés
traductores han hecho posible la difusión en español, en muchos casos por vez
primera, de trabajos escritos originalmente en siete lenguas (estonio, francés,
inglés, italiano, polaco, portugués y ruso).
Como director de ENTRETEXTOS, no puedo sino sentirme satisfecho y
orgulloso de haber organizado los trabajos de tantas personas de lugares tan
lejanos y lenguas diferentes para poder ofrecerlos, en español, a sus lectores a
través de Internet, de forma totalmente gratuita. Así se materializa el objetivo
fundacional de la revista: la libre difusión de la información y del conocimiento en
el ámbito de los estudios semióticos de la cultura de la denominada ‘Escuela de

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
10 M. CÁCERES

Tartu-Moscú’. Libre acceso a todos sus artículos, todos en texto completo.


Tejiendo la red de textos semióticos sobre la cultura, entretejiendo discursos
teóricos y aplicados. Siempre con el pensamiento de I. Lotman, y del grupo
cercano a él, como referencia.
Como editor de ENTRETEXTOS, he tratado de ofrecer este valioso material
con los medios y conocimientos que he podido ir adquiriendo en este tiempo.
Creo que la revista ha ido superándose, tanto en diseño como en accesibilidad,
número a número. Los errores cometidos —muchos, sin duda, sobre todo en los
inicios— trato de corregirlos y la carencia de medios espero que la compensen las
muchas horas de trabajo delante de la pantalla.
ENTRETEXTOS ha iniciado una nueva época con la incorporación de la
versión de la revista en formato PDF. Un formato especialmente cómodo para
imprimir un artículo determinado o para guardarlo en el ordenador o en cualquier
soporte de archivo de datos. Desde el número nueve, los artículos se ofrecen,
junto a la versión en HTML, en ese otro formato. Además, desde este décimo
número, se ofrece la posibilidad de descargar los números completos en este
formato. También con el presente número comenzamos a editar en PDF las
entregas anteriores, tanto completas como por artículos. En este momento, están
disponibles tres números (1, 9 y 10), con un total de trescientas sesenta páginas.
Con cada nueva entrega de la revista, se ofrecerá la versión en PDF de un número
anterior (completo y por artículos) hasta que todos sean accesibles en los dos
formatos.
Celebramos, pues, el quinto aniversario, y es también momento para
reconocer, una vez más, la ayuda y colaboración desinteresadas de autores y
traductores en estos años. En este número diez, mi gratitud a las traductoras del
ruso, Nina Kresova y Klaarika Kaldjärv; al traductor del italiano, Mirko Lampis; al
traductor del inglés —en esta ocasión—, Desiderio Navarro, que hace tiempo me
ofreció su versión del texto de Julia Kristeva. Gracias a los colegas de Venezuela,
Costa Rica y a nuestro joven investigador ‘italo-granadino’. Y, con permiso de
todos ellos, deseo terminar esta presentación agradeciendo particularmente su
generosidad a Boris Uspenski, siempre atento y dispuesto a colaborar; a Mihhail
Lotman, que ha demostrado, desde el primer número de la revista, su apoyo a este
proyecto, no sólo con sus propios trabajos sino cediendo desinteresadamente sus
derechos sobre la obra de su padre; y a Julia Kristeva, por su respuesta rápida y
también desprendida para su primera colaboración con ENTRETEXTOS, y que
promete no ser la última.

Manuel Cáceres Sánchez


Director y editor de Entretextos
Tartu—Granada, noviembre de 2007

Entretextos 10
TEXTOS DE
IURI LOTMAN
Y DE LA
ESCUELA SEMIÓTICA DE TARTU-MOSCÚ
NO-MEMORIAS1
(I )
IURI M. LOTMAN

Nota previa a la edición en español


Manuel Cáceres Sánchez

Las No-memorias fueron dictadas por Iuri Lotman entre diciembre de 1992
y marzo de 1993, cuando sus problemas de salud habían comenzado a agravarse
(apenas podía ver y sufría recaídas cada vez más frecuentes). Se publicaron por vez
primera en 1995 2 , con una nota de Elena Pogosian, discípula de Lotman, quien
registra y transcribe el relato. Dicha nota la incluimos a continuación. Boris Egorov
reeditó estos recuerdos de Lotman en su Vida y obras de I. M. Lotman, en 1999 3 , y,
en 2003, se han incluido en la recopilación de textos de I. M. Lotman titulada La
educación del espíritu, que es la que aquí se sigue para la traducción al español 4 . Vospitanie dushi
Para esta edición se han consultado, además, las dos únicas traducciones de las No-
memorias existentes hasta el momento: la traducción italiana, de 2001 5 , y la versión al estonio, que ha

1 «Не-мемуары» [«Ne-memuary»]. Воспитание души, [Vospitanie dushi], San Petersburgo, Iskusstvo,


2003, páginas 8-51. Traducción del ruso al español de Klaarika Kaldjärv. Todas las notas son de
Manuel Cáceres, excepto las que se indican con las siguientes abreviaturas: [NIL], nota de Iuri
Lotman; [NEP], nota de Elena Pogosian; [NLL], nota de Lidia Lotman; [NML], nota de Mihhail
Lotman; [NTE], nota de la traductora de la versión al estonio; [NT], nota de la traductora al español.
Las imágenes que se utilizan en esta edición proceden, por orden de aparición, de los siguientes
portales en Internet: yanko.lib.ru, lotman.pushkinskijdom.ru, fio.novgorod.ru, folk.ru,
ru.wikipedia.org, supotnitskiy.webspecialist.ru, media.park5.ru, freeturist.jino-net.ru, home.att.net,
flashfiles.nl, esjaumei.webcindario.com. Este texto se publica por primera vez, en español, en
Entretextos. Nuestro agradecimiento a Mihhail Lotman por su permiso para la publicación, por las
informaciones adicionales que nos ha facilitado y por el agradable paseo, rememorando los
‘rincones lotmanianos’ en Tartu, una tarde de julio de 2007.
2 Лотмановский сборник [Lotmanovskii sbornik], Tomo 1. Мoscú, IC-Garant, 1995, páginas 5–53.

Edición de E. V. Permiakov.
3 Жизнь и творчество Ю. М. Лотмана [Zhizn’ i tvorchestvo I. M. Lotmana], Moscú, Novoe literaturnoe

obozrenie, 1999, págs. 271-354.


4 Existe una versión electrónica de esta edición en el portal Lotmaniana Tartuensia, de Ruthenia:

<http://www.ruthenia.ru/lotman/mem1/Lotmanne-memuary.html>
5 Non-memorie, Novara, Interlinea edizioni (Biblioteca di “Autografo”, 7), 2001, 124 páginas.

Traducción y edición de Silvia Burini y Alessandro Niero; presentación de Maria Corti. La edición
se completa con una selección de autógrafos de I. Lotman y un epílogo de los traductores y
editores italianos, titulado «“Io conosco cinque Lotman…». Con anterioridad, se había publicado
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 13

aparecido en dos números de la revista Akadeemia este mismo año de 2007 6 . También en Entretextos
se ha optado por publicarlas siguiendo esta misma partición, y se completará en la próxima entrega
de la revista (número 11, Mayo de 2008).
Iuri Lotman es el menor de los cuatro hijos, y el único varón, de
Aleksandra Samoilovna y Mijaíl L’vovich. Nacido en 1922, la vida de Iuri
M. Lotman transcurre paralela a la historia de la Unión Soviética. Los
recuerdos de sus años juveniles son los que nos ha dejado en las No-
memorias. En esta primera parte que ahora presentamos, el relato principal
se inicia en los años inmediatamente anteriores a su ingreso en la
Universidad de Leningrado (en 1939, con 17 años). La influencia de los
amigos de su hermana Lidia (cinco años mayor que él y estudiante de
filología entonces) y de su profesor de literatura en los estudios finales de
secundaria, lo inclinan definitivamente hacia los estudios literarios,
aunque su otra gran afición, la entomología, continúa presente durante
toda su vida.
Padres de I. Lotman Se vive entonces lo que se
(hacia 1910)
puede considerar como una gran
contradicción. Por un lado, en la Unión Soviética, se desata
una intensa represión interna: son los años de la ‘Gran Purga’
estalinista, que pretende ‘depurar’ el país de los elementos
‘indeseables’. Por otro, en Europa, el fascismo y el nazismo
no hacen sino avanzar. La rebelión militar contra la República
española alerta al mundo sobre las consecuencias que una Familia Lotman
victoria del fascismo tendría no sólo en España sino en toda (hacia los años 30)
Europa y en el mundo. El joven Lotman, como tantos miles
de muchos países, está dispuesto a luchar —incluso intenta embarcarse en Leningrado— en la
guerra española, no sólo por la libertad de España, sino también para frenar lo que, poco después,
se desencadena en Europa: “A partir de España sentíamos toda la inevitabilidad de la guerra”, dice
Lotman, y recuerda que “la guerra española la vivíamos como algo nuestro: sabía de memoria
nombres de cientos de sitios de guerra, de lugares de combate de las Brigadas Internacionales”.
Lotman consigue entrar en la universidad con una brillante calificación. El primer año
universitario —hasta que en el otoño de 1940, al comienzo del segundo, es movilizado— lo
considera como su época más feliz. Quizás no sólo porque se muestra entusiasmado con los
estudios que ha iniciado y por el contacto con grandes profesores, como M. Azadovski y V. Propp,
sino posiblemente también por oposición a las experiencias que vive en los años siguientes, cuya
narración constituye el verdadero objeto de las No-memorias.
El relato de las No-memorias nos presenta, pues, a un Lotman que no sólo es un
apasionado de la literatura y del arte. Con 18 años comienza su ‘aventura’ por la geografía de la
Unión Soviética, en primera línea de fuego, como soldado de transmisiones. Primero, de
Leningrado al Cáucaso, donde recibe entrenamiento militar. Después, de Georgia a Ucrania:
estando aquí, en el Dniéster, frente a Moldavia, entra en guerra oficialmente la Unión Soviética (22
de junio de 1941), iniciando así el recorrido por Ucrania, que la atraviesa de oeste a este, hasta llegar

una parte de la obra, con el título «Dalle “Non-memorie”», en Strumenti critici 87 (1998), páginas
217-240.
6 «Mitte-memuaarid». Akadeemia. Eesti Kirjanike Liidu kuukiri Tartus 3-216 (2007), páginas 451-480;

y 4-217 (2007), páginas 746-779. Traducción y nota final, con el título «Saateks», de Malle Salupere.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
14 I. M. LOTMAN

a Ingushetia, de nuevo muy cerca de donde había salido después del periodo de entrenamiento.
Más tarde, de vuelta, una vez más, hasta Ucrania, ahora yendo desde el este hacia el oeste. Miles de
kilómetros, muchos de ellos recorridos a pie, con inviernos especialmente duros, primaveras que
embarran y hacen intransitables los caminos y calurosos veranos. Al final de esta primera parte de
las No-memorias he tratado de reconstruir sobre un mapa, a grandes rasgos, el itinerario que Lotman
recorre entre el otoño de 1940 y la primavera de 1944.
Sabemos, por los testimonios de su hermana Lidia y por las alusiones de Boris Egorov —
que pueden leerse, asimismo, en este número de Entretextos— pero también si recordamos el
desarrollo de la guerra, que I. Lotman está presente en varios de los episodios más destacados de la
contienda contra la ocupación alemana. No pretende, es cierto, escribir una crónica bélica. No se
trata del diario de un soldado común. También aquí Lotman demuestra hasta qué punto su
modestia es un rasgo que lo define como persona, y no sólo como científico.
Desgraciadamente, Lotman no llega a concluir el relato de estos años. Como E. Pogosian
señala en la siguiente nota, estas No-memorias no son memorias en sentido estricto, además, porque
Lotman sólo dicta una ‘versión resumida’ que pensaba completar más adelante. Pero lo que nos ha
dejado es suficientemente sugerente no sólo de una acertada visión crítica de su tiempo (por
ejemplo, sus comentarios acerca de los altos mandos del ejército soviético), sino también de su
personalidad: optimismo vital, lúcido distanciamiento, agudo sentido del humor, incluso —sobre
todo— en los momentos más dramáticos (una muestra de ello: su encuentro con la liebre, en
medio de lo que tuvo que ser una terrible batalla, es relatado con una magistral ironía).

***

[Nota de Elena A. Pogosian a la edición original]

La idea de documentar las historias de guerra de Iuri Lotman pertenece a Zara Mints. En
el otoño de 1988, Iuri Lotman aceptó, con resistencias y condiciones adicionales, comenzar a dictar
sus recuerdos, pero aplazaba este plan constantemente por falta de tiempo.
No empezó a dictar las No-memorias hasta diciembre de 1992. El trabajo duró hasta finales
de marzo, con grandes pausas. En parte, los recuerdos fueron grabados con dictáfono, en parte
dictados a la autora de estas líneas. El texto publicado aquí Iuri Lotman lo consideraba una primera
‘versión resumida’ y empezó a complementarla a finales de febrero. Estos añadidos se han juntado
con la narración principal según una cronología interior hasta cierto punto convencional. La
temática de lo añadido es de carácter casual: era el acercamiento a los argumentos tradicionales de
sus historias de guerra.
Iuri Mijáilovich pensaba que cuando estos temas se agotaran y se introdujeran en el texto
principal, habría que precisar el aspecto fáctico de los recuerdos y corregirlos. A Iuri Mijáilovich no
le dio tiempo a hacerlo. Hasta cierto punto ayudaron a rellenar este vacío Lidia Mijailovna Lotman
y Mijaíl Iurievich Lotman.
E. A. Pogosian

***

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 15

En el año 39 anunció Voroshilov 7 , en uno de sus discursos (no recuerdo


ahora mismo, en cuál), que la prórroga que se daba a los estudiantes era injusta, y
todos los estudiantes fueron privados de ella. Era estudiante de primer año del
departamento de lengua y literatura rusa de la facultad de filología.
Entrar en la universidad cambió mi vida entera. En sexto-séptimo año del
colegio pasé por una época difícil. Tenía relaciones conflictivas con la maestra de
lengua y literatura rusas (no me acuerdo de su nombre) y con una parte de la clase.
Hubo un episodio: estábamos tratando El inspector 8 , la maestra repartió los papeles
entre los alumnos y leímos por partes. Yo tenía que leer el papel de Jlestakov. Por
primera vez, sentí predisposición para la actuación. Recuerdo cómo exclamé con
un sentimiento especial: “Lo traen…” 9 . La clase aplaudió y la maestra dijo que yo
realmente hago bien el papel de Jlestakov porque es mi naturaleza. Me sentía
tremendamente ofendido. Al año siguiente, el noveno, los maestros cambiaron. El
tutor de la clase era el matemático Dmitri Ivanovich Zhukov, lengua y literatura
rusas la enseñaba Efim Grigorievich.
De repente comprendí que la escuela puede ser
interesante. En décimo-undécimo año empecé, para mi
gran sorpresa, a estudiar bien. Me fascinaba la
trigonometría, las matemáticas ya no eran una tortura, y la
literatura se convirtió inesperadamente en la especial
Iuri y Lidia Lotman asignatura favorita. Empecé a tragar a Dostoievski. A
(hacia 1940 Tolstoi ya lo había leído enteramente para entonces

7 Kliment Efremovich Voroshilov (1881-1969), quien en esa fecha ya era mariscal del ejército
soviético (el primero que tuvo ese rango en la Unión Soviética) y Comisario del Pueblo (ministro)
para la Defensa. Vinculado estrechamente a I. Stalin, entre diciembre de 1939 y enero de 1940
dirigió las tropas soviéticas en la llamada ‘Guerra de Invierno’ contra Finlandia, con resultados
desastrosos para la Unión Soviética. En 1941, tras la invasión de Alemania, fue designado para
comandar el ejército del noroeste, fracasando también en la prevención del cerco alemán a
Leningrado. A pesar de sus fracasos militares, en los años 50 llegó a dirigir el Presidium del Soviet
Supremo.
8 Revizor, de Nikolái Vasilievich Gógol (1809-1852); una traducción reciente al español de El

inspector se encuentra en la colección «Skene», de Argitaletxe Hiru (Hondarribia, 2005; traducción


del ruso de Álvaro Guevara y Tatiana Likhacheva). Iván Aleksandrovich Jlestakov, el protagonista,
es un joven funcionario de San Petersburgo que, por confusión, se toma en el pueblo por un alto
funcionario: el inspector general. De esa confusión se aprovechará Jlestakov.
9 El inspector, acto II, escena VI. Jlestakov se encuentra con su criado Osip, que le anuncia que le

traen el almuerzo, y esta es su exclamación de alegría.


http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
16 I. M. LOTMAN

(volúmenes negros, suplementos de la revista Огонек [Ogonek] 10 ). Guerra y paz la leí


repetidas veces (hasta hoy la leo constantemente y no sé cuántas veces la he leído,
aunque me la sé casi de memoria). Especialmente me atraían los cuentos populares
de Tolstoi.
Después de la clase de Efim Grigorievich hablábamos
largamente sobre Dostoievski. En la misma época hubo en mi vida
otro acontecimiento importante. Lida 11 entró en la universidad. A
nuestra casa empezaban a venir estudiantes (Lida tenía su círculo de
amigos y amigas, se preparaban para los exámenes en nuestra casa).
En este año todavía (era el último año) no aceptaban en la G. Gukovski
universidad a los hijos de funcionarios (lo llamaron “procedentes de
familias no trabajadoras”) sin previa práctica productiva. Era necesario trabajar por
lo menos dos años en una empresa de producción. Por ello, en el grupo de Lida
sólo ella misma y su amiga Nelli Rabkina venían directamente del instituto. Lida se
preparaba para los exámenes habitualmente con un pequeño grupo en nuestro
piso grande de Perspectiva Nevski. Además de Lida y Nelli, estaba allí Naumov
(un joven que más tarde se casó con Nelli, y ésta daba clases y escribía artículos
después de casarse bajo el nombre de Naumova). Este joven inteligente se
interesaba por la literatura soviética, que entonces no parecía ciencia sino
demasiado novedosa para la ciencia. Naumov ocultaba cuidadosamente su
procedencia de familia represaliada 12 y había emprendido ya el camino de la carrera
de partido. Más tarde tuvo éxito en ello y llegó a ser director de una editorial en
Leningrado. Para mí, sin embargo, resultó decisivo otro encuentro: con Anatoli
Mijáilovich Kukulevich. Después de haber trabajado como agrónomo durante dos
o tres años para conseguir la requerida experiencia laboral, entró en la universidad
de Leningrado y estudió simultáneamente en el departamento de filología rusa bajo
dirección de Grigori Aleksandrovich Gukovski y en el departamento de cultura
clásica bajo la dirección de Iván Ivanovich Tolstoi 13 . Esta persona encantadora,
con brillantes capacidades intelectuales, para quien Gukovski vaticinaba una
carrera científica esplendorosa, y que llegó a publicar algún artículo sobre Gnedich
en las ediciones científicas de la universidad de Leningrado y un capítulo en el
volumen publicado entonces de la Historia de la literatura rusa, cayó cerca de

10 Огонек, Llamita, llevaba el subtítulo de “revista semanal para la persona actual”, salía los lunes y
tenía una tirada de unos setenta mil ejemplares.
11 Lidia Mijailovna Lotman (1917), la hermana mediana de I. M. Lotman [NEP]. [Véase, en este

número de Entretextos, el relato de Lidia M. Lotman sobre sus recuerdos de la infancia y juventud
de Iuri Lotman, que completa —y complementa— estas No-memorias.]
12 Su hermano, constructor de aviones, había sido detenido [NLL].
13 Grigori Aleksandrovich Gukovski (1902-1950), especialista en la literatura rusa del siglo XVIII y

de principios del siglo XX. Iván Ivanovich Tolstoi (1880-1954), filólogo, fue profesor de la
Universidad de Leningrado.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 17

Leningrado a finales de 1941. Participó en la retirada desde la frontera hasta


Leningrado, pasó un momento, con el uniforme, por nuestra casa, muy alegre y
animoso, justo después de salir del cerco.
Me influyó mucho. Hasta entonces había pensado dedicarme a la
entomología. Me apoyaba en ello Sasha [Aleksandr Sergueievich] Danilevski,
amigo de Kukulevich, posteriormente profesor de entomología, hijo del bisnieto
de Pushkin, descendiente en línea directa de la hermana de Gógol y pariente
cercano del escritor Danilevski. Su perfil recordaba un poco al joven Gógol y el
Pushkin retratado en el cuadro de N. N. Gay, Pushkin en Mijailovskoe (Gay tiene un
Pushkin peculiar: le parece poco a Pushkin pero un poco a Sasha Danilevski) 14 . No
sin la influencia de la atracción de Sasha Danilevski planeaba ser un entomólogo y
leía en esta época con ahínco la literatura especializada. El mundo misterioso,
espeluznante y atractivo de los insectos despierta en mí sentimientos extraños
hasta el día de hoy: creo que justamente los insectos, con su evolución
extraordinariamente lenta y su asombrosa capacidad de supervivencia, serán los
últimos habitantes de nuestro planeta. Sin duda, poseen un mundo intelectual,
pero ese mundo quedará siempre cerrado para nosotros. Así que de los insectos
me ‘mudé’ a la literatura rusa. Bajo la influencia de Efim Grigorievich y Tolia
Kukulevich se me despertó el interés hacia la literatura y, en general, hacia la
filología. Empecé a estudiar griego, que desgraciadamente ahora he olvidado por
completo.

14 Nikolai Nikolaievich Gay (1831-1894), pintor realista ruso de la ‘generación de los Ambulantes’,

grupo de pintores que rechazaban el academismo y estaban preocupados por renovar la sociedad a
través del arte, acercándola al pueblo. El cuadro a que hace referencia Lotman se fecha en 1875. La
imagen procede de: <http://fio.novgorod.ru/projects/Project191/favorite.htm>
Sin embargo, sorprendentemente, en la edición italiana se dice que el autor del cuadro es
Serov, explicando, en nota al pie, que se trata del pintor ruso Valentín Aleksandrovich Serov (1865-
1911), para añadir: “Lotman si riferisce al dipinto Portret Puškina [Ritratto di Puškin] del 1899” (Non-
memorie, ed. cit, página 17, nota 18). Pero este cuadro de Serov se conoce con el título ‘Pushkin en
un banco del parque’, tiene un gran parecido al Pushkin más conocido y no parece que tenga que
ver con Mijailovskoe. Una reproducción de esta pintura de Valentín Serov se puede ver en la
siguiente dirección web: <http://www.abcgallery.com/S/serov/serov42.html>
Mijailovskoe se encuentra muy cerca de la ciudad de Pskov, situada a unos 20 kilómetros
de la frontera sureste de Estonia.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
18 I. M. LOTMAN

N. N. Gay, Pushkin en Mijailovskoe

Todos maduramos rápidamente. En la clase, por lo menos diez personas


tenían a sus padres detenidos. Fue detenido y fusilado poco después el padre de mi
mejor amigo, Bor’ka Lajman. Era un destacado funcionario del partido y director
del Instituto de baja tensión. En su casa colgaba un retrato grande de Rykov 15 , que
él mismo, según Bor’ka, había regalado. El fusilamiento de su padre y la
deportación de su madre y su hermana (Bor’ka se quedó solo en el piso, a él no lo
tocaron) no influyó en nuestra amistad. Nos seguíamos viendo por las noches en
su ahora ya vacío piso o en nuestra casa y ambos hablábamos con alegría de que
pronto iba a empezar la guerra. Hoy en día suena raro. A partir de España
sentíamos toda la inevitabilidad de la guerra. En general, para mí no hay nada más
ridículo que los razonamientos sobre que Hitler había atacado inesperada y
‘traicioneramente’. Tal vez sólo Stalin personalmente estaba embriagado por lo que
consideraba una gran astucia y se obligaba a creer que la unión con Hitler
eliminaba el peligro de la guerra, pero nadie de nosotros lo creía. Es verdad,
algunas chicas (me anticipo más de un año y, omitiendo el periodo de la guerra
española, recuerdo la visita a Moscú de Ribbentropp) empezaron de repente a
llevar el peinado de las arias (con rulo), y una de las compañeras de curso de Lida
habló en nuestra casa que Ribbentropp tenía “ojos con efecto irresistible”. Esa
breve germanofilia, en el círculo sobre el que puedo hablar por experiencia
personal 16 , atañía, sin embargo, sólo a chicas: alumnas de instituto y
universitarias 17 .

15 Aleksei Ivanovich Rykov (1881-1938) fue un destacado político desde los inicios de la revolución

de 1917 (el primer Comisario del Pueblo —ministro— del Interior). A la muerte de Lenin, apoyó a
Stalin frente a Trotsky, pero, en 1937, fue expulsado del Partido Comunista, juzgado en el tercer
‘Juicio de Moscú’ (marzo de 1938) bajo la acusación de haber conspirado con Trotsky contra Stalin,
encontrado culpable de traición y ejecutado.
16 En adelante no repetiré esa salvedad, pero hay que tenerla siempre en cuenta, incluso cuando

hablo de noticias en los periódicos y acontecimientos políticos. [NIL]


17 Más tarde, en un texto del folclore partisano, cantado según la melodía de la canción de moda en

el último año antes de la guerra, «Duermen los kurganes oscuros» (de la película La gran vida
[Большая жизнь , Bol’shaja zhizn’, dirigida por Leonid Lukov en 1939. En la versión italiana no
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 19

Me acuerdo como si fuera ahora —sólo no recuerdo quién lo dijo, Bor’ka


Lajman o yo— las palabras: “Entonces a nadie se le ocurre discutir quién es
trotskista, quién bujarinista, todos serán soldados en el frente”. Pero como para
todos era claro que después de la guerra española venía la gran colisión, la guerra
española la vivíamos como algo nuestro: sabía de memoria nombres de cientos de
sitios de guerra, de lugares de combate de las Brigadas Internacionales. Menciono
entre paréntesis que entonces ya conocíamos a Hemingway, leímos su Adiós a las
armas y leíamos ávidamente su obra: se había publicado en la revista que entonces,
parece, todavía se llamaba Интернациональная литература [Internatsionalnaia
literatura, Literatura internacional] 18 . En general, leíamos mucho, como con

aparece el título de la película y se afirma: “(tratta da qualche film)”. Non-memorie, ed. cit., página 19,
nota 23.]), tenía la siguiente letra:
Como gatitas alemanas (se cantaba también ‘golondrinas’ o ‘chicas’)
Te haces el peinado,
Los labios pintados, (¡eso, entonces, era una inmoralidad!)
Te giras.
Pero el águila no necesita
Los trucos alemanes,
Con desprecio pasa de ella
Nuestro joven.
Otro texto, apuntado por mí durante la guerra en un grupo de partisanos (los versos de
chicos y chicas llevados a Alemania):
RESPONDED
Preguntad y responded.
Hijas queridas de la patria,
Qué puede ser más vil en el mundo
Que lo que hacéis aquí.
Mientras en todas partes cae
Nuestra patria…
El pueblo terriblemente sufre,
El país se ahoga en sangre,
pero para vosotras lo mismo es divertirse,
Ofrecerse a Europa,
Y con la cabeza baja lanzarse,
Abrazando a un italiano.
O con un checo en la cuneta
Como en una cama nupcial acostarse
Y el orgullo soviético…
En todas partes interminablemente pisotear.
Era en Bielorusia, en la región de Skopen, allí había muchos chicos de los grupos
partisanos; seguramente fueron mandados todos a los campos. De allí empezó un gran avance
hacia Minsk; llegó Zhukov [Gueorguii Konstantinovich Zhukov (1896-1974) fue mariscal del
ejército soviético, dirigió las tropas que liberaron a la Unión Soviética de la ocupación nazi y
llegaron hasta Berlín.]. [NIL]
18 Posteriormente, Иностранная литература [Inostrannaia literatura, Literatura extranjera]. [NTE]

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
20 I. M. LOTMAN

embriaguez. Durante los dos últimos años del instituto leí la obra completa de
Tolstoi, mi padre me compró doce volúmenes de Dostoievski. En nuestra familia
sólo se regalaban libros a los niños. En ninguna circunstancia se escatimaba el
dinero para eso. Y leía como un poseso.
Bor’ka y yo incluso intentamos entrar a hurtadillas en el puerto de Píter 19
(de donde entonces salían barcos hacia España), para escondernos en la bodega y
escabullirnos. Naturalmente nos pillaron y después de un interrogatorio exhaustivo
(¡vigilancia!), nos liberaron sin problemas. A Bor’ka no lo movilizaron en el
cuarenta, cuando yo tuve que ir. En esa época estaba viviendo un fuerte arrebato
amoroso. (Su amada Zhenia Senova —ya son recuerdos de posguerra— se casó
más tarde con una persona que, al parecer, estaba muy celoso del recuerdo del
caído Bor’ka y, al parecer, le sugería a ella actitudes y expresiones antisemitas antes
totalmente ajenas. Antes de la guerra naturalmente no había nada parecido 20 .
Terminé el instituto, inesperadamente para mí mismo, como un alumno
sobresaliente, con el diploma rojo. Sospecho que Efim Grigorievich adecuó un
poco mi ensayo. El ensayo lo escribí sobre Los doce, de Blok 21 , llené un cuaderno
entero, no sólo no llegué a pasarlo a limpio sino ni siquiera a revisarlo; creo que
hubo considerablemente más errores que los oficialmente contados ‘0 ort./1 sint.’,
¡y eso en un borrador! Creo que aquí se manifestó la bondad de Efim Grigorievich,
que incitaba mi interés hacia la literatura y hacía la vista gorda a algunos defectos
ortográficos. Y la nota era ‘sobresaliente’. Eso permitió conseguir el diploma rojo
que daba derecho a entrar en la universidad sin exámenes. No sé si fue un favor de
Efim Grigorievich o el genio de la ortografía quien me iluminó de pronto, pero
tuvo una importancia relevante: fui a la fiesta de final de instituto sin chaqueta,
después vagamos toda la noche por Leningrado, cogí una grave pulmonía y estuve

19 Píter es el nombre popular de San Petersburgo, que también se utilizaba cuando la ciudad se
llamaba Leningrado [NT].
20 Añado entre paréntesis que tampoco en el frente en absoluto me encontré con ese problema. A

veces irritaba a los compañeros, como puede irritar cualquier persona, por ejemplo, con la falta de
costumbre de trabajo físico. Pero muy rápidamente lo superé y me las arreglé fácilmente con el
duro trabajo físico; entre otras cosas, me acostumbré a llevar proyectiles pesados de 160
milímetros. Pero un proyectil, le explico al lector, es totalmente inofensivo cuando se deja caer al
suelo; para que sea peligroso hay que girarlo alrededor de su eje: así, su detonador se coloca en
posición de combate; ocurría que dejábamos caer proyectiles pesados con detonador sobre piedras
de tal manera que el detonador se deformaba completamente. No obstante, no le aconsejo a nadie
experimentar en este campo. (Como información para los curiosos, esto justamente se refiere a los
proyectiles, y no a las minas). [NIL]
21 Двенадцати (Dvenadtsati), célebre poema de Blok, escrito en 1918. La traducción al español más

reciente se encuentra en Los doce: poema. Bilbao, Euskoprint (Colección de poesía rusa, 1), 2004, 17
páginas (traducción del ruso de Tomás Nuño Oraá); también se puede leer en Los doce y otros poemas.
Madrid, Visor (Visor poesía, 403), 1999, 54 páginas (traducción de Clara Janés con la colaboración
de Amaya Lacasa).
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 21

en la cama hasta principios de septiembre. Si hubiera tenido que pasar por


exámenes, no hubiera podido entrar en la universidad ese año y todo mi destino
hubiera tenido un curso diferente. Me recuperé para septiembre.
El tiempo entre el inicio de los estudios en la universidad y la movilización
fue, sin exagerar, la época más feliz. La introducción a la teoría de la literatura la
daba Gukovski, la introducción a la lingüística, Aleksandr Pavlovich Riftin 22 ,
especialista renombrado de filología camito-semítica. Ambos impartían clases
brillantes. En la universidad todo era fabulosamente maravilloso para mí. Tenía
muy buenas relaciones con mi grupo. Mi grupo era estupendo; aunque, es verdad,
enseguida movilizaron a todos los chicos: yo no era apto por la edad y a mí me
movilizaron un año más tarde, a principios del segundo curso. En el curso
quedamos tres chicos: a los otros dos no los cogieron por razones de salud y
ambos murieron durante el bloqueo.
En el primer curso me interesaba por el folclore, iba a las clases
adicionales de Mark Konstantínovich Azadovski y preparé un ensayo
muy logrado en el seminario de Vladimir Iakovlevich Propp (Propp
sólo dirigía los seminarios, las clases las impartía Azadovski, los dos
V. Propp
eran tremendamente interesantes). El trabajo estaba dedicado al tema
«La lucha entre padre e hijo en el folclore ruso» (con paralelos en la
poesía popular alemana). A Propp, parece, le gustó mucho.
En todo caso, cuando después de la guerra vine a la universidad con el
capote de soldado y botas alemanas 23 , me encontré en el pasillo delante del

22 Riftin era decano, trasladó y mantuvo la facultad en evacuación, la trajo de vuelta a Leningrado y
murió el día en que le llamó Pavel Berkov y dijo que la guerra acababa de terminar. Colgó, se alejó
de la mesa y murió. Era una espléndida persona y un gran científico. [NIL]
23 Su rasgo característico era que su caña tenía forma de cono cortado, ampliándose por arriba (los

soldados alemanes metían allí los cargadores de sus metralletas), y yo con mis piernas delgadas daba
una impresión considerablemente menos heroica de lo que me parecía entonces. No las llevaba por
ostentar, sino porque la ropa y el calzado de antes de la guerra me había quedado inevitablemente
pequeño. Por lo tanto andaba todo el primer año de posguerra en uniforme militar; mi camisa de
soldado, con dos órdenes y ocho medallas, tenía una pinta ridícula. Pero la cuestión de ‘¿qué pinta
tiene?’ no me interesaba entonces ni a mí ni a nadie: estábamos por encima de esta banalidad.
También las chicas que habían vuelto de la guerra iban a la clase con botas de soldado y uniforme
militar (por ejemplo, Lenina Ivanova, una chica espléndida, que se casó con Vitka Maslov). Entre
las chicas había asimismo otro grupo, en su mayoría de familias pudientes, a menudo de familias de
catedráticos: las llamamos ‘pijitas’ [‘фифами’, ‘fifami’]. Se rebelaban de forma ostentosa contra
nuestro ascetismo (es decir, se pintaban los labios) y ‘dedicación a las ideas’ [‘идейности’, ‘ideinosti’]
(iban a bailar). Su líder era Natasha, la hija de Gukovski. Se destino fue trágico, pero después de la
detención de su padre, la ‘pijita’ resultó ser una persona firme y valiente. Posteriormente tuvimos
una relación muy estrecha.
Natasha me llevaba un año en los estudios. Cuando detuvieron a Gukovski y precintaron
su piso (a Natasha sólo le dejaron una habitación) y la compañía alegre que había estado
revoloteando alrededor de ella se disolvió, sola, en el piso medio precintado, embarazada, luchó
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
22 I. M. LOTMAN

decanato con Vladimir Propp y le saludé. Después de echarme una mirada (con mi
largo capote, creo, la pinta que tenía no era nada marcial, utilizando la expresión de
Pedro I), me devolvió el saludo y dijo: “Espere, espere. Usted es el hermano de
Lida Lotman. No, usted mismo es Lotman” (No es naturalmente sólo un mérito
mío: Propp tenía una memoria tremenda y se acordaba al parecer de la mayoría de
los estudiantes). Entre los muchos premios y reconocimientos con los que la vida
me ha bendecido generosa, y me temo que no siempre merecidamente, recuerdo
las palabras de Propp como uno de los reconocimientos más valiosos.
Enseguida, al principio mismo del segundo curso, me hicieron ir al centro
de reclutamiento y me anunciaron que en las próximas semanas me movilizarían.
Me apresuré a examinarme por adelantado de todo el segundo curso (entonces me
parecía una tontería increíble, pero después, cuando volví, resultó ser, de una
manera extraña, muy oportuna).
Por fin recibí la orden de aparecer en el centro de reclutamiento. Todo
parecía muy fácil y prosaico. Todos sabían que se avecinaba la guerra, pero
febrilmente intentaban no pensar en ello. Todos, por lo menos en mi círculo, se
divertían sin parar y en el cine ponían la película Si mañana la guerra (1938) 24 y todos
cantaban la canción con el mismo nombre. Tanto la película como la canción eran
muy animadas:
Si mañana la guerra.
Si el enemigo ataca,
Si como una nube negra llega…
La tachanka 25 se imaginaba como la fuerza de ataque principal de la futura
guerra. La película terminaba con la fiesta de la victoria después de la guerra: de la
pantalla nos miraban los actores de moda (en la guerra que tenía lugar en la

enérgicamente por su padre y se presentó regularmente ante los funcionarios que llevaban la
investigación. Al mismo tiempo, se casó con Kostya, hijo de Arkadi Semenovich Dolinin [1883-
1968, crítico y estudioso de la literatura rusa, fue profesor de la Universidad de Leningrado]. Este
matrimonio, por parte de Dolinin, fue un gesto de generosidad y valentía: la familia estaba en
contra de este matrimonio que aparentemente salvó a Natasha de su expulsión de Leningrado. Al
conocer cuándo era el cumpleaños de Natasha, conté todo mi dinero y compré un gran ramo de
rosas y una espléndida caja de bombones ‘Mareshal’ y aparecí en la casa de Natasha. Pasamos el día
charlando hasta la oscuridad y fuimos amigos a partir de entonces, me atrevería decir, íntimos [NIL].
(Iuri Mijáilovich no recordó que ya mucho antes de esa visita a Natasha Gukovskaia, visitó
a su familia en un momento crítico. En los días ansiosos, cuando G. A. Gukovski estaba esperando
la detención en cualquier momento, el sonido firme del timbre hizo que todos se estremecieran; de
repente, se escuchó la voz alegre del que había abierto la puerta: “¡Es Iura Lotman!”. Ese episodio
fue recordado más tarde por N. G. Gukovkaia-Dolinina.) [NLL].
24 Если завтра война (Esli savtra voina), de Efim L. Dzigan (1898-1981). La música es de Daniil y

Dmitri Pokrass, con letra de Vasili Lebedev-Kumach. Puede oírla en el siguiente enlace:
<http://www.ugr.es/~mcaceres/entretextos/entre10/simananalaguerra.mp3>
25 Carruaje ligero para transporte de ametralladoras [NT].

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 23

pantalla naturalmente ninguno de ellos murió) y detrás de ellos ardían los fuegos
artificiales de la victoria. Así nos parecía la guerra. Así y no así. Todos habíamos
leído Sin novedad en el frente de Remarque 26 y Adiós a las armas de Hemingway 27 y
habíamos oído y hablado bastante de la revolución mundial y de la segunda guerra
mundial. Y de una manera diligente lo habíamos
olvidado.
Ese sentimiento me recuerda el siguiente,
personalmente vivido: el verano del cuarenta y dos
teníamos que romper un cerco de asedio. Estábamos
sacando nuestros cañones, arrastrados por tractores.
En minutos —no sabría decir cuántos, tal vez quince,
Tachanka
tal vez cuarenta— cayeron dos tractoristas, otros
ocuparon su lugar (el tractorista no podía protegerse, estaba prácticamente
indefenso en su máquina lenta, 6-8 kilómetros por hora, y torpe). Los tractores
eran civiles, los habíamos requisado anteriormente en el koljós 28 . Una sensación
parecida del peligro cercano y al mismo tiempo el deseo de olvidarlo hubo,
recuerdo, también unos minutos antes del inicio del avance. Todos intentamos
febrilmente dormir ‘por adelantado’, sintiendo que ese descanso nos vendría muy
bien. Lo mismo pasaba antes de la guerra: sin expresarlo directamente, todos
sentían que esos minutos serían necesarios. Todos se apresuraron a divertirse.
Así también en nuestra casa. Mi padre se fue de viaje de trabajo un día
antes de tener que ir yo al centro de reclutamiento. Yo fui a la fiesta de estudiantes
que organizaba nuestro grupo por mi despedida, y así ocurrió que me fui al ejército
sin despedirme de mi padre y no volví a verlo nunca más. Mi madre se fue a
trabajar a su policlínica. Vino a acompañarme sólo mi hermana mediana Lida, que
me trajo bombones.
La despedida fue festiva. Antes del embarque, nos alinearon al lado de los
vagones y el comandante del convoy anunció que iba a dirigirnos unas palabras de
despedida un viejo proletario de Píter. Esas palabras las recordé para toda la vida,
como el padrenuestro: “¡Muchachos! Os miro y siento lástima por vosotros. Pero

26 La novela de Erich Maria (Paul) Remarque (1898-1970) se había publicado en 1929 (versión en
español: Barcelona, Edhasa (Pocket Edhasa, 103), 2003, 261 páginas; traducción de Judith Vilar), y
su adaptación al cine, dirigida por Lewis Milestone, obtuvo en 1930 dos Óscares (mejor película y
mejor director).
27 La novela de Ernest Miller Hemingway (1899-1961), como la de Remarque, también fue

publicada en 1929 y también ha sido llevada al cine. La traducción más difundida en español es la
de Joana M. Vda. Horta y Joaquím Horta (Barcelona, Luis de Caralt, 1986, 338 páginas, 14ª ed.).
28 Koljós (Колхоз) designaba, en la época soviética, a la cooperativa agrícola, basada en el trabajo

colectivo y en la socialización de la propiedad de la tierra. La palabra koljós es una contracción de


коллективное хозяйство (kollektivnoe josiaistvo), ‘economía colectiva’.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
24 I. M. LOTMAN

pienso en vosotros, bueno, entonces ¡iros a…!”. “¡A los vagones!”, gritó el
comandante, y emprendimos el viaje que resultó ser largo.
Viajábamos alegremente, en teplushkas 29 ,
donde enseguida se crearon grupos más
pequeños. Yo estaba en el segundo piso, y el
tercero de enfrente lo ocupaba el grupo que se
llamaba los lores y a sus literas la cámara de los
lores. Nosotros, naturalmente, nos oponíamos
Teplushka
como una democracia.
El camino era muy divertido. Todo era nuevo, tanto la vida cotidiana como
la geografía: nos llevaban a Georgia. Sólo en Kutaisi 30 nos dijeron dónde íbamos a
servir. El puesto de servicio era el regimiento de artillería número 427. En este
regimiento (cambiaba de nombre, se convirtió en regimiento de guardia, más tarde
en brigada), bajo el mando del comandante del regimiento K. Dol’st, yo serví hasta
el fin de la guerra.
Dolst era alemán. Es verdad, en aquella situación esa procedencia nacional
no era precisamente un adorno, y decía que era letón, pero todos conocían la
verdad. La mayoría de los oficiales de grado medio y alto habían sido detenidos
para entonces y el ejército se había entregado a los comandantes jóvenes, que
ocupaban puestos más altos que su rango. Aunque pueda parecer extraño, resultó
ser muy favorable en el sentido militar: los antiguos jefes de los tiempos de
Voroshilov y Budionnii 31 o los arakcheevianos 32 del tipo del mariscal

29 Теплушка (teplushka), vagón de mercancías, con literas a los lados y una estufa de hierro en el

centro [NT].
30 Kutaisi es la segunda ciudad más grande de Georgia, en la provincia Imereti de Georgia

occidental, 221 kilómetros al oeste de Tbilisi. El clima es húmedo, con veranos calurosos e
inviernos fríos y con frecuentes lluvias y nevadas, como se puede comprobar también en el relato
de I. Lotman que se refiere a los meses pasados en esas tierras.
31 Semion Mijáilovich Budionnii (1883-1973) fue mariscal del ejército soviético. Participó, luchando

en la caballería, en la guerra ruso-japonesa (1904-1905) y, más tarde en la Primera Guerra Mundial.


Durante la guerra civil rusa (1918), organizó el ejército de caballería, contribuyendo a la victoria
bolchevique. Ingresó en el Partido Bolchevique en 1919, entablando una gran amistad con I. Stalin
y Kliment Voroshilov. En julio-septiembre de 1941 fue Comandante en Jefe de las fuerzas
soviéticas en los frentes suroccidental y del sur, enfrentándose a la invasión alemana de Ucrania,
que había comenzado en junio. Sus fuerzas fueron rodeadas en la ‘Bolsa de Uman’ y en la ‘Batalla
de Kiev’, que costaron a la Unión Soviética un millón y medio de muertos o prisioneros, una de las
mayores derrotas de la historia militar.
32 Aleksei Andreevich Arakcheev (1769-1834), general y hombre de estado ruso, fue ministro de

defensa con el zar Alejandro I. Famoso por su dureza, ha dado lugar a la expresión ‘régimen
arakcheeviano’ para designar el régimen caracterizado por una política de reacción extrema,
despotismo policial y burdo militarismo.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 25

Timoshenko 33 se mostraron en tiempos de guerra absolutamente inservibles para


nada.
Sólo una vez, en el frente, colocando la línea de comunicación —no
recuerdo a qué cuartel general, pero a uno muy alto—, vi al mariscal Timoshenko:
estaba sentado en un búnker con triple techo (nuestro refugio de tierra estaba
cubierto con ramas de abeto sobre las que se había esparcido tierra) y apenas podía
exprimir una palabra: le temblaban los labios, aunque alrededor no existía ningún
peligro real.
Me atrevo a decir que el cruel terror estalinista que pasó por el ejército,
aunque pueda parecer abominable, tuvo, al contrario de las expectativas del mismo
Stalin, también su lado positivo: limpió el ejército de comandantes ineptos e
incultos heredados de los primeros años postrevolucionarios. Naturalmente hubo
entre los represaliados también personas heroicas y dotadas que fueron
exterminados en primer lugar, pero el terror estaba tan extendido que arrastró
también a los estúpidos. Por lo menos (me abstengo de generalizar y me baso sólo
en mi experiencia personal) el regimiento que me tocó a mí estaba tripulado por
comandantes (la palabra ‘oficial’ entonces no se utilizaba), cuyos cargos eran más
altos que su rango, que eran jóvenes y bien preparados. Digo un par de palabras
sobre ellos, ya que tenía que tratar con ellos prácticamente toda la guerra. El
comandante de batería, capitán Grigor’ev, era un artillero brillante. El comandante
de grupo era un reservista llamado a las armas hacía poco, Shaliev, al que
llamábamos Viejo: tenía un poco más de cuarenta. Una persona inteligente y, lo
que es especialmente importante, muy tranquilo en situación de combate. No tenía
porte militar alguno, pero como artillero era muy bueno. En el periodo final de la
guerra ya era general (no en nuestro regimiento) y, al parecer, cayó en los últimos
días de guerra.
El inicio de la actividad de combate era recibido
por nosotros como un acontecimiento largamente
esperado y, por lo tanto, aliviador. Pero, además, era
divertido (sí, sí, divertido) vivir en la práctica lo que
durante tanto tiempo habíamos vivido mentalmente.
Polutorka
Recuerdo una escena de uno de los primeros días.
Estoy en la línea de fuego, con el teléfono. Los cañones disparan. Directamente al

33 Semion Konstantinovich Timoshenko (1895-1970) sustituye a K. Voroshilov en el mando de las


fuerzas soviéticas que combatían contra Finlandia en 1940, después de la desastrosa dirección de
éste. Se le otorga el rango de mariscal y es nombrado Comisario del Pueblo para la Defensa. A
Timoshenko se le atribuye una mentalidad militar tradicionalista —como I. Lotman apunta aquí—,
habiendo recuperado, en buena medida, la dura y tradicional disciplina zarista dentro del ejército.
En diciembre de 1941, es enviado a Ucrania, después de los desastrosos resultados de S. Budionnii,
y consigue estabilizar el frente, encargándose en los siguientes años de diversos frentes.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
26 I. M. LOTMAN

lado de los cañones, a pesar de los proyectiles que caían cerca, llega una polutorka 34 .
De su estribo (era especialmente presumido ir no dentro del coche, sino de pie en
el estribo del vehículo: además de ser presumido, posibilitaba darse cuenta a
tiempo de los aviones picando, pero presumir también era importante) salta el
comandante de división y anuncia con bravuconería y voz de trueno: “¡Muy bien,
la primera (es decir, la primera batería, nosotros)! Os disparan y vosotros disparáis
y el resultado es — ¿cuál es el resultado?— un duelo de artillería”.
El tiempo entre la llegada a la unidad y el inicio de la guerra pasó bajo el
signo del servicio militar habitual y no merece un tratamiento más amplio.
Novedosas eran sólo nuestras salidas a ‘tiros de combate’. Duraban interminables
lluvias invernales del sur, acarreábamos nuestros cañones cuesta arriba. Uno se
soltó en el barro resbaladizo y cayó para abajo, afortunadamente sin matar a nadie.
Después lo arrastraron con tres tractores.
Todo mojado y embarrado, disfrutaba, por otro lado, de la libertad
absoluta después de la vida cuartelera durante meses.
Los montañeses georgianos eran extraordinariamente hospitalarios. Nos
invitaban, mojados y embarrados, a sus cabañas que estaban construidas de piedras
planas en los picos de montes más bien bajos, nos calentaban, secaban nuestra
ropa y nos daban de comer. Recuerdo que el dueño de una de las casas había
estado en la Primera guerra mundial y nos contaba muchas cosas, explicando qué
es la guerra.
Pronto, después de volver de un entrenamiento, vino la orden: dividir el
regimiento en dos, una parte dejarlo en el Cáucaso y la otra trasladarlo a la frontera
oeste. Pronto estaba ya en el vagón con los que iban al oeste.
Nos llevaron a Shepetovka 35 y pronto seguimos hacia el campamento de
verano en Iuzvin 36 . La guerra se estaba acercando indudablemente: se sabía, por la
frecuencia con la que nos lo explicaban en el entrenamiento político, que la guerra
con nuestro aliado Alemania no era posible de ninguna manera.

34 Полуторка, ‘polutorka’, es el nombre con el que se conoce el modelo de camioneta ГАЗ-АА,


GAZ-AA, que, basado en los Ford AA, se construyen en la Unión Soviética. Las pruebas se
realizan en 1930 y, a partir de 1932, salen los primeros vehículos de la fábrica de Gorki. La polutorka
pesaba 1800 kilos y podía transportar 1500 kilos. La traducción italiana habla, sin embargo de “un
camioncino da mezza tonellata”. Non-memorie, ed. cit., página 27.
35 Shepetovka, en Ucrania, está situada al oeste de Kiev. Era un importante nudo ferroviario en esta

época.
36 Este campamento no está localizado con exactitud; con ese nombre se han localizado dos

lugares: uno situado al sureste de Shepetovka, cerca de Vinnitsa, y otro, hacia el noreste, a medio
camino, aproximadamente, entre Vinnitsa y Kiev. En todo caso, no se ha podido documentar ese
lugar en la zona del Donbass, como asegura la versión italiana. Non-memorie, ed. cit, página 27, nota
44.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 27

Había decidido firmemente no ser un ‘blandengue’ en la futura guerra y


repartía todo mi tiempo libre entre libros de francés y la barra fija, así que para el
inicio de la guerra era capaz de superar sin mayores dificultades todas la normas
deportivas (la carrera y los saltos nunca habían sido difíciles para mí pero en la
barra me entrené hasta una buena nota ‘cuatro’ del ejército).
La guerra empezó para mí de la siguiente manera. La vida en el
campamento pasaba en las tiendas. Detrás de la tiendas estaba la ‘lineika’
[‘линейка’], el camino previsto para los soldados del regimiento, por el que todos
andábamos. Delante de las tiendas estaba la ‘lineika’ por la que sólo andaban los
centinelas y los oficiales de día (estaba cubierto con arena amarilla). Todavía más
allá estaba otra ‘lineika’, por la que no andaba nadie. Allí vigilaba el centinela, estaba
permitido pisar este camino sólo a los que lo barrían y quitaban de ahí las hojas
caídas. Por ese camino podía andar el comandante si tuviera que pasar por la
unidad. Una mañana íbamos como siempre al entrenamiento, es decir, cargamos
con rollos de cable, palas, hachas —con todo lo previsto en el reglamento— y nos
dirigimos a dormir al bosque. Después de descansar hasta el mediodía, volvíamos a
paso de marcha, cantando animadamente. Al acercarnos al campamento vimos, sin
embargo, que en el camino ‘sacrosanto’ traqueteaba un tractor oruga que lo había
revuelto entero. Estaba claro enseguida que nada, excepto el fin del mundo, podía
haber pasado en nuestra ausencia. Todo el campamento estaba trastocado, se había
declarado alarma de combate. Alineados, con equipamiento completo de combate,
escuchamos la orden (la presentó el comisario Rubinstein, Dol’st había ido al
cuartel general para recibir la asignación de combate) de que en completa
correspondencia con el plan de los entrenamientos, nos dirigíamos a la nueva
etapa de preparación militar (tres días antes de la guerra, el día 19), que la etapa de
entrenamiento por la que teníamos que pasar llevaba el nombre de ‘campamentos
móviles’: nos moveríamos sólo por la noche, durante el día nos esconderíamos en
bosques y arbustos al lado del camino. Y con la voz ligeramente cambiada el
comisario añadió: “El que fume por la noche, fusilamiento en el acto”. Después de
esas palabras no hicieron falta más explicaciones.
Recuerdo exactamente la alegría general y la sensación de alivio que nos
cautivó (escribo ‘nos’ porque hablamos sobre ello entre nosotros), lo mismo que
se produce después de arrancar una muela enferma. Como dice Salieri en Pushkin:
Como el cansancio de un deber cumplido.
Me parece que un arma bienhechora
Un miembro enfermo amputase. 37
Para nosotros, la unión con Hitler era algo antinatural, era la sensación de
peligro en la oscuridad completa. Y ahora empezaba aquello para lo que habíamos

37A. S. Pushkin. Mozart y Salieri. En: José Emilio Pacheco, «Pushkin o el rayo que no cesa», Letras
Libres (Julio de 1999). Versión electrónica: <http://www.letraslibres.com/index.php?art=5887>
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
28 I. M. LOTMAN

estado preparándonos e instruyéndonos todo el tiempo: empezaba la guerra que,


como suponíamos, iba a ser el inicio de la revolución mundial o por lo menos la
continuación de la obertura española. No puedo asegurar que exactamente así se
sintieran todos alrededor de mí, pero los sentimientos de los jóvenes de
Leningrado, mis amigos, eran más o menos tales. Es verdad, mi amigo
Perevoshchikov 38 resultó ser más sabio. Cuando nosotros decíamos: “¡Gracias a
Dios, ha llegado la guerra!”, él añadía: “Ahora vuelan tanto Hitler como Stalin…”
(sin especificar, adónde). Otros no opinaban lo mismo, aunque no nos
ocultábamos nuestros pensamientos. En todo caso, el absceso se había abierto.
Con cascos puestos, con capotes arreglados según la estatura, con rifles de
tres líneas (las metralletas las veíamos sólo de lejos, las llevaban colgadas sólo los
jefes del cuartel general), pasamos con orgullo los pueblos (posteriormente el
movimiento era cada vez más rápido, avanzábamos ya tanto por la noche como
durante el día) y las chicas en los pueblos cercanos a la frontera nos tiraban flores y
gritaban (exactamente, así fue): “¡No dejen pasar aquí a los alemanes!” ¡Cómo
luego, al ‘largarnos’ —nuestro término técnico para designar la retirada—, era
vergonzoso recordar esos minutos!
Especialmente grande, recuerdo, fue la sensación de vergüenza cuando, al
retirarnos, pasamos a través de un pueblo grande de cosacos o una pequeña
ciudad; como siempre, a los dos lados de la carretera había grupos de gente,
mujeres y niños. Un niño gritó al ver mi rifle: “Pero si el fusil está oxidado”. Esa
noche no dormí: limpié y engrasé al arma. En adelante —alimento esa esperanza—
mi fusil nunca más estaría oxidado.
Pongo un ejemplo más, esta vez de la ‘huida’ del cuarenta y dos.
Atravesamos un campamento militar abandonado, nos abastecimos de granadas e
incluso de conservas que la retaguardia había dejado con las prisas, y mi mejor
amigo, Leshka Egorov 39 , se colgó encima la cosa más estúpida que vi durante toda

38 Todavía antes de empezar el trabajo con las No-memorias, en el curso de una conversación

habitual, cuando Iuri Mijáilovich hablaba sobre el tiempo antes de la guerra y los estados de ánimo
de aquellos años, apunté algunas frases sobre ‘Nikolka Perevoshchikov’: “se reía de todo, vivía sus
propios problemas como ajenos”; “era derrotista, esperaba la guerra con Estados Unidos”;
“hablaba de todo con una sonrisa irónica”. Una vez, en el frente, recibió un paquete con comida de
la asediada Leningrado, y pronto se murió allí su familia de hambre, quedó sólo una hermanita a la
que Iuri Mijáilovich conoció en Leningrado ya después de la guerra. [NEP]
39 No se puede no recordar a esta maravillosa persona, un verdadero joven trabajador (era

ajustador), poeta, que en cada nuevo pueblo de cosacos se enamoraba de la manera más sublime y
normalmente platónica. [En la versión italiana, esta nota al pie comienza aquí. Non-memorie, ed. cit,
página 30, nota 48.] Recuerdo algunos versos que compuso en el cuarenta y dos, en el Cáucaso:
Dondequiera que mire, sólo montes en todas partes,
Dondequiera que mire, es el Cáucaso,
Pero en medio de los montes, conozco una ciudad
Donde vive mi amada.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 29

la guerra: una cantimplora de cristal hecha por algunos de la retaguardia para


cumplir con el plan 40 ; llevar una cantimplora de cristal en situación de combate es
el colmo de lo absurdo. Con asombro le pregunté a Leshka qué significaba esto y
tuve mi explicación: “Mantengo la apariencia de un soldado completamente
equipado para que los locales vean que no estamos largándonos, sino retirándonos
según el plan”. Y, efectivamente, él no se largaba sino que se retiraba.
El inicio de la guerra nos cogió cerca de la antigua frontera. A medianoche
llegamos al Dniéster, en la zona de Mogilev-Podolsky 41 , y enseguida nos
dispersamos. El punto de observación estaba en la antigua frontera, en la orilla
elevada del Dniéster. La línea era de unos siete kilómetros, en el centro se había
dañado un punto intermedio, yo estaba en el punto intermedio. El frente todavía
no había alcanzado la antigua frontera (la orilla del Dniéster, donde nos
dispersamos). Tres días estuvimos como en la retaguardia, sin ver ningún ejército
delante de nosotros. Delante estaba Moldavia donde debían estar nuestras tropas.
No sé si estaban allí, desde luego nadie de nuestro ejército vino de allí adonde
estábamos nosotros. A la derecha, en dirección a Kiev, retronaba. Encima de
nosotros volaban intensamente aviones alemanes pero no bombardeaban. El
evento más notable de estos días era lo siguiente: estábamos situados en una zona
donde antes había estado nuestra retaguardia. No sé por qué razón se largaron,
además con tanto desorden como si la retirada se hubiera producido bajo la
presión directa de los alemanes aunque estaban todavía muy lejos. Todos los
bienes habían sido abandonados.
Trepando entre las cajas abandonadas de munición, equipamiento y todo
tipo de pertrechos, descubrimos dos cajas grandes con huevos (no sé exactamente
pero había varios miles). Informamos sobre ello ‘por la línea’ y vinieron de todos
los puntos de la división. Recuerdo que nosotros mismos comimos una tortilla
hecha de cuatrocientos huevos, como complemento a la más bien escasa ración del
frente.
Una pequeña digresión acerca del lenguaje del frente. El lenguaje del frente
se distingue sobre todo por desplazar la semántica de las palabras. El uso de las
palabras con significado habitual está en contradicción con la presuntuosidad
lingüística del frente. Pero no se trata de un acto individual, sino de dialectos
surgidos espontáneamente de algún modo, dialectos que dependen de la aparición

Recuerdo asimismo una escena en Ingushetia, ya en el siguiente año. Estábamos durmiendo en el


suelo de un granero, y la hija del dueño estaba en cuclillas delante de la puerta. Vino Lesha y sin
querer oí las palabras de la chica: “Todos durmió, mío no durmió, tuyo esperaba” [NIL].
40 Dentro de la economía planificada, toda la producción estaba sometida a un rígido e inamovible

esquema (el plan), que podía dar como resultado hechos tan absurdos como este al que se refiere
Lotman.
41 Mogilev-Podolsky está situada en el suroeste de Ucrania, junto al Dniéster, que hace de frontera

con Moldavia.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
30 I. M. LOTMAN

de ciertas palabras dominantes, que en la mayoría de los casos están relacionadas


con detalles dominantes de la vida cotidiana (ésta se forma muy rápidamente,
incluso si es móvil, como por ejemplo en el caso de la retirada). Es muy limitada
materialmente y común en todo el espacio del frente, de manera que las palabras
de esta vida cotidiana se convierten en una suerte de sublenguaje. Desde el
cuarenta y uno hasta el verano del cuarenta y dos la palabra determinante era
‘picar’ 42 . Con ella se podía asignar casi todo: podía significar ‘robar’, podía
significar ‘largarse a algún evento’, por ejemplo, ‘picar las chicas’ o ‘echar una
cabezada’ (“mientras vosotros aquí estabais pasando el rato, yo me picaba”),
‘esquivar las órdenes del superior’, etc. Normalmente significaba alguna actividad
animosa, de la que podía jactarse. Recuerdo cómo un oficial enfurecido de otra
unidad, de cuyo coche habían robado algo, gritó al conductor: “¡Mientras estabas
amodorrándote, me picaron mi pistola y todos los efectos!”. Más tarde surgieron
otras palabras que indicaban enseguida si la persona era de nuestro frente o no, era
una suerte de jerga.
Los significados reales de las palabras, sin embargo, se convertían en tabú.
Por ejemplo, la palabra ‘robar’ era un tabú permanente. Parecía pertenecer a otra
—de la vida civil en tiempos de paz— e insultante semántica. Sabíamos que los
alemanes usaban ‘organizar’ en lugar de esta palabra, evitando también el ‘robar’,
sintiendo el regusto desagradable de esa palabra.
Alguna vez, Barbusse 43 citaba, en su novela El fuego, la conversación de un
escritor de trinchera con soldados-compañeros de regimiento. Los soldados se
interesaban en cómo su compañero-escritor describiría la guerra: con o sin
palabras insultantes. E intentaban convencerlo decididamente que sin tacos no es
posible escribir la verdad sobre la guerra. Por mi propia experiencia puedo decir
que no se trata sólo de la necesidad de transmitir la verdad. La palabrota ingeniosa,
selecta, es una de las medidas más importantes que ayudan a adaptarse en
condiciones sumamente difíciles. Posee indiscutibles rasgos de creación artística e
introduce en la vida cotidiana un elemento lúdico que psicológicamente aligera de
manera considerable la vivencia de situaciones altamente difíciles.
Todos tenían un estado ánimo febrilmente alegre. Pasaban ante nosotros
directamente hacia el frente de batalla los cuarenta y cinco (de 45 milímetros o
cañones antitanque), que más tarde resultaron completamente inútiles. Vino a
fumar con nosotros el comandante de uno de esos cañonzuelos, un intrépido-
guapetón georgiano, decorado con insignias que se daban a los ganadores en las

42Пикировать (pikirovat’), ‘picar’, ‘caer en picado los aviones al bombardear’ [NT].


43Henri Barbusse (1873-1935), periodista y escritor francés, participó en la primera guerra mundial,
de cuya experiencia saldrá El fuego, con el subtítulo Diario de una escuadra. La novela, relato
antibelicista, fue publicada primero por entregas en L’œuvre y aparece, ese mismo año de 1916, en
forma de libro, con el que obtiene el premio Goncourt en 1917.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 31

competiciones del ejército. Recuerdo el brío con el que tenía en la mano extendida
un puro alemán adquirido en alguna parte (era algo tan elegante que ni siquiera
tragaba el humo, para hacerlo durar más tiempo). Después de anunciar cuántos
disparos hacía al minuto, añadió: “¡Quemo siete tanques antes de que me
aplasten!” (No sonaba como una vana presunción sino de manera natural: todos
nos equivocábamos en estos cálculos. Esa misma noche me encontré otra vez con
él. Estaba embarrado, con la camisa de soldado desgarrada, sin el cañón al lado.
“Comprendes, Iurka (estábamos ya tuteándonos) —no lo dijo, sino que
literalmente sollozó—, no va. Di al tanque ocho veces, pero (cambiamos la
formulación) ni por esas”. Su cañón fue aplastado.
Dos días y noches disparamos sin descanso y mantuvimos la posición. El
punto de vigilancia había sido ya conquistado, y los exploradores y los que hacían
los cálculos junto con el comandante de batería venían corriendo a primera línea
de fuego, donde estábamos nosotros. Todavía resistimos medio día en esa línea.
En la noche de nuestro segundo día de guerra recibimos la orden de retroceder
cuatrocientos metros al caer la oscuridad… A propósito, cuando llegó la noche, la
cocina de campaña nos hizo un regalo: en lugar de la habitual sopa boba nocturna
nos trajeron un puré de arroz excelente. Era una reserva que no estaba permitido
gastar. El ambiente se correspondía al dicho del soldado: “¡Ya que empezamos a
beber, corta el último pepino en vinagre!”. Después empezó la retirada, que al
principio se efectuaba de manera relativamente organizada.
Aprovechando el hecho de que el enemigo no combatía por la noche y
cortaba toda la actividad combativa a la puesta de sol, nos adheríamos al principio
de aguantar hasta el ocaso. Cuando empezaba la oscura noche sureña,
enrollábamos rápidamente la línea y nos apartábamos, para empezar, un par de
kilómetros. Allí nos dispersábamos y atrincherábamos, y por la mañana empezaba
todo desde el principio. Pero, al cabo de un par de días, los ‘junkers’ 44
bombardearon ferozmente una pequeña estación de ferrocarril en nuestra
retaguardia y, en la madrugada, de algún lado irrumpieron los tanques ahí. Era
nuestro primer cerco. Luego ‘cerco’ se convirtió en una de nuestras palabras más
usadas.
De hecho, era difícil llamarlo cerco, así como un pastel de hojaldre no
puede llamarse rosquilla. Era el estado móvil de ejércitos entrelazados, que
constantemente intentaban formar algo que se podría designar con la palabra
‘frente’, tal como se usa en el manual militar. A la larga, prevaleció un principio

44Se trata del ‘Junkers Ju 87’, un bombardero en picado, conocido como Stuka, que fue utilizado
por los alemanes por vez primera en la guerra civil española. También, como más adelante I.
Lotman indica, se utilizó el ‘Junkers Ju 88’, más versátil, pues podía ser usado tanto como
bombardero, como avión de apoyo cercano, caza nocturno, bombardero de torpedos o avión de
reconocimiento.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
32 I. M. LOTMAN

completamente diferente, no previsto por los teóricos de la guerra: los que


avanzaban más rápido, resultaban estar en una posición más delantera (por
ejemplo, los cuarteles generales, columnas de automóviles, pertrechos y tanques
estaban en la posición más lejana en la retaguardia), habiendo perdido a menudo
completamente la conexión con las unidades combatientes dispersas. La infantería
y la artillería estaban detrás.
Teníamos buenos cañones y excelentes artilleros, pero los vehículos
previstos los perdimos pronto. Después de esto, hasta el cuarenta y tres, no dieron
nada en sustitución. Usábamos tractores-oruga destinados para la agricultura, que
requisábamos de koljoses y que avanzaban seis kilómetros por hora, por lo que no
tenían ninguna esperanza de despegarse del enemigo. Precisamente por eso sufría
nuestra artillería pesada pérdidas materiales tan graves. A pesar de ello,
arrastrábamos los cañones de alguna manera, no los abandonábamos. Ingeniamos
el modo para arrear dos camiones de tres toneladas delante de los cañones. En
tierra llana e incluso cuesta arriba todo iba sin problemas. Pero cuesta abajo, los
cañones, con el impulso ganado, presionaban a los camiones por detrás y los
conductores corrían con miedo al lado del camión, sujetando el volante, o
conducían estando de pie en el estribo. Entonces llegaron las lluvias. La
maquinaria del enemigo empezaba a ahogarse en el mojado barro pegajoso y el
avance del frente se ralentizaba. Nosotros, hundiéndonos en el barro líquido y
mojados hasta el cuello, maldecíamos la lluvia que de hecho nos ayudaba
considerablemente.
Al principio de la guerra empezaron a repartirnos los famosos cien gramos
narkomovskie 45 , es decir, cien gramos de vodka (hay que decir que, más adelante, en
los periodos de retirada y de estar cercados, hubo interrupciones en la distribución
de comida, el correo no lo recibíamos durante meses, los proyectiles llegaban con
bastante regularidad, pero los cien gramos los recibíamos siempre sin
interrupciones). Por supuesto, en el camino ‘se perdía’ algo, pero lo cubrían las
pérdidas humanas, así que en general los cien gramos previstos nos llegaban
intactos y sin diluir.
Yo ni siquiera había olido el vodka antes de la guerra. En nuestra casa se
bebía vino de mesa (mi padre era un experto y le gustaban los buenos vinos), pero
el vodka se ponía en la mesa sólo para las visitas durante las fiestas. Cuando
empezaron a repartirnos el vodka, cedí en los dos primeros días mi ración a los
compañeros. Pero entonces se reunieron cinco amigos míos y juntaron sus
raciones. Bebí sin tomar aliento, valerosamente, medio litro de vodka. Sólo
recuerdo que conseguí arrastrarme hasta el refugio y caerme dormido sobre la paja.

45Наркомовские (narkomovskie), procede posiblemente de ‘narodnyi komissariat oborony’, ‘comisariado


popular (ministerio) de defensa’ [NT].
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 33

No sé cuánto tiempo había pasado cuando me sacudieron. Hasta que me


restregué los ojos, me gritaron en el oído que los alemanes habían roto el frente
hacia el oeste y se habían metido profundamente en la retaguardia, que de hecho
estábamos de nuevo cercados y había que liarlas rápidamente. ‘Liarlas’ tenía aquí
dos significados: ‘liarlas’, es decir, largarse y liar las bobinas del cable telefónico 46 .
En el caso de la retirada, los dos significados se unieron. Me sacudieron hasta
despertarme y encontré suficientes fuerzas para cumplir con mi trabajo: lié mis
bobinas y las arrastré. No sin orgullo puedo decir que, al final, trasladé el aparato y
las bobinas intactos. Pero los chicos contaron después que, contrariamente a la
orden de moverse silenciosamente y de hablar susurrando, berreaba todo el
camino versos satíricos que varios actores habían difundido en el frente. Por
ejemplo, las palabras de un ‘fritz’ 47 cómico en una cancioncilla que luego
convertimos en nuestro himno irónico:
Aunque en política soy un patán,
Parece que es hora de largarse…
La guerra, que consistía en la actividad diurna de nuestra batería y después
en la recogida rápida y la retirada nocturna para que, antes del alba, en el sitio
nuevo desplegarse, restablecer todas las líneas de comunicación y, al amanecer,
empezar de nuevo la actividad, duró hasta el invierno. En diciembre llegó
inesperadamente un frío intenso; en general, los años de guerra se destacaron por
inviernos especialmente duros, los cuales, según los habitantes locales, no se
habían visto hacía tiempo. Para mí, la guerra quedó inseparablemente relacionada
con el otoño lluvioso, con los cañones y vehículos atascados en el barro hasta los
ejes, con su interminable desatascamiento y con el frío duro del invierno.
En general (no es sólo una sensación mía, lo he comprobado en otros), el
sentimiento fundamental era el deseo de que ‘se acabara ya de una maldita vez’, el
anhelo del final. En invierno, esperas que se acaben los fríos, te frotas las orejas,
reparas las botas descosidas (en el cuarenta y tres nos dieron medias botas
americanas, eran como de hierro, no se gastaron hasta el final de la guerra, pero
rozaban los pies hasta sangrar), pero, a cambio, los aviones y tanques alemanes con
su sucedáneo de gasolina no aguantaban nuestro frío. En verano hace calor, la
bendición, puede uno cambiarse, matar los piojos, hallar tiempo para lavar la ropa,
pero lo más importante: no te congelas en absoluto. Asimismo, puedes dormir no
sólo en alguna barraca sino también en algún almiar. Pero, a cambio, desde la
mañana hasta la noche reptan los Junkers (87 y 88) por el cielo. De manera
completa se manifiesta la superioridad del enemigo en tanques, y los soldados
maldicen con todas sus fuerzas el cielo claro y el buen tiempo. Esperan al otoño y
al invierno para, frotándose las manos y pateando para calentarse, maldecir al

46 сматывать катушки с телефонным проводом (smatyvat’ katushki s telefonnym provodom) [NT].


47 Nombre genérico para referirse a los soldados alemanes [NT].
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
34 I. M. LOTMAN

invierno. En el invierno del cuarenta y dos a nuestra estación la llamaban ‘El Pino’
[Sosna]. Recuerdo la pregunta constante en la línea: ‘Sosna, sosna, skoro li pridyot
vtoraya vesna?’ [‘¿Pino, pino, ¿viene pronto la nueva primavera?’]. Durante el día
esperamos a la noche, por la noche, al día. En verano esperamos al invierno, en
invierno, al verano. Es la ley del frente.
El lado más bueno. El frente no es tan horroroso como parece cuando lo
describes o cuando lo lees en los libros. En general, el mejor modo de liberarse del
miedo es meterse dentro de lo que causa miedo. Si temes a la línea de fuego, ve a
la línea de fuego para liberarte del sentimiento agobiante. Todos estábamos
aterrorizados con el peligro constante de ser cercados. Pero es difícil creer cuál es
el alivio que te sobreviene cuando algo realmente ocurre, cuando en lugar de
esperar y sentir, hay que actuar. Tampoco el cerco es tan terrible como terrible es
su espera y sus descripciones. Y la misma guerra no es tan espantosa como cuando
la esperas o la recuerdas desde la distancia. Meterse en ella es el mejor remedio
contra el miedo. Por ello tuve que encontrarme con casos en los que la gente que
se había enganchado a la retaguardia cercana o a cuarteles generales, se convertían
allí en patológicamente cobardes, llegaban hasta dispararse, que a menudo traía
consigo el fusilamiento, con tal de no acabar en el frente. Pero estoy
completamente convencido de que eran personas normales, no patológicamente
cobardes. Y si el destino les hubiera arrojado enseguida a un verdadero trance, si
les hubiera presentado la guerra antes de que ‘llegaran a asustarse’, nunca habrían
‘enfermado’. Escribo ‘enfermado’ porque es una verdadera enfermedad, he visto
mucha gente realmente enferma. Al agua fría hay que saltar enseguida, no dudar en
la orilla.
Yo, y en general los chicos jóvenes de nuestro regimiento, tuvimos mucha
suerte en el sentido de que ya en los primeros días acabamos allí donde parecía ser
más aterrador. Y nos convencimos de que realmente el miedo es determinado por
nuestra imaginación y por la relación entre la realidad y el hábito. Más adelante,
cuando ya era un sargento experimentado y empezaban a llegar los ‘jóvenes’ de la
retaguardia (eso ya era hacia el final de la guerra), cogía regularmente a alguno de
ellos e iba al lugar aparentemente menos agradable. Era imprescindible para
convencer a la persona de que el miedo no surge por las condiciones objetivas (el
tamaño del peligro), sino por nuestra actitud hacia ellas. (A propósito, lo
demuestran muy bien las películas de terror. Si las películas triviales crean terror en
el espectador con imágenes aterradoras, Hitchcock ha probado brillantemente que
cualquier objeto cotidiano inofensivo se puede filmar de manera que el espectador
esté al borde del infarto por el horror.)
Retrocedíamos hacia el Don (el verano del cuarenta y dos). Los alemanes
por la noche no se movían, nos aprovechábamos de ello y llegábamos, caminando

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 35

durante la noche, a despegarnos de la vanguardia alemana, que se movía en


motocicletas y vehículos blindados, unos treinta
kilómetros.
Los pies estaban ya completamente
destrozados. Y si después de un breve descanso te
pones de pie, parece que sería mejor estirar la pata
que dar aunque sea sólo un paso más. Pero los
muchachos ya van. Te obligas a dar el primer,
segundo, tercer paso: duelen. Las plantas y los
dedos están rozados. Es imposible estirar las
rodillas. Y los primeros pasos todos los dan de
manera que al ver a los demás te mueres de risa. Un
gran dolor causan las portiankas 48 , que se pegan a la
piel rozada. En general, ya no se descalzaban los
pies. Porque está claro que luego es imposible
calzarse y hay que ir descalzo. Pero descalzo no se
llega lejos. Así te arrastras más o menos durante el
primer kilómetro, después las piernas empiezan a
andar, incluso las portiankas se ajustan de una
manera más suave en las botas. La primera hora, un
Portianka breve descanso, la segunda… y para la mañana,
fíjate, nos hemos molido unos treinta kilómetros.
Periódicamente nos sobrevuela el ‘cuadro’: el
avión bimotor de reconocimiento alemán, ‘heinkel’,
llamado así porque su fuselaje se bifurca entre las
alas y el timón de cola 49 . Da vueltas y se va.
Nosotros bromeamos: “Bueno, sacó fotos, hay que
pedir una, para mandar a casa”; o también: “En el
Heinkel He 111Z
cuartel general alemán se darán cuenta de que hoy
no nos hemos afeitado”. Disparamos unánimemente al ‘cuadro’ pero él no hace ni
caso. Después de su partida, prepárate para los junkers. Así es siempre. Primero
escuchamos el zumbido, luego aparecen los bombarderos: no muchos,
normalmente tres, a veces seis, dependiendo de si nos movemos en un grupo

48 Портянка (portianka), especie de venda rectangular de unos 35 x 90 cm. utilizada en lugar del

calcetín [NT].
49 De Ernst Heinkel (1888-1958), diseñador y fabricante de aviones alemán. El modelo de avión al

que alude I. Lotman puede ser el ‘Heinkel He 111Z’ (la ‘Z’ procede de zwilling, gemelo en alemán),
que consistía en dos aviones unidos por la sección del ala. Aunque no tenía dos, sino cinco
motores, su aspecto recuerda, en efecto, un ‘cuadro’ o un ‘marco’, como se puede apreciar en la
imagen.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
36 I. M. LOTMAN

pequeño o grande. Son ‘Junkers-87’, muy buen avión para picar, de un motor, pica
casi verticalmente con un tremendo rugido y arroja las bombas con mucha
exactitud (que no nos causa ni la menor alegría) 50 .
Ya desde lejos, pero, sin duda, habiéndonos ya visto y
decidido que somos un blanco merecedor de atención, los
junkers se alinean en una fila en vez de en triángulo. Luego
tiene lugar un procedimiento bien conocido por nosotros,
por su rito rigurosamente seguido, que recuerda mucho el
comportamiento de los depredadores o los insectos. Hasta
que los junkers vuelan en triángulo, se puede estar tranquilo:
se dirigen a otro lugar. Pero, mira, se estiraron en una fila Junkrs 87 (Stuka)
serpenteante y forman un círculo cuyo centro está un poco
más allá de nosotros. Significa que vinieron a visitarnos. Nos desparramamos fuera
de la carretera y nos aplastamos contra la tierra. El suelo es nuestra principal
defensa. Pero los junkers se dirigen serpenteando hacia nosotros. Mira, el primero
se separó, guió el morro bruscamente hacia el suelo y casi verticalmente, con un
cálculo fascinantemente exacto, cae sobre nosotros. Ahora se separaron de él las
bombas, las vemos perfectamente. Parece que te caen justo en la cabeza. Las
bombas adelantan al avión. Alrededor oyes explosiones sordas, la tierra tiembla.
Los pilotos pican con maestría, giran justo cerca del suelo: los nuestros nunca
pican de esta manera. El avión atrae las miradas como un hipnotizador, es
imposible apartarse. Tal vez de la misma manera describirían los conejos el
encuentro con la cobra.
De la nube de humo y polvo que cubre el suelo, el avión arranca
verticalmente hacia arriba con un aullido que llega hasta el límite del aguante. En la
subida todavía llega a rociarnos con fuego de ametralladora o de cañón del avión.
Pero el silbido de las balas no se oye, porque aullando se lanza para abajo el
siguiente. En estos minutos desconectas, no hay sensación de miedo, no hay
sensación alguna: seguramente sentían lo mismo las piedras debajo de nosotros. Al
final, el último avión ha tirado sus bombas y se van. Nos levantamos.
Siempre me ha asombrado la baja efectividad de esas incursiones.
Naturalmente, contra masas compactas de infantería, maquinaria blindada en
movimiento, cañones amontonados o tanques, eran muy efectivos esos
bombardeos. Pero, en el caso de unidades dispersas en retirada, cuyos soldados
llegaban a saltar a la cuneta o encontrar otro refugio, la efectividad de los ataques
era baja. El humo se disipa. Nosotros, para animarnos y para demostrar a los
alemanes que tampoco somos ningunos blandengues, llegamos a disparar al avión

50 El Stuka tenía en las patas del tren de aterrizaje una sirena, la trompeta de Jericó, activable en los
picados, para infundir temor a las víctimas del bombardeo.
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 37

un par de veces con la carabina. Teníamos una cantidad desmesurada de cartuchos,


estaban tirados por todas partes y no hacía falta ahorrarlos. Sin embargo, no
conseguí ver ningún resultado de mi resolución. No sé si calculaba mal la
anticipación, que en tan baja altura tiene que ser muy grande, o el blindaje de los
junkers era tan fuerte, pero ninguna molestia causaba al Wehrmacht alemán con mis
disparos. Tal vez quedó un arañazo en algún ala, pero una caída espectacular,
parecida, por ejemplo, a la descrita en Tyorkin, de Tvardovski 51 , donde el héroe
abate a un junkers bimotor, no la pude conseguir. Pero la idea de estos disparos era
otra: sube mucho la moral, dejas de sentirte como un conejo, sueltas energía. En
general, una buena cosa.
Nos movemos hacia el Don. A causa de bombardeos y tanques alemanes
que aparecen periódicamente, nos hemos separado y nos dirigimos hacia el este en
pequeños grupos, de dos o tres personas. Intentamos ir junto con los nuestros, de
nuestro regimiento, pero en realidad ya hemos perdido a los demás. En la estepa,
durante un bombardeo, me encontré con un soldado de otra división de nuestro
regimiento, un cosaco del Don. Pronto recogió en la estepa un caballo sufrido y
abandonado y se montó. El caballo, como yo, apenas movía las patas, nosotros
dos íbamos andando pero el cosaco, montado. Todo el camino discutíamos por
qué la guerra seguía un curso tan desfavorable para nosotros. Mi compañero
expresaba su opinión más o menos con las palabras siguientes: “Iurka, no te
enfades, pero la culpa la tienen los judíos. No, no creas, no hablo en el sentido
fascista, y sabes, esos prejuicios yo no los tengo, pero piensa tú mismo. Mira, los
alemanes se preparaban para la guerra, pero nosotros, qué: nosotros
organizábamos festivales, hacíamos las mejores películas del mundo. Oistraj 52
arañaba el violín: todos judíos. No, sabes, no tengo prejuicios, pero mejor hubiera
sido en ese tiempo no tan atareado con el violín”. No compartía sus pareceres e
intentaba explicarle que se trata de la guerra entre fascismo y antifascismo, pero el
antifascismo presupone el renacimiento, el desarrollo de las artes. A lo que él
respondió: “Muy bien, y habéis llegado con vuestro renacimiento hasta el punto de
que los alemanes están a las orillas del Don, vete por ahí con tu renacimiento”.
Pero, por lo demás, avanzábamos en armonía. Nos separamos cuando en la noche
oscura sureña llegamos hasta el Don.
La oscuridad era todavía más profunda por unas barcazas, vehículos y
otros trastos ardiendo en la orilla; el ejército los había arrastrado hasta el Don y

51 Aleksandr Trifonovich Tvardovski (1910-1971), poeta y director de la revista literaria Novy Mir

(1950-1954 y 1958-1970). Su poema más popular fue, sin duda, Vasili Tyorkin (1941-1945),
conocido también como Libro sobre un soldado, que se difundió rápidamente en el frente a través de
revistas y periódicos.
52 David Fiodorovich Oistraj (1908-1974) fue uno de los violinistas de mayor prestigio en el siglo

XX y padre de otro gran virtuoso violinista, Igor Davidovich Oistraj (1931).

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
38 I. M. LOTMAN

luego abandonado. Llegamos a la orilla, había que decidir, qué hacer, porque no
había ninguna posibilidad de cruzar el río, pero algunos soldados perdidos vagaban
por la orilla. Uno de ellos dijo al pasar corriendo que más allá había una barcaza
medio hundida, con cargamento de azúcar y vodka, y que los muchachos estaban
tragando allí como locos. Mi compañero dijo que iba a beber y coger algo para el
camino. Yo decidí cruzar el río mientras duraba la oscuridad.
Cómo iba a hacerlo, no tenía idea en absoluto: no sabía nadar y tampoco sé
ahora. 53 Andando por la orilla pantanosa del Don, vi dos figuras negras en capa-
tienda que tapaban las divisas (pero las capas eran de comandantes) y oí un
fragmento de su conversación: se trataba de llevar los caballos al otro lado. Uno de
ellos informó que había encontrado una barca fuerte y a un joven que entendía
algo del asunto: él va a sujetar el caballo por los arneses y el animal va a nadar, sólo
hace falta encontrar a un remador experimentado. Me dio un ataque de
desfachatez. Salí de la oscuridad y me acerqué a ellos diciendo: “¿Estáis buscando
un remador? ¡Aquí lo tenéis!”. Parece que mi apariencia no era muy digna de
confianza para el que tenía el rango más alto. “Ten cuidado”, dijo, añadiendo
alguna palabra representativa del lenguaje florido militar, para una mayor
convicción: “si te ahogas tú, a mí…, me da igual, pero no vayas a ahogarme los
caballos”. Pero yo ya estaba en plena marcha, presumiendo: “No me meta miedo,
es cosa habitual, he crecido en la costa…”. Emprendimos el camino. Yo me senté
a remar y el otro soldado agarró los arneses del caballo y se sentó en la popa,
empujamos la barca de la orilla, el caballo entró resoplando en el agua y yo empecé
a remar. Al principio, daba vueltas porque una mano tendía a adelantar a la otra:
era un remador pésimo. Pero, a la larga, el asunto se arregló. El caballo, que
intentaba subir a la barca, recibió un golpe en el morro y empezó a nadar. La
segunda vez fue más fácil. No sé cuántos viajes hice, pero entonces dije: “Ya está,
chicos, un viaje más y ya está, buscaos a otro”.
Cruzamos el río. Salí de la barca y caminé con una sensación de cansancio
que superaba todos los límites, y con la esperanza de que aquí, en esta orilla, me
encontraría con nuestra firme línea de defensa. Allí me darían instrucciones para la
futura ruta. No había ninguna línea de defensa. También en esta orilla, igual que en
la otra, vagaban soldados aislados. Dónde ir era completamente incomprensible.
Me tumbé en la arena mojada de la orilla y me dormí al parecer antes de llegar a
apoyar la cabeza en el suelo. No sé cuánto dormí. Después me levanté y me dirigí
hacia el este, esperando, a pesar de todo, encontrar alguna línea de defensa. No es
posible que el frente esté totalmente desprotegido.

53 Aquí —como en muchos otros lugares— se manifiesta la disminución de su propia imagen,

típica del autor: nadaba bastante bien —desde el punto de vista de la distancia nadada—, pero
como nunca había aprendido a nadar, no conocía ningún estilo y nadaba, según sus propias
palabras, “como perro” [NML].
Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 39

En este lugar, el Don fluye en varias ramificaciones, que a veces confluyen


y luego de nuevo se bifurcan. No tenía fuerza para buscar sitios por los que cruzar.
Iba aprovechando los vados directamente, cruzando uno tras otro los brazos
paralelos bastante profundos. Alrededor había un vacío completo. No tenía nada
de fuerzas, pero encontré una manera de mantenerlas: andaba y disparaba al cielo,
una tras otra, balas trazadoras. Eso posibilitaba de alguna manera extraña superar
la sensación de estar perdido. Al hacerlo, gritaba salvajemente las palabrotas más
obscenas. La mezcla de disparos y mis insultos en voz alta me ayudaba de alguna
manera a animarme. Al final crucé el último afluente, me desplomé en el suelo y
me dormí de nuevo enseguida. La travesía del Don había terminado.
En el verano de 1942, el frente se estabilizó relativamente. Nos mandaron
fuerzas complementarias y nos enviaron a la zona de Mozdok (en Chechenia-
Ingushetia). La pequeña ciudad de Malgobek, justo en el río Terek, estaba
directamente en la línea del frente 54 . En la otra orilla, donde vivían los cosacos, se
situaba la primera línea alemana. Nosotros manteníamos la orilla sur, aunque la
palabra ‘manteníamos’ sólo puede usarse metafóricamente: casi no teníamos
infantería. Nuestros cañones, hasta donde permitía la reserva limitada de
proyectiles, tenían que cumplir a la vez su tarea directa —suprimir la artillería del
enemigo— y asegurar el paso del río, para lo que eran poco útiles.
Establecimos nuestros puntos de vigilancia avanzados en las casas
ingushes, en la misma orilla (los habitantes escaparon a las montañas y el pueblo
estaba completamente vacío), y esperamos día tras día la nueva ola de ataques de
los alemanes. Utilizando los recursos coloridos del lenguaje de los soldados,
discutíamos qué íbamos a hacer en tal caso, ya que sólo teníamos cinco proyectiles.
El enemigo seguramente ni siquiera sospechaba cómo de escasas eran nuestras
provisiones, y reunía sus reservas con insistencia (lo veíamos perfectamente),
preparándose para la irrupción. Ni siquiera se le ocurrió, al parecer, que en este
tramo estuviera frente a él sólo una división de artillería casi sin proyectiles, una
batería de morteros y grupos insignificantes escasamente provistos, y compuestos
con prisas por la gente más variada, entre ellos, cocineros y escribientes del cuartel
general. Cuando yo —no sin ironía— le pregunté al teniente mayor que los
mandaba: “Pero, ¿qué cuerpo de ejército es este?”, me respondió con el reniego
refinado de un hombre de frente experimentado y los dos nos partimos de risa.

54 Malgobek forma parte en la actualidad de la República de Ingushetia. Situada a 110 kilómetros al

oeste de Grozny (República de Chechenia), en la vertiente sur del río Terek, y a 43 kilómetros de la
estación de ferrocarril de Mozdok. Mozdok pertenece a la República de Osetia del Norte-Alania,
está situada a 92 kilómetros al norte de la capital de la República, Vladikavkaz (en osetio,
Dzaudzhikau). Entre 1942 y 1943, en la zona de Mozdok tuvieron lugar duros combates. La ciudad
estuvo ocupada por las tropas nazis desde el 25 de agosto de 1942 hasta el 3 de enero de 1943,
periodo al que se refiere aquí I. Lotman.
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40 I. M. LOTMAN

En la otra orilla, directamente en frente de nosotros, estaba situado el


punto de vigilancia y el cuartel general alemanes. Veíamos bien todo lo que se
hacía allí y podíamos contar las motocicletas que constantemente llegaban y se
iban. Allí tenía lugar una actividad viva de cuartel general y de vigilancia, pero
nosotros teníamos tan pocos proyectiles que teníamos la orden firme de disparar
sólo cuando el enemigo empezara a cruzar el río. Nuestro silencio, por su parte,
animaba a la otra orilla.
Una vez (ya reinaba verdadero calor) vimos que el centinela que vigilaba la
entrada del cuartel general estaba en su puesto, completamente desnudo, como su
madre lo trajo al mundo, sólo con las botas puestas y la metralleta colgada del
cuello. Así, no sólo se protegía contra el calor sino que claramente encontraba
satisfacción en la impresión que tenía que causar su apariencia en nosotros.
Estando de frente a nuestro punto de vigilancia, se reía a carcajadas y daba
palmaditas a su barriga. Nuestro teniente no podía aguantar esa humillación y
consiguió del cuartel general tres proyectiles: “Por lo menos, asustarlo un poco,
para que se ponga los pantalones”, suplicaba al comandante del batallón y
consiguió la respuesta: “Está bien, dale tres veces”. Es casi imposible ajustar el
cañón incluso si el ajuste ya se ha hecho antes. Puede molestar el viento, y con
cada disparo el cañón se hunde, aunque sea de manera inapreciable, en el terreno,
especialmente en el suelo blando de la orilla. Todo eso podía no tenerse en cuenta
en el caso del habitual fuego masivo. Hubiera sido simplemente imperceptible.
Aquí, sin embargo, había que actuar esmeradamente, y con una exactitud máxima.
Nuestro cañón, disparando tres tiros, no le causó al vecino del otro lado del río
naturalmente ningún daño, pero entendió la indirecta y se puso los pantalones.
En general, la actitud hacia el cuerpo humano desnudo era completamente
diferente en nuestro ejército y en el alemán. Seguramente se manifestaba aquí la
diferencia entre la actitud europea y la oriental hacia esa cuestión. Los alemanes no
sólo no se avergonzaban del descuido en la vestimenta ni del cuerpo desnudo
(todas nuestras observaciones tenían lugar a través de la línea del frente, por lo
tanto mi opinión puede necesitar de corrección), sino que incluso, al parecer,
encontraban algún estilo en ello. En el frente se montaban de buena gana
desnudos en las motocicletas, en los pósteres de guerra alemanes aparecía el oficial
del frente uniformado con la camisa y las mangas levantadas (al parecer, eso se
consideraba ‘elegancia marcial’ en el ejercito alemán). Nosotros estábamos
acostumbrados a avergonzarnos de nuestro cuerpo (no recuerdo que ninguno de
nosotros, especialmente los muchachos del pueblo, se hubiera desvestido para
tomar el sol). Si trabajando en un día caluroso incluso nos permitíamos cierta
libertad, era la parte superior del cuerpo desnudo hasta la cintura, pero
obligatoriamente con botas y pantalones puestos. En invierno, en cambio, siempre
llevábamos gorro y lo elegante para los hombres europeos —andar con la cabeza

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 41

descubierta en el frío— era completamente desconocido para nosotros. Cuando


años más tarde (era en Noruega), pregunté a un amigo ya mayor que andaba en el
frío con la cabeza descubierta si no tenía frío sin gorro, recibí esta respuesta: “Pero
si eso te hace más joven”. Menciono aquí que en Rusia también es elegante la
cabeza de un niño cubierta incluso con calor, aunque en el sentido contrario: esto
le hace parecer mayor. La valoración puede cambiar pero la relación del gorro con
la semiótica de la edad permanece.

Cómo liberarse de los piojos


En Vasili Tyorkin, de Tvardovski, hay el siguiente episodio. Un viejo que ha
participado en la Primera guerra mundial conversa con Tyorkin y pregunta:
Pero, dime, una cosa sencilla
¿lo tenéis?
— ¿Qué?
— El piojo.
A lo que Tyorkin responde irguiéndose: “Parcialmente, sí” 55 . Oyendo eso,
el veterano de la primera guerra mundial le dice a Tyorkin que él es un verdadero
soldado. Este tema no lo ha podido evitar nadie que haya escrito con relativa
veracidad sobre la guerra, desde Barbusse a Hašek 56 . El piojo es un tema
parcialmente prohibido, pertenece a ‘otra’ parte de la vida cotidiana de la guerra.
Antes de la guerra sabía de piojos sólo a base de las grandes obras literarias y de los
estudios entomológicos.
Estábamos retrocediendo, era el segundo mes de guerra. Pero en el frente
del sur todavía hacía mucho calor. Un día sentí un picor incomprensible e irritante.
Estábamos en un bosque joven en medio de la estepa y esperábamos la noche para
salir de nuestro escondite anti-aéreo y seguir la retirada hacia el este. Me metí entre
los árboles, me quité la camiseta y me estremecí de asco.
La entomología siempre había sido objeto de mi pasión, ese sentimiento
permanecía incluso cuando renuncié a la idea de convertirme yo mismo en

55 Tvardovski, A. Василий Теркин. Книга про бойца (Vasili Tyorkin. Kniga pro boitsa). Moscú, 1976,
página 68.
56 El frente lleno de piojos y paga el precio de sangre,
Quien tiene uñas, se rasca.
La lucha sangrienta está teniendo en su cama el señor general,
Y su uniforme lo sacude el pequeño hombre. [NIL]
[Existe una versión en español, que no se ha podido consultar para la traducción de estos
versos, de la novela de Jaroslav Hašek, Las aventuras del valeroso soldado Schweijk, Barcelona, Destino
(Áncora y Delfín, 736), 2000, 2ª ed. (traducción de Alfonsina Janès). La traducción rusa que cita I.
Lotman es de P. G. Bogatyrev: Похождения бравого солдата Швейка во время мировой войны
(Pohozhdeniia bravogo soldata Shveika vo vremja mirovoi voiny). En: Собр. соч.: В 6т. (Sobr. soch.: V 6 t.),
Moscú, 1985, tomo 6, página 165.]
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
42 I. M. LOTMAN

estudioso de los insectos. Especialmente me atraían los ortópteros y los


neurópteros, pero sobre los coleópteros me preparaba para escribir un estudio, y
hasta hoy lamento no haberlo hecho. Pero hacia los parásitos, especialmente hacia
los piojos, sentía una repugnancia fisiológica. Al ver en mi camisa un piojo blanco
y gordo, me estremecí en el sentido directo —no metafórico— de la palabra y casi
vomité. Actué con resolución, de acuerdo con las circunstancias. Prendí una
hoguera, puse un cubo de agua a calentar, me desvestí de pies a cabeza y metí en el
cubo todo, excepto las botas y los documentos. Afortunadamente, la sopa llegó a
hervir lo suficiente antes de que anunciaran ponernos en marcha. Escurrí todo con
prisa y alcancé, empapado, la compañía. Esa fue la primera impresión.
Perdió rápidamente, sin embargo, su agudeza, y había que aceptar la
aparición constante de los piojos y la necesidad constante de luchar contra ellos.
Afortunadamente, encontramos, a finales del cuarenta y uno o principios del
cuarenta y dos (exactamente no recuerdo) un remedio seguro.
También los alemanes sufrían con los piojos y lo combatían esparciéndose
diversos polvos químicos. Pero eran poco efectivos. El enemigo sufría con los
insectos, al parecer completamente desconocidos para él en la vida normal, y no
fue capaz de encontrar remedios eficaces contra ellos hasta el final de la guerra.
Por lo tanto, cuando llegó la época de la ofensiva, no vivíamos nunca en los
refugios subterráneos alemanes, incluso si hacía falta protegerse del frío o de los
disparos: meterse allí significaba conseguir con seguridad insectos. Nuestra
infantería, que en la primera línea no podía, naturalmente, preparar ni siquiera el
‘matapiojos’ más elemental, sufría también mucho a causa de ellos. Pero la artillería
y la infantería de segunda línea se liberaron de ellos, en realidad, para el cuarenta y
dos. No sé quién fue el genio que inventó el remedio sencillo e infalible, pero
merecería un monumento (lo escribo sin ninguna ironía).
El remedio era el siguiente. En el frente no presentaba ninguna dificultad
encontrar un barril de combustible vacío. Estaban tirados al lado de la maquinaria
quemada y destruida y otros desperdicios del frente. Había un montón. Con éstos
se preparaba un dispositivo de lo más elemental: se cogía el barril, se lavaban o
quemaban los restos del contenido (aceite pesado, lubrificantes y combustible).
Después de eso, se eliminaba con cuidado uno de los fondos, conservando la base
de hierro cortada. Luego se cortaban dos palos exactamente según el diámetro del
barril y se encajaban cruzados en el barril a tal altura que el equipamiento colocado
sobre ellos no tocara el fondo. Luego, se colgaba en la cruz formada la ropa
destinada para la desinsectación. En el fondo se echaba un poco de agua, se
cerraba encajando la tapadera retirada antes, envuelta en una capa-tienda para
mayor hermeticidad. Luego se colocaba el barril encima de unas piedras y se
prendía fuego debajo de él. Aproximadamente a la media hora, o un poco más, se
abría el barril ardiente, de él salía el vapor comprimido y de la cruz colgaba la ropa

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 43

ardiente, a veces un poco quemada si había tocado la pared. A esta prueba no


sobrevivía ningún piojo. Era muy agradable ponerse la ropa ardiente y crujiente.
Es verdad, luego era imposible lavar la suciedad quemada, pero eso no nos
molestaba en absoluto. Los barriles eran nuestra salvación.
Los piojos pertenecían orgánicamente no sólo a la vida cotidiana, sino
también al folclore del frente. Era el tema de chistes interminables y de
improperios refinados e ingeniosos, los piojos se convirtieron en héroes de
muchos acontecimientos. He aquí uno de ellos.
El comandante del grupo dirigente de nuestra batería era Ivashchenko,
ingeniero de Donbass, una persona agradable e inteligente (en el grupo de fuego
tenían su propio Ivashchenko, también teniente, una persona terriblemente
desagradable). Ivashchenko llegó al ejército durante la retirada, directamente de la
vida civil y conservaba muchos rasgos de los paisanos, pero era un buen artillero y
un compañero divertido. Con él pasó la historia que merece ser recordada en
relación con los piojos.
Era en el año cuarenta y tres en el Donbass-Norte 57 . En el frente había una
relativa calma, el punto de vigilancia estaba situado a unos dos kilómetros de la
primera línea y decidimos aprovechar el tiempo para liberarnos de los piojos. Para
ello, colocamos el ‘barril’ en este lado del punto de vigilancia, que estaba escondido
de la primera línea por la pared de una casa quemada. El primero en colgar allí su
camisa de campaña, pantalones y ropa interior fue el comandante de la batería, y
cuando el interior del barril se había calentado, colgó sus pertenencias el
comandante de grupo Ivashchenko. Como urbanita culto, no estaba acostumbrado
a los piojos y no podía aguantarlos. Se desnudó, dejando sólo las botas, y colgó
todo en el barril, animándonos a nosotros: “¡Quema estos cabrones, quémalos!”.
Calentamos el barril al máximo. Pero, al parecer, las chispas subieron demasiado y
de pronto cayó cerca, al principio, un proyectil, otro: los alemanes estaban
aparentemente ajustando los cañones, y luego empezó un tiroteo bastante intenso.
Nos metimos en la zanjita. El pobre Ivashchenko se metió tal como estaba, como
su madre lo había traído al mundo, con las botas puestas, en la mano el carné del
partido que le se había ocurrido sacar del bolsillo. Su apariencia no era muy
presentable y nosotros, sin vergüenza, ironizábamos sobre el estado de nuestro
comandante. Cuando el tiroteo terminó y pudimos salir, Ivashchenko corrió hacia
el barril: por desgracia, todo se había quemado. En el fondo del barril yacía
solamente la insignia fundida de la guardia, que al teniente se le había olvidado
desenroscar. Ivashchenko estaba sentado con las botas puestas, desnudo, el carné
del partido y la insignia de la guardia en la mano y, terriblemente furioso, ultrajaba

57 Zona minera del sureste de Ucrania.


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44 I. M. LOTMAN

a los alemanes, a la guerra y a nosotros, que, según él, habíamos colgado mal la
ropa.
Hubo que llamar a la batería para que enseguida trajeran calzoncillos,
pantalones y el resto del equipamiento para el teniente. Pero cuando por la línea se
difundía que desde el punto de vigilancia piden calzoncillos para Ivashchenko,
provocó una nueva ola de chistes de soldados. En honor del teniente hay que decir
que cuando el equipo al fin llegó, y con ella una botella de vodka de parte del
sargento, su estado de ánimo mejoró y expresaba en voz alta su alegría por no
haberse quemado la Orden de la Estrella Roja.
Esta anécdota merece ser recordada porque incluso en las circunstancias
más difíciles había siempre muchos episodios graciosos y divertidos. Diría que en
el frente nos reímos mucho más de lo que fue posible luego en tiempos de paz,
por ejemplo, durante la devastación de la universidad en la época de lucha contra
el cosmopolitismo.

***

En la temprana primavera del año cuarenta y cuatro, el frente estaba


situado en Ucrania occidental y penetraba en las posiciones del enemigo como una
cuña larga y estrecha. En nuestro tramo, formaba una suerte de lengua de cerca de
veinte kilómetros de largo, pero de sólo un ancho que iba desde un par de cientos
de metros hasta un kilómetro. El punto de vigilancia se situaba en la punta, y los
cañones, en la base. El enemigo nos disparaba desde tres lados y, en realidad, en
nuestra zona no había un lugar protegido del fuego. Además, hay que añadir que la
temprana primavera había deshecho la nieve, pero el suelo estaba descongelado
sólo parcialmente, así que teníamos que andar en el agua que a veces llegaba hasta
el tobillo, a veces hasta la rodilla, resbalando en el hielo bajo el agua o
hundiéndonos en el barro pegajoso. Con cada paso, levantábamos una arroba [пуд,
pud] de barro líquido y pegajoso. Era completamente imposible correr en este
suelo, andar era extremadamente difícil. Pero nosotros, los de las comunicaciones,
teníamos que andar todo el tiempo. El enemigo disparaba a esa zona con bastante
intensidad, las columnas de agua y barro y trozos de hielo volaban en todas
direcciones, los capotes empapados pesaban en los hombros un quintal [пуд, pud]
y los morros estaban tan barrosos que era imposible mirarse uno al otro sin
echarse a reír.
Yo andaba por la línea, partida por una esquirla, me arrastraba a través de
ese puré de tierra, agua y hielo, y acabé bajo un fuego denso y concentrado. No me
acuerdo con qué palabras expresaba mis sentimientos, pero puedo imaginarme que
era aquel vocabulario que los lingüistas a veces llaman expresivo. Tuve que
tumbarme en el barro, encima de unas ramas. Alrededor caían esquirlas y pellas de

Entretextos 10
NO-MEMORIAS (I) 45

barro mojado. Al mismo tiempo, corría directamente hacia mí, levantando


columnas de agua y barro, una liebre grande, completamente cubierta de barro.
Tuvo la misma poca suerte que yo: salta a la izquierda y la mina cae a la izquierda;
ella para otro lado, y la maldita allí mismo. Al parecer, completamente enloquecida,
corría, salpicando agua y barro, directamente hacia mí y se paró, casi nariz contra
nariz (es muy posible que mis ojos estuvieran igual de torcidos que los suyos). Nos
miramos, perplejos.
Recuerdo la idea de que seguramente la liebre estaba pensando lo mismo
que yo: “¡La cantidad de hierro que se ha enviado aquí con el único propósito de
liquidarme!”. Ese mismo pensamiento se me pasó por la cabeza también a mí,
aunque, a decir verdad, con cierto matiz de orgullo; si la liebre también estaba
orgullosa, no puedo decirlo.
Una mina cayó justo al lado y nos enterró completamente bajo agua y
barro. La liebre, al parecer, decidió que eso era ya demasiado y se lanzó para otro
lado por el agua. Pensaba que seguramente llevaba razón y era mejor dejar ese
sitio, porque parecía que le había gustado al enemigo. Correr era imposible,
chapoteaba. Al volver la mirada, por casualidad, vi que la liebre también
chapoteaba, aunque saltando, sacando las patas con dificultad del barro (creo que
los zoólogos nunca han visto una liebre en una situación así). Le guiñé el ojo y me
pareció que sonreía. No volvimos a vernos.

Itinerario aproximado de I. Lotman entre el otoño de 1940 (1) y la primavera de 1944 (7)

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
“SOBREVIVIREMOS, SI SOMOS SABIOS”1
IURI M. LOTMAN

Nota previa
Manuel Cáceres Sánchez

Este breve artículo de Iuri M. Lotman se publicó, por primera vez, en Вестник Тарту (El
mensajero de Tartu), el 4 de enero de 1992. El texto le fue pedido por la redacción de este periódico
local en lengua rusa para abrir su primer número, con sus deseos para los lectores en el año nuevo
recién estrenado.
Esta sencilla circunstancia no tendría mayor trascendencia si no fuera por la situación
social y política que se vivía en Estonia en aquellos momentos. La Unión Soviética acababa de
desaparecer y la República de Estonia había sido restaurada sólo unos meses antes. Época, por
tanto, de cambios, de incertidumbres. Mientras la población estonia, con sus problemas y
dificultades, celebraba la reinstauración de su independencia, la población rusa (una cuarta parte de
los habitantes del país) veía con temor no sólo su presente sino, sobre todo, su futuro en esta tierra.
Los años de ocupación ruso-soviética no han producido en los estonios más que
desconfianza, cuando no directamente desprecio, hacia los ‘ocupantes’, y éstos, finalmente, se han
identificado, de manera ‘automática’ y simplista, con ‘los rusos’.
En Europa, desde principios de los años 90, se han producido acontecimientos de una
brutalidad inimaginable, después de haber padecido un siglo XX terriblemente cruel.
Afortunadamente, en Estonia no se ha llegado a situaciones de especial violencia, aunque ello no
quiere decir que los problemas se hayan resuelto —ni que éstos tengan fácil solución—, como se
ha demostrado este mismo año: a finales de abril de 2007, la retirada de un monumento del centro
de la capital del país, Tallinn, erigido en memoria de los soldados soviéticos caídos en la Segunda
Guerra Mundial, provocó los incidentes más graves de la historia reciente de Estonia.
En este contexto, el artículo de Lotman publicado en 1992 ha cobrado, de nuevo,
actualidad. Así lo entendió el periódico estonio Postimees, que lo reprodujo el 9 de mayo de 2007,
señalando que sus discípulos “creen que, en estos tiempos difíciles, su sabiduría y sus palabras
alentadoras pueden servir como apoyo para todos nosotros” 2 .

***

1 «Мы выживем, если будем мудрыми» [«My vyzhivem, esli budem mudrymi»]. Вестник Тарту
[Vestnik Tartu] 1. Tartu, 4 de enero de 1992, página 1. Se ha recogido en Воспитание души,
[Vospitanie dushi], San Petersburgo, Iskusstvo, 2005, página 296. Traducción del ruso al español de
Klaarika Kaldjärv. Este texto se publica por primera vez, en español, en Entretextos.
2 El artículo se publica, tanto en estonio como en ruso, en la versión electrónica de Postimees:

Texto en estonio: <http://www.postimees.ee/090507/esileht/arvamus/259541.php>


Texto en ruso: <http://rus.postimees.ee/100507/glavnaja/mnenie/16031.php>
Entretextos 10
“SOBREVIVIREMOS, SI SOMOS SABIOS” 47

Ahora en la televisión, en la radio y en los periódicos reina lo que yo


llamaría pesimismo reservado. A mí, sin embargo, me gustaría expresar un
optimismo reservado. Supongo que, tal como dice el refrán, “El sueño es terrible,
pero Dios, misericordioso”, y que las dificultades que nos esperan, posiblemente,
no son tan terribles como nos parece.
¿Por qué pienso de esta manera? En mi juventud estuve en el frente
durante toda la guerra, era artillero. Y sé que cuando te encuentras a treinta
kilómetros de la línea de fuego, de donde viene un rumor continuo, da mucho
miedo. Si te acercas a la distancia de diez o incluso ocho kilómetros, ya no da tanto
miedo. Resulta que las descargas no se suceden de forma ininterrumpida: los
proyectiles caen por allí y por allá, sobrevuelan, no llegan… Lo más importante,
para liberarse del miedo, es afrontarlo. Muy a menudo vivimos el miedo de
antemano, vemos todo mucho peor de lo que es realmente, y perdemos el ánimo.
En cuanto miramos al miedo a la cara, resulta que no es tan horroroso 3 . Por eso,
lo primero que le desearía a todo el mundo, es que tenga ánimo.
A. S. Pushkin, en un momento muy difícil para él, cuando murió A. A.
Delvig, el único amigo cercano del liceo (los otros dos estaban en Siberia), escribió
a P. A. Pletnev: “Pero la vida todavía es rica; todavía encontraremos nuevos
conocidos, ganaremos amigos nuevos… seremos vejarrones, nuestras mujeres
vejarronas y los niños serán muchachos fabulosos, jóvenes, divertidos; los chicos
van a hacer travesuras y las chicas serán sentimentales; y eso nos dará gusto” 4 .
Para mantener el ánimo en tiempos difíciles, hay que ser una gran persona.
Pushkin, como siempre, iba por el camino correcto: la principal manera de
mantener el ánimo es consolar al otro. No puede mantenerse el ánimo solo.
Individualmente no es posible salvarse. Por lo tanto, en segundo lugar, desearía
consolidación.
La tierra en la que vivimos no es nada grande. Antes sí parecía enorme.
Todavía cuando yo era joven parecía que era interminable. Pero ahora vemos que
es pequeña. Por eso, no debemos vernos aislados de los armenios, no debemos
vernos aislados de los acontecimientos en el Cáucaso, no debemos vernos aislados
de los acontecimientos en todo el mundo. Estamos en la misma barca: o nos
hundimos todos juntos o nos salvamos todos juntos. Salvarse aisladamente, sin
embargo, no puede nadie. La única manera de salvarse es tener ánimo y ayudar al
prójimo.

3 Véase I. Lotman, «No-memorias», en este mismo número de Entretextos [NE].


4 A. S. Pushkin. «Письмо П. А. Плетневу 22 июля 1831 г.» [«Pis’mo P. A. Pletnevu 22 iiulia 1831
g.», «Carta a P. A. Pletnev, 22 de julio de 1831»]. En: A. S. Pushkin. Собрание сочинений: в 10-ти т.
[Sobranie sochinenii: v 10-ti t., Obras completas: en 10 tomos], Tomo 10: Письма 1831-1837 [Pis’ma 1831-
1837, Cartas 1831-1837]. Moscú, Judozhestvennaia literatura, 1978, página 368.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
48 I. M. LOTMAN

En Estonia, creo, el destino de todos nosotros, tanto de los estonios como


de los rusos, va a depender de manera considerable de hasta dónde aprendamos a
entender uno al otro. No nos hace falta hurgar en las ofensas —las tenemos todos
desde los tiempos de Adán—, sino aprender a perdonar y ayudar. Sin embargo, si
empezamos a buscar la primera ofensa, de todos modos no la encontraremos, pero
esta búsqueda se convierte para nosotros en una escuela de odio y nos hundiremos
todos. Por ello, cuando experimentamos injusticia —por supuesto, ofende
mucho—, hace falta recordar todo el tiempo que también nosotros somos a veces
injustos. No hace falta llevar la contabilidad, sino perdonar, hace falta ser
inteligente.
Sobreviviremos si somos, ni siquiera inteligentes, sino sabios. Ya no somos
esos niños que desde hace tantos miles de años juegan a la guerra y no vivimos en
la edad de piedra. Es posible que ahora la época de guerras ya se esté terminando.
Si sólo no ocurriera así como dice el refrán ucraniano: “Покï сонце зiйде,
роса очi виïст”. Si sólo el rocío no quemara los ojos. ¿Qué hace falta para ello?
Recuerden lo que dijo el autor del Cantar de las huestes de Igor: “Y empezaron los
príncipes a decir que lo pequeño ‘es grande’… y los malditos de todos lados venían
con victorias a las tierras rusas”. Así que las guerras vienen cuando la gente
empieza a decir “que lo pequeño es grande”. Por ello, deseo a todos nosotros
sabiduría y paciencia.
Y quiero, además, desear lo siguiente. Cada uno de nosotros puede dar al
otro un poco de calor. En el Evangelio se dice: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y
aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1 Juan 4:20). Amar una abstracción es
fácil, pero amar al vecino, difícil. Cada uno de nosotros puede hacer la vida de dos
o tres personas un poquito más fácil, o puede que más difícil. Así que deseo que
hagamos la vida, por lo menos de esas personas que están cerca de nosotros, un
poquito más fácil, ya que si hacemos la vida de otro más fácil, la nuestra también
será más fácil.
Sin embargo, si me encierro y empiezo a contabilizar cuánto, quién y
cuándo me ofendió, mi vida será amarga y el mundo alrededor de mí parecerá
injusto. Pero eso no es así. No tengo que contabilizar a los que son culpables ante
mí, sino a aquellos ante los que yo soy culpable. Todos somos culpables uno ante
al otro: ante nuestros allegados, ante nuestros padres, ante nuestros vecinos. Todo
el tiempo —aun sin quererlo— hacemos el mal. Por lo tanto, deseo además que
hagamos acopio de paciencia y de generosidad.
Deseo a todos amor feliz, sin lo que tampoco se puede vivir. Deseo salud,
la salud es muy importante. Pero la salud también depende de nuestro ánimo.
¿Conocen el refrán: “Al afligido incluso el piojo se le pega”? No se debe estar
afligido. Dios mío, ahora no hay asedio, no hay guerra.

Entretextos 10
“SOBREVIVIREMOS, SI SOMOS SABIOS” 49

Depende de cómo se hagan los cálculos… Si tenemos en cuenta lo ideal,


nos falta mucho. Pero, por otro lado, tenemos mucho que perder. Permita Dios
que no lo perdamos, permita Dios mantener lo que tenemos. Permita Dios ser útil
para alguien, consolar a alguien, ayudar a alguien. Sólo eso nos salvará, a todos
juntos y a cada uno separadamente.

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RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN
AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD1
LIDIA M. LOTMAN

Iuri Mijáilovich Lotman —Iurmij, como le pusieron ya en el colegio, y


como después le llamaban los amigos y, más tarde, sus alumnos— fue para
nosotras el hermano menor, Iura. Lo llamaré así mientras cuento algunos
episodios de su juventud.
En nuestra familia éramos cuatro. Entre la hermana mayor y Iuri había
sólo siete años de diferencia. Durante los años más duros (éramos pequeños y
teníamos que privarnos de muchas cosas), Iura, el más chico, gozaba de pequeños
privilegios que solía rechazar con mucha generosidad. Así, por ejemplo, nunca
dejó de compartir entre todos —vigilando que cada uno recibiera su parte—
aquella ‘exclusiva’ mandarina con la que le obsequiaban. Y si alguien hacía algo
malo, por ejemplo, si yo rompía una taza, decía: “Chicos, voy a decir que lo he
hecho yo, ¡soy pequeño y no me regañarán!”.
Como en otras muchas familias, en la nuestra existía la costumbre de leer
diariamente en voz alta. Para ello se reunía toda la familia, tanto los padres como
los hijos. Normalmente leía mi hermana mayor. Fue así como Iura había conocido
en los primeros años de su vida a Walter Scott, Julio Verne, Charles Dickens, Mark
Twain y otros muchos escritores.
Las obras de los clásicos rusos, principalmente de Pushkin y Chéjov, las
recitaba mi padre. Estas lecturas influían en nuestros juegos, en los que nos
imaginábamos que éramos arqueros de Robin Hood o intrépidos marineros
alcanzando el Polo Norte bajo el mando de capitán Hatteras. Nuestro padre,
jurista de profesión (asesor jurídico de la editorial ‘Oblastnoi’ [Областной,
Regional], de Leningradskoi pravda [Ленинградской правда, La verdad de Leningrado] y de

1 «Мои воспоминания о брате Юрии Михайловиче Лотмане. Детские и юношеские годы»


[«Moi vospominaniia o brate Iurii Mijailoviche Lotmane. Detskie i iunosheskie gody»].
Лотмановский сборник [Lotmanovskii sbornik], Tomo 1. Мoscú, IC-Garant, 1995, páginas 128–150.
Edición de E. V. Permiakov. Traducción del ruso al español de Nina Kresova. Todas las notas son
de Manuel Cáceres, excepto las notas 4, 15, 16, 23 y 33 (que son de la traductora [NT]). Las
imágenes que se utilizan en esta edición proceden de los siguientes portales en Internet:
wikipedia.org, chamtec.com, kp.ru. Este texto se publica por primera vez, en español, en Entretextos.
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 51

la sucursal en Leningrado de TASS 2 ), fue un hombre de amplia erudición. En su


época también estudió en la Academia de arquitectura y conocía a la perfección la
historia del arte. Paseando con nosotros por Leningrado-Petersburgo, nos
introducía en el pasado de los célebres edificios de la ciudad y en los estilos
arquitectónicos. Siendo obligatorias para nosotros las visitas a los museos, nos
explicaba los argumentos mitológicos y bíblicos de los cuadros.
Cuando, por primera vez, acompañado de su padre y sus hermanas, Iura
entró en el museo del Ermitage, tenía tres años y el vigilante no quería dejarle
pasar alegando que era demasiado pequeño. Entonces, con toda solemnidad, Iura
sacó del bolsillo de su traje de terciopelo un reloj de plata que pertenecía a nuestro
abuelo y que, por supuesto, estaba parado. Este gesto conmocionó al viejo
vigilante que dijo que no era capaz de impedir el paso a un visitante así. Luego,
Iura pasaría en el Ermitage largas horas. Una vez, cuando tenía doce años, fue
detenido por un vigilante ‘precavido’, que reparó en el muchacho que llevaba
media hora delante de La Magdalena penitente de Tiziano. Iura tuvo que explicar a
los vigilantes del Ermitage por qué estuvo examinando el cuadro durante tanto
tiempo. Papá también nos llevaba con frecuencia al Museo del Arte Ruso que,
según la costumbre, seguía llamando «Museo de Alejandro III». Nos causaba una
gran impresión el lienzo de Ivanov La aparición de Cristo ante el pueblo, impactantes
cuadros de Kuindzhi, Los Cosacos de Repin, pero mucho más intenso era el efecto
que producían sobre nuestra imaginación los dramáticos y teatralizados cuadros de
los clasicistas. La obra El último día de Pompeya, de Briullov, se apoderó tanto de
nuestra mente que decidimos ‘recrearla’ en casa. En nuestro cuarto infantil había
cuatro camas. Juntamos todas ellas y levantamos una montaña de almohadas y
mantas. En su cima sentamos a Iura, de tres añitos, y le encomendamos la tarea de
tirar cubitos de madera, toallas y cubre almohadas de encaje hacia arriba. Iura
estuvo desempeñándola con mucho esmero: los objetos volaban por la habitación
mientras nosotras corríamos, adoptando diferentes poses que recreaban grupos y
figuras del cuadro de Briullov. De vuelta a casa, nuestros padres se quedaron de
piedra en la puerta de nuestro cuarto, si bien mamá al momento cobró conciencia
de lo que estaba ocurriendo y gritando: “¡Me van a ahogar a mi niño!”, se lanzó
hacia la cama, dispersó todas las almohadas y mantas y rescató al afanoso chiquilín
empapado de sudor.

2 Es el acrónimo del ruso Телеграфное агенство Советского Союза (Telegrafnoe agentstvo


Sovetskogo Soiuza), que se puede traducir como Agencia de Telégrafos de la Unión Soviética. Fue
la agencia de noticias estatal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (su nombre se debe a
que, en los primeros años del siglo XX, las noticias se transmitían a través del telégrafo) y
habitualmente era citada ‘Agencia (de noticias) TASS’.
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52 L. M. LOTMAN

Briullov, El último día de Pompeya

En el artículo «La concepción del poema sobre el último día de Pompeya»,


de 1986 3 , I. M. Lotman habla de cómo había interpretado Pushkin el cuadro de
Briullov. “Existen extrañas coincidencias” 4 ; son palabras de Pushkin que le
gustaba citar a Iura… ¿Sería posible enlazar las impresiones estéticas infantiles con
un artículo del científico? ¿Por qué no? Es la misma persona y la infancia es un
período importante de la vida. Es más, analizando los hechos de la vida de muchas
personalidades, podríamos decir que la historia se
forja en los cuartos infantiles.
De vez en cuando nuestros padres podían
permitirse comprar un palco en el teatro. Era una
gran fiesta. El palco se llenaba de niños de nuestra
familia, de parientes y amigos. Así fue como vimos,
en el Teatro Alejandrino, La desgracia de ser
inteligente 5 y, en el Mariinski, El lago de los cisnes y
Teatro Mariinski, San Petersburgo Eugenio Oneguin de Chaikovski. En la escena del
duelo de Oneguin con Lensky, hubo niños que se
escondían debajo de sus asientos (de cualquier modo, es una clara muestra de la
impresión que sentían), pero el valiente pequeño Iura seguía con atención esta
escena (se ponía de pie delante de los de la primera fila y no molestaba a nadie,
pues era muy bajito). Luego reproducía este duelo en casa y caía al suelo con
cuerpo rígido, en el papel de Lensky, o se llevaba las manos a la cabeza haciendo

3 «Замысел стихотворения о последнем дне Помпеи» («Zamysel stijotvoreniia o poslednem dne

Pompei»). Пушкин и русская литература: Сборник научных трудов (Pushkin i russkaia literatura: Sbornik
nauchnyh trudov). Riga, 1986, págs. 24–33.
4 Cita de «Notas para “El Conde Nulin”», de Pushkin [NT]. Pushkin escribió el poema «El Conde

Nulin» el día de la sublevación de los decembristas, parodiando, según él, a la historia y a


Shakespeare, comentando que “existen extrañas coincidencias”.
5 De Aleksandr Griboedov. Traducción española, La desgracia de ser inteligente [A. Griboedov]. La

muerte de Tarelkin [A. Sujovo-Kobylin]. Madrid, Asociación de. Directores de Escena de España
(Literatura Dramática, 39), 1996, 301 páginas (traducción y edición de Jorge Saura, presentación de
Juan Antonio Hormigón).
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 53

de Oneguin. Claro que, para estas representaciones, le hacía falta un compañero de


reparto, con lo que nos pedía participar en aquella escena trágica a mi hermana
menor, Victoria (Lialia), y a mí. La naturaleza del carácter de Iura —sus gestos
‘caballerescos’, su cortesía, especialmente delicada en el trato con las mujeres (que
resultaba graciosa en un niño), su firmeza, su valentía y su genio (que se hicieron
patentes en los primeros enfrentamientos con otros chicos, nada más entrar en el
colegio)—, todo ‘palpitaba’ en él ante la visión del duelo promovido por el honor y
la mujer. Fue la primera sonrisa que le regaló su destino. Luego, Iura dedicaría
mucho tiempo al estudio del duelo del siglo XIX, los problemas de su técnica, sus
raíces históricas y sociales y su significado psico-ético. Reflexionó mucho sobre las
causas y el sentido de la difusión del duelo, en particular entre los decembristas,
sobre la historia del duelo de Pushkin.
La música formaba parte de la vida cotidiana de nuestra familia. Todos
nosotros recibíamos clases de piano, pero los logros de mi hermana Lialia y míos
eran bastante modestos. Nuestra hermana mayor, Inna, fue la que mostró más
capacidad e incluso talento en esta esfera. Entró en el Conservatorio muy
temprano, a los dieciséis años: historia, teoría y composición musicales se
convirtieron para ella en el trabajo de su vida. Tocaba muy bien por notas. Con su
acompañamiento escuchamos y, en la medida de nuestras posibilidades, ‘cantamos’
óperas de Mozart (incluida Don Juan, que en aquel entonces no se representaba en
ningún lado), de Glinka, Rimski-Kórsakov y algunos otros compositores.
Asimismo, tocamos y cantamos romances de Glinka, Chaikovski, Schubert o
Schumann (éstos últimos en alemán, puesto que ya estábamos estudiando en la
Peterschule). Iura también estaba bastante bien dotado para la música. Desde los seis
hasta los doce años tocaba muy aceptablemente y aún siendo joven, casi niño,
quedó entre los primeros en una muestra de los talleres artísticos de la ciudad de
Leningrado. Cuando Iura terminó de tocar, sonaron los aplausos y, al mismo
tiempo, las risas: no se le veía detrás del piano. El presentador del concierto lo
levantó y lo puso sobre la tapa del piano, donde Iura se inclinó ceremoniosamente
ante el público. La muy extravagante Klara Liudvigovna, nuestra vieja profesora de
música, decía que él tocaba con el alma y no con las manos. Sin embargo, a los
doce años Iura se negó categóricamente a seguir sus estudios de música y no
volvió a acercarse al piano. Entonces ya era muy aficionado a la lectura. Inna, que
durante un tiempo pretendía controlar sus lecturas, muy pronto abandonó todo
intento, aún más porque no había encontrado apoyo de papá. Nuestro padre jamás
amonestó a ninguno de nosotros, ni tan siquiera nos daba consejos. Me acuerdo de
cómo una vez traté de compartir mis impresiones con él y le dije: “Papá, me
gustan mucho los libros de Charskaia” 6 , a lo que me contestó con tristeza: “Lida,

6Lidia A. Charskaia (1875-1937), pseudónimo de Lidia A. Churilova, actriz, poeta y, sobre todo,
novelista de gran éxito popular antes de la revolución de 1917, especialmente entre las jóvenes
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
54 L. M. LOTMAN

ya eres mayor…”. Preocupada, pasé un tiempo pensando en el por qué de su


respuesta y en su significado. Una semilla de duda fue arrojada dentro de mi alma.
Cuando Inna se quejó a nuestro padre de que Iura, de doce años, leía a Anatole
France, lo cual no correspondía a su edad, papá le respondió lacónicamente: “Que
lo lea”. “Pero —replicó Inna— es El jardín de Epicuro, no lo entenderá; además,
¡aún es pequeño para comprenderlo!”. “Si no lo entiende, entonces, no habrá
ningún peligro y no seguirá leyéndolo. Y si lo entiende, significa que no es
pequeño para leerlo”. Para entonces, Iura se aficionó a la literatura antigua griega y
romana y a la historia. En el recital de poesía de mi colegio me premiaron con el
libro Hélade, de considerable tamaño y muy bien ilustrado, publicado antes de la
revolución. Todos nosotros estuvimos examinando y hojeándolo, pero el más
pequeño de nosotros, Iura, lo estudió a fondo. Además, no se detuvo allí: pronto
La Ilíada se convirtió en su libro de cabecera. Estando en la casa de campo, nos
contaba a mi hermana Lialia y a mí los episodios de La Ilíada con tal inspiración
que parecía que todo lo que él describía sucediera delante de sus ojos. También se
interesó mucho por los historiadores antiguos, sobre todo le gustaba leer a
Heródoto, Plutarco, Polibio, Tácito, por supuesto, todo en ediciones anteriores a
la revolución. Papá tenía muchos libros de historiadores, pero Iura además
conseguía libros en la rica biblioteca del colegio. Cuando tenía catorce años, le
hicieron pasar un tiempo en la casa de campo en Krasnii Val, cerca de Luga 7 ,
donde nadie más podía acompañarlo: Lialia se estaba preparando para su ingreso
en la universidad y yo me había ido de excursión. Alimentándose a base de leche
normal y leche agria [prostokvasha], Iura andaba por el pueblo con un libro grande
de Las Metamorfosis, en cuya cubierta estaba escrito con letras grandes ‘Ovidio’. Así
pues, los chicos locales le pusieron Ovidio, sin saber que este apodo tendría doble
significado: en realidad, Iura se veía obligado a vivir lejos de sus seres queridos y
sobrellevar los días en el campo en soledad, como Ovidio en el exilio. Pasado un
año, todavía estando en el colegio, empezó a ir a la facultad de filología de la
universidad para asistir a las clases de Lev L. Rakov sobre historia antigua, donde
sorprendía a los universitarios —mis amigos— con su erudición.
Antes, Iura adquirió una nueva afición, no menos fuerte. Se puso a estudiar
zoología, especialmente despertaba su interés la clasificación de diferentes tipos de
animales, el principio de la organización de la diversidad en el sistema. Al mismo
tiempo, su interés por la naturaleza tenía un carácter ‘proteccionista’. Como dijo

rusas. Sus novelas (publicó más de ochenta libros en quince años) tienen como protagonista a niñas
y mujeres, la amistad entre ellas, sus aventuras, sus vidas independientes. La crítica literaria de
entonces, sin embargo, la acusó de escribir libros repetitivos, esquemáticos y de una exagerada
emotividad. Entre las más famosas, destaca Княжна Джаваха (Knyazhna Dzhavaha, La princesa
Dzhavaja), publicada en 1903.
7 La ciudad de Luga está situada a 140 kilómetros al sur de San Petersburgo.

Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 55

Mandel’shtam sobre Lamarque, fue “un esgrimista por el honor de la naturaleza”.


Con diez u once años se empeñaba en demostrar a los chicos del campamento de
pioneros que en la naturaleza todo es armónico, no hay nada repugnante y bajo, y
para demostrar sus palabras se metía ranas en la boca. Nuestra hermana Lialia (que
estaba al cuidado de los más pequeños del mismo campamento) veía aterrorizada
cómo los chicos pasaban con serpientes colgadas de un palo. A la pregunta “¿a
dónde la lleváis?” le contestaban invariablemente: “es para Lotman”. Se las
llevaban para un examen de experto, para saber qué serpiente es, si es peligrosa
para el hombre o si se puede soltar. Iura sentía especial simpatía por los insectos,
por los insignificantes del mundo animal. No hace tanto, ya de mayor, me hablaba
de los insectos como de un mundo vasto e incomparable por su variedad y belleza.
En una carta de 1935 dirigida a Nizhni Novgorod 8 donde transcurría mi
expedición folclórica, papá escribió con su característico humor: “Niños están en
el campamento de pioneros. Fui allí. Todos están bien, Iurik incluso quiere
quedarse por un mes más. Lialia ha madurado y está más guapa. Iurik investiga los
escarabajos: chinches y pulgas no entran en su colección”.
Mi mejor amiga, Liala (un año menor), y yo teníamos muchas amigas que
con frecuencia venían a casa. En el cuarto infantil había una mesa grande, cubierta
con un hule, hecha de tablas ensambladas a lo rústico. De niños, jugando al viaje
del capitán Hatteras, la volvíamos patas arriba para convertirla en barco. En las
últimas clases del colegio, estudiábamos allí en compañía de nuestras amigas. Iura
se acoplaba en la esquina y zanjaba con rapidez sus tareas de casa. Nadie sabía
cuándo escribía sus redacciones. A mis amigas las trataba con una cortesía
caballeresca, les decía ‘usted’ y, muy amable, les hacía pequeños servicios:
compraba bombones y limonada ‘en la esquinita’, en lo de ‘Fausto’, como
llamábamos nosotras al vendedor que mezclaba siropes de frutas con agua mineral
con gas.
Unos meses antes de terminar el colegio, Iura decidió obtener el diploma
con mención de honor, porque no le apetecía hacer exámenes de ingreso en la
universidad. En realidad, no estaba seguro de su éxito. Para llevar a cabo lo
concebido, resolvió preparar a un alumno sin cobrarle nada a cambio. Fue su
compañero de clase retrasado en todas las asignaturas. Le daba clases a diario y
muy en serio. Se encerraban en una pequeña habitación al lado de la cocina, cuyas
ventanas daban al patio (en el bloqueo de Leningrado esta habitación albergó a
toda nuestra familia, ya que era la que más fácilmente se caldeaba). El resultado de
su trabajo como profesor de apoyo fue que aprobó todos los exámenes del colegio
con ‘sobresaliente’ y, además, dejó a su alumno en condiciones aceptables librando
a sus padres de preocupaciones.

8 La ciudad de Nizhni Novgorod (que, de 1932 a 1990, llevó el nombre de Gorki) está situada a 450

kilómetros al este de Moscú.


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56 L. M. LOTMAN

Entré en la universidad muy temprano: ni tan sólo había cumplido los


diecisiete años. Cuando empezaron a venir a casa mis compañeros de curso, Iura
era estudiante de las últimas clases del colegio. Algunos de ellos eran personas de
extraordinario talento, que dejarían una huella importante en las ciencias.
Desgraciadamente, el más talentoso de nuestro grupo, Anatoli Mijáilovich
Kukulevich, cayó en la guerra, antes de 1942. Desde el principio, los universitarios
admitieron a Iura en su medio. Por su desarrollo, ostentaba el mismo nivel, pero,
por su carácter, era un verdadero niño, con los cambios típicos de humor y las
travesuras de adolescente. Cuando mi compañero de la universidad —el joven
erudito Ilya Serman, conocido científico, especialista en literatura en el futuro 9 —,
consciente de su ventaja de edad (tenía 21 o 22 años), le tendió la mano a Iura y se
presentó ‘Serman’, Iura, como un relámpago, se metió debajo de la cama de donde
sacó un gato negro diciendo “¡Y este es Katzmann!” (éste era el verdadero nombre
del gato). En las fiestas, cuando en nuestra casa grande se juntaba un grupo de
estudiantes, durante un tiempo los chicos se quedaban a solas, sin las chicas.
Sentado sobre la mesa, Iura se convertía en el centro de atención, improvisando
sobre el tema ‘de lo que se habla en el colegio’. Era un monólogo largo, que incluía
relatos de travesuras colegiales, episodios cómicos de la vida cotidiana escolar,
anécdotas, a veces muy atrevidas, y bromas. Entonces, a nadie se le pasaba por la
cabeza que tenía delante a un futuro extraordinario profesor.
Entre nosotros había gente tan interesante y brillante como Ilya Z. Serman,
Gueorgui P. Makogonenko 10 , Evguenii I. Naumov (recitador de poemas de mucho
talento y posteriormente profesor). Pero especialmente importante fue para Iura su
encuentro con A. M. Kukulevich y su amigo Aleksandr Sergeevich Danilevski 11 .
Sasha Danilevski —biólogo doctorando de la Universidad de
Leningrado— fue una persona cercana a Iura por sus intereses y talentos.
Dibujaba de maravilla y era entomólogo. Intelectual, de espíritu refinado, fue
desterrado a Kazajstán, víctima de represiones por su origen aristocrático. No
obstante, pronto lo hicieron regresar, pues se acercaba el centenario de la muerte

9 I. Z. Serman (1913) fue, entre 1956 y 1976, investigador asociado en la Casa Pushkin (Instituto de
Literatura de la Academia de Ciencias de la URSS) en Leningrado y enseñó en la Universidad de esa
ciudad (1965-1975). En 1979 emigró a Israel y ha sido profesor de la Universidad Hebrea de
Jerusalén. Autor de monografías sobre Lomonosov, Derzhavin, Batiushkov, Dostoievski o la
poesía rusa del siglo XVIII.
10 G. P. Makogonenko (1912-1986), profesor de la facultad de filología de la Universidad de

Leningrado (1943-1983), en la que dirigió el departamento de literatura rusa entre 1965 y 1982. Con
Radishchev y su tiempo, se doctoró en 1955. Destacado investigador del Instituto de Literatura Rusa
(Casa Pushkin), jefe del grupo de investigación de la literatura rusa del siglo XVIII, publicó más de
doscientos trabajos sobre K. N. Batiushkov, G. R. Derzhavina, N. M. Karamzin, N. I. Novikov, A.
N. Radishchev, D. I. Fonvizin, etc.
11 Véase, en este número de Entretextos, I. M. Lotman, «No-memorias».

Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 57

de Pushkin. Sasha Danilevski —tataranieto de Pushkin y sobrino nieto de


Gógol— fue rehabilitado. Luego, A. S. Danilevski llegaría a ser jefe del
departamento de entomología de la Universidad de Leningrado y decano de la
Facultad de Biología y Suelo. Sus trabajos se traducirían a distintas lenguas
extranjeras. Al igual que I. M. Lotman, Danilevski participó en la Gran Guerra
Nacional comenzando como soldado. Por su aspecto, Sasha recordaba a Gógol, tal
como lo representaba Pushkin en sus dibujos, y a Pushkin, tal como aparecía en
los dibujos de Gógol. Sin embargo, la nariz ‘gogoleana’, heredada por Sasha a
través de tres generaciones, le hacía más parecido a Gógol. Iura y Sasha solían
tener conversaciones serias; a Iura le interesaban las investigaciones de Danilevski.
La amistad de Iura con Tolia Kukulevich se debió tanto al carácter sociable
y vivo de Tolia, para el que no existían diferencias de edades, como a que Tolia,
estudiante de filología del mismo curso que yo, era un verdadero entusiasta de la
ciencia filológica. Le encantaba permanecer en contacto con los ilustres científicos;
entonces, la facultad de filología albergaba toda una constelación de ellos: le atraían
las ideas de Grigori A. Gukovski, Mark K. Azadovski, Olga M. Freidenberg e Ivan
I. Tolstoi. De éste último Tolia estuvo especialmente próximo. Grecia y Roma
antiguas, la literatura griega y la rusa fueron objeto de sus persistentes estudios.
Aprendió griego, investigó problemas de poética de la épica. En la literatura rusa le
atraía la figura de Nikolai I. Gnedich, primer traductor de La Ilíada al ruso, al que
Pushkin había dedicado su famoso poema «Durante mucho tiempo fuiste tú el
único que conversaba con Homero» [«S Gomerom dolgo ty besedoval odin»].
Kukulevich es el autor de varios artículos sustanciosos sobre Gnedich. Bajo la
influencia de Tolia, Iura empezó a estudiar griego.
Conociendo la afición de Iura por las ciencias naturales, nuestra hermana
Lialia, que había seguido los pasos de nuestra madre y entró en el Instituto de
Medicina número 1 de Leningrado 12 , trató de convencerlo para que visitara el
Instituto de Medicina antes de decidir su futuro. Lialia fue tan entusiasta de la
medicina como nosotros de la filología.
Los estudios de medicina de Lialia encontraban apoyo y despertaban
interés dentro de la familia y en mi círculo universitario. Le pusieron el apodo de
‘doctorcita’ y, celebrando su decimonoveno cumpleaños, todos nosotros quisimos
resaltar su adhesión al respetado gremio de los médicos. Para esta ocasión Iura
compuso dos poemas. El primero no necesita comentarios. El epígrafe reza:
No, no; usted no es ningún hermano para mí,
Sino mi tío, aún en El Parnaso.
Aleksandr S. Pushkin «A mi tío que llamó al autor hermano»
Te voy a dar un consejo sencillo:

12 El Instituto de Medicina de Leningrado, más tarde, se denomina Universidad Estatal de Medicina

de I. P. Pavlov.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
58 L. M. LOTMAN

Procura hacerte el mejor de todos los médicos,


Si bien, ¡ah!, por mucho que estudies,
Seguirás siendo mi hermana.
El otro poema, que a su vez parodia a Maiakovski, debe ser explicado.
Tolia Kukulevich, que frecuentaba nuestra casa, quiso participar en el regalo para
Lialia y juntos fuimos a la tienda «Las gemas rusas». Sin embargo, todas las cosas
que nos gustaban siempre estaban por encima de nuestras posibilidades.
Desalentado, Tolia detuvo su mirada en un objeto absolutamente inútil —un
pequeño conejito de color verde— y preguntó: “¿Qué vale este conejito?”. “Este
conejito de nefrita —explicó el dependiente con dignidad— vale 200 rublos”.
Después de estas palabras, nos apresuramos a abandonar la tienda y, tras una
deliberación, unimos nuestro dinero y compramos un regalo de parte de todos, un
reloj. El poema de Iura alude a este episodio.
Un reloj para médico
Es más importante que la nefrita.
Cogeré todas las nefritas
Y me desharé de ellas de una vez.
Con el reloj la carta del dolor está ‘comida’:
Cojo la víbora por el cuello
Y curo enseguida.
Después de entrar en la facultad de filología de la Universidad de
Leningrado, Iura empezó a estudiar seriamente y con mucha constancia. Su
ligereza escolar había desaparecido. Se puso al corriente de los intereses de los
estudiantes de filología y, desde el principio, supo apreciar las altas cualidades de
los profesores que impartían clases en los primeros cursos: Mark K. Azadovski
(curso de folclore), Vladimir I. Propp (seminario de folclore ruso y curso sobre el
cuento popular ruso) y Grigori A. Gukovski (curso de «Introducción en los
estudios literarios»). Incluso en aquella época, algunos profesores ya habían
reparado en este estudiante. Gukovski, que una vez declaró, con su típica
impetuosidad, que no existía ningún científico capaz de analizar con suficiente
profundidad la obra de Baratinski, agregó pensativo: “Aunque, en el examen hubo
un chico que me analizó «El Otoño» de Baratinski. Acaso éste puede”. Se trataba
de Iura, de dieciocho años. Cuando, después de la guerra, Propp vio a Iura en los
pasillos de la universidad, le dijo: “Espere, usted es el hermano de Lida Lotman…
No, ¡usted mismo es Lotman!”. Este original cumplido Iuri Mijáilovich lo
recordaría toda su vida, fue objeto de su orgullo. En el seminario de Propp, en el
primer curso, Iura compuso su primera ponencia.
En la Universidad, Iura conoció al docente Nikolai Ivanovich
Mordovchenko, especialista en la obra de Belinski, en periodismo y literatura rusa
de la primera mitad del siglo XIX. Hombre de extraordinaria simpatía, que
guardaba cierto parecido con el amigo de Pushkin, Anton A. Del’vig, N. I.

Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 59

Mordovchenko fue para Iura un ejemplo de científico, de intachable honradez y


muy riguroso consigo mismo. Por desgracia, Nikolai Ivanovich murió a los 47
años, sin poder realizar muchos de sus planes.
Según lo reconoció posteriormente, Iura se sentía feliz en el comienzo de
su vida universitaria. Le apasionaban sus estudios, le gustaban sus compañeros, las
chicas de su grupo, muchas de las cuales tenían talento e inteligencia. Aquel tiempo
feliz —un año y dos meses que Iura pasó en la Universidad antes de ser alistado—
coincidió con algunos acontecimientos terribles y abrumadores. Aún siendo
estudiante de secundaria, Iura fue perturbado por el asesinato de Kirov 13 .
Recuerdo cómo yo, estudiante del primer curso que acababa de cumplir diecisiete
años, estuve en el mitin en memoria de Kirov celebrado en la sala de la facultad de
filología. Hacía un frío intenso, la universidad estaba gélida y, desde la mesa
presidencial, a los oídos de los estudiantes, que escuchaban de pie, llegaban
palabras sobre venganza, una respuesta de terror cruel a este acto terrorista. Yo
estaba poseída por el pánico, sentía como si me convirtiera en una columna de
hielo. La segunda mitad de los años treinta estuvo marcada por los arrestos
masivos, prácticamente en cada familia hubo pérdidas. Todos lo sabíamos y
estábamos aterrorizados, incapaces de creer en la culpabilidad de nuestros amigos
y conocidos. Además, la alegría de nuestra juventud se vio ensombrecida por otros
acontecimientos políticos: guerra civil en España, reforzamiento y expansión del
nacional-socialismo alemán y amenaza de guerra. Cuando salió el edicto de
Voroshilov, que obligaba a todos los que habían cumplido los 18 años y unos
meses a ingresar en el ejército y que revocaba el aplazamiento del servicio militar
para los estudiantes, ya no quedaba nadie que dudara de que la guerra estuviera a la
puerta de nuestras casas. Cuando para Iura llegó el día de su entrada en el ejército,
un compañero de colegio de Iura le dijo: “Ahora te mandan al ejército, empezará
la guerra y te matarán”. Estos pensamientos rondaban las cabezas de todos. Triste
y compasivo, el joven que dijo estas palabras en voz alta, murió durante el
bloqueo.
La última tarde antes del envío de Iura al ejército la pasamos en silencio.
Con la cabeza rapada, Iura era tan pequeño y delgado, que parecía aprendiz de un
colegio de artesanos y no un guerrero. Cuando lo miraba, sin querer me venían a la
memoria recuerdos de cómo le enseñaba a escribir, cómo dirigía su pequeña mano

13 Serguei Mironovich Kostrikov (1886-1934) era su verdadero nombre. Participó en la frustrada

revolución de 1905 y se unió a los bolcheviques. A partir de 1917 desempeña distintas


responsabilidades políticas, siendo elegido, en 1926, jefe del Partido Comunista en Leningrado. Fue
asesinado en 1934, sin que se haya podido demostrar quién ordenó su muerte (se acusó tanto a
León Trotsky como al propio Stalin, que salió beneficiado por su desaparición), aunque esta acción
será el principio de lo que se conoce como la ‘Gran Purga’.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
60 L. M. LOTMAN

con la mía. Tristes, nuestros padres se fueron a dormir temprano y nosotros, los
niños, seguimos bebiendo té. Iura recitó un verso de Baratinski para consolarnos:
No protestéis, pues todo se pasa
Y una desgracia a veces
Nos lleva
A la felicidad…
Me hubiera gustado encontrar consuelo en estas palabras, pero las dudas, el
miedo ante el futuro, no desaparecían.
Iura creció en condiciones de constantes carencias de alimentación y con
frecuencia padecía pleuresía. Se hizo una caricatura de sí mismo: un niño
extremadamente delgado está tendido sobre la cama y sobre su espalda se alzan
vasos, tazas, copas y, para culminar, se ven clavados un tenedor y un cuchillo. La
caricatura evocaba cómo mamá, combatiendo las pleuresías de Iura, le aplicaba
ventosas, pero, al no tener auténticas ventosas de cristal (que tampoco se podían
comprar), las sustituía con vasos y copas. Yo sabía que aparte del peligro que
corría su vida, le esperaba una dura prueba de fuerzas físicas. Y así fue. Pasó toda
la guerra caminando y arrastrándose con una bobina de cables en la espalda, pues
formaba parte del servicio de transmisiones del arma de Artillería. Asimismo, me
preocupaba la tartamudez, que Iura tenía desde los seis años, si bien, ya en los
primeros cursos de la Universidad, él empezó a superarla. Durante la guerra la
superó por completo, desempeñando funciones de explorador, transmitiendo
coordenadas y corrigiendo trayectorias de tiro. Gracias a su fuerza de voluntad,
también supo habituar el cuerpo al trabajo físico que parecía imposible para una
persona de su edad y complexión.
A la mañana siguiente, fui a acompañarlo a la estación. Le compré
bombones y creo que también bollos. De entre sus allegados fui la única que iría a
despedirlo. En la plaza, los comandantes organizaron un mitin para los nuevos
reclutas. Se oían discursos reglamentarios. Para terminar, el comandante
responsable del envío del convoy dio la palabra a un viejo obrero que, como dijo,
“iba a decir a los jóvenes soldados unas palabras de despedida”. El viejo obrero
llevaba unas copas de más y sentenció con un tono poético: “Os estoy mirando y
me dais lástima. Sin embargo, si me pongo a pensar en vosotros, ¡qué os den por
ahí!”. No hace falta decir que la expresión utilizada fue bastante más fuerte. Los
jóvenes recibieron con alegría este inesperado incidente, que había interrumpido el
ritual protocolario de la despedida de reclutas. Toda la plaza se rió a carcajadas. El
coronel frunció las cejas y mandó cuadrarse. La orquesta militar comenzó a tocar y
las columnas se encaminaron hacia la estación. Con estas ‘palabras de despedida’ y
esta risa, aquellos chicos se marchaban al encuentro de su nueva y cruel vida de
soldados de guerra, la más cruel de la historia de la humanidad. De regreso a casa,
yo iba llorando. Un comandante entrado en años que dirigía la orquesta de viento,
me preguntó: “Señorita, ¿por qué llora?”. “Me da lástima mi hermano, todavía es
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 61

muy joven”. “No pasa nada” —dijo el comandante—, y, señalando a sus músicos
bravos, explicó su optimismo: “¿Cree que éstos se lo pasan mal?”. “Si él formara
parte de su equipo, yo no lloraría”, repliqué
con razón.
Al comenzar la guerra, Iura estaba en
las proximidades de la frontera. A lo largo de
un año estuvo en el Cáucaso, donde trató de
aprender el georgiano, y en Ucrania, donde
тягач (tiagach) — Tractor oruga recogió canciones ucranianas que, luego,
después de volver de la guerra, le gustaba
cantar. Al poco de estallar la guerra, su unidad fue trasladada a la misma frontera.
Allí llevaban una vida normal de ‘campamento’ e instrucción. Pero un día, al
regresar del campo de tiro, escucharon la orden: “Caminad en silencio, no fuméis,
ni habléis. Los que hablen alto o abandonen la columna, serán fusilados”. Aquel
día no fusilaron a nadie, pero para todos quedó claro: “¡Ha empezado!”. Este
presentimiento se convirtió en seguridad de vuelta al campamento: en medio del
sendero que sólo podían pisar los oficiales de alto rango, estrictamente prohibido
para todos los demás, había un tractor oruga.
Durante aquellas duras semanas en las que nuestro ejército seguía
retrocediendo, Iura tuvo forunculosis; al mismo tiempo tenía dieciocho o veinte
forúnculos y le subió la fiebre. Movidos por la compasión y el deseo de aliviar su
situación, los compañeros de Iura convencieron a los tanquistas de cogerlo de
artillero para que, al menos, no tuviera que ir andando. Aquel tanque, que
combatía sin descanso rechazando ataques de los tanques alemanes, que ansiaban
romper la línea de frente, finalmente fue alcanzado y empezó a arder. Los
tanquistas salieron aprisa y la tapa se cerró detrás de ellos. Ocupado con los
disparos, Iura no siguió a los demás. Sin saber cómo se abría la tapa, por un
segundo se sintió poseído por el pánico, pero supo recuperar el dominio de sí
mismo, se orientó, abrió la tapa y salió fuera.
Nosotros no sabíamos nada de eso: estábamos en el bloqueo y Iura no
podía escribirnos. La primera noticia que tuvimos de él fue una postal que llegó el
último día de 1941. Nuestro padre, ya por entonces muy enfermo, con una voz
temblorosa exclamó: “¡El niño está vivo!”. Dos meses después, murió de
pulmonía. No teníamos medicamentos. Cambiábamos pan por sulfanilamida, que
en aquella época se creía la panacea contra todas las enfermedades. Antes de morir,
papá nos hizo jurar que cuando Iura volviera terminaría sus estudios. Pese a
nuestra difícil situación, él seguía creyendo en la victoria y en el regreso de Iura.
Durante el bloqueo, primero empecé a trabajar en el hospital y luego de
educadora en un orfanato que se había organizado para los huérfanos del bloqueo.
A principios del verano de 1942, cuando se abrió la navegación por el lago Ládoga,

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
62 L. M. LOTMAN

participé en la evacuación de los niños de este orfanato por el lago, evacuación que
transcurría delante de las baterías alemanas. Luego me fui detrás de ellos. Mi
hermana médica, mi otra hermana mayor y mi madre se quedaron en Leningrado,
a Lialia la movilizaron al frente de Leningrado. Empezamos a recibir los
triangulitos de las cartas de Iura 14 . Le contestábamos y parte de nuestras cartas
llegaba a sus manos. Más tarde, desde Alemania, me enviaría una postal con la
reproducción de un lienzo de Rubens en la que ponía: “¿Recuerdas cómo me
mandabas postales al frente?”. Conociendo su afición por la pintura clásica,
procuraba enviarle reproducciones de
cuadros.
Iura servía en las transmisiones
de la artillería de Reserva del mando
supremo, que continuamente era
trasladada de un frente a otro. Iura
participó en muchos combates
sangrientos y terribles, y casi todo el
Carta triangular tiempo permaneció en posición
avanzada. Hace relativamente poco, a
finales de los ochenta, en una charla corriente en los comedores de la Universidad
de Leningrado, me contó un episodio de su vida en la guerra: “Fue en invierno, en
Ucrania. Hacía mucho frío, más de treinta bajo cero, soplaba viento fuerte y había
ventisca. Por culpa de las ráfagas de las ametralladoras la transmisión se
interrumpía continuamente. Me arrastro por el campo, los oídos están tapados con
el gorro con orejeras. Para volver a conectar los cables rotos por las
ametralladoras, tengo que trabajar sin guantes. Se me anquilosan las manos.
Reparo en un sitio y en seguida se rompe en el otro. De repente, siento algo. Me
doy la vuelta y delante de mí veo al comandante apuntándome con el revólver en
la nuca. Aprieta el gatillo una vez y el arma falla, dispara otra vez, un nuevo fallo.
Entonces, imagínate, rompe a llorar y me suelta: ‘Canallas, ¡no pueden limpiar el
arma a su comandante!’”. Monté en cólera (me había escandalizado el tono épico
de su relato) y grité: “¡Es a este miserable a quien habría que fusilar!”. “Pero, ¿qué
dices?” —replicó Iura—. “¿Sabes? A mí me dio lástima: le arreglo la transmisión,
le llaman desde el Estado Mayor, le ponen a parir por las interrupciones en la
transmisión y la conexión vuelve a cortarse al momento. En general, yo lo
comprendía: creció en un orfanato, de niño recibió muchas palizas, pasó hambre,
le costaba estudiar, pues estudiaba mal: en su vida hubo muchas cosas malas y muy
pocas buenas. Los soldados no tienen autoridad.”.

14 Las cartas del frente se doblaban en forma de triángulos.


Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 63

¿Puede que en este episodio el sino volviera a mostrarle a Iura su cara, esta
vez nada cariñosa, sino cruel, recordándole el significado y el carácter traicionero
de la suerte? Creo que aquí se ha reflejado un rasgo propio de la personalidad de
Iura: poseía el don de saber comprender al otro, de entrar en su alma y de
acompañarle en sus sentimientos. Esta cualidad suya —riqueza perceptiva del
corazón— también explica las cartas que recibíamos de él, en su mayoría tan
optimistas, llenas de vida, que resultaba difícil creer que las escribía entre los
combates, en medio de las pérdidas y de la sobretensión tanto física como moral.
Es obvio que, por entonces, él ya conocía la verdad a la que daría forma a una
edad mucho más avanzada y sabia: “Para liberarse del miedo, lo más importante es
ir a su encuentro. A menudo sentimos miedo antes de que llegue, nos lo
imaginamos de una forma mucho peor que en realidad y nos venimos abajo. Sin
embargo, basta con mirarle al miedo a la cara para entender que no es tan terrible
como parece”. En esta clave él consideraba nuestro concepto del frente, el de los
hombres de la retaguardia y, sobre todo, de los que estaban en el bloqueo.
Citaré algunos ejemplos de sus cartas de los tiempos de guerra:

31. XII.42
¡Hola, Lida!
Mis felicidades por el año nuevo de guerra […]
Recibo este nuevo año con el ánimo bien alto. ¡Estamos
atacando! No pienses que lo digo con ironía. Para alguien que recorrió a
pie desde el Dniéster hasta el Cáucaso, entrar en ataque resulta tan
necesario como el aire. No sé si me equivoco, pero me parece que los
alemanes están acabados y, si bien la suerte militar todavía puede cambiar
muchas veces, es una agonía: “Ante sus ojos ve el abismo/ él muere,
muere por fin” 15 . Al recordar en esta guerra, puedo reprocharme muchas
cosas. He perdido todos los conocimientos adquiridos antes de la guerra
y vivo rumiando las migas del pasado. Soy muy insensible: puedo ver las
escenas más desgarradoras sin perturbarme (perdona si mis palabras son
oscuras y torpes, he perdido el hábito; intenta comprenderme). Además, a
veces —y con bastante frecuencia— […] (me cuesta expresarlo), me
mentía a mí mismo. Algunas veces he sido cobarde y otras, muy valiente.
A menudo mi intrepidez se basaba en que me resultaba imposible creer
que podría caer herido o muerto, tal como ocurría a los otros. Otras
veces, me movía el deseo de hacer algo memorable (nunca lo había
pensado así; sólo trato de expresar aquí con palabras ciertos sentimientos
momentáneos e inconscientes). Todo aquel escepticismo superficial que
antes me parecía el principal atributo de la intelectualidad, desapareció.
He descubierto con asombro que no suelo percibir la realidad de modo

15 Es una cita incorrecta del poema de Pushkin «Napoleón» (1821). La correcta es: “Он бездну

видит пред очами,/ Он гибнет, гибнет наконец” [NT].


http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
64 L. M. LOTMAN

escéptico (ni tan sólo ahora), sino, por el contrario, lo hago con mucha
credulidad e inocencia. El cinismo lo considero una inmoralidad.
Ahora, ajustando las cuentas, puedo sentirme orgulloso de una
cosa: jamás dudé de nuestra victoria. Ni cuando me escondía entre ajenjos
bajo el fuego cruzado de las ametralladoras, ni tampoco cuando me
evadía, solo y de noche, de una emboscada: nunca dudé de nuestra
victoria final, al igual que uno es incapaz de creer en que realmente
puedan matarlo. Mi gran pecado —mi inutilidad práctica— lo tengo casi
superado. Añadiré que casi siempre estoy de buen humor (sin
vanagloriarse) y que sé soportar penurias y dificultades físicas. Bueno, me
ha salido una carta muy larga y muy confusa, “si bien tarde, el prólogo lo
tengo hecho” 16 .
P. S. Tu sentido de la geografía no te ha engañado […]. Espero
tus cartas. Tu hermano, Iuri.
P. S. P. S. He vuelto a leer toda mi confesión incongruente, Dios
mío, ¡qué tontería! Pero bueno, que se quede así.

1. III.44
¡Hola, Lida!
Así pues, mi murria acabó en la entrada al janato de Crimea 17 . Me
encuentro perfectamente, estoy bien de ánimo, sólo que hace mucho que
no recibo tus cartas. Durante el último traslado, me pasó algo gracioso
que (por no tener nada que hacer, ya que estoy de vigilancia nocturna)
quiero contarte. Los pueblecillos de la estepa no podían acoger a todas las
tropas situadas allí y, por eso, resultaba muy difícil encontrar una casa
para pasar la noche que no estuviera ‘hasta arriba’ de soldados. Pues
nosotros estábamos deambulando por el pueblo y, tras largas búsquedas
sin resultado, topamos con una casa en la que estaba escrito: “No entrar,
¡Tifus!”. Después de informarnos entre los vecinos, supimos que en esta
casa no había nadie enfermo, sino que su dueña, esposa de un hombre
que estuvo de policía con los alemanes, no quería dejar entrar a los
soldados. Tras una breve deliberación, cogimos una camilla en la que me
acosté fingiendo estar enfermo, mientras que los otros tres me
transportaban. Llamamos a la puerta.
— No se puede entrar, ¡aquí hay tifus!

16 Evguenii Oneguin, Capítulo VII, LV: “Хоть поздно, а вступленье есть”. La traducción al español
de estos versos procede de la edición de Eugenio Oneguin, Madrid, Cátedra, 2000, pág. 483
(traducción de Mijail Chílikov) [NT].
17 Junto a la costa norte del Mar Negro, el Janato de Crimea fue el Estado de los tártaros de Crimea

desde 1441 hasta 1783, año en que pasó a depender del Imperio Ruso. Desde 1921 formó parte de
la Unión Soviética. Entre 1941 y la primavera de 1944 (por las fechas en que I. Lotman escribe la
carta), Crimea es ocupada por el ejército alemán. En la actualidad, Crimea es una república
autónoma dentro de Ucrania.
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 65

— Sí, a eso venimos. Aquí se va a instalar una enfermería. Tenga


a un tífico y ahora le traemos otros cinco.
La dueña de la casa exhaló: “Ah, Dios Mío, ¿qué es lo que está
pasando?”, etc.
Al final, asustada con la presencia del falso enfermo, la dueña se
fue a dormir a casa de la vecina y nosotros, toda la sección,
tranquilamente dormimos en su casa.
Parece que ya he parloteado demasiado. ¡Querida Lida!, espero
que pronto pueda escribirte a tu dirección de Leningrado.
Bueno, un apretón de manos. Tu Iuri.

8. II. 44
¡Hola, Lida!
He recibido tu carta con las vistas del Kremlin de Kazán 18 y te lo
agradezco mucho. Si supieras lo que significan para mí tus cartas, me
escribirías más (por supuesto, no lo tomes como un reproche, sé que
estás muy ocupada). El aprendiz de Rembrandt, autor del cuadro Cristo
ante Caifás (la tengo delante de mis ojos ahora mismo), se llamaba
Honthorst. Hace poco leí La decadencia de Occidente, de Spengler. Si nos
olvidamos de la ‘vaina ideológica’ y de las ideas prusianas de Nietzsche,
allí hay algo interesante. La conclusión que se puede extraer es que la fase
que haya alcanzado el pensamiento humano en el proceso de su
desarrollo, de manera inconsciente para todos los hombres, penetra en
todas las esferas de su vida. Si entre Einstein y Euclides sólo existe una
conexión genética, entre el mismo Einstein y, pongamos, Rodin o Blok,
existe un nexo mucho más profundo, aunque inconsciente. Sin embargo,
Spengler le da la vuelta a todo el asunto de tal manera que, al espíritu
honestamente materialista, le resulta incluso raro leerlo. Además, resulta
indignante ver cómo Spengler procede con los hechos. Pese a que lo
disfraza con una brillante exposición, parece que lo que pretende es
engañar al lector a conciencia, distrayéndolo con toda clase de paradojas.
Mis estudios de francés siguen su cauce. He leído Le roi s’amuse y
aprendí de memoria dos estrepitosos y pomposos monólogos de
Triboulet. La verdad es que Hugo, especialmente sus dramas, no me
gusta nada. Otra cosa es El declive, de Goncharov; la lectura de este libro
puede depararte muchos placeres. La prosa de Goncharov se caracteriza
por una especial sinceridad. Hace poco también leí dos novelas de
Kellermann, El túnel y La ciudad de Anatol. El túnel es una porquería y La
ciudad de Anatol, un libro bastante presentable. Me aconsejas que lea a

18 Kazán es en la actualidad la capital de la República de Tartaristán, a ochocientos kilómetros al


este de Moscú. Su fortaleza (kremlin) fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en
2000.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
66 L. M. LOTMAN

Makarenko, pero yo leo todo en general, lo que caiga en mis manos. Sólo
que ‘cae’ poco.
Bueno, parece que ya me estoy excediendo.
Tu Iuri.

Mi interés por Makarenko, entre otras cosas, se debe a mi trabajo en el


orfanato con los niños adolescentes; en cuanto al autor del cuadro Cristo ante
Caifás, su nombre surge como respuesta a mi pregunta sobre la autoría de este
lienzo.
Como se supo más tarde, en los países bálticos donde permanecía la
unidad militar de Iura, en las trincheras llenas de agua hasta las rodillas (al parecer,
fue allí donde Iura se ganó la pleuresía de la que le costaría tanto recuperarse luego,
claro que había descuidado su tratamiento), se produjo su encuentro con la obra
de Bulgákov. Si antes de la guerra sólo conocía Los días de los Turbin, entonces
descubrió las otras obras, entre las que estaba la novela La guardia blanca, que le
causaría una gran impresión (la carta no se conserva) 19 . Iura escribe
constantemente sobre sus estudios de francés y luego de los de alemán; en una de
las cartas que tampoco conservo me mandó sus traducciones de los poemas de
Heine. Según contaban después los compañeros de Iura, por lo visto, cuando el
ejército se retiraba de las ciudades incendiadas, se podían salvar algunos libros.
La desmovilización de Iura tuvo lugar un año y medio después de terminar
la guerra. El mando militar consideró que los soldados reclutados en 1940 no
habían completado un año del servicio militar activo, aunque de cada cien jóvenes
reclutas nacidos en 1922, habían sobrevivido sólo cinco (que, para entonces, ya
llevaban cinco años en el ejército).
Iura regresó a finales de 1946, antes del Año Nuevo. Enseguida se
matriculó en el segundo año de la facultad de filología y, pasadas dos semanas,
aprobó todos los exámenes con ‘sobresaliente’. Antes nos había advertido: “Si no
me dan la beca, dejaré la universidad”. Nosotras ya sabíamos que, ahora, su
carácter era resuelto, y nos asustamos. Primero, porque todos queríamos que él
terminara la carrera y, segundo, porque prometimos solemnemente a nuestro
padre que daríamos a Iura esta oportunidad. Por suerte, la solución llegó pronto:
Iura recibió una beca que más tarde pasaría a ser extraordinaria. Al mismo tiempo,
Iura seguía trabajando para ganar un dinero extra, principalmente con sus
habilidades artísticas: dibujaba carteles, anuncios y retratos de los caudillos. Él
recordaba que fue en este ámbito donde se encontró por primera vez con su futura

19En 1925, Bulgákov publica su primera novela, La guardia blanca. Con base en esta novela, escribe,
un poco después, la pieza teatral Los días de los Turbin, estrenada en 1926. Se puede leer en versión
española: M. Bulgákov. Los días de los Turbin. Madrid, ADE (Serie literatura dramática, 59), 2002,
236 páginas (edición de Jorge Saura; traducción de Bibisharifa Jakinziánova y Jorge Saura).
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 67

mujer, Zara Mints, una encantadora y enérgica komsomolka 20 de ojos grises. Se


enfadó con él por su negativa a escribir el anuncio sobre no sé qué evento. Aquella
furiosa ‘diosa de komsomol’ le echó en la cara: “¡Canalla con bigote!”.
Conocí a Zara en la redacción del Boletín Universitario [Вестник университет,
Vestnik universitet], donde iban a publicar un artículo mío y también el de Zara
sobre Bagritsky 21 . Después le dije a Iura: “Hoy he visto a una joven, una chica así
me gustaría a mí. Se llama Zara Mints”. Iura no me contestó nada (ya conocía a
Zara), pero mis palabras llegaron en el momento y en el lugar adecuados. Al cabo
de varios años, él se casó con Zara. Zara se parecía algo a nuestra madre de joven:
audacia, vehemencia y trenzas largas. La boda de Iura y Zara fue muy divertida y,
al contrario de las bodas de los nuevos tiempos, nada pomposa. Se reunieron
amigos de los novios, el mismo Iura trabajaba en la cocina ayudando a preparar
empanadillas de repollo y patata; pero la novia estaba muy triste. Llegó tarde a su
propia boda: su tía, que había perdido en el frente a su hijo y que esperaba que su
sobrina, huérfana criada en el orfanato, viviera con ella y le sustituyera a sus
propios hijos, se sintió muy afligida por el matrimonio de Zara y no quiso ir a la
boda. Zara pasó mucho tiempo convenciéndola sin resultado y, por fin, acudió
despeinada y bañada en lágrimas. Mi hermana Lialia le limpió la cara, le hizo el
peinado y le puso un vestido suyo, pero Zara se tumbó en la cama, de cara a la
pared, y siguió llorando. Iura estuvo consolándola con mucha ternura durante
buen rato. Entre tanto, los invitados deambulaban por el piso y se comían
desordenadamente los bombones y otros platos. La situación se volvía alarmante.
Desesperado por convencer a Zara, Iura le hizo una pregunta sacramental: “A fin
de cuentas, ¿a quién quieres más, a mí o a tu tía?”, a lo que Zara, rompiendo con
todas las tradiciones, contestó: “¡Claro que a mi tía!”. Fue lo que me hizo explotar;
estaba molesta por Iura y preocupada por que los invitados terminaran con todos
los platos antes de sentarse a la mesa. Dije entre dientes: “Pues, ¡que se vaya con su
tía!”, a lo que Iura me replicó: “¡No te pongas así! ¡Lo ha dicho sin pensar!”.
No hace falta decir que durante toda su vida fueron una pareja ideal, que
Zara quería mucho a Iura, que le ayudaba y se preocupaba por su salud, que le dio
tres hijos y que, en realidad, Iura no pudo superar su muerte.
La tía de Zara no terminó de aceptar este matrimonio. Después de
mudarse a Tartu con ellos, estando a su cuidado, seguía enfadada con Iura y decía

20 Joven comunista, de la Unión Comunista de la Juventud: komsomol es una contracción de


Kommunisticheski Soyuz Molodozhi (Коммунистический союз молодёжи).
21 Eduard Bagritsky, cuyo verdadero nombre era Eduard Gueorguievich Dsiubin (1895-1934),

poeta ruso de la escuela constructivista y miembro de la ‘Escuela Ucraniana’ (a la que pertenecía


también, por ejemplo, Isaak Babel).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
68 L. M. LOTMAN

de los hijos de Zara y Iura: “Mishen’ka es un niño maravilloso, es como Zara, y


Grishka 22 , es un verdadero diablo, ¡clavado a Iuri Mijáilovich!”.
Iura representó su regreso del ejército en una caricatura. Se dibujó a sí
mismo con uniforme militar, arrodillado y, por supuesto, con una nariz
exageradamente grande. La acompañó con una cita de Pushkin: “Igual que un
joven bíblico, un pródigo demente/ Al agotar su cáliz de arrepentimiento/ Por fin
llegó a divisar morada familiar/ y cabizbajo se echó a llorar” 23 . Para Iuri, la
‘morada familiar’ no sólo era su casa, sino también la universidad. Hizo de sus
estudios una creación científica. Partiendo de una asignatura general, pasaba a la
investigación de un objeto concreto y luego al examen de un amplio círculo de
fenómenos relacionados con él. Dicha metodología científica le condujo, tras el
estudio de la obra de Karamzin y Radishchev, a la investigación de los documentos
masónicos y a la historia de la masonería, considerados un fondo ideológico en el
que se desarrolló la obra original de una serie de escritores de finales del siglo
XVIII. Sólo un año después de su regreso del ejército, Iuri hizo un importante
hallazgo. Entre los papeles de los masones, localizó un documento —buscado por
los agentes del Tercer Departamento 24 y luego, durante más de cien años, por los
científicos—, el reglamento de la primera sociedad decembrista, Breves enseñanzas a
los caballeros rusos. El documento fue escrito en francés y su título estaba cifrado.
Traducido, descifrado y acompañado de comentarios, fue publicado por Iuri en
1949 en el Boletín de la Universidad de Leningrado (nº 7) 25 . Al conocer esta publicación
del joven estudiante, Vasili G. Bazanov, especialista en el movimiento decembrista,
que valoraba las indagaciones archivísticas, declaró: “Este joven ya se ha asegurado
una posición honorífica en la ciencia”. Siendo todavía estudiante, Iuri escribe un
extenso artículo basado en los nuevos materiales, «Sobre la historia de la lucha
socio-literaria de los años ochenta del siglo XVIII: A. N. Radishchev y A. M.
Kutuzov» (publicada en el compendio de artículos Radishchev: Artículos y materiales.
Leningrado. 1950) 26 .

22 Mishen’ka (Mijaíl; Mihhail, en estonio) y Grishka (Grigori) son, junto con Aleksei, los tres hijos
de I. Lotman y Z. Mints.
23 Cita del poema de Pushkin «Recuerdos en Tsarskoye Selo» («Вопоминания в Царском Селе»),

1829 [NT].
24 Policía política secreta, creada después de la sublevación de los decembristas, en 1826, por

Nicolás I.
25 «“Краткие наставления русским рыцарям”. М. А. Дмитриева-Мамонова: (Неизвестный

памятник агитационной публицистики раннего декабризма)» [«“Kratkie nastavleniia russkim


rytsariam”. M. A. Dmitreva-Mamonova (Neizvestnyi pamiatnik aguitatsionnoi publitsistiki rannego
dekabrizma)».] Вестник Ленинградского университета [Vestnik Leningradskogo universiteta] 7 (1949),
págs. 133-147.
26 «Из истории литературно-общественной борьбы 80-х годов XVIII века: А. Н. Радищев и

А. М. Кутузов» [«Iz istorii literaturno-obshchestvennoi bor’by 80-j godov XVIII veka: A. N.


Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 69

Este artículo es muestra del estilo científico del joven filólogo: su intento
de reconstruir la vida de una determinada época en toda su amplitud espiritual, de
comprender los mecanismos más sutiles de las confrontaciones ideológicas que
sirven de medio de formación y que se convierten en factores de desarrollo de las
estructuras conceptuales y de los sistemas ideológicos. La combinación de estos
planos generales de la investigación histórica con el interés hacia el hombre, la
personalidad de cada partícipe del proceso literario, la idea de que tanto la
literatura como la ideología es ‘tierra de hombres’, se ponen de manifiesto ya en
este trabajo, aunque se hacen especialmente patentes en los posteriores estudios de
Iuri Mijáilovich. Entre ellos están «Andrei Kaisarov y la lucha socio-literaria de su
tiempo» (1958; este artículo está dedicado a la memoria de Nikolai Ivanovich
Mordovchenko) 27 , «Matvei Aleksandrovich Dmitriev-Mamonov, poeta, publicista
y político» (1959) 28 , y muchos otros trabajos que suman una lista larga encabezada
por dos libros, populares por su forma y profundamente científicos en su
contenido: Alexandr Sergeyevich Pushkin. Biografía del escritor (1981, 2ª ed. en 1983) 29 y
La creación de Karamzin (1987) 30 .
¿Acaso hace falta recordar que el ambiente social y político de aquellos
años del comienzo de la carrera científica de I. M. Lotman, fueron poco favorables
para el desarrollo de la ciencia?
Cuando, en una etapa tardía de su carrera científica (reconocido en contra
de su voluntad por sus obstinados enemigos y muy querido por sus alumnos, sus
compañeros, los numerosos lectores y oyentes), I. M. animaba a los más jóvenes,
diciéndoles que las dificultades que nos oprimen son igualmente necesarias para
nosotros, por supuesto, se fundamentaba en su propia experiencia de la superación
de lo trágico y —aún más importante— de lo ‘ilógico’ de nuestra realidad. Decía:

Radishchev i A. M. Kutuzov».] Радищев: Статьи и материалы [Radishchev: Stat’i i materialy].


Leningrado, 1950, págs. 81-128.
27 «Андрей Сергеевич Кайсаров и литературно-общественная борьба его времени». [«Andrei

Sergueevich Kaisarov i literaturno-obshchestvennaia bor’ba ego vremeni»] Учен. зап. Тарт. гоc. ун-
та. [Uchen. zap. Tart. gos. un-ta.], 63 (1958), 192 páginas. A. S. Kaisarov (1782-1813), publicista,
poeta, historiador, filólogo ruso, fue profesor de la Universidad de Tartu (entonces, 1811, llamada
Derpt).
28 «Матвей Александрович Дмитриев-Мамонов — поэт, публицист и общественный

деятель». [«Matvei Aleksandrovich Dmitriev-Mamonov: poet, publitsist i obshchestvennii deiatel’»]


Учен. зап. Тарт. гоc. ун-та. (Труды по русской и славянской филологии 2) [Uchen. zap. Tart. gos. un-ta.
(Trudy po russkoi i slavianskoi filologuii 2)] 78 (1959), págs. 19-92. M. A. Dmitriev-Mamonov (1790 -
1863), conde, militar, poeta, publicista, masón, fue de las personas más ricas de su época, uno de
los fundadores de la sociedad secreta pre-decembrista «Orden de los caballeros rusos»; en conflicto
con el poder, lo declararon loco, lo condenaron a tratamiento forzado, y enloqueció.
29 Александр Сергеевич Пушкин: пособие для учащихся [Aleksandr Sergeevich Pushkin: posobie dlia

uchaschchihsia], Leningrado, Prosveshchenie, 1982 (2ª tirada), 253 páginas.


30 Сотворение Карамзина [Sotvorenie Karamzina]. Moscú, Kniga, 1987.

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70 L. M. LOTMAN

“No existiría nuestro mundo terrible, pero es el único en que podemos vivir. Por
muy paradójico que parezca, su lado terrible mantiene el mecanismo de nuestra
felicidad. Precisamos la incomprensión de la misma manera que la comprensión.
Necesitamos lo ajeno al igual que lo nuestro. Precisamos aquello que nos hace falta
y aquello de lo que podemos prescindir y que prescinde de nosotros. Necesitamos
estar en una continua tensión, participar del proceso de conversión de lo
ininteligible en lo comprensible, de lo genial en lo insignificante… En general, el
estudio de la historia no va con los que están mal de los nervios. Para un
historiador serio es una profesión sumamente triste, o al menos, tensa y tortuosa.
Al mismo tiempo, en ello habita nuestra esperanza. Miren, allí donde no hay
peligro, tampoco hay esperanza. Donde no hay tragedia, no hay felicidad”.
Éste es el optimismo amargo del triunfador, de aquel que sabe que “la
victoria entraña el máximo peligro” y que dijo sobre sí mismo en el atardecer de
sus días: “Como hombre corriente, soy optimista por naturaleza, pero como
historiador relativamente bien informado, me enfrento con demasiada frecuencia a
la necesidad de restringirme en esta tendencia”.
Recién llegado de Potsdam, después de la desmovilización, Iuri no estaba
bien ‘informado’ como filósofo, ni como historiador, ni tampoco como hombre
que tenía que incorporarse a la vida de la sociedad de postguerra. Me vi obligada a
ponerle al corriente. Cuando le mencioné que la campaña antisemita estaba
cobrando fuerza, se sorprendió mucho: no tuvo ocasión de observarlo en el
ejército durante ni después de la guerra. Iura comprendió esta nueva realidad como
el ámbito de acción.
Hubo muchos episodios que debieron de causarle una impresión
deprimente. Así, en Ленинградская правда [Leningradskaia Pravda, La verdad de
Leningrado], apareció un artículo sobre Propp en el que de este extraordinario
científico se hablaba en un tono burlón y la palabra ‘professor’ [catedrático] se
escribía entre comillas. Un funcionario que llevaba a cabo una ‘revisión’ en la
universidad, preguntó al doctorando I. D. Levin, gravemente herido en la guerra, si
sus heridas –causadas por fragmentos de explosivos— habían sido provocadas por
él mismo. Desde la tribuna de la Casa de Pushkin, un viejo burócrata de la ciencia,
instruía en el patriotismo no sólo a mí, sino también al coautor de mi artículo, A.
M. Kukulevich, que perdió la vida en la guerra. El hecho de que, entre otras
fuentes de la balada de Pushkin, nombráramos un cuento de los hermanos Grimm,
fue interpretado como un crimen político. Todo un río de artículos acusatorios fue
vertido sobre Boris M. Eijenbaum. Uno de los donosos de la Casa de Pushkin, que
también fue ‘apaleado’, dijo que un joven filólogo moscovita (que más tarde
destacaría por su donaire), que perseguía a Boris Mijáilovich en la prensa, recibiría
el título de miembro correspondiente «A por Eijenbaum». Un conocido científico,
N. K. P., profesor que odiaba desde hace mucho tiempo a Grigori A. Gukovski, se

Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 71

pronunció en su contra en uno de los claustros ‘de escarmiento’ y, de paso,


también mencionó a Mordovchenko y a V. N. Orlov. Creía ingenuamente que se
trataba de una polémica científica subida de tono y no del acoso a determinadas
personas. Al volver a casa después de la reunión, comprendió su error o su
pecado. En un intento de paliar el efecto de su discurso, se presentó en casa de
Nikolai Ivanovich con una botella de vodka. Nikolai Ivanovich lo recibió y
compartió mesa con él. Cuando se lo reproché, reconoció que sintió lástima de
aquel viejo cabezón que no entendía el sentido de lo que ocurría alrededor y que
no era capaz de resistir la tentación de volver a discutir, sobre todo, de zanjar
cuentas con aquel ‘favorito del público’ que le irritaba desde hacía tanto tiempo.
Unos años antes de este episodio, fui testigo de cómo ese mismo viejo profesor, al
ver la cola formada en el guardarropa por los que querían asistir a la defensa de la
tesis doctoral de Gukovski, gruñó enfadado: “¡Como si fueran a escuchar a un
tenor!”. Muchos de los mejores científicos fueron despedidos de la universidad y
de la Casa de Pushkin, entre ellos B. M. Eijenbaum, G. A. Gukovski, M. K.
Azadovski, I. I. Veksler, y otros. En la Casa de Pushkin disolvieron el
departamento de «Relaciones entre la literatura rusa y la literatura europea», de
modo que muchos científicos perdieron sus plazas fijas en el Instituto.
Así era el ambiente en el que Iura desarrollaba sus investigaciones,
rebuscaba en los archivos, hacía sus primeros hallazgos y aprobaba exámenes. En
sus años de estudiante fue simplemente alegre. Sin abrigo ni gabardina, vistiendo
capote militar, compraba libros para reunir su biblioteca profesional. Su amigo de
los tiempos de guerra, Liosha Egorov, un obrero cualificado que después de la
desmovilización se reincorporó en su trabajo, decía ironizando sobre nosotros y, al
mismo tiempo, sobre sí mismo: “Somos gente sencilla, trabajamos con las manos y
llevamos sombreros de felpa, mientras que los intelectuales trabajan con la cabeza
y andan en capotes forrados con el viento”. Ajustamos para Iura una chaqueta
negra de castorina de papá. Se la ponía con la orden de la Estrella Roja, pensando
que era una bonita combinación. Por entonces aún se llevaban órdenes, pero, por
supuesto, Iura no se ponía su orden de la Guerra Nacional ni tampoco sus
numerosas medallas de combate. En casa solía vestir una vieja, desgastada y
descolorida chaqueta. El cambio de la chaqueta negra ‘oficial’ por la otra casera
Iura la representó en una caricatura hecha con acuarela y acompañada de la
siguiente nota:
Me quito mi nuevo frac
Con la estrella reluciente,
Me visto de humo y tiniebla
Con una mano salpicada
Es evidente que se trata de una manga de la chaqueta gris. Durante mucho
tiempo Iura solía llevar entre semana a la universidad su ropa militar. Este detalle
sirvió a un funcionario universitario para explicar la razón de la no admisión de
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72 L. M. LOTMAN

Iura en el doctorado, una vez terminada la universidad, pese a las peticiones de


Mordovchenko y otros profesores. Dijo: “Lotman es un soldadote”. A cualquiera
que haya tratado a Iura, esta afirmación le parecerá ridícula y monstruosa. Su
refinada cortesía en toda clase de ambientes llamaba la atención. Si bien, entonces,
a ese tipo de declaraciones no se le exigía veracidad. Puede que alguna vez Iura,
con su manera de comportarse resuelta, audaz y directa, le dijera a este funcionario
algo que esa gente insignificante y temerosa no se permitía pronunciar en voz alta.
Iura ignoraba con facilidad el ambiente lleno de miedo y temblor que se
cultivaba entre los intelectuales por sus superiores de todos los niveles. Así pues,
seguía viendo a los científicos caídos en desgracia. Natasha Dolinina, hija de G. A.
Gukovski, recordaba cómo en los días en los que Grigori Aleksandrovich esperaba
ser arrestado de un momento a otro, de repente sonó el timbre. En su casa ya se
estaban olvidando de las visitas, por lo que cundió la alarma. Sin embargo, en
seguida todos pudieron respirar tranquilos: “Es Iura Lotman”. En dos ocasiones
Iura llevó a casa de Grigori Aleksandrovich a nuestra hermana Victoria (Lialia),
médico-cardiólogo que seguía su tratamiento, pues por entonces Gukovski
padeció varias crisis cardíacas. Una de ellas fue la causa de su muerte en la cárcel.
Lialia también fue médico de Boris Eijenbaum. Resultado del acoso al que se vio
sometido, sufrió un infarto grave (en realidad, fueron tres infartos seguidos). Le
creían tan gravemente enfermo que incluso hubo una disposición para enterrarlo ‘a
la primera’, que más tarde sería objeto de ‘orgullo’ de Boris Mijáilovich. Él seguía
en casa, en su piso situado en el famoso ‘ático de escritores’ en el canal de
Griboedov. Lialia lo visitó diariamente a lo largo de dos meses y, al cabo de ese
tiempo, describió los efectos de su tratamiento en el artículo «La táctica del médico
en los casos de infarto de miocardio», donde Boris Mijáilovich figuraba como el
‘paciente E’. Una vez recuperado, solía bromear con que se hizo protagonista de
una publicación y de ese modo se coló en la prensa.
Un caso curioso le ocurrió a Iura más tarde, una vez que fue a visitar al
perseguido E. G. Etkind 31 , que estaba preparando su marcha de la ciudad. Iura ya
estaba bajo sospecha de los correspondientes órganos; Efim Grigorevich se
encontraba bajo vigilancia. De regreso de la casa de Etkind, Iura venía con una
maleta. “¿Qué es esta maleta?”, le preguntamos. “¿Esa? —respondió Iura— La
compré de camino a casa de Fimka Etkind”. “Pero, si le están vigilando, estarán
seguros de que has recibido un montón de documentos…”. Pese a lo alarmante de
la situación, todos nos echamos a reír ante aquella original conspiración.
Después de graduarse en la Universidad con mención de honor, en el
‘famoso’ 1959, y tras comprobar que en cada escuela o cualquier otra institución

31 Efim Grigorievich, lingüista y estudioso de literatura, autor de diecinueve libros y cientos de

artículos sobre historia de las literaturas rusa y europea, poética, estilística, teoría de la traducción,
conocedor a fondo de las relaciones literarias ruso-franceses y de la obra de Pushkin.
Entretextos 10
RECUERDOS DE MI HERMANO I. M. LOTMAN. AÑOS DE INFANCIA Y JUVENTUD 73

donde fuera a buscar trabajo, después del examen del quinto punto 32 del
currículum, todas las vacantes desaparecían, Iura escribió a veinte instituciones de
diferentes ciudades del país. Las respuestas nunca llegaban o no eran consoladoras.
En la memoria de Iura quedó grabada para toda su vida la arrogante y arisca
respuesta de K., una mujer de talento y conocida por su carácter independiente,
que ocupaba un cargo directivo en uno de los célebres museos literarios.
Un día, como en un cuento de hadas, por pura casualidad (no en vano,
luego, Iura se interesaría por el papel de la casualidad en la historia), le dijeron que
en el Instituto de Profesores de Tartu había una plaza vacante de profesor de
literatura rusa. La compañera de clase que se lo había comentado, le dio también el
teléfono del director. Iura le llamó de inmediato, le dictó todos sus datos y
respondiendo a la pregunta sobre el quinto punto, deletreó la respuesta. Entonces,
para su sorpresa, escuchó: “¡Le esperamos!”. Iura se marchó a Tartu, como dijo
Krilov, “agarrando su gorro y su cinto” 33 . Al principio, vivió allí en la enfermería
de la residencia universitaria. Andaba sin gabardina, bajo la lluvia, sólo temiendo
estropear su traje. Escribió a sus hermanas para que le compraran una gabardina, si
era posible una buena, pues “aquí todos se visten bien”. Más tarde lo anuló, ya que
las lluvias habían cesado. Sus clases tuvieron éxito desde el principio y él se sentía
animado. Sólo le hicieron falta unos meses para aprobar los exámenes del
doctorado y dar forma a su tesis de candidato, A. N. Radishchev en su lucha con los
puntos de vista sociopolíticos y la estética nobiliaria de N. M. Karamzin 34 , leída en la
universidad de Leningrado. Aquel doctorado del que le habían apartado tan
rotundamente, le resultó innecesario… Después, trabajando en el Instituto de
Profesores de Tartu y luego en la Universidad de Tartu, se las ingenió para
preparar su fundamental tesis doctoral en base a los materiales recopilados entre
los archivos de Leningrado, Moscú y Tartu. La tesis, Los caminos del desarrollo de la
literatura rusa del periodo pre-decembrista 35 , pone de manifiesto un rasgo típico de

32 El quinto punto hace referencia a la nacionalidad en los formularios; en el caso de I. Lotman, a


su origen judío.
33 Cita de la fábula de Krilov «Демьянова уха» («La sopa de pescado de Dem’ian»). En esta fábula

Dem’ian invita a comer sopa de pescado a su vecino, pero insiste tanto en que éste coma y coma
más, que al pobre sólo le queda salir huyendo, agarrando su gorro y su cinturón (kushak). Kushak
podía ser una simple cuerda atada alrededor de la cintura, pero, según la costumbre popular, aquel
cinto era imprescindible para protegerse del diablo y otras fuerzas del mal [NT].
34 Un resumen de su tesis de candidatura al doctorado en Filología se publicó en Tartu: A. H.

Радищев в борьбе с общественно-политическими воззрениями и дворянской эстетикой Карамзина [A. N.


Radishchev v bor’be s obshchestvenno-politicheskimi vozzreniiami i dvorianskoi estetikoi Karamzina.] Universidad
de Tartu, 1951, 18 páginas.
35 El resumen de la tesis de doctorado en Filología se publicó el mismo año 1961: Пути развития

русской литературы преддекабристского периода. [Puti razvitiia russkoi literatury preddekabristskogo perioda].
Leningrado, 1961, 31 páginas. Como oponentes en el tribunal que juzga su investigación participan
el académico V. Zhirmunski y los profesores A. Predtetshenski y G. Makogonenko.
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74 L. M. LOTMAN

Lotman-científico: siendo muy exigente en cuanto a la precisión científica y


respetuoso con los hechos históricos, al mismo tiempo se sentía vinculado
emocionalmente al objeto de sus estudios. Para sus conclusiones, extraía material
tanto de los documentos históricos y estudios especiales como de su propia
experiencia espiritual. Así, hablando de la valentía que mostraron Radishchev o
Pushkin ante la muerte, él recordaba su propia disposición a terminar con la vida
en el caso de que la proximidad del cautiverio fuera inevitable (lo supe después por
sus amigos; a nosotras, sus hermanas, no nos había contado nada de eso). Su tesis
doctoral fue un intento de ‘resurrección’ de toda una generación de jóvenes y
talentosos rusos, perecidos, como decía, “en el campo de batalla de Borodino y en
otros campos de batalla de la Guerra Nacional de 1812.” Al mismo tiempo, la tesis
albergaba el pensamiento sobre su propia generación, cuyo destino se asemejaba al
de los ‘hermanos mayores’ liceístas y de toda la generación de Pushkin.
Iura sabía que, con la defensa de la tesis doctoral en 1961, había alcanzado
e incluso adelantado a su generación, a aquellos que no tuvieron que interrumpir
sus estudios por el servicio militar, años de guerra y prórroga de su servicio
después de la guerra. Extremadamente exigente consigo mismo, consideraba un
descaro su aspiración al título de doctor en ciencias. En el breve resumen de la
tesis que me regaló, Iura hizo una inscripción airosa: “A mi querida Lidka, de su
descarado hermanito. 22. 5. 1961”.
La exitosa, e incluso brillante, defensa de la tesis en la Universidad de
Leningrado puso el punto y final al período de vida de Iura en esta ciudad. Lo
puso él mismo y no las circunstancias. El período tartuense había empezado antes.
En la vida no hay fronteras exactas y líneas de demarcación. Esa ‘segunda vida’
trajo a Iuri Mijáilovich Lotman muchos nuevos trabajos, grandes y pequeñas
preocupaciones aunque, por supuesto, también le deparó grandes y pequeñas
alegrías. Pues, por su naturaleza fue un hombre feliz.

Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS1
IURI M. LOTMAN
BORIS A. USPENSKI

El siglo XX es rico en revoluciones científicas, y el resultado natural de este


hecho es que nuestras ideas han cambiado no sólo acerca del mundo, sino también
acerca de la propia ciencia.
Si se considera la concepción que de la ciencia tiene la conciencia colectiva
actual, se pueden observar algunos aspectos característicos de la mitad del siglo.
La conciencia del siglo XIX, para la cual coincidían, sustancialmente, ciencia
y espíritu crítico, mientras que, por otra parte, las formas de vida que derivaban del
sentido común y la experiencia cotidiana parecían incuestionables, se construía
esencialmente sobre la duda. Para la conciencia colectiva participar en la ciencia
significaba dudar y desconfiar. El científico era quien penetraba críticamente en la
esfera de la confianza.
Además, el aparato de la ciencia era relativamente simple y accesible para
una persona de mediana cultura. El misterio se percibía como hostil a la ciencia:
esta última no creaba el misterio, sino que lo destruía. Todas las esferas de la
conciencia que se oponían a la ciencia, desde la cultura de los ‘salvajes’ hasta la
religión del Medioevo, recibían las contraseñas de lo misterioso —de lo que no se
puede averiguar—, mientras que los conocimientos científicos se percibían como
aquello que es accesible a la verificación (en principio por cada ser humano).
Hoy en día, una serie de revoluciones científicas han mutado radicalmente
la manera en que la conciencia colectiva entiende lo verosímil y lo inverosímil. La
experiencia cotidiana ha sido proscrita con infamia de la esfera de la ciencia, y el
lector común ha perdido la capacidad de orientarse. Se podría decir, con más
exactitud, que la experiencia cotidiana sigue siendo el punto de referencia para la

1 Título original: «Introduzione». Escrito en 1973 para el volumen Ricerche semiotiche: Nuove tendenze delle
scienze umane nell’URSS (J. M. Lotman y B. A. Uspenskij, eds.; edición italiana de Clara Strada
Janovič), Turín, Einaudi (Nuova biblioteca scientifica Einaudi, 43), 1973, páginas XI-XXVII.
Traducción del ruso al italiano de Clara Strada Janovič. Reeditado con el título «Ricerche
semiotiche», en J. M. Lotman, Tesi per una semiotica delle culture (edición de F. Sedda), Roma, Meltemi,
2006, páginas 71-93. Traducción del italiano al español de Mirko Lampis. Se publica por primera
vez en español en Entretextos. Se han corregido y completado las notas bibliográficas citadas en la
edición italiana.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
76 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

idea general de la ciencia, pero con signo contrario: por decirlo así, cuanto más
inverosímil es algo, más plausible resulta, es decir, posible y cercano a la ciencia.
Este hecho queda bien ilustrado por el ejemplo de la literatura de ciencia-ficción.
En el siglo XIX, la literatura de ciencia-ficción, al describir nuevos
descubrimientos imaginarios, los sometía a las ideas que ya existían en la ciencia.
La ciencia-ficción actual, en cambio, se constituye a partir del principio contrario:
estar lo más lejos posible de las actuales ideas científicas, ya que cuanto menos se
parece a lo que hoy sabemos, tanto más se parece a la ciencia del futuro. Se
comprende fácilmente que este hecho refleja no tanto las leyes reales del desarrollo
científico, sino la idea que de la ciencia tiene la conciencia colectiva.
El mecanismo de la ciencia se ha vuelto más complicado. Se ha escapado
irreparablemente del control del lector común. Verificar la exactitud de las tesis de
la física contemporánea, la verdad de ideas científicas paradójicas y divergentes de
la experiencia diaria, es una hazaña que el lector ya no puede llevar a cabo. Y no es
todo: verificar lo que para los demás ya ha llegado a ser materia de fe significaría
crearse una fama de persona obsoleta, esto es, no científica. Para el lector común
estar al corriente de la ciencia significa no asombrarse y creer. Las palabras de
Tertuliano “Credo quia absurdum”, que tradicionalmente se consideraban como la
fórmula del pensamiento opuesto al pensamiento científico, hoy se podrían poner
como epígrafe en cada revista de divulgación científica o en cada novela de ciencia-
ficción.
Y es precisamente por esta razón que florece copiosamente la divulgación
científica y se multiplican las revistas y los libros en donde la ciencia se mitologiza:
por un lado, de todos los conocimientos científicos se extraen los más
‘sorprendentes’, y, por otro, no se da la posibilidad de verificarlos. El lector
común, que ayer aún no había escuchado la palabra ‘semiótica’ y la había recibido
con desconfianza y hasta irritación, ahora ya la ha convertido en un mito científico.
Sin embargo, el punto de vista semiótico es orgánicamente intrínseco a la
conciencia humana y en este sentido constituye un fenómeno no sólo viejo, sino
también conocido por todos. Si todas las ideas científicas, desde el punto de vista
de la conciencia ingenua e inexperta, se pueden dividir en dos grupos —aquél del
que se dice “Nunca lo habría pensado”, y el otro que causa la reacción “Ya lo
sabía”—, la semiótica pertenece más bien al segundo grupo de ideas.
El punto de vista semiótico, implícitamente, siempre se presenta en las
acciones y en la conciencia del hombre. La peculiaridad de la ciencia es la de
proceder a analizar lo que nunca había sido analizado precisamente porque parecía
simple y evidente. Bajo este aspecto la semiótica está unida a la ciencia del siglo
XX, que aspira no tanto a conocer algo nuevo con respecto al contenido, sino más
bien a ampliar el propio conocimiento del conocimiento.

Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 77

En particular, el evidente vínculo entre los resultados de la semiótica y el


desarrollo de la cibernética también está condicionado, entre otras cosas, por el
hecho de que el problema técnico de la comunicación entre el hombre y los
autómatas nos ha convencido en modo indudable de que nuestras ideas acerca de
la naturalidad son extremadamente relativas. Para la mirada del profano en general
resulta asombrosa la capacidad de un autómata para ‘comprender’. Para la ciencia
tiene más valor lo que el autómata ‘no comprende’, de modo tal que se manifiesta
un objeto de investigación ahí donde, según el sentido común, no parecería haber
ningún motivo de reflexión. En otras palabras, el punto de referencia de la
descripción llega a ser, por decirlo así, el punto de vista del ‘imbécil’, con sus
característicos límites con respecto a la posibilidad de comunicación efectiva y
multiforme, y emerge en primer plano por tanto el ‘problema de la estupidez’.
La ciencia del siglo XIX identificaba el punto de vista normal del científico
con la verdad, y por tanto presuponía como posible tan sólo la descripción desde
‘mi’ (del científico, de la ciencia) punto de vista, lo cual se expresaba, por ejemplo,
en la absolutización del punto de vista europeo en la antropología o de la
lingüística indoeuropea o de la gramática latina en la lingüística. Cualquier otra
descripción —esto es, la descripción en otros términos— se consideraba como
equivocada (no civilizada, bárbara) y en última instancia inexistente para la ciencia.
La ciencia del siglo XX, al contrario, parte de la existencia de varios sistemas de
descripción y tiene, pues, mucho más interés en el punto de vista del ‘otro’ (el ‘yo’
desde al ángulo visual del ‘otro’, el ‘otro’ desde su propio punto de vista). El
interés por la conciencia primitiva incapaz de comprender interviene tan sólo
como parte del interés por el ángulo visual del ‘otro’.
Por otra parte, es precisamente en el siglo XX cuando el problema mismo
de la comprensión—incomprensión, así como el problema inmediatamente
relacionado de la inteligencia—estupidez, llega a ser en notable grado un problema
científico, a diferencia de lo que pasaba en la tradicional ciencia ilustrada del siglo
XIX. Para el siglo XIX, el problema de la estupidez se sitúa fuera de la ciencia,
exactamente como el problema de la mudez y de la patología del lenguaje se sitúan
fuera de la lingüística. Al igual que el lingüista presuponía que desde su punto de
vista tan sólo existieran personas capaces de servirse de manera justa y correcta del
lenguaje (y, por consiguiente, estudiaba esencialmente la manera en la que se debe
hablar, y no la manera en la que se habla realmente, es decir, la norma lingüística, y
no los dialectos y los idiolectos reales), así el teórico de la ciencia partía del hecho
de que la estupidez es una patología, que puede ser objeto de consideración (de un
estrecho círculo de especialistas), pero que no puede tener alguna relación con los
principios mismos de la descripción.
La ciencia del siglo XX considera el asunto desde otra perspectiva. Se puede
decir que si el siglo XIX miraba al ‘imbécil’ con los ojos del ‘inteligente’, por una

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
78 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

serie de problemas científicos actuales, entre los cuales algunos puramente


prácticos (como, por ejemplo, la elaboración de programas para calculadoras), la
única solución posible es la descripción de fenómenos complejos desde el punto
de vista de la incomprensión, esto es, de la ‘estupidez’, a la vez que la
incomprensión, el primitivo, la ‘estupidez’, de anomalía cultural se convierte en
problema cultural.
Es preciso notar, por otra parte, que si se sale del ámbito de los textos
propiamente científicos, hallamos que el problema de la estupidez y la ignorancia
como fenómeno autónomo y no como anti-saber —esto es, según una
impostación análoga a la contemporánea— no resulta tan nuevo. El Elogio de la
locura de Erasmo de Rotterdam (véase el sujeto pictórico de La nave de los locos,
especialmente en Brueghel), los numerosos locos y necios del folclore, del teatro
de feria y del ritual carnavalesco, todo estos fenómenos de la cultura consideran la
incomprensión no como la antítesis del saber científico (véase al respecto la
característica posibilidad de fusión del necio y el docto en el teatro de feria), sino
como una esencia autónoma, y a veces decididamente atractiva. Incluso la
‘estupidez’ puede identificarse con un ingenuo saber superior. Véase la imagen
positiva del estúpido inteligente en contraposición a los estúpidos hermanos
sabelotodo en el folclore, o también la célebre frase de Pushkin a Viazemski: “Tus
versos [...] son demasiado inteligentes. En cambio la poesía, Dios lo perdone, debe
ser un poco necia” 2 . No se puede no recordar, finalmente, el evangélico “Sed
como niños”. Se puede decir, pues, que el problema no es nada nuevo: nuevo es
tan sólo su inclusión en la esfera de la ciencia.
De modo análogo, muchos problemas de semiótica, que sorprenden por su
novedad y se revisten de la moderna metodología científica, en sustancia
objetivizan viejos problemas que ya desde hace tiempo son intrínsecos a la cultura.
Así, por ejemplo, la idea, que fundamenta el punto de vista semiótico, de la
cultura como sistema de lenguajes y de sus concretas manifestaciones como textos,
idea que a menudo se percibe como novedad específica de la semiótica, se propuso
muchas veces a lo largo de la historia del saber y, evidentemente, es
profundamente intrínseca al hombre.
En efecto, en las más diversas culturas surge periódicamente la tendencia a
considerar el mundo como un texto, y por consiguiente el conocimiento del
mundo se asimila a un análisis filológico de este texto: a la literatura, a la
comprensión y a la interpretación. La concepción tradicional relaciona este modo
de ver con la ciencia escolástica medieval o con sus reflejos en la conciencia
contemporánea, pero es fácil mostrar que tiene una difusión mucho mayor.

2A. S. Pushkin. Полное собрание сочинений [Polnoe sobranie sochinenii]. T. XIII. Moscú-Leningrado,
Akademiia Nauka SSSR, 1937, pág. 278.
Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 79

La idea del saber como resultado de un análisis semántico está presente


tanto en Confucio como en el folclore ruso (véase el conocido Stij o Golubinoi
knige) 3 . Al mismo tiempo, también en los textos del barroco ruso, como ha
destacado la estudiosa checa Mathauserová 4 , el libro se presenta como modelo del
mundo (todo el mundo está construido como el libro y espera a su lector); en igual
medida, también según Mathauserová, el alfabeto llega a ser el símbolo universal
de la estructura del universo. (Se puede realzar, al respecto, la función particular
del libro en las diferentes religiones y, en particular, en el ritual religioso ruso). Es
característico, finalmente, que una idea semejante la exponga también un partidario
tan convencido del saber experimental como el científico y racionalista
Lomonosov 5 , quien escribió, identificando saber y lectura:
“El Creador dio al humano dos géneros de libros. En uno
mostró su grandeza, en otro su voluntad. El primero es este mundo
visible, dado a fin de que el hombre, viendo la inmensidad, la belleza y la
armonía de sus obras, reconociera la omnipotencia divina en la medida
del entendimiento que le fue donado. El segundo libro es la Sagrada
Escritura. En él se muestra la benevolencia del Creador para nuestra
salvación. En estos libros proféticos y apostólicos inspirados por Dios los
intérpretes y explicadores son los grandes maestros de la Iglesia. En
cambio, en el otro libro de la compaginación del mundo visible, los
físicos, matemáticos, astrónomos y los demás explicadores de las acciones
divinas infundidas en la naturaleza son como en el primer libro los
profetas, los apóstoles y los maestros de la Iglesia.”
La idea de que el científico es un lector impone naturalmente la exigencia
de saber el idioma. Es destacable el hecho de que el propio saber a menudo se
exprese en los términos de la comunicación. Véase la invocación característica con
la que Pushkin se dirige a la vida en los Stiji, sochinennye noch iu vo vremia bessonniytzy
(Versos compuestos por la noche durante el insomnio):
Quiero entenderte
Tu oscuro lenguaje estudio.
(donde, por lo demás, la palabra temnyi (oscuro) es el equivalente semántico del
francés obscur, esto es, tiene el significado de ‘necesitado de interpretación, de

3 Una de las mayores obras literarias populares rusas de carácter religioso. El título, que literalmente
significa ‘libro de la paloma’ (con referencia al Espíritu Santo), deriva —a través de un proceso de
reinterpretación semántica basado en una asonancia fónica— de un originario Glubinnaia kniga, esto
es, ‘libro profundo’ [Nota de la traductora del ruso al italiano].
4 Světla Mathauserová. «Umělá poezie v Rusku 17. stoleti». Acta Universitatis Carolinae. Philologica, 1-3

(1967), pág. 169.


5 Mijaíl V. Lomonosov. Полное собрание сочинений [Polnoe sobranie sochinenii]. T. IV: Труды по физике,

астрономии и приборостроению, 1744-1765 гг. [Trudy po fizike, astronomii i priborostroeniiu, 1744-1765 gg.].
Moscú-Leningrado, Izdatel’stvo Akademii nauk SSSR, 1955, pág. 375.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
80 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

desciframiento’); o también en la poesía de Baratynski Na smert’ Gete (En la muerte


de Goethe):
Con la naturaleza la vida respiraba,
El balbuceo entendía de la corriente
[...]
Claro le era el libro de los astros
Y la ola de los ríos con él hablaba.
El importante lugar que en muchas culturas, tradicionalmente, se reserva a
los conocimientos filológicos en la enseñanza no siempre refleja, como a menudo
se cree, un retraso científico. En buena medida, esto estaba relacionado con la
concepción del científico como políglota, a la vez que el secreto del conocimiento
(de la naturaleza, del mundo animal, de la vida de otros pueblos) se concebía como
el secreto de otra lengua no sólo en la metáfora poética (véase, en particular, el
sujet, frecuente en el folclore, del conocimiento universal como don maravilloso
que permite dominar las lenguas de los pájaros, de las fieras, de las rocas, etc.).
Sin embargo, la ciencia, expresando la acumulación de los conocimientos
en el ámbito concreto de su investigación, asume contemporáneamente las formas
comunes a toda la cultura de su tiempo, y el hecho de que los sistemas de signos
hayan llegado a ser, en la mitad del siglo XX, el objeto de una investigación especial
no es nada casual. Es que precisamente desde el punto de vista científico de
nuestro tiempo es característica la relevante atención dirigida al procedimiento y al
lenguaje de descripción. Hasta en las ciencias naturales el experimento,
tradicionalmente considerado como un valor autosuficiente, se ha relacionado con
el punto de vista del experimentador. (Notaremos de paso que este problema
específico de la física, que atañe a la influencia del instrumento sobre el resultado
del experimento, puede interpretarse como la acción ejercida por el lenguaje del
instrumento sobre el material empírico obtenido [texto], es decir, en último
término, como problema semiótico). Al igual que la superación de un secular sistema
‘regional’ intelectual y material ha influido en las ciencias humanas, así las ciencias
naturales se han apartado del mundo visible, subordinado a las leyes de la mecánica
newtoniana, entrando en la esfera del micro- y macrocosmos con las leyes
específicas que los gobiernan. Tanto en las ciencias naturales como en las humanas
se ha desarrollado la idea de la relatividad de las normas habituales. La atención
dirigida al sistema de descripción y al punto de vista del descriptor ha llegado a ser
una cuestión científica fundamental. El tradicional problema de lo cognoscible se
ha convertido en el problema del meta-lenguaje, así que un problema puramente
filosófico ha pasado a ser un problema filosófico-lingüístico (véase al respecto la
específica corriente de la así llamada ‘filosofía del lenguaje’, desarrollada con
especial intensidad por los filósofos y lógicos anglosajones).
Contemporáneamente, el crecimiento, específico en el caso de la cultura
del siglo XX, de los medios técnicos de comunicación —crecimiento que
Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 81

paradójicamente se combina con la dificultad de comprensión entre los hombres y


la disgregación de colectivos que se consideraban desde hace siglos como
tradicionales— ha agudizado el interés por los problemas de la comunicación.
Las épocas precedentes veían el problema principal de la comunicación en
sus dificultades técnicas. Así, el cuento y el mito crean el ideal de los enlaces
instantáneos (las botas de las siete leguas, las alfombras voladoras, la ultra-puntería
a gran distancia, etc.); del mismo modo, la duración de la información se identifica
con la robustez de los medios técnicos (véanse las inscripciones en piedra dirigidas
a las generaciones futuras).
Pero en los textos literarios antiguos y medievales, como también en la
novela del siglo XIX, hallamos con extraordinaria rareza el tema de la incomprensión.
La información puede perderse físicamente o deformarse técnicamente, pero no se
admiten, por lo general, ni la posibilidad de diferentes interpretaciones psicológicas
ni la mutua incomprensión entre los hablantes de una misma lengua.
Una consecuencia característica del hecho de que, en el folclore y en los
antiguos textos literarios, la dificultad de comunicación no se considera como un
hecho socialmente significativo es el trato invariablemente cómico reservado a los
temas de la ignorancia de una lengua, de las disfunciones auditivas y de la
incomprensión de las convenciones comunicativas. Quien no conoce una lengua,
no entiende una pregunta, no percibe una comunicación o la comprende
erróneamente no puede ser un héroe trágico: es culpable y ridículo, aunque
sucumba (esta despiadada comicidad del folclore a menudo la interpretamos en
clave trágica). Tan sólo a partir de la época del romanticismo la incomprensión
genera en la literatura europea conflictos trágicos. Un ejemplo más: hasta el siglo
XVII en la liturgia rusa el mnogogolosie (multi-vocalización) es la puesta en escena
simultánea en un mismo edificio de algunos servicios religiosos, la simultánea
lectura de algunos textos. Más tarde, esta costumbre empezó a ser objeto de una
crítica clara. Esto se debe, ante todo, al hecho de que los propios parroquianos (y
no sólo Dios) empezaron a ser destinatarios del servicio religioso, y en segundo
lugar, a una atención más aguda hacia el problema de la comunicación. Antes no se
hacía caso al canal de la comunicación (se opinaba que ‘Dios lo entendería todo’,
es decir, se presuponía un canal de comunicación ideal, totalmente privo de ruido).
El fuerte desarrollo de los medios técnicos en el siglo XX ha hecho que se
desplazara el centro de atención sobre las dificultades del propio acto
comunicativo. Por un lado, se han descubierto los peligros, y no sólo las ventajas,
de los medios de comunicación masiva. Así, por ejemplo, la demagogia
reaccionaria ha llegado a ser no sólo un aspecto característico, sino también una
amenaza real para la cultura del siglo XX. Al mismo tiempo, aunque el mundo, que
antes parecía enorme, se haya contraído y se haya tornado espacialmente más
pequeño, esto es, más accesible gracias a los medios de comunicación, las

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
82 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

dificultades de la recíproca comprensión entre los hombres no han disminuido,


sino aumentado.
En el sujet épico, el héroe se encuentra en un campo inmenso con el
guerrero extranjero, el monstruo o el gigante (a menudo se destaca de modo
especial que se trata de un extranjero), y no obstante en su conversación no se
presenta el problema de la traducción. La comunicación se concibe aquí como un
acto ideal, que se realiza instantáneamente y sin pérdidas, como en el nivel del
pensamiento.
En cambio, la sensación del mundo propia del tiempo moderno representa
la tierra como un pequeño espacio, y si la idea de la pequeña tierra ha recalcado
con nueva fuerza la idea de la solidaridad y de la unidad del planeta (Saint-
Exupéry), esto ha vuelto particularmente claro el hecho de que las dificultades de
contacto no dependen de categorías espaciales.
El arte del siglo XX considera una colectividad elemental (dos personas) y
las posibilidades de incomprensión que le son propias. Incluso la persona humana
individual se enfrenta al problema de la identificación de los diversos estados de sí
misma, y la auto-comunicación y los problemas relacionados con ella llegan a ser
objeto de atención artística. De tal manera, la naturaleza social de la civilización
contemporánea transforma los problemas de la comunicación y de la
comprensión, o, dicho de otra forma, de la semiótica, en el contenido de un vasto
círculo de obras de arte. En el nacimiento de la semiótica como ciencia autónoma
el arte ha desempeñado un papel que no es tal vez menor que él desempeñado por
el propio pensamiento teórico.
La semiótica, pues, es la orgánica continuación de numerosas líneas del
desarrollo cultural anterior y, al mismo tiempo, depende precisamente de la fase
actual de la cultura, y de esta fase manifiesta los aspectos característicos.
Las investigaciones semióticas están estrechamente vinculadas no sólo con
la cultura de su época, sino también con la cultura nacional y con la tradición
científica. Es de por sí obvio que la división en escuelas y tendencias aquí, al igual
que en casos semejantes, tiene un carácter más bien convencional y fuertemente
histórico. Así pues, con ciertas reservas, se puede hablar de una tradición
americana de las investigaciones semióticas, representada en primer lugar por los
nombres de Charles Peirce y Charles Morris.
Esta tendencia está relacionada sobre todo con la elaboración de la lógica
simbólica y de los campos científicos limítrofes. (Es preciso recordar además que
en las investigaciones semióticas de este tipo tienen gran mérito la así llamada
Escuela de Lwów y Varsovia de los lógicos polacos y el círculo de lógicos de
Viena). Una fundamental división de la semiótica como es la delimitación de la
semántica, de la sintáctica y de la pragmática se ha empleado en igual medida en
los trabajos propiamente semióticos así como en las investigaciones lógicas.

Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 83

Últimamente han ocupado un lugar destacable las investigaciones de los


semióticos franceses (véanse, en particular, los trabajos de Claude Lévi-Strauss y
Roland Barthes). Es característico de esta tendencia sobre todo el interés por la
indagación semiótica de las diferentes formas de la vida social; de aquí el vínculo
natural con los problemas de la antropología, de la etnografía, del folclore, de la
mitología y, por otra parte, con los problemas de la moda, de la publicidad, etc. Si
Lévi-Strauss estudia la vida y la cultura de los no europeos, destacando una
estructura en las formas que tradicionalmente parecen demasiado simples como
para llegar a ser objeto de investigación (la comida, la vestimenta), Barthes,
estudiando la cultura francesa contemporánea en sus manifestaciones cotidianas
(sus trabajos sobre la moda y la ‘mitología’ contemporánea), descubre lo ‘extraño’
en lo habitual. Ellos identifican el buen sentido y la experiencia cotidiana con la
conciencia pequeño-burguesa, a la cual se contrapone el punto de vista enajenante
del arte y la ciencia contemporáneas. También notamos que en una serie de casos
se puede constatar un vínculo entre las investigaciones semióticas francesas y la
tradición nacional de la crítica literaria de tipo ensayístico.
En los últimos tiempos se desarrollan en modo extraordinariamente
fecundo las investigaciones semióticas en Polonia y Checoslovaquia.
Es natural que en la presente publicación se haya reflejado la tradición
nacional rusa de las investigaciones semióticas, que parece caracterizarse por un
fuerte vínculo con la lingüística estructural (véanse las ideas de Ferdinand de
Saussure y de A. Baudoin de Courtenay, desarrolladas por Jakobson y Trubetzkoy,
que encuentran inmediata expresión en la actividad del Opoiaz y del Círculo
lingüístico de Moscú). Es comprensible, por tanto, que aquí se pueda hablar tanto
de una expansión de los métodos de la lingüística estructural (esto es, de su
extrapolación sobre algún nuevo material), como de una expansión de las ideas.
En particular, no es nada casual el hecho de que en el propio ámbito ruso
haya podido surgir la conocida ‘escuela formal’ de los estudios literarios (Shklovski,
Eijenbaum, Tyniánov, Propp, etc.), cuyo vínculo con las ideas de la lingüística
estructural resulta evidente (véanse las características de esta tendencia en el
estudio de Victor Erlich 6 ).
No se trata sólo del hecho de que la lingüística estructural constituye la
disciplina semiótica más desarrollada, y que la lengua natural, a pesar de toda su
complejidad, es, probablemente, el objeto de la semiótica más accesible a la
investigación. No menos importante es el vínculo funcional entre la lengua natural
y los diferentes sistemas sígnicos de la cultura humana, vínculo que consiste
precisamente en el hecho de que la primera actúa como una especie de modelo

6 V. Erlich. Russian Formalism. History, Doctrine. La Haya, Mouton, 1955 (1965, 2ª ed. revisada).

[Traducción española, El formalismo ruso: Historia-doctrina. Barcelona, Seix Barral (Biblioteca Breve.
Ciencias Humanas, 374), 1974, 450 páginas (traducción de Jem Cabanes). NE]
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
84 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

‘ejemplar’, como un sistema natural en los que se reflejan los demás (y sobre cuya
base se vuelven posibles los diferentes tipos de re-codificación), a la vez que los
distintos sistemas parciales de signos a menudo actúan como secundarios con
respecto al sistema de la actividad lingüística, constituyendo unos fenómenos
construidos sobre ella. (De aquí que en la tradición semiótica rusa para designar
todo el ámbito de los sistemas sígnicos construidos sobre la lengua natural se
emplea la fórmula de ‘sistema secundario de modelización’, a la vez que la lengua
natural se considera como el sistema primario de modelización).
Recientemente, este modo de ver ha sido formulado con gran precisión
por Ivanov 7 :
“Desde el punto de vista de las modernas ideas cibernéticas se
puede considerar al hombre como un dispositivo que lleva a cabo
operaciones sobre los distintos sistemas y textos sígnicos, mientras el
programa para estas operaciones se da en el hombre (y en parte se elabora
en él mismo) bajo forma de signos. El problema ‘hombres o animales’
(esto es, la cuestión de la diferencia entre el comportamiento e intelecto
humano y las análogas formas de comportamiento de los animales) y el
problema ‘¿son los hombres como máquinas?’ (esto es, la cuestión de las
semejanzas y diferencias entre el cerebro y la máquina) resultan
estrechamente vinculados con la cuestión de la peculiaridad de los
sistemas sígnicos elaborados y empleados por la humanidad. A diferencia
de los animales, cuyos medios de señalación son harto limitados, el
hombre utiliza una red ramificada y cada vez más compleja de sistemas de
signos que crece con el desarrollo de la humanidad (en la filogenia). A
diferencia de las máquinas actuales, para cuyo funcionamiento se emplean
lenguas artificiales que se refieren a una esfera objetual rigurosamente
fijada y extremamente simplificada, el hombre posee no sólo tales lenguas
formalizadas, sino también las lenguas naturales, además de otros
sistemas sígnicos que se construyen sobre ellas y que se diferencian de las
lenguas lógicas en una serie de propiedades esenciales. Gracias a estas
propiedades, las lenguas naturales pueden emplearse en calidad de
modelo de todo el mundo que rodea al hombre, y por tanto también para
la descripción de fenómenos que todavía no han tenido alguna
explicación científica. De tal modo, desde el punto de vista semiótico, el
problema arriba mencionado se reduce a la explicación de las diferencias
y semejanzas entre las lenguas extremamente formalizadas (que surgen
tan sólo en una fase muy tardía del desarrollo del lenguaje y del
conocimiento humano), por un lado, y sistemas sígnicos complejos como
las lenguas naturales, los sistemas sígnicos estéticos del arte, etc.”

7Viacheslav V. Ivanov. «Prefacio». Симпозиум по структурному изучению знаковых систем [Simpozium


po strukturnomu izucheniiu znakovyj sistem]. Moscú, 1962, pág. 3.
Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 85

(...) Por un lado, se trata de una expansión de los métodos semióticos en


amplitud. En una serie de casos, la misma posibilidad de presentar una esfera
determinada como objeto de investigación semiótica, de mostrar que presenta una
determinada ‘lengua’ y los distintos modos de su realización y de su
funcionamiento, constituye una tarea más bien tentadora para un investigador
semiótico. A menudo la inclusión de algún nuevo material en el ámbito de la
investigación científica tiene un significado metodológico inmediato, pues un
nuevo objeto de investigación puede conllevar la revisión de los propios métodos
de investigación.
En otros casos, la tarea de la investigación semiótica no es la expansión en
amplitud, sino la penetración en profundidad, esto es, la descripción inmanente de
un concreto sistema de signos. En este caso, se trata tanto de aislar en la esfera
estudiada un determinado complejo de signos como de analizar las relaciones entre
signos aislados, bien en el texto (en la sintagmática) bien en el sistema (en la
paradigmática). El análisis de las relaciones de este último tipo presupone
necesariamente la introducción del concepto de nivel y la institución de una
jerarquía de niveles. Se debe decir que la propia elaboración de los métodos de
descripción puede tener, en general, un significado esencial para la semiótica
descriptiva, significado al que no limita la aplicación de los métodos dados a la
descripción del sistema concreto que ha sido objeto de investigación. La aplicación
de los mismos métodos de investigación a sistemas sígnicos sustancialmente
diferentes da una base segura para evidenciar el isomorfismo estructural entre
sistemas de distintos tipos y vuelve posible la construcción de una tipología semiótica.
Finalmente, no menos importante es la investigación realizada sobre el
funcionamiento de determinados sistemas de signos. Una investigación semejante
presupone, por un lado, el análisis funcional del sistema de signos como proceso
comunicativo, es decir, un determinado sistema de signos se considera, en
términos comunicativos, como comunicación que de un emisor llega a un destinatario.
El estudio de las distintas relaciones entre emisor y destinatario (los cuales pueden
considerarse en sentido social e individual, coincidir en una misma persona,
diferenciarse por sus coordinadas espaciales y temporales, etc.) determina las
potencialidades internas de semejante análisis. Por otro lado, precisamente al
considerar el problema del funcionamiento de los sistemas semióticos aparece
actual la delimitación de diacronía y sincronía y en general el estudio de la dinámica
tanto del texto como del propio sistema.
El ámbito de problemas que se acaba de delinear determina las diversas
posibilidades de la semiosis, y en particular las vías de formación de los
significados, y delinea una clasificación de los tipos de significado: el significado
como relación entre signo y denotado o concepto (según Charles Morris), el
significado como relación entre signo y todo el sistema en su conjunto (que incluye

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
86 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

al signo dado), el significado como relación entre los distintos participantes del
proceso comunicativo, etc.
(...) las investigaciones llevadas a cabo sobre problemas sígnicos
específicos, por más concreto que sea el fin que persiguen, están orientadas hacia
las perspectivas generales de la construcción de una teoría sintética de la cultura.
La manera de considerar la cultura humana como una jerarquía compleja de
lenguajes, pues, debe unificar desde la perspectiva del fin científico las distintas
experiencias concretas. Además, los estudiosos de este ámbito de problemas no
están interesados en la teoría abstracta de la cultura (la experiencia científica ha
demostrado que semejantes construcciones, por más prometedoras que sean, no
tienen una duración demasiado larga), sino en la investigación que se ocupa de
textos realmente pertenecientes a la historia del pensamiento humano. (...)
Los sistemas de gran complejidad que constituyen el objeto de las ciencias
humanas —historia, arte, la vida del hombre como unidad de procesos biológicos
y sociales— se caracterizan por el dinamismo, la fluidez y la contradictoriedad de
su organización interna. Es precisamente en este aspecto del objeto estudiado en
lo que, por lo general, hacen hincapié los adversarios de los métodos semiótico-
estructurales, hablando de su inaplicabilidad a los objetos de las ciencias humanas.
En efecto, el problema de la antinomia de lo sincrónico y lo diacrónico, lo estático
y lo dinámico, lo discreto y lo continuo, está en el centro de las discusiones que
actualmente se llevan a cabo entorno a la posibilidad de aplicar los métodos de las
ciencias exactas a las ciencias humanas.
Si se prescinde de las personas poco competentes que participan en la
polémica (y su número, en ambos bandos, no es nada exiguo), las objeciones más
serias proceden del campo de los teóricos vinculados a la tradición de la filosofía
clásica alemana (en particular de Hegel) y de la ciencia académica, la cual ha
formado su propia noción de historicismo bajo la influencia de dicha filosofía. Un
significado análogo ya tenía en los años veinte la crítica de Zhirmunski y Bajtín a la
poética de la Opoiaz 8 . Muy interesante resulta la insatisfacción por el formalismo
(esto es, la ‘escuela formal’ de los estudios literarios) que expresó Boris Pasternak,

8 Cfr. V. Zhirmunskii, Вопросы теории литературы [Voprosy teorii literatury], Leningrado, 1928, págs.
154-174, 337-356; P. Medvedev, Формальный метод в литературоведении [Formal’nyi metod v
literaturovedenii], Leningrado, 1928 [Traducción española, El método formal en los estudios literarios :
introducción crítica a una poética sociológica, Madrid, Alianza (Alianza Universidad, 788), 1994, 265
páginas (escrito por Mijaíl Bajtin bajo la firma de Pavel N. Medvedev; prólogo de Amalia Rodríguez
Monroy; versión española de Tatiana Bubnova). NE]; V. N. Voloshinov, Марксизм и философия
языка [Marksizm i filosofiia iazyka], Leningrado, 1929 [Traducción española, El marxismo y la filosofía
del lenguaje (los principales problemas del método sociológico en la ciencia del lenguaje), Madrid, Alianza (Alianza
Universidad, 740), 1992, 209 páginas (versión española de Tatiana Bubnova; prólogo de Iris M.
Zavala). NE]. Los libros de Medvedev y Voloshinov, escritos bajo la directa influencia de Bajtín,
reflejan sus ideas.
Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 87

cuyas ideas se formaron bajo el doble influjo de la cultura vanguardista del


futurismo y de la filosofía clásica alemana.
En una carta a Medvedev, dedicada a la publicación de su libro sobre el
formalismo, Paternak escribía:
“Convengo enteramente con su postura acerca del formalismo, con la
reserva, sin embargo, que en lo particular, naturalmente, usted es injusto
con ellos. Usted también, probablemente, es consciente de ello y se trata
de algo hecho intencionalmente. Hablo de las interpretaciones insuficientes
de algunos conceptos como el extrañamiento (ostranenie), la interacción de
fábula y trama, etc. Siempre me ha parecido que, teóricamente, había
ideas muy felices, y siempre me ha sorprendido que estos conceptos,
heurísticamente de tan gran alcance, permitieran a sus autores ser lo que
son. En su lugar, yo, de entrada, sencillamente, hubiera empezado a
derivar de aquellas observaciones un sistema de estética, y si hay algo que
siempre me ha separado de los lefistas 9 y de los formalistas desde el
nacimiento del futurismo (y después, con el paso del tiempo, cada vez
más), ha sido precisamente la incomprensibilidad de su retroceder en los
avances más prometedores.”
Y más adelante: “Es particularmente cercana a mí su concepción del
historicismo, de la perspectiva social y de los demás detalles imperceptibles sobre
los que todo se fundamenta” 10 .
Aquí, de hecho, chocan dos puntos de vista cuya esencia ya se había
manifestado en la polémica de los años veinte: ¿el contenido del texto es una
función de su estructura y, por tanto, indagando acerca del mecanismo del texto,
obtenemos una base objetiva para los juicios sobre la sustancia semántica y social
de una obra dada —sustancia que de aquel mecanismo deriva— o más bien el
significado (la ideia) es primario, y tan sólo en la medida en que lo continuo puede
ser expresado en lo discreto se refleja en un texto dado? La contradicción en la
posición inicial ha generado una diferencia en la elección del material de análisis:
por un lado, se ha mostrado interés por los textos estables, sistemas con alfabetos
limitados y simples reglas sintácticas (la fábula, el mito, la novela policíaca, la
‘literatura de masas’), por otro, se ha dedicado atención a las estructuras
ambivalentes, a los textos paradójicos, cuyos elementos no son, evidentemente,
reducibles a una estructura sincrónica unitaria (el principio de la ‘polifonía’, del
‘carnaval’, etc.).
9 Los partidarios del LEF (abreviación rusa del Frente de izquierda de las artes), denominación de
un movimiento y de una revista de los años veinte cuyo líder era Maiakovski [Nota de la traductora
del ruso al italiano].
10 G. G. Superfin. «Б. Л. Пастернак —критик “формального метода”». Ученые записки

Тартуского государственного университета [Uchenye zapiski Tartuskogo gosudarstvennogo universiteta] 284


(Труды по знаковым системам 5: Памяти Владимира Яковлевича Проппа [(Trudy po znakovym sistemam
5: Pamiati Vladimira Iakovlevicha Proppa)]. Tartu (1971), pág. 529)
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
88 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

La actual visión estructural supera esta antinomia, pues considera ambos


puntos de vista no como mutuamente excluyentes, sino como dos tendencias
culturales interactuantes. La tendencia a la sistematización y a la desistematización
en su recíproca tensión y resistencia determinan el funcionamiento de los sistemas
sígnicos, garantizando esa condición de informatividad que es la salida de los
textos del estado de automatismo. En consecuencia, los textos en funcionamiento
en una colectividad dada pueden ser descritos tanto en términos de realización de
determinadas reglas como de coherente violación de las mismas. Sin embargo, tan
sólo la relación de estas descripciones que se oponen entre sí, y no cada una de las
descripciones tomadas por sí mismas, es capaz de explicarnos la naturaleza de la
actividad del texto. La violación de las reglas no equivale a su ausencia, y no hay
que confundir la ausencia de reglas con el hecho de que un determinado auditorio
las ignore. De esto deriva que la descripción estática del sistema de reglas debe
preceder heurísticamente a la individuación de sus violaciones, lo cual no refuta
que, en el funcionamiento real, ambas tendencias se manifiestan simultáneamente.
A este respecto, es oportuno considerar una objeción frecuente, según la
cual precisamente la unidad, indivisibilidad y organicidad de la vida (y del arte
como reflejo de la vida) es lo que la vuelve ajena a los métodos exclusivamente
analíticos, que constituirían la esencia del método estructuralista. En efecto, los
modelos científicos de cualquier fenómeno continuo, fluido, orgánico se
construyen según el principio de la edificación de un sistema sobre la base de un
texto, y aportan inevitablemente, pues, un fraccionamiento descodificador. Pero es
precisamente el método semiótico el que más se aleja, en este sentido, de los
métodos científicos tradicionales, puramente analíticos, ya que realza el problema
de las reglas y de los medios de síntesis del texto. Y aún más, vinculando este
problema con el estudio de la ‘posición del emisor’ y la ‘posición del destinatario’,
la semiótica contemporánea considera los métodos analítico y sintético no en
calidad de principios que se excluyen mutuamente, sino como aspectos
orgánicamente vinculados, aunque opuestos, de un único proceso de
comunicación. Y es precisamente el estudio del arte lo que permite descubrir su
unidad con máxima claridad. Ponemos un solo ejemplo: comparamos una serie
extra-artística de denotados (la ‘vida’, la ‘realidad’) y un cine-texto que la
reproduzca y que nosotros vemos durante la proyección de una película. Puede
parecer que tengamos delante un claro ejemplo del reflejarse de un todo continuo
e indivisible (la ‘vida’) en otro todo indivisible (el ‘arte’). Puede parecer además que
todo intento de construir un modelo discreto aquí sea posible tan sólo como
abstracción de investigación, lo cual, según los adversarios del estructuralismo,
hace que se pierdan los aspectos principales de la obra de arte. Imaginemos, sin
embargo, el cine-texto no como se presenta al espectador (‘destinatario’), sino al
director (‘emisor’): la película ‘no-interrumpida’ se quiebra aquí en trozos

Entretextos 10
INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS 89

individuales, unidos mediante el montaje. Son muy conocidos los experimentos de


montaje llevados a cabo por Lev V. Kuleshov ya en los años veinte. Por ejemplo,
un encuadre, que representaba en primer plano el rostro impasible del actor
Mozhujin, se montaba antes con la fotografía de un plato de sopa, después con la
de un niño jugando y finalmente con la de un ataúd. Según el carácter del montaje
los espectadores veían en el rostro del actor una mímica diferente: hambre, amor,
dolor. Ambos encuadres se funden, para el espectador, en una unidad indisoluble,
mientras que para el director constituyen una continuación de unidades discretas.
En el documental dedicado a Maria F. Andreeva el locutor lee el texto de los
recuerdos de la actriz acerca de su primer encuentro con Gorki:
“No me lo imaginaba así. Y me resultaba raro que los rasgos del
rostro fueran tan toscos, y que tuviera aquel bigote rojizo (...). Pero de
repente a través de las largas y espesas pestañas me miraron los ojos
azules, los labios se distendieron en una sonrisa fascinante, y su rostro me
pareció bellísimo (...).”
El director acompañó este texto con el montaje de dos fotografías: Gorki
serio y Gorki sonriendo. Para el espectador se obtuvo el efecto de un movimiento
continuo, para el director la continuidad en el montaje de imágenes estáticas.
Cuando Botticelli, ilustrando la Divina Commedia, mostró en un dibujo algunas
figuras de Dante y Virgilio colocadas a lo largo del eje de su desplazamiento, el
espectador de aquel tiempo tuvo que tener una impresión de movimiento
continuo, impresión que nosotros hemos perdido. De tal modo, esta fundamental
contradicción de los métodos de descripción del texto se elimina en la unidad de la
superposición recíproca de los puntos de vista del emisor y del destinatario.
Por último, queda todavía un aspecto de las objeciones dirigidas a los
métodos estructurales que merece ser destacado. Se trata de la afirmación de que
con este método se puede atrapar tan sólo lo que en el texto es sistemático y
regular, mientras la esencia de la obra de arte, según tal objeción, está en lo que es
irrepetiblemente individual.
Al respecto hay que observar que el mismo concepto de sistémico en el
arte se diferencia del equivalente concepto en las estructuras más simples. Un texto
artístico no se proyecta tan sólo sobre una estructura decodificadora, como ocurre,
por ejemplo, en las lenguas naturales, sino al menos sobre dos, de tal modo que un
mismo elemento, insertándose en códigos diferentes, obtiene al mismo tiempo
distintos significados. Además, lo que con respecto a un código se presenta como
asistemático, con respecto a otro adquiere valor de sistémico. A la luz de esto, lo
‘individual’ en el arte adquiere un significado diferente que en el mundo de los
denotados. No es una manifestación de asistematicidad, sino el resultado de la
intersección de muchos sistemas diversos en un solo punto. La desviación de un
sistema es la inclusión en otro sistema. La irrepetible individualidad de un texto
puede ser concebida, pues, no rechazando el estudio de su estructura interna, sino
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
90 I. M. LOTMAN — B. A. USPENSKI

tan sólo describiendo del modo más completo posible la multiplicidad de sus
estructuras de código, en cuyo campo semántico funciona un texto dado, y el
‘juego’ semántico que surge de su intersección.
De lo dicho se deriva que quien quiere incluir en el campo de los métodos
semiótico-estructurales el amplio círculo de los distintos textos activos en el
ámbito de la cultura humana, no es nada propenso a nivelar las diferencias entre
sistemas con diferente grado de complejidad, ni a subestimar las dificultades a las
que los investigadores tendrán que enfrentarse por este camino. Estas dificultades
crecerán legítimamente conforme se pase de las estructuras simples (era inevitable,
heurísticamente, que se empezara precisamente por su estudio) a las más
complejas. Sin embargo, se puede creer que las investigaciones llevadas a cabo en
esta dirección conllevarán en el futuro determinados resultados científicos.
El gran interés social hacia la semiótica y sus aplicaciones en la esfera de las
ciencias humanas depende del deseo que el lector no especialista tenga de hacerse
una idea de la sustancia científica de esta nueva disciplina. Sin embargo, como se
escribió al comienzo de este artículo, la literatura divulgativa no puede dar una idea
de la ciencia, pues la transforma en mito. Para penetrar la sustancia de la ciencia es
preciso conocer no sus resultados, sino sus dificultades, no las conquistas, sino los
métodos. Nuestro volumen se construye precisamente así. Los autores, al dar a
conocer a los lectores los resultados alcanzados por la semiótica rusa aplicada a las
ciencias humanas, han concentrado su atención en los problemas, y no en las
conclusiones de la ciencia. Pero, precisamente por ello, según nuestras esperanzas,
el conocimiento de los materiales del presente volumen puede ser interesante no
sólo para los especialistas, que estudian los problemas tratados en los distintos
trabajos aquí propuestos, sino también para un amplio círculo de lectores que
deseen tener una idea de los temas sobre los que trabajamos nosotros, los
especialistas rusos de semiótica aplicada a las ciencias humanas.

Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN1
BORIS EGOROV

Le gustaban los escritores que, según él, ‘construían’ su propia vida


(Karamzin, Pushkin), que se oponían a todo intento de intromisión en su vida
privada, que luchaban con valentía y creatividad para conseguir sus objetivos. Le
gustaban porque él mismo era así: contestatario y luchador. En los tiempos
soviéticos resultaba extremadamente difícil alcanzar objetivos y resolver problemas
individualmente: el hombre era conducido, por el Estado y por la ‘sociedad’, por
un camino que él no había elegido. Sin embargo, aunque en un espacio muy
estrecho, la libertad de elección sí existía y, dentro del mismo, Iuri Mijáilovich (en
adelante, I. M.) supo organizar su vida y desarrollar su actividad científica, de
manera que se puede hablar, en general, de una realización exitosa de lo
concebido.
No obstante, no hay que hacerse ilusiones, pues muchas cosas se quedaron
sin realizar por causas externas, pero I. M. resultó ser un magnífico ‘compensador’,
por decirlo de alguna manera. Casi siempre se las arreglaba para reemplazar sus
proyectos frustrados o imposibles: de su mejor época creativa de estudiante-
doctorando, seis años se le fueron en el servicio militar. Estando en el frente
encontraba tiempo para estudiar francés y, después de la desmovilización, estuvo
trabajando tan intensamente que ya en el quinto curso de la universidad
prácticamente preparó la tesis, que defendió pasado un año. Al no poder dar clases
en su alma mater, la Universidad de Leningrado, encontró la extraordinaria
Universidad de Tartu, donde fundó la no menos extraordinaria ‘escuela tartuense’.
Ciertos ‘órganos’ —desvinculados, en teoría, de la ciencia y de la pedagogía, pero
omnipresentes en la práctica— convirtieron a I. M. en ‘neviezdnoi’ [persona a la que
le está prohibido salir del país. NT]. El extranjero estaba vedado para él, pero los
libros del científico cruzaban fronteras, se traducían a decenas de lenguas e
hicieron que el nombre de su autor fuera mundialmente conocido y Tartu —una

1 «Личность и творчество Ю. М. Лотмана» [«Lichnost' i tvorchestvo I. M. Lotmana»]. I. M.


Lotman. Пушкин [Pushkin]. San Petersburgo, Iskusstvo, 1995, páginas 5-20. Traducción del ruso al
español de Nina Kresova. Todas las notas son de Manuel Cáceres, excepto las notas 19, 32 (que
son de B. Egorov [NBE], 31 y 33 (de la traductora [NT]). Este texto se publica por primera vez, en
español, en Entretextos.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
92 B. F. EGOROV

tranquila ciudad estonia de difícil acceso para el extranjero— se convirtiera en


lugar de peregrinaje de muchos jóvenes y otros consagrados humanistas.
I. M. nació un 28 de febrero de 1922 en el seno de una familia de
intelectuales de Petrogrado-Leningrado, en la famosa casa, al principio de la
Avenida Nevsky, donde en los tiempos de Pushkin se situaba la pastelería de Volf-
Beranger. El círculo literario de los amigos de la hermana mayor, Lidia, influyó en
su elección profesional. En 1939, I. M. ingresó en la Facultad de Filología de la
Universidad de Leningrado, donde entonces dictaban clases famosos profesores y
académicos: Grigori A. Gukovski impartía introducción a los estudios literarios;
Mark K. Azadovski, folclore ruso; Aleksandr S. Orlov, literatura rusa antigua e
Iván I. Tolstoi, literatura griega y romana antiguas. Su primer trabajo de curso lo
escribió I. M. en el seminario folclórico de Vladimir I. Propp.
En octubre de 1940, al igual que otros jóvenes de su edad, I. M. fue
alistado al ejército. Lo de formar parte del ejército antes del comienzo de la
Segunda Guerra Mundial, posiblemente, le salvara la vida. Si bien nuestro pueblo
sufrió enormes pérdidas en la Guerra, los reclutas nacidos en 1922 y los años
anteriores, tras superar el curso de instrucción militar, lucharon mejor que los
chicos que llegaban al frente desde el pupitre.
La unidad a la que pertenecía I. M. (primero fue soldado, luego sargento en
el regimiento de artillería de las Reservas de la Jefatura Suprema) fue trasladada al
frente desde los primeros días de la guerra y durante casi todos los cuatro años
permaneció en medio de encarnizados combates. I. M. atravesó, con el ejército que
retrocedía, toda la parte europea del país, desde Moldavia hasta el Cáucaso, y luego
avanzó en dirección al Oeste, hasta el mismo Berlín; estuvo en situaciones de lo
más arriesgadas, bajo fuego de artillería y bombas, por su valentía y firmeza fue
condecorado con órdenes y medallas, pero la suerte fue asombrosamente benévola
con él: ni siquiera resultó herido, sólo una vez fuertemente contusionado. A finales
de 1946, I. M. fue desmovilizado y reanudó sus estudios en la Universidad de
Leningrado. El recién incorporado estudiante se sintió especialmente atraído por
los cursos y los seminarios de Nikolai Ivanovich Mordovchenko: tanto por su
método (investigación escrupulosa del objeto y de su amplio contexto histórico,
cultural, literario y periodístico; conclusiones sólo en base a este minucioso análisis
de hechos) como por las cualidades personales del tutor (inusual modestia,
amabilidad y fidelidad a los principios), asimismo, y sobre todo, por el ámbito de
sus temas e intereses: en aquel entonces, Nikolai I. Mordovchenko estaba
trabajando en su tesis doctoral sobre la crítica literaria rusa del primer cuarto de
siglo XIX. Precisamente, el interés de I. M. despertaban los avatares del
pensamiento sociopolítico y la literatura rusos en la frontera de los siglos XVIII y
XIX, en concreto, la obra de Nikolai Karamzin, Aleksandr Radishchev y la historia
de la masonería rusa. Sólo más tarde, transcurridos unos diez años, una vez

Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 93

consolidada su base científica, I. M. abordaría el estudio de las siguientes etapas de


la historia de la cultura rusa: los decembristas y Pushkin.
I. M. hizo sus primeros hallazgos científicos todavía siendo estudiante. En
el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Saltikov-Shchedrin,
en el cuaderno del masón Maxim Nevrozov, I. M. encontró una copia del
documento de carácter declarativo de una de las tempranas sociedades secretas
decembristas, la Unión (Orden) de Caballeros Rusos, cuyos fundadores fueron el
conde Matvei A. Dmitriev-Mamonov y Mijaíl F. Orlov. La fuente en cuestión —
«Breves enseñanzas para los c. r.» (léase, caballeros rusos) redactadas por
Dmitriev-Mamonov— era conocida desde hacía tiempo por su título, que se
mencionaba en las correspondencias y figuraba en los expedientes policiales de los
decembristas. Empero, los investigadores no habían tenido suerte en sus
búsquedas y el documento ya se consideraba perdido. El artículo que anunciaba el
hallazgo, junto con el texto encontrado, fue publicado por I. M. en el Boletín de la
Universidad de Leningrado 2 .
Fruto de sus indagaciones científicas de la época universitaria, I. M.
preparó otro artículo de considerable tamaño, en tres cuadernillos de imprenta 3 :
«De la historia de la lucha literaria y social de los años ochenta del siglo XVIII. A.
N. Radishchev y A. M. Kutuzov» (publicado en 1950 por la universidad de
Leningrado en el volumen titulado Radishchev) 4 . El artículo analiza la polémica de
Radishchev con su amigo y antagonista ideológico masón, Kutuzov, y, además,
acomete el intento de reconstruir, grosso modo, la correspondencia perdida de los
dos amigos. El problema de reconstrucción de anotaciones, proyectos y
conversaciones que no se han conservado hasta nuestros tiempos, siempre estará
en el foco de atención del científico. Por ejemplo, mucho más tarde, él escribiría
un artículo sobre la obra concebida por Pushkin de la que sólo se conserva una
palabra-título «Jesús».

2 «“Краткие наставления русским рыцарям”. М. А. Дмитриева-Мамонова: (Неизвестный

памятник агитационной публицистики раннего декабризма)» [«“Kratkie nastavleniia russkim


rytsariam”. M. A. Dmitrieva-Mamonova (Neizvestnyi pamiatnik aguitatsionnoi publitsistiki rannego
dekabrizma)»]. Вестник Ленинградского университета [Vestnik Leningradskogo universiteta] 7 (1949),
págs. 133-147.
3 Es un cálculo aproximado. B. Egorov dice que se trata de “три печатных листа” (tri pechatnyj

lista) y, de acuerdo con el número de páginas del artículo de Lotman (véase la nota siguiente), la
denominación en español que más se le aproximaría es la de ‘cuadernillo’ (es decir, un total
aproximado de 15 pliegos o 60 cuartillas).
4 «Из истории литературно-общественной борьбы 80-х годов XVIII века: А. Н. Радищев и А.

М. Кутузов» [«Iz istorii literaturno-obshchestvennoi bor’by 80-j godov XVIII veka: A. N.


Radishchev i A. M. Kutuzov»]. Радищев: Статьи и материалы [Radishchev: Stat’i i materialy].
Leningrado, 1950, págs. 81-128.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
94 B. F. EGOROV

Los trabajos de estudiante de I. M. ya están marcados, tanto en el


contenido como en el método, por la originalidad de su pensamiento creativo.
Antes que nada, para él, alumno de Nikolai I. Mordovchenko, le son propios la
sistemática, la heterogeneidad y la contextualidad: todo evento literario se analiza
en un amplio fondo social e histórico. Sus futuras investigaciones se verán
enriquecidas por los métodos y los datos de la lingüística, la psicología, la
arqueología, la museología, la historia de la vida cotidiana, la semiótica y el
estructuralismo, la matemática y otras ciencias. Asimismo, cabe destacar el
continuo interés de I. M. por los objetos contrastados: los fenómenos transitorios,
indefinidos, inestables, y otros claros, enraizados, formalizados; por lo espontáneo,
intuitivo, inconsciente y, en contrapeso, por la racionalidad y la sistematización;
por los hechos concretos, el empirismo de los datos recopilados en los archivos y
los periódicos, la objetividad viva, y, por contra, por el metalenguaje abstracto de
las ciencias; por los genios, vértices del pensamiento social o de la literatura, y por
lo cotidiano, las figuras secundarias. Más tarde, a todo eso se le añade el interés
hacia las paradojas y la destrucción de los prejuicios arraigados.
En 1950, I. M. terminó la carrera en la universidad; sin embargo para él,
judío, el camino al doctorado estaba vedado. En los últimos años que precedieron
a la muerte de Stalin, en el país se desencadenó una lucha contra los
‘cosmopolitas’; en otras palabras, en la práctica se llevaba a cabo una campaña
antisemita que, sobre todo, afectaba a las instituciones humanísticas. I. M. pudo
encontrar trabajo en Estonia, donde el gobierno del partido soviético empleaba
todas sus fuerzas en despidos y arrestos de los elementos ‘burgueses’ locales y no
perseguía a los ‘cosmopolitas’. I. M. ocupó el puesto de profesor y, con el tiempo,
se convirtió en jefe del Departamento de Lengua y Literatura Rusas del Instituto
de Profesores de Tartu 5 . De modo que la llegada de I. M. a Estonia fue
relativamente casual. No obstante, hay que tener en cuenta que no sólo le atrajeron
la fama de una conocida ciudad universitaria y la ausencia, casi completa, del
antisemitismo oficial, sino también los antiguos vínculos culturales e históricos que
unían a San Petersburgo con Estonia, pues muchos escritores y personalidades de
la sociedad rusa de principios del siglo XIX, los decembristas, estaban relacionados
con Estonia a través de su biografía o de su obra. Después, I. M. escribiría muchos
trabajos sobre este tema.

5Esa era la denominación que recibía ese centro de formación de profesores en 1950, cuando llega
Lotman a Tartu. En 1954 pasó a denominarse Colegio Pedagógico de Tartu y hoy es la Facultad de
Educación de la Universidad de Tartu. En ese lugar trabaja desde 1950 hasta 1956: entre 1952 y
1954 como ‘Docente’ y jefe del departamento de literatura rusa, de 1954 a 1956 como profesor
contratado. Allí imparte cursos de folklore, teoría literaria e historia de la literatura rusa hasta el
periodo soviético.
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 95

En 1952, I. M. defendió en la Universidad de Leningrado su tesis de


candidato sobre la correlación estética entre Radishchev y Karamzin, y luego
publicó toda una serie de trabajos sobre estos dos escritores. A su vez, el artículo
«Radishchev y Mably» (1958) 6 abrió una larga secuencia de publicaciones del
científico dedicadas a los vínculos entre la cultura rusa y la occidental (sobre todo,
entre la rusa y la francesa, pero también entre la rusa y la alemana, la rusa y la
italiana o la inglesa): «Nuevos datos sobre la llegada de Schiller a la literatura rusa»
(publicado en Alemania en 1958 en alemán) 7 , «Rousseau y la cultura rusa del siglo
8 9
XVIII» (1967) , “«Acerca del problema “Dante y Pushkin”» (1980) y muchos
otros.
Con el artículo «Evolución de la concepción del mundo de Karamzin
(1789-1803)» (1957) 10 , I. M. comenzó a publicar un ciclo de trabajos sobre este
célebre escritor y pensador ruso, culminado con la edición de Cartas de un viajero
ruso, dentro de la serie académica «Monumentos literarios» (1984; este libro fue
preparado por I. M. en colaboración con Nonna A. Marchenko y Boris A.
Uspenski) 11 , la monografía Creación de Karamzin (1987; serie «Escritores sobre
escritores» de la editorial ‘Kniga’) 12 y el artículo sobre la obra más complicada de
Karamzin, Sobre la vieja y la nueva Rusia (1988) 13 . Se trata aquí de los trabajos
publicados; sin embargo, no hay que olvidar que el interés de I. M. por la obra de
Karamzin se remonta a su época de estudiante y que entonces él ya tenía claro que
el verdadero valor del patrimonio artístico karamziano no coincidía con los juicios
oficiosos: reaccionario, idealista y monárquico (así eran las fórmulas con las que
tachaban al escritor en los años anteriores y posteriores a la guerra). Hay que

6 «Радищев и Мабли» [«Radishchev i Mabli»]. VIII век [XVIII vek], vol 3., Moscú/Leningrado, 1958,
págs. 276-308.
7 «Neue Materialien über die Anfänge der Beschäftigung mit Schiller in der russischen Literatur».

Wissenschaftliche Zeitschrift der Ernst Moritz Arndt-Universität Greifswald 8 (1958-1959), págs. 419–434.
8 «Руссо и русская культура XVIII века». [«Russo i russkaia kul’tura XVIII veka»] Эпоха Просвещения:

Из истории международных связей русской литературы [Epoja Prosveshcheniia: Iz istorii mezhdunarodnyj


sviazei russkoi literatury], Leningrado, 1967, págs. 208-281.
9 «К проблеме “Данте и Пушкин”» [«K probleme “Dante i Pushkin”»]. Временник Пушкинской

комиссии, 1977 [Vremennik Pushkinskoi komissii, 1977], Leningrado, Nauka, 1980, págs. 88-91.
10 «Эволюция мировоззрения Карамзина (1789–1803)» [«Evoliutsiia mirovozzreniia Karamzina

(1789-1803)»]. Учен. зап. Тарт. гос. ун-та. 51 (Труды историко-филологического факультета.) [Uchen.
zap. Tart. gos. un-ta. 51 (Trudy istoriko-filologuicheskogo fakulteta)], Tartu, 1957, págs. 122-126.
11 Nikolai Karamzin. Письма русского путешественника [Pis’ma russkogo puteshestvennika] (Artículo

introductorio, preparación del texto, notas, adiciones y apéndice de I. M. Lotman, con Nonna A.
Marchenko y Boris A. Uspenski), Leningrado, Nauka, 1984, 717 páginas.
12 Сотворение Карамзина [Sotvorenie Karamzina]. Moscú, Kniga, 1987, 336 páginas.
13 «“О древней и новой России в ее политическом и гражданском отношениях” Карамзина

— памятник русской публицистики начала XIX века» [«“O drevnei i novoi Rossii v ee
politicheskom i grazhdanskom otnosheniaj” Karamzina — pamjatnik russkoj publicistiki nachala
XIX veka»]. Литературная учеба [Literaturnaia ucheba] 4 (1988), págs. 88-95.

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
96 B. F. EGOROV

resaltar la valentía y la honradez de Nikolai I. Mordovchenko y del jefe del


Departamento de Literatura Rusa, Grigori A. Gukovski, que no sólo no le
prohibieron al estudiante investigar sobre este ‘peligroso’ escritor, sino que le
animaron en sus búsquedas. Un gran artículo de I. M. sobre Karamzin y los
masones fue aceptado por Gukovski para el tercer tomo de la edición académica
XVIII век [El siglo XVIII] que, sin embargo, desapareció tras el arresto del profesor
(¿puede que este artículo se conserve todavía entre los archivos de la KGB?).
El conjunto de trabajos karamzianos de I. M. es uno de los más
importantes en su obra. Revisión de antiguos juicios parciales sobre Karamzin,
revelación de los elementos ‘republicanos’ y ‘utópicos’ en la concepción del
mundo del joven viajero ruso, virtuoso descubrimiento de las fechas reales (no
aquellas que se deducen del texto de la obra o figuran allí) de la estancia de
Karamzin en París durante la Revolución francesa, análisis de la compleja unión
del monarquismo y del original ‘liberalismo’ del Karamzin tardío, carácter
histórico-artístico de Historia del Estado Ruso: sólo es una relación de los más
fundamentales hallazgos del científico. Lo más importante es que I. M. fue uno de
los primeros en ‘rehabilitar’ a Karamzin, en despojar su imagen de sellos
tergiversadores, resultado del tratamiento primitivo, vulgar y sociológico de la obra
de nuestro clásico.
Paralelamente, I. M. estudiaba la vida y la obra de los escritores y las
personalidades del panorama sociopolítico de principios del siglo XIX que
pertenecían a las siguientes generaciones pre-decembristas, después de Karamzin y
Radishchev: Aleksei F. Merzliakov, Vasil’ G. Anastesevich, Andrei Turgenev,
Andrei Kaisarov, príncipe Piotr A. Viazemski, etc. En sus concepciones del
mundo, el investigador observó la presencia de la tradición ilustrada del siglo XVIII
y una compleja y contradictoria coexistencia de las conciencias aristocrática y
burguesa-democrática 14 .
Simultáneamente a su empleo en el Instituto de Profesores, I. M. empezó a
dar clases en la Universidad de Tartu, primero como lector por horas y luego, en
1954, fue invitado a ocupar el puesto de ‘docente’ de plantilla. Toda su vida
posterior estaría relacionada con esta universidad. En 1963, I. M. recibió el título
de catedrático. Durante muchos años (desde 1960 hasta 1977) fue jefe del
Departamento de Literatura Rusa, aunque realmente siguió dirigiéndolo, de
manera no oficial, hasta el fin de sus días, pese a que, por los años setenta, los
recelosos órganos por fin comprendieron que Lotman, junto con todo su
departamento, resultaba no menos peligroso para la ideología soviética que el
profesorado estonio ‘burgués’. Trataron de disolver el departamento;

14 Разночинно-демократического, raznochinno-demokraticheskogo. El término ruso разночинный


(raznochinnii) hace referencia a una ‘clase’ social que es ‘mezcla de clases’.
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 97

concretamente, I. M. fue depuesto del cargo de jefe del departamento y trasladado


al Departamento de Filología Estonia, a la cátedra de Teoría de la literatura 15 . Por
suerte, allí terminó todo, ya que Lotman siguió impartiendo clases en el
Departamento de Lengua y Literatura Rusas.
En los años 1950-1960, el rector de la Universidad de Tartu fue Fiodor D.
Klement, cuya personalidad combinaba de un modo único los rasgos del
funcionario soviético, miembro del partido (miembro del Comité Central del
Partido Comunista de Estonia, diputado del Consejo Supremo de la URSS), del
marxista sincero y del hombre de ciencias que trataba con delicadeza a los jóvenes
científicos. Gracias a él, el Departamento de Literatura Rusa recibía plazas
efectivas adicionales y desde 1958 obtuvo derecho, junto con el Departamento de
Lengua Rusa, a publicar una vez al año un tomo de la nueva serie de Ученых
записок [Uchenyh zapisok, Apuntes científicos], Труды по русской и славянской филологии
[Trudy po russkoi i slavianskoi filologuii, Trabajos sobre filología rusa y eslava]. Klement no
encajó en la corte de la cínica y falsa cúspide gobernante; con la llegada de los
‘hielos’ de Brezhnev se lo ‘comieron’: fue jubilado. Gracias a Dios, para aquel
entonces el departamento ya se había consolidado suficientemente y todas las
posteriores ‘broncas’, reprimendas y prohibiciones de los ya publicados Ученых
записок [Apuntes científicos] no pudieron doblegar moral e ideológicamente a sus
colaboradores.
En los primeros volúmenes de Труды по русской и славянской филологии
[Trabajos sobre filología rusa y eslava], en las publicaciones en XVIII век [El siglo XVIII]
de Leningrado, en prefacios y comentarios para los libros de la serie «Biblioteca del
poeta» (los tomos de Aleksei F. Merzliakov, Poetas de principios del XIX, y, más tarde,
de Nikolai M. Karamzin, Poetas de 1790-1810), asimismo en otras ediciones
académicas, I. M. publica variantes anteriores o, en cambio, partes reelaboradas de
su tesis doctoral, Los caminos del desarrollo de la literatura rusa del periodo pre-decembrista,
leída en 1961 en la Universidad de Leningrado.
La elaboración de este estudio fundamental se basa en el trabajo realizado
en diez archivos de Moscú y Leningrado, más el exhaustivo examen de todas las
revistas de 1800-1815 y de todas las obras artísticas editadas en libro del mismo
período. La tesis compendia todo el material recopilado. Siguiendo el propósito del
autor, los hechos concretos de la literatura y de la crítica literaria son incluidos en
los complejos sistemas de carácter sociopolítico y filosófico y en el contexto de la
intensa lucha ideológica de principios del siglo XIX. En aquella época, I. M. tenía
especial interés en cómo determina el pensamiento sociopolítico el desarrollo de la
literatura. Para la época pre-decembrista, anterior a Pushkin, este enfoque tenía su
fundamento: la literatura rusa estaba abriendo su propio camino y su dependencia

15 Aunque las denominaciones de departamentos y cátedras varían a lo largo de los años, Lotman

fue ‘destinado’ a la cátedra de Literatura Universal (Mundial), que llegó a dirigir.


http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
98 B. F. EGOROV

de las ideas sociopolíticas y filosóficas de estos u otros grupos a menudo resultaba


clara e inmediata. Pero, incluso entonces, tal como lo ha demostrado el científico,
la compleja relación entre la ideología y la creación artística individual hacía surgir
—gracias a los eminentes talentos de Karamzin, Zhukovski o Krylov—
extraordinarios fenómenos literarios.
En la tesis doctoral de I. M., muchos de los conceptos comúnmente
aceptados fueron sometidos a una revisión radical. Especialmente ilustrativo
resulta el ejemplo con las ideas ampliamente extendidas sobre el carácter clasicista
de las Conversaciones shishkovianas 16 y romántico de los integrantes del grupo
Arzamas 17 . I. M. ha demostrado de modo convincente que los poetas de las
Conversaciones no eran ajenos a la literatura pre-romántica y que el interés de
Shishkov por el eslavo eclesiástico revela una tendencia contraria al clasicismo,
hacia la tradición poética nacional, la ‘leyenda’, y no hacia la razón. Al mismo
tiempo, los principales poetas de Arzamas (los dos Pushkin, Viazemski y
Batiushkov) a menudo buscaban apoyo en la autoridad de los clasicistas ortodoxos
Boileau y Racine.
Durante la elaboración de su tesis, I. M. vuelve a ampliar el ámbito de sus
intereses científicos y comienza a estudiar en profundidad a los decembristas, a
Pushkin y a Lermontov. Su primer trabajo generalizador (escrito en colaboración
con Boris F. Egorov y Zara G. Mints) fue el artículo «Principales etapas del
desarrollo del realismo ruso» (1960) 18 . A Lotman le corresponde la extensa parte
de este artículo dedicada a la primera mitad del siglo XIX. El mismo año aparece su
primer trabajo importante sobre Pushkin: «Sobre la evolución de la construcción
de los caracteres en Evguenii Oneguin» 19 .

16 Aleksandr Semenovich Shishkov (1754-1841), Беседы любителей русского слова [Besedy liubitelei
russkogo slova, Conversaciones de los amantes de la palabra rusa] (1811). Poeta, traductor, lingüista, el
conjunto de su obra puede ser concebida como una defensa de la cultura rusa frente a la influencia
extranjera.
17 La sociedad literaria Arzamas, fundada por Vasili A. Zhukovski (1783-1852) hacia 1815,

promovía la estética anti-clasicista de Karamzin, de orientación europea, y se formó con el


propósito de ridiculizar las ideas A. S. Shishkov.
18 «Основные этапы развития русского реализма» [«Osnovnye etapy razvitiia russkogo realizma»]

Учен. зап. Тарт. гос. ун-та. (Труды по русской и славянской филологии 3) [Uchen. zap. Tart. gos. un-ta.
(Trudy po russkoi i slavianskoi filologuii 3)] 98 (1960), págs. 3-23.
19 La presente edición prácticamente abarca la totalidad de trabajos de I. M. Lotman dedicados a

Pushkin, desde sus libros más fundamentales hasta las notas breves, reseñas y comunicaciones
[NBE]. [Recordemos que este artículo de B. Egorov se publica como prólogo a la recopilación de
trabajos de I. Lotman sobre Pushkin. El trabajo de Lotman al que alude Egorov es: «К эволюции
построения характеров в романе Евгении Онегин» [«K evoliutsii postroeniia jarakterov v romane
Evguenii Oneguin»] Пушкин: Исследования и материалы [Pushkin: Issledovaniia i materialy], t. 3,
Moscú/Leningrado, 1960, págs. 131-173.]
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 99

En el futuro, I. M. se va a dedicar con mayor intensidad al estudio del


pensamiento sociopolítico y literario de la época pushkiniana, que convertirá en el
principal objeto de sus investigaciones históricas e histórico-literarias. También
aquí somete a una revisión cardinal los distintos puntos de vista de común
aceptación. Así, en el artículo «Fuentes de la “corriente tolstoiana” en la literatura
rusa de los 1830» (1962) 20 , I. M. demuestra que junto con la línea magistral, bien
estudiada, que va desde Pushkin y Lermontov hacia Gógol y la escuela natural, en
la literatura y el arte de aquellos años existía otra tendencia —que encontró su
reflejó en la obra del Pushkin tardío, en Lermontov, Gógol (en pintura, en
Aleksandr A. Ivanov)—, que tradicionalmente suele llamarse ‘tolstoiana’, y que se
caracteriza por la confianza depositada en el estado democrático patriarcal y el
trabajador libre, por el rechazo a la civilización y los modernos sistemas
sociopolíticos y por la reproducción artística de la vida ideal, armónica y patriarcal.
Al mismo tiempo, en éste y en otro artículo, escrito paralelamente, «La
estructura ideológica de La hija del capitán» (1962) 21 , I. M. presenta de manera
inusual el significado artístico y ético de las búsquedas —en toda su profundidad
reflejadas en La hija del capitán— del Pushkin tardío: los intereses sociales y las
prioridades de diferentes clases sociales son antagónicos, pero por encima de ellos
están las muestras de humanidad y de piedad. Éstas son las que más valora el
Pushkin de los 1830 y por eso destaca las clemencias ‘ilegales’ de Pugachev y de
Catalina II.
I. M. escribió sobre Pushkin varias decenas de artículos, todos ellos
contienen hallazgos y merecen un análisis especial. La cumbre de sus estudios
pushkinianos está compuesta por tres libros: La novela Evguenii Oneguin en los
poemas de Pushkin: Curso introductorio a la lectura del texto (1975) 22 , La novela de A. S.

20 «Истоки “толстовского направления” в русской литературе 1830-х годов» [«Istoki


“tolstovskogo napravleniia” v russkoi literature 1830-j godov»]. Учен. зап. Тарт. гоc. ун-та. (Труды по
русской и славянской филологии 5) [Uchen. zap. Tart. gos. un-ta. (Trudy po russkoi i slavianskoi filologuii 5)]
119 (1962), págs. 3-77. Existe traducción al italiano: «Le origini della corrente tolstoiana nella
letteratura russa degli anni 1830–40». En: Tolstoj oggi, Florencia, Sansoni (Quaderni di San Giorgio),
1980, págs.313–394 (edición de Sante Graciotti e Vittorio Strada); y en Da Rousseau a Tolstoj. Saggi
sulla cultura russa, Bolonia, Il Mulino, 1984, págs. 251-345 (edición de C. Strada Janovič).
21 «Идейная структура Капитанской дочки». [«Ideinaia struktura Kapitanskoi dochki»] Пушкинский

сборник [Pushkinskii sbornik], Pskov, 1962, págs. 3-20. Existe traducción al italiano: «La struttura
intellettuale della Figlia del capitano». En: Da Rousseau a Tolstoj. Saggi sulla cultura russa, Bolonia, Il
Mulino, 1984, págs. 229-250 (edición de C. Strada Janovič).
22 Роман в стихах Пушкина “Евгений Онегин”: Спецкурс: Вводные лекции в изучение текста [Roman v

stijaj Pushkina “Evguenii Oneguin”: Spetskurs: Vvodnye lektsii v izuchenie teksta]. Tartu, Universidad
Estatal de Tartu, 1975, 109 páginas. Existe traducción al italiano: Il testo e la Storia. L’Evguenij
Ogenin di Puškin, Bolonia, Il Mulino, 1985, 175 páginas (edición de C. Strada Janovič).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
100 B. F. EGOROV

Pushkin Evguenii Oneguin: Comentarios: Material para el profesor (1980; 2ª ed., 1983) 23 ,
Alexandr Sergeevich Pushkin. Biografía: Materiales para el alumno. (1981; 2º tiraje, 1982;
2ª ed., 1983) 24 . Publicado por la Universidad de Tartu, el primero salió con una
tirada de tan sólo 500 ejemplares, pero los dos siguientes, publicados por la
editorial «Prosveshcheniye» de Leningrado, salieron a la venta en cantidades
insólitas: la biografía de un millón y el comentario de 550 mil ejemplares.
El primer libro (casi un folleto) ofrece una sinopsis de los más importantes
principios artísticos de Pushkin, desde el punto de vista del investigador,
plasmados en su gran novela en verso. De acuerdo con el método literario de
Lotman, Evguenii Oneguin es considerada una obra llena de contradicciones
intencionadas e inconscientes: desde los detalles de la vida cotidiana (por ejemplo,
en el tercer capítulo se dice que la carta de Tatiana está en poder del autor de la
novela, mientras que en el octavo se afirma que la tiene Oneguin) hasta los más
fundamentales rasgos de la estructura (la novela posee un carácter fragmentario y
unitario al mismo tiempo, está acabada e inconclusa; la sencillez se consigue a
través de la complicación, lo típico se combina con lo casual). Asimismo, I. M.
procura mostrar el dinamismo, la evolución del argumento, de los personajes y
principios artísticos: por eso habla tanto del movimiento y de las pulsaciones, del
‘destello’ de diversos elementos, como si la obra que está delante de nosotros no
estuviera petrificada en la historia sino que fuera un ser vivo. Es así, el verdadero
arte nunca se detiene, se hace la vida misma e influye en la vida de la sociedad.
Especialmente importante para la comprensión de la novela de Pushkin
resulta el segundo libro, el comentario de Evguenii Oneguin. Cada generación vive en
el mundo de determinadas culturas —temporales, nacionales, sociales y
regionales—, creando sus propios valores espirituales, normas de conducta,
objetos de vida cotidiana, de los que pocos se perpetúan a través de los siglos, aún
más porque el cambiante contexto cultural puede interpretar y utilizarlos de
manera muy diferente, sin mencionar el hecho de que los hombres de toda época
tienden a atribuir su propia cultura espiritual y material a las generaciones
anteriores. De ahí que existan tantos anacronismos en las obras artísticas que
tratan del pasado, incluso del más reciente. (Un ejemplo de primera mano: recibí
una carta de un compañero de infancia que, siendo adolescente, se vio obligado a
trabajar en el ferrocarril de la región de Kursk durante la ocupación fascista de
1942. Pues en la memorable película de Aleksei German, Control en los caminos 25 , él

23 Роман А. С. Пушкина “Евгений Онегин”: Комментарий: Пособие для учителя [Roman A. S. Pushkina
“Evguenii Oneguin”: Kommentarii: Posobie dlia uchitelia], Leningrado, Prosveshchenie, 1980, 416 páginas.
24 Александр Сергеевич Пушкин: пособие для учащихся [Aleksandr Sergeevich Pushkin: posobie dlia

uchaschchihsia], Leningrado, Prosveshchenie, 1982, 253 páginas.


25 Проверка на дорогах [Proverka na dorogaj] (1971), una de las grandes películas soviéticas sobre la

Segunda Guerra Mundial, en la que Aleksei German pone en cuestión la imagen del heroísmo sin
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 101

encontró más de una decena de aberraciones en la reproducción del período de la


ocupación; y eso que la intención de German fue la de ser fiel a la verdad histórica,
incluso en los detalles).
Por otro lado, la cotidianidad, aburrida y estandarizada, de ciertos objetos
de la cultura espiritual y material no suele tener cabida en los textos manuscritos y
publicados y, por lo tanto, puede desaparecer para siempre de la memoria
histórica. Los historiadores de la Antigua Rus’ 26 , por ejemplo, no han logrado dar
con la respuesta a la pregunta: ¿conservaban nuestros ancestros pepinos en
salazón?
Lo dicho incita a pensar que una obra realista, por su esencia, rebosa de
realidades de carácter material y espiritual. Sí, sí que las tiene; no obstante, en
primer lugar, muchas de ellas terminan olvidadas o mal interpretadas en el nuevo
contexto histórico. En segundo lugar, un escritor-realista suele dejar fuera muchos
atributos de la vida cotidiana contando con que el lector contemporáneo esté
familiarizado con el contexto, o incluso se limita a las alusiones que sólo pueden
ser comprendidas por algunos de sus coetáneos. Las siguientes generaciones ya se
encuentran con dificultades. Precisamente una obra realista es la que más pierde al
trasladarla a otro medio histórico o nacional. Así, por ejemplo, la ausencia en las
culturas occidentales (y, por consiguiente, en su estructura administrativa) del
concepto de ‘chin’ 27 con su específico significado —establecido en Rusia después
de Pedro I y sobre todo en la época de Nicolás I—, hace difícil para el lector la
comprensión de la naturaleza de la obra de Gógol, del aspecto fantástico de La
nariz, etc. Otro ejemplo: el lector que nunca ha estado en Crimea o Moldavia
percibirá adecuadamente, sin dificultades, La fuente de Bajchisaray o Los cíngaros, pero
aquel que jamás ha estado en San Petersburgo, no comprenderá plenamente ni El
jinete de Bronce, ni Noches blancas o Crimen y castigo de Dostoievski.
Precisamente por eso, las obras realistas requieren un comentario especial,
no sólo terminológico, sino también que explique los rasgos de aquella vida que
tiende más allá del texto. Semejante comentario no puede ir sujeto a una línea, sino
que comprende la creación de ensayos completos. Hasta ahora sólo ha habido un
intento de estas características: en 1934, la editorial «Academia» publicó, en un

excepción y de la lealtad inquebrantable que de sí mismos tenían generaciones enteras de


ciudadanos soviéticos. La película no se exhibió hasta quince años después de ser filmada, acusada
de ‘distorsionar’ la realidad heroica del pueblo soviético.
26 La Antigua Rus’ hace referencia al Principado de Kiev o Rus’ de Kiev, considerado como el

primer estado eslavo oriental, dirigido desde la ciudad de Kiev, ahora en Ucrania, desde
aproximadamente el año 880 hasta mediados del siglo XII.
27 Чин se puede entender como ‘categoría’ o ‘rango’, pero alude específicamente a la nueva

jerarquía que, en 1722, Pedro I creó y que plasmó en la llamada ‘Tabla de Rangos’, con el objeto de
privar a la aristocracia (los boyardos) de sus posiciones de privilegio. A partir de entonces, y hasta
1917, la posición jerárquica la determinaría el mérito y el servicio al Emperador.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
102 B. F. EGOROV

tomo especial (el 3º), el extraordinario comentario de Gustav Schpet de Los papeles
póstumos del Club Pickwick. Empero, este experimento cayó en el olvido y el
comentario lineal prácticamente se convirtió en la única variante posible para este
tipo de publicaciones. Por ejemplo, tal es la estructura del libro de Nikolai L.
Brodsky, Evguenii Oneguin. La novela de A. S. Pushkin. Material para los profesores de
secundaria 28 , que en su tiempo tuvo una impronta positiva, aguantó cinco
reediciones (1932-1964), pero que ahora resulta obsoleto en muchos sentidos.
De modo que la decisión de I. M. de acompañar el comentario lineal y de
vocabulario con ensayos generales sobre la vida de la época de Oneguin, tiene un
buen precedente histórico. No obstante, entre estos dos comentarios existen
profundas diferencias, originadas tanto por la disimilitud entre Evguenii Oneguin y
Club Pickwick como por la heterogeneidad de planteamientos de sus autores. El
comentario de Schpet es preferentemente histórico-social mientras que el
comentario de Lotman, aunque también incluye información sobre la vida
cotidiana de la época, tiene por objetivo la creación de una amplia perspectiva
histórico-cultural.
Cerca de cien páginas del libro de I. M. ocupa el «Ensayo sobre la vida
cotidiana de la época de Oneguin». En este apartado, sobre un amplio material
(por lo general nuevo, nunca antes utilizado para este fin) se exponen temas sobre
el patrimonio nobiliario, educación, empleo, educación de doncellas, planos e
interiores de las residencias de hidalgos, vida cotidiana de la capital y de la
provincia, diversiones, servicio postal, etc. Sin embargo, todo este material está
estrechamente relacionado con el mundo espiritual y las nociones morales e
ideológicas. Así, por ejemplo, el libro ofrece un estudio detallado de normas y
reglas del duelo ruso. El autor demuestra que sin comprender una serie de
aspectos sutiles y específicos de esta cuestión, todo el episodio del duelo se vuelve
oscuro o, aún peor, se interpreta erróneamente. La exposición de las normas del
duelo es incluida por el autor dentro del análisis general de las normas de conducta
del hombre del entorno de Oneguin, del complejo concepto de honradez. Sin
estos conocimientos, el lector no entendería ni el procedimiento, ni el significado
del duelo (un lector moderno a menudo tiende a ver en el duelo un simple
asesinato en lo que, paradójicamente, coincide con el punto de vista
gubernamental, desde Pedro I hasta Nikolai Petrovich). El autor también nos
dibuja la imagen cotidiana del baile como un rito cultural que organizaba la vida
nobiliaria de aquella época. El objetivo de este apartado del libro consiste en
introducir al lector en el mundo de los personajes pushkinianos, descubrirlo por
dentro. (Anotemos que el referido apartado sirvió de base para el libro más

28Евгений Онегин : роман А. С. Пушкина : пособие для учителя [Evguenii Oneguin: roman A. S. Pushkina:
posobie dla uchitelia], Moscú, Prosveshchenie, 1964, 414 páginas.
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 103

fundamental de Lotman, terminado poco antes de su muerte: Conversaciones sobre la


cultura rusa: vida cotidiana y tradiciones de la aristocracia rusa (siglo XVIII—principios del siglo
29
XIX), publicado en 1994 por la editorial «Iskusstvo» de San Petersburgo) .
La segunda de las dos principales partes del libro —comentario lineal y de
vocabulario— ocupa mucho más espacio: es tres veces mayor que la primera.
Como señala I. M., la novela pushkiniana introduce en la narración multitud de
realidades: ello pone de manifiesto su importancia y, por consiguiente, la
imposibilidad de conocer el texto plenamente sin comprenderlas antes. Por eso, el
comentario real aparece aquí con una extensión mucho mayor de lo que solía ser
hasta entonces.
Por otro lado, Evguenii Oneguin es una obra que destaca por la complejidad
de su estructura textual: alusiones, reminiscencias, citas explícitas e implícitas,
todos los matices semánticos: desde lírica y énfasis hasta ironía y sarcasmo
componen la textura de la novela en verso pushkiniana. El ‘juego’ constante que
mantiene el autor con su lector, la imitación de una ‘charla’ informal (expresión de
Pushkin), que en realidad es resultado de una sutil y compleja labor del autor, pone
a un lector atento, que no se conforma con deslizarse por la superficie del texto,
ante la necesidad de reflexionar sobre cada verso de la novela. La misma ligereza y
la aparente accesibilidad de los versos pushkinianos, el hecho de que los seguimos
recordando desde la infancia, puede ser una fuente de confusión.
Por eso, I. M. examina, con más detalle de lo que nadie antes lo había
hecho, la compleja trama de asociaciones y alusiones que entretejen la novela, citas
polémicas y reminiscencias, alusiones irónicas y todo aquello que hace incluir el
contenido y la forma de Evguenii Oneguin en el gran contexto de la cultura mundial.
Finalmente, hablemos del tercer libro pushkiniano de Lotman, el de la
biografía. El autor —en un espacio bastante reducido (doce cuadernillos de
imprenta) 30 — supo transmitir mucho. En el libro encuentra cabida un número
considerable (nunca abusivo, sin excesos) de hechos de la vida del genio y de la
vida de su época. Al mismo tiempo, según se desarrolla la narración, se
proporcionan breves características de las personas del círculo de Pushkin (sus
padres, fundadores del Liceo, compañeros mayores: Nikolai Turgenev, Chaadaev...
¡decenas de nombres!), se describen ciudades y edificios, modas literarias y de la
vida cotidiana, operaciones económicas y desviaciones psicológicas… Todo eso

29 Беседы о русской культуре : быт и традиции русского дворянства (XVIII—начало XIX века) [Besedy o
russkoi kul’ture: byt i traditsii russkogo dvorianstva (XVIII—nachalo XIX veka)], San Petersburgo, Iskusstvo,
1994, 398 páginas. En 1986, I. Lotman había comenzado a grabar para la televisión estonia, Eesti
Televisioon, su curso Vestlusi vene kultuuriloost (Conversaciones sobre la cultura rusa), una serie de 35
capítulos, dividida en cinco ciclos temáticos, que, más tarde, han sido también emitidos en Rusia
repetidas veces. Completando el contenido de este curso televisivo, Lotman redacta una parte para
esa edición impresa que no se publicaría hasta después de su muerte.
30 Véase nota 3.

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
104 B. F. EGOROV

hubiera sido interesante de por sí, puesto que revela la magnífica erudición del
autor, que sabe mucho más de lo que expone en el papel (y eso siempre se nota),
pero en los tiempos que corren es difícil sorprender sólo con la erudición. El valor
principal de la biografía lotmaniana de Pushkin, así como de su comentario de
Evguenii Oneguin, consiste en el análisis de hechos y en su sistematización.
Ante todo, el libro está impregnado de historicismo. Siguiendo una buena
tradición del siglo XVIII, I. M. prefiere utilizar letras mayúsculas para nombrar
conceptos especialmente importantes y preciados: Cultura, Historia, Hogar,
Libertad, Poder, etc. Imitando esta manera de Lotman se podría hablar del
predominio del Historicismo en el libro: la biografía pushkiniana está inscrita
dentro de la Historia rusa y europea, que, a su vez, había condicionado el
desarrollo de determinados principios filosóficos, morales y artísticos e influido en
los acontecimientos, destinos y caracteres… Es curioso que la introducción del
libro no esté dedicada a la exposición del método con el que el investigador se
propone a llevar a cabo su trabajo (anotaciones de tipo metodológico están
dispersas por diferentes capítulos), ni tampoco a la discusión con sus predecesores,
ni al relato sobre los antepasados de Pushkin, sino a un ensayo histórico sobre
Rusia y Europa de primer cuarto del siglo XIX, a la breve exposición de los
principales rasgos de la época, sobre todo del período de la Guerra Nacional de
1812 y del decembrismo. El historicismo impregna todo el texto del libro: se
percibe en la descripción de personas, eventos, del método romántico y de las
innovaciones realistas…
La concepción histórica del método hace posible la explicación de las
particularidades del comportamiento pushkiniano, al igual que de ciertos aspectos
específicos de algunas esferas enigmáticas de su vida y obra. Por ejemplo, I. M.
resuelve ingeniosamente la vieja disputa de los estudiosos de literatura sobre el
tema del ‘secreto’ y ‘no correspondido’ amor del poeta, aludido en versos y cartas
del período de su exilio sureño: en el libro se demuestra de manera convincente la
mistificación real y literaria que Pushkin llevó a cabo según los cánones
románticos.
Cuando en la Historia emerge una persona extraordinaria, no siempre entre
ellas se establece armonía; recordemos el impactante verso de Pushkin: “Y seré
eternamente querido por mi pueblo/ […] porque […] mi lira […] cantó a la
libertad en mi siglo de hierro” 31 . Uno de los temas mejor elaborados del libro es el
del Hogar en la vida y obra de Pushkin: ausencia del verdadero sentido de hogar
en la infancia, su sustituto en la hermandad liceísta, esfuerzos titánicos del hombre
adulto por crear su propio Hogar. Debido a que Pushkin llegó a constituir este

31A. Pushkin. Antología lírica. Madrid, Hiperión, 1999, pág. 211 (traducción de Eduardo Alonso
Luengo) [NT].
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 105

Hogar en una época bastante tardía de su vida, él, convencido historicista, también
admitió a conciencia el vínculo entre el Hogar y la Historia. Pero el ‘siglo cruel’ no
permaneció dentro del papel que le había conferido Pushkin en sus ideales —
quedarse en la entrada del Hogar—, sino que irrumpió con descaro dentro del
mismo, destruyó el Hogar y se llevó la vida del Poeta, que en solitario pretendía
defender su casa (unos años atrás, defendiendo —también en solitario— su honra
personal y la del Estado, murió Griboedov en un enfrentamiento con la
muchedumbre fanática).
Al mismo tiempo, no podemos olvidarnos de la otra idea predominante de
Lotman, que atraviesa todo el libro: el concepto de la intencionada edificación de
su propia vida [‘жизнестроительстве’, ‘zhiznestroitel’stve’] por parte de Pushkin.
“Vivir en una constante tensión de pasiones fue para Pushkin no tanto una cesión
a su temperamento, como un objetivo, un programa de vida formulado a
conciencia”; Pushkin creó “no sólo el arte insuperable de la palabra, sino también
el arte de vivir absolutamente irrepetible”; “Pushkin siempre había construido su
vida privada…”.
Esta idea ya fue objeto de discusión, sobre ella escribieron todos los
reseñadores: unos la aprobaban y otros la rebatían 32 . El autor de estas líneas
pertenece a los oponentes de dicha idea. Si I. M. se hubiera limitado al período
‘romántico’ de la vida y obra de Pushkin, no habría lugar para discusiones:
alteración de distintas máscaras de comportamiento, romantización de la vida,
ingenuas y duras ‘lecciones’ morales que da el poeta a su hermano Lev en una carta
de 1822, todo esto encaja bastante bien dentro del concepto de la intencionada
construcción de la vida, aunque aquí también puede haber excepciones.
En lo referente a otros períodos, y en general, a la esencia del carácter y
comportamiento pushkinianos, aquí I. M. resulta demasiado categórico. La verdad
es que él hace las correspondientes aclaraciones: “Sería incorrecto ver en la
‘construcción de la personalidad’ un proceso estrictamente racional: como en el
arte, el plan concebido aquí coexiste con hallazgos intuitivos y ocurrencias
momentáneas que corroboran la decisión. Todo eso junto constituye aquella
mezcla de lo consciente y lo inconsciente, que es propia de cualquier acto de
creación”. Sin embargo, tampoco aquí el autor del libro se desprende del ‘plan
concebido’, ‘construcción’ y ‘creación’ de la vida. Entre tanto, la biografía de cada
persona, incluida la de los genios, se compone de una multitud de casualidades que

32 Para más detalle, consulten mi artículo «О Ю. М. Лотмане–пушкинисте» [«O I. M. Lotmane–

pushkiniste», «Sobre I. M. Lotman-pushkinista»], Русская литература [Russkaia literatura, Literatura


rusa] 1 (1994), donde aparece mi reseña «Книги Ю. М. Лотмана о Пушкине» [«Knigi I. M.
Lotmana o Pushkine», «Libros de I. M. Lotman sobre Pushkin»] (que no se publicó en el momento
en el que fue escrito, en 1986) y la carta-respuesta del autor (octubre de 1986). Ésta última forma
parte de la presente edición [NBE].
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
106 B. F. EGOROV

no siempre dejan margen para la ‘creación’ de la vida; aquí a menudo entra en


juego el núcleo social y natural de la personalidad como el regulador decisivo de su
conducta, fuera de sus propósitos conscientes o inconscientes. Además, no
deberíamos negar el temperamento pushkiniano y poner sus pasiones al servicio de
un programa elaborado.
Sobre todo, resulta difícil admitir el concepto de ‘construcción de vida’
aplicado a los últimos meses de vida de Pushkin. Antes que nada, genera protestas
la valoración final. Después de las brillantes páginas donde se muestra cómo la
Historia irrumpe en el Hogar del Poeta, su trágica lucha y la muerte, de repente se
afirma que en estos tremendos días “resulta imposible no advertir una estrategia
deliberada en el comportamiento pushkiniano y su firme voluntad de cumplir con
lo concebido”: incluso se insiste en que “Pushkin se moría no como un vencido,
sino como triunfador”. No se puede presentar el trágico destino de un hombre
acorralado —cuyo Hogar fue destruido y contaminado, al que volvieron la espalda
hasta sus íntimos amigos— como una ‘estrategia deliberada’ y mucho menos como
un triunfo. La historia siempre es más fuerte que un hombre, aún más si es la
historia del período de un ‘siglo cruel’. En dichas circunstancias, como en un
mundo de bandidos, los que mejor se adaptan, los supervivientes, son aquellos que
se alejan lo máximo posible de la sociedad o que, al menos, no forman familia y
mucho menos construyen un Hogar. Pushkin, ‘haciendo frente a los elementos’,
decidió romper con esta regla y se volvió muy vulnerable, pues el Hogar es lo que
hace al hombre más frágil ante la Historia. Es una tragedia y sólo una catarsis
histórica de la que participan la personalidad genial del poeta, sus geniales obras y
los extraordinarios trabajos sobre él, purifica y eleva nuestras almas y hace que
coincidamos con el otro genio del siglo XX en que, pese a la tragedia, Pushkin es
un ‘nombre alegre’.
Dejemos claro que Lotman en absoluto pretende mitigar el carácter atroz
de la Historia: el libro da muestra de múltiples dificultades, dramas, contrastes e
infamias. Mencionemos sólo un episodio intercalado: Karolina Sobańska “—de
familia culta y noble, que había recibido una educación brillante, glorificada por
Mickiewicz, locamente enamorado de ella, y por Pushkin— […] fue amante y
agente político del Jefe de las Poblaciones Militares del Sur, Ivan Osipovich Vitte.
Vitte, una persona sucia en todos los sentidos, acariciaba planes muy ambiciosos.
Al tanto de la existencia de la Sociedad Secreta, […] sopesaba si sacaría más
provecho entregando los decembristas al gobierno o, en caso del triunfo de
aquellos (que no descartaba), entregando el gobierno a los decembristas. Por su
propia iniciativa mandó espiar a Aleksandr y Nikolai Raevsky, Mijaíl Orlov, Vasili
L. Davydov y, en el momento decisivo, vendió a todos ellos”. No obstante, todas
las contradicciones y dramas parecen estar ajenas al alma pushkiniana, sobre todo
en lo que se refiere al período de 1830. Mientras tanto, la vida y los arduos

Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 107

caminos del arte de Pushkin estaban llenos de dramas. Al final de su vida, el poeta
se encontraba en complejas búsquedas de nuevas ideas y formas, de las que hablan
los poemas de 1836, la anterior enigmática novela corta Dubrovsky y los
manuscritos de las obras concebidas. I. M., muy certero, dijo a propósito del 1830:
“Pushkin se había adelantado tanto a su tiempo que a sus contemporáneos les
empezó a parecer que él se había quedado atrás”. Esto incrementaba el
dramatismo interno del poeta.
En lo que también contradice el libro el concepto de ‘construcción de vida’
es la atracción (perfectamente reflejada y analizada) que siente Pushkin por el
riesgo, por las situaciones que dan lugar a muestras de valentía (“Hay embriaguez
en la batalla” 33 ): “…en su conducta personal, Pushkin […] presentaba una
imperante necesidad de jugar con el destino, de irrumpir en la esfera de lo
predeterminado, de la osadía. Parece que la filosofía de la ‘resignación a la realidad’
en la conducta personal debería suscitar abnegación ante las leyes objetivas,
sumisión y obediencia. En el caso de Pushkin, esta filosofía le conducía a lo
opuesto: a las explosiones convulsivas de la desobediencia rebelde. Pushkin fue un
hombre valiente”. ¡Es así de verdad!
Las discusiones del autor del presente artículo, al igual que las de aquellos
que habían reseñado el referido libro anteriormente, con el concepto lotmaniano
de la consciente ‘construcción de vida’ no deben hacerle obviar al lector este
problema: primero, puede haber diferentes opiniones; y, segundo, incluso siendo
contrario a una idea descomunal, la percibes sobre el fondo de lo ya conocido, con
lo cual se despliega un panorama tridimensional, estereoscópico y que aclara
nuevos aspectos.
Sobre los extraordinarios méritos del libro de Lotman ya se ha escrito
mucho y antes de nuestro artículo. Destaquemos también la admirable delicadeza
con la que trata el autor el tema, especialmente complicado —teniendo en cuenta
los destinatarios del libro (estudiantes de colegios)—, de las mujeres en la vida de
Pushkin. Sobre todo a I. M. le han salido bien las páginas dedicadas a Anna P.
Kern y Natalia N. Goncharova-Pushkina.
El libro contiene una selección de acertadas características y observaciones
que también ya han sido destacadas por sus reseñadores. Asimismo, subrayemos la
idea que se desarrolla en el libro sobre los tres períodos en la elección de amistades
de Pushkin: desde el Liceo hasta Odessa incluido, prevalecen amigos mayores; en
Mijailovskoe, se acentúa su interés por la gente de su generación; en los años
treinta, aparecen amigos menores que él. Cabe destacar otra particularidad del
libro, señalada al mismo tiempo por dos reseñadores, A. I. Ar’ev (В мире книг [V
mire knig, En el mundo de libros] 1, 1983) e I. N. Chumakov (Русский язык и

33 A. Pushkin. Obras dramáticas. Madrid, Cátedra, 2004, pág. 265 (traducción de Mijaíl Chílikov)

[NT].
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
108 B. F. EGOROV

литература в киргизской школе [Russkii iazyk i literatura v kirgizskoi shkole, Lengua y


literatura rusas en la escuela kirguiza] 5, 1983): la estructura del libro les recordó
Evguenii Oneguin (nueve capítulos con determinada dinámica de desarrollo; I. N.
Chumakov, además, resaltó una serie de correspondencias internas, por ejemplo,
los principios de relación entre el autor y el protagonista).
Esas valiosas observaciones nos inducen a afirmar la calidad científico-
artística del libro de Lotman: sus personajes y ensayos son perceptibles, vivos, el
lenguaje del autor es limpio, transparente y aforístico. El libro abunda en
aforismos: “Entre ellos, Pushkin destaca como uno que sigue buscando entre
aquellos que ya han encontrado”; “El acto suprime la libertad de elección”; “La
Historia pasa por el Hogar del hombre”; “…le gustaba fluir como un río grande,
por varios brazos a la vez. […] Estaba en todo y todavía le faltaba.”
El estilo claro y asequible de los libros pushkinianos de Lotman refuta el
mito, harto común, sobre lo inaccesible y complejo que resulta su lenguaje para el
público general. Claro que I. M. tiene algunos artículos y libros, especialmente
relacionados con el campo semiótico y estructuralista, y dirigidos a un reducido
círculo de especialistas, donde a veces se emplean términos muy específicos y se
desarrollan ideas bastante complejas. Empero, entre un especialista en ciencias
humanísticas y las esferas semiótica o estructuralista no existe ninguna zanja
insalvable. De hecho, I. M. siempre ha procurado ampliar el círculo de los que se
interesan y pretenden ahondar en los nuevos aspectos de las ciencias humanísticas.
Es autor de varios manuales y libros para estudiantes y profesores sobre la teoría
literaria estructuralista, entre los que el más popular es Análisis del texto poético.
Estructura del verso (editado en 1972 por la sucursal de Leningrado de la editorial
«Prosveshchenie») 34 .
El interés de I. M. por el estructuralismo y la semiótica surgió muy
temprano, a finales de los 50 y principios de los 60, y se vio alimentado por su
constante atención hacia los nuevos métodos, su pensamiento de naturaleza
teórica (sus estudios histórico-literarios siempre le impulsaban a formular
conclusiones teóricas y tipológicas), su repulsa al método vulgar-sociológico
impuesto desde arriba y el desarrollo intensivo de la semiótica y el estructuralismo
en todo el mundo.
La semiótica, ciencia de los signos y de los sistemas sígnicos, surgió poco
antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial (en los trabajos del filósofo
americano Charles Morris, que aprovechó las anteriores ideas de Charles Sanders
Peirce). Su rápida difusión fue impulsada por varias razones, sobre todo por la
necesidad —en vista de la creciente complejidad de los objetos— de ampliación y

34 Анализ поэтического текста: Структура стиха [Analiz poeticheskogo teksta: Struktura stija]
Leningrado, Prosveshchenie, 1972, 270 páginas.
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 109

profundización de los niveles del análisis científico. En distintos campos


empezaron a formarse superestructuras teóricas: ‘pisos’ de escala jerárquica más
alta. Así, los lingüistas vieron aparecer la metalingüística, los filósofos la metateoría
y los matemáticos la metamatemática.
El mismo signo también puede ser definido como ‘metalengua’ respecto a
lo que él representa. Digamos que en vez de un objeto físico real nosotros
utilizamos una palabra, en forma de sonidos o letras, una imagen, un símbolo o un
modelo. La cultura humana está llena de signos y cuanto más se desarrolla, más
complejos se vuelven sus signos. Nuestra lengua natural ya es un sistema de signos
y su uso en los textos científicos, publicitarios o artísticos genera sistemas de
signos de segundo nivel, sistemas de signos secundarios. Veamos lo que pasa con
el dinero. Cuando, en el intercambio primitivo natural, se introdujo la equivalencia,
en el comercio comenzaron a utilizar signos: cueros, pieles o pedacitos de metales
preciosos. Cuando, en vez de estos algo incómodos equivalentes, empezaron a
utilizar metales no preciosos y luego billetes, éstos pasaron a ser signos
secundarios. Los cheques y los bonos ya son signos terciarios. En cuanto a las
cuentas contables de los cheques, son signos de cuarto grado.
El carácter multinivel y complejo de los sistemas de signos dio pie al
nacimiento de la semiótica. Los tipos de signos, las relaciones entre ellos y los
modos de su comprensión e interpretación constituyen el objeto de estudio de la
semiótica. Los amplios intereses culturológicos de I. M. le condujeron de modo
natural a abordar diferentes problemas con enfoque semiótico. Sus primeros
trabajos en este campo fueron publicaciones tartuenses de 1964 («El juego como
problema semiótico y su relación con la naturaleza del arte» 35 y «El problema del
signo en el arte» 36 ) y los más fundamentales, «Acerca del metalenguaje de las
descripciones tipológicas de la cultura» (Varsovia, 1968)37 y Semiótica del cine y
problemas de estética cinematográfica (Tallinn, 1973) 38 .

35 «Игра как семиотическая проблема и ее отношение к природе искусства» [«Igra kak


semioticheskaia problema i ee otnoshenie k prirode iskusstva»]. Программа и тезисы докладов в
Летней школе по вторичным моделирующим системам, 19–29 авг. 1964 г. [Programma i tezisy dokladov v
Letnei shkole po vtorichnym modeliruiushchim sistemam, 19-29 avg. 1964 g.], Tartu, 1964, págs. 32-33.
36 «Проблема знака в искусстве» [«Problema znaka v iskusstve»]. Программа и тезисы докладов в

Летней школе по вторичным моделирующим системам, 19–29 авг. 1964 г. [Programma i tezisy dokladov v
Letnei shkole po vtorichnym modeliruiushchim sistemam, 19-29 avg. 1964 g.], Tartu, 1964, págs. 57-58.
37 О метаязыке типологических описаний культуры [O metaiazyke tipologuicheskij opisanii kul’tury]

[Preimpresión] Varsovia, 1968, 44 páginas. Existe traducción al italiano: «Il metalinguaggio delle
descrizioni tipologiche della cultura». En: J. Lotman y B. A. Uspenski, Tipologia della cultura (ed. R.
Faccani y M. Marzaduri, pref. R. Faccani), Milán, Bompiani, 1975 (19872, 19953), págs. 145-181.
38 Семиотика кино и проблемы киноэстетики [Semiotika kino i problemy kinoestetiki] Tallinn, Eesti

Raamat, 1973, 137 páginas. Existe traducción al español: Estética y semiótica del cine Barcelona,
Gustavo Gili (Punto y línea), 1979, 153 páginas (versión castellana del original ruso de José
Fernández Sánchez y revisión de Joaquim Romaguera i Ramió).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
110 B. F. EGOROV

Aún más intensivos y variados fueron los estudios estructuralistas de I. M.


En realidad, el estructuralismo puede ser considerado parte de la semiótica. La
rama de la semiótica llamada ‘sintáctica’ estudia las relaciones de los signos entre sí,
sus sistemas y niveles: pues ese es el objeto de investigación del estructuralismo.
Esta disciplina también nació antes de la Segunda Guerra Mundial en la Europa
Occidental (en los trabajos de lingüistas como el príncipe Nikolai Trubetzkoy,
Roman Jakobson y Louis Hjemslev), pero la época de su máximo desarrollo llegó
después de la guerra. Aquí, el estímulo principal fue la aparición de la técnica
electrónica y de computación y proyectos de traducción automatizada de un
idioma al otro. De modo que surgió la necesidad de crear la lingüística matemática.
Luego, los métodos estructuralistas empezaron a ser usados ampliamente por los
representantes de otras ciencias humanísticas: etnología, psicología, culturología,
historia e historia del arte. I. M. fue uno de los creadores del estructuralismo
literario. Adaptó las principales premisas metodológicas y metódicas de los
lingüistas-innovadores: separación de dos ‘planos’ (el del contenido y el de la
expresión) en el texto estudiado y, dentro de cada uno de ellos, de sistemas de
‘niveles’ (dentro del plano expresivo: niveles sintáctico, morfológico y fonético; en
los poemas, además, se tienen en cuenta la rítmica y la estrófica). Dentro del
mismo nivel hay una estricta diferenciación (‘segmentación’) entre elementos
correlativos y opuestos. El análisis de la estructura se desarrolla en dos aspectos:
sintagmático (orden real de los elementos y su correlación) y paradigmático (la
tipología de los elementos, definición de ‘invariantes’ para los elementos variables).
Sin embargo, ya en su temprano artículo «Sobre la diferenciación del
concepto de estructura en lingüística y en literatura» (Problemas de lingüística 3,
1963) 39 , I. M. señaló esta particularidad: un lingüista opera con el plano de la
expresión de manera formal, abstrayéndose del plano del contenido, mientras que
el especialista en literatura también descubre esferas significativas dentro del plano
expresivo (el género gramatical —masculino o femenino—, en algunos
fragmentos, puede adquirir un subtexto de mucha profundidad; las
configuraciones del sonido a menudo resultan estrechamente relacionadas con el
sentido de la obra; ciertos ritmos poseen asociaciones semánticas, etc.). En sus más
fundamentales libros estructuralistas —Lecciones de poética estructural. Primera parte.
Introducción, teoría del verso (Tartu, 1964) 40 , Estructura del texto artístico (Moscú,

39 «О разграничении лингвистического и литературоведческого понятия структуры» [«O


razgranichenii lingvisticheskogo i literaturovedcheskogo poniatiia struktury»] Вопросы языкознания
[Voprosy iazykoznaniia] 3 (1963), págs. 44-52. Existe traducción al español: «Sobre la delimitación
lingüística y literaria de la noción de estructura». En: R. Barthes y otros, Estructuralismo y literatura.
Buenos Aires, Nueva Visión, 1970, págs. 107-123.
40 Лекции по структуральной поэтике. Вып. 1: (Введение, теория стиха) [Lektsii po struktural’noi poetike.

Vyp. 1: (Vvedenie, teoriia stija)]. Учен. зап. Тарт. гоc. ун-та. (Труды по знаковым системам 1) [Uchen. zap.
Entretextos 10
PERSONALIDAD Y CREACIÓN EN I. M. LOTMAN 111

1970) 41 — y en el antes mencionado Análisis del texto poético, el autor desarrolla sus
ideas y demuestra la productividad de las mismas en el análisis de las obras
concretas.
Los trabajos de Lotman son sorprendentemente variados, tanto por su
método como por los objetos de su investigación: no sólo se ha dedicado al
estudio de la literatura y del pensamiento sociopolítico, sino también a la historia,
la historia del periodismo, la culturología, la vida cotidiana, el teatro, el cine y la
pintura… En total, ha publicado más de 800 artículos y libros científicos y de
divulgación científica (entre estos también se cuentan reediciones y traducciones a
otras lenguas). Realmente, I. M. alcanzó el reconocimiento a nivel mundial: las
invitaciones de distintas universidades e institutos llegaban sin cesar, academias de
ciencias lo elegían su miembro… Liberado de prohibiciones y limitaciones, en los
últimos años de su vida I. M. viajó por casi todo el mundo occidental —desde
Italia hasta Venezuela—, ofreciendo conferencias e impartiendo clases en las
universidades. ¡Si todo eso hubiera ocurrido antes! Pues la intensa labor científica,
compaginada con un gran trabajo pedagógico, tuvieron que dejar huella en su
salud: en los últimos años de su vida, I. M. estuvo muy enfermo. Falleció en Tartu,
el 28 de octubre de 1993.
Atado a los hospitales, ciego, sin embargo, seguía trabajando hasta los
últimos días de su vida: sus alumnos le leían textos que precisaba y escribían
nuevos trabajos bajo su dictado. Precisamente así se creó el último libro de I. M,
Cultura y explosión (Moscú: Gnosis, 1992) 42 . Sintetizando sus antiguas ideas
predilectas, el autor se propuso desarrollar las teorías (que se habían apoderado de
su mente poco antes de la muerte) del físico y biólogo Ilya Prigogine sobre la
causalidad especial de algunos procesos casuales. El azar y la eventualidad siempre
han estado en el centro de atención de I. M. En este libro dichas categorías reciben
un tratamiento muy variado, siendo incluidas en un amplio contexto social e
histórico. Debido a que el libro fue dictado, prácticamente compilado por sus
ayudantes, el resultado fue algo impreciso y fragmentario, pero a pesar de todo es,
en cierto modo, el testamento científico de su autor.

Tart. gos. un-ta. (Trudy po znakovym sistemam 1) 160, 1964, 195 páginas. En español se ha publicado la
introducción del libro: «Lecciones de poética estructural (Introducción)». Se puede leer en:
Entretextos 3 (Mayo 2004), con traducción del ruso al español de Desiderio Navarro.
<http://www.ugr.es/~mcaceres/Entretextos/entre3/lecciones.htm>
41 Структура художественного текста [Struktura judozhestvennogo teksta]. Moscú, Iskusstvo, 1970, 384

páginas. Existe traducción al español: Estructura del texto artístico Madrid, Istmo (Fundamentos 58),
1978 (19822, 19883), 364 páginas (traducción de Victoriano Imbert).
42 Культура и взрыв [Kul’tura i vzryv], Moscú, Gnosis, 1992, 270 páginas. Existe traducción al

español: Cultura y explosión. Lo previsible y lo imprevisible en los procesos de cambio social. Barcelona, Gedisa,
238 páginas (traducción del italiano al español de D. Muschietti; prólogo de J. Lozano).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
112 B. F. EGOROV

Una buena parte de la obra de I. M Lotman pasó a formar parte (y sigue


haciéndolo) del patrimonio cultural de la humanidad. Sus alumnos y seguidores
continuarán desarrollando sus ideas: el progreso científico no se detiene…

Entretextos 10
INVITADA
ESPECIAL
ACERCA DE IURI LOTMAN1
JULIA KRISTEVA

¿Cuándo cayó el Muro de Berlín? Por más que este acontecimiento nos
tomó por sorpresa en el otoño de 1989 —en verdad, nadie previó su rapidez o sus
consecuencias—, creo que las fisuras en el muro comenzaron a sentirse claramente
a principios de los años 60. Unos pocos estudiosos desconocidos —pensadores
que expresaban ideas perturbadoras en idiomas herméticos— se estaban
reagrupando, como una colonia de hormigas, para llevar a cabo labores
subversivas. Demasiado compleja para la ya naciente cultura de los media, su obra
era, desde luego, invisible desde París o Nueva York, pero los amos del Kremlin
no estaban ajenos a sus efectos socavadores.
Iuri Lotman era uno de esos estudiosos. Nacido el 28 de febrero de 1922
en Petrogrado, doctor en filología, profesor de la Universidad de Tartu, Estonia,
este ex-alumno de Vladímir Propp devino en 1964 el director de Trabajos sobre los
sistemas sígnicos, una revista publicada por la Universidad de Tartu. Establecido
como el primer estructuralista soviético con su libro Sobre la delimitación de los
conceptos lingüístico y filológico de estructura (1963), Lotman publicó sus Lecciones sobre
poética estructural en el primer número de Trabajos sobre los sistemas sígnicos (1964) y
continuó sus análisis en La estructura del texto artístico (1970) y Análisis del texto poético
(1972), antes de emprender el estudio del cine (1973) y, finalmente, en 1992,
abordar la cultura como un hecho específico en Cultura y explosión. En total,
produjo más de 550 textos.
Durante la extraña década de los 60, unos pocos previeron la ola del futuro
en las discretas y modestas investigaciones de Lotman. Todavía dolida de la guerra
de Argelia, Francia ya no podía ver la pertinencia de los tradicionales clichés
gastados que eran propagados en La Sorbona y se estaba cansando de las
generalidades metafísicas caras al existencialismo, que había sido renovado apenas
superficialmente por unos pocos toques de hegelo-marxismo. Ya los ‘samurai’ de
la generación estructuralista y postestructuralista estaban abordando paciente pero
apasionadamente los nuevos signos que emanaban de la cultura circundante —de

1 «On Yury Lotman». Publications of the Modern Language Association (PMLA) 109-3 (Mayo, 1994),

páginas 375-376. Traducción del inglés al español de Desiderio Navarro. Este texto se publica por
primera vez, en español, en Entretextos.
Entretextos 10
ACERCA DE IURI LOTMAN 115

sus mitos, sus escritos, sus imágenes. Para ellos, el intenso análisis propuesto por la
Escuela de Tartu y, muy en especialmente, por Lotman era un cómplice, si no un
precursor, en el deseo de abordar el significado —del que sabíamos era la materia
misma de los seres humanos— con una lucidez crítica que podía sacar a la luz lo
carente de sentido y presagiar los cataclismos.
En 1968 publiqué en Tel quel (nº 35) la primera traducción francesa (en
verdad, la primera occidental) de los semióticos de Tartu. Juntos, establecimos la
Asociación Internacional de Semiótica. Aunque Lotman no pudo salir de la Unión
Soviética para asistir al congreso fundador en Varsovia, devino vicepresidente de la
asociación en 1968. La persecución de Lotman vino poco después. Infinitamente
más protegidos, nosotros, en París, fuimos acusados solamente de esoterismo —¡y
de espiar para los Rojos! Obviamente, la estupidez se presenta en todos los
matices.
Aun así, los apparatchiks, tanto en la Derecha como en la Izquierda,
seguramente sentían algo subversivo en las cogitaciones de Lotman. Primero,
estaba su idea del texto como un ‘modelo reducido de la cultura’, no un fenómeno
filológico, sino la actividad compleja e interactiva que crea el significado: la
actividad semiótica. Esta idea desplazó el foco de atención del texto a su periferia,
sumergiendo al texto en la historia y la sociedad: el texto es engendrado no sólo
por el juego interno de elementos lingüísticos dentro de una estructura cerrada,
sino también por movimiento y documentos culturales. La estructura sincrónica
que leemos (por ejemplo, un texto particular de Shakespeare) es, pues, el producto
de una confrontación de textos con lenguajes anteriores y circundantes.
Engendrado por el diálogo cultural (nótese la influencia del Bajtín post-formalista),
el texto genera el significado del lenguaje —no a la inversa, como se podría pensar
fácilmente. Reaccionando contra un formalismo estrecho, Lotman ponía de relieve
los principios generales que se hallaban fuera de la obra y hacía de la obra la más
típica manifestación de los mismos.
Como resultado, el lenguaje del arte no podía ser estudiado mediante una
simple transposición de modelos lingüísticos, como Jakobson y ciertos
estructuralistas todavía insistían en hacer. Paralela a mi concepto de
intertextualidad, Lotman elaboró una noción del arte como ‘sistema modelizante
secundario’. Basado en el lenguaje natural, el arte es, no obstante, de otro orden,
‘supraestructural’: redistribuye la lógica primaria del lenguaje de acuerdo con
nuevas reglas lógicas, dándole a la humanidad nuevas posibilidades mentales (o,
como se diría hoy día, cognitivas), diferentes principios de lógica para la
reconstrucción del sí mismo y del mundo.
A partir de ese punto, la semiótica era para Lotman la ciencia que reconoce
la intercomunicación y el reprocesamiento —la ‘perestroika’, como dijo (véase

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
116 J. KRISTEVA

Lotman 1994 [1981]) 2 — de la información y de las estructuras como un hecho


cultural esencial, como la esencia de la vida cultural y social. Sostenía que ninguna
cultura, ningún estudio de la cultura, es posible sin tomar en cuenta la esencia
transformadora del significado, una idea que suscita un problema para el formalismo —
y para el dogmatismo.
Aplicó ese concepto semiótico o teórico no sólo a la historia cultural rusa,
en especial al Eugenio Oneguin de Pushkin, sino también a Voltaire, Montesquieu,
Velázquez. Al distanciarse de la semiótica clásica de Hjelmslev, Carnap, Peirce y
Morris, no pasó, sin embargo, al tipo de análisis atento a los efectos del
inconsciente o siquiera a muchos efectos individuales revelados por la estilística
textual. Es lamentable que sus vuelos como teórico generalizador no estuvieran
acompañados por una atención más específica al discurso excepcional de cada
sujeto, que en definitiva constituye la riqueza de la literatura y la cultura.
No obstante, este hombre modesto, inmensamente culto, este meticuloso
técnico que también era un improvisador de un inusitado poder de seducción
verbal y un incansable generador de nuevas ideas, puso de relieve y en este sentido
prefiguró la dinámica de los hechos culturales, incluyendo los cataclismos que la cultura
rusa está experimentado actualmente. En el período actual de estancamiento,
arribismo y regresión, parece correcto pensar que la obra de Lotman testifica de
aquellos retoños de modesta pero tensa vitalidad que a veces —en verdad, con
más frecuencia de lo que se pudiera pensar— crecen bajo las nieves del invierno
ruso y que Occidente no siempre está suficientemente alerta, o no es
suficientemente sensible, para detectar.
Me gustaría compartir con los lectores de PMLA mi convicción de que la
vieja expresión rusa sobre los muertos adquiere, en el caso de este hombre, su
significado literal, polifónico, cultural y transcultural —el tipo de significado que
Iuri Lotman siempre supo cómo descifrar tanto en los textos como en los seres—:
vechnaia pamiat’, Iurii Mijailovich. Nuestra memoria está siempre contigo, Iuri
Mijailovich.

2 I. M. Lotman. «The text within the text». PMLA 109-3 (Mayo, 1994), páginas 377-384. [Se trata
de una traducción abreviada del trabajo publicado por vez primera en Trabajos sobre los sistemas
sígnicos 14: 3-19 (1981).] [«Текст в тексте» [«Tekst v tekste»]. Ученые записки Тартуского
государственного университета [Uchenye zapiski Tartuskogo gosudarstvennogo universiteta] 567 (Труды по
знаковым системам 14: Текст в тексте) [(Trudy po znakovym sistemam 14: Tekst v tekste)]. Tartu (1981),
pásgs. 3-18. NE]
Entretextos 10
ARTÍCULOS
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA:
ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 1
JOSÉ ENRIQUE FINOL

“Una cultura externa, para irrumpir en nuestro


mundo, debe cesar de ser ‘externa’ para él.
Debe encontrar para sí un nombre y un lugar
en la cultura a la que invade desde el exterior”
Y. M. Lotman

Introducción
La Globalización no es sólo un fenómeno y un complejo proceso
económico sino que ella permea y afecta activamente numerosos niveles de la vida
social, política, ecológica y cultural. De diversas maneras, a través de
imperceptibles micro procesos, las formas y los contenidos de este nuevo
fenómeno planetario que marca la contemporaneidad, tocan todo el tejido de lo
socio-cultural que, desde niveles e instancias diferentes, se articula y rearticula sin
cesar en la vida cotidiana. De estas hipótesis surgen numerosas interrogantes. Una
de ellas, esencial para nuestro punto de vista, es ¿cuáles son las formas y los
contenidos de la Globalización? ¿Cómo se relacionan con las microculturas de lo
cotidiano? Más importante aún, ¿cuáles son las relaciones y cuáles los procesos
mediante los cuales culturas diversas, desde sus particularidades, sus límites y
fronteras, se encuentran cotidianamente? Una aproximación preliminar tiene que
ver con la direccionalidad que los procesos de Globalización toman en el intercambio
de contenidos y formas que los medios establecen. Una segunda aproximación
tiene que ver con el análisis de los símbolos, con las nuevas interacciones de lo
cotidiano y, finalmente, una tercera aproximación está ligada a las presencias y a las
transformaciones de los actores y de los objetos, en la nueva cultura global 2 . En el
presente análisis intentamos desarrollar algunas hipótesis que nos ayuden a

1 Este artículo fue publicado antes en Revista de Ciencias Sociales (Universidad del Zulia, Maracaibo,
Venezuela, Septiembre – Diciembre 2006) XII-3, páginas 454-475.
2 Frente a la cultura popular, la humanista y la de masas, Muñoz llama a la cultura global ‘cultura de

cuarto nivel’, la cual, “al perder la territorialidad y su fuerza socializadora deja a los individuos en un
estado de indefinición desconcertante” (2005a:6).
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 119

comprender cómo operan los procesos globalizadores, ya no en el nivel macro, es


decir, financiero, económico, comercial, sino en las prácticas de los actores
sociales, en medio de la vida cotidiana, donde los viejos arquetipos se explayan en
representaciones de una cultura que es nueva y desea universalizarse en la medida
de su capacidad para imponerse y para ser aceptada, para integrarse o para ser
rechazada.

De la Globalización y sus escenarios


Hace ya más de treinta años el investigador alemán Pross (1980 [1974])
planteó agudos y aún vigentes problemas que tienen que ver con las estructuras
simbólicas del poder. Cómo esas estructuras operan, cómo nacen y crecen, cómo
se insertan en la vida cotidiana y comienzan, entonces, a ser asumidas como
propias por diversos grupos sociales, es una tarea que cobra una presionante
actualidad, gracias a la consolidación planetaria de ese fenómeno, multiforme y
omniabarcante, que denominamos la Globalización, un fenómeno que McLuhan
(1993) vinculó estrechamente a los medios tecnológicos de comunicación y
difusión masiva. Ciertamente se trata de la concreción de un largo proceso, que
puede remontarse igual a la expansión del Imperio Romano, en el siglo IV a.C., que
a los viajes de los fenicios por el Mar Mediterráneo en el siglo III a. C. En este
largo proceso la primera emigración jugó un papel de avanzada. En 1935, sin
utilizar ese término, Weber ya preveía el inicio de la internacionalización que
precedería a la Globalización, pues ubicaba en el año 1500 el inicio de la
emigración ‘organizada y organizadora’, un proceso que para él se apoyaba en la
técnica, lo que lo convirtió en un “fenómeno universal de formidable alcance, a saber: la
transformación de la Tierra […] en algo cada vez más unitariamente dominable; y
desde el progreso en los medios de comunicación, se convierte el mundo en algo cada
vez más pequeño, en virtud del acortamiento de las distancias” (Weber, 1963:14,
cursivas nuestras). Desde esos lejanos movimientos de contactos entre culturas se
desarrolló luego el concepto de Internacionalización “en un sentido de
comunicación global sin perjuicio de lo local” (Bustos, 2003) y, más tarde, el de
Mundialización, concepto que, por su parte, insistía en la reducción espacial del
planeta gracias a los medios de transporte y de información. La
Internacionalización, primero, y la Mundialización, después, se han concretado hoy
en la Globalización, estadio avanzado del Hipercapitalismo (Finol, 2004), visible y
palpable concreción en la que se suman acontecimientos determinantes en el
orden tecnológico, económico, jurídico, político, ecológico y cultural.
En el orden tecnológico 3 está, en primer lugar, la Revolución Industrial
(finales del siglo XVIII), que potenció, en forma exponencial, la capacidad de

3 Para un detallado panorama histórico del proceso de internacionalización e interconexión de las


economías ver el libro de Mattelart (1998).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
120 J. E. FINOL

producir mercancías, ya no sólo para el mercado local sino también para el


mercado planetario. En segundo lugar, está el desarrollo intensivo de medios de
transporte físico que han permitido llevar esas mercancías, en tiempo breve, a
cualquier punto del planeta. Esto es mucho más cierto en el caso de la información
o ‘mercancía virtual’. En tercer lugar, está la aparición y expansión de los medios
de comunicación y de difusión masiva, un fenómeno que comienza con el
telégrafo y el teléfono, pasa por la radio, la televisión y el computador, y termina,
por ahora, con Internet. Se trata de unos logros tecnológicos sin precedentes,
favorecidos por la energía barata que proporcionaban el carbón y el petróleo,
logros que no sólo achican el espacio sino también el tiempo; se trata de una
transformación profunda que aunque fundamentada en lo tecnológico ha tenido
un impacto impresionante en lo cultural y en lo económico, pero también, sin
duda alguna, en lo político.
En el orden económico, la Globalización se fundamenta en la mercancía,
ídola primario del primer capitalismo; pero el impulso fundamental viene de la
internacionalización ya no sólo de la mercancía sino también del capital mismo, un
fenómeno financiero que ocurre, primero, con la creación de las bolsas de valores
en los centros capitalistas de los países súper industrializados y, más tarde, en los
países periferia; y, segundo, con la migración de capitales voraces, cuya única patria
es aquella que le ofrece seguridad, que van donde las ganancias son fáciles, rápidas
y sin controles, lo que, a su vez, permite a esos capitales penetrar los bancos
nacionales o, simplemente, apoderarse de ellos, como ha ocurrido, por ejemplo,
con casi toda la banca de los países latinoamericanos, hoy día, en buena parte, en
manos del capital español 4 , en lo que algunos denominan la ‘iberización de la
banca’.
En el orden jurídico, la internacionalización de la mercancía y de los
capitales ha forzado la creación de normas legales que los protejan, lo que, a su
vez, ha conducido a la desaparición progresiva de las fronteras y barreras legales
que eran propias de cada país. Esos procesos han conducido a la creación de un
sistema legal supranacional, que, en la práctica, es siempre de cumplimiento
obligatorio para los países económicamente débiles o subdesarrollados, pero
opcional para los países fuertes o desarrollados.
En el orden político, hemos visto que las grandes empresas transnacionales
y los poderosos capitales han transformado el ejercicio de la política, no sólo
dentro de los países sino también entre éstos. Igualmente, las organizaciones
internacionales tienen poder para tomar e imponer decisiones a otros países
soberanos, particularmente a los débiles y pequeños, pero no siempre a los países
fuertes. Esas empresas y esos capitales, de hecho, tienen el poder de decidir quién

4 A su vez, la inversión extranjera es dueña del 35% del mercado bursátil español (El País 2004:28).
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 121

gobierna en un país o, simplemente, como en el Chile de Allende, cambiar al


gobierno cuando no complace los intereses del poderoso capital. Como dice
Castaldo, “La globalizzazione non è affatto un fatto naturale [...] ma un evento
altamente politico di portata mondiale” (2005: 88).
En el orden ecológico observamos, por lo menos, dos fenómenos
fundamentales. Por un lado, algunos países subdesarrollados son utilizados como
depósitos de materiales contaminantes que los países desarrollados no quieren
conservar en sus territorios, por el peligro que ellos acarrean para su población.
Por el otro, se observa que organizaciones de países económicamente poderosos,
como el Grupo de los Siete, intentan imponer normas de manejo de los recursos
naturales que los países pobres poseen.
Globalización, procesos culturales y violencia simbólica
No es sino tardíamente que la Semiótica se preocupa por la Globalización,
como fenómeno que no puede pasar inadvertido para el estudio de los procesos
culturales de los cuales ella se ocupa. Generalmente, centrada en los análisis de
objetos concretos, como la novela o el cuento, el mito o el rito, el teatro o el cine,
el cuadro o la fotografía, nos ha faltado capacidad para ver estos objetos
semióticos en el marco de ese silencioso cambio que genera nuevas identidades y
nuevas pertenencias, nuevas fronteras y nuevas patrias, y que ataca sin cesar los
límites entre lo interno y lo externo.
En el orden cultural, la Globalización se afinca en una direccionalidad que
no puede llamarse, sin faltar a la exactitud, intercambio, porque éste supone un
mínimo de equilibrio y reciprocidad, incluso aunque los socios del presunto
intercambio tuviesen capacidades y poderes diferentes. Refiriéndose a las
sociedades andinas, por ejemplo, Mansilla afirma que éstas “han ingresado en el
proceso globalizador con vínculos desiguales que las atan a otras culturas: la
constelación básica resultante es de una marcada asimetría” (2004:380). Hay una
direccionalidad, que llamaremos semiótica para distinguirla de la direccionalidad
tecnológica y económica, política y jurídica, que puede percibirse fácilmente en los
factores que enumeramos antes. ¿En qué consiste esa direccionalidad cultural? En
que hay una mayor capacidad de vehicular significados desde el centro que desde
la periferia, capacidad que se expresa, en el caso de la América Latina, por ejemplo,
en la enorme y evidente desproporción entre contenidos culturales vehiculados
por el cine, la televisión, la radio y los impresos de origen anglosajón y las de un
mundo latinoamericano o hispanoamericano.
El desequilibrio de las relaciones entre culturas se observa incluso dentro
de un mismo país, y en tal sentido es de particular interés el estudio de los
procesos y fenómenos que se dieron desde la colonización entre las culturas
criollas, deudoras de la visión del mundo impuesta por los conquistadores
españoles, y las culturas indígenas, deudoras de milenarias tradiciones ancestrales,

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
122 J. E. FINOL

que debieron adaptarse creativamente a las nuevas necesidades y a las nuevas


normas que la hegemonía criolla dominante imponía progresivamente. En este
sentido, Golte ha analizado las redes étnicas como conjuntos que permiten la
reelaboración de culturas en América Latina, capaces de resistir exitosamente la
unidireccionalidad dominante de las llamadas culturas criollas:
“Por cierto que estos mecanismos (‘usurpación de las burocracias
republicanas por las élites criollas y una acentuación del control de éstas
sobre territorios y minas’) eran acompañados de construcciones culturales
que hacían parecer a la cultura criolla como partícipe de una cultura
global ‘superior’ y ‘moderna’, y por lo tanto ‘nacional’, mientras las
culturas de los otros grupos étnicos mayoritarios aparecerían como
marginales e inadecuadas para comunicarse directamente con el
desarrollo global, e incluso el desarrollo de las repúblicas parecía
depender de la eliminación de las culturas de los grupos mayoritarios”
(Golte, 1999,www).
Aún hoy, según Montoya, la dominación y control de las culturas criollas
permea toda la estructura social continental: “Las personas que vivimos en los
países de intensa composición multicultural en América Latina nos dividimos en
dos grupos claramente diferentes: los que hablan el castellano y poseen la cultura
dominante a través de cualquiera de sus subculturas (urbana dominante, urbana
popular, rural) y los que hablan lenguas indígenas y pertenecen a culturas a medias,
subalternas y dominadas” (1999, www). Esa situación, aún no totalmente resuelta,
implica tensiones culturales, las cuales, en su dimensión semiótica, afectan el
intercambio de contenidos y formas que subyacen en las estructuras sociales que
hoy se debaten entre la conservación y el cambio, en particular en aquellos países
de América Latina con una numerosa población indígena, como es el caso de
Bolivia, Ecuador y Perú.
Una problemática aún más difícil se presenta cuando el Papa Nicolás V, en
1455, autoriza al rey Alfonso V a llevar esclavos a Europa (Pollak-Eltz, 1977:36); y
más tarde, en los siglos XV y XVI, llegan al continente americano cerca de diez
millones de esclavos negros, en su mayoría traídos de lo que hoy se conoce como
Senegal, Angola y Mozambique (Palmer, 1992:66). Para estos esclavos la situación
de desarraigo y tensión cultural era, en varios aspectos, mucho más ardua que la
sufrida por los indígenas. En primer lugar, porque los esclavos, a diferencia de la
mayoría de los indígenas sudamericanos, sufrieron una desterritorialización
geográfica absoluta, pues fueron traídos desde un continente hacia otro
completamente desconocido. En segundo lugar, los esclavos fueron reunidos sin
importar su origen étnico ni las diferentes lenguas que hablaban. Entre ellos había
mandingas, congos, loangos, yorubas, ashantis, etc., y sus lenguas eran
desconocidas entre ellos. En tercer lugar, sus costumbres y sistemas rituales y
míticos eran diferentes para cada uno. A partir de esa terrible situación, separados

Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 123

de sus familias, los esclavos debieron, casi individualmente, enfrentar la


construcción de nuevas referencias identitarias, sin olvidar totalmente sus orígenes
culturales pero bajo el avasallante imperio de una nueva civilización que
comenzaba, en primer lugar, por asignarles nombres cristianos que jamás habían
conocido y que venían llenos de nuevos imaginarios míticos; y, en segundo lugar,
por hacerlos practicar nuevos rituales religiosos que no les decían nada y que, en
consecuencia, fueron a menudo aceptados nominalmente; mientras ritos propios y
deidades propias se cobijaban bajo la oscuridad y bajo los nombres de los santos
cristianos (Finol, 2001) 5 .
Esta avasallante imposición sistemática, acentuada por una gravosa
desproporcionalidad en la direccionalidad de los flujos culturales y en los efectos
que ella acarrea, es lo que Pross llama violencia simbólica 6 :
“La violencia simbólica es el poder de imponer la vigencia de un
significado a otros, por medio de la colocación de signos, es decir, por la
simbolización, con el efecto de que esas otras personas se identifiquen a
sí mismas con el significado allí afirmado” (Pross, 1980:149).
Esa violencia simbólica 7 , como es fácil deducir, se realiza, cotidianamente, a
través de los discursos en los cuales se expresan los significados propios de unas
culturas que, gracias a estrategias simbólicas constantes, desplazan los significados
de las culturas receptoras. Esa violencia simbólica tiene como ejemplo más patente
la imposición de una lengua de dominación sobre una lengua dominada que, al
final, de modo gradual, termina a menudo por desaparecer. Pero se trata de un
fenómeno que va mucho más allá de lo lingüístico y que cubre la imposición
progresiva de los múltiples sistemas simbólicos que se articulan dentro de una
cultura. Así, en nuestras sociedades, el espectáculo, por ejemplo, reúne expresiones
múltiples y variadas que van desde el gesto, la música y la imagen, pasando por la
fotografía y la moda, para terminar, sin por ello concluir, con el sistema culinario,
la organización del espacio y el sistema de los objetos. Es por ello que en el
espectáculo no sólo se expresa un mensaje sino, como veremos, una visión del
mundo.

5 “So, in order to be relevant in their own right, within a specific situation, his painful rebuilding of
a new culture had to take fundamental components of what they were but also, by the force of
their painful situation, of what they had to be in order to survive” (Finol 2001:183).
6 La expresión violencia simbólica fue utilizada por primera vez por Bourdieu y Passeron en 1970, en

La reproduction. Eléments pour une théorie du système d’enseignement, Paris, Éditions de Minuit. En 1998
Bourdieu la retoma y desarrolla en su obra La domination masculine, Paris, Éditions du Seuil.
7 Gerard Imbert ha estudiado otras formas de violencia simbólica, en particular las que se

relacionan con los nuevos modos de ver y de sentir. En tal sentido señala cuatro formas
emergentes de violencia simbólica: la trivialización de la violencia en diversas formas narrativas, la
espectacularización del dolor (en los reality show, por ejemplo), la domesticación de la muerte en los
videos domésticos y el juego, y la estetización del horror (2002:34).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
124 J. E. FINOL

Globalización y espectáculo
Varios autores han señalado cómo lo espacial y lo visual han definido el
nuevo orden cultural. Para Jameson, “es empíricamente plausible sostener que
nuestra vida cotidiana, nuestra experiencia psíquica, nuestros lenguajes culturales,
están hoy dominados por categorías espaciales más que temporales” (2001:37). Y
en cuanto a lo visual, no sólo se trata de los medios visuales ya hoy tradicionales,
es decir televisión, cine, fotografía, vallas, etc.; se trata de toda la vida pública y
cotidiana construida en torno a la imagen; pues incluso las manifestaciones
sonoras recurren a estrategias diversas de la propia visibilidad y por ello han
saltado, con éxito, a los medios visuales. En tal sentido, Gauthier señala con
precisión que
“nous sommes passés du visible au visuel, de l’extériorisation à
l’exhibition publique. Bien plus, nous sommes passés de l’exhibition à
l’exhorbitation, à savoir à une inflation visuelle systématique opérée au
détriment de toute attraction lisible, de toute force attribuée à l’objet ou à
l’événement” (Gauthier, citado por Baudry, 1999:201).
No obstante, la noción de espectáculo no tiene que ver solamente con la
imagen sino, como lo explica Debord, con una visión del mundo que es
substancial, hoy, a la lógica cultural de la Globalización:
“Le spectacle ne peut être compris comme l’abus d’un mode de
la vision, le produit des techniques de diffusion massive des images. Il est
bien plutôt une Weltanschauung devenue effective, matériellement traduite.
C’est une vision du monde qui s'est objectivée” (Debord, § 5).
Si el espacio, por encima del tiempo, se ha convertido en el componente
dominante de las estructuras de la Postmodernidad, lo visual y el espectáculo se
han convertido en su expresión pública y social, en la definición misma de la
existencia de ‘lo’ cultural y, por extensión, en la marca más prestigiosa de lo social,
donde cada conducta, cada palabra y cada gesto alimentan activamente la vocación
de una mismidad que existe en la medida en que es vista.

Globalización y vida cotidiana


Frente a esa violencia simbólica se producen cambios, acomodos y
reacomodos que no sólo afectan los grandes procesos culturales, como aquellos
donde participan la televisión, el cine, la radio y los periódicos, sino que desde allí
afectan también los microprocesos simbólicos propios de la cotidianidad. ¿Cómo?
Hay varias respuestas, a veces imperceptibles, gracias a las cuales los actores
sociales reproducen y adaptan la direccionalidad cultural y la transforman en
microdireccionalidades cotidianas dotadas de nuevos sentidos.
Tomemos como ejemplo la música extranjera que se escucha en Venezuela
en las emisoras de radio. Como es fácil imaginar, la música que llena más tiempo

Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 125

en muchas de las emisoras de radio de Frecuencia Modulada (FM), en Venezuela,


es de origen anglosajón, que es la que prefieren, en general, los jóvenes de clase
media y clase alta 8 . Loyola afirma que los radioescuchas “buscan la música en las
radios de frecuencia modulada (FM). Algunos entrevistados, sobre todo aquellos
que viven con hijos adolescentes, señalan que reparten su escucha con radios FM,
que eligen sus hijos” (1998, www). Por el contrario, en las emisoras de Amplitud
Modulada (AM) se escucha, principalmente, una combinación de música
colombiana, música venezolana y mexicana. El estudio de García y Meza señala
que en las emisoras AM de Maracaibo hay “más peso para la música ‘Del recuerdo’
(18.19%) y la música de origen colombiano, el vallenato (17.43%). Luego, sí en un
tercer lugar, se presenta la música venezolana y muy de cerca la ranchera”. Así
mismo, “La música en inglés ha desaparecido casi totalmente de la oferta de las
AM de mayor consumo. Los pocos temas que aún suenan están referidos a la
música ‘Del recuerdo’, específicamente los dedicados a recordar la época de los
años 60 y 70” (García y Meza, 1999, www) 9 .
Taxistas entrevistados en Maracaibo y en Caracas aprecian la música
venezolana, folklórica, mucha de ella de origen llanero, como el joropo y el
corrido, u occidental, como la gaita zuliana, las décimas, etc., pero también, con
mucha fuerza, la música caribeña (merengues, boleros, etc.). Así, el gusto musical
de las clases bajas, encuentra receptividad y se expresa en las emisoras de radio
AM. Por ello, hoy en Venezuela, las emisoras AM dirigen su programación a las
clases bajas y, a lo sumo, a las clases medias bajas, mientras que en la escala social
las FM apuntan de las clases medias hacia arriba. Pero algunos taxistas, que con
frecuencia llevan una colección de algunos treinta o cuarenta CDs en sus autos,

8 Es aún muy prematuro para evaluar los efectos de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y

Televisión aprobada por la Asamblea Nacional de Venezuela el 7 de diciembre de 2004. El


presidente de la república, Hugo Chávez F., le puso el ejecútese esa misma noche y apareció en
Gaceta Oficial al día siguiente. En esa ley se establece, entre otras cosas, la obligatoriedad de la
radio y la televisión de transmitir “un mínimo de siete horas de programas de producción nacional,
de las cuales un mínimo de cuatro horas será de producción nacional independiente. Igualmente,
deberán difundir diariamente, durante el horario supervisado, un mínimo de tres horas de
programas de producción nacional, de los cuales un mínimo de una hora y media será de
producción nacional independiente”. Artículo 14 (Radio Nacional de Venezuela, www).
9 La aparición y consolidación de Internet ha comenzado a modificar los hábitos de consumo

mediático de los jóvenes. Un estudio de la European Interactive Advertising Association entre


jóvenes europeos en edades comprendidas entre 14 y 25 años revela que como consecuencia de
Internet el consumo de TV ha descendido en un 46%, el de teléfono un 34%, la lectura de
periódicos un 33%, la de libros un 32% y el de radio un 22%. Al mismo tiempo, otro fenómeno se
ha venido desarrollando en la relación entre usuarios y medios. En efecto, un estudio publicado en
marzo de 2004 por The Media Center del American Press Institute revela que el 57,3% de las
personas que escuchan radio simultáneamente se conectan a la red, el 46.9 lee periódicos y el 17.7%
ve TV <http://www.mediacenter.org/mediamorphosis/bigresearch/>.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
126 J. E. FINOL

expresan que es necesario adaptarse al gusto del cliente. “Yo llevo música en inglés
porque es la que le gusta a muchos pasajeros”, comentaba uno. “Pero cuando
escucho mi música, me gusta la venezolana”. En esta afirmación, que repiten
muchos de los taxistas, se expresa esa solución negociada al conflicto cultural que
se establece cuando en una comunidad los procesos culturales se ven asaltados por
expresiones que, al menos originalmente, no se perciben como propias. Se trata,
para expresarlo con palabras de Lotman, de dos semiosferas diferentes que se
encuentran, donde una de ellas es más poderosa, pues tiene varias ventajas de
diverso orden. Por un lado, los medios de difusión masiva han privilegiado la
música extranjera sobre la nacional, gracias a la presión de las grandes compañías
transnacionales que comercializan la música, y que controlan emisoras de radio y
de televisión y cuentan con publicidad en los medios impresos. Por otro lado, la
música extraña a las comunidades es presentada como una música prestigiosa,
‘moderna’; mientras que la propia es presentada como ‘atrasada’, ‘escandalosa’, una
configuración semántica que en Venezuela, por ejemplo, se manifiesta en la
expresión ‘música salada’, en particular para referirse a la música vallenata, de
origen colombiano; un tipo de música muy escuchado en Venezuela, en especial en
las clases sociales bajas, donde existe una extensa comunidad de origen
colombiano. Hoy es fácil ver cómo padres e hijos tienen preferencias musicales
diferentes; pues mientras los primeros por lo menos aún guardan cierta preferencia
por la música nacional, sea ésta o no de carácter folklórico, los últimos casi ignoran
por completo la existencia de esa música. Obviamente se trata de un problema de
orden tecnológico y económico, que afecta el orden cultural, al cual transforma y
modifica en función de específicos intereses y casi siempre con la colaboración de
expertos en difusión. Podemos denominar a esas tensiones que se generan en el
contacto entre culturas como una tensión inter-cultural, mientras que las que se
generan en el interior de una cultura determinada las denominaremos tensiones intra-
culturales. Las segundas pueden ser consecuencia, como veremos, de las primeras,
pero también el proceso inverso puede ocurrir, en virtud de que las tensiones intra-
culturales pueden traducirse en resistencias y conflictos en los procesos de
interacción entre los actores sociales en el marco de otras culturas.
De lo dicho se desprenden dos conclusiones que nos parecen relevantes y
que confirman las investigaciones de Pross. En primer lugar, vemos cómo se
producen procesos de negociación, no siempre exitosos, en la vida cotidiana: se
reciben expresiones cuyos significados, al menos inicialmente, son extraños, se
acepta su existencia, se coexiste con ellas; en alguno casos, se marginan y, en otros,
se crea una oposición permanente que genera a) conflictos generacionales entre
padres e hijos o entre jóvenes y adultos, y b) desdeño y desprecio por miembros de
otras clases sociales que prefieren otras expresiones culturales. Como vemos, hay
aquí, por lo menos, dos clases de conflictos, los generacionales dentro de una

Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 127

misma clase y los de una clase y otra. La otra conclusión que nos parece relevante
tiene que ver con lo que afirma Pross: la validez social de los símbolos que impone
el poder al intentar uniformar las comunicaciones:
“El problema de uniformar las comunicaciones es denominado
asimismo factor normativo del poder. Es un problema relativo a la validez
(vigencia) del simbolismo, que no debe ser mezclado con la cuestión de la
eficacia. La eficacia depende de la validez, porque los símbolos no válidos
no pueden ser eficaces, y viceversa” (Pross, 1980 [1974]: 148).
En efecto, en ese conflicto entre dos semiosferas, de fuerzas, recursos y
poderes diferentes, una intenta imponer a la otra un factor normativo en el que se
privilegia lo que es ‘bueno’, ‘aceptable’, ‘deseable’ y ‘prestigioso’. Así, la música que
escuchamos no es sólo la que nos gusta sino también la que es ‘buena’, ‘aceptable’,
‘deseable’ y ‘prestigiosa’ en el medio donde nos desenvolvemos, medio que ha
aceptado y hace aceptar ese factor normativo del cual habla Pross.
Otro sencillo ejemplo de las tensiones que se generan en las relaciones
interculturales es el que tiene que ver con la primera de las tres estructuras de acogida
propuestas por Duch, quien las describe como el marco en el cual el ser humano
desarrolla “diversas praxis de dominación de la contingencia” (2002:13). Esas
estructuras de acogida son la de codescendencia (la familia), la de corresidencia (la ciudad) y
la de cotrascendencia (cuerpo de creencias y prácticas simbólicas). Para las culturas
pertenecientes a la llamada angloesfera 10 , en general, el significado de familia tiene un
carácter mucho más restringido que el que tiene para las culturas de origen latino.
Las diferencias se evidencian, por lo menos, en tres conductas generalizadas que
podemos considerar como indicadores del significado mencionado. En primer
lugar, en las culturas anglosajonas la permanencia de los hijos junto a los padres es
mucho más corta que en las de origen latino. Usualmente, en las primeras se
estima que a los dieciocho o veinte años los hijos deben comenzar a
independizarse y esto ocurre sin que tal separación signifique un trauma, y, por el
contrario, responde a una conducta esperada y deseada tanto por los padres como
por los hijos. La permanencia de los hijos casados en el mismo hogar de algunos
de los padres parece ser extremadamente rara. En segundo lugar, en las culturas
anglosajonas la despedida o recepción en los aeropuertos de familiares que viajan

10 “Angloesfera es el término usado en política para referirse [a] cinco países que comparten la cultura
anglosajona, estos son Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. El
término Angloesfera encapsula de manera moderada el concepto de la supremacía anglosajona
sobre las demás razas, la cual se atribuye a la fineza del carácter inglés y de la cultura inglesa,
afirmando que es este especial carácter es lo que le ha permitido a los anglosajones dominar el
mundo de la manera benéfica en la que actualmente lo hacen. Dos angloesferistas famosos fueron
Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Thatcher impulsó el concepto de la angloesfera como una
forma de contrarrestar el creciente poderío de Francia y Alemania en la Europa comunitaria”
<http://es.wikipedia.org/wiki/Angloesfera>.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
128 J. E. FINOL

al exterior por períodos más o menos largos, está reducida, en el mejor de los
casos, a la presencia de los padres o de los hijos. En las culturas de origen latino,
en tales despedidas o recepciones la presencia de familiares más allá del núcleo
familiar básico es mucho más numerosa (primos, sobrinos, tíos, amigos). Una
estadística de la UNESCO revelaba que Portugal era el país donde las despedidas
aeroportuarias eran más numerosas: trece personas, en promedio, por cada
viajero 11 . En tercer lugar, el número de hijos es claramente menor entre las familias
anglosajonas que entre las latinas. Evidentemente, estas diferencias tienen mucho
que ver con el origen de ambas culturas y con el estilo de vida y los valores sociales
de cada país pero no debe olvidarse que esos estilos y esos valores son, justamente,
la cultura, o, al menos, buena parte de ella 12 .
Ahora bien, el modelo de familia anglosajón ha sido difundido
planetariamente y ha sido estimulado por las políticas demográficas que esos países
han diseñado y promovido para el mundo entero. En consecuencia, ese modelo ha
originado una tensión intra-cultural en las familias de origen latino y, al mismo
tiempo, ha originado una tensión inter-cultural entre éstas y las de origen anglosajón,
pues estas últimas han sido presentadas, por medios diversos, como la norma, es
decir, como el modelo a imitar. Un análisis similar podría hacerse a partir de las
nociones socio-culturales de individuo e individualismo, en las culturas
anglosajonas, como correlacionadas con las nociones de familia y sociedad, en las
de origen latino.
En ese proceso progresivo y sistemático, mediante el cual desde una cierta
semiosfera se impone el factor normativo, se desarrollan microprocesos que
atraviesan las comunidades en forma vertical y horizontal. Desde arriba, desde los
medios de difusión masiva, se vehiculan unos contenidos, en forma reiterada, hacia
comunidades carentes o con escasos medios, en la mayoría de los casos, de
capacidades de reproducción y divulgación. Pero simultáneamente, desde el
interior de las propias comunidades se reproducen, en forma horizontal, esos
mismos contenidos, los cuales, en contacto con los contenidos propios, se
rearticulan en conflictos, sociales y/o semióticos, que se resuelven en nuevas
costumbres, nuevas relaciones y nuevas estéticas que, a su vez, generan los nuevos
símbolos y mitos que no son totalmente los mismos que se han recibido ni
tampoco los que previamente existían. No se trata simplemente de una hibridación
11 Algunas versiones de estas masivas despedidas/recibimientos en el aeropuerto puede constatarse

en:
<http://www.encaletado.com/topocho/archives/000766.html>
<http://elhombreimaginario.blogspot.com/2006/02/bienvenidas-y-despedidas-en-el.html>
12 Para una comparación entre cultura anglosajona y cultura mediterránea véase Munet. Ver

también Ellas virtual: “Nuestras costumbres familiares fueron alimentadas por la cultura hispánica
que se basa en la familia extendida, a diferencia de la cultura anglosajona que tiende a mantener
contacto directo únicamente con la familia nuclear” (www). Ver también Alquichire (www).
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 129

o de un mestizaje semiótico; se trata de un proceso más complejo, de estrategias


simbólicas en las cuales negociaciones y conflictos, conflictos y negociaciones,
crean sin dejar de ser y sin afectar, al menos inicialmente, las identidades sociales y
las pertenencias culturales, pues éstas se sienten como destinadas a permanecer.
Esos largos, complejos y difíciles procesos no son simplemente un encuentro entre
dos culturas que produce, a su vez, una tercera y donde, de manera lineal, se
mezcla sal con azúcar, si hablamos del sistema culinario, sino también donde hay
condimentos inesperados que resisten siempre la posibilidad de una
homogeneización. La resistencia, la guerrilla semiótica mencionada por Eco alguna
vez, es mucho más compleja y eficiente de lo que pensaron algunos teóricos de la
cultura al principio de la explosión globalizadora.
Lotman ha propuesto el concepto de semiosfera como el espacio de
intersección, a varios niveles, de los lenguajes y de los textos, espacio fuera del cual
el sentido es imposible. Según Lotman la semiosfera es “the semiotic space
necessary for the existence and functioning of language” (1990:123); la semiosfera,
agrega Lotman, “can be regarded as a generator of information” (1990:127).
Nuestro análisis tiene que ver con la intersección entre dos semiosferas con origen,
características y lenguajes diferentes. Los procesos de Globalización han puesto en
contacto dos universos semióticos, una cultura ‘externa’ y otra ‘interna’, un
contacto en el cual a menudo una de ellas, la externa, ‘domina’, progresivamente, a
la otra; pues si al principio la cultura ‘externa’ ocupa un espacio y toma un nombre,
posteriormente construye su propio espacio y sustituye los viejos nombres por los
suyos.

Semiosfera y tensión semiótica


Creo que el concepto clave para entender esa estructura polémica, como
diría Greimas, que se produce en el encuentro entre las semiosferas, y que se
caracteriza por el esfuerzo sostenido y deliberado de una por arrinconar, controlar
y en ocasiones eliminar a la otra, es el concepto de tensión. Greimas señala que “la
actividad humana, concebida bajo forma de confrontaciones, caracteriza, en buena
medida, el imaginario humano” (1979:284). Es decir, desde un punto de vista
semiótico (pero también sociológico) el conflicto sería un mecanismo que no sólo
constituye lo cultural (lo cual contradice las teorías de la idílica y estática
homogeneidad absoluta de las culturas), sino que también es el mecanismo que
explica, al menos parcialmente, las transformaciones y los cambios. Si bien el
contrato social, las normas de convivencia, aceptación y respeto, establecen las
reglas para reducir la estructura polémica, conflictiva, de las relaciones entre las
culturas, ésta persiste siempre dispuesta a reaparecer. Ahora bien, toda estructura
de relaciones polémicas supone una tensión dinámica o ‘tracción tensa’ (Duch,
2004: 35) que de no resolverse genera un enfrentamiento.

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
130 J. E. FINOL

Como se ha dicho antes, la direccionalidad de la relación entre estas dos


semiosferas, entre sus lenguajes diversos y fluctuantes, tiene como fuente la
diferencia de capacidades, de recursos y de poder; lo que explica que la relación no
sea recíproca ni equilibrada sino, por el contrario, unidireccional. Como ha
explicado el propio Lotman, cuando dos estructuras no pueden mantener un
dinámico equilibrio que les permita coexistir, cualquier cambio produce el
forjamiento de nuevas estructuras. Ahora bien, ese encuentro unidireccional
produce una tensión semiótica que define la relación de las semiosferas en el contexto
de los procesos de Globalización.
En términos generales, la tensión se define, en la Física, al menos, en dos
direcciones. Por un lado, la tensión puede definirse como la expansión o
estiramiento de un cuerpo que recibe la acción de dos fuerzas que,
simultáneamente, lo atraen hacia direcciones opuestas, y a las cuales el cuerpo, al
mismo tiempo que cede, también resiste. Por otro lado, la tensión también puede
definirse como la fuerza que impide la separación de al menos dos elementos de
un mismo cuerpo, en cuyo caso éste ejerce una fuerza de atracción a la cual los
elementos resisten. Como puede verse, según donde se ponga el énfasis en la
dirección de la relación tensional, ésta puede desplazarse del cuerpo a los
elementos o desde los elementos al cuerpo, tal como se visualiza en los siguientes
esquemas:

Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 131

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
132 J. E. FINOL

Como puede deducirse de los modelos que hemos propuesto, mientras los
mecanismos de cesión y resistencia guarden un equilibrio, el contacto entre
culturas ‘externas’ e ‘internas’ puede permitir la cohabitación, en un menor o
mayor tiempo, entre fenómenos culturales que, aún en conflicto, resuelven sus
diferencias a través de los sentidos negociados. Ahora bien, cuando la cesión es
mayor que la resistencia o a la inversa, el equilibrio se rompe y nuevas estructuras
culturales ocupan el espacio semiótico. En esta tensión intervienen diversos
factores contextuales (tiempo, espacio, historia) y textuales (actores, normas,
objetos) que pujan sobre la atracción/resistencia tensional.
Aquí surge el problema de los límites y de las fronteras en ese espacio de
intersección semiótica donde los sentidos se negocian, a menudo en una relación
dialéctica que puede ser enriquecedora para cada uno si las influencias fuesen
mutuamente equilibradas. Así, “los nuevos límites territoriales y los actos
colectivos emergentes se racionalizan en términos de un pasado simbólico y de un
presente realista” (Strauss, 1977:129). En esos límites culturales se desarrolla una
permanente batalla semiótica entre su natural tendencia conservadora, que busca
crear fronteras, reforzar las diferencias y así proteger su identidad, y la también
natural búsqueda del conocimiento del otro, producto de la curiosidad y del
establecimiento mismo de la diferencia.
“The building and breaking of borders is both a way of keeping
ourselves between the limits of what is known to us, within our own
culture, and, at the very same time, of exploring the unknown, of
knowing, of crossing borders and expanding our own limits” (Finol,
1995:119).
Si como afirma Fisher, “cada persona batalla día y noche para mantener
sus fronteras” (1973:40), también los sistemas culturales mantienen,
incesantemente, esas batallas y, en consecuencia, la falta de equilibrio, la
incapacidad para complementarse y la agresividad de uno con respecto a la otra,
generarán conflictos donde, al final, los sistemas semióticos más fuertes terminarán
venciendo las fronteras y ocupando el espacio de los más débiles.
Aquí surge también la problemática de la resistencia semiótica, a la cual el
semiótico finlandés Tarasti ha dedicado una investigación fundamental. Tarasti,
después de establecer los catorce rasgos 13 que caracterizan la condition humaine (sic)

13 Esas catorce características son: desaparición del futuro, desaparición del pasado, cambio hacia
un metanivel de actividades (“control is the new obsession”), perpetua valoración de la calidad, un
solo discurso dominante, distinción de los individuos entre ganadores y perdedores, el principio de
lo maravilloso de poseer, la vida de los negocios como estado emocional de la sociedad, la
latinoamericanización de la realidad (como el aislamiento de los ganadores en reservaciones
especiales), la violencia simbólica, el conductismo total en las ciencias, el estudio como innecesario
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 133

en la era de la Globalización, señala tres fuerzas de resistencia semiótica: el ser, la


memoria y la historia 14 . En cuanto al ser señala que “this means that we encounter
the existential situation of the man of our time as it appears. Being is just our being
here and now” […], “the being of now and today is the consequence of what was
before, all choices among alternatives, among various cultural articulations are
processes bound with time and history”; en cuanto a la memoria señala que ésta
“is also a force of resistance: as long as man still remembers how things were done
in his culture and community, he is saved with his identity” […] “memory is
power”; y en cuanto a la historia afirma que “all history as backwards looking
activity, collective or individual memory, is also narration of resistance, since there
always one transcends the surface of reality” (Tarasti, 2005). En cuanto a la
historia, Bourdieu coincide con Tarasti:
“[…] no hay sin duda ningún instrumento de ruptura más
poderoso que la reconstrucción de la génesis: al hacer resurgir los
conflictos y las confrontaciones de los primeros comienzos y, con ello, las
posibilidades descartadas, reactualiza la posibilidad de que las cosas hayan
sido (y sean) diferentes y, a través de esta utopía práctica, vuelve a poner
en tela de juicio la posibilidad por la que, entre todas las demás, se ha
optado” (Bourdieu, 1997:98).
La articulación entre memoria e historia la expresa Giambattista Bodoni, el
personaje protagónico de Eco en la novela La misteriosa llama de la reina Loana,
cuando, en sus denodados esfuerzos por recobrarse de su amnesia, decide releer
todos los libros y cuadernos que usó durante sus años de escuela y, también, todas
las novelas e historietas que conoció en su infancia; pero lo hace poniendo esos
textos infantiles en el contexto de los otros textos que se daban en el mismo
período histórico:
“Decidí proceder con el método de un historiador, esto es,
controlando los testimonios mediante un cotejo recíproco. Es decir, si
leía libros y cuadernos de cuarto grado, 1940-1941, hojeaba los periódicos
de los mismos años y, en la medida de lo posible, ponía en el tocadiscos
las canciones de esos mismos años” (Eco, 2005:200).
Las fuerzas de resistencia semiótica originan estrategias que permiten a las
culturas, en tanto sistemas y procesos semióticos, interactuar y negociar entre sí.
En ese sentido, la resistencia semiótica es el conjunto de procesos de significación

y desagradable intermedio en la vida, la naturalización de la trascendencia y las tesis de Huntington


(el conflicto entre las culturas anglosajona y latina).
14 Junto a esas fuerzas de resistencia semiótica han surgido estrategias diversas que intentan

enfrentar el poder avasallante de la producción simbólica propia de la globalización. Uno de los


escenarios más activos de esa resistencia es el creado por los movimientos anti-globalización que ha
aprovechado creativas estrategias, como el llamado antibranding, desarrolladas por artistas en los
países capitalistas más desarrollados. Sobre esa temática ver el trabajo del antropólogo Capelán
(2002).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
134 J. E. FINOL

que, gracias a la semiosis infinita, los actores utilizan como estrategias de


reafirmación, negociación y rearticulación de sentidos frente a la violencia
simbólica.
Pero no es menos cierto que hoy, en general, las culturas ya no se definen
en los extremos, entre lo interno y lo externo, o entre lo propio y lo ajeno, sino en
espacios a la vez comunes y diferentes, en espacios semióticos variados y
múltiples, complejos y surtidos, heterogéneos y disímiles, híbridos y mestizos,
donde, no obstante, aún los sujetos pueden reconocerse como semejantes al
mismo tiempo que luchan, ‘día y noche’, por sentirse diferentes. Es en los límites
entre etnocentrismo y heterocentrismo, no en sus extremos, donde las nuevas
semiosis de las culturas contemporáneas se debaten, y es, finalmente, en los
escenarios de la vida cotidiana donde ese debate toma vida. Montoya habla del
encuentro entre dos bloques “diferentes, desiguales y con posibilidades claramente
distintas” a las que denomina cultura plena y cultura de sobrevivencia, y agrega que entre
ellas “hay un área sombreada de frontera cultural caracterizada por el bilingüismo y
una aparente biculturalidad, generalmente descrita con la categoría ‘cultura mestiza’
que sólo es una metáfora y no un concepto teórico útil para entender la realidad”
(1999).
Al analizar lo que denomina la Antropofagia cultural, Browne Sartori, a
diferencia de Montoya, señala que:
“las culturas, de tanto alimentarse recíprocamente entre sí,
generan un infinito y diverso mestizaje que se nutre de todas ellas y
habilita el surgimiento ya no de un Mismo o de un Otro, en la dicotomía
identidad-alteridad, sino de un ‘tercero novedoso’ que es fruto de esta
contaminación sígnica, como parte de una semiosis ilimitada-
antropófaga” (2005:204).
Pero ni la noción de mestizaje ni la de hibridación (García Canclini, 2001),
ni la noción de in-between propuesta por Jameson, parecen dar cuenta de ese tercer
espacio semiótico en el que se rearticulan lo interno y lo externo, el adentro y el
afuera, lo propio y lo extraño. Ahora bien, ¿cómo se rearticulan esos nuevos
espacios semióticos?, ¿qué tendencias y fuerzas los rigen? Se trata, sin duda, de un
proceso extremadamente complejo en el que hay, por lo menos, diversos tipos de
variables:
a) Variables sociales: qué actores participan, aceptan o rechazan las nuevas
semiosis, cuál es el prestigio y el liderazgo que tales actores tienen en la
comunidad, cuáles son sus características etarias (pues los jóvenes se consideran
más receptivos al cambio mientras los adultos tienden, en general, a ser más
conservadores)
b) Variables económicas: cuál es la fuerza de los intereses económicos que
rigen el comportamiento de los actores

Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 135

c) Variables tecnológicas: cuáles son los medios que vehiculan los


contenidos de una y otra cultura.
Todas esas variables, que pueden registrarse en cada una de los dinámicos
sistemas culturales que en un momento histórico dado se encuentran, entran
inicialmente en una tensión crítica y, a medida que el tiempo transcurre, entran en
una relación dialógica que será mayor o menor en la medida de las
compatibilidades/incompatibilidades que las caracterizan.

Estrategias semióticas y vida cotidiana


La Escuela de Birmingham, y en particular E. P. Thompson, ve en la vida
cotidiana un escenario de resistencias y oposiciones, y señala como sus
componentes principales a) el sujeto y sus experiencias, b) las mediaciones
simbólicas e imaginarias, c) las formas de vida y sus transformaciones, y d) las
resistencias y disidencias que defienden la propia cultura (Muñoz, 2005b:168).
Esos procesos de resistencia son la respuesta lógica, autoconservadora, ante la
natural identificación con lo propio y la esperada desconfianza frente a lo extraño.
Duch define la vida cotidiana como “el ejercicio cotidiano de la
relacionalidad comunicativa propia del hombre, el cual de esta manera ‘se presenta’
y ‘se representa’ sobre el escenario del ‘gran teatro del mundo’” (2004:95). Heller
presupone pero va más allá de esta dimensión comunicativa y define a la vida
cotidiana como “el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los
hombres particulares, los cuales, a su vez, crean la posibilidad de la reproducción
social” (1977[1970]:19). ¿Qué significa “reproducción de los hombres
particulares”? Para nosotros no significa otra cosa que la reproducción de los
sentidos que identifican a esos hombres y, sucesivamente, el conjunto dinámico de
sus representaciones. En otras palabras, ese objeto reproducido no es otra cosa
que los microuniversos culturales que se generan en la vida diaria y que, al mismo
tiempo, son re-producidos por ésta. Es en ese sentido que Lefebvre señala que la
vida cotidiana, lo mismo que la cultura, es mediadora entre /naturaleza/ y
/socialidad/ (en Heller, 1977:21).
Ahora bien ¿cómo afecta a la vida cotidiana el conflicto de semiosferas, la
lucha entre cultura ‘externa’ y cultura ‘interna’? ¿Cómo se negocian los conflictos
en la vida cotidiana, aquella que se encuentra alejada del acontecimiento
extraordinario, del espectáculo y la anormalidad, de la transgresión y la ruptura?
Ferrarotti ha alertado, con angustia, sobre la irreconciliable separación que
la modernidad introdujo entre la vida cotidiana y la historia:
“Hemos perdido la cotidianidad y ya no tenemos la historia.
Vivimos en equilibrio entre dos vacíos. Esto sucede en el momento en
que es necesario que lo cotidiano se convierta en historia para que la
historia sea historia de todos” (1991:13).

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
136 J. E. FINOL

Lotman, por el contrario, señala la continuidad semiótica entre vida


cotidiana e historia y afirma que “la adopción de este o aquel lenguaje simbólico
influye activamente en el comportamiento de los hombres y en el camino de la
historia” (1999:182, cursiva nuestra). En esta afirmación Lotman vincula tres
variables en las que me parece útil insistir: ‘lenguaje simbólico’, ‘comportamiento
humano’ e ‘historia’ y, más importante aún, los señala en el orden progresivo en el
que esa relación se da: el ‘lenguaje simbólico’ → influye → sobre el
‘comportamiento humano’ → y éste, a su vez, → influye → sobre el ‘camino de la
historia’. En otros términos, ese ‘comportamiento humano’, del que habla Lotman,
equivale a las ‘actividades que caracterizan la reproducción de los hombres
particulares’, de las que habla Heller, que es, justamente, donde la vida cotidiana
cobra existencia y donde se realiza, finalmente, la ‘reproducción social’. Si esta
hipotética relación se demuestra cierta, tendríamos como consecuencia la
vinculación directa entre vida cotidiana, por un lado, e historia, por el otro. Es,
pues, según nuestra hipótesis, en el marco móvil y cambiante de las microculturas
de la vida cotidiana donde, finalmente, se gesta la historia que, luego, en estadios
posteriores, influirá también sobre la vida cotidiana misma.
A mediados del siglo pasado la escuela socio-cultural afirmaba que “el
proceso histórico se nos presenta en partes como una sucesión, una aparición conjunta
y una superposición de diversas grandes culturas” (Weber, 1960:21, cursiva nuestra).
Si esta hipótesis es correcta, vemos que en la postmodernidad, caracterizada por
una explosión de microculturas, se ha producido una nueva etapa que ya no es
sucesiva, conjunta o superpuesta sino intercultural, mixta o mestiza.
Como Lotman ha señalado, “el ‘trabajo’ fundamental de la cultura consiste
en organizar estructuralmente el mundo que circunda al hombre. La cultura es un
generador de estructuralidad; y es así como ella crea en torno al hombre una
sociosfera que, del mismo modo que la biosfera, hace posible la vida, no orgánica,
obviamente, sino de relaciones” (1981:42). Así caracterizada, la cultura, que es a la
vez un fenómeno y un proceso social, tiene un papel clave en el mantenimiento,
cohesión y equilibrio de los grupos sociales, de la familia y de la sociedad entera y,
por lo tanto, el encuentro con otras culturas, que siempre ha existido pero que
gracias a la Globalización ha cobrado una intensidad jamás imaginada, adquiere
una importancia capital.
Lotman añade que cuando una cultura ‘externa’ o extraña penetra una
‘interna’ o propia 15 , pueden ocurrir tres fenómenos diferentes: a) la cultura

15 Quiero adelantarme aquí a una objeción. Se podría argüir que la distinción entre ‘interna’ y

‘externa’ y entre ‘propia’ y ‘extraña’, es hoy inexistente y heurísticamente irrelevante frente al estado
avanzado de la globalización, pues en una cultura dada a veces es difícil distinguir aquello que le es
propio de aquello que le es extraño; o, más todavía, porque aquello que hoy le es propio
probablemente ayer le fue extraño. No obstante, a nosotros nos parece que esta distinción, aún con
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 137

‘interna’ o propia “absorbe los elementos que le invaden desde el exterior”, con lo
cual se construye un nuevo sistema semiótico, b) “la intrusión puede ser a tal
punto enérgica que se introduzca no un solo elemento del texto, sino todo un
lenguaje, que puede eliminar completamente el lenguaje en el cual se hace
irrupción”, con lo cual se produce una substitución y se genera una réplica de la
cultura ‘externa’, y c) la cultura ‘externa’ puede “asumir el papel de catalizador: sin
participar directamente en el proceso, puede acelerar la dinámica” (1999:182) de
las transformaciones de la cultura ‘interna’ 16 . Para que esa intersección semiótica
entre culturas diferentes tenga posibilidades de coexistencia y transformación, debe
ser gradual, naturalizada y traducible. Debe ser gradual pues ello impide las crisis
que se generan en las explosiones, tal como las describe Lotman; debe ser
naturalizada, pues ello permite que los factores externos, aunque diferentes, no
sean percibidos como anómalos o extravagantes; y, finalmente, debe ser traducible
a los lenguajes, a los símbolos y a los microsistemas semióticos, de modo que la
comunicación y la interacción sea posible. Así mismo, para que cualquiera de estas
posibilidades semióticas efectivamente se actualice es necesario considerar que la
interacción es siempre un trabajo sobre los límites de las culturas; sean éstos
explícitos o implícitos, de naturaleza material o espiritual, se asuman en un marco
de conflicto y confrontación o de adecuación y cooperación.
De las posibilidades propuestas por Lotman, ¿cuál es la más verosímil en
estos procesos globalizadores tan fuertemente marcados por la unidireccionalidad
centro-periferia? Obviamente, las circunstancias de cada cultura y cada
microcultura de cada comunidad, país o región determinarán los particulares
procesos y sus consecuencias futuras. Mientras la alternativa ‘b’, eliminación de los
lenguajes de la cultura receptora, es potencialmente viable para algunas sociedades
altamente permeables al cambio y al intercambio, de relativamente escasa
tradición, con sistemas simbólicos extremadamente híbridos y dependientes, para
otras, con circunstancias opuestas, la alternativa ‘a’, la absorción, pareciera más
viable.

Cultura, límites y sujeto social

su olor estructuralista, es pertinente, puesto que, en último análisis, ella nos sitúa en torno al
concepto, para nosotros central, de la diferencia, el mecanismo semiótico fundamental que hace
posible la significación. Para superar las carencias de la dicotomía ‘interno’/‘externo’ hemos
considerado pertinente introducir el concepto de límite, el cual da cuenta de ese terreno
inexplorado, en ocasiones inarticulado y ambiguo, donde la significación se produce.
16 Desde una perspectiva diferente, en la que se hace énfasis en los actores sociales, Mato señala

que las representaciones que guían las acciones de actores locales “se relacionan de manera
significativa, pero de formas diversas, con las de los actores globales. Si bien en algunos casos esto
supone la adopción de ciertas representaciones y de las orientaciones de acción asociadas a ellas, en
otros implica rechazo o resistencia, negociación o apropiación creativa” (2001:170).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
138 J. E. FINOL

Ahora bien, la Globalización tiene como estrategia fundamental un ataque


constante contra toda frontera y todo límite cultural, pues sólo la aceptación de sus
lenguajes en los lenguajes de las culturas receptoras permitirá su validez y su
eficiencia. Una frontera no es sólo un límite, es decir, una separación, sino también
un contacto. Al atacar esas fronteras semióticas que, al menos inicialmente, sirven
para separar, las culturas ‘externas’ o extrañas privilegian el contacto, el cual tiene,
por lo menos tres niveles de dificultad. Se trata, por ejemplo, de un contacto de
baja dificultad cuando se produce un acercamiento con la cultura de masas, que en
el fondo es a menudo una reproducción-copia de esa cultura ‘externa’ o extraña; de
un contacto de mediana dificultad cuando se trata de la cultura institucional
(religión, valores patrios, arte, ciencia, etc.) 17 ; y, finalmente, de un grado de alta
dificultad cuando se trata de las microculturas de la vida cotidiana, las cuales, a
pesar de que a primera vista pudieran parecer frágiles, se han revelado como el
cemento dinámico del espíritu gregario y de la cohesión social.
La Globalización, más que ninguna otra etapa histórica, ha transmutado al
sujeto social. Hoy se trata de un sujeto fragmentado, como consecuencia de la
vulneración de sus sistemas simbólicos de identificación y referencia, de un sujeto
des-territorializado, como consecuencia de la contracción, resemantización y
transgresión de sus espacios tradicionales, de un sujeto des-temporalizado, como
consecuencia de la eliminación de la memoria, del desprestigio del pasado y del
futuro y la conversión del ciclo vital en puro presente, y, finalmente, de un sujeto
individualizado y ego-céntrico, emanado del proceso de reducción de la familia y del
establecimiento de límites y exclusiones a ‘lo’ colectivo y grupal. Es con esa suerte
de nueva condition humaine que los actores, tanto en su dimensión individual como
social, deben lidiar, desarrollar nuevas estrategias semióticas, que les permitan
aceptar, rechazar o transformar y adaptar las nuevas realidades culturales. Como
hemos dicho arriba, es en el complejo, dinámico y conflictivo tejido de la vida
cotidiana, en las múltiples identidades y pertenencias de sus actores sociales, en la
que lo social y lo cultural se confunden en la unidad de la acción humana, donde,
finalmente, se amurallan las estrategias simbólicas que permiten preservar esa
móvil unidad de identidades culturales y los militantes sentidos de pertenencia
social. Desde allí, gracias a la convergencia dinámica de esos factores, se fundan las
bases de la historia.

Conclusiones

17 Esto explica por qué a menudo el acercamiento religioso de los misioneros extranjeros a

comunidades diferentes comienza por aquellos sectores de la cultura donde hay similitudes o por
estrategias materiales y simbólicas asociadas con la satisfacción de necesidades (atención sanitaria,
salud, etc.).
Entretextos 10
GLOBALIZACIÓN Y CULTURA: ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS Y VIDA COTIDIANA 139

Sin duda, la Globalización, fundamentada en recursos y potencialidades


jamás vistos en la historia de la humanidad, ha creado nuevos espacios de
intersección e interacción semióticas y, en consecuencia, ha generado una
explosión del sentido que se afinca particularmente en lo visual y en lo espacial,
pero que abraza a todos los lenguajes que el hombre ha creado. En la vida
cotidiana es donde esa intersección/interacción se ‘naturaliza’, pues mientras los
medios de difusión masiva y las organizaciones e instituciones se ubican en un
espacio social lejano, donde el hombre ya no es, allí, sino mero espectador, las
microculturas de la vida cotidiana, por el contrario, se ubican en un espacio social
cercano, pues es en ellas donde el hombre vive su día a día, donde no es espectador
sino protagonista activo, y donde, de modo definitivo, los sistemas de símbolos
están cargados de esa densidad semiótica que los emparenta con las
micromitologías cotidianas y, de allí, con “el conjunto de los arquetipos
suministrados por la memoria inmemorial de la humanidad” (Serres, 1969:31).
En el marco de la Globalización las culturas ‘externas’ o foráneas actúan
del mismo modo como actúa también, gracias a su capital simbólico, el Estado
moderno. Tal como lo explica Bourdieu:
“Si el Estado está en condiciones de ejercer una violencia
simbólica es porque se encarna a la vez en la objetividad bajo forma de
estructuras y de mecanismos específicos y en la ‘subjetividad’ o, si se
prefiere, en los cerebros, bajo forma de estructuras mentales, de
percepción y de pensamiento” (1997:98).
Es en la vida cotidiana, insistamos, donde con frecuencia se enfrenta con
mayor fuerza a las culturas externas, gracias al impulso gregario de las
microculturas que allí se despliegan, y que crean unas fuertes articulaciones que
permiten a sus actores resistir la tensión y negociar con fuerza soluciones que les
permitan mantener la continuidad en medio del cambio, la conservación de los
viejos símbolos y de los valores que en ellos se expresan, al tiempo que dan
cautelosa cabida a los nuevos símbolos de la imagen, de la televisión 18 y del
espectáculo.
En la vida diaria, igual que en los niveles macroculturales, se libra día a día
el encuentro dialéctico entre las fuerzas conservadoras e innovadoras, es allí donde
las fuerzas de in-tensión y ex-tensión hacen existir, asimilar y transformar las
microculturas que alimentan la historia, una historia que, como siempre, se gesta
en los límites y fronteras de culturas y sociedades. Es también en esos escenarios

18 Jost ha examinado detenidamente los nuevos procesos identitarios que protagonizan los jóvenes

en sus relaciones con la televisión y en el marco de la Globalización. Después de señalar que, a


diferencia de sus padres, los jóvenes se reivindican a sí mismos como ‘hijos de la televisión’, agrega
que “las jóvenes generaciones constituyen su identidad generacional a través del culto a la
televisión, pero este culto se devuelve, porque él pasa por pantallas nacionales lo que contribuye a
forjar microculturas que escapan a la globalización” (2002:31).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
140 J. E. FINOL

conflictivos de la cotidianidad donde el factor normativo del poder, del que habla Pross,
encuentra una resistencia que permite convertir las tensiones semióticas en
resistencia social y cultural.

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Entretextos 10
EL LIBRO Y LA PROVOCACIÓN DEL SENTIDO1
GASTÓN GAÍNZA

“Y dime, Sancho amigo, ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar?” Así
pregunta Don Quijote a su escudero en el segundo capítulo de la segunda parte del
libro. Y la respuesta de Sancho, una vez que logra que su amo le asegure que no se
enojará con lo que dijere, culmina con la alusión al hijo de Bartolomé Carrasco,
“que viene de estudiar de Salamanca, hecho Bachiller”, quien le ha dicho: “que
andaba ya en libros la historia de vuesa merced, con nombre de El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha, y dice que me mientan a mí en ella con mi mismo nombre
de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos
nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el
historiador que las escribió” (Cervantes 1966:495).
Admirado Don Quijote con la nueva, autoriza a Sancho para que vaya en
busca del bachiller Sansón Carrasco, encuentro que sirve de materia para el
capítulo siguiente, uno de los más graciosos de nuestra obra insignia que, en este
día, es referente inexcusable de la conmemoración del libro.
Con todo, lo sorprendente del acontecimiento narrado, equivalente a un
núcleo de sentido, reside en la toma de conciencia, por parte de ambos personajes,
de que “su historia” anda en libros; esto es, ha accedido a un nivel superior de la
existencia cultural de la época, el que determina la escritura.
En rigor, de acuerdo con el texto, Sancho dice que el Bachiller le contó que
la historia de Don Quijote “andaba ya en libros”. Si se repara en el tiempo verbal
empleado, ‘andaba’, y en el adverbio temporal ‘ya’, los ejes referenciales de este
núcleo narrativo sobrepasan la mera denotación de lo que está aconteciendo: ‘la
historia de Don Quijote está escrita’. En efecto, los semas deícticos de dichos
lexemas agregan una carga significativa no desdeñable, como lo demuestra un
análisis más demorado.
Al emplear el copretérito ‘andaba’ en lugar del presente ‘anda’, que hubiese
servido para satisfacer el propósito comunicativo básico, Sancho sitúa el
acontecimiento en el pasado, en un ‘entonces’ que se opone al ‘ahora’ de la
situación comunicativa; junto con la mención de tiempo pasado, la forma verbal

1 Texto leído en la Biblioteca de la Universidad Nacional de Costa Rica con motivo de la


celebración del día del libro (23 de abril de 2004). Se publica por vez primera en Entretextos.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
144 G. GAÍNZA

remite, en este caso, también a la deixis espacial de un ‘allá’, en oposición al ‘aquí’


de la situación comunicativa. De esta manera, cobra relieve el hecho de que este
saber fue adquirido en otro lugar 2 , en Salamanca, donde Sansón Carrasco se ha
convertido en Bachiller. En la España de Cervantes, el contexto de la obra remite a
una distinción geocultural entre La Mancha y Salamanca, manifiesta, entre otras
determinaciones, en la oposición entre lo rural y lo urbano, entre lo oral y la
escritura, entre el saber cotidiano y el erudito.
Por su parte, el adverbio ‘ya’, mostrativo del tiempo pasado, dentro del
núcleo narrativo significa también la inmediatez, la brevedad del lapso transcurrido
entre el tiempo de los acontecimientos vividos por los personajes, su ‘entonces’, y
el ‘ahora’, momento en que se ha escrito la historia de los mismos. De este modo,
los términos ‘historia’ e ‘historiador’ que el narrador utiliza, adquieren una carga
semántica complementaria que se suma al significado coloquial que en ese tiempo
tenían; de la mención anecdótica de relato y narrador, acceden a la de testimonio
escrito y erudito, lo que a su vez convierte los acontecimientos vividos por Don
Quijote y Sancho en realidad famosa, digna de registrarse en la Historia con
mayúscula; y transmuta el tiempo de los acontecimientos narrados en tiempo
‘historizado’.
Este acontecimiento del Quijote pone de manifiesto uno de los recursos
retóricos clásicos para la legitimación de la ficción narrada como si se tratase de
sucesos reales: la inserción del libro dentro del libro; o, como dice Iuri M. Lotman,
del texto en el texto 3 . Pero, ante todo, establece con extraordinaria lucidez la
importante función del libro, como clase privilegiada de textos, en la configuración
histórica de la cultura en que estamos inmersos. Procuraré motivar algunas
reflexiones sobre la naturaleza de este objeto cultural.

2 Repárese en que el espacio en este episodio ha sido distribuido entre el ‘aquí’ de la situación
comunicativa: la de la plática de Don Quijote y Sancho; el ‘ahí’ del entorno de Sancho, mostrado en
la pregunta que le hace Don Quijote: “¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar?”, y el ‘allá’ de
Salamanca.
3 “El juego con la oposición ‘real↔convencional’ es propio de cualquier situación de ‘texto en el

texto’. El caso más simple es la inclusión en el texto de un sector codificado con el mismo código
que todo el restante espacio de la obra, pero duplicado” (Lotman 1996:103). Lo significativo de la
perspectiva con que Lotman examina este recurso reside en la importancia que él asigna a las
funciones culturales del texto: “El aspecto pragmático es el aspecto del trabajo del texto, ya que el
mecanismo de trabajo del texto supone cierta introducción de algo de afuera en él. Sea eso ‘de
afuera’ otro texto, o el lector (que también es ‘otro texto’), o el contexto cultural, es necesario para
que la posibilidad potencial de generar nuevos sentidos, encerrada en la estructura inmanente del
texto, se convierta en realidad” (Ibidem:98).
Entretextos 10
EL LIBRO Y LA PROVOCACIÓN DEL SENTIDO 145

Las amenazas del hipercapitalismo mundializado


En nuestra experiencia cotidiana actual, sabemos que los libros son
mercancías producidas por la industria editorial. Podemos comprarlos en tiendas
de diversa índole, aunque las más idóneas, como su nombre lo indica, son las
llamadas librerías; a pesar de que, en ciertos casos, se confunde en ellas la venta de
libros con otros artículos. Algo similar sucede con los almacenes de grandes
superficies, o supermercados, entre cuyos correspondientes artículos aparecen,
como rara avis, los libros.
A este saber cotidiano, podemos sumarle otro u otros. Así, por ejemplo,
que un libro es un texto impreso en soporte de papel; también, que, por su forma y
contenido, un libro posee, por lo general, una condición cultural superior a otros
objetos de comunicación impresos. Como en todo saber social más intuitivo que
reflexivo, estas cualidades que les asignamos a los libros —a las que podríamos
sumar muchas más—, son susceptibles de análisis críticos que pondrían de
manifiesto su relatividad. Con todo, los libros desempeñan una importante función
en nuestra existencia; esta es una verdad incuestionable. A través de ellos, logran
permanencia actos comunicativos pertenecientes a todos los géneros discursivos
de una reproducción social histórica.
Como dije antes, todo libro es un texto; esto es, un objeto semiótico
semánticamente autónomo. El texto supone una red de relaciones entre su
productor (o destinador), el canal de circulación y su receptor (o destinatario),
enmarcadas por unas condiciones de producción semióticas específicas,
correspondientes a las determinaciones culturales del grupo social en que se
produce el texto. Este marco es lo que, en nuestros días, se llama la semiosfera,
término creado por Lotman en consonancia con el de biosfera 4 .
Los libros se producen en una cultura: “La cultura es un generador de
estructuralidad, y con ello crea alrededor del hombre una esfera social, que, como
la biosfera, hace posible la vida, cierto es que no la orgánica, sino la social”
(Lotman 2000:171). En un mismo movimiento, son productos de la cultura y, a la
vez, crean nuevos mecanismos culturales. Codificados con el sistema sígnico
verbal llamado escritura, participan activamente en los procesos de estructuración
del mundo social: “El ‘trabajo’ fundamental de la cultura [...] consiste en organizar
estructuralmente el mundo que rodea al hombre” (Ibidem). Pero, simultáneamente,

4 “La semiosfera es el espacio semiótico fuera del cual es imposible la existencia misma de la
semiosis” (Lotman 1996:24). Para lo concerniente a la red de relaciones semióticas en que siempre
está inserto un texto, es muy significativa la categoría de ‘función socio-comunicativa’ que Lotman
atribuye a los textos. Véase «La semiótica de la cultura y el concepto de texto» (Lotman 1996:77-
82).
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
146 G. GAÍNZA

en las actuales condiciones de producción, los libros también son mercancías y,


como tales, están sujetos a las leyes del mercado.
En este sentido, el proceso de mundialización del hipercapitalismo o
capitalismo salvaje, que caracteriza a nuestra época —proceso que algunos llaman
globalización, erróneamente—, ha creado unas condiciones de producción
editorial que impiden el desarrollo pleno de una cultura del libro, cuyos fines
indispensables para el crecimiento de las personas son la conciencia de su
mismidad, la capacidad crítica para evaluar su condición histórica y la necesidad
permanente de la solidaridad y el respeto a la vida.
Lo que llamo ‘cultura del libro’ es la inserción de las diversas y variadas
estructuras del sentido que fluye por los textos en las fuerzas productivas de la
semiosis social, que es la dimensión semiótica de la existencia colectiva. En
sociedades carenciales y asimétricas, como la nuestra, las estructuras de sentido
necesarias e imprescindibles son aquellas que ayudan a enriquecer las relaciones
sociales. Por sí solas, difícilmente podrán superar la asimetría social o mejorar la
calidad de la existencia; pero sumadas a esfuerzos de otro tipo, pueden favorecer y
hacer posible una transformación cualitativa de las condiciones históricas de la
sociedad.
Por eso es tan importante, en mi opinión, adquirir conciencia sobre las
adversas condiciones que las leyes del mercado hipercapitalista están imponiendo
en el área de la industria editorial. Como afirma Pierre Lepape: “Algunos llegan a
ver en la nueva economía del libro el modelo puro en que podría inspirarse un
neocapitalismo globalizado: precariedad y desigualdad de estatuto de los
‘trabajadores intelectuales’ que son los autores, trabajo y remuneración
intermitentes, premios a la creatividad y a la movilidad, criterios más duros de
competencia y cooptación” 5 . La noción de ‘World literature’ utilizada por Lepape
apunta, justamente, a la pérdida de editoriales de avanzada, cuyos propósitos de
originalidad y, sobre todo, de contestación son eliminados del mercado.
Atribuidos fundamentalmente a la producción editorial literaria, los
criterios de la World literature suponen mecanismos mercantiles arbitrarios, basados
de manera exclusiva en el afán de lucro: “En cuanto a la distribución, tres grandes
cadenas (Barnes & Noble; Borders, y Book-A-Million) eliminaron poco a poco a la
mayoría de los libreros independientes ya sea en provecho de sus megastores como
de su circuito de ventas por internet”. Lo que lleva a Lepape a opinar
irónicamente: “Un escritor puede recibir el Premio Nobel de literatura y ser
traducido a treinta lenguas, pero nunca pertenecerá a la World literature si no figura
en pilas en las mesas de los megastores de Barnes & Noble” (Lepape 2004:36). Por
supuesto, lo dicho también es válido para la producción editorial no literaria.

5 Lepape, 2004. P. Lepape es autor, entre otros textos, de Le Pays de la Littérature, Paris: Seuil, 2003.
Entretextos 10
EL LIBRO Y LA PROVOCACIÓN DEL SENTIDO 147

Existen, asimismo, unos amenazantes criterios de censura que, de una u


otra forma, se ponen de manifiesto en nuestro mundo cotidiano. En mi opinión,
están vinculados con otras maneras de enfrentar las circunstancias históricas en
que se desenvuelve nuestra existencia, de las que se desprenden procedimientos
como las ilegales guerras preventivas, los asesinatos selectivos o la manipulación
mediática. Este clima de pesimismo existencial del comienzo del siglo XXI —
derivado de la perversión de la política internacional—, influye en la producción y
circulación de los libros. Por la naturaleza de las condiciones de producción
editorial, los consumidores difícilmente pueden adquirir conciencia de los motivos
que impiden que los libros que quieren leer no estén en las librerías.
Un ejemplo de los mecanismos de censura en creciente desarrollo es el
reciente invento en EUA de un aparato que, instalado en el DVD, borra todas las
imágenes consideradas no aptas para ser vistas por los niños. El criterio con que se
establece la selección corresponde al puritanismo religioso al que se adscriben,
entre otras importantes personalidades de ese país, los miembros de la actual
Administración. Realizadores de cine, como Spielberg y otros de su valía, han
protestado por el cercenamiento de la libertad de expresión artística que tal
invento produce. ¿No sería más efectivo que los propios niños aprendiesen qué
programas o filmes son aptos para su desarrollo? ¿No correspondería a los padres
y otros adultos de su círculo familiar educarlos y hacerles entender que
determinados programas y filmes no contribuyen al desarrollo de sus capacidades
vitales? Traspasar tan importante proceso educativo a una máquina no parece ser
el procedimiento más eficaz para lograr niños y futuros jóvenes intelectualmente
sanos y equilibrados.
Dialécticamente, la falsa conciencia social que existe en ese país ha
permitido la difusión e, incluso, la premiación de un documental de Michael
Moore titulado Bowling for Columbine, al que Luis Bocaz, en su reseña sobre
Estúpidos hombres blancos, caracteriza como la “disección de la violencia latente en
los Estados Unidos y de su permanente amenaza de desborde fuera de sus
fronteras” (Bocaz 2004). En cuanto al libro de Moore reseñado, al que muchos
consideran un panfleto, según Bocaz, “su historia es aleccionadora. La imprenta
entregó, el 10 de septiembre de 2001, una partida de 50 mil ejemplares que quedó
en bodega. Cuenta Moore que los editores le hicieron saber que, dado el cambio
de clima político posterior a las torres gemelas, debería rescribirlo en un 50% para
su eventual aparición. Abreviemos. El libro salió sin modificaciones y logró un
éxito arrollador. Best-seller en los Estados Unidos. Millones de ejemplares en más
de 20 idiomas” (Ibidem).

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148 G. GAÍNZA

La función sociocomunicativa de los textos


Como dije al comienzo de esta reflexión, los libros son textos por cuyo
intermedio fluyen las más diversas y disímiles formas de sentido en una semiosfera.
Uno de los rasgos distintivos de ésta es su carácter restringido, manifiesto en la
noción de frontera, cuya conceptualización supone la alternativa entre una
mismidad y la otredad que la delimita: “De lo dicho resulta evidente que el
concepto de frontera es correlativo al de individualidad semiótica. En este sentido
se puede decir que la semiosfera es una ‘persona semiótica’ y comparte una
propiedad de la persona [...]. Es sabido que la frontera de la persona como
fenómeno de la semiótica histórico-cultural depende del modo de codificación”
(Lotman 1996:24 y ss.). De acuerdo con esta aserción, todo texto es siempre
otredad para quien lo reconoce.
La confrontación con la otredad del texto consiste en asignarle sentido
desde la mismidad (también de sentido) que, hasta ese momento, ha constituido el
soporte semiótico en que sustenta su identidad quien reconoce el texto: su lector,
su destinatario. La lectura de un texto modifica inevitablemente la codificación de
la frontera del lector; ya nunca más ese lector será la persona que era antes de leer
(o reconocer) ese texto. Los libros son múltiples vías de transformación de la
semiosfera de quienes los reconocen. Por esas vías o canales de modificación de
fronteras culturales y semióticas, discurren las distintas y variadas estructuras de
sentido capaces de transformar la calidad de la vida colectiva, perfeccionándola.
Cada texto moviliza sentido, flujo productor y reproductor de la
semiosfera. El sentido es como la sangre: flujo vital del organismo 6 . Es
significativa la observación de Lotman sobre la condición del texto en el plano de
la semiótica de la cultura. En oposición a la idea de texto propuesta por la
semiótica tradicional, en orden a considerarlo, por ejemplo, una señal de naturaleza
unitaria, la semiótica de la cultura demuestra que no es un enunciado en un
lenguaje cualquiera. Esto lleva a distinguir entre mensaje y texto: a nivel del
lenguaje natural, un enunciado puede funcionar como mensaje sin alcanzar la
condición de texto. Así, antes del desarrollo de la dialectología, la lengua (o
lenguaje verbal oral) era considerada una forma incompleta, si no incorrecta, de la
escritura (lenguaje verbal escrito). En sentido contrario, un conjuro o una fórmula
ritual codificados en una lengua olvidada (el celta antiguo, por ejemplo), son textos
en los que se ha producido una reducción del lenguaje primario: “Para que un
mensaje dado pueda ser definido como ‘texto’, debe estar codificado, como
mínimo, dos veces. Así, por ejemplo, el mensaje definido como ‘ley’ se distingue
de la descripción de cierto caso criminal por el hecho de que pertenece a la vez al

6Para Lotman, “todo el espacio semiótico puede ser considerado como un mecanismo único (si no
como un organismo)” (Lotman 1996:24. Subrayado por mí).
Entretextos 10
EL LIBRO Y LA PROVOCACIÓN DEL SENTIDO 149

lenguaje natural y al jurídico, constituyendo en el primer caso una cadena de signos


con diversos significados, y en el segundo, cierto signo complejo con un único
significado. Lo mismo se puede decir sobre los textos del tipo de la ‘plegaria’ y
otros” (Lotman 1996:78). En consecuencia, nuestro reconocimiento de un texto
provoca un sentido.
La palabra ‘provocar’ es un derivado culto del verbo latino vocare ‘llamar’, a
su vez derivado de vox, -cis ‘voz’. El verbo latino provocare significaba ‘llamar para
que salga afuera; excitar, provocar’ (Corominas 1974, IV:764 y s.). Los textos más
provocativos, por consiguiente, son los que gritan y llaman a voces para que se
reconozca el sentido. Los textos que, en nuestra semiosfera, satisfacen ese carácter
son los que canalizan el sentido de resistencia a los mecanismos de sujeción que
impiden el crecimiento de las personas, su acceso a la libertad.
La cultura del libro es mucho más que la organización empresarial de los
trabajos editoriales. La cultura del libro es ajena a la tecnología de la edición de los
textos y de su soporte material: el papel, el disco compacto o la red electrónica. La
cultura del libro es el producto del ‘trabajo’ de los textos. Por otra parte, y
volviendo a las lúcidas observaciones de Lotman, “la cultura en su totalidad puede
ser considerada como un texto. Pero es extraordinariamente importante subrayar
que es un texto complejamente organizado que se descompone en una jerarquía de
‘textos en los textos’ y que forma complejas entretejeduras de textos” (Lotman
1996:109). El trabajo de los textos, para la semiótica de la cultura, consiste en su
función socio-comunicativa, que puede reducirse a los siguientes procesos: a) el
trato entre el destinador y el destinatario, b) el trato entre el auditorio y la tradición
cultural, c) el trato del lector consigo mismo, d) el trato del lector con el texto y e)
el trato entre el texto y el contexto cultural (Lotman 1996:77-82; véase nota 4).
En esta red de relaciones se forja la valía de los libros y de su productividad
en la semiosis. El trabajo que desempeñan ha de redundar en un beneficio social
en la medida en que contribuyan a que, desde su condición de frontera y otredad,
permitan que los lectores adquieran conciencia de su mismidad en condiciones de
sometimiento. Por lo mismo, en ese proceso liberador han de hacer posible el
desarrollo de una conciencia crítica capaz de evaluar los mecanismos de
sometimiento y, a la vez, valorar la necesidad permanente de que las relaciones
sociales sean regidas por la solidaridad y el respeto a la vida.
Un caso ejemplar del trabajo semiótico de los textos es el libro que Mijaíl
Bajtín dedica al rescate de los valores culturales de la risa popular en la Edad Media
y el Renacimiento (Bajtín, 1987; edición original, en ruso, 1940). La rigurosa y
profunda investigación del sabio ruso hace posible comprender que los textos de
Rabelais son, en su época, profundamente transgresores. La cultura cómica
popular y, en especial, la cultura carnavalesca se oponían a la cultura oficial, “al
tono serio, religioso y feudal” de los agentes sociales del sometimiento. También

http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
150 G. GAÍNZA

en la obra de Shakespeare y en la de Cervantes subsisten los ecos de ese texto


colectivo no verbal que es la risa popular, la única válvula de escape de los
oprimidos frente a quienes los dominan. Pero es, sobre todo, en los textos de
Rabelais donde queda en evidencia la tarea de “destruir el cuadro oficial de la
época y de sus acontecimientos, en lanzar una mirada nueva sobre ellos, en aclarar
la tragedia o la comedia de la época desde el punto de vista del coro popular que se ríe
en la plaza pública. Rabelais moviliza todos los medios de la imaginería popular
lúcida para extirpar de las ideas relativas a su época y a sus acontecimientos, todo
mensaje oficial, toda seriedad limitada, dictada por los intereses de las clases
dominantes” (Ibid.:395).
Los artículos de opinión de Álvaro Quesada Soto (2003) constituyen, en
nuestro medio y en nuestra época, un texto igualmente transgresor. Como
homenaje a la memoria de un amigo tan querido y recordado, comentaré muy
brevemente el trabajo semiótico de su texto «Mathelmáticas», publicado en el
semanario Universidad (1991) (Quesada 2003:91 y ss.), en el que critica la falacia de
los argumentos del Ministro Thelmo Vargas, expuestos en un artículo titulado
«Dos más dos son cuatro», para justificar la política de ajustes estructurales o
privatización que el Gobierno de ese momento pretendía llevar adelante.
Desde el título, el escalpelo irónico de la escritura de Álvaro Quesada pone
en entredicho la aparente solvencia economicista del Ministro a quien, por su
condición profesional, se le considera experto en matemática. Es verdad que la
intención del artículo está lejos de cuestionar los conocimientos de matemática del
Ministro. Por el contrario, la ironía en el tratamiento del asunto pone en evidencia
que, con argumentos matemáticos, el señor Vargas quiere persuadir a la ciudadanía
de que las privatizaciones previstas por el Gobierno, constituyen un bien social:
“El problema del país, según el Gran Dictador de este gobierno chaplinesco,
consiste en que mucha gente exige al Gobierno gastar más de lo que está dispuesta
a darle en impuestos o, expresado en una originalísima metáfora, exigen ‘hacer
chocolate sin cacao’. ¿Quiénes son ésos que piden más de lo que dan en
impuestos, que pretenden tomar chocolate sin producir cacao? Las matemáticas de
Thelmo cuidadosamente lo ocultan pero exhiben como conclusión lógica —que
todos debemos respetar aunque no lo queramos— la única idea que parece haber
alumbrado este oscuro gobierno: ‘hay que reducir el gasto público’, lo cual equivale
según la lógica de las matemáticas thelmoeuclidianas a ‘privatizar’. No hay duda:
dos más dos son cuatro. Pero, ¿quién va a trabajar para producir el cacao y quién
se va a beber el chocolate?”.
Si se repara en lo términos que subrayé, la ironía se hace evidente: la
metáfora ‘originalísima’ es una expresión coloquial común en el castellano
costarricense. El gobierno es ‘oscuro’ como, a veces, las explicaciones
matemáticas, sobre todo cuando con ellas se quiere ocultar el verdadero propósito

Entretextos 10
EL LIBRO Y LA PROVOCACIÓN DEL SENTIDO 151

del asunto. ‘Alumbrar’ juega con sus dos significados comunes: ‘iluminar’ y ‘parir’:
por un lado, la privatización es la única luz en medio de la oscuridad del gobierno,
y, por otro, es la única idea que el gobierno ha parido.
Los ejemplos vistos son apenas la punta del iceberg: el artículo está lleno
de procedimientos similares que, de acuerdo con el estilo de Álvaro Quesada,
mueven a la risa aunque, a la vez, ponen en evidencia los abusos del poder que nos
convierten en víctimas. El recurso paródico es característico en sus artículos de
opinión, porque la parodia exige reconocer y comprender el sentido de un texto
mediante un proceso de inversión de los significados; en eso consiste su carácter
lúdicro, portador del dispositivo de la risa.
En la conclusión del párrafo citado, el autor menciona el título del artículo
del Ministro para someterlo a la transformación paródica con la que jugará a lo
largo del texto: saber sumar equivale a someterse a las políticas neoliberales de
privatización. Con este juego, cierra así su artículo: “La Biblioteca Nacional, que
sabe sumar muy bien, ofreció recientemente en su afanosa búsqueda de cacao, la
mejor demostración de lógica thelmoencefálica, y nos ayudó a vislumbrar lo que
será el paraíso al que aspira el gobierno: un país donde el único papel que circule
sea el papel moneda y los libros de historia sólo sirvan para limpiarse el culo” 7 .

Las andaduras del sentido


Como puede apreciarse en el recurso de la inserción del libro en el libro,
con el que inicié estas reflexiones, una de las funciones básicas de los textos es la
generación de nuevos sentidos. El hecho de que Don Quijote se entere de que sus
aventuras andan en libros, sucede en un acontecimiento narrado en un texto de
ficción. Don Quijote es un ser ficticio, un personaje de este texto de ficción. Sin
embargo, los libros a que se alude en el acontecimiento en cuestión, son reales;
pertenecen a la edición de la primera parte de la novela de Cervantes. ¿Cuál es la
realidad o cuál es la ficción? Este no es el problema, es sólo un juego propuesto en
la producción de sentido a través del texto: relación entre el destinador y el
destinatario, mediada, a su vez, por la relación con la tradición cultural que supone
la confrontación con la otredad que el texto representa en su semiosfera.
La legitimación del relato ficticio como historia de sucesos reales, que
permite convertir en seres históricos a los personajes de la ficción, es uno de los
propósitos del recurso. El texto ha generado un sentido superpuesto al del
acontecimiento narrado. Pero no es el único: en su contexto punza la aparición del
Quijote de Avellaneda. El reflejo del texto en el texto deslegitima ese libro apócrifo:
otra veta de sentido producida en el soporte textual.

7 Alude a un hecho histórico ocurrido entonces: funcionarios de la Biblioteca Nacional ‘reciclaron’


libros que estaban en bodegas por falta de espacio en las estanterías.
http://www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm
152 G. GAÍNZA

La risa popular de la plaza pública es un texto; examinada en el contexto


medieval, produce un sentido muy diferente del que suele asignársele cuando se
manifiesta como texto en espectáculos públicos de nuestro tiempo. Bajtín ha
recuperado ese sentido pretérito en el libro antes aludido. Un texto del refranero
popular costarricense: “no puede hacerse chocolate sin cacao”, sirve como
pretexto en el artículo de opinión de Álvaro Quesada para criticar las políticas
neoliberales de un gobierno de la pasada década, aunque el texto genera sentido
también en la actualidad.
En fin, la reflexión hace evidente la importancia que tiene el objeto
semiótico llamado libro en la construcción de un sentido crítico, cuyo trabajo
semiótico procura liberar a sus lectores de las ataduras provocadas por estereotipos
y prejuicios, para permitirles el tránsito hacia la libertad. En el día consagrado a
reconocer su valor social, deseémosle larga y fecunda existencia.

Referencias bibliográficas

Bajtín, Mijaíl: La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de


François Rabelais. Madrid: Alianza, 1987. Traducción de Julio Forcat y César
Conroy.
Bocaz, Luis: Reseña de Estúpidos hombres blancos, de Michael Moore (Barcelona:
Ediciones B, 2003). En: Le Monde Diplomatique (edición chilena, enero-
febrero 2004) 38:38.
Cervantes Saavedra, Miguel de: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Madrid:
Castilla (Edición IV Centenario), 1966.
Corominas, Joan: Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos,
1974.
Lepape, Pierre: «La dictadura de la World literature». Le Monde Diplomatique
(edición chilena, marzo 2004), 39:37. Traducción de Patricia Minarrieta.
Lotman, Iuri M.: La semiosfera, I. Semiótica de la cultura y del texto. Madrid: Cátedra,
1996. Selección y traducción del ruso de Desiderio Navarro. Capítulo final
de Manuel Cáceres.
Lotman, Iuri M.: La semiosfera, III. Semiótica de las artes y de la cultura. Madrid:
Cátedra, 2000. Selección y traducción del ruso de Desiderio Navarro.
Quesada Soto, Álvaro: Artículos de opinión. Herencia, 13-2 y 14-1 (2003), Anexo (o
separata):48-108.

Entretextos 10
JÓVENES
COLEGAS
LA NOCIÓN LOTMANIANA DE FRONTERA
Y LA CONQUISTA DE AMÉRICA, DE TODOROV 1
TOMMASO TESTAVERDE

Uno de los trabajos de Lotman más interesantes y sugestivos, destinado a


dejar una huella en el desarrollo de las teorías semióticas futuras es, sin duda,
Acerca de la semiosfera, en el cual el intelectual ruso trata de definir el concepto de
semiosfera. En el propio inicio de ese ensayo, Lotman cita los referentes más
significativos de la ciencia de los signos —Peirce, Morris y Saussure— para, en
seguida, alejarse de ellos, y exponer su nuevo método de investigación que utiliza a
lo largo de su trabajo. El método tradicional de la semiología se basa en el
principio de adicionalidad: se analiza el objeto complejo viéndolo como simple
adición de objetos simples. De esa manera, cualquier sistema analizado corre el
riesgo de convertirse en una simple suma de signos. Para Lotman, en cambio, el
sistema es un conjunto de relaciones entre los signos, en el que no se debe enfocar
la mirada sobre la parte, el ‘ladrillito’ que constituye el todo, sino que conviene
prestar atención a los principios que regulan la relación entre las partes. Tomando
prestada la metodología y el léxico que en biología había desarrollado Vernadski,
Lotman llama semiosfera al espacio que hace posible el funcionamiento de los
signos. Fuera de la semiosfera no es posible la comunicación ni el sentido. La
semiosfera es el gran sistema en el interior del cual se desarrolla la vida semiótica.
Analizando los rasgos distintivos y los principios de funcionamiento de la
semiosfera, Lotman habla de frontera. El espacio de la frontera es importante
porque establece y regula la relación entre el ‘dentro’ y el ‘fuera’. La operación de
traducción es fundamental para incorporar lo ajeno en el espacio semiológico.
La frontera semiótica es la suma de los traductores-‘filtros’ bilingües
pasando a través de los cuales un texto se traduce a otro lenguaje (o lenguajes) que
se halla fuera de la semiosfera dada (Lotman 1984).
Los conceptos de frontera y traducción parecen fundamentales teniendo
en cuenta ciertos aspectos de la historia de la humanidad, como es la conquista-

1 Este trabajo fue presentado como ensayo para el curso de doctorado de «Semiótica literaria y
semiótica de la cultura» (Programa de Doctorado de Teoría de la literatura y del arte y literatura
comparada de la Universidad de Granada, curso académico 2006-2007). Se publica por primera vez
en Entretextos.
Entretextos 10
LA NOCIÓN LOTMANIANA DE FRONTERA Y LA CONQUISTA DE AMÉRICA, DE TODOROV 155

ensanchamiento espacial y la evolución cultural que conlleva. La idea misma de


ensanchamiento siempre remite al problema de enfrentarse a lo ajeno, relacionarse
con él y englobarlo en el propio sistema de signos. Desde ese punto de vista, se
puede decir que las fronteras no se pueden concebir sólo según un sentido
espacial, hecho que explica emblemáticamente Bajtín cuando dice:
“No debemos imaginar, sin embargo, el dominio de la cultura
como un conjunto espacial encuadrado por sus fronteras y teniendo, al
mismo tiempo, un territorio interior. El dominio cultural no tiene
territorio interior: está situado en las fronteras; las fronteras le recorren
por todas partes, a través de cada uno de sus aspectos; la unidad
sistemática de la cultura penetra en los átomos de la vida cultural, de la
misma manera que el sol se refleja en cada una de sus partículas. Todo
acto cultural vive, de manera esencial, en las fronteras: en esto reside su
seriedad e importancia; alejado de las fronteras pierde terreno,
significación, deviene arrogante, degenera y muere.” (Bajtín 1975: 30)
Bajtín nos ayuda a comprender la importancia de la frontera, de la relación
con lo ajeno y de la traducción.
Con referencia a esa dinámica, fundamental para la vida de la semiosfera,
La conquista de América de Tzvetan Todorov, representa un significativo ejemplo de
análisis de línea de frontera que ilumina claramente el principio de traducción y su
funcionamiento en una de las épocas mas importantes para la humanidad: la época
en la que la civilización occidental descubre y se enfrenta a las poblaciones
indígenas de América Latina. Según el mismo Todorov, el descubrimiento de
América es el momento en el que el ego descubre la alteridad en un sentido
moderno. Ego, alteridad, dos palabras que ya en si mismas encierran el sentido más
profundo del concepto de frontera y de traducción. El análisis que Todorov
desarrolla es toda una investigación de las modalidades través de las cuales el
individuo occidental se apodera de la alteridad. Desde Cristóbal Colón hasta los
últimos misioneros, pasando por los conquistadores, el descubrimiento de
América se convierte en una línea de frontera en la que se interrogan las
identidades ajenas y los signos que producen, y el autor investiga los mecanismos
de asimilación de la alteridad en el propio sistema cultural a partir del nivel
comunicativo.
Todorov identifica así varios esquemas posibles de acercamiento a lo ajeno.
La reacción más común y espontánea de los primeros españoles (como Colón y
Cortés) que se acercan a la alteridad es traducir la diferencia del otro en
inferioridad:
“Los indios y los españoles practican la comunicación de
diferente manera. Pero el discurso de la diferencia es un discurso difícil
[…] el postulado de diferencia lleva fácilmente consigo el sentimiento de
superioridad, y el postulado de igualdad, el de in-diferencia.” (Todorov
1982: 70)
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156 T. TESTAVERDE

Un ejemplo de esa diferencia es la comunicación que se desarrolla entre


Moctezuma (rey de los aztecas) y Cortés, comunicación que exhibe dos sistemas
distintos de signos y que el mismo Cortés sabrá utilizar en su favor. El sistema
cultural azteca se basa en los conceptos de orden y repetición. El pasado y la
tradición juegan un papel determinante, porque todos los acontecimientos futuros
se inscriben en un horizonte de sentido ya organizado, en el cual la novedad que
no encuentra una precisa referencia en un acontecimiento pasado, se ve como mal
presagio. Esa estructura provoca una comunicación ritual que con dificultad logra
adaptarse a la improvisación (precisamente lo que se requería de la situación de
conquista que los indios estaban viviendo); una comunicación que, además,
contempla como destinatario el mundo natural en vez de a la persona humana. En
cambio, la comunicación de los españoles y de Cortes tiene un referente humano.
“El comportamiento semiótico de Cortes es característico de su
lugar y de su época. En sí, el lenguaje no es un instrumento unívoco: sirve
tanto para la integración en el seno de la comunidad, como para la
manipulación del otro.” (Ibid., 135)
Cortés sabe traducir la comunicación de Moctezuma y dirigirla a su propio
fin: la Conquista. Sin embargo, muchas veces el fin sirvió de justificación de los
maltratos y de las numerosas muertes que sufrieron los indios. Al principio, el
comportamiento de los españoles se sitúa en la encrucijada de dos oposiciones
distintivas: igualdad — desigualdad e identidad — diferencia, oposiciones
reguladas por un tercer término, superioridad — inferioridad. Según ese
mecanismo binario, como hemos dicho, actúa la mayoría de los conquistadores y
parte de los misioneros llegados a América para difundir la religión cristiana. Hay
textos que difunden la ideología de la inferioridad, como testimonian las palabras
del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y del filósofo Juan Ginés de
Sepúlveda. Esos dos intelectuales en particular, para demostrar la superioridad de
los españoles, hacen hincapié en el supuesto incivismo de los indígenas y autorizan
a tratarlos como animales o incluso como objetos. Escribe Todorov:
“El canibalismo, el sacrificio humano, el entierro de la esposa,
todo ello implica que no se le reconozca plenamente al otro su estatuto
de humano, semejante a uno y diferente a la vez.” (Ibid., 170)
La relación con la alteridad y con otro sistema cultural, pasa, al principio,
inevitablemente por un juicio, y el punto de referencia principal es el propio
sistema de valores, en el que los ritos citados se cargan de un sentido negativo. Hay
“una identificación de mis valores con los valores” (Ibid., 166) y, a la vez, las
diferencias que se marcan con la alteridad sirven para testimoniar su inferioridad.
Si trasladamos esa dinámica a la religión cristiana, los valores se
corresponden con entidades absolutas que sobrepasan cualquier individualidad y
cualquier derecho a la vida. En nombre de los valores cristianos, conquistadores y
misioneros se sienten autorizados a matar y maltratar. Aún así, no es éste el único
Entretextos 10
LA NOCIÓN LOTMANIANA DE FRONTERA Y LA CONQUISTA DE AMÉRICA, DE TODOROV 157

modo posible de relación con la alteridad. Hay recursos alternativos que un


sistema cultural dado tiene a disposición para que la apertura de la línea de frontera
no se convierta en una anexión destructora. Existen otras soluciones
comunicativas.
Las Casas representa un ejemplo tan complejo como emblemático, porque,
a lo largo de su vida, evoluciona hasta madurar una relación con los aztecas que
tiene rasgos ejemplares incluso hoy. Para empezar, Todorov reconoce a Las Casas
el mérito de haber desarticulado la asociación diversidad — inferioridad. El obispo
español ve a los indígenas iguales a los españoles; sin embargo, advierte Todorov:
“si bien es indiscutible que el prejuicio de superioridad constituye un
obstáculo en la vía del conocimiento, también hay que admitir que el
prejuicio de igualdad es un obstáculo todavía mayor, pues consiste en
identificar pura y simplemente al otro con el propio ‘ideal de yo’ (o con el
propio yo)” (Ibid., 177-180)
El camino que conduce a un enfrentamiento neutro con la alteridad es
todavía largo, sin embargo, con Las Casas, a pesar de hallarnos aún en el ámbito
del prejuicio, notamos un primer cambio significativo: si el modelo de los
conquistadores pertenecía a una idea de anexión destructora, Las Casas se hace
portavoz de un modelo de anexión pacífica. Bajo el punto de vista de la relación
con la alteridad, ésta todavía no se reconoce como entidad autónoma, sino que
adquiere sentido sólo en virtud de la proyección del propio ego sobre ella. Para
aceptar al otro y comunicar con él, se necesita una hipótesis preliminar de igualdad,
sin la que no puede existir relación ni comunicación. Las Casas,
“si bien admite que hay diferencias entre españoles e indios que podrían
desfavorecer a estos últimos, las reduce inmediatamente por medio de un
esquema evolucionista único: ellos (allá) están ahora como nosotros (aquí)
estábamos antaño […] En el origen todas las naciones fueron toscas y
bárbaras […], con el tiempo alcanzarán la civilización (se sobreentiende:
la nuestra)”. (Ibid., 181)
La diversidad es un crédito que Las Casas otorga a los indígenas, y la tolera
sólo en virtud del hecho de que antes o después los indígenas alcanzarán la misma
condición de los españoles. Eso significa que hasta el acercamiento a la alteridad
está siempre regulado por el propio sistema de valores. Ellos son lo que yo fui y
serán lo que yo soy.
Aún así, según Todorov, Las Casas representa un modelo cultural en el que
se empiezan a percibir caracteres modernos. En relación con los valores religiosos
antes citados, se nota que en el obispo español hay una inversión de tendencia.
Con los conquistadores, los valores religiosos se cargaban de un sentido
transindividual y común destinado a tener más importancia que los valores y que
las exigencias individuales. En nombre de la religión se mataba porque había algo
más alto que constituía el punto de referencia y de justificación de los actos

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158 T. TESTAVERDE

violentos. Las Casas vuelca esa proporción: lo individual empieza a tener más
importancia que lo común; la cristianización tiene que pararse delante del derecho
a la vida. Las Casas defiende a los aztecas de la violencia de los conquistadores. Sin
embargo, el ámbito religioso llevará a Las Casas a posiciones aun más avanzadas.
Hemos visto cómo la percepción y la relación con la alteridad ha
evolucionado pasando de un centro de gravedad dominado por el área semántica
de la inferioridad a uno dominado por el área semántica de la igualdad. La
violencia y la usurpación dejan espacio a la paz, aunque Las Casas aún no se aleja
de la ideología colonial. Desde una perspectiva contemporánea podemos decir que
“la eficacia del colonialismo es superior a la del esclavismo” (Ibid., 189) y Las Casas
trata llevar la conquista de América del segundo al primer término.
Aún falta un eslabón para llegar a una posición más neutra hacia el otro, y
Las Casas parece alcanzar esa posición al final de su vida, contestando a Sepúlveda
en el ámbito de la controversia de Valladolid 2 . Al filósofo que sostiene la tesis de la
inferioridad de los indígenas, el obispo español le rebate ofreciendo un cuadro del
sentimiento religioso de los aztecas en el que se manifiesta una sensibilidad nueva.
He aquí las palabras que reproduce Todorov en relación a esto:
“Las Casas termina por adoptar una nueva posición, e introduce
lo que podríamos llamar el ‘perspectivismo’ en el seno de la religión. Se
habrá observado cómo toma sus precauciones para recordar que el dios
de los indios, aunque no es el ‘verdadero’ Dios, sin embargo es
considerado por ellos como tal, y que de ahí hay que partir: “al Dios
verdadero o putativo considerado como verdadero” […]; “al Dios
verdadero o a aquel que, por error, se consideraba como verdadero” […]
Pero reconocer que su Dios es verdadero para ellos, ¿no es dar el primer
paso hacía otro reconocimiento, a saber, que nuestro Dios es verdadero
para nosotros —sólo para nosotros?[...]
Las Casas se ve llevado a modificar su posición y a ilustrar por
esta misma razón una variante del amor que uno tiene por el otro; un
amor que ya no es asimilacionista sino distributivo en cierta forma: cada
uno tiene sus propios valores.” (Ibid., 200-201)
En el interior de la religión cristiana, desarrollando el debate y
enfrentándose a las posiciones contrarias a la suya, Las Casas descubre el
‘perspectivismo’. La igualdad ya no significa proyección de sí sobre el otro, sino

2 Se le llama ‘controversia de Valladolid’ (Junta de Valladolid) a aquella querella que se desarrolló en


España en 1550 y que ve enfrentados en un diálogo a distancia de un lado a Juan Ginés de
Sepúlveda, partidario de la desigualdad entre indios y españoles, y, del otro a Bartolomé de las
Casas, partidario de la igualdad. La obra más emblemática que expresa las ideas de Sepúlveda es el
Democrates alter, en la que el filósofo desarrolla su idea de una sociedad organizada de forma
jerárquica. La obra no obtuvo el imprimatur de las autoridades españolas y, precisamente a partir de
esa denegación, que llevó a Sepúlveda a acudir a los jueces, nace dicha controversia.
Entretextos 10
LA NOCIÓN LOTMANIANA DE FRONTERA Y LA CONQUISTA DE AMÉRICA, DE TODOROV 159

que se encuadra en otro contexto: cada uno tiene una perspectiva que se desarrolla
a partir de sistemas culturales y sígnicos distintos.
Renuncia en la práctica al deseo de asimilar a los indios, y elige la vía
neutral: los indios mismos decidirán sobre su propio porvenir (Ibid., 204).
La experiencia de Las Casas es emblemática porque recoge en sí el sentido
de un acercamiento, de un viaje. Pasando por varias etapas, el obispo español llega
a descubrir una modalidad de relación con la alteridad altamente significativa
porque no es invasora. Está claro que la perspectiva de Las Casas se manifiesta en
un estado todavía embrionario. La experiencia de Sahagún y Durán, misioneros
españoles enviados a América Latina, llegará aun más lejos.
Como Las Casas, los dos misioneros reconocen que los indios tienen un
sistema comunicativo distinto y regulado por otros principios, y enfocan su
actividad misionera en el aprendizaje de ese nuevo sistema semiótico para luego
cambiarlo. En la actividad de Durán y Sahagún tenemos el ejemplo de cómo la
traducción, en vez de servir al sistema cultural del que parte, acaba por preservar el
sistema que quería condicionar. El contacto comunicativo con las poblaciones de
América Latina empieza con intérpretes indígenas que aprenden el español para
comunicarse con los conquistadores, y acaba con misioneros españoles que
aprenden la lengua indígena para poderse comunicar con ellos. Si bien con
distintos matices, la dinámica de la traducción se mueve entre esos dos polos,
puede pasar por dos direcciones de sentido: ‘traducción a’ o ‘traducción desde’. La
dirección a través la cual pasa el sentido, en el caso de la conquista de América,
puede determinar la supervivencia de un sistema cultural.
Se podría decir que, a partir de los discursos de los aztecas, Sahagún produjo
un libro; ahora bien, en este contexto, el libro es una categoría europea. Y, sin
embargo, el objetivo inicial se invierte: Sahagún había partido de la idea de utilizar
el saber de los indios para contribuir a la propagación de la cultura de los
europeos; acabó por poner su propio saber al servicio de la preservación de la
cultura indígena (Ibid., 250).
En la mayoría de los casos, la traducción al sistema cultural indígena es el
primer paso hacia su disolución. En cambio, la traducción desde el sistema cultural
indígena al propio sistema de referencias conlleva la preservación de aquel mundo
y del nuestro a la vez. La única consecuencia que debemos estar dispuestos a
tolerar es un cierto grado de hibridación cultural, que quizás sea el sentido y la
herencia más profunda de la traducción.
“[…] un Durán y un Sahagún anuncian, sin realizarlo
plenamente, el diálogo de culturas que caracteriza a nuestro tiempo, […]
un diálogo en el que nadie tiene la última palabra, en que ninguna de las
voces reduce la otra al estado de simple objeto, y en el que cada uno saca
ventajas de su exterioridad respecto al otro.” (Ibid., 259-260)

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Lo que no debe pasar desapercibido es que, a pesar de que soluciones


pacíficas de acercamiento a la alteridad aparezcan ya en el siglo XVI, Occidente
elegirá en la mayoría de los casos modalidades de relación más invasoras. Las
Casas acabará por proponer al rey de España renunciar a sus propiedades en
América Latina y dejar a los indios libres de vivir según sus principios. La historia
se ha encargado de demostrar, al contrario, que todos los procesos de colonización
tienen la tendencia a acercarse a la alteridad para sacar provecho de ella sin cuidar
ni preservar su sistema cultural.
La frontera será siempre una línea través de la cual el proceso de
traducción actúa en un sentido inverso. No es tanto el sistema de signos ajeno que
se traduce en nuestro sistema de valores, sino nuestro sistema de valores que
obliga a la alteridad a adaptarse a él, acabando por destruir su universo de sentido.
La comunicación, más que constituirse como diálogo, se constituye como
monólogo. Y la traducción se convierte en destrucción.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bajtín, M. M. 1975. Вопросы литературы и эстетики: исследования разных лет


[Voprosy literatury i estetiki: issledovaniia raznyj let]. Moscú, Judozhestvennaia
literatura (trad. esp. Teoría y estetica de la novela: trabajos de investigación. Madrid,
Taurus (Persiles. Teoría y crítica literaria, 194.), 1989, 519 páginas;
traducción de Helena Kriukova y Vicente Cazcarra).
Lotman, I. M. 1984. «О семиосфере» [«O semosfere»]. Ученые записки Тартуского
государственного университета [Uchenye zapiski Tartuskogo gosudarstvennogo
universiteta] 641 (Труды по знаковым системам 17: Структура диалога как
принцип работы семиотического механизма) [(Trudy po znakovym sistemam 17:
Struktura dialoga kak princip raboty semioticheskogo mejanizma)]. Tartu, págs. 5-
23 (trad. esp. «Acerca de la semiosfera». La semiosfera. I. Semiótica de la cultura
y del texto (selección y traducción de Desiderio Navarro), Madrid, Cátedra,
1996, págs. 21-42).
Todorov, T. 1982. La conquête de l’Amérique. La question de l’autre, Éditions du Seuil
(trad. esp. La conquista de América: el problema del otro. Madrid, Siglo XXI,
19989 (19871), 277 páginas; traducción de Flora Botton Burlá).

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