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6.2. DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS.

La representación implica una legitimación excepcional, es más,


podría decirse que consiste en ella, “la esencia de la representación
es el poder”, cualesquiera sea su razón de ser o su origen; poder
para ante los demás, que le permite a un sujeto sustituir a otra
persona en la celebración de un negocio jurídico o contrato y
declarando que obra en nombre y por cuenta ajenos, sin vincularse
personalmente, y sí haciendo que todos los efectos de su actuación
desemboquen directamente en el representado.
• Parte formal: sujeto que actúa sin interés en la operación, o no siendo
el único interesado en ella, estatuida por la ley o dispuesta por
testamento o por negocio jurídico entre vivos.

• Parte material: sujeto interesado, que por definición no interviene,


pero que sí recibe íntegros los efectos, directa e inmediatamente.

La eficacia directa de la representación es su efecto natural, por su


misma función y por mandamiento de la ley, y no, como se sostuvo
antaño, por ficción de esta, o por transmisión de la voluntad del
representado al representante.
REPRESENTACIÓN DIRECTA, PERFECTA O PROPIA.
Presupone y exige, a más del poder o legitimación, que el
representante obre a nombre y por cuenta del representado y que
así lo declare, o que ello resulte inequívocamente del contexto de la
actuación y que aquel se mantenga dentro de los límites del poder a
él conferido. De lo contrario, en el segundo evento pasará a ser
agente oficioso, y en la primera hipótesis quedará vinculado
personalmente y, en general, recibirá todos los efectos, sin perjuicio
de sus derechos y acciones frente al dominus de acuerdo con los
términos de la relación de base o relación de gestión.
REPRESENTACIÓN INDIRECTA O IMPROPIA.
Deriva del hecho de que el agente actúa en nombre propio, pero por cuenta y
en interés ajenos, lo cual puede obedecer a la exigencia de la relación de
gestión o del propio dominus, o derivar de la sola iniciativa del gestor, inocente
o perversa.

FACTORES BÁSICOS DE LA REPRESENTACIÓN


i. La actuación de alguien.
Ii. A nombre de otra persona.
Iii. Estando facultado para ello por esta o por ley al afecto.
Iv. Los efectos de su comportamiento van directamente al representado.
6.3. Tipos de
representación
6.3.1. Por mandato de la ley.
6.3.2. Por voluntad del titular.
6.3.3. Orgánica.
6.3.1. Por mandato de la ley.
Aquella que tiene su fuente en determinadas disposiciones legales y, por lo mismo, obedece a
ciertas exigencias y orientaciones del ordenamiento, enderezadas a proteger al sujeto o a
terceros: el representante obra en razón de una investidura que le viene de la ley
automáticamente, o de ella concretada por la determinación de juez o funcionario
administrativo, pero siempre dentro de un cauce trazado por la ley, solo que acá el poder es
derivado, dada la intervención necesaria del funcionario, y la representación es típica.
Hay lugar a ella cuando el sujeto no puede obrar por sí mismo, sea por imposibilidad jurídica,
como en las hipótesis de incapacidad o debilidad, o de separación de la administración de sus
bienes, para seguridad de terceros, o incluso por imposibilidad material, como en el caso del
ausente.
La representación legal es el único instrumento para la participación de determinados sujetos
en el tráfico jurídico o para que puedan seguir en él, es ese sentido se le considera y denomina
necesaria.
Representación legal es la de los padres de familia, los tutores y curadores de menores, los
curadores de dementes, sordomudos, disipadores, los curadores del ausente, del nascituro, de
la herencia yacente. E igualmente, la del administrador de una masa patrimonial: interventor,
contralor, etc. En la representación necesaria, no hay lugar a que el representante consulte con
el interesado, y menos a pensar que su actividad puede estar orientada o dirigida por este.
6.3.2. Por voluntad del titular.
Consiste en la facultad o autorización (poder) que una persona concede a otra, representante,
para que a nombre y por cuenta suya celebre uno o varios negocios jurídicos, cuyos efectos por
eso mismo y en la medida que el agente obre dentro del marco de sus atribuciones, recibirá él
directamente.
Debe distinguirse la figura propiamente dicha de la representación de figuras afines como la
cooperación, pero sin sustitución o sin poder decisorio: representación indirecta, mandato no
representativo.
Es frecuente la confusión entre representación y mandato, sin embargo, el poder puede estar
contenido en otras figuras negociales, como relación interna, de base o contrato de gestión:
contrato de trabajo, de arrendamiento de servicios, de sociedad, de agencia mercantil.
Adicionalmente, el mandato es un encargo de parte del mandante, con la asunción del deber
de ejecutarlo por parte del mandatario, por cuenta y riesgo del mandante, cuyos términos bien
pueden no incluir facultades decisorias, indispensables para que se de la representación, como
sería el caso del poder para contraer matrimonio.
Ejemplo: La agencia comercial puede o no estar acompañada de representación. Art 1317 C CO.
Representación Legal o necesaria Representación voluntaria o negocial
Es impuesta por el ordenamiento para Es producto de la iniciativa
proveer a situaciones o circunstancias (autonomía) del representado, quien
que exigen provisión de intereses de por su propia iniciativa decide delegar
alguien que por motivos variados no en otro lo que él podría hacer por sí
puede o no debe actuar por sí mismo, mismo, y consiguientemente es dueño
o para la protección de terceros, o de otorgar el poder y decidir sobre
para resolver una contraposición de todos sus detalles, modificarlo y
pareceres paralizadora, y por lo mismo, cancelarlo, como también de
íntegra su disciplina está contenida en prescindir de ella para obrar
la ley, y los distintos sujetos no se personalmente.
pueden sustraer ni a la representación,
ni a sus reglas y desemboca en una
sustitución total del interesado.
6.3.3. La representación orgánica.
La representación propia de las personas jurídicas deriva de su naturaleza específica,
es algo distinto de la representación ordinaria. La persona jurídica tiene un ser propio,
que demanda la presencia y el concurso de individuos por medio de los cuales actúa,
que son los llamados órganos, medios o instrumentos indispensables al efecto,
fenómeno este ciertamente distinto del de la representación.
El ámbito del poder de representación de los órganos de la persona jurídica, cualquiera
que sea el origen o la calidad de esta, se encuentra regulado necesariamente por los
estatutos: estén ellos contenidos en la ley, decreto, ordenanza o acuerdo, o en
escritura pública o documento privado.
En cualquiera de los casos, habrá que individualizar el órgano estatutariamente
encargado de la actividad externa de esa persona (representación), distinta de la
actividad interna, y verificar en qué forma ejerce esas funciones, si lo puede hacer
autónomamente o subordinado a autorizaciones o al concurso de otro órgano, interno
o de alguien externo.
La diferencia entre la representación legal y la representación orgánica consiste en que
el órgano es al mismo tiempo parte de la persona jurídica y se identifica con ella, en
tanto que el representante legal es un sustituto del incapaz o ausente. La
representación no puede dejar de implicar en todo caso la duplicación de sujetos.
6.4. Requisitos.
6.4.1. Poder para representar.
Para actuar en nombre ajeno y obtener que los efectos del negocio
así celebrado se radiquen en la persona por quien se obra, es
indispensable contar con un poder, que surge de un previo acto de
apoderamiento, un negocio de procura, una calidad legal por sí sola,
o con discernimiento de un juez; en fin, un título que autorice la
injerencia en la esfera ajena: legal, judicial (o administrativa),
negocial, etc.
El poder de representación es el fundamento de la eficacia del
negocio representativo, constituye un requisito legal de eficacia.
Dicho poder puede derivar entonces de la ley, de esta y su
puntualización en un acto judicial o administrativo, o de una
disposición estatutaria de la persona jurídica, sola o desarrollada
por una decisión de la junta de socios o de la junta directiva, o en un
acto del interesado.

El representante, cualquiera que sea la índole de la representación,


es tal, en cuanto se encuentra investido de una autorización o
facultad para obrar por cuenta de otro, y más, a nombre de otro, en
este caso con efectos inmediatos y directos sobre el patrimonio del
otro sujeto. Investidura que genéricamente se llama poder,
término con el cual se indica la correspondiente atribución, procura
o acto de apoderamiento en la representación voluntaria.
En el supuesto de la representación legal, el poder viene directamente
por la relación de parentesco, o indirectamente con la mediación del juez
o de la autoridad administrativa, que acoge la designación del
progenitor, o testador, o donante, o nombra al representante.
En la representación orgánica, el apoderamiento se remite sin más a la
norma jurídica para la generalidad de las personas jurídicas de derecho
público, o a los estatutos de la sociedad, la corporación o la fundación,
que puede exigir su desarrollo en una elección por parte del órgano
interno competente.
En la llamada representación voluntaria, puede hablarse en términos
generales de un acto de apoderamiento, tradicionalmente asimilado al
mandato, o que deriva de él, o cualquier otro negocio o gestión.
Formalidad de los poderes para actuación judicial.
Los poderes generales, que se utilizan para toda clase de pleitos,
deben conferirse por medio de escritura pública.
Los poderes especiales, para un pleito específico, se confieren por
documento privado autenticado.
El apoderamiento dentro del desarrollo del trámite judicial
(audiencia) puede ser verbal.
6.4.2. Intención de representar.
Es aquella que da origen a la institución, por lo que el representante debe
manifestar la intención de celebrar el acto o el negocio jurídico en nombre de
un tercero (representado) y no en nombre propio, ya que los efectos serían
distintos, recaerían en su cabeza.

6.4.3. Manifestación de la voluntad del representante.


La voluntad en los actos o negocios jurídicos debe ser libre y sin configuración
de vicio alguno, por lo que el representante debe revestirse de las mismas
condiciones.
ASPECTOS GENERALES DE LA
REPRESENTACIÓN
6.5. PROCURA Y RELACIÓN DE GESTIÓN

Es de vital importancia diferenciar las dos relaciones que plantea la figura de la


representación, una, la de la autorización o legitimación para obrar y otra, la de
relación subyacente o que le sirve de base, relación de gestión, elementos estos
necesarios para que se pueda configurar el supuesto de hecho de la representación.

Una cosa es que el sujeto indicado: progenitor, tutor o curador, albacea, apoderado,
administrador, agente comercial, trabajador, contratista, etc., esté investido de un
poder de representación: directamente por la ley, o mediante una providencia
judicial, o por una procura o apoderamiento, y otra son las relaciones: derechos y
obligaciones unilaterales o recíprocas entre él (representante) y el representado,
diferencia cuya importancia se acentúa en el caso de la representación voluntaria.
Es preciso entonces distinguir la relación interna, entre
representante y representado, de la relación o relaciones
externas, entre tercero y representante y representado.
La primera está regida por el origen de la legitimación, por
la ley o por el contrato en razón del cual surgió la
representación. La segunda, se rige por las normas
aplicables a la representación correspondiente.
6.5.1. Representante o apoderado relativamente incapaz

Cuál sería la razón de la autorización para constituir como mandatario a un


relativamente incapaz, aceptando evidentemente que un incapaz absoluto no
podría serlo. Si el otorgante de la procura ha de ser plenamente capaz, ¿Qué
sentido tendría que el gestor no lo fuera? ¿Por qué al representante legal no se
le tolera nunca la incapacidad?

La solución consiste en recordar que el mandato no se confunde con la


representación y que el encargo correspondiente puede reducirse a la mera
transmisión de una decisión del mandante, lo que supone que el mandatario,
bien puede ser un simple porta voz, oficio para el cual no necesita disfrutar de
capacidad plena y puede bastarle la relativa.
6.6. PLURALIDAD DE REPRESENTANTES O DE REPRESENTADOS

Tanto la representación legal como la negocial permite la presencia simultanea


de varios representantes de un mismo representado, es decir una representación
colectiva; y la negocial, que también un mismo agente representante de varios
domini entre los cuales hay comunión de intereses.

El primer evento se da, de suyo, en la representación legal del hijo menor por sus
progenitores; también puede ocurrir en la tutela y en la curaduría, cuando el
testador designó a varias personas representantes del pupilo. El segundo,
cuando el se confiere poder a varios representantes a la vez.
Código Civil Código de Comercio
Si el mandante no ha divido la Cuando el mandato se confiera
gestión, los varios a varias personas, cada uno de
representantes podrán dividirla los mandatarios podrá obrar
entre sí, pero si se les prohibió separadamente. Art 1272 C Co.
obrar separadamente, lo que Representación disyuntiva.
hicieren de este modo, será
nulo. Art 2153 CC.
Representación conjuntiva.
De todos modos, la responsabilidad de quienes administran
conjuntamente es solidaria, como también los es la de quienes
dividieron entre sí la gestión (Art. 508, 510, 1338 CC y 1272 C Co).

En caso de pluralidad de representantes, que puedan obrar cada cual


por separado (con poderes disyuntivos), cabe la eventualidad de que
dispongan de un mismo derecho del representado en forma opuesta
o incompatible. En tal evento, se tendrá como único negocio eficaz el
primero en el tiempo, dado que el segundo carecería ya de objeto. Y
si los actos hubieran sido simultáneos, quedarían ambos en estado de
invalidez.
6.7. OBLIGACIONES Y DEBERES RECÍPROCOS DE REPRESENTANTES Y
REPRESENTADOS

Primordialmente se encuentra la obligación del apoderado de poner al servicio del


poderdante los medios prometidos, pero adicionalmente, esta relación genera una
serie de derechos y obligaciones recíprocas, fundamentales para el adelanto
adecuado de la gestión.

Atada al interés del poderdante, la actividad del representante ha de desarrollarse


en esa dirección, pero, como ocurre en toda relación obligatoria, el representado
tiene la carga de colaborar con el representante para su propia satisfacción.
6.7.1. Deberes del representante

Lo primero que se supone es que las actuaciones se realizan


desplegando las operaciones indispensables o adecuadas a la finalidad
de la relación.

El representante debe actuar con esmero, diligencia y lealtad para con


el representado.

Por esmero, hace referencia a que debe actuar con cuidado de su


desempeño y adicionalmente, competencia, lo cual es de la mayor
trascendencia en las actividades que demandan conocimientos,
destrezas, habilidades especiales. Pero sin perder de vista la
singularidad del caso.
En cuanto a la lealtad, su obligación se muestra con un encarecimiento
acentuado del deber de fidelidad de quienquiera que recibe una
autorización para obrar por otro y se desempeña en esa calidad.

La diligencia, es una calidad del comportamiento debido cuyos caracteres


se remiten al contenido del negocio de gestión y ha de apreciarse con
referencia a la índole de la gestión, a la relación entre las partes y a las
circunstancias singulares del acto.
Deber de reserva
El representante habrá de comportarse con discreción, que en muchos
casos implica el deber de reserva y el de guardar el secreto profesional. El
apoderado no tiene por qué divulgar, sobre todo, innecesaria o
inútilmente, las instrucciones recibidas por el poderdante, como tampoco
el adelanto de sus gestiones y su culminación; la prudencia le impone pedir
la autorización de aquél o consultarlo a propósito de.

El secreto profesional es algo más preciso que la discreción y, de ordinario,


está sancionado legalmente; comprende tanto la información obtenida en
razón del desempeño del oficio, como la recibida del cliente a propósito,
abarca la vigilancia de documentos y archivos y vincula, a más del
apoderado a sus auxiliares.
Responsabilidad del apoderado
Las obligaciones del representante son de hacer, hacer jurídicamente
calificado (celebrar negocios o actos jurídicos), que debe ejecutar con
la mayor diligencia, y bien pueden calificarse de medio y no de
resultado. El agente tiene un deber general de diligencia en la
ejecución de su labor.

La representación es simplemente facultad, atribución para obrar a


nombre ajeno. Cosa distinta es el encargo otorgado y asumido por el
apoderado, que puede obligarlo a celebrar el negocio o acto jurídico,
obligación esta que no se derivaría ya de la procura, sino del negocio
de gestión, y que bien puede ser de resultado.
Derechos y privilegios del apoderado frente al poderdante
El ordenamiento civil prevé que podrá el mandatario retener los efectos que
se le hayan entregado por cuenta del mandante para la seguridad de las
prestaciones a que este fuere obligado por su parte. (Art 2188 CC), esto es,
tanto para lo que aquel le deba a título de reembolso, como respecto de su
crédito por honorarios o retribución de los servicios.

El ordenamiento comercial va mucho más lejos, el mandatario tendrá


derecho a pagarse sus créditos derivados del mandato que ha ejecutado, con
las sumas que tenga en su poder por cuenta del mandante y, en todo caso,
con la preferencia concedida en las leyes a los salarios, sueldos y demás
prestaciones provenientes de las relaciones laborales.
Deberes de los representantes legales
El Art. 298 CC, señala la responsabilidad de los padres en fuerza de la
administración de los bienes del hijo de familia, por toda disminución o
deterioro que se deba a culpa aún leve o a dolo. Los guardadores responden
hasta por culpa leve inclusive, no pueden donar bienes raíces del pupilo, y las
de muebles exigen autorización de Juez, no podrán dar en arrendamiento
predios, los rústicos por más de 8 años, ni los urbanos por más de 5, y en
ningún caso del que le falte al menor por alcanzar la mayoría de edad, deberán
siempre expresar que obran en representación del pupilo, están obligados a
llevar cuenta fiel, exacta y en cuanto fuere dable, documentada, de todos sus
actos administrativos, exhibirla luego que termine su administración; restituir
los bienes a quien por derecho corresponda y pagar el saldo que resulte en su
contra, expirado su cargo, proceder a la entrega de los bienes tan pronto como
sea posible.
6.6. EXTINCIÓN DE LA LEGITIMACIÓN

La representación no es perpetua, puede finalizar, tanto por fenómenos


extraños a la voluntad de las partes, como por determinación conjunta entre
ellas y también por decisión unilateral de cualquiera de ellas.

Así las cosas, las causas de la extinción de la representación pueden depender:

1. Del contenido del acto de apoderamiento.


2. De decisiones del representante o del representado.
3. De hechos posteriores atinentes a la persona y a la capacidad de cada
uno de ellos.
Sobresalen, aquellas propias del contrato de mandato:

a. El desempeño del negocio para el que fue constituido.


b. La expiración del término.
c. El cumplimiento de la condición prefijada para la terminación del
mandato.
d. La imposibilidad sobrevenida de la prestación, o de la actividad para la
cual se otorgó la legitimación.
e. La revocación del mandante.
f. La renuncia del mandatario.
g. La muerte del mandante o del mandatario.
h. La quiebra o insolvencia de alguna de las partes.
i. Su interdicción.
j. La cesación de las funciones del mandante, si el mandato fue dado en
ejercicio de ellas.
k. La resolución por excesiva onerosidad.
REVOCACIÓN DEL PODER

El poder de representación, implica en si mismo una confianza


especial hacia el representante, no obstante, e fija especialmente en
el interés del representado. De ahí que siempre se le haya
mencionado dentro de los actos de suyo revocables.

Su función es cancelar la investidura o legitimación para obrar


concedida al representante, pero sin efecto retroactivo, lo anterior
supone una terminación del negocio por decisión unilateral del
interesado.
REVOCACIÓN DEL PODER, NO DEL MANDATO.

Existe, como se ha reiterado, diferencia entre el acto de apoderamiento y el negocio de gestión.


La terminación del negocio de gestión (mandato) acarrea la extinción del poder, en cambio, la
extinción de este, especialmente por revocación, no lleva consigo necesariamente la terminación
de la relación de base.
Por ejemplo: La revocación del poder del poderdante patrono respecto del trabajador
representante, no significa la terminación del contrato de trabajo.

“Pues como es bien sabido, el apoderamiento y la relación de gestión no se asimilan y, por el


contrario, mantienen su autonomía, de manera que el poder se puede revocar, como también
renunciar, con plenos efectos, conforme a su propia disciplina, quedando vigente la relación de base:
mandato, sociedad, contrato de prestación de servicios dependiente o autónoma, agencia, etc.”
Fernando Hinestrosa.
MANERAS DE REVOCAR EL PODER
Puede hacerse por cualquier medio de expresión. La ley (Art 2190
CC) prevé que puede ser expresa o tácita, es decir, mediante
declaración o conducta concluyente, por ejemplo, otorgar el poder
a distinta persona, para el mismo negocio.
Asimismo, podría realizar el representado una actuación directa, en
sustitución del representante, téngase en cuenta que, el hecho de
conferir poder a alguien para la gestión de estos o aquellos asuntos,
no le impide al interesado realizar por sí mismo la actividad
correspondiente, toda vez que la legitimación del gestor es de
segundo grado o derivada del representado, quien, sin embargo,
puede haberse despojado de dicho poder al haber dispuesto de
manera expresa, no ejecutar determinado acto personalmente.
El poder para actuación judicial se revoca por escrito auténtico o por el otorgamiento de
poder a otra persona, que excepcionalmente puede hacerse oralmente (Art 69 C.P.C)

La representación legal, por su misma naturaleza, no es revocable: concluye por


providencia judicial o decisión administrativa que disponga la remoción del o los
progenitores, guardador, secuestre, liquidador, etc.

La representación orgánica puede terminar por la remoción del representante de


acuerdo con el trámite señalado estatutariamente o en la ley para el nombramiento de su
reemplazo, que ha de inscribirse en el registro público correspondiente.

En todo caso, los poderes subsisten o continúan produciendo sus efectos, mientras
apoderado y terceros no tengan noticia de la revocación.
RENUNCIA DEL PODER
A la inversa de la revocación, la legitimación se extingue por renuncia del agente, que es un acto
potestativo suyo, que forzosamente a de comunicar al representado.
No se puede abandonar intempestivamente la gestión, pues ha de dejar transcurrir “un tiempo
razonable para que el representado pueda proveer a los negocios encomendados”, so pena de
tener que indemnizar daños y perjuicios (Art. 2193 CC)

“Cual ocurre en principio con la discrecionalidad de la revocación, el procurador puede en


cualquier momento dar por terminado de su parte el apoderamiento, sin que para la eficacia de
su decisión sea menester nada distinto que comunicarla al poderdante. Cosa distinta es su deber
de lealtad para con este de no “abandonar” el cargo mientras el provee a la atención de sus
cosas, personalmente o encargando a otro apoderado, como también de su deber de no
renunciar sin una justa causa. Él no tiene la obligación de seguir fungiendo como representante,
pero si tiene el deber de comportarse de buena fe, y por ello, en cuanto falte a dicho imperativo,
habrá de resarcir el perjuicio que cause, al margen de la cesación del nexo representativo.”
Fernando Hinestrosa.
MUERTE DEL PODERDANTE O DEL APODERADO

En principio, la muerte del representado produce efectos extintivos a partir de su


conocimiento por parte del representante, quien, con todo deberá continuar su gestión
en caso que, de suspenderla, se causaren perjuicios para los herederos (Art. 2194 CC).
La muerte del poderdante no produce la terminación del poder conferido para la
actuación judicial.

La legitimación termina con la muerte del representante, cosa distinta son los deberes
de sus herederos para con el representado: avisarle de su fallecimiento y tomar las
medidas cautelares y de aseguramiento de sus intereses (Art 2196 y 1285 CC). Igualmente
ocurre con la incapacitación de uno u otro, salvo, en cuanto al representado, en el
evento que la procura haya sido conferida “también en interés del mandatario o de un
tercero” (Art 1284 CC).
CESACIÓN DE LAS FUNCIONES EN RAZÓN DE LAS CUALES SE
OTORGA EL PODER

Cuando el poder fue conferido por una persona en razón de sus


funciones, la cesación de ella en el ejercicio del cargo implica la
terminación del poder.
Por ejemplo, el poder que un tutor o curador confiere a otra
persona para la celebración de un determinado contrato en
representación del pupilo, al cesar lar funciones, termina el poder
que confirió en razón de ellas.
TERMINACIÓN DE LA REPRESENTACIÓN LEGAL

La representación legal termina, de plano, cuando cesa su razón de


ser, como por ejemplo cuando el menor llega a la mayoría de edad o
por la rehabilitación del interdicto, la terminación del proceso de
liquidación o intervención, por la aparición del ausente, o la
declaración de su muerte.
Así mismo, por la interdicción del representante, cuando se decreta
judicial o administrativamente la pérdida de la investidura por parte
del representante debido a su mal comportamiento: cancelación de
la patria potestad, remoción del guardador, secuestre, liquidador,
etc.
AGENCIA OFICIOSA
Ni la ley ni el titular facultan al tercero para actuar por cuenta ajena y en nombre del
representado, pero el tercero lleva a cabo la representación.
Artículo 2304. <Definición de agencia oficiosa>. La agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos,
llamada comúnmente gestión de negocios, es un contrato (sic) por el cual el que administra sin
mandato los bienes de alguna persona, se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos.
La agencia oficiosa, según lo dispuesto en el artículo 2304 del código civil es un
contrato de carácter civil, a través del cual una persona que se denomina agente
oficioso o gerente administra sin que medie un contrato de mandato, los negocios de
una persona respecto a la cual se obliga y al cual obliga en ciertos casos.
Para que este contrato exista según lo establecido por la corte suprema de justicia en
sentencia de 15 de octubre de 1941, es necesario que concurran los siguientes
requisitos:
❖Que se administren negocios ajenos.
❖La ausencia de mandato para la gestión de los negocios.
❖La intención de obligarse para con el interesado a quien se le administran los bienes.
❖La posibilidad de obligar al interesado en ciertos casos.
Se caracteriza por ser de carácter unilateral, ya que la responsabilidad recae en
cabeza del agente oficioso.
La responsabilidad del agente oficioso o del gerente como también lo
denomina el código civil, depende de las circunstancias de la gestión de los
negocios. Si se encargó de la gestión de los negocios para evitar un daño a los
intereses ajenos, su responsabilidad se limita al dolo o culpa grave, pero si por
el contrario tomo de manera voluntaria el encargo es responsable hasta de la
culpa leve. Si se ha ofrecido a la gestión impidiendo que otros la ejerzan será
responsable de toda clase de culpa.
Existe, respecto de la agencia oficiosa una contradicción en nuestro código
civil, pues pese a que la define como un contrato, la clasifica en los cuasi
contratos, clasificación que definitivamente la ubica donde es debido.
Artículo 2302. <Definición de cuasicontrato>. <Artículo subrogado por el
artículo 34 de la ley 57 de 1887. El nuevo texto es el siguiente.> Las obligaciones
que se contraen sin convención, nacen o de la ley o del hecho voluntario de las
partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella.
Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un
cuasidelito o culpa.

Artículo 2303. <Clases de cuasicontratos>. Hay tres principales cuasicontratos:


la agencia oficiosa, el pago de lo no debido, y la comunidad.
Bajo estos términos el interesado solo se obligará respecto
a la gestión del agente oficioso cuando ratifica su gestión,
pero, sin embargo, cuando la gestión ha sido bien hecha o
el negocio fue bien administrado el interesado debe
cumplir las obligaciones que haya contraído el agente en la
realización de la gestión, pero si el por el contrario el
negocio fue mal administrado, el agente es responsable de
los perjuicios que cause en virtud de los establecido en el
artículo 2308 del Código Civil.

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