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El contradictorio

El origen

El dolor predilecto y altruista del ser humano, de mis semejantes —se contrapone a lo
fantástico, a la potencia atomista e individualista. Acoge en su seno la expectación, la
permanencia y la ausencia— es el principio constitutivo de la existencia.
La existencia en el espacio: la presencia del homo sapien (Linneo) en el límite del abismo y los
eones (partículas), determina la ciencia de la existencia, la ontología, y a su paralelo, la
historia. Procuramos vivir en el límite, en el punto medio donde confluyen la realidad y los
sueños.
Los sueños, la extensión de la realidad. ¿Y la realidad? el final de un sueño. Estos se pueden
convertir en los umbrales del dolor, al final de un principio infinito de los que se aman y se
odian (reales). Esta es mi locura opulenta y variopinta. La cual nace, crece y muere bajo la
escomía del movimiento, la reflexión.
Si yo fuera un holograma (imagen tridimensional), tan sólo uno verdadero. El cual no tuviera
miedo a las creaciones del hombre, los dualismos irreconciliables. Los cuales se materializan
para buscar el significado de la vida y la felicidad, con malas maneras; a causa de una
desesperación producida por una desmesurada falta de moral. No todo lo que se califica o
identifica como persona tiene cualidades constitutivas de persona.
Si yo fuera uno de esos hologramas de los desposeídos, diría: yo soy el que soy, sin ningún
criterio existencial. Pero es inmoral, ilegal e injusto; todo lo que implicaría mi ser sería una
negación absoluta, un valor aislado (monista) sin una función, un eón no configurado.

La declaración de un mortal

La búsqueda de aceptación (de los demás) es el ictus o acceso morboso a la felicidad miserable
e hipócrita y, porque no decirlo, a la degradación y mutilación de la voluntad humana en
consigna de búsquedas ilusas y novelescas.
Dicen ¡soy libre y sueños tengo! En una declaración muy lírica. Cuando en realidad los amantes
de la ciencia y la tecnología —creaciones del hombre para comprender y manipular la
realidad— se ufanan y se glorían de animalizar y de convertir en necrófagos a nuestra digna
raza de antaño; la distorsión del conocimiento científico es generada por una religión: el
fetichismo científico.
Esclavos de nuestros sueños somos. Nos hacemos llamar los verdaderos optimistas, soñadores
y libres. Como si en el paleolítico, el hombre con todas sus carencias no hubiera deseado vivir.
Creemos y creemos, vivimos de creencias en creencias, que en el buen sentido de la palabra
creemos que representan y defienden una causa noble e histórica. Cuando la voluntad de
poder del hombre nunca dependió de una estúpida creencia. Se hizo fuerte en su debilidad y
en la respuesta bravía de los críticos aniquilados y desterrados de toda felicidad pomposa y
divina.
¡Magnifica la locura, locura extrema y diabólica, repulsiva a los miasmáticos!
El susurro dulce y natural y las caricias sinceras, son la belleza no absoluta pero real que
expresan cosas inexplicables y asombrosas, que en un plano consciente definen con profunda
claridad nuestros deseos de vivir.
Cesar venció a un Vercingétorix en el año 52 a. C no por azares del destino como afirmaba
Eduard Meyer acerca de la historia. Sino que las invariantes y variantes existenciales (contexto)
operantes en los personajes citados, hacen de los eventos suscitados una verdad y no un
asunto mágico e irreal. Cada uno hizo lo necesario (lo efectivo) para que ocurriera historia
(ciencia); las indeterminaciones interpretativas sobre los hechos —cuentos de dioses y
semidioses—, son el resultado de un razonamiento poético acerca de la realidad o del sentido
vida. Utilizados por mucho tiempo para explicar la realidad, de manera vertical, absoluta y con
nebulosas mediaciones atemperantes.

La bestia (un dios) definida como un ser fantástico, la cual es la concentración de toda la
maldad, poder y dominio según nuestra subjetividad. En realidad, no es infernal si es
comparada con nuestras casas del terror: bancos, escuelas, universidades, oficinas de
administración pública y privada, congreso, palacio de gobierno, etc. Las cuales son ad
hominem contra nosotros; según la sublimación y sustantivación distorsionada ( de la métrica
y el orden estas casas del terror son honestas y perfectas en realidad, apariencia de
humanidad. Pero solo son obnubilaciones, que cuando son llevadas a un plano ontológico-
materialista se vuelven contra sí mismas y reflejan nuestra mediocridad obstinada.

El conocimiento burlado

¡Sicofante! se escucha a las afueras de la ciudad de Dios. Los hombres ya muertos han dejado
su ciencia y filosofía como testigos ante el cruel usurpador (idea de Dios). El cual, al verse
acorralado, decide llegar a un consenso con el hombre. Pero ¿cómo es posible equilibrar e
igualar el conocimiento científico con el conocimiento religioso, como alguno lo intentan y
viven de ello? Esto es una impostura, ya que el segundo es gratuito y se construye en base a un
acto de fe —el eminente Guillermo de Ockhan (acusado de impiedad) dijo: “No podemos saber
de una forma evidente si Dios existe” I Sent. II, 5) y resuelve de la siguiente manera: “De esto
no se sigue que podamos demostrar que existe un solo Dios, pero esto los sabemos por la fe”.
(ibídem). Sí, es sólo manipulación, una falacia ad verecundiam, es un atentado contra la razón,
el dominus dixit (magister dixit) imperante en la lógica escolástica.

Zubiri dijo: Que pueda existir una relación del hombre con Dios. Serían en consecuencia dos
posturas inconciliables, la de quien cree y la de quien no cree.

La contingencia

La paradoja de la probabilidad de lo improbable —la improbabilidad de las moléculas del


ADN— se explica: la evolución se realiza aprovechando condiciones no constantes sino
transitorias. Esto nos permite generar un orden improbable en el transcurso del tiempo. Este
orden no es producido por el azar, ni por la mano de Dios. Se manifiesta a través de las
substancias (el material subyacente) que eternamente existen, y de las fuerzas físicas que les
son inherentes.

Sobre el racionalista y el ateo

Es la tradición de los filósofos impíos –aquellos que en la Grecia Antigua solían ser condenados
por el delito de asebeia: Anaxágoras, Protágoras, Sócrates, Aristóteles…)– que, sin embargo,
no fueron ateos («Sócrates ese ateo, decía Voltaire, que sólo cree en un solo Dios»). Desde el
materialismo filosófico hay que subrayar que la impiedad (la asebeia), pero no el ateísmo, es lo
que caracteriza a una filosofía estrictamente racional. El materialismo filosófico es, sin duda,
ateo, pero no por ello puede dejar de tener en cuenta las posiciones del teísta o las del deísta,
aunque sólo sea para refutarlas y para fijar respecto de ellas, dialécticamente, su propia
posición. Quienes se acogen a la «regla de abogado» según la cual la carga de la prueba
corresponde a quien afirma algo y no a quien lo niega –deduciendo de esa regla que el ateo o
el materialista no tiene por qué ocuparse de probar «la inexistencia de Dios»– proceden muy
superficialmente, cuando los consideramos desde el punto de vista filosófico; puesto que ante
una cuestión como la de la inexistencia del Dios terciario es imprescindible «dar beligerancia»
a los argumentos del teólogo natural, cuando no sólo se ocupa de la existencia de Dios, sino
también de su esencia y desde su esencia. No se trata, por tanto, de que el ateo demuestre la
inexistencia de Dios; se trata de demostrar la «imposibilidad» de su esencia o de sus atributos,
por ejemplo, por incompatibilidad, entre un Dios omnisciente y el reconocimiento «en serio»
de sistemas caóticos deterministas pero impredictibles (Garcia, 2018).

La decadencia

El idealismo, el aforismo humanista, cristiano, satánico, etc. No desató los zapatos del viejo
caminante —para llevarlo al sueño vital—, ergo lo mantuvo "despierto" y preocupado en
pseudo mediaciones atemperantes.

El Ungido

En una primera tesis, el amor debería ser una especie de vanidad (atracción discontinua) total.
Y no hay nada elemental o básico en esta afirmación.
En nuestra realidad, en el universo, algunas cosan son efectivas y otras son inciertas en su
esencia: vacío cuántico, la materia exótica, etc. Y entonces ¿cómo surgen las cosas? Afinidad
espontánea (superposición de reacciones) en su inicio, nada más que eso. Y como en la física
cuántica —la idea principal es que el universo es un gran vacío de incertidumbre, materia
vencedora de la anti-materia, violencia generadora de vida—, en la “física antropológica” las
cosas particulares nacen cuando el equilibrio del vacío es perturbado.
Una idea de espontaneidad —un impulso de lo subyacente y compatible en serio con lo
externo— según la cual la realidad es la no-nada. Esto se puede relacionar con la idea de que
las cosas existen por una decisión espontanea (voluntario o de propio impulso), hecha por un
ignorante, por un hombre.

Esto es terrible, lo que llamamos " creación" es un desequilibrio o una catástrofe cósmica, las
cosas existen por una violencia a priori y un error en el equilibrio del vacío, negación de la
negación. ¡Tenemos que asumir esta catástrofe y error hasta el final! Tenemos una
herramienta para esto, el amor. ¿No es el amor un asunto universal? Un monstruo bicéfalo
que piensa en una cabeza: el mundo me importa, y a la par en la otra: le soy indiferente. El
amar es un acto de supervivencia. Los hechos históricos —conquistas y derrotas, aciertos y
errores— han dependido de la conquista y perdida del "efímero corazón" del hombre.
La posición cristiana apuntala sus fundamentos teológicos en la contingencia humana.
Tomás de Aquino señala el radical carácter indigente de las cosas finitas, el necesitar
inevitablemente de otras cosas para ser y existir. Tomás cree que es precisamente esta falta de
fundamento en su ser lo que exige que exista un ser necesario al que llama Dios. Pero también
el empirismo había señalado la contingencia, la pura facticidad, como uno de los rasgos
básicos de la realidad. La mala interpretación y el mal uso que le dan a la contigencia es un
acceso, puerta o nexo (oportunismo) para manipular la verdad de la voluntad humana: el vivir
y el reafirmar su propósito (sentido de la vida) como ser finito, el cual no es absurdo en su
función efectiva como tal, sino que es absurdo como un proceso producto del desequilibrio de
la nada. Cito a Sartre: «nuestra presencia en el mundo no responde a intención ni necesidad
alguna, carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda».
Con esto se descarta todo juicio moral trastocado y fundamentado en valores mutilados y
distorsionados en el fundamento de su propósito. Por ende, afrontamos la vida tal como es.

El egoísmo —selección— solo define y da luz al equilibrio en la potencia máxima de la verdad


social. En biología, el egoísmo es la tendencia de un organismo hacia su propio bienestar a
expensas de los otros; es to ultimo solo es un asunto mecánico.
El racionalismo ciego, sordo y mudo (determinismo sobrepasado) —que era la herramienta
fundamental del oscurantismo y el ascetismo— menguo ante la voluntad y la verdad del ser al
recurrir a falacias ad hominen. Nuestra posición se opone al pseudo altruismo y al idealismo
dieciochesco de lo perfecto y absoluto, de lo teológico y matemático, a los humanistas de
nervios débiles y "moralistas" creyentes que solo son una herramienta de la herramienta de la
mentira

Dando un ejemplo, para que una nación se fundamente no necesita la "unidad" trastocada y
sin equilibrio, sino un representante, un sistema, económico, político, etc, que se cuestione, se
replantee, evolucione o cambie, y por ende sea útil; toda sociedad a la que se le implanto la
idea de que la maldad en su corazón es a causa de lo efímero y egoísta que es este, y no la de
su relación y coexistencia con la realidad, y todo lo implica esta, carece de este sistema.
La maldad contenida en los libros de historia nos es más que la anti-materia (no confundir con
lo inmaterial o inexistente) de la realidad, y es el producto de una manipulación a partir de una
interpretación distorsionada acerca de los asuntos controversiales de las relaciones
existenciales.

EL SENTIDO DE LA VIDA ES PROPORCIONAL A LA NECESIDAD HUMANA DE CONOCER Y


ENTENDER

Decimos que la necesidad de conocer los fenómenos a través del espacio antropológico del
operador, es el sustento formal del sentido de la vida, y a su vez el sentido de la vida es el
sustento factico del conocimiento. El cual va moldeando, pero nunca prefigurando el
contenido de lo conocido y por ende del conocedor. Si viéramos tan solo un poco la necesidad
humana, no andaríamos presumiendo de manera desproporcionada nuestra condición actual,
distorsionando a otros y a nosotros mismos.

Por otro lado, los fenómenos sociales y naturales son una descripción interpretativa de la
realidad, que modela al homo sapiens, pues lo rodea y lo sostiene. Pero para que esas
descripciones se den se necita un logos, una razón, un campo negativo, un contexto
contrastante, el cual reconstruye el escenario existencial a escala, a manera de una escultura,
un cuadro o un mapa. En otras palabras, lo ordena convencionalmente, determinando así las
leyes categóricas de un quehacer, una ciencia o un arte.

La verdad

Desafortunadamente la integridad y reputación del sentido común es afectada por las


elucubraciones mal concebidas (paridas) en el terreno de la existencia, en su síntesis; sin lugar
dudas el contraste abstracto-concreto es de mucha influencia en lo controversial —es un
asunto muy importante—, en sus truncas y acertadas dialécticas.

El utopismo (consciente de las relaciones) y el pensamiento alicia (lo contrario) son fecundados
por el monismo y el atomismo, a su vez estos permiten seguir en pie mucha felicidad y orgullo
ex nihilo; el pretexto ideal —por su facilidad— para la guerra sin sentido.

Desastrosa es la venganza del hombre ciego, sordo y mudo, el hijo de la impostura, de la


palabra nunca hablada, de la perspectiva nunca percibida. El enemigo innecesario y absurdo
del eppur si muove.

Hegel

La actividad espiritual (las formas que manipula por su fuerza, por la razón, por el nous de
Anaxágoras) es un asunto contradictorio sino se compensa con una obra resultante de un
quehacer que este dentro de los márgenes positivos, efectivos… hay mucho por hacer
hermanos, lo dijeron y lo siguen diciendo muchos.

La perspicacia arrabalera o la genialidad ad populum, anestesian momentáneamente la


ignorancia sobre la vida y sobre la relación razón-acción inherente en todo ser complejo.

VoF—O

La fórmula es la síntesis existencial (sentido de la vida), pero qué síntesis puede haber entre un
monista continuísta y atomista (un falso, que se disfraza de lo controversial) —en márgenes
radicales— con la realidad, con nosotros.
Lo que atañe al humanista serio (misántropo contemporáneo), no es lo evidente, sino lo
controversial, la topología (el estudio de la proximidad por ende de la continuidad) de lo
inexplicable; los remanentes de los enemigos de la filosofía en la actualidad se reagrupan y
siguen generando falacias de lo inexplicable, palabras baratas, declaraciones líricas.

Frecuentemente la libertad se compatibiliza con la Idea de Mal. Desde la antigüedad el


hombre creyó estar influenciado, metafísicamente, por un contexto diabólico más que por uno
angélico, por obvias razones ideológicas.
De largo el subterfugio algorítmico dispensador no estaba en sujeto y ni decía de un sujeto, o
sea, la plasticidad con que la palabrería no describía nada de lo existente, era un asunto
evidente, o sea fenomenológico y a su vez epifenomenológico.

El mal es un asunto interesante y . La dulce cena de Saturno es

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