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Escuela De Ingeniería Electrónica

Universidad San Luís Gonzaga de Ica”

Trabajo:
“LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA”

INTEGRANTES:
 José Raymundo Cutti Mitma.
 Erickson Emmanuel Barrios Preciado.
 Sergio Augusto Baldeon Chuquihua.
 Jhak Muñoa canales.

Docente:
ING. FLORES HERNANDEZ, MIGUEL ANGEL

Sección:
II1EE-1

Curso:
Realidad Nacional, Regional, Universitaria Y Defensa
Nacional.

2018

Facultad de ingeniería mecánica y eléctrica


Escuela De Ingeniería Electrónica

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LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA

1. ANTECEDENTES

Influencias externas para la independencia de Hispanoamérica


La forma de vida impuesta por España a través de las reformas borbónicas hizo
crisis hacia fines del siglo XVIII. Los criollos, influenciados por las corrientes
ideológicas europeas (ideas de libertad e igualdad y justicia) y los primeros ejemplos
de la independencia de los Estados Unidos y de la Revolución francesa, cambiaron
de pensamiento en búsqueda de nuevas reformas políticas, sociales y económicas
para mejorar la situación que existía ante el dominio español. El pensamiento criollo
reformista terminará convirtiéndose en separatista de la Corona española en la
búsqueda de la independencia del Perú en los inicios del siglo XIX, influenciada por
la ilustración (ideología liberal progresista).

Contexto español
La política en la metrópoli española en el siglo XVIII estuvo marcada por las
reformas borbónicas. Carlos III fue sucedido por Carlos IV (1788-1808), y su reino
fue afectado por los acontecimientos de la Revolución francesa, este monarca
gobernó con ayuda de un ministro llamado Godoy. El monarca Carlos IV abdicó a
favor de su hijo Fernando VII, quien gobernará entre 1813 y 1833, siendo su reino
invadido por Francia. Cuando Napoleón invadió España, Hubo un rey extranjero en
el trono español: José Bonaparte (José I). En este tiempo, las colonias de México y
Perú buscarán su independencia.

Precursor
El precursor es un descendiente de españoles nacido en América, por lo tanto es
llamado criollo, de clase media o alta y con preparación intelectual e ideológica. Esta
persona, con su pensamiento o acción, se adelanta a los hechos y propicia una
lucha por lograr una meta: la emancipación o independencia americana.

2. PRECURSORES CONTINENTALES

Francisco de Miranda: (Separatista). Nació en Caracas, 1750 - Cádiz, 1816. Fue


Oficial del Ejército, participó en la independencia de las Treces Colonia y en la
revolución francesa. En Inglaterra fundó la logia Gran Reunión Americana y pidió
apoyo a la Corona inglesa para independizar América. En 1806 organizó una
fracasada expedición a Venezuela, destinada a poner fin al régimen colonial. En
1810, retornó acompañado de Simón Bolívar. Apresado en la Guaira fue trasladado
a Cádiz donde murió.

Antonio Nariño. Nació en Santa Fe de Bogotá, 1765 – 1823. Escritor, político y


precursor de la independencia de Nueva Granada. Tradujo y difundió en América la

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Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Fue vicepresidente interino


de la Gran Colombia en 1822.

Juan Pablo Viscardo y Guzmán. No sólo en el Perú sino también en el marco


hispanoamericano del siglo XVIII, es singular el pensamiento de Juan Pablo Mariano
Viscardo y Guzmán. Nació en Pampacolca (intendencia de Arequipa) en 1748 y
murió en Londres en 1798. Ingresó en la Compañía de Jesús y siguió sus estudios
eclesiásticos en el Cuzco. En 1781, afirmó haber hecho, por siete años, sus estudios
en Cuzco, "único lugar en que se puede adquirir una idea verdadera del Perú" y
haber aprendido "mediamente la lengua peruana".

Sufrió los efectos de la expulsión de los jesuitas en 1767 y, tras ello, vivió en Europa.
Cortó luego su vínculo jurídico con los jesuitas y, con la mirada puesta en el Perú y
en Hispanoamérica, alentó la esperanza de servirlos. De esta forma, en 1781,
Viscardo vivió una clara decisión separatista. Desde ese momento, su actividad se
orientó a estimular a Inglaterra para que apoyase el levantamiento que se anunciaba
en el Perú.

Escribe Carta a los españoles americanos, que fue editada por primera vez en 1799,
con pie de imprenta dudoso en Filadelfia y edición posible en Londres. Este no es
un texto erudito, sino un documento de combate político con sabor de proclama
revolucionaria dedicado a los criollos, en el cual también está vivo el resentimiento
por la actitud de la corona en la expulsión de los jesuitas. Además de ser el texto
medular del precursor arequipeño, constituye un documento hispanoamericano
central para penetrar en la justicia de nuestra independencia.

"El Nuevo Mundo es nuestra Patria y su historia es la nuestra" es, sin duda, la
afirmación básica del documento viscardino. Advierte, con lógica y visión de
conjunto, la realidad hispanoamericana, común y diversa.

Para Viscardo, la corona era infiel e injusta con los descendientes de los hombres
que creaban el imperio; los distintos intereses y la geografía los separaban de
España. Afirmó que la emancipación no era sólo un derecho, sino un deber de los
americanos.

José de la Riva Agüero. Nació en Lima, 1783 – 1858. Miembro de la aristocracia


limeña, fue activo corresponsal de los patriotas de Buenos Aires y Chile. Redactó
las 28 CAUSAS PARA LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA. Participó en la
Conspiración de los ORATORIANOS. En 1823, tras el MOTIN DE BALCONCILLO,
fue proclamado presidente del Perú y ascendido a Mariscal. Trató de disolver el
Congreso y fue acusado de pactar con los realistas por lo que debió ir al destierro.

3. PRECURSORES PERUANOS

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José Hipólito Unanue y Pavón. Nació en Arica en 1755 y murió en Cañete, cerca
de Lima, en 1833, ya en los tiempos republicanos. Fue el más importante peruanista
de las postrimerías del virreinato y del primer tiempo de la república. Ejerció cargos
como asesor de virreyes, protomédico general, redactor en el Mercurio peruano,
defensor de la salud del hombre y de los estudios de medicina, hombre de ciencia,
humanista con formación clásica. Además, fue ministro de hacienda del primer
gabinete de San Martín, diputado en el primer congreso constituyente, ministro en
los días de Bolívar y testigo de los años iniciales de la república.

Al lado de Gil de Taboada, de Abascal, de San Martín y de Bolívar, expresó la


presencia del Perú y aportó cotidianamente inteligencia, serenidad y conocimiento
de lo nuestro. Es un testimonio y un actor directo de la continuidad y la tradición del
Perú.

Dedicó múltiples estudios a casos médicos que registra el Mercurio peruano, así
como a cuestiones de ciencias naturales. Su libro fundamental es Observaciones
sobre el clima de Lima... (1806). Este estudio es una penetración inteligente que
quiere conocer al hombre peruano, no sólo limeño. Criticó la hipótesis de que el
clima americano disminuía las facultades del hombre mostrando, en cambio, lo
contrario, al igual que sus pares ilustrados de otras partes de América. Al indagar
sobre el hombre peruano y su historia, colaboró activamente a la formación del
patriotismo criollo.

Idea general de los monumentos del antiguo Perú es otro de sus estudios
centrales. En esta obra, integra la vida del Tahuantinsuyo y del virreinato en lo que
llamamos Perú, dándole continuidad a la historia, y reconoce como "nuestro" todo
testimonio de vida en el territorio que más tarde sería del Perú.

Entre sus famosos discursos están el que pronuncia en 1793 en la apertura del
anfiteatro anatómico y el de 1806 con ocasión de la llegada de la "vacuna" que lee
en la Universidad de San Marcos.

Intelectual que vivió con fortaleza su responsabilidad social, Unanue dejó una
lección de cómo el hombre de estudio no debe desdeñar la tarea política.

José Baquíjano y Carrillo (Lima, 1751-Sevilla, 1817). Baquíjano y Carrillo fue un


hombre de derecho y profesor de San Marcos. Perteneció al nivel social más alto
del virreinato, ganó autoridad como maestro universitario y fue, de algún modo, jefe
de un planteamiento liberal, renovador de los estudios, protector de la prensa libre
y difusor del enciclopedismo. Fue doctor en leyes por la Universidad de San Marcos
y profesor en su claustro, además de ilustre colaborador con los propósitos
peruanistas del Mercurio peruano. Entre las muchas funciones que desempeñó, fue
protector general interino de naturales, oidor de la audiencia de Lima y llegó a ser
nombrado miembro del Consejo de Estado.

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El "elogio" del virrey Agustín de Jáuregui, el día de su recibimiento en la


Universidad de San Marcos (27 de agosto de 1781), es sin duda la pieza central
para conocer el pensamiento de Baquíjano, capítulo inocultable en la historia de
nuestras ideas políticas, y el testimonio más expresivo del reformismo peruano del
siglo XVIII.

En uno de los instantes solemnes del elogio, Baquíjano afirmó valores que en esos
días cobraban un sabor muy crítico y agresivo. Y continuó con una de las más
significativas declaraciones: "Su grande alma contempla que el bien mismo deja de
serlo, si se establece y funda contra el voto y la opinión del público [...]. Mejorar al
hombre contra su voluntad ha sido siempre el engañoso pretexto de la tiranía; que
el pueblo es un resorte, que forzado más de lo que sufre su elasticidad, revienta
destrozando la mano que lo oprime y sujeta".

Toribio Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas, 1750-Lima, 1825). Sacerdote y


maestro, Toribio Rodríguez de Mendoza encarnó una posición con personalidad
propia en el ámbito de la "ilustración cristiana". Semejante a Baquíjano por la
vocación docente, su campo fue el intelectual y apostólico. Así, estuvo ligado al
Colegio Real Convictorio de San Carlos y a sus problemas intelectuales y fue el
maestro de la generación que afirmó la independencia.

Estudiante en los seminarios de San Carlos y San Marcelo en Trujillo, y de Santo


Toribio en Lima, obtuvo la licenciatura y el doctorado en teología en la Universidad
de San Marcos en 1770. En 1773 ya era profesor del recién fundado Colegio Real
Convictorio de San Carlos, con el cual se identificó en la vida peruana.

Dentro del ánimo reformista de su tiempo, se esforzó por impregnar de un nuevo


aire las labores Carolinas. Con otros filósofos y maestros ilustrados se empeñó por
apartarse del estudio exclusivo de Aristóteles y la escolástica. Su labor se apoyó en
una sólida fidelidad al pensamiento cristiano y en una voluntad amplia que pretendía
asumir los valores intelectuales, científicos y sociales del mundo del siglo XVIII que
no repugnaran a la fe cristiana.

4. CENTROS DIFUSORES DE LAS IDEAS LIBERALES

A mediados del siglo XVIII se hizo más fuerte la influencia cultural de la Ilustración, fomentándose
las expediciones científicas al Perú. Tales expediciones combinaron la historia natural con la
geografía y las observaciones sociales y políticas. En este contexto, los intelectuales criollos
difundieron sus inquietudes políticas reformistas a través de artículos escritos o formación de
instituciones o sociedades intelectuales por las cuales difundieron sus ideales. Entre estos centros
difusores de las ideas liberales tenemos:

Convictorio de San Carlos

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Fue creado en 1770 luego de la expulsión de los jesuitas por órdenes del rey Carlos
III. El Convictorio de San Carlos adquirió fama cuando fue dirigido por Toribio
Rodríguez de Mendoza, quien asumió el cargo en 1786. Su llegada como rector
significó una reforma curricular de métodos y materias frente al conservadurismo de
anteriores instituciones educativas. En dicho centro se formaron muchos
precursores e ideólogos del Perú que ayudarían a la gestación del proceso de la
Independencia. Allí se difundieron las ideas liberales y emancipadoras.

Sociedad Amantes del País


Tuvo su origen en un grupo de intelectuales criollos que, animados por las
investigaciones científicas y el pensamiento liberal, se reunieron bajo la
denominación de Academia Filarmónica.

El virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos fomentó las sociedades científicas,


diseñadas para estudiar el virreinato peruano, en especial su potencial
económico. La Sociedad de amantes del país apareció en la escena político-
cultural en 1791, siguiendo el ejemplo de otras sociedades en España. El objetivo de
su creación fue, principalmente, despertar el amor por lo peruano. Entre los hombres que
participaron en esta sociedad figuran: José Baquíjano y Carrillo, Hipólito Unanue, Toribio
Rodríguez de Mendoza, José María Egaña, entre otros. Además, la sociedad organizaba
discusiones académicas entre sus miembros -intelectuales, médicos, burócratas y
sacerdotes- sobre diversos temas. Auspiciada por el virrey Gil de Taboada, publicó
el Mercurio Peruano (1791-1795), que tuvo una gran difusión en el Perú, con
alrededor de 400 suscriptores en una población limeña de 52,627 habitantes.

Mercurio Peruano
Fue una edición periódica publicada por la Sociedad Amantes del País. Se editó
entre 1791 y 1795. Se caracterizó por la publicación de artículos literarios y
científicos, además de trabajos de historia y geografía. Fue un periódico cultural
científico importante de la Ilustración peruana que contó con el apoyo económico
del virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos.

A pesar de que nunca criticó abiertamente al régimen colonial, jugó un papel


importante para el surgimiento del nacionalismo peruano, ya que ayudó a formar
una idea del Perú como unidad social, geográfica e histórica.

CRISIS POLÍTICA ESPAÑOLA

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1. ANTECEDENTES: SITUACIÓN POLÍTICA ESPAÑOLA ANTES DE 1808


En 1805, España junto a Francia fueron derrotados en combate de Trafalgar por
Inglaterra, lo que supuso el fin de la potencia naval española y la definitiva pérdida
del control marítimo de las colonias. La situación en España era caótica y se hizo
responsabilizó de dicha situación a Godoy. Solo los reyes apoyaron a Godoy
(ministro del rey de España, Carlos IV). En esta situación, Napoleón decidió invadir
Portugal para completar el bloqueo continental Gran Bretaña.

En 1807, Napoleón obtuvo el consentimiento de Carlos IV para que sus ejércitos


atravesaran España para atacar Portugal, aliada de Inglaterra, a cambio de un futuro
reparto de Portugal entre Francia, España y un principado para el propio Godoy.

2. EL MOTÍN DE ARANJUEZ
El 18 de marzo de 1808, estalló un motín en Aranjuez, donde se encontraban los
reyes. Los reyes de España, bajo los consejos de Godoy y ante el temor de que la
presencia francesa terminara en una invasión al país, se trasladaron al sur. El motín,
dirigido por la nobleza y el clero, perseguía la destitución de Godoy y la abdicación
de Carlos IV en su hijo Fernando, en cuyo alrededor se habían unido todos quienes
querían acabar con Godoy. Carlos IV escribió a Napoleón para ponerlo al corriente
de la situación y pedirle ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su
propio hijo, Fernando VII.

Mientras se desarrollaban los hechos, se inició un alzamiento popular contra la


presencia francesa. El 2 de mayo, el pueblo de Madrid se alzo de forma espontánea
contra los franceses.

3. LA FARSA DE BAYONA
El poder pasó de Carlos IV a su hijo Fernando VII. Luego Napoleón con la farsa de
Bayona (Francia) logró reunir a padre e hijo, e hizo que ambos renunciaran a la
Corona española en favor suyo. Después él le entregó la Corona española a su
hermano José Bonaparte, nombrándolo José I, Rey de España. Este último intentó
hacer reformas en España y una Constitución o Estatuto de Bayona, para intentar
ganarse el apoyo de algunos españoles liberales.

4. REACCIÓN DEL PUEBLO ESPAÑOL ANTE LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA: LAS


JUNTAS DE GOBIERNO

El rey había sido depuesto, pero los súbditos permanecieron fieles a su investidura.
El razonamiento de la época fue: tenían «el rey y su pueblo tienen un pacto, una
alianza, en caso que el rey se ausenta por cualquier razón, la soberanía recae sobre
la población».

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Fue según esta lógica, por iniciativa propia el pueblo español se agrupó en juntas
de gobierno, las cuales tenían como directora a la Junta Central de Gobierno. Todas
ellas manifestaron su fidelidad al rey Fernando VII.

Mientras tanto en América, la noticia de la intromisión napoleónica, fue tomada con


el mismo repudio y a semejanza de España se intentaron formar juntas de gobierno
reformistas, fieles o leales en teoría al Rey Fernando VII; pero algunos funcionarios
españoles las interpretaron como un disfraz que en el fondo buscaban deshacerse
del poder español. Estas juntas fueron después destruidas por el virrey Fernando
de Abascal, virrey del Perú.

5. LAS CORTES DE CÁDIZ


En España se convocó a las Cortes de Cádiz. La Cortes fueron un Congreso con
representación de todos los españoles tanto peninsulares como americanos. Esas
cortes sesionaron durante 3 años hasta 1813 y hubo en esas Cortes una clara
discriminación contra América. En 1810 el continente entero tenía sólo 27 diputados
mientras que España llegaba a 72. A fines de ese año era todavía peor: 129
miembros pero sólo 28 de América, y en 1812 sobre 178 diputados América tenía
51. Méjico entero con 6’000,000 de habitantes tenía derecho a 19 diputados. Pero
la ciudad española Valencia (850,000 habitantes) acreditaba 17.

Entre los diputados peruanos en las Cortes de Cádiz, destacaron Vicente Morales Duárez;
(criollo más importante), Blas Ostolaza, Dionisio Inca Yupanqui, Antonio Suazo, etc.

Las obras principales de las Cortes de Cádiz fueron: reconocer a Fernando VII como
Rey de España; mantener la guerra contra los franceses; promulgar la Constitución
Liberal de Cádiz de 1812.

6. LA CONSTITUCIÓN LIBERAL DE 1812


Aquí se refleja la influencia de la Revolución francesa, pues muchas de las ideas
liberales de la mencionada revolución se materializaron en este documento.
Algunas medidas de la Constitución de 1812 fueron favorables tanto a los criollos
como también a los indígenas y negros que habitaban América. Por lo menos en
teoría ya que en la práctica no se cumplieron.

Los principales puntos de la Constitución de Cádiz, llamada la constitución de 1812,


«La Pepa» fueron:

· Igualdad de derechos entre peninsulares y americanos.


· Elección libre de los cabildos (por voto popular).
· Declaración de la libertad de imprenta.
· Abolición de la mita, repartos y tributos.
· Anulación del Tribunal del Santo Oficio.
· Libertad de culto.

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6. LA VUELTA DEL ABSOLUTISMO


A pesar de las enormes desventajas militares, los españoles no aceptaron al nuevo
rey José Bonaparte y organizaron la resistencia contra el invasor con una guerra
que duró 5 años entre 1808 -1813. Fue una guerra sangrienta durante la cual se
enfrentaron la superioridad militar francesa contra el heroísmo popular español. Los
españoles lucharon con valentía manejando la estrategia de la guerra de guerrillas.
Los españoles consiguieron una primera victoria en Bailen donde combatió José de
San Martín contra los franceses. Hubo luego una poderosa reacción francesa que
con un ejército de más de 300,000 hombres y 60,000 jinetes derrotó a los españoles.
Pero al final los españoles - con intervención de los ingleses convertidos en aliados
suyos - consiguieron derrotar a Napoleón y liberar su territorio.
El triunfo militar que dio la victoria a los españoles fue el de Vitoria (1813), ayudados
por los Ejércitos ingleses del general Wellington. Luego de la derrota francesa,
Napoleón le devolvió el poder a Fernando VII, quien tomó el control de la península
en 1814. Fernando VII derogó la Constitución Liberal y reimplantó el absolutismo.

8. CONSECUENCIAS DE LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA.


Cinco fueron las principales consecuencias políticas a que dio origen la invasión
francesa España:
· Quiebra de la autoridad en la metrópoli.
· Desarrollo del Liberalismo. Constitución de Cádiz.
· Fidelismo inicial de algunos sectores criollos en favor de Fernando VII (caso Perú).

ABASCAL Y LA CONTRARRECOLUCIÓN

1. JUNTAS DE GOBIERNO EN AMÉRICA

El vacío político ocasionado por la invasión francesa de España produjo la aparición


de las llamadas Juntas de Gobierno. Surgieron ellas en la propia Península para
administrar sus territorios y defender los derechos de Fernando VII (Asturias,
Castilla, Galicia, etc.). En América los criollos partidarios de la Independencia,
comprendieron la gran utilidad política de estas Juntas de Gobierno, ya que las
podían utilizar como un disfraz de sus objetivos libertarios. Por supuesto que en
todos los casos esas Juntas Criollas invocaban el nombre de Fernando VII y decían
haberse instalado para defender los derechos de ese Rey.

Esas Juntas de Gobierno se desarrollaron en todos los territorios españoles de


Sudamérica menos en el Perú donde el Virrey Abascal mantuvo un duro control
político.

Se crean Juntas de Gobierno en América en:

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Caracas (hoy en Venezuela)


Bogotá (hoy en Colombia)
Quito (hoy en Ecuador)
La Paz (hoy en Bolivia)
Chuquisaca (hoy en Bolivia)
Santiago (hoy en Chile)
Buenos Aires (Hoy en Argentina)

Sólo dos de esas Juntas - Buenos Aires y Bogotá - actuaron desde sus comienzos
con un carácter separatista. Otras disimularon esas intenciones, Las autoridades
españolas no se engañaron acerca de estas Juntas Americanas. Sabían bien que
por debajo de la fidelidad que proclamaban a Fernando VII los criollos querían
organizar esas instituciones como instrumento de su independencia política. Pero
la mayoría de esas autoridades no supo controlar la presión criolla en favor de esas
Juntas. Con la única excepción del Virrey del Perú Fernando de Abascal. Abascal
no sólo impidió la formación de Juntas dentro de su propio territorio el Perú sino que
además organizó expediciones militares de castigo contra las Juntas que se habían
creado en lo que hoy día son Bolivia, Ecuador y Chile.

2. 2. LA CONTRA REVOLUCIÓN DE ABASCAL


A. Fernando de Abascal

Abascal no merece un recuerdo historia especial debido a cualquiera de sus obras,


sino, sobre todo, por el rol que desempeñó como principal agente de la
Contraofensiva española contra la Causa Independentista criolla.

Como Virrey del Perú sólo estaba obligado Abascal a vigilar por el orden dentro de
su propio territorio que - debido a diferentes recortes - se limitaba a las Audiencias
de Lima y Cusco. El resto de Sudamérica se hallaba fuera de su jurisdicción. Nada
tenía que hacer Abascal en Buenos Aires, Chile, Quito o el Alto Perú. Sin embargo,
Abascal consideró que era su deber asumir la responsabilidad sobre cualquiera de
esos territorios en la medida que cualquiera de ellos desconociera su obediencia a
España.

Dentro de ese objetivo organizó diferentes campañas militares. Organizó un


poderoso ejército que tuvo hasta 23 mil hombres. Este ejército estaba compuesto
sobre todo de tropas mestizas bajo el comando de oficiales españoles, criollos y
mestizos.

Para financiar los gastos de ese Ejército y todas las campañas antipatriotas Abascal
tuvo que hacer uso de recursos extraordinarios. Quienes más colaboraron con él
fueron los ricos y poderosos comerciantes limeños agrupados en el Tribunal del
Consulado. Entre 1777 - 1818 esos comerciantes dieron a la Corona 5’635,000
pesos, lo que equivalía a toda la moneda acuñada durante un año en el Perú.

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Asimismo, mantuvieron 1,000 soldados durante un año a razón de 16,000 pesos


mensuales. Los empresarios suscritos fueron también una de las principales fuentes
de ingresos que Abascal tuvo para pagar sus obligaciones militares.

Al terminar su gobierno Abascal dejó una deuda pública de 11000000 de pesos


equivalentes a tres ejercicios presupuéstales peruanos de aquel entonces. Debía
sueldos atrasados al ejército realista por 1200000 y tenía un déficit de medio millón
de pesos que representaba el 10% de los gastos públicos. Ese era el precio de la
Represión.

Las campañas y operaciones de Abascal fueron las siguientes:

· Campaña contra Quito.


· Campaña contra Chile:
· Campañas del Alto Perú. Al mando de Goyeneche, Tristán y Pezuela.
Contra las Juntas de Alto Perú y contra las Expediciones patriotas de
Castelli (1810 -1811); Belgrano (1813) y Rondeau (1815).

B. Campaña de Quito
Abascal desconoció desde un principio la Junta de Quito de 1809 llamándola «nula
y ridícula». Para disolverla estimuló a las autoridades españolas de Santa Fe,
Cuenca y Guayaquil, ciudades que eran rivales de Quito y pidieron la ayuda a los
realistas peruanos. Al mismo tiempo envió tropas desde Lima para sostener la
autoridad del presidente de Quito, Ruiz de Castilla. Las tropas limeñas ocuparon
Quito (noviembre, 1809). Pero los patriotas la recuperaron en agosto, 1810

Los patriotas quiteños controlaron su propio territorio durante más de un año


(octubre 1819 - junio 1812). Pero Abascal intervino nuevamente y dio auxilio militar
a Toribio Montes, nuevo presidente español de Quito. Gracias a este apoyo de
Abascal, Montes pudo derrotar a los patriotas quiteños en el curso de 6 meses. A
fines de 1812 Quito se encontraba nuevamente bajo poder español

C. Campaña de Chile.

La actitud de Abascal contra Chile tuvo varias etapas.

Pareja. Abascal en un primer momento se limitó a dar auxilio económico al Brigadier


Antonio Pareja para que organizara en el Sur de Chile un ejército
contrarrevolucionario. Al fenecimiento de Pareja las acciones militares fueron
continuadas por Francisco Sánchez sin llegar a una definición final entre patriotas y
realistas.
Gainza. Intervino nuevamente Abascal enviando una segunda expedición al mando
de Gabino Gainza. Aunque relativamente pequeña: 280 hombres, 4 piezas de
artillería, 50,000 pesos, esa expedición contribuyó a mantener viva la acción realista
en Chile. Pero al final patriotas y realistas se vieron obligados a firmar un convenio

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(1814) con intervención de la Marina inglesa. En ese pacto no había ganadores ni


perdedores absolutos.

Expedición de Osorio. Abascal desconoció el convenio y envió una expedición


mucho más poderosa (600 hombres) con artillería y dinero al mando del Coronel
Osorio. Osorio convirtió sus 600 hombres en un ejército y logró la Victoria de
Rancagua (1814). Osorio y Abascal habían así derrotado a la Patria Vieja Chilena
(1810-1814)

D. Campaña en el Alto Perú.

Pero ni en Quito ni en Chile al Norte y al Sur de su Virreinato puso Abascal tanto


empeño como lo hizo en el Alto Perú que, como recordamos, no formaba parte del
Perú desde su incorporación a Buenos Aires en 1777.

Castelli vs. Goyeneche. Al principio las operaciones militares favorecieron a los


patriotas de Buenos Aires cuyos Jefes Valcárcel y Castelli lograron avanzar hasta
el Desaguadero, límite entre los dos virreinatos del Perú y Río de la Plata. El Ejército
estaba compuesto por criollos de Buenos Aires y del Alto Perú así como por
hombres de Charcas. Abascal organizó rápidamente las acciones contra ese
avance y envió un ejército de 6,500 hombres al mando del arequipeño Goyeneche.
El número principal del ejército estaba compuesto por tropas y oficiales españoles
junto con criollos, indios y mestizos reclutados en las Intendencias del Cusco,
Arequipa y Puno. El ejército realista derrotó al ejército patriota en la batalla de
Guaqui (junio 1811). Goyeneche organizó entonces una campaña de saqueo y
exterminio en toda la actual Bolivia sometiendo a las ciudades de La Paz, Oruro,
Cochabamba, Chuquisaca y Potosí.

La campaña de Goyeneche sufrió sin embargo un descalabro muy grave debido al


fracaso de Tristán quien, sin permiso de Goyeneche, avanzó hasta Salta y Tucumán
donde fue derrotado por los patriotas de Buenos Aires. Goyeneche desanimado
sugirió la necesidad de buscar un acuerdo entre realistas y patriotas.

Belgrano vs. Pezuela. Abascal rechazó las insinuaciones de Goyeneche. Mientras


los realistas retrocedían en el Alto Perú bajo la presión del ejército comandado por
Belgrano. El Virrey del Perú nombró como nuevo jefe al Brigadier Joaquín de La
Pezuela (1761-1830) quien más tarde sería nombrado Virrey del Perú (1816) en
reemplazo del propio Abascal. En penosas y disputadas campañas los realistas de
Pezuela vencieron a Belgrano en las batallas de Vilcapuquio y Ayohuma (1813). Los
patriotas tuvieron que retroceder hasta Salta y Tucumán

Rondeau vs. Pezuela. La derrota de Belgrano fue compensada en parte por los
triunfos patriotas en Montevideo y en el oriente de Bolivia. El gobierno de Buenos
Aires comenzó a estudiar una nueva expedición sobre el Alto Perú. Pero antes de
que esa expedición fuera autorizada la decidió por su cuenta el General Rondeau

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quien fue derrotado por Pezuela en la batalla de Viluma (1815). Los españoles
estuvieron seguros de haber obtenido la victoria definitiva y el Rey de España
ordenó que se celebraran fiestas en agradecimiento del favor divino. Nadie
imaginaba que, entre tanto, un general patriota, José de San Martín, estaba
preparando una estrategia diferente: no intentaba penetrar al Perú por Bolivia sino
que planeaba dirigirse a Chile para llegar a Lima a través del Pacífico.

El éxito general de estas campañas de Abascal convirtió al Perú en el virtual centro de


la represión realista en la América del Sur.

3. LAS CONSPIRACIONES CRIOLLAS EN EL PERÚ

Las conspiraciones son producidas por criollos que han perdido la fidelidad al
monarca, los que creen en la patria los que están influenciados por los precursores
reformistas o separatistas. Así, forman conspiraciones o reuniones en las que
planean y promueven la independencia del Perú, en ellas, intervenían los círculos
de gente culta que habían asimilado las ideas de la Ilustración y las ideas
revolucionarias francesas de libertad, igualdad y fraternidad, así como la inspiración
en los derechos del hombre y el ciudadano. Poco a poco el nacionalismo de estos
hombres se fue fortaleciendo por eso, cuando Fernando VII fue restituido en el trono
ya muchos conservadores y reformistas se habían tornado a la posición de patriotas.
Algunas de estas conspiraciones fueron:

Conspiración de los fernandinos (1808- 1809)


Los médicos de la Escuela de Medicina de San Fernando, entre ellos Hipólito
Unanue; empezaron a conspirar sobre los gobiernos que deberían adoptarse en las
colonias en el caso de disturbios en la metrópoli. Así, reparaban en que el gobierno
debería caer en manos criollas y no peninsulares. Pero luego de un tiempo fueron
delatados y el virrey los llamó uno a uno y les comentó de su completa
desaprobación y desagrado. Al verse amenazados de este modo, se disolvieron y
decidieron trabajar individualmente por la patria.

Conspiración de los oratorianos (1810)


Se efectuó en el Convento de los religiosos del Oratorio San Felipe Neri. Allí varios
sacerdotes y otros personajes renombrados (entre ellos un conde) se reunían. Al
enterarse el virrey de las tertulias, envió a un capitán de su guardia a la portería del
convento, quien, sacando un farolillo de su capa, alumbraba las caras y daba las
buenas noches a los que se retiraban de las tertulias. Las tertulias, no pudieron
continuarse.

Conspiración de los carolinos (1810-1815)

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Su foco fue el Colegio de San Carlos, cuyo director era Toribio Rodríguez de
Mendoza.
En este colegio se les enseñaba a muchachos de diversas edades y procedencias
las ideas liberales, se les prestaba libros prohibidos y se les avivaba la conciencia
nacional. Atento a esto, el virrey mandó a hacer una visita general al colegio y se
descubrió todo lo que pasaba. Por esa razón Rodríguez de Mendoza tuvo que
renunciar al rectorado.

Conspiración de los abogados (1815-1818)


Los abogados, encubiertos por su profesión, se reunieron y conspiraron juntos.
Defensores de la justicia, no pudieron ser indiferentes a los derechos del hombre y
el ciudadano.
Estos abogados hicieron ver que la patria no era ilegal, sino completamente lícita,
que la independencia era un derecho y que existían nuevas leyes que superaban
fuertemente a la ley antigua y tradicional.

Conspiración de Riva Agüero (1818-1820)


Conspira en Buenos Aires y luego forma logias en Lima. Riva Agüero conspiró y
reclutó hombres contra los realistas durante mucho tiempo, luego él sería quien
envíe a San Martín información sobre las tropas realistas y su localización y
contundencia. También le entregó valiosos mapas del litoral con información sobre
puertos y caletas. Tiempo después llegará a ser impuesto por los militares en el
motín de Balconcillo como primer presidente de la República peruana.

Conspiración de los Porteños.


El nombre se debía a que sus principales gestores habían nacido en Buenos Aires.

Es posible que esta conspiración de los porteños tuviese vínculos secretos con los
patriotas argentinos. No son muy conocidos los propósitos de estos porteños.
Fueron apresados y condenados a destierros y confiscación.

LAS REBELIONES CRIOLLAS

1. LAS REBELIONES CRIOLLAS


Mayor actividad revolucionaria hubo en el interior del país aunque tampoco tuvo
éxito. Los principales levantamientos patriotas en tiempo de Abascal fueron:
• El Primer Grito de Tacna (1811)
• El Levantamiento de Huánuco (1812)
• El Segundo Grito de Tacna (1813)
• Revolucionad Cusco (1814)

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Precursora de todas ellas fue la Conspiración de Aguilar y Ubalde (Cusco 1805),


ocurrida un año antes de iniciar Abascal su gobierno.

Por lo que vemos fue el Sur del Perú (Tacna y Cusco) la región más activa. Mientras
que el Norte, por el contrario, no registra señales evidentes de cuestionamiento al
sistema colonial.

2. PRIMER GRITO DE TACNA (1811)


Organizó este movimiento el limeño Francisco Antonio de Zela (1778-1821), quien
era funcionario en las Cajas Reales de Tacna. Zela comprometió a un grupo de
criollos y nobles indígenas y quiso coordinar su levantamiento con las operaciones
del porteño Castelli en el Alto Perú, pero el mismo día en que Zela levantó a Tacna
contra el régimen colonial, el ejército argentino era derrotado en Guaqui por
Goyeneche (20 junio 1811).

El Levantamiento de Zela duró solamente cinco días y al final fue capturado


enfermo, semiparalítico con una hemiplejia. Fue condenado a prisión y murió en la
cárcel de Chagres, (Panamá) en 1821.

3. LEVANTAMIENTO DE HUÁNUCO (1812)


Mayor importancia tuvo la Revolución de Huánuco en 1812, acaudillada por el criollo
Juan José Crespo y Castillo, pero que fue, sobre todo, un levantamiento de tipo
indígena rural. Intervinieron también del lado patriota algunos miembros del clero
(Ledesma, Villavicencio, Durand, etc.).

Las causas de la Revolución de Huánuco fueron a la vez sociales y políticas. Los


indígenas estaban descontentos no sólo por los repartos de la mercadería sino
también por el saqueo de sus cosechas. Mientras que los criollos resentían su
postergación en los puestos públicos. Según ellos, sólo les dejaban ser "cobradores
de mulas".

Crespo y Castillo, aunque criollo acomodado, no dejaba de tener creencias


indígenas. Era aficionado a caminar por los campos persiguiendo los tesoros del
Inca excavando uno que él había titulado «Templo del Sol».

Los indios parecen haber tenido propósitos más radicales que sus aliados criollos.
Porque no sólo pretendían la salida de los españoles sino también la recuperación
de las tierras de cultivo que consideraban suyas aunque estuvieran en poder de los
criollos. Por su lado los agricultores criollos temían o simulaban temer que iban a
ser quemadas las nuevas sementeras de tabaco. El tabaco era entonces un cultivo
muy rentable pero estaba sujeto al control del Estado a través del Estanco Oficial.

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El levantamiento tuvo éxito en sus inicios. Los indígenas y criollos comprometidos


tomaron Huánuco en febrero de 1812. Constituyeron una Junta y lograron extender
el levantamiento en casi todas las provincias vecinas.

Pero los españoles organizaron una contra ofensiva desde Tarma bajo el mando
del Intendente José Gonzales de Prada (padre del escritor republicano Manuel
Gonzales Prada), quien derrotó a los patriotas en el Puente de Ambo (marzo 1813).
Allí una vez más se impuso la diferencia de armamento, lo que permitió que hubiera
500 muertos entre los patriotas y ninguno entre los realistas.

4. SEGUNDO GRITO DE TACNA


Los triunfos porteños en Salta contra las tropas virreinales dirigidas por Tristán
animaron en 1813 algunas conspiraciones en el Sur peruano (Arequipa, Tacna).
Sus líderes fueron Enrique Pallardelli y José Gómez, oficiales del ejército patriota
que habían sido tomados prisioneros por los realistas en el Alto Perú. Gómez y
Pallardelli consiguieron armar algunas tropas y marcharon desde Tacna hacia
Arequipa, pero fueron derrotados en el encuentro de Camiara

5. LA REBELIÓN DE LOS HERMANOS ANGULO Y MATEO PUMACAHUA (1814).


En la rebelión del Cusco (1814) actuaron diversas causas y factores como
desencadenantes:
· Permanente resentimiento indígena.
· Orgullo y prestigio locales por el Imperio Inca.
· Impopularidad de las contribuciones de guerra.
· Propaganda liberal de algunos intelectuales partidarios de la Constitución de Cádiz.
· Anarquía política dentro de la Audiencia española del Cusco que estaba dividida en
dos bandos: a) el bando constitucionalista dirigido por el criollo Manuel Lorenzo de
Vidaurre y b) el bando-conservador dirigido por el Oidor Manuel Pardo, padre del
poeta Felipe y abuelo del primer presidente civil del Perú.
· La radicalización política de las clases medias del Sur peruano.

La Conspiración de 1814 tuvo por dirigentes a los hermanos José y Domingo Ángulo
(agricultores y comerciantes), José Vejar, Manuel Hurtado de Mendoza y el cura
Ildefonso Muñecas. Dos de ellos (Hurtado de Mendoza y Muñecas) habrían nacido
en la actual Argentina. Junto con ellos actuó el Cacique indio Mateo Pumacahua.
Es posible que algunos de estos dirigentes tuviesen contactos con Belgrano en el
Alto Perú.

La primera medida de los revolucionarios fue nombrar una Junta formada por Mateo
García Pumacahua, y los coroneles don Luis Astete y Juan Tomás Moscoso. Ni
Astete ni Moscoso eran patriotas sino conservadores y realistas, pero quizás, al
igual que Pumacahua, fueron elegidos por esa razón, como un disfraz. La Junta
simuló reconocer la autoridad de Fernando VII, a imitación de lo que habían hecho
todas las demás Juntas americanas.

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Acciones Militares. La Revolución del Cusco tuvo una limitada duración (agosto
1814 - marzo 1815); casi lo mismo que había durado la Revolución de Túpac Amaru.
En ambos casos los revolucionarios iniciaron sus acciones calculando en su favor
una Ofensiva de Primavera. Pensaban ganar territorios y plazas estratégicas antes
de que comenzaran las lluvias del verano andino. Las lluvias estarían a favor de la
Revolución porque dificultarían los movimientos de tropas.

Durante los seis meses que duró la Revolución comprometió un inmenso territorio
pues sus jefes organizaron tres expediciones simultáneas: 1) Sobre Huamanga
(Vejar, Hurtado de Mendoza); 2) Puno-La Paz (Pinelo-Muñecas); 3) Arequipa bajo
el mando de Pumacahua y Vicente Ángulo.

Frente a esta guerra relámpago de indios y mestizos, los criollos; y europeos ricos
del Sur peruano olvidaron sus rivalidades e hicieron causa común pues estaban
convencidos según el Oidor Pardo de que «la revolución y la guerra se reduce
contra todos los, que tienen algo que perder".

A pesar de esa inferioridad los patriotas obtuvieron asombrosos éxitos iniciales:

Operación Huamanga. Vejar, Mariano Ángulo y el argentino Hurtado de Mendoza


tomaron Huamanga (setiembre de 1814). Y Huancavelica se pronunció a su favor.
Así Cusco resultaba aislado de Lima. Pero Abascal envió una expedición poderosa
financiada por los comerciantes limeños (tanto criollos como españoles) que derrotó
a los patriotas en Huanta y Matará (octubre 1814 - enero 1815).

Los patriotas no se consideraron vencidos del todo y con el auxilio de los guerrilleros
indios estaban dispuestos a tomar Huamanga cuando supieron la derrota de
Pumacahua en Umachiri. Un traidor aprovechó el desconcierto y entregó a los jefes
patriotas del operativo Huamanga. En esa campaña los indios expresaron su cólera
y heroísmo combatiendo los cañones realistas no con sus hondas sino con sus
propias manos a pedradas.

Operación Puno-Alto Perú. Al igual que en Huamanga el ejército patriota


cusqueño tuvo éxito y tomó Puno, Desaguadero y La Paz que fue saqueaba.
Pezuela (que defendió la frontera Sur contra los porteños) envió una división al
mando del general Juan Ramírez de Orozco que venció a los patriotas en
Chacaltaya (noviembre 1814). Pezuela había dudado al comienzo de la lealtad de
sus tropas y oficiales, muchos de ellos cusqueños. Pezuela estaba equivocado. Los
cusqueños eran leales al Rey y lo probaron al no seguir los planes conspirativos del
coronel Saturnino Castro. Castro había nacido en Salta (Argentina) y era oficial
realista.

Pero, aproximadamente cuando ocurría la sublevación de Pumacahua, Castro


cambió de opinión y quiso sublevar a las tropas contra Pezuela; pero fue denunciado
por los cusqueños.

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En sus esfuerzos por demostrar lealtad a la corona española los oficiales cusqueños
al bando de Pezuela pidieron ser enviados en primera fila para combatir contra
Pumacahua.

Operación sobre Arequipa. El grueso del ejército cusqueño mandado por


Pumacahua y José Ángulo avanzó sobre Arequipa y obtuvo una gran victoria en
Apacheta contra las fueras realistas (noviembre 1814) mandadas por el Intendente
de Arequipa José Gabriel Moscoso y por el mariscal cusqueño Francisco Picoaga.
Pumacahua ingresó a la ciudad de Arequipa. Para demostrar el poder del nuevo
orden dispuso un desfile a caballo de damas de aristocracia arequipeña. Allí en
Arequipa los patriotas cusqueños recibieron la adhesión Mariano Melgar, un joven
poeta, teólogo, matemático y músico que poco antes había abandonado la ciudad
para vivir en el campo donde había coleccionado yaravíes indígenas.

Pero Pumacahua triunfaba en Arequipa cuando sus compañeros eran derrotados


en el AIto Perú. Por eso decidió abandonar la ciudad y prepararse para el encuentro
definitivo a Ramírez de Orozco. Después de varios meses ambos ejércitos - el
patriota de Pumacahua y el realista de Ramírez - se dieron encuentro en Umachiri
(Sicuani, marzo 1815) donde Pumacahua fue derrotado. Al día siquiente, el jefe
realista Ramírez fusiló a Mariano Melgar en Arequipa, quien además de ser Auditor
de guerra del Ejército patriota había servido como artillero en la batalla de Umachiri.
Dos meses después fue ahorcado Pumacahua a los 77 años de edad. Su cabeza
como la de Túpac Amaru fue cortada y exhibida en el Cusco. Comenzó entonces
una represión brutal con cientos de fusilamientos. El propio virrey Abascal tuvo que
detenerlos.

Con la derrota del movimiento de 1814 quedó cerrada la posibilidad de una


Independencia peruana autónoma con participación directa de sectores populares
y medios y bajo el liderazgo de la Sierra Andina.

CORRIENTE LIBERTADORA DEL SUR

1. INTRODUCCIÓN
La causa americana por la independencia empezó en el siglo XVIII con las llamadas
rebeliones indígenas, lideradas por Juan Santos Atahualpa y Túpac Amaru II,
principalmente, las que tuvieron el apoyo parcializado indígena. En una segunda
fase, los llamados «españoles americanos» o criollos tomarán las riendas de la
lucha por la independencia y serán los llamados a concretarla.

Si bien es cierto que la independencia americana se gestó con el esfuerzo de los


patriotas americanos, es necesario recordar la importancia de factores externos que
ayudaron a esta causa.

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El principal fue la llamada crisis española del siglo XIX, cuando Napoleón Bonaparte
invade España y nombra como Rey de ese país a su hermano José. Ante este
hecho, España y sus colonias se rebelaron a favor de Fernando VII. Nacen así las
Juntas de Gobierno, que en una primera fase serán fieles al rey de España, pero
luego mostraron su lado separatista. En América, el virrey Abascal logrará contener
las rebeliones en el Perú, así como las Juntas de Gobierno que se formaron en otras
partes de América del Sur, con lo cual la independencia se retrasará por 10 años.

Las corrientes libertadoras (del norte y del sur) llegarán al Perú (centro del poder
realista), para consolidar la independencia

Por razones geográficas, históricas y políticas el Perú sería finalmente el escenario


donde el logro consolidar la independencia que se estaba gestando en otras partes
de América. Para ello requirió el concurso de las dos corrientes libertadoras
sudamericanas: la del sur, dirigida por el argentino José de San Martín; y la del
norte, por el venezolano Simón Bolívar. Los patriotas del extremo sur sudamericano,
Río de la Plata y Chile, llegaron a la conclusión de que el Perú no se independizaría
por sí mismo; aunque dudaban si ello era por voluntad propia o por la excesiva
fuerza del ejército realista ahí concentrado.

2. DON JOSÉ DE SAN MARTÍN


Libertador y Protector del Perú, nació en Yapeyú, Argentina, en 1778. Su padre fue
un funcionario español, Juan de San Martín, su madre, española como su padre, se
llamó Gregoria Matorras. Inició su carrera militar en España como cadete. Participó
en la batalla de Bailén durante la invasión napoleónica obteniendo el grado de
teniente general. Más tarde, participó en la fundación de la logia Lautaro, (sociedad
secreta). En 1812 regresó a Buenos Aires y se unió al Ejército patriota, para lo cual
organizó el escuadrón Granaderos a Caballo, que sería la base de su gran Ejército
de los Andes.

3. EL PLAN DE SAN MARTÍN


El plan era organizar un poderoso ejército en la provincia argentina de Cuyo, al cual
le dio el nombre de Ejército de los Andes. Con él cruzaría la cordillera andina y,
luego de liberar Chile, invadir el virreinato del Perú por mar. El objetivo era
independizar Chile y marchar al Perú para derrotar el poder colonial del virrey
Pezuela, que representaba el centro del poder español.

4. LA INDEPENDENCIA DE CHILE
San Martín y su ejército, Granaderos a Caballo, ganaron al Ejército realista en Chile
en la batalla de Chacabuco, siendo derrotados en Cancha Rayada, para luego de
proclamar en Chile la independencia, sellarla con una victoria militar en Maipú,
resultando Bernardo O’Higgins como primer jefe de Estado en Chile, como Director
Supremo.

5. SAN MARTÍN Y LA EXPEDICIÓN AL PERÚ

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La expedición libertadora partió de Chile el 20 de agosto de 1820 con 4,118


hombres. Mil ochocientos cinco eran chilenos, mientras el resto era el "Ejército de
los Andes", que componían básicamente argentinos. El almirante a cargo de ella
fue Lord Thomas Cochrane, estando sobre él solo San Martín. El 8 de septiembre
se inició el desembarco en la bahía de Paracas (240 km. al sur de Lima). Luego se
ocupó Chincha y Pisco sin mayor esfuerzo. Pisco fue elegido como el primer cuartel
general.

La expedición dependía formalmente del gobierno de Chile, quien la había


financiado con grandes esfuerzos, pero cuando desembarcó en la bahía de
Paracas y durante todo su cometido en el Perú, careció de Instrucciones políticas
que gobernasen su accionar.

En el Perú ninguna corporación oficial o semioficial, llámese Junta de Notables,


Cabildos o Gremios, había solicitado la venida de los libertadores, aunque sí lo
habían hecho algunos personajes "notables" como Riva Agüero o el Conde de la
Vega del Rhén. Careciendo de Instrucciones, San Martín se convertía, pues, en su
propio jefe político y su ejército en un conjunto de soldados fieles a un caudillo, lo
que tendría consecuencias en su actuación en el Perú.

6. Las Conferencias de Miraflores


El virrey Joaquín de la Pezuela decidió usar primero el arma de la negociación,
proponiendo a San Martín un armisticio y una reunión en el pueblo de Miraflores, a
la salida de Lima.

Las conversaciones se llevaron a cabo a finales del mes de setiembre de 1820. La


estrategia de los comisionados del virrey (la que integraba en calidad de secretario
el criollo Hipólito Unanue, quien poco después sería Ministro de Hacienda de San
Martín y posteriormente vicepresidente del consejo de gobierno, encargado del
mando durante la ausencia de Bolívar entre fines de 1825 y comienzos de 1826)
fue señalar que el reciente retorno de la Constitución de Cádiz en España, resolvía
todos los reclamos de igualdad de los americanos. La noticia de esta restitución no
había llegado al alcance de San Martín por estar precisamente navegando hacia el
Perú.

Los delegados de San Martín replicaron que dicha Constitución sancionaba una
enorme desigualdad en la representación de los españoles peninsulares y los
españoles americanos y propusieron en cambio la instauración de una monarquía
constitucional en el Perú sobre la base de un príncipe español. Aunque los
delegados del virrey vieron cercano un acuerdo, no estaban autorizados a reconocer
la independencia del Perú en tales términos, por lo que las conversaciones
terminaron y se reanudaron las hostilidades.

7. EXPEDICIÓN DE ALVAREZ DE ARENALES A LA SIERRA CENTRAL

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El general Juan Antonio Álvarez de Arenales, del ejército de San Martín, se internó
con un regimiento hacia lca, donde batió la defensa realista; liberó esclavos de las
haciendas del lugar, para de inmediato enrolarlos como los primeros "peruanos" de
su ejército e impuso cupos a los hacendados. Al llegar a Cerro de Pasco, este se
enfrentó al general español O’Really, al cual derrotó el 6 de diciembre de 1820.
Mientras tanto, el cuartel de los patriotas que se ubicaba en Pisco se trasladó a
Huaura, lugar donde se estableció el segundo cuartel genral del Ejecrcito de san
Martín.

En suma, esas acciones, realizadas entre octubre y diciembre de 1820 fueron toda
la campaña propiamente bélica de San Martín. El general argentino basaba su
estrategia en la idea de que la sola presencia del ejército libertador levantaría en
rebelión a la población peruana contra sus opresores realistas.

8. EL MOTÍN DE AZANAPUQUIO
El año 1821 trajo desde el comienzo ciertos acontecimientos que alcanzaron, no
obstante, a mejorar su ánimo. En enero hubo un golpe militar en el bando español
denominado el motín de Aznapuquio. El general José de La Serna, al mando de
militares jóvenes que criticaban la tibieza del virrey Pezuela frente a los insurrectos,
tomó el mando del virreinato.

9. LAS CONFERENCIAS PUNCHAUCA


Siguiendo instrucciones reales, la nueva autoridad del virreinato peruano propuso
nuevas conferencias de paz, las que se celebraron entre los meses de mayo y junio
en la hacienda Punchauca, en el valle del río Chillón, en el camino de Lima a
Canta. Esta vez el virrey y el general argentino, estuvieron frente a frente.
Recordaron viejos tiempos (ambos habían peleado juntos contra los franceses en
Bailen) y trataron de llegar a un punto de conciliación sobre la base de la anterior
propuesta la monarquía constitucional de San Martín.

El argentino, quien ya había tenido tiempo de desilusionarse en los meses


transcurridos, llegó a ofrecer al virrey el gobierno provisorio del Perú, mientras
España despachaba un príncipe europeo que quisiera hacernos suyos. Pero La
Serna, quien sí abrigaba una ilusión: la de recibir pronta ayuda militar de la
península, terminó rechazando el plan, puesto que implicaba a fin de cuentas el
reconocimiento de la independencia del Perú.

10. SALIDA DE LA SERNA E INGRESO DE SAN MARTÍN A LIMA.

La Serna tomó poco después una medida extraña pero que respondía a una
profunda lógica basada en el conocimiento del país: abandonó la capital con su
ejército para hacerse fuerte en la sierra, donde se concentraba el 70 por ciento de
la población y las ricas minas de plata. Atravesó Huamanga y Abancay, para al fin
instalarse en el Cuzco, la antigua capital de los Incas. Desde ahí, rodeado por las

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pétreas murallas prehispánicas y los grupos indígenas quechuas, gobernó por más
de tres años los restos del dominio español en los Andes.

San Martín entró a Lima el 15 de julio. Era en ese momento una ciudad de sesenta
mil habitantes, inerme y confundida. La aristocracia que no había seguido al virrey
en su periplo andino, habíase refugiado en el fuerte del Callao o en los conventos,
esperando lo peor, ya no de las tropas libertadoras, sino de los propios
compatriotas: la plebe africana y los indígenas de los pueblos vecinos, que
guardaban resentimientos históricos contra sus amos blancos.

El pánico de los acomodados y el odio de los desarrapados impresionaron mucho


al Libertador, quien acabó convencido que la debilidad de la cohesión nacional en
el Perú hacía del país un continente inadecuado para regímenes avanzados, como
el republica.

11. PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Lima se encontraba sin la presencia del virrey, motivo por el cual los patriotas
liderados por San Martín aprovecharon la situación y, finalmente, proclamaron la
independencia.

Inicios de julio: Retiro del virrey José de La Serna


10 de julio: Ingreso del ejército libertador a Lima
12 de julio José de San Martín ingresa a Lima
15 de julio Se decide la independencia del Perú en el cabildo de Lima
28 de julio Proclamación de la independencia
29 de julio Juramentación de la independencia

EL PROTECTORADO

1. CARACTERISTICAS

Luego de proclamada la independencia del Perú, San Martín asumió el control del
país, fundamentalmente porque en el Perú no había una figura que cohesionara a
la élite nacional.

Como San Martín gobernó el Perú bajo el título de Protector de la Libertad del
Perú, a su gobierno se le denomina el Protectorado. Este gobierno se inició
formalmente el 3 de agosto de 1821. San Martín se dedicó a organizar el naciente
Estado peruano

El objetivo principal fue culminar con la expulsión de los españoles del territorio
nacional..

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2. OBRAS DEL PROTECTORADO


Durante su labor de gobierno, José de San Martín realizó las siguientes obras:

Políticas
· El Estatuto Provisorio (fue la base legal del Protectorado).
· Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: García del Río
(colombiano), ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo de Monteagudo
(argentino), ministro de Guerra y Marina; e, Hipólito Unánue (peruano), ministro de
Hacienda.
· El coronel José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete fue nombrado prefecto de
Lima.
· Convocó al Primer Congreso Peruano en 1822.
· Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico constitucional en el Perú, del que San
Martín era partidario.
· Se envió una comisión especial a Europa, integrada por Juan García del Río y
Diego Paroissien. Viajó por orden de San Martín, para buscar un príncipe que viniera
al Perú como rey. Estos dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y
arribaron a Londres en septiembre de 1822, época en que terminaba el Protectorado
de San Martín.

Sociales
· Se dio la libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir del 28 de julio de 1821,
mediante la Ley de Vientres Libres. Los nacidos con anteri9oridad mantenían su
condición de esclavos.
· En una medida conservadora, San Martín respetó todos los títulos de la nobleza
colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por Títulos del Perú.
· Se creó la Orden del Sol para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos. El objetivo era crear una nobleza peruana para el futuro rey que iba a
gobernar el Perú.

Culturales
· Creó la Biblioteca Nacional. Su primer director fue Mariano José de Arce.
· Se selecciona el Himno Nacional, compuesto por Bernardo Alcedo (música) y
José de la Torre Ugarte. (letra).
· Por Decreto Supremo se creó la primera Escuela Normal de Preceptores o
Escuela Normal con el sistema de enseñanza lancasteriana (Hoy UNE).

Militares
· Creación del Ejército y la Marina de Guerra del Perú.
· Se rindieron los realistas liberados por José de La Mar, que se encontraban
atrincherados en el Real Felipe del Callao.
· San Martín envió apoyo militar al norte, para Antonio José de Sucre, patriota que
logrará una gran victoria contra los ejércitos realistas en Pichincha.

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· Las tropas de San Martín fueron derrotados en Macacona (Ica) por los ejércitos
realistas.

3. LA SOCIEDAD PATRIÓTICA: LUGAR DEL PRIMER DEBATE DOCTRINARIO

Fue el lugar de debate político, en el que se discutía por el tipo de gobierno del Perú.
Hubo acalorados debates entre los partidarios de la forma de gobierno república y
los monarquistas constitucionales. El tema central de los debates fue definir el tipo
de gobierno que le convenía a nuestro país.

Las ideas que se plantearon fueron las siguientes:


· Ideas republicanas, que defiende la existencia de tres poderes del Estado
autónomo, como los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.Sus defensores son
Manuel Pérez de Tudela, José Faustino Sánchez Carrión y Francisco Javier Luna
Pizarro.
· Ideas monarquistas, que defienden la instauración de una monarquía
constitucional en el Perú. Sus defensores son José de San Martín, Bernardo
Monteagudo y García del Río.

4. LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL

Se realizó a fines de julio de 1822. En esta reunión se encontraron los líderes de la


libertad de América del Sur: San Martín y Bolívar. Presumiblemente se abordaron
tres temas: el apoyo militar de Bolívar al Perú para expulsar a los realistas; la
posesión de Guayaquil y la forma de gobierno para el Perú y las nuevas naciones.
Por los resultados, se asume que tuvo un fracaso total. Incluso San Martín propuso
estar bajo el mando de Bolívar, pero este no aceptó. San Martín retornó a Lima
decepcionado.

5. RETIRO DE SAN MARTÍN DEL PERÚ

Al llegar a Lima, San Martín encontró que su presencia causaba muchos recelos,
incluso se decía que él quería autonombrarse rey. Además, se había expulsado a
su fiel amigo Monteagudo. Todo ello, aunado a que percibió que su presencia era
un estorbo para la venida de Bolívar. El Libertador San Martín entregó el poder el
20 de septiembre de 1822 al Primer Congreso Peruano, presidido por Francisco
Javier de Luna Pizarro.

PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ

1. CARACTERÍSTICAS

El Primer Congreso Constituyente peruano fue instalado por don José de San Martín
el 20 de septiembre de 1822.

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Estaba integrado por profesionales como abogados, eclesiásticos y médicos. La


mayoría de los miembros del Congreso eran partidarios del sistema republicano.

El Primer Congreso tuvo dos presidentes que, por sus funciones, se pueden
clasificar en:

· Presidente honorario: Toribio Rodríguez de Mendoza (elegido por su


experiencia política), quien presidio las Juntas preparatorias previas a la instalación
del Congreso
· Presidente efectivo: Francisco Javier de Luna Pizarro. Fue quien presidió
todos los debates a partir de la instalación del Congreso.

2. OBJETIVOS

Los principales objetivos del primer Congreso fueron:


· Elaborar la primera Constitución Política del Perú en 1823.
· Culminar la expulsión de los españoles del país.
· Definir el tipo de gobierno para el Perú: República o monarquía constitucional.

3. LA JUNTA DE GOBIERNO DE LA MAR

A. Nombramiento

El Primer Congreso, al no poder convocar a elecciones para elegir al primer


Presidente de la República y temeroso de caer en un gobierno personal, fuerte y
caudillista, delegó el Poder Ejecutivo a una Junta de Gobierno que tuvo tres
integrantes. Entre los tres miembros se nombró como presidente de la junta a José
de La Mar.

De esta forma el Estado peruano de 1823 estuvo organizado de la siguiente manera:


· El Poder Legislativo o Congreso Constituyente que elaboró la primera
Constitución Política del Perú en 1823 y estuvo presidido por Francisco Javier de
Luna Pizarro.
· El Poder Ejecutivo, que fue elegido por el Congreso y estuvo formado por una
Junta de Gobierno o Junta Gubernativa con tres miembros: José de La Mar
(presidente), Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar y Baquíjano.

B. Objetivos de la Junta de Gobierno

El objetivo principal de la Junta era terminar la guerra de la independencia y para


este fin realizará la llamada «Expedición a puertos intermedios».

C. Primera Expedición a Puertos Intermedios

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Consistió en movilizar un ejército desde Lima, viajando por el océano Pacífico, con
el fin de desembarcar en la costa sur y desde allí atacar a los realistas españoles.
Fue comandada por Rudecindo Alvarado, quien fue derrotado por el general realista
Valdez en las batallas de Torata y Moquegua (sur peruano).

D. El motín de Balconcillo

Debido a la derrota del ejército patriota ante los realistas, el general Andrés de Santa
Cruz presiono al Congreso Constituyente para anular la Junta Gubernativa de La
Mar y nombrar como presidente a José de la Riva Agüero. A este hecho se le conoce
como el "motín de Balconcillo´”; y constituye el primer golpe de Estado que se realizó
en nuestro país.

4. GOBIERNO DE JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO

A. Características
Se le considera el primer Presidente del Perú. Durante el gobierno de José de la
Riva Agüero ocurrieron los siguientes hechos:
· Se recibe el primer préstamo externo de parte de Inglaterra por la cantidad de
1'200 000 libras esterlinas.
· Gestionó la llegada de tropas colombianas.
· Creó la primera armada peruana y la puso a órdenes del almirante Guillermo
Guisse.
· Realizó la Segunda campaña a Puertos Intermedios.

B. Segunda Expedición a Puertos Intermedios


· El ejército patriota intentó la misma estrategia de la primera campaña: el jefe
supremo, Andrés de Santa Cruz, avanzó desde el sur peruano hasta La Paz y Oruro
derrotando a los españoles en la batalla de Zepita.
Esta victoria fue momentánea, porque el ejército regresó a Lima sin resultados
concretos.
· Mientras Santa Cruz (enviado por Riva Agüero) estaba en el sur; Canterac
(general realista) entró en Lima el 18 de junio de 1820, viéndose el presidente y el
Congreso en la necesidad de refugiarse en la fortaleza del Real Felipe.

C. Destitución de Riva Agüero


o Ante los acontecimientos sucedidos, a los que se sumaron las discrepancias entre
el presidente y el Poder Legislativo, el Congreso Constituyente destituye a Riva
Agüero como presidente del Perú; éste no acepta y se retira a Trujillo, donde
estableció su gobierno.
o Acto seguido, el Congreso nombró como nuevo presidente del Perú a Bernardo
Torre Tagle, quien promulgó la primera Constitución del Perú, el 12 de noviembre
de 1823.

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o El presidente Torre Tagle invitó a Simón Bolívar al Perú para que venga a terminar
la guerra contra los realistas. Para eso se formó la Comisión Sánchez Carrión-
Olmedo.

CORRIENTE LIBERTADORA DEL NORTE

1. BOLÍVAR EN EL PERO

A. Llegada de Bolívar al Perú.


Bolívar, luego de ser invitado por el Congreso, llegó al Perú el 1 de septiembre de
1823 y encontró el país, tal y como se lo dijera Sucre, convertido en un campo de
espinas. Bolívar llegó al puerto del Callao precedido de su fama de haber
independizado la actual Venezuela, Colombia y Ecuador tras las batallas de
Carabobo, Boyacá y Pichincha, respectivamente. En base a dichos territorios había
creado un gran estado denominado la Gran Colombia.

El 2 de septiembre, el Congreso Nacional le otorgó a Bolívar la «Suprema autoridad


militar de toda la República».

El 12 de noviembre, el Congreso promulgó la primera Constitución de nuestra


historia, la cual era de un pensamiento liberal (republicano). En ella se nota las ideas
de Faustino Sánchez Carrión; es por eso que la historia reconoce a este precursor
como el Padre de la República del Perú. Sin embargo, esta Constitución nunca entró
en vigencia, porque habría sido un impedimento para la labor que le esperaba a
Simón Bolívar.

B. Coyuntura política
La situación política en el Perú era alarmante, puesto que José de la Riva Agüero
había entrado en conversaciones secretas con el virrey José de la Serna, en
septiembre de 1823, para unirse contra Simón Bolívar, traicionando así la causa
patriota. Finalmente, Riva Agüero fue tomado preso por el coronel Gutiérrez de la
Fuente, quien debido a su gran amistad lo dejó huir. Riva Agüero se retiró al exilio.

Posteriormente, José Bernardo de Torre Tagle, en febrero de 1824, también


traicionó la causa patriota al entrar en conversaciones con el virrey José de la Serna.

2. CAMPAÑA FINAL

A. Preparativos para la Campaña Final


La formación del Ejército patriota unido se realizó en la ex intendencia de Trujillo.
Para ello, Bolívar aprovechó al máximo los recursos humanos y económicos de la
zona.

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El Libertador tuvo sumo cuidado en la formación de su ejército, a cuyos miembros


les inyectó principalmente disciplina y el manejo de las armas. Gracias a los
esfuerzos patriotas se levantó un ejército de 9 000 hombres. Su cuartel fue Pativilca.

Durante todo el tiempo que duró la preparación de las fuerzas patriotas, Simón
Bolívar tuvo como su secretario general al ilustrísimo Faustino Sánchez Carrión,
conocido como el Solitario de Sayán y el Tribuno de la República.

B. La Batalla de Junín
Para junio de 1824, las tropas patriotas empezaron la persecución de las tropas
realistas acantonadas en el valle del Mantaro. Ellos eran apoyados por los
guerrilleros del Mariscal Miller. El 2 de agosto, Bolívar arengó a sus tropas con la
siguiente proclama: «¡Soldados!» vais a completar la obra más grande que el cielo
ha encargado a los hombres: la de salvar a un pueblo entero de la esclavitud... El
Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz... Vosotros sois invencibles!».

El 6 de agosto de 1824 la caballería patriota, al mando del argentino Mariano


Necochea, se enfrentó a la tropa realista comandada por José Canterac. La batalla
se desarrolló a puro sable, por ello es llamada la «batalla sin humo». Las tropas
patriotas lograron derrotar a los realistas, gracias al apoyo dado por los Húsares del
Perú, comandados por Isidro Suárez, quienes intervinieron a una orden de Andrés
Rázuri. Los realistas derrotados se retiraron.

C. La Batalla de Ayacucho
Luego del triunfo patriota, las fuerzas realistas comandadas por el virrey La Serna
se concentraron en Ayacucho, hasta donde acudieron las fuerzas patriotas. Ambas
fuerzas chocaron el 9 de diciembre de 1824 en las pampas de la Quinua, en las
faldas del cerro Condorcunca.

El comandante supremo de los patriotas fue Antonio José de Sucre y el de los


realistas, Canterac y el virrey La Serna. Antes de empezar la batalla, Sucre arengó
a sus soldados con las siguientes palabras: «¡Soldados, de los esfuerzos de hoy
depende la suerte de América del Sur. Otro día de gloria va a coronar vuestra
admirable constancia!».

La batalla empezó en la mañana; la lucha fue sangrienta y las tropas patriotas fueron
reforzadas por los montoneros. Los realistas se sintieron sorprendidos y empezaron
a perder posiciones, incluso se llegó a capturar al virrey. La batalla finalizó con un
gran triunfo patriota. Posteriormente se firmó la capitulación de Ayacucho.

3. LA CAPITULACIÓN DE AYACUCHO
Se firmó después de la batalla de Ayacucho. Por los patriotas firmó el mariscal Sucre
y por los realistas, Canterac. Los acuerdos fueron los siguientes:

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· España reconoce la independencia de América y el Perú.


· Perú pagaría una indemnización de guerra a España.
· Se respetará los rangos y privilegios de los oficiales españoles.
· Perú pagará los gastos de retorno de los españoles a su país.

4. ÚLTIMOS FOCOS DE RESISTENCIA REALISTA

A. Cusco: La Audiencia del Cusco se negó a reconocer la Capitulación de Ayacucho,


nombrado como nuevo virrey a don Pío Tristán, quien luego reconocería la
capitulación.
B. Sierra Sur: El general Olañeta se negó a reconocer la Capitulación, pero será
tomado preso y ejecutado por sus propios soldados.
C. Callao: El general Rodil se quedó en la fortaleza del Real Felipe, aguardando el
regreso del poder español en América hasta 1826, luego de lo cual se retiró a
España.

LA DICTADURA DE SIMÓN BOLÍVAR

1. HECHOS
Al iniciarse el año 1825, la independencia del Perú se encontraba prácticamente
consumada, a pesar de ello el Congreso aprobó, por unanimidad, la prolongación
del gobierno de Bolívar, de esta manera se armonizaba con los planes políticos que
tenía Bolívar para el Perú.

· El Congreso declara a Simón Bolívar como «Libertador, salvador y Padre de la


Patria».
· El Congreso le da el alto rango de Mariscal de Ayacucho a Antonio José de
Sucre.
· El Congreso fija definitivamente el Escudo de Armas y la Bandera del Perú.

2. LA CREACIÓN DE BOLIVIA

El Alto Perú o Charcas, como se le conocía en aquel entonces, afrontó un problema


con respecto a cuál de los nuevos países debía pertenecer. La Real Audiencia de
Charcas había formado parte del Virreinato del Perú hasta el año de 1776, cuando
se creó el Virreinato del Río de La Plata. Sin embargo, al iniciarse las guerras de
independencia el virrey Fernando de Abascal lo incorporó al Virreinato del Perú el
año de 1810.

La Asamblea de Chuquisaca declaró su independencia gracias a que Antonio José


de Sucre permitió que los altoperuanos decidieran su propio destino. El 6 de agosto
de 1825 se declaró la independencia de la República de Bolívar, designándose
como nuevo presidente Antonio José de Sucre. Para asegurar la aprobación de

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Simón Bolívar, la Asamblea le pidió redactar la primera Constitución para el nuevo


Estado.

3. PENSAMIENTO POLÍTICO DE BOLÍVAR


A. La Constitución Vitalicia de 1826
Simón Bolívar decidió establecer una República Federativa con un presidente
vitalicio, es decir la república estaría compuesta por varios Estados y gobernada por
un solo hombre, de por vida. Fue así que se planteó una Constitución Vitalicia. La
Constitución de 1823 ya no estaba en vigencia.
B. El Congreso de Panamá
Simón Bolívar convocó al Congreso de Panamá con la finalidad de que todos los
países de América se uniesen y formaran un solo Estado, pero este Congreso
fracasó debido al recelo que se le tenía a Bolívar.

C. La Federación de los Andes


Con este proyecto, Bolívar decidió unir los Estados que se encontraban bajo su
influencia, es decir, Perú, Bolivia y la Gran Colombia (formando parte de ésta, la
actual Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) y crear con ellos la «Federación
de los Andes».
La forma de gobierno de la Federación de los Andes fue la siguiente:

· Cada Estado integrante estaría gobernado por un vicepresidente y mantendría,


en parte, los elementos de gobierno y sus propias leyes.
· El gobierno general de la Federación estaría a cargo del presidente vitalicio, que
sería Simón Bolívar.
· El proyecto fue rechazado por Estados Unidos, Argentina y Chile porque esto
significaba la formación de un Estado poderoso, cuya existencia consideraron
peligrosa.

4. Oposición peruana a las ideas de Bolívar


La prórroga de la dictadura de Bolívar originó una fuerte oposición que impulsó el
nacionalismo peruano y el anhelo de tener un gobierno democrático. Ante esta
situación, Bolívar generó una dura política represiva, demostrándose esto con el
fusilamiento del general Juan Félix de Berindoaga, ex ministro de Torre Tagle,
acusado de manera injustificada de traición solo por oponerse a Simón Bolívar.
· Oposición del Congreso Peruano
El Congreso aplazó la reunión del Segundo Congreso que debía realizarse en 1826,
para evitar así la aprobación de la Constitución Vitalicia.
· Problemas de la Gran Colombia ante la Constitución Vitalicia
El general Santander, que se encontraba en la Gran Colombia, se opuso a los
planes de Simón Bolívar. Tanto él como otros líderes grancolombianos estaban en
desacuerdo con el sistema de gobierno vitalicio propuesto por Bolívar.

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Esto representaba un serio peligro, ya que podía desintegrarse la Gran Colombia,


lo que determinó que Simón Bolívar regresara a Bogotá. En 1830, se desintegró la
Gran Colombia a partir de lo cual se formaron Colombia, Ecuador y Venezuela.

5. Retiro de Bolívar del Perú y fin de su dictadura.

Bolívar se retiró del Perú el 3 de septiembre de 1826 dejando el Consejo de


Gobierno a cargo de Andrés de Santa Cruz.

Perú Republicano
EL PERÚ REPUBLICANO
EL SIGLO XIX

El siglo XIX fue testigo de dos momentos dramáticos que marcaron notablemente
el desarrollo histórico peruano: la Independencia y la Guerra con Chile. Fueron dos
coyunturas trágicas que sembraron caos, destrucción material y división interna.
Ambos dejaron muchos odios y tareas por resolver. También es visto como el siglo
de las oportunidades perdidas por la gran riqueza guanera que multiplicó el
derroche y la corrupción hasta colocar al país en bancarrota hacia los años de 1870.
Si consideramos que la independencia se logró en 1824 con la batalla de Ayacucho
y que las tropas chilenas abandonaron el Perú en 1884, deducimos que los primeros
60 años de la historia peruana estuvieron marcados por el fracaso.

Luego de Ayacucho el Perú no pudo escapar al dominio de los caudillos. Estos


personajes, en su mayoría militares, manejaron el poder a su antojo, sembraron el
caos político y, lo más peligroso: su personalismo retrasó el asentamiento del orden
institucional en el país. Luego de la pobreza general dejada por las guerras
independentistas, a partir de 1850 la bonanza guanera les permitió gozar de un
recurso para asegurar su permanencia en el poder. De esta manera el país
experimentó un clima de relativa estabilidad política y pudo ser testigo de algunas
inversiones en obras públicas (educación, servicios urbanos y ferrocarriles). Ramón

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Castilla fue el caudillo más afortunado pues sus gobiernos coincidieron con
estaprosperidad falaz, tal como llamó a esta era Jorge Basadre.

Pero en realidad el guano sembró la irresponsabilidad en el manejo del Estado.


Mucho se invirtió en burocracia, en gastos militares y en operaciones oscuras. Los
gastos superaban a los ingresos y muchas veces, para cubrir el déficit, se recurrió
al crédito externo poniendo como garantía las ventas futuras del guano. En algún
momento el sistema tenía que colapsar. Esto sucedió en la década de 1870 cuando
el Perú se declaró en bancarrota: tenía la deuda externa más grande de
Latinoamérica y sus ingresos no podían cubrir sus gastos corrientes y el pago de la
deuda. Pero los problemas no quedan allí. La guerra estaba a la vuelta de la
esquina: en 1879 el Perú, unido a Bolivia por un “tratado secreto”, tuvo que entrar
en un conflicto por el control del salitre frente a Chile.

El país no estaba en condiciones económicas, políticas y militares de salir bien


parado de la contienda. El conflicto terminó formalmente en 1883 con el Tratado de
Ancón que sancionó una grave pérdida territorial. Las provincias del sur, ricas en
salitre, fueron el botín del enemigo. La derrota ponía fin a una etapa. Ahora había
que reconstruir el país bajo otros criterios. Los puntos pendientes eran: erradicar el
caudillismo en la política, fomentar el desarrollo de las instituciones, diversificar las
exportaciones para no depender de un solo recurso y hacer un manejo más técnico
de la economía. Los años que vienen son un esfuerzo por hacer del Perú un país
más moderno e integrado para afrontar los desafíos del siglo XX.

LA INDEPENDENCIA (1808-1825) - EL PERÚ REPUBLICANO:


La ruptura del Perú con España formó parte del movimiento separatista
latinoamericano frente al imperio español, que podríamos ubicar entre 1808 y 1825.

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Políticamente se precipitó cuando las tropas napoleónicas invadieron la


Península poniendo en evidencia la crisis de la monarquía que debió interrumpir las
comunicaciones con sus dominios de Ultramar.
Ideológicamente, sin embargo, la independencia fue un lento camino de alejamiento
y crítica por parte de los criollos más ilustrados frente a la Metrópoli.
Recordemos que los borbones los habían desplazado de muchos puestos claves
de gobierno en favor de burócratas peninsulares. Esto dio lugar a un “nacionalismo
incipiente” que se reflejaría en peticiones de autonomía política y ciertas libertades
económicas que la monarquía española se negaría sistemáticamente a conceder a
los americanos. En el Perú muchos de los llamados “precursores”, como José
Baquíjano y Carrillo, Toribio Rodríguez de Mendoza o Hipólito Unanue, se inclinaron
por esta suerte de reformismo. Pocos fueron los que adoptaron resueltamente el
separatismo como Juan Pablo Viscardo y Guzmán o José de la Riva-Agüero.

Desde el punto de vista militar la liberación de Sudamérica se llevó a cabo a partir


de la década de 1820 en dos frentes de manera casi simultánea. La Campaña del
Sur, dirigida por San Martín, empezó en Buenos Aires y avanzó por los Andes
logrando la independencia de Chile; la Campaña del Norte, comandada por Bolívar
lograría, no sin muchas dificultades, la independencia de la Gran Colombia (lo que
hoy son los territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador). Ambos
movimientos convergieron en el Perú, la plaza más importante del ejército realista.
Aquí, en1824, las tropas de Bolívar y Sucre lograrían las victorias de Junín y
Ayacucho.

Al otro lado del continente, en México, los patriotas seguirían su propio camino de
liberación. Los cierto es que en 1826 España había perdido un enorme imperio del
que sólo conservaría, hasta 1898, dos islas en el Caribe: Cuba y Puerto Rico. Unas
15 millones de personas habían dejado de ser súbditos del rey de España. Dentro
de este marco la independencia del Perú fue, junto a la de México, la más
complicada y larga de todas. La guerra duró entre 1820 y 1826 aproximadamente,
causando numerosas muertes y pérdidas materiales.

Esto es comprensible ya que el territorio del antiguo Virreinato peruano ocupaba un


enorme territorio que alcanzaba hasta lo que hoy es Bolivia, el famoso Alto Perú.
Se trataba de un espacio muy diverso con realidades étnicas, regionales y
económicas muy complejas y a veces contradictorias. Un escenario, además, donde
una minoría blanca (criollos y peninsulares) convivía con la masa indígena más
numerosa del continente, esto sin mencionar la presencia de esclavos negros y de
un grupo cada vez más nutrido de mestizos y castas. El temor de una sublevación
de las masas era algo que preocupaba a la élite. Por ello aquí la pugna de intereses
hizo que no todos sintieran en el mismo momento la necesidad o la conveniencia
de separarse de España, ni tampoco la forma en cómo llevar a cabo un proyecto
tan delicado. Fue en este ambiente de confusión que actuaron los ejércitos de San
Martín y Bolívar cuando llegaron a nuestro país.

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LA REPÚBLICA INICIAL (1825-1845) - EL PERÚ REPUBLICANO

Luego de la batalla de Ayacucho el Perú quedó con total libertad de organizarse


políticamente. El problema era que los cambios sociales y económicos habían sido
pocos. Por ello fue que el orden liberal y republicano que propusieron muchos
políticos estaba divorciado de una realidad todavía muy arcaica y, ahora, caótica.
Durante los siguientes años la participación política quedó reducida a un pequeño
grupo de la población, es decir, a la élite civil y militar sin un proyecto nacional claro.
Por ello al interior del país surgieron tendencias regionalistas y por momentos
separatistas como en los departamentos de Cuzco y Arequipa. Allí, como en la
mayor parte del país, la presencia del estado era muy débil luego del
desmantelamiento de la administración virreinal. Surgió así la presencia del
gamonal, es decir, el terrateniente que sumó a la propiedad de la tierra el poder
político en su localidad o región.

En este clima las instituciones no funcionaban o eran casi inexistentes, y la falta de


una clase dirigente hizo que los intereses de grupo, las lealtades regionales o
personales fueran la clave de la vida política. El poder terminó cayendo en manos
de los jefes militares vencedores de Ayacucho: los caudillos. Ellos representaron
intereses regionales de gamonales y comerciantes a los que concedían cargos
públicos y tierras. Eran la cabeza de una complicada pirámide de patrones y
clientes. Las figuras de Agustín Gamarra, Felipe Santiago Salaverry, Andrés de
Santa Cruz o Manuel Ignacio de Vivanco, claves en la política de estos años,
corresponden a esteprimer militarismo, tal como lo definió Basadre.

El caudillismo se convirtió en una empresa cuyo objetivo era la conquista del poder.
El estado era el botín a repartirse. Quizá el único proyecto importante surgido del

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caudillismo fue la idea de volver a unir Perú y Bolivia en 1836: la Confederación


Perú-boliviana, ideada por Santa Cruz. Pero el mismo caudillismo, los intereses
regionalistas y la intervención chilena la hicieron fracasar en la batalla de Yungay
(1839). De todos estos caudillos faltó un dirigente excepcional, alguien capaz de
imponer la autoridad de un gobierno central y subordinar las regiones para evitar la
anarquía. Entre 1821 y 1845, es decir en 24 años, se alternaron 53 gobiernos, se
reunieron 10 congresos y se redactaron 6 constituciones. Hubo años, como en
1838, que gobernaron 7 presidentes casi al mismo tiempo. Vemos entonces que la
autoridad de estos caudillos no fue resultado de un consenso ni tampoco pudo
imponerse de forma estable. Cuando conquistaban el poder concentraban su
atención en satisfacer las demandas de sus allegados políticos. Eran gobiernos de
minorías para minorías. No pudieron integrar a la sociedad retrasando el camino de
convertir al Perú en un estado-nación.
LA ERA DEL GUANO (1845-1879) - EL PERÚ REPUBLICANO
A partir de 1845, con la llegada de Ramón Castilla a la presidencia, el Perú inició un
período de relativa calma política debido a que ahora los gobiernos gozaron de un
ingreso económico inesperado: el guano de las islas. La exportación de este famoso
fertilizante se hizo posible a la gran demanda de Norteamérica y Europa por elevar
su producción agrícola debido al crecimiento demográfico.
Hasta el estallido de la Guerra con Chile (1879) el Perú exportó entre 11 y 12
millones de toneladas de guano que generaron una ganancia de 750 millones de
dólares. De ellos el estado recibió como propietario del recurso el 60%, es decir,
una suma considerable para convertirse a través de inversiones productivas en el
principal agente del desarrollo nacional.
Si calculamos la importancia del guano en la economía de la época podríamos decir
que, cuando Castilla hizo el primer presupuesto para los años 1846-1847, la venta
del fertilizante representaba el 5% de los ingresos totales; años más tarde, entre
1869 y 1875, el guano generaba el 80% del presupuesto nacional. Con esta inusual
bonanza, luego de 20 años de anarquía y estancamiento, se podía recuperar el
tiempo perdido: atraer la inversión e iniciar una vasta política de obras públicas para
modernizar al país.
El resultado final no fue tan alentador. El dinero generado por el guano fue destinado
a rubros casi improductivos: crecimiento de la burocracia, campañas militares,
abolición del tributo indígena y de la esclavitud, pago de la deuda interna y
saneamiento de la deuda externa. Solo la construcción de los ferrocarriles y algunas
inversiones en la agricultura costeña (caña de azúcar y algodón para la exportación)
escaparon a este desperdicio financiero.

Hacia 1870 las reservas del guano se habían prácticamente agotado y el Perú no
estaba preparado para este colapso, cargado como estaba con la deuda externa
más grande de América Latina (37 millones de libras esterlinas). Fue entonces que
el país pasó, como tantas veces en su historia, de millonario a mendigo, sin nada
que exhibir en términos de un progreso económico. El Perú no había podido
convertirse en un país moderno con instituciones civiles sólidas.

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La razón de este fracaso ha sido explicada por la falta de una clase dirigente. Tanto
los militares como los civiles surgidos bajo esta bonanza no pudieron elaborar un
proyecto nacional coherente. Dirigieron su mirada hacia el extranjero, apostaron por
el libre comercio y compraron todo lo que venía de Europa arruinando la escasa
producción o “industria” local. Con muy pocas excepciones se convirtieron en un
grupo rentista sin vocación por la industria.
En especial los civiles no habrían podido convertirse en una “burguesía” decidida,
progresista o dirigente. Aunque, como ya hemos mencionado, hubo al interior de
esta élite gente que, como Manuel Pardo, imaginaron un desarrollo alternativo para
el país. Pardo fundó el Partido Civil y en 1872 se convirtió en el primer presidente
que no vestía uniforme militar. Su programa insistía en la necesidad de
institucionalizar el país, fomentar la educación y construir obras públicas. Ya en el
poder poco es lo que pudo hacer: el país se encontraba ahogado en su crisis debido
al derroche de los años anteriores.
Lima y la costa se beneficiaron de la bonanza guanera. El resto del país, esto es,
los grupos populares y las provincias del interior, vivieron al margen de esta
“prosperidad falaz” continuando en un mundo arcaico, especialmente la población
andina. En 1879, quebrado y dividido, el Perú tenía pocas posibilidades de salir
airoso en la Guerra del Pacífico.

EL ROSTRO DEL PERÚ - PERÚ REPUBLICANO

La población, en 1828, fue calculada en 1’279,726 habitantes. El Perú seguía siendo


un país rural. La mayoría eran indios que formaban comunidades campesinas. Lima
era la ciudad más populosa con 54 mil habitantes. Cerca de la mitad del país estaba
compuesto por un territorio desconocido: la amazonía. Las fronteras políticas
estuvieron poco definidas y fueron causas de conflictos con Bolivia (1828) la Gran
Colombia (1829) y Ecuador (1859).

No hubo esta época un centralismo sino más bien una desarticulación por el poco
efecto concentrador de Lima y, se podrían distinguir, hasta cuatro circuitos
comerciales casi autosuficientes: Lima y la costa central; la costa norte y Cajamarca;
la sierra central; y la sierra sur.

Las comunicaciones eran difíciles puesto que a pesar de contar con cinco puertos
mayores (Paita, Huanchaco, Callao, Islay y Arica), las antiguas rutas que habían
comunicado a Lima con Arequipa, Cuzco y el Alto Perú sufrían un penoso
abandono. Todo esto añadido a la difícil geografía y a la numerosa presencia de
bandidos, viajar se convirtió en una empresa arriesgada. La circulación monetaria
disminuyó y en muchos lugares el comercio sólo pudo efectuarse mediante el
trueque.

Esta situación empezó a cambiar durante la época del guano. A nivel social surgió
una clase “rentista”, es decir, un reducido círculo de familias muy ricas, amantes del
lujo, pero sin vocación empresarial. Su fortuna, proveniente de los negocios

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guaneros, se formó sin esfuerzo tecnológico o creativo alguno. No solo importaron


de fuera artículos de lujo, sino también una buena dosis de ideología liberal y un
nuevo estilo de vida a imagen y semejanza de las burguesías europeas. Ellas se
modernizaron pero no les interesó difundir los nuevos valores contribuyendo a
acentuar su distancia respecto a la mayoría que siguió viviendo en un mundo
arcaico.

Pocas épocas en el Perú dieron lugar a tanto lujo y ostentación. Luego del
empobrecimiento sufrido tras la independencia, la élite tuvo dinero suficiente para
gastar. El culto a los artículos importados hizo rico a más de un comerciante que
estableció su tienda en las calles del centro de Lima. Sumas enormes de dinero
fueron derrochadas en una desmedida importación de artículos de lujo. En
Chorrillos, el balneario de moda, los nuevos ricos se dedicaban al juego y llevaban
un estilo de vida opulento.

Hacia 1870, año en que se derrumbaron sus murallas, Lima contaba con poco más
de 100 mil habitantes. Comenzaba por el norte con el Convento de los Descalzos y
terminaba por el sur en la Portada de Guadalupe, muy cerca de la actual Plaza
Grau. En el lugar que ocupaban las murallas se trazaron, a la manera
francesa, avenidas en forma de boulevards que rodearon a la ciudad formando un
cinturón de calles amplias y arboladas.

Además, se diseñaron parques decorativos con quioscos afrancesados como el


Parque de la Exposición inaugurado por el presidente Balta en 1872. Pero la
influencia francesa no sólo se hacía sentir en el diseño urbano. La moda de París
entusiasmaba a las mujeres y desplazaba a las tapadas. La gente de entonces
también utilizaba su tiempo libre para hacer deporte al fundarse, por ejemplo, el
"Club Regatas Lima". Asimismo, apareció el tranvía remolcado por caballos y se
construyó el teatro Politeama con capacidad para 2 mil personas.

Por último, a partir de 1850, llegaron trabajadores chinos para reemplazar a los
esclavos negros en las haciendas de la costa. Los beneficios del trabajo de
losculíes lo percibieron de inmediato los terratenientes. Con el conocimiento
ancestral que tenían del trabajo agrícola y con su esfuerzo físico permitieron el
notable incremento en la producción de caña y algodón. Los chinos también fueron
empleados en la extracción del guano de las islas y en el servicio doméstico. La
llegada de los coolíes fue continua y creciente: entre 1849 y 1874 arribaron casi 90
mil. Lo censurable fue que su trabajo se realizó en condiciones de semi-esclavitud.
Los malos tratos se iniciaban en el viaje desde la colonia portuguesa de Macao
hasta su llegada al Callao. La penuria continuaba en el Perú. El trato de los
hacendados fue muy duro. El uso de cadenas, látigos y la exigencia del
cumplimiento del horario fue algo cotidiano.

LA GUERRA DEL PACÍFICO (1879-1883) - EL PERÚ REPUBLICANO

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El 5 de abril de 1879 Chile declaró la guerra al Perú e inmediatamente bloqueó el


puerto salitrero de Iquique. Así empezaba la llamada Guerra del Pacífico, una
contienda larga, sangrienta y agobiante. En 1873 se había preparado en descenlace
definitivo cuando el Perú firmó un tratado secreto de alianza con Bolivia, documento
que fue el pretexto para que el Perú ingresara al lado de este país, en el conflicto
contra Chile.

Quizás la guerra estaba perdida desde que el Perú quedó en franca desventaja
militar frente a Chile cuando en 1874 el presidente Manuel Pardo, por medidas de
austeridad debido a la crisis económica, autorizó la reducción de los efectivos del
ejército y la marina, y no llevó adelante la construcción de un par de buques
blindados contratados por su antecesor José Balta.

Pero la derrota no sólo se debió a la débil condición militar sino también, como lo
escribió alguna vez Jorge Basadre, al desorden político, a la falta de integración
social y al despilfarro económico del siglo XIX que convirtieron tan vulnerable a un
país con grandes posibilidades de desarrollo .

Las causas del conflicto armado entre Perú, Bolivia y Chile fueron básicamente
económicas: el control del salitre. Se trataba de un nitrato que se exportaba como
fertilizante y como insumo para explosivos. De un lado estuvo Chile intentando
apoderarse del rico territorio salitrero en el desierto de Atacama que en el derecho
internacional no le pertenecía; y del otro, Perú y Bolivia, intentando,
dramáticamente, de defenderlo.

Pero esta situación no fue circunstancial. El control territorial del Atacama estuvo,
desde los inicios de la explotación salitrera, en manos de empresarios chilenos y
capitales británicos. La distancia geográfica, la anarquía política y la endémica crisis
económica hicieron que el control peruano y boliviano sobre su riqueza salitrera
fuese poco efectiva o incluso inexistente en el caso de Bolivia.

Iniciado formalmente el conflicto el Perú tuvo su primer revés en el mar. En los


combates de Iquique y Angamos se perdieron a los dos únicos acorazados que
teníamos para defender 4.800 kilómetros de litoral: la fragata Independencia y el
monitor Huáscar. También perdimos a Miguel Grau, el máximo héroe nacional. Una

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vez controladas las rutas marinas las fuerzas chilenas se apoderaron de las
provincias del sur, incluyendo Tarapacá, muy rica en salitre.

A pesar de estar política y militarmente arruinado el Perú se negó a capitular. Por


ello un potente ejército de 3 mil hombres al mando de Patricio Lynch fue enviado a
invadir la costa norte para “castigar” y someter a la población saqueando las
plantaciones de caña de azúcar privando al Perú del único recurso económico que
le quedaba para continuar la guerra. Aún así los peruanos continuaron el combate
y luego de las batallas de San Juan y Miraflores 25 mil chilenos ocuparon Lima pero
la encontraron sin gobierno alguno con el que negociar la rendición.

Nicolás de Piérola, quien había asumido poderes dictatoriales tras el polémico viaje
de Mariano I. Prado a Europa, se retiró a la sierra (Ayacucho) para continuar su
gobierno y resistir al invasor. El país no lo apoyó y, en Lima, una asamblea de
notables eligió presidente al civil Francisco García Calderón. Éste se negó a firmar
la paz con Chile con entrega de territorios. García Calderón, como muchos otros
líderes políticos, terminó cautivo en Chile. En la sierra central Andrés A. Cáceres
inició una feroz resistencia comandando tropas campesinas en la célebre Campaña
de la Breña. Tras algunas victorias terminó derrotado en Huamachuco. Por su lado
Miguel Iglesias, luego de su triunfo en San Pablo, pidió al país desde Montán
(Cajamarca) firmar la paz con Chile bajo cualquier condición. Ya proclamado
presidente, Iglesias firma con el enemigo en Tratado de Ancón (1883) donde se
cedía definitivamente Tarapacá y se entregaba, por espacio de 10 años, las
provincias de Tacna y Arica. Un plebiscito, que nunca se realizó, debía decidir el
futuro de ambas. Las tropas chilenas recién dejarían nuestro territorio en 1884.

LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL (1883-1895) - PERÚ REPUBLICANO

La guerra terminó completando la destrucción que se había iniciado con la crisis


económica de la década de 1870. En 1879 el sistema bancario peruano estaba
quebrado y la agricultura, la minería y el comercio apenas sobrevivían. Las tropas
chilenas arruinaron la economía, pusieron en evidencia la fragilidad del sistema
político peruano, reverdecieron los antiguos conflictos internos y privaron al país de
la vital riqueza salitrera. Luego de firmada la paz había que reconstruir el Perú desde
los escombros.

Siguiendo a Basadre, este período se inicia con el segundo militarismo pues los
militares vuelven a ocupar dominar la política, ahora en un momento dramático.
Estos caudillos son los vencidos, pero son los únicos que tienen la fuerza suficiente
para tomar el poder ante la situación tan vulnerable en que quedó el resto de la
población por el desastre ante Chile.

El país seguía dividido. Los "hombres de Montán", secundaban a Iglesias, y "los de


kepí rojo" al héroe de la Breña, el general Cáceres. Ambos bandos eran

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irreconciliables. El problema había surgido por la condiciones estipuladas en el


Tratado de Ancón.

Este militarismo comprende los gobiernos de Iglesias (1883-86), Cáceres (1886-90)


y Remigio Morales Bermúdez (1890-94). Llega a su fin en 1895 cuando los civiles,
ya reorganizados y cansados del militarismo, expulsan del poder a Cáceres que lo
ocupaba ilegalmente por segunda vez. Ese año, tras una sangrienta guerra civil que
culminó en las calles del centro de Lima, Nicolás de Piérola asume la presidencia.

En este difícil período el Perú tenía que recuperarse de la terrible derrota moral y
material. Si antes de 1879 el país estaba ya quebrado imaginemos ahora la
situación. Había que empezar de la nada. Los años dorados y “felices” del guano
habían pasado, era necesario replantear el modelo económico y llevar un manejo
del poco dinero disponible con criterios más austeros.

Pero un nuevo modelo no podía iniciarse sin resolver el espinoso problema de la


deuda externa que ascendía, con los intereses acumulados, a 51 millones de libras
esterlinas. Cáceres tuvo que hacerle frente y lo “solucionó” al firmar con los
acreedores el polémico Contrato Grace, en 1889. Recién desde ese momento se
pudo dar el marco adecuado para fomentar la inversión, tanto nativa como
extranjera.

Afortunadamente a partir de la década de 1890 el mercado mundial estuvo del lado


peruano. Los precios de algunos de nuestros principales recursos naturales de
exportación subieron: azúcar, algodón, cobre y caucho. Con su venta se inició la
recuperación nacional, especialmente de los empresarios privados y de la clase
política. De esta manera el militarismo llegaba a su fin y Piérola inauguraba una
época de gran expectativa nacional: el gobierno de las instituciones y no el de los
caudillos.

La explotación del caucho significó el auge de Iquitos. La demanda de las industrias


de automóviles europea y norteamericana impulsó la extracción de este recurso
natural que trajo importantes beneficios al tesoro público entre 1882 y 1912. Para
los aborígenes selváticos representó la quiebra de su mundo material y mental. La
explotación también representó un paso en la ocupación, bajo criterios nacionales,
del espacio amazónico. En este sentido, se exploró la Amazonía iniciándose
importantes estudios geográficos. Pero como toda industria extractiva no
consideraba útil la conservación de la ecología ni la del árbol productor del jebe,
pues se pensaba que el recurso era inagotable (como antes parecía serlo el guano).

En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre 1900 y 1905, salieron por
el puerto de Iquitos más de 2 millones de kilos de caucho por año. A partir de ese
momento, le salieron competidores de otras partes del mundo. Exploradores
británicos habían exportado árboles caucheros de la India, y en Ceylán se
desarrollaron extensas plantaciones. El boom del caucho llegaba a su fin

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Por último, la intensa actividad privada empezó a transformar el país. La agricultura


de la costa se modernizó, en Lima surgieron las primeras fábricas y se recuperó el
sistema bancario. El Banco Italiano (hoy Banco de Crédito), el Banco del Perú y
Londres y el Banco Popular son fundados por estos años. Aparecen los primeros
obreros y se forma una pequeña clase media. El Perú mostraba entrar con paso
seguro al nuevo siglo.

EL PERÚ CONTEMPORÁNEO: EL SIGLO XX

Luego del serio revés producido por la Guerra del Pacífico, el país inició el siglo XX
con el apogeo del proyecto oligárquico orientado a la exportación de materias
primas. El modelo entró en crisis a fines de los años veinte cuando se empezó a
ensayar una política económica orientada al mercado interno promoviéndose la
industrialización. Las actividades económicas se diversificaron y se consolidaron
nuevos grupos sociales (clase media, proletariado urbano y campesino, estudiantes
universitarios) que desafiaron el orden de la antigua clase dirigente. Surgieron
nuevas doctrinas y partidos políticos que volvieron a plantearse preguntas y
problemas sobre la esencia del Perú y el tipo de nación que queríamos ser:
centralista o federal, mestiza o multicultural, proteccionista o abierta libremente al
mundo.

De esta manera el Estado fue asumiendo nuevos papeles para fomentar el


desarrollo económico y la integración social. Crece la burocracia y la inversión
pública; aparecen nuevos ministerios y la banca de fomento. Este proceso tuvo su
clímax en régimen militar de 1968 a 1975 y el gobierno aprista de 1985 a 1990.
Apartir de los años 90 la tendencia cambió al devolverse estos procesos a la

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iniciativa privada y al mercado mundial. Pero todos estos vaivenes acentuaron el


centralismo limeño que se ha convertido en uno de los obstáculos más serios para
el desarrollo integral y democrático del país.

Un cambio espectacular fue el crecimiento demográfico. La población se triplicó


entre 1940 y 1993: pasó de 7 a más de 22 millones de habitantes; al año 2000 llegó
a 25,7 millones. Otros factores que cambiaron el rostro del país fue el crecimiento
de la cobertura educativa en todos sus niveles y la expansión de los medios de
comunicación (carreteras, radio, periódicos y televisión). Esto integró más al país y
empujó a millones de campesinos a buscar nuevas oportunidades en las ciudades.
La masiva migración del campo a la ciudad, especialmente a partir de los años
cincuenta, fue un fenómeno inédito. Lima fue la principal víctima: en 1904 tenía 140
mil habitantes, 540 mil en 1940, 3 millones en 1972 y más de 7 en el 2000. Este
fenómeno convirtió al Perú en un país mestizo, urbano y costeño. En 1940 el 70%
de la población vivía en el campo, hoy en día ocurre todo lo contrario: ese mismo
porcentaje vive en las urbes.

El Perú se vio afectado, además, por dos fenómenos dramáticos. En primer lugar,
a partir de los años ochenta estallaron movimientos subversivos situados
ideológicamente a la izquierda del Apra y los demás partidos “socialistas”; su
intensidad entre 1980 y 1992 estuvo a punto de hacer colapsar al Estado. Por su
lado, el narcotráfico demostró su poder económico y político en amplias regiones
del territorio nacional. El Estado terminó controlando el primero y, con la ayuda
internacional, debe erradicar el segundo.

Durante el siglo XX el Perú experimentó casi todos los modelos de desarrollo


existentes. El resultado, sin embargo, no ha sido tan alentador. Un solo dato podría
resumir el fracaso: casi el 60% de su población vive en condiciones de pobreza o
miseria extrema. Faltan profundizar los valores democráticos, el orden institucional
y una economía de mercado más competitiva y redistributiva. Hoy el país, además,
está inmerso en las consecuencias que trajo para el planeta el fin de la “guerra fría”
y el acelerado proceso de integración llamado “globalización”. Conceptos como
soberanía o dependencia están siendo redefinidos. Lo cierto es que con el fax, el
internet, la televisión por cable y el abaratamiento del transporte de mercancías y
personas el Perú viene acomodándose a los nuevos desafíos que impone el siglo
XXI.

LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA (1895-1919)

Con el gobierno de Piérola (1895-1899) la presencia de los civiles en el poder le dio


un perfil distinto al país: tolerancia a las nuevas ideas y el propósito de garantizar el
orden interno para impulsar el progreso. La oligarquía, un grupo de familias que
controlaba la agricultura, la minería y el sistema financiero fue la que esbozó un
proyecto de desarrollo acorde a sus intereses. Esa fue la tarea del Partido Civil que
monopolizó el poder.

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Se pensó que el Estado debía ser pequeño barato y pasivo, es decir, modesto en
recursos y ajeno al intervencionismo. Se diseñó una reforma electoral y tributaria, y
se dio eficacia a la administración pública. El gasto público debía ser muy reducido
y la acción del Estado no debía interferir con la actividad privada. Por ello los
servicios ofrecidos por el Estado eran pocos y se reducían a los relativos al orden
(ejército, policía y justicia); la educación o la vivienda eran cubiertas por la iniciativa
privada.

Los impuestos debían ser lo más bajos posibles para no afectar a los grupos que
generaban riqueza. Se impulsaron los impuestos indirectos que grababan a los
artículos de consumo masivo (sal, fósforos, licor, tabaco). Si se quería realizar una
obra en alguna provincia se aumentaban los impuestos sobre el consumo en la zona
interesada. El Perú fue una suerte de “paraíso fiscal”, un escenario atractivo para
los intereses de los civilistas vinculados a múltiples actividades empresariales.

Los civilistas siguieron impulsando el modelo exportador. La agricultura asumió el


papel dinámico que el guano había ejercido antes. De este modo los hacendados
se transformaron en la élite dominante hasta 1919. La industria azucarera se
modernizó, especialmente en el valle de Chicama. La producción del algodón le
siguió en importancia en los valles de Ica y Piura. Fermín Tangüis halló una planta
resistente a las plagas que luego se hizo famosa en el mundo por su gran calidad:
el “algodón Tangüis” permitió a los agricultores obtener excelentes beneficios
colocando al Perú como exportador del mejor algodón en el mundo. Por último,
desde la sierra sur se exportaban las lanas de ovinos y camélidos: más del 70% de
las exportaciones que salió por Mollendo correspondía a la lana.

A la minería se le dio un marco para fomentar su expansión. Fue exonerada por 25


años de todo impuesto. Además, en 1893, el Ferrocarril Central llegó a La Oroya y,
poco después, hasta Cerro de Pasco, Huancayo y Huancavelica. La sierra central
fue la zona minera que más se desarrolló. Allí la Cerro de Pasco Mining Corporation,
con un 70% de capital norteamericano, inició la explotación del cobre y otros
minerales

También se produjo un notable desarrollo en la economía urbana pues buena parte


de las ganancias de los exportadores se invirtió en el país. Es la época que en Lima
la industria, los servicios públicos (agua, luz, teléfono) y la banca experimentaron
gran crecimiento. Lima era la única capital latinoamericana cuyos servicios básicos
pertenecían en su integridad al capital nacional.

La industria textil fue la que alcanzó mayor desarrollo, especialmente la que


manufacturaba tejidos de algodón. En Lima se encontraban las principales fábricas
como Santa Catalina y San Jacinto. La industria alimentaria le siguió en
importancia: los inmigrantes italianos fundaron los helados D'Onofrio y, para
elaborar harina,Nicolini Hermanos. En Lima había 7 fábricas de fideos y 12 en

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provincias. La producción de galletas estuvo monopolizada por Arturo Field. La


industria cervecera estaba representada por Backus y Johnson (Lima) y Fábrica
Nacional (Callao). Las fábricas de bebidas gaseosas también se multiplicaron.

Hacia 1918 este modelo fue cuestionado por la clase media, los obreros y los
estudiantes universitarios quienes demandaron la necesidad de transformar el
Estado y apoyarlo en criterios más democráticos. Las repercusiones de la Primera
Guerra Mundial ocasionaron un malestar general por el derrumbe de las
exportaciones (inflación de precios y escasez de alimentos de primera necesidad).
Esos años estuvieron marcados por la violencia política y uno de los hechos más
visibles fue la presión de los obreros apoyados por los estudiantes universitarios. El
civilismo, con José Pardo a la cabeza, se tambaleaba en el poder.

EL ONCENIO DE LEGUÍA (1919-1930

La hora final de la República Aristocrática no tardó en llegar.


Augusto B. Leguía encabezó un golpe de estado argumentando que Pardo y el
civilismo trataban de desconocer su victoria en las elecciones de 1919. Era Leguía
un hombre esencialmente práctico, no un doctrinario, con mentalidad empresarial
para hacer política, con tendencia al autoritarismo y que supo aprovechar el
desgaste de los viejos partidos políticos. Su preocupación central era irrigar la costa,
construir caminos y urbanizar, en ese orden. Ya en el poder ese proyecto se
llamaría la Patria Nueva.

Leguía se presentó ante el país como el gran enviado capaz de resolver todos sus
problemas. Orientó su acción hacia la clase media y, ante la crisis del marco
institucional, aprovechó el momento para justificar su poder por medio del éxito
material (construcción de grandes obras públicas). Este ímpetu desarrollista,
alentado por una población en crecimiento con otras necesidades y apetencias, dio
origen a nuevas dependencias estatales. Empezó a esbozarse la idea del estado
benefactor y ello se tradujo en el crecimiento de la administración pública. Así se
inauguraba, para bien o para mal, el rostro del Perú contemporáneo.

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A lo largo de estos once años Leguía se perpetuó en el sillón presidencial por medio
de la reelección. Sin embargo, pueden distinguirse dos etapas en su autoritarismo:
antes y después de 1923. Al inicio, Leguía mantuvo una posición de fuerza y
persecución frente al civilismo y adoptó un paquete de medidas que pretendían
modernizar el estado y convertirlo en una institución más democrática. Tarea
imposible ya que al interior el país, por ejemplo, se mantuvo casi intacto el poder de
los terratenientes. Luego, mediante un control más costoso de los mecanismos de
poder y recurriendo al personalismo, desarrolla la otra fase de se gobierno para
profundizar su proyecto: endeuda peligrosamente al país para financiar sus obras
públicas.

Ellas fueron la esencia de la Patria Nueva. El capital norteamericano y la iniciativa


privada le delinearon un perfil nuevo al país. Ningún gobierno hasta entonces había
emprendido una política tan vasta de obras públicas. La industria del cemento tuvo
un rápido crecimiento: en 1925 produjo casi 12 mil toneladas y 50 mil en 1927.

Lima gozó de una de sus mayores transformaciones. Al margen de las donaciones


por las celebraciones del Centenario de la Independencia (Museo Italiano o
monumento a Manco Cápac), se inauguró la Plaza San Martín, se abrieron
avenidas como Leguía (hoy Arequipa), Progreso (hoy Venezuela), La Unión (hoy
Argentina), Nicolás de Piérola y Brasil; se construyeron el Ministerio de Fomento, el
Palacio Arzobispal y se rediseñó el Palacio de Gobierno; se iniciaron los edificios
del Congreso y del Palacio de Justicia. Se fundaron barrios como el de Santa
Beatriz, San Isidro y San Miguel. Se construyó la Atarjea para brindar de agua
potable a Lima y en otras ciudades se instalaron sistemas de alcantarillado: un total
de 992 mil metros de tuberías de agua y desagüe.

Se construyeron 18 mil kilómetros de carreteras gracias a la injusta Ley de


Conscripción Vial que estipuló la obligatoriedad de 10 días de trabajo estas obras.
Esta fiebre por la construcción de carreteras hizo que el trazo de muchas de ellas
no tuvieran ningún sentido. Fue el caso de un camino que se inició en Huancayo sin
que se supiera dónde debía llegar. También se inició el Terminal Marítimo del
Callao, se abrió la Escuela de Aviación de Las Palmas, se compraron los primeros
submarinos y se profesionalizó a la policía. Finalmente, se inició el proyecto de
irrigación de Olmos y otros se dejaron listos en Cañete y Piura.

El declive del autoritarismo apareció en 1928 con la caída de las exportaciones


(cobre, lanas, algodón y azúcar) y, con la crisis económica mundial de 1929,
descendió aún más el favor de la opinión pública. Por su lado, el malestar del ejército
aumentó debido a los polémicos arreglos fronterizos con Colombia (entrega del
Trapecio Amazónico) y Chile (pérdida de Arica). La corrupción al interior del régimen
abonaba el descontento. Ante las elecciones de 1929 Leguía se presentaba sin
oposición organizada. Finalmente, el repudio al “tirano” va a ser interpretado en la
revolución desatada en Arequipa (1930) por el comandante Luis M. Sánchez Cerro.

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LOS NUEVOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LAS ELECCIONES DE 1931

Durante los años veinte nacieron dos movimientos políticos de masas, el aprismo y
el comunismo, que marcarían buena parte del desarrollo político peruano a partir de
1930. El APRA, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en México (1924) se
presentó como un movimiento internacionalista, de clara influencia marxista en sus
primeros años de vida e introduciendo la violencia revolucionaria en el léxico de la
política peruana. Si bien estas ideas se moderaron en la campaña electoral de 1931,
el aprismo fue acusado muchas veces de subversivo por los sectores más
conservadores. Su líder ofrecía un capitalismo de Estado a cargo de un frente único
de trabajadores manuales e intelectuales reclutados entre las clases medias y el
pueblo trabajador.

El comunismo, por su lado, tuvo en José Carlos Mariátegui a uno de los pensadores
marxistas más originales de América Latina. Autor de un impresionante número de
artículos de divulgación del marxismo, de crítica literaria y de análisis político,
Mariátegui fundó el Partido Socialista, la revista Amauta y escribió los 7 ensayos de
interpretación de la realidad peruana, acaso el libro más leído en el Perú durante el
siglo XX. La heterodoxia del pensamiento de Mariátegui, sin embargo, fue
rechazada por el primer congreso de partidos comunistas pro-soviéticos reunido en
Montevideo en 1929.

Luego de la muerte de Mariátegui (1930) el Partido Socialista varió en Partido


Comunista, ahora dirigido por Eudocio Ravines y respaldado por la Internacional
Socialista. Esta afiliación pro-soviética repercutiría negativamente en el desarrollo
del marxismo en el Perú. Los seguidores del "mariateguismo" ya no tendrían la
misma originalidad ni frescura intelectual del autor de los 7 ensayos. Políticamente
su influencia fue mínima, por lo menos hasta la década de 1950.

Tras la caída de Leguía, y luego de varios cambios políticos, se convocaron


elecciones generales en 1931, una de las más polémicas de nuestra historia
republicana. Las candidaturas más importantes fueron las de Sánchez Cerro y Haya
de la Torre. El país se polarizó.

Sánchez Cerro había fundado la Unión Revolucionaria, de enorme arraigo popular.


El origen mestizo y provinciano de su líder, que fue capaz de pulverizar el edificio
leguiísta, ejercía enorme fascinación entre los obreros y los grupos medios urbanos.
Su lema era el Perú sobre todo, lo que demostraba su clara vocación nacionalista
como respuesta a las influencias "foráneas" representadas por el aprismo y el
comunismo. Defendía la exaltación de ciertos valores (patria, religión, propiedad),
que sin duda tendían a la creación de una mística, propia de los fascismos europeos
de entonces.

Haya basó su discurso en un análisis de los principales problemas del país. Moderó
sus anteriores llamados a la revolución y a la construcción del socialismo. Anunció

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la creación del "estado antiimperialista", para aceptar correctamente las


innovaciones traídas por el capital extranjero. La fascinación que ejercía Haya era
su llamado a jóvenes o adultos, obreros, empleados o desocupados, a la tarea de
formar una empresa colectiva y ser protagonistas de la vida política. La idea era
sacarlos del anonimato. Al menos esa fue la idea de quienes votaron por Haya en
1931.

Pero el discurso de Haya resultaba demasiado radical para la mentalidad política


del país. Si bien sus repetidos ataques a las clases altas eran sólo retóricos,
asustaron tremendamente a los grupos conservadores y por qué no a muchos
artesanos y gente de clase media temerosos de perder sus pequeñas propiedades.
De este modo la Iglesia, el Ejército y la oligarquía no escatimaron esfuerzos para
denunciar al APRA como un movimiento subversivo internacional que pretendía
destruir la integridad nacional.

De acuerdo a la información oficial, votó el 80% de los inscritos en el Registro


Electoral. Los resultados fueron los siguientes: Sánchez Cerro 152 mil votos; Haya
de la Torre 106 mil; los otros dos candidatos tuvieron una votación muy modesta.

La victoria de Sánchez Cerro era contundente, sin embargo, mientras los otros
candidatos reconocían su derrota, los apristas denunciaron fraude electoral y
llegaron a decir que Haya era el "Presidente moral del Perú". Esta derrota era un
golpe amargo pues daban por descontado el triunfo de Haya. Su frustración era
inmensa. A partir de allí el Apra inició una cerrada oposición desde el Congreso y
las calles.

DE SÁNCHEZ CERRO A ODRÍA

Los años 30 marcaron un punto culminante en la presión por democratizar el Estado


con el ingreso de la clase media y los grupos populares a la política. El antiguo
sector exportador, que ahora formaría un germen de burguesía empresarial, pareció
estar mejor dispuesto a la apertura política, pero no vaciló en reprimir cualquier

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intento que pudiera poner en peligro su dominio. Por ello se apoyó en el poder a
militares como Sánchez Cerro (1931-1933) o Benavides (1933-1939) para seguir
controlando el país. A lo largo de estos años se recortaron las libertades públicas y
sindicales y se persiguió a los partidos de izquierda. Esa fue la esencia de
este tercer militarismo.

Las limitaciones del modelo exportador se hicieron evidentes con la crisis mundial.
Entre 1929 y 1932, el precio del cobre se redujo en 69%, lanas en 50%, algodón en
42% y azúcar en 22%. Ahora se dejó sentir el endeudamiento dejado por Leguía. El
país tuvo que reducir notoriamente sus gastos y la cobertura social. El presupuesto,
que era de 50 millones de dólares en 1929, descendió a 16 millones en 1932. La
libra peruana desapareció y se creó el sol de oro como nueva moneda en 1930.
Hubo una continua devaluación monetaria y el costo de vida aumentó. Muchas
empresas cerraron y el desempleo se extendió. Para los grupos medios y populares
estos años significaron reducción de salarios, desocupación y auge de huelgas.

La crisis obligó a desarrollarse con autonomía respecto al mercado mundial e


impulsar la industrialización. Ante la ausencia de créditos externos, el país debió
autofinanciar su recuperación. En 1939 más del 40% de los ingresos públicos
estaban cubiertos por impuestos directos. Este esfuerzo permitió construir una serie
de carreteras: en 1934 había 19.867 kilómetros y en 1944 la cifra se elevó a 33.468.

El Estado tuvo que seguir creciendo para atender las demandas sociales. Aparecen
los ministerios de Educación, Salud y Agricultura. La reforma del Banco de Reserva
y la ampliación de la Banca de Fomento le dieron a los gobiernos mayor injerencia
en la economía. La burocracia aumenta en un 100% entre 1938 y 1945. Por último,
este crecimiento estatal estuvo acompañado de un peligroso centralismo. Las
decisiones se tomaron cada vez más en Lima, pues nunca funcionaron los
Congresos Departamentales contemplados en la Constitución de 1933. Tampoco
hubo autonomía municipal.

Luego del tercer militarismo fue elegido por primera vez Manuel Prado (1939-1945);
su victoria se debió también al tácito apoyo de los movimientos de izquierda pues
veían en Prado al representante de una burguesía progresista interesada por
democratizar el país. Se equivocaron. Prado reprimió la actividad sindical e implantó
una política liberal para favorecer las exportaciones. En 1945 triunfó Bustamante y
Rivero apoyado por el Frente Democrático Nacional. Su breve mandato (1945-1948)
fue el primer esfuerzo por ofrecer una alternativa reformista distinta al Apra, aunque
para llegar al poder requirió del apoyo de Haya de la Torre. Por ello el sector
exportador conspiró con los militares para llevar a cabo un golpe de estado y
restaurar una dictadura modernizadora con el general Manuel A. Odría (1948-1956).
El régimen se benefició por un auge exportador, implementó una colosal política de
obras públicas y le otorgó el voto a la mujer.

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Los años 50 configuraron el rostro del Perú contemporáneo. La urbanización


adquirió un fuerte papel y se hizo patente por la concentración de grandes
contingentes de migrantes en las barriadas de Lima y otras ciudades de la costa.
Surge así un nuevo grupo de propietarios, empresarios, obreros y subempleados.
La cultura andina comienza a invadir las ciudades transformándolas de manera
inexorable. De otro lado el crecimiento de las comunicaciones (radio y carreteras),
la aceleración del movimiento comercial e industrial de Lima y el desarrollo de otros
sectores de exportación (pesca en Chimbote), terminaron colocando a la agricultura
en un segundo plano. En la sierra, la crisis del agro debilita a los terratenientes y
empuja a más campesinos a las ciudades para buscar trabajo y alcanzar la cultura
occidental. También hay un crecimiento explosivo de la educación popular con la
multiplicación de colegios y universidades. El país entra en efervescencia y surgen
nuevos partidos reformistas: Acción Popular y la Democracia Cristiana.

LOS AÑOS SESENTA Y EL PRIMER BELAUNDISMO

El descenso de los ingresos por las importaciones tras el término de la guerra de


Corea puso fin al odriísmo. Reaparecieron el desempleo, las huelgas y la inflación El
dictador tuvo que convocar a elecciones y retornó al poder Manuel Prado (1956-
1962) quien trajo un período de estabilización política permitiendo la libre actuación
del Apra y la izquierda. Al frente de la economía puso al liberal Pedro Beltrán para
impulsar las exportaciones y la inversión externa. Se anunció un programa de “techo
y tierra” en favor de los campesinos que tuvo poco éxito.

Las elecciones de 1962 parecían estar preparadas para el triunfo del Apra. Haya
obtuvo el 33%, pero su escasa mayoría obligaba al Congreso elegir presidente.
Siempre oportunista, Haya parecía llegar a un acuerdo con su antiguo rival: Odría.
Pero las Fuerzas Armadas, enemigas históricas del Apra, se negaron a aceptar un
escenario con un presidente aprista. Provocaron un golpe de estado y anunciaron
nuevas elecciones. Estas se realizaron en 1963. Fernando Belaunde, líder de
Acción Popular, resultó con el 39% e inició su primer mandato (1963-1968).

Belaunde se presentaba como un político atrayente. Con la habilidad de un estadista


propuso construir una carretera transamazónica (Marginal de la Selva) para abrir al
desarrollo a esa región del país. Invocó el recuerdo de los incas y alentó a la
población aspirar nuevamente a la grandeza. Recorrió el territorio y habló con todos
los sectores sociales para generar el consenso nacional. También reconoció la
necesidad de modificar el Estado para ampliar sus servicios. Por último, quiso dar
incentivos a la industria y realizar la tan ansiada reforma agraria.

En las ciudades, especialmente en Lima, la población migrante desarrollaba luchas


paralelas. Proliferaban las invasiones dando lugar al crecimiento desmesurado de
barriadas y asociaciones vecinales. Sus pobladores reclamaban viviendas, títulos
de propiedad y servicios básicos. Los obreros, por su parte, buscaban otra dirección
pues veían que los antiguos partidos se alejaban de fomentar un verdadero cambio.

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Al gobierno le faltó fuerza e imaginación para canalizar las demandas de estos


sectores.

Otra frustración se anunciaba: la antigua disputa con la International


PetroleumCompany. Tras muchas negociaciones, en las que los Estados Unidos
demostró una hostilidad continua ante una posible nacionalización, se llegó a un
acuerdo. La IPCrenunciaba a los ya agotados yacimientos de la Brea y Pariñas y el
Perú aceptaba no reclamar los impuestos atrasados. La IPC, además, lograba el
acceso a nuevos yacimientos en la selva y el gobierno aceptó venderle el crudo a
un precio fijo para que la empresa lo refinara en su planta de Talara. El acuerdo tuvo
apoyo multipartidario pero, antes que se empezara a aplicarse, se denunció la
desaparición de la última página del contrato donde se habrían consignado las cifras
de una elevada indemnización que el gobierno pagaría al IPC. Esta patraña motivó
un gran escándalo y favoreció la caída del belaundismo.

La economía abonó también la crisis. En 1967 el gobierno devaluó la moneda,


controló la importación y bajó los impuestos a la exportación. La balanza de pagos
mejoró, descendió la inflación pero también el crecimiento. El sueño de un Perú
próspero y unido se hacía polvo para Belaunde. Los militares alistaban sus tanques
contra Palacio de Gobierno, pero esta vez no para instalar un gobierno provisional.
El golpe se dio el 3 de octubre de 1968. Belaunde fue exiliado y se suprimieron
todas las garantías constitucionales. La dictadura volvía al Perú.

EL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LAS FUERZAS ARMADAS

Una de las claves del proyecto fue la reforma agraria en 1969. Todos los grandes
latifundios, sin tener en cuenta su productividad, fueron expropiados. La medida se
sintió primero en las plantaciones de la costa norte y central, muy mecanizadas, que
se colocaron bajo la administración de cooperativas de trabajadores. En la sierra la
idea era crear granjas pequeñas o medianas, pero pronto el gobierno cedió a las
demandas campesinas por organizar allí también cooperativas. Hacia 1975, las ¾
partes de la tierra productiva del país se encontraba gestionada por estas
asociaciones.

En 1971 se creó el Sistema de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para


vincular al régimen con las organizaciones campesinas y obreras. En realidad fue
un método para manipular a las masas en beneficio de la dictadura. Una de sus
tareas fue afrontar el problema de las barriadas que se extendían alrededor de Lima
y otras ciudades. Sólo en la capital vivían 750 mil migrantes. La situación era
explosiva y se decidió crear los pueblos jóvenes. Parte de la “solución” fue repartir
títulos de propiedad a los recién llegados.

Este modelo de organización y movilización desde arriba pretendía establecer las


bases de la industrialización y el desarrollo económico reduciendo el conflicto social.
Una suerte de estado corporativo. Este principio se vio en el sector fabril al crearse

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la “comunidad industrial”. La idea era convertir progresivamente a los trabajadores


en copropietarios con los empresarios. En 1974 había 3.500 comunidades
industriales con 200 mil obreros que controlaban el 13% de las acciones de sus
empresas.

De otro lado se emprendió una serie de medidas para reducir el papel del capital
extranjero que controlaba, en 1968, el 44% de la producción industrial. Esto era
inaceptable para los militares. La primera medida fue la nacionalización de la
IPCcreándose Petroperú. Otras compañías, en su mayoría de capital
norteamericano, también fueron expropiadas siendo reemplazadas por empresas
estatales. En 1974 el régimen aceptó, ante la presión de Washington, pagar 150
millones de dólares a las empresas afectadas. Ahora Estados Unidos dejaría de
oponerse a la concesión de créditos al Perú.

La situación económica terminó derrumbando a Velasco. Cayeron las exportaciones


(cobre, azúcar y harina de pescado) y no se descubrieron nuevos yacimientos de
petróleo. Aumentaron el déficit presupuestal y la deuda externa. Al asomarse la
inflación el descontento popular se manifestó: en 1975 hubo 779 huelgas,
incluyendo el famoso saqueo en el centro de Lima el 5 de febrero favorecido por
una huelga policial.

Un golpe al interior de las Fuerzas Armadas puso en la presidencia al general


Francisco Morales Bermúdez (1975-1980). Su gobierno buscó corregir el
experimento velasquista. SINAMOS casi desapareció y se negoció con el Fondo
Monetario Internacional un programa de ajuste económico. Se promulgó el Plan
Túpac Amaru que anunciaba el retorno a la democracia, el fomento a la inversión
externa y la trasferencia de la prensa a sus legítimos dueños. Todo debía hacerse
progresivamente. En 1978 se convocó a elecciones para instalar una Asamblea
Constituyente. Presididos por Haya de la Torre, los constituyentes promulgaron en
1979 una nueva Constitución que debía entrar en vigencia a partir de 1980. Una de
sus novedades fue otorgar el voto a los analfabetos.

LOS AÑOS OCHENTA Y EL REGRESO DE LA DEMOCRACIA

En las elecciones de 1980 Acción Popular, con Fernando Belaunde, obtuvo una
mayoría del 42%. El Apra, luego de la muerte de Haya de la Torre, logró el 28%, sin
duda un revés político muy serio. El PPC alcanzó un magro 11% y todos los grupos
de izquierda sumaron el 16%. Era evidente que Belaunde había recibido votos de
ambos. La escena política tenía algo de familiar. Belaunde era otra vez presidente,
pero sin la obstrucción del Apra en el Parlamento. Su reelección era también una
suerte de reivindicación: los militares lo habían depuesto en 1968 y ahora le
garantizaban su vuelta a la presidencia.

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Belaunde se comportó como un político de la vieja escuela. Prometía el progreso


mediante nuevas obras públicas: complejos habitacionales y la Carretera Marginal.
También proponía reducir el papel del estado en la economía, fortalecer la empresa
privada y garantizar la inversión externa, especialmente en el tema petrolero. Sus
ideas en favor del libre mercado le permitieron refinanciar la deuda y su gobierno
parecía bien encaminado al fomentar la diversificación de las exportaciones.

Todo sin embargo era un espejismo. En 1981 el crecimiento del PBI fue de 3,1%
pero en 1982 cayó a menos del 1% y en 1983 se desplomó un 12%. El descalabro
se debió a razones externas y a los efectos devastadores del Fenómeno del Niño
que provocaron inundaciones en la costa norte y sequías en la sierra sur. El manejo
económico ahora se hizo con criterios de emergencia. Se tuvo que volver a negociar
la deuda externa y el régimen entró en un escenario de ingobernabilidad.

La situación se agravó, además, por el surgimiento del terrorismo. Sendero


Luminoso, movimiento maoísta surgido en los años 70, inició su guerra contra el
estado desde la sierra de Ayacucho proponiendo una utopía igualitaria. Asaltaba
pueblos, asesinaba autoridades y mantenía un absoluto secreto acerca de su
estructura interna. Tras lamentables titubeos, Belaunde ordenó una ofensiva militar
que dejó una peligrosa huella de represión brutal. Sendero, por el contrario, no se
amilanó y se extendió por otras provincias hasta Lima.

A pesar que en 1984 hubo un repunte en el crecimiento económico la inflación se


reavivó. En 1985 llegó a un 130%. Belaunde, siempre respetuoso del orden
constitucional, nuevamente demostraba poco éxito en gestión gubernamental. Con
el terrorismo y la crisis económica a cuestas, y sin haber corregido los vicios legados
por el gobierno militar, el camino estaba allanado al Apra. Alan García, un líder joven
con grandes habilidades retóricas, se presentaba como el gran salvador de la
nación. En 1985 obtuvo el 46% de los votos y la izquierda, unida por vez primera,
alcanzó el 22%. El Apra se hizo con el control del Parlamento lo que le permitió a
García tener un amplia base política. En castigo, Acción Popular casi desapareció
del mapa electoral.

García terminó defraudando todas las expectativas. En un inicio su populismo lo


empujó a elevar los salarios, recortar algunos impuestos y los tipos de interés,
congelar los precios, ofrecer crédito agrícola y devaluar la moneda. Al aumentar la
demanda su equipo económico esperaba reactivar la industria. Esto no
sucedió. García no se dio cuenta que se enfrentaba a una economía mundial
demasiado hostil. Para colmo desafió a los acreedores extranjeros al incumplir con
los pagos de la deuda. El Fondo Monetario Internacional expulsó al país del mundo
financiero. Internamente el déficit comercial, acentuado por el auge del consumo,
agotó las escasas divisas.

Hacia 1987 el país se iba en picada. García intentó nacionalizar la banca y multiplicó
su descrédito. Sendero seguía en auge y la represión del gobierno también. Las

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matanzas en la sierra y los apagones en Lima demostraban la fuerza creciente del


terrorismo, ahora alimentado por la acción de otro movimiento subversivo, el MRTA.
La población estaba agotada: más de 20 mil muertos y pérdidas materiales difíciles
de calcular. Como si esto fuera poco el PBI se desplomó, la hiperinflación alcanzaba
el 3.000% y los escándalos de corrupción saltaban a la luz. El país se encontraba
en bancarrota, la más grave del continente. La pobreza y la frustración colectiva
eran elocuentes. Nunca la población había asistido a tanta irresponsabilidad desde
la gestión pública.

LOS AÑOS NOVENTA: EL COLAPSO DE LA DEMOCRACIA

En 1990 un nuevo salvador estaba dispuesto a rescatar al país. El famoso escritor


Mario Vargas Llosa prometía reformas económicas neoliberales para reducir el
Estado y promover la empresa privada. Pero su discurso fue desvirtuado por el Apra
y la izquierda quienes, careciendo de cualquier posibilidad de triunfo, apoyaron la
candidatura de un desconocido ingeniero agrónomo descendiente de inmigrantes
japoneses, Alberto Fujimori.

Ya en el poder, Fujimori sorprendió a todos al imponer un plan radical de


reestructuración de la economía: reducción de aranceles, fomento a la inversión
externa y liberalización del mercado laboral. Anunció también la venta de empresas
públicas para reducir el aparato estatal y generar nuevos ingresos. Se pudo
controlar la hiperinflación y el país reasumió sus compromisos con la deuda externa.
Pero este primer éxito económico pronto se ensombreció con el retroceso político.
En abril de 1992, Fujimori disolvió el Congreso y anunció una reforma en el poder
judicial. Se trataba de un autogolpe respaldado por un oscuro plan militar. La frágil
democracia se derrumbaba bajo el pretexto del terrorismo, la injusticia social, la

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corrupción y el descrédito de los partidos políticos. Para el desconcierto de la


opinión internacional, el golpe gozó de amplio apoyo popular.

Sendero vio que el golpe y el autoritarismo del régimen aceleraría su revolución.


Sucedió todo lo contrario: Abimael Guzmán, fundador y líder del movimiento, fue
capturado y exhibido teatralmente. Misteriosamente, Guzmán cooperó luego con el
gobierno exhortando a sus seguidores que se rindieran. Hubo más arrestos de
subversivos y el senderismo empezó a desintegrarse. Al dejarse el caso en manos
del Ejército se empezó a producir todo un récord en violaciones en derechos
humanos. No importaba: el gobierno exhibía el éxito de haber “derrotado” al
terrorismo.

Presionado por los organismo internacionales, Fujimori tuvo que convocar a un


Congreso Constituyente y dar una fachada más “democrática”. La constitución de
1993 se diseñó a su medida y se convocaron elecciones. Controlados el terrorismo,
la inflación y el aparato estatal, Fujimori pudo ganar cómodamente con un 64% su
primera reelección en 1995 ante el embajador Pérez de Cuéllar.

De esta manera el régimen profundizó su autoritarismo y la corrupción a su interior.


En esta etapa (1995-2000) las crisis financieras mundiales y la falta de respuesta
del equipo económico hicieron que el país entrara en una recesión profunda desde
1997. El desempleo y el colapso de muchas empresas solo fueron matizados por el
éxito en la venta de algunas empresas públicas. Un hecho positivo fue el arreglo
fronterizo con Ecuador y Chile. Sin embargo el régimen demostraba cada vez más
su voluntad de perpetuarse en el poder al aniquilar el estado de derecho (control del
Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Sistema Electoral y la mayor parte de la
prensa). En este contexto cualquier fiscalización no prosperaba. La cúpula militar,
por su lado, era fiel cómplice del autoritarismo y la corrupción.

El objetivo era la ilegal segunda reelección de Fujimori. Se fraguó un proceso


electoral donde el candidato-presidente contó con todos los recursos del Estado
para no dejar el sillón presidencial. Nadie, ni dentro ni fuera del país, pudo ocultar
el atropello cometido. El 28 de julio de 2000 Fujimori inauguraba un nuevo mandato
que estaba condenado al fracaso. A la falta de credibilidad se sumó, en menos de
40 días de la juramentación, el escándalo de corrupción al difundirse un vídeo donde
el principal asesor presidencial “compraba” a un congresista electo para asegurarle
mayoría parlamentaria al régimen. Luego vendría un cúmulo de destapes sobre la
corrupción organizada por el nefasto personaje desde el Servicio de Inteligencia
Nacional en la que Fujimori resultaba seriamente comprometido, al menos
políticamente. No pudo más y, aprovechando una invitación para asistir a una cita
internacional de mandatarios, huyó al Japón para enviar su renuncia por fax.

Su lamentable deserción obligó al Parlamento declararlo moralmente incapaz y


suspenderlo de cualquier responsabilidad pública por 10 años. El vacío político fue
cubierto con la elección del presidente del Congreso, Valentín Paniagua, como jefe

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de estado. En noviembre de 2000 Paniagua asumió un gobierno de transición cuyos


objetivos fundamentales fueron convocar elecciones libres y corregir los vicios
dejados por el fujimorismo. Tras dos rondas electorales, el economista Alejandro
Toledo resultó elegido para el periodo 2001-2006.

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