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Trabajo:
“LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA”
INTEGRANTES:
José Raymundo Cutti Mitma.
Erickson Emmanuel Barrios Preciado.
Sergio Augusto Baldeon Chuquihua.
Jhak Muñoa canales.
Docente:
ING. FLORES HERNANDEZ, MIGUEL ANGEL
Sección:
II1EE-1
Curso:
Realidad Nacional, Regional, Universitaria Y Defensa
Nacional.
2018
1. ANTECEDENTES
Contexto español
La política en la metrópoli española en el siglo XVIII estuvo marcada por las
reformas borbónicas. Carlos III fue sucedido por Carlos IV (1788-1808), y su reino
fue afectado por los acontecimientos de la Revolución francesa, este monarca
gobernó con ayuda de un ministro llamado Godoy. El monarca Carlos IV abdicó a
favor de su hijo Fernando VII, quien gobernará entre 1813 y 1833, siendo su reino
invadido por Francia. Cuando Napoleón invadió España, Hubo un rey extranjero en
el trono español: José Bonaparte (José I). En este tiempo, las colonias de México y
Perú buscarán su independencia.
Precursor
El precursor es un descendiente de españoles nacido en América, por lo tanto es
llamado criollo, de clase media o alta y con preparación intelectual e ideológica. Esta
persona, con su pensamiento o acción, se adelanta a los hechos y propicia una
lucha por lograr una meta: la emancipación o independencia americana.
2. PRECURSORES CONTINENTALES
Sufrió los efectos de la expulsión de los jesuitas en 1767 y, tras ello, vivió en Europa.
Cortó luego su vínculo jurídico con los jesuitas y, con la mirada puesta en el Perú y
en Hispanoamérica, alentó la esperanza de servirlos. De esta forma, en 1781,
Viscardo vivió una clara decisión separatista. Desde ese momento, su actividad se
orientó a estimular a Inglaterra para que apoyase el levantamiento que se anunciaba
en el Perú.
Escribe Carta a los españoles americanos, que fue editada por primera vez en 1799,
con pie de imprenta dudoso en Filadelfia y edición posible en Londres. Este no es
un texto erudito, sino un documento de combate político con sabor de proclama
revolucionaria dedicado a los criollos, en el cual también está vivo el resentimiento
por la actitud de la corona en la expulsión de los jesuitas. Además de ser el texto
medular del precursor arequipeño, constituye un documento hispanoamericano
central para penetrar en la justicia de nuestra independencia.
"El Nuevo Mundo es nuestra Patria y su historia es la nuestra" es, sin duda, la
afirmación básica del documento viscardino. Advierte, con lógica y visión de
conjunto, la realidad hispanoamericana, común y diversa.
Para Viscardo, la corona era infiel e injusta con los descendientes de los hombres
que creaban el imperio; los distintos intereses y la geografía los separaban de
España. Afirmó que la emancipación no era sólo un derecho, sino un deber de los
americanos.
3. PRECURSORES PERUANOS
José Hipólito Unanue y Pavón. Nació en Arica en 1755 y murió en Cañete, cerca
de Lima, en 1833, ya en los tiempos republicanos. Fue el más importante peruanista
de las postrimerías del virreinato y del primer tiempo de la república. Ejerció cargos
como asesor de virreyes, protomédico general, redactor en el Mercurio peruano,
defensor de la salud del hombre y de los estudios de medicina, hombre de ciencia,
humanista con formación clásica. Además, fue ministro de hacienda del primer
gabinete de San Martín, diputado en el primer congreso constituyente, ministro en
los días de Bolívar y testigo de los años iniciales de la república.
Dedicó múltiples estudios a casos médicos que registra el Mercurio peruano, así
como a cuestiones de ciencias naturales. Su libro fundamental es Observaciones
sobre el clima de Lima... (1806). Este estudio es una penetración inteligente que
quiere conocer al hombre peruano, no sólo limeño. Criticó la hipótesis de que el
clima americano disminuía las facultades del hombre mostrando, en cambio, lo
contrario, al igual que sus pares ilustrados de otras partes de América. Al indagar
sobre el hombre peruano y su historia, colaboró activamente a la formación del
patriotismo criollo.
Idea general de los monumentos del antiguo Perú es otro de sus estudios
centrales. En esta obra, integra la vida del Tahuantinsuyo y del virreinato en lo que
llamamos Perú, dándole continuidad a la historia, y reconoce como "nuestro" todo
testimonio de vida en el territorio que más tarde sería del Perú.
Entre sus famosos discursos están el que pronuncia en 1793 en la apertura del
anfiteatro anatómico y el de 1806 con ocasión de la llegada de la "vacuna" que lee
en la Universidad de San Marcos.
Intelectual que vivió con fortaleza su responsabilidad social, Unanue dejó una
lección de cómo el hombre de estudio no debe desdeñar la tarea política.
En uno de los instantes solemnes del elogio, Baquíjano afirmó valores que en esos
días cobraban un sabor muy crítico y agresivo. Y continuó con una de las más
significativas declaraciones: "Su grande alma contempla que el bien mismo deja de
serlo, si se establece y funda contra el voto y la opinión del público [...]. Mejorar al
hombre contra su voluntad ha sido siempre el engañoso pretexto de la tiranía; que
el pueblo es un resorte, que forzado más de lo que sufre su elasticidad, revienta
destrozando la mano que lo oprime y sujeta".
A mediados del siglo XVIII se hizo más fuerte la influencia cultural de la Ilustración, fomentándose
las expediciones científicas al Perú. Tales expediciones combinaron la historia natural con la
geografía y las observaciones sociales y políticas. En este contexto, los intelectuales criollos
difundieron sus inquietudes políticas reformistas a través de artículos escritos o formación de
instituciones o sociedades intelectuales por las cuales difundieron sus ideales. Entre estos centros
difusores de las ideas liberales tenemos:
Fue creado en 1770 luego de la expulsión de los jesuitas por órdenes del rey Carlos
III. El Convictorio de San Carlos adquirió fama cuando fue dirigido por Toribio
Rodríguez de Mendoza, quien asumió el cargo en 1786. Su llegada como rector
significó una reforma curricular de métodos y materias frente al conservadurismo de
anteriores instituciones educativas. En dicho centro se formaron muchos
precursores e ideólogos del Perú que ayudarían a la gestación del proceso de la
Independencia. Allí se difundieron las ideas liberales y emancipadoras.
Mercurio Peruano
Fue una edición periódica publicada por la Sociedad Amantes del País. Se editó
entre 1791 y 1795. Se caracterizó por la publicación de artículos literarios y
científicos, además de trabajos de historia y geografía. Fue un periódico cultural
científico importante de la Ilustración peruana que contó con el apoyo económico
del virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos.
2. EL MOTÍN DE ARANJUEZ
El 18 de marzo de 1808, estalló un motín en Aranjuez, donde se encontraban los
reyes. Los reyes de España, bajo los consejos de Godoy y ante el temor de que la
presencia francesa terminara en una invasión al país, se trasladaron al sur. El motín,
dirigido por la nobleza y el clero, perseguía la destitución de Godoy y la abdicación
de Carlos IV en su hijo Fernando, en cuyo alrededor se habían unido todos quienes
querían acabar con Godoy. Carlos IV escribió a Napoleón para ponerlo al corriente
de la situación y pedirle ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su
propio hijo, Fernando VII.
3. LA FARSA DE BAYONA
El poder pasó de Carlos IV a su hijo Fernando VII. Luego Napoleón con la farsa de
Bayona (Francia) logró reunir a padre e hijo, e hizo que ambos renunciaran a la
Corona española en favor suyo. Después él le entregó la Corona española a su
hermano José Bonaparte, nombrándolo José I, Rey de España. Este último intentó
hacer reformas en España y una Constitución o Estatuto de Bayona, para intentar
ganarse el apoyo de algunos españoles liberales.
El rey había sido depuesto, pero los súbditos permanecieron fieles a su investidura.
El razonamiento de la época fue: tenían «el rey y su pueblo tienen un pacto, una
alianza, en caso que el rey se ausenta por cualquier razón, la soberanía recae sobre
la población».
Fue según esta lógica, por iniciativa propia el pueblo español se agrupó en juntas
de gobierno, las cuales tenían como directora a la Junta Central de Gobierno. Todas
ellas manifestaron su fidelidad al rey Fernando VII.
Entre los diputados peruanos en las Cortes de Cádiz, destacaron Vicente Morales Duárez;
(criollo más importante), Blas Ostolaza, Dionisio Inca Yupanqui, Antonio Suazo, etc.
Las obras principales de las Cortes de Cádiz fueron: reconocer a Fernando VII como
Rey de España; mantener la guerra contra los franceses; promulgar la Constitución
Liberal de Cádiz de 1812.
ABASCAL Y LA CONTRARRECOLUCIÓN
Sólo dos de esas Juntas - Buenos Aires y Bogotá - actuaron desde sus comienzos
con un carácter separatista. Otras disimularon esas intenciones, Las autoridades
españolas no se engañaron acerca de estas Juntas Americanas. Sabían bien que
por debajo de la fidelidad que proclamaban a Fernando VII los criollos querían
organizar esas instituciones como instrumento de su independencia política. Pero
la mayoría de esas autoridades no supo controlar la presión criolla en favor de esas
Juntas. Con la única excepción del Virrey del Perú Fernando de Abascal. Abascal
no sólo impidió la formación de Juntas dentro de su propio territorio el Perú sino que
además organizó expediciones militares de castigo contra las Juntas que se habían
creado en lo que hoy día son Bolivia, Ecuador y Chile.
Como Virrey del Perú sólo estaba obligado Abascal a vigilar por el orden dentro de
su propio territorio que - debido a diferentes recortes - se limitaba a las Audiencias
de Lima y Cusco. El resto de Sudamérica se hallaba fuera de su jurisdicción. Nada
tenía que hacer Abascal en Buenos Aires, Chile, Quito o el Alto Perú. Sin embargo,
Abascal consideró que era su deber asumir la responsabilidad sobre cualquiera de
esos territorios en la medida que cualquiera de ellos desconociera su obediencia a
España.
Para financiar los gastos de ese Ejército y todas las campañas antipatriotas Abascal
tuvo que hacer uso de recursos extraordinarios. Quienes más colaboraron con él
fueron los ricos y poderosos comerciantes limeños agrupados en el Tribunal del
Consulado. Entre 1777 - 1818 esos comerciantes dieron a la Corona 5’635,000
pesos, lo que equivalía a toda la moneda acuñada durante un año en el Perú.
B. Campaña de Quito
Abascal desconoció desde un principio la Junta de Quito de 1809 llamándola «nula
y ridícula». Para disolverla estimuló a las autoridades españolas de Santa Fe,
Cuenca y Guayaquil, ciudades que eran rivales de Quito y pidieron la ayuda a los
realistas peruanos. Al mismo tiempo envió tropas desde Lima para sostener la
autoridad del presidente de Quito, Ruiz de Castilla. Las tropas limeñas ocuparon
Quito (noviembre, 1809). Pero los patriotas la recuperaron en agosto, 1810
C. Campaña de Chile.
Rondeau vs. Pezuela. La derrota de Belgrano fue compensada en parte por los
triunfos patriotas en Montevideo y en el oriente de Bolivia. El gobierno de Buenos
Aires comenzó a estudiar una nueva expedición sobre el Alto Perú. Pero antes de
que esa expedición fuera autorizada la decidió por su cuenta el General Rondeau
quien fue derrotado por Pezuela en la batalla de Viluma (1815). Los españoles
estuvieron seguros de haber obtenido la victoria definitiva y el Rey de España
ordenó que se celebraran fiestas en agradecimiento del favor divino. Nadie
imaginaba que, entre tanto, un general patriota, José de San Martín, estaba
preparando una estrategia diferente: no intentaba penetrar al Perú por Bolivia sino
que planeaba dirigirse a Chile para llegar a Lima a través del Pacífico.
Las conspiraciones son producidas por criollos que han perdido la fidelidad al
monarca, los que creen en la patria los que están influenciados por los precursores
reformistas o separatistas. Así, forman conspiraciones o reuniones en las que
planean y promueven la independencia del Perú, en ellas, intervenían los círculos
de gente culta que habían asimilado las ideas de la Ilustración y las ideas
revolucionarias francesas de libertad, igualdad y fraternidad, así como la inspiración
en los derechos del hombre y el ciudadano. Poco a poco el nacionalismo de estos
hombres se fue fortaleciendo por eso, cuando Fernando VII fue restituido en el trono
ya muchos conservadores y reformistas se habían tornado a la posición de patriotas.
Algunas de estas conspiraciones fueron:
Su foco fue el Colegio de San Carlos, cuyo director era Toribio Rodríguez de
Mendoza.
En este colegio se les enseñaba a muchachos de diversas edades y procedencias
las ideas liberales, se les prestaba libros prohibidos y se les avivaba la conciencia
nacional. Atento a esto, el virrey mandó a hacer una visita general al colegio y se
descubrió todo lo que pasaba. Por esa razón Rodríguez de Mendoza tuvo que
renunciar al rectorado.
Es posible que esta conspiración de los porteños tuviese vínculos secretos con los
patriotas argentinos. No son muy conocidos los propósitos de estos porteños.
Fueron apresados y condenados a destierros y confiscación.
Por lo que vemos fue el Sur del Perú (Tacna y Cusco) la región más activa. Mientras
que el Norte, por el contrario, no registra señales evidentes de cuestionamiento al
sistema colonial.
Los indios parecen haber tenido propósitos más radicales que sus aliados criollos.
Porque no sólo pretendían la salida de los españoles sino también la recuperación
de las tierras de cultivo que consideraban suyas aunque estuvieran en poder de los
criollos. Por su lado los agricultores criollos temían o simulaban temer que iban a
ser quemadas las nuevas sementeras de tabaco. El tabaco era entonces un cultivo
muy rentable pero estaba sujeto al control del Estado a través del Estanco Oficial.
Pero los españoles organizaron una contra ofensiva desde Tarma bajo el mando
del Intendente José Gonzales de Prada (padre del escritor republicano Manuel
Gonzales Prada), quien derrotó a los patriotas en el Puente de Ambo (marzo 1813).
Allí una vez más se impuso la diferencia de armamento, lo que permitió que hubiera
500 muertos entre los patriotas y ninguno entre los realistas.
La Conspiración de 1814 tuvo por dirigentes a los hermanos José y Domingo Ángulo
(agricultores y comerciantes), José Vejar, Manuel Hurtado de Mendoza y el cura
Ildefonso Muñecas. Dos de ellos (Hurtado de Mendoza y Muñecas) habrían nacido
en la actual Argentina. Junto con ellos actuó el Cacique indio Mateo Pumacahua.
Es posible que algunos de estos dirigentes tuviesen contactos con Belgrano en el
Alto Perú.
La primera medida de los revolucionarios fue nombrar una Junta formada por Mateo
García Pumacahua, y los coroneles don Luis Astete y Juan Tomás Moscoso. Ni
Astete ni Moscoso eran patriotas sino conservadores y realistas, pero quizás, al
igual que Pumacahua, fueron elegidos por esa razón, como un disfraz. La Junta
simuló reconocer la autoridad de Fernando VII, a imitación de lo que habían hecho
todas las demás Juntas americanas.
Acciones Militares. La Revolución del Cusco tuvo una limitada duración (agosto
1814 - marzo 1815); casi lo mismo que había durado la Revolución de Túpac Amaru.
En ambos casos los revolucionarios iniciaron sus acciones calculando en su favor
una Ofensiva de Primavera. Pensaban ganar territorios y plazas estratégicas antes
de que comenzaran las lluvias del verano andino. Las lluvias estarían a favor de la
Revolución porque dificultarían los movimientos de tropas.
Durante los seis meses que duró la Revolución comprometió un inmenso territorio
pues sus jefes organizaron tres expediciones simultáneas: 1) Sobre Huamanga
(Vejar, Hurtado de Mendoza); 2) Puno-La Paz (Pinelo-Muñecas); 3) Arequipa bajo
el mando de Pumacahua y Vicente Ángulo.
Frente a esta guerra relámpago de indios y mestizos, los criollos; y europeos ricos
del Sur peruano olvidaron sus rivalidades e hicieron causa común pues estaban
convencidos según el Oidor Pardo de que «la revolución y la guerra se reduce
contra todos los, que tienen algo que perder".
Los patriotas no se consideraron vencidos del todo y con el auxilio de los guerrilleros
indios estaban dispuestos a tomar Huamanga cuando supieron la derrota de
Pumacahua en Umachiri. Un traidor aprovechó el desconcierto y entregó a los jefes
patriotas del operativo Huamanga. En esa campaña los indios expresaron su cólera
y heroísmo combatiendo los cañones realistas no con sus hondas sino con sus
propias manos a pedradas.
En sus esfuerzos por demostrar lealtad a la corona española los oficiales cusqueños
al bando de Pezuela pidieron ser enviados en primera fila para combatir contra
Pumacahua.
1. INTRODUCCIÓN
La causa americana por la independencia empezó en el siglo XVIII con las llamadas
rebeliones indígenas, lideradas por Juan Santos Atahualpa y Túpac Amaru II,
principalmente, las que tuvieron el apoyo parcializado indígena. En una segunda
fase, los llamados «españoles americanos» o criollos tomarán las riendas de la
lucha por la independencia y serán los llamados a concretarla.
El principal fue la llamada crisis española del siglo XIX, cuando Napoleón Bonaparte
invade España y nombra como Rey de ese país a su hermano José. Ante este
hecho, España y sus colonias se rebelaron a favor de Fernando VII. Nacen así las
Juntas de Gobierno, que en una primera fase serán fieles al rey de España, pero
luego mostraron su lado separatista. En América, el virrey Abascal logrará contener
las rebeliones en el Perú, así como las Juntas de Gobierno que se formaron en otras
partes de América del Sur, con lo cual la independencia se retrasará por 10 años.
Las corrientes libertadoras (del norte y del sur) llegarán al Perú (centro del poder
realista), para consolidar la independencia
4. LA INDEPENDENCIA DE CHILE
San Martín y su ejército, Granaderos a Caballo, ganaron al Ejército realista en Chile
en la batalla de Chacabuco, siendo derrotados en Cancha Rayada, para luego de
proclamar en Chile la independencia, sellarla con una victoria militar en Maipú,
resultando Bernardo O’Higgins como primer jefe de Estado en Chile, como Director
Supremo.
Los delegados de San Martín replicaron que dicha Constitución sancionaba una
enorme desigualdad en la representación de los españoles peninsulares y los
españoles americanos y propusieron en cambio la instauración de una monarquía
constitucional en el Perú sobre la base de un príncipe español. Aunque los
delegados del virrey vieron cercano un acuerdo, no estaban autorizados a reconocer
la independencia del Perú en tales términos, por lo que las conversaciones
terminaron y se reanudaron las hostilidades.
El general Juan Antonio Álvarez de Arenales, del ejército de San Martín, se internó
con un regimiento hacia lca, donde batió la defensa realista; liberó esclavos de las
haciendas del lugar, para de inmediato enrolarlos como los primeros "peruanos" de
su ejército e impuso cupos a los hacendados. Al llegar a Cerro de Pasco, este se
enfrentó al general español O’Really, al cual derrotó el 6 de diciembre de 1820.
Mientras tanto, el cuartel de los patriotas que se ubicaba en Pisco se trasladó a
Huaura, lugar donde se estableció el segundo cuartel genral del Ejecrcito de san
Martín.
En suma, esas acciones, realizadas entre octubre y diciembre de 1820 fueron toda
la campaña propiamente bélica de San Martín. El general argentino basaba su
estrategia en la idea de que la sola presencia del ejército libertador levantaría en
rebelión a la población peruana contra sus opresores realistas.
8. EL MOTÍN DE AZANAPUQUIO
El año 1821 trajo desde el comienzo ciertos acontecimientos que alcanzaron, no
obstante, a mejorar su ánimo. En enero hubo un golpe militar en el bando español
denominado el motín de Aznapuquio. El general José de La Serna, al mando de
militares jóvenes que criticaban la tibieza del virrey Pezuela frente a los insurrectos,
tomó el mando del virreinato.
La Serna tomó poco después una medida extraña pero que respondía a una
profunda lógica basada en el conocimiento del país: abandonó la capital con su
ejército para hacerse fuerte en la sierra, donde se concentraba el 70 por ciento de
la población y las ricas minas de plata. Atravesó Huamanga y Abancay, para al fin
instalarse en el Cuzco, la antigua capital de los Incas. Desde ahí, rodeado por las
pétreas murallas prehispánicas y los grupos indígenas quechuas, gobernó por más
de tres años los restos del dominio español en los Andes.
San Martín entró a Lima el 15 de julio. Era en ese momento una ciudad de sesenta
mil habitantes, inerme y confundida. La aristocracia que no había seguido al virrey
en su periplo andino, habíase refugiado en el fuerte del Callao o en los conventos,
esperando lo peor, ya no de las tropas libertadoras, sino de los propios
compatriotas: la plebe africana y los indígenas de los pueblos vecinos, que
guardaban resentimientos históricos contra sus amos blancos.
Lima se encontraba sin la presencia del virrey, motivo por el cual los patriotas
liderados por San Martín aprovecharon la situación y, finalmente, proclamaron la
independencia.
EL PROTECTORADO
1. CARACTERISTICAS
Luego de proclamada la independencia del Perú, San Martín asumió el control del
país, fundamentalmente porque en el Perú no había una figura que cohesionara a
la élite nacional.
Como San Martín gobernó el Perú bajo el título de Protector de la Libertad del
Perú, a su gobierno se le denomina el Protectorado. Este gobierno se inició
formalmente el 3 de agosto de 1821. San Martín se dedicó a organizar el naciente
Estado peruano
El objetivo principal fue culminar con la expulsión de los españoles del territorio
nacional..
Políticas
· El Estatuto Provisorio (fue la base legal del Protectorado).
· Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: García del Río
(colombiano), ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo de Monteagudo
(argentino), ministro de Guerra y Marina; e, Hipólito Unánue (peruano), ministro de
Hacienda.
· El coronel José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete fue nombrado prefecto de
Lima.
· Convocó al Primer Congreso Peruano en 1822.
· Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico constitucional en el Perú, del que San
Martín era partidario.
· Se envió una comisión especial a Europa, integrada por Juan García del Río y
Diego Paroissien. Viajó por orden de San Martín, para buscar un príncipe que viniera
al Perú como rey. Estos dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y
arribaron a Londres en septiembre de 1822, época en que terminaba el Protectorado
de San Martín.
Sociales
· Se dio la libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir del 28 de julio de 1821,
mediante la Ley de Vientres Libres. Los nacidos con anteri9oridad mantenían su
condición de esclavos.
· En una medida conservadora, San Martín respetó todos los títulos de la nobleza
colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por Títulos del Perú.
· Se creó la Orden del Sol para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos. El objetivo era crear una nobleza peruana para el futuro rey que iba a
gobernar el Perú.
Culturales
· Creó la Biblioteca Nacional. Su primer director fue Mariano José de Arce.
· Se selecciona el Himno Nacional, compuesto por Bernardo Alcedo (música) y
José de la Torre Ugarte. (letra).
· Por Decreto Supremo se creó la primera Escuela Normal de Preceptores o
Escuela Normal con el sistema de enseñanza lancasteriana (Hoy UNE).
Militares
· Creación del Ejército y la Marina de Guerra del Perú.
· Se rindieron los realistas liberados por José de La Mar, que se encontraban
atrincherados en el Real Felipe del Callao.
· San Martín envió apoyo militar al norte, para Antonio José de Sucre, patriota que
logrará una gran victoria contra los ejércitos realistas en Pichincha.
· Las tropas de San Martín fueron derrotados en Macacona (Ica) por los ejércitos
realistas.
Fue el lugar de debate político, en el que se discutía por el tipo de gobierno del Perú.
Hubo acalorados debates entre los partidarios de la forma de gobierno república y
los monarquistas constitucionales. El tema central de los debates fue definir el tipo
de gobierno que le convenía a nuestro país.
4. LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL
Al llegar a Lima, San Martín encontró que su presencia causaba muchos recelos,
incluso se decía que él quería autonombrarse rey. Además, se había expulsado a
su fiel amigo Monteagudo. Todo ello, aunado a que percibió que su presencia era
un estorbo para la venida de Bolívar. El Libertador San Martín entregó el poder el
20 de septiembre de 1822 al Primer Congreso Peruano, presidido por Francisco
Javier de Luna Pizarro.
1. CARACTERÍSTICAS
El Primer Congreso Constituyente peruano fue instalado por don José de San Martín
el 20 de septiembre de 1822.
El Primer Congreso tuvo dos presidentes que, por sus funciones, se pueden
clasificar en:
2. OBJETIVOS
A. Nombramiento
Consistió en movilizar un ejército desde Lima, viajando por el océano Pacífico, con
el fin de desembarcar en la costa sur y desde allí atacar a los realistas españoles.
Fue comandada por Rudecindo Alvarado, quien fue derrotado por el general realista
Valdez en las batallas de Torata y Moquegua (sur peruano).
D. El motín de Balconcillo
Debido a la derrota del ejército patriota ante los realistas, el general Andrés de Santa
Cruz presiono al Congreso Constituyente para anular la Junta Gubernativa de La
Mar y nombrar como presidente a José de la Riva Agüero. A este hecho se le conoce
como el "motín de Balconcillo´”; y constituye el primer golpe de Estado que se realizó
en nuestro país.
A. Características
Se le considera el primer Presidente del Perú. Durante el gobierno de José de la
Riva Agüero ocurrieron los siguientes hechos:
· Se recibe el primer préstamo externo de parte de Inglaterra por la cantidad de
1'200 000 libras esterlinas.
· Gestionó la llegada de tropas colombianas.
· Creó la primera armada peruana y la puso a órdenes del almirante Guillermo
Guisse.
· Realizó la Segunda campaña a Puertos Intermedios.
o El presidente Torre Tagle invitó a Simón Bolívar al Perú para que venga a terminar
la guerra contra los realistas. Para eso se formó la Comisión Sánchez Carrión-
Olmedo.
1. BOLÍVAR EN EL PERO
B. Coyuntura política
La situación política en el Perú era alarmante, puesto que José de la Riva Agüero
había entrado en conversaciones secretas con el virrey José de la Serna, en
septiembre de 1823, para unirse contra Simón Bolívar, traicionando así la causa
patriota. Finalmente, Riva Agüero fue tomado preso por el coronel Gutiérrez de la
Fuente, quien debido a su gran amistad lo dejó huir. Riva Agüero se retiró al exilio.
2. CAMPAÑA FINAL
Durante todo el tiempo que duró la preparación de las fuerzas patriotas, Simón
Bolívar tuvo como su secretario general al ilustrísimo Faustino Sánchez Carrión,
conocido como el Solitario de Sayán y el Tribuno de la República.
B. La Batalla de Junín
Para junio de 1824, las tropas patriotas empezaron la persecución de las tropas
realistas acantonadas en el valle del Mantaro. Ellos eran apoyados por los
guerrilleros del Mariscal Miller. El 2 de agosto, Bolívar arengó a sus tropas con la
siguiente proclama: «¡Soldados!» vais a completar la obra más grande que el cielo
ha encargado a los hombres: la de salvar a un pueblo entero de la esclavitud... El
Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz... Vosotros sois invencibles!».
C. La Batalla de Ayacucho
Luego del triunfo patriota, las fuerzas realistas comandadas por el virrey La Serna
se concentraron en Ayacucho, hasta donde acudieron las fuerzas patriotas. Ambas
fuerzas chocaron el 9 de diciembre de 1824 en las pampas de la Quinua, en las
faldas del cerro Condorcunca.
La batalla empezó en la mañana; la lucha fue sangrienta y las tropas patriotas fueron
reforzadas por los montoneros. Los realistas se sintieron sorprendidos y empezaron
a perder posiciones, incluso se llegó a capturar al virrey. La batalla finalizó con un
gran triunfo patriota. Posteriormente se firmó la capitulación de Ayacucho.
3. LA CAPITULACIÓN DE AYACUCHO
Se firmó después de la batalla de Ayacucho. Por los patriotas firmó el mariscal Sucre
y por los realistas, Canterac. Los acuerdos fueron los siguientes:
1. HECHOS
Al iniciarse el año 1825, la independencia del Perú se encontraba prácticamente
consumada, a pesar de ello el Congreso aprobó, por unanimidad, la prolongación
del gobierno de Bolívar, de esta manera se armonizaba con los planes políticos que
tenía Bolívar para el Perú.
2. LA CREACIÓN DE BOLIVIA
Perú Republicano
EL PERÚ REPUBLICANO
EL SIGLO XIX
El siglo XIX fue testigo de dos momentos dramáticos que marcaron notablemente
el desarrollo histórico peruano: la Independencia y la Guerra con Chile. Fueron dos
coyunturas trágicas que sembraron caos, destrucción material y división interna.
Ambos dejaron muchos odios y tareas por resolver. También es visto como el siglo
de las oportunidades perdidas por la gran riqueza guanera que multiplicó el
derroche y la corrupción hasta colocar al país en bancarrota hacia los años de 1870.
Si consideramos que la independencia se logró en 1824 con la batalla de Ayacucho
y que las tropas chilenas abandonaron el Perú en 1884, deducimos que los primeros
60 años de la historia peruana estuvieron marcados por el fracaso.
Castilla fue el caudillo más afortunado pues sus gobiernos coincidieron con
estaprosperidad falaz, tal como llamó a esta era Jorge Basadre.
Al otro lado del continente, en México, los patriotas seguirían su propio camino de
liberación. Los cierto es que en 1826 España había perdido un enorme imperio del
que sólo conservaría, hasta 1898, dos islas en el Caribe: Cuba y Puerto Rico. Unas
15 millones de personas habían dejado de ser súbditos del rey de España. Dentro
de este marco la independencia del Perú fue, junto a la de México, la más
complicada y larga de todas. La guerra duró entre 1820 y 1826 aproximadamente,
causando numerosas muertes y pérdidas materiales.
El caudillismo se convirtió en una empresa cuyo objetivo era la conquista del poder.
El estado era el botín a repartirse. Quizá el único proyecto importante surgido del
Hacia 1870 las reservas del guano se habían prácticamente agotado y el Perú no
estaba preparado para este colapso, cargado como estaba con la deuda externa
más grande de América Latina (37 millones de libras esterlinas). Fue entonces que
el país pasó, como tantas veces en su historia, de millonario a mendigo, sin nada
que exhibir en términos de un progreso económico. El Perú no había podido
convertirse en un país moderno con instituciones civiles sólidas.
La razón de este fracaso ha sido explicada por la falta de una clase dirigente. Tanto
los militares como los civiles surgidos bajo esta bonanza no pudieron elaborar un
proyecto nacional coherente. Dirigieron su mirada hacia el extranjero, apostaron por
el libre comercio y compraron todo lo que venía de Europa arruinando la escasa
producción o “industria” local. Con muy pocas excepciones se convirtieron en un
grupo rentista sin vocación por la industria.
En especial los civiles no habrían podido convertirse en una “burguesía” decidida,
progresista o dirigente. Aunque, como ya hemos mencionado, hubo al interior de
esta élite gente que, como Manuel Pardo, imaginaron un desarrollo alternativo para
el país. Pardo fundó el Partido Civil y en 1872 se convirtió en el primer presidente
que no vestía uniforme militar. Su programa insistía en la necesidad de
institucionalizar el país, fomentar la educación y construir obras públicas. Ya en el
poder poco es lo que pudo hacer: el país se encontraba ahogado en su crisis debido
al derroche de los años anteriores.
Lima y la costa se beneficiaron de la bonanza guanera. El resto del país, esto es,
los grupos populares y las provincias del interior, vivieron al margen de esta
“prosperidad falaz” continuando en un mundo arcaico, especialmente la población
andina. En 1879, quebrado y dividido, el Perú tenía pocas posibilidades de salir
airoso en la Guerra del Pacífico.
No hubo esta época un centralismo sino más bien una desarticulación por el poco
efecto concentrador de Lima y, se podrían distinguir, hasta cuatro circuitos
comerciales casi autosuficientes: Lima y la costa central; la costa norte y Cajamarca;
la sierra central; y la sierra sur.
Las comunicaciones eran difíciles puesto que a pesar de contar con cinco puertos
mayores (Paita, Huanchaco, Callao, Islay y Arica), las antiguas rutas que habían
comunicado a Lima con Arequipa, Cuzco y el Alto Perú sufrían un penoso
abandono. Todo esto añadido a la difícil geografía y a la numerosa presencia de
bandidos, viajar se convirtió en una empresa arriesgada. La circulación monetaria
disminuyó y en muchos lugares el comercio sólo pudo efectuarse mediante el
trueque.
Esta situación empezó a cambiar durante la época del guano. A nivel social surgió
una clase “rentista”, es decir, un reducido círculo de familias muy ricas, amantes del
lujo, pero sin vocación empresarial. Su fortuna, proveniente de los negocios
Pocas épocas en el Perú dieron lugar a tanto lujo y ostentación. Luego del
empobrecimiento sufrido tras la independencia, la élite tuvo dinero suficiente para
gastar. El culto a los artículos importados hizo rico a más de un comerciante que
estableció su tienda en las calles del centro de Lima. Sumas enormes de dinero
fueron derrochadas en una desmedida importación de artículos de lujo. En
Chorrillos, el balneario de moda, los nuevos ricos se dedicaban al juego y llevaban
un estilo de vida opulento.
Hacia 1870, año en que se derrumbaron sus murallas, Lima contaba con poco más
de 100 mil habitantes. Comenzaba por el norte con el Convento de los Descalzos y
terminaba por el sur en la Portada de Guadalupe, muy cerca de la actual Plaza
Grau. En el lugar que ocupaban las murallas se trazaron, a la manera
francesa, avenidas en forma de boulevards que rodearon a la ciudad formando un
cinturón de calles amplias y arboladas.
Por último, a partir de 1850, llegaron trabajadores chinos para reemplazar a los
esclavos negros en las haciendas de la costa. Los beneficios del trabajo de
losculíes lo percibieron de inmediato los terratenientes. Con el conocimiento
ancestral que tenían del trabajo agrícola y con su esfuerzo físico permitieron el
notable incremento en la producción de caña y algodón. Los chinos también fueron
empleados en la extracción del guano de las islas y en el servicio doméstico. La
llegada de los coolíes fue continua y creciente: entre 1849 y 1874 arribaron casi 90
mil. Lo censurable fue que su trabajo se realizó en condiciones de semi-esclavitud.
Los malos tratos se iniciaban en el viaje desde la colonia portuguesa de Macao
hasta su llegada al Callao. La penuria continuaba en el Perú. El trato de los
hacendados fue muy duro. El uso de cadenas, látigos y la exigencia del
cumplimiento del horario fue algo cotidiano.
Quizás la guerra estaba perdida desde que el Perú quedó en franca desventaja
militar frente a Chile cuando en 1874 el presidente Manuel Pardo, por medidas de
austeridad debido a la crisis económica, autorizó la reducción de los efectivos del
ejército y la marina, y no llevó adelante la construcción de un par de buques
blindados contratados por su antecesor José Balta.
Pero la derrota no sólo se debió a la débil condición militar sino también, como lo
escribió alguna vez Jorge Basadre, al desorden político, a la falta de integración
social y al despilfarro económico del siglo XIX que convirtieron tan vulnerable a un
país con grandes posibilidades de desarrollo .
Las causas del conflicto armado entre Perú, Bolivia y Chile fueron básicamente
económicas: el control del salitre. Se trataba de un nitrato que se exportaba como
fertilizante y como insumo para explosivos. De un lado estuvo Chile intentando
apoderarse del rico territorio salitrero en el desierto de Atacama que en el derecho
internacional no le pertenecía; y del otro, Perú y Bolivia, intentando,
dramáticamente, de defenderlo.
Pero esta situación no fue circunstancial. El control territorial del Atacama estuvo,
desde los inicios de la explotación salitrera, en manos de empresarios chilenos y
capitales británicos. La distancia geográfica, la anarquía política y la endémica crisis
económica hicieron que el control peruano y boliviano sobre su riqueza salitrera
fuese poco efectiva o incluso inexistente en el caso de Bolivia.
vez controladas las rutas marinas las fuerzas chilenas se apoderaron de las
provincias del sur, incluyendo Tarapacá, muy rica en salitre.
Nicolás de Piérola, quien había asumido poderes dictatoriales tras el polémico viaje
de Mariano I. Prado a Europa, se retiró a la sierra (Ayacucho) para continuar su
gobierno y resistir al invasor. El país no lo apoyó y, en Lima, una asamblea de
notables eligió presidente al civil Francisco García Calderón. Éste se negó a firmar
la paz con Chile con entrega de territorios. García Calderón, como muchos otros
líderes políticos, terminó cautivo en Chile. En la sierra central Andrés A. Cáceres
inició una feroz resistencia comandando tropas campesinas en la célebre Campaña
de la Breña. Tras algunas victorias terminó derrotado en Huamachuco. Por su lado
Miguel Iglesias, luego de su triunfo en San Pablo, pidió al país desde Montán
(Cajamarca) firmar la paz con Chile bajo cualquier condición. Ya proclamado
presidente, Iglesias firma con el enemigo en Tratado de Ancón (1883) donde se
cedía definitivamente Tarapacá y se entregaba, por espacio de 10 años, las
provincias de Tacna y Arica. Un plebiscito, que nunca se realizó, debía decidir el
futuro de ambas. Las tropas chilenas recién dejarían nuestro territorio en 1884.
Siguiendo a Basadre, este período se inicia con el segundo militarismo pues los
militares vuelven a ocupar dominar la política, ahora en un momento dramático.
Estos caudillos son los vencidos, pero son los únicos que tienen la fuerza suficiente
para tomar el poder ante la situación tan vulnerable en que quedó el resto de la
población por el desastre ante Chile.
En este difícil período el Perú tenía que recuperarse de la terrible derrota moral y
material. Si antes de 1879 el país estaba ya quebrado imaginemos ahora la
situación. Había que empezar de la nada. Los años dorados y “felices” del guano
habían pasado, era necesario replantear el modelo económico y llevar un manejo
del poco dinero disponible con criterios más austeros.
En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre 1900 y 1905, salieron por
el puerto de Iquitos más de 2 millones de kilos de caucho por año. A partir de ese
momento, le salieron competidores de otras partes del mundo. Exploradores
británicos habían exportado árboles caucheros de la India, y en Ceylán se
desarrollaron extensas plantaciones. El boom del caucho llegaba a su fin
Luego del serio revés producido por la Guerra del Pacífico, el país inició el siglo XX
con el apogeo del proyecto oligárquico orientado a la exportación de materias
primas. El modelo entró en crisis a fines de los años veinte cuando se empezó a
ensayar una política económica orientada al mercado interno promoviéndose la
industrialización. Las actividades económicas se diversificaron y se consolidaron
nuevos grupos sociales (clase media, proletariado urbano y campesino, estudiantes
universitarios) que desafiaron el orden de la antigua clase dirigente. Surgieron
nuevas doctrinas y partidos políticos que volvieron a plantearse preguntas y
problemas sobre la esencia del Perú y el tipo de nación que queríamos ser:
centralista o federal, mestiza o multicultural, proteccionista o abierta libremente al
mundo.
El Perú se vio afectado, además, por dos fenómenos dramáticos. En primer lugar,
a partir de los años ochenta estallaron movimientos subversivos situados
ideológicamente a la izquierda del Apra y los demás partidos “socialistas”; su
intensidad entre 1980 y 1992 estuvo a punto de hacer colapsar al Estado. Por su
lado, el narcotráfico demostró su poder económico y político en amplias regiones
del territorio nacional. El Estado terminó controlando el primero y, con la ayuda
internacional, debe erradicar el segundo.
Se pensó que el Estado debía ser pequeño barato y pasivo, es decir, modesto en
recursos y ajeno al intervencionismo. Se diseñó una reforma electoral y tributaria, y
se dio eficacia a la administración pública. El gasto público debía ser muy reducido
y la acción del Estado no debía interferir con la actividad privada. Por ello los
servicios ofrecidos por el Estado eran pocos y se reducían a los relativos al orden
(ejército, policía y justicia); la educación o la vivienda eran cubiertas por la iniciativa
privada.
Los impuestos debían ser lo más bajos posibles para no afectar a los grupos que
generaban riqueza. Se impulsaron los impuestos indirectos que grababan a los
artículos de consumo masivo (sal, fósforos, licor, tabaco). Si se quería realizar una
obra en alguna provincia se aumentaban los impuestos sobre el consumo en la zona
interesada. El Perú fue una suerte de “paraíso fiscal”, un escenario atractivo para
los intereses de los civilistas vinculados a múltiples actividades empresariales.
Hacia 1918 este modelo fue cuestionado por la clase media, los obreros y los
estudiantes universitarios quienes demandaron la necesidad de transformar el
Estado y apoyarlo en criterios más democráticos. Las repercusiones de la Primera
Guerra Mundial ocasionaron un malestar general por el derrumbe de las
exportaciones (inflación de precios y escasez de alimentos de primera necesidad).
Esos años estuvieron marcados por la violencia política y uno de los hechos más
visibles fue la presión de los obreros apoyados por los estudiantes universitarios. El
civilismo, con José Pardo a la cabeza, se tambaleaba en el poder.
Leguía se presentó ante el país como el gran enviado capaz de resolver todos sus
problemas. Orientó su acción hacia la clase media y, ante la crisis del marco
institucional, aprovechó el momento para justificar su poder por medio del éxito
material (construcción de grandes obras públicas). Este ímpetu desarrollista,
alentado por una población en crecimiento con otras necesidades y apetencias, dio
origen a nuevas dependencias estatales. Empezó a esbozarse la idea del estado
benefactor y ello se tradujo en el crecimiento de la administración pública. Así se
inauguraba, para bien o para mal, el rostro del Perú contemporáneo.
A lo largo de estos once años Leguía se perpetuó en el sillón presidencial por medio
de la reelección. Sin embargo, pueden distinguirse dos etapas en su autoritarismo:
antes y después de 1923. Al inicio, Leguía mantuvo una posición de fuerza y
persecución frente al civilismo y adoptó un paquete de medidas que pretendían
modernizar el estado y convertirlo en una institución más democrática. Tarea
imposible ya que al interior el país, por ejemplo, se mantuvo casi intacto el poder de
los terratenientes. Luego, mediante un control más costoso de los mecanismos de
poder y recurriendo al personalismo, desarrolla la otra fase de se gobierno para
profundizar su proyecto: endeuda peligrosamente al país para financiar sus obras
públicas.
Durante los años veinte nacieron dos movimientos políticos de masas, el aprismo y
el comunismo, que marcarían buena parte del desarrollo político peruano a partir de
1930. El APRA, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en México (1924) se
presentó como un movimiento internacionalista, de clara influencia marxista en sus
primeros años de vida e introduciendo la violencia revolucionaria en el léxico de la
política peruana. Si bien estas ideas se moderaron en la campaña electoral de 1931,
el aprismo fue acusado muchas veces de subversivo por los sectores más
conservadores. Su líder ofrecía un capitalismo de Estado a cargo de un frente único
de trabajadores manuales e intelectuales reclutados entre las clases medias y el
pueblo trabajador.
El comunismo, por su lado, tuvo en José Carlos Mariátegui a uno de los pensadores
marxistas más originales de América Latina. Autor de un impresionante número de
artículos de divulgación del marxismo, de crítica literaria y de análisis político,
Mariátegui fundó el Partido Socialista, la revista Amauta y escribió los 7 ensayos de
interpretación de la realidad peruana, acaso el libro más leído en el Perú durante el
siglo XX. La heterodoxia del pensamiento de Mariátegui, sin embargo, fue
rechazada por el primer congreso de partidos comunistas pro-soviéticos reunido en
Montevideo en 1929.
Haya basó su discurso en un análisis de los principales problemas del país. Moderó
sus anteriores llamados a la revolución y a la construcción del socialismo. Anunció
La victoria de Sánchez Cerro era contundente, sin embargo, mientras los otros
candidatos reconocían su derrota, los apristas denunciaron fraude electoral y
llegaron a decir que Haya era el "Presidente moral del Perú". Esta derrota era un
golpe amargo pues daban por descontado el triunfo de Haya. Su frustración era
inmensa. A partir de allí el Apra inició una cerrada oposición desde el Congreso y
las calles.
intento que pudiera poner en peligro su dominio. Por ello se apoyó en el poder a
militares como Sánchez Cerro (1931-1933) o Benavides (1933-1939) para seguir
controlando el país. A lo largo de estos años se recortaron las libertades públicas y
sindicales y se persiguió a los partidos de izquierda. Esa fue la esencia de
este tercer militarismo.
Las limitaciones del modelo exportador se hicieron evidentes con la crisis mundial.
Entre 1929 y 1932, el precio del cobre se redujo en 69%, lanas en 50%, algodón en
42% y azúcar en 22%. Ahora se dejó sentir el endeudamiento dejado por Leguía. El
país tuvo que reducir notoriamente sus gastos y la cobertura social. El presupuesto,
que era de 50 millones de dólares en 1929, descendió a 16 millones en 1932. La
libra peruana desapareció y se creó el sol de oro como nueva moneda en 1930.
Hubo una continua devaluación monetaria y el costo de vida aumentó. Muchas
empresas cerraron y el desempleo se extendió. Para los grupos medios y populares
estos años significaron reducción de salarios, desocupación y auge de huelgas.
El Estado tuvo que seguir creciendo para atender las demandas sociales. Aparecen
los ministerios de Educación, Salud y Agricultura. La reforma del Banco de Reserva
y la ampliación de la Banca de Fomento le dieron a los gobiernos mayor injerencia
en la economía. La burocracia aumenta en un 100% entre 1938 y 1945. Por último,
este crecimiento estatal estuvo acompañado de un peligroso centralismo. Las
decisiones se tomaron cada vez más en Lima, pues nunca funcionaron los
Congresos Departamentales contemplados en la Constitución de 1933. Tampoco
hubo autonomía municipal.
Luego del tercer militarismo fue elegido por primera vez Manuel Prado (1939-1945);
su victoria se debió también al tácito apoyo de los movimientos de izquierda pues
veían en Prado al representante de una burguesía progresista interesada por
democratizar el país. Se equivocaron. Prado reprimió la actividad sindical e implantó
una política liberal para favorecer las exportaciones. En 1945 triunfó Bustamante y
Rivero apoyado por el Frente Democrático Nacional. Su breve mandato (1945-1948)
fue el primer esfuerzo por ofrecer una alternativa reformista distinta al Apra, aunque
para llegar al poder requirió del apoyo de Haya de la Torre. Por ello el sector
exportador conspiró con los militares para llevar a cabo un golpe de estado y
restaurar una dictadura modernizadora con el general Manuel A. Odría (1948-1956).
El régimen se benefició por un auge exportador, implementó una colosal política de
obras públicas y le otorgó el voto a la mujer.
Las elecciones de 1962 parecían estar preparadas para el triunfo del Apra. Haya
obtuvo el 33%, pero su escasa mayoría obligaba al Congreso elegir presidente.
Siempre oportunista, Haya parecía llegar a un acuerdo con su antiguo rival: Odría.
Pero las Fuerzas Armadas, enemigas históricas del Apra, se negaron a aceptar un
escenario con un presidente aprista. Provocaron un golpe de estado y anunciaron
nuevas elecciones. Estas se realizaron en 1963. Fernando Belaunde, líder de
Acción Popular, resultó con el 39% e inició su primer mandato (1963-1968).
Una de las claves del proyecto fue la reforma agraria en 1969. Todos los grandes
latifundios, sin tener en cuenta su productividad, fueron expropiados. La medida se
sintió primero en las plantaciones de la costa norte y central, muy mecanizadas, que
se colocaron bajo la administración de cooperativas de trabajadores. En la sierra la
idea era crear granjas pequeñas o medianas, pero pronto el gobierno cedió a las
demandas campesinas por organizar allí también cooperativas. Hacia 1975, las ¾
partes de la tierra productiva del país se encontraba gestionada por estas
asociaciones.
De otro lado se emprendió una serie de medidas para reducir el papel del capital
extranjero que controlaba, en 1968, el 44% de la producción industrial. Esto era
inaceptable para los militares. La primera medida fue la nacionalización de la
IPCcreándose Petroperú. Otras compañías, en su mayoría de capital
norteamericano, también fueron expropiadas siendo reemplazadas por empresas
estatales. En 1974 el régimen aceptó, ante la presión de Washington, pagar 150
millones de dólares a las empresas afectadas. Ahora Estados Unidos dejaría de
oponerse a la concesión de créditos al Perú.
En las elecciones de 1980 Acción Popular, con Fernando Belaunde, obtuvo una
mayoría del 42%. El Apra, luego de la muerte de Haya de la Torre, logró el 28%, sin
duda un revés político muy serio. El PPC alcanzó un magro 11% y todos los grupos
de izquierda sumaron el 16%. Era evidente que Belaunde había recibido votos de
ambos. La escena política tenía algo de familiar. Belaunde era otra vez presidente,
pero sin la obstrucción del Apra en el Parlamento. Su reelección era también una
suerte de reivindicación: los militares lo habían depuesto en 1968 y ahora le
garantizaban su vuelta a la presidencia.
Todo sin embargo era un espejismo. En 1981 el crecimiento del PBI fue de 3,1%
pero en 1982 cayó a menos del 1% y en 1983 se desplomó un 12%. El descalabro
se debió a razones externas y a los efectos devastadores del Fenómeno del Niño
que provocaron inundaciones en la costa norte y sequías en la sierra sur. El manejo
económico ahora se hizo con criterios de emergencia. Se tuvo que volver a negociar
la deuda externa y el régimen entró en un escenario de ingobernabilidad.
Hacia 1987 el país se iba en picada. García intentó nacionalizar la banca y multiplicó
su descrédito. Sendero seguía en auge y la represión del gobierno también. Las