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Grado 10a J2
Escribir libros
La gente escribe libros para una amplia variedad de razones, pero en general la razón
de fondo es que tienen una historia para compartir con el mundo, ya sea ficción o no
ficción. Escribir un libro le da al escritor la oportunidad de que sus ideas sean
escuchadas por personas de todo el mundo.
¿Qué es La Biblia?
La Biblia es un conjunto de libros canónicos en el judaísmo y el cristianismo, que judíos
y cristianos consideran producto de inspiración divina y son un reflejo de la relación
entre Dios y los seres humanos.
A lo largo de veintiún siglos, se han producido alrededor de cinco mil millones de copias
de la Biblia, lo que la convierte en el libro más vendido de la historia. Frecuentemente
se la considera el libro más influyente en la historia de la humanidad. Una edición de
mayo de 2007 de la revista Time afirmó que «la Biblia ha hecho más para construir la
literatura, la historia, el entretenimiento y la cultura, que ningún otro libro que se haya
escrito. Su influencia en la historia mundial no tiene equiparable, y no tiene síntomas de
estar menguando». Cada año se venden 100 millones de ejemplares de la Biblia y ha
sido traducida al menos a 2454 idiomas.
La biblia contiene la palabra de Dios Este Libro revela el pasado, explica el presente y
predice el futuro, algo que solo es capaz de hacer Aquel que conoce el fin desde el
principio. (Isa 46:10.)
¿Qué es inspiración?
Inspiración es el concepto teológico según el cual las obras y hechos de seres
humanos íntimamente conectados con Dios, sobre todo las Escrituras del Antiguo y
Nuevo Testamento, recibieron una supervisión especial del Espíritu Santo, de tal
manera que las palabras allí registradas expresan, de alguna manera, la revelación de
Dios.
¿Qué es la revelación?
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para
rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea
enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.”
En palabras del apóstol Pedro, esos hombres “hablaron de parte de Dios al ser
llevados por espíritu santo” (2 Pedro 1:21). De ahí que Pablo llamara a los libros
bíblicos “los santos escritos, que pueden hacer [nos] sabio[s] para la salvación
mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).
Apocalipsis es un libro bíblico. Su nombre procede del término griego apokálypsis, que
significa “descubrimiento” o “revelación”. Por este motivo también se le llama
Revelación. Este título es muy adecuado, pues el libro descubre asuntos que se
mantuvieron secretos por siglos y revela acontecimientos que sucederían en el futuro.
Y por cierto, muchas de sus profecías están por cumplirse.
¿Qué es la inherencia?
En la teología cristiana, la inherencia de la Biblia es una doctrina que consiste
básicamente en la falta de error o de fallas en las Sagradas Escrituras, las que, al ser
inspiradas por Dios mismo, siempre dicen la verdad, y no se equivocan.
Por lo anterior, la Biblia es la máxima autoridad, tanto en temas doctrinales, como en
temas morales. Cabe destacar que este término resulta falaz a ojos de la ciencia,
especialmente de la biología, pues según esta, existen diversos errores científicos en la
inherencia bíblica e inspiración divina.
El apóstol Pablo declaró a su discípulo Timoteo: Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3,16)
Esta declaración de que las Sagradas Escrituras habían sido inspiradas por Dios
mismo, dio pie a los primeros discípulos para desarrollar esta doctrina basada en
simple lógica: si Dios es perfecto, y toda la Biblia fue inspirada por él, por tanto, toda la
Biblia es perfecta.
Lucas 15:11-32
Entonces dijo: “Cierto hombre tenía dos hijos. Y el más joven de ellos dijo a su padre:
‘Padre, dame la parte que me corresponde de la hacienda’. Entonces él les dividió su
medio de vivir. Más tarde, no muchos días después, el hijo más joven recogió todas las
cosas y viajó al extranjero a un país distante, y allí malgastó su hacienda viviendo una
vida disoluta. Cuando lo hubo gastado todo, ocurrió un hambre severa por todo aquel
país, y él comenzó a padecer necesidad. Hasta fue y se acogió a uno de los
ciudadanos de aquel país, y este lo envió a sus campos a guardar cerdos. Y deseaba
saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba [nada].”Cuando
recobró el juicio, dijo: ‘¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan en abundancia,
mientras yo aquí perezco de hambre! Me levantaré y haré el viaje a donde mi padre, y
le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado
hijo tuyo. Hazme como uno de tus asalariados”’. De modo que se levantó y fue a
donde su padre. Mientras él estaba todavía lejos, su padre alcanzó a verlo, y se
enterneció, y corrió y se le echó sobre el cuello y lo besó tiernamente. Entonces el hijo
le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo
tuyo. Hazme como uno de tus asalariados’. Pero el padre dijo a sus esclavos: ‘¡Pronto!,
saquen una ropa larga, la mejor, y vístanlo con ella, y pónganle un anillo en la mano y
sandalias en los pies. Y traigan el torillo cebado, degüéllenlo, y comamos y gocemos,
porque este hijo mío estaba muerto y volvió a vivir; estaba perdido y fue hallado’. Y
comenzaron a gozar.” Pues bien, su hijo mayor estaba en el campo; y a medida que
venía y se acercaba a la casa oyó un concierto de música y danzas. De modo que
llamó a sí a uno de los sirvientes e inquirió qué significaban estas cosas. Él le dijo:
‘Tu hermano ha venido, y tu padre degolló el torillo cebado, porque lo recobró en buena
salud’. Pero él se airó, y no quiso entrar. Entonces su padre salió y se puso a
suplicarle. En respuesta, él dijo a su padre: ‘Hace ya tantos años que he trabajado
para ti como un esclavo, y ni una sola vez transgredí tu mandamiento, y, no obstante, a
mí ni una sola vez me diste un cabrito para que gozara con mis amigos. Pero tan
pronto como llegó este hijo tuyo que se comió tu medio de vivir con las rameras, le
degollaste el torillo cebado’. Entonces él le dijo: ‘Hijo, tú siempre has estado conmigo,
y todas las cosas que son mías son tuyas; pero simplemente teníamos que gozar y
tener regocijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido
y fue hallado’”
Jesús les habla de un padre que tiene dos hijos. El personaje principal es el hijo más
joven. Los fariseos y los escribas, así como los demás que están escuchando, deberían
sacar una lección de lo que Jesús dice sobre el hijo menor. Sin embargo, no hay que
pasar por alto lo que explica sobre el padre y el hijo mayor, ya que también se puede
aprender mucho de las actitudes que estos demuestran. Así que pensemos en los tres
personajes de este relato de Jesús: “Un hombre tenía dos hijos. Y el más joven le dijo a
su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la herencia’. Así que él repartió sus
bienes entre los dos” (Lucas 15:11, 12). Como vemos, el hijo menor no pide la herencia
porque su padre haya muerto, pues sigue vivo. Él quiere recibir ahora su parte para
independizarse y hacer lo que le plazca. ¿Y qué hace?
El hijo perdido come y bebe rodeado de mujeres: Jesús explica: “Unos días
después, el más joven recogió todas sus cosas y viajó a un país lejano, donde
malgastó su herencia llevando una vida desenfrenada” (Lucas 15:13). En vez de
quedarse en casa, donde podía estar seguro y donde tenía un padre que cuidaba a sus
hijos y les daba lo que necesitaban, decide irse al extranjero. Allí malgasta toda su
herencia llevando una vida de excesos, queriendo satisfacer sus deseos sexuales. Al
quedarse sin dinero, se encuentra en una situación muy difícil, tal como Jesús indica:
“Cuando ya se lo había gastado todo, un hambre terrible azotó aquel país, y él
comenzó a pasar necesidad. Hasta se puso al servicio de un ciudadano de ese país,
quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y ansiaba matar el hambre con las
algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada” (Lucas 15:14-16).
El hijo perdido está sentado bajo un árbol y observa cómo comen los cerdos
Según la Ley de Dios, el cerdo era un animal impuro; aun así, el joven se ve obligado a
trabajar cuidando cerdos. Tiene tanta hambre que hasta desea comer lo que
normalmente solo comen los animales, como los cerdos que cuida. En medio de tanta
desesperación, recobra el juicio. ¿Y qué hace? Se dice a sí mismo: “¡Cuántos
trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí muriéndome de hambre! Me
iré y volveré a la casa de mi padre. Le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Ya no merezco ser llamado tu hijo. Trátame como a uno de tus trabajadores’”. Por lo
tanto, decide regresar a la casa de su padre (Lucas 15:17-20). ¿Cómo reaccionará su
padre cuando lo vea? ¿Se enojará con su hijo y lo reñirá por haber cometido la
estupidez de irse de casa? ¿Lo recibirá con indiferencia y frialdad? ¿Qué haría usted si
se tratara de su hijo o de su hija?
El padre habla con su hijo mayor: Mientras tanto, el hijo mayor está en el campo.
Jesús dice sobre él: “Al volver y acercarse a la casa, oyó el sonido de la música y el
baile. Por eso llamó a uno de los sirvientes y le preguntó qué estaba pasando. Él le
respondió: ‘Es que tu hermano volvió y tu padre ha matado el ternero engordado
porque recuperó a su hijo sano y salvo’. Pero el hijo mayor se indignó y se negó a
entrar. Entonces su padre salió y se puso a suplicarle que entrara. Él le contestó a su
padre: ‘Mira, todos estos años he trabajado para ti como un esclavo y ni una sola vez
desobedecí tus órdenes, y tú nunca me diste un cabrito para que disfrutara con mis
amigos. Pero, en cuanto llegó ese hijo tuyo que malgastó tus bienes con las prostitutas,
por él mataste el ternero engordado’” (Lucas 15:25-30). ¿Quiénes han actuado como el
hijo mayor y han criticado la misericordia y la atención que Jesús les ha mostrado a la
gente común y a los pecadores? Los escribas y los fariseos. De hecho, Jesús ha
explicado esta historia por su actitud tan crítica. Y, claro, cualquiera que no vea bien la
misericordia que Dios les demuestra a los que han pecado debe tomar buena nota de
lo que nos enseña este relato. La historia concluye con la súplica del padre a su hijo
mayor: “Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero
simplemente teníamos que celebrar su regreso y alegrarnos, porque tu hermano estaba
muerto y ha vuelto a vivir. Estaba perdido y ha sido encontrado” (Lucas 15:31, 32).
Jesús no explica qué acaba haciendo el hijo mayor. Sin embargo, sabemos que,
después de la muerte y resurrección de Cristo, “un gran grupo de sacerdotes
empezaron a aceptar la fe” (Hechos 6:7). Es posible que algunos de ellos estuvieran
presentes cuando Jesús relató esta impactante parábola del hijo perdido. Desde luego,
hasta ellos tenían la posibilidad de recobrar el juicio, arrepentirse y volverse a Dios.
Desde ese día, los discípulos de Jesús pueden y deben aprender las importantísimas
lecciones que enseñó con esta extraordinaria historia.
Mateo 4:1-11
Entonces Jesús fue conducido por el espíritu al desierto para ser tentado por el Diablo.
Después que hubo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces sintió hambre.
También, el Tentador vino y le dijo: “Si eres hijo de Dios, di a estas piedras que se
conviertan en panes”. Pero en respuesta él dijo: “Está escrito: ‘No de pan solamente
debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová’”. Entonces
el Diablo lo llevó consigo a la ciudad santa, y lo apostó sobre el almenaje del templo y
le dijo: “Si eres hijo de Dios, arrójate abajo; porque está escrito: ‘A sus ángeles dará
encargo acerca de ti, y te llevarán en sus manos, para que nunca des con tu pie contra
una piedra’”. Jesús le dijo: “Otra vez está escrito: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu
Dios’”. De nuevo el Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le
mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: “Todas estas cosas te las daré
si caes y me rindes un acto de adoración”. Entonces Jesús le dijo: “¡Vete, Satanás!
Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a
quien tienes que rendir servicio sagrado’”. Entonces el Diablo lo dejó, y, ¡mire!, vinieron
ángeles y se pusieron a ministrarle.