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El Tribunal del Trabajo N°2 de La Plata, por mayoría, acogió parcialmente la

demanda de indemnización por daños y perjuicios derivados del

fallecimiento de J. D.G. , dependiente de la Policía local, incoada por G. J.P.

, por derecho propio y en nombre y representación de su hija menor de

edad, y M. E.G. , esposa e hijas, respectivamente del occiso, contra la

Provincia de Buenos Aires y Provincia A.R.T. S.A. (v. fs. 225/236 vta.).

Contra dicho modo de resolver se alzaron ambas partes -por apoderado-

mediante sendos recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley (v. fs.

241/248 vta. y 250/266 vta.), cuya vista a esta Jefatura de Ministerio

Público es conferida por V.E. en fs. 276.

I. Recurso parte actora de fs. 241/248:

La apelante sostiene que la sentencia en crisis quebranta los arts. 10 y 11

de la Constitución local, toda vez que el tribunal que la dictó hizo una

errónea aplicación del art. 18 de la ley24.557, en tanto remite al art. 53 de

la ley 24.241 a los fines de determinar la legitimación activa en el marco de

la ley de infortunios laborales 24.557.

Concretamente se agravia porque considera que el rechazo de la


legitimación activa respecto de las hijas del causante dispuesta por el a quo

configura una errónea aplicación de la ley y la doctrina, toda vez que la

remisión que efectúa el art. 18 de la LRT lo es en relación a una norma que

regula el beneficio jubilatorio, estableciendo el orden de prelación en que

concurrirán los derechohabientes para percibir dicho beneficio, lo cual

tiene una entidad totalmente distinta al resarcimiento por daño moral que

su parte había solicitado en autos.

Entiende la parte que, con dicho proceder, el sentenciante de grado

desconoció el art.1078 del Código Civil, en tanto confiere legitimación a los

herederos forzosos, sean ascendientes o descendientes, sin que ello

implique una exclusión.

En mi opinión, la queja es de recibo.

En efecto, como puede advertirse del escrito inicial, las promotoras del

pleito plantearon la inconstitucionalidad del art. 39 de la ley 24.557 para

luego canalizar su reclamo indemnizatorio a través de los arts. 1109 y 1113

del C.C. (v. fs. 53 vta.), en cuyo contexto la temática relacionada con la

legitimación para actuar en demanda de reparación integral por daños y

perjuicios, se halla regulada por el art. 1078 del C. Civil.

Por su lado, el sentenciante de origen, luego de indagar acerca de la

pretendida responsabilidad civil del principal en la producción del daño,


hizo lugar a la aludida tacha constitucional impulsada por la accionante,

abriendo así el proceso al trazado jurídico con soporte en el derecho

común propuesto en la demanda (v. fs. 232).

Con apoyo en tales premisas, tengo para mí que le asiste razón a la

recurrente en tanto se agravia e impugna el segmento del decisorio que

desestimó la legitimación activa de las descendientes del policía fallecido,

sobre la base de lo regulado en los arts.18 de la ley 24.557 y 53 de

la ley 24.241, lo cual, en mi criterio, constituye una extrapolación

inadmisible en el concreto marco normativo en que, como vimos, se

desarrollaba la litis.

En la tarea interpretativa de un sistema regulatorio referido a la reparación

de los infortunios laborales ya derogado, pero cuyas conclusiones

considero aún aplicables al sub lite habida cuenta la analogía de ambos

regímenes respecto del tratamiento dispensado a la legitimatio ad causam

de los causahabientes del trabajador fallecido, así como de los

presupuestos de hecho que motivaron dicho pronunciamiento en la

casación, esa Suprema Corte dijo que "Reclamados en la demanda los

rubros indemnizatorios por daños material y moral con sustento en los

preceptos del Código Civil, la cuestión tiene que juzgarse sobre la base de

lo dispuesto en los arts. 1084 y 1085 de dicho cuerpo legal, porque sin
perjuicio de lo dispuesto por el art. 1079 del Código Civil, que sienta un

principio general referido a todos los delitos, los arts. 1084 y 1085 citados,

son preceptos de carácter particular que, por referirse a una situación

límite, como es el fallecimiento de una persona, establecen una

indemnización especial sobre la base de un daño que, por la índole del

hecho generador y las consecuencias que normalmente causa la muerte de

una persona integrante de la familia, la ley presume, mientras no se

demuestre lo contrario, teniendo derecho a ampararse en ella los

herederos necesarios de la víctima (conf. causa Ac. 45.717, sent. del 25-

VIII-1992) (conf. causa L. 68.615, sent. del 30-V-2001).

Por los motivos brevemente expuestos, aconsejo a V.E. que haga lugar al

recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley que dejo examinado.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

I. El tribunal del trabajo hizo lugar -por mayoría- a la acción interpuesta por

G. J. P. contra "Provincia A.R.T.S.A." y la Provincia de Buenos Aires,

condenando a aquélla a pagarle el importe de $ 230.000 (en concepto de

las prestaciones dinerarias previstas en la ley 24.557) y a ésta la suma de $

166.000 (en concepto de diferencia entre dichas prestaciones y la


reparación integral de daños y perjuicios), por las consecuencias derivadas

de la muerte del señor J. D. G. -quien fuera en vida esposo de la señora P. -,

ocurrida a raíz del accidente de trabajo que sufrió el día 26-IX-2006,

mientras se encontraba desempeñando tareas bajo dependencia de la

Policía de la Provincia de Buenos Aires. Ordenó calcular los intereses

moratorios que devengaron los rubros indicados con arreglo a la tasa

activa que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires.

En cambio, desestimó las pretensiones deducidas por las coactoras M. A. G.

y M. E. G. -hijas del trabajador fallecido- por entender que carecían de

legitimación para accionar.

1. En lo que concierne a la aseguradora de riesgos del trabajo

("Provincia A.R.T. S.A."), el juzgador, tras especificar que la esposa del

trabajador fallecido debía considerarse derechohabiente, en los términos

del art. 18 ap. 2 de la ley 24.557, la condenó a pagarle las prestaciones

establecidas en los arts. 15 ap. 2 ($ 180.000) y 11 ap. 4 "c" ($ 50.000) del

referido cuerpo normativo.

Resolvió que la primera de esas prestaciones debía ser abonada en un

único pago, declarando -de oficio- la inconstitucionalidad del citado art.


15.2 de la ley 24.557, en cuanto prescribe que debe ser cancelada bajo la

modalidad de renta de pago mensual. Fundó dicha decisión en la doctrina

legal de esta Suprema Corte que identificó (L. 82.724, "M., N. M.", sent. de

7-III-2007; L. 79.722, "Fernández", sent. de 27-XI-2006), en la inteligencia

de que, en el caso, dicha forma de pago no satisface la finalidad para la

cual fue instituida, contradiciendo los arts. 14 bis y 17 de la Constitución

nacional (sent., fs.228 vta./229 vta.).

2. En lo que respecta al empleador (Provincia de Buenos Aires), el a quo

juzgó configurada -en los términos del art. 1113 del Código Civil- la

responsabilidad civil objetiva que la actora le atribuyó en el escrito de

inicio.

Consideró probado que el siniestro laboral (que se produjo cuando,

dirigiéndose a efectuar una diligencia que le fuera encomendada, el

vehículo en el cual se trasladaba -conducido por otro agente policial-

embistió la parte frontal del acoplado de un camión, falleciendo el señor G.

a raíz de los golpes recibidos) ocurrió tanto por la utilización de una cosa de

propiedad de la patronal que tenía incorporado un factor de riesgo (el

móvil policial), cuanto por el accionar de un dependiente de ella (el agente

Aloma, quien conducía el rodado), verificándose así dos de los factores de


atribución de responsabilidad contemplados en el citado art. 1113 del

ordenamiento civil.

Destacó que, a contrario de lo que sostuvo el Fisco provincial, la hipotética

circunstancia de que el trabajador no hubiese tenido puesto el cinturón de

seguridad al momento del accidente no resultaba suficiente para

interrumpir -ni siquiera parcialmente- el nexo causal entre el siniestro y el

daño, máxime cuando el tercero al que dicha coaccionada le endilgó la

presunta responsabilidad por el acaecimiento del accidente (el conductor

del camión contra el que se estrelló el vehículo policial) ni siquiera fue

imputado en la causa penal sustanciada con motivo de la muerte de G. , en

la cual sí lo fue -como presunto autor del delito de homicidio culposo- el

agente Aloma, conductor de la camioneta policial, circunstancia que -

precisó- situaba el caso en la hipótesis de la responsabilidad refleja por el

hecho del dependiente, sin que pudiera sostenerse en modo alguno la

eximente del hecho del tercero por el que no se debe responder.Aclaró

asimismo que, por la referida condición de dependiente de la accionada del

sujeto que conducía el móvil, aun cuando el mentado proceso penal no

había concluido al momento de la sentencia, no existía obstáculo para

pronunciarse sobre la responsabilidad civil de la demandada, sin riesgo de

transgredir los arts. 1101 y 1102 del Código Civil.


Luego, puesto a determinar y cuantificar el importe de la indemnización de

daños y perjuicios, el a quo puntualizó, en primer lugar, que la muerte del

señor G. no le provocó a la accionante un perjuicio patrimonial a título de

lucro cesan te que debiera ser resarcido por fuera de la tarifa. Tras aclarar

que el régimen legal aplicable a la víctima (ley 13.236) le hubiera permitido

jubilarse una vez cumplidos los treinta años de servicio, disponiendo a

favor de la viuda un haber previsional equivalente al 120% de la última

remuneración devengada por el trabajador, estableció que dicha faceta del

daño debía considerarse razonablemente cubierta con la indemnización

tarifada de $ 230.000.

En cambio, consideró que el empleador codemandado debía responder por

los rubros "pérdida de chance" y "daño moral", los cuales, a criterio de la

mayoría del tribunal de grado, debían ser resarcidos por encima de la tarifa

prevista en la ley especial.

En lo que respecta a la "pérdida de chance", consideró que la abrupta

interrupción de la carrera policial del señor G.sucedida con motivo del

accidente -dado que revistaba como capitán, teniendo por delante la

posibilidad de continuarla, ascendiendo a inspector, comisionado y


superintendente- debía ser indemnizada, cuantificando su importe en la

suma de $ 66.000.

En lo atinente al daño moral, ponderando que -de un lado- el rubro no está

previsto en la ley24.557 y -del otro- el evento impactó en la salud psíquica

del grupo familiar, por lo que correspondía traducirlo en una reparación

económica, condenó a la patronal a abonarle a la actora la cifra de $

100.000.

En consecuencia, teniendo en cuenta que el importe de ambos rubros no

alcanzaba a ser compensado por el importe de las prestaciones tarifadas

previstas en la Ley de Riesgos del Trabajo, juzgó que la reparación sistémica

resultaba "gravemente insuficiente", con afectación del bien jurídico

protegido -la indemnidad psicofísica del trabajador-, razón por la cual

declaró la inconstitucionalidad de la eximición de responsabilidad

consagrada en el art. 39.1 de la ley 24.557y condenó al empleador a pagar

la suma de $ 166.000 en concepto de saldo entre la reparación integral y la

indemnización especial (sent., fs. 229 vta./232).

3. Por último, en lo que respecta a los intereses, el órgano jurisdiccional de

grado resolvió también por mayoría- que, a partir de la fecha del accidente,
los intereses moratorios devengados por el capital de condena debían

calcularse con arreglo a la tasa activa que cobra el Banco de la Provincia de

Buenos Aires.

Especificó que, más allá del criterio que emana de la doctrina legal

establecida por esta Corte en el caso L. 94.446, "Ginossi" (sent. de 21-X-

2009), existe un elemento de juicio que no fue ponderado en el citado

precedente, cual es que en la causa Ac. 77.434, "Banco Comercial Finanzas

S.A." (sent.de 19-IV-2006) se resolvió que los honorarios de los abogados

devengarán intereses a la mentada tasa activa del banco público local,

soluciones que, confrontadas, revelan una manifiesta iniquidad,

verificándose una injusticia incontestable que soslaya tanto que los

trabajadores son sujetos de preferente tutela constitucional cuanto el

principio de justicia social consagrado en el art. 39 ap. 3 de la Constitución

provincial.

Sobre esa base argumental resolvió que los créditos a cargo de ambas

coaccionadas debían devengar intereses calculados con arreglo a la tasa

activa del Banco de la Provincia de Buenos Aires (sent., fs. 232/233 vta.).

II. En su recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, la Fiscalía de


Estado de la Provincia de Buenos Aries denuncia absurdo y violación de la

doctrina legal de esta Suprema Corte, así como de los arts. 11 ap. 4 "b",

15, 18 y 39.1 de la ley 24.557; 622, 623, 1101, 1102, 1112 y 1113 del

Código Civil; 7, 8 y 10 de la ley 23.928; 4 de la ley 25.561; 44 inc. "d" de

la ley 11.653; 17 y 18 de la Constitución nacional; 10, 15 y 31 de la

Constitución de la Provincia de Buenos Aires y de la resolución 414/99 de la

Superintendencia de Riesgos del Trabajo (fs. 250/266 vta.).

Plantea los siguientes agravios:

1. En primer lugar, cuestiona la sentencia en cuanto declaró configurada la

responsabilidad civil del Estado provincial en los términos del art. 1113 del

Código Civil (fs.254/257 vta.).

Alega que, al proceder de ese modo, el juzgador incurrió en absurdo,

habida cuenta que resulta fácil apreciar que, en el caso, se ha probado la

eximente de responsabilidad por culpa de la víctima, cuya conducta quebró

el nexo causal entre el accidente y el daño.

Destaca, en ese sentido, que el trabajador era jefe de la Comisaría de

Pehuajó, por lo que poseía evidentes conocimientos acerca de las normas


de seguridad vial, razón por la cual no debió circular sin tener colocado el

cinturón de seguridad, máxime cuando -siendo superior jerárquico del

agente que conducía el vehículo policial- debió indicarle que se había

excedido de la máxima velocidad permitida, exceso por otra parte

innecesario, desde que no iban persiguiendo a ningún criminal, ni debían

realizar una acción que demandara urgencia alguna.

Refiere que, según se desprende de las pericias efectuadas en la causa

penal, los ocupantes del vehículo no tenían los cinturones de seguridad

colocados y circulaban a una velocidad de 99,8 kilómetros por hora,

cuando la máxima permitida en el lugar era de 60, todo lo cual evidencia

que el daño no puede ser imputado al empleador, desde que fue un

producto directo de la negligencia y/o imprudencia de la propia víctima, en

tanto los incumplimientos señalados rompieron el nexo de causalidad

entre el siniestro y los perjuicios por los que se reclama en autos.

Desde otro ángulo, afirma lacónicamente que, a contrario de lo que

expresó el a quo, la responsabilidad civil del presunto autor del delito no

podía ser evaluada hasta tanto fuese condenado en el juicio penal, por lo

que mal pudo declararse configurado el supuesto de la responsabilidad por

el hecho del dependiente.


2. Objeta también la declaración de inconstitucionalidad del art. 39.1 de

la ley 24.557 (fs. 257 vta./260).

Afirma que el juzgador ha aplicado erróneamente la doctrina legal

establecida por esta Corte en las causas "Castro c/ Dycasa" (sent.de 22-X-

2003) y "Abaca c/ Cyanamid" (sent. de 7-III-2005), declarando en abstracto

la invalidez del precepto indicado y ordenando una improcedente

acumulación de indemnizaciones, al haber condenado a la aseguradora de

riesgos del trabajo a pagar la reparación tarifada y al Estado provincial la

indemnización civil en forma íntegra.

Alega que, como lo precisó el juez que votó en minoría en la sentencia, el

tribunal efectuó erróneamente la comparación económica entre ambos

resarcimientos, toda vez que, en el caso, la reparación tarifada ($ 230.000)

es superior a la civil ($ 166.000). En consecuencia, el tribunal debió

limitarse a condenar a la aseguradora a pagar la primera de las sumas

indicadas, mas no acumular ambos resarcimientos, lo que genera un

enriquecimiento indebido de la actora.

Siendo ello así -explica- debe dejarse sin efecto la declaración de


inconstitucionalidad del art. 39.1 de la ley 24.557, toda vez que el juzgador

no tuvo por comprobada la irrazonabilidad de la indemnización tarifada,

por lo que mal pudo condenar al empleador a pagar la reparación integral

bajo el argumento abstracto de la "grave afectación del derecho de

indemnidad".

3. Critica la declaración de inconstitucionalidad del art. 15 ap. 2 de

la ley 24.557 y la consecuente decisión de condenar a la aseguradora de

riesgos del trabajo a abonar, en un único pago, la prestación allí establecida

(fs. 260/263 vta.).

a. Manifiesta que, en la especie, el tribunal descalificó la norma indicada

sin que la actora haya aportado elemento alguno tendiente a demostrar

que, de aplicarse la modalidad de pago en renta, se encontraría menguado

su nivel de ganancia.

Agrega que si bien la Corte Suprema de Justicia de la Nación (en el caso

"Milone", sent. de 26-X-2004) y esta Suprema Corte (en la causa L. 79.722,

"Fernández", sent. de 27-XI-2006) declararon la invalidez del indicado

mecanismo de pago, entre ambos casos y el sub lite existen diferencias que

no pueden ser desconocidas.Así -dice- en el primero de esos precedentes


se trataba de un taxista que perdió un ojo, por lo que no podía reinsertarse

laboralmente, mientras que en el segundo nos encontramos frente a un

accidente fatal donde quien accionó fue la viuda del trabajador fallecido;

en cambio, en la especie, la viuda del causante (mujer aún joven, con su

capacidad laborativa intacta) cobra una pensión móvil del 120% del mejor

sueldo que percibía su difunto esposo, previendo la normativa respectiva

una beca para los hijos menores hasta completar los estudios secundarios,

todo lo cual demuestra -en su criterio- que no se verifican en autos los

extremos que ameritan la declaración de inconstitucionalidad del art. 15

ap. 2 de la ley 24.557.

b. Subsidiariamente plantea que, en caso de que se confirme la condena a

abonar en un único pago la prestación prevista en el precepto citado, debe

dejarse sin efecto la procedencia del adicional previsto en el art. 11. 4 "c"

de dicho cuerpo legal.

Ello así, porque este último deviene operativo sólo en caso de que la

indemnización por muerte se pague a través del sistema de renta vitalicia.

Alega que, tal como surge de los considerandos del decreto 1278/2000,

dicha "compensación de pago único" está prevista únicamente para

complementar las prestaciones que se pagan mediante el sistema de renta,


no estando destinadas a aumentar la cuantía de la reparación.

Luego -concluye-, declarada la inconstitucionalidad del pago en renta, cae

necesariamente la procedencia del adicional de pago único.

4. Se queja de la tasa de interés que el a quo dispuso aplicar al capital de

condena (fs. 263 vta./265 vta.).

Expresa que, al aplicar la tasa activa, el tribunal violó la doctrina legal

establecida por esta Corte, entre otras, en la causa L. 94.446,

"Ginossi" (sent.de 21-X-2009), en la cual se determinó que los intereses

deben ser calculados con arreglo a la tasa pasiva del Banco de la Provincia

de Buenos Aires.

Por otra parte, aduce que mal pudo tene rse en cuenta, para fundar este

tramo del fallo, el interés que eventualmente correspondería aplicar al

crédito por honorarios de los letrados, pues ello implicaría prejuzgar el

incumplimiento de la sentencia por parte del Estado provincial.

Más adelante, al contestar el traslado conferido por esta Corte a fs. 294 y

vta. con motivo de la sanción de la ley 14.399, plantea la


inconstitucionalidad de la mentada normativa local, en el entendimiento

de que, al haber abordado una materia correspondiente a la esfera

exclusiva del Poder Legislativo nacional, vulnera los arts. 1, 5, 31, 75 inc. 12,

121, 122 y 123 de la Carta Magna federal (fs. 298/301).

5. Finalmente, cuestiona que se haya ordenado resarcir la "pérdida de

chance" (fs. 265 vta./266).

Asevera que, al considerar que dicho rubro debía ser reparado en virtud de

que el policía fallecido hubiera podido ascender a las categorías superiores

del escalafón, el tribunal aplicó erróneamente la ley 13.201, cuyo "espíritu

legislativo" ha dejado de lado el criterio objetivo en que anteriormente se

basaba la escala de los ascensos policiales, adoptando un criterio subjetivo

que tiene en cuenta la capacidad del agente, su desempeño y su

disposición personal, por lo que no todos ascienden al máximo escalafón,

sino solamente el más apto para el cargo.

Dice que la pérdida de chance es imposible de comprobar, en tanto no es

posible saber si el causante iba a lograr los ascensos en cuestión, sino que

lo único que puede saberse con certeza es que cesó con el cargo de capitán

a cargo de una Jefatura de Policía, por lo que no es posible hacer


apreciaciones respecto a qué puesto podría haber ascendido hasta la

jubilación ordinaria.

III. El recurso debe prosperar parcialmente.

1.En primer lugar, debo señalar que el agravio destinado a objetar la

responsabilidad civil del empleador que el tribunal juzgó configurada con

apoyo en el art. 1113 del Código Civil no resulta atendible.

a. Inicialmente, es menester destacar que el argumento basado en un

supuesto apartamiento por parte del tribunal del trabajo de la

prejudicialidad que establecen los arts. 1101 y siguientes del Código Civil

(ver rec., fs. 257 in fine) debe ser desestimado de plano, toda vez que se

apoya en la circunstancia de que no sería posible condenar al empleador

por el hecho del dependiente (conductor del vehículo policial) mientras no

se deslindara la responsabilidad penal de este último, soslayando que la

condena a pagar la indemnización de daños y perjuicios halló fundamento,

no sólo en dicho supuesto de responsabilidad refleja (art. 1113, primer

párrafo, Código Civil), sino también en el relativo a que el daño fue causado

por el riesgo de una cosa (el móvil policial) de propiedad de la patronal (art.

1113, segundo párrafo in fine, Código Civil), encuadrando asimismo en esta


hipótesis autónoma de responsabilidad (ver sent., fs. 229 vta./230), que

ninguna relación podía guardar con la sustanciación de la causa penal en la

que se juzgaba la eventual responsabilidad criminal del compañero del

trabajador muerto que conducía el vehículo.

En ese sentido, ha resuelto esta Corte que la incidencia de la relación de

causalidad no viene impuesta por la cosa juzgada de la sentencia penal,

razón por la cual lo prescripto en el art. 1103 del Código Civil no obstaculiza

sin más la jurisdicción del sentenciante civil para valorar la responsabilidad

de los intervinientes en el accidente, a la luz de las reglas de la reparación

integral. En consecuencia, desde la órbita de la responsabilidad objetiva

por el riesgo creado, las conclusiones establecidas en la instancia de grado

devienen incólumes si la recurrente no demuestra que, por imperio de lo

normado en el art.1113, segundo párrafo del Código Civil, el juzgador haya

incurrido en absurdo valorativo respecto de la eximente culpa de la víctima

(conf. causa C. 103.448, "Valentini", sent. de 30-V-2012). Lo que torna el

recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley insuficiente (art. 279,

C.P.C.C.).

b. Tampoco logra la quejosa derribar la conclusión sentencial relativa a que

se configuró en el caso la responsabilidad civil del empleador.


(i) Liminarmente, cabe señalar que el agravio es insuficiente, porque la

recurrente no ha cuestionado de manera eficaz el fallo en cuanto se

declaró verificada la responsabilidad refleja del Estado provincial por el

hecho del dependiente (art. 1113, primer párrafo, Código Civil).

En relación a este tópico, señala que no se le puede endilgar

responsabilidad al empleador por el hecho del dependiente en virtud de

que G. era transportado por su chofer, es decir, por un inferior jerárquico

al que podía impartirle órdenes sobre la forma de manejo del rodado

(debiendo indicarle, en su caso, que bajara la velocidad), máxime cuando

no existía ninguna urgencia que debiera atenderse con premura (fs. 256

vta.).

Argumentos que -adelanto- no conmueven los fundamentos sobre los que

se apoya esta parcela de la sentencia.

Por un lado, más allá de que el conductor del vehículo no era el chofer del

trabajador fallecido (sino otro agente policial, de jerarquía inferior), lo

cierto es que no asiste razón a la recurrente en cuanto -incluyendo en el

ámbito del art. 1113 del Código Civil una eximente de responsabilidad que
la norma no prevé- señala que el hecho de que la persona dañada fuese

superior jerárquico del dependiente por el cual el principal debe responder

enerva la responsabilidad refleja prevista en el primer párrafo del citado

precepto legal.A todo evento, la hipotética circunstancia de que el

dependiente hubiera vulnerado normas o desoído eventuales directivas

que pudieran habérsele impartido, no alcanzaría de todos modos para

desactivar la responsabilidad refleja del principal, desde que -como lo ha

declarado esta Corte- el hecho de que el dependiente se haya

extralimitado en sus labores no excusa la responsabilidad del principal si el

daño se produjo con motivo de aquéllas, por lo que la responsabilidad

indirecta del principal surge aun cuando el empleado haya obrado sin

órdenes del patrón o, si se quiere, abusando de sus funciones, si con

motivo de éstas se ha producido el hecho dañoso (conf. causas Ac. 63.479,

"Custidiano", sent. de 16-II-2000; Ac. 57.194, "Santillán", sent. de 20-XI-

1996; Ac. 37.744, "Jara Badilla de Margarit Olivares", sent. de 29-III-1988;

entre otras).

Por el otro, tampoco es cierto que la diligencia policial que había sido

encomendada a los agentes -y en cumplimiento de la cual se produjo el

accidente que causó la muerte de G. - careciera de urgencia y de relevancia

susceptibles de justificar la velocidad a la cual circulaban.


Antes bien, la misión en cuestión tenía una importancia notoria, habida

cuenta que, según se desprende del expediente administrativo del

Ministerio de Seguridad agregado por cuerda, los policías accidentados

estaban trabajando -en cumplimiento de directivas ordenadas en el marco

de la investigación penal sustanciada por la U.F.I. n° 3 del Departamento

Judicial La Plata- sobre una denuncia en la cual un ciudadano señaló haber

visto al señor Jorge Julio López (que, como es de público conocimiento,

había desaparecido el día 18-IX-2006, pocos días antes de ocurrido el

accidente de marras) en una estación de servicio de la zona (ver expte.

adm. cit, especialmente, fs. 72/84). Tanto es ello así que, como lo precisó el

a quo, el propio Estado provincial ahora recurrente reconoció -mediante la

resolución 1490/2008 del Ministerio de Seguridad- que el fallecimiento de

G.resultaba "imputable al servicio por haberse producido como

consecuencia directa e inmediata del ejercicio de la función policía como

un riesgo específico de ésta" (vered., fs. 225 vta./226).

Por ello la responsabilidad civil de la accionada ha de permanecer firme,

toda vez que, al no haber logrado desvirtuar la responsabilidad refleja que

le corresponde asumir por el hecho del dependiente -factor atributivo

autónomo que quedaría incólume aun cuando, en el mejor escenario para


la accionada, se declarase procedente la crítica dirigida a desvirtuar el

restante supuesto de responsabilidad objetiva que el juzgador tuvo por

configurado (responsabilidad derivada del riesgo de la cosa de propiedad

del empleador, art. 1113, segundo párrafo in fine, Código Civil)- la suerte

adversa del agravio no habría de modificarse.

(ii) Con todo, los argumentos que introduce la impugnante tampoco lucen

eficaces para demostrar los errores que imputa al tribunal en cuanto

consideró probado el vínculo causal entre el accidente provocado por el

riesgo de la cosa y la muerte del señor G. , y descartó que la conducta de la

víctima hubiera interrumpido ese nexo (sent., fs. 229 vta./230).

Cuadra recordar que -con arreglo a la doctrina de esta Corte- tanto

establecer la relación de causalidad entre el siniestro y el daño provocado

(conf. L. 105.288, "B., R. N.", sent. de 6-VI-2012; C. 107.242, "Robledo",

sent. de 14-IV-2010; C. 103.081, "Acosta", sent. de 26-II-2009; L. 83.118, "S.

V., J.", sent. de 9-V-2007; Ac. 92.568, "Fernández", sent. de 23-XI-2005; Ac.

65.735, "Costa", sent. de 15-VI-1999; Ac. 65.195, "Rochón", sent. de 10-XI-

1998) cuanto determinar la existencia de "culpa" de la víctima de un

accidente susceptible de interrumpirla (conf. causas L. 103.984, "Müller",

sent. de 12-X-2011; C. 105.169, "Cruz", sent. de 2-VII-2010; Ac. 94.094,


"Cottini", sent.de 5-IV-2006; entre otras) son cuestiones que -en tanto

dependen de la valoración de circunstancias de hecho cuya ponderación

está reservada a los jueces de grado- resultan, en principio, ajenas a la

revisión en la instancia extraordinaria, salvo absurdo.

Para más, lo relevante para descartar la tesis de la recurrente es que -

incluso concediendo que los agentes no tenían los cinturones puestos y

viajaban a una velocidad excesiva- en el caso no resultó probado que

dichas circunstancias hubieran tenido virtualidad para romper el nexo

causal entre el siniestro y el daño. En otras palabras: la accionad a no ha

logrado acreditar (prueba indudablemente a su cargo, en tanto fue quien

alegó la eximente de la culpa de la víctima) que de haberse colocado G. el

cinturón de seguridad y viajado el móvil policial a la velocidad

reglamentaria, el accidente no hubiera ocurrido, o sus consecuencias

hubiesen sido menores, hipótesis estas que el a quo descartó

expresamente como interruptivas de la relación de causalidad (ver fs. 230)

y que -a contrario de lo que parece sugerir la impugnante- tampoco surgen

acreditadas en la causa penal, prueba a la que de manera insistente se

aferra la quejosa con la finalidad de evidenciar el absurdo.

En ese contexto, más allá de lo opinable que pueda resultar el tópico, no ha


logrado la interesada acreditar el absurdo que invoca, toda vez que

precisamente- la decisión que pueda resultar opinable no alcanza, en el

ámbito de los cuestionamientos que remiten a cuestiones cuyo análisis se

encuentra, por regla, reservado a los jueces de grado, para ingresar a

revisar lo juzgado a la luz de la doctrina del absurdo (conf. causa L.

112.708, "Kraft Foods Argentina S.A.", sent. de 6-XI-2012, y sus citas). Es el

omiso obrar probatorio lo que sella su suerte adversa en esta parcela.

c. A tenor de lo señalado, ha de permanecer firme la decisión del tribunal

en cuanto juzgó configurada la responsabilidad civil del empleador por la

muerte del trabajador accidentado.

2.El agravio dirigido a cuestionar la sentencia en cuanto consideró como

daño resarcible a la pérdida de chance tampoco puede prosperar.

a. Como fue señalado, el a quo entendió que la abrupta interrupción de la

carrera policial del señor G. sucedida con motivo del accidente -dado que

revistaba como capitán, teniendo por delante la posibilidad de continuarla,

ascendiendo eventualmente a inspector, comisionado y superintendente-

debía ser indemnizada (sent., fs. 231 vta.).


b. La quejosa cuestiona ese tramo del fallo alegando -de un lado- que, con

arreglo a la normativa vigente no todos los policías ascienden al máximo

escalafón, sino solamente el más apto para el cargo, y -del otro- que la

pérdida de chance es imposible de demostrar, en tanto no se puede

comprobar si el causante iba a lograr los ascensos en cuestión, sino que lo

único que puede saberse con certeza es que cesó con el cargo de capitán a

cargo de una Jefatura de Policía, por lo que no es correcto hacer

apreciaciones respecto de a qué cargo podría haber ascendido hasta

alcanzar la jubilación ordinaria.

c. Tales argumentos no logran conmover la decisión en crisis.

(i) El hecho, por demás evidente, de que no todos los agentes policiales

acceden al máximo escalafón en modo alguno resulta suficiente para

impedir que se haya configurado la pérdida de chance, máxime cuando el

tribunal aclaró expresamente que eran varias (y no sólo la más alta) las

categorías superiores a las que el causante podría haber eventualmente

aspirado en el desarrollo de su trayectoria profesional, a la postre truncada

por el accidente de trabajo que le provocó la muerte.

(ii) A su vez, el planteo fundado en que no existe certeza acerca de si el


causante iba a lograr realmente los ascensos en cuestión, sino que lo único

comprobable empíricamente es el cargo que ostentaba al momento de la

muerte, resultando imposible conocer a qué puestos podría haber

ascendido hasta la jubilación ordinaria (rec., fs.265 vta.), desconoce la

propia esencia del rubro resarcitorio bajo análisis, destinado a reparar,

precisamente, la oportunidad o probabilidad (y no ya la certeza) de un

beneficio económico o ganancia futura que se ha visto frustrada por el

accionar antijurídico del dañante.

En ese sentido, ha declarado esta Corte que con la expresión "pérdida de

una chance" se indican todos los casos en los cuales el sujeto afectado

podía realizar un provecho, obtener una ganancia o beneficio, o evitar una

pérdida, lo que fue impedido por el hecho antijurídico de un tercero,

generando de tal modo la incertidumbre de saber si el efecto beneficioso

se habría o no producido, pero que, evidentemente, ha cercenado una

expectativa, es decir, la probabilidad de una ventaja (conf. causas C.

101.593, "Díaz", sent. de 14-IV-2010; Ac. 91.262, "Delmoro", sent. de 23-V-

2007). Como se resolvió en este último fallo, en lo que respecta a la

existencia de un daño cierto como requisito para ser resarcible, se ha

ampliado el punto de referencia al abarcar también la certeza de la

oportunidad de un beneficio, malograda por un hecho lesivo, supuesto en


el cual se habla de pérdida de la "chance", ubicándose el concepto en una

zona intermedia entre los daños reales y los daños imaginarios (conf. C.

101.593, "Díaz", cit.).

Más específicamente, en lo que respecta al resarcimiento de los daños

derivados de infortunios de trabajo, ha resuelto este superior Tribunal que

resulta indemnizable a título de chance la pérdida de la oportunidad de

progresar y, consiguientemente, de obtener beneficios económicos dentro

de la especialidad para la cual el actor se encontraba apto (conf. causa L.

43.649, "Reinoso", sent. de 6-III-1990), debiendo tenerse presente que lo

que se indemniza es la "chance" misma y no la ganancia o la pérdida que

era el objeto de aquélla (conf. L. 44.497, "Alba Villarroel", sent.de 21-VIII-

1990). Luego, en el caso de la pérdida de "chance", lo reparable es el

beneficio esperado como probabilidad perdida, ya que no se trata de la

pérdida de futuros ingresos, sino del cercenamiento de la razonable

probabilidad de contar con ellos en el futuro (conf. causas L. 67.443, "D.,

C.", sent. de 30-VIII-2000; mi voto en L. 81.957, "S., B", sent. de 27-XII-

2006).

3. Debiendo permanecer inmodificadas tanto la configuración de la

responsabilidad civil del empleador, cuanto la determinación de la


indemnización de daños y perjuicios efectuada en la sentencia, debe

igualmente confirmarse la decisión del tribunal en cuanto declaró la

inconstitucionalidad del art. 39.1 de la ley 24.557 y condenó a la patronal a

abonar al actor la diferencia entre el importe de la reparación integral y la

suma que se condenó a pagar a la aseguradora de riesgos del trabajo en

concepto de las prestaciones dinerarias de la ley especial.

Ello así, pues -a contrario de lo que sostiene la quejosa- no advierto que la

sentencia haya transgredido la doctrina legal establecida en la causa L.

80.735, "Abaca" (sent. de 7-III-2005) ni, mucho menos, que se haya

obligado a la accionada a pagar una "doble indemnización" (rec., fs. 257

vta./260).

No logra la recurrente evidenciar que el tribunal haya efectuado

erróneamente la comparación económica entre la indemnización de daños

y perjuicios y el importe de las prestaciones previstas en la ley 24.557.

Más allá de que el voto que orientó la mayoría adolece -en la parcela bajo

análisis- de ciertas imprecisiones conceptuales que podrían inducir a

confusión sobre sus alcances, lo cierto es que, en definitiva, culminó

invalidando la eximición de responsabilidad prevista en el art. 39. ap.1 de


la ley especial al considerar acreditado que el importe de la reparación

tarifada (que ordenó abonar a la aseguradora) no resultaba suficiente para

resarcir la totalidad de los daños que la muerte del trabajador accidentado

le produjo a la actora, condenando al empleador a pagar, exclusivamente,

el saldo entre ambos resarcimientos, tal como lo exige la doctrina legal de

esta Corte sobre la materia debatida.

Así, tras determinar en primer lugar el importe de la indemnización

tarifada a cargo de la aseguradora ($ 230.000, fs. 229 vta.) y recordar la

fórmula matemática con apoyo en la cual se suele calcular el resarcimiento

civil por daño material (fs. 230 y vta.), el tribunal -teniendo en cuenta las

particularidades del régimen legal aplicable a los agentes policiales-

consideró que el lucro cesante no podía ser cuantificado en el caso con

arreglo a dicho mecanismo, por lo que concluyó que esa faceta del daño

quedaba "razonablemente cubierta con la indemnización tarifada de $

230.000" (sent., fs. 231 y vta.).

Acto seguido, tras resolver que también se acreditaron los rubros "pérdida

de chance" (cuantificado en $ 66.000) y daño moral (presupuestado en $

100.000), procedió a efectuar el control de constitucionalidad del art.39.1

de la ley 24.557, destacando que, en tanto estos últimos importes no


alcanzaban a ser cubiertos por la tarifa, ésta resultaba "gravemente

insuficiente", afectando la indemnidad de la actora, por lo que

correspondía descalificar la validez del precepto indicado.

De ello se colige que, si bien es cierto que el juzgador no respetó el orden

lógico que debió haber transitado para realizar el análisis constitucional

(toda vez que debió presupuestar en primer lugar la reparación integral,

discriminando el importe correspondiente a cada uno de los rubros que la

integran, para posteriormente determinar la cuantía de la indemnización

tarifada y finalmente comparar globalmente ambos resarcimientos), no lo

es menos que -en definitiva- juzgó acreditada la insuficiencia resarcitoria

de la ley especial, en tanto apenas alcanzaba para cubrir el lucro cesante,

quedando desprovistas de toda reparación los restantes capítulos del daño

resarcible (pérdida de chance y daño moral).

En esa inteligencia (que no ha sido frontalmente cuestionada por la

recurrente) no asiste razón a la quejosa en cuanto denuncia la violación de

la doctrina legal (alegando que el juzgador descalificó la norma en

abstracto, en tanto no tuvo por comprobada la insuficiencia de la tarifa), ni

cuando sostiene que se la condenó a pagar dos indemnizaciones.


Por un lado, porque de la propia doctrina legal que la quejosa (repitiendo

sin mayores innovaciones lo señalado en idéntico sentido por el juez que

votó en disidencia, ver fs. 234) reputa transgredida ("Abaca"), surge que

"en caso de verificarse la insuficiencia de las prestaciones de la ley especial

ante el daño acreditado, al extremo que alguna de sus facetas ha quedado

sin reparar [que es lo que, precisamente, el juzgador tuvo por acreditado

en la especie] la inconstitucionalidad del art. 39 ha de imponerse para

garantizar la supremacía constitucional" (conf. causa L. 80.735, "Abaca",

cit.), lo que demuestra que -como bien lo señala el representante del

Ministerio Público a fs. 281 y vta.- no ha mediado una incorrecta aplicación

de esa doctrina.Por el otro, porque -en rigor- sólo se ordenó pagar al

empleador el saldo ($ 166.000) de la reparación integral no cubierta por la

indemnización tarifada ($ 230.000, que se puso a cargo de la aseguradora

de riesgos del trabajo), criterio que también se adecua a la doctrina legal

de este superior Tribunal (conf. causa L. 87.394, "V. d C., M. C.", sent. de

11-V-2005, entre muchas).

En consecuencia, ante la ineficacia del embate para desvirtuar el

razonamiento plasmado en la sentencia, el agravio debe ser desestimado.

4. La crítica destinada a atacar la declaración de inconstitucionalidad del


mecanismo de pago en renta previsto en el art. 15 ap. 2 de la ley 24.557 es

igualmente inatendible.

a. La cuestión ha sido resuelta por esta Corte, entre otras, en la causa L.

115.435, "Celie" (sent. de 4-VI-2014, con voto del doctor Negri al que

presté mi adhesión), sustancialmente asimilable en el punto al caso bajo

examen, desde que en dicho precedente se confirmó la sentencia dictada

por el mismo tribunal interviniente en autos en cuanto había invalidado el

precepto legal en cuestión, desechando agravios idénticos a los que el fisco

provincial (también recurrente allí) ha vuelto a deducir en la especie.

En consecuencia, habré de reiterar, en cuanto resulten pertinentes, los

argumentos entonces vertidos.

(i) No asiste razón a la recurrente en cuanto postula que, en tanto las

circunstancias fácticas verificadas en el caso no se asimilan a las tenidas en

cuenta tanto por la Corte federal como por esta Suprema Corte para

descalificar la validez constitucional de la indicada forma de pago prevista

en la Ley de Riesgos del Trabajo, corresponde revocar la sentencia en

cuanto ordenó a la accionada saldar en un único pago la prestación

dineraria por muerte del trabajador.


En primer lugar, cabe destacar que este Tribunal ha declarado la

inconstitucionalidad del indicado mecanismo de pago no sólo en el

precedente que identifica la impugnante (L. 79.722, "Fernández", sent.de

22-XI-2006), sino también, en múltiples causas posteriores, en las que

como ocurrió en aquel caso, y así quedó igualmente evidenciado en la

especie- se demostró que el pago fraccionado de la prestación mediante

renta periódica desnaturaliza la finalidad para la cual fue concebida, no

constituyendo una respuesta idónea para proteger de modo integral al

trabajador accidentado o a sus derechohabientes, contradiciendo de esa

forma los arts. 14 bis y 17 de la Constitución nacional (conf. causas L.

108.621, "Rosales", sent. de 19-IX-2012; L. 98.929, "Escobar de Debans",

sent. de 5-IX-2012; L. 104.576, "Manrique Obregón" y L. 103.175,

"Canteros", ambas sents. de 7-III-2012; L. 102.987, "C., I.", sent. de 14-XII-

2011; L. 103.467, "E., R.", sent. de 26-X-2011; L. 97.421, "M., R.", sent. de

12-X-2011; L. 95.744, "Toscano", sent. de 14-VII-2010; L. 89.989, "S., M.",

sent. de 16-IV-2008; L. 82.784, "M., N.", sent. de 7-III-2007).

Otro tanto ocurre con la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de

la Nación, desde que el criterio establecido en el precedente "Milone"

(sent. de 26-X-2004) también fue reiterado en numerosos casos


posteriores por el alto Tribunal (conf. causas T.168.XLI, "Torales, Gustavo

Ramón c/ Provincia ART", sent. de 29-V-2007; S.461.XLII, "Suárez

Guimbard, Lourdes c/ Siembra A.F.J.P. S.A.", sent. de 24-VI-2008;

A.2486.LXL, "A. , A. R. p/ sí y en representación de sus hijos menores N. A. y

M. O. M. A. c/ Siembra AFJP", sent. de 24-VI-2008; G.852.XLIV, "Gioia,

Gustavo Américo c/ Consolidar A.R.T.", sent. de 18-X-2011; G.331.XLVI,

"Galeano González, Pedro Nolasco c/ Futura A.F.J.P." , sent.de 5-III-

2013).

De ello se colige que -a contrario de cuanto postula la recurrente- no

fueron sólo las específicas circunstancias fácticas verificadas en dichos dos

precedentes ("Milone" y "Fernández") las que llevaron a este Tribunal y a la

Corte Federal a descalificar la validez constitucional de la normativa

impugnada, sino que la misma solución se ha aplicado en todos aquellos

casos en los que resultó demostrado que el sistema de pago en renta viola

los derechos constitucionales del trabajador accidentado o de sus

derechohabientes.

(ii) Como lo señalé al sufragar en las causas L. 103.467, "E., R." y L. 98.929,

"Escobar de Debans" (cits.) las consideraciones expuestas en el citado caso

"Milone" llevaron al alto Tribunal en el precedente "Suárez Guimbard"


(sent. de 24-VI-2008) a juzgar inconstitucional el sistema de pago mensual

receptado en el art. 15.2 de la Ley de Riesgos del Trabajo (conf. dec.

1278/2000), norma objeto de debate en el presente litigio.

En este último caso, la Corte nacional reiteró que la indemnización de pago

periódico para respetar las mandas constitucionales debe "consagrar una

reparación equitativa (.) que resguarde el sentido reparador in concreto",

lo contrario implicaría no dar cumplimiento al mandato orientado a

"asegurar" una condición de labor equitativa (art. 14 bis, Const. nac.), por

lo que, en ese contexto, la norma examinada resulta censurable ya que

"por su rigor" se desinteresa de la concreta realidad sobre la que debe

obrar (consid. 2°).

Tuvo en miras que las incapacidades derivadas de accidentes laborales

llevan usualmente al trabajador -y en su caso, a su familia- a una "profunda

reformulación de su proyecto de vida", para lo cual la indemnización se

presentará como un dato relevante, por lo que, de ser inadecuada, puede

añadir una nueva frustración (consid.3°).

Recordó -nuevamente, remitiendo a "Milone"- que respecto del sistema

originario previsto en laley 24.557, hubo de señalarse que éste "reducía


drásticamente el universo de opciones que le permitirían al trabajador

reformular su proyecto de vida, en tanto le impedía absolutamente las

alternativas realizables mediante una indemnización de pago único, aun

cuando fueran más favorables a las víctimas" (consid. 4°).

Concluyó que el sistema de renta periódica conduce a un pago mensual

que "no da satisfacción al objetivo reparador que la norma predica", a la

vez que impide a los beneficiarios (los derechohabientes del trabajador) el

ejercicio de "un ámbito de libertad constitucionalmente protegido" en el

que se inserta la formulación del "proyecto de vida" (consid. 7°).

Luego, resultando que en el caso bajo examen (en el que la viuda del

trabajador, madre de dos hijas, ha quedado desamparada tras la muerte de

su esposo, padeciendo incluso algunas alteraciones patológicas de carácter

psíquico; vered, fs. 227) también ha quedado evidenciado que el

mecanismo de pago en renta de la indemnización por fallecimiento

transgrede los derechos constitucionales de la actora, la crítica debe ser

desestimada.

(iii) No obsta a la conclusión antedicha, la circunstancia de que -a partir de

la reforma introducida por el decreto 1278/2000, aplicable al caso-


la Ley de Riesgos del Trabajo le garantice a la víctima el derecho a percibir,

además de la renta periódica, una prestación complementaria de pago

único (arts. 11 ap. 4 "c", 15 ap. 2 y 18 ap. 1, ley 24.557, texto según decreto

1278/2000).

Tal como lo resolvió esta Corte en las citadas causas L. 103.467, "E., R." y

L.115.435, "Celie" -en la línea con la jurisprudencia establecida por la Corte

federal en los referidos casos "Suárez Guimbard", "Gioia" y "Galeano

González"-, no sanea la disvaliosa situación de la accionante el hecho de

que en la sentencia de grado se le haya reconocido el derecho a percibir la

prestación adicional de pago único incorporada por el decreto 1278/2000.

Como lo ha destacado recientemente el alto Tribunal, no obstante que los

derechohabientes del trabajador fallecido hayan percibido la

compensación dineraria adicional de pago único prevista en el art. 11 de

la ley 24.557, el régimen indemnizatorio de renta periódica "no satisface el

objetivo reparador que la norma predica, e impide a quienes reclaman en

un pago único el capital depositado, el ejercicio de un ámbito de libertad

constitucionalmente protegido, en el que se inserta la formulación de su

proyecto de vida, ya modificado traumáticamente por la muerte del

trabajador" (conf. C.S.J.N., in re "Galeano González", sent. de 5-III-2013, ap.


III párrafo 3° del dictamen de la Procuración General, al que, en esa

parcela, adhirió la Corte por unanimidad; ver consid. 3° de la sentencia

suscripta por los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco, Maqueda, Zaffaroni

y Argibay).

b. En lo que respecta al agravio subsidiario, tampoco asiste razón a la

accionada en cuanto reclama que para el caso de confirmarse la declarada

inconstitucionalidad del art. 15 ap. 2 de laley 24.557- se revoque la

condena a abonar la indicada prestación complementaria de pago único

contemplada en el art. 11 ap. 4 inc. "c" del mismo cuerpo normativo.

Ello así, porque -como lo resolvió esta Corte en la causa L. 115.435, "Celie"-

no existe obstáculo alguno que impida a la actora cuestionar la validez

constitucional de la parcela de la normativa que conculca sus derechos

constitucionales (en el caso, art. 15 ap.2 de la ley 24.557, en cuanto

impone el pago de la prestación allí establecida en forma de renta),

amparándose, al mismo tiempo, en el segmento de dicho cuerpo legal que

la beneficia (en la especie, art. 11 ap. 4 "c" de la ley 24.557, que consagra el

derecho a una prestación complementaria de pago único).

Una cosa son los elementos o parámetros que deben tenerse en cuenta
para cuantificar la prestación, y otra muy distinta la forma de pago en que

dicha prestación ha de efectivizarse. Luego, la circunstancia de que se haya

descalificado esta última no empece a que deban respetarse las pautas

fijadas por la ley 24.55 7 para la determinación del importe de las

prestaciones allí establecidas (conf. causa L. 104.576, "Manrique Obregón",

sent. de 7-III-2012).

En consecuencia, la invalidez constitucional del art. 15 ap. 2 de la Ley de

Riesgos del Trabajo no puede traer aparejada la eximición de abonar la

prestación prevista en el art. 11 ap. 4 "c" de dicho cuerpo legal.

c. En virtud de lo expuesto corresponde confirmar la decisión sentencial en

cuanto declaró la inconstitucionalidad del art. 15 ap. 2 de la ley 24.557 que

dispone el pago en forma de renta de la prestación dineraria allí

establecida- y condenó a la aseguradora de riesgos del trabajo a abonar a

la actora (además de dicha indemnización, en un único pago) la prestación

complementaria establecida en el art. 11 ap. 4 "c" de dicho cuerpo legal.

5. En cambio, debe prosperar el agravio relativo a la tasa de interés.

a. El pronunciamiento sobre el agravio que al respecto contiene el recurso


debe tener presente la sanción de la ley provincial 14.399 (B.O., 12-XII-

2012) que modifica el art. 48 de la ley 11.653. Ello, en función del planteo

efectuado por el impugnante (v. fs. 298/301) al contestar la vista conferida

por esta Corte a fs.294 y vta., en el que cuestiona la validez constitucional

de aquella normativa y solicita su inaplicabilidad en el caso.

b. La ley 14.399 fija la tasa para el cálculo de los intereses que deberán

adicionarse al monto total de la condena en los procesos laborales. En

concreto, dispone la aplicación del ". promedio de la tasa activa"

establecida por el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus

operaciones de descuento.

De los fundamentos del proyecto se desprende que, al margen de su

incorporación en el régimen procedimental, con su sanción se ha

procurado contemplar un aspecto sustancial, no adjetivo, concerniente a

los derechos del trabajador dependiente. Se establece así una tasa por

considerarla más adecuada a los intereses implicados en la relación de

trabajo. Ello explica la mención que en los fundamentos de la iniciativa se

hace al plenario de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata de fecha

30 de agosto de 2001 y a la resolución de la Superintendencia de Riesgos

del Trabajo 414/99.


c. Por sus características, la norma es de aplicación inmediata a partir de la

fecha de su entrada en vigencia -esto es, el 21-XII-2012- respecto de

aquellos créditos laborales cuyo reconocimiento resulte aún materia de

controversia, conforme surge del art. 3 del Código Civil, en línea con el

criterio del tribunal (conf. causas L. 35.909, "Góngora de Carrizo"; L.

35.251, "Mantuano"; L. 35.908, "Silvero de Sequeira"; todas con sent. de 4-

XI-1986, en "Acuerdos y Sentencias", 1986-III-580). Así, esta Corte declaró

aplicable la ley 23.928 (B.O., 28-III-1991) aun a las consecuencias de las

relaciones y situaciones jurídicas existentes (conf. Ac. 37.456, " I.B.M. Arg.

S.A.", sent. de 22-X-1991), en igual línea, a los hechos in fieri o en curso de

desarrollo al tiempo de su sanción (art. 3, cit.; conf. causas Ac. 63.091,

"Fisco de la Pcia. de Bs. As.", sent. de 2-VIII-2000; Ac.49.095, "Cánepa",

sent. de 12-IV-1994) y, en especial, una vez entrada en vigencia de la

aludida norma nacional para definir, precisamente, la tasa de interés (conf.

Ac. 43.448, "Cuadern, Daniel c/ Sagedico S.A. s/Cobro de australes" y Ac.

43.858, "Zgonc, Daniel Roberto y ot. c/ Asociación Atlético Villa Gesell

s/Cobro de australes", ambas sents. de 21-V-1991).

Ante la subsistencia de la mora a la fecha de la entrada en vigor de

la ley 14.399, sus efectos habrían de regir esta litis, por lo que se impone
dirimir el planteo de inconstitucionalidad introducido por la demandada.

d. Según se dijo, la ley local aludida establece el accesorio del capital que

procede en los litigios laborales como reparación por el atraso en el pago

de una obligación pecuniaria finalmente reclamada en juicio.

Hasta su puesta en vigor tenía aplicabilidad la directiva general emergente

del primer párrafo delart. 622 del Código Civil, en cuanto dispone: "El

deudor moroso debe los intereses que estuviesen convenidos en la

obligación, desde el vencimiento de ella. Si no hay intereses convenidos,

debe los intereses legales que las leyes especiales hubiesen determinado.

Si no se hubiere fijado el interés legal, los jueces determinarán el interés

que debe abonar" y la interpretación que en torno a ello ha sostenido este

Tribunal.

e. Sabido es que en esta materia la doctrina de la Corte, a partir de la

sanción de la ley 23.928, aplica la denominada tasa pasiva en ausencia de

acuerdo de partes y de interés legal (conf. causas Ac. 49.987, "Magnan",

sent. de 16-VI-1992; Ac. 43.448, "Cuadern" y Ac. 43.858, "Zgonc", ambas

sents. de 21-V-1991; Ac. 38.680, "Reyes", sent. de 28-IX-1993), criterio que

fue ratificado en el precedente L. 94.446, "Ginossi" (sent. de 21-X-2009) y


que no ha sido alterado por el abandono del sistema de convertibilidad

(ley 25.561; conf."Ginossi", cit.).

En tales condiciones, la evaluación constitucional de la ley 14.399 exige

discernir si una norma local como la mencionada puede válidamente

regular aspectos de una relación jurídica del derecho común; y, en todo

caso, si se trata de una de las "leyes especiales" a las que se hace

referencia en el art. 622 del Código Civil. Anticipo una respuesta negativa.

f. No cabe duda que la ordenación jurídica de las relaciones del trabajo es

un ámbito cuya legislación, de orden común, las provincias han delegado al

Estado federal, privativo del Poder Legislativo de la Nación (arts. 31, 75 inc.

12, 126 y concs., Const. nac.; Fallos 320:1344; 311:1795; 275:254; 256:215,

entre otros). Tampoco que, en ese campo, ha de incluirse precisamente el

tramo que la ley 14.399 viene a regular: el relativo a los efectos de la mora

en el cumplimiento de la obligación pecuniaria emergente del contrato de

trabajo y su resarcimiento mediante la aplicación de los intereses. Ello

revela la incompatibilidad entre la normativa provincial enjuiciada y la

atribución de competencias constitucional prevista en la cláusula de los

códigos (art. 75 inc. 12, Const. nac.).


Para más, tampoco podría encuadrar en el supuesto del segundo párrafo

del art. 622 del Código Civil, dispositivo que prevé la sanción por

inconducta procesal, ya instituido en el ámbito laboral por la Ley de

Contrato de Trabajo (art. 275, L.C.T.).

g. Nada obstaría en términos constitucionales a que se incorporare una

disposición sustantiva, de contenido análogo al que en este pleito se

cuestiona. Probablemente ello sería valorado positivamente en el marco de

las relaciones laborales, como instrumento de protección de la parte más

débil de ese vínculo y desincentivo a la morosidad patronal en el

reconocimiento de los derechos materiales de los trabajadores.

Ahora bien, una normativa que apuntare a ese objeto debería provenir del

Congreso de la Nación, pues así lo impone la Constitución (art. 75 inc.12,

Const. nac.).

h. Cuando lo ha entendido pertinente, en otras materias de derecho

común, el legislador nacional ha ejercido la atribución de establecer una

tasa legal. Por ejemplo, en el art. 565 del Código de Comercio, respecto de

la tasa activa, sobre cuyos contornos esta Corte se ha pronunciado en

diversas ocasiones (conf. causas C. 101.538, "Eduardo Beraza S.A.", sent. de


14-IX-2011; C. 94.239, "Candiano", sent. de 30-VI-2010; Ac. 78.860,

"Sinigagliese", sent. de 30-VI-2004; Ac. 57.803, "Banco de la Provincia de

Buenos Aires", sent. de 17-II-1998; Ac. 61.335, "Río Paraná S.A.", sent. de

18-XI-1997; Ac. 59.006, "Debiazzi", sent. de 10-XII-1996; Ac. 55.593,

"Ugarte y Compañía S.A.", sent. de 14-VI-1996; Ac. 55.356, "Tecnocom San

Luis S.A.", sent. de 4-IV-1995; Ac. 51.259, "Banco de la Provincia de Buenos

Aires", sent. de 20-XII-1994).

En cambio, en cuestiones laborales, no ha destinado una regla para

abordar la cuestión aquí tratada, pese a que ha reglado otros tópicos,

como, v.gr., los efectos de la calificación de la conducta del empleador y de

la mora en el cumplimiento de determinadas obligaciones, por

incorporación directa en el régimen general del contrato de trabajo (art.

275, L.C.T.; ley 26.696, respecto del art. 15), o por conducto

de leyes especiales (art. 2, ley 25.323; 9, ley 25.013).

i. Es dable reiterar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha

declarado que estos aspectos jurídicos sustanciales corresponden a la

legislación nacional, por lo que no cabe a las provincias

dictar leyes incompatibles con lo que los Códigos de fondo establecen al

respecto ya que, al haber delegado en la Nación la facultad de dictarlos,


han debido admitir la prevalencia de las leyes del Congreso y la necesaria

limitación de no dictar normas que la contradigan (Fallos 311:1795, con sus

propias citas; 308:2588; 303:1801; 275:254; 269:373; 235:571; 226:727;

176:115).

En materia laboral se constata un ejemplo claro de descalificación de una

norma provincial (la ley9497 de la Provincia de Santa Fe) destinada a

regular un instituto de aquellas relaciones jurídicas materiales, como es la

jornada de trabajo (Fallos 308:2569).

j. Todo lo expuesto revela que la ley provincial objetada en autos se

encuentra en pugna con la Constitución nacional (arts. 31, 75 inc. 12, 126 y

concs.), en tanto legisla sobre una materia de derecho común cuya

regulación es competencia exclusiva del Congreso de la Nación.

Por ello, la ley 14.399 deviene inconstitucional y no es aplicable en el caso.

k. Una reflexión final:

En el caso, el trabajador fallecido se desempeñaba para la Administración

provincial.
Si bien es claro que la regulación del empleo público es materia no

delegada al Estado nacional y, por ende, se rige por las disposiciones

locales (arts. 121 y 122, Const. nac.; conf. causas B. 66.336, "Riestra", sent.

de 9-X-2013; B. 62.706, "De Micheli", sent. de 18-IV-2012), no lo es menos

que en este litigio se pretende -y se ha reconocido en la sentencia de

grado- el cobro de una indemnización con fundamento en una legislación

nacional, que deviene aplicable también a quien se desempeña en la

administración pública, habiéndose sustanciado -conf. los arts. 4 inc.

1,ley 12.008 y 2, ley 11.653- ante el fuero laboral.

Cabe agregar que, al incorporar la ley 14.399 una norma al régimen

adjetivo laboral provincial (art.48, ley 11.653) que fija los intereses en ese

tipo de procesos, el legislador no actuó reglamentando los aspectos

sustantivos de la relación de empleo público.

Lo expuesto permite descartar todo argumento fundado en aquella

competencia reservada a los poderes provinciales, pues en el caso ella no

está en juego, lo que conduce a mantener la solución aquí abordada en

orden a la inconstitucionalidad de la ley 14.399.


l. A la vez, la ausencia de pacto en lo que respecta a los intereses

determina la plena vigencia en autos de la doctrina legal en la materia,

elaborada por esta Corte en uso de las facultades que el art. 622 confiere a

la judicatura, y por tanto, en el caso, los intereses moratorios deben ser

liquidados exclusivamente sobre el capital (art. 623, Cód. Civil) con arreglo

a la tasa de interés que pague el Banco Provincia de Buenos Aires en sus

depósitos a 30 días, vigente al inicio de cada uno de los períodos

comprendidos, y por aquellos días que no alcance a cubrir el lapso

señalado, el cálculo será diario con igual tasa (arts. 7 y 10, ley 23.928,

modif. por ley 25.561 y 622, Cód. Civil; conf. causas L. 94.446, "Ginossi",

sent. de 21-X-2009; Ac. 92.667, "Mercado", sent. de 14-IX-2005; L. 80.710,

"Rodríguez", sent. de 7-IX-2005; L. 79.789, "Olivera", sent. de 10-VIII-2005;

L. 87.190, "Saucedo", sent. de 27-X-2004; L. 88.156, "Chamorro", sent. de

8-IX-2004; L. 79.649, "Sandes", sent. de 14-IV-2004; L. 75.624, "Taverna",

sent. de 9-X-2003; L. 77.248, "Talavera", sent. de 20-VIII-2003; L. 76.276,

"Vilchez", sent. de 2-X-2002; Ac. 68.681, "Mena de Benítez", sent. de 5-IV-

2000; Ac. 72.204, "Quinteros Palacio", sent. de 15-III-2000; Ac. 57.803,

"Banco de la Provincia de Buenos Aires", sent.de 17-II-1998).

Corresponde entonces hacer lugar en este tramo al recurso extraordinario

de inaplicabilidad deley deducido y, en consecuencia, casar la sentencia en


lo que concierne a la tasa activa de interés que el tribunal del trabajo

declaró aplicable, debiendo los autos volver a la instancia de origen a fin de

que se efectúe una nueva liquidación conforme lo expuesto.

IV. En virtud de lo expuesto, corresponde acoger parcialmente el recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido, declarar la

inconstitucionalidad de la ley provincial 14.399 y revocar el

pronunciamiento exclusivamente en cuanto dispuso la aplicación de una

tasa de interés diferente a la que establece la doctrina legal de esta Corte.

Los autos han de volver al tribunal de origen para que practique una nueva

liquidación con arreglo a lo que aquí se ha resuelto.

Costas de esta instancia por su orden atento a la procedencia parcial del

recurso (arts. 68 y 289 del C.P.C.C.).

Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo:

Adhiero al voto del doctor Soria, destacando que, para sostener el


acogimiento de la única parcela de la impugnación que prospera, y que

versa sobre la tasa de interés moratorio, remito a las razones y

consideraciones que, mediante mi adhesión al sufragio del doctor Genoud,

expuse en la causa L. 90.768, "Vitkauskas" (sent. del 13-XI-2013).

Con el alcance expuesto, voto por la afirmativa.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo:

Adhiero al voto del doctor Soria, pues como sostuve en las causas L.

103.467, "E., R. G." (sent. del 26-X-2011) y L. 82.724, "M., N. M." (sent. del

7-III-2007), que, teniendo en cuenta lo manifestado por la Corte Suprema

nacional en la causa "Milone, Juan Antonio c/ Asociart S.A. Aseguradora de

Riesgos del Trabajo s/ acc., Ley 9688" (sent. del 26-X-2004) y también cabe

adunar el precedente S.461.XLII, "Suarez Guimbard" (sent.del 24-VI-2008)

de dicho máximo Tribunal, la innegable gravitación que -más allá de lo que

pueda sostenerse sobre su eventual aptitud vinculatoria- cabe reconocerle

en todo caso, atento su ubicación en la cúspide del ordenamiento judicial

(arts. 5, 108, 123 y 127, Const. nac.), razones de celeridad y economía

procesal me llevan a adoptar el criterio allí abrazado respecto del régimen

de pago a través de una "renta periódica" y, en consecuencia, confirmar la


declaración de inconstitucionalidad del art. 15.2 de la ley 24.557.

Asimismo, habré de manifestar que con respecto al tratamiento relativo a

la declaración de inconstitucionalidad de la ley 14.399, decisión que

comparto, me circunscribo a lo que se condice con el tenor de mi adhesión

parcial al desarrollo argumental similar efectuado por la doctora Kogan en

la causa L. 108.142, "Díaz", y que también he expuesto en la causa L.

102.210, "Campana" (ambas sents. del 13-XI-2013), a las cuales me remito

por razones de brevedad.

Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.

La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos fundamentos del señor

Juez doctor Soria, votó la primera cuestión también por la afirmativa.

A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

I. En lo que interesa para resolver la presente cuestión, el tribunal

desestimó las acciones deducidas por A. G. y M. E.G. , en cuanto le habían

reclamado a la Provincia de Buenos Aires la reparación de los daños

derivados de la muerte de su padre -J. D. G. -, ocurrida como consecuencia


del accidente de trabajo que sufrió el día 26-IX-2006.

Lo hizo por entender que, con arreglo a la norma que regula la legitimación

de los familiares del trabajador fallecido por un infortunio laboral -

art. 18 de la ley 24.557, que prescribe que se considerará

derechohabientes a "las personas enumeradas en el art.53 de la ley 24.241,

quienes concurrirán en el orden de prelación y condiciones allí señaladas"-

sólo la coactora P. -viuda del operario fallecido- estaba legitimada para

accionar (art. 53 inc. "a" de la ley 24.241), careciendo de legitimación sus

hijas, por lo que correspondía rechazar la demanda por ellas deducida

(sent., fs. 228 vta. y 236).

II. Contra dicha decisión, las mentadas coaccionantes dedujeron recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley, en el que denuncian absurdo,

violación y errónea aplicación de los arts. 18de la ley 24.557 y 10 y 11 de la

Constitución de la Provincia de Buenos Aires; así como también de la

doctrina legal que citan (fs. 241/248 vta.).

En lo sustancial, cuestionan la conclusión sentencial relativa a que las hijas

del trabajador carecen de legitimación para reclamar la indemnización por

los daños derivados de la muerte de su padre.


Aducen que la sentencia es absurda y arbitraria, toda vez que el juzgador

basó su decisión en la normativa de la ley 24.557, ignorando que las

accionantes reclamaron la reparación del daño material y moral

ocasionado por la muerte de su padre, ocurrida cuando se encontraban en

plena etapa de desarrollo intelectual y personal, quedándose sin su

soporte afectivo y económico.

Añaden que la remisión que efectúa la Ley de Riesgos del Trabajo a la

norma que regula los beneficios previsionales no resulta aplicable al

reclamo de daños y perjuicios deducido en autos, que tiene una entidad

totalmente distinta al de una pensión. Dicen que no puede desconocerse el

derecho a obtener la reparación integral por la muerte de un miembro de

la familia, habida cuenta que el dolor se extiende a todos ellos,

especialmente en el caso, donde ha quedado demostrado el notorio daño

moral padecido por las hijas del trabajador, que de la noche a la mañana

perdieron a su padre.En ese contexto -explican- lo resuelto constituye una

verdadera iniquidad, pues parece arribarse a la conclusión de que

la ley determina que el dolor ante la pérdida sólo existe para la esposa de

la víctima, con exclusión de sus hijas.


Expresan que la sentencia desconoce el art. 1078 del Código Civil, que

legitima a los herederos forzosos tanto ascendientes como descendientes-,

sin contemplar exclusión alguna. Tanto es así -precisan- que esta Corte ha

resuelto incluso que los padres tienen derecho a reclamar un resarcimiento

por daño moral aun cuando no sean herederos forzosos en concreto, lo

que ha sido ratificado por la Corte nacional en los fallos que identifica, en

tanto ha declarado que la discriminación que consagra el art. 18 de

la ley 24.557 es inconstitucional.

Refieren, asimismo, que en la causa L. 84.059, "Álvarez", este Tribunal

resolvió que la ley 18.037 vulnera el principio de reparación integral del

daño de todas las personas que se han visto afectadas.

Concluyen señalando -en síntesis- que la solución consagrada en

el art. 18 de la ley 24.557 no es adecuada para regular el perjuicio que se

intenta reparar mediante la pretensión deducida en autos (daños causados

a las hijas por la muerte de su padre), que en nada se condice con la

posibilidad de reclamar una pensión, objeto extraño a lo aquí reclamado

que tuvo en cuenta el legislador al momento de redactar el art. 53 de

la ley 24.241.
III. El recurso debe prosperar.

1. Asiste razón a las recurrentes en cuanto señalan que -al considerar que

las hijas del trabajador fallecido no estaban legitimadas para reclamar la

reparación de los daños derivados de la muerte de su padre- el tribunal de

grado aplicó erróneamente al caso la norma del art. 18 de la ley24.557.

2. En el escrito de inicio las actoras reclamaron (juntamente con su madre,

quien actuó por derecho propio y en representación de su hija menor M.

A.G.), la reparación integral de los daños derivados de la muerte de su

padre. Fundaron la demanda dirigida contra el empleador (la Provincia de

Buenos Aires) en el art. 1113 del Código Civil, peticionando una

indemnización de los daños y perjuicios -materiales y morales- que les

ocasionó el fallecimiento de su progenitor (ver demanda, fs. 42 vta. y

47/51).

3. C omo quedó señalado, el a quo desestimó la acción deducida por las

hijas del trabajador, en el entendimiento de que el art. 53 de la ley 24.241

(norma a la que remite el art. 18 de la ley24.557, que define quienes son

los derechohabientes habilitados a reclamar las prestaciones allí previstas

en caso de fallecimiento del trabajador), excluye a los hijos el derecho a


obtener el resarcimiento, resultando desplazados por la viuda.

4. Tal como señalan las impugnantes -y así lo ha dictaminado también la

Procuración General a fs. 278/279- el error que porta el indicado

razonamiento sentencial es evidente.

En efecto, mal pudo el juzgador sostener que las hijas del trabajador

fallecido no estaban legitimadas para demandar en virtud de lo que

prescribe el art. 18 de la ley 24.557, toda vez que -habiéndose fundado la

acción indemnizatoria entablada contra el Fisco provincial en las normas

del derecho común- dicho precepto no resulta aplicable a la pretensión,

debiendo analizarse la legitimación de las coactoras con arreglo a lo que

prescriben los arts. 1078, 1084 y 1085 del Código Civil, que habilitan

expresamente a los herederos necesarios del muerto (condición que

revisten las hijas del causante; art. 3565, Cód. Civil) a reclamar la

reparación de los daños morales y materiales derivados del fallecimiento.

En ese sentido, ha resuelto esta Corte que reclamados en la demanda los

rubros indemnizatorios por daño material y moral con sustento en los

preceptos del Código Civil- la cuestión tiene que juzgarse sobre la base de

lo dispuesto en los arts.1084 y 1085 de dicho cuerpo legal, en cuyo marco


los hijos de la víctima del infortunio están legitimados para reclamar el

resarcimiento por el fallecimiento de aquélla (conf. causas L. 77.894, "T. d.

M.", sent. de 3-IV-2008; L. 68.615, "Raggio", sent. de 30-V-2001).

Por lo demás, lo expuesto surge indiscutible no sólo de las indicadas

normas del Código Civil, sino también del propio texto del art. 18 de

la ley 24.557, cuyo apartado segundo dispone expresamente que las

personas enunciadas en el art. 53 de la ley 24.241 "se considerarán

derechohabientes, a los efectos de esta Ley" (art. 18 ap. 2, L.R.T., texto

según D.N.U. 1278/2000; el destacado es propio). De ello se colige sin

hesitación que -en tanto la definición de derechohabientes allí plasmada

sólo está destinada a regir en el ámbito de la ley 24.557- la aplicación de la

indicada normativa pudo haber justificado, en la mejor hipótesis para la

demandada, el desplazamiento de las hijas del trabajador de la

legitimación para acceder a las prestaciones de la ley especial (cuestión

sobre la que no cabe emitir opinión aquí, en tanto no ha sido materia del

recurso), mas no así su exclusión del derecho de reclamar la reparación

integral de los daños con apoyo en las normas del Código Civil.

En ese sentido, resulta ilustrativo traer a colación lo resuelto en el citado

precedente L. 68.615, "Raggio" (sent.de 30-V-2001), en el cual esta Corte


revocó la sentencia del tribunal del trabajo que -siguiendo un

razonamiento similar al explicitado por el a quo en la especie- rechazó la

acción civil incoada por los hijos del trabajador fallecido como

consecuencia de un infortunio laboral por entender -erróneamente- que

carecían de legitimación para actuar con arreglo a lo que disponía la ley de

accidentes de trabajo.

En efecto, habiendo reclamado allí los dos hijos del operario muerto la

reparación integral -con sustento en las normas de derecho común- de los

daños morales y materiales derivados del accidente que provocó la muerte

de su padre, el tribunal, sin pronunciarse sobre los presupuestos de hecho

invocados para sustentar la demanda, la desestimó en la inteligencia de

que, con arreglo a la normativa previsional (art. 38, ley 18.037) -a la que

remitía la ley de accidentes de trabajo aplicable al caso (ley 9688) para

definir quienes debían ser considerandos como derechohabientes del

trabajador-, carecían de legitimación para formular el reclamo (conf. causa

L. 68.615, cit., ap. 5 del voto preopinante del doctor de Lázzari, al que

adhirieron todos los Ministros intervinientes).

Impugnada dicha decisión por los hijos del trabajador mediante recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley, esta Corte lo declaró procedente y


revocó la sentencia, señalando, como anticipé, que reclamados en la

demanda los rubros indemnizatorios por daño moral y material con

sustento en las normas del Código Civil- la cuestión debía juzgarse sobre la

base de lo normado por los artículos 1084 y 1085 del Código Civil, teniendo

derecho a amparase en la presunción de daño ocasionado por el deceso allí

contemplada, el cónyuge sobreviniente y los herederos necesarios de la

víctima, razón por la cual -sentenció este Tribunal- "Va de suyo entonces,

que los hijos mayores de edad de la víctima del infortunio están

legitimados para reclamar el resarcimiento por el fallecimiento de aquélla"

(conf. causa L. 68.615, cit., ap.6 del voto del doctor de Lázzari, con

adhesión unánime del resto de los colegas votantes).

Ello es lo que ocurre en el caso de autos: el tribunal aplicó erróneamente la

norma de la leyespecial de accidentes de trabajo que regula la legitimación

para acceder a la indemnización tarifada por ella prevista (en aquel caso,

el art. 38 de la ley previsional 18.037, al que remitía laley 9688; en éste,

el art. 53 de la ley previsional 24.241, al que remite el art. 18 de

la ley24.557), para definir si los hijos del trabajador se encontraban o no

habilitados para reclamar una reparación integral de daños y perjuicios,

ignorando que esta cuestión -como quedó dicho- debe ser resuelta por

aplicación de las normas del Código Civil, en cuyo contexto la legitimación


de los hijos del trabajador fallecido para reclamar un resarcimiento por los

perjuicios derivados de la muerte de su padre es incuestionable (arts. 1078,

1084 y 1085 del Código Civil).

Lo expuesto se refuerza si se tiene en cuenta que en la ya citada causa L.

77.894, "T., d. M." (sent. de 3-IV-2008), esta Corte confirmó la sentencia

dictada por el tribunal del trabajo que, frente a un caso con aristas muy

similares al presente (reclamo de daños y perjuicios deducido por la esposa

y el hijo de un agente provincial fallecido cuando el móvil en el que se

dirigía a cumplir una orden de servicio colisionó), condenó al Estado

provincial a resarcirlos, señalando, con cita de lo resuelto en el precedente

L. 68.615, "Raggio", que -en tanto los herederos necesarios de la víctima

tenían derecho a ampararse en las normas de los arts. 1084 y 1085 del

Código Civil- la circunstancia de que el hijo del trabajador fallecido hubiera

alcanzado la mayoría de edad no obstaba a la procedencia de un reclamo

similar al que ha sido incoado en la especie (conf. causa L. 77.894, "T., d

M.", cit., ap. IV, punto B. 5.del voto en primer término del doctor Hitters, al

que presté mi adhesión).

Ergo, por aplicación de dicha doctrina legal correctamente invocada en el

dictamen del representante del Ministerio Público para pronunciarse a


favor de su procedencia, ver fs. 278 vta./279- cabe acoger el embate y

dejar sin efecto la sentencia en cuanto desestimó la demanda deducida por

las hijas del causante.

IV. En virtud de lo expuesto, corresponde hacer lugar al recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley y revocar la sentencia atacada en

cuanto resolvió que las coactoras A. G. y M. E. G. carecían de legitimación

para reclamar la reparación de los daños y perjuicios derivados de la

muerte de su padre.

La causa debe volver al tribunal de grado a fin de que -debidamente

integrado por otros jueces, y previa renovación de los actos procesales que

considere necesarios- se pronuncie sobre la acción deducida teniendo en

cuenta lo que aquí se ha resuelto.

Costas de esta instancia a la demandada vencida (art. 289, C.P.C.C.).

Voto por la afirmativa.

Los señores jueces doctores Hitters, Pettigiani y Kogan, por los mismos

fundamentos del señor Juez doctor Soria, votaron la segunda cuestión


también por la afirmativa.

Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

SENTENCIA

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se hace lugar al recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido por la parte actora y se

revoca la sentencia impugnada en cuanto resolvió que las coaccionantes A.

G. y M. E. G. carecen de legitimación para reclamar la reparación de los

daños y perjuicios derivados de la muerte de su padre. Las costas de esta

instancia se imponen a la demandada vencida (art.289, C.P.C.C.).

Respecto del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido por

la parte demandada, se lo declara parcialmente procedente, se decreta la

inconstitucionalidad de la ley 14.399 y, en consecuencia, se revoca la

sentencia impugnada en lo concerniente a la tasa que aplicó para el cálculo

de los intereses, los que deberán liquidarse conforme la que pague el

Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de depósito a

treinta días, vigente en los distintos períodos de aplicación. Las costas se

imponen en el orden causado, atento la procedencia parcial del recurso


(arts. 68 y 289, C.P.C.C.).

Vuelvan los autos al tribunal de origen para que -con otra integración, y

previa renovación de los actos procesales que considere necesarios- se

pronuncie sobre la acción de daños y perjuicios deducida por A. G. y M. E.

G. y practique una nueva liquidación de los intereses con arreglo a lo que

aquí se ha decidido.

Regístrese y notifíquese.

DANIEL FERNANDO SORIA

JUAN CARLOS HITTERS

HILDA KOGAN

EDUARDO JULIO PETTIGIANI

GUILLERMO LUIS COMADIRA

Secretario

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