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CONTENIDOS:
1º MÓDULO: REVISIÓN DE LA BIOÉTICA A LA LUZ DE LA ÉTICA:
La Ética como ciencia, definición y objeto. División de la Ética en General o de Principios y Ética
Especial o aplicada.
Fundamentación antropológica de la ética en la naturaleza de la persona humana. Especificidad
e individualidad. Ser inteligente, libre y responsable. Los derechos humanos o derecho natural:
Objetividad, universalidad, imprescriptibilidad, e indeclinabilidad de los mismos.
La determinación ética del acto humano por el objeto, el fin y las circunstancias. El principio de
doble efecto. Diferencia entre acto y efecto malo.
El planteo bioético de Belmont. El Principles of Biomedical Ethics de Beauchamp y Childress.
Observaciones y limitaciones de los mismos.
Desafíos contemporáneos a la Ética Biomédica. Confusión doctrinal imperante. Banalización de
la vida humana. Contexto político-cultural eugenésico. Rebajamiento de la vocación y profesión
médica en términos de productor de salud. Judicialización del acto médico. Los límites de la
responsabilidad moral de la mala praxis a la impericia y negligencia.
Profesores de la Cátedra:
Mons. Dr. Carlos F. Guillot
Dr. Mariano Fernández
Dra. Estefanía Errico Kaminski
BIBLIOGRAFÍA ORIENTATIVA
A la ya conocidas, se añade otra de especial importancia aunque menos difundida):
Atti della Assamblea della Ponticia Academia Pro Vita: versión en italiano o inglés en
http://www.academiavita.org "http://www.academiavita.org/" http://www.academiavita.org :
1996 La Causa della Vita.
1997 Identità e Statuto dell'Embrione Umano.
1998 Human Genome: Human Person and the Society of the Future.
1999 The Dignity of the Dying Person.
2000 “Evangelium Vitae”: Five Years of Confrontation with the Society.
2001 La cultura della vita: fondamenti e dimensioni.
2002 Natura e dignità della persona umana a fondamento del diritto alla vita.
2003 Etica della ricerca biomedica Per una visione cristiana.
2004 La Dignità della Procreazione Umana e le tecnologie riproduttive.
2005 Qualità della Vita ed Etica della Salute.
2006 L'embrione umano nella fase del preimpianto.
2007 La Coscienza Cristiana a Sostegno del Diritto alla Vita.
2008 Accanto al malato inguaribile e al morente: Orientamenti etici ed operativi.
2009 Le nuove frontiere della genetica e il rischio dell'eugenetica.
2010 Bioetica e Legge Naturale.
QUILES, Ismael. La persona humana. 4º ed. Buenos Aires.1980
BASSO, Domingo. Los Fundamentos de la Moral. Centro de Investigaciones en Ética Biomédica.
Buenos Aires. 1990.
IRVING, Dianne N. What is Bioethics. University Faculty For Life. Georgetown University,
Washington, D.C. 2000. Cf.
http://www.lifeissues.net/writers/irv/irv_36whatisbioethics01.htmlHYPERLINK
"http://www.lifeissues.net/writers/irv/irv_36whatisbioethics01.html"
http://www.lifeissues.net/writers/irv/irv_36whatisbioethics01.html
IRVING, Dianne N. The Bioethics Mess. 2001. http://www.hospicepatients.org/HYPERLINK
"http://www.hospicepatients.org/" http://www.hospicepatients.org/
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SGRECCIA, Elio. Manual de Bioética. 2 vol. 2º ed. Madrid. 2009.
BURGOS VELASCO, Juan Manuel. Personalismo Y Bioética. Cf.
http://www.bioeticaypersonalismo.mexHYPERLINK "http://www.bioeticaypersonalismo.mex/"
http://www.bioeticaypersonalismo.mex
FIBIP (Federazione Internazionale dei Centri ed Istituti di Bioetica di Ispirazione Personalista).
(perteneciente a la Facultad de Medicina del Sacro Cuore de Milán-Hospital Escuela Policlínico
Gemelli). Cf. Bibliografía actualizada: http://www.fibip.org/
GUILLOT, Carlos. ERRICO KAMINSKI, Estefania. FERNANDEZ, Mariano G. Elementos de Ética
Biomédica. 1 ed. Etiusal Ediciones. 2012.
ERRICO KAMINSKI, Estefania. FERNANDEZ, Mariano G. Fundamentos de Comunicación en
Salud. 1 ed. Ediciones El Autor. 2009.
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SEMINARIO DE ÉTICA BIOMÉDICA
SUBSIDIO PARA EL MÓDULO 1: REVISIÓN DE LA BIOÉTICA A LA LUZ DE LA ÉTICA
La Ética como ciencia. Definición y objeto. La primera y principal dificultad con la cual nos
encontramos actualmente en bioética es que se la reduce a una consideración clínica, con alguna
ponderación personal o legal. Habitualmente se hace una afirmación por consenso, o bien sólo se
observa el aspecto legal. Aquí nos importa un juicio crítico, que analice estas afirmaciones y revise sus
fundamentos para verificar su sustentabilidad. Esto exige académicamente abandonar un lenguaje
ambiguo y reubicar a la ética biomédica en el contexto de la ética como ciencia.
Recordemos que los consensos, por útiles que estos sean, requieren fundarse en principios
racionales y sustentables para no reducirse a una sumatoria de opiniones por mayoría. Tampoco basta
remitirse a la consideración legal, ya que la norma escrita es la expresión vinculante de una cuestión
ética preexistente: el primer criterio de validez de una ley es que sea racional y conforme a la ética:
baste el ejemplo de la normativa eugenésica de la Alemania nazi para comprender esta obviedad.
La reducción de la ética a la legalidad se observa en ciencias políticas por el influjo del
positivismo jurídico de Montesquieu y luego de Kant: existiría una norma externa y abstracta
promulgada por los legisladores a la cual debe someterse ciegamente el accionar del hombre.
Se hace necesario recordar aquí a la filosofía griega clásica y al pensamiento judeo-cristiano,
empalmando con los mas actuales planteos sobre Derechos Humanos o derecho natural. El
fundamento ético se busca en la misma persona y su naturaleza. Un primer juicio moral está dado
para que el hombre sea en la dignidad de sus actos conforme a la dignidad de su naturaleza. Nos
encontramos aquí en una ética fundada en la perfectibilidad o potencialidad del hombre. De allí que la
misma definición de la ética sea la consideración de los actos humanos en orden al fin, felicidad o
perfección del hombre.
Epistemológicamente la ética queda encuadrada como parte de la filosofía práctica, definida
como ciencia que estudia los actos humanos en orden al fin. Notemos que esa noción de fin se toma
como equivalente a felicidad y perfección del hombre. Este planteo posee la ventaja de articular
perfectamente la dimensión psicológica o antropológica con la moral, aunque sin confundirlas. No se
trata de una ética legalista, sino que toma su fundamento en el propio hombre. Fue Aristóteles quien
observó que, cualquiera sea la elección de los hombre, todos pretendemos buscar y alcanzar la
felicidad (se lo denomina ética eudemonista, de eudemon=felicidad). Por ello no encontramos en estos
textos esa antinomia entre moralidad y libertad, que caracterizó a Occidente a partir del siglo XIV hasta
nuestros días. La visión legalista de la ética ha ocasionado severos deterioros en su comprensión, y en
la práctica fue suplantada por una visión utilitarista: es bueno lo que es útil. Pero, a su vez, esta visión
utilitarista reducía la antropología, y consideraba la noción de bien como sinónimo de bien útil, sin
considerar aquello que es bueno en sí mismo (bien honesto) o lo agradable (bien deleitable). No
podemos detenernos en esto ahora, pero aquí encuentran una pista sobre la sociedad utilitarista,
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donde sólo se mide la eficacia y no lo pacífico y lo placentero para el hombre. En general toda escuela
filosófica ha elaborado una ética, pero la pregunta sigue siendo sobre su sustentabilidad y
fundamentación científica.
Si entendemos por ciencia al “conocimiento cierto por sus causas”, la ética aristotélica vuelve a
cobrar valor por tratarse de una postura realista, nacida de la observación. Esto es lo que en la
actualidad se denomina realismo moral, frente al relativismo o subjetivismo moral.
División de la Ética en General o de Principios y Ética Especial o aplicada. Siguiendo el planteo
de Aristóteles, continuado y perfeccionado por Tomás de Aquino (s. XIII) la ciencia moral se divide en
dos grandes partes. La primera es la moral general o de los Principios, mientras que la segunda es la
moral especial o aplicada a determinada realidad humana.
No se trata de dos éticas distintas, sino que la segunda se desarrolla por la aplicación de esos
mismos principios a las diversas realidades y casos. De aquí nace la noción de ética profesional, y en
nuestro caso, de ética médica. Resulta interesante destacar que históricamente ha sido justo la ética
médica la que ha tenido mayor desarrollo entre todos los estudios de ética profesional, y que esta
inquietud ha provenido del propio mundo médico. Por diversos avances tecnológicos, solemos
incorporar ahora la noción de humanismo en medicina, pero no deja de ser una novedad ya que en
toda la historia de la medicina no se había separado el aspecto científico-tecnológico del aspecto ético.
Esto se explica por haber centrado el objeto de la medicina en el hombre, y no simplemente en el
caso. Poner como sujeto al hombre concedía mayor unidad a los aspectos preventivos, diagnósticos y
terapéuticos. Debo insistir que esta ética médica se elaboró a partir de los grandes principios de la
ética general, pero ha sido desarrollada desde el propio ámbito médico. De hecho en otros ámbitos no
se conoce una preocupación tal.
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que son nutrientes proporcionados a mi sistema digestivo, y así tantas otras cosas mas. Pero tampoco
lo vemos a esto como una frustración, pues simplemente no es algo que nos sea connatural y
perfectivo. Yo poseo libertad psicológica para abandonar en cualquier momento el tratamiento
indicado por ustedes, pero es muy dudoso que ello implique una libertad moral de poder hacerlo.
Convengamos que existen muchos falsos dilemas y se ha sobredimensionado mucho ciertas
discusiones. Cito como ejemplo, sin ánimo de polemizar aquí, el postulado que la sexualidad es una
opción cultural, pues aún sin ingresar en la respuesta ética se parte de la negación del dato biológico
x-y.
Cuando nos hemos referido a naturaleza, estamos expresando que el hombre posee una
esencia que lo caracteriza, pertenece a una especie determinada. La voluntad construye a partir de la
naturaleza pero no la destruye. Nosotros establecemos ciertas relaciones o vínculos, por ejemplo el
acuerdo de voluntades en un contrato, o incluso prescripciones mas amplias, que abarcan a toda la
sociedad y que se expresan a través de leyes humanas. Pero aquí sucede lo mismo, las leyes
humanas no son para contrariar sino para perfeccionar a la naturaleza. Todos nosotros reconocemos
que determinadas capacidades no provienen de la generosa voluntad del legislador, sino que es algo
exigible en razón de nuestra misma naturaleza. Con distintos nombres y según las épocas, siempre la
humanidad ha contemplado y admitido la existencia de un orden natural, ley natural, derecho natural o
derechos humanos. En cualquiera de sus formulaciones es expresiva de un derecho que no deriva de
la concesión de otro hombre, sino que deriva de mi la propia condición humana. Podrá cumplirse o no,
podrá respetarse o no, incluso podrá pasar por períodos donde los hombres lo tengan oscurecido,
pero ese ordenamiento sigue allí.
Es importante subrayar el título fundante de ese derecho en la naturaleza, para comprender que
cuando los organismos internacionales los consideran, en rigor no los están estableciendo sino
reconociendo. Esto señala la gran diferencia con cualquier otro derecho u ordenamiento jurídico
establecido por los hombres. A su vez, señala las cuatro prerrogativas que posee este derecho natural
o derechos humanos:
No dependen de la subjetividad de otro objetividad
Se funda en la naturaleza y no en las categorías de lugar y tiempo universalidad
No decae con las circunstancias imprescriptibilidad
La libertad no puede renunciar a ellos indeclinabilidad
Como luego veremos, este análisis está claramente presente en la Convención de Helsinki. En la
actualidad, aquí en Argentina, merece especial mención la Cátedra de Bioética y Derechos Humanos
(UBA) con la Dra. María Luisa Pfeifer.
La determinación ética del acto humano por el objeto, el fin y las circunstancias.
Corresponde ahora entrar en el núcleo mismo de la cuestión moral. ¿Qué es exactamente lo que
establece la rectitud o no rectitud moral de un acto?. Nos referimos a un acto propiamente humano,
donde esté involucrada su inteligencia y su voluntad. De hecho muchas acciones escapan al
ordenamiento moral o jurídico por ser involuntarias: nadie imputa un acto neurovegetativo, producido
por ignorancia invencible, por violencia grave, bajo miedo pánico, o emoción violenta. Precisamente
uno de los mejores ejemplos lo encontramos en psiquiatría forense, donde se intenta establecer si
existe esa responsabilidad o no, o bien el acto posee un vicio cognitivo o volitivo insalvable.
Al tratarse de un acto, estamos ante una realidad no estática sino dinámica. La primera
calificación del acto proviene del objeto hacia el cual se dirige. Cada acción posee un objeto que es lo
que intenta. Existe siempre un objeto psicológico, pero aquí nos interesa el objeto moral, es decir, la
relación que guarda ese objeto con la naturaleza y perfección del hombre. Noten que no nos referimos
al objeto como una cosa en sí, como se hace en la técnica, donde llamamos bueno o malo si algo
fabricado por el hombre cumple o no su cometido. Objeto moral es la relación o proporción que posee
para la perfectibilidad del hombre. Un bisturí puede ser “bueno” en cuanto cumple la función técnica
para la cual ha sido hecho, y moralmente nuestro en cuanto puedo hacer buen o mal uso de él.
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Este es uno de los aspectos mas delicados de la ética, pues puede confundirse la acción vista
desde su aspecto físico, psicológico, o moral. Por parte del objeto, bajo el aspecto moral una acción
puede ser recta (buena), no recta (mala), o neutra. Pongamos por ejemplo, curar, robar, pasear
respectivamente.
La noción de objeto es simple, aunque no siempre sencilla para quien no está familiarizado con
el análisis ético. Muchos de los dilemas bioéticos que se formulan parten de un mal planteo de la
determinación del objeto. Lo ético no es la postura mas cerrada sino la mejor definida y respondida.
Cito el ejemplo del Magisterio de la Iglesia, particularmente de Pío XII, donde con precisión responde a
delicadísimas cuestiones como la eticidad del aborto indirecto, terminalidad, analgesia, sedación,
distinción entre medios ordinarios y extraordinarios, y cuyas respuestas fundadas no todos conocen.
Sin embargo las acciones no se dan en si mismas, sino que pertenecen a un sujeto, y que las
realiza en orden a algo o intencionalidad. El segundo elemento que se tiene en cuenta para la
valoración del acto moral es su fin o finalidad: Hago (acción) esto (objeto) para (fin). Este segundo
principio es importante, sobre todo si se lo compara con el objeto. Podremos encontrarnos con actos
objetivamente rectos, pero efectuados con una intencionalidad no recta: una donación para sobornar.
O el caso inverso, erróneamente atribuido a Machiavello, de hacer algo objetivamente no recto por una
finalidad recta (el fin justifica a los medios). El acto humano es una unidad y requiere de la rectitud
objetiva y de la rectitud intencional.
En tercer lugar las acciones humanas son concretas, y están cualificadas accidentalmente por la
cantidad, frecuencia, cualidad, modo, tiempo, lugar, etc. Por ello el tercer principio para evaluar
moralmente un acto es el de las circunstancias. En general no modifican objetivamente a la acción,
pero le confieren una cualificación que en los asuntos concretos es indispensable. Este aspecto
solemos verlo bajo el aspecto técnico, sin recordar que involucra un aspecto moral. Por ejemplo, en mi
condición de paciente, una prescripción de ustedes es sobre determinado principio activo, en tal
cantidad, y con una frecuencia horaria y diaria determinadas, siendo temerario de mi parte modificar
sin consultarles. Cito este caso pues solemos pensar en lo ético siempre en casos dramáticos,
olvidando que lo ético se da hasta en los menores detalles. Otro ejemplo es cómo acciones que son
objetivamente iguales, sin embargo poseen cualificaciones morales diversas según sea quién realiza
la acción, o contra quien, bajo que modalidad, etc. El ordenamiento jurídico ha tomado de la ética esta
figura de las circunstancias agravantes o atenuantes.
Todo el ordenamiento ético ha tomado de estos tres principios reales, objeto, fin, y
circunstancias, la valoración moral de los actos humanos. La eticidad del acto humano requiere la
rectitud de los tres elementos. Ciertas dudas o interrogantes de ética médica encuentran en el análisis
de los mismos una respuesta objetiva y prudente. Respetamos los protocolos, pero ninguno de ellos
puede prever todos los casos y dispensar de la virtud de la prudencia médica.
El principio de doble efecto. Nadie está exigido a tener todas las precisiones de una ciencia, sino
la de aquella que cultiva. Por ello no hemos querido aquí exagerar las aclaraciones filosóficas o de
Ética General. Sin embargo, por sus implicancias en la ética médica, quisiéramos recordar el
denominado principio de doble efecto. Su formulación es clara, pero su comprensión muchas veces se
ve dificultada por la similitud que tiene una acción si se la considera bajo su aspecto físico, psicológico
y moral.
Hemos señalado que la primera especificación de un acto proviene de su objeto. También
hemos dicho que esta acción puede ser objetivamente recta, no recta y neutra. Así, por ejemplo,
nunca es lícito realizar una acción que es objetivamente mala, cualquiera sean los fines y las
circunstancias. Tal acto estaría viciado desde su origen.
Sin embargo no debe confundirse entre el acto y los efectos del mismo, ya que se trata de
realidades distintas. Aquí no nos referimos al objeto sino a las consecuencias de un acto. En término s
generales se comprende que una acción produce un efecto. Sin embargo nuestro accionar implica
muchas veces varios efectos o consecuencias. El principio de doble efecto se refiere a aquellas
acciones que son objetivamente rectas en sí mismas o al menos neutras, pero de cuya aplicación
resultarán efectos buenos y otros no. Nos referimos a que ese efecto malo es un efecto no deseado, y
que sin embargo el acto se realiza igual por el efecto bueno que es querido directa y primariamente,
existiendo una causa proporcionada para hacerlo. En ética este acto se denomina voluntario indirecto,
ya que objetivamente quiere una cosa y por otra tolera un efecto no deseado. Este principio posee un
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amplísimo campo de aplicación en medicina, incluso en los delicados temas del aborto indirecto, o la
posible abreviación indirecta de la vida en la analgesia y anestesia.
En síntesis, me permito ratificar que los principios de objeto, fin, y circunstancias, sumado al
principio de doble efecto, poseen un riguroso valor filosófico y ético, que se corresponde con la
realidad observable, y que ofrecen a la ética medica un sustento objetivo, fundado, coherente, y
abierto para responder a nuevos interrogantes. Por otra parte ofrecen al mundo médico un marco
epistemológico mas preciso que el que se suele incluir en bioética, ya que varias cuestiones escapan
al arte del cuidar y curar médico, y corresponden a terceros, gobernantes, legisladores, jueces,
laboratorios, ecología, etc. dar la respuesta ética correspondiente.
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cuando nos referimos al objeto, fin y circunstancias, dado que son datos reales, objetivos, articulados y
mensurables. Lo mismo podemos decir del derecho natural o derechos humanos, referente mucho
mas válido para evaluar la eticidad de una acción. De hecho pueden observar que importantes
documentos internacionales para fundamentarse han recurrido a los derechos humanos y no a los
principios de Belmont. Por otra parte han sido los propios autores quienes han expresado la poca o
nula incidencia que han tenido para solucionar los casos. Aún así, en países periféricos se los sigue
empleando.
En cuarto lugar, dirimir cuestiones éticas en el ámbito médico es algo muy delicado como para
argumentarlo desde postulados imprecisos. Cito dos ejemplos para concluir estas observaciones.
Aparentemente nadie cuestionaría el principio de autonomía. Sin embargo este ha fluctuado entre
autonomía de la persona y autonomía de la voluntad. Parece una distinción intrascendente pero es
importante. Si nos referimos a la autonomía y dignidad de la persona humana, esto crea una relación
médico-paciente debidamente delimitada. Por el contrario, si nos referimos a la autonomía de la
voluntad el referente aquí es mi deseo, y establece una relación cliente satisfecho-proveedor: mi
querer se constituye en norma exigible al médico casi con independencia de la relación que guarde
con la salud objetiva y se formula como un “derecho”.
También parecería inobjetable el principio de justicia pues no hay nadie que no desee esa virtud.
Sin embargo el sentido que se le ha dado es para referirse a la salud como un bien limitado y escaso,
debiendo elegir las prioridades para administrarlo. Noten como una misma palabra se dice con un
sentido diverso. En un caso es la pregunta sobre los medios que cuenta el médico y que puede y debe
emplear, interrogante que, pese a los avances tecnológicos, es tan antiguo como la misma medicina.
En el otro caso existe cierto contexto eugenésico, acerca de qué vidas humanas deben ser incluidas y
cuales no en determinado beneficio del sistema de salud.
Como síntesis de este apartado quisiera aclarar que estas observaciones críticas no se refieren
al ámbito médico sino al ámbito filosófico que ha incursionado en él. La misma experiencia posterior
muestra como estos postulados de Belmont no han demostrado eficacia práctica y fundamentada en la
resolución de los casos. Con estas observaciones no hemos querido juzgar sobre la intencionalidad de
sus autores, sino analizar la consistencia de sus afirmaciones. Belmont, como fenómeno cultural,
posee el valor de haber reinstalado la cuestión del humanismo en medicina frente a determinados
excesos técnicos.
Sin embargo, el principio de autonomía posiblemente ha magnificado demasiado el alcance del
consentimiento informado, al que se le añadió cierta exagerada sátira al paternalismo en medicina, y
nos limitamos aquí a constatar el hecho. El vínculo medico-paciente es único, irreductible a la
categoría cliente-proveedor propia del derecho comercial que debe garantizar la calidad del producto,
sino que se funda en una relación de confianza, en la cual, incluso por juramento, se aporta el debid o
conocimiento y la disponibilidad para la atención. Sólo la ignorancia y la negligencia han sido defectos
censurables, como veremos luego, lo que poco o nada tiene que ver con la explosión vigente de la
judicialización del acto médico. Entendemos que estos aspectos estaban sobreabundantemente
cubiertos desde la ética médica y el humanismo en medicina. Con Belmont se inicia cierta
tercerización de lo ético en manos de uno o varios comités, oscureciendo la milenaria tradición que el
juicio médico simultáneamente es un juicio ético. Culturalmente el médico ha gozado, como es
razonable, de la presunción de eticidad, mientras que en la actualidad se lo ha minimizado en su
vocación y misión y mediado por a través de la judicialización del acto médico.
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único, parte constitutiva de la virtud de la prudencia o juicio práctico. Pensemos por ejemplo lo que se
decide en una urgencia. Con todas sus imperfecciones, en Argentina aún puede verse en materia de
trasplantes cierta priorización cronológica y de histocompatibilidad. Actuales legislaciones europeas
por el contrario ya dan indicios eugenésicos, respecto a que ser humano vale mas que otro.
Entendemos que no sólo es mala la respuesta sino incluso la pregunta. Establecer a priori a quien
salvar y a quien no es algo ajeno a la vocación medica, la que no admite ser condicionada por
terceros. Debemos recurrir a los ejemplos prácticos para que se comprenda mejor lo que está en juego
en un planteo teórico. Pensemos en el enorme esfuerzo que se ha debido hacer para garantizar la
libertad en el ejercicio de la profesión, y que frente a condicionamientos de terceros debió plasmarse
en las Convenciones de Ginebra. Otro tanto para admitir a la Cruz Roja Internacional. Siempre bajo el
manto de sospecha si en cumplimiento del juramento hipocrático la atención médica es brindada al
considerado enemigo. Conviene reflexionar frecuentemente sobre las limitaciones humanitarias que
impuso el mundo médico a las meras consideraciones políticas y militares.
Es importante y vale insistir en ello. No se trata de “interrumpir” una especialidad con lecciones
éticas, sino de la consideración global de la cuestión, incluso desde su perspectiva ética. No se trata
de cambiar el objeto, sino de verlo desde una perspectiva humanística mas amplia y comprensiva.
Incluso en estudios superiores, como son los postgrados, la tan necesaria especialización, que es una
vía analítica, exige una vía sintética, de ver al paciente como un todo, persona humana. La
especialización no es un camino de aislamiento, sino de una mayor capacitación en bien del paciente,
pero también de diálogo intramédico e incluso interdisciplinario.
La cuestión del humanismo en medicina no es una formulación retórica y decorativa, sino uno de
los pilares de la ciencia médica, capaz de cuidar a un paciente, de comunicarse con él, de establecer
un verdadero vínculo médico-paciente, a veces limitado por los tiempos y la fugacidad, pero no por ello
menos real y profundo. Es curioso que estos temas pueden ser menos compartidos y valorados, pero
se encuentran en la raíz de la formación ética del médico. La mejor prueba de ello es si invertimos el
caso y consideramos al médico como paciente y lo que mas ha valorado o lamentado en su atención.
Son temas todos que requieren ser mejor vistos, incluso para no convertir al médico en un
objetor de conciencia crónico frente a todo lo que se le está exigiendo. Recordemos que se han
obtenido sentencias judiciales para presentar el cambio de sexo como un derecho del paciente y una
obligación para el médico. Por elemental que esto sea, la ética nos exige distinguir entre pretensión,
que puede ser cualquiera, y derecho, que requiere ser fundado en un justo título.
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de Ética Biomédica, La Dra. Estefanía Errico Kaminski y el Dr. Mariano Fernández, quienes a sus
conocimientos de ética médica suman su experiencia clínica y sus publicaciones. Una Cátedra con
varias innovaciones, pero bajo la consigna de ver en un paciente no un mero caso o patología, sino a
una persona humana, y, tomando la etimología latina de la palabra, cuidando siempre, curando
algunas veces. Aquella dignidad inmensa del hombre como persona humana, y para los creyentes, un
hijo de Dios, aún detrás de la enfermedad, del dolor y de la transitoriedad del misterio de la vida en
este mundo. En consonancia con la filosofía, con la ética, y con la historia de la ciencia médica, nos
resulta mas lógico aquello que quedó bellamente expresado en la declaración de Ginebra:
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